GA123 10 de septiembre de 1910 -Evangelio de S. Mateo 10ª conferencia

                                                                                        Índice

LAS BIENAVENTURANZAS Y LAS CURACIONES

EL NUEVO ESENIANISMO

10 de septiembre de 1910

En estas conferencias hemos escuchado que a través de la venida de Cristo Jesús, las fuerzas del Ego humano iban a ser gradualmente dotadas de aquellas facultades que en los antiguos Misterios solo podían ser adquiridas por el hombre mediante la supresión, el adormecimiento, de su Ego. En todas las Iniciaciones antiguas existía la posibilidad de ascender al mundo espiritual, a los Reinos del Cielo. Pero debido a la peculiaridad de la evolución humana en los tiempos pre-cristianos, el Ego del hombre no podía ascender a los Reinos del Cielo con la misma lucidez o consciencia con la que se enfrenta al mundo físico-material. Por lo tanto, deben distinguirse dos condiciones del alma humana. La primera es la condición normal del hombre de hoy en día que predomina desde que se despierta hasta que se va a dormir, y que es cuando su Ego percibe y es consciente de los objetos del mundo material. En la segunda condición no hay una conciencia definida de Yoidad. Era en esta última condición, en la que el hombre era transportado a los Reinos del Cielo en los antiguos Misterios. Según la predicación de Juan el Bautista y después por el mismo Jesucristo, estos reinos del cielo debían ser traídos a la Tierra para que la humanidad pudiera recibir un impulso para el desarrollo que permitiera a los hombres experimentar los mundos superiores manteniendo el ego plenamente consciente. Por lo tanto, era natural que aquellos que registraron el Evento de Cristo Jesús, describiesen los diferentes procesos experimentados por un aspirante a la Iniciación en los Antiguos Misterios, pero que al mismo tiempo se diese una indicación de un nuevo elemento, que mostrase que ahora no se trataba de la segunda condición del alma sino de una nueva condición en la que el Ego es plenamente consciente.

En la conferencia de ayer estudiamos, desde dicho punto de vista, las nueve bienaventuranzas al comienzo del Sermón de la Montaña. Sobre el contenido del presente texto del Evangelio de San Mateo, se podría añadir que fue traducido, (no exento de ambigüedad), desde el arameo al idioma griego. Pero incluso en el texto griego del Evangelio uno puede detectar, en la continuación del Sermón de la Montaña también, indicaciones definidas de lo que un hombre experimentaba anteriormente, cuando su Ego era suprimido y permanecía en una condición opaca. Llevándole en aquél entonces a decir: "Cuando suprima mi Ego y pase al mundo espiritual, comprenderé ciertas verdades fundamentales", en el futuro esto será posible manteniendo la plena conciencia del Ego. Para entender lo que esto implica es esencial saber algo más sobre el uso de nombres o designaciones en tiempos antiguos. No eran elegidos como se hace hoy, sino siempre conscientes de la realidad que implicaba. Y las expresiones utilizadas en el Sermón de la Montaña muestran claramente que Cristo Jesús se sentía como el portador de la conciencia del Ego en una etapa superior a la alcanzada hasta ahora, y capaz de experimentar los Reinos del Cielo como una realidad interna. Por lo tanto, él pone de relieve este contraste ante las almas de sus discípulos: "En tiempos anteriores también se decía que las revelaciones venían de los Reinos del Cielo. Pero a partir de ahora experimentarán estas cosas cuando dejen que su propio Ego hable, en lo que su Ego les diga". De ahí que repitiera constantemente las palabras:" ¡Yo os digo! "- porque Cristo Jesús se sentía a sí mismo como" el Representante del alma humana que se expresa en la pronunciación de las palabras: "Yo lo digo", "lo digo con toda mi conciencia del Ego".

Este enunciado, que muchas veces se produce en un sentido trivial. Llama la atención repetidamente sobre el nuevo impulso inculcado a través de Cristo Jesús en la evolución de la humanidad. Teniendo esto en mente, continúen la lectura del Sermón de la Montaña y sentirán lo que Cristo Jesús deseaba decir: Hasta ese momento ustedes no habían podido invocar sus propios Egos; pero ahora, a través de lo que les he traído, podrán atesorar gradualmente los frutos de los Reinos del Cielo a través de vuestro propio poder interior, a través del poder de vuestro propio "yo". - Todo el espíritu del Sermón de la Montaña está impregnado del nuevo impulso del Ego humano; e igualmente cuando el relato narra las llamadas "curaciones".

Como todos saben, estos actos de curación han sido objeto de debates generalizados. El asunto que más a menudo se recalca es que los Evangelios están hablando aquí de milagros. Pero acerquémonos un poco mas a esto. En la conferencia de ayer, les decía que la gente hoy en día ignora por completo los cambios y las metamorfosis sufridas por la naturaleza humana en el curso de la evolución. Si compararan un cuerpo físico de la época de Cristo, (y si es anterior mucho menos aún), con uno de la actualidad, se revelaría una diferencia muy significativa, una diferencia que ciertamente, no puede afirmarse en términos anatómicos, pero si por medio de la investigación oculta. Encontrarían que el cuerpo físico se ha solidificado, se ha vuelto más denso. En la época de Cristo Jesús era mucho más flexible. Sobre todo, la visión del hombre era tal que percibía cosas que ya no percibe hoy en día y, además, poseía cierto conocimiento de ciertas fuerzas que trabajan y moldean el cuerpo. Los músculos, por ejemplo, causaban una impresión muy distinta y mucho más fuerte sobre una facultad de percepción más delicada. Este tipo de visión se fue perdiendo gradualmente. Las teorías infantiles relacionadas con la historia del arte apuntan a antiguos dibujos donde las líneas que indican los músculos son muy visibles y consideran esto como una exageración y un signo de la falta de habilidad del artista. La razón es que los creadores de esas teorías no saben que tales dibujos se basaban en la observación real, una facultad que era correcta y adecuada en la antigüedad, aunque estaría fuera de lugar en la era moderna. Pero sea como fuere, nos ocuparemos ahora de las características de los cuerpos humanos que una vez estuvieron constituidos de manera muy diferente.

En aquellos primeros tiempos, el poder del alma y del espíritu tenían una influencia mucho más inmediata sobre el cuerpo humano que en tiempos posteriores, en los que ya el alma había perdido poder sobre el cuerpo debido a su mayor densidad. Por lo tanto, en aquellos primeros tiempos era mucho más posible que se produjera la curación por medio de las fuerzas del alma. Gracias al mayor poder, el alma podía restablecer un cuerpo desordenado con las fuerzas de curación extraídas del mundo espiritual, para que pudiera restablecerse nuevamente la armonía. En el trascurso de la evolución, este poder del alma sobre el cuerpo había ido disminuyendo gradualmente. Los procesos de curación en tiempos antiguos eran, por lo tanto, procesos espirituales en un grado mucho mayor que posteriormente. Los que eran considerados como médicos no eran médicos en el sentido físico moderno, sino que la mayoría de ellos eran sanadores que trabajaban sobre el cuerpo por medio del alma. Purificaban el alma, infundiendo en ella sentimientos saludables, impulsos y fuerzas de voluntad a través de las influencias espirituales que podían ejercer. Esto podría tener lugar tanto en la condición de vida normal de vigilia, como durante el llamado "sueño del templo", o algo similar, que en aquél tiempo simplemente significaba inducir un estado en el que un hombre se volviera clarividente. Al estudiar las condiciones de la civilización en aquél tiempo, hay que tener en cuenta que aquellos que eran lo suficientemente fuertes anímicamente como para recurrir a las fuerzas que ellos mismos habían adquirido, podían tener un efecto muy real sobre las almas de otros hombres y con ello en su cuerpos. Además, aquellos que de alguna manera estaban impregnados de espíritu y de quienes se sabía que las fuerzas de curación irradiaban a su entorno, también eran llamados "curanderos". En efecto, no solo los Terapeutas sino también los Esenios, en cierto sentido, habría que llamarles sanadores. Además, en cierto dialecto actual en Asia Menor entre los asociados con el nacimiento del cristianismo, la palabra "Jesús" era la traducción de la expresión "sanador espiritual". "Jesús" expresa "médico espiritual" y es una interpretación bastante correcta. Esto es una indicación de lo que estaba asociado con los nombres y designaciones en una época en la que los hombres todavía sentían que señalaban ciertas realidades.

Pero ahora pongámonos en las situación de la civilización de aquellos tiempos. Una persona que hablara de las condiciones de vida de entonces, habría dicho: Hay hombres que han sido admitidos en los Templos de Misterios, en los que sacrificando hasta cierto grado su conciencia del Ego, podían establecer conexión con ciertas fuerzas del alma y del espíritu que luego eran irradiadas a través de ellos al entorno inmediato; tales hombres devienen sanadores. Suponiendo que uno de esos hombre se hubiera convertido en un seguidor de Cristo Jesús, habría dicho: ¡Han sucedido cosas maravillosas! Antes, solo aquellos que habían recibido fuerzas espirituales en los Templos de Misterios, podían devenir sanadores del alma; pero ahora tenemos entre nosotros, Uno que podía hacerlo manteniendo a la vez plena conciencia del Ego, sin haberse sometido a los procedimientos de los Misterios. -El hecho de que tuviesen lugar curaciones espirituales no habría sorprendido a tal hombre, ni tampoco que en el Evangelio de San Mateo se narrase la historia de un sanador espiritual, le habría parecido indicar algo particularmente milagroso. Su actitud habría sido: ¿Qué tiene de maravilloso que tales hombres sean sanadores espirituales? Es bastante natural que lo sean. La enumeración de tales curaciones no habrían parecido milagrosas en aquellos días. Sino que lo verdaderamente importante se indica cuando el escritor del Evangelio de San Mateo habla de Aquel que había impartido un nuevo poder a la humanidad, recurriendo a las fuerzas de su Ego, (con el que antes no era posible la curación), había sanado los enfermos Como pueden ver, los Evangelios están hablando de algo completamente diferente de lo que generalmente se piensa. Podrían presentarse muchas pruebas, también pruebas históricas, para verificar lo que la Ciencia Espiritual establece a partir de fuentes ocultas.

Si lo que se acaba de afirmar es cierto, cabe imaginarse que en la antigüedad, bajo ciertas condiciones, la visión de los ciegos podría ser restaurada por influencia espiritual. Dignas de mención son las primeras representaciones pictóricas de estas cosas. El autor al que nos referimos ayer, John M. Robertson, menciona que existe en Roma una figura de Esclepio frente a dos ciegos, y Robertson naturalmente concluyó que expresaba un acto de curación y que por eso los escritores de los Evangelios lo incorporaron a sus narraciones. En este ejemplo lo que importa no es que las curaciones espirituales eran milagros, sino que el objetivo del artista había sido indicar que Esclepio era un Iniciado que había adquirido en los Misterios, los poderes de la curación mediante la supresión de su conciencia del Ego. Sin embargo, el escritor del Evangelio de San Mateo deseaba dejar en claro que, aunque en el caso de Cristo Jesús las curaciones no se lograban de esa manera, el impulso que una vez estuvo activo en Él con el tiempo deberá ser adquirido por toda la humanidad, y podrá ser adquirido a través del poder del Ego mismo. Esto está fuera del alcance de los hombres hoy porque el poder no debe ser inculcado en la humanidad hasta un futuro algo distante. Pero lo que Cristo logró al comienzo de nuestra era se arraigará, y los hombres gradualmente serán capaces de expresarlo. Esto sucederá y eso era lo que el escritor del Evangelio de San Mateo deseaba transmitir en sus narraciones de las curaciones. Y así, hablando desde la conciencia oculta, puedo decir: El escritor del Evangelio de San Mateo no deseaba representar ningún "milagro" sino algo completamente natural, entendible. También quería mostrar que tal curación se producía de una nueva manera. Esa es la estricta verdad de estos asuntos. ¡Los evangelios han sido mal entendidos!

¿Como ha de seguir el relato, para que concuerde con la realidad? Hemos visto: lo sucedido en la vida del Cristo al producirse la tentación, fue un sumergirse en todos los procesos que se experimentan al descender en los cuerpos físico y etérico. También hemos visto que la fuerza que irradia de dichos cuerpos pudo actuar tal como se manifiesta en el sermón del monte, como asimismo en las curaciones. Además, la fuerza del Cristo Jesús obro de la misma manera como en los Misterios obraba la fuerza del iniciado, y esa misma fuerza pudo formar las facultades de los discípulos. Naturalmente, el Cristo debía formarlos de una manera singular. Para comprender los capítulos del Evangelio de San Mateo que siguen al Sermón de la Montaña así como los relatos de las curaciones, es necesaria la preparación en forma de cierto conocimiento de los hechos ocultos que hemos adquirido a través de los años. Sabemos que cuando un hombre es conducido a los mundos superiores a través de la Iniciación, desarrolla una especie de visión imaginativa, una visión que consiste en imaginaciones verdaderas. Aquellos que estaban cerca de Cristo Jesús necesariamente tenían que adquirir no solo la facultad de escuchar con una cierto grado de comprensión expresiones tan majestuosas como las del Sermón de la Montaña, sino de participar inteligentemente en los actos de curación realizados por Cristo Jesús; además era necesario que la fuerza poderosa que actuaba en Él pasara gradualmente a aquellos que eran sus amigos y discípulos más cercanos. Esto también se indica en el Evangelio. En primer lugar, se muestra cómo, después de la Tentación, Cristo Jesús inicia una nueva forma de impartir las antiguas enseñanzas y de realizar curaciones a través de un nuevo impulso. Para después mostrar cómo actuaba sobre Sus discípulos de una manera nueva, cómo aquella plenitud de poder que él encarnaba afectaba a los discípulos y seguidores que lo rodeaban. ¿Cómo se muestra esto? A través del hecho de que para los hombres poco receptivos e insensibles, lo que Él representaba también debía expresarse con palabras. Pero el efecto que dejaba su influencia sobre aquellos que eran receptivos, a quienes Él mismo había elegido y guiado, era diferente. En ellos surgían imaginaciones y alcanzaban la siguiente etapa de conocimiento superior. El poder que emanaba de Cristo Jesús, por lo tanto, actuaba de dos maneras: el efecto que provocaba en aquellos que no eran sus discípulos elegidos era que escuchaban sus palabras y las aceptaban como teoría; mientras que sobre aquellos a quienes había elegido porque habían presenciado las manifestaciones de su poder y a quienes, debido a su karma especial, podía transmitir ese poder, el efecto era que las imaginaciones se despertasen en sus almas y que sus percepciones señalasen hacia una etapa superior en el camino hacia los mundos espirituales. Esto se indica en el dicho de que aquellos que carecen de ella, solo oyen parábolas, es decir, se les presentan imágenes, imágenes simbólicas de acontecimientos en el mundo espiritual. Pero a los demás les decía: Entienden el significado de las parábolas y las palabras que les guían hacia los mundos superiores. - Estos versículos no deben ser interpretados en un sentido superficial sino reconocidos como una guía por la cual los discípulos eran guiados hacia los mundos espirituales.

Y ahora profundizaremos en la cuestión de cómo los discípulos podrían ser guiados a los mundos superiores. Para comprender lo que voy a decir ahora no solo se necesita una escucha atenta, sino también una buena voluntad, fortalecida por el conocimiento científico-espiritual que ustedes ya tienen. Quiero transmitir lo más claramente posible el significado real de los acontecimientos descritos en los próximos capítulos del Evangelio de San Mateo.

Recordemos una vez más que hay dos modos de Iniciación. En uno el proceso consiste en descender a sus cuerpos físico y etérico, aprendiendo a conocer su propia naturaleza interna y entrando en contacto con las fuerzas que trabajan creativamente en él. Y en el otro modo de Iniciación, un hombre es llevado al mundo espiritual, al Macrocosmos. Esto ya sucede realmente, si bien, no con respecto a la plena conciencia, pues como bien sabemos, cada vez que un ser humano se duerme; su cuerpo astral y el Ego, se retiran de sus cuerpos físico y etérico, expandiéndose por el mundo de las estrellas y de él extraen sus fuerzas, de ahí la designación de cuerpo astral. A través de esta forma de Iniciación, un hombre no solo puede percibir los acontecimientos en la Tierra, sino también expandirse hacia el Cosmos, obtener conocimiento del mundo de las estrellas y absorber sus fuerzas. Pero esta condición que el hombre solo puede alcanzar gradualmente (mediante la iniciación). A partir del bautismo de Juan, estaba presente en el Cristo en una forma en consonancia con su naturaleza especial. Pero en Él, no era comparable con el estado del sueño; en Él estaba presente no cuando dormía, sino que estaba despierta en sus cuerpos físico y etérico. Él podía unirse con las fuerzas del mundo de las estrellas y llevar esas fuerzas al mundo físico.

La aportación de Cristo Jesús, por lo tanto, puede describirse como sigue. A través de la fuerza ejercida por los cuerpos físico y etérico que habían sido preparados específicamente para Él, a través de toda Su naturaleza atrajo el poder del Sol, de la Luna, de las Estrellas, de todo el Cosmos al que pertenece nuestra Tierra. Haciendo que los actos que realizaba devinieran en canales para la vida que otorga salud y fuerza, esa misma fuerza que comúnmente fluiría del Cosmos a través del hombre cuando está fuera de sus cuerpos físico y etérico durante el sueño. Las fuerzas con las que Cristo Jesús actuaba, eran las fuerzas que fluían del Cosmos a través del poder de atracción ejercido por Su cuerpo y desde este cuerpo fluían nuevamente hacia Sus discípulos. Quienes a través de su receptividad, ahora oportunamente comenzaban a sentir: En verdad, Cristo Jesús es un Ser a través del cual las fuerzas del Cosmos nos brindan el alimento espiritual derramándose sobre nosotros.

Pero los propios discípulos vivían en dos estados de conciencia, porque todavía no eran hombres que habían alcanzado la más alta etapa de desarrollo; fue a través de Cristo cuando pudieron alcanzar una etapa superior. Los dos estados de su conciencia pueden compararse con los de la vida despierta y la del sueño. El poder mágico de Cristo fue capaz de obrar sobre los discípulos en ambos estados de conciencia, no solo durante el día, cuando estaba realmente cerca de ellos, sino también durante el sueño, cuando habían dejado sus cuerpos físico y etérico. Mientras que, ordinariamente, el ser humano se expande en los mundos de las estrellas sin saberlo, el poder de Cristo ahora estaba con los discípulos y ellos realmente contemplaban estos mundos; ellos también supieron: "El poder de Cristo nos alimenta desde el mundo de las estrellas".

Pero estos dos estados de conciencia en los que vivían los discípulos tuvieron aún otro efecto. Debemos prestar atención, en cada ser humano, (también en un discípulo de Cristo Jesús), tanto a lo que él es como hombre en el presente inmediato como a las potencialidades dentro de él para futuras encarnaciones. En todos y cada uno de ustedes late en modo germinal, lo que se presentará al mundo en una forma bastante diferente cuando aparezcan otra vez en una nueva encarnación en una época futura de la civilización. Y si a través de estas facultades potenciales que ya están dentro de ustedes, se volvieran clarividentes, la primera manifestación de una visión súprasensible sería el surgir de la visión del futuro inmediato. Entre las primeras experiencias clarividentes, siempre que sean genuinas y puras, estarían las relacionadas con los acontecimientos del futuro inmediato. Este era el caso en los discípulos. En su conciencia normal de vigilia, el poder de Cristo fluía hacia ellos y pudieron decir: En nuestras horas de vigilia, el poder de Cristo tiene efecto en nosotros de una manera acorde con nuestra conciencia normal despierta. Pero, ¿Qué les pasaba mientras dormían? Como eran discípulos de Jesús y el poder de Cristo había actuado sobre ellos, en ciertos momentos durante el sueño, siempre se volvían clarividentes. Sin embargo, no veían lo que estaba sucediendo en el presente sino lo que sucedería en el futuro. Se sumergían por así decirlo en el océano de la visión astral y preveían lo que le sucedería al hombre en tiempos futuros.

Así pues, los discípulos vivían en ambos estados de conciencia. Del que podrían decir: En nuestro estado de vigilia, Cristo nos trae desde el gran Universo las fuerzas de los mundos cósmicos, que nos sirven como alimento espiritual. Debido a que Él es una encarnación del poder del Sol, nos hace llegar todo lo revelado por el zoroastrismo tal como se entiende a la luz del cristianismo. Él es el intermediario de los poderes que el Sol puede enviar desde las siete constelaciones diurnas del zodíaco. Desde ellas fluye el alimento para la conciencia diurna. De la conciencia nocturna, los discípulos podrían decir: En esta condición, nos damos cuenta de cómo, a través del poder de Cristo, el Sol que es invisible durante la noche mientras pasa a través de las otras cinco constelaciones, haciendo llegar a nuestras almas el alimento celestial. Con su clarividencia imaginativa, los discípulos se sentían así: "Durante el estado de vigilia, nos sentimos unidos con el poder de Cristo, con el poder del Sol. Este poder nos transmite lo que es pertinente y adecuado para los hombres de la actual época de civilización" (es decir, la cuarta época). Y durante el estado de sueño, el poder de Cristo transmite las fuerzas reparadoras del Sol nocturno provenientes de las cinco constelaciones nocturnas. Pero esto se aplicará a la época que seguirá a la nuestra, a la quinta época de la civilización (la actual). Eso es lo que experimentaban los discípulos. ¿De qué modo podría expresarse? Vamos a profundizar en esto en la próxima conferencia. Ahora quiero hablar brevemente sobre lo siguiente. En la terminología antigua, para referirse a numerosos seres humanos se les denominaba con el término "mil" y si se quería concretar, se agregaba un número específico. Por ejemplo, los hombres de la cuarta época de civilización eran los "cuartos mil" y aquellos cuyo modo de vida ya era el de la quinta época eran los "quintos mil". Estos eran simplemente términos técnicos. Así pues, los discípulos decían: Durante el estado de vigilia, somos conscientes de lo que el poder de Cristo nos transmite desde las fuerzas Solares que nos irradian desde las siete constelaciones diurnas; recibimos el alimento destinado a los hombres de la cuarta época, los "cuartos mil". Y durante el sueño, con nuestro estado clarividente nos damos cuenta, a través de las fuerzas que irradian desde las cinco constelaciones nocturnas, de lo que se ha de aplicar al futuro inmediato, a los "quintos mil". El alimento destinado a los hombres de la cuarta época, es decir, para los 'cuartos mil', desciende del cielo a través de las siete constelaciones diurnas, los siete "panes celestiales"; y los hombres de la quinta época, los "quintos mil", son alimentados a través de las cinco constelaciones nocturnas, los cinco "panes celestiales". El punto divisorio entre las constelaciones diurnas y las nocturnas se indica mediante la mención específica de la constelación de Piscis, los peces.

Aquí se alude a un misterio, que da signos de algo profundamente significativo, a saber, la mágica relación de Cristo con sus discípulos. Cristo les advierte claramente que no está hablando de la antigua levadura de los fariseos, sino que les trae comida celestial proveniente de las fuerzas Solares del Cosmos. En una ocasión tiene a su disposición solo los siete panes de las siete constelaciones diurnas, y en otra los cinco panes de las cinco constelaciones nocturnas. Y entre las constelaciones diurnas y las constelaciones nocturnas se encuentra la constelación de Piscis, los Peces, que indica la separación. De hecho, en un lugar (Mateo 14, 13-21 y 15.32-38), en aras de una mayor aclaración se hace mención de dos peces.

Estas profundidades en el Evangelio de San Mateo, nos remontan a la proclamación hecha por Zarathustra, quien por primera vez señaló hacia el Espíritu Solar y que fue también uno de los primeros misioneros en explicar a aquellos que eran receptivos, el misterio del descenso a la tierra del poder mágico del sol.

Pero, ¿Qué dicen los elocuentes comentaristas de la Biblia, acerca de estas cosas? Ellos se fijan que en un pasaje del Evangelio de San Mateo se hace referencia a la alimentación de cuatro mil personas con siete panes, y en otro pasaje otra referencia a la alimentación de cinco mil personas con cinco panes, y consideran el segundo relato como una mera repetición. Diciendo que el traductor del texto original copió descuidadamente, como sucede a menudo. En consecuencia, en una ocasión se dice que cuatro mil personas fueron alimentadas con siete panes y en otra que cinco mil fueron alimentadas con cinco panes. ¡Después de todo, ese tipo de cosas pueden suceder cuando un copista es negligente! No tengo ninguna duda de que pueden ocurrir cosas similares cuando se escriben libros en la era moderna, ¡pero los Evangelios de ninguna manera salieron a la luz de esa manera! Cuando una narración tiene lugar por segunda vez, tiene un significado profundo. Pero debido a que los relatos en el Evangelio de San Mateo armonizan con las indicaciones dadas un siglo antes de la aparición del Cristo por Jeschu ben Pandira, el gran maestro esenio, para que cuando Él viniera, pudiera ser entendido, y puesto que es así debemos profundizar en las indicaciones dadas en este Evangelio si queremos comprender las verdades que contiene. Pero sigamos.

El poder de la imaginativa visión astral fluyó de Cristo hacia sus discípulos. Esto también está claramente indicado. Bien podría decirse: el que tenga ojos para leer, ¡que lea! - como antiguamente se decía cuando no era costumbre escribir: ¡el que tenga oídos para oír, que oiga!

El que tenga ojos para leer, que lea los Evangelios con cuidado. ¿Hay alguna indicación de que este poder del Cristo-Sol se revelase a los discípulos de diferente manera durante el día que durante la noche? En efecto así es. En un lugar importante del Evangelio de San Mateo se dice lo siguiente: “En la cuarta vigilia de la noche, algo así como entre las tres y las seis de la mañana, mientras los discípulos estaban durmiendo, vieron, caminando sobre el mar, una figura que al principio tomaron por un espíritu”, es decir, el poder solar nocturno reflejado a través de Cristo. Se indica la hora real porque era solo en un momento particular, cuando los discípulos podían ser conscientes de que este poder del Cosmos fluiría hacia ellos por mediación de Cristo. Las referencias constantes a la posición del Sol y su relación con las constelaciones, con los panes celestiales, indican que a través de la presencia de Cristo Jesús en Palestina, a través de esta personalidad y la individualidad, existía un medio por el cual los poderes y fuerzas del sol podían penetrar en nuestra Tierra. Esta naturaleza cósmica de Cristo, esta penetración de fuerzas cósmicas en la Tierra a través de Cristo, es sobre la que se pone énfasis en todas partes.

Cristo Jesús debía iniciar de una manera particular a aquellos de sus discípulos que eran especialmente aptos para ello, de modo que pudieran no solo ver los mundos espirituales con una visión imaginativa, como si dijéramos, en imágenes astrales, sino que realmente escucharan lo que estaba teniendo lugar en esos reinos; esto indica, como sabemos, el ascenso a Devachan.

Por lo tanto, habiendo ascendido a los mundos superiores, estos discípulos ahora podrían encontrar en esos mundos la personalidad que conocen en el plano físico como Cristo Jesús. Debían convertirse en clarividentes en regiones más altas que el plano astral. Esto no lo consiguieron todos los discípulos; solo fue posible para aquellos que eran más receptivos al poder que fluía del Cristo: aquellos discípulos eran Pedro, Santiago y Juan. El Evangelio de San Mateo, por lo tanto, relata cómo Cristo llevó a los tres discípulos a un entorno donde podía guiarlos más allá del plano astral hasta el plano del Devachán, donde podían contemplar los Arquetipos espirituales, primero el de Cristo Jesús mismo y, para que tomasen conciencia de las condiciones bajo las cuales él estaba actuando, también el de dos Seres que estaban relacionados con Él: Elías y Moisés. Elías fue el antiguo profeta que, reencarnado como Juan el Bautista, también fue el precursor de Cristo Jesús. La escena tiene lugar después de la decapitación de Juan el Bautista, cuando ya estaba en los mundos espirituales. Los discípulos también vieron a Moisés, otro precursor espiritual de Cristo.

Tal experiencia solo fue posible cuando los tres discípulos elegidos fueron elevados en espíritu, a un nivel superior de visión que el de la visión astral. Y el hecho de que ascendieran al Devachan se refleja claramente en el Evangelio de San Mateo, cuando dice que no solo vieron a Cristo lleno del poder del Sol, sino que se agrega la frase siguiente: "Y su rostro brillaba como el Sol". También se dice que las tres figuras (Cristo, Elías, Moisés) estaban conversando. Por lo tanto, ha tenido lugar una ascensión hasta el reino del Devachan, donde los discípulos escuchan a los tres conversando. Todo, por lo tanto, se describe fielmente y es reflejado con las características del mundo espiritual reveladas a la investigación científico-espiritual. No hay ninguna contradicción entre los hallazgos de esta investigación y los relatos verdaderos de los hechos de Cristo. Fue Él mismo quien condujo a los discípulos hasta el mundo astral y luego al Devachan, el reino del espíritu.

En el Evangelio de San Mateo, Cristo Jesús es representado gráficamente como, el portador, del espíritu del Sol, proclamado antaño por Zarathustra. En este Evangelio se relata fielmente que el Espíritu del Sol, Ahura Mazdao u Ormuzd, de quien Zarathustra solo pudo declarar que vivía en el Sol, ahora por medio del cuerpo de Jesús de Nazaret había vivido en la Tierra y fusionado con ella de una manera tan real, que por medio de una única vida dentro de un cuerpo físico, un cuerpo etérico y un cuerpo astral, devino un impulso en la evolución de la Tierra y, a medida que transcurra el tiempo, más profundamente se unirá aún. Expresado en otras palabras, esto significa: que la yoidad estuvo alguna vez presente sobre la Tierra en una Personalidad en tal medida, que si los hombres reciben a Cristo en sí mismos tal como indica San Pablo, ellos mismos adquirirán a lo largo de las sucesivas encarnaciones, la fuerza y poder de este yoidad. A medida que vayan pasando de encarnación a encarnación durante el resto de la evolución terrenal, los hombres que imbuyan sus almas con el poder de esa Personalidad que una vez vivió en la Tierra, se elevarán a alturas cada vez mayores. En aquél tiempo, los elegidos pudieron contemplar a Cristo en el cuerpo de Jesús de Nazaret con sus ojos físicos. Una vez en el curso de la evolución de la Tierra, y por el bien de la humanidad, Cristo, que anteriormente solo podía ser revelado a la visión de los hombres como el Espíritu del Sol, descendió y se unió con las fuerzas de la Tierra.

El hombre es el ser dentro del cuál debía estar plenamente presente el poder del Sol, poder que una vez descendió y actuó dentro de un cuerpo físico humano. Esta fue la inauguración de la época durante la cual las fuerzas derramadas desde el Sol fluirán cada vez en mayor medida hacia los hombres a medida que vivan de encarnación a encarnación y, hasta donde el cuerpo terrenal lo permita, gradualmente se impregnarán con el poder de Cristo. Obviamente, esto no es posible en el caso de cualquier cuerpo físico, ya que fue únicamente en ese cuerpo preparado muy especialmente, a través de las dos figuras de Jesús, de la compleja forma descrita y luego llevado por Zarathustra hacia una etapa mas elevada de desarrollo: fue ¡únicamente en ese cuerpo donde el Cristo pudo vivir plenamente una vez! Penetrarse con el poder de Cristo primero internamente, para luego cada vez más externamente, convertirse en las personas que se dejan llevar por él. Así, la humanidad en el futuro no solo comprenderá la naturaleza de Cristo, sino que se llenará de Su Poder. En el drama Misterio Rosacruz, a muchos de ustedes se les mostró la forma que tomará en la evolución de la humanidad en la Tierra, esta experiencia creciente de Cristo. La vidente Theodora debe ser considerada como una personalidad que había desarrollado el poder de ver el futuro, de percibir el enfoque cercano de un período en el que en realidad podrán ver la figura de Cristo, período en el que al principio solo serán unos pocos seres humanos, y luego un número cada vez mayor, solo que ahora lo verán en el mundo etérico, no en el mundo físico, pero no tan solo a través del entrenamiento espiritual, sino por la propia etapa de evolución terrenal que habrá alcanzado la humanidad en general. En un futuro aún más lejano, Cristo podrá ser visto en una forma nuevamente diferente. En el pasado solo debía ser visto en forma física por hombres que viviesen en el plano físico. Pero el Impulso de Cristo no habría tenido efecto si no hubiera actuado de una manera que asegurara su propio desarrollo posterior.

Nos estamos acercando a un tiempo, esto debe tomarse como una comunicación, en el cuál Cristo se hará visible para las facultades superiores de los hombres. Antes de finales del siglo XX, algunos seres humanos desarrollarán las facultades de Teodora; y aquellos cuyos ojos espirituales se abran, tendrán la misma experiencia que le llegó a Pablo camino de Damasco, una experiencia posible para él porque se "anticipó a su tiempo". Antes de que haya finalizado el siglo XX, varias personas experimentarán a Cristo tal como Pablo lo experimentó e igual como Pablo, no necesitarán Evangelios ni registros antiguos para convencerse de la realidad de Cristo, ya que a través de su Cristo ahora se revela en forma etérica tal como se le reveló a Pablo, presagiando lo que más tarde sucedería. En nosotros recae la tarea de insistir en un aspecto del Evento de Cristo, a saber, que aquél que una vez vivió como Cristo Jesús en un cuerpo físico, aparecerá antes del final de nuestra época en forma etérica, tal como se le apareció a Pablo. Si los hombres desarrollan sus facultades a etapas cada vez más altas, aprenderán a conocer la naturaleza de Cristo en su plenitud. Por tanto, que apareciera por segunda vez en un cuerpo físico, significaría que no se habría progresado, porque entonces habría sido en vano su primera aparición, no habría asegurado el desarrollo de fuerzas superiores en la naturaleza humana. La consecuencia del Evento de Cristo reside en que estas facultades superiores se desarrollen en los hombres y que gracias a ellas pueda verse a Cristo en la esfera en la que está actuando. Nuestra tarea es, si entendemos la lucha histórica del presente, señalar este evento en nuestra época, tal como hizo el gran maestro esenio, Jeshu ben Pandira, señalando proféticamente al Cristo que habría de venir como el León nacido de la estirpe de David. Y si Jeshu ben Pandira tuviera que encarnarse nuevamente en nuestra época, para mayor felicidad del destino de la humanidad, consideraría que la tarea de suprema importancia sería señalar al Cristo etérico en el mundo etérico; y enfatizaría que el Cristo vino una, y solo una vez en un cuerpo físico. Supongamos que Jeshu ben Pandira, tuviera que reencarnarse en nuestro tiempo y anunciase la inminencia de una revelación de Cristo, señalaría que el Cristo no puede aparecer en un cuerpo físico sino que debe manifestarse en una forma etérica, tal como se le reveló a Pablo en Damasco. Con esta misma enseñanza, Jeshu ben Pandira podría ser reconocido, suponiendo que se reencarnase. También es esencial reconocer el Essenismo en su nueva forma, darnos cuenta de que tenemos que aprender, de aquél que en el futuro será el Buda Maitreya, cómo se revelará el Cristo en nuestra época, y que nos corresponde protegernos de albergar falsas concepciones del esenismo debido a su posible recrudecimiento en la era actual.

Hay una señal segura por la cual Jeshu ben Pandira podría ser reconocido si reencarnara en nuestra época. La señal es que ciertamente no se declararía a sí mismo como el Cristo. Si alguien se presentara en nuestro tiempo afirmando tener el mismo poder que tenía Jesús de Nazaret, podría, por este mismo motivo, ser reconocido como falso identificándose con el precursor de Cristo que vivió cien años antes de Cristo. Tal afirmación sería la señal más segura posible de que él no es una encarnación de ese precursor; un falso profeta se enmascararía en él si reclamara cualquier relación con Cristo.

El peligro en este terreno es muy grande, porque en nuestro tiempo la humanidad fluctúa entre dos extremos. Por un lado, se insiste en que el hombre moderno no está dispuesto a reconocer las fuerzas espirituales que actúan en el mundo. Ya se ha convertido en una obviedad, mencionada constantemente en los medios, que nuestra raza no tiene ni la percepción ni la fuerza de mental, para reconocer ningún poder espiritual original cuando hay evidencia de ello en alguna personalidad. Este es un defecto de nuestros tiempos. Es bastante cierto que podría tener lugar en nuestra época una reencarnación del mayor significado posible y no ser reconocida o sería tratada con indiferencia. Y el otro defecto no es menos evidente, es un defecto que nuestra época tiene en común con muchas otras. Al igual que, por un lado, las individualidades espirituales están infravaloradas y no se reconocen, por otro lado, existe entre los hombres la tendencia más viva de deificar a los individuos, de colocarlos en pináculos especialmente elevados. Piensen en todas las comunidades hoy en día, cada una con su Mesías especial. En todas partes hay una tendencia a deificar, a idolatrar. Es, por supuesto, un síntoma que ha sido evidente repetidamente en el transcurso de los siglos.

Maimónides, por ejemplo, habla de un falso Cristo que apareció en Francia en 1137; que atrajo a muchos seguidores pero luego fue condenado a muerte por la autoridad pública. Maimónides también relata que cuarenta años antes había aparecido un hombre en Córdoba, en España, proclamándose como el Cristo. Nuevamente relata que a principios del siglo XII un falso Mesías que señaló a uno aún mayor, apareció en Fez, en Marruecos. Finalmente, se informa que en el año 1147 apareció en Persia un individuo que, en verdad, no se proclamaba a sí mismo como Cristo, sino que sugería algo por el estilo. Y el fenómeno más descarado de todos es el que ya he hablado: la aparición de Shabbethai Zebi en Esmirna, en el año 1666. Al observar a ese individuo que se auto-proclamó la reencarnación de Cristo, podemos estudiar con todo detalle la naturaleza de un falso Mesías y su efecto sobre el entorno inmediato. En aquél tiempo desde Esmirna se anunció la aparición de que había surgido un nuevo Cristo en Shabbethai Zebi. No deben creer que el movimiento originado con él fue insignificante. La gente viajó a Esmirna procedentes de toda Europa, desde Francia, España, Italia, Polonia, Hungría, el sur de Rusia, África del Norte y Asia Central, para ponerse en contacto con el presunto Cristo recién nacido. Fue un gran movimiento mundial. Y si alguien les hubiera dicho, a quienes consideraban a Shabbethai Zebi como un nuevo Cristo, que él no era el verdadero Cristo, les habría ido mal, porque habrían ofendido gravemente un dogma arraigado en una gran cantidad de seres humanos, hasta que finalmente se traicionó a sí mismo, y se descubrió el engaño.

Tales cosas son signos del otro defecto que constantemente se pone en evidencia, tal vez no en regiones definidamente cristianas, sino ciertamente en otras. Se siente una fuerte necesidad de anunciar la aparición de los Mesías en la encarnación terrenal. En los países cristianos, tales ocurrencias generalmente se limitan a círculos pequeños; aunque también se encuentran "Cristos".

Lo que importa es que a través del conocimiento científico-espiritual y la iluminación, a través de la comprensión infalible de los hechos que el ocultismo es capaz de impartir, se evitarán ambas trampas. Si una persona entiende las enseñanzas relevantes, esto será posible, y entonces adquirirá una visión del hecho histórico más profundo de los tiempos modernos. Cuando penetramos más profundamente en la vida espiritual, es cuando podemos participar en una renovación de la enseñanza de los esenios que, por boca de Jeschu ben Pandira, profetizó entonces, que el Evento de Cristo era un acontecimiento físico. Y si la enseñanza esenia se va a renovar en nuestros días, si estamos decididos a dar forma a nuestras vidas en concordancia con el espíritu vivo de un nuevo Bodhisattva, no con el espíritu de una tradición sobre un Bodhisattva del pasado, entonces debemos hacernos receptivos nosotros mismos a la inspiración del Bodhisattva que posteriormente se convertirá en el Buda Maitreya. Y este Bodhisattva nos inspirará a estar atentos sobre la cercana aproximación de la época en que con un nuevo ropaje, en un cuerpo etérico, Cristo traerá vida y bendición a quienes desarrollen las nuevas facultades a través de una nueva sabiduría esenia. Hablaremos enteramente en el sentido del inspirador Bodhisattva que se convertirá en el Buda Maitreya y por tanto no hablaremos de cómo el Cristo se volverá perceptible en el plano físico, como algunas confesiones religiosas. No tenemos miedo de hablar en un sentido diferente porque reconocemos que es la verdad. No tenemos prejuicios a favor de ninguna enseñanza religiosa oriental, sino que vivimos solo para la verdad. Con el conocimiento obtenido de la inspiración del propio Bodhisattva, declaramos la forma qué tomará la futura manifestación de Cristo.



traducción de Julio Luelmo abril 2020

No hay comentarios:

El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919