GA123 7 de septiembre de 1910 -Evangelio de S. Mateo 7ª conferencia

                                                                                      Índice

EL ACONTECIMIENTO DE PALESTINA COMO EJEMPLO Y CONSUMACIÓN DE LA GRAN INICIACIÓN

7 de septiembre de 1910

Si queremos, hasta cierto punto, entender el significado del evento de Cristo para la evolución de la humanidad, debemos volver a referirnos a un hecho ya conocido por aquellos de ustedes que oyeron las conferencias impartidas el año pasado en Basilea sobre el Evangelio de San Lucas. Es necesario hablar de esto hoy, porque estudiaremos el Evento de Cristo en líneas generales y en las siguientes conferencias procederemos a completar los detalles. Pero para trazar este esquema general, debemos recordar una verdad fundamental de la evolución humana, a saber, que en el curso de la misma los hombres adquieren constantemente nuevas facultades y alcanzan cada vez etapas de mayor perfección. En su aspecto externo, este hecho se evidencia simplemente mirando hacia atrás, al período relativamente corto que cubre la historia ordinaria, y percibir cómo en el transcurso del tiempo se desarrollaron nuevas facultades, dando lugar finalmente a la civilización y cultura modernas. Sin embargo, si una facultad particular debe despertar en la naturaleza humana y eventualmente ser alcanzable por todos, esta facultad debe aparecer en algún lugar por primera vez en una forma especialmente significativa.

En las conferencias sobre el Evangelio de San Lucas, les hablé del "Sendero Óctuple" que los hombres pueden seguir si se adhieren a la corriente que fluyó en la evolución de la humanidad a través del Buda Gautama. Por lo general, se dice que este Sendero Óctuple consiste en lo siguiente: visión correcta, comprensión correcta, discurso correcto, acción correcta, vocación correcta, aplicación correcta, memoria o recuerdo correctos, contemplación correcta. [Nota 01] Estos son atributos de la vida del alma. Se puede decir que desde la época de Gautama Buddha, la naturaleza humana ha alcanzado una etapa en la que el hombre puede desarrollar

gradualmente en sí mismo, como facultades intrínsecas propias, los atributos de este Sendero Óctuple. Antes de que Gautama Buda viviera en la Tierra en la encarnación en la que alcanzó la etapa de Buda, esto habría estado fuera del alcance de la naturaleza humana. Por lo tanto, debemos tener claro lo siguiente. Para que en el transcurso de cientos de miles de años estas facultades pudieran desarrollarse de forma gradual en hombres individualmente, fue esencial el impulso inicial que se le dio a través de la presencia en la naturaleza física humana de un Ser tan elevado como Gautama Buda. Como he dicho, estas facultades, en efecto, se desarrollarán en un número considerable de seres humanos y cuando el número sea lo suficientemente grande, la Tierra estará lista para recibir al próximo Buda, el Buda Maitreya, que ahora es un Bodhisattva.

Así pues, entre estos dos eventos, se encuentra la fase de evolución durante la cual debería ser posible para un número suficientemente grande de seres humanos, adquirir las cualidades intelectuales y morales superiores comprendidas en el Óctuple Sendero. En la personalidad del Buda Gautama, todas estas cualidades del Camino Óctuple estaban presentes.

Es una ley de la evolución de la humanidad que tales cualidades deben estar plenamente presentes en algún momento en una única personalidad: por tanto, aunque el proceso de tiempo puede durar miles de años, fluyen hacia la humanidad en general, permitiendo que todos los hombres reciban este impulso y desarrollen las facultades correspondientes.

Ahora bien, lo que ha de fluir a la humanidad a través del Evento de Cristo no necesitará durar mil años para lograr su efecto como en el caso del impulso dado por Gautama Buddha. Lo que ya se ha transmitido a la humanidad a través del Ser Crístico vivirá y continuará trabajando como facultad en los hombres durante todo el período restante de la evolución de la Tierra. ¿Qué es, pues, lo que ha llegado a la humanidad a través del Evento de Cristo, como un impulso infinitamente más poderoso que el del Buda?

Se puede caracterizar de la siguiente manera. -Los poderes a los cuales podía acceder el hombre en tiempos pre-cristianos únicamente por medio de los Misterios, desde el Evento de Cristo, se han vuelto accesibles, y lo serán cada vez más, como un atributo universal de la naturaleza humana. Para comprender lo que esto significa es, ante todo, necesario tener una idea clara de la naturaleza de los antiguos misterios y del proceso de iniciación en la era precristiana.

En la antigüedad, la Iniciación siempre variaba de forma entre los diferentes pueblos de la Tierra, y ha continuado haciéndolo, también en la época post-atlante. Una parte del proceso de Iniciación era experimentado por unos pueblos concretos y otra parte por otros. Aquellos que creen en el principio de la reencarnación podrán responder la pregunta de por qué no era posible que el proceso completo de Iniciación fuera experimentado por todos los pueblos antiguos. Esto no era necesario, por la sencilla razón de que un alma que había nacido en un pueblo y que había experimentado una parte concreta de la Iniciación tenía encarnaciones adicionales entre diferentes pueblos y podía experimentar la otra parte.

La iniciación es el poder de ver el mundo espiritual de una manera que es imposible para la percepción sensorial o para el intelecto que depende del cuerpo físico. En la vida terrenal normal, en veinticuatro horas, por dos veces el hombre se halla en la misma esfera donde también se halla el Iniciado, solo que el Iniciado es consciente de su entorno, mientras que el hombre común no. Dentro de un período de veinticuatro horas, la vida del hombre alterna la condición de vigilia y la condición de sueño. Como antropósofos, todos ustedes son conscientes del hecho de que cuando un hombre se queda dormido, su cuerpo astral y el Ego salen de sus cuerpos físico y etérico. Su ego y su cuerpo astral se expanden hacia el cosmos, del cuál extrae las fuerzas que necesita durante la condición de vigilia. Desde el momento en que se duerme hasta que se despierta, su ser está, en verdad, expandido por el Cosmos con el que, de hecho, siempre está en relación, aunque no sabe nada al respecto. En el momento de quedarse dormido, su conciencia física se apaga cuando su cuerpo astral y su Ego salen de sus cuerpos físico y etérico. Durante el sueño, el hombre está en el Gran Mundo, el Macrocosmos, pero en la existencia terrenal normal, él no lo sabe. La iniciación significa que al dormir ya no se es inconsciente cuando su ser se expande hacia el Cosmos y, por lo tanto, puede participar conscientemente en la existencia de los otros cuerpos celestes que están conectados con nuestra Tierra. Tal es la naturaleza de la Iniciación en el Gran Mundo.

Si un hombre fuera capaz, sin la preparación adecuada, de tomar conciencia del mundo al que pasa durante el sueño, el poder abrumador y el esplendor de las impresiones que se producen, darían lugar a una experiencia comparable solo al efecto que produciría mirar hacia el sol y recibir en los ojos sus deslumbrantes y cegadores rayos sin la debida protección. Tal hombre se vería vencido por la ceguera infligida por el Cosmos, y sería asesinado anímicamente. El objetivo de toda Iniciación es que el hombre no acceda al Macrocosmos sin preparación, sin órganos debidamente fortalecidos para que pueda soportar el impacto. Ese es un aspecto de la Iniciación: una introducción en el Universo, iluminando la percepción del mundo al que el hombre realmente accede durante el sueño por la noche, pero del que no sabe nada.

La razón por la cual esta permanencia en el Gran Mundo deslumbra y desconcierta, es que en el mundo físico-sensorial el hombre está acostumbrado a condiciones completamente diferentes. En el mundo de los sentidos, está acostumbrado a considerar todo desde un único punto de vista; y si se encuentra con algo que no concuerda exactamente con las opiniones que ha formado desde este único punto de vista, lo considera falso, mentira. Esto es bastante adecuado para la vida en el plano físico, pero si intentara adentrarse en el Macrocosmos a través de la Iniciación, persistiendo en la opinión de que debería regirse de conformidad con el mundo sensorial, nunca encontraría su orientación. Su modo de vida en el mundo sensorial es tal que se sitúa en un punto particular y desde ese punto, lo juzga todo. Todo lo que coincide con mis conceptos, está bien, lo que no coincide está mal. Pero cuando se somete a una iniciación, su conciencia se adentra en el Gran Mundo. Supongamos que un hombre accediera solo en una dirección en particular; él experimentaría solo lo que se encuentra en esa dirección, y todo lo demás que no fuera notado, permanecería desconocido para él. Sin embargo, el hombre efectivamente no puede pasar al Macrocosmos en una sola dirección; necesariamente debe adentrarse en todas las direcciones, ya que el proceso es de expansión, de expandirse por el Macrocosmos y la posibilidad de tener un único punto de vista cesa por completo. Debe poder contemplar el mundo no solo desde un punto sino también contemplarlo desde un segundo y un tercer punto de vista. Esto significa que, sobre todo, debe desarrollar una cierta movilidad y universalidad de la visión.

Por supuesto, no hay necesidad de temer que haya que alcanzar un número infinito de puntos de vista como es teóricamente posible. Con doce es suficiente. En el lenguaje estelar de las Escuelas de Misterios están simbolizados por las doce constelaciones del zodíaco. Un hombre no debe, por ejemplo, acceder al Cosmos en la dirección de la constelación de Cáncer únicamente, sino de manera que realmente contemple el mundo desde doce puntos de vista diferentes. Aquí no ayuda buscar lo que se llama "estar en consonancia" en lenguaje abstracto e intelectual. La consonancia puede buscarse después, en los diferentes modos de percepción que se adopten. La necesidad principal es contemplar el mundo desde diferentes lados. Permítanme decir aquí de pasada, que la gran dificultad a la que se enfrentan todos los movimientos basados en verdades ocultas, es que las personas son muy propensas a aplicar los hábitos de la vida ordinaria en estos movimientos. Cuando tienen que ser comunicadas las verdades descubiertas por la investigación suprasensible, es necesario incluso en el caso de descripciones puramente exotéricas, adherirse al principio de describirlas desde diferentes puntos de vista. Aquellos que durante años han seguido con atención el desarrollo de nuestro movimiento habrán notado que nuestro esfuerzo nunca ha sido describir las cosas desde un solo aspecto sino siempre desde muchos ángulos diferentes. Esa es, por supuesto, también la razón por la cual las personas que insisten en juzgar todo de acuerdo con los criterios del plano físico, encuentran contradicciones aquí o allá. Cada objeto tiene una apariencia diferente cuando se ve desde un lado o desde otro, y en tales circunstancias es fácil encontrar contradicciones. En un movimiento científicoespiritual el principio debería ser recordar que cuando una afirmación parece diferir de una anterior, es porque cada una se hacía desde un punto de vista particular. Para evitar que se ponga un énfasis indebido en la aparente existencia de contradicciones, debe repetirse que el principio de dar descripciones desde muchos ángulos, entre nosotros siempre será como una obligación. Por ejemplo, en el ciclo de conferencias impartido en Múnich el año pasado, "Oriente a la luz del Occidente", se describieron grandes misterios mundiales desde el punto de vista de la filosofía oriental. Por lo tanto, es esencial para cualquiera que desee alcanzar la conciencia del Cosmos por el camino trazado, adquirir movilidad de visión. Si no se está dispuesto a hacer eso, se encontrarán perdidos en un laberinto. Si bien es cierto que el hombre puede adaptarse al Cosmos, también es cierto que el Cosmos no se adapta al hombre. Supongamos que alguien lleno de ideas preconcebidas se expande en el Cosmos en una sola dirección e insiste en adherirse a este punto de vista particular; lo que sucede es que las condiciones en el Cosmos han cambiado mientras que él se queda atrás. Supongamos que, (usando imágenes derivadas de las estrellas), sale en la dirección de Aries y cree que su punto de vista corresponde a esa constelación. Pero puesto que el Cosmos se ha desplazado, en realidad le está presentando lo que subyace en la constelación de Piscis, por tanto, (expresado simbólicamente), ve lo que está sucediendo en Piscis como una experiencia que sucede en Aries. El resultado es la confusión, y el perderse en un laberinto. Lo esencial es recordar que el hombre necesita doce puntos de vista, doce puntos de vista, para poder orientarse en el laberinto del Macrocosmos.

Hasta ahora hemos hablado de un aspecto de la Iniciación, a saber, el proceso de acceder al Cosmos. Pero hay otra forma en que el hombre sigue estando en el mundo divino-espiritual sin saberlo; y esto tiene lugar durante el otro período de las veinticuatro horas del día. Cuando despierta del sueño, se hunde nuevamente en los cuerpos físico y etérico, pero inconscientemente, porque en el momento de despertar, su facultad de percepción se ve desviada inmediatamente hacia el mundo exterior. Si descendiera conscientemente en sus cuerpos físico y etérico, experimentaría algo completamente diferente.

El hombre gracias al estado de sueño, está protegido de penetrar conscientemente en el Macrocosmos sin la debida preparación. Está protegido de entrar conscientemente en los cuerpos físico y etérico por el hecho de que desde el momento que se despierta, su facultad de percepción se desvía hacia el mundo exterior. El peligro que surgiría para un hombre que descendiera a sus cuerpos físico y etérico conscientemente, pero sin la preparación adecuada, es algo diferente de la ceguera y la confusión ya descrita que amenazaría a quien intentase expandir su conciencia al Macrocosmos sin estar preparado para ello.

Si un hombre entra en contacto con la naturaleza más íntima de sus cuerpos físico y etérico identificándose con ellos, se acentúa lo que constituye el propósito mismo de estos cuerpos, es decir, permitirle desplegar la conciencia del Ego. Si no se tiene una preparación adecuada, cuando el Ego se sumerge en la esfera de los cuerpos físico y etérico sin purificar, el hombre queda tan subyugado que las experiencias místicas resultantes impiden la verdad interna, debido a que surgen imágenes engañosas ante sí. Por el hecho de abrir su mirada hacia su propia naturaleza interna, eso le conectará con todo impulso egoísta, deseos, o vicios que haya en él. En circunstancias ordinarias, tal conexión no tiene lugar, ya que durante la conciencia diurna su atención se desvía hacia las experiencias del mundo exterior e impiden la comparación con lo que puede surgir de la percepción de su propia naturaleza interna.

En otras ocasiones ya he hablado de las experiencias descritas por los mártires y santos cristianos, cuando penetraban por primera vez en las profundidades de su propia naturaleza interior. Estas experiencias ilustran la situación que les he estado describiendo. Estos santos cristianos describen las tentaciones y los engaños a los que se veían sometidos, cuando se hundían en su propia naturaleza más íntima, una vez excluidas todas las percepciones externas. Sus descripciones son totalmente acordes con la verdad, y por lo tanto desde ese punto de vista, es muy instructivo estudiar las biografías de los santos y ver cómo el hombre normalmente se desvía de la conciencia de las fuerzas que operan en sus pasiones, emociones, impulsos, deseos, y similares, porque en la vida ordinaria dirige inmediatamente su atención al mundo externo. Por lo tanto, podemos decir: cuando un hombre desciende a su propia naturaleza interna, es como si estuviera comprimido en su Egoidad, atrapado en ella, concentrado con toda intensidad en ese punto en el que su único deseo es ser un Ego, para satisfacer sus propios deseos y antojos; El mal que hay en él se esfuerza por apoderarse de su Ego. Tales son las condiciones que prevalecen durante esa experiencia.

Por un lado, por lo tanto, cuando un hombre intenta expandirse al Cosmos sin la debida preparación, el peligro al que se enfrenta es el de quedarse cegado, deslumbrado; y, por el otro, cuando penetra, sin la preparación adecuada, en sus propios cuerpos físico y etérico, cómo va contrayéndose, hasta confinarse plenamente dentro de su Ego.

Pero entre ciertos pueblos eran cultivadas distintas formas de Iniciación. Mientras que, por un lado, la expansión hacia el Macrocosmos se practicaba especialmente entre los pueblos arios y del norte, la otra forma se practicaba sobre todo entre los egipcios, a saber, la forma de Iniciación en la que el hombre se acerca a lo Divino dirigiendo su mirada hacia su interioridad y a través de una más profunda contemplación, hundiéndose en sí mismo, llega a conocer su propia naturaleza como la obra de lo Divino.

En los antiguos Misterios, la evolución de la humanidad en su conjunto aún no había llegado a la etapa en que la Iniciación, (tanto si conducía hacia el Macrocosmos, como hacia el Microcosmos, osea hacia el interior del propio ser humano), se efectuase de manera que el hombre pudiera llevarla a cabo completamente por si solo. Por ejemplo, en el proceso de una Iniciación egipcia, cuando al candidato se le dirigía hacia el dominio de las fuerzas que operan en sus cuerpos físico y etérico, al experimentarlas con plena conciencia, procedentes de su naturaleza astral, brotaban por todos lados, las pasiones y las emociones más terribles, así como seres demoníacos, e influencias diabólicas. Por lo tanto, el Hierofante oficiante en los Misterios egipcios tenía ayudantes, en número de doce, que al recibir a estos demonios en sí mismos desviándolos del curso que habrían seguido, de no ser así. En este sentido, por lo tanto, en el antiguo proceso de Iniciación el hombre nunca era enteramente libre. Porque como resultado de la penetración en los cuerpos físico y etérico, lo que inevitablemente se evocaría solo podría ser soportado cuando un hombre tuviera a su alrededor a los doce ayudantes que recibieran y sometieran a los demonios en sí mismos.

Algo similar ocurría en los Misterios del Norte, donde la expansión hacia el Macrocosmos era posible gracias a la presencia nuevamente de doce ayudantes del hierofante que ofrecían sus propias fuerzas al candidato a la Iniciación, otorgándole así el poder de desarrollar el pensar y el sentir necesarios para encontrar su camino a través del laberinto del macrocosmos.

Este tipo de iniciación, en la que el hombre no era dejado solo, sino que su seguridad dependía por completo de que las fuerzas demoníacas se desviasen sobre los ayudantes del Hierofante oficiante, fue gradualmente reemplazada por otra que podía lograr el hombre por si mismo, en la que el oficiante simplemente da indicaciones sobre lo que debe hacer y el hombre gradualmente aprende a encontrar su propio camino a seguir. Todavía no se han hecho grandes progresos por este camino, pero poco a poco se desplegará en la humanidad una facultad que hará posible que un hombre ascienda al Macrocosmos y descienda al Microcosmos sin ayuda y pase por ambas formas de Iniciación como un ser libre.

El Evento de Cristo en sí tuvo lugar con este claro propósito: fue el punto de partida desde el cual se hiciese posible para el hombre, penetrar con total independencia en los cuerpos físico y etérico, así como acceder al Macrocosmos, al Gran Mundo. Sin embargo, fue necesario que tanto el descenso como el ascenso (o expansión) se consiguieran una vez en libertad, en el más amplio sentido posible, por un Ser tan sublime como Cristo Jesús. El significado fundamental del evento de Cristo es que Cristo, el ser que todo lo abarca, lograse anticipadamente lo que para un número suficientemente grande de personas resultará posible lograr, a lo largo de la evolución de la Tierra. ¿Qué fue lo que realmente sucedió como resultado del Evento de Cristo?

Fue necesario, por un lado, que el mismo Cristo descendiera en un cuerpo físico y un cuerpo etérico. Y gracias a que en un ser humano se daban las condiciones de idoneidad de estos cuerpos, tanto que hicieran posible que el Cristo descendiera, por una única vez. Así la evolución de la humanidad recibió el impulso por medio del cual, cada ser humano que lo busca, puede experimentar en libertad e independencia el descenso a sus cuerpos físico y etérico. Esto nunca antes se había logrado, nunca antes había tenido lugar. Porque en los Antiguos Misterios se producía algo muy diferente a través de la instrumentalización, del Hierofante y sus ayudantes. En los Misterios, el candidato a la Iniciación solo podía descender a los secretos de los cuerpos físico y etérico y elevarse a los del Macrocosmos, pero de tal manera que realmente no lo vivía conscientemente en su cuerpo físico, sino que tenía que estar completamente libre del cuerpo. Cuando regresaba de este estado sin cuerpo, podía recordar sus experiencias en los mundos espirituales, pero no podía llevarlas a la experiencia física. Se trataba solo de un recuerdo.

Este estado de cosas cambió radicalmente gracias al Evento de Cristo. Antes de eso, ningún Ego había penetrado conscientemente a través de toda la naturaleza interna del hombre, directamente a los cuerpos físico y etérico. Esto sucedió por primera vez gracias al Evento de Cristo.

También se dio otro impulso gracias a Él, un Ser que aunque de un rango infinitamente más excelso que el del hombre, sin embargo, estaba unido a la naturaleza humana, tanto, que derramó Su Ser, sin ayuda externa en el Macrocosmos a través de la fuerza de su propia yoidad. Solo Cristo podría hacer posible que el hombre adquiriese gradualmente el poder de penetrar en el Macrocosmos en libertad. Estos son los dos hechos básicos que se nos presentan en los dos Evangelios de San Mateo y San Lucas. ¿En qué sentido se entiende esto?

Hemos aprendido que aquella Individualidad de Zarathustra que en los primeros tiempos post-atlantes fue el gran Maestro de Asia, se encarnó en los siglos VI / VII a. C., como Zarathas o Nazarathos; y nuevamente más tarde se encarnó como el niño Jesús de la línea de Salomón de la Casa de David, tal como se describe en el Evangelio de San Mateo. Estando esta Individualidad, en el niño Jesús Salomónico durante sus primeros doce años, desarrolló todas las facultades y cualidades que era posible desplegar usando el instrumento de los cuerpos físico y etérico de un descendiente de la Casa de Salomón. Solo pudo hacerlo, porque vivió durante doce años concretamente en esos cuerpos físico y etérico. Las facultades humanas se vuelven propias en el sentido real solo cuando se convierten en instrumentos útiles. A la edad de doce años, la Individualidad de Zarathustra salió del Jesús Salomónico y entró en el otro Jesús, el que se describe en el Evangelio de San Lucas, como descendiente de la línea Nathanica de la Casa de David.

Los dos chicos fueron criados en Nazaret. La Individualidad de Zarathustra pasó al niño de la línea Nathanica según el relato que se describe en el Evangelio de San Lucas, cuando, después de haberse perdido durante la Fiesta, fue hallado nuevamente en el Templo de Jerusalén. El hijo de la línea Salomónica murió poco después, pero la Individualidad de Zarathustra que había habitado dentro de él vivió en el Jesús del Evangelio de San Lucas hasta su trigésimo año, desarrollando en etapas posteriores todas las facultades que había sido posible adquirir a través de la instrumentos preparados por el Jesús Salomónico tal como se ha descrito. Estas facultades luego se enriquecieron y complementaron gracias a lo que pudo adquirir mediante el muy especial cuerpo astral y el portador del Ego que estaban presentes en el niño Jesús del Evangelio de San Lucas.

Fue por tanto, el propio Zarathustra quien evolucionó en el cuerpo del Jesús que se describe en el Evangelio de San Lucas, desde su duodécimo hasta su trigésimo año, desarrollando todas las cualidades contenidas en aquél cuerpo hasta la etapa en que pudo hacer su tercera gran ofrenda: la ofrenda del cuerpo físico que luego, durante tres años, se convirtió en el cuerpo físico de Cristo. En una época muy anterior, la Individualidad de Zaratustra había legado su cuerpo astral a Hermes y su cuerpo etérico a Moisés. Ahora ofreció su cuerpo físico, es decir, renunció a la envoltura física, con todo su contenido etérico y astral, al Cristo. Y las envolturas que hasta entonces habían estado habitadas por la Individualidad de Zarathustra, ahora estaban habitadas por un Ser de una naturaleza absolutamente única, por el Cristo que es la fuente de toda la sabiduría de los grandes Maestros del Mundo. Este es el evento representado por el Bautismo de Juan en el río Jordán. Un evento cuyo significado infinito, omniabarcante, se indica en el Evangelio con las palabras: "Tú eres mi Hijo amado, en quien contemplo a mi propio Ser, en quien mi propio Ser está frente a mí". Palabras que interpretan mucho mejor aquél evento, que las comparativamente triviales ... 'en quien estoy bien complacido'. En otra parte del Nuevo Testamento, la interpretación que se hace es: "Tú eres mi Hijo amado: hoy te he engendrado". (Hechos XIII, 33; también Hebreos, V, 5.) Aquí hay una clara indicación de un nacimiento, es decir, el nacimiento de Cristo en las envolturas preparadas por Zarathustra y luego ofrendadas por él. En el momento del bautismo de Juan, el Ser Crístico entró en las envolturas humanas preparadas por Zarathustra; y ahora había un renacimiento de las tres envolturas mismas, en el sentido de que estaban impregnadas por la sustancialidad espiritual de Cristo. Cristo estaba ahora en envolturas humanas: en cuerpos, preparados de manera única.

Cristo, la Individualidad más elevada que haya podido unirse a la Tierra, ahora vivía en envolturas humanas, en un cuerpo humano. Pero si Él tenía que servir como patrón de Iniciación completa para toda la humanidad, tuvo que ejemplificar tanto el descenso a los cuerpos físico y etérico, como el ascenso al Macrocosmos. Esto lo hizo. Pero por la propia naturaleza del Evento de Cristo, será obvio que en su descenso a las envolturas corporales, Cristo sufriese todas las tentaciones, contra las cuales Él realmente se enfrentó pero se mantuvo inmune. También debe ser obvio que los peligros que acompañan a la expansión al Macrocosmos no tuvieran ningún efecto sobre él.

El Evangelio de San Mateo describe cómo, después del Bautismo, el Ser de Cristo realmente descendió en plena conciencia a los cuerpos físico y etérico. El relato de esto se da en la historia de la tentación. Podemos ver cómo en cada detalle esta escena de la Tentación retrata las experiencias vividas por el hombre cuando desciende a las envolturas corporales. El descenso de Cristo a un cuerpo físico y a un cuerpo etérico fue una contracción del Ego humano, vivido como un ejemplo, para que podamos decir: "Todo esto puede sucedernos, pero si somos conscientes de Cristo, si Nos esforzamos por seguir Su ejemplo, tenemos el poder de confrontar y superar todo lo que pueda surgir de los cuerpos físico y etérico".

El primer evento de iniciación sobresaliente descrito en el Evangelio de San Mateo es la Tentación. Representa una fase de la Iniciación, el descenso a las envolturas corporales. La otra fase de la Iniciación también se describe, en la que muestra cómo Cristo, habiendo asumido la naturaleza física del hombre, experimentó la experiencia de la expansión hacia el Macrocosmos.

Debo hablar aquí de una objeción que es muy natural hacer. Será ampliamente tratada en el curso de las siguientes conferencias, pero el punto principal al menos se considerará hoy. La objeción es esta. Si Cristo fue un Ser de tal sublimidad, ¿por qué tuvo que someterse a todas estas pruebas, por qué tuvo que descender en cuerpos físicos y etéricos, por qué, (como todo hombre deberá hacer), tuvo que salir de esos cuerpos y expandirse en el Macrocosmos? ¡Lo hizo, no por su propio bien, sino por el bien del hombre! En las esferas superiores, semejante hecho habría estado dentro de la capacidad de Seres similares en naturaleza a Cristo, pero nunca se había llevado a cabo en un cuerpo físico y etérico humanos. Ningún cuerpo humano había sido impregnado por el Ser Crístico. La sustancialidad divina ya antes había trascendido al espacio; pero lo que vive en el hombre nunca se había llevado al espacio. Solo El Cristo encarnado fue capaz de tal acto. Fue un acto que tuvo que ser realizado por primera vez por un Ser Divino vestido de naturaleza humana.

Este segundo evento básico se relata en el Evangelio de San Mateo, donde se muestra que el otro lado de la Iniciación, la expansión hacia el Macrocosmos, hacia el mundo del Sol y las Estrellas, en realidad fue realizado por Cristo. Primero fue ungido, como lo fueron otros, para limpiarse y hacerse resistente contra todo lo que pudiera acercarse a Él, sobre todo del mundo físico. La unción, un acto que jugaba un papel en los antiguos Misterios, se presenta aquí en un grado superior, en el ámbito de la historia real, mientras que antes solía tener lugar en la reclusión de los templos. Vemos cómo en la Pascua, Cristo da expresión no solo al estado de auto contención interior, sino también a la expansión hacia el Macrocosmos, cuando en las palabras, 'Yo soy el pan', declara a los que lo rodean que se siente viviendo en cualquier cosa que exista en la Tierra en forma de sustancia material. En la escena de la Pascua se indica la expansión consciente hacia el Macrocosmos, a diferencia de la expansión inconsciente que tiene lugar durante el sueño ordinario. Y la experiencia inevitable de ser deslumbrado y cegado se expresa en las palabras monumentales: "Mi alma está excesivamente triste, incluso hasta la muerte". Cristo Jesús experimenta en plena realidad lo que los hombres experimentan como dolores de muerte, parálisis, ceguera. La escena en Getsemaní representa la agonía del alma al separarse del cuerpo. Lo que sigue en la narración del Evangelio tiene la intención de describir el proceso de acceder al Macrocosmos: la Crucifixión y el Entierro son procesos que anteriormente solo se habían promulgado en los Misterios.

Este es por tanto, el otro tema principal del Evangelio de San Mateo: la expansión hacia el Macrocosmos. Nos llama la atención el hecho de que Cristo Jesús había estado viviendo hasta ese momento en el cuerpo físico que luego fue crucificado. Habiéndose concentrado en un punto del espacio, ahora se expandía hacia el Cosmos. Aquellos que lo buscasen ahora no podrían encontrarlo en el cuerpo físico, sino que tendrían que buscarlo con la visión clarividente en el espíritu que impregna el espacio.

Cristo había logrado por si solo lo que anteriormente se había hacía en los Misterios durante tres días y medio con ayuda de otros. Había logrado cumplir lo que durante el juicio celebrado contra Él se le había reprochado, es decir, su declaración de que si este Templo fuera destruido, lo volvería a reconstruir en tres días. Esto no es mas que una clara indicación de la iniciación en el Macrocosmos realizada en los Misterios durante tres días y medio. Luego indica que de aquí en adelante ya no debía ser buscado en la envoltura física en la que había estado confinado, sino afuera, en el espíritu que impregna el espacio cósmico. Incluso en las débiles traducciones modernas, la majestad de este pasaje se nos revela. "De aquí en adelante verán a la diestra del Poder Divino el Ser que ahora nace como el prototipo de la evolución de la humanidad y Él se aparecerá ante ustedes sobre las nubes." Es allá, en el Cosmos, donde se hay que buscar al Cristo, como el prototipo de la gran Iniciación que experimentará el hombre cuando abandona el cuerpo y se expande hacia el Macrocosmos.

Aquí tenemos el principio y el fin de la vida terrenal de Cristo. Comienza con el nacimiento que tuvo lugar en el bautismo de Juan en el cuerpo del que hemos hablado. Comienza con un lado de la Iniciación como se presenta en la historia de la Tentación: el descenso a los cuerpos físico y etérico. Y termina con la presentación del otro lado de la Iniciación: la expansión hacia el Macrocosmos. Aquí está primero la escena de la Última Cena, seguida de la Flagelación, la Coronación de Espinas, la Crucifixión y la Resurrección. Entre estos dos puntos se encuentran los eventos registrados en el Evangelio de San Mateo; y en las siguientes conferencias insertaremos los detalles en el esquema que ahora simplemente se ha bosquejado. 


traducción de Julio Luelmo abril 2020

No hay comentarios:

El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919