GA013 Evolución del Cosmos y del ser humano parte 3

 

LA CIENCIA OCULTA

Por Rudolf Steiner 

Índice


capítulo IV


LA EVOLUCIÓN DEL MUNDO Y DEL SER HUMANO

3ª parte

 

 

Si se quiere formar una imagen que represente aproximadamente las condiciones imperantes durante la evolución de Saturno, hay que tener en cuenta que en aquella época -esencialmente- las cosas y los seres que ahora pertenecen a la Tierra y que constituyen el reino animal, los reinos vegetal y mineral, todavía no existían.


Los seres de estos tres reinos se formaron sólo más tarde durante sucesivos períodos de evolución.

De los seres terrestres físicamente perceptibles hoy en día, sólo el hombre existía entonces, y de él solamente el cuerpo físico, en la forma descrita. Sin embargo, actualmente a la Tierra pertenecen no sólo los seres de los reinos mineral, animal, vegetal y humano, sino también otros seres que no se manifiestan en una corporalidad física, pero que también estuvieron presentes durante la evolución de Saturno, y su actividad en el campo de acción de Saturno determinó la evolución que más tarde tuvo lugar en el hombre.
Si los órganos de percepción espiritual se dirigen no hacia el principio y el fin, sino hacia la mitad del período de evolución de esta encarnación de saturno, se nos revela una condición que consiste, en su mayor parte, sólo en "calor"; no hay nada gaseoso, nada líquido, y mucho menos partes sólidas; todos estos estados
 sólo se constituyen más tarde, en las siguientes encarnaciones.

Supongamos que un ser humano, equipado con los órganos sensoriales actuales, se acerca a este estado de Saturno como observador; ninguna de las impresiones sensoriales de las que es capaz se le manifestará excepto la del calor.
Suponiendo que tal ser pudiera acercarse a Saturno, sentiría, tan pronto como llegara a la parte del espacio que ocupa ese planeta, que allí
 hay una condición de calor diferente a la de todo el ambiente circundante.

No encontraría allí una distribución igual de este calor, sino que sentiría la alternancia, de maneras muy diferentes, de partes más calientes y más frías; percibiría ciertas líneas de calor radiante, que no marcarían simplemente un camino directo, sino que por medio de las variaciones caloríficas formaría formas irregulares.
Estaría ante ella como una entidad cósmica, en sí misma organizada, en condiciones cambiantes, y constituida sólo de calor.
Es difícil para el hombre de hoy representarse a sí mismo como un cuerpo compuesto sólo por calor, ya que está acostumbrado a no considerar el calor como una cosa en sí misma, sino sólo como una cualidad perceptible de los cuerpos gaseosos, líquidos o sólidos.

Para aquel que ha adoptado las ideas de la física de nuestro tiempo, hablar de calor en el sentido mencionado parece absurdo.
Tal vez diga: "Hay cuerpos sólidos, líquidos y gaseosos; el calor indica sólo un estado asumido por una de estas tres formas de cuerpos. Cuando las partículas más pequeñas de un gas se ponen en movimiento, se percibe como calor. Donde no hay gas, no puede haber tal movimiento, y por lo tanto no hay calor".
Para el investigador ocultista, el hecho parece diferente.
Para él el calor es algo de lo que habla, como habla de gas, líquidos o cuerpos sólidos; para él es sólo una sustancia aún más sutil que un gas.
Y este último es para él sólo calor condensado, de la misma manera que el líquido es gas condensado, y un sólido es líquido condensado.
Por lo tanto, el investigador oculto habla de cuerpos de calor, al igual que habla de cuerpos formados por gas o vapor.
Si se desea seguir al investigador espiritual en este campo,
 es necesario admitir la existencia de la percepción oculta.

En el mundo dado por los sentidos físicos, el calor se manifiesta absolutamente como un estado de cuerpos sólidos, líquidos y gaseosos, que realmente no son otra cosa que el aspecto exterior del calor, o incluso el efecto del calor.

La física sólo habla de este efecto del calor, no de su naturaleza íntima.
Intentemos por una vez no tener en cuenta ningún efecto del calor que provenga de los cuerpos externos y representemos sólo la experiencia interior, que se tiene, cuando se dicen las palabras: " siento calor", "siento frío".
Esta experiencia interior sólo es capaz de dar una idea aproximada de lo que era Saturno durante el mencionado período de su evolución.
Uno podría haber viajado a través del espacio interior ocupado por él; no se habría encontrado ningún gas que ejerciera presión, ningún cuerpo sólido o líquido del que se pudiera recibir alguna impresión luminosa; pero en cada punto del espacio habría sentido interiormente, sin recibir ninguna impresión externa: aquí está este o aquel grado de calor.

En tal cuerpo cósmico no hay condiciones adecuadas para los seres animales, vegetales y minerales de la era actual. (No es necesario señalar que lo que se ha dicho nunca podría suceder realmente; un hombre de hoy no podría pararse frente al antiguo Saturno para observarlo, el ejemplo se ha citado sólo a título ilustrativo).
Las entidades que tenían su campo de acción en Saturno se encontraban en una etapa de evolución que no era en absoluto diferente de la de los actuales seres terrestres físicamente perceptibles.
En primer lugar, había seres que no tenían un cuerpo físico como el que tiene el hombre hoy en día.
Por lo tanto, hay que tener cuidado de no pensar en la corporeidad física actual del hombre cuando hablamos aquí del "cuerpo físico".
Más bien, hay que distinguir cuidadosamente el cuerpo físico del cuerpo mineral.
Se entiende por cuerpo físico el que está dominado por las leyes físicas que se observan hoy en día en el reino mineral.
El cuerpo humano físico actual no sólo se rige por estas leyes físicas, sino que también está permeado por la sustancia mineral, mientras que en el caso de Saturno todavía no se puede hablar de un cuerpo físico mineral.
En Saturno sólo existe un cuerpo físico, dominado por leyes físicas, que se manifiestan sólo por efectos calóricos; por lo tanto, es un cuerpo de calor fino, sutil y etéreo, y el Saturno interior está compuesto por tales cuerpos de calor.
Estos cuerpos de calor son el primer germen del actual cuerpo físico mineral humano, que se ha formado, porque las sustancias gaseosas, líquidas y sólidas formadas posteriormente se han incorporado al cuerpo de calor primitivo.

Entre los seres que habitaban en Saturno además del hombre, había, por ejemplo, algunos que no necesitaban un cuerpo físico en absoluto.
El elemento constitutivo más inferior de estas entidades era un cuerpo vital etérico.
Por otro lado, poseían un elemento superior a los de la naturaleza humana.
El principio, o elemento más elevado del hombre es el Hombre-Espíritu; tales seres también poseían uno más elevado que ese.
Y entre el cuerpo etérico y el Hombre-Espíritu poseían todos los elementos o principios descritos en este libro y que también se encuentran en el hombre: el cuerpo astral, el yo, el Yo Espiritual y el Espíritu Vital.
Saturno, como nuestra Tierra, también estaba rodeado por una atmósfera, pero de naturaleza espiritual.1
En realidad consistía en los seres que hemos indicado y algunos otros.
Estaba vigente un continuo intercambio de acción recíproca de los cuerpos de calor de Saturno con los seres recién descritos, los cuales sumergían los elementos constitutivos de su naturaleza en aquellos cuerpos de calor. Los cuerpos de calor no tenían vida propia, sino que la vida de los seres que los rodeaban se expresaba en ellos.
Podía comparárseles con espejos; pero en ellos no se reflejaban las imágenes de estos seres vivos, sino sus condiciones de vida.

Nada viviente podría haber sido descubierto sobre Saturno mismo, sin embargo, ejercía un efecto vivificante en el ambiente celeste que lo circundaba, porque reverberaba en este, como un eco, la vida que le había sido enviada.
Saturno aparecía enteramente como un espejo de la vida celeste.
Las
 sublimes entidades cuya vida era reflejada por Saturno, son llamadas por la Ciencia Espiritual "Espíritus de Sabiduría". (En la ciencia espiritual cristiana se llaman Kyriotetes, o Dominaciones).

Su actividad en Saturno no comenzó en el período medio de la evolución que hemos descrito; por el contrario, en cierto sentido, ya había llegado a su fin en aquel tiempo.
Antes de que esos espíritus pudieran llegar al punto de disfrutar del reflejo de su propia vida en los cuerpos de calor de Saturno, tenían que posibilitar que fueran capaces de tal reflejo.
Por lo tanto, su actividad entró en acción poco después del comienzo de la evolución de Saturno, y cuando esto ocurrió, la corporalidad de Saturno todavía estaba compuesta de sustancias caóticas, que no podían reflejar nada.
Contemplando tales sustancias caóticas a través de la observación espiritual uno se ve trasladado al principio de la evolución de Saturno.
Lo que se observa allí no tiene todavía la característica del calor que adquiere después; si se quiere describirlo, sólo se puede hablar de él como una propiedad comparable a la voluntad humana.
En todas las cosas no hay más que voluntad; por lo tanto, es una condición completamente espiritual.
Si se quiere rastrear el origen de esta "voluntad", uno se da cuenta de que es emanada por entidades sublimes, las cuales, a través de su evolución, han alcanzado sublimes alturas trascendentales, de tal magnitud que al inicio de la evolución de Saturno, han podido emanar <<voluntad>> desde su propio ser.

Después de que esta emanación hubiese durado cierto tiempo, la actividad de los Espíritus de la Sabiduría, de los que hemos hablado antes, se unió a la voluntad, que hasta entonces desprovista de atributos, recibió gradualmente por este medio la capacidad de reflejar la vida en los espacios celestes.
El nombre de "Espíritus de la Voluntad" puede ser asignado a aquellas entidades que, al comienzo de la evolución de Saturno, sintieron dicha por la emanación de la voluntad. (En la ciencia esotérica cristiana se les llama "Tronos").
Cuando la evolución de Saturno había alcanzado un cierto grado gracias a la cooperación de la voluntad y la vida, intervino la influencia de otros seres que también se encontraban en el entorno de Saturno; tales seres son los "Espíritus del Movimiento". (La ciencia esotérica cristiana les da el nombre de "Dinamis" o "Virtudes").
No tienen ni cuerpo físico ni cuerpo vital; su principio más bajo es el cuerpo astral.
Cuando los cuerpos de Saturno adquirieron la capacidad de reflejar la vida, ésta vida fue capaz de compenetrarse de las cualidades provenientes del cuerpo astral de los "Espíritus del Movimiento".
Como consecuencia de este hecho, parece como si las manifestaciones de sentimientos, emociones y otras fuerzas anímicas similares fueran arrojadas desde Saturno al espacio celeste; Saturno entero aparece como una entidad animada, que manifiesta simpatías y antipatías; pero tales manifestaciones anímicas no son en absoluto propias, sino simplemente la actividad anímica de los "Espíritus del Movimiento", reflejada por Saturno.
Este estado duró un cierto tiempo, y luego la actividad de otros seres, es decir, de los "espíritus de la forma"; su elemento inferior es también el cuerpo astral, pero que se encuentra en un punto de evolución diferente del de los "espíritus del movimiento".

Mientras ellos comunican a la vida reverberada desde Saturno sólo manifestaciones generales de sentimiento, el cuerpo astral de los "Espíritus de la Forma" (llamados "Exusiai" o "potestades" por la ciencia esotérica cristiana) opera de tal manera que las manifestaciones de sentimiento son lanzadas al espacio cósmico, como si proviniesen de entidades individuales.
Se podría decir que los "Espíritus del Movimiento" hacen que Saturno, en su conjunto, aparezca como un ser animado.
Los "Espíritus de la Forma" dividen esta vida en muchos seres vivos individuales de la forma en que Saturno aparece ahora como un conjunto de tales seres animados.
Figurémonos, para entenderlo mejor, como una mora o zarzamora formada por la aglomeración de muchos granos pequeños.
Así, para la observación clarividente de la época de evolución descrita anteriormente, Saturno aparece como compuesto por muchos seres individuales, que ciertamente no tienen vida ni alma propia, pero que reflejan la vida y el alma de las entidades celestes que habitan en ellos.
En este punto de la evolución de Saturno hay entidades que tienen el cuerpo astral como elemento inferior, pero que lo han llevado a un grado de evolución tan alto que opera como el actual yo humano.
A través de estos seres, el Yo baja desde el entorno de Saturno la mirada y comunica su propia naturaleza a cada uno de los seres vivos de Saturno.
Así, desde Saturno se emana algo en el espacio cósmico que se asemeja a la actividad de la personalidad humana en su existencia actual.
Las entidades que actúan de esta manera se designan con el nombre de "Espíritus de la Personalidad", y en la ciencia esotérica cristiana con el nombre de "Archai", o "Principados es decir Principios Primordiales".
Confiriendo a las formas corpóreas de Saturno la apariencia de la personalidad.
La personalidad en sí no existe en Saturno, por lo tanto, sino que sólo existe, se podría decir, la imagen reflejada, su envoltorio.

La verdadera personalidad de estos espíritus se encuentra en el entorno que rodea a Saturno.
Por el hecho de que estos "Espíritus de la Personalidad" hacen reverberar su esencia de la manera descrita por los cuerpos de Saturno, se les da esa sustancia muy sutil que antes indicábamos como " calor".
En todo Saturno no hay vida interior; pero los "Espíritus de la Personalidad" reconocen la imagen de su propia interioridad, cuando esta imagen fluye hacia ellos desde Saturno, como calor.
Cuando todo esto ocurre, los "Espíritus de la Personalidad" se encuentran en el grado de evolución en el que se encuentra el hombre ahora; ellos están atravesando su período de humanidad en ese momento.
Para poder juzgar este hecho sin ideas preconcebidas, debemos representarnos a nosotros mismos, que un ente puede ser "humano" incluso sin estar constituido como lo está el hombre en la actualidad.
Los "Espíritus de la Personalidad" son "hombres" en Saturno, pero como elemento inferior no tienen el cuerpo físico, sino el astral y el yo; por lo tanto, no pueden expresar las experiencias de su cuerpo astral, en un cuerpo físico y vital, como puede hacerlo el hombre en la actualidad.
No sólo poseen un "yo", sino que también saben que tienen un "yo", en virtud de las emanaciones de calor de Saturno, que traen este "yo" a la conciencia al reverberarlo; son en efecto "hombres", aunque en condiciones diferentes a las de la tierra.
En el curso posterior de la evolución de Saturno también hay eventos de un tipo diferente a los ya narrados.
Mientras que hasta entonces todo había sido un reflejo de la vida y el sentimiento exterior, ahora está empezando una especie de vida interior.
En el mundo de Saturno comienza una vida de luz aquí y allá, que de vez en cuando se ilumina y oscurece; luces parpadeantes brillan desde varias partes, rayos resplandecientes.
Los cuerpos de calor de Saturno comienzan a brillar, a resplandecer, incluso a irradiar.

Con el logro de este grado de evolución, surge para algunos seres la posibilidad de volverse activos.
Estas son las entidades que la Ciencia del Espíritu llama "Espíritus del Fuego", y la Ciencia Cristiana llama "Arcángeles".
Estas entidades tienen un cuerpo astral, pero en este grado de su evolución no son capaces de darles ningún impulso; ni podrían despertar ninguna sensación o emoción, si no se les diera la posibilidad de actuar sobre esos cuerpos de calor que han alcanzado en Saturno el grado de evolución descrito.
Esta acción les da la posibilidad de reconocer su propia existencia por medio del efecto que producen.
No pueden decirse a sí mismos, "yo existo", sino más bien, "mi entorno me hace existir".
Pueden percibir, y lo que perciben son precisamente los fenómenos luminosos de Saturno ahora descritos, que constituyen, en cierto modo, su "yo".
Esta condición les da un tipo especial de conciencia, es decir, lo que se llama "Conciencia en imágenes".
Podemos representarlo en el género de la conciencia onírica del hombre; sin embargo, debemos representar su actividad tanto más grande que la del sueño humano y recordar que no es la fluctuación de imágenes oníricas ilusorias, sino imágenes, que están realmente relacionadas con los fenómenos luminosos de Saturno.
En este intercambio de acción entre los espíritus del fuego y los cuerpos de calor de Saturno, se incorporan a la evolución los embriones de los órganos humanos de los sentidos.
Los órganos a través de los cuales el hombre percibe actualmente el mundo físico, comienzan a mostrarse en su aspecto sutil etérico inicial.
Las sombras de los hombres, que se revelan sólo como el arquetipo de la luz de los órganos de los sentidos, son reconocibles dentro de Saturno mediante la percepción clarividente. Estos órganos sensoriales son, pues, el resultado de la actividad de los espíritus del fuego; pero su formación se debe también a otros espíritus, que han surgido al mismo tiempo que los del fuego en el campo de acción de Saturno, y que están tan avanzados en su evolución que pueden utilizar estos embriones sensoriales para observar los acontecimientos cósmicos que tienen lugar en la vida de Saturno.

Son los "Espíritus del Amor" (llamados en la ciencia esotérica cristiana "Serafines"), y si no estuvieran presentes, los Espíritus de Fuego no habrían podido tener la conciencia descrita.
Ellos observan los acontecimientos que tienen lugar en Saturno con una conciencia que les permite transferir estos acontecimientos a los espíritus del fuego como imágenes; renunciando a todas las ventajas que podrían venirles de la contemplación de los acontecimientos de Saturno, a todas las delicias y a todas las alegrías; renuncian a esto, para que los espíritus del fuego se aprovechen de ellos.
Después de estos eventos tiene lugar un nuevo período de la existencia de Saturno; se añade algo a la manifestación de la luz.
Para muchos la descripción de lo que ahora se presenta a la percepción clarividente parecerá absolutamente absurda.
En el interior de Saturno, las sensaciones gustativas parecen entrelazarse, fluctuar y oscilar; en los puntos del interior de Saturno, se pueden observar sabores dulces, amargos y acre, y en el exterior, en el espacio celeste, todo esto se percibe como sonido, como una especie de música.
Durante el curso de estos procesos, otros seres encuentran a su vez la posibilidad de ejercer una acción en Saturno.
Estos son los "Hijos del Crepúsculo o de la Vida" (la ciencia esotérica cristiana les da el nombre de "Ángeles"); se establece una acción recíproca entre ellos y las fuerzas gustativas, que flotan en el interior de Saturno.
Por este medio su cuerpo etérico, o vital, alcanza un grado de actividad, que se podría llamar una especie de renovación orgánica; traen vida al interior de Saturno, y por lo tanto se producen procesos de nutrición y secreción en Saturno.

Estos procesos no tienen lugar de forma inmediata, sino que se desarrollan como un efecto debido a lo que hacen esos seres.
Esta vida interior hace posible que otros seres, los "Espíritus de la Armonía" (llamados "Querubines" por la ciencia esotérica cristiana), entren en acción en este cuerpo cósmico.
Confieren a los "Hijos de la Vida" una especie de conciencia obtusa, aún más incierta y oscura que la conciencia onírica del hombre actual, y bastante similar a la que tiene el hombre en el sueño sin sueños; ésta es de un orden tan bajo que, en cierto modo, el hombre no es consciente de ella, pero no obstante existe.
Difiere de la conciencia despierta en grado y naturaleza.
Incluso las plantas tienen actualmente esta "conciencia de sueño sin sueños".
Aunque esta conciencia no es, en el sentido humano, el canal de las percepciones de un mundo exterior, sin embargo regula los procesos vitales y los armoniza con los procesos del mundo exterior.
En el grado que ahora se describe de la evolución de Saturno, este orden no puede ser percibido por los "Hijos de la Vida", sino por los "Espíritus de las Armonías", que son por lo tanto los verdaderos reguladores.
Toda esta vida se desarrolla en las sombras de los hombres descritos anteriormente; a la mirada espiritual aparecen por lo tanto animados; pero su vida es sólo una apariencia de vida.
Es la vida de los "Hijos de la Vida", que en cierto modo utilizan las sombras de los hombres para vivir sus propias vidas.
Volvamos ahora nuestra atención a estas sombras de hombres dotados de una apariencia de vida.
Durante el período de saturno, ahora descrito, su forma cambia constantemente; a veces toman un aspecto, a veces otro.
En el curso ulterior de la evolución, su forma se vuelve más determinada y a veces más duradera; esto se debe a que estas figuras están ahora compenetradas por la acción de los espíritus que ya hemos descrito al principio de la evolución de Saturno, es decir, de los "Espíritus de la Voluntad" (Tronos).

De ello se deduce que la sombra humana en sí está dotada de una forma de conciencia de lo más simple y obtusa, que debemos figurarnos como aún más obtusa que la conciencia del sueño sin sueños.
En las condiciones actuales los minerales tienen tal conciencia; en ella se armoniza el ser interior con el mundo físico exterior.
En Saturno los "Espíritus de la Voluntad" regulan esta armonía, y el hombre refleja así la vida misma de Saturno; en esta etapa de la evolución, el hombre es en pequeño lo que la vida de Saturno es en grande.
De esa manera le da el embrión de lo que todavía está en estado germinal en el hombre de hoy, a saber, el "Hombre-Espíritu" (At-ma).
Para la facultad clarividente, esta oscura voluntad humana se manifiesta en el interior de Saturno por medio de fenómenos comparables a los "olores"; en el exterior, en el espacio celeste, la manifestación aparece como la de una personalidad, que, sin embargo, no está regida en virtud de un "yo" interior, sino regulada desde el exterior como una máquina.
Los que lo regulan son los "Espíritus de la Voluntad".
Si consideramos lo que se ha dicho hasta ahora, parecerá evidente que, a partir de la mitad de la evolución de Saturno descrita anteriormente, se pueden caracterizar los pasos de esta evolución, comparando sus efectos con las percepciones sensoriales de la actualidad.
Se podría decir que la evolución de Saturno se manifiesta en forma de calor; luego entra en acción la luz y más tarde el gusto y el sonido; y al final aparece una actividad que se manifiesta en el interior de Saturno con sensaciones olfativas, y en el exterior como un Yo humano trabajando movido por un impulso mecánico.

¿Cómo se manifiesta la evolución de Saturno, en cuanto a las condiciones que precedieron a las del calor?
Es algo que no puede compararse con ningún fenómeno accesible a la percepción sensorial externa, y que el hombre de hoy sólo puede experimentar en su interior.
Cuando el hombre se entrega a las representaciones que se forman en su propia alma, sin ser llevado allí por la incitación de cualquier impresión exterior, entonces tiene algo dentro de sí que no puede ser percibido por ningún sentido físico, sino que sólo es accesible a la percepción suprasensible.
Las manifestaciones, que preceden a la condición de "calor" de Saturno, sólo pueden ser percibidas por un clarividente.
Se pueden indicar tres de estas condiciones: calor anímico puro, que no es perceptible externamente, luz espiritual pura, que externamente es oscuridad, y finalmente, esencia espiritual completa en sí misma, que no necesita ningún ser externo para tomar conciencia de sí misma.
El puro calor interior acompaña la aparición de los "Espíritus del Movimiento"; la pura luz espiritual la de los "Espíritus de la Sabiduría"; la pura esencia interior está ligada a la primera emanación de los "Espíritus de la Voluntad".
De este modo con la primera aparición del calor de Saturno, nuestra evolución sale por primera vez de la vida interior, de la espiritualidad pura, para entrar en una existencia que se manifiesta exteriormente.
Por supuesto, es muy difícil para la conciencia de hoy darse cuenta de todo esto, más aún si añado que con el estado de calor de Saturno, apareció por primera vez lo que se llama "tiempo".
Es decir, que las condiciones anteriores no tenían nada que ver con el tiempo; pertenecen a esa región, que en la Ciencia del Espíritu se puede llamar "duración".

Por lo tanto, todo lo que se dice en este libro sobre las condiciones en la "región de la duración" debe interpretarse de tal manera que las expresiones que se refieren a las condiciones de tiempo se entiendan como usadas sólo como un recurso comparativo, para aclarar mejor el pensamiento.
El lenguaje humano únicamente puede expresar esto, que en cierto modo es anterior al "tiempo", con términos que implican la idea de tiempo.
También hay que tener en cuenta que aunque las condiciones primera, segunda y tercera de Saturno no se produjeron en absoluto una tras otra, en el sentido actual de la palabra, sólo podemos describirlas en sucesión.
En efecto, a pesar de su "duración" o contemporaneidad, son tan dependientes entre sí que esta dependencia puede compararse a una sucesión en el tiempo.
Estas indicaciones sobre las primeras condiciones de la evolución de Saturno también arrojan luz sobre cualquier otra pregunta sobre el origen de estas condiciones.
Desde un punto de vista puramente intelectual, es posible, por supuesto, cuando se busca el origen de algo, querer volver también al "origen de ese origen".
Pero en el campo de los hechos esto no es posible.
Una comparación nos ayudará a entender mejor.
Si encontramos surcos en un camino podemos preguntar: "¿De dónde vienen?" - "De un carruaje".
"¿De dónde vino el carruaje? ¿Adónde fue?"
Una respuesta objetiva todavía será posible.
Pero también podemos preguntar: "¿Quién ocupaba el carruaje?
¿Cuáles eran las intenciones de la persona que ocupaba el carruaje?"
Sin embargo, al final, llegaremos a un punto en el que la investigación basada en los hechos llegará a su fin de forma natural.

Cualquiera que todavía quisiera insistir en más preguntas terminaría alejándose de la pregunta original, continuaría la investigación, por así decirlo, maquinalmente.
En casos similares al que hemos citado como ejemplo, es fácil ver el punto en el que los hechos requieren que se detenga la investigación; pero esto no es tan fácil cuando uno se enfrenta a las grandes cuestiones cósmicas.
Un examen realmente cuidadoso nos mostrará, sin embargo, que toda pregunta sobre los orígenes debe detenerse en las condiciones de saturación descritas anteriormente, porque hemos llegado a un campo en el que los seres y los eventos encuentran su justificación en sí mismos, y no pueden ser justificados por su procedencia.
Como resultado de la evolución de Saturno, el germen humano se ha desarrollado hasta cierto punto, y ha alcanzado el bajo y letárgico estado de conciencia del que hablamos antes.
No hay que imaginar que su evolución diera comienzo sólo en las últimas etapas de Saturno.
Los "Espíritus de la Voluntad" ejercen su acción a través de todas las etapas de la evolución de Saturno, pero el efecto más marcado de su actividad se revela a la observación clarividente durante el último período.
No hay nada que fije límites a la actividad de los diversos grupos de entidades.
Cuando se dice que los espíritus de la Voluntad han trabajado primero, y luego los espíritus de la Sabiduría, y así sucesivamente, no se quiere decir que actúen sólo durante ese tiempo.
Actúan durante toda la evolución de Saturno; pero su actividad se manifiesta más claramente durante los períodos indicados.
En cierto modo, es como si las diversas entidades tomasen la dirección de esos períodos.
Así, toda la evolución de Saturno aparece como una elaboración de lo que había emanado de los " Espíritus de la Voluntad ", a través de los " Espíritus de la Sabiduría ", del " Movimiento ", de la " Forma ", etc., etc., que es el resultado de la evolución de Saturno.

De esta manera, esas entidades espirituales también pasan por una evolución.
Por ejemplo, los "Espíritus de la Sabiduría", después de haber recibido de Saturno la reverberación de sus propias vidas, se encuentran en un paso diferente del que estaban antes.
El fruto de esta actividad aumenta las facultades de su propio ser.
Como resultado, cuando el ejercicio de esta actividad se completa, caen en un estado parecido al sueño humano.
A los períodos de su actividad en Saturno les siguen otros, durante los cuales viven, en cierto modo, en otros mundos, y desvían su trabajo de Saturno.
De hecho, la observación clarividente ve, en la evolución de Saturno ahora descrita, un ascenso, seguido de un descenso.
El ascenso dura hasta la formación de la condición de calor; luego con los fenómenos luminosos comienza el período de descenso.
Y cuando los fantasmas humanos han tomado forma a través de los "Espíritus de la Voluntad", las entidades espirituales se retiran gradualmente; la evolución de Saturno se extingue en sí misma, desaparece, sobreviene una especie de pausa, de descanso.
El germen humano entra entonces como en un estado de disolución; sin embargo, no hasta el punto de desaparecer completamente, sino en un estado similar al de la semilla de una planta, que descansa en la tierra para germinar en una nueva planta.
Así, el germen humano descansa en el seno del cosmos hasta su nuevo despertar y, cuando éste llega, las entidades espirituales descritas anteriormente han adquirido, en otras condiciones de existencia, las facultades por medio de las cuales podrán elaborar aún más el germen humano.
Los espíritus de la Sabiduría han adquirido en sus cuerpos etéricos la capacidad, no sólo de disfrutar, como en Saturno, del reflejo de la vida, sino que ahora son capaces de emanar esa vida para dársela a otros seres.

Los "Espíritus del Movimiento" han alcanzado ahora el grado de evolución que los "Espíritus de la Sabiduría" tenían en Saturno; en aquel entonces su elemento constitutivo, o principio más bajo, era el cuerpo astral; ahora poseen un cuerpo etérico, o vital.
De la misma manera, las otras entidades espirituales también han alcanzado un grado más avanzado de evolución; por lo tanto, todas estas entidades espirituales son ahora capaces de actuar de manera diferente, en la evolución posterior del germen humano, respecto de la forma en que actuaron en Saturno.
Pero el germen humano se había disuelto al final de la evolución de Saturno.
Para que las entidades espirituales avanzadas pudieran reanudar su trabajo en el punto en que lo habían dejado, el germen humano tuvo que recapitular brevemente las etapas que había atravesado en Saturno; esto es precisamente lo que se manifiesta a la facultad de percepción suprasensible.
El germen humano sale de su condición de reposo y comienza a evolucionar por su propia virtud, por medio de las fuerzas que se le fueron inoculadas en Saturno; sale de las tinieblas como un ser de voluntad, recobra la apariencia de vida, de alma, etc., y alcanza esa manifestación mecánica de la personalidad que poseía al final de la evolución de Saturno.


1Un lenguaje verdaderamente preciso debería, para expresar exactamente la experiencia interior que acompaña a la investigación arriba mencionada, decir, en lugar de: "Saturno estaba rodeado por una atmósfera", "cuando el conocimiento suprasensible adquiere la conciencia de Saturno, también se le presenta una atmósfera de Saturno; o, "se le presentan otros seres, constituidos de tal o cual manera,". La transposición a la frase "esto o aquello existe" debe considerarse lícita, ya que esta misma transposición se produce también en el uso común del lenguaje, para expresar la experiencia psíquica real en la percepción sensorial; sin embargo, convendría tener presente este hecho al leer las descripciones que siguen. Además, esto también resulta del contexto.

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919