GA013 Evolución del Cosmos y del ser humano parte 1

 

LA CIENCIA OCULTA

Por Rudolf Steiner 

Índice


capítulo IV


LA EVOLUCIÓN DEL MUNDO Y DEL SER HUMANO

1ª parte

De las consideraciones anteriores se desprende que el ser humano está constituido por cuatro elementos: el cuerpo físico, el cuerpo etérico, el cuerpo astral y el vehículo del Yo.
El yo elabora los otros tres principios y los transforma.


Como resultado de esta transformación, se constituyen el alma sensible, el alma racional y el alma consciente en un primer paso de la evolución; y en un paso más alto de la existencia humana, el Yo Espiritual, el Espíritu Vital y el Hombre-Espíritu.
Estos elementos de la naturaleza humana están en muchas y variadas relaciones con el universo entero, y su evolución está estrechamente conectada con la del propio universo.
Estudiando esta evolución, por lo tanto, el ojo puede penetrar en los misterios más profundos de esta entidad humana.
Es evidente que la vida humana está vinculada de las más variadas maneras con su entorno, con su medio ambiente.
Ahora, incluso la ciencia exterior, basándose en hechos, se ha visto obligada a admitir que la Tierra misma, la morada del hombre en el sentido más amplio de la palabra, ha sufrido una evolución; insinúa condiciones de existencia terrestre durante las cuales el hombre no existía en su forma actual en nuestro planeta; y también muestra cómo el hombre ha evolucionado desde las condiciones primitivas de la civilización hasta su estado actual.

Esta ciencia también llega a la conclusión, por lo tanto, de que existe una relación entre la evolución del hombre y la de su planeta, la Tierra.
La Ciencia del Espíritu1 traza esta relación por medio de ese conocimiento, obteniendo sus datos de la observación ejercida por la percepción acentuada de los órganos espirituales; haciendo un seguimiento el devenir del hombre en el pasado, y es evidente que el ser espiritual íntimo del hombre ha pasado por una serie de existencias terrestres.
La búsqueda oculta, sin embargo, llega así a una época muy remota en el pasado lejano, en el cual por primera vez este ser humano interior se presentó en una vida exterior en el sentido actual de la palabra.
Durante esta primera encarnación terrenal, fue cuando el Yo comenzó su actividad en los tres cuerpos: el astral, el etérico y el físico, y luego llevó los frutos de este trabajo a la siguiente vida.
Si ascendemos en la forma indicada hasta ese tiempo, nos damos cuenta de que el Yo encuentra en su aparición en la Tierra, un estado en el que los tres cuerpos: el físico, el etérico y el astral, ya están desarrollados y han alcanzado una cierta disposición entre sí.
El Yo se une por primera vez con la entidad constituida por estos tres cuerpos, y a partir de entonces participa en el posterior desarrollo de estos tres cuerpos; hasta ese momento estos tres cuerpos habían alcanzado sin el Yo humano ese cierto grado de desarrollo en el cual el Yo los encontró.
La Ciencia del Espíritu debe retroceder aún más en su investigación, si quiere responder a las preguntas: ¿Cómo llegaron estos tres cuerpos a esa etapa de la evolución, en la que pudieron acoger en su interior un Yo?
¿Y cómo llegó a existir este "yo" y cómo adquirió la capacidad de ejercer su acción dentro de los propios cuerpos?

La respuesta a tales preguntas sólo es posible si se sigue el devenir del planeta Tierra desde el punto de vista de la Ciencia del Espíritu.
Con tal investigación se llega a un comienzo del planeta Tierra, mientras que el método de examen, que se basa únicamente en los datos proporcionados por los sentidos físicos, no puede llegar a resultados concluyentes sobre este comienzo de la Tierra.
Una cierta teoría, usando tales deducciones, afirma que toda la sustancia de la Tierra se ha formado a partir de una nebulosa primordial.
Este trabajo no puede tener muy en cuenta tales teorías, ya que la Ciencia del Espíritu no se ocupa tanto de los procesos físicos de la evolución de la Tierra cuanto de las causas espirituales que hay detrás de todo lo material.
Si nos encontramos ante un hombre que levanta la mano, podemos considerar este gesto suyo de dos maneras diferentes: podemos examinar el mecanismo del brazo y del resto del organismo, y describir ese procedimiento tal y como tiene lugar en el ámbito puramente físico.
Pero también podemos dirigir nuestra mirada espiritual hacia lo que ocurre en el alma de ese hombre, y que constituye la causa anímica de ese movimiento.
De la misma manera, el investigador formado en la percepción espiritual ve los procesos espirituales detrás de todos los fenómenos del mundo físico sensible.
Para él, todas las transformaciones materiales del planeta terrestre no son más que manifestaciones de fuerzas espirituales que subyacen detrás de todo lo material.
Sin embargo, cuando esta observación espiritual de la vida de la Tierra va retrocediendo cada vez más al pasado, llega a un punto en la evolución en el cual, por primera vez, todo lo material comienza su existencia: hasta ese punto en que el elemento material se desarrolla a partir del espiritual, ya que antes sólo existía el elemento espiritual.

A través de la observación espiritual se llega a percibir el elemento espiritual, y se ve cómo más tarde se ha condensado, en cierto modo, en parte en la materia.
Uno tiene ante sí un procedimiento que tiene lugar -un escalón más alto por encima-, como quien observa un recipiente con agua, en el que se van formando gradualmente trozos de hielo como resultado del enfriamiento artificial.
Así como lo que antes era agua se condensa en hielo, así también, por medio de la observación espiritual, se puede seguir, como
 se han condensado de cierta manera a partir de un estado previo completamente espiritual, las cosas, los procesos y las entidades materiales.

Por lo tanto, el planeta terrestre físico se ha desarrollado a partir de una esencia espiritual cósmica, y todo lo que está materialmente conectado con este planeta terrestre es una condensación de lo que primero estuvo conectado con él sólo espiritualmente.
Sin embargo, no hay que creer que en un momento dado todo lo espiritual se haya transformado en materia; esto representa siempre sólo una transformación parcial de la espiritualidad original, que además, incluso durante el período de evolución material, sigue siendo el verdadero principio rector.
Es evidente que el hábito mental, que sólo se af
erra a las manifestaciones físicamente sensibles, y a lo que el intelecto puede deducir de ellas, no logra formarse un concepto de tal elemento espiritual.

Supongamos que existiese un ser dotado de sentidos capaces sólo de percibir el hielo, pero no ese estado más sutil del agua del cual el hielo se deriva por enfriamiento; para dicho ser el agua no existiría y sólo podría percibir aquellas partes de ella que se han transformado en hielo.

De la misma manera, la esencia espiritual, que está detrás de los procesos terrenales, permanece oculta al hombre, que sólo da pábulo a lo que es perceptible para los sentidos físicos.

Y si, a partir de los hechos físicos que está observando realmente, se forma las conclusiones correctas respecto de las condiciones originales del planeta Tierra, sólo puede volver al punto de evolución donde una parte de la espiritualidad primitiva comenzó a condensarse en la materia; esto es igualmente poco visible para tal método de investigación, al igual que la espiritualidad que aún hoy impera detrás de todo lo que es material, sin que sea vista.

Sólo en los últimos capítulos de esta obra se puede hablar de las formas en que el hombre adquiere la capacidad de percibir espiritualmente las condiciones primitivas de la Tierra.
Mencionaremos aquí sólo brevemente, que los hechos del pasado muy remoto no se pierden en la investigación espiritual.
Cuando un ser llega a una existencia corpórea, la consecuencia de la muerte de su cuerpo consiste en que
 perece su parte material.

Pero las fuerzas espirituales que están en el origen de esta corporeidad no desaparecen de la misma manera; sino que dejan su rastro, su huella exacta en la sustancia espiritual del mundo; y aquel que se hace capaz de elevarse a la percepción del mundo invisible, a través del mundo visible finalmente llega a ver ante él algo, que podría compararse a un vasto panorama espiritual, en el que están registrados todos los acontecimientos pasados del mundo.

A estas huellas indelebles de todo lo que es espiritual, la ciencia oculta le da el nombre de la Crónica del Akasha, donde el término sustancia-akashika tiene por objeto caracterizar el elemento espiritual perenne del universo, en contraposición a sus formas caducas.
Aquí es oportuno repetir que la investigación en las regiones de la existencia antes mencionadas sólo puede ser llevada a cabo con la ayuda de la percepción espiritual, y por lo tanto, en el campo que estamos examinando, sólo a través de la lectura de la mencionada Crónica del Akasha.
Lo que ya se ha dicho anteriormente en este libro en otros casos similares también se aplica aquí.

Los hechos suprasensibles sólo pueden ser investigados mediante la percepción suprasensible; pero cuando han sido investigados y son comunicados por la ciencia oculta, pueden ser comprendidos mediante el razonamiento normal, siempre que esté verdaderamente desprovisto de ideas preconcebidas.
En las páginas siguientes expondremos las condiciones de la evolución de la Tierra desde el punto de vista del conocimiento suprasensible, y seguiremos las transformaciones de nuestro planeta hasta las condiciones de vida en las que se encuentra actualmente.
Si alguien observa con una mente verdaderamente abierta lo que actualmente se manifiesta a la simple percepción sensorial, y luego acepta en sí mismo lo que el conocimiento suprasensible dice al respecto, es decir, cómo
 se ha desarrollado el estado actual a partir de un pasado muy lejano, tendrá que decirse a sí mismo: en primer lugar, lo que dice la ciencia oculta es perfectamente lógico; en segundo lugar, puedo estar en lo cierto, que las cosas han llegado a ser como son hoy, si acepto correctamente las comunicaciones de la investigación suprasensible.

A este respecto, hablando de "lógica", no quiero decir, por supuesto, que en alguna exposición de la investigación científica oculta no se puedan infiltrar errores de lógica.
También aquí hay que hablar de la lógica sólo en el sentido del que se habla de ella en la vida habitual del mundo físico.
Así como en este ámbito es necesaria una exposición lógica, aunque tal o cual exposición de un determinado campo de hechos se exponga a cometer errores de lógica, así también es el caso de la investigación suprasensible.
Incluso puede suceder que un investigador, capaz de percibir las regiones suprasensibles, esté sujeto a errores de exposición lógica, y puede ser corregido por otra persona que sea incapaz de percibir lo suprasensible, pero que en cambio esté dotada de un pensar saludable.
Pero en realidad no se puede plantear ninguna objeción seria contra la lógica que se ha aplicado en la investigación suprasensible.
Tampoco es necesario decir que contra los
 propios hechos no se puede plantear ninguna objeción basada en simples razones lógicas.

Así como en el campo del mundo físico no se puede probar lógicamente la existencia o no de una ballena, sino sólo mediante la observación directa, asimismo tampoco se pueden conocer los hechos antes mencionados mediante la percepción espiritual.

Es necesario, sin embargo, repetir con insistencia a los que están a punto de estudiar las regiones suprasensibles, que antes de intentar acercarse a los mundos espirituales por percepción directa, es absolutamente necesario, adquirir una idea general de ellos por medio de la lógica mencionada, y más aún cuando se reconoce que el mundo manifestado a los sentidos puede ser fácilmente comprendido en todas partes cuando se presupone la rectitud de las comunicaciones de la ciencia oculta.

Toda experiencia en el mundo suprasensible sólo puede hacerse a tientas y resultará ser incierta -e incluso peligrosa- si se descuida el camino de preparación descrito.
Esa es la razón por la cual en este libro se comunicarán primero los hechos suprasensibles de la evolución terrestre, y sólo después se hablará del camino hacia el conocimiento superior.
También hay que tener en cuenta que un hombre que está familiarizado por la vía del pensar puro con lo que el conocimiento superior tiene que decirle, no está de ninguna manera en la misma condición que alguien que escucha el relato de un evento físico que él mismo no puede ver.
Puesto que el pensar es en sí mismo ya una actividad suprasensible; cuando se dirige hacia lo sensible, no puede por sí misma conducir a procesos suprasensibles; pero cuando este pensar se dirige hacia los procesos suprasensibles que muestra la ciencia oculta, entonces por su propia virtud se eleva y penetra en el mundo suprasensible.
De hecho, una de las mejores maneras de lograr la percepción directa de las regiones suprasensibles es elevarse con el pensar al mundo superior, meditando sobre lo que se comunica por la ciencia oculta.

Tal penetración va acompañada de la máxima claridad; por lo tanto, una cierta escuela de investigación oculta considera que ese pensamiento es el primer y mejor paso para cualquier disciplina científica oculta.
Es fácil comprender que es imposible dar en esta obra todos los detalles de la evolución terrestre, tal como resultan de la investigación espiritual, para demostrar cómo se afirma lo suprasensible en lo manifiesto.
Desde luego, no se pretendía decir eso, cuando se dijo que lo oculto se puede encontrar en todas partes, en sus manifestaciones externas.
Más bien, el concepto es este: que poco a poco el hombre puede encontrar claro y comprensible todo lo que se le presenta, si examina los hechos externos a la luz de las enseñanzas ocultas.
Sólo en ciertos casos característicos nos referiremos a las confirmaciones de lo oculto por medio de lo manifiesto, para mostrar cómo, mientras lo deseemos, esto siempre puede hacerse en el curso de la vida práctica.


1El término "Ciencia del Espíritu" se utiliza aquí, como aparece en el contexto, en el mismo sentido de "ciencia oculta", del conocimiento suprasensible.

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919