GA011 La Crónica del Akasha 20- PREJUIClOS PROCEDENTES DE LA LLAMADA CIENCIA

 

CAPITULO XX

PREJUIClOS PROCEDENTES DE LA LLAMADA CIENCIA



Es cierto que muchos aspectos de la vida intelectual del presente le hacen difícil, a quien busca la verdad, el aceptar los descubrimientos de la ciencia espiritual. Lo que se dijo en los ensayos sobre las "Cuestiones Vitales del Movimiento Teosófico" (Lebensfragen der theosophischen Bewegung) puede tomarse como indicación de los motivos que existen especialmente en el escrupuloso investigador de la verdad en este aspecto. Muchas afirmaciones del científico espiritual le han de parecer fruto de la fantasía a quien las compare con las conclusiones que se siente obligado a sacar de los hechos investigados por la ciencia natural. A eso se añade el que esa investigación natural puede mostramos las enormes bendiciones que ha aportado y aportará al progreso humano. Cuán efectivo es cuando una personalidad que quiere ver el mundo, basándose exclusivamente en los resultados de esa investigación, pronuncia las palabras:

"Porque hay un abismo entre estas dos concepciones de la vida: una para este mundo, la otra para el cielo. Pero hasta hoy, no se han encontrado rastros de un paraíso, de una vida después de la muerte o de un Dios personal por parte de la ciencia humana, de esa ciencia inexorable que lo comprueba y disecciona todo, que no se asusta ante ningún misterio, que explora el cielo más allá de las nebulosas estelares que analiza los diminutos átomos de las células vivas y de los cuerpos químicos, y descompone la sustancia del Sol, que licuifica el aire, que pronto telegrafiará sin hilos de un extremo a otro de la Tierra, que hoy ya puede ver a través de los cuerpos opacos, que navega bajo el agua y por el aire, y nos abre nuevos horizontes con el radium y otros descubrimientos; la ciencia que, tras haber mostrado la verdadera relación mutua entre todos los seres vivos y sus graduales metamorfosis, hoy hace penetrar el cerebro, órgano del alma humana, en la esfera de su incisiva investigación". (Prof. Augusto Forel, Leben und Tod [La vida y la muerte] Munich 1908). La certeza con la que se cree posible hallar una base en esos fundamentos se traiciona en las palabras que Forel agrega a las observaciones anteriores: "Al partir de una concepción monista de la vida, la única que tiene en cuenta todos los hechos científicos, dejamos de lado lo sobrenatural y nos volvemos hacia el libro de la naturaleza".

De ese modo, el serio buscador de la verdad se enfrenta a dos cosas que le ponen obstáculos en el camino de aceptar la verdad de las comunicaciones de la ciencia del espíritu. Si en él vive la sensibilidad ante esas comunicaciones, incluso si siente su coherencia interna por la lógica más sutil, puede sentirse apartado de dichos impulsos si llega a decirse dos cosas: en primer lugar, las autoridades que conocen la necesidad de los hechos positivos consideran que todo lo “suprasensible" sólo es fruto de ensoñaciones y superstición anticientífica. En segundo lugar, al dedicarme a esos temas trascendentales, corro el riesgo de convertirme en persona poco práctica, inútil en la vida. Porque todo 10 que se realiza en la vida práctica ha de estar firmemente arraigado en el terreno de la realidad" .

No todos los que se hallan en ese dilema lograrán salirse y descubrir cómo están las cosas en lo que respecta a los dos puntos citados. Si pudieran solucionar el primer punto, se encontrarían por ejemplo, con que los resultados de la ciencia espiritual, en ninguna parte están en conflicto con la investigación de los hechos de la ciencia natural. Dondequiera que uno observe la relación entre ambas, de un modo desprejuiciado, verá surgir algo muy distinto. Descubrirá que esa investigación de los hechos se mueve hacia una meta que, en un futuro no muy lejano, se armonizará plenamente con lo que la investigación espiritual averigua en ciertas áreas, partiendo de sus fuentes suprasensibles. De los cientos de casos que pueden aducir se como prueba de ese aserto, citaremos uno característico.

En mis conferencias sobre la evolución de la Tierra y de la humanidad, se dijo que los antecesores de los actuales pueblos vivieron en una zona situada en lo que hoy llamamos el océano Atlántico. En estos escritos De la Crónica del Akasha hemos indicado sobre todo las cualidades anímicoespirituales de nuestros antepasados atlantes. En las exposiciones orales se habló de cómo se veía la superficie terrestre en la antigua Tierra atlante. Se dijo que en aquel entonces el aire estaba saturado de vapores acuosos. El hombre vivía en las nieblas que en ciertas regiones nunca llegaban a levantarse hasta dejar límpido el aire. No se podían ver el Sol y la Luna como los vemos hoy, sino tan sólo envueltos en una especie de coronas cromáticas. Tampoco existía una distribución entre lluvia y tiempo soleado como sucede hoy. Se puede explorar esa Tierra con la clarividencia y descubrir que el fenómeno del arco-iris no existía, y que sólo apareció en el período post-atlante. Nuestros ancestros vivían en un país de nieblas. Esos hechos se averiguaron por medio de la pura observación suprasensible, y hay que decir incluso que el investigador espiritual hace bien si renuncia a las deducciones basadas en su conocimiento de la ciencia natural, porque con ellas se enturbia fácilmente su sentido interno para la investigación espiritual. No habría que comparar dichas observaciones con ciertas ideas hacia las que tienden actualmente algunos científicos. Hoy los hay que se ven forzados a admitir, por los hechos, que en un determinado período evolutivo, la Tierra estaba envuelta en una masa nubosa. Señalan que hoy incluso los ciclos nublados sobrepasan aún a los despejados, de modo que la vida está influenciada en una gran extensión por la luz solar debilitada por las formaciones nubosas, y por eso no se puede decir que la vida no se haya desarrollado en la época atlante bajo la envoltura de nubes. Luego señalan que los organismos más antiguos del mundo vegetal son de un tipo que se desarrolla también sin la luz solar directa. Por ello, entre las formas de aquel antiguo mundo vegetal no existen las plantas de tipo desértico, que necesitan la luz directa del Sol y el aire seco. Lo mismo sucede con el mundo animal. El investigador Hilgard señaló que los ojos gigantes de animales extintos, por ejemplo, los del ictiosaurio, indican que debía"haber una luz atemperada en la Tierra de su época. No quiero decir que tales puntos de vista no necesiten ser corregidos, pero no dejan de interesar al investigador espiritual, porque señalan la dirección hacia la que se ve obligada la investigación de los hechos. Incluso la revista Kosmos, con un punto de vista más o menos haeckeliano, publicó hace un tiempo un artículo digno de consideración que, a raíz de ciertos factores del mundo animal y vegetal, indicaba la posibilidad de un antiguo continente Atlante. Si reuniéramos un mayor número de temas de ese tipo, se podría mostrar cómo la verdadera ciencia natural se mueve en una dirección que provocará, en el futuro, la unión con la corriente que actualmente ya llevan las aguas que brotan de la investigación espiritual. Nunca recalcaremos lo suficiente que la investigación espiritual no está en contradicción con los hechos de la ciencia natural. Cuando sus adversarios descubren una contradicción, no lo está con los hechos, sino con las opiniones que se han hecho y que creen que son resultado necesario de los hechos. Pero en realidad no existe la más mínima relación entre la citada opinión de Forel, por ejemplo, y los hechos de las nebulosas estelares, de la naturaleza de las células, de la licuefacción del aire, etc. Esa opinión no es otra cosa que la fe que muchos se han formado por la necesidad de creer que está aferrada a lo sensorio real y que la colocan al lado de los hechos. Esa creencia es muy deslumbrante para el hombre actual, porque le dota de una intolerancia interna muy especial. Sus adherentes están cegados hasta el punto en que consideran su propia opinión como la única científica" y consideran las opiniones de otros como mero prejuicio y superstición.

Por eso es extraño que podamos leer las frases siguientes, en un libro recientemente publicado sobre los fenómenos de la vida anímica (Hermann Ebighaus, Abriss der Psychologie): "Como una ayuda contra la impenetrable oscuridad del futuro y la insuperable fuerza de los poderes enemigos, el alma se crea la religión. Como sucede con otras experiencias que implican ignorancia o

incapacidad, bajo la presión de la incertidumbre y del terror ante los grandes peligros, surgen en el hombre ideas de cómo protegerse en esa esfera, de la misma manera como pensamos en el agua cuando estamos ante el peligro de incendio, o en el compañero que nos socorra en los peligros del combate. En las etapas culturales inferiores, en que el hombre se siente aun del todo impotente y rodeado de siniestros peligros a cada paso, emergen con facilidad el sentimiento de temor y la creencia en espíritus malignos y demonios.

Por otro lado, en etapas superiores, en que la comprensión más madura de la interrelación de las cosas y un mayor dominio sobre las mismas, producen una cierta auto-confianza y esperanzas mayores, se hace manifiesto un sentimiento de confianza en poderes invisibles y con él, la creencia en espíritus buenos y benévolos. Pero en conjunto, tanto el temor como el amor, siguen siendo característicos del sentimiento del hombre ante sus dioses, sólo que su relación mutua varía según las circunstancias. Esas son las raíces de la religión; temor y necesidad son sus madres y aunque se perpetúe, sobre todo por autoridad, una vez que ha nacido, hace ya tiempo que se habría extinguido si no renaciera constantemente de esos dos factores".

Todo lo que dicen estas afirmaciones fue desviado y desordenado, y a ese desorden se lo ilumina desde enfoques erróneos. Y quien mantiene esa opinión es un firme convencido de que ella ha de ser una verdad vinculante.

En primer lugar, se confunde el contenido de las concepciones religiosas con la naturaleza de los sentimientos religiosos1. Al sentimiento religioso, por ejemplo, el temor o el amor a los seres suprasensibles, se lo transforma en creador de ese contenido y se asume sin dudar que no hay nada real, en las concepciones religiosas. No se piensa ni remotamente que pudiera existir una verdadera experiencia de los mundos suprasensibles y que los sentimientos de temor y amor se aferren luego a la realidad que suministra dicha experiencia; del mismo modo que a nadie se le ocurre pensar en el agua cuando está amenazado por el fuego, en el compañero que nos socorra en el peligro del combate, si no ha conocido antes el agua o a un camarada así. Desde esa visión, a la ciencia espiritual se la considera un mero "soñar despierto", porque se convierte el sentimiento religioso en creador de las entidades que se consideran inexistentes. Ese modo de pensar carece totalmente de la conciencia de que es posible experimentar el contenido del mundo suprasensible, igual como Sepuede, con los sentidos externos, vivenciar el mundo sensorial común.

Lo curioso que suele suceder con esas concepciones es que, para sostener su creencia, recurren al tipo de deducción que ellos consideran impropia en sus adversarios.

Por ejemplo, en la mencionada obra de Forel encontramos la frase: "¿No vivimos de un modo cien veces más verídico, cálido y más interesante cuando nos basamos en nuestro yo y nos volvemos a encontrar en el alma de nuestros descendientes, que en el frío y nebuloso fuego fatuo de un cielo hipotético, rodeados de canciones hipotéticas y sonidos de trompetas de supuestos Angeles y Arcángeles que somos incapaces de imaginar y que no nos dicen nada ". Pero ¿qué tiene que ver eso que" uno encuentra "más cálido", "más interesante", con la verdad? Si es cierto que habríamos de deducir una vida espiritual partiendo del temor y la esperanza. ¿Es correcto entonces negar esa vida espiritual porque la encuentra "fría" y "carente de interés"? En cuanto a aquellas personalidades que dicen estar sobre el "firme terreno de los hechos científicos" el investigador espiritual se halla en la posición siguiente. El les dice: nada de lo que vosotros producís, como son los hechos de la geología, paleontología, biología, fisiología, etc., nada de eso lo niego. Es cierto que muchas de vuestras afirmaciones necesitan ser corregidas por otros hechos, pero esa corrección la hará la propia ciencia natural. Aparte de eso, yo digo “ sí" a lo que avanzáis. No se me ocurre luchar con vosotros cuando avanzáis hechos, pero vuestros hechos son sólo una parte de la realidad. La otra parte la constituyen los hechos espirituales, gracias a los cuales se hace comprensible lo que ocurre en los hechos sensorios. Estos hechos no son hipótesis, no son algo que "uno" no pueda imaginar, sino algo vivido y experimentado por la investigación espiritual. Lo que decís más allá de los hechos que habéis observado no es sino la opinión de que esos hechos espirituales no pueden existir. De hecho no decís nada que demuestre vuestra afirmación, tan sólo el que esos hechos espirituales os son desconocidos. De ahí deducís que no existen y que los que dicen saber algo de ellos no son más que visionarios y soñadores. El investigador espiritual no os quita nada de vuestro mundo, lo único que hace es agregar el suyo al vuestro. No obstante, no os satisface que actúe de ese modo; generalmente soléis decir, aunque no siempre con claridad, que "uno no habría de hablar de nada de lo que nosotros hablamos; que sólo se nos hable de aquello que conocemos, y exigimos que aquello que desconocemos sea

declarado mera fantasía". A quien quiera vincularse con esa "lógica" no se le puede ayudar por ahora. Con esa lógica puede entender la frase. "Nuestro yo vivió anteriormente en nuestros antepasados humanos y seguirá viviendo en nuestros descendientes directos o indirectos". (Forel. Vida y Muerte). Sólo que no tendría que añadir: "la ciencia lo demuestra" como se hace en esa obra, porque en ese caso la ciencia no "prueba" nada; lo que hace es establecer el dogma de una creencia encadenada al mundo sensorial, según la cual "todo aquello que yo no sea capaz de imaginar ha de considerarse ilusión, y quien peque contra mi afirmación ofende a la verdadera ciencia".

Quien conozca el desarrollo del alma humana, comprende que las mentes humanas están alucinadas actualmente por el enorme progreso de la ciencia natural y que les es hoy difícil abrirse paso entre las formas en que se transmiten tradicionalmente las grandes verdades. La ciencia del espíritu devuelve esas formas a la humanidad, muestra, por ejemplo, cómo los Días de la Creación según la Biblia, representan acontecimientos develados al ojo clarividente. La mente encadenada al mundo sensorio considera que los Días de la Creación contradicen los resultados de la geología, etc. Al comprender las profundas verdades implícitas en esos Días de la Creación, la ciencia espiritual está muy lejos de hacer que se evaporen en mera "poesía mítica" y de emplear cualquier tipo de métodos alegóricos o simbólicos para explicarlos. El modo en que ella lo hace es absolutamente desconocido, a quienes todavía fantasean en torno a la contradicción entre esos Días de la Creación y la Ciencia. Por otra parte, no se piense que la Ciencia Espiritual extrae su conocimiento de la Biblia. Ella tiene sus propios métodos, descubre dichas verdades con independencia de los documentos y sólo después las reconoce en ellos. Ese método es necesario para muchos actuales buscadores de la verdad, porque exigen una investigación espiritual que en sí misma lleva el mismo carácter que la ciencia natural. Ysólo allí donde no se reconoce la índole de esta ciencia del espíritu se queda uno confuso cuando hay que proteger los hechos del mundo suprasensible de las opiniones que aparentan estar basadas en la ciencia natural. Ese estado mental lo anticipó ya un hombre de gran calidez que no pudo encontrar, sin embargo, el contenido suprasensible de la ciencia del espíritu. Hace casi ochenta años dicha personalidad, Schleiermacher, le escribió al mucho más joven Lücke: "Cuando consideras el estado actual de la ciencia, que asume cada vez más la forma de una descripción global del mundo, ¿qué sientes que traerá el futuro, no digo ya para nuestra tecnología, sino para nuestro cristianismo evangélico? .. Siento que tendremos que habérnoslas sin mucho de aquello a lo que estamos acostumbrados a considerar indisolublemente unido con la naturaleza del Cristianismo. No hablaré ya de la Obra de los Seis Días, sino del concepto de creación, como suele interpretarse.

¿Cuánto tiempo será capaz de resistir al poder de una visión del mundo basada en los razonamientos científicos que nadie puede ignorar? ¿Qué va a pasar, amigo mío? Yo no veré ese tiempo y puedo recostarme pacíficamente y dormir, pero tú, mi amigo, y tus contemporáneos, ¿qué vais a hacer?" (Theologische Studien und Kritiken van Ullmann und Umbreit - Estudios Teológicos y Crítica por Ullmann y Umbreit, 1829). Esa afirmación se basa en la opinión de que "los razonamientos científicos" son el resultado necesario de los hechos. Si así fuera, "nadie" podría ignorarlos y a quien se sienta cerca del mundo suprasensible puede pedir que le permitan "acostarse y dormir pacíficamente" ante el asalto de la ciencia contra el mundo suprasensible. La predicción de Schleiermacher se ha cumplido en la medida en que los "razonamientos científicos" se han establecido en amplios círculos. Pero al mismo tiempo, existe hoy una posibilidad de llegar a conocer el mundo suprasensible de una manera tan" científica" como se conocen las interrelaciones de los hechos sensorios. Quien se familiarice con la ciencia espiritual del modo que hoyes posible, quedará protegido con ella frente a muchas supersticiones y se hará capaz de acoger los hechos suprasensibles en su contenido conceptual, saliéndose así de la superstición de que el temor y la necesidad inventaron ese mundo suprasensible. Quien pueda abrirse paso a esa visión, ya no se sentirá retenido por la idea de quedarse ajeno a la realidad y a la vida práctica, por el hecho de ocuparse de la ciencia del espíritu. Comprenderá entonces cómo la ciencia del espíritu no empobrece la vida, sino la enriquece. Realmente no le llevará a despreciar los teléfonos, la tecnología del ferrocarril y la aviación; sino que además de estos últimos adelantos, verá muchas más cosas prácticas que hoy en día no se tienen en cuenta, al creer sólo en el mundo sensorio y reconocer por tanto sólo una parte de la verdad y no toda ella.

1 * El contenido de las concepciones religiosas es extraído de los mundos suprasensibles

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919