GA011 La Crónica del Akasha 11- ALGUNOS COMENTARIOS NECESARIOS

CAPITULO XI

ALGUNOS COMENTARIOS NECESARIOS



En lo que sigue, vamos a considerar el desarrollo del hombre y de los seres vinculados a él, en los tiempos que precedieron al "período terrestre"; pues cuando el hombre empezó a unir su destino con el planeta que llamamos "Tierra", ya había pasado por una serie de pasos evolutivos en los que, por decirlo así, se había ido preparando ara la existencia terrestre. Hemos de distinguir tres pasos de ese tipo, conocidos como tres etapas planetarias e evolución. Los nombres utilizados en la ciencia iniciática, para designar dichas etapas, son los períodos de Saturno, Sol y Luna. Ya veremos que, en principio, esos nombres no tienen nada que ver con los cuerpos actuales que en la astronomía ostentan dichos nombres, si bien existe una relación con ellos en un sentido más amplio, y que es conocida por el místico avanzado.

A veces diremos que el hombre habitó otros planetas antes de aparecer sobre la Tierra, pero al decir" otros planetas" nos estamos refiriendo a estados evolutivos precedentes de la misma Tierra y sus habitantes. Antes de convertirse en "Tierra", nuestro planeta con todos los seres que a él pertenecen, pasaron por los tres estados de existencia saturnal, solar y lunar. Saturno, Sol y Luna, son, por así decirlo, las tres encarnaciones anteriores de la Tierra, en tiempos remotos. Lo que en ese sentido llamamos Saturno, Sol y Luna, ya no existe hoy como planeta físico, igual como las encarnaciones físicas de un ser humano no existen simultáneamente a la actual.

Ese" desarrollo planetario" del hombre y de los otros seres de la Tierra serán el tema de las siguientes exposiciones. Esto no implica que los tres estados mencionados no fueran precedidos por otros, pero todo lo que los antecede está inmerso en una oscuridad que la actual ciencia iniciática no puede iluminar, puesto que esa investigación no se basa en la especulación, sino en la experiencia espiritual real. Así como nuestro ojo físico puede ver lo que hay afuera hasta un límite y no puede ver más allá del horizonte, el" ojo espiritual" sólo puede abarcar hasta un cierto punto en el tiempo. La ciencia iniciática se basa en la experiencia y se contenta con permanecer dentro de esa experiencia.

Sólo si queremos rizar el rizo conceptualmente, pretenderemos descubrir qué es lo que existía "en el principio mismo" del Cosmos, o "por qué creó Dios el mundo", etc. Para el investigador del espíritu, se trata más de comprender que a partir de un cierto punto del conocimiento, ya no se plantean dichas preguntas. Todo lo que el hombre necesita para el cumplimiento de su destino en nuestro planeta, se le revela en la experiencia espiritual. Quien labore pacientemente en las experiencias del investigador espiritual verá que, dentro de la experiencia espiritual, el hombre puede satisfacer plenamente todas aquellas preguntas que le son vitales. Así por ejemplo, en las siguientes exposiciones, veremos cómo se resuelve la pregunta sobre el" origen del mal" y muchas otras cosas que todos quisiéramos conocer. De ningún modo queremos implicar que el hombre nunca pueda recibir aclaración en preguntas sobre el "origen del mundo" y cuestiones similares. De hecho puede, pero para conseguirlo, primero ha de absorber el conocimiento que se le revela dentro de la experiencia espiritual más inmediata, y entonces descubre que ha de plantear dichas preguntas de un modo distinto a como lo hubiera hecho antes. Cuanto más profundamente penetramos en la verdadera ciencia iniciática, tanto más modestos nos iremos haciendo. Sólo entonces comprendemos cuán gradual ha de ser nuestra preparación y el camino para ser dignos de cierta penetración: el orgullo y la arrogancia son características humanas que no sirven ya en ciertos niveles del conocimiento. Cuando uno ha comprendido un poco, descubre cuán dilatado es el camino que le queda.

Con el conocimiento descubrimos" cuán poco sabemos", y adquirimos una sensación de la inmensa responsabilidad que se asume cuando hablamos del conocimiento uprasensible. Pero la humanidad no puede vivir sin dicho conocimiento. Mas quien difunda ese conocimiento necesita modestia y verdadera auto crítica, una inquebrantable aspiración a conocerse a sí mismo y la máxima prudencia.

Estas observaciones son necesarias, porque vamos a seguir ascendiendo a conocimientos aún superiores, de los que hasta ahora hemos expuesto en las anteriores secciones de la Crónica Akáshica. A los panoramas que se abrirán en los ensayos siguientes, relativos al pasado del hombre, seguirán otros que muestran el futuro, porque el futuro se puede revelar al verdadero conocimiento espiritual, si bien sólo en la medida en que sea necesario al hombre en el cumplimiento de su destino. Quien no tenga nada que ver con la ciencia iniciática y asentado en sus prejuicios considere mera fantasía y sueños lo que procede de aquélla, no comprenderá esa relación con el futuro. Pero una simple consideración lógica nos aclararía el por qué; no obstante, sólo se aceptan dichas consideraciones, cuando coinciden con las ideas preconcebidas que uno se ha hecho. Los prejuicios son poderosos enemigos de la lógica.

Si se combinan el azufre, el oxígeno y el hidrógeno en ciertas condiciones, se ha de producir ácido sulfúrico de acuerdo con una ley inevitable. El estudiante de química puede predecir lo que ha de suceder si esos tres elementos entran en contacto en determinadas condiciones. De ese modo, el estudiante de química es un profeta en el limitado campo del mundo material. Su profecía sólo sería falsa si las leyes de la naturaleza cambiasen de golpe. El científico del espíritu investiga las leyes espirituales de la misma manera en que el físico o el químico investigan las leyes materiales, haciéndolo según el método y la exactitud que se requieren en el campo espiritual. Sin embargo, el desarrollo de la humanidad depende de esas grandes leyes espirituales. E igual como el oxígeno, el hidrógeno y el azufre no se combinarán en el futuro contraviniendo las leyes naturales, del mismo modo no sucederá nada en la vida espiritual que sea contrario a las leyes espirituales. Quien conoce esas leyes espirituales puede contemplar la ordenación del futuro. Utilizamos intencionadamente esa comparación para la predicción profética del futuro destino de la humanidad, porque la verdadera ciencia iniciática comprende esa predicción precisamente en ese sentido. Para quien tenga una idea clara del ocultismo, la objeción de que es imposible la libertad humana porque se pueden prever acontecimientos, verá que es una objeción sin fundamento.

Lo que puede ser previsto, es lo que está de acuerdo con la ley, pero la voluntad no está determinada por una ley. E igual como es cierto que, en todos los casos el oxígeno, el hidrógeno y el azufre se combinan en ácido sulfúrico de acuerdo con una ley definida, del mismo modo es cierto que establecer las condiciones en las cuales actuará la ley puede depender de la voluntad humana. Y así sucederá con los grandes acontecimientos y destinos humanos del futuro. Como científico del espíritu, se las puede prever, si bien sólo la elección humana puede producirlos. El prevé lo que se lleva a cabo por la libertad humana. Los capítulos posteriores mostrarán que es posible.

No obstante, hay que tener en cuenta una diferencia esencial entre la predicción de acontecimientos, mediante la ciencia física y mediante la ciencia espiritual. La ciencia física se basa en los conocimientos del entendimiento y por tanto su profecía se basa, tan sólo, en el intelecto que ha de depender de juicios, deducciones, combinaciones, etc. La profecía por medio de la cognición espiritual, por el contrario, parte de una visión o percepción superior. El investigador espiritual ha de evitar rigurosamente el representarse cosas que se basen en la mera reflexión, combinación, especulación, etc. Ha de practicar la más consecuente renunciación y tener claro que toda especulación o disquisición filosófica, no es sino un impedimento a la verdadera visión. Esas actividades forman parte todavía de la naturaleza inferior del hombre, mientras que la verdadera cognición superior, comienza tan sólo cuando su naturaleza se eleva a la constitución superior humana. Con esto no decimos nada contra las actividades intelectuales, que no sólo están plenamente justificadas en su propio campo, sino que son las únicas justificadas. En sí misma, ninguna cosa es superior o inferior; lo es sólo en relación a otras cosas. Lo que es superior en un aspecto puede ser muy inferior en otro. Pero ha se ser comprendido con la visión, no puede entenderse con la mera reflexión o con las mejores combinaciones del intelecto. Una persona puede ser muy "ingeniosa" en el sentido usual de la palabra, pero su "ingeniosidad" no le servirá de nada para el conocimiento de verdades suprasensibles.

Incluso habrá de renunciar a ella y entregarse a la visión superior. Entonces percibirá las cosas sin su reflexión "ingeniosa", igual corno percibe las flores del campo sin reflexión ulterior. No nos sirve el reflexionar sobre el aspecto de un prado, ahí el intelecto es impotente, y lo mismo sucede con la visión en los mundos superiores.

Lo que de este modo puede decirse proféticamente sobre el futuro del hombre, es la base de todos los ideales que tienen un significado real y práctico. Si han de tener algún valor, los ideales han de estar enraizados tan profundamente en el mundo espiritual corno las leyes naturales lo están en el mundo natural. Esos verdaderos ideales han de ser leyes de desarrollo; de lo contrario surgen de un entusiasmo extremado y de una fantasía sin valor, y nunca pueden realizarse. En el más amplio sentido, todos los grandes ideales de la historia del mundo surgieron del conocimiento claro, ya que, en último término, todos ellos nacen con los grandes investigadores del espíritu o iniciados y los menores, que colaboran en el desarrollo de la humanidad, se orientan a sí mismos consciente o a veces -y con más frecuencia inconscientemente, siguiendo las instrucciones de los científicos del espíritu.

Todo lo inconsciente ha surgido de algo consciente. El albañil que trabaja en una casa "inconscientemente", se orienta según las ideas conscientes de los que han determinado su ubicación, el estilo de su construcción, etc.

Pero esa determinación de lugar y estilo se basa en algo que permanece inconsciente para quienes lo han determinado, pero que es o fue consciente para otros. Un artista, por ejemplo, sabe por qué un cierto estilo requiere aquí una línea recta, una curva allá, etc. El que utiliza ese estilo para la casa quizás no sea consciente del" por qué".

Lo mismo sucede con los grandes acontecimientos en la evolución del mundo y de la humanidad. Detrás de los que actúan en un cierto campo, se hallan otros que laboran más conscientemente y de esemodo, la escala de conciencia asciende y desciende.

Tras la masa general de los hombres están los inventores, artistas, científicos, etc. Tras ellos se hallan los iniciados de la ciencia de los Misterios y tras ellos se hallan seres suprasensibles. La evolución del mundo y de la humanidad se hace inteligible sólo si comprendemos que la conciencia humana común es tan sólo una forma de conciencia, y que hay otras superiores e inferiores, aunque no hemos de malinterpretar las expresiones" superior e inferior". Sólo tienen sentido en relación al lugar donde uno se encuentra; en ese aspecto, no son diferentes de cuando decimos" derecha e izquierda". Cuando estamos en un sitio concreto, algunos objetos están a la "derecha" o a la "izquierda". Si nos movemos un poco a la derecha, los objetos que antes estaban a la derecha, están luego a la izquierda. Lo mismo sucede con los niveles de conciencia que se hallan "por encima" o "por debajo" de la conciencia humana común. Cuando el hombre se desarrolla más, cambian sus relaciones con los demás niveles de conciencia, pero esos cambios están ligados a su evolución. Por ello es importante señalar esos otros niveles de conciencia por medio de ejemplos.

La colmena o la magnífica sociedad encarnada en un hormiguero nos dan bases para dicha indicación. La colaboración de las diferentes clases de insectos (hembras, machos, trabajadores) se realiza de un modo completamente sistemático. La distribución de tareas entre las diversas categorías sólo puede descubrirse como expresión de verdadera sabiduría. Lo que ahí sucede es un efecto de un tipo de conciencia, igual que las instituciones humanas en el mundo físico (tecnología, arte, Estado, etc.) lo son de la conciencia humana. No obstante, la conciencia que fundamenta la colmena o el hormiguero, no la encontraremos en el mismo mundo físico en el que vive la conciencia humana ordinaria. Para descubrir la situación, podemos expresarnos más o menos como sigue. Nos encontramos con un hombre en el mundo físico; sus órganos físicos y toda su estructura están hechos de tal forma que, en un principio, buscaremos su conciencia también en ese mundo físico. La cosa es distinta con la colmena o el hormiguero. No podemos confinamos al mundo físico al referimos a la conciencia en ellos subyacente. Hemos de decir que para encontrar el principio ordenador de la colmena o el hormiguero no podemos encerrarnos en el mundo en el que las abejas o las hormigas viven en sus cuerpos físicos; el espíritu "consciente" hay que buscarlo directamente en otro mundo. El mismo espíritu consciente que en el hombre vive en el mundo físico, se halla, en el caso de dichas colonias animales, en un mundo suprasensible. Si con su conciencia, el hombre pudiera elevarse a ese mundo suprasensible, sería capaz de saludar al "espíritu de las abejas o de las hormigas" en plena conciencia, como si fuera un ser hermano. El vidente puede hacer eso verdaderamente.

Por eso, en los ejemplos antes citados, nos hallamos frente a seres que son conscientes en otros mundos y que alcanzan el mundo físico tan sólo con sus órganos físicos, que son las abejas u hormigas individuales. Es perfectamente posible que una conciencia como la de la colmena o del hormiguero, hubiera existido en el mundo físico en anteriores períodos evolutivos, como sucede hoy con el hombre, pero que luego fuera elevándose, dejando tras de sí, en el mundo físico, sólo sus órganos de actividad, es decir, los especímenes de las abejas y las hormigas. Ese curso evolutivo seguirá el hombre en el futuro. En cierto modo ya ha tenido lugar entre los videntes en el presente. Que la conciencia del hombre contemporáneo opere en el mundo físico se debe a que sus partículas físicas -las moléculas del cerebro y de los nerviosse hallan en una particular relación mutua. Lo que ya vimos con mayor detalle en otro aspecto en mi libro: "¿Cómo se alcanza el conocimiento de los Mundos Superiores?", también lo citaremos aquí brevemente. En el transcurso del desarrollo superior del hombre, se disuelve la vinculación habitual de las moléculas cerebrales, haciéndose más inconexa, de tal manera que el cerebro de un vidente podría compararse realmente con un hormiguero, aunque no se pueda demostrar anatómicamente dicha segmentación. Esos procesos suceden de modos distintos en las diferentes actividades en el mundo. Hace mucho tiempo, las moléculas individuales del hormiguero, es decir, las hormigas mismas, se hallaban firmemente conectadas, como hoy lo están las del cerebro humano. En aquel entonces, la conciencia que les correspondía se hallaba en el mundo físico, como lo está hoy la del hombre. Cuando la conciencia humana viaje a mundos "superiores" en el futuro, la conexión entre las partes materiales en el mundo físico será tan ligera como lo es hoy entre las hormigas individuales.

Lo que sucederá físicamente a todos los hombres ya tiene lugar hoy en el cerebro del vidente, pero ningún instrumento del mundo sensorio es suficientemente delicado, para mostrar la desvinculación que se produce con esa evolución anticipada. Igual como existen tres categorías entre las abejas, reinas, zánganos y trabajadoras, existen tres categorías de moléculas en el "cerebro vidente", moléculas que son realmente seres vivos individuales, puestos en colaboración consciente por la conciencia del vidente que se halla en un mundo superior.

Otro nivel de conciencia lo constituye lo que llamamos el espíritu del pueblo o espíritu racial. Para el investigador espiritual también existe una conciencia en la base de las influencias comunes y sabias que aparecen en la vida comunitaria de los miembros de un pueblo o de una raza. Con la investigación espiritual descubrimos que esa conciencia se halla en otro mundo, como sucedía con la conciencia de una colmena o de un hormiguero. Sin embargo no existen órganos en el mundo físico para esa "conciencia racial" o de “pueblo"; en realidad esos órganos hay que buscarlos sólo en el llamado mundo astral.

Así como la conciencia de la colmena actúa a través de las abejas físicas, la conciencia del pueblo actúa por medio de los cuerpos astrales de los hombres que pertenecen a dicho pueblo. En el caso de esos “espíritus raciales o de pueblo", nos enfrentamos a un tipo de entidades distintas de la que habita en el hombre y de la que habita en una colmena.

Si tuviéramos que mostrar con claridad qué relación tienen con el hombre, entidades superiores e inferiores, tendríamos que dar muchos ejemplos. Confiamos, no obstante, que lo que se ha dicho será suficiente para introducir una idea de los derroteros de la evolución humana que describiremos en los capítulos siguientes; porque el desarrollo humano sólo es comprensible cuando consideramos que el hombre evoluciona en compañía de seres cuya conciencia existe en mundos distintos al suyo. Lo que sucede en el mundo humano depende también de esos seres ligados a otros grados de conciencia, y por ello sólo es inteligible si lo ligamos a ese hecho.



 

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