GA011 La Crónica del Akasha 16- LA VIDA DE LA LUNA

 

CAPITULO XVI

LA VIDA DE LA LUNA



Durante la era cósmica de la Luna, que sucede a la del Sol, el hombre desarrolla el tercero de sus siete estadios de conciencia. El primero se había formado durante los siete ciclos saturninos, el segundo durante la evolución solar; el cuarto es el que el hombre elabora progresivamente aquí en la Tierra; otros tres irán surgiendo en los próximos planetas. El grado de conciencia en Saturno, más bajo que el del sueño sin imágenes, no es, pues, comparable con ninguna otra de las formas de conciencia del hombre actual. Por el contrario, la conciencia solar es comparable a este estado de dormir sin sueños o a la actual conciencia del adormecido reino vegetal. Ciertamente, siempre se trata sólo de similitudes. Sería falso creer que en el curso de grandes períodos cósmicos un fenómeno se puede repetir con igual precisión. Es con este espíritu que hay que ver las cosas cuando comparamos la conciencia lunar al fenómeno similar que constituye el dormir animado por el ensueño (imágenes). Se trata de lo que se denomina la conciencia imaginativa, a la cual el hombre accede en la Luna. La similitud consiste en el hecho que, para la conciencia lunar, al igual que para la del sueño, son imágenes que surgen en el interior del ser, imágenes que tienen una cierta relación con las cosas y los seres de un mundo exterior. Sin embargo, estas imágenes no son, como en el hombre actual en estado de vigilia, réplicas de las cosas y de los seres. Las imágenes del sueño son algo así como ecos de experiencias diurnas o expresiones simbólicas de procesos que se han desarrollado en el entorno del que sueña, o incluso experiencias íntimas vividas por el individuo que sueña. Es fácil encontrar en la experiencia del sueño, ejemplos para estos tres casos. Todo el mundo conoce la clase de sueños que no son otra cosa que imágenes desordenadas de experiencias diurnas más o menos antiguas. En cuanto a la segunda variante, podemos citar el ejemplo de alguien que sueña que cree ver el paso de un tren y que, al despertarse, se da cuenta que es el tic-tac del reloj que se ha simbolizado en la imagen del sueño. Para el 3er. caso se podría citar el ejemplo de un personaje que cree encontrarse en una habitación cuyo techo está cubierto de animales horribles; cuando sale de este sueño, se da cuenta que es su migraña que se ha expresado de esta forma. Para hacerse una representación de la conciencia lunar, a partir de estas confusas imágenes de sueño, es preciso saber que el carácter imaginativo es igualmente válido para esta última, pero que un orden perfecto sustituye a la arbitrariedad y a la confusión. Ciertamente, las imágenes producidas por la conciencia lunar, tienen menos semejanza con los objetos a los que se refieren, que las imágenes del sueño; pero por ello existe una concordancia perfecta entre imagen y objeto. En el cuadro actual de la evolución de la Tierra se trata de tener representaciones que sean la réplica del objeto, por ejemplo la representación "mesa" que debe ser la réplica de la verdadera "mesa". Este no es el caso para la conciencia lunar. Supongamos, por ejemplo, un hombre lunar aproximándose a un objeto que le es simpático y benéfico. En este caso surge en el interior de su alma una imagen coloreada de un tinte claro; si encuentra alguna cosa nociva y antipática engendra una imagen oscura y fea. La representación no es una réplica, sino un símbolo del objeto, y su correspondencia responde a una ley bien definida. Por esto, el ser que tiene tales representaciones simbólicas puede regular su vida en consecuencia. La vida del alma en el antepasado lunar se desarrollaba, pues, en imágenes que tenían en común con el sueño actual, la fugacidad, el aspecto indeterminado y el simbolismo, pero que se distinguían por el carácter ordenado de su desarrollo. El desarrollo de esta conciencia imaginativa en el antepasado humano en la Luna, tenía por base la formación, además, del cuerpo físico y del cuerpo etéreo, de un tercer elemento constitutivo. Se le denomina el cuerpo astral. Pero esta formación sólo se realiza en el curso del 3er. pequeño ciclo lunar (3a. "ronda" lunar). Los dos primeros ciclos lunares son simples repeticiones de lo que había pasado en Saturno y en el Sol; sin embargo, no hay que imaginar estas repeticiones como si todos los acontecimientos en Saturno y en el Sol se desarrollaran una segunda vez. La repetición se basa en la elaboración de un cuerpo físico y de un cuerpo etéreo, pero experimenta una transformación tal, que estos dos elementos de la naturaleza humana podrán, en el transcurso del tercer ciclo lunar, estar unidos al cuerpo astral; esto todavía no había podido hacerse sobre el Sol.

Durante el 3er. período lunar -aunque el proceso comienza ya en la mitad del 2do.-, los Espíritus del Movimiento transmiten el astral, desde su propia naturaleza lo infunden al cuerpo humano. Durante e14to. ciclo, a partir de la mitad del 3ro.-, los Espíritus de la Forma modelan este cuerpo astral de tal manera que su estructura y toda su organización puedan desarrollar procesos interiores. Estos procesos tienen el carácter de lo que se llama actualmente, tanto en el hombre como en el animal, el instinto, apetito y deseo. Desde la mitad del 4to.

ciclo lunar, se inicia el trabajo de los "Espíritus de la Personalidad", trabajo que constituirá su misión principal durante el Sto. ciclo lunar; infunden al cuerpo astral el egoísmo, como lo habían hecho durante las precedentes eras cósmicas para el cuerpo físico y el cuerpo etéreo. Pero para que en el momento indicado, en plena mitad del 4to. ciclo lunar, los cuerpos físico y etéreo estén bastante avanzados para albergar un cuerpo astral que ha llegado a ser autónomo, deben haberse preparado en el curso de etapas de evolución sucesivas, con la ayuda de los "Espíritus Formadores". Esto sucede en la forma siguiente: durante el Ler. ciclo lunar (ronda) son los "Espíritus del Movimiento", durante el 2do. Los "Espíritus de la Forma", durante el 3ro. los "de la Personalidad", durante el 4to. los" del Fuego" y durante el 5to. los "Espíritus del Crepúsculo" que trabajan el cuerpo físico para llevarlo al grado de madurez requerido.

Para ser más precisos, el trabajo de los "Espíritus del Crepúsculo" comienza desde la mitad del 4to. Ciclo lunar, de manera que los "Espíritus del Crepúsculo" elaboran el cuerpo físico en el mismo momento en que los "Espíritus de la Personalidad" actúan sobre el cuerpo astral. En cuanto al cuerpo etéreo, las cualidades que necesita le son implantadas durante el ler. ciclo lunar por los "Espíritus de la Sabiduría", durante el 2do. Por los "del

Movimiento", durante el 3ro. por los "de la Forma", en el 4to. por los" de la Personalidad" y en el 5to. por los" del Fuego". Visto más de cerca, esta actividad de los "Espíritus del Fuego" se desarrolla en el mismo momento en que el trabajo de los "Espíritus de la Personalidad" está dirigido sobre el cuerpo astral, o sea a partir de la mitad del 4to. ciclo lunar y hasta el 5o.

Contemplando entonces el antepasado humano en su conjunto, tal como está formado en la Luna, puede decirse:

a partir de la mitad del 4to. ciclo lunar el hombre está compuesto de un cuerpo físico en el que trabajan los "Hijos del Crepúsculo", de un cuerpo etéreo en el que trabajan los "Espíritus del Fuego", y finalmente de un cuerpo astral en el que trabajan los "Espíritus de la Personalidad". El hecho de que durante este período de evolución los "Espíritus del Crepúsculo" actúen sobre el cuerpo físico, significa para ellos que se elevan ahora al nivel de "humanidad", al igual como lo habían hecho en el curso del mismo ciclo sobre

Saturno, los "Espíritus de la

Personalidad", y sobre el Sollos "Espíritus del Fuego". Es preciso representarse que los "gérmenes sensoriales" del cuerpo físico que han seguido su desarrollo, desde la mitad del 4to. ciclo lunar, sirven de soporte a los "Espíritus del Crepúsculo" para percibir los objetos y las manifestaciones exteriores en la Luna. En cuanto al hombre, sólo en la Tierra, a partir de la mitad de14to. ciclo, será capaz de servirse de estos sentidos. Por el contrario, hacia la mitad del Sto. ciclo lunar (ronda), llegó al punto de poder trabajar inconscientemente en el cuerpo físico.

Gracias a esta actividad, y en la opacidad de su conciencia, forma los primeros gérmenes de lo que se denomina "Yo Espiritual" o Manas (ver mi libro Teosofía). Este "Yo Espiritual" alcanzará su pleno desarrollo en el curso de la evolución de la humanidad. Se trata de lo que más tarde, unido al Atma, "Hombre Espíritu" y al Budi, "Espíritu de Vida", formará la parte superior espiritual del hombre. Sobre Saturno son los "Tronos o Espíritus de la Voluntad" que han penetrado el "Hombre Espíritu" (Atma); y al igual como en el Sollos Querubínes" lo han hecho con la sabiduría en relación al Espíritu de Vida" (Budi), son ahora "los Serafines", quienes lo hacen con el "Yo Espiritual" (Manas), lo penetran y le infunden lo que en las fases evolutivas venideras sobre la Tierra, se convertirá en la facultad de representación, gracias a la cual el hombre podrá establecer relaciones entre él, ser pensante, y el mundo que lo rodea. Digamos seguidamente, que a partir de la mitad del 6to. ciclo lunar, reaparece el "Espíritu de Vida" (Budi),y a partir de la mitad del 7mo. el "Hombre Espíritu" (Atma), que se unen al "Yo Espiritual", a fin de que, al término de la era cósmica de la Luna, "El Hombre Superior" esté preparado. Este, así como todo lo que se ha desarrollado sobre la Luna, entra en sueño, pasa por un período de reposo (Pralaya) para reanudar sobre el Planeta Tierra su camino de desarrollo.

A partir de la mitad del 5to. ciclo lunar y hasta el 6to., el hombre con un estado de conciencia muy bajo trabaja en su cuerpo físico; durante este tiempo, los "Espíritus del Crepúsculo" despliegan su actividad en su cuerpo etéreo. Como ya hemos dicho, es gracias a su trabajo sobre el cuerpo físico, en el curso de la época (ronda) precedente, que se han preparado para tomar el relevo de los "Espíritus del Fuego" obrando en el cuerpo etéreo; a su vez, éstos sustituyen a los "Espíritus de la Personalidad" actuando sobre el cuerpo astral; en este intervalo estos últimos se han elevado hacia esferas superiores. El trabajo que los "Espíritus del Crepúsculo" realizan en el cuerpo etéreo, significa que vinculan sus propios estados de conciencia a las imágenes de conciencia del cuerpo etéreo. Por este hecho, le imprimen la facultad de sentir el placer y el dolor ligados a las cosas. En el Sol, es el cuerpo físico que en este aspecto experimentaba su actividad.

Esto explica por qué el placer y el dolor estaban ligados a las funciones de este cuerpo, y a sus dos estados. Ahora esto cambia, el placer y el dolor se relacionan con los signos que nacen en el cuerpo etéreo. En el seno de la conciencia crepuscular del hombre, los "Espíritus del Crepúsculo", tienen la experiencia de un mundo de sentimientos que el ser humano conocerá a su vez cuando posea la conciencia terrestre. Al mismo tiempo, los "Espíritus del Fuego" actúan sobre el cuerpo astral. Lo hacen capaz de sensibilidad frente al mundo que le rodea. La alegría y la pena, tal como son provocados en el cuerpo etéreo por los "Espíritus del Crepúsculo", tienen un carácter pasivo, de inmovilidad; se trata más bien de proyecciones inertes del mundo exterior. Por el contrario, lo que los "Espíritus del Fuego" provocan en el cuerpo astral corresponde a afectos vivos, amor y odio, cólera, miedo, terror, pasiones tempestuosas, instintos, deseos, etc. Por el hecho que anteriormente los "Espíritus de la Personalidad" (Asuras) habían infundido a este cuerpo su entidad, estos afectos aparecen actualmente marcados por el sello del egoísmo, de la particularidad. Es bueno representarse el aspecto que tenía el antepasado del hombre en esta época lunar. Posee un cuerpo físico, gracias al cual desarrolla oscuramente un "Yo Espiritual" (Manas). Dispone de un cuerpo etéreo, por medio del cual los "Espíritus del Crepúsculo" experimentan la alegría y la pena. Luego, finalmente, posee un cuerpo astral, que los "Espíritus del Fuego" animan de instintos, afectos y pasiones.

Pero estos tres elementos constitutivos del hombre lunar, todavía están totalmente desprovistos de conciencia de objetos. El cuerpo astral está repleto de imágenes que surgen y se desvanecen, y que están dominadas por el tipo de sentimientos ya mencionados. En la Tierra, cuando surja la conciencia de objetos pensantes, este cuerpo astral será el soporte subalterno o el instrumento de las representaciones formadas por el pensar. Pero ahora, sobre la Luna, despliega su propia y total autonomía. Es, en cuanto a sí mismo, mucho más activo y vivo de lo que será más tarde en Tierra. Para caracterizarlo, puede decirse de él, que es un hombre animal. En tanto que tal, está, en su género, a un nivel más elevado que el del animal terrestre actual. Posee más intensamente todas las cualidades de los animales. En un cierto sentido, estas cualidades son más salvajes, más indisciplina das que las de los animales actuales. Por ello, en este estadio de su existencia, el hombre puede ser considerado como un ser situado a mitad de camino entre el animal actual y el ser humano actual. Si el hombre continuara en línea recta esta evolución se convertiría en un ser salvaje y desbocado. La evolución sobre la Tierra significa moderar, dominar el carácter animal en el hombre. Es el resultado de un estado de conciencia ligado al pensamiento.

Habíamos dicho del hombre, tal como se ha desarrollado en el Sol, que era un hombre-vegetal; de la misma forma se puede llamar al de la Luna un hombre-animal. La evolución de un ser así, presupone la transformación del mundo circundante. Habíamos mostrado que el hombre vegetal del Sol, no habría podido desarrollarse si otro reino independiente, el del mineral, no se hubiera instalado junto al reino de ese hombre-vegetal. Durante los dos primeros ciclos lunares (rondas), esos dos reinos, el vegetal y el mineral, vuelven a surgir de las tinieblas. La única modificación que los caracteriza es que uno y otro se han vuelto más materiales y densos. Durante el tercer ciclo lunar, se desprende una parte de ese reino vegetal y no participa en esa solidificación. Por ello, suministra la sustancia a partir de la cual se puede formar la entidad animal del hombre. Es precisamente esa entidad animal la que, unida al cuerpo etéreo más evolucionado y al cuerpo astral nuevamente elaborado, constituye la triple entidad humana que hemos mencionado anteriormente.

El reino vegetal formado sobre el Sol no puede en su totalidad, elevarse al nivel del animal. En efecto, para poder existir, el género animal necesita de la planta. El mundo vegetal es la base del mundo animal. Para que el hombre solar pudiera elevarse al nivel vegetal, tuvo que rechazar a una parte de sus compañeros hacia el reino mineral más denso; ahora sucede lo mismo para el hombre-animal lunar. Abandona en el estadio del reino vegetal más denso una parte de los seres que sobre el Sol pertenecía aún a la misma naturaleza que la suya, al reino vegetal. Al igual que el hombre-animal lunar no es idéntico al animal actual, sino que se sitúa a mitad de camino entre el animal y el hombre actuales; de la misma forma, el mineral lunar se sitúa entre el mineral y el vegetal actuales. Hay algo de vegetal. Las rocas de la Luna no eran piedras del tipo que conocemos actualmente; tenían algo de vivo, una fuerza de germinación y crecimiento. A su vez, el vegetal lunar tenía algo de animal.

El hombre-animal lunar no posee todavía huesos sólidos. Su esqueleto es aún cartilaginoso. Comparado a la naturaleza actual, la suya todavía es tierna. En consecuencia, su motricidad es diferente de la actual. No se desplaza andando, sino más bien en pequeños saltos o planeando. Esto era posible porque la Luna de entonces no tenía, como la Tierra actual, una atmósfera ligera y aérea; su envoltura era más bien densa, más densa incluso que nuestra agua. Es en este elemento líquido muy espeso en el que se movía adelante y atrás, hacia arriba y hacia abajo. Los animales y las plantas también vivían en este elemento del que extraían su alimentación, y que contenía, además, la fuerza transmitida más tarde enteramente a los seres terrestres: la fuerza de fecundación. En efecto, entonces el hombre todavía no era bisexuado, sino unisexuado y se formó a partir de ese aire acuosa Lo que existe en el mundo comprende siempre formas de transición; esto también es válido aquí, donde, desde los últimos períodos lunares, se manifiesta en ciertos hombres-animales la bisexualidad, preparando así el estado terrestre futuro.

Los ciclos lunares sexto y séptimo conocen un declive progresivo de todos estos procesos, pero corresponden al mismo tiempo a la formación de un estado de madurez, de alguna manera excesivo, hasta que todo tome el camino del reposo (Pralaya) y sea sumergida en un sueño profundo que conducirá a la fase de la Tierra.

El desarrollo del cuerpo astral humano está ligado a un fenómeno cósmico que ahora conviene describir.

Cuando, después de la pausa que sucede a la era cósmica del Sol, éste emerge de nuevo de las tinieblas, todo lo que vive sobre el planeta así nacido habita entonces la totalidad de este planeta. Pero este Sol que surge del sueño no es del todo igual al precedente. Su sustancia ya no tiene aquella antigua luminosidad perfecta, sino que contiene partes más oscuras. Estas se destacan, por así decir, de la masa uniforme. Y a partir del segundo ciclo (ronda), estas partes se constituyen más y más en elemento autónomo; el cuerpo solar comienza a parecer un bizcocho. Contiene dos partes, una netamente más voluminosa y otra más pequeña, pero las dos permanecen todavía unidas por un lado común. En el curso del tercer ciclo, estos dos cuerpos se separan definitivamente.

Desde entonces, el Sol y la Luna forman dos cuerpos independientes, y el segundo circula alrededor del primero. Al mismo tiempo que la Luna, todos los seres de los que hemos descrito la evolución, se retiran del Sol. El desarrollo del cuerpo astral sólo se hará sobre el globo lunar después de su separación del Sol. El acontecimiento cósmico que hemos relatado es la condición misma de la evolución mencionada. Mientras que los seres en cuestión, ligados al hombre, sacaban su fuerza de su propio lugar de estancia solar, su desarrollo no podía progresar hasta el nivel caracterizado. En el cuarto ciclo (ronda) la Luna es un planeta autónomo, y lo que hemos descrito de esa época se desarrolla sobre este planeta Luna.

Resumimos a continuación la evolución del planeta lunar y de sus seres. 1- La Luna es el planeta sobre el cual el hombre desarrolla una conciencia imaginativa de carácter simbólico.

  1. - Durante los dos primeros ciclos (rondas) una especie de repetición de los acontecimientos de Saturno y del Sol prepara la evolución lunar del hombre.

  2. - En el curso del tercer ciclo nace el cuerpo astral humano, emanación de los Espíritus del Movimiento.

  3. - Al mismo tiempo que este proceso, la Luna se separa del cuerpo solar unitario salido del sueño, y se pone a circular alrededor de lo que queda del Sol. El desarrollo de seres ligados al hombre prosigue ahora en la Luna.

  4. - Durante el cuarto ciclo, los Espíritus del Crepúsculo habitan elcuerpo físico del hombre, y por ello se elevan al nivel de humanidad. VI - Los Espíritus de la Personalidad (Principados) infunden la autonomía al cuerpo astral naciente.

  1. - En el quinto ciclo el hombre, en un estado de opacidad, comienza a trabajar en su cuerpo físico. A la mónada que ya existía viene a añadirse el "Yo Espiritual" (Manas).

  2. - Durante la existencia lunar, una especie de placer y de pena,de naturaleza pasiva, se desarrolla en el cuerpo etéreo del hombre. Por el contrario, en el cuerpo astral se despliegan las emociones, la cólera, el odio, los instintos, las pasiones, etc.

  3. - A los dos reinos precedentes, el del vegetal y el del mineral,rechazados a un nivel inferior, se añade el reino animal en el que se encuentra el ser humano.

Hacia el final de toda esta era cósmica, la Luna se aproxima más y más al Sol; en el momento que comienza el período de reposo (Pralaya) los dos cuerpos se han reunido de nuevo en uno solo, que pasará por el sueño para emerger de nuevo y entrar en una nueva era cósmica, la de la Tierra.

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