GA011 La Crónica del Akasha 18- EL HOMBRE CUATRIPARTITO EN LA TIERRA

 

CAPITULO XVIII

EL HOMBRE CUATRIPARTITO EN LA TIERRA



En esta descripción tomaremos al hombre como punto de partida. Tal como el hombre vive en la Tierra, consta actualmente de cuerpo físico, cuerpo etéreo o vital, cuerpo astral y "yo". Esta naturaleza humana cuatripartita contiene en sí misma gérmenes para su desarrollo superior. El "yo", por propia iniciativa, transforma los cuerpos "inferiores" y con ello les incorpora partes superiores de la naturaleza humana. El ennoblecimiento y purificación del cuerpo astral por parte del "yo" crea el desarrollo del "Yo Espiritual" (Manas), la transformación del cuerpo etéreo o vital crea el "Espíritu de Vida" (Budi) y la transformación del cuerpo físico origina el verdadero "Hombre Espíritu" (Atma). La transformación del cuerpo astral está en pleno proceso en el actual período evolutivo de la Tierra; la transformación consciente de los cuerpos físico y etéreo forman parte de épocas futuras; actualmente sólo ha empezado entre los iniciados, los instruidos en la ciencia del espíritu y sus discípulos.

Esa transformación triple del hombre es consciente, pero fue precedida por otra más o menos inconsciente durante el desarrollo anterior de la Tierra. En esa transformación inconsciente de los cuerpos astral, etéreo y físico hemos de buscar el origen del alma sensible, del alma racional y del alma consciente.

Hemos de dilucidar ahora cuál de estos tres cuerpos del hombre (el físico, el etéreo y el astral) es a su manera el más perfecto. Fácilmente podemos caer en la tentación de considerar el cuerpo físico como el más inferior y, por tanto, el menos perfecto, pero estaríamos en un error. Es cierto que el cuerpo astral y el etéreo alcanzarán un elevado grado de perfección en el futuro, pero actualmente el cuerpo físico, a su manera, es más perfecto que ellos, a la suya. El error mencionado sólo ha podido surgir porque el hombre tiene su cuerpo físico en común con el reino más inferior en la naturaleza, el reino mineral. El hombre tiene el cuerpo etéreo en común con el reino vegetal y el cuerpo astral con el reino animal.

Es cierto que el cuerpo físico humano está compuesto de las mismas sustancias y fuerzas que las existentes en el más amplio reino mineral, pero el modo en que esas fuerzas y sustancias actúan en el cuerpo humano es expresión de sabiduría y perfección estructural. Pronto nos convenceremos de la verdad de esa afirmación si nos ponemos a estudiar su estructura no sólo con el reseco intelecto, sino con toda nuestra alma afectiva. Podemos tomar cualquier parte del cuerpo físico humano como objeto de contemplación, por ejemplo, la parte superior del fémur.

Si lo miramos bien, veremos que no es una masa amorfa de sustancia, sino que está constituida de una forma complejísima, de radios diminutos que van en diferentes direcciones. Ninguna ingeniería moderna podría construir un puente o algo similar con tal sabiduría. Esas cosas están hoy todavía más allá del alcance de la más perfecta sabiduría humana. El hueso está construido de esa forma sabia a fin de que, con la distribución de esos haces, se alcance la necesaria capacidad de transporte para el soporte del torso humano con el mínimo de sustancia necesaria. Se utiliza la mínima sustancia necesaria para lograr el efecto mayor posible en términos dinámicos. Frente a esa" obra de arte de la arquitectura natural", sólo podemos llenamos de admiración. No es menor lo que sucede al admirar la milagrosa estructura del cerebro o del corazón humanos, o de la totalidad del cuerpo físico humano. Debiéramos comparar con ello el grado de perfección logrado, por ejemplo, por el cuerpo astral en el actual nivel evolutivo de la humanidad. El cuerpo astral es el portador del placer y el dolor, de las pasiones, impulsos, deseos, etc. Pero lo que ataca a ese cuerpo astral tiene un efecto nocivo contra la sabia estructura del cuerpo físico. Una gran parte de los estimulantes que consumimos son venenos para el corazón.

Con ello puede verse que la actividad que produce la estructura física del corazón actúa de manera más sabia que la actividad del cuerpo astral, que incluso se contrapone a esa sabiduría. Es cierto que en el futuro, el cuerpo astral avanzará a grados de mayor perfección, pero actualmente no es tan perfecto, a su manera, como el cuerpo físico. Algo semejante podría decirse con respecto al cuerpo etéreo y al "yo"; ente, este último, que ha de luchar en cada momento abriéndose paso a tientas, por entre el error y la ilusión, hacia la sabiduría.

Si comparamos los niveles de perfección de las partes del ser humano, descubriremos con facilidad que actualmente el cuerpo físico es el más perfecto a su manera, que el cuerpo etéreo lo es ya menos, el cuerpo astral lo es aun menos y que, en su nivel, el "yo" es el menos perfecto de los cuatro miembros. Ello se debe a que en el curso del desarrollo planetario de la Tierra el cuerpo físico humano es el que ha sido elaborado por más tiempo. Lo que el hombre lleva hoy como cuerpo físico ha pasado por todas las etapas evolutivas de Saturno, SoL Luna y Tierra hasta el presente de ésta. Todas las fuerzas de esos cuerpos planetario s se han ido grabando sucesivamente en ese cuerpo, de modo que poco a poco ha logrado alcanzar su actual nivel de perfección. Es por tanto la parte más antigua de la actual entidad humana. El cuerpo etéreo, tal como hoy se nos aparece en el hombre, no existía en el período de Saturno, sólo se agregó en el período evolutivo del Sol. Por ello, las fuerzas de cuatro cuerpos planetarios han actuado sobre el cuerpo físico, pero sólo las de tres, Sol, Luna y Tierra, lo han hecho sobre el etéreo. Por ello sólo en el futuro llegará a ser tan perfecto, a su nivel, como lo es el físico actualmente.

El cuerpo astral se unió al cuerpo físico y al etéreo en el período lunar y el "yo" no lo hizo hasta el ciclo terrestre.

Hemos de imaginamos que el cuerpo físico humano alcanzó un cierto grado de desarrollo en Saturno y que se fue perfeccionando en el Sol, de tal modo que pudiera convertirse entonces en portador del cuerpo etéreo. En Saturno, ese cuerpo físico había llegado al punto de convertirse en un mecanismo de enorme complejidad, pero que carecía totalmente de vida. Mas la complejidad de su estructura hizo precisamente que acabara desintegrándose, ya que había alcanzado tal grado, que dicho cuerpo físico ya no podía seguir manteniéndose mediante las fuerzas meramente minerales que actuaban en él. Fue a raíz de ese colapso de los cuerpos físicos humanos que se produjo el declive del Antiguo Saturno.

De los cuatro reinos actuales, el mineral, vegetal. Animal y humano, Saturno sólo constaba de humano. Lo que hoy llamamos animales, vegetales y minerales aún no existían. De los cuatro reinos naturales sólo existía en ese cuerpo celeste el hombre en su cuerpo físico, que era, de hecho, una especie de mineral muy complejo. Los otros reinos vinieron a existencia porque no todos los seres pudieron lograr su pleno desarrollo en los cuerpos celestes sucesivos. De ese modo, sólo una parte de los cuerpos humanos desarrollados en Saturno alcanzaron el completo objetivo Saturnal. Los cuerpos humanos que lograron esa meta despertaron a una nueva existencia durante el período solar y su forma fue penetrada e impregnada por el cuerpo etéreo. Con ello, se desarrollaron hacia un nivel más elevado de perfección, convirtiéndose en una especie de hombresplanta. Pero aquella parte de los cuerpos humanos que no habían podido alcanzar la meta de pleno desarrollo en Saturno, tuvieron que seguir realizando en el período Solar lo que no habían completado en Saturno, si bien lo hicieron en condiciones mucho más desfavorables que las que existían en Saturno para ese tipo de desarrollo. De esa manera quedaron rezagados con respecto a quienes habían alcanzado la meta completa en Saturno. En el Sol, surgió así un segundo reino natural además del humano.

Sería erróneo suponer que todos los órganos del actual cuerpo humano ya empezaron a desarrollarse en Saturno. No es así. En realidad son sobre todo los órganos sensorios los que se originaron en aquel período. Los primeros rudimentos de los ojos, oídos, etc., tuvieron ese origen tan remoto; los que en Saturno se formaron como cuerpos minerales, de la misma manera como ahora en la Tierra los" cristales sin vida", son ahora dichos órganos, que alcanzaron su forma actual transformándose una y otra vez, en mayor perfección, durante cada período planetario sucesivo. En Saturno sólo eran instrumentos físicos, nada más. En el Sol, sufrieron una transformación porque los impregnaba un cuerpo etéreo, y así penetraron en el proceso vital, convirtiéndose en instrumentos físicos vivientes. A ellos se le agregaron aquellas partes del cuerpo físico humano que sólo pueden desenvolverse bajo la influencia de un cuerpo etéreo; los órganos de crecimiento, nutrición y reproducción. Es evidente que los primeros rudimentos de dichos órganos, tal como se desarrollaron en el Sol, no se parecen en nada a la forma perfecta que hoy en día poseen.

Los órganos superiores que el cuerpo humano adquirió en el Sol por la interacción entre los cuerpos físico y etéreo, fueron los que hoy han llegado a ser nuestras glándulas. El cuerpo físico-humano en el Sol es un sistema de glándulas sobre las que se hallan impresas órganos sensorios de un nivel evolutivo correspondiente.

El desarrollo continuó en la Luna. Al cuerpo físico y al etéreo se les añadió el cuerpo astral. Con ello, se integran los primeros rudimentos de un sistema nervioso en el cuerpo glandular sensorio. Podemos ver que el cuerpo físico humano se va haciendo cada vez más complejo en los sucesivos períodos planetarios de evolución.

En la Luna, está compuesto de nervios, glándulas y sentidos. Los sentidos tienen tras de sí un proceso doble de transformación y perfección, mientras que los nervios están en su primera etapa. Si contemplamos al hombre lunar como un conjunto, veremos que consiste de tres partes: un cuerpo físico, un cuerpo etéreo y un cuerpo astral. El cuerpo físico es tripartito; esa partición es el resultado de la acción de las fuerzas de Saturno, Sol y Luna. El cuerpo etéreo es bipartito, sólo posee el efecto de la actividad del Sol y de la Luna y el cuerpo astral está hecho de un solo nivel porque sólo las fuerzas de la Luna han actuado en él. Con la incorporación del cuerpo astral en la Luna, el hombre se ha hecho capaz de tener sensaciones y una cierta interioridad. Dentro de su cuerpo astral puede formarse imágenes de lo que sucede en su entorno. En cierta manera, podemos comparar esas imágenes con las imágenes oníricas de la actual conciencia humana, pero son más vivaces y cromáticas, y, lo que es más importante, se relacionan directamente con los acontecimientos del mundo externo, mientras que las actuales imágenes de los sueños son meras resonancias de la vida diurna o son reflejos distorsionados de sucesos interiores o exteriores.

Las imágenes de la conciencia lunar se correspondían plenamente con los fenómenos externos relacionados con ellas. Supongamos, por ejemplo, que un hombre lunar como lo hemos descrito, dotado de cuerpo físico, etéreo y astral se aproximara a otro ser lunar. Sibien es cierto que no podría haberlo percibido como un objeto espacial, como sucede sólo en la posterior conciencia terrestre del hombre, en su cuerpo astral surgía una imagen que en su forma y color expresaba exactamente si el otro ser tenía buenas o malas intenciones con respecto a él, si le ayudaría o perjudicaría. Como resultado de ello, el hombre lunar podía regular su comportamiento totalmente de acuerdo con las imágenes que surgían en su conciencia pictórica. Esas imágenes eran un medio completo de orientación para él. El instrumento físico que necesitaba el cuerpo astral para relacionarse con los reinos naturales inferiores era el sistema nervioso integrado en el cuerpo físico. Para que se pudiera producir la transformación descrita durante el período lunar, fue necesaria la intervención de un importante acontecimiento cósmico. La integración del cuerpo astral y el desarrollo consecuente del sistema nervioso en el cuerpo físico, fue posible gracias a que lo que antes era un solo cuerpo cósmico, el Sol, se separara en dos partes, en Sol y en Luna. El Sol avanzó al estado de estrella fija, y la Luna siguió siendo un planeta, como había sido hasta entonces también el Sol, y empezó a orbitar, alrededor del Sol del que se había separado. A raíz de ello se produjo una importante transformación en todo lo que habitaba en el Sol y en la Luna.

Por el momento, seguiremos ese proceso de transformación en lo que se refiere a la vida de la Luna. El hombre, consistente en cuerpo físico, etéreo y astral, permaneció unido a la Luna cuando ésta se separó del Sol y por ello, entró en condiciones distintas de vida, ya que la Luna se llevó consigo sólo una parte de las fuerzas que contenía en el Sol, parte que ahora actuaba sobre el hombre desde su propio cuerpo celeste, mientras .el Sol había retenido las fuerzas restantes. A partir de entonces, éstas se irradiaban desde fuera hacia la Luna y por tanto a su habitante, el hombre. Si hubieran continuado las condiciones precedentes, si las fuerzas solares hubieran continuado llegando al hombre desde su propio escenario de actividad, la vida interior que se muestra en la aparición de imágenes del cuerpo astral no se habría desarrollado. La fuerza solar continuó su actividad sobre el cuerpo físico y el etéreo desde afuera. Ya había actuado en ambos anteriormente, pero liberó una parte de esos dos cuerpos para que quedaran expuestos a influencias que emanaban de la Luna, el cuerpo celeste recién creado por separación.

De ese modo, en la Luna, el hombre se hallaba sometido a una doble influencia, la del Sol y la de la Luna. A esta última se debe que en los cuerpos físico y etéreo se desarrollaran aquellas partes que permitieron la grabación del cuerpo astral. El cuerpo astral sólo puede crear imágenes si las fuerzas del Sol le llegan desde afuera, no desde su propio planeta. Las influencias lunares transformaron los rudimentos sensorios y el sistema glandular para que pudiera añadírseles un sistema nervioso las influencias solares hicieron que las imágenes, cuyo instrumento era el sistema nervioso, se correspondieran con los eventos lunares externos de la manera antes descrita.

La evolución sólo pudo seguir adelante de este modo hasta un límite. Si hubiera seguido indefinidamente en esas condiciones, el hombre lunar se habría endurecido en su vida interior de imágenes y hubiera perdido toda conexión con el Sol. Tiempo después, el Sol volvió a reabsorber a la Luna de modo que, durante un intervalo, ambos volvieron a ser un cuerpo celeste único. Esa unión duró hasta que el hombre estuvo suficientemente avanzado para que una nueva etapa evolutiva pudiera prevenir el endurecimiento que tenía que haberse producido en la Luna. Entonces se produjo una nueva separación, pero esta vez la Luna se llevó consigo fuerzas solares que antes no había recibido. Ello llevó a que más tarde se produjera aún otra separación. Lo que últimamente se había separado del Sol era un cuerpo celeste que contenía todas las fuerzas y seres, hoy presentes en la Tierra y en la Luna. Es decir, la Tierra contenía todavía en su interior a la Luna que hoy orbita a su alrededor. Si ésta hubiera permanecido dentro, la Tierra nunca se hubiera convertido en escenario de ningún desarrollo humano, incluido el actual, fuerzas de la Luna actual tuvieron primero que ser expulsadas y el hombre tuvo que permanecer en el escenario terrestre purificado por la salida de la Luna y continuar su desarrollo terrestre. De este modo, se formaron tres cuerpos celestes desde el antiguo Sol. Las fuerzas de dos de ellos, el nuevo Sol y la nueva Luna irradian ahora sobre la Tierra desde afuera.

Con este adelanto en el desarrollo de los cuerpos celestes se hizo posible la integración de un cuarto miembro, el "yo", en la naturaleza tripartita que poseía desde la etapa lunar. Esa integración del yo implicaba un perfeccionamiento de los cuerpos físicos, etéreo y astral. El perfeccionamiento del físico consistió en la incorporación del sistema cardíaco como preparador de la sangre caliente.

Es evidente que el sistema sensorio, el glandular y el nervioso tenían que modificarse para ser compatibles con el nuevo sistema de la sangre caliente. Los órganos sensorios se transformaron de tal modo que, desde la mera conciencia pictórica de antigua Luna, se pudo desarrollar la conciencia de objetos que permite la percepción de objetos externos; es la conciencia que posee hoy el hombre desde que se despierta por la mañana hasta que se duerme por la noche. En la antigua Luna, los sentidos no estaban abiertos todavía hacia afuera; las imágenes de la conciencia surgían desde dentro; esa apertura de los sentidos hacia lo exterior es el logro de la evolución terrestre.

Se dijo antes que no todos los cuerpos formados en Saturno alcanzaron la meta asignada y que en el Sol, conjuntamente con el reino humano en su forma de entonces, se generó un segundo reino natural. Hemos de, hacemos la imagen que en las siguientes etapas evolutivas, en Sol, Luna y Tierra hay seres que permanecieron retrasados y que, a raíz de ello, surgieron los reinos naturales inferiores. El reino animal, el más cercano al hombre, había ya quedado atrasado en Saturno, pero logró remontar parcialmente su desarrollo en el Sol y en la Luna en condiciones desfavorables, de manera que si en la Tierra no estaba tan avanzado como el hombre, en parte todavía pudo recibir sangre caliente, porque ésta no existió en ninguno de los reinos naturales previos a la Tierra. Los actuales animales de sangre fría (o de color variable) y ciertas plantas surgieron porque algunos seres del reino solar inferior volvieron a quedar retardados con respecto a los demás seres de su propio reino. El actual reino mineral surgió el último; de hecho, sólo durante el período terrestre.

El hombre cuatripartito en la Tierra recibe de la Luna y del Sol las influencias de aquellas fuerzas que quedaran ligadas a dichos cuerpos celestes. Del Sol llegan las fuerzas que promueven el progreso, crecimiento y transformación.

Si el hombre estuviera influenciado sólo por el Sol, se disolvería en un aceleradísimo proceso de crecimiento. Por esa razón, tuvo que abandonar el Sol en un momento determinado para recibir por medio de la Luna, que se había separado, un freno a ese progreso demasiado rápido.

Pero si hubiera permanecido siempre ligado a la Luna, el retardo en su crecimiento lo hubiera endurecido en una forma rígida. Por ello, tuvo que seguir adelante hacia la evolución terrestre, donde las dos influencias opuestas se equilibran adecuadamente. Al mismo tiempo, se alcanza el punto en que algo superior, el alma, se integra como entidad interior dentro del hombre cuatripartito.

En su forma, actividades, movimientos, etc., el cuerpo físico es expresión y efecto de lo que sucede en otros miembros, en el cuerpo etéreo, el astral y el "yo". En las descripciones de la Crónica Akáshica que hemos dado hasta ahora, hemos visto que, en el transcurso de la evolución, esos otros miembros de la entidad humana intervinieron gradualmente en la formación del cuerpo físico.

En el desarrollo saturnal, ninguno de esos miembros se hallaba todavía asociado con el cuerpo físico humano y, sin embargo, ya se hizo el primer inicio de su desarrollo. No hay que pensar que las fuerzas que más tarde actuarían sobre el cuerpo físico, partiendo del cuerpo etéreo, del astral y del yo, no actuasen ya en el período de Saturno. De hecho, ya estaban activas, si bien en cierto modo desde afuera, no desde adentro. Los otros miembros no se habían formado todavía, no se habían unido con el cuerpo físico humano como entidades individuales; pero las fuerzas que luego estarían unidas en ellos actuaban desde el entorno, desde la atmósfera de Satumo y configuraban los primeros esbozos de su cuerpo. Este fue transformado más tarde en el Sol, porque una parte de dichas fuerzas constituyeron entonces el cuerpo etéreo humano autónomo y actuaron sobre el cuerpo físico ya no desde afuera, sino desde adentro. Lo mismo ocurrió en la Luna con respecto al cuerpo astral. En la Tierra, el cuerpo físico fue transformado por cuarta vez haciéndose templo del "yo", que ahora actúa dentro de él.

Podemos decir que, a los ojos del investigador espiritual, el cuerpo físico no es algo fijado o permanente en su forma ni en su manera de actuar. Está sujeto a un constante proceso de transformación que, también, tiene lugar en el período terrestre en su desarrollo. Podremos comprender la vida humana si logramos hacemos una idea de esa transformación.

La aproximación a los órganos humanos, desde el punto de vista de la ciencia espiritual, muestra que cada uno de ellos se encuentra en etapas distintas de su evolución. Hay órganos en el cuerpo humano que, en su forma actual, están en evolución descendente y otros en proceso de ascenso. En el futuro, los primeros irán perdiendo valor para el hombre, pues ya pasó la época de florecimiento de sus funciones, y acabarán atrofiándose y desapareciendo del cuerpo humano. Otros órganos se hallan en un proceso ascendente, contienen muchos aspectos hoy aún germinales; en el futuro, se irán convirtiendo en formas más perfectas con una función superior.

Entre los órganos del primer tipo nos encontramos, por ejemplo, con los que sirven a la reproducción, a la propagación de seres de la misma especie. Pero, en el futuro su función pasará a otros órganos y ellos mismos se hundirán en el olvido. Llegará un tiempo en que estarán presentes en el cuerpo humano en condición de atrofia, y se los tendrá que considerar como evidencia del anterior desarrollo humano. Otros órganos como, por ejemplo, el corazón y las formaciones vecinas, se hallan en el inicio de su evolución en algunos aspectos. Lo que hoy se halla en ellos en estado germinal llegará a su máxima floración en el futuro.

Porque para el enfoque de la ciencia espiritual, el corazón y su relación con la circulación sanguínea se descubren como algo muy distinto a lo que nos dice la fisiología contemporánea que depende, en este sentido, de los conceptos materialistas, mecanicistas. Al darles ese otro enfoque, la ciencia espiritual logra echar luz sobre hechos muy conocidos en la ciencia actual, pero que con los medios de que dispone ésta última, no puede dar una explicación satisfactoria. La anatomía muestra que, en su estructura, los músculos del cuerpo humano son de dos tipos: los lisos y los estriados. Los músculos lisos generalmente ejercen movimientos involuntarios. Los músculos del intestino, por ejemplo, van transportando la nutrición en movimientos regulares en los que no interviene la voluntad humana. Los músculos del iris son también lisos, producen los movimientos que amplían la pupila cuando está sometida a poca luz y la contraen cuando hay mucha luz. Son también movimientos involuntarios.

Por otro lado, los músculos estriados llevan a cabo movimientos ligados a la voluntad, por ejemplo, los que nos permiten mover los brazos y las piernas. El corazón, que, en el fondo, es un músculo, es una excepción a la regla. En el actual período evolutivo del hombre, el corazón no depende de nuestra voluntad en sus movimientos y sin embargo es un músculo estriado. La ciencia espiritual nos aclara el por qué. El corazón no va a ser siempre igual a lo que es hoy, en el futuro tendrá una forma muy distinta y una función diferente; está en proceso de convertirse en músculo voluntario. En el futuro realizará movimientos resultantes de impulsos anímicos del hombre.

Su configuración actual muestra ya, la importancia que tendrá en el futuro, cuando los movimientos cardíacos serán expresión de la voluntad humana, como hoy lo son el levantar la mano o poner el pie delante al caminar.

Esa concepción del corazón se relaciona con una visión abarcante de la ciencia espiritual en lo referente al vínculo entre el corazón y la denominada circulación" sanguínea.

La doctrina materialista-mecanicista de la vida considera al corazón como una bomba que lleva la sangre al organismo de una forma regular1. Pero la visión de la ciencia espiritual muestra algo muy distinto; para ella, la palpitación de la sangre y toda su movilidad interna son expresión y efecto de procesos del alma. El alma es el origen del comportamiento de la sangre. El ponerse pálido cuando se siente temor, el enrojecer cuando sentimos vergüenza, son efectos muy burdos del alma sobre la sangre.

Pero en realidad todo lo que sucede en la sangre es tan sólo expresión de lo que acontece en la vida del alma. No obstante, la relación entre la pulsación de la sangre y los impulsos anímicos no deja de ser un profundo misterio.

Los movimientos del corazón no son la causa, sino la consecuencia de la pulsación de la sangre. En el futuro, el corazón llevará al mundo exterior lo que sucede en el alma humana, por medio de movimientos voluntarios.

Otros órganos que se hallan también en evolución ascendente son los de la respiración en su función de instrumentos del habla. Con ellos, el hombre actualmente puede transformar sus pensamientos en ondas aéreas. Al hacerla, imprime en el mundo exterior lo que vivencia en su propio interior, transformando sus experiencias internas en ondas aéreas. Ese movimiento ondular del aire es una especie de escritura de lo que sucede dentro del hombre. En el futuro, podrá con ello dar forma externa a facetas cada vez mayores de su ser interior.

El resultado final, en ese sentido, llevará a que, con sus órganos del habla ya perfeccionados del todo, el hombre produzca otros seres de su misma especie. Por ello, los órganos verbales de hoy contienen germinalmente los futuros órganos de reproducción. El hecho del cambio de voz que sucede en el varón en la pubertad es consecuencia de la misteriosa relación que existe entre los instrumentos del habla y la reproducción.

Todo el cuerpo físico humano puede enfocarse de este modo desde el punto de vista de la ciencia espiritual. Aquí sólo se pretende dar algunos ejemplos. En la ciencia del espíritu existen la fisiología y la anatomía. Esas dos disciplinas, tal como existen hoy, habrán de ser fecundadas por la anatomía y la fisiología procedentes de la ciencia espiritual en un futuro no muy lejano y acabarán incluso transformándose en esta última.

En esa área, se evidencia que resultados como los mencionados no han de conseguirse por meras inferencias o especulaciones resultantes de la analogía, sino que han de proceder de la verdadera investigación de la ciencia espiritual. Eso hay que recalcarlo, porque suele suceder con frecuencia que una vez logrados algunos vislumbres, los devotos seguidores de la ciencia espiritual siguen tejiendo sus ideas en el aire. No es de extrañar que de ese modo sólo se produzcan fantasías, que abundan en esas áreas de estudio. Se podría, por ejemplo, intentar llegar a la siguiente descripción basándose en 10 que hemos dicho antes: como que los órganos reproductores humanos en su estado actual serán los primeros en perder su importancia en el futuro, son, por lo tanto, los primeros en recibirla en el pasado y por lo tanto, son los órganos más antiguos en el cuerpo humano. Y sin embargo 10 correcto es lo contrario, porque esos órganos fueron los últimos que tomaron su forma actual y serán los primeros en perderla.

A la investigación de la ciencia espiritual se le presenta el hecho de que, en el Sol, el cuerpo físico humano había avanzado en cierto sentido hasta el nivel de existencia vegetal. En aquel tiempo estaba impregnado sólo por un cuerpo etéreo. En la Luna tomó el carácter de cuerpo animal, porque fue interpenetrado por el cuerpo astral. Más no todos los órganos participaron en esa transformación al carácter animal y algunas partes permanecieron en el nivel vegetal. En la Tierra, tras la integración del "yo", cuando el cuerpo humano ascendió a su forma actual, varios órganos llevaban un carácter decididamente vegetal, aunque no hay que imaginar que dichos órganos se parecieran exactamente a nuestras plantas actuales. A estos pertenecían los órganos de la reproducción. Todavía mostraban un carácter vegetal al principio de la evolución terrestre; lo cual era conocido por la sabiduría de los Misterios.

El arte antiguo, que retuvo tanto de las tradiciones de los Misterios, representa a hermafroditas con órganos reproductores parecidos a hojas vegetales. En realidad son precursores del hombre que tenían todavía el tipo antiguo de órganos de reproducción (que eran bisexuales). Eso podemos verlo, por ejemplo, en la figura hermafrodita en la colección del Capitolio de Roma. Si contemplamos estos asuntos, comprenderemos también la verdadera razón de la presencia de la hoja de parra en Eva.

Aceptaremos entonces verdaderas explicaciones para muchas antiguas representaciones. Mientras que las interpretaciones actuales no dejan de ser el mero resultado de un pensar no consecuente.

Diremos, tan sólo, que la figura hermafrodita mencionada muestra también otros apéndices vegetales. Cuando fue realizada originalmente, todavía existía la tradición de que en un pasado remoto, ciertos órganos humanos cambiaron de un carácter vegetal adoptando un carácter animal.

Todos esos cambios del cuerpo humano son simple expresión de las fuerzas de transformación que residen en los cuerpos etéreo, astral y en el yo. Las transformaciones del cuerpo físico humano acompañan a los actos de los miembros superiores del hombre. Podemos, por lo tanto, comprender la estructura y la actividad de este cuerpo humano sólo si penetramos en la Crónica Akáshica, que nos muestra cómo tienen lugar las modificaciones superiores de los miembros espirituales y anímicos del hombre. Todo lo físico y material se explica a partir de lo espiritual. Si estudiamos lo espiritual iluminamos incluso el futuro de lo físico.

1 * Para ella el corazón es la causa del movimiento sanguíneo.

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919