GA346 12ª conf. transición de la cuarta a la quinta época post-atlante

Rudolf Steiner

La transición de la cuarta a la quinta época post-Atlantes. La era que viene en la que los seres humanos tendrán visiones conscientes. La mujer vestida con el sol.

Décimo segunda conferencia

Dornach, 16 de septiembre de 1924

Seamos conscientes hoy de la circunstancia kármica propicia que nos reúne durante este período cuando, hace dos años, se celebró aquí el primer Acto de Consagración del Hombre. Los principales desarrollos de nuestra vida espiritual han seguido aquí una extraordinaria secuencia: el Acto de Consagración del Hombre hace dos años, el incendio del Goetheanum, un año después de la colocación de la piedra de fundación de la Sociedad Antroposófica, y ahora, después de dos años, aquí estamos de nuevo, esta vez para contemplar el Libro del Apocalipsis como fue vuestro deseo.

Como he estado mencionando desde el comienzo mismo, hay una relación cercana entre considerar el Libro del Apocalipsis y lo que está comprendido en el Acto de Consagración del Hombre, de tal forma que cada día que pasamos considerando el Libro del Apocalipsis es como una celebración conmemorativa de lo que hicimos vivo entre nosotros hace dos años, para traer a esta vida aquello que quería revelarse desde el mundo espiritual como el moderno y actual culto.

Teniendo en cuenta la coincidencia de sucesos, es quizás adecuado que hoy invoquemos ante nosotros el punto más difícil de comprender del Libro del Apocalipsis pero que realmente conduce justo hasta el corazón del Libro y que está muy íntimamente conectado con el misterio del Acto de Consagración del Hombre, porque está ligado objetivamente con el Ser de Cristo. Uno puede ciertamente hablar con propiedad sobre esto sólo en conexión con el Libro del Apocalipsis, pues este Libro lleva tan claramente la impronta fundamental del Cristianismo, que no podremos llegar seguramente a algo que se desvíe de un punto de vista cristiano al considerar lo que está conectado naturalmente con esta Revelación. Puedo aseguraros que lo que diré sobre el punto que queremos considerar hoy emergerá de una manera bastante asombrosa de las visiones del escritor del Apocalipsis.

Desde comienzos del siglo XV, queridos amigos, hemos estado viviendo en la quinta época postAtlante, y dentro de ésta estamos al comienzo de la lucha renovada que Micael tendrá que liderar en todo lo que estará sucediendo en el futuro cercano. Desde aquí nos remontaremos a la cuarta época post-Atlante, la que precedió inmediatamente a la nuestra.

Sabemos que la cuarta época post-Atlante comenzó alrededor del año 747 antes del Misterio del Gólgota, de tal modo que el Misterio del Gólgota tuvo lugar durante aquel cuarto período post-Atlante. Aunque no exactamente, porque realmente ocurrió más o menos durante la primera mitad de la cuarta época post-Atlante, se puede decir que, redondeando los desplazamientos que siempre afectan a los sucesos en la evolución del mundo, puede considerarse que ha tenido lugar en la mitad de esa época. Así podemos hacer un diagrama de nuestra evolución espiritual de esta manera (Pizarra 4): Aquí está la quinta época post-Atlante. Fue precedida por la cuarta, tercera, segunda y primera, justo hasta la catástrofe Atlante que esencialmente dio la conformación final a la superficie de nuestra tierra, proporcionando a nuestro planeta – podría decirse- una nueva cara.

Miremos ahora el cuarto período, el período Atlante. Fue precedido por lo que a menudo he denominado el período Lemúrico de la evolución terrestre, y antes de éste hubo aquellos que llamamos el segundo y el primer período de la evolución de la tierra. Los tres períodos conducentes hasta el período Atlante son recapitulaciones, el primero de la condición planetaria de Saturno, el segundo de la del Sol y el tercero de la de la Luna. Hasta el cuarto, el período Atlante, no surge algo nuevo. Los tres períodos que le preceden son repeticiones, recapitulaciones a un más alto nivel.

El cuarto, el período Atlante, representa algo nuevo. Lo que sucedió durante el período Atlante ocurrió mientras la tierra aún tenía formas que eran bastante diferentes de aquellas que vinieron después. Incluso en la mitad del período Atlante la tierra no tenía una corteza sólida como la que nos es tan familiar ahora. La datación geológica propuesta para estas cosas hoy en día es una ilusión. El tiempo en que la tierra se solidificó a partir de una consistencia en parte firme, en parte fluida, reside en el período Atlante. Así la raza humana era bastante diferente durante el período Atlante, pues incluso en la mitad de aquel período no tenía el rígido esqueleto de hoy en día. La sustancia de la que estaban formados los seres humanos en aquellos tiempos era más similar a la de los animales inferiores, aunque su forma era más noble. La sustancia, sin embargo, se asemejaba a la consistencia de la medusa, era suave, con alguna tendencia a formar cartílagos.

Podemos afirmar, por tanto, que todas las condiciones físicas de la tierra han cambiado desde aquellos tiempos, y nosotros ahora ya no tenemos esas metamorfosis radicales, aquellas transformaciones radicales que eran aún posibles a mediados del período Atlante. En aquellos tiempos éramos capaces de metamorfosear nuestra forma en cualquier momento, ya que estaba hecha de material suave, y crecer o decrecer en tamaño, adoptar esta forma o aquella, dependiendo del estado interno de nuestra alma1. Cualquier conmoción de nuestra alma se imprimía inmediatamente sobre nuestro cuerpo físico. Si alguien de mediados del período Atlante quería coger un objeto que estaba situado a una distancia, su voluntad actuaba sobre sus órganos parecidos a la medusa de tal forma que eran capaces de estirarse la distancia necesaria. Así toda la vida física era diferente, los procesos físicos seguían cursos bastante diferentes en cualquier momento dado. Todos los procesos físicos, todas las transformaciones y metamorfosis proporcionaban una imagen de los sucesos espirituales reales en cualquier momento.

Esto ya no sucede hoy en día. Hoy miramos fuera y ya no vemos el espíritu actuando en lo que sucede ahí fuera, ni siquiera en el curso de las estaciones. Aquellas rápidas transformaciones que tenían lugar en la antigua Atlántida no dejaban espacio para dudar de que este mundo contenía lo divino y lo espiritual. Aunque el continente de la Atlántida mantenía su forma en esencia, era no obstante muy móvil, y estaba rodeado en todas las direcciones por un fluido viscoso, entretejido. No se podría llamar semifluido, sino que era viscoso, y era capaz de aguantar los cuerpos con sus órganos aún muy suaves y también las plantas que en aquel tiempo no estaban aún ancladas a la tierra; las plantas planeaban o se deslizaban en la sustancia suave y móvil de la tierra. Así las condiciones físicas eran bastante distintas entonces. Se podría decir que el mar y la tierra no estaban aún separados en la forma en que lo hicieron después, se fundían el uno en el otro. Aquellos que eran capaces de ver las cosas claramente hablaban del océano –que tenía una capacidad incluso mayor de experimentar metamorfosis que la tierra sólidofluida adyacente a él- como el lugar en que los dioses dominaban. Se veía a los dioses dominando alrededor de todo el borde de la Atlántida. No había dudas sobre aquellos dioses que dominaban, pues el espíritu y el alma se percibían por doquier tan claramente como lo físico. Los seres humanos veían el alma y el espíritu en el reino físico.

Una característica de la cuarta época post-Atlante era que la gente entonces era capaz de ver a los dioses dominando en el aire, aunque esto ya no era tan fuerte en los siglos que condujeron a la quinta época post-Atlante, pero en los tiempos Griegos era completamente obvio. En la antigua Atlántida los seres humanos veían a los dioses en el elemento sólido-fluido. En la cuarta época post-Atlante los dioses se veían en el elemento fluido-aéreo de las nubes, en las formaciones crepusculares, etc. La consciencia que la gente tenía en la cuarta época post-Atlante no era aún muy clara, de modo que no hay descripciones que definan esto exactamente, pero no obstante así es como era. Seguramente una observación libre de prejuicios sólo pueda llegar a esta interpretación de aquellas maravillosas pinturas de nubes en los cuadros del Renacimiento temprano, una interpretación que apunta al sentimiento de cómo nace algo espiritual de ellas, de cómo la actuación del espíritu divino se siente en las nubes, en el ser aéreo-acuoso del aire.

Los seres humanos de aquella época no dirigían mucho su atención a los aspectos físicos de las formaciones de nubes. Ellos buscaban lo que las nubes les pudieran revelar. El sentimiento que esto les daba era maravilloso, pero es difícil reconstruirlo para la consciencia de hoy en día. Incluso tan tarde como el siglo VIII o IX d.C., cuando la gente miraba al cielo por la mañana, veían ante su alma las nubes brillando en la luz del amanecer y sentían que había algo vivo en la aurora, en el cielo rosa de la mañana; y lo mismo se sentía cuando llegaba el crepúsculo.

Podemos, por tanto, decir: en la antigua Atlántida el espíritu se veía físicamente. Después de la Atlántida vino el período post-Atlante con sus siete épocas; y la recapitulación de lo que había sucedido físicamente en la Atlántida tuvo lugar al nivel del alma en la cuarta época post-Atlante. Las poderosas agitaciones de las que hablé, los años 333 y 666 d.C., que son agitaciones al nivel anímico en la evolución humana, se corresponden con agitaciones físicas de la antigua Atlántida. Cuando veían las revelaciones en el elemento fluido-aéreo, los videntes de la época Greco-Latina sentían que estaban viendo en su alma algo parecido a una recapitulación de condiciones anteriores de la tierra que habían tenido lugar una vez en el reino físico. Eran conscientes de esto, aunque sutilmente en cierto modo, como adaptado a la consciencia de aquel tiempo.

Todo lo que vivía en escuelas como la de Chartres, que he estado mencionando en las conferencias antroposóficas2, mostraba en sus descripciones que las experiencias anímicas de la época Greco-Latina eran una recapitulación en el alma de las experiencias y sucesos físicos más densos de la Atlántida.

Estamos ahora en la época del alma consciente. Cualquier experiencia directa anímica de lo que sucede en el elemento aéreo-fluido se ha extinguido. Pero a través del tipo de catástrofe con la que el quinto período post-Atlante comenzó, el desarrollo ulterior del alma consciente de la humanidad está comenzando a prepararse. En lo que respecta a la civilización externa, estamos de algún modo empantanados en el caos de este desarrollo del alma consciente. Sin embargo, el amanecer de la época de Micael debería aportar alguna visión que proporcionará orden a este caos. Esta visión será como sigue: Ya no físicamente como en los tiempos Atlantes, ya no en el alma como en los tiempos GrecoLatinos, sino que surgirán completamente en el espíritu, imágenes parecidas a recuerdos en el ser humano, imágenes que son en cierto modo como un espejismo de pensamientos, y esto sucederá particularmente después de la aparición del Cristo Etérico. Algo como un espejismo interno de imágenes de naturaleza visionaria surgirá en los pensamientos de los seres humanos, y en la era del alma consciente estas imágenes vendrán en plena consciencia. Igual que el calor del aire del desierto crea un espejismo, del mismo modo el pensamiento humano será llevado de una manera que conduce a una comprensión de lo que es el aire caliente, el elemento calórico aéreo.

Podemos decirlo de esta manera: mientras que en los tiempos Atlantes el ser humano percibía lo divino en el elemento fluido-sólido, lo que significa más en la materia externa, física, en la cuarta época post-Atlante, la época Greco-Latina, el ser humano percibía el espíritu en las maravillosas formaciones del elemento fluido-aéreo; y ahora, en la quinta época post-Atlante, cuando será el alma consciente la que perciba, experimentaremos cómo cada vez más aparecerá en nuestra consciencia lo que es el elemento aéreo-fogoso, el aire calórico. Esto provocará que lo que los Griegos experimentaban en el alma, y lo que los habitantes de la Atlántida experimentaban en el cuerpo, se aparezca a los seres humanos ahora en poderosas imágenes espirituales.

Así pues se acerca un tiempo en la evolución humana en que aparecerán visiones que son claras como pensamientos, visiones sobre tiempos terrestres primitivos y sobre el origen del ser humano, y todo lo relacionado con esto. La visión de Darwin que atribuía una humilde ascendencia al ser humano basada enteramente en una simple línea de razonamiento será superada por las visiones internas, por el desarrollo de maravillosas imaginaciones que surgirán del calor humano interno vinculado con el proceso respiratorio, como pensamientos visionarios vívidos, coloreados llenos de significado. El ser humano sabrá lo que una vez fué por medio de la visión de algo parecido a un reflejo de la época Greco-Latina, y después se remontará a lo que hubo en la Atlántida.

Ya veis, queridos amigos. Esta visión nos concierne muy directamente, pues comenzará a suceder en la próxima etapa de la humanidad. Como esta visión está tan cerca de nosotros, nos encontramos mirando en el corazón del escritor del Apocalipsis. La visión que está a punto de comenzar es lo que describe en la imagen de la mujer vestida con el sol con el dragón bajo sus pies, y dando a luz a un hijo varón3. (Apo. 12, 1)

A través de lo que se expresa en esta imagen, muchos individuos se convertirán ciertamente en videntes aún en el curso de este siglo XX. Esta imagen irradia muchos rayos que traerán comprensión a los seres humanos. Primero brilla hacia la época Greco-Latina, donde en el nivel anímico se preparó una comprensión para la forma de esta imagen, tal como aparecerá en el futuro cercano. Y ha tomado toda clase de formas: Isis con el niño Horus o la madre de Cristo con el niño Cristo, pues, especialmente en la época Greco-Latina, estas cosas vivían con maravillosa profundidad en tantas metamorfosis que se hallan aún preservadas en la tradición.

En el futuro cercano, los seres humanos mirarán atrás a la clase de visión que tenía la gente en la cuarta época post-Atlante cuando veían esta imagen en las nubes, en el elemento aéreo-fluido. Mirando hacia atrás incluso más lejos, verán lo que vivía en los procesos físicos de la Atlántida. Esta imagen de la mujer vestida con el sol dando a luz a un hijo varón, y con el dragón bajo sus pies, será vista como a través de una especie de telescopio espiritual, una especie de lente ocular, apuntando hacia un pasado distante en el que el elemento terrestre, físico, estaba vinculado con el elemento supraterrenal, cósmico. En aquellos tiempos había un contacto mucho más íntimo entre la tierra y el mundo de los planetas y el sol.

Como sabemos, durante el período de la evolución terrestre en que se recapitulaba la condición de antiguo Saturno hubo muchas características de Saturno en la existencia terrenal, aunque en una forma más densa. Durante el segundo período de la evolución terrestre que trajo con él la recapitulación de la condición Antiguo Sol, el sol, que había estado vinculado a la tierra durante Saturno, se separó de la tierra, y con él se fueron todos los seres pertenecientes a la esfera solar. En el tercer período de la evolución de la tierra, el período Lemúrico, la luna, también, se separó de la tierra, de tal modo que esta triada de tierra, sol y luna se convirtió en la realidad para el período subsiguiente de la tierra. Podéis ver en mi libro Ciencia Oculta4 cómo los planetas llegaron a añadirse también. Es también necesario considerar todos los procesos que he descrito en relación con el regreso de las almas humanas durante el período Atlante. Estos son procesos terrestres vistos desde la perspectiva terrenal.

Hay también algo más que deberíamos añadir. Desde el Misterio del Gólgota, queridos amigos, los iniciados que han comprendido los secretos cósmicos han contemplado a Cristo como un Ser Solar que estaba relacionado con el sol antes del Misterio del Gólgota, y los sacerdotes de los Misterios de tiempos pre-Cristianos miraban al sol cuando querían estar unidos con Cristo. Pero desde el Misterio del Gólgota, Cristo ha sido el Espíritu de la Tierra. Debemos buscar ahora a Cristo, el Ser Solar, en la vida y el trabajo terrestre, mientras que aquellos que querían verle y estar en comunión con Él antes del Misterio del Gólgota tenían que elevarse hasta el sol.

Este Espíritu Solar, que es correctamente considerado masculino en la forma en que vino a la tierra – y ha habido también sucesos similares en tiempos anteriores, y lo he mencionado a menudo- es descrito brillantemente en la visión del escritor del Apocalipsis, aquella profunda visión que aparece con una inmediatez casi tangible en medio del período Atlante y permanece allí como una brillante aparición física. Después de aquel momento del tiempo los sabios de los Misterios veían, cuando miraban al sol, cómo Cristo estaba desarrollándose y madurando allí, hasta el punto en que fue capaz de pasar por el Misterio del Gólgota. Lo que veían cuando miraban hacia aquel punto en la evolución durante los tiempos Atlantes era un nacimiento que estaba teniendo lugar en el cosmos dentro del sol.

Antes de ver el nacimiento de Cristo como un ser masculino en el sol a mediados del período Atlante, los sacerdotes veían un ser femenino en el sol. El importante cambio que tuvo lugar a mediados del período Atlante es que antes de la mitad de aquel período se veía a la mujer cósmica en el aura espiritual del sol, “la mujer vestida con el sol”. Enfocándolo de esta manera se corresponde exactamente con lo que sucedió en el mundo supraterrenal, en los cielos: “La mujer vestida con el sol dando a luz a un hijo varón”. El escritor del Apocalipsis lo llama correctamente un hijo varón, y este es el mismo ser que posteriormente pasó a través del Misterio del Gólgota y que había pasado anteriormente a través de otras formas de existencia. Lo que tuvo lugar durante aquel período Atlante fue una especie de nacimiento, y en realidad fue una complicada especie de metamorfosis. Uno veía cómo el sol daba a luz a aquello que era masculino en él, a aquello que era de la naturaleza de un hijo. ¿Pero qué significa esto para la tierra? A mediados del período Atlante había por supuesto un sentimiento bastante distinto de lo que es la existencia del sol. Hoy en día el sol es contemplado como un conglomerado de cráteres y masas ardientes; lo que los físicos de hoy describen es una abominación. Pero en aquellos tiempos los iniciados veían lo que acabo de describir. Ellos veían realmente a la mujer vestida con el sol, con el dragón bajo sus pies, y dando a luz a un hijo varón. Aquellos que vieron y comprendieron esto dijeron: Para los cielos eso es el nacimiento de Cristo, para nosotros es el nacimiento de nuestro ‘Yo’. Dijeron esto aunque el ‘Yo’ sólo entró en el ser humano mucho más tarde.

Desde aquel momento a mediados de la época Atlante, la evolución ha significado que los seres humanos se han hecho cada vez más conscientes de su ‘Yo’. Por supuesto no eran tan conscientes de ello como lo somos hoy, pero en una manera más elemental se hacían cada vez más conscientes de ello cuando los sacerdotes de los Misterios les mostraban: el sol enciende el ‘Yo’ en el ser humano. A través del nacimiento mostrado por el escritor del Apocalipsis en aquella imagen, el ‘Yo’ era continuamente encendido desde el exterior a través de la forma en que el sol actuaba, justo hasta la cuarta época postAtlante en que el ‘Yo’ hubo entrado finalmente en el ser humano. Se sentía que el ser humano pertenecía al sol. Este era un sentimiento que conectaba profundamente con la naturaleza humana.

Habiéndonos hecho tan enclenques en nuestra vida anímica hoy, no podemos imaginar cómo surgían e irrumpían las experiencias anímicas de los seres humanos en épocas pasadas. Como resultado de la recepción del ‘Yo’ proveniente del cosmos, los seres humanos de la tierra sentían que toda su naturaleza anterior había sido transformada. Anteriormente habían dependido de su cuerpo astral, de lo que vivía en lo astral, y ello actuaba en el alma-espíritu de tal forma que los seres humanos en aquellos tiempos veían esta imagen: Aquí (Pizarrón 4) está el ser humano, y por encima de él está el sol; el ‘Yo’ no ha llegado aún, y lo que actúa bajando del sol es astral. El ser humano llevaba en él el cuerpo astral, que provenía del sol, y ese cuerpo astral aún no estaba gobernado por el ‘Yo’, de tal manera que aún tenía emociones animales, aunque más refinadas. Pero a partir de ahora es un ser humano enteramente distinto, se ha convertido en ‘Yo’, mientras que lo que burbujeaba a través de él anteriormente era el cuerpo astral. Todo ello provino del sol.

Imaginemos ahora algo que dibujaré como un diagrama (Pizarrón 4, abajo a la izquierda): Aquí hay una imagen del sol en los antiguos tiempos Atlantes, lleno de luz viviente y brillante, burbujeando y moviéndose en la mitad inferior del ser solar; a partir de esto, nace algo en la parte superior, se sentía el indicio de una cara aquí. Abajo en el ser del sol el ser humano sentía el origen de todas las emociones surgiendo en su propio cuerpo astral, pero también de todo lo que le dió su ser anímico y espiritual. La siguiente fase, mostrando cómo se veía el sol posteriormente, habría sido algo así (Pizarrón cuatro, abajo en el medio): emergiendo más claramente, haciéndose más definida su cara, y asumiendo la forma de una mujer. Veis –no con mucha claridad aún- lo que habrá de desarrollarse en el ser humano como resultado de la toma de control del ‘Yo’. El espacio de abajo, retorciéndose como un animal, se va haciendo cada vez más pequeño hasta que llega finalmente un momento en que la mujer está en el sol y da a luz al hijo varón; y bajo los pies de la mujer está lo que había allí anteriormente (Pizarrón 4); la mujer en el sol, dando a luz al ‘Yo’, mostrando la imagen de cómo el dragón puede ser controlado, el mundo astral del período anterior que ahora está bajo sus pies.

Allí en el sol, en aquel momento, comenzó la lucha entre Micael y el dragón. La consecuencia de esto fue –y fue evidente perfectamente en lo físico- que todas las cosas en el sol se movieron gradualmente hacia la tierra y se convirtieron en ingredientes de la misma, en contenido terrenal que regía al ser humano en su inconsciente mientras en su consciencia entraba cada vez más el ‘Yo’.

Lo que tuvo lugar cósmicamente de este modo en el período Atlante encontró su contra-imagen mitológica en la época Greco-Latina. En la siguiente época que sigue inmediatamente a la nuestra, los seres humanos serán capaces de experimentar retrospectivamente la imagen anterior de Isis con el niño Horus, que después se convirtió en la imagen de la Virgen con el niño Jesús. Los seres humanos verán en esta imagen a la mujer vestida con el sol, y el dragón bajo sus pies, el dragón que fue arrojado a la tierra por Micael y que ya no puede encontrarse en los cielos. Esta imagen, que cambiará, aparecerá en el momento en que el dragón sea liberado de sus cadenas y cuando suceda lo que describí ayer. Es un hecho que la humanidad experimentará una visión profundizada de los tiempos primitivos de la tierra y de los orígenes de la humanidad, y al mismo tiempo también una visión etérica del Ser de Cristo, pues durante la época de Micael tendrán lugar aquellos sucesos que el escritor del Apocalipsis insinúa cuando habla de Micael arrojando al dragón a la tierra, donde actúa dentro de la naturaleza del ser humano. Micael, sin embargo, se preocupará por aquella parte de la naturaleza humana que él ha hecho caer como criatura del dragón.

Queridos amigos, tratemos de imaginar vívidamente lo que esto significa. Miremos una vez más en el período Atlante. El escritor del Apocalipsis lo hace por delante de nosotros. Él tiene la visión de la mujer vestida con el sol, dando a luz al niño Jesús y con el dragón bajo sus pies. Esta imagen se debilita cada vez más según avanza la época Atlante. Al final del período Atlante surgen los nuevos continentes del océano, los continentes que contienen las fuerzas a través de las cuales los seres humanos han caído en los diversos errores del período post-Atlante. Del océano surge la Bestia de las siete cabezas (Apo. 13, 1), y una tierra séptuple surge del océano, haciendo hundirse al ser humano por medio de los vapores que surgen espiritualmente de la tierra a partir de las emociones del ser humano.

El escritor del Apocalipsis también ve el cataclismo Atlante en la forma de esta Bestia de siete cabezas surgiendo del mar, y esto reaparecerá en el futuro cuando lo que se está indicando ocurra de nuevo en la época de Micael. El escritor del Apocalipsis está hablando de sucesos completamente nuevos que son de mucha importancia para nosotros en relación con la vida espiritual de la humanidad. El contenido de esta imagen en particular está conectado con el Ser de Cristo.

Nos estamos aproximando a una época en que veremos una vez más cómo el espíritu vive en el reino terrestre, veremos cómo los procesos espirituales que actúan en la Transubstanciación serán capaces una vez más de aparecer ante las almas de los seres humanos. Especialmente en la Transubstanciación aparecerá el reflejo terrenal de lo que ha tenido lugar en las regiones celestiales, de tal forma que lo que ha sucedido desde mediados del período Atlante no es sino una pequeña parte de todo lo que está conectado con el Ser de Cristo. Entonces se comprenderá cómo una metamorfosis como la que está teniendo lugar en la Transubstanciación se hace posible cuando uno considera lo que hoy es físico y químico como un mero episodio, y cuando uno relaciona la Transubstanciación con algo enteramente diferente de lo que es aparentemente material.

De esta forma profundicemos nuestra conmemoración del primer Acto de Consagración del Hombre de hace dos años, esta conmemoración de lo que verdaderamente descendió del cielo y brilló en el cielo desde el período Atlante, esta conmemoración de lo que apareció en las nubes de la época Greco-Latina, del Cristo que camina sobre la tierra y es captado por los seres humanos en sus visiones, del Cristo que camina etéricamente sobre la tierra en nuestro tiempo y que puede ser captado por los seres humanos en Imaginaciones, en visiones. El Cristo está presente en la Transubstanciación y estará cada vez más presente para los seres humanos. Los procesos que he descrito hoy comprenden los senderos a través de los cuales el Cristo entró gradualmente en los sucesos de la evolución terrestre.

Tomemos esto en una especie de imagen interior festiva en memoria del primer Acto de Consagración del Hombre celebrado en el Goetheanum hace dos años.

1 Rudolf Steiner habló en gran detalle en lo relativo a esto en la conferencia del 7 de noviembre de 1915, en El Movimiento Oculto del Siglo XIX (GA 254). Editorial Antroposófica, 1988

2 Ver conferencias especialmente en el Volumen 4 de Relaciones Kármicas.

3 Se puede encontrar más sobre esta imagen en el artículo de Steiner en el congreso teosófico de Munich en LuziferGnosis, Nº 34 (verano de 1907) y en la conferencia del 21 de mayo de 1907. Estos están incluidos en Bilder Okkulter Siegel und Saulen. Der Münchener Kongress Pfingstein 1907 und seine Auswirkungen (GA 284), Dornach 1933. Ver también Signos y Símbolos Ocultos, conferencia del 16 de septiembre de 1907.

4 Ciencia Oculta: un Esbozo, (GA 13), Editorial Rudolf Steiner, capítulo “El Hombre y la Evolución del Mundo”.


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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919