GA346 3ª Condiciones anteriores y futuras de la consciencia

Rudolf Steiner

Tercera conferencia

Dornach, 7 de septiembre de 1924

Ayer consideramos el importante punto de inflexión que surgió en la evolución humana, debido a que desde la tercera época de Misterios en adelante, la participación del ser humano en el mundo cósmico, a través del acto de consagración del hombre –es decir, en la Transubstanciación— tenía lugar en el cuerpo astral, ese miembro del ser humano que durante el sueño, para la consciencia ordinaria, sale del cuerpo físico y que durante el tiempo que está separado del cuerpo físico no es receptivo a las percepciones del mundo circundante.

Aclaremos cómo este cuerpo astral actúa en nosotros hoy. Es el cuerpo astral el que nos trae los pensamientos sobre lo que nos rodea, los pensamientos a través de los cuales comprendemos el mundo. El momento en que el cuerpo astral sale de nuestro cuerpo físico y de nuestro cuerpo etérico, los pensamientos sobre nuestro entorno ya no están allí.

Esta comprensión puede ser complementada añadiendo que la organización del ‘Yo’, el ‘Yo’ de los seres humanos como está constituido hoy, es el recipiente de las impresiones sensoriales. Las impresiones sensoriales se desvanecen cuando la organización del ‘Yo’ se retira de los cuerpos físico y etérico. Se podría dibujar así: Este es el cuerpo físico del ser humano, y aquí está su cuerpo etérico.

Durante el sueño el cuerpo astral y la organización del ‘Yo’ están fuera de ellos. Cuando estamos despiertos esta organización del ‘Yo’ nos proporciona las sensaciones y las impresiones sensoriales. Las impresiones sensoriales no están allí cuando dormimos porque la organización del ‘Yo’ no está presente en los cuerpos físico y etérico y porque la organización del ‘Yo’ no es receptiva a impresiones de nuestro entorno mientras estamos dormidos. El cuerpo astral sólo proporciona los pensamientos mientras está en el cuerpo físico y etérico. Cuando está fuera, éstos no son sensitivos a las cosas del mundo y no proporciona ninguna impresión.

En la tercera época de Misterios, cuando el ser humano (el sacerdote) iba a entrar en contacto con los seres espirituales divinos a través del Verbo cultual por medio de todos los ejercicios preparatorios, era este cuerpo astral el que se volvía receptivo a elaborar la Transubstanciación dentro de sí mismo en la Comunión, y a través de esta elaboración de la Transubstanciación se hacía receptivo al apocalipsis, a la revelación.

Comenzando con nuestra época actual, ahora debe tener lugar la misma clase de proceso en la organización del ‘Yo’ de los seres humanos. Esta organización del ‘Yo’ debe estar constituida de tal manera que nos permita experimentar la Transubstanciación, incluso aunque en la consciencia ordinaria sólo se puedan percibir impresiones sensoriales a través de ella. De estar constituida de una forma tal que la permita participar en el apocalipsis, a través de la Transubstanciación.

El ser humano puede, ciertamente, hacerse receptivo a esto hoy; el ser humano puede convertirse genuinamente en un sacerdote si asume en su interior imágenes que son verdaderas imágenes espirituales del mundo suprasensible. Al decir esto, básicamente, hemos señalado la conexión interna entre un esoterismo que existe correctamente hoy y aquello que debe vivir en el alma del sacerdote. Hemos señalado lo que puede hacer que la Comunidad de Cristianos se convierta en el portador de una parte importante de los nuevos Misterios. Debemos tener en cuenta, sin embargo, cómo está constituida la Antroposofía, que se está acercando hoy en día a los seres humanos.

A menudo he citado una cierta imagen al decir: La gente hoy está inclinada a aceptar como conocimiento todo lo que pueda, de alguna manera, ser apoyado por la percepción externa, por los experimentos científicos. No quieren aceptar como conocimiento lo que no puede ser apoyado por la percepción externa o el experimento. Pero la gente que tiene esta actitud se parece a alguien que dice: Toda piedra de la tierra necesita apoyo si no quiere caerse; por tanto, los planetas en el universo deben también estar apoyados para no caerse. Que los planetas se apoyan unos a otros en el universo sin ningún apoyo está aceptado como algo habitual hoy, porque esto es lo que se enseña tradicionalmente, sobre una buena autoridad. El hecho, sin embargo, de que las verdades antroposóficas son tales que no necesitan ser apoyadas por la observación externa o por los experimentos científicos, sino que aquellas se apoyan mutuamente las unas a las otras, lo cual es generalmente puesto en duda.

Tan pronto como podamos aceptar que las verdades antroposóficas son válidas porque una verdad apoya a otra, de tal modo que las verdades se dan apoyo mutuo unas a otras, cuando llegue el momento en que podamos aceptar esto, podremos comenzar a desistir de repetir esa desafortunada frase que afirma: como no puedo aún ver el mundo espiritual, no puedo comprender el contenido de la Antroposofía. Cuando llegue este momento comenzaremos a comprender la Antroposofía a través de la manera en que sus verdades se apoyan las unas a las otras, y entonces podremos profundizar mucho más en ella.

Esta tarea de profundizar hondamente en el conocimiento sobre el mundo espiritual dada por la Antroposofía es la tarea que puede, y de hecho debe, conducir a los sacerdotes a su sendero interno. Sólo necesitamos darnos cuenta de que la disposición, la actitud del alma en la que entramos, cuando honestamente hacemos nuestra la Antroposofía, es una manera adecuada de aproximarse a algo como el Libro del Apocalipsis. El libro del Apocalipsis es único, pero cuando permito que actúe en mí cada una de sus imágenes, cada Imaginación se hace una con mi propio ‘Yo’. Entonces llega el momento en que esta revelación puede ser no sólo la experiencia del ‘Yo’ humano sino también su creación. Lo que tenemos que hacer es aproximarnos a este Libro de las Revelaciones de una manera antroposófica. Hoy no hay otra manera de poder tener acceso a él.

Intentemos ahora entender espiritualmente unos pocos puntos importantes del Libro del Apocalipsis.

La frase ‘Yo soy el Alfa y el Omega’ (Apoc. 1,8) sólo es comprensible si sabéis que en tiempos remotos el sonido A [Ah] no era la parte abstracta, separada, sin significado de una palabra, como lo entendemos hoy en día, sino un sonido de importancia suficiente como para tener su propio nombre.

La humanidad ha tratado los sonidos del habla, que abarcan un misterio inmenso, de una manera peculiar. La humanidad ha tratado los sonidos del habla como la policía trata a los criminales, dando a cada sonido un número, igual que los criminales son numerados cuando son encerrados en sus celdas. Al perder sus nombres y obtener a cambio números, los sonidos del habla han perdido su naturaleza interna. Es una manera pictórica de expresarlo, pero es completamente cierta.

Si retrocedemos más allá de los tiempos Romano-Latinos cuando a los sonidos del lenguaje se les asignaban números, llegamos a épocas en que la humanidad era plenamente consciente –y en hebreo este era ciertamente el caso– de que era perfectamente apropiado que un sonido del lenguaje tuviera su propio nombre, de tal modo que pudiera ser llamado Alfa –o Aleph en Hebreo– porque era un ser, algo divino, un ser suprasensible. Cuando miramos con mayor detenimiento este primer sonido de lo que ahora llamamos el alfabeto, tendremos que experimentar un desarrollo espiritual de conceptos antes de que podamos llegar a lo que realmente es Alfa.

En la Antroposofía describimos cómo la evolución terrenal vuelve a condiciones planetarias de consciencia anteriores a la tierra, conocidas como Luna, Sol, y antiguo Saturno. Al considerar la evolución del mundo tratamos de traer a la luz lo que está vinculado con la evolución del ser humano. En Antiguo Saturno encontramos la primera semilla humana cósmica que, después de múltiples transformaciones a través de las condiciones de consciencia de Sol, Luna y Tierra, se ha convertido en el cuerpo físico humano que conocemos hoy en día. El ser humano existía en Antiguo Saturno como un comienzo de semilla primitiva.

Es importante para aquellos de nosotros que seria y honestamente queremos penetrar en la verdad de estos asuntos preguntarnos a nosotros mismos: ¿Qué experimentó esta semilla primitiva del ser humano en Antiguo Saturno? La vida en Antiguo Saturno seguía su curso en variaciones calóricas. En las diferenciaciones de calor y frío los seres humanos absorbían temperaturas cambiantes. Vivían en condiciones que les decían mucho del calor y el frío del cosmos y también mucho sobre el espíritu, pero sólo aquel reino del espíritu que actuaba en las variaciones de calor y frío.

Moviéndonos desde Antiguo Saturno a Antiguo Sol encontramos que los seres humanos ahora vivían en un cuerpo físico que estaba diferenciado en calor y aire, de tal forma que en Antiguo Sol tenían un organismo consistente en éter calórico y el elemento aire. Había así una diferenciación dentro de los seres humanos mismos. El ser humano se hizo internamente más rico. No sólo percibía las diferencias de temperatura, como en la condición planetaria Antiguo Saturno, sino que ahora aparece algo que podría llamarse una interioridad. Los seres humanos en Antiguo Sol percibían calor, pero también percibían una especie de ritmo respiratorio interno dentro de ellos mismos, que a su vez expresaba secretos del cosmos, era una imagen especular de secretos cósmicos.

Podemos ver cómo el ser del hombre crece con más riqueza según se desarrolla desde la condición de Antiguo Saturno hasta la condición de Antiguo Sol de la Tierra, y crece con mayor riqueza según se desarrolla desde la condición de Antiguo Sol a la de Antigua Luna y hasta la condición de la Tierra. Este ser del hombre crecerá aún más al desarrollarse a través de las futuras condiciones planetarias de Júpiter y Vulcano.

¿Cuál fue la relación del ser humano con el mundo en Antiguo Saturno? Su relación con el mundo en Antiguo Saturno fue tal que cuantitativamente experimentó infinitamente muchas variaciones en temperatura, pero no muchas cualitativamente. Había todavía poco de lo que es el mundo en el ser humano. Existía, era humano, podríais decir que era simplemente humano, no teniendo mucho del mundo en él todavía. Pero cuando avanza a través del Sol, la Luna y la Tierra, hasta Júpiter, su ser interno se llenará cada vez más con el mundo. Su vida se tornará cada vez más enriquecidamente dotada de mundo. Ahora, aquí en la tierra, ya tenemos un buen pedazo de mundo en nosotros. Y cuando la condición Tierra haya alcanzado la etapa en la que se disolverá una vez más, los seres humanos tendrán un gran pedazo de macrocosmos en ellos que habrá sido trabajado laboriosamente en imágenes terrenales.

Nosotros ya llevamos una parte del cosmos en nosotros, sólo que no lo sabemos con nuestro conocimiento ordinario. Según progresamos hacia el conocimiento espiritual a través de la Imaginación, la Inspiración y la Intuición, nuestras experiencias internas serán cada vez más maravillosas y magnificentes en nuestra alma. Simplemente considerad el ojo humano como es conocido para nuestra consciencia ordinaria hoy. Aunque este ojo humano es un cosmos en cada uno de sus detalles, maravilloso y magnificente como el macrocosmos. Incluso sólo en el cuerpo físico cada órgano se revela como todo un maravilloso mundo. Cuando un ser humano mira a su alrededor como un iniciado, ve un mundo allí abajo con elementos y allí arriba con estrellas, con el sol y la luna. Cuando mira en sí mismo ve cada órgano, ojo, oído, pulmones, hígado, etc., cada uno de ellos un mundo por derecho propio. El cuerpo físico del ser humano es un tremendo entretejer e interpenetración de mundos, mundos que están completos, mundos que están, aunque sólo estén presentes en forma de semilla, mundos que son perceptibles sensorialmente, ya sea en forma suprasensible a medias o en forma completamente suprasensible. Según progresa el ser humano a través de muchas evoluciones reúne cada vez más mundos en sí mismo.

Podemos discernir el ser humano al comienzo de Antiguo Saturno justo en el comienzo del ser humano, con ningún mundo todavía en él. Lo primero que sintió durante la evolución de Antiguo Saturno fue que él era un cuerpo de calor; él percibía las dimensiones de este cuerpo calórico. Expresado en un diagrama podríamos decir que en Antiguo Saturno el ser humano se sentía a sí mismo como calor, pero gradualmente, habiéndose sentido al principio como una especie de molusco calórico, él notaba algo como una colección de diferentes temperaturas, y después algo como una piel exterior, una piel calórica, aunque algo más fresca en temperatura que el calor del interior. Él sentía en su interior estar algo más caliente, con múltiples variaciones, mientras que la piel calórica exterior tenía un calor de menor intensidad.

Podemos describir todo esto en el lenguaje de hoy, pero hay algo abstracto en nuestro lenguaje. Carece del poder de encantamiento con el que conjurar ante nuestras almas la magnificencia de tales imágenes cuando miramos en eones pasados justo hasta Antiguo Saturno. Aquellos que son conmovidos incluso ligeramente por estas visiones también serán conmovidos por la sagrada reverencia con la que tales cosas se trataban en los Antiguos Misterios. Tan tardíamente como en los Misterios ctónicos de la antigua Grecia estas cosas eran tratadas de una manera que reconocía al ser humano de Antiguo Saturno que aún no poseía la piel calórica, y sabían sobre este ser humano de Antiguo Saturno que la primera cosa que tomó para sí mismo del mundo circundante fue la piel calórica que imitaba al mundo en su configuración. Esa fue la primera cosa que el ser humano asumió del mundo.

Cuando el ser humano era aún un ser calórico, ¿qué parecían estas experiencias internas subjetivamente en el alma? Su experiencia interna era puro asombro sobre el mundo. La única manera de expresar lo que experimentaba es decir que era puro asombro. El calor no puede ser comprendido como otra cosa que puro asombro. Externamente es calor, internamente es experimentado como puro asombro. Es sólo a causa de que la gente se ha vuelto tan tosca en sus conceptos que hablan sobre la incapacidad de explicar la ‘cosa en sí misma’ como hizo el viejo Kant. La ‘cosa en sí misma’ del calor es asombro, y el ser humano de Saturno era tanto asombro como calor. Vivía en el asombro, en estupefacción sobre su propia existencia, pues él estaba justo embarcándose en esta existencia. Esto es Alfa: el ser humano de Saturno, el ser humano calórico viviendo en el asombro. Y lo primero que el ser humano experimentó como mundo, como el alojamiento exterior proporcionado por el mundo, la piel, esto es Beta, el ser humano en su casa, en su templo. La casa fue lo primero que el ser humano recibió del mundo: la piel, Beta.

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Si procedemos de esta manera a través de todo el alfabeto, procedemos a través del mundo. Después de tomar gradualmente en sí mismo todo lo que es mundo y de llenar todo su ser con él, cuando llegue a Vulcano habiéndose unido con el contenido completo del mundo, de este gran Todo al que pertenece, el ser humano se habrá convertido en el que era al comienzo de la condición de Saturno más todo el mundo. Será Alfa y Omega, el hombre que une en sí mismo todo lo que es mundo. Al decir ‘Yo soy Alfa y Omega’ en la manera en que el Libro del Apocalipsis de Juan lo hace, hemos designado lo que el ser humano será al final de la condición de Vulcano. Al final de la condición de Vulcano al ser humano, también, le será permitido decir: Yo soy Alfa y Omega.

Miremos lo que nos hemos imaginado como el comienzo, el medio y el final de la evolución de la humanidad, miremos esto en conjunción con el Misterio del Gólgota. En el ser que encarnó en Jesús a través del Misterio del Gólgota tenemos en el mundo –apenas a medio camino de la evolución humana– un ser que ya está en la etapa de la evolución del mundo que el ser humano habrá alcanzado al final de la condición de Vulcano. Tenemos un ser como un dios, tal como lo será el hombre al final de la condición de Vulcano.

¿Qué es ser dios comparado con el ser humano? Ser dios comparado con el ser humano significa que en la corriente del tiempo el dios es aquello que el hombre será posteriormente. No digáis que esto es equivalente a bajar al dios al nivel del hombre o incluso hacer al dios a partir del hombre. El dios no se convierte en hombre. Para la visión suprasensible el tiempo es realidad simultánea, aunque esto pueda sonar paradójico. El intervalo entre el hombre y dios se demuestra por lo que sucedió en el tiempo del Misterio del Gólgota. Al tratar de comprender tales cosas uno no debe relacionar entre sí tiempos diferentes, ni seres que pertenecen a tiempos diferentes.

En escritos como el Libro del Apocalipsis de Juan se expresan muchas cosas aún en el lenguaje de los Misterios, así que sólo pueden ser comprendidas si el significado puede ser descifrado a partir del lenguaje de Misterios. No es sorprendente que el escritor del Libro del Apocalipsis hablara en el lenguaje de Misterios, pues en su día la gente aún estaba familiarizada con él. Sabían que los sonidos del lenguaje eran seres suprasensibles, que Alfa es el ser humano como ser suprasensible al comienzo de su existencia, que cuando nos movemos de Alfa a Beta, nos movemos del ser humano al mundo, incluyendo el mundo divino, y que cuando nos movemos a través de todos los sonidos del alfabeto hasta Omega estáis tomando en vosotros mismos la totalidad del mundo divino.

Es un hecho inquietante hoy que los sonidos del lenguaje no sean sino nimiedades en lo que nos concierne. ¿Qué son los sonidos del lenguaje sino nimiedades hoy en día? No sabéis mucho si sólo conocéis el ABC. Tales cosas son nimiedades, pero son nimiedades que apuntan hacia atrás a un comienzo donde había seres divinos, espirituales. El alfabeto completo era la suma de esos seres divinos, espirituales. Los sonidos eran dioses, resonando hacia el ser humano desde todas partes, sonidos tales como A, B, Alfa, Beta: el ser humano, el ser humano en su hogar, etc. Alfa y Omega: el ser humano con el mundo entero. Cuando los pronunciaban, los seres humanos experimentaban los sonidos del lenguaje como aquello que los llenaba de espíritu.

El último resto del espíritu divino viviente en los sonidos estaba aún presente cuando se entonaba el culto en la tercera época de Misterios. En la parte más temprana de aquella era esto se entendía aún bien. Cuando los seres humanos entonaban, uno tras otro, los sonidos de lo que es hoy nuestro alfabeto abstracto, tradicional, estaban entonando el Verbo cósmico. A través de lo que entonaban se unían con todos los dioses. En el comienzo fue el Verbo, esto significa lo mismo que cuando Cristo dice: ‘Yo soy el Verbo’, o ‘Yo soy el Alfa y el Omega’.

El Libro del Apocalipsis está escrito en el lenguaje de los Misterios, así que utiliza expresiones que se remontan a los grandes tiempos en que los seres humanos sentían que el macrocosmos era un Todo universal hablado. Los sonidos del lenguaje, que en tiempos antiguos denotaban la más alta espiritualidad para los seres humanos, han sido reducidos a insignificantes sombras hoy. Debemos aprender a sentir lo que ha sucedido. Los sonidos están ahí, pero los dioses ya no están en los sonidos en lo que concierne a los seres humanos. Los dioses se han alejado de los sonidos. Seres Ahrimánicos están ahora ocultos de una manera demoníaca en los sonidos de nuestro lenguaje. El mito popular de que los sonidos de nuestro lenguaje contienen algo de magia negra si pueden mantenerse rígidos es algo que tiene fundamento. Esto es mantenido correctamente por la imaginación popular saludable, pues los sonidos divinos del pasado se han ahrimanizado. Los dioses de la antigüedad se han alejado de los sonidos y seres ahrimánicos han entrado en ellos. Si no podemos encontrar el camino de vuelta de esta relación, entonces incluso a través del habla los seres humanos estarán cada vez más parasitados de poderes ahrimánicos.

Estos son la clase de sentimientos con los que debemos acercarnos al Libro del Apocalipsis. Sólo entonces el contenido que éste sitúa ante nuestras almas será revelado en todo su poder y grandeza. ¿Pues qué es lo que el escritor del Apocalipsis quiere? Quiere lo que todos aquellos que hablan correctamente sobre Cristo a partir del conocimiento genuino también quieren.

Juan quiere presentar a Cristo a la humanidad. Atrae la atención hacia el hecho de que Cristo está aquí. Él comienza el Libro del Apocalipsis diciendo que Cristo está aquí. Traducidas a nuestro lenguaje, las primeras palabras del Libro del Apocalipsis significan simplemente: ¡Contemplad la aparición de Jesucristo! ¡Mirad, quiero mostraros esta aparición de Jesucristo que Dios ha dado!

Lo primero que el escritor del Apocalipsis hace a su manera, de forma apocalíptica, es señalar que Cristo desea aparecerse ante la humanidad. Pero entonces dirige inmediatamente la atención al hecho de que no sólo pretende anunciar la aparición, la Imaginación de Jesucristo, que hasta cierto grado presupone la habilidad de ver espiritualmente, sino que también pretende dirigir la atención hacia el hecho de que el poder del mundo divino que ha traído esta aparición al mundo también ha traído una descripción en palabras de esto que se ha hecho visible al ojo espiritual.

Estas palabras, que son del mismo Dios, son la interpretación de la aparición de Jesucristo, y Dios las ha enviado a través de un ángel a su siervo Juan. Así es como debemos comprender el comienzo del Libro del Apocalipsis.

Realmente, hay dos cosas en cuestión. Primero está el asunto de una Imaginación, una imagen de Cristo, y en segundo lugar está el asunto del mensaje de Cristo. Lo que se dice en la segunda frase –aquello que Juan presenció y que él atestigua– es la aparición de Cristo y la interpretación de su aparición: Cristo en una imagen y Cristo descrito en palabras. La intención del escritor del Apocalipsis es situar ante los seres humanos a Cristo en una imagen y en palabras.

Esto apunta inmediatamente a algo que era obvio para la gente de aquellos tiempos pero que mientras tanto se ha perdido completamente para la humanidad. En nuestra paupérrima psicología hablamos hoy de una percepción sensorial y de una imagen mental. Y para hacer el asunto lo más empobrecido posible la gente dice que las percepciones sensoriales son provocadas por los sentidos, y que las imágenes mentales son producidas por los seres humanos en su mente. Todo es simplemente subjetivo; no hay nada cósmico. La gente puso las interpretaciones de Kant sobre un mundo rico y olvidó completamente que los seres humanos existen en medio del universo.

El elemento intuitivo del Verbo se ha marchitado en nosotros para convertirse en imágenes mentales empobrecidas, el elemento intuitivo del Verbo es la segunda cosa enfatizada por Juan, testificada por Juan. El escritor del Apocalipsis nos presenta la aparición de Cristo como lo que podríamos llamar una percepción de lo suprasensible. Debemos por tanto decir:

  • Ver la aparición de Jesucristo, dada por Dios para mostrar a sus siervos lo que debe suceder en el transcurso de un corto espacio de tiempo.

Explicaré estas palabras después.

Dios lo ha puesto en palabras y lo ha enviado a través de su ángel a su siervo Juan. Juan ha sido testigo del Verbo de Dios y de la aparición de Jesucristo, al que ha visto.

Juan quiere dar a los seres humanos lo que ha recibido de Dios en la letra y lo que ha visto.

Es necesario que reconsideremos la escritura del cristianismo de esta manera concreta. Y es vuestra tarea como sacerdotes –vosotros que queréis ser sacerdotes desde el más profundo y honesto impulso de vuestros corazones- traer de nuevo la concreción de vuelta a la escritura. Pues es un hecho que la gente que lee los Evangelios en el lenguaje de hoy son deshonestos si dicen que las entienden. Lo que acabo de explicaros es lo que se dice al principio del Libro del Apocalipsis.

‘Revelación de Jesucristo’, leemos en una traducción, ‘que Dios le concedió, para que mostrase a sus siervos las cosas que han de suceder pronto, dadas a conocer por medio de un ángel a su siervo Juan’[1]. Esto es lo que allí está escrito, y es proclamado a través del mundo como la formulación del Libro del Apocalipsis. Aunque nadie pueda realmente imaginarse lo que significa. Lo mismo pasa en el caso de la mayor parte de los Evangelios. Es por los esfuerzos para persuadir a la gente de que hay significado en un texto que ya no representa lo que fue originalmente escrito en él, que la gente ha llegado a creer gradualmente que uno no debería ni siquiera tratar de indagar con mayor profundidad en los Evangelios. De hecho, ¿cómo debería uno emprender dicha tarea? Si leéis los Evangelios en cualquier lenguaje moderno ya no podéis comprender nada, si sois honestos. Lo que leéis en los Evangelios en estos idiomas modernos ya no expresa nada. Uno debe volver a lo que fue escrito originalmente, como acabamos de hacer con las dos primeras frases, y haremos esto con otras frases también.

La gente también dice que para determinados pasajes de los Evangelios uno debe volver al texto griego. Bien, con todo el respeto debido a nuestros contemporáneos que hacen esfuerzos tan honestos para comprender el griego, tengo que decir que en realidad nadie puede comprender el griego antiguo hoy porque ya no tenemos en nosotros lo que los griegos tenían en ellos cuando hablaban y cuando escuchaban. Cuando escuchamos a alguien, o cuando hablamos nosotros mismos, no somos sino sacos de harina. Nos quedamos tan pasivos internamente como la harina en un saco bien empaquetado. Esto no era así en el caso de los griegos. La consciencia del griego vibraba cuando escuchaba; se hacía vivo internamente, y a partir de esta vitalidad él hablaba. Las palabras que escuchaba y aquellas que él pronunciaba eran cuerpos vivos, estaban vivas para él. Y mirad los pueblos de Oriente. Puede haber decadencia hoy en ellos, pero no son como los europeos que ya no pueden oír internamente nada en absoluto que esté vivo cuando hablan o escuchan. Escuchar un poeta oriental como Rabindranath Tagore, escuchar cómo aquella gente, incluso en sus pocos ejemplos importantes, representan el tejer interno y la vida que puede vivir en el lenguaje.

Hoy la gente cree que tienen lenguaje si poseen un diccionario con palabras inglesas en un lado y alemanas en el otro. Son perfectamente felices de escribir las palabras alemanas que se corresponden con las inglesas. No tienen la menor idea del hecho de que uno está saltando por encima de un abismo, que uno está entrando en un mundo completamente distinto, y que lo que vive en un lenguaje debería ser tratado como algo divino.

La gente debe ser consciente de esto una vez más. Entonces, internamente, exigirán regresar a aquello que vibra dentro de las antiguas comunicaciones tales como el Libro del Apocalipsis que conjura ante su alma la aparición de Jesucristo. Como una poderosa aparición, ciertamente, ésta permanecerá ante nuestra alma si podemos verla como si el elemento completo de las nubes fuera a reunirse de repente y presentársenos con un maravilloso esplendor, tomando forma humana y angélica. Como si el pasado, el presente y el futuro fueran a surgir de la sustancia de las nubes, revelando el contenido de sustancia espiritual del mundo que incluye dentro de él al ser humano, así es como se representa la aparición de Jesucristo.

La aparición es al principio de tal índole que nos quedamos silenciosos ante ella, haciéndonos uno con el mundo y dejando de existir para nuestra propia consciencia. Permanecemos ante la aparición de tal manera que sólo ella está allí, mientras que nosotros mismos nos convertimos en nada. Entonces, detrás de la aparición, nos hacemos conscientes de Dios que se revela, el Dios Padre que nos ha dado la aparición. Detrás de la aparición Él da las palabras inspiradoras. Las palabras que son la interpretación de la aparición, este es su secreto. Pero ha llegado el momento en que el secreto revelado por Dios a un ángel que lo porta hacia abajo hasta los seres humanos como un mensaje en una carta de Dios, a lo largo del mismo sendero tomado por la Inspiración de Dios a los seres humanos.

Cuando el ser humano ha quedado en silencio, ha desaparecido, ha sido absorbido en la aparición, comenzando no sólo a ser él mismo sino también a asumir internamente el mensaje de Dios, del que primero debe romper los sellos, los siete sellos que lo cierran, haciéndolo la carta de Dios que está sellada con siete sellos, cuando esto sucede, el ser humano mismo se convierte en lo que está escrito en la carta. Entonces el ser humano comienza a contemplar lo que está escrito en la carta como el ser de su propio ‘Yo’. Entonces el permanece ante la aparición lleno de ideas divinas, con el concepto divino, con la imagen espiritual interna de la aparición.

Cuando os imagináis al Sacerdote Juan ante la aparición de Jesucristo, perdiendo su identidad sin egoísmo, cuando le veis recibiendo de los ángeles la carta de Dios sellada siete veces, cuando veis surgiendo en él la decisión de romper los sellos e impartir el contenido a la humanidad, entonces tenéis la imagen, la Imaginación, que permanece al comienzo del Libro del Apocalipsis. Debemos comprender lo que él asume como el Verbo, y que es como he descrito en la Imaginación. Esto es lo que el escritor del Apocalipsis quiere impartir. Por tanto, él dice: Bendito aquel que lee y escucha las Palabras del macrocosmos, que absorbe y preserva para sí mismo lo que está escrito en el libro –si puede comprenderlo– pues el momento ha llegado.

Ha llegado ciertamente. No hay nada arbitrario en esto. Pertenece al karma de la Comunidad para la renovación cristiana que estemos ahora hablando de todo esto en relación con el Libro del Apocalipsis.

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919