GA055-5 Berlín, 13 de diciembre de 1906 -Enfermedad y muerte -Conocimiento suprasensible-

 ir al ciclo GA055
GA055 Rudolf Steiner


ENFERMEDAD Y MUERTE
5ª Conferencia
Berlín, 13 de diciembre de 1906



Hoy nuestro tema es uno que indudablemente concierne a todos los seres humanos, porque las palabras "enfermedad" y "muerte" expresan algo que entra en cada vida, a menudo como un invitado no deseado, a menudo también en un modo vejatorio, frustrante y aterrador, y presenta la muerte misma, como el enigma más grande de la existencia; de modo que cuando alguien ha resuelto la cuestión de su naturaleza, también ha resuelto esa otra pregunta: la naturaleza de la vida. Con frecuencia oímos decir que la muerte es un enigma sin resolver, un enigma que nadie resolverá jamás. Las personas que hablan así no tienen idea de lo arrogantes que son estas palabras; no tienen idea de que existe una solución al enigma que, sin embargo, no llegan a comprender. Hoy, cuando tengamos que tratar con un tema tan abarcante e importante, les ruego especialmente que tengan en cuenta lo imposible que es para nosotros hacer algo más que responder a la pregunta siguiente: "¿Qué entendemos por enfermedad y muerte? "Por lo tanto, no podemos entrar en detalles en lo que respecta a enfermedades y salud, sino que debemos limitarnos a la pregunta esencial: ¿cómo llegamos a una comprensión de estos dos importantes problemas de nuestra existencia?
La respuesta más familiar a esta pregunta sobre la naturaleza de la muerte, que ha tenido validez durante siglos pero que hoy tiene poca importancia para la mayoría de las personas cultas, está contenida en las palabras de San Pablo: "Porque el precio del pecado es la muerte". Como dijimos en conferencias anteriores, durante muchos siglos estas palabras fueron en cierto modo una solución del enigma de la muerte. Hoy aquellos que piensan en términos modernos no serían capaces de hacer nada con tal respuesta; estarían desconcertados por la idea de que el pecado -algo completamente moral y que tiene que ver solo con la conducta humana- podría ser la causa de un hecho físico o debería suponerse que tiene algo que ver con la naturaleza de la enfermedad y la muerte.
Tal vez sea útil si nos referimos a la falta absoluta de comprensión actual del texto "el precio del pecado es la muerte". Pero Pablo y aquellos que vivían en su época, no atribuían en absoluto el mismo significado que se le da hoy a la palabra "pecado". Pablo no pensaba en el pecado como una falta en el sentido ordinario ni en uno más profundo; él entendía que el pecado es algo que procede del egoísmo y el altruismo . Cada acción es un pecado que tiene egoísmo y altruismo como sus fuerzas impulsoras, en contraste con lo que surge de impulsos positivos y objetivos, y el hecho de que el ser humano se ha vuelto independiente y autoconsciente presupone el egoísmo y el altruismo. Esto debe ser reconocido cuando hacemos un estudio profundo de la forma en que piensa un espíritu como el de Pablo.
Quien no se da por satisfecho con una comprensión meramente superficial de los registros del Antiguo y del Nuevo Testamento, sino que realmente penetre en su espíritu, sabe que un método bastante definido de pensamiento -uno podría llamarlo el de filosofía innata- forma el trasfondo de estos registros. El trasfondo es algo así: todas las criaturas vivientes del mundo están dirigidas hacia un objetivo determinado. Nos encontramos con seres inferiores que tienen una actitud perfectamente neutral hacia el placer y el dolor, la alegría y la tristeza. Luego encontramos cómo evoluciona la vida, algo que está vinculado a ella. Deja que, aquellos que se estremecen con la palabra teleología, se den cuenta de que aquí no tenemos una teoría pensada sino un hecho simple: todo el reino de los seres vivos hasta llegar al hombre se está moviendo hacia un objetivo definido, la cumbre del ser viviente, que se muestra en la posibilidad de la conciencia personal.
Los iniciados del Antiguo y del Nuevo Testamento miraban hacia el reino animal; veian cómo, todo el reino se esforzaba por el advenimiento de una personalidad libre, que luego pudíera actuar a partir de sus propios impulsos. Todo lo que hace que la acción sea interesada y egoísta, está conectado con el ser esencial de tal personalidad. Pero un pensador como San Pablo diría: si una personalidad que es capaz de actuar egoístamente vive en un cuerpo, entonces este cuerpo debe ser mortal. Porque en un cuerpo inmortal nunca podría vivir un alma que tuviera independencia, conciencia y, en consecuencia, egoísmo. De ahí que un cuerpo mortal se una con un alma que tenga conciencia de personalidad y un desarrollo unilateral de la personalidad hacia impulsos hacia la acción. Esto la Biblia lo llama "pecado" y, por lo tanto, Pablo define la muerte como el "precio del pecado". Aquí, efectivamente, ven que tenemos que modificar ciertos dichos bíblicos porque en el curso de los siglos se han invertido. Y si los modificamos, no alterando su significado sino dejando en claro que cambiamos el significado teológico actual a su original, vemos que a menudo encontramos una comprensión muy profunda del asunto, no muy lejos de lo que hoy en día una vez más somos capaces de entender. Esto se menciona para aclarar nuestra posición.
Pero los pensadores, los investigadores de un concepto del mundo, en todas las épocas han estado ocupados con la cuestión de la muerte, que durante miles de años podemos encontrarnos respondida aparentemente de las maneras más diversas. No podemos embarcarnos en una encuesta histórica de estas soluciones; por lo tanto, mencionemos aquí solo a dos pensadores, para que puedan ver cómo incluso los filósofos actuales no pueden aportar nada de consecuencia sobre la cuestión. Uno de estos pensadores es Schopenhauer.
Todos ustedes conocen la tendencia pesimista de su pensamiento, y quien haya encontrado la frase: "La vida es un asunto precario y he decidido pasarme la vida meditándola", entenderán que la única solución a la que Schopenhauer pudo llegar fue que esa muerte nos consuela de por vida, vida por la muerte; - que la vida es un asunto desagradable y que sería insoportable si no supiéramos que la muerte lo termina. Si tememos a la muerte, solo tenemos que convencernos de que la vida no es mejor que la muerte y que nada está determinado por la muerte. - Esta es la manera pesimista en la que él piensa, que simplemente lo lleva a lo que él hace decir al espíritu de la Tierra: "Deseas que la nueva vida siempre surja; si fuera así, necesitaría más espacio. "Por lo tanto, Schopenhauer tiene hasta cierto punto en claro que para que la vida se propague, para que siga dando vida fresca, es necesario que lo viejo muera para hacer espacio para lo nuevo . Aparte de esto, Schopenhauer no tiene nada de peso para presentar, porque la esencia de cualquier otra cosa que él dice está contenida en esas pocas palabras.
El otro pensador es Eduard von Hartmann. Von Hartmann en su último libro ha tratado el enigma de la muerte, y dice: Cuando miramos al ser más evolucionado encontramos que, después de una o dos nuevas generaciones, un hombre ya no entiende el mundo. Cuando se ha hecho viejo, ya no puede comprender la juventud; por lo tanto, es necesario que lo viejo muera y lo nuevo salga adelante - En ningun caso, encontrarán respuesta aquí que nos pueda acercar a la comprensión del enigma de la muerte.
Por lo tanto, lo que la ciencia espiritual -o como la llamamos, hoy la antroposofía- tiene que decir sobre las causas de la muerte y la enfermedad, contribuirá a aclarar las concepciones del mundo de hoy. Al hacerlo, sin embargo, una cosa tendrá que quedar clara: que la ciencia espiritual no es tan afortunada como las otras ciencias en cuanto a poder hablar de manera definida sobre cada tema. El científico moderno no entendería que cuando se habla de enfermedad y muerte, se debe hacer una distinción entre animal y hombre; y que si la pregunta en nuestra conferencia de hoy debe ser entendida, debemos limitarnos a estos fenómenos en los seres humanos. Dado que los seres vivos no solo tienen su similitud abstracta entre sí, sino que cada uno tiene su propia naturaleza e individualidad, mucho de lo que se dice hoy será aplicable también al reino animal, tal vez incluso a las plantas. Pero en lo esencial estaremos hablando de los hombres, y otras cosas se utilizarán meramente a modo de ilustración.
Si queremos comprender la muerte y la enfermedad en los seres humanos, debemos considerar, ante todo, cuán complicada es la naturaleza humana en el sentido de la ciencia espiritual; y debemos comprender su naturaleza de acuerdo con los cuatro miembros: primero el cuerpo físico visible externamente, segundo el cuerpo etérico o de vida, luego el cuerpo astral, y cuarto el ego humano, el punto central del ser humano. Debemos pues tener claro que en el cuerpo físico están presentes las mismas fuerzas y sustancias que están en el mundo físico exterior; en el cuerpo etérico reposan las fuerzas que inflaman a estas sustancias para la vida, y este cuerpo etérico es algo que el hombre posee en común con todo el reino vegetal. El cuerpo astral que el hombre tiene en común con los animales es el portador de toda la vida del sentimiento, del deseo, del placer y sus opuestos, de la alegría y el dolor. Solo el hombre tiene el yo y esto lo convierte en la cima de la creación terrenal.
Al contemplar al hombre como un organismo físico, debemos ser conscientes de que, dentro de este organismo físico, trabajan los otros tres miembros como arquitectos y principios formativos. Pero el principio formativo del organismo físico funciona solo en parte en el hombre físico, en otra parte está activo esencialmente el cuerpo etérico, mas aún, en otra lo está el cuerpo astral y en otra parte, a su vez, está activo el yo del hombre. Para la ciencia espiritual, los hombres se componen desde el aspecto físico, de los huesos, los músculos, aquellos miembros que sustentan al hombre y le dan una forma lo suficientemente firme como para moverse en la tierra. En el sentido más estricto de la ciencia espiritual, estas cosas solo se consideran como pertenecientes a los miembros que surgen a través del principio físico. A ellos se añaden los órganos de los sentidos reales, donde nos encontramos con "artefactos físicos": en el ojo con una especie de cámara oscura, en el oído con un instrumento musical muy complicado. Aquí la cuestión es: ¿Por quién son construidos los órganos?. Están construidos por el primer principio. Por otra parte, todos los órganos relacionados con el crecimiento, la procreación, la digestión, etc., no se han construido meramente de acuerdo con el principio físico, sino con el del cuerpo etérico o vital, que también impregna los órganos físicos. Solo las estructuras que están construidas de acuerdo con las leyes físicas, están bajo el cuidado del principio físico, los procesos de digestión, procreación y crecimiento, sin embargo, son asunto del principio etérico. El cuerpo astral es el creador de todo el sistema nervioso, hasta el cerebro y las fibras que van al cerebro en forma de fibras nervo-sensoriales. Finalmente, el yo es el arquitecto del sistema circulatorio de la sangre. Por lo tanto, en el verdadero sentido de la ciencia espiritual, está claro para nosotros que incluso dentro del organismo físico estos cuatro miembros se mezclan en un hombre como cuatro seres distintos que han sido hechos para trabajar juntos. Estas cosas que componen conjuntamente el organismo humano tienen valores muy diferentes, y apreciaremos su significado para los hombres si miramos en la forma en que el desarrollo de los miembros individuales está relacionado con el ser humano.
Hoy hablaremos más desde el punto de vista fisiológico del trabajo del principio físico en el organismo humano. Este trabajo se lleva a cabo en el período comprendido entre el nacimiento y el cambio de dientes. En ese período, el principio físico funciona sobre el cuerpo físico de la misma manera que lo hacen, las fuerzas y sustancias del organismo de la madre actúando sobre el embrión antes del nacimiento del niño. Desde el séptimo año hasta la pubertad, el trabajo del cuerpo etérico sobre el cuerpo físico es primordial y desde la pubertad en adelante, actúan sobre el cuerpo físico, las fuerzas ancladas en el cuerpo astral. Así tenemos la concepción correcta del desarrollo del hombre, cuando pensamos en el ser humano como encerrado dentro del cuerpo de la madre hasta el momento del nacimiento; con el nacimiento empuja hacia atrás, por así decirlo, el cuerpo materno y sus sentidos se vuelven libres, de modo que se hace posible que el mundo exterior comience a causar efecto sobre el organismo humano. El ser humano se quita una funda, y solo se comprende su desarrollo, cuando captamos que algo semejante a un nacimiento físico tiene lugar en la vida espiritual con el cambio de dientes. Aproximadamente en el séptimo año, el ser humano nace por segunda vez; es decir, su cuerpo etérico nace para la actividad libre, lo mismo que hizo su cuerpo físico en el momento del nacimiento físico. Así como antes del nacimiento, el cuerpo de la madre trabaja sobre el embrión humano, de manera similar, fuerzas espirituales del éter cósmico, trabajan sobre el cuerpo etérico del ser humano, hasta el cambio de dientes y hacia el séptimo año estas fuerzas son empujadas hacia atrás, igual que sucede con el cuerpo materno en el momento del nacimiento. Hasta el séptimo año, el cuerpo etérico está como latente en el cuerpo físico y aproximadamente en el tiempo en que se cambian los dientes, lo que le sucede al cuerpo etérico se puede comparar con el encendido de un fósforo. Está ligado con el cuerpo físico, pero ahora inicia su propia actividad libre e independiente. La señal para esta actividad libre del cuerpo etérico es, de hecho, el cambio de dientes. Para cualquiera que tenga una visión más profunda de la naturaleza, este cambio de dientes adquiere una relevancia bastante especial. En un ser humano hasta su séptimo año estamos ante el funcionamiento libre del principio físico en el cuerpo físico; pero unidos a él y aún no liberados de sus envolturas espirituales, están el principio etérico y el principio astral.
Si estudiamos al ser humano hasta su séptimo año, descubriremos que contiene una gran cantidad de rasgos basados en la herencia, que no ha construido con sus propios principios sino que ha heredado de sus antepasados. A esta herencia pertenecen lo que se llaman los dientes de leche. Solo los dientes que vienen con el cambio de dientes son creación del propio principio del niño, que físicamente tiene la tarea de formar soportes firmes. Las fuerzas que se expresan en los dientes están trabajando hasta el momento en que se cambian; llegan, por así decirlo, a la cabeza y produce en los dientes la parte más difícil de los miembros que le conferirán ese soporte, porque todavía se hallan unidas dentro como portadoras del crecimiento del cuerpo etérico o de vida.
Después de desechar este principio, el cuerpo etérico gana su libertad y trabaja sobre los órganos físicos hasta la edad de la pubertad, en la que una envoltura, la envoltura astral externa, es expulsada como fue expulsada la funda materna al nacer. El ser humano en la pubertad tiene su tercer nacimiento, esta vez en un sentido astral. Las fuerzas relacionadas con el cuerpo etérico que estaban trabajando, ahora alcanzan su culminación con su actividad creadora en el hombre trayéndorle su madurez sexual, con sus órganos y capacidad de procrear. Como en el séptimo año, el principio físico llega a la madurez en los dientes, creando en ellos los últimos órganos duros, por los cuales el cuerpo etérico, el principio de crecimiento, se vuelve libre, de la misma manera, en el tiempo en que el principio astral es libre, se establece la mayor concentración de impulsos, deseos, para las expresiones externas de la vida, en cuanto que estamos envueltos con la naturaleza física. Así como tenemos el principio físico concentrado en los dientes, así el principio del crecimiento se concentra en la pubertad. Entonces el cuerpo astral, la envoltura del yo, es libre y el yo trabaja sobre el cuerpo astral.
El hombre culto en Europa no sigue simplemente sus impulsos y deseos; él los ha purificado y los ha transformado en percepciones morales e ideales éticos. Comparen un salvaje con un europeo medio, o tal vez con un Schiller o San Francisco de Asís, y se puede decir que los impulsos de estos hombres han sido purificados y transformados por su yo. Por lo tanto, podemos decir que siempre hay dos partes de este cuerpo astral, una que surge de las tendencias originarias, y la otra que el propio yo ha producido. Entendemos el trabajo del yo solo cuando tenemos claro que un hombre está sujeto a la reencarnación, -a las vidas repetidas en la tierra-, trayéndo consigo, mediante un nacimiento en cuatro cuerpos diferentes, el resultado y los frutos de las antiguas vidas terrenales, que son la medida de su energía y fuerzas para la vida venidera. Un hombre, -porque antes ha traido las cosas hasta ese punto-, nace con una gran cantidad de energía en la vida, con fuerzas poderosas para transformar su cuerpo astral; otro en cambio, pronto se debilitará. Cuando somos capaces de investigar clarividentemente cómo el yo comienza a trabajar libremente en el cuerpo astral y dominar los deseos, impulsos y pasiones, entonces, -si somos capaces de ponderar la cantidad de energía aportada por el yo-, podríamos decir : esta cantidad es suficiente para que el yo trabaje en la transformación en tal o cual tiempo y nada más. Porque todo ser humano cuando alcanza la pubertad, posee una cierta cantidad de energía a partir de la cual puede deducirse cuando habrá transformado todo lo que proviene de su cuerpo astral, de acuerdo con las fuerzas que le han sido asignadas en su vida. Lo que el hombre en su corazón y mente (Gemüt) transforma y purifica, se mantienen. Mientras le dure esta cantidad de energía, vive a costa de su cuerpo astral autosuficiente. Una vez que ésta se agota, ya no puede reunir más corage para transformar los impulsos nuevos, -en resumen, no tiene más energía para trabajar sobre sí mismo-. Entonces el hilo de la vida se rompe, y esto debe romperse de conformidad con la medida asignada a cada ser humano. Llega entonces el tiempo en que el cuerpo astral tiene que extraer sus fuerzas del principio de la vida humana que está más cerca de él, a saber, del cuerpo etérico, el tiempo en que el cuerpo astral vive a expensas de la fuerza almacenada en el cuerpo etérico. Esto se expresa en el ser humano cuando su memoria, su fuerza imaginativa creadora, desaparece gradualmente.
A menudo hemos oido decir aquí cómo el cuerpo etérico es el portador de la imaginación creativa, de la memoria y de todo lo que llamamos esperanza y coraje en la vida. Cuando estos sentimientos han adquirido una cualidad duradera, se aferran al cuerpo etérico. Luego son atraídos por el cuerpo astral, y después de que el cuerpo astral ha vivido de esta manera a expensas del cuerpo etérico y ha absorbido todo lo que tenía que dar, las fuerzas creativas del cuerpo físico comienzan a ser consumidas por el cuerpo astral. Cuando se consumen, la fuerza vital del cuerpo físico desaparece, el cuerpo se endurece, el pulso se vuelve lento. El cuerpo astral finalmente se alimenta de este cuerpo físico, lo priva de su fuerza; y cuando lo ha consumido ya no hay ninguna posibilidad de que el cuerpo físico sea mantenido por el principio físico.
Si el cuerpo astral ha de llegar al punto de ser libre, para convertirse en parte de la vida y del trabajo del yo, entonces es necesario que en la segunda mitad de la vida este cuerpo astral emancipado, -una vez que la medida de su trabajo se haya agotado- debería consumir sus envolturas justo tal como se formaron. De esta manera, la vida individual se crea a partir del yo.
Sirva lo siguiente a titulo ilustrativo. Imaginen que tienen un trozo de madera y le prenden fuego; si la madera no estuviera constituida como lo está, ustedes no podría hacer tal cosa. Las llamas saltan de la madera, surgen de ella, al mismo tiempo que la consumen. Está en la naturaleza de la llama, liberarse de la madera y despues consumir la tierra madre de la cual brota. Pues bien, el cuerpo astral nace tres veces de esta manera, consumiendo sus propios fundamentos como la llama consume la madera. La posibilidad de tener vida individual surge por medio de consumir sus fundamentos. La raíz de la vida individual es la muerte, y si no hubiera muerte, no podría haber vida individual consciente. Entendemos la muerte solo buscando conocer su origen; y nos formamos un concepto de vida, reconociendo su relación con la muerte. De manera similar, aprendemos a conocer la naturaleza de la enfermedad, que arroja aún más luz sobre la naturaleza de la muerte. Toda enfermedad es vista de alguna manera como una destructora de vida.
Entonces, ¿Qué es la enfermedad? Debemos aclarar lo que sucede cuando un hombre se enfrenta, como ser vivo, al resto de la naturaleza. Con cada respiración, con cada sano y liviano sustento que toma en sí, un hombre entra en una relación mutua con la naturaleza que le rodea. Si estudian detenidamente la cuestión, descubrirán, sin ser clarividentes, que las cosas externas realmente dan forma y desarrollan los órganos físicos. Cuando ciertos animales trasladan su habitat dentro de cavernas oscuras, con el tiempo sus ojos se atrofian. Donde no hay luz ya no puede haber ojos susceptibles a la luz; y viceversa, los ojos susceptibles a la luz solo se pueden formar donde hay luz. Por esta razón, Goethe dice que el ojo está formado por la luz para la luz. Naturalmente, el cuerpo físico está construido de acuerdo con las formas de su arquitecto interno. El hombre es un ser físico y las sustancias externas son los materiales con los que, en armonía con el arquitecto interno, se construye todo su ser. Luego, la relación de las fuerzas y sustancias individuales nos dará una imagen muy diferente. Aquellos que hayan tenido la visión más profunda del místico verdadero en estos asuntos, tendrán particularmente mucho que decirnos al respecto. Para Paracelso, todo el mundo externo es una gran descripcción del organismo humano, y el hombre es como un extracto de todo el mundo externo. Cuando vemos una planta, de acuerdo con Paracelso, podemos decir: En esta planta hay un organismo que se ajusta a la ley, y en el hombre hay algo que, ya sea en el organismo sano o enfermo, se corresponde con esta planta. Por lo tanto, Paracelso llama a un paciente de cólera, por ejemplo, un "arsenicus", y el arsénico es para él la cura para el cólera. Por lo tanto, existe una relación entre cada uno de los órganos del hombre y lo que le rodea en la naturaleza; solo necesitamos tomar una sustancia natural, darle forma humana, y tenemos al hombre. Las letras sueltas de un alfabeto están establecidas ahí fuera por toda la naturaleza, y si las juntamos tenemos al hombre. Aquí obtienen una noción de cómo trabaja la naturaleza entera sobre el hombre, y cómo él está llamado a separar su ser de la naturaleza. Estrictamente hablando, todo en nosotros se ha extraido de la naturaleza y se ha llevado al proceso de la vida. Cuando entendamos el secreto de infundir vida a las fuerzas y sustancias externas, podremos formarnos un concepto de la naturaleza de la enfermedad.
Entramos aquí en un terreno donde es difícil para los hombres cultos de hoy comprender que hay muchas esferas en la medicina que funcionan de manera nebulosa. Qué efecto tan sugestivo tiene en una reunión en nuestros días cuando alguien experto en curación natural menciona la palabra "veneno". ¿Qué es un veneno y cómo obra algo anormalmente en el organismo humano? Cualquier cosa que introduzcan en el organismo humano obra conforme a las leyes de la naturaleza, y es un misterio que alguien pueda hablar como si pudiera obrar de cualquier otra manera en el cuerpo. Entonces, ¿Qué es un veneno? El agua es un veneno fuerte, si consumes un cubo en poco tiempo; y lo que así, es veneno podría tener el efecto más beneficioso si se administra correctamente. Depende siempre de la cantidad y bajo qué circunstancias, uno tome una sustancia dentro; por sí misma, no hay veneno.
En África hay una tribu que emplea cierta raza de perros para cazar. Pero hay una mosca en esos lugares que suponen un veneno mortal para los perros que son picados. Ahora estos salvajes del río Zambesi han encontrado una manera de lidiar con este peligro. Llevan a las perras preñadas a un punto donde abundan las moscas tsetse y dejan que estos animales sean picados, eligiendo el momento mas adecuado en que van a cazar, con el resultado de que los cachorros son inmunes y pueden ser utilizados para cazar.
Aquí sucede algo que es muy importante para la comprensión de la vida: un veneno es llevado a un proceso de vida, donde una línea descendente pasa a una ascendente, de tal manera que el veneno se convierte en una sustancia inherente al organismo. Lo que se toma de la naturaleza externa nos fortalece y nos sirve.
La ciencia espiritual nos muestra que todo el organismo humano se construye de esta manera, si así lo queremos decir, simplemente partiendo de las cosas que originalmente eran venenosas. Los alimentos que ustedes disfrutan hoy se han hecho comestibles mediante la superación de sus efectos nocivos por un proceso recurrente similar. Todos somos más fuertes por haber tomado tales sustancias en nosotros; y nos volvemos indefensos frente a la naturaleza exterior al rechazarlos. - En regiones donde la medicina se basa en el ocultismo, el médico pone toda su personalidad en el proceso. Hay curas, por ejemplo, para las cuales el médico se administra a sí mismo algún tipo de veneno de serpiente para usar su saliva como medio para curar las picaduras de esa especie de serpiente. Introduce el veneno en su propio proceso de vida, convirtiéndose así en el portador de las fuerzas curativas; se hace fuerte y así fortalece a los demás para resistir el veneno en cuestión.
Todo lo que es más inofensivo en el organismo ha surgido de esta manera y el organismo tiene la necesidad de incorporar en él, el mundo exterior de la naturaleza; pero también debe ser posible que la materia se desplace hacia el otro lado como un péndulo. Siempre existe la posibilidad, cuando un hombre está expuesto a tales sustancias -y en todo momento está tan expuesto- que los efectos del remedio se invierten. El organismo se fortalece para resistir el remedio hasta el momento en que sea lo suficientemente fuerte como para absorber la sustancia. Es imposible evitar la enfermedad si deseamos tener salud. Toda posibilidad de fortalecernos contra las influencias externas depende de que podamos tener enfermedades, de enfermarnos. La enfermedad es la condición de la salud; este desarrollo es una realidad absoluta. Pertenece a la propia condición de la salud y a su naturaleza, el hecho de que un hombre está obligado a adquirir su fuerza. Lo que sobrevive al latido del péndulo contiene el fruto de la inmunidad de la enfermedad, incluso de la muerte.
Quien profundice más allá, en estas cosas obtendrá, de hecho, algún tipo de comprensión de la naturaleza de la enfermedad y de la muerte. Si deseamos ser fuertes, si deseamos salud, entonces como condición preliminar debemos aceptar la enfermedad como contrapartida. Si queremos ser fuertes debemos armarnos contra la debilidad tomando la debilidad en nosotros y transformándola en fuerza. Cuando comprendamos esto de manera viviente, encontraremos que la enfermedad y la muerte son comprensibles. Estos conceptos serán llevados a la humanidad por la ciencia espiritual. Hoy esto bien puede sonar incomprensible para muchas personas, pero cuando el entendimiento haya aceptado completamente el asunto, producirá en el hombre un profundo y armonioso estado de ánimo que luego se convertirá en la sabiduría de la vida.
¿Nunca han oído que es posible que las verdades antroposóficas derivadas del ocultismo se vuelvan peligrosas? ¿No tenemos innumerables oponentes que afirman que la antroposofía debe ser aceptada para el fortalecimiento de los seres humanos, -que no es solo un tema para tratar sino algo que se prueba en la vida como un medio espiritual de curación?
La ciencia espiritual también sabe que lo físico se construye desde lo espiritual. Si las fuerzas espirituales trabajan sobre el cuerpo etérico, también trabajan proporcionando la salud en el cuerpo físico. Si nuestras concepciones del mundo y de la vida son sanas, entonces estos pensamientos sanos son los remedios más potentes, y las verdades dadas por la antroposofía obran perjudicialmente solo en aquellas naturalezas que se han debilitado a través del materialismo y el naturalismo. Estas verdades deben ser tomadas en el cuerpo para hacerlo fuerte. Solo cuando produce seres humanos fuertes, la antroposofía cumple su tarea.
Goethe ha respondido a nuestras preguntas sobre la vida y la muerte de la manera más bella al decir que todo en la naturaleza es vida y que la naturaleza solo ha inventado la muerte para tener más vida. ["La vida es aquí la más bella invención, pero la muerte, es su artificio para tener mucha vida". Himno a la Naturaleza.] Y podríamos decir que además de la muerte, ella inventó la enfermedad para producir una mayor salud; por lo tanto, ella ha tenido que hacer de la sabiduría un remedio aparentemente dañino, para que esta sabiduría pueda obrar sobre la humanidad de una manera fortalecedora y sanadora.
Esta es justo la diferencia entre el movimiento mundial de la ciencia espiritual y otros movimientos, que promueve la lucha y la discusión cuando se exigen una prueba lógica de ello. La antroposofía no está destinada simplemente a ser confirmada por un argumento lógico; es algo que hace seres humanos sanos, tanto espiritualmente como físicamente. Cuanto más muestre su efecto sobre la vida exterior, realzándola de modo que las penas de la vida se transformen en la felicidad de la vida, más se demostrará la antroposofía de una manera realmente viviente. Sin embargo, las personas de hoy, creen firmemente que están en condiciones de poder presentar objeciones lógicas, la ciencia espiritual es algo que, aparentando ser veneno, se transforma en un medio de curación y luego obra en la vida de una manera fructificante. No se afirma por mera lógica. No debe hacerse valer simplemente, sino que se demostrará en la vida.






* * * * * * * * * * * * * * * * * *


El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919