GA208 Dornach 4 de noviembre de 1921- La Antroposofía como Cosmosofía vol II- La conexión entre el dormir y la esencia del yo -

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La Antroposofía como Cosmosofía vol II 

RUDOLF STEINER

séptima conferencia

Dornach 4 de noviembre de 1921

Hemos examinado al hombre en su relación con el cosmos con respecto a la forma de la organización humana, con respecto a las etapas de la vida, con respecto al contenido del alma, y hoy, a fin de preparar otro capítulo para los próximos dos días, queremos examinar también las experiencias espirituales del hombre.

Recordemos cómo empezamos a considerar al hombre en relación con la formación de su organismo. Tuvimos que poner en relación la organización humana con el cosmos hasta los cielos de las estrellas fijas. Luego tuvimos que poner delante de nuestra alma el sistema planetario en el que vive el hombre para visualizar las etapas humanas de la vida. Y al pasar luego a los fenómenos del alma, tuvimos que hacer una especie de giro y poner al hombre como ser anímico en relación con su organización corporal, es decir, con la que tiene a través de los cielos de las estrellas fijas y el sistema planetario. Y a través de la consideración de la forma, a través de la consideración de la vida, hemos puesto también ante nuestra alma aquella oposición que está presente en la organización de la cabeza, en la organización del pecho, en la organización metabólica de las extremidades en el hombre. Hemos visto cómo el alma se vive a sí misma como percepción de los sentidos e imaginación precisamente a través de la organización principal, a través de la organización nerviosa de los sentidos, y luego hemos visto cómo la vida emocional se expresa a través de la organización respiratoria y circulatoria, la vida de la voluntad a través del sistema metabólico de las extremidades. Sin embargo, para examinar el alma, hemos tenido que considerar cómo el yo, el cuerpo astral, el cuerpo etérico y el cuerpo físico trabajan juntos en el ser humano.

Así que en definitiva tenemos una visión de conjunto de la combinación entre lo espiritual y lo físico hasta la actividad glandular, hasta la utilización de la actividad muscular por la voluntad.

Si queremos llegar pues a lo espiritual en el hombre, no podemos limitarnos a mirar al hombre como hicimos la última vez para con el alma, donde tuvimos que tener en cuenta la vivencia, la manifestación de esta alma en el cuerpo, sino que si pretendemos considerar lo espiritual, debemos fijarnos en los estados alternantes del hombre, en la vigilia y el dormir.

La vigilia y el dormir, como sabemos, nos son dados inicialmente como seres humanos en la alternancia de la vida humana dentro de veinticuatro horas, como vigilia durante el día y en el dormir por la noche. Esta es una de las formas en que el hombre vive en la vigilia y el dormir. Pero también sabemos que el hombre lleva una existencia diferente en la vigilia y en el dormir. Porque cuando el hombre imagina y se entrega a las percepciones sensoriales, sólo entonces está realmente despierto. Sólo la vida de la imaginación y de la percepción sensorial es realmente vigilia. Por el contrario, la vida de la voluntad y la vida de la acción es en realidad una vida adormecida, incluso durante la vigilia.

La vida de las emociones es, como sabemos, una vida onírica incluso durante la vigilia. De modo que también en este aspecto el ser humano deja que su vida oscile de un lado a otro, por así decirlo, entre la vigilia y el dormir. Este dormir, me gustaría decir, el dormir despierto, hasta cierto punto participa de nuestra vigilia real, es decir, de la vida de la imaginación, cuando expresamos un acto de voluntad, cuando somos activos, estamos despiertos al ser activos por el hecho de que podemos imaginar nuestra propia actividad. Pero lo que ocurre en esta actividad permanece tan inconsciente como los estados en los que nos dormimos.

Pero el hecho de que el hombre se sienta un ser individual se debe en realidad a este dormir. Si el hombre sólo estuviera despierto y dedicado a la vida de la imaginación, experimentaría el mundo como una secuencia de imágenes. Se sentiría hasta cierto punto en reposo, como si permaneciera en un punto del universo, y este universo se le presentaría en imágenes. En el entretejido de imágenes, el yo también estaría presente como una especie de imagen reflejada de algo, pero sólo como una imagen. Sólo cuando a esta vida imaginaria despierta se le vierte, por así decirlo, en primer lugar la recordación constante de que en realidad tenemos estados en los que no experimentamos nada, estados durmientes, el tiempo que transcurre desde que nos dormimos hasta que nos despertamos, esto nos conducirá de nuevo a nosotros mismos. Y también la vaga conciencia de lo volitivo, es decir, de que algo parecido al dormir interviene en nuestra existencia consciente, nos da nuestro sentimiento del yo, nuestro impulso del yo. Eso, en la vida cotidiana, no lo experimentamos plenamente consciente, lo experimentamos hasta cierto punto como el impulso que viene a la conciencia desde nuestro organismo, ese impulso del yo. Y por otro lado lo experimentamos, por el hecho de que desde que nos dormimos hasta que nos despertamos salimos al cosmos con nuestro yo, que por lo demás no entra en la conciencia ordinaria, y con nuestro cuerpo astral, que tampoco entra en la conciencia ordinaria, que salimos al cosmos con estos y que lo que experimentamos como un oscurecimiento de esta conciencia desde que nos dormimos hasta que nos despertamos incide en nuestra conciencia, por así decirlo.

¿Qué es pues lo que siempre nos vuelve a dormir, lo que empuja nuestra voluntad y una gran parte de nuestro sentir hacia la inconsciencia, hacia la noche de la conciencia, por así decirlo? Es el hecho de que debemos desarrollar una actividad orgánica en la voluntad. La última vez vimos cómo el hombre deja que su alma actúe en su vida muscular a través de su voluntad. Hasta cierto punto, el alma está sumergida en la vida muscular. Entonces se vuelve inconsciente, del mismo modo que se vuelve inconsciente cuando abandona el cuerpo y permanece en el estado entre dormirse y despertarse. Podemos, pues, decir: de las necesidades, de las condiciones del cuerpo, proviene que seamos inicialmente conscientes de nuestro yo en la vida ordinaria, Proviene del hecho de que llevamos sobre nosotros un cuerpo que, cuando la volición ha de llevarse a cabo, reclama para sí el alma, la cual, cuando quiere igualar las fuerzas que desarrolla en la volición, hace descender al alma a la inconsciencia del sueño para poder transmitir siempre plenamente la conciencia del yo realmente inconsciente.

Así que podemos decir: Nos sumergimos en lo físico-corporal vertiendo nuestro espíritu en ello o ante todo nuestra alma. Pero veremos en un momento que con esta alma vertemos nuestro espíritu en lo físico-corporal. Aquí nos sentimos, yo diría, robustos cuando el alma se hunde en lo físico-corporal. En cambio no nos sentimos robustos, sino despiertos, cuando tenemos ideas y percepciones sensoriales.

Tener representaciones y percepciones sensoriales significa no vivir en el cuerpo. Es todo un malentendido creer que sólo la cognición imaginativa, inspirativa e intuitiva conduce al hombre al mundo espiritual. No, el hombre ya vive en el mundo espiritual cuando tiene percepciones sensoriales y cuando forma representaciones. Pues hemos visto que las percepciones sensoriales están ligadas al hecho de que en nuestro organismo ya está incrustada la materia muerta, aparatos puramente físicos, que aunque son permeados por el cuerpo etérico; están incrustados. Y al experimentar en este aparato físico, experimentamos la percepción de los sentidos. El aparato físico no se experimenta; se experimenta lo espiritual que tiene lugar dentro de él. En su esencia, el contenido de la percepción sensorial es enteramente espiritual. Sólo que, como vimos la última vez, al imaginar extendemos, por así decirlo, la actividad sensorial sobre la organización nerviosa.

La actividad nerviosa consiste en realidad en un extinguirse. Es necesario que se extinga si queremos imaginar. Por tanto, en la medida en que tenemos percepciones sensoriales e ideas, vivimos en lo espiritual. Pero como seres humanos, que vivimos entre el nacimiento y la muerte, vivimos esta vida en lo espiritual en el sentido de que sólo tenemos imágenes de ella, de esta vida. Esta es la peculiaridad de que primero tomamos conciencia de lo espiritual en nuestras percepciones sensoriales y en nuestras representaciones, pero sólo en imágenes. Para que podamos decir (ver ilustración página 127): Las percepciones sensoriales y las representaciones son experiencias espirituales, pero en imágenes. En el caso de las representaciones somos conscientes de que como tales tienen un carácter abstracto, no son imágenes intensamente saturadas.

Podría decirse que se vuelve gris cuando se pasa de las percepciones sensoriales a la vida de la imaginación. Pero sólo se vuelve gris para nuestra conciencia. En realidad, todas las representaciones que desarrolla el hombre contienen imaginaciones.

diagrama 1

Para que pueda decir: Las ideas, ciertamente contienen imaginaciones, sólo que estas imaginaciones no llegan a la conciencia. Es, por así decirlo, una especie de extracto de estas imaginaciones lo que se tiene en la vida ordinaria como representaciones. Las imaginaciones retroceden hacia lo físico, y lo que llega a nuestra conciencia es la pálida imagen reflejada de las representaciones. Cada vez que tienen ustedes una idea, y siempre que tienen ideas, tienen también imaginaciones. Sólo que las ideas permanecen en sus conciencias; las imaginaciones se deslizan hasta ustedes y viven en la vitalidad general de sus organismos, en la actividad vital general. Por tanto, las imaginaciones se cuelan en la vitalidad, en la actividad vital general. Si tuviera que dibujar esto esquemáticamente (ver diagrama 1), tendría que dibujarlo así (cabeza): Por fuera tenemos la percepción sensorial (rojo), luego tenemos la actividad imaginativa que formamos (azul, verde) a partir de la percepción sensorial y que en realidad tiene ambivalencia. Hacia delante es la imaginación pálida, que entra en nuestra conciencia; hacia atrás es la imaginación, pero la imaginación no entra en la conciencia. La imaginación desciende al organismo y forma allí la actividad vital general. Entra en todos los órganos, esta imaginación, vive en el cerebro, vive en el corazón, vive en los pulmones, vive en los riñones, vive en todas partes, entra en todos los órganos, esta imaginación. Se une con la fuerza vital general.

Así se produce esta peculiaridad: Tenemos aquí, por lo que he dibujado en rojo y azul, el espíritu en la imagen. No tenemos nada en nuestra conciencia de lo que se proyecta hacia abajo en el cuerpo, pero lo experimentamos como espiritual. El espíritu es pues, por así decirlo, espíritu hacia delante; hacia atrás, hacia el organismo (verde), es alma. Pero en el alma comienza inmediatamente a sumergirse en lo semiconsciente e inconsciente y se une con lo físico.

Por debajo de lo que tenemos aquí (ver diagrama 1), tenemos la actividad mental inconsciente. Por lo tanto, la imaginación desaparece en ella. Y por otro lado tenemos la corporeidad. Pero esta corporeidad está inmersa en la noche de la conciencia, en el sueño, y sólo se expresa haciendo subir la voluntad a la conciencia. Esta voluntad es precisamente el contraimpulso; nos hace robustos, nos da la experiencia de la realidad. Pero esta experiencia de la realidad surge a lo sumo como un sentimiento. Allí soñamos con esta realidad; pero esencialmente no tenemos esta realidad en nuestra conciencia despierta. De modo que nosotros, como seres humanos, entre el nacimiento y la muerte, adquirimos nuestra existencia en lo espiritual experimentando el espíritu en la imagen, en la imagen de las percepciones de los sentidos, en la imagen de las representaciones; que sí bien experimentamos la realidad, ésta interviene inconscientemente en nuestra conciencia, del mismo modo que la realidad externa interviene inconscientemente en ella.

Nos sumergimos en esta realidad exterior, pero en el fondo juega un papel porque no sabemos nada, mientras dormimos, de las condiciones en las que estamos fuera en la realidad exterior, esta también interviene inconscientemente. Hasta cierto punto estamos rodeados por el inconsciente, impregnados por el inconsciente. Vivimos en la realidad. Pero vivimos en lo corporal o en lo físico externo. Al vivir en lo espiritual, experimentamos el espíritu sólo como una imagen.

Pero todo lo físico es construido por lo espiritual. Y cuando el ser humano despliega ahora su imaginación, experimenta ya la vida imaginativa que hay detrás de ella. También experimenta más atrás en el alma lo que está presente en la conciencia ordinaria como un sentimiento. Al principio experimenta el sentimiento conscientemente. Pero detrás del sentimiento está la inspiración.

Cada vez que se tiene un sentimiento, también se tiene una inspiración. Pero igual que cuando imaginan, su imaginación se desliza hacia su vitalidad general, cuando sienten, su inspiración se desliza hacia su corporalidad, porque la necesitan ahí abajo. La necesitan para la actividad respiratoria, para la actividad rítmica. Allí se conecta con la actividad rítmica general. Así que la inspiración de sus sentimientos se desliza hacia sus procesos respiratorios, del mismo modo que la imaginación se desliza hacia la vitalidad general.

De modo que podría decir: Experimentamos los sentimientos más hacia atrás en nosotros mismos, y al sumergirnos más en los sentimientos tenemos la experiencia del alma, la experiencia del alma, pero soñando - pero tenemos una inspiración oculta en ella (ver diagrama 1). Una inspiración oculta se desliza en el movimiento rítmico, en la actividad rítmica. Se desliza en la respiración y en la circulación sanguínea. Si observaran a una persona frente a ustedes que piensa y siente, podrían decir: Ahora tienes representaciones, piensas, lo sabes; pero desde tu imaginación las imaginaciones gotean continuamente hacia abajo a través de todo tu cuerpo y mantienen tu vitalidad. Sientes; las inspiraciones gotean constantemente en tu respiración y en tu circulación sanguínea.

Y debajo de esto se encuentra la voluntad. Dentro de la actividad vital del hombre entre el nacimiento y la muerte se encuentra en primer lugar la voluntad, la actividad puramente corporal-física, se ha de experimentar corporal-físicamente, pues el espíritu es absorbido por la experiencia de la actividad muscular corporal-física, pero durmiendo, pues conscientemente sólo se puede experimentar el espíritu. Aquí él duerme. Pero dentro hay intuición. Es auténtica intuición, lo que describí la última vez, donde el hombre transmite su actividad anímica a su actividad muscular y así también lo espiritual que experimenta en imágenes, para que se vuelva activo, para que se convierta en un hacedor, en un voluntarista. Allí intuye realmente. Entonces sale de su vida de yo y deja que este yo se convierta en algo muy diferente, es decir, en su propio movimiento muscular. De modo que podemos decir: La intuición se desliza en la actividad metabólico-motriz. El espíritu, sin embargo, vive en la imaginación, la inspiración, la intuición.


Como ven, ahora tenemos el espíritu completamente dentro del cuerpo. Tenemos intuición en el metabolismo y en el movimiento de los miembros. Tenemos inspiración en la actividad rítmica. La imaginación se encuentra en la vitalidad general. Y sólo tenemos cognición objetiva como imágenes, como actividad espiritual en las imágenes. Puesto que son meras imágenes, también pueden unirse con las imágenes del mundo exterior.

La última vez intentamos converger lo anímico con lo físico. Vimos cómo lo anímico está activo en la cabeza, en la organización nervioso-sensorial, en la que se da una muerte continua, de modo que lo anímico puede vivir allí como tal, porque lo orgánico está en descomposición.

Hemos visto entonces cómo en la actividad glandular lo anímico absorbe lo físico, pero sólo hasta cierto punto, en cuanto que la glándula segrega entonces sustancias. Pero en la actividad muscular y ósea, lo anímico es completamente absorbido por lo corporal. He dicho expresamente: No divagamos sobre una interrelación abstracta entre lo corporal y el cuerpo, y lo anímico y lo espiritual, no hablamos de ninguna relación entre lo físico y un psicoide, sino que lo investigamos captando concretamente el alma, cómo esta corporalidad física se compenetra, penetra por todas partes con lo espiritual. Y viceversa: ahora experimentamos cómo lo espiritual, que inicialmente está presente en el ser humano sólo en imágenes, sin embargo vive dentro de nuestro cuerpo físico.

La imaginación, la inspiración, la intuición no son algo que uno agarre como el viento, las nubes, sino que son lo que está presente en nuestra actividad corporal, lo que se desliza por ahí, en donde sólo podemos aferrarnos a las imágenes de lo espiritual.

De este modo también se puede penetrar en lo que hay de espiritual en el hombre. Se puede observar al ser humano según la forma, según las etapas de la vida, según el contenido del alma, según las manifestaciones espirituales o las revelaciones espirituales.

Si bien La forma del ser humano depende en efecto, del conjunto de estrellas fijas del cielo, pero es visible para nosotros externamente. Las etapas de la vida dependen de la esfera planetaria. No podemos verlas directamente con nuestra conciencia ordinaria. Vemos estas etapas de la vida tal como se expresan en las relaciones de la forma. El alma se asienta en lo más profundo del ser humano. La descubrimos cuando nos damos cuenta de las misteriosas conexiones entre la actividad nervioso-sensorial del hombre y el alma, cuando nos damos cuenta de la actividad glandular en relación con el sentir y con todo lo que se basa en la actividad rítmica. Vimos entonces cómo el alma está conectada con el sistema metabólico y de las extremidades. Pero en un polo de la vida esta alma está impregnada por lo espiritual, pero sólo puede captar de él cosas pictóricas y empuja la imaginación, la inspiración y la intuición hacia el cuerpo físico. Luego, cuando el espíritu se derrama en el alma, vive en ella como lo más íntimo que tiene el hombre.

El otro polo no atrae al hombre a la forma en la que el hombre tiene su actividad sensorial desde dentro, en la que el hombre tiene su imaginación, su sentimiento, donde el hombre ya se sumerge con el espíritu en lo físico, en la realidad para sentir, donde se empapa de las inspiraciones, que a su vez ahora retoman las imaginaciones desde arriba, lo físico con lo espiritual. Esto es lo nos expresa cuando miramos con sensibilidad al ser humano que está ante nosotros en plena quietud. Cuando estudiamos su fisonomía, cuando estudiamos lo que irradia de él, cuando el espíritu se sumerge en la corporeidad, cuando envía inspiración a la corporeidad, este espíritu sale de nuevo a la superficie, emerge hacia fuera mediante los impulsos vitales, da primero al hombre lo encarnado, el color de la piel, da al hombre lo que por lo demás tiene de fisonomía, se nos aparece en su frente noblemente construida, se nos aparece en la formación de su boca y de su barbilla, en la formación de su nariz, etcétera. Este espíritu, que está sumergido como inspiración, se nos aparece obrando a través de las etapas de la vida en el ser humano en reposo.

Tan pronto como una persona anda, tan pronto como una persona está activa, de hecho cuando una persona simplemente pestañea, entonces eso es lo que la persona transmite como intuición del espíritu al cuerpo; eso es lo que entonces vemos. En el caso de una persona a la que seguimos mientras camina, a la que seguimos mientras gesticula, estamos siguiendo el funcionamiento de su espíritu, que, sin embargo, es absorbido intuitivamente en el cuerpo, en el que no está presente como espíritu, sino como los procesos de formación de calor y descomposición química que tienen lugar en el cuerpo cuando la persona está activa en el mundo.

Al examinar la forma, teníamos que señalar lo que el mundo le da al hombre. Ahora que hemos visto el espíritu completamente inmerso en el cuerpo, encontramos en la actividad del hombre lo que el hombre a su vez da al mundo. Existe un ciclo completo.

El hombre despierta experimentando imágenes en la vigilia, es decir, es partícipe del espíritu. Pero adquiere esta participación en el espíritu para la vida entre el nacimiento y la muerte teniendo el espíritu dentro de sí no como una realidad sino como una imagen. Pero también entre el nacimiento y la muerte el hombre tiene el espíritu en si como una realidad; pero compra esta realidad experimentando esta realidad solo dormido, sea dormido despierto, sea realmente dormido. Y en realidad habría que decir: La vida entre el nacimiento y la muerte consiste en que el hombre experimenta el espíritu en el reflejo de una imagen, pero no experimenta conscientemente la realidad, sino que esta realidad sólo se le aparece a través del medio de la corporeidad. Entre el nacimiento y la muerte vemos el espíritu a través de su corporeidad. En realidad, no vemos la materia. La materia es la apariencia exterior del espíritu. Vemos el espíritu desde fuera observando la materia. De modo que podemos decir: Cuando vemos la materia, ya sea la materia exterior en el mundo, ya sea la materia en el hombre, entonces en realidad siempre ocurre que la realidad se nos oculta y nos aparece la superficie, donde el espíritu se revela a partir de la realidad corporal y de la realidad material.

diagrama 2
Es diferente cuando una persona se hace partícipe del espíritu. Allí su corporalidad permanece con él, como por ejemplo, el interior de su cabeza, de hecho también el exterior de su cabeza, si no sólo se ve a sí mismo en el espejo, pero entonces también sólo tiene una imagen, que permanece en el fondo. En cambio, experimenta realmente el espíritu, pero lo experimenta sólo en la imagen. En la conciencia vemos el espíritu interiormente, pero en imagen. Durmiendo, incluso despiertos durmiendo, percibimos el espíritu en su obra, pero no podemos traer la percepción en su esencia a la conciencia; ésta permanece fuera.

Por eso tenemos que decir cuando percibimos una superficie material en algún lugar: detrás de ella está el espíritu. Pero no podemos entrar en este espíritu con nuestra conciencia. Cuando experimentamos el espíritu en la conciencia ordinaria, debemos experimentarlo interiormente, pero sólo lo experimentamos en imagen. Este es el gran cambio que tiene lugar con el ser humano: Con la muerte, esta realidad de aquí (señalando el diagrama 2, izquierda) se convierte en imagen, y las imágenes que experimentamos (derecha, azul) se convierten en realidad. Al atravesar la puerta de la muerte, el hombre comienza a experimentar como su realidad lo que antes sólo percibía en imagen, y lo que antes dormía como realidad ahora se convierte para él en imagen - una imagen en la que, sin embargo, se prepara la próxima vida en la tierra, donde de nuevo se produce una inversión. Así pues, se trata siempre de una conversión completa.

Veamos, si observamos las relaciones de forma del hombre, hay que buscarlas muy lejos, hay que salir hasta el sistema de estrellas fijas. Y si se adentra uno en el, entonces en esas estrellas fijas residen los impulsos, como hemos visto, que hacen que el hombre tenga ciertas formas de su cabeza, ciertas formas de su pecho, ciertas formas de sus extremidades. Hemos visto cómo se producen. Pasamos luego al ser humano: encontramos el sistema planetario, la esfera planetaria. Y de nuevo encontramos que esta esfera planetaria forma las etapas de la vida en el hombre. Ahora debemos adentrarnos completamente en el ser humano. Allí encontramos su alma. Y si aún nos sumergimos en esta alma, entonces surgen los estados alternantes de vigilia y sueño, de imagen y realidad. Finalmente llegamos al hombre espiritual. Entonces descubrimos el lado espiritual del hombre.

Ahora me gustaría poner delante de sus almas algo que a muchos de ustedes les puede parecer extremadamente abstracto y extraño. Pero les pido que lo acepten y lo vean como unas cuantas nueces que hay que romper. Porque incluso lo que estoy diciendo hoy en este último cuarto de hora puede un día ser importante para vuestra visión del mundo

Cuando visualizamos realmente este camino que recorremos desde la totalidad del sistema universal, desde el cielo de estrellas fijas a través de la esfera planetaria hasta el ser humano, nos acordamos de algo muy concreto, si somos capaces de hacerlo. Pues verán, los matemáticos determinan la posición de un cuerpo o la posición de un punto, -esto juega un papel importante hoy en día, especialmente en la teoría de la relatividad-, imaginando tres líneas perpendiculares que se cruzan en algún punto. Y si entonces quieren determinar un punto, digamos el punto A aquí (ver dibujo), entonces miden la distancia a los tres planos que están determinados por las tres líneas. Así que si tienen estas tres líneas, siempre pueden determinar el punto. Sólo hace falta suponer estos tres ejes mutuamente perpendiculares, que se llaman ejes de coordenadas, y les podrán servir como punto de referencia para determinar la situación de cualquier otro punto, incluso de cualquier recta, porque al menos sólo se puede determinar por los puntos que contiene etcétera.

diagrama 3
Actualmente, los matemáticos están muy orgullosos de poder determinar matemáticamente la ubicación de esta forma. Hablan de las tres coordenadas, la x, la y y la z. Sin embargo, para los que no se limitan a lo matemático, sino que es también un hombre de la realidad en virtud de su preocupación por las matemáticas, se plantea una cierta cuestión.

Se dice a sí mismo: En la vida entre el nacimiento y la muerte, -y nuestros matemáticos actuales realmente no cuentan con la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento, sino que lo que cuentan está entre el nacimiento y la muerte-, en la vida entre el nacimiento y la muerte uno siempre está realmente como ser humano dentro de la realidad exterior, y uno ve como ser humano, o lo percibe a través de otro sentido, desde algún punto lo que está en el mundo exterior. Por lo tanto, siempre hay que hablar de un punto de visión, de un punto del ojo. Eso no es cierto, el mundo tiene un aspecto muy distinto según esté yo aquí o allí. Si estoy allí, bueno, eso por sí solo supondría una diferencia considerable, que os estoy mirando a los ojos desde aquí; si estuviera allí, os vería a todos desde el otro lado. Así que si hablan de forma concreta, realista, sólo pueden juzgar la realidad desde un cierto punto de vista, porque una persona nunca puede alejarse completamente de la realidad.

Pero en el pensamiento moderno hay algo de anhelo por alejarse de la realidad. Los físicos quieren excluir todo lo subjetivo. Un físico reciente decía: ¿Qué es en realidad? ¿Qué tiene un ser? - Incluso en el lenguaje, el ser=sein proviene del ver=sehe, de modo que si se incluye al ser humano, en realidad habría que decir muy popularmente: Es lo que se puede ver. Porque la raíz de la palabra ser está relacionada con ver. - Pero el físico no puede aceptar esto, por lo que un físico más reciente ya ha dado la definición: Es lo que se puede medir-, con lo cual no se refiere al hombre, sino a un patrón objetivo, y el hombre queda excluido.

Otro ejemplo en el que el ser humano se desconecta es uno que he puesto a menudo ante sus almas. Allí se explica la teoría de Kant-Laplace: se toma una gota de aceite, una hoja de cartón en un alfiler, también puede ser una aguja de coser, se gira y las gotas se depositan. Pero - ¡nada se separaría, y todo el pequeño sistema planetario no llegaría a existir si el profesor no girara! Pero cuando se pretende explicar el sistema planetario, se insiste en prescindir del maestro. De lo contrario, el maestro tendría que decir: Queridos alumnos, hay un sistema planetario que está naciendo, pero soy yo quien lo está girando; y ahí fuera está naciendo el gran sistema planetario, ahí está el gran Dios que está girando el gran alfiler. De lo contrario, el mundo no podría llegar a existir si no hubiera un Dios ahí fuera que es proporcionalmente grande, igual que yo soy el pequeño Dios para todos los que estáis aquí. - Eso es lo que el maestro tendría que decir en realidad, ¿no?

Pero él no dice eso. El pensamiento moderno se ha acostumbrado a decretar el punto de vista, por así decirlo. Incluso lo decretamos aquí en geometría analítica. Pero también es difícil responder a la pregunta: ¿Dónde está el que observa esto? ¿Dónde está la persona que contempla esto? ¿Dónde está? ¿Quién está realmente observando esta cosa para no ver las coordenadas x, y, z en perspectiva? ¿Dónde está la persona que lo ve de esa manera? Sí, ya se sabe, no puede estar ahí, no puede estar en ninguna parte, porque entonces siempre vería la perspectiva.  Bueno, si estuviera lo suficientemente lejos, es decir, allá en el infinito, vería correctamente la línea vertical; si estuviera allá en el infinito; si estuviera allá arriba en el infinito, vería la línea z. Porque quien viera este llamado eje de coordenadas, que se describe para esto aquí (ver diagrama 3) en un punto, debe estar en el infinito, y de hecho allí, y allí, y en todas partes en el infinito debe estar. Este es el punto de vista. 

Y ahora veamos lo contrario. Ahora echemos un vistazo a cómo se experimenta realmente el hombre interiormente. El hombre se experimenta a sí mismo en el centro del universo. Se experimenta a sí mismo como un punto, por así decirlo, y él realmente mira a todas partes con sus percepciones. Tiene, por así decirlo, su horizonte frente a él o a su alrededor. Y lo que está en el horizonte o por encima del horizonte y por debajo del horizonte es lo que el hombre experimenta de este modo; Si quisiera insinuárselo, podría insinuarlo así. Tendría que decir: En primer lugar, el hombre experimenta en su línea de visión, -también puede ser la línea del tacto-, o en algún lugar por encima, por debajo, por supuesto también por aquí; en resumen, hace este ángulo más grande o más pequeño, o lo abre hacia arriba o hacia abajo. Los matemáticos también hacen esto; sólo que allí parten de un punto de vista muy concreto. Allí tienen en cuenta a las personas. Pero tampoco lo admiten, porque sería una desgracia para los pensadores actuales que incluyeran al hombre en su visión del mundo.

diagrama 3

Por lo tanto, sólo se habla de un punto, determinando otro punto en algún lugar mediante la constatación de la desviación de la línea de visión. Así que diciendo: el punto aquí está tan lejos que hay una posibilidad, -bueno, no quiero ir tan lejos como para introducir lo que se llama el coseno-, que tienes una posibilidad de determinar el punto. Pero siempre es diferente, por lo que su coseno también es siempre diferente, si se mira el punto más arriba o más abajo. Si realmente observasen el asunto, estarían observando la realidad completa. Los matemáticos tienen esto. Lo llaman coordenadas polares.

Y ahora, ya lo ven, tenemos una frase extraña. Podemos decir: Ahí no hay ningún supuesto tipo, porque eso es lo que es todo el tiempo, solo una suposición. Cuando se está en algún lugar, se tiene el centro de coordenadas polares como punto de vista. Pero si se observa el espacio, y esta observación de aquí es una observación del espacio, entonces se está fuera en todas partes en el infinito. Ahí es donde está el supuesto tipo.

Pero si ustedes miran el punto central aquí, ¿Qué hay en todas partes entre el punto y el infinito? Entre ambos está el círculo. Si uno sale al infinito, es decir, mide realmente el espacio, encontrará algo dentro. Pero si creen que el punto de vista se encuentra en el infinito en todas partes, entonces se encuentran en la zona que es la observación de la estrella fija. Cuando se va al centro, se está en la región donde está la observación humana. En medio está el círculo, o al menos puede ser un círculo aproximado: los movimientos planetarios. No puede ser de otra manera. Si el hombre media con el mundo a través de su alma, entonces esta mediación debe tener lugar a través de un movimiento circular, a través de esferas. Esto se debe simplemente a la constitución interna del universo. Debemos, por tanto, encontrar las estrellas circundantes entre nosotros y el infinito.

Miren ustedes, en tiempos muy antiguos, una clarividencia instintiva extraía las matemáticas de estas relaciones, de las relaciones concretas: el espacio del universo en tres dimensiones con el punto de vista en todas partes en el infinito, la esfera y su propio centro. Ese fue el punto de partida. Ésas eran las antiguas matemáticas. Hoy en día, las matemáticas también se han vuelto abstractas y en realidad sólo tratan de fórmulas, no de la realidad. Pero si se mira internamente, como hemos hecho ahora, entonces todavía se puede tener una idea de cómo lo que el matemático se ve obligado a poner delante de él hoy en día, el sistema de ejes de coordenadas o coordenadas polares, se basa en la estructura interna del universo.
Verán, casi siempre encontrarán que cuando Einstein o un seguidor suyo comienza a hablar hoy, empiezan con algún tipo de construcción de coordenadas y luego pasan a la teoría de la relatividad. No hay por qué sorprenderse de que todo se relativice. Porque en cuanto dan el primer paso, -y eso es lo que la gente quiere hacer-, para pasar a la realidad, entonces tienen que transformarse, o deberían tener que transformarse, en ese tipo supuesto que está en todas partes en el infinito. Pero no importa si está a una milla o más o menos, o a un diámetro de la Tierra o del Sol o incluso más lejos. Por lo tanto, todas las cosas son relativas. De ahí la teoría de la relatividad, porque el punto de vista está en el infinito y no importa si está lejos o menos lejos. Si nos fijamos en las razones arbitrarias que se dan, todo se vuelve relativo. Esa es en realidad la verdadera razón, la razón psicológica. Sólo hay que fijarse en estas cosas.

Ahora mañana queremos construir sobre las premisas que hemos obtenido hoy.

Traducido por J.Luelmo feb,2023

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919