GA088-Berlín 18 de noviembre de 1903 1ª parte 4ª conf. Los seres del mundo astral

  Índice


RUDOLF STEINER

Los seres del mundo Astral


Berlín 18 de noviembre de 1903

Un antiguo escritor, Olympiodoros, cuenta en ocasiones el viaje de Odiseo al Hades en una reseña de una obra de Platón. Sabemos que en la gran epopeya homérica, la "Odisea", se nos dice que Odiseo también descendió a los infiernos. Cualquiera que entienda el lenguaje de los iniciados griegos que escribían estas cosas sabrá que descender a los infiernos siempre significa ser iniciado en los misterios, cruzar la puerta de la muerte en vida. En nuestro caso particular, también significa familiarizarse con el mundo astral. Este descenso de Odiseo a los infiernos no significa otra cosa que Odiseo se familiariza con el mundo astral.
Entre otras cosas, se nos dice que Odiseo vio a tres difuntos en el inframundo: Tityos, Sísifo y Tántalo. Vio al primero, Tityos, tendido en el suelo con dos buitres comiéndole el hígado. Vio a Tántalo de pie junto a un lago y sufriendo de una sed ardiente; cuando se agachó para beber, el agua se secó de manera que no pudo alcanzarla. También sufría de hambre. Encima de él había un árbol con manzanas, pero cuando trataba de cogerlas, se le escapaban. Se trata de imágenes que nos muestran las formas que adoptan los deseos del hombre en el mundo astral después de la muerte, cómo el hombre se apega a los deseos y cómo los lleva a cabo. El primero, Tityos, yace en la tierra y un poder maligno, un buitre, roe su cuerpo. Esto indica que estaba apegado a la vida inferior y sensual y que esta vida inferior y sensual no puede traer satisfacción a largo plazo. Sísifo, el hombre codicioso, está atormentado por el hecho de que nunca puede satisfacer sus deseos, que siempre surgen de nuevo. Tántalo se aferra a las imágenes de una imaginación fantástica y debe saborear la eterna insatisfacción de dicha imaginación.
Hay imágenes que se dan para nuestra vida astral. Quienes tienen los ojos abiertos al mundo astral sólo pueden hablar con esas imágenes. El vidente sabe lo insuficientes que son las palabras de nuestra vida cotidiana para describir lo que ve en el mundo astral. Nuestra lengua sólo puede ser un medio de expresión muy escaso para poner en palabras lo que hay que contar. Por eso, hoy apenas podré darles nada más que imágenes, como idea pictórica de los seres que se dan a conocer a aquellos cuya visión está abierta. Son seres que pueblan nuestro espacio, aunque no los percibamos en la vida física. El mundo astral está lleno de colores, que el vidente ve como una realidad externa. Quien mira sólo la apariencia externa del hombre y sólo ve en ella el ser completo del hombre es como quien dijera que un hombre ha desaparecido cuando ha entrado por la puerta de una casa y ha dejado de ser visible. Sabemos que todavía existe y que sólo está cubierto por la pared de la casa. Y al igual que el muro de la casa lo oculta, la fisicalidad del hombre oculta lo que ahora estamos mencionando; lo oculta porque es invisible a los sentidos ordinarios. Así también los seres que no tienen corporeidad física están presentes en el espacio astral, aunque no se hagan visibles al ojo físico. Y todos ustedes están presentes en el espacio astral al igual que en el espacio físico.
Lo primero que conoce el ser humano cuando entra en el espacio astral, es decir, lo que ve cuando se le abre el ojo astral, es que se halla envuelto en el cuerpo astral. Es este cuerpo astral en el que surgen todos los deseos, pasiones, sensaciones, etc. Ahí vemos claramente lo que de otro modo está cerrado en la naturaleza humana. Todo lo oculto se hace visible cuando miramos esta aura humana. De él fluye en movimientos ondulatorios con cierto poder luminoso lo que he llamado el astral, la totalidad de la naturaleza sensible del ser humano.
Me gustaría mencionar algunos detalles que les mostrarán cómo algunas cosas que de otro modo nos parecen incomprensibles se vuelven inmediatamente comprensibles. A menudo se observa que ciertas personas, cuando se encuentran ante un abismo, muestran un afán insuperable por lanzarse a él, aunque se resistan con todas sus fuerzas. O uno puede ver qué pensamientos pasan por el alma de un hombre cuando tiene un cuchillo en la mano. Todas estas cosas tienen su fundamento profundo en el cuerpo astral humano. Se basan en el hecho de que en el astral tenemos un ser bastante diferente al que encontramos en el exterior humano. Pero están sujetos al destino, al karma. Quien tiene ciertos deseos en la vida ha pasado por experiencias en una vida anterior que pueden haber sido relegadas a un segundo plano por la mente actual. Pero permanecen latentes en el cuerpo astral. Supongamos que alguien participó en una guerra cruel en una vida anterior; ahí verán en su aura cómo, a través de su karma, todas estas crueldades se han incorporado a su cuerpo astral, con el que ahora tiene que librar duras batallas en la vida física actual. Al igual que se hilan hilos entre una vida anterior y la presente, también se hilan hilos del presente a vidas posteriores. El clarividente ve todo esto. Ve cómo se forma el karma de una persona, y también ve cómo, por ejemplo, una persona trata de suprimir una inclinación por prudencia o cómo reprime los sentimientos. El vidente ve hasta el fondo del alma. Quienes tienen el don de la videncia no lo consideran un don deseable que aporte alegría en todos los casos, principalmente cuando la gente tiene sentimientos que mejor no tener. Y para el principiante, el chela, suele ser fatal, pues fácilmente se siente atraído por todo lo que ahora ve.
Entonces encontramos en el espacio astral la esencia de la vigilia y el sueño del hombre. ¿Qué significa eso de despertar y dormir? Esto es algo que la persona común acepta sin tener un concepto preciso y definido de ello. Lo que vive en nosotros es algo que el hombre de nuestra época no reconoce inmediatamente. El ser superior reposa en el ser humano. Piensa y actúa desde el yo superior. Pero el hombre de la quinta raza raíz [la época actual] no ve este ser superior. Todo lo que la conciencia nos ofrece es sólo un reflejo del Ser superior. El hombre sólo se ve a sí mismo como un reflejo, su cerebro es el espejo. Lo que el cerebro nos devuelve al igual que la imagen del espejo no es el verdadero ser humano; éste duerme en lo más profundo de nuestro ser y no puede ser visto directamente. El cuerpo físico es el único que puede cansarse, cesa su actividad como espejo durante el sueño.  El yo superior, del que el hombre exterior es el reflejo, no se cansa, sólo se retira más o menos de lo físico. Mientras el cuerpo duerme, sale del hombre exterior, liberado de la fisicalidad exterior, y puede realizar su actividad en el espacio astral. El vidente ve esta actividad en el espacio astral.
El ser humano de la etapa actual de desarrollo abandona su cuerpo durante el sueño. Vaga, a veces a gran distancia de su cuerpo físico, por el mundo astral y allí se encuentra con otros seres del mundo astral e intercambia pensamientos con ellos. Pero cuando el ser humano se despierta, no recuerda esto. Esto tiene que ver con su actual etapa de desarrollo. Sin embargo, el desarrollo puede llegar a ser cada vez más elevado. El discípulo que aprende bajo la guía del llamado maestro puede hacer gradualmente de su conciencia una conciencia continua, una conciencia continuada. Entonces podrá traer las experiencias de la noche a su conciencia como recuerdos en su estado de vigilia. Cuando el discípulo, el chela, ha alcanzado una conciencia continua, entonces recuerda lo que recibió en el mundo astral. Estas percepciones del chela no se aprenden en el mundo físico, sino que se experimentan en el mundo astral y se llevan a su vida física. Esto es lo que Platón quiere decir cuando habla del recuerdo de los estados superiores del alma.
El Chela es capaz de hacer que la conciencia que en el hombre común se interrumpe continuamente sea permanente, cuando ha logrado el don de que su reflejo surja y se produzca no sólo en el cuerpo físico, sino en los elementos superiores de la naturaleza humana. Del cuerpo físico y sólido surge para el hombre medio la imagen del espejo de sí mismo; también se puede decir: se vuelve consciente de sí mismo. Quien ha alcanzado la etapa superior se vuelve consciente de su yo no sólo en lo físico, sino en lo astral; le brilla desde el astral. De esta manera, en el plano astral se encuentran sobre todo los chelas, los discípulos, que son capaces de llevar su conciencia a la región astral. Elevar la conciencia a la región astral es el contenido de la enseñanza teosófica y el contenido de la instrucción que un Maestro altamente evolucionado da a sus discípulos. Esta relación entre el Maestro y el chela tiene lugar en el espacio astral. La traducción de la enseñanza en el astral a palabras físicas, a frases físicas, es lo que la Teosofía es capaz de ofrecer.
Así pues, ya hemos conocido dos tipos de entidades que encontramos en el astral: Maestros y discípulos. Además, hay personas que también están desarrolladas psíquicamente pero que no han tenido una instrucción regular, los sonámbulos, que tienen una conciencia ambigua. Ustedes aben que hay personas para las que es posible, sin haber recibido instrucción de un Maestro, tener percepciones muy especiales en ciertos momentos, percepciones que son independientes de sus sentidos. Pero sólo para aquellos que entran en la región astral a través del entrenamiento teosófico no hay error. El teósofo sabe distinguir entre los estados patológicos y las verdades más profundas. Si seguimos al sonámbulo en la vigilia y en el estado de trance, vemos que el alma puede salir del cuerpo y ver. Pero no creeríamos una palabra del sonámbulo si no tuviéramos pruebas de que este ver indisciplinado puede corresponder al ver del vidente. El estudiante que ha desarrollado la conciencia continua, que ve las cosas astrales al igual que ve las mesas y las sillas, sabe también que los sonámbulos en sus estados especiales contemplan a veces la verdad. Tienen la capacidad de elevar temporalmente su yo fuera de la corporeidad y, por tanto, de ver lo que no puede verse con los sentidos ordinarios. Estas almas desencarnadas temporalmente son las terceras que se pueden encontrar como habitantes del reino astral. La cuarta cosa que encontramos en el mundo astral es algo muy poco agradable, son los destructores y devastadores en el astral.
He mencionado a menudo que nuestro mundo físico fue precedido por otro cuyos efectos disfrutamos. Podemos llamar a nuestra tierra el cosmos del amor, donde el hombre es entrenado en el amor hasta que haya alcanzado el nivel más alto en nuestra ronda. Si observamos este desarrollo y dirigimos nuestra mirada a lo que habrá en el futuro, sabemos que la tierra es una escuela del despliegue del amor. Pero también hay que mirar lo que ya existía en un estado anterior. Nuestro cuerpo planetario nació de otro. La tierra fue precedida por otro cuerpo planetario, la antigua luna, en la que se preparó lo que necesitamos para recorrer nuestro camino terrenal. A partir de lo que el hombre ha pasado, se han formado sus órganos físicos. Sobre el estado planetario anterior, el cosmos de la sabiduría, él ha construido su sensibilidad humana, los órganos sensoriales. En aquel momento se construyó el cuerpo de sensaciones.
En ese momento, cuando los humanos comenzamos nuestra evolución, la facultad de sentir estaba entretejida en nuestro organismo físico. Consideren la sabiduría que se añade a la constitución química del cuerpo físico al entretejer las sensaciones y los sentimientos. Purificar estas sensaciones y sentimientos, ennoblecerlos en sensaciones morales, en sentimientos morales, esa es la tarea de nuestra vida terrenal. Al igual que nuestra tarea en la tierra es desarrollar sentimientos y emociones morales, la tarea suprema de los seres del cosmos de la sabiduría, que precedió al nuestro, fue crear una estructura sabia del organismo sensorial. Los seres debían dedicarse a desarrollar la sensorialidad. Las funciones de los sentidos surgieron gracias a la sabiduría infinita.
Ahora bien, hay que considerar que en los distintos estados cósmicos sucesivos los seres tienen tareas diferentes. Para hacer comprensibles estas diferentes tareas, piense en un fabricante de pianos y en un pianista. El constructor de pianos debe dedicarse con amor y devoción a la construcción del piano, por lo que tiene una tarea diferente a la del que va a tocar en el piano. Tanto el constructor de pianos como el pianista tienen su tarea específica, y ambos aportan lo mejor en cada lugar. Pero si el constructor del piano quisiera serrar, cepillar y martillar en la sala de conciertos, sólo tendría allí un efecto destructivo. Sí, ahí no sirve, por muy grande que sea como maestro de la construcción de pianos.  
Por eso, en el mundo astral también encontramos seres de este tipo que han adquirido un alto grado de habilidad en la construcción del organismo sensorial, pero que no han abandonado esta tendencia al pasar a otra etapa de desarrollo. Son maestros en la construcción de la materia sensorial, pero son tan inútiles en nuestro desarrollo actual como el fabricante de pianos en la sala de conciertos. Tienen un efecto destructivo, devastador, trabajan en el lugar equivocado como espíritus malignos, pues se aferran a fuerzas que el hombre necesita como "subestructura", pero no conducen el desarrollo del hombre más allá. Estos seres pueden tener un desarrollo elevado, pero tienen una inclinación que ya no encaja en nuestro desarrollo, por lo que pueden ser un obstáculo para el chela, el principiante que apenas está aprendiendo a mirar en el mundo astral, pues puede ser atraído por estos seres y así extraviarse.
También hay otros seres en el mundo astral, seres que no descienden a la corporeidad física y sólo vienen a manifestarse en el espacio astral. No pueden ser percibidos por quienes sólo tienen visión de lo físico. Estos seres son nobles y sus aspiraciones sólo se dirigen al objetivo del desarrollo humano. No tienen deseos humanos, ni están apegados a lo terrenal, han adquirido esa etapa de desarrollo a través de la cual se han convertido en ayudantes de la humanidad. No son entendidos, y sin embargo los encontramos en el espacio astral, pues esperan aquí su destino futuro.
Para comprender cómo sucede esto y qué importancia tiene, debemos aclarar en pocas palabras lo que será el tema de la sexta conferencia: el estado en el Kamaloka. Cuando el hombre abandona el cuerpo físico, éste es entregado a la tierra; la fuerza vital (cuerpo etérico), también es dejada de lado. Entonces entra en el mundo astral, el reino de los deseos. El hombre pasa por un período en este mundo astral, luego pasa al Devachán, para descender de nuevo a la encarnación. Este es el desarrollo normal [post-morten] del ser humano, que pasa a través de dos mundos, el mundo astral y el mundo puramente espiritual, con el fin de volver a estar maduro para la siguiente encarnación. En esta siguiente encarnación disfruta entonces de los frutos de la vida anterior. "Dios no se burla de él. Porque lo que el hombre siembra también cosechará".
Cabría pensar que el más evolucionado podría tener una rica cosecha en el mundo espiritual. Pero es libre de volver a la tierra después de un corto tiempo y ayudar a los que se han quedado atrás en su desarrollo espiritual. Así puede renunciar a la estancia espiritual en el Devachán y esperar hasta que un Maestro le dirija a una nueva encarnación. Entre los llamados desencarnados nos encontramos con estas figuras.
Sólo visibles para los más evolucionados de nuestro tiempo son los seres aún más elevados que sólo raramente están en el mundo astral, porque tienen su hogar en reinos aún más elevados, en niveles aún más elevados del mundo espiritual. Cuando el chela evoluciona, alcanza la capacidad de tener conciencia no sólo en el astral, sino de tener conciencia también en el mundo aún más elevado, en el mundo espiritual o devachánico, que es más elevado que el mundo astral. En este mundo superior el yo se refleja en él. El hombre se experimenta a sí mismo en las regiones espirituales superiores como la imagen del espejo que ve en el mundo físico. Los seres que pertenecen a este lugar sólo son visibles para los altamente desarrollados. Estos seres también pueden renunciar a lo que debe entenderse como la tarea más elevada de nuestra existencia terrenal, pueden renunciar al "Nirvana". Un ser así puede renunciar al Nirvana, puede volver al mundo terrenal, al que no necesitaba volver en absoluto para ayudar a la gente. Estos seres se llaman Nirmanakayas. Son capaces de descender del mundo espiritual al astral y al físico, y para tener un "punto de acceso" allí, toman un cuerpo astral. Lo hacen para ayudar a la gente. Estos son los nirmanakayas que podemos encontrar en el mundo astral, aunque raramente. Hablo aquí de tales entidades, que no pueden ser vistas por los ojos físicos, sino sólo por aquellos ojos que pueden recibir impresiones del espacio astral. Si los ojos pueden percibir impresiones en el mundo astral, entonces pueden percibir a los Nirmanakayas allí y también a los seres humanos que están entre la muerte y la siguiente encarnación. Hablaré de esto en la próxima conferencia.
En el mundo astral también encontramos seres incomprensibles para el principiante. Se trata de seres que tienen la más alta movilidad interior y que adoptan diferentes formas y figuras y muestran su conexión con el mundo de una manera completamente diferente a la del cuerpo astral humano. El cuerpo astral humano tiene una forma encerrada dentro de unos límites, tiene unos contornos definidos. El cuerpo astral de los animales no tiene unos contornos tan definidos. Los cuerpos astrales de los animales tienen un aspecto muy diferente. No pertenecen a un solo ser, sino que existen almas grupales para grupos enteros de animales. Los animales físicos individuales cuelgan, por así decirlo, de un tronco común, y de estos animales individuales una especie de hilo conduce luego a las almas grupales que mueven a los animales. También en el astral se pueden descubrir ciertas formas de animales que no se pueden encontrar en el físico. Estos cuerpos astrales son seres humanos nacientes que están formando y desarrollando sus cuerpos astrales para formar un vehículo adecuado para los que descienden del mundo espiritual.
Pero estas no son todas las entidades del mundo astral. En el mundo astral también nos encontramos con seres de una naturaleza difícil de describir, seres cuyo tamaño no podemos sondear, seres de un tamaño como si se extendieran por todo nuestro sistema planetario. Estas entidades, que abarcan toda la tierra, muestran claramente que tienen algo que ver con nuestro desarrollo terrenal, pero el ser humano terrenal sólo puede formarse una idea de ellas con dificultad.
Estas entidades, que existen en las más diversas variantes, están relacionadas con todo nuestro desarrollo. Ellas experimentaron un desarrollo en las primeras rondas de la evolución terrestre. Tres rondas precedieron a nuestra tierra y tres rondas seguirán. Estas entidades, que en las religiones más antiguas y aún más espirituales se llamaban "Devas", habrán alcanzado un desarrollo superior cuando nuestra tierra haya llegado a su meta. Se cree que son similares a los humanos porque la gente no puede formarse una idea adecuada de ellos.  Pero las personas que sí saben algo sobre ellos consideran que es un indicio de cómo avanza el desarrollo cosmológico. 
Cuando un "cosmos" comienza a desarrollarse en la primera, segunda y tercera rondas, se desarrolla de la misma manera que lo hace un niño en los tres primeros años de vida. Esto indica, por así decirlo, el camino que tomará en la vida. Sólo entonces viene lo que es la tarea real del cosmos; a esto lo llamamos la "verdad" del cosmos. En nuestra tierra actual, la verdad ha salido a la luz; las tres rondas anteriores del camino del desarrollo representan el "camino". La "verdad" es la manifestación externa de este "camino" en nuestro actual desarrollo terrenal. Pasaremos por la tercera parte del desarrollo, la "vida", cuando hayamos penetrado más y más nuestra alma con la verdad. Aprenderemos a reconocer la verdad, pero la verdad se convertirá en nuestra vida; entonces ya no necesitaremos ganar la verdad. Ahora bien, esto sigue siendo necesario para llevarnos a una vida moral y ética. Pero en el futuro esta verdad nos impregnará, será nuestra sangre vital. Por eso, aquel que es un representante de la verdad que fluye por el cosmos ha tomado este triple en su conciencia y lo ha expresado con las palabras: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida".
Traducido por J.Luelmo dic.2022






No hay comentarios:

El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919