GA088 Berlín 25 de febrero de 1904 2ª parte 4ª conf. Desmontando ciertas interpretaciones erróneas sobre el mundo espiritual. Significado del año 1875.

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RUDOLF STEINER

Desmontando ciertas interpretaciones erróneas sobre el mundo espiritual. 

Significado del año 1875.


Berlín 25 de febrero de 1904

¡Distinguidos presentes! Me corresponde hoy poner fin a las conferencias sobre el llamado Plano Devacánico o, como debemos llamarlo en nuestra lengua, la Tierra Espiritual. Si leen en los libros teosóficos sobre El Devacán o Tierra de las entidades espirituales, encontrarán la descripción de que esta región del mundo espiritual es una región de satisfacción, una región de dicha. Se nos dice que el Devacán es la "tierra de las delicias", la "tierra de la felicidad". Pues bien, distinguidos señores, es muy fácil malinterpretar tal descripción e imaginar algo bastante erróneo bajo estas palabras. Debemos tener claro el hecho de que muchas personas no saben lo que es la felicidad de la tierra de los espíritus, que la inmensa mayoría de la gente busca la felicidad y la satisfacción en cosas de las cuales, sin embargo, en el Devacán no se puede encontrar nada. Incluso lo que la gente imagina como paraíso en las ideas religiosas, como tierra de felicidad y dicha, está todavía tan relacionado con ideas de la realidad sensorial inmediata, con ideas tomadas de nuestro entorno físico, que no debemos aplicar estas ideas a la tierra de los seres espirituales. Lo que la gente espera en forma de placeres paradisíacos, lo que llaman paraíso en relación con las ideas sensoriales, lo encontrarán incluso antes de entrar en el Devacán, lo encontrarán en la quinta región del Kamaloka, en la quinta región del fuego de purificación, y precisamente con el propósito de librarse de esta tendencia a los placeres y a los deseos sensoriales. Lo que la tradición india, por ejemplo, imagina como cotos de caza paradisíacos donde poder satisfacer todos los deseos cinegéticos, ya lo encuentra en la quinta región del Kamaloka. Pero es precisamente a partir de esto cuando el hombre debe purificarse antes de poder entrar en el mundo espiritual.
Por otra parte, cuando oyen que nada de lo que experimentan aquí en la Tierra como realidad sensorial existe ya en el país de los espíritus, muchos dicen que entonces el país de los espíritus no es más que una ilusión, una especie de sueño durante el cual soñamos entre dos encarnaciones. -Hay que corregir estas dos cosas. Lo que se necesita es reconducir los conceptos que el hombre toma de su realidad directamente experimentada hacia conceptos muy diferentes y más elevados. Uno puede hacerse una idea de lo que significa realmente el país de las delicias, el país de la dicha, lo que se entiende por esa profunda intimidad y paz espiritual que experimentamos entre dos encarnaciones, si escuchamos lo que los discípulos de los grandes maestros saben contar a través de sus experiencia ya en esta vida.
El que alcanza en esta vida la iniciación experimenta algo de esta dicha celestial, de esta verdadera satisfacción espiritual, ya en esta vida a través de la penetración en el reino espiritual. Se preguntarán: ¿Existe o ha existido en nuestros países de Europa algo llamado iniciación? ¿Ha habido realmente alumnos en nuestra cultura occidental que se hayan hecho partícipes de esa visión suprema que nos abre la Tierra Espiritual? - Siempre ha existido la posibilidad de recibir iniciación en escuelas secretas, en escuelas ocultistas. En el siglo XIV llegó a Europa una corriente de sabiduría ocultista. Esta corriente, que se llama corriente rosacruz, fue juzgada erróneamente por muchos de aquellos que sólo llegan a conocerla desde el exterior. Sólo aquellos a los que se les ha permitido verlo a través del entrenamiento ocultista deberían conocerlo desde dentro. Cuando Christian Rosenkreutz trajo la sabiduría de Oriente a Europa, fundó escuelas en Europa en las que se llevaba a los alumnos hasta los grados donde era posible ver en el Devacán, ver los misterios superiores. Sólo quienes han recibido en sí mismos formación saben algo al respecto. Toda la investigación externa, todo lo que se registra en los libros no puede proporcionarle ninguna información. Hasta 1875, año de la fundación de la Sociedad Teosófica, nunca se había hablado de estas cosas en absoluto, salvo en los lugares de enseñanza más secretos. Sólo desde 1875 los Maestros de Sabiduría sintieron el deber de comunicar a la humanidad algunas de estas  verdades espirituales más profundas a la humanidad.
Hoy en día siguen teniendo lugar iniciaciones o consagraciones. Sin embargo, sólo pueden tener lugar dentro de la Tierra Espiritual, la zona del Devacán que les he descrito. Hoy cada iniciado debe llegar a su propia visión de estos misterios superiores en el Plano del Devacán. Esto nos obliga a dar al menos una pequeña idea de cómo se siente y cómo se transforma quien recibe la iniciación en el Plano Devacánico. Lo que les he descrito acerca de esos seres supremos que vienen de mundos completamente diferentes para disfrutar primero de su encarnación en el Devacán, para luego descender a las regiones más profundas, a los tres mundos, a esos seres los puede ver el que viene a la iniciación, a la iniciación en esta zona. Cuando un hombre ha alcanzado la iniciación, comienza a adquirir una fe completamente nueva, una visión completamente nueva. Realmente se ha convertido en una persona diferente. Y lo que no existe para muchas personas que viven en su entorno, de lo cual nunca tienen idea, él lo ve con el ojo espiritual. Permítanme darles un breve esbozo del credo que el iniciado hace suyo. Este credo les resultará familiar en algunos giros de frase. De todas las verdades más profundas siempre ha habido algo que ha llegado al dominio público y se ha propagado exotéricamente en él.
El iniciado obtiene una visión más elevada de lo que ocurre aquí, en nuestra realidad física. Obtiene esta visión superior situándose fuera de esta realidad física. Aunque vivimos en el mundo de los sentidos, estamos encerrados en el organismo físico y sólo podemos ver a través de nuestros ojos, oír a través de nuestros oídos y percibir a través de nuestros demás órganos sensoriales. Dependemos de lo que nos transmiten nuestros sentidos. Esto, gracias a la formación superior que recibe el iniciado, cesa.
Frente al iniciado se extiende -apenas puedo describirlo- su propia realidad física completamente desplegada. Se ve objetivamente a su lado, y al igual que miramos cualquier otro objeto en el entorno de nuestra realidad sensorial, de igual manera miramos nuestra propia corporeidad física cuando nos iniciamos. Nuestro organismo yace ante nosotros como nuestro propio cadáver. Pero también nuestro cuerpo astral, nuestros deseos, instintos, toda nuestra vida de instintos sensuales, está ahí ante nosotros, y decimos en el sentido de la sabiduría vedanta citada: "Esto eres tú". Nos vemos a nosotros mismos de forma totalmente objetiva, con todos nuestros defectos, con lo que hemos conseguido en la vida a través de las distintas encarnaciones. Es lo que se ha descrito como el paso a través de la puerta de la muerte que todo iniciado tiene que atravesar. Entonces ya no ve a través de los sentidos aquello que a pesar de todo sigue teniendo a su alrededor en el mundo sensorial; ve en el mundo exterior desde el reino espiritual, y no sensorialmente. Pero también ve en el mundo de los instintos, en el mundo del Kama, de las pasiones, en el mundo donde están los instintos humanos, en aquello que lleva a las personas al conflicto y a la lucha, lo que les deleita y lo que les da placer en esta realidad física; ve en ella como lo  podría ver un paseante que se encontrase en una alta montaña y contemplase un paisaje montañoso.
Y por haberse elevado por encima de la sensorialidad, por tener a su alrededor sólo un mundo de puro espíritu, es por lo que ve al otro lado esas entidades que son de naturaleza espiritual, y oye algo de lo que se llama sabiduría divina.
La propia entidad divina es el Padre-Espíritu de todas las religiones; nadie puede verlo en su propia forma. Lo más elevado permanece sin revelar, incluso para los ojos espirituales abiertos. Pero el iniciado recibe una idea de lo que crea y actúa en el mundo. Él es conducido ante las fuerzas creadoras, divinas. Entonces, por primera vez, pronuncia la palabra por convicción, por contemplación directa, la palabra que previamente se le ha enseñado como fe: ["Yo soy Brahman"]. Si el iniciado es conducido ahora a través de la puerta estrecha, donde se le muestra objetivamente la vida física y la vida astral, entonces se oye la palabra del sacerdote iniciador: "A los que ya tienen, se les dará mucho, y a los que aún no tienen, se les quitará incluso lo que ya tienen". - Este es el canto de iniciación que se escucha en la primera puerta de iniciación. También lo encontrarán ustedes en la Biblia, como muchos otros dichos tomados de la sabiduría sacerdotal egipcia. Los que tienen, son aquellos que ya han recibido el espíritu para sentir espiritualmente, para experimentar espiritualmente. Pero aquellos que llegan a esta puerta y no tienen fe ni sentimiento de lo espiritual también se verán privados del deseo de conocimiento espiritual. Ay de aquel que viene a este lugar indignamente, que se ha apresurado curiosamente; frente a él se oye otra voz, que de nuevo tiene un significado simbólico.
La persona experimenta ahora lo que es el espíritu universal, el alma universal. Los seres humanos pensamos en cosas sensoriales, pero el espíritu que vive en nosotros, que experimentamos como pensamientos en nuestro interior, que forma el objeto de nuestro pensamiento, eso es lo mismo que la sabiduría a partir de la cual se construye el mundo. No podríamos conocer el mundo con sus leyes si no estuviera construido con estas leyes espirituales. La Teosofía enseña que lo que vive en el hombre como espíritu, como Manas, es consustancial con lo que vive en el gran universo, con Mahat. El manas del hombre extrae sabiduría del manas del universo, de Mahat. ¿O acaso la persona debe creer que las leyes que vemos obrar en los cielos, según las cuales se mueven las estrellas, sólo tienen sentido en su mente? El Mahat del cielo estrellado es el elemento entendimiento y razón exterior en el gran mundo, y lo que experimentas de él es Manas, el elemento entendimiento y razón del pequeño mundo.
Ahora el Espíritu Todopoderoso, el Espíritu Universal, desciende sobre el iniciado. El sacerdote iniciador pronuncia las palabras: Este es mi hijo muy amado en quien me complazco.- El interesado, ahora iniciado, sabe lo que es el espíritu del mundo. Entonces puede expresar la fe en el espíritu del mundo creador con su propia convicción y decir: Creo en el Padre-Espíritu divino que hizo lo espiritual, que también se llama lo celestial, y lo físico, lo terrenal. - El credo cristiano afirma: Creo en Dios, Padre todopoderoso, que creó el cielo y la tierra. - Y entonces una cosa se ha vuelto clara para el hombre: que en verdad y realidad él mismo ha tomado su origen del mismo espíritu universal del mundo que lo confronta aquí en la tierra de los espíritus. Sabe que ha descendido a las profundidades de la materia físico-sensorial; pero también sabe que ha descendido de los mundos divinos y que procede del espíritu. Sabe que ha recibido la esencia espiritual que lleva en sí mismo del mismo seno del Padre-Espíritu divino, que es un rayo del sol del Padre-Espíritu divino. Toma conciencia de ello como un poder divino real, como algo que experimenta y de lo que tiene certeza directa. Comienza a adquirir una nueva fe en la humanidad. La humanidad se convierte para él en el Hijo unigénito de Dios, el Hijo del que habla en su credo: "Creo en el origen divino de la humanidad -en el Dios en el hombre mismo, como lo expresaba la sabiduría sacerdotal egipcia- o en el Cristo en el hombre que ha descendido de los mundos celestiales. Y entonces se hace claro para él que el hombre, antes de que hubieran llegado estos tiempos en el desarrollo terrenal, estos tiempos en los que ahora vivimos, estos tiempos en los que los hombres perciben a través de sus sentidos, en los que sus impulsos sensuales les impulsan a sus acciones, para él se hace claro que el hombre, antes de descender a esta esfera de los sentidos, estaba en otra, en una esfera puramente espiritual.
El aspirante se ha familiarizado ahora con la tierra espiritual, y sabe que esta tierra era la tierra en la que estaba el hombre en aquel tiempo como Hijo unigénito de Dios, sabe que el hombre nació de materia espiritual virgen -María o Maja- y sabe, que este hombre espiritual está contenido en cada uno de nosotros y se desarrolla poco a poco a través de las diversas encarnaciones. Sabe que este hombre espiritual vive rodeado de corporeidad sensual, vive en el cuerpo físico. Las cosas del mundo exterior tienen un efecto sensual en nuestro cuerpo y fortalecen nuestros ojos, nuestros oídos y los demás órganos de los sentidos. Dentro de esta sensorialidad física vivimos y dejamos que el mundo penetre en nosotros.  A través de los órganos de los sentidos miramos el mundo exterior como a través de ventanas; estamos encerrados en la materia sensorial y, por tanto, limitados por ella. 
Puro y espiritual es el Cristo que se alberga en las personas; él es materia espiritual virgen. Ahora ha descendido a la materia contraída y sensorial. Hablando esotéricamente lo llaman el agua o el mar. Por ejemplo, en el Génesis se dice: El espíritu de Dios se cernía sobre las aguas. - Eso significa que el espíritu flota por encima de la materia. En griego, este asunto también se denomina "Pontos Pyletos", literalmente el mar contraído. El hombre es arrastrado hacia esta materia contraída, que ha formado sus órganos. Así, el ser activo en el reino espiritual se ha convertido en un ser que recibe pasivamente las impresiones del exterior a través de los órganos de los sentidos: el hombre se ha vuelto pasivo, un Pontos Pyletos. Esto distingue el mirar las cosas en el mundo espiritual del mirarlas en el mundo de los sentidos. Si queremos tener un objeto ante nosotros en el mundo espiritual, primero tenemos el pensamiento, y el espíritu forma este pensamiento en la tierra espiritual, es decir, el hombre encuentra las imágenes para toda la creación en la tierra espiritual. En el mundo sensorial el hombre asume doliente, el hombre se ha vuelto pasivo. Todos nos hemos vuelto pasivos, como quien dice sufriendo en materia contraída. Éste era el credo original de la fe sacerdotal egipcia. Este es el simbolismo de que el Cristo descendió a la humanidad, que asumió la materia y se convirtió en sufrimiento pasivo en el mar contraído, en los Pöntos Pyletös. Con el tiempo, esto pasó a formar parte del cristianismo, y como la palabra Pontos Pyletos se malinterpretó totalmente, surgió el pasaje engañoso del credo cristiano que dice: " padeció bajo Poncio Pilato", que no es otra cosa que el pasaje citado del credo de los sacerdotes egipcios. El sufrimiento es en lo que se ha convertido el hombre; ya no es activo, sino pasivo. Este es el artículo de fe con el que en el simbolismo oculto, se designa la llamada Encarnación.
Una vez que el iniciado ha reconocido lo que se dice en estas verdades profundas, mira a su alrededor en la realidad objetiva, sensual, hasta que tiene claro en sí mismo que ahora puede descender a esta sensualidad para trabajar dentro de la realidad sensorial por deber y en abnegada entrega. Cuando ha llegado al punto en que ya no busca satisfacer los impulsos sensuales, sino que los utiliza sólo para trabajar dentro del mundo sensorial, entonces él mismo es un iniciado, entonces tiene la firme seguridad de que puede ver a través de la justicia general del mundo. Antes vivía encerrado en el mundo de los sentidos, y el enigma del nacimiento y la muerte, el enigma del eterno devenir, no le resultaba claro. Ahora tiene claro que es eterno y que está por encima del nacimiento y de la muerte. Ve lo que es cambiante y al mismo tiempo la justicia eterna del mundo, que en lenguaje teosófico llamamos karma. Se ha convertido en un sabio de la justicia mundial, puede juzgar la vida y la muerte o, como dicen los iniciados egipcios, el nacimiento y la muerte. Y ahora cree en la sublime comunidad de los espíritus liberados del cuerpo. Sólo en el mundo sensorial estamos separados, en el Devacán somos una comunidad de espíritus corporalmente liberados.
El credo cristiano lo expresa diciendo: Creo en la comunión de los santos. -El credo cristiano ha surgido del credo esotérico de los iniciados egipcios, que se expresa en un lenguaje totalmente esotérico. En parte se traduce de símbolos mal entendidos, en parte de dichos esotéricos que los iniciados recibieron como conocimiento directo en la tierra del Devacán.
Ahora, tras esta discusión, les habrá quedado algo más claro lo que se entiende por el país de las delicias y la dicha. Es la dicha del infinito, de la actividad eterna, del trabajo eterno. ¿Por qué todo lo que nos oprime en el mundo físico ya no puede oprimirnos en Devacán? No porque el Devacán sea una tierra de dicha, ni porque allí se nos concedan delicias como las que el hombre exige y desea en su mundo sensorial, sino porque está libre de la corporalidad, libre de lo que exige deseos sensoriales, pero también libre de lo que le limita, y porque le hace posible tener un efecto sobre lo que de otro modo actúa sobre él desde fuera. Lo que nos limita en el mundo sensorial desaparece, lo que puede causarnos dolor ya no existe. ¿Cómo surge el dolor? Por causa de las impresiones que se ejercen sobre nuestro cuerpo astral o sobre nuestro cuerpo físico. Cuando estamos en el Devacán, hemos desechado estos cuerpos; la razón del dolor y de los sentimientos de desagrado que experimentamos en el mundo físico ha desaparecido. Porque ya nadie puede ser egoísta, nadie puede exigir placeres egoístas; porque ya nadie tiene cuerpo astral, uno está libre de todo lo que puede oprimir la propia personalidad. Por eso se reconoce el Devacán como la "tierra de la dicha". 
Les decía que es precisamente en la tercera región del Devacán donde se nos revela cada dolor, cada suspiro de lo creado, donde podemos percibir todo lo que ocurre aquí en la tierra en el dolor y el sufrimiento, lo que tiene lugar en las pasiones y los deseos. Pero lo percibimos como percibimos los objetos aquí en el mundo de los sentidos, una percepción que no es tan fuerte ni tan evidente como para causarnos dolor. 
Tampoco es como cuando tocamos, sentimos un objeto que tiene un alto grado de temperatura que nos quemamos - en resumen, percibimos sin sentir dolor egoísta o placer personal.  Observamos la totalidad de todo el dolor, de todo el sufrimiento, y nos situamos por encima de él como seres espirituales y sentimos que tenemos que cooperar para aliviar o reducir este dolor. Nos es indiferente que ese dolor o placer nos pertenezca a nosotros o a los demás. Nuestra personalidad ha sido despojada; el dolor ya no es personal. Ha desaparecido la causa de la que podía surgir para nosotros el sufrimiento personal. Porque, desencarnados, estamos, por así decirlo, libres de todo lo que podría oprimirnos, por eso el hombre llama a Devacán la tierra de la dicha, por eso la dicha en Devacán debe describirse como algo que no puede compararse con nada de lo que ocurre aquí en la realidad sensoria. Sólo sabe lo que significan estas "delicias" del Devacán quien, como iniciado, ya ha tenido experiencias aquí en esta encarnación físico-sensorial y ha recibido conocimiento y sabiduría de este Devacán.
Todo lo que se nos dice sobre la Tierra del Devacán proviene de la experiencia y la observación directa y de las percepciones de tales iniciados que han aprendido a ser por sí mismos activos dentro de la existencia espiritual. También han aprendido que sería la mayor ilusión decir que la vida en Devacán entre dos encarnaciones es una ilusión. Esa es precisamente la ilusión de que consideremos la vida en el Devacán como una ilusión, como un sueño.
Y de hecho, toda la vida real proviene del Devacán.
Y sólo porque es tarea de la existencia terrena hacer descender a los hombres en su actividad espiritual al mundo terrenal, el Cristo debe aparecer en el hombre, en encarnación sensorial. Por eso, según Platón, el gran filósofo griego, el alma del mundo está dispuesta en forma de cruz a través del universo y extendida sobre el cuerpo terrenal del mundo. Eso es lo que dijo Platón. Es un simbolismo que el iniciado conoce en su significado más profundo.
Al igual que el instrumento, la herramienta, necesita de un maestro artesano, nuestra existencia física necesita al mundo espiritual para que éste pueda ser el maestro constructor del cuerpo físico. Así como, por ejemplo, un martillo nunca habría llegado a existir sin la influencia del pensamiento espiritual, y nunca podría ser utilizado por un ser que sólo tuviera poderes físicos y no pudiera pensar, así tampoco el hombre podría cumplir su tarea si no ascendiera una y otra vez a la tierra espiritual y allí obtuviera una y otra vez los poderes para trabajar en la realidad sensible. Él asciende allí donde recibe el conocimiento de la espiritualidad pura, donde aprende cómo actúan las fuerzas espirituales sin volverse pasivo dentro de los sentidos, donde aprende a desplegar sus alas libremente y a trabajar. Después podrá encarnarse de nuevo, sufriendo en la materia contraída de la existencia terrestre, en los Pontos Pyletös. De encarnación en encarnación vaga el hombre; una y otra vez se adentra en los Pontos Pyletos; una y otra vez el espíritu es crucificado en la materia. 
El teósofo nunca puede ser materialista -ni siquiera en el más mínimo sentido- ni basar toda la existencia en el mundo físico. Y sobre todo cuando pueda hacer sus propias observaciones en el país del espíritu, llegará a la conclusión de que el ascetismo sería hostil a la realidad. La tarea del ser humano como ser espiritual se nos aclara en la tierra del espíritu. El mundo terrenal en el que vivimos es el lugar que se nos ha asignado durante nuestra evolución actual. Y lo que obtenemos del mundo espiritual debemos utilizarlo para la bendición de este mundo terrenal. Para que podamos trabajar en esta tierra, es por lo que siempre se nos proporcionan nuevas asignaciones desde la tierra de los espíritus entre dos encarnaciones.
Estimados presentes, ya hemos atravesado los reinos de los tres mundos. Hay tres mundos en los que vive el ser humano: el mundo terrenal, el mundo anímico o astral y el mundo espiritual o Devacán. Aquí, en esta existencia, el hombre vive en estos tres mundos. En cada ser humano sensorial también existe un ser humano anímico y un ser humano espiritual. Sin embargo, el ser humano sólo tiene conciencia dentro del mundo sensorial, pero el ser humano astral y el espiritual están igualmente activos en él; en todo ser humano también están activos el alma y el espíritu. La conciencia del ser humano despierta entre dos encarnaciones en el Kamaloka, en la tierra del alma; luego se vuelve vidente, se despierta entre dos encarnaciones -según el estadio de desarrollo, según lo que trae consigo de esta encarnación terrestre- en el Devacán, en la tierra del espíritu, para volver de nuevo al mundo astral, revestirse de materia astral y encarnarse de nuevo en la realidad física. Este es el camino, la peregrinación del espíritu humano.
El ser humano procede de la tierra del espíritu. Originalmente era materia virgen a partir de la cual el hombre, cuando aún vivía en el reino espiritual puro, formó un cuerpo para sí mismo.
Este estado terrenal nuestro fue precedido hace mucho tiempo por otra vida en nuestra tierra. Entonces las personas aún eran espíritus puros, sólo existía la realidad espiritual.
Entonces el hombre descendió primero a la existencia astral, sin llegar aún a la realidad física. En aquella época era todavía el Adam-Kadmon, el ser "puro" en el que aún no estaba presente el mundo físico de los impulsos.
Luego vino lo que tan maravillosamente se expresa simbólicamente en el Génesis, donde se dice: "Jehová formó al hombre de una bola de masa de barro y sopló en él aliento de vida. -El espíritu recibió la materia sensorial, densa y, por tanto, al mismo tiempo, toda la existencia de la realidad física, sensorial.
Hasta entonces, el ser humano estaba en una especie de subconsciencia.  La conciencia despierta que tenemos hoy, este intelecto a través del cual consideramos las cosas y con el que nos orientamos en el mundo físico, sólo le vino al ser humano cuando éste descendió al mundo sensorial; el ser humano recibió la razón al mismo tiempo que la realidad sensorial inferior. Ésta, a su vez, está representada simbólicamente en el Génesis en la serpiente; cuando ésta dota a la humanidad de la racionalidad terrenal.
El punto más bajo en la evolución de la humanidad es el que tienen lugar en el nacimiento y la muerte, en el que lo inmortal del ser humano debe atravesar siempre la puerta de la muerte. Esto será en la próxima época reemplazado, entonces el hombre, de forma similar a la época anterior, sólo será un ser astral; y luego vendrá la última época en la que el hombre sólo tendrá una existencia espiritual.
De este modo, la contemplación del Devacán nos enseña que todo en el mundo, grande y pequeño, está en estado de desarrollo, que toda existencia procede del espíritu, pasa por la realidad sensorial para ascender de nuevo a lo espiritual. La contemplación de este reino superior, espiritual, nos muestra que lo que llamamos muerte, lo que llamamos fallecimiento, no es más que un estado temporal, casi ilusorio, de una época del mundo, que no es algo que pueda durar.
La convicción, la claridad, el conocimiento de que el hombre ha venido de reinos superiores y que volverá a reinos superiores, eso es lo que nos da la fuerza para que poco a poco, a medida que avanzamos en la Teosofía, podamos sentir todo lo que un iniciado del cristianismo primitivo - Pablo - sintió y expresó en las palabras: Muerte, ¿Dónde está tu aguijón?
Por otra parte, nunca hay que despreciar la existencia terrenal. Del mismo modo que la abeja lleva la miel a la colmena, nosotros tenemos que aspirar la miel del mundo terrenal y llevarla al mundo espiritual. Pero sólo podremos encontrar nuestro camino si sabemos cuáles son las fuerzas básicas de nuestra existencia. Por esta razón he dado las conferencias sobre el plano del Devacán. Sólo una cosa podría moverme a dar estas conferencias, que sé que pueden ser fácilmente malinterpretadas, y es una frase que fue escrita por el autor del Libro Básico Teosófico "Luz en el Sendero":
Y cuando conozcas la verdad, no debes guardártela para ti. - Quien ha reconocido la verdad no debe guardársela para sí. Y aquel que se sienta llamado a decirlo, que lo diga, sea como sea recibido. Por encima de todo está la llamada del mundo espiritual, una vez que la hemos escuchado. Esta llamada despierta en nosotros una conciencia muy distinta de todas las que conocemos por nuestra existencia sensual. Y entonces podemos a partir de nuestra visión del ámbito espiritual hacer de uno de los dichos de Salomón nuestro lema:
Por eso pedí comprensión, y me fue dada,
Invoqué al Altísimo, y le fue dada a mi espíritu sabiduría. Valoro más la verdad que todo lo que vive a mi alrededor en el ámbito sensorial. 
El sabio valora más la sabiduría que todos los reinos de los sentidos que le rodean. Por eso él trata de proclamar esta sabiduría. Esto pretende ser una justificación de lo que me ha movido a hablar de este reino sutil de la existencia, aunque sé cómo pueden malinterpretarse estas cosas y lo difícil que es hablar de ellas en un lenguaje razonablemente inteligible. Pero cuando hayamos sentido esta llamada, entonces, en el espíritu de la sabiduría de Salomón, expresémosla con estas palabras:
Por eso oré y me fue dado un sentido
e imploré, y entró en mí el espíritu de sabiduría
y lo antepuse al de reinos y tronos,
y pensé que las riquezas no eran nada
 en comparación con ella.

Traducido por J.Luelmo dic.2022 

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919