GA089 Berlín 2 de junio de 1904 -espiritual 2ª conferencia

                                                                                                                                           RUDOLF STEINER
Índice

COSMOLOGÍA DE LA CIENCIA ESPIRITUAL

principios básicos

2 de junio de 1904 segunda conferencia.

Después de las observaciones introductorias del otro día, me gustaría comenzar trazando un esbozo del desarrollo mundial, de acuerdo con el conocimiento teosófico. Les pido que tengan en cuenta que, como solo hay unas pocas horas disponibles, solo puedo dar un breve esbozo con el que se puede indicar mucho. Puede que más tarde haya oportunidad para dilucidar más.
Antes de continuar con la historia del desarrollo del universo y, sobre todo, de la formación de nuestro planeta Tierra, debemos hacer nuestros, ciertos conceptos que los occidentales ya no poseen porque se han ocupado durante largo tiempo, sólo con los fenómenos físicos. En todo libro que trate sobre cosmología, se nos dice que solo necesitamos mirar hacia el espacio para ver miles y miles de mundos que se revelan ante nuestros ojos, mundos similares a nuestro sistema solar, y que nuestra Tierra, el planeta en el que la vida ha existido desde hace muchos millones de años, es como una partícula de polvo dentro de estos numerosos mundos; y que el hombre es simplemente un diminuto ser sobre esta partícula de polvo. La ciencia natural ha llegado a esta conclusión, desde el advenimiento de la teoría copernicana. La ciencia nos dice lo equivocado que estaba el hombre de la antigüedad al creer que la Tierra era el centro del universo y pensar que la evolución cósmica solo era una preparación para la existencia humana. La ciencia nos ha inculcado lo pequeño que es el ser humano en comparación con el universo, que el hombre pecaba de arrogancia al creer que el mundo estaba formado de la forma que lo está debido a él. En contraposición a esta forma de pensar, Schiller escribió las siguientes hermosas palabras:
No me hablen mas sobre nubes de polvo y soles!
¿Es tan grandiosa la naturaleza solo porque os permite contar?
Vuestro tema es seguramente el más sublime en el espacio;
Pero, amigos, lo sublime no vive en el espacio.
Y Goethe, de quien saben ustedes por otras conferencias, que poseía conocimientos oculto, expresó sus pensamientos sobre este punto de la siguiente manera:

"¿Con qué propósito existiría el mundo con sus sistemas solares y estrellas si no se dirigiera al ser humano, para que pudiera recrearse y ser contemplado por él?

"Como pueden ver, personas como estas con su verdadera concepción del mundo espiritual no podían estar satisfechas con la idea de la insignificancia del hombre y la naturaleza de las partículas de polvo del universo.
Consideremos ahora al ser humano, en relación con la historia de la evolución desde el punto de vista teosófico. Sin embargo, debo anticipar algunos pensamientos con respecto a esto. Veamos por un momento el punto de vista de la humanidad contemporánea con respecto a la cosmología. Todo lo que el hombre puede captar con sus sentidos, tanto los sentidos de la vida cotidiana como los que la ciencia natural nos ofrece por medio de sus microscopios y métodos analíticos, a fin de cuentas, no es ni mas ni menos que el ser humano exterior y físico. Aquellos de ustedes que han escuchado conferencias teosóficas con más frecuencia saben que este ser humano exterior es solo la envoltura, la manifestación externa del hombre interior. ¿Qué es realmente el hombre interior? Cuando estudian al hombre físico anatómicamente, descubrirán que está compuesto de varios sistemas: el sistema óseo y muscular, el sistema nervioso que se ha desarrollado en el cerebro, etc. También saben que el cerebro es el órgano del pensar. Como teósofos, también saben que no es el cerebro el que piensa, sino que el cerebro es solo un instrumento, que el cerebro solo sirve al verdadero ser del hombre como un instrumento del pensar. Este ser que piensa en el hombre no puede ser detectado con los instrumentos físicos de los sentidos; ni siquiera quienes hayan abierto sus sentidos astrales (del alma) pueden verlo. Se requiere una clarividencia altamente desarrollada para percibir al ser que piensa dentro del ser humano. En un sentido teosófico, lo llamamos el verdadero Ser en el hombre. Este núcleo interno del ser, este verdadero Ser, es de naturaleza espiritual. No es algo que se extiende en el espacio, ni fluye en el tiempo. Es atemporal y sin espacio, existe más allá del espacio y el tiempo, es eterno. Ustedes han escuchado una descripción de este Ser en mis conferencias sobre el mundo espiritual (devacán), y encontrarán una descripción exacta en mi libro, Teosofía.
Para que el ser humano viva y piense en la etapa actual de la evolución, el Ser espiritual necesita un cerebro físico. Con este Ser espiritual Podríamos percibir en el mundo astral y en el Devacán, o mundo mental, sin necesidad de un cerebro físico, pero en el mundo externo, físico solo podemos percibir a través de él. Si deseamos entender correctamente al hombre contemporáneo, debemos decir: El ser humano contemporáneo es un Ser espiritual encarnado en un cerebro físico. Este cerebro físico tuvo que originarse primero, tuvo que desarrollarse; no es eterno como lo es el Ser espiritual. Podemos seguir al Ser espiritual hasta tiempos infinitamente remotos y avanzar hacia el futuro infinito. A partir de un cierto punto en el tiempo, este Yo espiritual se auto dotó de un cerebro, lo creó, lo formó para que se correspondiera con su propio ser. Sin embargo, tal órgano no puede formarse así. Sería imposible que nadie pudiera simplemente crear un cerebro viable mediante algún tipo de proceso. Sería algo artificial, pero no un cerebro viable que sirviera como instrumento para un espíritu. Para que pudiese surgir un cerebro, tuvieron que desarrollarse primero otros órganos. Un cerebro solo puede desarrollarse en un cuerpo físico humano. Por lo tanto, fue necesario que la evolución del resto del cuerpo físico precediese a la del propio cerebro. Cuando miramos atrás hacia las etapas evolutivas precedentes, vemos cuán lento y gradual fue este proceso. Que el ser humano con su Ser espiritual pudiese recibir un órgano con el que poder llegar a comprender el mundo, ese es el objetivo y el significado de nuestro presente desarrollo terrenal. Todo lo que ha sucedido desde hace millones de años tuvo como objetivo que la evolución alcanzase el punto en que un cerebro pudiese servir a un Ser espiritual.
Retrocedamos por un momento al comienzo de la evolución de la tierra. Aquél cuya visión espiritual esté lo suficientemente entrenada, tendrá la siguiente percepción: Al comienzo de nuestra evolución planetaria, nuestro Ser (yo) espiritual había alcanzado una cierta etapa en su evolución. Cada uno de nosotros estaba en una cierta etapa de evolución cuando la Tierra estaba en su etapa germinal. Pueden representar el tiempo en que comenzó la evolución de la Tierra y de todos los Seres espirituales que se encarnan hoy en la Tierra. Todos estaban allí, no como ahora están, sino en una etapa de evolución diferente totalmente. A lo largo de la evolución de la Tierra tenemos una tarea distinta; a través de esta evolución terrenal el ser humano debe llegar a algo. Permítanme indicar de manera descriptiva, lo que era el Yo espiritual cuando entró en la evolución terrenal. Nuestro Yo espiritual, tenía una conciencia completamente diferente al inicio de nuestra existencia terrenal, de la que tiene ahora. Podremos comprender esto si imaginamos que estábamos en una condición de sueño embotado, incapaces de convertir en conceptos, las imágenes que nos atravesaban volando, que tan solo podíamos verlas en forma panorámica. Cada Yo espiritual individual tenía esa conciencia onírica, y tuvo que pasar por la evolución terrenal y deberá pasar por la evolución futura, para desarrollar una conciencia imaginativa brillante, clara y conceptual. La conciencia onírica en la que el Yo espiritual estaba inmerso al comienzo de la evolución terrenal, es comparable a la del animal, pero el nivel de conciencia no es el mismo. La tarea que nuestro Yo espiritual debe realizar durante el transcurso de este período planetario es que la conciencia se ilumina cada vez más, y cuando completemos esta evolución terrenal en el futuro distante, habremos llevado esta conciencia brillante y clara a su cenit.
Llamamos Pitris, a los seres que entraron en la evolución terrenal en aquél tiempo, que significa "Padres". Éramos esos Pitris entonces; Esa era nuestra naturaleza durante esa fase anterior de la evolución. Antes de que entráramos en la evolución terrenal, fuimos atravesando por etapas preliminares, hasta mejorar la etapa onírica. Ahí es donde estábamos cuando comenzó la evolución terrenal. Los Pitris tuvieron que desarrollar gradualmente todos los órganos que necesitaban para conocer y comprender su entorno físico por medio de un cerebro físico dentro de la corporalidad física que hoy conocemos. Lo último que el hombre tenía que lograr era convertirse en un ser de pensar físico para que su Yo pudiera pensar dentro del mundo físico.
Ahora llego al segundo pensamiento preliminar. Cuando ustedes examinan el cerebro humano, científicamente desde todos los lados solo con los sentidos, encontrarán que está compuesto de la misma materia y está regido por la misma energía que la de todos los demás sistemas físicos terrenales. Si toman un cristal, un trozo de piedra caliza o sal de roca, una planta, un animal y los examinan químicamente, encontrarán que toda la naturaleza física, en la medida en que es visible y palpable, se compone de las mismas energías físicas y químicas, que están activas en los reinos mineral, vegetal y animal. Por lo tanto, para que el ser humano alcanzase su etapa actual de evolución, su Yo espiritual tuvo que revestirse con un cuerpo físico. Eso llevó mucho tiempo y el proceso aún no está completo. En el futuro el ser humano se desarrollará aún más dentro de esta envoltura mineral. Hay órganos germinales en nuestros cuerpos que aún están en desarrollo, nuevos sentidos que ahora solo están presentes en forma general. Así que ya ven, el ser humano, su Yo espiritual, ha necesitado mucho tiempo para dotarse del cuerpo físico que ahora tiene.
Retrocedamos al tiempo en que el Yo espiritual humano, comenzó el trabajo de forjar este cuerpo mineral, que pudiese caminar y erguirse, que poseyera la facultad de crecer y reproducirse, un sistema nervioso y el tipo de cerebro que un ser humano necesita. Regresemos a cuando todo eso estaba en una etapa germinal, y luego avancemos hacia el tiempo en que el ser humano haya alcanzado su punto evolutivo más alto, cuando en el centro de su cabeza se haya desarrollado un órgano mediante el cual tendrá otras percepciones que las que hoy conocemos. En el intervalo de tiempo entre estos dos puntos transcurre la evolución mineral del hombre. En Teosofía llamamos a este segmento de tiempo una "Ronda". La Ronda que acabo de describirles, (este segmento evolutivo), lo llamamos "Ronda Mineral".
Antes de que el ser humano pudiese formar este cuerpo para dotarlo del cerebro, primero tuvo que preparar otras partes de su ser. El Yo espiritual, esta entidad puramente espiritual, no hubiera podido desenvolverse, en un cuerpo tan mineral. Consideren el Yo espiritual como un punto. Y piensen que tal punto está dentro de un mecanismo como nuestro cuerpo; Este punto nunca hubiera podido mover el mecanismo ni pensar por medio de un cerebro físico.
Así pues tenemos dos cosas: sabemos que nuestro Yo espiritual tenía al principio, una conciencia onírica pero nunca habría podido desenvolverse en el cuerpo físico. Tuvo que crear un intermediario para mover su cuerpo. Fijémonos en el proceso: ¿Cómo muevo mi mano? Primero tengo el pensamiento: quiero mover mi mano. Si solo tuviera el pensamiento, éste, viviría en mí, pero nunca podría levantar una mano física, del mismo modo que un simple pensamiento nunca podría levantar una botella, por ejemplo. Si quieren levantar la botella, hay que agregarle energía al pensamiento, que es el intermediario entre el pensamiento y mi cuerpo físico. Y a esta energía la llamamos una energía [alma] astral. Esta es una energía presente en el mundo astral. Yo no podría mover mi brazo si en mí no hubiera una energía astral que actúe como intermediaria entre mi pensamiento y mi brazo físico. Debe haber un intermediario entre mi Yo espiritual y mi cuerpo físico y este intermediario es una esencia astral. Si muevo mi pierna o mi mano, si pongo mi cerebro en acción para incubar pensamientos, mi cuerpo físico debe estar conectado con mi pensamiento a través del organismo astral.
Como ustedes saben por conferencias anteriores, el clarividente ve dicho cuerpo astral envolviendo al hombre, al que llamamos el aura, y donde viven su voluntad sus apetitos y sus deseos. Cuando tengo un pensamiento, éste por si solo no puede actuar. Si va acompañado de un deseo, la voluntad, se convierte en una energía, una radiación, que es reconocible para el clarividente. El ser humano, antes de construir el cuerpo físico tal como es ahora, tuvo que crear un cuerpo astral, un cuerpo de deseos, que pudiera ser el intermediario entre sus pensamientos y su cuerpo físico-mineral. Antes del período evolutivo, al que llamé "Ronda Mineral", fue precedido por otro período evolutivo en el que se desarrolló el cuerpo astral. Por lo tanto, debemos retroceder al período en que se preparó el cuerpo astral. En el que sólo entonces el cuerpo físico-mineral pudiese impregnarse del cuerpo astral. Este período, que también tuvo un principio y un final, lo llamamos "Ronda Astral".
Como pueden ver, tenemos dos "tiempos". Una es aquél en el que vivimos ahora: la ronda mineral. Precedida de otra: la ronda astral. Pero el cuerpo astral humano también requirió preparación. Se requiere cierto método para insertarlo en la naturaleza humana. Cuando el ser humano nace, su cuerpo astral aún no está allí ni estará allí poco tiempo después de su muerte. Se origina y se extingue, está sujeto a ciertas leyes de origen y extinción. Consideren un niño. El cuerpo astral del niño es proporcionalmente pequeño; Va creciendo según el crecimiento físico del niño. El crecimiento y la reproducción son funciones físico-minerales y etéricas [vitales o de vida] de las esencias del hombre. El ser humano debe desarrollarse en la vida terrenal de acuerdo con las leyes del crecimiento y la reproducción. Que nazcamos y crezcamos, que sobrevivamos, no se debe a nuestro cuerpo astral. Sólo los apetitos, anhelos y deseos residen en el cuerpo astral. Somos seres astrales, al igual que los animales son seres astrales, y tenemos esa esencia en común junto con las plantas y los animales, capaces de producir su propio tipo y de hacerlo crecer de pequeño a grande. Para usar otra expresión: es el elemento formador. Nuestros cuerpos físico y etérico deben tener una forma especifica cuando nacen, y esta forma debe crecer. Pueden concebir esto mejor si toman una semilla ... [espacio en el texto original].
La energía formadora no es una función astral. Lo astral puede vivir dentro de esta energía, pero primero debe formarse. El cuerpo astral humano no podría haberse originado si no hubiera sido precedido de otro período evolutivo, el período en el que se preparó la forma humana. Permítanme llamar a este período el "Período de Formación"; en teosofía se llama la "ronda rupa". Es el período en el que se preparó la forma del hombre, para que su forma actual pudiera desarrollarse.
Todo lo que podemos observar en estas tres "rondas" son los envoltorios del Yo espiritual del hombre. Durante la ronda mineral, el ser humano se "vistió" con la envoltura mineral. En el período anterior, la ronda astral, el ser humano preparó la envoltura astral, y durante el período anterior a éste, la "rupa" o ronda de formación, adquirió la capacidad de darse a sí mismo la forma que necesitaba para percibir, pensar y actuar como un ser humano.
Cuando aún éramos "Pitris", cuando aún vivíamos en una conciencia onírica al comienzo de nuestra evolución terrenal, éramos, si puedo usar la expresión, el resultado, el fruto que contiene la semilla. De una manera similar a una planta que crece a partir de una semilla plantada en primavera en una nueva Tierra, tuvimos que prepararnos para evolucionar en la Tierra. Éramos el resultado de otro mundo, y teníamos que ser el comienzo de un mundo completamente nuevo, en el que primero teníamos que encontrarnos a nosotros mismos. Así como ustedes recogen una semilla en el otoño y la dejan reposar durante el invierno, para luego en la primavera plantarla en la tierra nueva, así actuó la naturaleza de los Pitri. Tuvieron que ser replantados en un nuevo entorno, en la materia del mundo terrenal que en las etapas planetarias anteriores no estaba presente. Para que esto sucediera, otro período evolutivo tuvo que preceder al que acabamos de mencionar. Ahora llegamos a un período evolutivo muy antiguo.
Cuanto más nos alejamos del presente, más difícil es imaginarnos las condiciones. El teósofo no cree poder retroceder al principio del mundo con sus cuestiones. Cuando las personas oyen por primera vez hablar sobre la Teosofía, a menudo preguntan: ¿Cómo comenzó el mundo? La mayoría de estas preguntas no tienen respuesta, ya que no podemos retroceder al principio del mundo. Ustedes han visto el punto de partida del que procede la naturaleza Pitri. El clarividente puede seguir este punto de partida usando ciertos métodos. Pero el ser humano no fue originado allí; Ya se encontraba en una cierta fase evolutiva. El teósofo no especula sobre esto ni se entrega a conceptos abstractos. Sigue sus experiencias, sus intuiciones en la región suprasensible, y describe sus experiencias a medida que las tiene. De la misma manera que un investigador geográfico, solo describiría lo que ha visto sobre África, y no lo que no ha visto, el investigador teosófico no describiría el comienzo del mundo que se encuentra muy, muy alejado en el tiempo. El teósofo solo puede seguir una parte de nuestra evolución a través de la experiencia y no se deja llevar por la especulación.
Una semilla que vino de un tiempo anterior a nuestra evolución. Eso era el hombre una semilla sin forma. Llamamos a este punto en el tiempo "Ronda Arupa", la ronda sin forma. Por lo tanto, tenemos cuatro segmentos de tiempo precedentes al que estamos ahora. A cada segmento lo llamamos "Ronda". Ya han pasado; la primera, segunda y tercera rondas, ahora estamos en la cuarta ronda, y han de venir en el futuro tres rondas más, de las cuales todavía tenemos que hablar. Llamamos a los humanos de la cuarta ronda los humanos del reino mineral porque estaban formados por energía mineral; y llamamos a un humano de la ronda anterior, la ronda astral, en la que formó su cuerpo astral, humano del tercer reino elemental. Diferenciamos a los humanos de los reinos elementales tercero, segundo y primero. Durante el primer reino elemental, o primera ronda, los pensamientos de los hombres se movían en una pensamiento-materia sin forma. Durante el segundo reino elemental, o la segunda ronda, los pensamientos humanos se movieron en un pensamiento-materia con forma. Y en el tercer reino elemental, los pensamientos humanos ya podían formar deseos; podían tomar la forma que podemos seguir como energía astral en el mundo astral. Solo en la cuarta ronda el hombre estuvo lo suficientemente avanzado como para dominar el reino mineral. Al igual que en la tercera ronda, formó un cerebro astral a partir de materia astral, así en la cuarta ronda avanzó lo suficiente como para formar un cerebro físico con el que poder pensar.
Por consiguiente, tenemos tres reinos elementales y el reino mineral. El ser humano del pasado vivió en los tres reinos elementales. Solo puedo insinuarles lo siguiente, pero entenderán la analogía. A nuestra presente ronda le seguirá otra, durante la cual, el hombre alcanzará una etapa evolutiva aún más alta. Entonces, no solo pensará con su cerebro físico, sino también con lo que llamamos energía astral. No solo podrá controlar la materia física, sino que también podrá dominar la energía astral. Les daré un ejemplo clarificador. Si quiero mover un vaso de un lugar a otro, necesito un intermediario físico, mi mano. El hombre ha avanzado lo suficiente en la cuarta ronda para poder actuar conscientemente en el mundo físico y mineral. Sin embargo, aún no puede manejar conscientemente la energía astral. Todavía no ha desarrollado el órgano astral de la voluntad. Podrá hacerlo durante la quinta ronda. En la quinta ronda, el ser humano podrá controlar el mundo astral como lo hace ahora con el mundo físico. Más avanzado aún estará durante la sexta ronda. Entonces podrá controlar el mundo de la forma, como hoy lo hace en el mundo físico, y en la quinta ronda controlará el mundo astral. En la quinta ronda no solo podrá realizar un deseo en el lugar donde tenga el deseo, sino que también podrá enviar un deseo a lugares lejanos. En la sexta ronda podrá darse forma a sí mismo. Después de la sexta ronda, nuestra evolución terrenal habrá alcanzado su culminación, y para entonces el ser humano habrá acogido en sí todo lo que puede aprender sobre la Tierra.
El ser humano tiene que atravesar siete rondas. Apenas pude describir estas rondas brevemente, pero una cosa debemos tener clara: durante nuestra ronda mineral, el hombre y la Tierra no siempre fueron físicos, sino que tuvieron que evolucionar hacia esa etapa. Tuvieron que llegar hasta esa etapa para ser físicamente perceptibles. Desde nuestra ronda mineral miramos retrospectivamente a las etapas evolutivas anteriores. Por lo tanto, podemos concluir que hay una evolución de siete etapas de nuestra Tierra y que el Yo espiritual tiene siete etapas o rondas por las que pasar. Durante cada una de estas siete rondas, el Yo espiritual estuvo en cada uno de los reinos de la naturaleza. Mirando al ser humano. Ha pasado por el primero, segundo, tercer reino elemental y se encuentra ahora en la cuarta ronda, que es nuestro mundo contemporáneo.
En otra ocasión mostraré que durante esta cuarta ronda, solo es el hombre el que ha alcanzado el nivel mineral. Todo lo que ya es mineral, de materia inanimada, como cristales, rocas, etc., ya alcanzó la culminación de su evolución durante la primera ronda. Las plantas alcanzaron la culminación de su evolución durante la segunda ronda, y los animales de hoy alcanzaron su culminación evolutiva durante la tercera ronda. El hombre ha alcanzado su evolución físico-mineral durante la cuarta ronda.
Vemos pues, que nuestra Tierra fue precedida por otra hace millones de años. El hombre apareció por primera vez en el primer reino elemental. La naturaleza vegetal apareció durante el segundo reino elemental. Luego vino el tercer reino elemental y los animales se incluyeron en la evolución terrenal. El ser humano como tal era, sin embargo, todavía un ser astral, todavía incapaz de descender a una encarnación física. Sólo durante la cuarta ronda, cuando ya existían minerales, plantas y animales, el hombre pudo descender a una encarnación física. Por lo tanto, en las cuatro rondas tenemos cuatro reinos coexistentes: el reino mineral en la primera ronda, el reino vegetal en la segunda ronda, el reino animal en le tercera ronda y el reino humano en la cuarta ronda. El reino humano había expulsado los otros tres reinos preparatorios anticipadamente. Goethe tenía razón cuando dijo: "¿Qué significado tendría la naturaleza si no estuviera dirigida hacia el hombre?" El gran evento cósmico tuvo que ocurrir; El ser humano tuvo que evolucionar a través de tres reinos para adquirir una forma mineral durante la cuarta ronda. El ser humano fue el co-creador en forma invisible. Como "Pitri" vino de otra etapa evolutiva. Fuimos trabajando con nuestra conciencia onírica durante la primera ronda. Trabajábamos en la preparación de nuestra Tierra para que se formara un reino que fuera la base de nuestra evolución.
Ese es el camino de la evolución hasta ahora. Continuaremos en la siguiente conferencia.  

traduccion de Julio Luelmo marzo 2019

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