GA089 Berlín, 3 de noviembre de 1904 -La Tierra y el ser humano en la época Lemúrica conferencia 9

       RUDOLF STEINER



 La Tierra y el ser humano en la época Lemúrica



ciclo de doce conferencias impartidas en Berlín,

3 de noviembre de 1904 novena conferencia.
Queremos poner un ejemplo del devenir del mundo, para ello nos situaremos en el punto en el que la evolución pasa por la mitad de la época Lemúrica, y queremos ver una parte antes y después de este período. El objetivo es mostrar cómo surgió el sentido de la vista.
Si pudiéramos observar la Tierra en la época de la primera raza polar, veríamos que era una esfera de éter. Al cabo de varios millones de años, -lo que puede equivaler a "pronto" en la evolución del mundo-, la materia se condensó. Vemos los inicios del desarrollo de lo que llamamos aire. En el propio aire se formaron los primeros comienzos de lo que llamamos fuego y agua. Pero el agua sólo existía en el aire como una niebla ardiente. En aquella época, al principio de la época lemúrica, la tierra era una densa y humeante niebla de fuego. El agua real, tal como la conocemos ahora, sólo se formó más tarde, cuando la Tierra se enfrió, y sólo más tarde aún se formó el estado sólido. Hay que recordar que el ser humano estuvo presente de una forma u otra durante todas estas etapas de desarrollo. El desarrollo humano depende siempre del medio ambiente.
Consideremos ahora al ser humano tal como comienza a desarrollarse en la época de la formación de la niebla de fuego. En aquella época poseía el sentido del oído y el sentido del tacto con los cuales detectaba las diferencias de temperatura y era un ser móvil con muchas estructuras que flotaba en aquella niebla de fuego. Para sentir si las condiciones de existencia eran favorables, si hacía demasiado calor o demasiado frío, necesitaba un órgano. En ese tiempo se formó el órgano cíclope, es decir la actualmente atrofiada glándula pineal, que inicialmente tenía la finalidad de ser un órgano sensor de la temperatura circundante, tanto si podía entrar en ella como si no.
Entonces toda la masa en la que los seres humanos se movían comenzó a volverse ardiente. Antes no existía lo que ahora conocemos como llama, había un grado de temperatura muy superior al del fuego actual. Este órgano de sensaciones sentía cómo el estado de calor se convertía en llama y así se fue condensando gradualmente en el órgano de la vista. Vemos, pues, que este órgano de sensaciones se forma desde dentro, porque surge como consecuencia de una necesidad interior del ser humano y que le sirve para indicarle si se siente bien o no. Por lo tanto, originalmente está ahí por el bien del propio ser humano, para que pueda desarrollarse como ser vivo en las condiciones adecuadas. Por el camino, -al principio como concomitante del sentimiento-, forma la capacidad de percibir la llama enfriada, la luz. El órgano estaba situado en la parte superior de la cabeza humana, como una linterna incandescente. Con el aumento de condensación de la materia, pasó de ser un órgano de sensaciones a un órgano de la vista.
A medida que el cuerpo en movimiento del ser humano se fue entremezclando con materia cada vez más densa, se produjo la consecuencia de que este ojo sensorial perdiera su significado, ya que se encontraba cara a cara con objetos cada vez más densos y delimitados externamente. Ahora lo que se producía era el fenómeno acompañante, es decir, ver la llama fría. El órgano pasó a ser capaz de ver el objeto exterior limitado a través de la materia más densa, recibiendo así un nuevo propósito a través de su entorno modificado. El propósito original permaneció para que cobrara sentido en un estado posterior.
Por tanto, la nueva funcionalidad se introdujo primero en el ser desde el exterior para recibir después su sentido, su propósito. Todo ser aspira primero de su entorno lo que luego necesita para sus condiciones de vida. El ser humano nunca podría percibir a través de sus ojos si éstos no hubieran sido creados para él por su entorno. Los órganos deben crearse primero a partir del entorno para que éste pueda percibirse. Entonces, a través de los órganos que el entorno ha formado en él, vuelve a entrar en acción su función en el entorno.
El ser humano nunca puede dar al mundo algo para lo que él mismo no haya creado las condiciones, del mismo modo que la interacción entre él y el mundo que le rodea ha creado para él los ojos a través de los cuales puede volver a tener más tarde un efecto sobre el mundo. En todas partes encontramos el mismo proceso: primero el ser humano aspira de fuera lo que luego vuelve a dar. Todo lo que hay en nosotros es el resultado de una actividad. No existe ningún ser que no haya sido primero una actividad. Todo ser es el efecto de una actividad. Esto es válido en todos los ámbitos de la existencia, en todos los planos.
Si observan ustedes a las entidades dhyánicas en su actividad reveladora, ésta no es más que el resultado de una actividad previamente imbuida. Esta es la ley del karma en el sentido más amplio de la palabra. Todo ser es el resultado de una actividad. Para que alguien sea feliz, debe haber creado él mismo la felicidad en una existencia anterior. La felicidad, de la que disfruta el ser humano, es el resultado de alguna actividad beneficiosa que surgió de él.
La reflexión sobre el karma de la formación del ojo difiere de las otras [reflexiones kármicas], en que el ser humano permanece completamente tranquilo y objetivo en esta reflexión. Pero cuando contempla el karma de su ser, -el concepto de lo justo y lo injusto-, se le mezclan las emociones. Por eso, en las escuelas vedanta y pitagórica, era costumbre discutir el karma sobre objetos sin emociones. De este modo, se purificaban primero los pensamientos para que no fluyera en ellos nada de pasiones y sentimientos. Ese era el estudio que pretendía conocer las leyes del mundo de forma que no se mezclara nada de emoción. A esto se le llamó catarsis, el desprendimiento de lo personal. Sólo entonces el interesado podría convertirse en místico. Mientras el ser humano piensa en el destino del alma, le interesa mucho si es mortal o inmortal. Por ello, en aquel tiempo tenía que pasar por la catarsis antes de poder estudiar el destino del alma en sí. Los seres humanos debían liberarse del miedo y de la piedad para consigo mismos, de toda piedad egoísta, mediante el estudio sereno y sin emociones. Por eso Aristóteles define el drama como una purificación a través del miedo y la piedad.
Así vemos cómo en este proceso prevalece una determinada secuencia de etapas. En una fase, el ser absorbe para mas tarde ser activo en el exterior en otra fase. De este modo, el ser se enfrenta primero al mundo exterior y luego se desarrolla la interacción. Esto se mantendría si las condiciones no cambiasen. En el caso de la condensación, la actividad se contrarresta y el ser se transforma desde el interior.
Cuando se forma el ojo, lo primero que ocurre es que el ojo sensorial entra en contacto directo con el entorno. Entonces el ojo queda delimitado por la materia más densa que se interponía como capa. Por medio de esta capa material, el fuego del ojo interior se separaba del fuego exterior. La formación de capas más densas se produce de la siguiente manera. Si primero hay una esfera uniforme, primero se forma una envoltura esférica, que se separa de la esfera interior por una capa interpuesta. De este modo se forma el átomo originario. Así que inicialmente tenemos materia de igual finura por dentro y por fuera, separada por una película de materia más densa. Hay que pensar que este proceso continúa. Imagínense que la película de materia más densa se divide de nuevo de forma similar, como si se formara una nueva película más densa a su alrededor. Así, la esencia especial se forma a sí misma rodeándose de membranas cada vez más densas, igual que el átomo se forma a sí mismo. Así es como debemos pensar en la formación del átomo: la separación de cierta parte de una materia existente por una materia que se hace más densa.
Existe por tanto una cierta diferencia entre lo interior y lo exterior.  Esto tendrá que expresarse de alguna manera. Piensen en lo que llamamos sensación. Ésta puede ser provocada, por ejemplo, por el pinchazo de una aguja. Pero debe haber algo que cause la sensación y a su vez algo que la experimente, algo activo y algo pasivo. Todo en el mundo surge de esta manera. Todo ser es el resultado de una actividad. 
Toda actividad requiere que haya algo pasivo. Estos son los dos polos que hay que buscar en toda actividad. Incluso en el átomo más pequeño hay algo activo y algo pasivo. Las fuerzas del exterior vuelven del revés la fina película que rodea al átomo. Entonces se vuelve cóncava desde el exterior y convexa desde el interior, al revés.
Somos la parte pasiva en relación con el mundo, porque continuamente recibimos y sentimos impresiones. Estas continuas impresiones es lo que se siente a través del cuerpo astral. En el mundo astral hay que distinguir entre actividad y pasividad. Toda sensación debe ser producida o, mejor dicho, causada. Nada puede ser causado dentro del mundo de sensaciones que no tenga un efecto dentro del mundo de sensaciones. Hay que imaginarse todo el espacio de sensaciones. Si sólo existiera un cuerpo astral, nunca podríamos atribuir sensaciones a las acciones de otros seres. Pero la capacidad de sentir no podría haber surgido en nosotros si no la hubiéramos separado así de todo un mundo astral. El ser astral presupone la actividad astral. A su vez el ser mental presupone la actividad del pensar y el ser físico presupone la actividad física.
Cuando hayamos comprendido esto, comprenderemos algo más. El ser humano piensa. Este es su ser. "Cogito ergo sum" ("Pienso, luego existo", Cartesius). El pensamiento pasivo del ser humano sobre las cosas presupone un pensar activo, presupone que las cosas son creadas primero por el pensar. Nuestro pensamiento humano pasivo presupone uno activo. A todo pensamiento pasivo debe haber precedido un pensar activo-creador. Todo sentir, toda sensación, toda experiencia pasiva en el cuerpo astral presupone una ejecución activa de esta experiencia astral. Todo lo que aparece alrededor en el mundo presupone una llamada a la existencia de las apariencias. La luz no estaría ahí si la luz no hubiera sido causada; el ser no estaría ahí si no hubiera sido causado; percibir presupone una revelación de la apariencia.
En todas partes del mundo encontramos esta triplicidad: 
  • Pensamiento activo y pasivo,
  • Vida activa y pasiva,
  • Ser activo y pasivo.
Todo lo que es el ser pasivo para el hombre se denomina:
  • Plano físico compendio de todo ser pasivo. 
  • El Plano astral compendio de toda la vida pasiva. 
  • El Plano rupa-mental compendio de todo pensamiento pasivo.
Todo lo que es el ser activo para el hombre se denomina:
  • El Plano Arupa-mental compendio de todo pensamiento activo.
  • El Plano Budhi compendio de toda vida activa. 
  • El Plano Nirvana compendio de todo ser activo.
Estos son los seis planos que conocemos. El plano del Nirvana tiene la actividad más intensa, pues en él se crea incluso el ser.
Si se observa al ser humano en función de estos planos, se verá que a cada pensamiento que el ser humano piensa le sigue otro, activo, como reacción sobre el otro plano correspondiente. Si se abriga un pensamiento en el plano mental inferior, esto provoca una imagen contraria en el plano mental superior. Si se aprecia un sentimiento, esto provoca una contraimagen en el plano de Budhi. Si uno está activo en el plano físico, se produce una contraimagen en el plano nirvana. Así como antes el pensamiento activo creaba nuestro pensamiento pasivo, de la misma manera también un pensamiento activo crea la correspondiente contraimagen pasiva en el plan mental superior, y así sucesivamente. Así pues, no podemos captar ningún pensamiento que no tenga su contraimagen, del mismo modo que tampoco ningún sentimiento ni ninguna acción.
La suma de todos estos contrapensamientos, contraexperiencias, contraacciones recibe el nombre de Crónica Akáshica. Por lo tanto, se pueden leer todos los pensamientos del ser humano en el plano mental superior, todos los sentimientos y experiencias en el plano de Budhi y todas las acciones en el plano del nirvana. Las entidades que ahora regulan la conexión entre las contraimágenes y el ser humano tienen una gran importancia. El ser humano vive sus pensamientos en el plano mental. Todo lo que el ser humano hace en sus pensamientos sucede en el plano mental. Allí, en el Devachán, construye el carácter de su cuerpo-pensamiento para la nueva vida entre la muerte y el nuevo nacimiento. Ahí están las contraimágenes de sus pensamientos anteriores. Las plasma en su cuerpo mental, que se ha liberado del físico y del astral, y así forma su futuro cuerpo mental según las imágenes mentales que ha creado.
Por otra parte, él no sería capaz de vincular las contraimágenes de sus experiencias y acciones consigo mismo. Esto está sujeto a entidades reguladoras externas, los señores del karma, los lipikas, que vinculan con él las contraimágenes creadas de los sentimientos y acciones del ser humano en el plano Budhi y Nirvana, -que ya tiene lo kamico y otras envolturas a su alrededor- para las sucesivas encarnaciones.
Traducido por J.Luelmo dic.2022

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919