GA110 Düsseldorf, 12 de abril (a.m.) de 1909 Para hacer comprensible la entidad humana, hay que traer desde muy lejos los hechos que la explican.

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 RUDOLF STEINER

LAS JERARQUÍAS ESPIRITUALES Y SU REFLEJO EN EL MUNDO FÍSICO


Diez conferencias impartidas en Düsseldorf del 12 al 18 de abril de 1909

 

PRIMERA CONFERENCIA

Düsseldorf, 12 de abril (a.m.) de 1909

Este ciclo de conferencias nos llevará a las altas regiones espirituales y nos conducirá desde la tierra, donde vivimos, no sólo a los amplios espacios físicos de nuestro universo, sino que también nos elevará a esos mundos espirituales, de los que todo este universo físico ha derivado su origen.

En el transcurso se nos mostrará que el objeto fundamental de todo conocimiento y toda sabiduría es resolver el mayor problema de todos: el problema de la humanidad. Para hacer comprensible la entidad humana, hay que traer desde muy lejos los hechos que la explican. Sobre todo es necesario que quienes deseen seguir este ciclo conozcan los conceptos fundamentales de la Antroposofía; si bien es cierto que todos los antropósofos los conocen de manera general. En estas conferencias podemos elevarnos en espíritu a esferas muy sublimes, pero siempre nos esforzaremos por acercar los hechos que se encuentran tan lejos y hacerlos tan comprensibles como sea posible.

Cuando tenemos que hablar de lo que llamamos las Jerarquías Espirituales, significa que la mirada de nuestras almas debe elevarse hacia aquellos seres que, en la esfera de nuestra tierra, tienen una existencia más elevada que el hombre. En el mundo visible sólo podemos progresar hasta los seres que representan cuatro grados de una jerarquía, es decir, el mundo mineral, el mundo vegetal, el mundo animal y el mundo humano. Por encima del hombre comienza un mundo de seres invisibles, a través del conocimiento del mundo suprasensible, y el hombre es capaz (en la medida en que le es posible) de elevarse una cierta distancia hacia esos seres y poderes, que son la continuación en el mundo invisible de los cuatro grados que se encuentran dentro del reino de la tierra. El conocimiento y la investigación que nos conducen a esas regiones no han surgido, como todos sabéis, sólo en nuestra época actual de la evolución. Todo lo que el hombre puede comprender, todo lo que puede saber y realizar, todo lo que ha adquirido en ideas y conceptos, todo lo que ha alcanzado a través de la imaginación clarividente, la inspiración y la intuición, todo ha sido vivido y conocido antes por aquellos seres más elevados que él. Él sólo sigue, por así decirlo, sus huellas. 

Para usar un ejemplo trivial: el relojero tiene primero la idea, luego hace el reloj según la idea. Un reloj se fabrica según las ideas del fabricante que precedieron al reloj; después cada uno puede estudiar y observar por sí mismo a partir de qué ideas se hizo el reloj, puede seguir los pensamientos del relojero. En el punto actual de la evolución, sólo este tipo de conexión puede tener el hombre con la sabiduría del mundo primitivo y con los seres espirituales que están por encima de él. Los seres espirituales tuvieron primero esas imaginaciones, inspiraciones, intuiciones, esas ideas y pensamientos según los cuales se formó el mundo, tal como lo vemos. Cuando el hombre se eleva a la visión clarividente, encuentra de nuevo en el munco esos conceptos e ideas, encuentra las imaginaciones, inspiraciones e intuiciones, con cuya ayuda puede penetrar en el mundo de esos seres espirituales. Podemos, por lo tanto, decir que antes de que nuestro mundo surgiera ya existía la sabiduría de la que vamos a hablar: es el PLAN DEL MUNDO.

¿Hasta dónde debemos retroceder, sin salirnos de los límites de la realidad, si queremos entrar en contacto con esa sabiduría primigenia del mundo? ¿Debemos remontarnos a algún tiempo del pasado histórico, cuando algún gran maestro enseñaba? Ciertamente podemos aprender mucho si lo hacemos; pero para entrar en contacto con la verdadera sabiduría del mundo primigenia debemos retroceder a la época en que no existía la tierra exteriormente visible, cuando todavía no existía ningún mundo visible para los sentidos externos. Fue a partir de esa misma sabiduría que surgió el mundo. Pero esta sabiduría, a partir de la cual los seres espirituales formaron nuestro mundo, fue impartida al hombre más tarde. El hombre con sus pensamientos pudo ver detrás de esos pensamientos, pudo darse cuenta de los pensamientos según los cuales los seres espirituales han construido el mundo. Después de que esta sabiduría primigenia, esta sabiduría de los creadores del mundo hubiera actuado a través de muchas formas, apareció en una forma conocida por muchos de vosotros: después del gran período atlante apareció en aquellos antiguos y santos Rishis, los grandes maestros de la India, durante nuestra primera época de civilización. Con estos sublimes Rishis la sabiduría primigenia se expresó en una forma que el hombre de hoy no puede comprender.  Las capacidades humanas de sentir y pensar han cambiado mucho desde los tiempos en que los grandes maestros de la India enseñaron al hombre en la primera época de la civilización después de la Atlántida; y si las palabras que vinieron de los Rishis se repitieran simplemente como fueron dichas, difícilmente habría un alma en toda la tierra que pudiera escuchar algo más en ellas hoy en día que sólo palabras y nada mas que palabras. Se necesitan otras capacidades de sentimiento que las actuales, para comprender la sabiduría que fue dada a la humanidad en la primera época después de la Atlántida. Pues todo lo que se encuentra en los mejores libros sobre la sabiduría del mundo primitivo, no es más que un débil eco de lo que realmente es, que en muchos aspectos no es más que una sabiduría engañosa y oscura. Por muy grandiosos y sublimes que nos parezcan los Vedas, por muy bellos que suenen los cantos de Zaratustra, y por muy magnífico que sea el lenguaje en el que habla la antigua sabiduría de Egipto, de modo que nunca podamos admirarla lo suficiente; aun así, todo lo que se ha escrito no nos da más que un reflejo tenue y apagado de la sabiduría de Hermes, de la grandiosa enseñanza de Zaratustra, o del sublime conocimiento que proclamaron los antiguos Rishis. Esta sublime sabiduría ha sido preservada y guardada para la humanidad; siempre se encontraba en ciertos círculos muy limitados de personas que velaban por lo que se llama el conocimiento de los Misterios. Toda la sabiduría primigenia de la humanidad se ha conservado con seguridad hasta nuestros días en los Misterios de la India, Persia, Caldea, Egipto y en los Misterios Cristianos. Hasta hace poco tiempo, sólo en esos estrechos círculos se podía encontrar no la sabiduría de los libros, sino la sabiduría viva. Por ciertas razones que se aclararán en este curso de conferencias, nuestra época ha sido elegida para extender a mayores masas de personas lo que ha sido mantenido vivo por esos pequeños grupos. La sabiduría original de los Rishis, por ejemplo, nunca ha perdido vida. Ha impregnado, como la fuente de la juventud, la época que consideramos como el comienzo de nuestra era. La misma sabiduría sagrada que los Rishis dieron al hombre fue continuada a través de Zaratustra y sus alumnos, a través de los maestros caldeos y egipcios. También fluyó en las palabras de Moisés, y volvió a surgir con un impulso totalmente nuevo, como de la fuente de la vida, con la aparición del Cristo en la tierra. Entonces se volvió tan profundo, tan intrínsecamente interno, que sólo pudo fluir de nuevo gradualmente en la humanidad. Así vemos que, desde la proclamación exterior del cristianismo, la sabiduría mundial primigenia no ha penetrado sino lenta y gradualmente en la humanidad, desde sus más elementales comienzos. Sus mensajes están ahí, se encuentran en los Evangelios y en otros escritos cristianos que incluyen la sabiduría de los santos Rishis, en una nueva forma; como un nuevo nacimiento de una nueva fuente. Pero, ¿cómo podían entenderse estos mensajes al principio de la era para cuya purificación se había creado el cristianismo? A través de los Evangelios fue lo que menos se comprendió; sólo se llegó muy gradualmente a una mayor comprensión y en muchos aspectos a un oscurecimiento aún mayor, y hoy en día, para la mayor parte de la humanidad, los Evangelios son el más sellado de todos los libros, libros que sólo serán comprendidos por primera vez por una época futura que se habrá renovado en la fuente de la sabiduría mundial original. Pero los tesoros ocultos en la revelación cristiana han sido preservados, tesoros que no son otros que los de la sabiduría oriental, pero renovados por medio de fuerzas renovadas. Han sido guardados en círculos estrechos que fueron la continuación de las Sociedades de los Misterios, como la Hermandad del Santo Grial, y finalmente en la Hermandad de la Rosacruz. Estos tesoros de la verdad se han mantenido bien ocultos y han sido accesibles sólo para aquellos que se habían preparado, a través de severas pruebas, para la sabiduría viva. Así, los tesoros de la sabiduría oriental y occidental, a través de todos los siglos de evolución desde el comienzo de nuestra era, se hicieron casi inaccesibles a la mayor masa de la humanidad.

Sólo un poco aquí y allá llegó a filtrarse al mundo exterior: la mayor parte permaneció como un secreto de los nuevos Misterios. Después llegó una época en la que se permitió que parte del contenido de la sabiduría primigenia, atesorada en círculos estrechos, se diera a conocer a las grandes masas de la humanidad en un lenguaje comprensible para ellas. Desde el último tercio del siglo XIX, más o menos, se puede hablar de esta sabiduría mundial de forma más o menos desvelada. Sólo debido a que han tenido lugar ciertas cosas en los mundos espirituales, los Guardianes de los Misterios recibieron permiso para permitir que parte de la antigua sabiduría penetrara en el mundo exterior. Todos ustedes, mis queridos amigos, conocen el curso del desarrollo de la Sociedad Antroposófica. Sabéis cómo se rompió el hielo en el que se encontraba su desarrollo, por así decirlo, gracias a esas palabras de sabiduría, reveladas de una manera en la que no voy a entrar ahora - las Estancias de Dzyan.1 Esas Estancias de Dzyan, de la enseñanza secreta, contienen en verdad parte de la más profunda e importante sabiduría; tienen en ellas mucho de lo que, procedente de la enseñanza de los santos Rishis, ha fluido por los santuarios de Oriente. También contienen mucho de lo que ha llegado a Europa Occidental desde el rejuvenecimiento cristiano. Porque las estancias de Dzyan no incluyen sólo la sabiduría que debía guardarse exclusivamente para Oriente, sino también gran parte de la que fluyó como una luz clara a través de los siglos de nuestro tiempo, a través de la Edad Media en las Escuelas de Misterio de Occidente. Mucho de lo que se encuentra en las Estancias de Dzyan sólo será comprendido gradualmente en toda su profundidad. Se puede decir aquí que la sabiduría de las estrofas de Dzyan es de tal tipo que todavía no puede ser comprendida en los círculos antroposóficos más amplios, ni comprendida con las capacidades exotéricas de la actualidad.

Después de haber roto el primer hielo de esta manera, llegó el momento en que se pudo hablar más abiertamente de las fuentes del ocultismo occidental, que no es otra cosa que el ocultismo de Oriente trasplantado y continuado de una manera que se ha adaptado a las nuevas circunstancias y condiciones de la vida física y espiritual.


Ha llegado el momento en que se puede hablar desde esas fuentes siempre vivas del ocultismo que se han atesorado fielmente en los Misterios de la Rosacruz. No hay ninguna sabiduría de Oriente que no se haya derramado en el ocultismo occidental y en las enseñanzas e investigaciones de la Rosa-Cruz; en ellas se encuentra absolutamente todo lo que los grandes maestros de Oriente tuvieron siempre en su poder. Nada, nada de lo que se encuentra en la sabiduría oriental falta en la sabiduría de Occidente. La única diferencia -si es que puede llamarse diferencia- es que el ocultismo occidental tiene que incluir toda la sabiduría y la enseñanza oriental y, sin perder nada, mezclarla con la luz que se ha encendido en la humanidad a través del Impulso Crístico. Cuando se habla del ocultismo occidental, de lo que se deriva de los Rishis occidentales ocultos (a los que ciertamente ningún ojo ha visto) es imposible decir que en él falte un solo ápice, una sola pizca de la sabiduría oriental. Sólo que todo tuvo que ser sacado de nuevo, fresco y nuevo, de la fuente del Impulso Crístico. Todos los grandes tesoros de sabiduría que fueron revelados por primera vez por los santos Rishis en relación con los mundos sobrehumanos y la existencia suprasensible, resuenan en la descripción que tenemos que hacer de las jerarquías espirituales y su reflejo en el mundo físico. Así como la geometría de Euclides no se ha convertido en algo diferente de lo que era antes, porque uno la enseña y la aprende con nuevas capacidades humanas, así tampoco ha cambiado la sabiduría de los santos Rishis porque la estudiemos y la enseñemos con las nuevas capacidades que han sido encendidas en nosotros por el Impulso Crístico. Por lo tanto, mucho de lo que tenemos que decir sobre los mundos espirituales puede ser llamado sabiduría oriental. 

No debe haber ningún malentendido en estas cosas, y los malentendidos ocurren muy fácilmente. Aquellos que no se liberan de un concepto erróneo, para llegar a la comprensión, pueden muy fácilmente malinterpretar lo que, por ejemplo, se dijo ayer en la conferencia de Pascua. Podrían afirmar sobre las llamadas verdades de Buda, que yo había dicho que Buda había enseñado y revelado las verdades sobre la vida y el dolor de la vida de la siguiente manera 'el nacimiento es dolor, la enfermedad es dolor, la vejez es dolor, la muerte es dolor; estar separado de los que uno ama es dolor, no estar unido a lo que uno ama es dolor, no tener lo que uno desea es dolor' y que dije: "Observemos a aquellos que, en los tiempos después de Cristo, comprendieron realmente el Impulso Crístico; porque todas las santas verdades del Buda sobre el dolor de la vida ya no tienen toda su importancia; algo ha sido creado por el Impulso Crístico que es como una cura para el dolor de la vida". El Buda enseñaba: "El nacimiento es dolor"; pero los que entendían al Cristo responderían que a través del nacimiento entramos en una vida compartida con el Cristo, y a través de la participación del Cristo en ella el dolor de la vida se extinguirá. La enfermedad también se extinguirá a través del poder curativo del Impulso Crístico, y no hay más dolor en la enfermedad para quien entiende a Cristo, y la muerte tampoco tiene más dolor para quien entiende a Cristo. Sin embargo, alguien podría responder a esto: "Sí, pero podría señalar los Evangelios para mostrar que también allí se dice que la enfermedad es dolor, la vida es dolor": y uno podría llegar superficialmente a la conclusión: "Tenemos esos documentos religiosos modernos, pero lo que contienen también se puede encontrar en el budismo, por lo tanto las religiones no están progresando, no hay evolución en ellas. Todas las religiones dicen lo mismo, pero tú has hablado de un progreso, nos has expuesto cómo, con la ayuda del cristianismo, las antiguas verdades del budismo ya no serían ciertas". Si alguien dijera esto, sería culpable de un grave malentendido. Porque no se ha dicho eso: se ha dicho todo, salvo la última frase. Es muy importante que se entienda bien esta cuestión tan sutil. Un fanático nunca puede entender con precisión, pero un hombre que es objetivo sí. Nadie que hable con conocimiento de causa de la sabiduría rosacruz expondrá jamás nada que esté en contra de alguno de los escritos del gran Buda, ni dirá que algo en ellos es falso. Todo hombre que habla desde las fuentes de la sabiduría rosacruz comparte la convicción de Buda, nadie lo niega. 'Sí', dice tal hombre, 'lo que tú, gran Buda, a través de tu iluminación interior, has visto de las grandes verdades sobre el dolor y la vida es exactamente cierto, es cierto hasta su última pizca'. Nada, absolutamente nada le será quitado. Todo permanece como era. Y justo porque todo permanece como era, porque todo es verdad de lo que el Buda dijo sobre el dolor de la vida, de la enfermedad, de la vejez y de la muerte, justo por esto, el Impulso Crístico es una ayuda salvadora tan poderosa e importante para nosotros, porque es justo esto lo que levanta el dolor, porque es verdad que el dolor estaría allí, si el mundo no pudiera ser levantado más allá y por encima de él a través de ese gran Impulso. ¿Por qué el Cristo pudo obrar eficazmente? Porque el Buda había dicho la verdad. La humanidad tuvo que ser bajada de las alturas espirituales donde la sabiduría del mundo primitivo está activa en su forma más pura; el hombre tuvo que ser conducido a la independencia, a través de la existencia física con la que el dolor y la enfermedad de la vida están ligados, y la gran ayuda curativa tuvo que oponerse a esos hechos inevitables en el curso de la evolución posterior. ¿Niega la realidad de los hechos aquel hombre que, mientras declara que estas realidades existen, sostiene al mismo tiempo que se nos ha dado un remedio por el cual los hechos, sobre los que se han dicho esas verdades, pueden ser llevados a un desarrollo saludable; niega el que dice esto cualquier realidad existente? Oh! en esas alturas de la existencia donde debemos buscar las esferas de las jerarquías espirituales - allí el budismo no se opone al cristianismo, ni el cristianismo al budismo; allí el Buda da su mano al Cristo, y el Cristo al Buda. Pero todo concepto erróneo sobre la evolución humana, todo concepto erróneo sobre su desarrollo ascendente, es un concepto erróneo también sobre ese acto espiritual en nuestra evolución terrestre que es el Acto de Cristo.

Así pues, no se niega nada. de la sabiduría de Oriente, la sabiduría que ha traído hasta nosotros la enseñanza de los santos Rishis, y con ella la sabiduría mundial primigenia, que a través de tan largas épocas ha estado siempre fluyendo en la humanidad. Pero, a lo largo de esas larguísimas épocas, grandes masas de la humanidad no pudieron penetrar en las fuentes de esa sabiduría, sino que sólo pudieron comprenderla con gran dificultad; fue precisamente la comprensión de la misma lo que se produjo con tanta dificultad. En los antiguos tiempos de la Atlántida, antes de la gran catástrofe, cuando las masas de la humanidad eran todavía clarividentes con la tenue clarividencia antigua, cuando miraban hacia arriba, hacia los espacios del cielo, hacia las jerarquías espirituales, veían algo muy diferente de lo que veían en los tiempos posteriores a la Atlántida, cuando la mayor parte de la humanidad había perdido su clarividencia y, por lo tanto, sólo podía contemplar con sus ojos físicos las distancias físicas de los cielos. Por lo tanto, en los tiempos anteriores a la catástrofe de la Atlántida, no habría tenido ningún sentido hablarles de los cuerpos celestes extendidos en el espacio como lo están hoy en día. El ojo humano clarividente miraba a la distancia celestial y veía los mundos espirituales. En aquellos tiempos no habría tenido sentido hablar de Mercurio o de Neptuno o de Saturno, etc., como habla nuestra astronomía. La forma en que la astronomía habla de los espacios del mundo y de lo que contienen no es más que un reflejo de lo que ve nuestra propia vista física cuando mira en las profundidades del cielo. 

Esto no existía para la antigua humanidad clarividente de la Atlántida; cuando miraban hacia arriba, no veían estrellas limitadas físicamente, lo que el ojo físico ve hoy en día no es más que la expresión física exterior de las realidades espirituales que la gente contemplaba entonces. Al mirar hoy con el ojo físico a través de un telescopio el lugar donde está Júpiter, se percibe un globo físico rodeado de lunas. ¿Qué veía el hombre de la Atlántida cuando levantaba su mirada clarividente hacia ese mismo punto que hoy miramos con nuestros ojos físicos? Los ojos del atlante habrían visto tan poco de lo que nuestra visión ve hoy, como nosotros si miráramos una luz a través de una espesa niebla otoñal. El ojo del atlante no habría visto el astro físico Júpiter, pero habría visto lo que también está unido a Júpiter hoy en día, y que el hombre de hoy no ve: el aura de Júpiter, una totalidad de seres espirituales, de la que el Júpiter físico es sólo la expresión externa. Así, la mirada del hombre, antes de la catástrofe atlante, recorría los espacios del mundo viendo en todas partes su contenido espiritual. Sólo podía hablar de lo espiritual, pues no habría tenido sentido hablar de las estrellas físicas, cuando el ojo físico no estaba aún abierto como lo está hoy. Mirando en los espacios del universo el hombre veía seres espirituales - las jerarquías espirituales. Realmente veía seres. Podemos comparar los cambios que se produjeron con la evolución posterior de esta manera: supongamos que salimos a una niebla espesa; no vemos luces separadas, todo está rodeado de aura o niebla. La niebla se levanta y se dispersa, las luces separadas son visibles, pero su aura se vuelve invisible ... Esto es sólo un proceso físico que debe servir de ejemplo. Pero el ojo antiguo veía el aura de Júpiter, veía seres espirituales en esa aura que en ciertos puntos de su evolución se unían a Júpiter. La humanidad se desarrolló entonces más, hasta alcanzar la visión física. El aura permaneció: los hombres ya no podían verla, pero el cuerpo físico en el centro se hizo cada vez más claro, espiritualmente se perdió de vista al hacerse visible su parte corpórea. Pero el conocimiento de lo espiritual, el conocimiento de los seres que rodean al astro, fue guardado y custodiado en los santos Misterios.

Todos los santos Rishis hablan de ese conocimiento. En los tiempos en que los hombres ya sólo veían de manera física, los Rishis les hablaban de las atmósferas espirituales, de los habitantes espirituales de esas esferas que se extienden en los espacios del mundo.

Considerad cuál era entonces la situación. En los centros de conocimiento se hablaba de los seres espirituales que rodean las esferas del universo. En el exterior, donde el ojo físico era cada vez más agudo, se hablaba cada vez más de la materia física. Cuando los antiguos Rishis decían la palabra Mercurio (no usaban esa palabra, pero la tomamos como ejemplo), ¿se referían con ella al orbe físico de ese nombre? No! - incluso tampoco los antiguos griegos la usaban en ese sentido; lo que querían decir era la totalidad de los seres espirituales pertenecientes a ese planeta. Se hablaba de mundo espiritual y de seres espirituales cuando, en los centros del conocimiento secreto, por ejemplo, se pronunciaba la palabra Mercurio. Cuando los discípulos de ese conocimiento sagrado hablaban de la Luna, de Mercurio, de Venus, del Sol, de Marte, de Júpiter, de Saturno, pronunciando estas palabras en sus diferentes lenguas, expresaban las gradaciones de los seres espirituales. Cuando esos nombres se emplean hoy en día, sólo se entiende la parte más grosera de lo que originalmente se entendía por Luna, Mercurio, Venus. La parte principal es justo lo que se omite hoy en día; el antiguo maestro de sabiduría decía la palabra Luna y con esa palabra evocaba la idea de un gran mundo espiritual. Cuando él, pronunciando la palabra "Luna", señalaba el lugar del cielo donde estaba la luna, sentía en su conciencia que era el estadio más bajo de las jerarquías espirituales, pero el hombre al que se lo mostraba, que se alejaba cada vez más de esa visión espiritual porque la humanidad se hacía cada vez más física, sólo veía la luna física, y la llamaba "Luna".

Una sola palabra para dos cosas que, aunque ciertamente se corresponden, suscitan en el hombre ideas muy diferentes. Lo mismo ocurría cuando los sabios del conocimiento sagrado señalaban a Mercurio, al Sol o a Marte. Así vemos que las dos corrientes se distanciaron cada vez más en la humanidad, la espiritual describiendo algo muy diferente de la corriente material. En los Misterios sagrados estas palabras - que más tarde se convirtieron en meros nombres de planetas físicos - se entendieron siempre como descripciones de mundos espirituales y gradaciones de reinos espirituales. El mundo exterior siempre lo entendió materialmente hasta la época de la Mitología moderna - uso la palabra a propósito - que se llama Astronomía. Y como la Antroposofía ha reconocido el pleno valor de todas las demás Mitologías, también, como comprenderéis, ha dado pleno valor a esa Mitología que se llama Astronomía moderna, que sólo ve el espacio y en él, las esferas-mundo físicas como orbes físicos. Pero para el que sabe, la Mitología moderna es sólo una fase especial de todas las Mitologías. Lo que los antiguos habitantes de Europa decían en sus mitos sobre los dioses y las estrellas, lo que los romanos dieron en sus Mitologías, y lo que apareció como la Mitología oscura de la Edad Media, conducen en línea recta a los maravillosos y admirables descubrimientos de Copérnico, Kepler y Galileo. Llegará un futuro en el que se hablará de la mitología moderna de esta manera: "Hubo un tiempo en el que la gente encontró correcto colocar un sol material como punto medio de una elipse y dejar que los planetas giraran dentro de ella, y que giraran alrededor de sí mismos en sus propios ejes de diferentes maneras; organizaron un sistema mundial de esa manera, como la gente de tiempos anteriores también lo hizo. Hoy" -así pensará esa época futura- "todo eso es sólo leyenda y cuento de hadas". Sí, esa época futura llegará, aunque el hombre del presente que se ríe de las mitologías anteriores piense que es imposible que se pueda hablar de mitología copernicana. Pero esta consideración nos aclarará cómo a través de las mismas palabras se puede significar algo cada vez más diferente. A pesar de ello, la verdadera sabiduría primitiva siempre ha sido cultivada y siempre ha continuado; sin embargo, siempre ha sido menos comprendida exotéricamente y su lado espiritual menos visto, cuanto más se ha explicado materialmente.

En el comienzo de nuestra era, cuando hubo un rejuvenecimiento de la sabiduría primitiva, (para que la humanidad no perdiera todo contacto con aquella antigua sabiduría), se dijo con palabras definidas y claras, que cuando el hombre mira el espacio exterior del mundo y su ojo físico ve sólo lo que es físico, el espacio está lleno de espíritu. Fue el alumno más íntimo de San Pablo, Dionisio el Areopagita, quien dijo con palabras claras "No hay sólo materia en el espacio; existe, para el alma que se eleva conscientemente en los espacios de la existencia universal, la parte espiritual que está por encima del hombre en la evolución de la existencia". Y utilizó palabras que sonaban diferentes a las antiguas, porque si hubiera utilizado las palabras antiguas todo el mundo las habría entendido en el sentido material. Los Rishis hablaban de las jerarquías espirituales, expresaban en su lenguaje lo que la sabiduría griega y romana todavía describía al hablar de la escala ascendente de los mundos: de la Luna, de Mercurio, Marte y Venus, Júpiter y Saturno. Dionisio, el alumno del Apóstol Pablo, tenía en su mente los mismos mundos que los Rishis, repetía con palabras claras que aquí se trataba de reinos espirituales, y utilizaba palabras que podía estar seguro de que serían entendidas en su sentido espiritual: hablaba de Ángeles, Arcángeles, Archai, Potestades, Virtudes, Dominaciones, Tronos, Querubines y Serafines. Pues ahora la humanidad había olvidado por completo lo que antes conocía. Si todavía hubiera sido capaz de comprender la conexión entre lo que Dionisio y los Rishis habían visto, habría comprendido, al oír por un lado la Luna, y por otro los Misterios de los Ángeles, que éstos eran una y la misma cosa. Habría oído la palabra Mercurio por un lado y Arcángel por otro, y habría sabido que eran lo mismo. La palabra "Archai" pronunciada por uno, y "Venus" por el otro, eran lo mismo. Y los hombres habrían comprendido que con las palabras "Sol" y "Potestades" se referían a los mismos mundos. Con el nombre de "Marte" habrían sentido que debían elevarse a las Virtudes (Dynamis). Cuando oían mencionar a Júpiter, habrían sabido que era lo mismo que cuando en la escuela de Dionisio se describían las Dominaciones. Saturno corresponde a los "Tronos"; pero en círculos más amplios esto ya no se conocía, no se podía conocer. Así, por un lado, había una ciencia de la materia, que se volvía cada vez más material, y los antiguos nombres que antes significaban fuerzas espirituales, se utilizaban ahora en un sentido material. Y por otro lado, había una vida espiritual que hablaba de Ángeles y Arcángeles, etc. que había perdido su conexión con las designaciones físicas de estos seres espirituales.

Así vemos cómo la sabiduría primigenia entra a través de Dionisio en la escuela que Pablo había inaugurado, y cómo esta nueva inauguración tuvo que ser penetrada por el espíritu antiguo. Es tarea de la Ciencia Espiritual moderna, o antroposofía, formar de nuevo el vínculo que debe unir lo físico a lo espiritual, el vínculo entre la tierra y las jerarquías espirituales. Es imposible que aquellos que no saben de dónde provienen sus ideas sobre el mundo exterior de los sentidos, se den cuenta del otro lado, el espiritual, del conocimiento. Esto se notará especialmente cuando tengamos que ocuparnos de aquellos escritos que, aunque no sean más que un tenue eco de la sabiduría cósmica primigenia, aún pueden ser comprendidos a la luz de esa sabiduría.

Permítanme mostrarles un ejemplo de la dificultad que existe en la comprensión de los escritos que nos llegan de esa sabiduría primigenia. Es un ejemplo de la Canción Celestial, el Bhagavad Gita, donde una frase arroja una luz muy significativa sobre la conexión entre la vida humana y las jerarquías. Es la siguiente: (8º Cap. comenzando con el verso 23) 'Te explicaré, oh hombre que busca la verdad' (así se traduce generalmente) 'en qué circunstancias dejan la tierra aquellos que conocen al Eterno a través de la puerta de la muerte, para renacer después o no. Te lo diré: Contempla el fuego, contempla el día, contempla el tiempo de la luna menguante, contempla en la mitad del año cuando el sol está alto - los que mueren en ese tiempo, los que mueren en el fuego, en el día, en el tiempo de la luna creciente, esos entran por las puertas de la muerte en Brahma, pero los que mueren en el signo del humo, en la noche, cuando la luna está menguando, en la mitad del año cuando el sol está bajo, éstos cuando dejan el mundo y pasan por las puertas de la muerte entran sólo en la luz de la luna, y vuelven de nuevo al mundo. ' Aquí tenéis, mis queridos amigos antroposóficos, una frase del Bhagavad Gita, en la que se dice que la condición del progreso del hombre y de su reencarnación depende de si muere en el signo de la luz, de día, con la luna creciente, durante la mitad del año cuando el sol está alto, o si muere en el signo del humo, de noche, cuando la luna mengua y cuando el sol está bajo. Se dice que esto se refiere al sol material. De los que mueren en el signo del fuego de día, con la luna creciente, y durante esa mitad del año en que el sol está alto, se dice que no necesitan volver. Los que mueren en el signo del humo, de noche, con la luna menguante y cuando el sol está bajo, deben volver al mundo. Esta frase del canto divino de Oriente presenta la mayor dificultad para todos aquellos que quieren explicarla dentro de los límites de la vida exotérica. Sólo puede ser explicada cuando es iluminada por la luz del conocimiento espiritual, por la luz en la que fue recibida y escrita, la luz que brota de las escuelas de Misterio, que puede ser aumentada. que ha conocido su rejuvenecimiento a través del cristianismo y que nos muestra cómo encontrar el vínculo que une los nombres de Luna a los Ángeles, Mercurio a los Arcángeles, Venus a los Archai, etc. Con su ayuda encontraremos la clave de frases como la que hemos puesto como ejemplo. Nuestro curso de estudios comenzará con la explicación de esta frase en el Bhagavad Gita, cosa que es imposible en la vida exotérica; y después de haber encontrado la clave de la misma, pasaremos a otras explicaciones de las jerarquías espirituales.

Traducido por J.Luelmo julio2021









1 El Libro de Dzyan (que comprende las Estancias de Dzyan) es un antiguo texto de origen tibetano. Las Estancias sirvió de base para La doctrina secreta (1888), una de las obras fundacionales del movimiento teosófico, de Helena Petrovna Blavatsky.


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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919