GA021 Antropología y Antroposofía

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RUDOLF STEINER

Sobre los enigmas del alma


Antropología y Antroposofía



El libro de Max Dessoir "Sobre el más allá del alma" contiene una breve sección en la que la ciencia espiritual de orientación antroposófica que yo represento debe ser definida como científicamente injustificada.* i Ahora bien, a algunos les podría parecer que una discusión con personalidades que se sitúan en el punto de vista científico de Dessoir debe ser en cualquier caso improductiva para el representante de la antroposofía científico-espiritual. Pues este último debe hacer valer una esfera de experiencia puramente espiritual que el primero rechaza por principio y relega al ámbito de la fantasía. Por lo tanto, sólo se podría hablar de los conocimientos científico-espirituales en cuestión, con alguien que creyera desde el principio que hay razones para creer que el campo científico-espiritual en cuestión es una realidad. - Este punto de vista sería correcto si el representante de la Antroposofía no presentara nada más que sus experiencias personales internas, las cuales simplemente fuesen colocadas al lado de los resultados de la ciencia basados en la observación de los sentidos y el procesamiento científico de esta observación. Entonces se podría decir: el defensor de la ciencia así caracterizada se niega a considerar como realidades las experiencias del investigador del ámbito espiritual, el cual sólo puede impresionar con lo que expone a aquellas personalidades que desde buen principio se sitúan en su punto de vista.

Pero esta opinión se basa en un malentendido respecto a lo que yo llamo antroposofía. Es cierto que esta antroposofía se basa en las experiencias del alma que se obtienen independientemente de las impresiones del mundo de los sentidos y también independientemente de los criterios científicos que sólo se basan en las impresiones de los sentidos. Hay que admitir, por tanto, que ambos tipos de experiencia parecen al principio estar separados por un abismo impenetrable. - Pero esto no se corresponde con la verdad. Hay una zona común en la que deben confluir ambas líneas de investigación y en la que es posible un debate sobre lo que plantean unas y otras. Esta zona común puede caracterizarse de la siguiente manera. El representante de la Antroposofía cree que puede afirmar, basándose en experiencias que no son únicamente las suyas personales, que los procesos de la cognición humana pueden seguir desarrollándose a partir del punto en el que se detiene el investigador, que pretende basarse únicamente en la observación de los sentidos y en el juicio intelectual de esta observación de los sentidos. En lo sucesivo, me gustaría llamar antropología a la dirección científica basada en la observación de los sentidos y en el procesamiento racional de la misma, para evitar continuas parrafadas de largo aliento, y pido al lector que me permita este uso inusual de esta expresión. En las siguientes explicaciones, sólo se utilizará para lo que aquí se indica. En este sentido, la antroposofía significa poder comenzar su investigación donde termina la antropología.* ii El representante de la antropología se limita a relacionar los conceptos de comprensión experimentados en el alma con las experiencias sensoriales. El representante de la Antroposofía experimenta que estos conceptos, además de relacionarse con las impresiones sensoriales, pueden desarrollar una vida propia en el alma. Y que al desarrollar esta vida dentro del alma, provocan un desarrollo en la propia alma. Cuando dirige la atención necesaria a este desarrollo, el alma descubre en su ser que los órganos espirituales se revelan en ella. (Utilizo esta expresión "órganos del espíritu" extendiendo el lenguaje que Goethe siguió de su visión del mundo cuando utilizó las expresiones "ojos del espíritu" y "oídos del espíritu")* iii . Dichos órganos espirituales representan por tanto, formaciones para el alma, que pueden concebirse para ella de forma similar a como se conciben los órganos de los sentidos para el cuerpo. Por supuesto, sólo pueden pensarse en términos anímicos. La Antroposofía debe rechazar terminantemente cualquier intento de unirlos a cualquier formación corporal. Debe concebir sus órganos espirituales de tal manera que no salgan del ámbito del alma e invadan la estructura del cuerpo. Se considera tal invasión como una formación patológica que excluye estrictamente de su ámbito. La forma en que se concibe el desarrollo de los órganos del espíritu dentro de la Antroposofía debería ser una prueba suficientemente fuerte para quienes se informan realmente sobre este tipo, de que sobre las experiencias anormales del alma, sobre las ilusiones, visiones, alucinaciones, etc., no hay otras ideas para el investigador del campo espiritual real que las que también se justifican dentro de la Antropología.* ivCualquier confusión de los resultados antroposóficos con las llamadas experiencias anímicas anormales se basa siempre en un malentendido o en un conocimiento insuficiente de lo que significa la antroposofía. Quien sigue con perspicacia el camino que la Antroposofía muestra para el desarrollo de los órganos del espíritu, tampoco puede caer en la opinión de que este camino puede conducir a formaciones o condiciones patológicas. La persona perspicaz debe reconocer más bien que todos los estadios de la experiencia espiritual que el ser humano experimenta en el sentido de la Antroposofía en el camino hacia el discernimiento espiritual se encuentran en una región que es enteramente espiritual, y junto a la cual la experiencia de los sentidos y la actividad ordinaria del intelecto proceden sin cambios como antes de la aparición de esta región. 

El hecho de que haya muchos malentendidos sobre este aspecto del conocimiento antroposófico se debe a que a algunas personas les resulta difícil centrar su atención en lo puramente espiritual. El poder de la imaginación abandona inmediatamente a estas personas si no se apoya en una visión de lo sensiblemente perceptible. Su poder de imaginación es entonces amortiguado incluso por debajo del nivel de fuerza que prevalece en el sueño, a ese bajo nivel que está presente para la imaginación en el sueño sin sueños, y que ya no es consciente. Se puede decir que tales personas están llenas en su conciencia con las secuelas o el efecto inmediato de las impresiones de los sentidos, y que este estar lleno va acompañado de una somnolencia de todo lo que se reconocería como espiritual si se pudiera captar. Incluso se puede decir que el alma, en su propia peculiaridad, se ve sometida por muchas personas a la más aguda incomprensión, por el sólo hecho de que no pueden apercibirse de ella del mismo modo que del contenido sensorial de la conciencia. El tercer argumento habla de la belleza... Sin embargo, es una lógica ciertamente extraña la que quiere concluir del hecho de que "el placer de la belleza" es algo psicológico, que aquello a cuya apariencia está vinculado debe ser también algo psicológico. Si esto fuera cierto, todo disgusto sería idéntico a aquel en el que se está disgustado, y habría que tener cuidado de no arrepentirse de un error cometido, pues en este arrepentimiento, que sería idéntico al error, se repetiría el propio error. - En tal estado de cosas, no hay que temer que la autoridad de James, a la que desgraciadamente se une entre los psicólogos alemanes la de Mach, lleve a muchos a juzgar mal las diferencias más evidentes”.* vEn cualquier caso, este "error de apreciación de las diferencias más evidentes" no es un hecho raro. Y se basa en el hecho de que el poder de la imaginación puede desarrollar la atención necesaria sólo para la impresión sensorial, mientras que la experiencia anímica real que tiene lugar en el proceso deja de estar presente para la conciencia como la que se experimenta en el estado de sueño. Uno se encuentra con dos corrientes de experiencias, una de las cuales se capta mientras se está despierto, pero la otra -la espiritual- se capta simultáneamente sólo con un poder de imaginación igual al poder atenuado del sueño, es decir, sin casi ninguna atención. 

No debe ignorarse en absoluto que, durante el estado ordinario de vigilia del hombre, la condición anímica del sueño no cesa sin más, sino que continúa junto a la vigilia, y que el alma real sólo entra en el ámbito de la percepción cuando el hombre despierta no sólo al mundo de los sentidos, como ocurre en la conciencia ordinaria, sino también a la existencia del alma, como ocurre en la conciencia de ver. Si, por el sueño que continúa en la vigilia, este último es negado para el alma -en el sentido groseramente materialista- o si, por no ser visto, es proyectado junto a lo físico, como en el caso de James, es casi indiferente; los resultados son casi los mismos: ambos conducen a una fatal miopía. Sin embargo, no es de extrañar que, tan a menudo, lo espiritual permanezca imperceptible, cuando ni siquiera un filósofo como W. James es capaz de separarlo de lo físico de forma correcta.* vi Aquel que, como W. James, no puede separar lo esencialmente anímico de los contenidos anímicos experimentados a través de los sentidos, encuentra difícil hablar de aquella región de la existencia del alma dentro de la cual debe observarse el desarrollo de los órganos del espíritu. Porque este desarrollo tiene lugar precisamente allí donde su atención no es capaz de dirigirse. El cual conduce a de la cognición intelectual a la visual.* vii

No obstante, la capacidad de percibir lo esencialmente espiritual no es más que la primera condición previa que permite dirigir la mirada espiritual hacia donde la Antroposofía busca el desarrollo de los órganos del alma. Pues lo que primero se presenta a esta mirada se relaciona con lo que la Antroposofía considera el ser anímico dotado de órganos espirituales, como una célula viva indiferenciada a un ser vivo dotado de órganos sensoriales. Sin embargo, el alma sólo se da cuenta de los órganos espirituales individuales como su posesión en la medida en que es capaz de utilizarlos. Porque estos órganos no son algo en reposo, sino que están en perpetuo movimiento. Y si no se utilizan, no se puede ser consciente de su existencia. Para ellos, por tanto, la percepción y el estar en uso coinciden. En mis escritos antroposóficos se describe cómo sale a la luz el desarrollo de estos órganos y, con ello, su perceptibilidad. Sólo señalaré algunas cosas en este sentido.

Quien se dedique a reflexionar sobre las experiencias provocadas por las apariciones de los sentidos, se encontrará en todas partes con preguntas a las que esta reflexión parece, en principio, inadecuada para responder. En la búsqueda de esa reflexión, los representantes de la antropología llegan a la definición de los límites del conocimiento. Basta recordar cómo Du Bois-Reymond, en su discurso sobre los límites del conocimiento de la naturaleza, habla de que no se puede saber cuál es la esencia de la materia y cuál la del fenómeno más simple de la conciencia. Uno puede detenerse en tales puntos de reflexión y entregarse a la opinión de que existen barreras insuperables de conocimiento para el hombre. Y uno puede, por tanto, asegurarse de que el hombre sólo puede alcanzar el conocimiento dentro del área encerrada por estas barreras, y que más allá de ellas sólo es posible una intuición, un sentimiento, una esperanza, un deseo, con los que una "ciencia" no puede tener nada que ver. - O, en este punto, se pueden empezar a formar hipótesis sobre un área que se encuentra más allá de lo sensiblemente perceptible. En tal caso se recurre al intelecto, que se cree que puede extender sus juicios sobre una región de la que los sentidos no perciben nada. Con tal procedimiento uno se expondrá al peligro de que el incrédulo a este respecto replique que el intelecto no tiene derecho a juzgar una realidad a la que se le retira la base de la percepción sensorial. Sólo con esto se daría contenido a sus juicios. Sin tal contenido, sus conceptos quedarían vacíos.

La ciencia espiritual de orientación antroposófica no se relaciona con los "límites del conocimiento" ni de una ni de otra manera. En el segundo sentido no, porque debe ser de la misma opinión que los que consideran que se pierde todo el terreno para la reflexión, por así decirlo, si se dejan las ideas tal y como se han obtenido de la percepción de los sentidos y, sin embargo, se quieren aplicar más allá de este ámbito. - En el primer sentido tampoco, porque se da cuenta de que en los llamados límites de la cognición se puede experimentar algo en el alma que no tiene nada que ver con el contenido de la imaginación obtenida de la percepción de los sentidos. Si el alma sólo visualiza este contenido, entonces debe decirse a sí misma con verdadera autocontemplación: este contenido no puede revelar directamente a la cognición otra cosa que una imitación de lo experimentado sensorialmente. La cuestión se torna diferente cuando el alma pasa a preguntarse: ¿qué puede experimentarse en sí misma cuando se llena de tales concepciones a las que es conducida en los límites ordinarios de la cognición? Con una introspección adecuada puede entonces decirse a sí misma: con tales ideas no puedo saber nada en el sentido ordinario; pero en el caso de que me aclare interiormente esta impotencia de saber, me doy cuenta de cómo funcionan estas ideas en mí. Como ideas ordinarias de la cognición, permanecen mudas; pero en la medida en que su mutismo se comunica cada vez más a la conciencia, adquieren una vida interior propia, que se une a la vida del alma. Y el alma nota entonces, cómo con esta experiencia, se encuentra en una situación que puede compararse con la de un ser ciego que tampoco ha experimentado aún ningún entrenamiento especial de su sentido del tacto. Un ser así tropezaría al principio con todo. Sentiría la resistencia de las realidades externas. Y a partir de esta sensación general podría desarrollarse una vida interior, llena de una conciencia primitiva que ya no se limita a tener la sensación general: me choco con las cosas, sino que manifiesta esta sensación en sí misma y distingue la dureza de la blandura, la suavidad de la aspereza, etc. etc. - De este modo, el alma puede experimentar y diversificar la experiencia que tiene con las ideas formadas en los límites del conocimiento. Aprende que estos límites no representan otra cosa que lo que surge cuando es tocado psíquicamente por el mundo espiritual. La realización de tales límites se convierte en una experiencia para el alma que puede compararse con la experiencia táctil en la esfera sensorial.* viii
Lo que antes llamaba el límite de la cognición, ahora lo ve como el toque anímico-espiritual de un mundo espiritual. Y a partir de la experiencia sensible que puede tener con las diversas concepciones límite, la sensación general de un mundo espiritual se convierte en particular para él, en una percepción múltiple del mismo. De este modo, el tipo más bajo de perceptibilidad del mundo espiritual se convierte en una experiencia. Esto sólo marca la primera apertura del alma al mundo espiritual. Pero también se muestra que en lo que pretende la Antroposofía, tal como la entiendo, como experiencias espirituales, no se apunta a nebulosas auto experiencias emocionales generales del alma, sino a algo que se desarrolla de forma lícita en una verdadera experiencia interior. Este no es el lugar para mostrar cómo la primera percepción espiritual primaria es aumentada por otros procesos espirituales, de modo que, así como podemos hablar de un toque anímico-espiritual, también podemos hablar de otros modos de percepción, por así decirlo, más elevados. En cuanto a la descripción de tales procesos espirituales, hay que remitirse a mis libros y ensayos antroposóficos. En este caso, sólo los principios deben ser de la percepción espiritual de la que habla la antroposofía.
Me gustaría ilustrar con una comparación lo diferente que es el comportamiento del alma en la investigación espiritual antroposófica que en la antropología. Imagínense un número de granos de trigo. Estos pueden ser utilizados como alimento. Pero también se pueden plantar en la tierra para que otras plantas de trigo se desarrollen a partir de ellas. Uno puede mantener en su conciencia las ideas que ha obtenido a través de las experiencias sensoriales de tal manera que experimenta en ellas la reproducción de la realidad sensorial.
Me gustaría ilustrar con una comparación lo diferente que es el comportamiento del alma en la investigación espiritual antroposófica que en la antropología. Imagínense un número de granos de trigo. Estos pueden ser utilizados como alimento. Pero también se pueden plantar en la tierra para que otras plantas de trigo se desarrollen a partir de ellas. Uno puede mantener en su conciencia las ideas que ha obtenido a través de las experiencias sensoriales de tal manera que experimenta en ellas la reproducción de la realidad sensorial. Y también se pueden experimentar de tal manera que se permite que el poder que ejercen en el alma sea efectivo a través de lo que son, aparte del hecho de que representan una cosa sensorial. El primer modo de proceder de las ideas en el alma puede compararse con lo que ocurre con los granos de trigo cuando son tomados como alimento por un ser vivo. El segundo con la producción de una nueva planta de trigo por cada semilla. - La comparación, sin embargo, sólo puede ser concebida de manera que se tenga en cuenta que la semilla se convierte en una planta similar a la planta ancestral; la idea que se hace efectiva en el alma llega a convertirse en el alma en una fuerza que sirve para la formación de los órganos espirituales. Y también hay que tener en cuenta que la primera conciencia de tales fuerzas interiores sólo puede ser encendida por ideas tan fuertemente efectivas como las fronteras del conocimiento señaladas, pero que una vez que esta conciencia de tales fuerzas se ha despertado, otras ideas también pueden serle útiles, aunque en menor grado, para continuar por el camino emprendido.

Al mismo tiempo, esta comparación apunta a algo que surge de la investigación antroposófica sobre la naturaleza de la vida de la imaginación. Al igual que la semilla, cuando se transforma en alimento, se desvía de esa corriente de desarrollo que reside en su propia esencia y que conduce a la formación de una nueva planta, así la imaginación se desvía de su dirección esencial de desarrollo cuando es utilizada por el alma imaginadora para reproducir una percepción sensorial. El desarrollo que corresponde a la imaginación por su propia esencia es el de actuar como fuerza en el desarrollo del alma. Al igual que cuando se examinan las semillas en busca de su valor nutritivo no se encuentran las leyes propias del desarrollo de la planta, tampoco se encuentra la esencia de la imaginación cuando se examina en qué medida produce el conocimiento imitativo de la realidad del que está mediada. Esto no quiere decir que no se pueda hacer esta investigación. Puede hacerlo tan bien como la investigación del valor nutricional de las semillas de las plantas. Pero al igual que esta última nos ilumina sobre algo más que las leyes de desarrollo del crecimiento de las plantas, una epistemología que examine las ideas por su valor cognitivo reproducible nos ilumina sobre algo más que la esencia de la vida de las ideas. Así como no está en la naturaleza de la semilla el convertirse en alimento, tampoco está en la naturaleza del concepto el proporcionar una cognición por representación. Sí, se puede decir que, al igual que el uso de la semilla como alimento es algo bastante externo a la semilla, la representación cognitiva de las ideas también lo es. En realidad, es en las ideas donde el alma se apodera de su propio ser en desarrollo. Y sólo a través de la propia actividad del alma es como las ideas se convierten en mediadoras del conocimiento de una realidad* ix.
La incógnita de cómo las ideas se convierten en tales mediadores del conocimiento debe ser respondida de manera diferente por la observación antroposófica, que se sirve de los órganos del espíritu, que por las teorías del conocimiento que rechazan esta observación. A partir de esta observación antroposófica, resulta lo siguiente.

Dado que las ideas están en su propia naturaleza, forman parte de la vida anímica, pero no pueden hacerse conscientes en el alma mientras ésta no utilice conscientemente sus órganos espirituales. Mientras estén sujetos a su propia naturaleza, permanecen inconscientes en el alma. El alma vive a través de ellos, pero no puede saber nada de ellos. Deben amortiguar su propia vida para convertirse en experiencias anímicas conscientes de la conciencia ordinaria. Esta amortiguación se produce a través de cada percepción sensorial. Por tanto, cuando el alma recibe una impresión sensorial, se produce una parálisis de la vida de la imaginación; y el alma experimenta conscientemente la imaginación paralizada como mediadora de una cognición de la realidad exterior*x. Todas las ideas que el alma relaciona con una realidad sensorial externa son experiencias espirituales internas cuya vida está mitigada. En todo lo que se piensa sobre un mundo sensorial exterior, se trata de las ideas muertas. Pero la vida de la imaginación no se pierde, sino que lleva su existencia, separada de la esfera de la conciencia, en las esferas no conscientes del alma. Y allí se encuentra de nuevo mediante los órganos del espíritu. Así como las ideas muertas del alma pueden relacionarse con el mundo de los sentidos, las ideas vivas captadas por los órganos del espíritu pueden relacionarse con el mundo espiritual. - Las fronteras al conocimiento mencionadas son las que, por su propia esencia no pueden ser paralizadas, por lo que se resisten a una relación con el sentido-realidad. Sólo por esto se convierten en los puntos de partida de la percepción del espíritu.

En mis escritos antroposóficos he llamado concepciones imaginativas a las que son captadas como vivas por el alma. Lo que aquí se entiende por "imaginativo" se malinterpreta si se confunde con la forma de expresión figurada que debe utilizarse para indicar tales ideas de forma adecuada. Lo que realmente se entiende por "imaginativo" puede aclararse de la siguiente manera. Si alguien tiene una percepción sensorial mientras el objeto externo le impresiona, entonces la percepción tiene una cierta fuerza interior para él. Cuando se aleja del objeto, puede visualizarlo en una mera imaginación interior. Pero la imaginación sólo tiene una fuerza interior menor. Es, por así decirlo, sombrío en relación con la imaginación que es efectiva en la presencia del objeto externo. Cuando el hombre quiere avivar las ideas que están ensombrecidas en su alma para la conciencia ordinaria, las impregna con los ecos de la percepción sensorial. Convierte la idea en una imagen vívida. Tales imágenes no son ciertamente otra cosa que el resultado de la interacción de la imaginación y la vida de los sentidos. Las ideas "imaginativas" de la Antroposofía no surgen de esta manera. Para que éstas se produzcan, el alma debe conocer con tanta precisión el proceso interno de la unión de la vida de la imaginación y de la impresión sensorial, que pueda mantener completamente a raya el influjo de las impresiones sensoriales, o de sus secuelas, en la vida de la imaginación. Sólo se puede mantener a distancia las secuelas sensoriales si se ha aprendido cómo se apodera la imaginación de estas secuelas. Sólo entonces se puede conectar los órganos del espíritu con la esencia de la imaginación y recibir así las impresiones de la realidad espiritual. La vida de la imaginación se aborda desde un lado completamente diferente al de la percepción de los sentidos. Las experiencias que se tienen aquí son esencialmente diferentes de las que se experimentan en las percepciones sensoriales. Y, sin embargo, hay una manera de expresarse a través de estas experiencias. Esto puede ocurrir de la siguiente manera. -Cuando una persona percibe el color amarillo, tiene en su alma no sólo la experiencia del ojo, sino una experiencia emocional anímica. Esto puede tener una fuerza diferente para diferentes personas, pero nunca estará completamente ausente. En el bello capítulo de su Teoría de los colores sobre el "efecto sensorial-moral de los colores", Goethe describió de forma muy vívida los efectos secundarios sobre los sentimientos, del color rojo, amarillo, verde, etc. Si el alma percibe algo desde una determinada zona del espíritu, puede ocurrir que esta percepción espiritual tenga el mismo efecto secundario emocional que se produce en la percepción sensorial del amarillo. Uno sabe entonces que tiene tal o cual experiencia espiritual. Por supuesto, en la percepción sensorial del color amarillo no se tiene delante, lo mismo que se tiene ante la imaginación. Pero se tiene la misma experiencia interna como efecto secundario emocional que se tiene cuando el color amarillo está ante el ojo. Se dice entonces: se percibe la experiencia espiritual como "amarilla". Tal vez, para ser más precisos, siempre se podría decir: se percibe algo que es como "amarillo" para el alma. Pero nadie que haya aprendido de la literatura antroposófica el proceso que lleva a la percepción espiritual debería necesitar una expresión tan larga. Esta literatura señala suficientemente que la esencia accesible a la percepción espiritual no se presenta ante el órgano espiritual de la misma manera que un objeto o proceso sensorial difuso, o de tal forma que pueda ser reproducido por las ideas que son sensoriales-visuales en el sentido habitual.*xi

Al igual que el mundo espiritual que se encuentra fuera del ser humano, el alma aprende a conocer el ser espiritual del propio ser humano a través de sus órganos espirituales. La Antroposofía observa a este ser espiritual como un miembro del mundo espiritual. Progresa partiendo de la observación de una parte del mundo espiritual hasta llegar a tales concepciones del ser humano que le hacen presente lo que se revela en el ser humano como ser humano espiritual. La antropología, viniendo de la dirección opuesta, también avanza en las ideas sobre el ser humano. Si la Antroposofía desarrolla los modos de observación descritos anteriormente, entonces llega a la visión del ser espiritual del ser humano, que en el mundo sensorial se revela en el cuerpo. El florecimiento de esta revelación es la conciencia, que permite que las impresiones sensoriales sigan coexistiendo en la existencia de la imaginación. A medida que la Antroposofía avanza desde las experiencias del mundo espiritual no humano hasta el ser humano, encuentra a éste viviendo en el cuerpo sensorial y desarrollando en él la conciencia de la realidad sensorial. Lo último que encuentra en su camino procedente del hombre es el ser imaginativo vivo del alma, que él es capaz de expresar en conceptos imaginativos coherentes. Entonces, al final de su camino de investigación espiritual, puede, por así decirlo, seguir utilizando su mirada y ver cómo la vida esencial de la imaginación se ve paralizada por los sentidos perceptores. En esta vida paralizada de la imaginación, iluminada desde el lado espiritual, ha caracterizado al ser humano que vive en el mundo de los sentidos, en la medida en que es un ser humano imaginador. De este modo, llega a una filosofía del hombre como resultado final de su investigación. Lo que hay antes en su camino es puramente en el ámbito espiritual. Llega a una descripción del ser humano que vive en el mundo de los sentidos con lo que le ha surgido en su camino espiritual.

La antropología explora los ámbitos del mundo sensorial. A medida que ésta avanza, también llega al ser humano. El ser humano se presenta ante ella de tal manera que los hechos del mundo sensorial se resumen en su organización corporal, y de este resumen surge la conciencia, a través de la cual la realidad externa se visualiza en ideas. El antropólogo considera que las ideas surgen del organismo humano. Al observar esto, debe detenerse en cierto sentido. No puede captar una conexión legítima interna de la imaginación con la mera antropología. Así como la Antroposofía, al final de su camino de experiencia espiritual, sigue mirando a la esencia espiritual del hombre, en la medida en que ésta se revela a través de las percepciones de los sentidos, la antropología, cuando ha llegado al final de su camino en el ámbito de los sentidos, debe mirar al modo en que el hombre sensorial imagina y actúa sobre las percepciones de los sentidos. Y al observar esto, encuentra esta actividad apoyada no por las leyes de la vida corporal, sino por las leyes del pensamiento de la lógica. La lógica, sin embargo, no es un campo en el que se pueda entrar de la misma manera que en los otros campos de la antropología. En el pensamiento dominado por la lógica, prevalecen leyes que ya no pueden ser caracterizadas como las de la organización del cuerpo.
Puesto que el ser humano está activo en ellos, se revela en él el mismo ser que la antroposofía encontró al final de su camino. El antropólogo es el único que ve a este ser tal y como se ilumina desde el lado de los sentidos. Ve los conceptos paralizados y, al admitir una lógica, admite también que en los conceptos prevalecen leyes de un mundo que bien puede unirse a lo sensorial, pero no coincide con él. En la vida de la imaginación, que lleva el ser lógico, se le revela al antropólogo el hombre sensorial que se proyecta en el mundo espiritual. De este modo, la antropología llega a una filosofía del hombre como resultado final de su investigación. Lo que se encuentra antes en su camino es puramente en el ámbito de los sentidos.*xii Cuando los dos caminos, el antroposófico y el antropológico, se han transformado legítimamente, éstos se encuentran en un punto. La Antroposofía aporta a este encuentro la imagen del ser humano espiritual viviente y muestra cómo desarrolla la conciencia existente entre el nacimiento y la muerte a través del ser sensorial, paralizando la vida suprasensorial de la conciencia. La antropología muestra en el encuentro la imagen del hombre sensorial que se aferra a la conciencia, pero que vive encumbrado a la existencia espiritual en el ser que está más allá del nacimiento y la muerte. En este encuentro es posible un entendimiento verdaderamente provechoso entre la antroposofía y la antropología. Esto debe ocurrir cuando ambos se desarrollan en una filosofía del ser humano. La filosofía del ser humano que ha surgido de la Antroposofía producirá, es cierto, un cuadro del ser humano que está pintado con medios bastante diferentes de los que da la filosofía que se ocupa del ser humano, surgida de la Antropología; pero los espectadores de ambos cuadros podrán encontrarse en un acuerdo similar con sus concepciones como lo está la imagen de la placa negativa del fotógrafo cuando se trata en consecuencia con la fotografía positiva.

Estas observaciones parecen haber mostrado en qué sentido puede responderse afirmativamente, sobre todo desde el punto de vista antroposófico, a la pregunta indicada al principio de este trabajo sobre la posibilidad de una discusión provechosa entre la antropología y la antroposofía.


i* Comparar Max Dessoir: "Desde el más allá del alma", las ciencias secretas en consideración crítica [Stuttgart 1917]. La sección sobre antroposofía en particular abarca las páginas 254-263.

ii* Aunque los resultados de lo que yo represento como "Antroposofía" se encuentran en un terreno bastante diferente de las explicaciones de Robert Zimmermann en su libro "Antroposofía", publicado en 1881, creo, sin embargo, que puedo utilizar el concepto de la diferencia entre Antroposofía y Antropología tal como lo describió Zimmermann. Zimmermann, sin embargo, sólo capta como contenido de su "Antroposofía" los conceptos suministrados por la antropología en un esquema abstracto. Para él, la visión cognitiva sobre la que se asienta la antroposofía a la que me refiero no se sitúa en el ámbito de la investigación científica. Su antroposofía sólo se diferencia de la antropología en que la primera somete primero los conceptos recibidos de la segunda a un procedimiento similar al filosofar herbartiano antes de convertirlos en el contenido de su esquema de ideas puramente intelectual.

iii* Una descripción y justificación más detallada de esta idea de "órganos espirituales" puede encontrarse en mi libro "Vom Menschenrätsel", el misterio del hombre) ga170 y en mis escritos sobre la cosmovisión de Goethe.

iv* Las experiencias interiores por las que tiene que pasar el alma para llegar a utilizar sus órganos espirituales se describen en varios de mis escritos, especialmente en mi libro: "¿Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores? "y en la segunda parte de mi "Ciencia Oculta".

v* Compárese con Franz Brentano: "Untersuchungen zur Sinnespsychologie" Estudios de psicología sensorial (Leipzig, 1907), página 96 y siguientes.

vi* En mi libro "Vom Menschenrätsel" [GA 170],, se puede encontrar información más detallada sobre este despertar de las facultades anímicas que no se despiertan en la conciencia ordinaria.

vii* Una justificación aún más amplia de estas observaciones puede encontrarse en las "Extensiones esbozadas del contenido de este escrito" al final: " i . La justificación filosófica de la Antroposofía".

viii * Los límites de la cognición, como los que hemos comentado, no se dan sólo en el pequeño número en que llegan a la conciencia de algunos; surgen en gran cantidad en los caminos que la reflexión debe recorrer en su interior para entrar en relación con la verdadera realidad. En la última sección, "Extensiones esbozadas del contenido de esta Escritura", compárese el capítulo: "La aparición de los límites del conocimiento".

ix* Una fundamentación más detallada de los pensamientos expuestos en lo anterior puede encontrarse en la última sección del segundo volumen de mis "Enigmas de la Filosofía": "Esbozo de perspectiva para una antroposofía": "Sketchy outlook on an anthroposophy" [GA 18], páginas 594-64.

x* Compárese con esto la tercera sección de las "Extensiones esbozadas del contenido..." que se da al final de este trabajo: "Sobre la abstracción de los conceptos.

xi* Una iluminación más de lo expresado aquí por última vez se encuentra en el cuarto capítulo de las "Extensiones esbozadas del contenido..." que se da al final de este escrito: "Una característica importante de la percepción del espíritu. "

xii* Las indicadas anteriormente también están iluminadas en cierta dirección por las "Ampliaciones esbozadas del contenido..." que se dan en el capítulo I al final de este trabajo: "La justificación filosófica de la antroposofía".


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