GA321 Stuttgart 9 de marzo de 1920 Impulso de la ciencia espiritual para el desarrollo de la física -Rueda hidráulica y máquina de vapor.

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Impulso de la ciencia espiritual para el desarrollo de la física
El calor en la frontera de la materialidad positiva y negativa 

RUDOLF STEINER



IX conferencia 


Rueda hidráulica y máquina de vapor. El poder se basa en la diferencia de nivel. La vinculación de los fenómenos físicos al hombre.  El camino de J. R. Mayer. Los ámbitos de la fisicalidad: uno tiene su imagen en el otro. Figuras de la polarización. Condensación - Dilución y tono. Arco iris y arco iris secundario. En el espectro ordinario algo permanece en lo desconocido. La vuelta al mundo en el contexto de los ámbitos físicos.

Stuttgart 9 de marzo de 1920

Queridos amigos,

Precisamente cuando hablamos de las transformaciones de fuerzas y energías asumidas por la física actual, se hace necesario llamar la atención sobre la forma en que podemos indicar, qué es lo que realmente se esconde detrás de estas transformaciones. En estas consideraciones abordaremos de forma bastante sistemática lo que hay detrás de las transformaciones de la energía. Para ello, quisiera poner junto al experimento de ayer otro en el que también hacemos trabajo aplicando un tipo de energía diferente de la que aparece directamente de esta manera. En otro ámbito, por así decirlo, evocaremos una imagen de lo que ocurrió ayer haciendo girar una rueda, haciéndola mover, es decir, haciendo trabajo. Pues entonces podríamos transferir el giro de la rueda a algún tipo de maquinaria y utilizar este giro de la rueda como movimiento. Haremos que la rueda gire simplemente dejando que el agua fluya hacia estas paletas, lo que, a través de su fuerza gravitatoria, pondrá en movimiento la rueda de paletas. La fuerza que de alguna manera está en el agua que fluye es la fuerza que transferimos a la fuerza de rotación de la rueda (experimento). 

Ahora dejaremos que el agua fluya hacia este canal, a fin de permitir que el agua que fluye hacia abajo se encuentre con un nivel antes de lo que ocurría en el intento anterior. Lo que en realidad tenemos que demostrar es que al crear un nivel en la parte inferior, en realidad provocamos que la rotación de la rueda sea más lenta de lo que era antes. Ahora, se hace más lento cuanto más se acerca el nivel inferior al superior, de modo que podemos decir: Si indicamos la altura desde el nivel absoluto del agua hasta este punto de aquí (a), donde el agua fluye hacia nuestra rueda, si indicamos esto por h, y la distancia perpendicular entre el nivel absoluto del agua y la superficie nivelada que tenemos ahí abajo por h', obtenemos una diferencia de h-h' y podemos decir:

fig. 1
Lo que podemos lograr en la rueda estará de alguna manera conectado, la forma ya buscaremos en el curso de nuestras observaciones, con la diferencia entre los dos niveles. Ayer también tuvimos una especie de diferencia de nivel en nuestro experimento. Pues pensemos en ello, designamos el estado de calor que prevalece en nuestro espacio al principio de nuestro experimento por t', y designamos el estado de calor que provocamos por el calentamiento que provocamos para que se pueda realizar el trabajo mecánico que hicimos ayer en el pistón ascendente y descendente, designamos este estado de calor por t, así que también podremos decir de alguna manera: El trabajo realizado depende de esta diferencia entre t y t', así que aquí también de algo que se puede describir en cierto sentido como una diferencia de nivel.

Debo llamar especialmente su atención sobre el hecho de que estos dos experimentos nos señalan cómo debemos tratar la diferencia de nivel allí donde se produce algo que hoy se denomina transformación de la energía. ¿Qué papel juega esta diferencia de nivel, qué es lo que realmente se esconde detrás de la transformación de energías, de la que Eduard von Hartmann, por ejemplo, se deshizo primero antes de pasar a una definición de los fenómenos físicos, eso sólo lo encontraremos si ahora, para iluminar hasta cierto punto todo el ámbito de los fenómenos térmicos, continuamos hoy el hilo de pensamiento de ayer y lo llevamos a una cierta conclusión. A propósito de estas cosas, hay que referirse una y otra vez a una hermosa palabra que pronunció Goethe a propósito de los fenómenos físicos. Esta palabra, él la pronunció de diversas maneras, dijo por ejemplo: ¡Qué es en realidad toda la apariencia de los aparatos físicos externos comparada con el oído del músico, comparada con aquello que nos llega como una apariencia, como una revelación del obrar de la naturaleza a través del oído del propio músico!  Goethe quería señalar que no se llega a la meta contemplando los fenómenos físicos separadamente del ser humano. Considerar los fenómenos físicos en conexión con el ser humano, es decir, los fenómenos acústicos en conexión con las percepciones auditivas del ser humano, de la manera correcta, es la única forma de alcanzar la meta, en opinión de Goethe. Pero hemos visto que surgen grandes dificultades cuando llevamos algo como los fenómenos acústicos al ser humano y ahora queremos considerarlos realmente en conexión con la esencia del ser humano. Y me gustaría incluso decir que el hecho que condujo al llamado descubrimiento de la teoría mecánica más reciente del calor apunta a tal manera de ver las cosas. Lo que persigue a la teoría mecánica más reciente del calor se originó en realidad en una observación realizada en el organismo humano por Julius Robert Mayer. Julius Robert Mayer, que era médico, notó durante una sangría, que se vio obligado a realizar en Java, es decir, en las regiones tropicales, que la sangre venosa tiene allí una coloración más roja en las personas tropicales que en las personas de zonas más septentrionales. De esto concluyó acertadamente que el proceso que tiene lugar para producir la coloración de la sangre venosa es diferente, dependiendo de si el hombre vive en un ambiente más cálido o más frío, es decir, se ve obligado a perder más o menos calor a su entorno, por lo que también se ve obligado a reemplazar más o menos calor mediante la absorción de oxígeno, a través de la respiración. Julius Robert Mayer supuso que este, por así decirlo, trabajo interior que el ser humano realiza al continuar procesando el proceso al que está sometido mediante la absorción de oxígeno, <que este proceso se interioriza esencialmente cuando el ser humano se ve menos obligado a trabajar con el medio externo. En las regiones tropicales, cuando el hombre está menos obligado a perder calor con el entorno, necesita trabajar menos con el oxígeno externo que cuando pierde más calor con el entorno. Y así, por así decirlo, en las zonas más frías, el hombre está constituido de tal manera que realiza el trabajo vital que realiza para estar aquí en la tierra en absoluto, más en comunión con su entorno. Tiene que trabajar más con el oxígeno del aire en las regiones más frías que en las más cálidas, donde trabaja menos junto con su entorno y más en su interior.

Al mismo tiempo ellos ven en el funcionamiento de toda la organización humana, que simplemente tiene que hacer más calor en el entorno, y el hombre trabaja más interiormente de forma individual que cuando hace más frío en su entorno y, por lo tanto, debe trabajar más en común con los procesos exteriores de su entorno. A partir de este proceso, que representa de este modo, por así decirlo, una relación del hombre con su entorno, se ha procedido a la consideración de la teoría mecánica del calor. Esta observación llevó a Julius Robert Mayer en 1842 a enviar por primera vez su pequeño tratado a los Anales de Poggendorff. Básicamente, todo el movimiento físico que vino después partió de él. Razón suficiente, cuando este tratado de Julius Robert Mayer fue presentado a los Anales de Poggendorff, para rechazarlo por carecer completamente de talento. Se da el peculiar fenómeno de que hoy los físicos dicen: hemos llevado a la física por caminos completamente nuevos, pensamos en los fenómenos físicos de una manera completamente diferente a como lo hacían antes de 1842, -pero al mismo tiempo hay que señalar que los físicos de la época declararon que este tratado de Julius Robert Mayer-, y en realidad fueron los mejores físicos los que tuvieron que decidir sobre esto-, carecía completamente de talento y no lo incluyeron en los Anales de Poggendorff. 

Ahora se podría decir: Con este tratado, en cierto sentido, se ha puesto fin a las observaciones físicas anteriores, que eran ciertamente imperfectas, pero que sin embargo se sostenían de tal manera que se acercaban al hombre o se acercaban al hombre en el sentido goetheano. Después de este tratado surge una física que ve la salvación de la observación física en el hecho de que, hasta cierto punto, se considera que el hombre no existe, si se quiere hablar partiendo del hecho físico. Ésta es también la característica esencial de las observaciones físicas contemporáneas, -en algunas publicaciones se subraya incluso como algo necesario para la salvación de la física-, que nada debe desempeñar en ellas un papel que se acerque de algún modo al hombre mismo, que tenga algo que ver con el hombre mismo, aunque sólo sea con su propio proceso orgánico. Pero así no se puede llegar a nada. Y la continuación de la línea de pensamiento de ayer, sacada del mundo fáctico, nos llevará a acercar los fenómenos físicos al hombre.

Me gustaría desarrollar lo esencial ante ustedes una vez más. Partimos de la región de los cuerpos sólidos y encontramos una unidad, al principio en apariencia, en la forma. Luego pasamos, por así decirlo, a través del estado medio del líquido, que conserva la forma sólo en la formación del nivel, a los cuerpos gaseosos, que sólo tienen lo que está presente en la región de los cuerpos sólidos como un ser sin forma, como dilución y condensación. Luego llegamos, contiguo a la región de los gases, a la región del calor, de nuevo, por así decirlo, como es la región de los líquidos, una región intermedia, y entonces llegamos a nuestra x. Vimos ayer que, si continuamos el mismo pensamiento real, tenemos que pensar para la x de la formación y desmaterialización de la materia. Es casi evidente que podemos progresar desde la x a una y y a una z, del mismo modo que podemos progresar, por ejemplo, avanzando en el espectro de la luz del verde al azul, al violeta y al ultravioleta.

fig. 2

Y ahora se trata de estudiar las relaciones mutuas entre estas diferentes zonas. En cada zona vemos aparecer siempre ciertos portadores característicos, me gustaría decir, de esencia: vemos aparecer una forma cerrada en la zona más baja, en la zona gaseosa, por así decirlo, una forma líquida, la condensación y la rarefacción que -ahora hablaré con precisión-, acompañan a la esencia tonal bajo ciertas condiciones. Vemos entonces materializarse y desmaterializarse al pasar por la región del calor a la región x. Y la pregunta que debe surgir es la siguiente: ¿Cómo actúa una región en la otra? Ahora ya he llamado tu atención sobre el hecho de que en cierto modo, cuando hablamos de gas, los procesos en lo gaseoso pueden pensarse de tal manera que en su transcurrir dan la imagen de lo que ocurre en el ser del calor. Podríamos decir que el gas es, por así decirlo, llevado por el ser calor y se amolda en su forma material a lo que el ser calor quiere, de modo que en los procesos dentro del espacio lleno de gas, los procesos que están ligados al gas, vemos, por así decirlo, imágenes de lo que hace el calor. Así que podemos decir: En el gas encontramos, por así decirlo, imágenes de lo que sucede en el ser calor. No es posible imaginar esto bajo otra imagen que no sea la de que pensemos en el gas y el calor como interpenetrándose de una determinada manera, de modo que el gas es realmente apresado en su expansión espacial por lo que quiere el ser de calor. El gas y el calor se interpenetrarían, pues, mutuamente, revelándonos precisamente en su interpenetración por los procesos en el gas lo que realmente sucede en el ámbito del calor. De nuevo podemos decir: El líquido nos muestra en cierto modo una relación similar al gaseoso así como éste nos muestra al ser calor. El sólido nos muestra la misma relación con el líquido que el líquido con el gas, y el gas con el calor.

¿Pero qué ocurre en el ámbito de lo sólido? En el ámbito de lo sólido aparecen formas, formas correctas, formas que se contienen en sí mismas. Son, por así decirlo, aquello que es a su vez imagen de aquello que sólo se da en el líquido. Ahora podemos ir aquí a una región U por debajo de lo sólido, que primero suponemos hipotéticamente, y queremos obtener conceptos para ver si estos conceptos pueden aplicarse en cualquier parte del ámbito de los fenómenos perceptibles externos. Por medio de la continuación de esta línea de pensamiento, que, como ustedes probablemente sienten, está enraizada en lo real, queremos crear conceptos de los que podemos esperar que, por ser derivados de lo real, nos lleven a su vez un poco a la realidad. ¿Qué tendría que pasar si algo como la zona U fuera una realidad? En cierto sentido, lo que en realidad es un hecho externo en la región anterior, en la región de los cuerpos sólidos, tendría que aparecer de nuevo pictóricamente en la región U. Esta región U tendría entonces que llevarnos hasta cierto punto a la realidad, porque se deriva de la realidad. Esta región U tendría de nuevo que darnos la región pictórica del ámbito de los cuerpos sólidos. En la región de los cuerpos sólidos hay formas, formas que se forman a partir de su esencia interior o, al menos, a partir de su relación con el mundo, -sólo podremos profundizar en esto en los próximos días-, pero las formas aparecen, las formas deben aparecer en sus relaciones mutuas.

Volvamos una vez más al ámbito del líquido. Ahí tenemos, por así decirlo, por medio de la superficie nivelada que cierra el líquido al exterior, este líquido como cuerpo en conexión con toda la tierra. Por tanto, debemos ver en la gravedad algo que está relacionado con las fuerzas que tienen un efecto formativo sobre el cuerpo sólido.

Por tanto, si continuamos el hilo de pensamiento en términos reales, debemos encontrar algo que se produzca en la región de U del mismo modo que la formación de las formas se produce en la región de los cuerpos sólidos, en cuanto que la región de los cuerpos sólidos da la imagen de los fluidos. En otras palabras: Debemos ser capaces de ver en la región de U el efecto que las distintas formaciones ejercen unas sobre otras. De alguna manera debemos ser capaces de ver el efecto. Debemos ser capaces de ver cómo surge algo bajo la influencia de formas que se comportan de forma diferente entre sí. Debe haber algo en el reino de la realidad que surja bajo la influencia de las diversas formas en el reino de lo sólido. En realidad uno tiene hoy sólo el principio de tal cosa. Pues tomemos, de alguna manera, un cuerpo, por ejemplo, la turmalina, que lleva en sí un principio de formación. Dejen ustedes que la turmalina modelada, quiero decir la tendencia interior de modelar, trabaje de diversas maneras de tal modo que la forma pueda trabajar sobre la forma, lo que ustedes tienen presente cuando miran a través de dos turmalinas, por ejemplo, cuando toman las pinzas de turmalina y miran a través de ellas: Pronto pueden ver a través, pronto se oscurece el campo de visión. Sólo han torcido las turmalinas entre sí, han llevado su poder de formación a una relación diferente. Este fenómeno está íntimamente relacionado con aquel en el que, supuestamente a través del paso de la luz por sistemas físicos que tienen formas diferentes, se nos aparecen las llamadas figuras de polarización. Estos fenómenos de polarización surgen siempre bajo la influencia del efecto de las formas entre sí. Tenemos ante nosotros el extraño hecho de que en la región del sólido miramos, por así decirlo, hacia otra región que se relaciona con el sólido de la misma manera que la región del sólido se relaciona con el líquido. Y mientras nos preguntamos: ¿De dónde surge entonces bajo las influencias de la fuerza formativa en la región de la U lo que ocurre de la misma manera que cuando la gravedad, que en el caso del líquido sólo es formadora de nivel, ocurre formativamente en la región del sólido? - entonces debemos decir: Esto ocurre cuando observamos las llamadas figuras de polarización, que se encuentran en una región que está por debajo del sólido. En realidad estamos observando una región que se encuentra por debajo del sólido.

Pero de esto vemos algo más. Podríamos mirar en tal sistema de cuerpos durante mucho tiempo, y las cosas más diversas pasarían allí bajo las fuerzas diferentes, que representarían los efectos de formaciones diferentes el uno sobre el otro, pero no veríamos nada si algo más no penetrara en los cuerpos sólidos, aparte de que primero la región del sólido penetra en la región U. Por ejemplo, la luz penetra en él, que sólo hace estos efectos de formación visibles a nosotros. Por ejemplo, la luz aún penetra en él, y es esta luz la que primero nos hace visibles estos efectos de formación.

Lo que acabo de decir ha provocado que la física del siglo XIX hiciera su propio trabajo dentro de la luz, y considerara aquello que sólo se hace visible a través de la luz como un efecto de la propia luz. Si se observan estas cifras de polarización, hay que buscar un origen completamente distinto al de la luz. Lo que ocurre allí no tiene nada que ver directamente con la luz. La luz sólo penetra en esta zona U y hace visible lo que sucede por el hecho de que estas formas adquieren el carácter de imágenes. Para que podamos decir: Se trata de una interpenetración de las diferentes zonas que hemos dividido aquí como un abanico, se trata de una interpenetración de estas diferentes zonas en la realidad.

Y ahora podremos también llegar de una manera adecuada a aquello que, por ejemplo, en la región de lo gaseoso, se nos aparece todavía a través de lo formativo en la forma, por así decirlo, licuada.  Seremos conducidos a mejores conceptos para lo que se ha dicho, donde, cuando se producen condensaciones y rarefacciones, con ocasión de estas condensaciones y rarefacciones, se nos presentan los hechos tonales por mediación del órgano del oído. Y no tendremos que identificar las condensaciones y rarefacciones en el cuerpo del gas con lo que se nos presenta como los diversos efectos tonales, sino que tendremos que buscar algo que se produce entonces en la región de las condensaciones y rarefacciones dentro del gas cuando éstas se dan allí de manera correspondiente. Nos vemos obligados a expresar lo que realmente ocurre de tal manera que decimos: Al principio dejamos en lo indefinido aquello que llamamos tono. Pero cuando provocamos ciertas condensaciones y rarefacciones lícitas en lo gaseoso, ocurre aquello de lo que nos hacemos conscientes en la percepción del sonido. Esta manera de expresar el asunto, ¿no es bastante paralela a aquella en la que yo diría: Podemos imaginar en el universo estados de calor de temperatura muy alta, más de 100 C; podemos imaginar estados de calor de temperatura muy baja, abajo, estados fríos; en medio encontramos una región en la que el hombre puede habitar y formarse? - Nos será posible decir:

Si en algún lugar del universo tiene lugar una vibración tan grande, donde el estado de calor pasa de una temperatura muy alta a una muy baja, entonces hay algo intermedio donde el hombre puede surgir. Si hay otras causas para el surgimiento de la humanidad se da la oportunidad para que el hombre surja. Pero en cualquier caso no diremos: El hombre es la oscilación del estado de calor de los cuerpos a la baja temperatura y la oscilación de retorno, - en la oscilación de retorno la oportunidad también surgiría de nuevo-, nunca diremos eso. Pero en física decimos constantemente que el sonido no es otra cosa que la compresión y rarefacción del aire, que el sonido es un movimiento ondulatorio que se expresa en la compresión y rarefacción del aire. De este modo, perdemos completamente la costumbre de mirar la materia de tal manera que vemos en las condensaciones y rarefacciones simplemente el portador del tono, no el tono mismo. De modo que incluso para el estado gaseoso tenemos que imaginar algo que simplemente penetra en el gas, pero que pertenece a una región diferente, y que en la región del gas se le da la posibilidad de aparecer de tal modo que se hace posible la mediación entre él y nuestro órgano del oído. Sólo si uno forma los conceptos de esta manera puede hablar correctamente de los fenómenos físicos. Pero si uno forma los conceptos de tal manera que simplemente identifica el sonido o las formaciones de sonido con las vibraciones del aire, entonces uno es seducido a identificar también la luz con las vibraciones del éter. Uno avanza desde algo que sólo se capta inexactamente hasta imaginar, fantasear con un mundo fáctico que en realidad sólo es la criatura de un pensar inexacto. En muchos aspectos, aquello de lo que habla la física, especialmente a finales del siglo XIX, no es otra cosa que la criatura del pensar impreciso. Y cuando seguimos la física común, todavía estamos profundamente atascados en tener que adquirir nada más que criaturas del pensar impreciso, en los conceptos físicos.

Pero ahora se trata del hecho de que cuando avanzamos de la región del calor a la x, y, z, tenemos, por así decirlo, la perspectiva de tener que seguir hacia el infinito, y aquí (en U) también tenemos la perspectiva de tener que seguir hacia el infinito. Ya llamé su atención ayer sobre el hecho de que lo mismo ocurre en el espectro, donde también nos vemos obligados, por así decirlo, si nos imaginamos el espectro tal como aparece habitualmente, al seguir el camino desde el verde a través del azul hasta el violeta, a proceder, por así decirlo, hacia el infinito o al menos hacia lo indefinido, igualmente hacia el rojo. 

fig.3

Pero cuando consideramos todo el espectro, todo el campo de los fenómenos cromáticos, podemos pensar que este espectro está formado por la serie realmente completa de los doce colores, que sólo puede caracterizarse en un círculo que tiene el verde en la parte inferior, la flor del melocotón en la superior, y los demás colores en medio. Y podemos pensar que este círculo ahora se amplía cada vez más; que la flor de melocotón se nos pierde aquí hacia arriba, y por un lado corre aquí hacia el rojo, por otro hacia el violeta, y más allá de ambos. Así que en el espectro ordinario tenemos en realidad una parte de lo que habría si la totalidad de los colores pudiera aparecer a través del mundo de la apariencia que rodea al hombre. Sólo tenemos una parte.

Ahora hay algo que es de lo más curioso. Creo que si uno toma las descripciones habituales de la óptica en los libros de física y avanza hasta lo que se suele dar allí como explicación de un fenómeno espectral especial, a saber, el arco iris, se sentirán algo incómodos si les gusta atenerse a conceptos claros. Pues las explicaciones del arco iris se dan realmente de tal manera que uno se queda sin arco. Uno se ve obligado a recurrir a la gota de lluvia y a seguir todo tipo de caminos de los rayos de luz en la gota de lluvia, y uno se ve entonces obligado a ensamblar esta imagen más bien uniforme del arco iris a partir de todo tipo de pequeñas imágenes, que siguen siendo particularmente dependientes de la forma en que uno se sitúa ante él, imágenes que surgen realmente a través de las gotas de lluvia. En resumen, se tiene en estas explicaciones algo así como una concepción atomista de una apariencia que actúa más bien como una unidad en nuestro entorno. Pero aún más intranquilos que ante el arco iris, es decir, el espectro que la propia naturaleza suscita ante nosotros, podemos volvernos al darnos cuenta de que en realidad este arco iris del que hablamos nunca aparece en realidad solo. No importa cuánto se esconda, el segundo arcoíris siempre está ahí. Y lo que está unido no puede separarse. Los dos arcoíris, uno de los cuales es más confuso que el otro, necesariamente van juntos, y en el ámbito de las explicaciones para la creación del arcoíris ni siquiera se debería intentar explicar una sola franja de color, sino que hay que estar atentos. Está claro que la totalidad de la apariencia, la totalidad relativa, es algo que ahora es diferente en el medio y tiene dos bandas marginales. Una banda de borde es el arco iris algo más claro, la otra el arco menos claro. Se trata de una imagen que se nos aparece en el gran mundo natural y que, de hecho, es casi una parte de todo el universo. Debemos considerarla como algo unificado. Ahora bien, si observamos atentamente, nos daremos cuenta de que el segundo arco iris, el arco iris secundario, es en realidad una inversión del primero, que el segundo puede entenderse en cierto modo como una especie de imagen reflejada del primero, que refleja, por así decirlo, el primero, el arco iris más claro. En cuanto pasamos de los fenómenos parciales que aparecen en nuestro entorno a una totalidad relativa a la que nos enfrentamos, si consideramos que toda nuestra tierra está en relación con el sistema cósmico, tenemos algo que en realidad cambia completamente de cara. En primer lugar, sólo quiero señalar este fenómeno. Nos acercaremos más a estos fenómenos en el curso de nuestra consideración.

Pero como nos aparece el segundo arco iris, lo que aparece allí (ver dibujo fig. 3) se convierte en un sistema cerrado, por así decirlo. El sistema sólo no está cerrado mientras me enfrente a mi espectro que aparece concretamente aquí en mi entorno. Y la aparición del arco iris en realidad debería tentarme a pensar que, si pongo este espectro ante mis ojos mediante un experimento, sólo estoy sujetando la naturaleza por un extremo, que algo se me pierde en algún lugar del extremo opuesto; que todavía hay algo ahí en algún lugar desconocido, que en realidad necesito el arco iris secundario para cada espectro de siete colores. Esta apariencia y su transformación en conceptos, manténganla unida a este curso de nuestro concepto real, que hemos previsto aquí (ver diagrama fig. 2). Aquí (ver dibujo fig. 1) intentamos unir la banda de colores que se expande hacia lo indefinido, uniendo lo uno con lo otro. Si hiciéramos lo mismo aquí (diagrama fig. 2), ¿Qué ocurriría? Allí, saliendo del cuerpo sólido hacia la U y quizás abriéndonos camino más abajo, lo haríamos de tal manera que volvería a nosotros desde arriba y quedaría cerrado. Pero ahora, si hacemos este camino hacia abajo y volvemos desde arriba y lo cerramos, ¿Qué se formaría? ¿Qué ocurriría?

Intentaré lo siguiente para llevarles a ello:

fig. 4

Supongamos que realmente se va en algún dibujo que da sentido a la cosa en una dirección. Salimos, digamos de la esfera donde hemos podido decir en estas consideraciones que la gravedad se hace negativa. Hemos llegado, por así decirlo, a una de las esferas. Desde allí vamos hacia abajo y nos imaginamos que en nuestro camino hacia abajo debemos entrar en la región de la fluidez, de la solidez. Pero ahora, si seguimos desde allí, en realidad deberíamos, -es difícil dibujarlo-, volver otra vez desde el otro lado. Volviendo de nuevo desde el otro lado, lo que vuelve desde el otro lado se empujaría a sí mismo hacia la zona anterior. Es decir, a medida que avanzo desde el sólido hacia la región U, si tomara toda la cola de allí y le diera la vuelta y la metiera allí, tendría que meterla por aquí. También podría dibujar el cuadro de tal manera que progresara desde la esfera cero a través del líquido hasta el sólido, la región U, y luego volviera atrás y entrara aquí de nuevo. Así podría decir algo como: Miro el gas, que tiende aquí, donde he dibujado el azul, hacia este lado. 

fig.5
Pero en el ciclo del mundo, lo que penetra viene del otro lado, lo penetra, pero aparece en él sólo como una imagen. Impregna, por así decirlo, lo que retorna, lo que va allí, y aparece en él como una imagen. El líquido en su esencia penetra en la región del sólido corriendo tras él, y aparece en ella como dibujo; o algo que está situado más hacia arriba en nuestro dibujo simbólico penetra en la región del gas y aparece en ella como sonido. Piensen en este retorno y, por lo tanto, en los procesos del mundo que chocan entre sí, lo que les lleva a la necesidad de no pensar simplemente en un ciclo del mundo, sino de pensar en un ciclo tal que, a medida que éste avanza, lo que avanza siempre vuelve a entrar en lo que ya estaba allí, es decir, se empuja a sí mismo a través de lo que ya estaba allí. Entonces obtendrán una base para pensamientos reales que también les ayudarán, por ejemplo, a ver la aparición, digamos, de la luz, que debe residir en una esfera muy distinta, en la materia, en cuanto que la materia es simplemente lo que ha huido, mientras que la luz corre detrás y se abre paso. Sin embargo, si quieren ver estas cosas con fórmulas matemáticas, tendrán que extender un poco las fórmulas matemáticas.
Si se quiere, es el viejo símbolo de la serpiente que se muerde la cola, el símbolo de la sabiduría antigua. La única diferencia es que la sabiduría antigua expresaba todo esto en símbolos y nosotros nos vemos obligados a acercarnos a las cosas reales.

Traducido por J.Luelmo oct.2023


GA321 Stuttgart 8 de marzo de 1920 Impulso de la ciencia espiritual para el desarrollo de la física -Máquina de vapor. Conversión del calor en trabajo y viceversa.

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Impulso de la ciencia espiritual para el desarrollo de la física
El calor en la frontera de la materialidad positiva y negativa 

RUDOLF STEINER



VIII conferencia 


Máquina de vapor. Conversión del calor en trabajo y viceversa. Los dos teoremas principales de la teoría del calor por Ed. v. Hartmann. J. R. Mayer. Lucha por un "sistema cerrado" en el cuerpo sólido. Esquema de los estados de los cuerpos: forma en el sólido y condensación-dilución en el gas, líquido en medio; el calor entre la condensación-dilución y el devenir material- devenir espiritual. El espectro ordinario y el círculo cromático cerrado de Goethe. Comparación con el esquema de los estados del cuerpo. 

Stuttgart 8 de marzo de 1920

Queridos amigos,

Ayer realizamos un experimento en el que descubrimos que el trabajo mecánico ejercido por la fricción de una paleta que gira en una masa de agua se transforma en calor. Se les mostró que el agua en la que giraba la paleta se calentaba.

Hoy haremos justo lo contrario. Ayer demostramos que, en cierto modo, debemos buscar una explicación para la aparición del calor mediante la acción del trabajo. Ahora vamos a seguir el proceso inverso.

fig. 1

En primer lugar, calentaremos este aire (véase figura 1) mediante una llama, elevaremos la presión del vapor y, de este modo, provocaremos un efecto mecánico por medio del calor, de forma similar a como se mueven todas las máquinas de vapor. El calor se transforma en trabajo mediante el cambio de presión. Dejando pasar la presión por un lado subimos la campana -pistón movible- y dejando enfriar el vapor, la presión disminuye, la campana vuelve a bajar y hemos realizado un trabajo mecánico, consistente en este movimiento de subida y bajada. Podemos ver el agua de condensación que reaparece cuando enfriamos, y corre hacia este matraz. Después de haber dejado que todo el proceso tenga lugar, después de que el calor que hemos producido aquí se haya transformado en trabajo, determinemos si este calor se ha transformado totalmente en el movimiento ascendente y descendente de la campana o si se ha perdido parte de él. El calor no transformado en trabajo debe aparecer como tal en el agua. En caso de una transformación completa, el agua de condensación no mostraría ningún aumento de temperatura. Si se produce un aumento de temperatura que podemos determinar observando si el termómetro indica una temperatura superior a la ordinaria, entonces este aumento de temperatura procede del calor que hemos suministrado. En este caso, no podríamos decir que el calor se ha transformado completamente en trabajo; quedaría una parte. Así podemos saber si todo el calor se ha transformado en trabajo o si una parte aparece como calor en el condensado. El agua está a 20° y podemos ver si el condensado está a 20° o muestra una temperatura más alta, lo que indica una pérdida de calor en este condensado. Ahora condensamos el vapor; el agua condensada cae en el matraz. Una máquina puede funcionar de esta manera. Si el experimento tiene pleno éxito, podrán determinar por sí mismos que el condensado muestra un considerable aumento de temperatura. De este modo podemos demostrar, al realizar el experimento inverso al de ayer, que no es posible recuperar como trabajo mecánico en forma de movimiento ascendente y descendente de la campana todo el calor sobrante. El calor utilizado para producir trabajo no se transforma del todo, sino que siempre queda una parte.

Primero queremos comprender este fenómeno. Consideremos ahora cómo la física ordinaria y quienes utilizan los principios físicos ordinarios manejan estas cosas.

Al principio tenemos que tratar el hecho de que efectivamente, transformamos calor en trabajo y trabajo en calor, tal y como se dice que hacemos. Como se ha dicho anteriormente, se ha hecho una extensión de esta idea. Se supone que todas las formas de la llamada energía, -energía calorífica, energía mecánica, y el experimento puede hacerse con otras formas-, que todas esas energías son mutuamente transformables la una en la otra. Por el momento descuidaremos el aspecto cuantitativo de la transformación y consideraremos sólo el hecho. Ahora bien, el físico moderno dice: "Por lo tanto, es imposible que la energía surja en cualquier lugar si no es a partir de energía de otro tipo ya presente. Si tengo un sistema cerrado de energía, digamos de cierta forma, y aparece otra energía, entonces esto debe ser considerado como transformación de la energía ya presente en el sistema cerrado. En un sistema cerrado, la energía no puede aparecer nunca más que como producto de una transformación. Eduard von Hartmann, que, como he dicho, expresó las opiniones físicas actuales en forma de conceptos filosóficos, enuncia la llamada primera ley de la teoría mecánica del calor de la siguiente manera: "Un perpetuum mobile del primer tipo es imposible".

Ahora llegamos a la segunda serie de fenómenos que nos ilustra el experimento de hoy. Se trata de que en un sistema energético aparentemente cerrado, nos encontramos con una forma de energía que se transforma en otra forma. En esta transformación, sin embargo, es evidente que subyace una cierta ley en el proceso y esta ley está relacionada con la calidad de la energía. En el caso de la energía térmica, la relación es tal que no puede transformarse completamente en energía mecánica, sino que siempre queda una cierta cantidad inalterada. Así pues, en un sistema cerrado es imposible transformar completamente toda la energía térmica en su equivalente mecánico. Si esto fuera posible, también sería posible la transformación inversa de la energía mecánica completamente en energía térmica. Entonces tendríamos en un sistema energético cerrado un tipo de energía transformada en otro. Esta ley es enunciada, de nuevo por Eduard von Hartmann, de la siguiente manera: Un sistema energético cerrado en el que, por ejemplo, toda la cantidad de calor pudiera transformarse en trabajo, o en el que el trabajo pudiera transformarse completamente en calor, cuando pudiera existir un ciclo de transformación completa, sería un perpetuum mobile del segundo tipo. Pero, dice, un perpetuum mobile del segundo tipo es imposible. Fundamentalmente, estas dos son las leyes principales de la teoría mecánica del calor, tal y como la entienden los pensadores de la física del siglo XIX y principios del XX.

"Un movimiento perpetuo del primer tipo es una imposibilidad". Este concepto está íntimamente ligado a la historia de la física del siglo XIX. La primera persona que llamó la atención sobre esta transformación del calor en otras formas de energía o viceversa fue Julius Robert Mayer. Él, como médico, había observado que la sangre venosa mostraba un comportamiento diferente en los trópicos y en las regiones más frías, y a partir de ello llegó a la conclusión de que había un tipo diferente de trabajo fisiológico implicado en el organismo humano en los dos casos. Utilizando principalmente estas experiencias, presentó más tarde una teoría algo confusa que, tal como él la elaboró, significaba poco más o menos lo siguiente: que era posible transformar un tipo de energía en otro. El asunto fue retomado por varias personas, entre ellas Helmholtz, y desarrollado. En el caso de Helmholtz, se tomó como punto de partida una forma característica de pensar físico-mecánica.

Si consideramos el tratado más importante con el que Helmholtz trató de apoyar la teoría mecánica del calor en los años cuarenta del siglo XIX, veremos que tales ideas, tal como las expresa Hartmann, se postulan realmente como su fundamento. Un perpetuum mobile del primer tipo es imposible. Puesto que es imposible, las diversas formas de energía deben ser transformaciones unas de otras. Ninguna forma de energía puede surgir de la nada. El axioma del que partimos - "un perpetuum mobile del primer tipo es imposible"- puede transformarse en otro: la suma de la energía en el universo es constante. La energía nunca se crea, nunca desaparece, sólo se transforma. La suma de la energía del universo es constante.

En el fondo, estos dos principios significan exactamente lo mismo. "No hay perpetuum mobile del primer tipo". "La suma de toda la energía en el cosmos es constante". Aplicando ahora el método de pensamiento que hemos utilizado antes en todas nuestras observaciones, arrojemos un poco de luz sobre todo este punto de vista.

Obsérvese ahora, cuando hacemos un experimento con el objeto de transformar calor en lo que llamamos trabajo, que parte del calor se pierde en lo que se refiere a la transformación. El calor reaparece como tal y sólo una parte de él puede convertirse en la otra forma de energía, la mecánica. Lo que aprendemos de este experimento podemos aplicarlo al cosmos. Esto es lo que hicieron los investigadores del siglo XIX. Razonaron de la siguiente manera: "En el mundo que nos rodea hay trabajo y calor. Continuamente se producen procesos mediante los cuales el calor se transforma en trabajo. Vemos que el calor debe estar presente si queremos producir trabajo. Recordemos que gran parte de nuestros logros técnicos se basan en el hecho de que producimos trabajo mediante el uso del calor. Pero siempre resulta que no podemos transformar completamente el calor en trabajo, una parte permanece como calor. Y puesto que esto es así, estos residuos no capaces de producir trabajo, se acumulan. Estos residuos no transformables se acumulan. Y el universo se aproxima a una condición en la que todo el trabajo mecánico se habrá transformado en calor".

Se ha llegado a decir que el universo en el que vivimos se está acercando a lo que doctamente se ha llamado su " muerte por calor". Hablaremos en próximas conferencias del llamado concepto de entropía. Por el momento, nuestro interés radica en el hecho de que se han extraído ciertas ideas de experimentos relacionados con el destino del universo en el que nos encontramos.

Eduard von Hartmann presentó el asunto de forma muy clara. Él afirma que la observación física muestra que el proceso del mundo en el que vivimos presenta dos tipos de fenómenos. Al final, sin embargo, todo trabajo mecánico puede ser producido, y el universo tendrá que llegar a su fin. Así dice Eduard von Hartmann; los fenómenos físicos muestran que el proceso del mundo se está acabando. Así se expresa sobre las condiciones en las que vivimos. Vivimos en un universo cuyos procesos nos preservan, pero que tiene tendencia a volverse cada vez más lento y, finalmente, a caer en un estado de completa inacción. Me estoy limitando a repetir las palabras del propio Eduard von Hartmann.

Ahora debemos aclararnos el siguiente punto. ¿Existe realmente alguna vez la posibilidad de desencadenar una serie de procesos en un sistema cerrado? Fíjense bien en lo que digo. Si considero la totalidad de mis instrumentos experimentales, ciertamente no me encuentro en el vacío, en el espacio vacío. E incluso cuando creo estar en un espacio vacío, no estoy del todo seguro de que este espacio vacío lo esté sólo porque soy incapaz de percibir lo que realmente hay en él. Por lo tanto, ¿llevo a cabo mis experimentos en un sistema cerrado? ¿No es cierto que lo que hago en el experimento más sencillo debe considerarse como encajado en el proceso del mundo que me rodea? ¿Puedo concebir el asunto de otra manera que no sea que cuando hago todas estas cosas es como si tomara una pequeña aguja y me pinchara aquí? Cuando me pincho aquí experimento un dolor que me impide tener una idea que de otro modo habría tenido. Es muy cierto que no puedo considerar el pinchazo de la aguja y la reacción de la piel y los músculos como la totalidad del proceso. En tal caso, no estaría poniendo todo el proceso ante mis ojos. El proceso no está totalmente contenido en estos factores. Imaginemos por un momento que soy tan torpe como para coger una aguja, pincharme y experimentar el dolor. Retiraré la aguja. Lo que aparece entonces como un efecto no se comprende en absoluto cuando tengo en mente sólo lo que ocurre en la piel. La retirada de la aguja no es en realidad otra cosa que una continuación de lo que percibo cuando tengo ante mi mente la primera parte del proceso. Si quiero describir todo el proceso, debo tener en cuenta que no he clavado la aguja en mi ropa, sino en mi organismo. Este organismo debe ser considerado como un todo regulador, que suscita las consecuencias del pinchazo de la aguja.

Es legítimo que hable de un experimento como el que tenemos ante nuestros ojos de la siguiente manera: "He producido calor, y causado trabajo mecánico. El calor no transformado permanece en el agua de condensación como calor". No es de esta manera como me sitúo en relación con el conjunto. La producción o retención de calor, el paso de éste al agua de condensación están relacionados con la reacción de todo el gran sistema igual que la reacción de todo mi organismo lo está con la pequeña actividad de ser pinchado con la aguja. Lo que hay que tener en cuenta especialmente es: Que nunca es válido que yo considere un procedimiento experimental como un sistema cerrado. Debo tener en cuenta que todo este procedimiento experimental cae bajo la influencia de energías que actúan fuera de este entorno.

fig. 2

Además de este hecho, hay que considerar otro. Supongamos que usted tiene que comenzar con un recipiente que contiene un líquido con su superficie líquida que implica una acción de fuerzas en ángulos rectos a esta superficie. Supongamos ahora que, por enfriamiento, este líquido pasa al estado sólido. Es imposible que ustedes piensen en el asunto de otra manera que no sea que las fuerzas en el líquido son acortadas por otro conjunto de fuerzas. Pues las fuerzas del líquido son tales que me obligan a mantener este líquido, digamos el agua, en un recipiente. La única forma que adopta el agua por sí misma es la superficie superior. Cuando por solidificación surge una forma definida, es absolutamente necesario suponer que a las fuerzas anteriormente presentes se añaden otras. Más observaciones nos convencen de ello. Y es bastante absurdo pensar que las fuerzas que crean la forma están presentes de un modo u otro en el agua misma. Porque si estuvieran allí, crearían la forma en el agua. Así pues, se añaden al sistema, pero deben de haber llegado a él desde el exterior. Si nos limitamos a tomar el fenómeno tal como se nos presenta, nos vemos obligados a decir: cuando aparece una forma, ésta representa de hecho una nueva creación. Si nos limitamos a considerar lo que podemos determinar a partir de la observación, tenemos que pensar que la forma es una nueva creación. Es simplemente una cuestión de observación lo que nos lleva al estado sólido a partir del fluido. Vemos que la forma surge como una nueva creación. Y esta forma desaparece cuando volvemos a transformar el sólido en líquido. Uno simplemente se apoya en lo que se da como un hecho observable. ¿Qué se deduce ahora de todo este proceso cuando lo convertimos en un concepto? Se deduce que el sólido trata de convertirse en una unidad independiente, que tiende a construir un sistema cerrado, que entra en lucha con su entorno para convertirse en un sistema cerrado.

Podría decir que, en la solidificación de un líquido, nos encontramos ante un intento de la naturaleza de conseguir un perpetuum mobile. Pero el perpetuum mobile no se produce porque el sistema no es abandonado a sí mismo, sino que es manipulado por todo su entorno. Por lo tanto, se puede afirmar que en el espacio tal y como nos es dado, siempre está presente la tendencia a que surja un perpetuum mobile. Pero enseguida aparece una tendencia contraria. Podemos decir, pues, que allí donde surge la tendencia a formar un perpetuum mobile, surge en el entorno la tendencia contraria a impedirlo. Si ustedes orientan su pensar de esta manera, verán que han alterado de raíz el método abstracto de la física moderna del siglo XIX. Esta última parte de la proposición: un perpetuum mobile es imposible, por lo tanto etc. etc. Si uno se atiene a los hechos, la cuestión tiene que plantearse así: un perpetuum mobile siempre está pugnando por surgir. Sólo la constitución del cosmos lo impide.

Y la forma de lo sólido, ¿qué es? Es la huella de dicha pugna. Esta estructura que se forma en el sólido es la huella de la pugna entre la sustancia como individualidad que se esfuerza por formar un perpetuum mobile y el obstáculo que pone a su formación el gran todo en el que el perpetuum mobile trata de surgir. La forma de un cuerpo es el resultado de la oposición a este esfuerzo por formar un perpetuum mobile. En algunos círculos se entendería mejor si, en lugar de perpetuum mobile, hablara de una unidad autónoma, portadora de sus propias fuerzas en su interior y de su propio poder creador de formas.

Así llegamos a un punto en el que tenemos que invertir completamente todo el punto de vista, la manera de pensar de la física del siglo XIX. La propia física, puesto que se basa en la experimentación, que se ocupa de los hechos, no tenemos que modificarla. La manera de pensar física trabaja con conceptos que no son válidos y no puede darse cuenta de que la naturaleza se esfuerza universalmente por lo que ésta considera imposible. Para esta manera de pensar es bastante fácil considerar el perpetuum mobile como imposible, pero no es imposible por las razones abstractas aducidas por los físicos. Es imposible porque en el instante en que el perpetuum mobile se esfuerza por establecerse en un cuerpo dado, en ese instante el entorno se vuelve celoso, si se me permite tomar prestada una expresión del reino de la moral, y no deja que surja el perpetuum mobile. Es imposible por los hechos y no por la lógica. Se puede apreciar lo retorcida que es una teoría que se aparta de la realidad en su mismo postulado fundacional. Si nos atenemos a los hechos, no es posible eludir lo que ayer les presenté de forma preliminar y esquemática. En los próximos días elaboraremos esta presentación esquemática.

Les decía que, para empezar, tenemos el ámbito de los sólidos. Los sólidos son los cuerpos que se manifiestan en formas definidas. Tocando el ámbito de los sólidos, por así decirlo, tenemos el ámbito de los líquidos. Aquí la forma se disuelve, desaparece, cuando los sólidos se convierten en líquidos. En los cuerpos gaseosos tenemos un movimiento en todas direcciones, una completa falta de forma, -forma negativa. ¿Cómo se manifiesta esta forma negativa? Si observamos de manera imparcial los cuerpos gaseosos o aeriformes, podemos ver en ellos lo que puede considerarse como correspondiente a la entidad manifestada en otra parte como forma. Ayer llamé su atención sobre el ámbito de la acústica, el mundo de los tonos. En el gas, como ustedes saben, la manifestación del tono surge a través de condensaciones y rarefacciones. Pero cuando cambiamos la temperatura también nos encontramos con condensaciones y rarefacciones en el cuerpo del gas en su conjunto. Así pues, si pasamos del estado líquido y buscamos en el gas lo que corresponde a la forma en el sólido, debemos buscarlo en la condensación y la rarefacción. En el sólido tenemos una forma definida; en el gas, condensación y rarefacción.

Y ahora pasamos al ámbito contiguo al gaseoso. Del mismo modo que el ámbito de los fluidos limita con el de los sólidos, y del mismo modo que sabemos que los sólidos representan a los fluidos y que los fluidos anuncian a los gaseosos, los gases representan el ámbito contiguo al de los gaseosos, es decir, el del calor. Por el momento, tendremos que postular el reino que se encuentra junto al calor y llamarlo región X.

fig. 3
Si ahora trato de avanzar más, al principio meramente por analogía, debo buscar en esta región X algo que corresponda a la condensación y rarefacción, pero que esté más allá de ellas, (esto se verificará en nuestras consideraciones subsiguientes.) Debo buscar algo más allí en la región X, pasando por encima del calor, tal como pasamos por encima del estado fluido más abajo. Si se parte de un cuerpo definitivamente formado, y luego se imagina que se vuelve gaseoso y que debido a este proceso ha cambiado simplemente su forma original por otra que se manifiesta como rarefacción y condensación, y si luego se piensa en la condensación y rarefacción como aumentadas en grado, ¿Cuál es el resultado? Mientras la condensación y la rarefacción estén presentes, la materia evidente sigue ahí. Pero ahora, si se rarifican cada vez más, finalmente se sale por completo del ámbito material. Y esta extensión de la que hemos hablado debe, si queremos ser coherentes, hacerse así: un devenir-material - un devenir-espiritual. Cuando se pasa del reino del calor al reino X, se entra en un ámbito en el que se está obligado a hablar de la condición de una determinada manera. Teniendo presente este paso de sólido a fluido y de los gases a la condensación y rarefacción, se pasa a una región de materialidad y no materialidad. No pueden hacer otra cosa que entrar en el ámbito de la materialidad y la inmaterialidad. 

En otras palabras: cuando atravesamos el ámbito del calor, entramos en un ámbito que es, en cierto sentido, una prolongación coherente de lo que hemos observado en los ámbitos inferiores. Los sólidos son lo opuesto al calor, este no puede expresarse plenamente en ellos. Los fluidos son más susceptibles a su acción. En los gases, el calor se manifiesta en toda su amplitud: se manifiesta a través de ellos sin obstáculos. En su comportamiento material son una imagen completa del calor. Puedo definirlo así: el gas es en su comportamiento material esencialmente similar a la entidad calor. El grado de similitud entre la materia y el calor se hace cada vez mayor a medida que paso de los sólidos a los gases, pasando por los fluidos. O bien, la licuefacción y evaporación de la materia significa un asemejarse al calor de dicha materia. Sin embargo, el paso por el ámbito del calor, donde la materia se vuelve, por así decirlo, semejante al calor, implica una condición en la que la materia deja de ser. Así pues, el calor se sitúa entre dos regiones fuertemente contrapuestas, esencialmente diferentes entre sí, el mundo espiritual y el mundo material. Entre ambos se encuentra el ámbito del calor. Esta zona de transición es realmente algo difícil para nosotros. Por un lado, tenemos que ascender a una región en la que las cosas aparecen cada vez más espiritualizadas y, por otro, descender a lo que parece cada vez más material. Por un lado, aparece una extensión infinita hacia arriba y, por otro, una extensión infinita hacia abajo. (Indicado con flechas. fig.3)

Pero ahora utilizamos otra analogía que traigo hoy ante ustedes porque a través de una visión general de los hechos naturales individuales puede desarrollarse una ciencia sólida. Tal vez sea útil presentar estos hechos ante nuestras almas. (Véase fig.4.)

fig. 4
Los colores se suceden en una serie de aproximadamente siete matices. Pero como saben, el espectro no se interrumpe en ninguno de sus extremos. Si lo seguimos más abajo del rojo, llegamos a una región donde hay cada vez más calor, y finalmente llegamos a una región donde no hay luz, sino sólo calor, la región infrarroja. Al otro lado del violeta, tampoco tenemos luz. Llegamos al ultra violeta donde se manifiesta la acción química, o sea los efectos que se manifiestan en la materia. Pero también saben ustedes que, según la teoría de los colores de Goethe, esta serie de colores puede doblarse en círculo y disponerse de tal manera que no sólo se vea la luz de la que está formado el espectro, sino también la oscuridad de la que está formado. En este caso el color del centro no es el verde, sino el color flor de melocotón, y los demás colores proceden de éste. Cuando observo la oscuridad obtengo el espectro negativo. Y si coloco los dos espectros juntos, tengo 12 colores que pueden ordenarse definitivamente en un círculo: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y violeta. En este lado el violeta se parece cada vez más a la flor del melocotón y hay dos matices entre ellos. En el otro lado hay dos matices entre la flor de melocotón y el rojo. Tienes, si se me permite la expresión, 12 condiciones de color en total. 

Esto demuestra que lo que habitualmente se denomina espectro puede concebirse de este modo: Puedo crear este círculo de color por cualquier medio adecuado y hacerlo cada vez más grande, alargando los cinco colores superiores (flor de melocotón y los dos tonos de cada lado) hasta que finalmente desaparecen. El arco inferior se convierte prácticamente en una línea recta, y obtengo la gama de colores del espectro ordinario, habiendo hecho desaparecer los cinco colores superiores.

fig. 5

Finalmente llevo estos colores al punto de fuga. ¿No puede ser que el ir hacia el infinito sea algo similar a lo que he hecho con el espectro? Supongamos que pregunto qué ocurre si lo que aparentemente se aleja hacia el infinito se convierte en un círculo y vuelve sobre sí mismo. ¿No estaré tratando aquí con otro tipo de espectro que comprende para mí, por un lado, la condición que se extiende desde el calor hasta la materia, pero que puedo cerrar en un círculo como hice con el espectro de color con el color de la flor del melocotón? Mañana profundizaremos en esta línea de pensamiento.


Traducido por J.Luelmo sept, 2023