GA145 La Haya 26 de marzo de 1913 El efecto del desarrollo oculto sobre el yo y las envolturas del hombre Astralidad y egoísmo. Amfortas y Parzival. La independencia del cuerpo astral. El egoísmo como característica del cuerpo astral requiere la extensión de los intereses a toda la tierra (leyenda del Paraíso)


Rudolf Steiner

Conferencia VII


La Haya 26 de marzo de 1913

En la última conferencia me referí a dos leyendas, la del Paraíso y la del Santo Grial. Traté de mostrarles que estas dos leyendas representan imaginaciones ocultas que realmente pueden experimentarse en un momento determinado. Cuando el alumno es independiente de sus cuerpos físico y etérico, (como lo está inconscientemente durante el sueño profundo) y con clarividencia percibe conscientemente su cuerpo físico, experimenta la leyenda del Paraíso; cuando sus percepciones son despertadas por su cuerpo etérico, se presenta la leyenda del Grial. Ahora bien, debemos señalar que tales leyendas se dieron como historias o como leyendas religiosas, y se popularizaron en un período definido. La fuente original de estas leyendas, que nos encontramos en forma de romance o de escritos religiosos en la historia externa del desarrollo de la humanidad, está en los Misterios, donde sus contenidos se establecieron solo por medio de observaciones clarividentes. En la composición de tales leyendas, es especialmente necesario que se tenga el mayor cuidado en que se adapten el tema y la actitud al período y a las personas a las que se les dan las leyendas.
Hemos explicado en las conferencias previas de este curso, cómo el estudiante a través de su desarrollo antroposófico oculto, experimenta ciertos cambios en sus cuerpos físico y etérico. Tendremos ahora que considerar el cuerpo astral y el yo más de cerca, y luego regresar brevemente a los cuerpos físico y etérico. Hemos visto que cuando el estudiante emprende este auto desarrollo, para progresar aún más al recibir los dones de la sabiduría y la verdad espirituales, se producen por este motivo cambios en las diversas partes; de su organización espiritual y física. Ahora, a partir de la información que nos ha sido dada de los registros akáshicos sobre varios períodos de la evolución, sabemos que en el curso de la evolución histórica ordinaria del hombre, estas diversas partes de la naturaleza humana también experimentan un cambio, naturalmente, por así decirlo; sabemos que en la época de la antigua India, la primera gran civilización después de la gran catástrofe atlante, fueron sobresalientes los procesos del cuerpo etérico humano; sabemos que después, durante la época de la civilización de la antigua Persia, adquirió importancia el cambio en el cuerpo astral humano, durante la época egipcio-caldea se produjeron cambios en el alma humana sensible, y durante la época greco-latina hubo cambios en el alma humana intelectual o racional. En nuestros tiempos, los cambios en el alma consciente humana son más conspicuos. Ahora bien, cuando se relata una legenda sobre una época concreta, digamos, en la época en que el alma intelectual experimenta un cambio especial, cuando los hechos en esta alma son de especial relevancia, es importante que se brinden de tal manera que se preste especial atención a ese particular época, y que en los Misterios de los que procede la leyenda debe acordarse que la leyenda debe ser presentada de tal manera que los cambios que están ocurriendo en el alma racional humana durante esa época deben estar protegidos contra cualquier influencia dañina incidental a la leyenda y especialmente adaptado a sus influencias favorables.
Por lo tanto, no puede ser cuestión de seguir solo su propio impulso interno, cuando una persona que pertenece a una escuela de Misterios tiene el deber de impartir tal leyenda al mundo, puesto que debe seguir los dictados de la época en que vive. Si desarrollamos nuestras observaciones en esta dirección, comprenderemos mejor los cambios que tienen lugar, más particularmente en el cuerpo astral humano, cuando una persona experimenta un desarrollo esotérico.
En el caso de un esoterista, o alguien que emprenda seriamente un desarrollo antroposófico, que hace que la Antroposofía sea parte de su vida, su cuerpo astral vive una vida separada; en el caso de un ser humano ordinario, no es tan libre, ni tan independiente. El cuerpo astral de un estudiante que emprende el camino del desarrollo antroposófico, se vuelve independiente hasta cierto punto. No pasa inconscientemente a una suerte de sueño, sino que se vuelve independiente y distante, pasando a través del sueño de manera diferente a cómo cualquier otro ser humano suele hacer. Por lo tanto, entra en la condición adecuada para ello. En un hombre ordinario que vive en el mundo exotérico, este cuerpo astral está conectado con los otros cuerpos, y cada uno ejerce su influencia especial sobre él. La cualidad individualmente pronunciada de este principio humano no se da a conocer. Pero cuando este cuerpo astral está alterado, sus peculiaridades especiales se afirman. ¿Y cuáles son las peculiaridades del cuerpo astral? Ahora, mis queridos amigos, a menudo me he referido a esta cualidad, tal vez, para disgusto de muchos que están sentados aquí. La cualidad peculiar del cuerpo astral humano en la tierra es el egoísmo. Cuando el cuerpo astral, se distancia de las influencias que provienen de los otros principios de la naturaleza humana, afirma, su propia cualidad peculiar, esto se muestra como egoísmo, o el ahínco de vivir exclusivamente por sí y para sí mismo. Esto es propio del cuerpo astral. Sería erróneo, sería una imperfección en el cuerpo astral como tal, si no pudiera impregnarse con la fuerza del egoísmo, si no pudiera decirse a sí mismo, "Fundamentalmente lograré todo a través de mí mismo, haré todo lo que hago por mí mismo, solo me dedicaré al cuidado de mí ". Ese es el sentimiento correcto para con el cuerpo astral. Si tenemos esto en cuenta, entenderemos que el entrenamiento esotérico puede producir ciertos peligros en esta dirección. A través del desarrollo esotérico, por ejemplo, debido a que este desarrollo esotérico necesariamente debe hacer que el cuerpo astral sea algo libre, aquellas personas que adoptan una especie de Antroposofía que no es muy seria, sin prestar atención a todo lo que la verdadera Antroposofía, desea ofrecer, podrán en el curso de dicho desarrollo, invocar especialmente esta cualidad del cuerpo astral, que es el egoísmo. Se puede observar en muchas sociedades teosóficas y ocultas que si bien el altruismo, el amor humano universal, se predican como un principio moral y se repiten una y otra vez, sin embargo, a través de la separación natural del cuerpo astral florece el egoísmo. Además, para un observador de almas parece bastante justificable, y al mismo tiempo sospechoso, cuando el amor humano universal se convierte en un axioma muy manoseado: observen que no digo que se convierta en un principio, sino que siempre es algo de lo que se habla; porque bajo ciertas condiciones de la vida del alma, una persona prefiere hablar con mayor frecuencia de lo que menos posee, de lo que nota que más le falta y a menudo podemos observar que las verdades fundamentales son más enfatizadas por aquellos que están más necesitados de ellas.
El amor humano universal debería, convertirse en algo que gobernase completamente el alma en el desarrollo de la humanidad, algo que viviese en el alma como evidente por sí mismo, y gracias al cual surgiese el sentimiento: "No debería ser mencionarlo tan a menudo en vano, No debería estar tan a menudo en los labios de una manera superflua. "Justo como dice un mandamiento bien conocido: No tomarás el Nombre de Dios en vano ... así podría ser el siguiente un mandamiento para una noble y verdadera humanidad: no debería ser pronunciado tan a menudo en vano el requisito del amor humano universal que habrá de convertirse en la característica fundamental de sus almas, ya que si el silencio es en muchos casos mucho mejor que el habla, como medio de desarrollar una cualidad, particularmente tal es el caso en este asunto; cultivarlo silenciosamente en el corazón, y no hablar de ello, es un medio mucho mejor para desarrollar el amor fraternal universal que hablar continuamente de ello. Ahora bien, la defensa de este principio exotérico no tiene nada que ver principalmente con lo que se ha descrito como la cualidad fundamental del cuerpo astral: el egoísmo; el empeño de existir en sí mismo, por sí mismo y mediante sí mismo.
La pregunta ahora es: ¿Entonces, cómo, es posible ver esto en su correcta interpretación, esta cualidad que nos parece tan horrible, (usemos con calma la expresión del cuerpo astral), es decir, que ansía ser un egoísta absoluto? Vamos a poner manos a la obra, comenzando con los simples hechos de la vida. Hay casos incluso en la vida ordinaria en los que el egoísmo se expande y en los cuales debemos, hasta cierto punto, considerar esta expansión del egoísmo como una adaptación necesaria para la vida. Por ejemplo, consideren la característica del amor maternal en demasía e intenten comprender cómo en este caso el egoísmo se extiende desde la madre al niño. Podemos decir que mientras más nos adentramos entre los pueblos menos desarrollados, y observamos lo que podríamos llamar el método del león, según el cual las madres defienden a sus hijos, más notamos que la madre considera cualquier ataque a su hijo como un ataque sobre si misma. Su yo se extiende hasta el niño; y es un hecho, que la madre no sentiría tanto un ataque sobre una parte de sí misma, como sobre su hijo. Porque lo que siente en sí misma, se lo traslada a su hijo y no podemos encontrar nada mejor para la regulación del mundo que el egoísmo se extienda de este modo de un ser a otro y ese ser debería considerarse a sí mismo como parte de otro, por así decirlo y por consiguiente debería extender su egoísmo sobre este otro. Así pues, vemos que el egoísmo deja de tener un lado oscuro cuando un ser se expande, cuando el ser transfiere su sentir y su pensar a otro y lo considera como perteneciente a sí mismo. Al extender su egoísmo a su hijo, una madre también lo reclama como su posesión: lo cuenta como parte de sí misma; ella hace lo mismo que el cuerpo astral, diciendo: Todo lo que está relacionado conmigo vive a través de mí, conmigo, para mi, etc.
Podemos ver algo similar incluso en casos más triviales que el amor maternal. Supongamos que un hombre tiene una casa, una granja y una tierra que cultiva; supongamos que este hombre ama su casa, su granja, su tierra y sus trabajadores como a su propio cuerpo; lo ve todo de tal manera que para él son una extensión de su propio cuerpo, y ama su casa, la granja, la tierra y sus gentes, como una mujer puede amar, bajo ciertas circunstancias, su vestido, como parte de su propio cuerpo. En este caso, el ser del hombre se expande en cierto sentido a lo que le rodea. Ahora bien, si sus atenciones se expanden de esta manera hacia sus posesiones y sus sirvientes, manteniéndose alerta y resistiéndose ante cualquier ataque sobre ellos como lo haría frente a un ataque a su propio cuerpo, entonces debemos decir que el hecho de que este entorno esté impregnado con su egoísmo es extremadamente beneficioso. Bajo ciertas circunstancias, lo que se llama amor puede, sin embargo, ser muy egoísta. La observación de la vida mostrará cuán a menudo lo que se llama amor, es egoísmo. Pero un egoísmo extendido más allá de la persona también puede ser muy desinteresado, es decir, puede proteger, apreciar y cuidar lo que le pertenece.
Con ejemplos como estos, mis queridos amigos, debemos aprender que la vida no puede catalogarse conforme a las ideas. Hablamos de egoísmo y altruismo, y podemos hacer sistemas muy bellos con ideas como el egoísmo y el altruismo. Pero los hechos rompen en pedazos esos sistemas; porque cuando el egoísmo extiende así sus intereses a lo que le rodea y lo considera como parte de sí mismo y lo aprecia y lo cuida, se convierte en desinterés; pero cuando el altruismo llega a ser tal que desea hacer feliz al mundo entero solo conforme a tus propias ideas, cuando se desea imprimir con todas tus fuerzas tus ideas y sentimientos al mundo entero y entonces adopta el axioma, " Si no deseas ser mi hermano, te romperé la cabeza", entonces incluso el altruismo puede volverse muy egoísta. La realidad que vive en las fuerzas y en los hechos no puede encerrarse en ideas, y una gran parte de lo que va en contra del progreso humano radica en el hecho de que en las cabezas inmaduras y en las mentes inmaduras surge una y otra vez la creencia de que la realidad puede de alguna manera ser embotellada en ideas.
El cuerpo astral se puede describir como un egoista. La consecuencia de esto es que el desarrollo que libera el cuerpo astral debe contar con el hecho de que los intereses del hombre deben expandirse, volverse mas y mas amplios. De hecho, si nuestro cuerpo astral se liberase de los otros principios de la naturaleza humana de manera correcta, su interés debe incluir la totalidad de la tierra y de la humanidad. De hecho, los intereses de la humanidad sobre la tierra deben convertirse en nuestros intereses; nuestros intereses deben dejar de estar conectados de alguna manera con lo que es meramente personal; todo lo que concierne a la humanidad, no solo en nuestro propio tiempo, sino en cualquier momento en todo su desarrollo terrenal, debe suscitar nuestros más profundos intereses; debemos llegar hasta el punto de considerar como una extensión de lo que nos pertenece, no solo lo que pertenece a nuestra familia por sangre, no solo lo que está conectado con nosotros, como la casa, la granja y la tierra, sino que debemos tomar todo lo relacionado con el desarrollo de la tierra como nuestros propios asuntos.
Cuando en nuestro cuerpo astral estamos interesados en todos los asuntos de la tierra, cuando todos los asuntos de la tierra se vuelven nuestros, podemos dar paso al sentido de la yoidad en nuestro cuerpo astral. Es, sin embargo, necesario, que los intereses de la humanidad en la tierra deban ser nuestros intereses. Consideren desde este punto de vista las dos leyendas de las que hablé en la última conferencia. Cuando en cierta etapa, se les dieron a la humanidad, se hizo desde el punto de vista de que el ser humano debería elevarse a partir de algún interés individual, hacia los intereses universales de la tierra. La leyenda del Paraíso lleva al alumno directamente al punto de partida de nuestra evolución terrenal, cuando el hombre aún no había entrado en su primera encarnación, o cuando justo está comenzándola, donde Lucifer se acerca, cuando aún se encuentra al comienzo de todo su pleno desarrollo y realmente puede tomar todos los intereses humanos en su propio seno. El problema más profundo de la educación y la capacitación, está contenido en la historia del Paraíso, esa historia que eleva a uno al punto de vista de toda la humanidad e imprime en cada pecho humano un interés que también puede hablar en cada uno. Cuando las imágenes de la leyenda del Paraíso, como hemos tratado de comprenderlas, pulsan dentro del alma humana, actúan de tal manera que el cuerpo astral es penetrado por ellas; y bajo la influencia de este ser humano cuyo horizonte se expande sobre toda la tierra, el cuerpo astral también puede interesarse por todo lo que ahora entra en su esfera. Ahora ha llegado a poder considerar los intereses de la tierra como propios. Traten, mis queridos amigos, de considerar seria y formalmente qué fuerza educativa universal está contenida en tal leyenda, y qué impulso espiritual hay en ella.
Es lo mismo con la leyenda del Grial. Mientras que la leyenda del Paraíso se le da a la humanidad de la tierra, en tanto que dirige a esta humanidad al origen, al punto de partida de su desarrollo terrenal, en cambio por otra parte, la leyenda del Paraíso, tal como se da, nos eleva a la cúspide de todo el desarrollo de la humanidad, la leyenda del Grial está dada para que pueda sumergirse en las interioridades más profundas del cuerpo astral, en sus intereses más vitales, justo porque si se lo dejase solo, este cuerpo astral se convertiría en un egoista que solo tendría en consideración los intereses que le son propios.
En lo que respecta a los intereses del cuerpo astral, realmente solo podemos equivocarnos en dos direcciones. Una es la dirección hacia Amfortas, y la otra, antes de que Amfortas se haya redimido totalmente, conduce hacia Perceval. Entre estos dos se encuentra el verdadero desarrollo del hombre, en lo que se refiere a su cuerpo astral. Este cuerpo astral se esfuerza por desarrollar las fuerzas del egoísmo dentro de sí mismo. Pero si adopta intereses personales, este egoísmo se corroe y en lugar de extenderse por toda la tierra, se marchitará en la personalidad individual. Esto no puede ser posible. Porque si esto ocurre, entonces a través de la actividad de la personalidad, cuyo ego se expresa en la sangre, toda la personalidad humana se lesiona, se equivoca del lado de Amfortas. El error fundamental de Amfortas consiste en llevar a la esfera en la que el cuerpo astral debería haberse ganado el derecho de ser un egoista, aquello que aún permanece en él como anhelos y deseos personales. En el momento en que adoptamos intereses personales en la esfera donde el cuerpo astral debe separarse del interés personal queda dañado, nos volvemos como el herido Amfortas.
Pero el otro error también puede causar daño, y solo deja de causarlo cuando el ser que sufre este daño está lleno de la inocencia de Perceval. Perceval ve repetidamente el pasar del Santo Grial. Hasta cierto punto, comete un error. Cada vez que es llevado el Santo Grial, le viene a los labios preguntar para quién está destinada realmente esta comida; pero él no pregunta; y al final la comida termina sin que él haya preguntado. Y entonces, después de esta comida, tiene que retirarse, sin tener la oportunidad de cumplir lo que había omitido hacer. En realidad, es como si un hombre, aún no del todo maduro, se volviera clarividente por un momento durante la noche, cuando sería separado como por un abismo de lo que está contenido en el castillo de su cuerpo, y entonces mirase por un momento dentro de él; y como si entonces, sin haber obtenido el conocimiento apropiado, es decir, sin haber formulado la pregunta, todo estuviera nuevamente cerrado para él; porque entonces, aunque se despertara, no podría volver a entrar en este castillo. ¿Qué dejó de hacer Perceval realmente?
Hemos oído lo que contiene el Santo Grial. Contiene aquello de lo que debe nutrirse el instrumento físico del hombre en la tierra: el extracto, el extracto mineral puro, que se obtiene de todos los alimentos y que, (en la parte más pura del cerebro humano) se une con las más puras impresiones sensoriales, impresiones que llegan a nosotros a través de nuestros sentidos. Ahora bien, ¿A quién se le hace entrega de esta comida? Es realmente para ser entregada, tal como aparece ante nosotros, cuando ( según la historia poética exotérica) entramos en la presentación esotérica de los Misterios, es realmente para entregársela al ser humano que ha obtenido la comprensión de lo que hace que el hombre madure lo suficiente para elevarse gradual y conscientemente a lo que es este Santo Grial. ¿Por medio de qué ganamos la facultad de elevarnos conscientemente a lo que es el Santo Grial?
En la historia, está muy claramente indicado para quién está realmente destinado el Santo Grial. Y cuando examinamos la representación del misterio de la leyenda del Grial, encontramos, además, algo muy especial. En la leyenda original del Grial, el gobernante del castillo es un Rey Pescador, un rey que gobierna sobre los pescadores. Hubo "otro" que también caminó entre los pescadores, pero no deseaba ser el rey de estos pescadores, sino algo más; Él rehusó gobernar sobre ellos como un rey, sino que les trajo algo más que un rey que los gobernase: este era Cristo Jesús.
Así se nos muestra que el error del Rey Pescador, que en la leyenda original es Amfortas, era una desviación. Él no era del todo digno de recibir la curación realmente por medio del Grial; porque él deseaba gobernar a sus pescadores mediante el poder. Porque no permite que solo gobierne el espíritu entre este pueblo de pescadores.
Al principio, Perceval no está lo suficientemente despierto interiormente para preguntar de forma auto consciente: ¿Cuál es el propósito del Grial? ¿Qué exige? En el caso del Rey Pescador, se le requiere que elimine su interés personal y lo haga extensivo a toda la humanidad, tal como Cristo Jesús nos mostró. En el caso de Perceval, era necesario que elevase su interés por encima de la simple visión inocente a la comprensión interna de lo que es igual en cada hombre, de lo que le llega a la humanidad entera, el don del Santo Grial. Así, de una manera maravillosa entre Perceval y Amfortas, en el prototipo del Rey Pescador, flota el ideal del Misterio del Gólgota y en una parte importante de la leyenda está delicadamente indicado que, por un lado, el Rey Pescador ha tomado demasiada personalidad en la esfera del cuerpo astral, y por el otro, Perceval, que ha mostrado tener demasiado poco interés general en el mundo, que todavía es demasiado poco sofisticado, que no siente suficiente interés en el mundo. Este es el inmenso valor educativo de la leyenda del Grial, lo que podía obrar en las almas de los estudiantes del Santo Grial que tenían ante si algo así como una balanza: en un platillo de la balanza tenían lo que estaba en Amfortas, y en el otro lo que estaba en Perceval; y entonces sabían que debía establecerse el equilibrio. Si el cuerpo astral sigue sus propios intereses innatos, se elevará a sí mismo a ese horizonte de humanidad universal que se obtiene cuando la declaración se convierte en verdad: "Donde dos están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos, no importa en qué parte de la evolución de la tierra estos dos se encuentren "(Mateo 18, 20.)
En este punto, mis queridos amigos, les ruego que no tomen la parte por el todo, sino que tomen juntas esta conferencia y la siguiente; porque pueden causar malentendidos. Pero es absolutamente necesario que el cuerpo astral humano en su desarrollo se eleve al horizonte de la humanidad de una manera muy especial, de modo que el interés, común a toda la humanidad, se haga propio, de modo que se sienta agraviado, herido, triste dentro de sí mismo, cuando la humanidad sufre algún daño. Con esta finalidad es necesario que cuando, a través de su desarrollo esotérico, el estudiante logre gradualmente hacer que su cuerpo astral sea libre e independiente de los otros principios de su naturaleza humana, pueda entonces armarse y protegerse contra cualquier influencia de otros cuerpos astrales; porque cuando el cuerpo astral está liberado ya no está protegido por el cuerpo físico y el cuerpo etérico, que son la fortaleza, por así decirlo, para el astral. Es libre y se vuelve permeable y las fuerzas en otros cuerpos astrales pueden obrar muy fácilmente en él. Otros cuerpos astrales más fuertes pueden influenciarlo, si se le deja desarmado con sus propias fuerzas. Sería fatal que alguien obtuviera el manejo libre de su cuerpo astral y sin embargo, fuera tan inocente en cuanto a su situación como lo fue Perceval al principio. Eso no servirá; porque entonces todo tipo de influencias procedentes de otros cuerpos astrales podrían tener consecuentemente un efecto sobre el suyo.
Ahora bien, lo que acabamos de mencionar también se aplica en cierta medida al mundo exotérico externo. La humanidad sobre la tierra vive bajo ciertos sistemas religiosos. Estos sistemas religiosos tienen sus cultos y rituales. Estos rituales rodean a un miembro de un culto con imaginaciones obtenidas de los mundos superiores con la ayuda del cuerpo astral. En el momento en que tal comunidad religiosa admite a un hombre como miembro, se encuentra en medio de imaginaciones que, a pesar de estar influenciadas por el ritual, liberan su cuerpo astral. En cualquier ritual religioso, el cuerpo astral se vuelve, en cierta medida, libre, en cualquier caso, durante breves instantes. Cuanto más poderoso es el ritual, más se suprime la influencia de los cuerpos etérico y físico; cuanto más trabaje mediante métodos que liberan el cuerpo astral, más liberado se ve el cuerpo astral, durante la ceremonia, del cuerpo etérico y del cuerpo físico. Por esta misma razón, (aunque podría parecer ridículo decirlo), por esta razón no hay lugar tan peligroso para dormir como una iglesia, porque al dormir el cuerpo astral se separa de los cuerpos etérico y físico, y porque lo que sucede en el ritual se insinúa en el cuerpo astral; ya que es bajada de los mundos superiores con ayuda de los cuerpos astrales. Por lo tanto, ir a dormirse a una iglesia, que en algunos lugares es muy atractivo para las personas, es algo que realmente debería evitarse. Esto se aplica más a las iglesias que tienen un ritual; no se aplica tanto a las comunidades religiosas que debido a las ideas de los tiempos modernos, han renunciado a un cierto ritual o se limitan a un mínimo de ritual. No estamos hablando ahora de estas cosas desde ninguna preferencia por un credo u otro, sino puramente de acuerdo con el estándar de los hechos objetivos. Cuando, por lo tanto, una persona ha emancipado su cuerpo astral de los otros principios de su naturaleza humana, los impulsos y fuerzas obtenidos por la ayuda de cuerpos astrales pueden influir fácilmente en él. A este respecto, también es posible que una persona que ha llegado al uso libre de su cuerpo astral, si es más fuerte que otro cuyo cuerpo astral se ha emancipado hasta cierto punto, pueda obtener una gran influencia sobre este último. Es, por tanto, absolutamente como una transferencia de las fuerzas del cuerpo astral de la personalidad más fuerte a la del más débil. Y si observamos clarividentemente a la personalidad más débil, se ve realmente que lleva dentro de su cuerpo astral las imágenes y las imaginaciones de la personalidad astral más fuerte. Vean pues, cuán necesario es que la ética sea un factor determinante donde se cultive el ocultismo; porque naturalmente, el egoísmo no puede cultivarse sin realmente esforzarse por emancipar el cuerpo astral de los otros principios de la naturaleza humana; pero lo más destructivo en el campo del ocultismo es que las personalidades más fuertes luchen de alguna manera por el poder para promover sus intereses personales y sus intenciones personales. Sólo aquellas personalidades que renuncian absolutamente a toda influencia personal tienen derecho a trabajar en el dominio del ocultismo, y el ideal más grande del ocultista que ha de alcanzar algo legítimo es no desear alcanzar nada por medio de su propia personalidad, sino dejar de lado, en la medida de lo posible, toda consideración de simpatía o antipatía personal. Por lo tanto, quien posee simpatía o antipatía por una cosa u otra, y aún así desee trabajar como ocultista, debe relegar cuidadosamente estas simpatías y antipatías a su propia esfera privada, y solo permitir que prevalezcan allí; en ningún caso, puede cultivar ni valorar ninguna de estas simpatías y antipatías personales en el dominio en el cual un movimiento oculto debe florecer. Y, por paradójico que parezca, podemos decir: que para el maestro de lo oculto, su propia enseñanza es una cuestión aparte; de hecho, el asunto que menos le inquieta a él es la enseñanza que realmente solo puede dar por medio de su propio talento y temperamento. La enseñanza solo tendrá un significado cuando, como tal, no contenga nada cuyo contenido sea realmente personal, sino simplemente lo que puede ser de ayuda para las almas. Por lo tanto, ningún maestro oculto dará en ningún momento ninguno de sus conocimientos a su propia época si es consciente de que esta parte de su conocimiento no es útil para ese tiempo, y solo podría ser útil para una época diferente. Todo esto se tiene en consideración cuando hablamos de la naturaleza peculiar del cuerpo astral bajo la influencia del desarrollo oculto. Durante la preparación para nuestra época y su desarrollo progresivo surge una complicación adicional. ¿Qué es lo mas apropiado para nuestro tiempo? Es la era del desarrollo del alma consciente. Nada está tan estrechamente relacionado con el egoísmo que acentúa los estrechos intereses personales, como el alma consciente. Por lo tanto, en ninguna otra época se da la tentación de confundir los intereses más personales con los que pertenecen a la humanidad en general. Esta época ha ido reuniendo gradualmente los intereses de la humanidad en el ego humano, por así decirlo; en esa misma parte del ego humano que es el alma consciente. Hacia el comienzo de nuestra época vemos que los intereses humanos se concentran en el ego, la cúspide del sentido de la individualidad. A este respecto, es extremadamente instructivo considerar seriamente si, por ejemplo, lo que escribió San Agustín en sus "Confesiones" hubiera sido posible alguna vez en la antigua Grecia. Hubiera sido absolutamente imposible.
Toda la naturaleza del griego era tal que su ser interior estaba en cierta armonía con su naturaleza exterior, de modo que los intereses externos eran al mismo tiempo intereses internos y los intereses internos se extendían a los externos. Consideren toda la cultura griega. Era de tal naturaleza que en todas partes se debe dar por sentado una cierta armonía entre el ser humano interior y el exterior. Solo podemos entender el arte y la tragedia griegos, los historiadores y filósofos griegos, cuando sabemos que entre los griegos lo que pertenecía al alma se vertía en la cultura exterior y, como cuestión de rutina, mostraba su unión con lo interior. Comparemos esto con las Confesiones de San Agustín. Todo vive por sí mismo; él busca, ahonda e investiga en su propio ser. Si buscamos la nota personal e individual en los escritos de San Agustín, podemos encontrarla en todos. Aunque San Agustín vivió mucho antes de nuestra época, sin embargo, se preparó para ello; el suyo era el espíritu en cuyos registros encontramos el primer amanecer, mucho antes de la salida del sol, el primer amanecer de la época asignada al alma consciente. Esto se puede percibir en cada línea escrita por él, y cada línea suya se puede distinguir por una percepción delicada de todo lo que era posible en la Grecia antigua.
Ahora, cuando sabemos que San Agustín estaba anticipándose por encontrar la época en la que el sentido de la individualidad -la ocupación del hombre con su propio ser interior incluso dentro del cuerpo físico- es como una especie de característica de esta época, podemos entender a alguien que, como San Agustín, tiene intereses más amplios también, y observa todo el desarrollo de la humanidad, se estremecerá realmente cuando un ser humano venga a él y le dé la idea de que, al alcanzar cierta altura, el cuerpo astral debe desarrollar naturalmente una especie de egoísmo Pura, noble y grandiosamente, Agustín ataca el egocentrismo.
Podríamos decir que lo ataca desinteresadamente. Pero llegó a la epoca en que la humanidad se había separado de los intereses generales del mundo exterior. Recuerden que en la tercera era post-atlante todo egipcio dirigía su mirada a las estrellas, donde leía el destino humano, en cuanto a cómo el alma estaba conectada con intereses comunes a la humanidad. Naturalmente, esto solo pudo lograrse cuando el ser humano aúna era capaz de mantener separado su cuerpo astral del cuerpo físico, merced a la antigua clarividencia elemental; por lo tanto, San Agustín no pudo evitar estremecerse cuando en contacto con una persona que le recordó, por así decirlo, que con un mayor desarrollo viene el egoísmo. Él pudo comprender esto, lo sintió, su instinto le decía que estaba adentrándose hacia la época del egoísmo. Por lo tanto, cuando se enfrentó con una persona que representaba el desarrollo superior fuera del cuerpo físico, sintió: nos estamos moviendo en la dirección del egoísmo. Al mismo tiempo, no puede comprender que esta persona traiga consigo un interés común a toda la humanidad. Traten de obtener una percepción de cómo San Agustín, de acuerdo con su propia confesión, se enfrenta al obispo maniqueo, Faustinus, porque es a él a quien he descrito. Cuando se encontró con Faustinus, San Agustín tuvo la experiencia de un hombre que se enfrenta a la era del egoísmo de una manera noble, deseando protegerlo contra el egoísmo solo por el poder interno, y que debe alejarse de un hombre como el obispo maniqueo, Faustinus. Se apartó de él porque, para él, Faustinus representaba algo de lo que no debería tomar parte; porque él oculta algo dentro de que no podría ser entendido en absoluto en la vida exotérica en tal época. En consecuencia, el obispo maniqueo, Faustinus, se enfrenta al padre de la Iglesia, San Agustín; San Agustín, que se enfrenta a la edad del alma consciente, se encuentra con un ser humano que conserva su conexión con el mundo espiritual, cómo puede ser conservado en un movimiento oculto y, por lo tanto, también conserva la cualidad fundamental del cuerpo astral, en el cual San Agustín se estremece y desde su punto de vista, justamente.
Dejemos pasar algunos siglos. En ese tiempo nos encontramos en la Universidad de París con un hombre que es poco conocido en la literatura; porque lo que ha escrito no refleja su personalidad; lo que ha escrito parece pedante. Pero personalmente debe haber trabajado de una manera magnífica; personalmente parece haber trabajado principalmente de tal manera que ha aportado a su círculo algo así como una renovación de la concepción griega del mundo. Fue cómo la personificación del Renacimiento. Murió en 1518, trabajando hasta el momento de su muerte en la Universidad de París. Esta personalidad había estado relacionada con el mundo griego, aunque mayormente desde el punto de vista exotérico, de la misma manera que el obispo maniqueo Faustinus estaba relacionado con los maniqueos, de quienes, por encima de todo, había recibido, entre muchas otras cosas de sus tradiciones, todos los grandes y buenos aspectos de la tercera era post-Atlante, la época egipcio-caldea. Así pues fue este maniqueo Obispo Faustinus, quien entró en contacto con San Agustín, y quien, mediante lo que él fue, se pudieron preservar los fundamentos ocultos de la tercera era post-Atlante. En 1518 murió en París un hombre que había llevado a cabo, aunque exotéricamente, ciertos aspectos de los fundamentos de la cuarta era post-Atlante. Esto causó una impresión sobre aquellos que trabajaban a su alrededor en el cristianismo tradicional de verlo como extraño, siniestro. Los monjes lo miraban como su enemigo mortal; sin embargo, causó una gran impresión en Erasmus de Rotterdam cuando este último estaba en París. Pero a Erasmo le pareció que su ambiente externo no se adecuaba a la individualidad que realmente vivía dentro de esta alma notable; y cuando Erasmo partió y se fue a Inglaterra, escribió a este hombre, que mientras tanto se había convertido en su amigo, que deseaba que pudiera liberarse de su cuerpo físico gotoso y volar por el aire a Inglaterra, porque allí se encontraría en el ambiente externo un ambiente mucho mejor para lo que sentía en su alma. El hecho de que la personalidad que trabajó en ese tiempo pudiese dar lugar a la sensación y el sentimiento griegos de una manera tan evidente, vemos con especial claridad si tenemos en cuenta la relación entre el refinado y sensible Erasmo y esta personalidad. Por lo tanto, justo al comienzo de la era de la individualidad, se podría decir, vivió esta personalidad que murió en París en 1518. Vivió como un enemigo de aquellos que deseaban adaptar la vida de las almas humanas a la época de la individualidad, y el cual se estremecía, por así decirlo, ante un alma que podía obrar de esa manera porque él deseaba evocar otra época, aquella en que el hombre estaba, por así decirlo, más cerca de la individualidad del cuerpo astral: la época griega. Esta personalidad que se llamaba Faustus Andrelinus despertó mucha simpatía en Erasmo.

En el siglo XVI, en Europa central, nos encontramos con otra personalidad, que es representada como una especie de trovador ambulante, respecto del cual se nos dice que se desvió de la teología tradicional. Esta personalidad ya no deseaba que le llamasen teólogo, se llamaba a sí mismo, hombre del mundo y doctor; dejó su Biblia en el estante por un tiempo y se dedicó al estudio de la naturaleza. Ahora bien, el estudio de la naturaleza, en la época en que tuvo lugar la transición de todo lo antiguo a todo lo moderno, también fue la época que trajo al hombre el individualismo astral, al igual que el maniqueísmo y el antiguo pensamiento de Grecia. Así pues, lo que estaba en ese momento en el límite entre la alquimia antigua y la química moderna, entre la astrología antigua y la astronomía moderna, etc., trajo el individualismo astral a morar en el hombre. Este peculiar parpadeo vacilante de la ciencia natural entre los puntos de vista antiguos y modernos produjo al hombre, (cuando colocó su Biblia durante un tiempo en el estante), una actividad astral tal que requirió llegar a un entendimiento con el egoísmo. No es de extrañar que aquellos se estremecieran al respecto, que con sus tradiciones desearan ajustarse a la era de la individualidad en la que el alma consciente ya había aparecido completamente; y surgió en Europa Central la leyenda del tercer Fausto, John Faust, también llamado George Faust, una verdadera personalidad histórica. Y en el siglo XVI se fusionó todo el horror del egoismo del cuerpo astral combinando los tres Fausts, el Fausto de Agustín, el de Erasmo y el Fausto de Europa Central, en uno solo, en esa figura representada en los libros populares de Europa Central, que también se convirtió en el Fausto de Marlowe. De una inversión completa de este personaje, Goethe creó su Fausto, mostrándonos claramente que es posible no estremecer al portador de lo que nos trae a la mente la esencia de lo astral, sino comprenderlo mejor, para que él nos puede ser evidencia de un desarrollo que provoque en nosotros las palabras: "Podemos redimirlo." Épocas enteras se han ocupado de la cuestión de la naturaleza egoísta del cuerpo astral, y en historias legendarias y, de hecho, incluso en la historia resuena el horror del hombre en su naturaleza, y el anhelo humano de resolver el problema de este cuerpo astral de manera correcta, de una manera que corresponda a la guía sabia del mundo, y al desarrollo esotérico del alma humana individual.

Traducido por Julio Luelmo ago. 2015

GA145 La Haya 25 de marzo de 1913 El efecto del desarrollo oculto sobre el yo y las envolturas del hombre La Leyenda del Paraíso y la Leyenda del Grial.

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Rudolf Steiner

Conferencia VI
La Haya 25 de marzo de 1913


Hasta ahora hemos considerado los cambios en el cuerpo físico y el cuerpo etérico del estudiante, en la medida en que son experimentados por él en el curso de su esfuerzo por desarrollarse. Si quisiéramos expresar el carácter fundamental de estos cambios, podríamos decir que, en el curso de su desarrollo, se hace cada vez más y mas consciente internamente de sus cuerpos físico y etérico. Con respecto a su cuerpo físico, hemos recalcado que siente que los diversos órganos se vuelven más y más independientes a medida que progresa, se vuelven, hasta cierto punto, más independientes entre sí. Podríamos decir que el cuerpo físico como tal siente como si tuviera más vida dentro; y en cuanto al cuerpo etérico, hemos hecho énfasis en que no solo se siente más vivo, sino que en conjunto aumenta su sensibilidad empapado por una especie de consciencia; porque comienza a simpatizar con el curso de los eventos externos de una manera delicada. Señalamos que en su desarrollo esotérico, el alumno se vuelve más sensible con el transcurrir de la primavera, el verano, el otoño y el invierno; estos se vuelven muy acusados, de modo que los hechos sucesivos del tiempo son más distintos entre sí que en el curso ordinario de la vida; se perciben separadamente y diferentemente. Por lo tanto, podemos decir que el alumno comienza a experimentar con simpatía los procesos en el éter externo. Este es el primer comienzo de la liberación real de su corporeidad. Se vuelve cada vez más independiente de su propia corporeidad cuando realmente comienza a experimentar lo que sucede a su alrededor. Experimentará la primavera, el verano, el otoño y el invierno dentro de sí mismo, por así decirlo; pero a través de este vivir en lo externo, deja de vivir en su propia corporalidad.
Veamos, en la última conferencia, hicimos hincapié en la estrecha asociación de todo esto con una sensibilidad gradual a la propia corporeidad. A medida que nos volvemos más independientes del cuerpo físico, gradualmente lo percibimos como una especie de calamidad; notamos que todo lo que se relaciona meramente con nuestra propia corporeidad se convierte en una especie de reproche. Se obtiene un gran logro tocante al desarrollo superior cuando comenzamos, (en conceptos y sensaciones como los descritos en la última conferencia) a dejar de estar en armonía con nuestra propia personalidad humana; y cuando experimentamos esto en mucha mayor medida, se ha mejorado mucho en cuanto a la experiencia espiritual superior.
En esta conferencia me esforzaré, dando un salto por así decirlo, para fortalecer el progreso de nuestras observaciones, que hasta ahora hemos seguido más desde dentro, tratando primero de describir el punto de vista del ser humano, cuando con su cuerpo astral y su ego ya se ha independizado de sus cuerpos físico y etérico. Hablaremos de las condiciones intermedias en las siguientes conferencias, pero para hacer esto más fácil de entender, hasta cierto punto, presentaré la hipótesis de que "mientras estamos en la mitad del sueño" experimentamos el momento en que nos volvemos clarividente fuera de nuestro cuerpo, y podemos mirar hacia atrás a nuestros cuerpos físico y etérico.
Hasta ahora solo hemos dado unos pasos hacia esta condición, hemos llegado al punto de salir de nosotros mismos en un cierto grado, y así hemos aprendido a experimentar asuntos tales como las estaciones del año y los momentos del día; ahora consideraremos las condiciones que se producirían si, por un lado, tuviéramos el cuerpo físico y el cuerpo etérico, y por el otro, hubiéramos elevado el ego y el cuerpo astral como ocurre en el sueño; y supongamos que pudiésemos mirar hacia atrás a nuestros cuerpos físico y etérico que hemos dejado atrás. Lo que miramos, entonces se nos aparecería con una luz muy diferente de la vida consciente ordinaria. Para la vida ordinaria, mediante nuestra observación cotidiana o mediante la ciencia física externa, observamos nuestro cuerpo material y vemos en él, con cierta justicia en un sentido físico, la cúspide de la creación terrenal. Creamos tantas divisiones en esta creación terrenal que hablamos de un reino mineral, un reino vegetal, un reino animal y el reino humano; y vemos todas las diversas cualidades que se han derramado sobre los diversos grupos de animales, reunidas, por así decirlo, en esta cúspide física de la creación, el cuerpo humano. Veremos que la observación física externa está, de alguna manera, justificada en esta visión, y la presente conferencia no debe dar lugar a la idea de que lo que se puede ver al mirar hacia atrás al cuerpo físico y etérico, si de repente nos volvemos clarividentes mientras dormimos, puede permitirnos llegar a una conclusión final en cuanto al cuerpo físico. Es solo un momento de clarividencia mirando hacia atrás, por así decirlo, firmemente retenido. Tal momento puede dar lugar a lo siguiente: Miramos hacia atrás y lo primero que vemos, por así decirlo, es nuestro cuerpo etérico, que parece algo así como una estructura nubosa articulada, una forma neblinosa que muestra varias corrientes que describiremos con mayor claridad más adelante: una forma maravillosamente construida, que está en continuo movimiento, nunca en reposo o inmóvil en ninguna parte; y luego miramos lo que está incrustado en este cuerpo etérico, es decir, nuestro cuerpo físico. Ahora bien, recuerden que ha quedado dicho que nuestro propio pensamiento debe ser dejado de lado. Por lo que no nos formamos pensamientos propios sobre lo que vemos allí. Primero y ante todo, es un requisito fundamental para esta visión clarividente que debemos dejarnos inspirar por completo, por así decirlo, por los pensamientos cósmicos que fluyen en nosotros. de esta manera contemplamos lo que vemos allí; pero esto trabaja sobre todo en nuestro sentir; afecta nuestro sentir y nuestra voluntad. En cuanto a nuestro pensamiento, cuando realmente hemos alcanzado el distanciamiento al que nos referimos, parece que hemos perdido nuestro propio pensamiento. Por lo tanto, con el sentir que todavía conservamos, miramos hacia atrás sobre lo que está incrustado en la estructura brumosa, en la estructura brumosa en constante movimiento de nuestro cuerpo etérico, es decir: nuestro instrumento físico. Primero tenemos una impresión general. Esta impresión general es tal que que al verlo así nos invade una tristeza infinita, una tristeza terrible. Y debe decirse, queridos amigos, que este sentimiento del alma, esta terrible tristeza, no depende en absoluto de la naturaleza del ser humano particular que lo experimenta, porque es bastante universal. No hay hombre que cuando mire hacia atrás a su cuerpo físico en la forma descrita, yaciendo incrustado en su cuerpo etérico, no le invada una tristeza inconmensurable.
Todo lo que estoy describiendo ahora, se expresa principalmente en los sentimientos, no en el pensamiento. La tristeza inconmensurable y el sentimiento de gran melancolía, se superan cuando miramos hacia arriba a los pensamientos cósmicos que fluyen en nosotros. Estos pensamientos, que no son nuestros, sino pensamientos creativos, tejiendo y trabajando a través del mundo, impulsando luz sobre esta estructura de nuestro cuerpo físico, por la forma en que lo iluminan, nos dicen qué es lo que realmente vemos allí. Nos transmiten que todo lo que vemos es el último producto decadente de un esplendor absoluto, largo tiempo pasado. A través de lo que estos pensamientos nos dicen, recibimos la impresión de que lo que vemos allí como nuestro cuerpo físico es algo que alguna vez fue poderoso y glorioso, ahora seco y marchito; una antigua gloria una vez ampliamente desplegada, nos parece una estructura diminuta y arrugada. Lo que está incrustado en nuestro cuerpo etérico aparece como un último recuerdo de la lejana gloria pasada y endurecida en lo físico. Observamos los diversos órganos físicos que ahora pertenecen a nuestro sistema digestivo, a la circulación de nuestra sangre y nuestro aparato respiratorio; los miramos desde afuera, viéndolos espiritualmente, y he aquí, nos parecen de tal modo que decimos: Todo lo que tenemos ante nosotros en el cuerpo físico es el producto arrugado y seco de seres vivientes que alguna vez existieron, seres vivientes con un ambiente glorioso, ahora marchito y consumido. Y la vida que poseían los pulmones, el corazón, el hígado y demás órganos hoy es solo la última vida decadente de una vida interior primordialmente poderosa. En esta visión clarividente, los órganos adquieren gradualmente la forma que una vez poseyeron. De la misma manera que que solo podemos recordar lejanamente un pensamiento de una manera nebulosa, creciendo hasta convertirse en lo que fue, si nos tomamos la molestia de sacarlo de la memoria, también lo que llevamos dentro, como los pulmones, por ejemplo , y aparece como el recuerdo perdido de un esplendor y gloria primigenios. Sentimos que se remonta como un pensamiento presente a un recuerdo lejano, que luego se va volviendo en lo que antiguamente fue. 


En nuestra visión, los pulmones se convierten en la imagen imaginativa de lo que una vez fue conocido por el ocultista como un símbolo reconocido, que todavía hoy conoce, como símbolo de la forma humana, en la imagen imaginativa del Águila. Y tenemos la sensación de que estos pulmones fueron en tiempos, un ser, que no se pueden comparar con el Águila del mundo animal actual; pues esto, también, representa, los productos decadentes de un ser anteriormente poderoso, que el ocultismo designa como el Águila.
 El ocultista llega, como en un recuerdo cósmico, al Águila que alguna vez estuvo allí. Si miramos hacia atrás al corazón, sentimos de manera similar que este también aparece como un producto seco y arrugado, algo que nos recuerda una pasada gloria; y sentimos que eso nos remonta a tiempos primigenios, a un pasado muy lejano, hasta un ser que el ocultista designa como el León. 


Después, los órganos de la parte inferior del cuerpo aparecen como un recuerdo de lo que en ocultismo se llamaba Toro, un antiguo ser primigenio que alguna vez vivió en un entorno glorioso, ahora tras el curso de la evolución, seco y marchito que aparece hoy como los órganos de la parte inferior del cuerpo.

Así podría esbozarse lo que una vez existió y lo que todavía vemos cuando observamos clarividentemente, estos órganos corporales desde afuera. Solo están bosquejados de forma aproximada; el Toro abajo, el León en el medio y el Águila arriba. Así miramos algo que alguna vez vivió como tres seres gloriosos y vivientes en un pasado primigenio. Ahora dibujaré estos algo más pequeños y solo los dibujaré en el diagrama. (Diagrama 2.)
Alrededor de estos órganos principales también podemos ver a los otros como estaban anteriormente en un pasado primigenio; y lo que aparece de esta manera ante la visión clarividente puede compararse con casi todas las formas en el reino animal terrenal.
Si una vez más volvemos nuestra mirada al cuerpo físico incrustado en el cuerpo etérico, mirando lo que en anatomía se denomina el sistema nervioso, este también aparece como un producto arrugado y seco. El sistema nervioso, que en la actualidad está incrustado en el cuerpo físico, aparece en la visión clarividente retrospectiva como una serie de maravillosos seres parecidos a plantas, incrustados en el cuerpo etérico, seres entrelazados de varias maneras en y a través de los otros seres conocidos por nombres de animales, así que vemos entidades similares a plantas que pasan a través de ellos en todas direcciones. Todo el sistema nervioso no es sino una serie de entidades vegetales primitivas, de modo que realmente vemos algo así como una planta poderosa que se extiende, dentro de la cual habitan los seres animales de los que acabamos de hablar.
Como ya he dicho, estoy relatando lo que se ve con la visión clarividente, que se ha descrito como ejercida en una condición similar a la del sueño; es decir, cuando miramos desde afuera al cuerpo físico incrustado en el cuerpo etérico. Cuando el alumno ve todo esto ante si, entonces dice (es decir, puede decir esto porque, hasta cierto punto, los pensamientos cósmicos brindan esta información e interpretan lo que tiene ante sí), se dice a sí mismo: "Todo lo que yo, como ser humano, tengo dentro de mí es el remanente marchito y arrugado de lo que ahora aparece ante mí clarividentemente como en un recuerdo cósmico." Ahora bien, es importante que el alumno ejerza un auto control continuo, y un auto conocimiento continuo, mientras se desarrolla hasta este punto. El auto conocimiento le permite en este momento tomar conciencia y sentir lo siguiente: 'Estoy fuera de mi cuerpo físico. Lo que se me ha aparecido como mi cuerpo físico incrustado en el cuerpo etérico se ha transformado en mi visión en lo que justo acabo de describir. Lo que contemplo no existe ahora; tuvo que existir en un pasado primigenio para que mi cuerpo físico que está allí abajo pudiera llegar a ser. Para que este producto arrugado pudiera formarse, lo que ahora veo ante mí con visión clarividente tuvo que existir al unisono. "El cuerpo físico causa esta triste impresión porque reconocemos en él el último producto marchito de la gloria anterior, que ahora aparece a la visión clarividente. Les ruego, no interpreten mal lo que estoy a punto de decir; Estoy describiendo hechos, y pronto verán cómo estos hechos, desentrañados, honran constantemente a los sabios guías del mundo; solo tenemos que aprender los hechos, y en las siguientes conferencias dejaré en claro lo que se está tratando. Si la visión retrospectiva se ha llevado hasta este grado de desarrollo, el estudiante se da cuenta de que en el cuerpo astral en el que se encuentra ahora, fuera del cuerpo físico y del cuerpo etérico, no puede hacer otra cosa que reconocerse a sí mismo como un egoísta absoluto, como un ser que no conoce nada salvo a sí mismo, y aprende a reconocer que hay razones suficientes para estar triste. Para que así surja el impulso de saber por qué ha ocurrido esto, por qué todo esto se ha marchitado. Y, ahora surge la pregunta: ¿Quién tiene la culpa de este marchitamiento general? ¿Quién ha hecho la forma que veo clarividentemente ante mí, este maravilloso ser vegetal con la estructura perfecta parecida a la de un animal, que ha convertido esto en el actual producto arrugado, el cuerpo físico? Ahora resuena desde uno mismo como una inspiración interior: '¡Tú mismo has provocado esto, tú mismo! Y el hecho de que se haya convertido en lo que ahora es, se debe a la circunstancia de que has poseído el poder de impregnar toda esta gloria con tu propio ser. ¡Tu ser ha destilado como veneno en esta antigua gloria, y la ha reducido a lo que ahora es! "Así pues, nosotros mismos somos quienes provocamos esto y la posibilidad que seamos un ser tal cual somos, la debemos a la circunstancia de que nosotros mismos sembramos la semilla de la muerte en toda esta gloria y la impregnamos de tal manera que se marchita. Es como si tienen un poderoso árbol que crece magnificamente y alimenta a los diversos animales que viven sobre él, lo perforan para que desde esa zona se comience a secar, se marchite y se arrugue hasta la insignificancia y con él mueran todos los seres que se nutrían de él, por lo tanto, la consumición del cuerpo físico humano se despliega clarividentemente ante ustedes. Esta es la horrible impresión producida por este momento de visión clarividente.
Cada vez más el estudiante se ve impelido en su cuerpo astral a comprender cómo se ha llegado a esto. En este momento realmente se le aparece entre los seres animales arquetípicos, que él aquí percibe ... Lucifer en la parte posterior del jardín, por así decirlo, retorciéndose dentro y fuera. Lo he dibujado en un diagrama: Lucifer en una forma maravillosamente hermosa, en realidad, ¡Lucifer! Aquí, por primera vez, a través de la observación clarividente, conoce a Lucifer, y ahora sabe que esto es lo que le sucedió a las fuerzas, ahora marchitas en el cuerpo físico humano, en el momento en que Lucifer apareció en todo este ser que ahora se le presenta clarividentemente.


Y el estudiante ahora sabe que estuvo presente en ese pasado tan lejano cuando todo esto, que aparece a su visión clarividente, era una realidad; él sabe que entonces sentía pertenecer vívidamente a todo esto; él estaba dentro, este era su reino, y dentro de este reino, Lucifer lo atrajo hacia sí. El hombre quedó unido a Lucifer, con el resultado de que los seres de las jerarquías superiores pulsaban desde atrás en corrientes de fuerza que podrían esbozarse en estas líneas, y presionaban por fuera del ser humano que estaba unido con Lucifer en estas partes hacia el frente, como es visible para la observación clarividente. En esta parte se formaron aberturas; y al contraerse, estas aperturas se han convertido en nuestros órganos de los sentidos presentes. A través de estas aberturas, el ser humano que anteriormente vivía en esta parte fue presionado hacia fuera, porque estaba unido a Lucifer. Y debido a que fue empujado, ahora vive en el mundo fuera de esta estructura y esta estructura se contrajo y ahora es su cuerpo físico.
Ahora imaginen, para tener una idea diagramática, que el cuerpo físico de hoy crece más y más, todos los órganos se vuelven más grandes, todos los órganos de la digestión, la circulación y la respiración se desarrollan como seres vivos poderosos, similares a los animales al hacerse más grandes, y el sistema nervioso se convierte en seres parecidos a plantas, y el ser humano gobierna en esta poderosa estructura. Por otra parte ahora aparece Lucifer y debido a que el ser humano es atraído por Lucifer, los seres que pertenecen a las Jerarquías superiores presionan desde la parte posterior y empujan al ser humano. Debido a esta expulsión del ser humano, toda la estructura se reduce gradualmente a la pequeña dimensión que tiene el cuerpo humano de hoy, y el ser humano, con su conciencia, con plena conciencia despierta, está fuera de su cuerpo. El resultado es que el hombre ya no sabe, como antes sabía, lo que contiene dentro de su cuerpo, solo lo que está afuera. Él ha sido expulsado a través de las aberturas que ahora son los sentidos; hoy está en el mundo de los sentidos, y aquello en lo que vivia en el pasado primigenio se ha marchitado y forma sus partes internas.
Ahora les he dado una idea de cómo, a través de la observación clarividente, el estudiante llega a lo que se llama el Paraíso. De hecho, este era el concepto del Paraíso al que los estudiantes en las escuelas de misterio eran conducidos. "¿Dónde estaba el paraíso?", Pregunta la gente. El paraíso formaba parte de un mundo que ya no está presente en el mundo de los sentidos. El Paraíso se ha encogido, pero se ha multiplicado; porque el Paraíso ha dejado atrás las partes físicas internas del cuerpo humano como sus últimas reliquias; el ser humano mismo, sin embargo, ha sido expulsado de él ya no vive en estas partes internas. Él solo puede aprender a conocerlas por medio de la clarividencia, como hemos visto. Un hombre conoce los objetos que están fuera de él, sabe lo que tiene ante sus ojos y sus oídos. Antes sabía lo que había en su interior; pero este interior era grandioso, era el Paraíso. Intenten ahora formarse una idea de cómo el hombre, al convertirse en un ser que espande su conciencia sobre el mundo sensorial externo, en realidad ha comprimido el mundo en el que vivía antes de entrar en el mundo de los sentidos, en el producto marchito o arrugado de las partes interiores de su cuerpo.
Entonces los seres que primero expulsaron al hombre y luego continuaron trabajando, hicieron uso de Ahriman y otros espíritus, cuya actividad les convertía en buenos, formando los miembros, las manos, los pies y el semblante; estos se formaron y así hicieron posible que el hombre usara este Paraíso encogido por medio de sus manos y pies y lo que pasa a través de sus órganos de los sentidos a las partes interiores de su cuerpo.
Así pues, ante nuestra visión espiritual hemos visto, ampliado a proporciones gigantescas, el cuerpo físico humano, que en su condición presente representa el producto encogido del antiguo Paraíso. Cuando consideramos esto, podemos obtener una ligera idea de cómo la clarividencia realmente progresa. Hemos visto cómo el estudiante al principio se vuelve más y más sensible con respecto a su cuerpo físico y su cuerpo etérico. Y ahora, dando un salto sobre un abismo, hemos visto qué tipo de impresiones surgen cuando, desde afuera, el alumno observa su cuerpo físico incrustado en el cuerpo etérico. Les hablé de que el cuerpo etérico está en continuo movimiento; cuando miramos hacia adentro desde afuera, no vemos realmente nada que permanezca inmóvil, nada está en reposo, todo está en continuo movimiento. Continuamente está sucediendo algo; y cuanto más aprendemos a través del entrenamiento espiritual a observar lo que ocurre, más aumenta la panorámica de estos eventos, por así decirlo, y todo se llena de significado. Así como, de cierta manera, el cuerpo físico se convierte en el verdadero Jardín del Paraíso, también lo que sucede en el cuerpo etérico se convierte en procesos significativos.
Ahora trataremos de describir de manera general qué hechos y procesos se deben observar cuando miramos el cuerpo etérico y retiramos nuestro foco de atención del cuerpo físico. Bueno, realmente solo podríamos ver el cuerpo físico clarividentemente del modo que describí, si de repente despertásemos clarividentemente del sueño más profundo. Entonces, el cuerpo físico se expandiría hasta la estructura descrita. Pero el cuerpo etérico puede, en cierto sentido, ser visto más fácilmente; de hecho, puede verse si tratamos en cierta manera de aprovechar el momento de ir a dormir, de tal modo que no pasemos de inmediato a la inconsciencia, sino permaneciendo conscientes por un tiempo después de haber, (con el cuerpo astral y el ego), abandonado el cuerpo físico y el cuerpo etérico. Entonces observamos principalmente el cuerpo etérico y vemos las conmovedoras realidades en el cuerpo etérico en forma de sueños muy intensos. Después nos vemos separados, como por un profundo abismo, de lo que sucede en el cuerpo etérico; solo que ahora vemos todo, no como sucediendo en el espacio, sino como eventos en el tiempo. Cuando estamos fuera de nuestro cuerpo etérico, tenemos que percibir estas experiencias de movimiento en el cuerpo etérico, como si hubiéramos vuelto a deslizarnos nuevamente en el con nuestra conciencia.
Por lo tanto, debemos sentirnos como si estuviéramos separados de nuestro cuerpo etérico por un abismo lleno, por así decirlo, de éter, del éter cósmico universal; como si estuviéramos situados en la orilla más lejana del cuerpo etérico, y allí tuvieran lugar varios procesos. Y como, en este caso, todos estos procesos tienen lugar en el tiempo, nos sentimos como un hombre errante regresando a nuestro propio cuerpo etérico. En realidad, nos alejamos cada vez más de el, pero en nuestra conciencia clarividente nos acercamos a el. Y al acercarnos a este cuerpo etéreo sentimos que nos acercamos a algo que nos empuja hacia atrás. Llegamos, por así decirlo, a una roca espiritual. Entonces es como si nos permitieran pasar a algo. Al principio estamos afuera, y luego es como si nos hubieran dejado pasar al interior de algo, parece como si hubiéramos estado afuera y ahora estuviéramos dentro, pero no de la manera en que habíamos estado dentro de él durante el día. Todo depende de haber estado afuera con el cuerpo astral y el ego, y solo mirando adentro; es decir, solo estamos dentro del cuerpo etérico con nuestra conciencia. Y ahora podemos ver qué está sucediendo dentro de el.
En cierta modo, todo cambia justo cuando el cuerpo físico se transfiere al Paraíso; pero lo que sucede dentro del cuerpo etérico está en una relación aún más interna con los procesos cotidianos en el hombre. Consideremos qué significa realmente dormir, qué significa este "estar fuera del cuerpo físico y del cuerpo etérico". Porque hemos asumido que el poder clarividente se ejerce en este momento a través de la persona que se vuelve repentinamente clarividente durante el sueño, o permaneciendo conscientemente clarividente al quedarse dormida. ¡Consideremos qué es el sueño! Aquello que impregna los cuerpos físico y etérico con la conciencia, está ahora afuera; dentro del cuerpo solo tienen lugar procesos vegetativos: todo se hace para restaurar las fuerzas consumidas durante el día. Y percibimos todo esto, percibimos cómo se renuevan las fuerzas de lo físico, particularmente las del cerebro; pero no vemos el cerebro como lo hace el anatomista; vemos cómo el hombre del mundo físico, del que hacemos uso para nuestra conciencia durante nuestra condición de vigilia, vemos cómo este hombre, que de hecho ha sido abandonado por nosotros, pero el cual, claramente muestra que él es nuestro instrumento, yace encantado en un castillo, por así decirlo. Simbolizado por el cerebro que se encuentra dentro del cráneo, nuestra naturaleza humana en la tierra se asemeja a un ser encantado que vive en un castillo. Vemos esta humanidad nuestra como un ser encarcelado y encerrado por muros de piedra. El símbolo de esto, el símbolo encogido, por así decirlo, es nuestro cráneo. Lo vemos externamente como una pequeña calavera. Pero cuando miramos las fuerzas etéricas que yacen en su base, el hombre terrenal realmente se nos aparece como si estuviera dentro del cráneo, y encarcelado en este castillo. Y luego, desde las otras partes del organismo, fluyen las fuerzas que sostienen a este ser humano que está realmente dentro de la calavera como en un poderoso castillo; las fuerzas fluyen hacia arriba; primero la fuerza que proviene de aquello en el organismo que es el instrumento extendido del cuerpo astral humano; allí fluye todo lo que hace al ser humano ardiente y poderoso a través de sus fibras nerviosas. Todas estas corrientes confluyen en el cerebro terrenal; esto aparece como una espada poderosa que el ser humano ha forjado en la tierra.
Después, fluyen las fuerzas de la sangre. Estas, a medida que aprendemos gradualmente a sentir y a reconocer, aparecen como aquello que realmente hiere al cerebro: el hombre que yace en el castillo encantado del cráneo. Las fuerzas que en el cuerpo etérico fluyen hasta el ser humano terrenal que yace en el castillo encantado del cerebro son como la lanza sangrienta. Y entonces llegamos a una percepción única. Esto es, que somos capaces de observar todo lo que puede fluir hasta las partes más nobles del cerebro. Antes de esto, no tenemos la más mínima idea de ello.
Por lo tanto, ven que desde un punto de vista diferente, he ido a parar a lo que ya había mencionado en estas conferencias. No importa cuánto alimento animal pueda comer un ser humano, es inútil para una determinada parte de su cerebro, es simplemente lastre. Otros órganos pueden nutrirse de ese modo, pero en el cerebro hay algo a partir del cual el cuerpo etérico rechaza de inmediato todo lo que tiene procedencia animal. Es mas, el cuerpo etérico incluso rechaza desde una parte del cerebro, desde una parte pequeña y vital del cerebro, todo lo que proviene del reino vegetal y solo permite como valioso el extracto mineral, allí este extracto mineral entra en contacto con lo más puro de entre aquello que nos llega a través de los órganos de los sentidos. Lo más puro de la luz, el sonido más puro, el calor más puro, entran aquí en contacto con los productos más puros del reino mineral; porque la parte más vital del cerebro humano se nutre de la unión de las impresiones sensoriales más puras con los productos minerales más puros. El cuerpo etérico separa de esta parte más noble del cerebro humano todo lo que proviene de los reinos vegetal o animal. Pero todas las cosas que el ser humano toma como su comida también pasan; puesto que el cerebro también tiene partes menos nobles. Estas se nutren de todo lo que fluye, de aquello mismo de lo que se nutre todo el organismo. Sólo la parte más noble del cerebro debe nutrirse de la unión más hermosa de las percepciones sensoriales y la parte más alta del extracto mineral purificado. Ahora aprendemos a reconocer una maravillosa relación cósmica entre el hombre y el resto del cosmos. Ahora podemos ver, por así decirlo, una parte del hombre en la que percibimos cómo el pensamiento humano, por medio del instrumento del sistema nervioso que sirve al cuerpo astral, prepara la espada para la fuerza humana en la tierra; allí nos familiarizamos con todo lo que está mezclado con la sangre y, en cierta medida, contribuye a matar lo más precioso del cerebro. Y esta cosa más noble en el cerebro se sostiene siempre por la unión de las percepciones sensoriales más delicadas con los productos más puros del reino mineral. Y después, durante el sueño, cuando el pensamiento no está haciendo uso del cerebro, fluyen al cerebro los productos que se han formado más abajo en las partes internas de los reinos vegetal y animal.
Por lo tanto, cuando penetramos en nuestro propio cuerpo etérico, es como si hubiéramos alcanzado un abismo, y al otro lado de él pudiésemos ver lo que sucede en el cuerpo etérico; y todo esto se nos apareciese en poderosas imágenes representando los procesos del hombre espiritual durante el sueño. El yo y el cuerpo astral, el hombre espiritual, descienden al castillo, que está formado por aquello que solo se ve simbólicamente en el cráneo. Aquí el ser humano yace dormido, herido por la sangre, el hombre de quien vemos que los pensamientos son su fuerza, ese que debe ser capaz de nutrirse de todo lo que proviene del reino de la naturaleza, ese que en sus partes más puras debe ser nutrido con lo mejor, eso que hemos descrito. Todo ello representado simbólicamente da como resultado la leyenda del Santo Grial. Y la leyenda del Santo Grial nos habla de esa comida milagrosa que se prepara a partir de las mas puras actividades de las impresiones sensoriales y de las mejores actividades de los extractos minerales, cuyo propósito es alimentar la parte más noble del hombre a lo largo de la vida que él consume en la tierra; porque cualquier otra cosa le mataría. Este alimento celestial es lo que está contenido en el Santo Grial. Y aquello que por otra parte tiene lugar, aquello que pulsa desde los otros reinos, lo encontramos claramente representado si retrocedemos a la leyenda original del Grial, donde se describe una comida sobre la mesa, ante la cual se pone un impedimento. La penetración en el cerebro donde siempre flota el Grial, es decir, el recipiente para la comida más pura del héroe humano que se encuentra en el castillo del cerebro y que todo lo demás le produce la muerte, todo esto está representado. La mejor presentación de esto no es la de Wolfram, sino que está mejor representada de una manera exotérica externa (porque casi todos pueden reconocer, cuando su atención ha sido dirigida a ello, que esta leyenda del Grial es una experiencia oculta que cada se humano puede volver a experimentar todas las noches) y está mejor representado, a pesar de la profanación que se ha vertido allí, por Chrestien de Troyes. El cual puso en una forma exotérica lo que deseaba decir, pero esta forma exotérica insinuaba lo que deseaba transmitir, ya que hace referencia a su maestro y amigo que vivía en Alsacia, quien le dio el conocimiento esotérico que puso en forma exotérica. Esto tuvo lugar en una época en la que era necesario hacer esto, debido a la transición indicada en mi libro, "La guía espiritual de la humanidad". La leyenda del Grial se hizo exotérica en 1180, poco antes de la transición.
En el mundo exterior, estas cosas todavía parecen ideas fantásticas, porque la única realidad reconocida por el hombre del presente es la que está fuera de él. El hombre se reconoce a sí mismo como la cúspide de la creación en su sentido más elevado, cuando ve su cuerpo físico en su grandeza original y sublime; y cuando ve su cuerpo etérico trabajando internamente sobre su cuerpo físico para que vuelva a despertar a la vida aquello que ha sido herido y asesinado por el aguijón del que he hablado como procedente de la sangre. El cuerpo etérico trabaja sobre eso, (hasta donde sea posible) para volver a despertarlo a la vida de inmediato; lo mantiene a lo largo del período de su vida humana, aunque, cuando nace, ya está condenado a muerte. Esto hace que el cuerpo etérico libere una pequeña porción del organismo humano, de todo lo que proviene de los reinos animal y vegetal, conservando solo el más puro extracto mineral y poniéndolo en contacto con las impresiones más puras del mundo externo de los sentidos. Si esto realmente es lo suficientemente sentido en lo mas profundo, nos permite ver esta parte más noble del organismo humano como el Santo Grial multiplicado. Hoy deseaba mostrarles con estas dos indicaciones cómo aparecen las imaginaciones típicas y cómo, para la verdadera clarividencia, la visión del cuerpo físico gradualmente pasa a la imaginación. Y estas dos, la Imaginación del Paraíso y la Imaginación del Grial, pertenecen a las imaginaciones más sublimes que es posible experimentar, al menos en este período terrestre.

Traducida por Julio Luelmo ago. 2015