GA245 Guía para un entrenamiento esotérico




GUÍA PARA UN ENTRENAMIENTO ESOTÉRICO
por Rudolf Steiner









NOTA PRELIMINAR

Los contenidos de este libro se han seleccionado a partir de diversos temas de la Escuela Esotérica de Rudolf Steiner. La escuela se mantuvo durante diez años desde 1904 hasta 1914, cuando el estallido de la Primera Guerra Mundial impidió su continuidad. Durante dicho período, Rudolf Steiner todavía pertenecía a la Sociedad Teosófica, y por tanto utilizaba las palabras 'teosofía' y 'teosófico', aunque siempre (tal como nos dice en su Autobiografía) en la dirección en que su ciencia espiritual antroposófica había ido desde el principio señalando.
Después del lapso de otros diez años, cuando fundó la Sociedad Antroposófica General y se convirtió en su Presidente, la orientación esotérica de aquellos miembros que la buscaban, continuó si bien de manera algo diferente, en una relación más estrecha con la organización y la dirección de la sociedad.
La institución de la Escuela Esotérica en 1904 fue seguida rápidamente por la publicación de descripciones del camino que los alumnos deberían seguir, en el libro Teosofía, en la serie de Ensayos, "¿Cómo se alcanza el Conocimiento de los mundos superiores?" (publicado por primera vez en forma de libro en 1909), y también en "La Ciencia Oculta, un bosquejo", que apareció a principios de 1910.

También se puede encontrar en esos libros, una descripción de las condiciones básicas para el desarrollo interno, particularmente de los "ejercicios subsidiarios", y después de su publicación, Rudolf Steiner a veces aludía a tales ejercicios refiriéndose a ellos.
En el Capítulo V de La Ciencia Oculta un esquema ("Conocimiento de los mundos superiores concerniente a la iniciación") establece la condición previa necesaria para todos los ejercicios, de la siguiente manera. No obstante, de su lectura podemos entender cuán necesario es, que el hombre no pretenda exigir la entrada al mundo espiritual, hasta que haya aprendido y entendido ciertas verdades esenciales de ese mundo, mediante el simple ejercicio de desarrollar su intelecto ordinario en el mundo físico. Si el desarrollo espiritual sigue el camino correcto y normal, antes de aspirar a entrar en el mundo suprasensible, el alumno ya habrá dominado con su intelecto ordinario todo los contenidos previos de este libro. En 1947, treinta y tres años después de la Primera Guerra Mundial interrumpió la Escuela Esotérica y dos años después del final de la Segunda, Marie Steiner, en respuesta a las solicitudes de los miembros de la Sociedad Antroposófica, se dedicó a publicar el Contenido más importante de la escuela esotérica. Por aquellos días estaban apareciendo numerosos trabajos sobre métodos de entrenamiento orientales (Yoga, etc.), cuyo objetivo era oponerse a estos elementos de la disciplina europea de Rudolf Steiner. "Al ponerlos a disposición'', escribió en una carta, "ejemplos de los cuidadosos consejos, entregados personalmente de Rudolf Steiner, yo quería asegurarme de que pudiera salir algo de esa corriente rosacruz que esté más en sintonía con la era actual que los decadentes métodos Tibetanos e Hindúes". Habían aparecido previamente en 1948, 1949 y 1954, tres series separadas de selecciones traducidas al inglés, tituladas From the Contents of the Esoteric School.
La siguiente incluye una traducción revisada de todo lo que contienen junto con material adicional no publicado previamente en inglés.



TAREA DE LA CIENCIA ESPIRITUAL


Notas de una conferencia dada en Berlín en 1903 o 1904: Hay un hermoso dicho de Hegel: El pensamiento más profundo está ligado a la Figura histórica, externa de Cristo. Y la grandeza de la religión cristiana es que está ahí para cada etapa de desarrollo. Está al alcance de la conciencia más ingenua y al mismo tiempo es un desafío para la sabiduría más profunda. La historia misma de su desarrollo demuestra que la religión cristiana es comprensible para cada etapa de la conciencia. Si la religión cristiana es bien entendida, debe ser tarea de la Teosofía, o de la Ciencia Espiritual en general, demostrar que la religión cristiana exige penetración en las más profundas enseñanzas de Sabiduría. La teosofía no es una religión, sino un instrumento para comprender las religiones. Su relación con los documentos religiosos es más bien como la relación de las propias matemáticas con los escritos en los que se enseñaba originalmente. Un hombre puede entender las matemáticas a través de sus propias facultades espirituales y comprender las leyes del espacio sin tener que referirse a ningún texto previo. Pero cuando haya absorbido realmente las verdades de la geometría, valorará aún más los textos originales a través de los cuales se presentaban por primera vez estas leyes. Lo mismo pasa con la Teosofía. Sus fuentes no están en documentos antiguos, ni residen en la tradición; residen en la realidad de los mundos espirituales. Es allí donde deben ser encontrados y comprendidos mediante el desarrollo de los poderes espirituales de la persona, del mismo modo que comprende las matemáticas tratando de desarrollar las facultades de su intelecto. Nuestro intelecto, por medio del cual estamos capacitados para comprender las leyes del mundo de los sentidos, está respaldado por un órgano, el cerebro. Del mismo modo, para comprender las leyes de los mundos espirituales, necesitamos órganos apropiados. ¿Cómo se han desarrollado nuestros órganos físicos? Se debe a que las fuerzas del exterior han trabajado sobre ellos: las fuerzas del Sol, las fuerzas del sonido.
Así fue como surgieron los ojos y los oídos, a partir de órganos neutros y lentos en los que, al principio, el mundo de los sentidos no podía penetrar, y al cual se abrieron solo gradualmente. Si nuestros órganos espirituales son trabajados por las fuerzas correctas, ellos también se abrirán. ¿Qué fuerzas son pues las que inciden sobre nuestros órganos espirituales todavía inertes? Durante el día, el cuerpo astral se ve asaltado por fuerzas que actúan entorpeciendo su desarrollo, e incluso destruyen los órganos que previamente poseía antes del despertar de su clara conciencia diurna. En épocas pasadas, la gente recibía directamente impresiones astrales. El mundo circundante le hablaba a través de imágenes, la forma a través de la cual el mundo astral se expresa. Las imágenes y los colores vivos, internamente orgánicos, flotaban libremente en el espacio circundante como expresiones de placer y repugnancia, simpatía y antipatía. Luego, estos colores se envolvieron, por así decirlo, alrededor de la superficie de las cosas, y los objetos adquirieron contornos fijos. Esto fue cuando el cuerpo físico del ser humano iba afianzando constantemente su solidez y estaba cada vez más organizado. Fue entonces cuando sus ojos se abrieron plenamente a la luz física, al mismo tiempo que el velo de Maya se extendía sobre el mundo espiritual, y su cuerpo astral dejaba de recibir directamente las impresiones del mundo circundante, salvo a través de sus cuerpos físico y etérico. El propio cuerpo astral transmitía estas impresiones al "yo" y del "yo" pasaban a su conciencia. Así era como se mantenía personalmente involucrado y continuamente activo. Pero las fuerzas que actuaban sobre él, tejiendo fuerzas que eran similares a su propia naturaleza, ya no eran plásticas, sino que eran fuerzas que se alimentaban de él, que lo destruían, para despertar la conciencia del yo. Solo durante la noche, cuando se hundía en el mundo rítmico-espiritual homogéneo a sí, (el mundo astral), adquiría una nueva fuerza y volvía a ser capaz de realimentar las fuerzas perdidas de sus cuerpos físico y etérico. De resultas de ese conflicto de impresiones, de la mitigación de los órganos astrales que anteriormente trabajaban inconscientemente en el ser humano, surgió la vida del «yo» individual, la conciencia del yo. A partir de la vida-muerte; a partir de la muerte-vida. El anillo de la serpiente se completaba. Y ahora, a partir de este despertar de la conciencia del yo, tuvieron que surgir fuerzas que alumbrarían la vida nuevamente en los desaparecidos vestigios de los órganos astrales, modelándolos y moldeándolos. La humanidad se está dirigiendo hacia esa meta, guiada por sus Maestros y Líderes, los grandes Iniciados, representados también por el símbolo de la serpiente. 
Es una educación hacia la libertad, por eso es tan lenta y difícil. Los grandes Iniciados podrían haber facilitado la tarea, tanto para ellos como para el ser humano, si hubieran trabajado en su cuerpo astral durante la noche, cuando está libre, de tal manera que los órganos astrales pudiesen moldearse desde afuera. Pero tal acción habría escapado a la conciencia despierta del ser humano, pues habría tenido lugar en la conciencia del sueño; transgrediendo su esfera de libertad. El principio más elevado del ser humano, la Voluntad, nunca se habría desarrollado. El ser humano es guiado progresivamente etapa por etapa. Ha habido una Iniciación en Sabiduría, una Iniciación en Sentimiento, una Iniciación en Voluntad. El verdadero cristianismo es la suma de todas esas etapas de iniciación. En la antigüedad la iniciación era el anuncio profético, la preparación. Lenta y gradualmente, el ser humano de los últimos tiempos se ha emancipado de su Iniciador, de su Gurú. La iniciación, al comienzo procedía sumiendo en una profunda conciencia de trance, pero estaba provista para imprimir en el cuerpo físico un recuerdo de lo que había sucedido fuera del cuerpo. De ahí la necesidad de liberar el cuerpo etérico, el portador de la memoria, así como el cuerpo astral.
El cuerpo astral y el cuerpo etérico se sumergían en el Océano de la Sabiduría, en Mahadeva, en la Luz de Osiris. Esta iniciación era llevada a cabo dentro de un profundo secreto, en el más absoluto aislamiento. Ningún aliento del mundo exterior podría interferir. Era como si hubiese muerto para la vida exterior, y las tiernas semillas se nutriesen de la luz cegadora del día. Así, la iniciación salió de la oscuridad envolviendo aquellos misterios con la luz más clara del día. En una gran y poderosa Personalidad, el Portador del más elevado Principio unificador de la Palabra, de Aquel que es la expresión y manifestación del Padre oculto, y que tomando forma humana se convirtió en el Hijo del Hombre y, por lo tanto, en el Representante de toda la humanidad, el Vínculo que une todos los Yoes - en Cristo, el Espíritu de Vida, el Unificador Eterno, la Iniciación de la humanidad en conjunto se consumó, como un hecho histórico y al mismo tiempo como un símbolo, en el plano del sentimiento. Este evento fue tan potente que en cada individuo que modelase su vida acorde con él, su poder seguiría actuando, directamente en lo físico, expresándose incluso en la aparición de los estigmas y en los dolores más penetrantes. Los sentimientos eran sacudidos hasta lo más profundo. Una emoción tan intensa, como nunca antes había surgido en el mundo, afloró en poderosas oleadas. En la Iniciación en la Cruz del Amor Divino, el sacrificio del 'Yo' por Todos había tenido lugar.
La sangre, la expresión física del 'yo' había fluido en el amor por la humanidad, y el efecto que causó fue tal que por millares avanzaron hacia la Iniciación, hacia esa Muerte, al dejar que su sangre fluyera en amor y devoción por la humanidad. Que esa sangre inedita se derramase en tal manera, nunca se ha insistido lo suficiente; tal pensamiento ya no entra en la conciencia de los hombres, ni siquiera en los círculos teosóficos. Sin embargo, las oleadas de enardecimiento que fluyeron en esta corriente de sangre y que después ascendieron, han cumplido su tarea. Se han convertido en manantiales de poderosos impulsos. Han hecho que la humanidad madure para la Iniciación de la Voluntad. Y este es el legado de Cristo.


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CUESTIONES GENERALES QUE EL ASPIRANTE AL DESARROLLO OCULTO DEBE PLANTEARSE. (Ejercicios subsidiarios)

A continuación, se establecen las condiciones que deben constituir la base de cualquier desarrollo oculto.
Que nadie se imagine que puede progresar mediante cualquier medida aplicada a la vida externa o interna, a menos que cumpla estas condiciones.
Todos los ejercicios de meditación, concentración o ejercicios de otro tipo carecen de valor, de hecho, en cierto sentido, son dañinos si la vida no está regulada de acuerdo con estas condiciones. 
No se pueden impartir fuerzas a un ser humano; todo lo que se puede hacer es, que se desarrollen las fuerzas que ya están dentro de él. No se desarrollan por sí mismas porque los obstáculos externos e internos las obstruyen. Los obstáculos externos se reducen mediante las siguientes reglas de vida; los obstáculos internos por las instrucciones especiales sobre meditación, concentración y similares. La primera condición es el cultivo de un pensar absolutamente claro.
Para este propósito, la persona debe librarse de los fuegos fatuos del pensamiento, aunque sea por un tiempo muy corto durante el día, unos cinco minutos (cuanto más, mejor). Debe convertirse en el dueño en su mundo de pensamiento.
Él no es el dueño cuando las circunstancias externas, la ocupación, alguna tradición o lo que sea, las relaciones sociales, incluso la pertenencia a una raza en particular, la rutina diaria de la vida, ciertas actividades, etc., determinan un pensamiento y cómo lo medite. Por lo tanto, durante este breve tiempo, actuando completamente por su propia voluntad, debe vaciar el alma del pensamiento cotidiano ordinario y, por su propia iniciativa, colocar un único pensamiento en el centro de su alma.
El pensamiento no necesita ser particularmente llamativo o interesante. De hecho, será mucho mejor para lo que debe lograrse en el aspecto oculto, si se elige un pensamiento completamente insignificante y poco interesante. El pensar se ve impulsado a actuar a partir de su propia energía, eso es esencial, porque un pensamiento demasiado interesante arrastraría consigo el pensar. 
Es mejor si este ejercicio de control de pensamiento se realiza concentrándose en un alfiler en lugar que en Napoleón. El alumno se dice a sí mismo: ahora comienzo a partir de este pensamiento, y a través de mi propia iniciativa interna asocio con él todo lo que le es pertinente. Al final de la sesión, el pensamiento debería ser tan colorido y vivo como lo era al principio. Este ejercicio se repite día a día durante al menos un mes; se puede tomar un nuevo pensamiento todos los días, o se puede seguir el mismo pensamiento durante varios días. Al final del ejercicio, se hace un esfuerzo para ser plenamente consciente de ese sentimiento interno de firmeza y seguridad que pronto se notará prestando una atención más sutil a la propia alma; Luego, el ejercicio se concluye al enfocar el pensamiento en la cabeza y la mitad de la columna vertebral (cerebro y médula espinal), como si la sensación de seguridad se vertiese en esa parte del cuerpo. 
Cuando este ejercicio se ha practicado, por ejemplo, un mes, se debe agregar un segundo requisito. Trataremos de pensar en alguna acción que en el curso ordinario de la vida ciertamente no realizaríamos. Luego, tenemos el deber de realizar esta acción todos los días. Por lo tanto, será bueno elegir una acción que se pueda realizar todos los días y que ocupe el mayor tiempo posible. Nuevamente, es mejor comenzar con alguna acción insignificante que debamos obligarnos a realizar; por ejemplo, regar a una hora fija todos los días una flor que hemos comprado. Después de un cierto tiempo, un segundo acto similar debe agregarse al primero; luego, un tercero, y así sucesivamente. . . tantas como sean compatibles con el desempeño de todas las demás tareas. Este ejercicio, también, debe durar un mes.
Pero en la medida de lo posible durante ese segundo mes, también debe continuar el primer ejercicio, aunque es un deber menos importante que en el primer mes. Sin embargo, no debe dejarse desatendido, ya que de lo contrario se notará rápidamente que los frutos del primer mes se pierden y la desidia del pensamiento descontrolado comienza de nuevo. Se debe tener cuidado de que una vez que se hayan obtenido resultados, nunca más se pierdan. Si, a través del segundo ejercicio, se logra esta iniciativa de acción, entonces, con una atención sutil, nos damos cuenta del sentimiento de un impulso interno de actividad en el alma; vertimos este sentimiento en el cuerpo, dejándolo fluir desde la cabeza hasta un punto justo por encima del corazón. 
En el tercer mes, la vida debe centrarse en un nuevo ejercicio: el desarrollo de una cierta ecuanimidad hacia las fluctuaciones de alegría y tristeza, placer y dolor; Las "explosiones de júbilo" y las "caídas en la desesperación" deberían ser reemplazadas conscientemente por un estado de ánimo equitativo. Se ha de tener cuidado de que ningún placer nos arrastre, ni ninguna tristeza nos hunda en las profundidades, ninguna experiencia nos produzca una ira o disgusto intempestivos, ninguna expectativa genere ansiedad o miedo, ninguna situación nos desconcierte, etc. No hay que temer que tal ejercicio nos haga la vida árida e improductiva; más bien se notará rápidamente que las experiencias a las que se aplica este ejercicio son reemplazadas por cualidades anímicas más puras. Sobre todo, si se mantiene una atención sutil, algún día se notará una tranquilidad interior en el cuerpo; Como en los dos casos anteriores, vertimos este sentimiento en el cuerpo, dejándolo fluir desde el corazón, hacia las manos, los pies y, finalmente, la cabeza. Naturalmente, esto no se puede hacer después de cada ejercicio, ya que aquí no se trata de un único ejercicio, sino de una atención sostenida a la vida anímica interior.
Una vez al día al menos, debe invocarse esta tranquilidad interior ante el alma y luego hay que proceder a realizar el ejercicio de derramarla desde el corazón. Se mantiene una conexión con los ejercicios del primer y segundo mes, como en el segundo mes con el ejercicio del primer mes. En el cuarto mes, como un nuevo ejercicio, se debe cultivar lo que a veces se llama una "actitud positiva" ante la vida. Consiste en buscar siempre lo bueno, lo digno de elogio, lo bello y lo similar, en todos los seres, todas las experiencias, todas las cosas. 
Esta cualidad del alma se caracteriza mejor por una leyenda persa sobre Cristo Jesús. Un día, mientras caminaba con sus discípulos, vieron a un perro muerto tendido junto a la carretera en un estado de descomposición avanzada. Todos los discípulos se apartaron de la vista desagradable; solo Cristo Jesús no se apartó, sino que miró pensativo el cadáver y dijo: "¡Qué dientes tan hermosos tiene el animal!" Donde los demás solo habían visto lo repulsivo, lo desagradable, buscó lo bello. Así, el alumno esotérico debe esforzarse por buscar lo positivo en cada fenómeno y en cada ser. Pronto notará que bajo el velo de algo repugnante hay una belleza oculta, que incluso bajo la apariencia externa de un criminal hay un bien oculto, que bajo la máscara de un lunático el alma divina está de alguna manera oculta. En cierto sentido, este ejercicio está conectado con lo que se llama “abstenerse de la crítica”. Esto no debe entenderse en el sentido de llamar negro a lo que es blanco ni blanco a lo que es negro.
Sin embargo, hay una diferencia entre un juicio que está animado con elementos de simpatía o antipatía personal, que simplemente procede de la propia personalidad, y la actitud de entrar amorosamente en el fenómeno ajeno, (sea persona o cosa), preguntando siempre: ¿Cómo ha llegado a ser o a actuar así? Tal actitud, por su propia naturaleza, se centrará más en ayudar a lo que es imperfecto que simplemente en hallar ocasión para la critica. Aquí no vale objetar que las circunstancias de sus vidas obligan a muchas personas a encontrar fallos y condenarlos. Porque en tales casos, las circunstancias son las de que la persona en cuestión no puede pasar por un entrenamiento oculto genuino. De hecho, hay muchas circunstancias en la vida que hacen imposible la educación oculta, más allá de cierto grado. En tal caso, la persona no debe desear impacientemente, a pesar de todo, hacer progresos que solo son posibles bajo ciertas condiciones. El que conscientemente vuelve su mente, durante un mes, al aspecto positivo de todas sus experiencias, notará gradualmente un sentimiento que se arrastra hacia él como si su piel se estuviera volviendo porosa por todos lados, y como si su alma se abriera de par en par a todo tipo de experiencias y procesos secretos y delicados en su entorno que hasta ahora escapaban por completo a su atención. 
Lo que importa es combatir la tan frecuente falta de atención a estas cosas sutiles. Cuando se ha notado alguna vez que el sentimiento descrito, se expresa en el alma como una especie de dicha, deben hacerse esfuerzos en el pensamiento para guiar este sentimiento hacia el corazón y, desde allí, dejar que fluya hacia los ojos, y luego hacia afuera al espacio de delante entorno a nosotros. Se notará que así se adquiere una relación íntima con el espacio circundante.
De ese modo, la persona se expande más allá de sí misma, por así decirlo. Aprende a considerar una parte de su entorno como algo propio. Para este ejercicio es necesaria una gran concentración y, sobre todo, el reconocimiento del hecho de que todos los sentimientos tumultuosos, todas las pasiones, todas las emociones excesivamente exuberantes tienen un efecto absolutamente destructivo sobre el estado de ánimo requerido. Los ejercicios de los primeros meses se repiten, como en los meses anteriores. 
En el quinto mes, se deben hacer esfuerzos por desarrollar la sensación de afrontar cada nueva experiencia con una mentalidad abierta. El alumno esotérico debe romper por completo con la actitud espontánea de exclamar, ante a algo que acaba de escuchar o ver: "Nunca antes escuché eso, o nunca lo había vito. No me lo creo, es una ilusión". En todo momento debe estar listo para encontrarse y aceptar experiencias absolutamente nuevas. Lo que hasta ahora ha reconocido que está de acuerdo con la ley natural, o lo que ha considerado posible, no debe presentar ningún obstáculo para la aceptación de una nueva verdad.
Aunque expresado radicalmente, es absolutamente correcto que si alguien se dirigiera al alumno esotérico y le dijera: "Desde anoche, el campanario de tal y tal iglesia se ha inclinado", el esoterista debería dejar un hueco abierto para la contingencia de haberse convencido de que su conocimiento previo de la ley natural podría verse aumentado de alguna manera por un hecho aparentemente sin precedentes. Si dirige su atención, en el quinto mes, a desarrollar esa actitud mental, notará que se anima en su alma un sentimiento como si algo se reavivara, agitado, en el espacio mencionado en relación con el ejercicio del cuarto mes. Este sentimiento es extremadamente delicado y sutil. 
Se deben hacer esfuerzos para estar atentos a esta delicada vibración en el entorno y permitir que fluya, por así decirlo, a través de los cinco sentidos, especialmente a través de los ojos, los oídos y la piel, en la medida en que esta última contenga sensación de calidez.
En esta etapa del desarrollo esotérico, se presta menos atención a las impresiones realizadas por estos estímulos en los otros sentidos del gusto, el olfato y el tacto. En esta etapa no es posible distinguir todavía, las numerosas malas influencias que se mezclan con las buenas en esta esfera; por lo tanto, el alumno deja esto para una etapa posterior. 
En el sexto mes, se deben hacer esfuerzos para repetir los cinco ejercicios nuevamente, sistemáticamente y en alternancia regular. De ese modo, se desarrollará gradualmente un hermoso equilibrio anímico. Especialmente, se notará que las insatisfacciones que tenían lugar con ciertos fenómenos y seres en el mundo, desaparecen por completo. Se siente que va adueñándose del alma, un estado de ánimo que reconcilia todas las experiencias, un estado de ánimo que no es en absoluto indiferente, sino que, por el contrario, le permite a uno actuar por primera vez en el mundo para su progreso y mejora genuinos. Uno llega a una comprensión calmada de las cosas que antes estaban bastante cerradas al alma. Los movimientos y gestos de una persona cambian bajo la influencia de tales ejercicios, y si, un día, puede observar que el carácter de su escritura ha cambiado, entonces puede decirse a sí mismo que está a punto de alcanzar un primer peldaño en el camino ascendente. 
Una vez más, se deben resaltar dos cosas: Primero, los seis ejercicios descritos paralizan la influencia dañina que otros ejercicios ocultos puedan tener, de modo que solo queda lo que es beneficioso. En segundo lugar, estos ejercicios por sí solos aseguran que los esfuerzos en meditación y concentración tengan un resultado positivo.
El esoterista no debe conformarse con el cumplimiento, aunque sea concienzudamente, de las exigencias de la moralidad convencional, ya que ese tipo de moralidad puede ser extremadamente egoísta, si un hombre dice: Seré bueno para que se me considere bueno. El esoterista no hace lo que es bueno porque quiere ser considerado bueno, sino porque poco a poco reconoce que solo el bien hace avanzar la evolución, y que el mal, la estupidez y la fealdad ponen obstáculos en su camino.

Para los días de la semana

El alumno debe prestar especial atención a ciertas actividades en la vida anímica que, de manera ordinaria, se llevan a cabo descuidadamente y sin atención. Hay ocho de esas actividades. Naturalmente, es mejor que durante una semana o quincena, realice por ejemplo, solamente un ejercicio a la vez, luego el segundo, etc., y luego comenzar de nuevo. Mientras tanto, es mejor que el octavo ejercicio se realice todos los días. El verdadero auto conocimiento se logra gradualmente y se percibe cualquier progreso realizado. Luego, más tarde, empezando por el sábado, puede agregarse diariamente un ejercicio que dura aproximadamente cinco minutos al octavo para que el ejercicio relevante ocasionalmente caiga el mismo día.

Quedando así: Sábado dedicarlo a los Pensamientos; Domingo - propósitos; Lunes - al habla; Martes - las acciones; Miércoles - el Comportamiento, etc.

SÁBADO; Prestar atención a las propias ideas. Pensar solo pensamientos significativos. Aprender poco a poco a separar de nuestros pensamientos, lo que es esencial de lo que no lo es, lo eterno de lo transitorio, la verdad de la mera opinión. Al escuchar la conversación de los demás, tratar de quedarse en calma interiormente, renunciando a todo asentimiento, y aún más a todos los juicios desfavorables (crítica, rechazo), incluso en los propios pensamientos y sentimientos. Esto puede llamarse: "LA OPINIÓN CORRECTA".

DOMINGO; Tomar una determinación, incluso sobre el asunto más insignificante, solo después de haber llevado a cabo una deliberación completamente razonada. Toda conducta irreflexiva, todas las acciones sin sentido, deben mantenerse alejadas del alma. Uno siempre debe tener razones bien sopesadas para todo. Y uno definitivamente debe abstenerse de hacer cualquier cosa para la cual no haya una razón significativa. Una vez que uno está convencido de lo correcto de una decisión, uno debe aferrarse a ella, con firmeza interna. Esto puede llamarse: "EL JUICIO CORRECTO". habiéndose formado independientemente de las simpatías y antipatías.

LUNES; la conversación. Solo lo que tiene sentido y significado debe provenir de los labios de quien se esfuerza por alcanzar un desarrollo superior. Hablar solo por hablar, para matar el tiempo, es perjudicial en este sentido. Debe evitarse el tipo de conversación habitual, una mezcla inconexa de comentarios. Esto no significa cerrarse a la relación recíproca con el prójimo; precisamente es entonces cuando la conversación debe ser gradualmente llevada a lo verdaderamente significativo. Hay que adoptar una actitud reflexiva ante toda conversación y responder teniendo en consideración todos los aspectos. No hablar nunca sin motivo, mantente alegremente callado. Hay que tratar de no hablar ni demasiado ni muy poco. Primero hay que escuchar en silencio; y después reflexionar sobre lo que se ha dicho. Este ejercicio puede llamarse: "LA PALABRA CORRECTA".

MARTES; Las acciones externas. Estas no debería causar ninguna molestia a nuestros semejantes. Cuando una ocasión requiera la acción del propio ser interior, reflexionen cuidadosamente sobre cómo se puede buscar la ocasión mas conveniente: por el bien del conjunto, y por la felicidad duradera del hombre, por lo eterno. Cuando uno hace las cosas por su propia cuenta, por propia iniciativa: debe considerar de antemano el efecto de sus acciones. A eso se le llama: “LA ACCIÓN CORRECTA”.

MIÉRCOLES; El orden en la vida. Vivir en concordancia con la naturaleza y el espíritu. No dejarse llevar por las trivialidades externas de la vida. Evitar todo lo que traiga inquietud y prisa a la vida. No darse prisa por nada, pero tampoco ser indolente. Considerar la vida como un medio para trabajar hacia un mayor desarrollo y comportarse en consecuencia. A esto le se llama "EL PUNTO DE VISTA CORRECTO".

JUEVES; El empeño humano. Hay que tener cuidado de no hacer nada que esté más allá de nuestras capacidades, pero tampoco dejar nada sin hacer que esté a nuestro alcance. Mirar más allá de lo cotidiano, de lo momentáneo, y fijarse objetivos e ideales relacionados con los más altos deberes de un ser humano. Por ejemplo, en cuanto a los ejercicios prescritos, tratemos de desarrollarnos nosotros mismos para que luego podamos ayudar y asesorar a nuestros semejantes, aunque quizás no en el futuro inmediato. Esto se puede resumir como: "CONVERTIR EN HÁBITO LOS EJERCICIOS PRECEDENTES".

VIERNES; El empeño por aprender lo máximo posible de la vida. Nada nos pasa sin que nos sirva como una oportunidad para obtener experiencias que sean útiles para la vida. Si uno ha hecho algo mal o erroneamente, eso se convierte en un motivo para, en lo sucesivo, hacerlo de manera correcta o más perfecta. Si uno ve a otros haciendo algo, hay que observarlos con la finalidad de ver (sin embargo, no con frialdad o sin corazón). Y no debe uno hacer nada sin antes reflexionar sobre las experiencias pasadas que pueden ser de ayuda en las propias decisiones y logros. De todos se puede aprender, incluso de los niños si uno está atento. Este ejercicio se llama: "LA MEMORIA CORRECTA".

(Recordando lo aprendido de las experiencias).

RESUMEN; Sumergirnos en nuestro interior de vez en cuando, aunque solo sea durante cinco minutos diarios al mismo tiempo. Al hacerlo, debe uno tomar cuidadosamente el consejo haciéndolo nuestro, probar y formar los principios de la propia vida, reflexionar sobre el propio conocimiento, o la falta de él, sopesar nuestras obligaciones, pensar en los contenidos y el verdadero propósito de la vida, sentirse genuinamente apesadumbrado por los propios errores e imperfecciones. En una palabra: trabajar para descubrir lo esencial, lo duradero y apuntar seriamente a objetivos en consonancia: por ejemplo, las virtudes que hay que adquirir. (No caer en el error de pensar que se ha hecho algo bien, sino esforzarse aún más hacia los más altos estándares). Este ejercicio se llama: "EL EXAMEN CORRECTO".



EJERCICIO PRINCIPAL

Temprano en la mañana, inmediatamente después de despertarse, antes de que otras impresiones puedan afectar al alma, el alumno ha de entregarse a su meditación. Esforzándose por lograr la calma interior completa, lo que significa que toda la atención se retira de las impresiones que vienen del exterior y de todos los recuerdos de la vida cotidiana. También debe esforzarse por liberar el alma de todas las preocupaciones y ansiedades, que en ese momento sean susceptibles de oprimirla particularmente. Entonces comienza la meditación.
Para facilitar esa quietud interior, la conciencia debe dirigirse ante todo a una sola idea, tal vez la de "Reposo", y luego hacer que esta idea también desaparezca de la conciencia para que no quede ninguna imagen en el alma.

El contenido de las siguientes siete lineas debe vivir en el alma, con exclusión de todo lo demás.

Estas siete lineas deben mantenerse en la conciencia durante cinco minutos. Si se entrometen otras imágenes, el alumno debe volver nuevamente a esas siete lineas,
en profunda contemplación:

La Divinidad del mundo se derrama
en la más pura y deslumbrante luz.
En el más puro amor hacia todo lo que vive,
se derrama la divinidad de mi alma.
Reposo dentro de la Divinidad del mundo
Allí me encontraré,
dentro de la Divinidad del mundo.

En den reinen Strahlen des Lichtes
Erglanzt die Gottheit der Welt.
In der reinen Liebe zu allen Wesen
Erstrahlt die Gottlichkeit meiner Seele.
Ich ruhe in der Gottheit der Welt;
Ich werde mich selbst finden
In der Gottheit der Welt.

Después de practicar esto durante cinco minutos, el alumno pasa a lo siguiente: Ejercita una respiración calmada y fuerte; Después de la inhalación, exhala, con la misma calma y fuerza, para que no haya pausa entre la inhalación y la exhalación. Luego ha de contener la respiración durante un breve período, tratando sin embargo, de dejar que la respiración permanezca completamente fuera del cuerpo. Los siguientes son los períodos aproximados que hay que observar. El tiempo que se emplee para la inhalación es opcional, se puede ajustar de acuerdo con las capacidades de cada uno. La exhalación debe durar el doble que la inhalación, y contener la respiración debe durar tres veces más que la inhalación. Si, por ejemplo, se necesitan dos segundos para inhalar, se emplearan cuatro segundos para exhalar y seis segundos para contener la respiración. Esta inhalación, exhalación, contener la respiración se repite cuatro veces.

Durante la inhalación y la exhalación, la mente se vacía de todo pensamiento y toda la conciencia se centra en la respiración; pero mientras contiene la respiración la primera vez, el alumno ha de concentrarse en el punto que se encuentra entre las cejas y ligeramente por detrás, en la raíz de la nariz, dentro de la parte delantera del cerebro, mientras llena su conciencia exclusivamente con las palabras: yo soy.

Mientras contiene la respiración la segunda vez, se concentra en un punto dentro de la laringe, mientras llena su conciencia exclusivamente con la imagen: Él piensa.

Mientras contiene la respiración la tercera vez, se concentra en los dos brazos y manos. Las manos se mantienen dobladas o la derecha se coloca sobre la izquierda. Al mismo tiempo, él llena su conciencia exclusivamente con la imagen: ella siente.

Mientras contiene la respiración la cuarta vez, se concentra en toda la superficie del cuerpo; es decir, se imagina a sí mismo con la mayor claridad posible y llena su conciencia con la imagen: Él lo quiere.
Si estos ejercicios de concentración continúan vigorosamente durante varias semanas, se sentirá algo en esos puntos sobre los cuales se ha focalizado la conciencia: en la raíz de la nariz, en la laringe, una corriente en manos y brazos y en toda la superficie externa del cuerpo.
Durante la concentración sobre brazos y manos, el alumno sentirá como si una fuerza estuviera separando las manos; los deja separarse, siguiendo la línea de la fuerza, pero sin auto-sugestionarse.

El sentimiento debe venir por sí mismo. En "Él Piensa", el término "Él" significa el Pensamiento Cósmico universal que debería vivir como poder impersonal en nuestras palabras. En "Ella siente", el término "Ella" significa el Alma Cósmica; significa que debemos sentir, no personalmente sino impersonalmente, en el sentido de que el Alma Cósmica es impersonal. En "Él lo quiere", aquí el término "Él" significa Dios, dentro de cuya Voluntad instalamos todo nuestro ser. Cuando el alumno ha realizado estos cuatro ejercicios de respiración, llena su conciencia por un tiempo con una sola idea en la que está completamente absorto, de modo que durante este tiempo nada más está presente en el alma. Esta idea es: "Mi poder" o "Yo en mí" o "Yo quiero". Luego pasamos a completar la inhalación, durante cinco minutos, en nuestro propio Divino Ideal. 
Este ejercicio debe realizarse con la mayor devoción y reverencia. Toda la meditación no necesita durar más de quince minutos. En todos los períodos especificados anteriormente, no nos guiaremos por el reloj sino por nuestro sentimiento. Se debe tener cuidado de adoptar una posición del cuerpo tal que el cuerpo mismo no pueda (debido a la fatiga, por ejemplo) ser una causa de distracción. El Mantram anterior en una forma bastante más individualizada:

En la Luz más pura derramada,
brilla la Divinidad del mundo.
En el más puro éter, el fuego derrama
el elevado poder que es "el yo".
Reposo dentro del Espíritu del mundo,
Allí me encontraré para siempre,
En el Espíritu Eterno del mundo.

En den reinen Strahlen des Lichtes
Erglanzt die Gottheit der Welt.
En dem reinen Feuer des Aethers
Erstrahlt der Ichheit hohe Kraft.
Ich ruhe im Geiste der Welt,
Ich werde mich immer finden
Im ewigen Geiste der Welt.



EXPLICACIÓN DEL EJERCICIO PRINCIPAL ANTERIOR

Quien se esfuerza por el desarrollo esotérico debe, sobre todo, tener claro que ciertas fórmulas extremadamente simples ocultan una fuerza que surte efecto si estas fórmulas o frases se reavivan dentro del alma. Quien trate de entender tales frases simplemente con el intelecto, no comprende correctamente lo que esto implica. De esa manera le dirán muy poco, para empezar. Durante cierto tiempo debe llenar todo su ser interior con una frase así, vertiéndose en ella con todos la potencia de su alma. Tal frase es: "Yo soy". Todo el secreto de la existencia humana actual realmente reside en esa frase. Solo un ser en posesión de una forma externa similar a la del hombre terrenal, hoy en día es capaz de pensar, sentir e infundir voluntad en estas palabras.

La forma de tal ser debe haberse desarrollado de tal manera, que el objetivo de todas las fuerzas que trabajan en el cuerpo fuese la forma delantera de la ceja arqueada. Esta ceja arqueada y el "yo soy" van de la mano.
Anteriormente en la evolución de la forma humana, hubo una etapa en la que aún no se había proyectado hacia esa ceja. En aquél tiempo, el «yo soy» no podía ser pensado internamente, ni deseado, ni sentido.
Ahora bien, sería un error creer que la forma del cuerpo, como se ha descrito anteriormente, podría por sí misma producir el «yo soy». Este "yo soy" ya existía, solo que aún no podía expresarse dentro de una forma apropiada. Así como ahora se expresa en la forma corporal del ser humano, en un tiempo anterior, se expresaba en un mundo anímico.
Y ese mismo poder del "yo soy" es lo que, habiéndose unido en el pasado lejano con un cuerpo humano que carecía de la formación actual de las cejas, impulsó a la frente a asumir su forma actual. Por lo tanto, es hundiéndose profundamente en el «yo soy», cuando un ser humano, puede sentir dentro de sí, la fuerza que lo ha moldeado en su forma actual. Y esta fuerza es más alta que las fuerzas que, en su vida ordinaria, están activas dentro de él hoy.
Porque es la fuerza creadora del alma la que forma la naturaleza corporal partiendo del alma. Cualquiera, por lo tanto, que se incline hacia el esoterismo debe, por un corto período, vivir completamente en el "Yo soy". Debe pensar este "'yo soy", mientras que al mismo tiempo va experimentando en sí mismo algo como: "Me alegro de que yo, como ser independiente, pueda participar en el trabajo de dar forma al mundo". Y también debe experimentar algo como: "Quiero a mi propia existencia; Quiero situarme en todo el contexto del mundo".
Si concentra todo esto en un solo acto interno de conciencia, y al mismo tiempo desplaza toda la fuerza de su conciencia hacia arriba hacia la región de la frente y los miembros internos del cerebro que están debajo de ella, entonces se traslada a sí mismo, a un mundo superior donde tuvo su origen la formación de las cejas.
Sin embargo, no vaya a creer que puede alcanzar estos mundos superiores mañana por la mañana. Debe tener la paciencia para emprender esta meditación día a día, una y otra vez, durante mucho tiempo.
Si se arma de paciencia, entonces, al cabo de un tiempo, notará que le surge de dentro un pensamiento, que ya no es un mero concepto, sino un pensamiento lleno de vida y fuerza. Podrá decirse a sí mismo: "La fuerza contenida en la semilla de una planta, que la impulsa a formar los órganos de la planta, debe estar internamente viva, como este pensamiento mío''. Y pronto este pensamiento se le revelará como si irradiara luz. En esta radiación interna de luz se siente feliz, lleno de la alegría de la existencia. Se siente impregnado por un sentimiento que solo puede describirse como amor gozoso en la "existencia creadora". Y la voluntad se ve reforzada como si el pensamiento irradiara calor a través de la voluntad, llenándola de energía. Todo esto se puede sacar como consecuencia de hundirse apropiadamente en el "yo soy". Poco a poco se dará cuenta de que de esta manera nace en él, el más elevado poder intelectual, psíquico y moral, y que es llevado hacia una relación cada vez más consciente con un mundo superior. Una segunda frase de este tipo es: "Él Piensa". Este "Él Piensa" representa, de manera equivalente a la explicación dada del "Yo soy", la fuerza a través de la cual se ha desarrollado desde los mundos superiores, la forma de los órganos del habla humanos. Cuando el pensar todavía se ejercía en el mundo anímico superior, y aún no dentro de un cuerpo humano, actuaba desde ese mundo superior de tal manera que los órganos del habla que aún no existían en la forma humana se incorporaron a él.
Por lo tanto, si el alumno esotérico hace llegar su pensar, sentir y su voluntad a las profundidades del "Él Piensa", a la vez que concentra su conciencia en la zona de la laringe, surgirá en él una experiencia de la fuerza creadora de alma que, desde los mundos superiores, está manifiesta en la creación de los órganos del habla.

Si nuevamente tiene la paciencia descrita anteriormente, experimentará cómo de "Él Piensa" surgen irradiaciones que son como las armonías iniciales de la música espiritual; colmándolo de un sentimiento de devoción reverente y, al mismo tiempo, de una fuerza que le dice: "mi voluntad como hombre, aumentará gradualmente en sabiduría". Le llegará un indicio de esa fuerza que, como fuerza divino-espiritual, se esparce por el Cosmos, ordenando todas las cosas según su medida, número y peso.

Una tercera frase es "Ella siente". En tiempos aún más remotos, la fuerza de esta frase, tampoco estaba presente aún dentro del ser humano, sino que habitaba en un mundo anímico superior. Trabajando desde ese mundo superior, remodeló la forma del cuerpo humano. Hasta entonces no había diferenciación entre manos y pies; Eran órganos de movimiento con idéntica forma. Por lo tanto, el ser humano aún no había alcanzado su postura erguida. Fue un gran paso adelante en la evolución humana cuando sus órganos anteriores de movimiento se transformaron en órganos para el trabajo manual. Solo entonces fue capaz de asumir su postura erguida y así superar su naturaleza inferior, en la medida en que su mirada ahora se dirigía hacia los mundos celestiales del Espíritu.
De este modo, también, por primera vez le fue posible crear karma. Porque solo cuando un ser posee esta forma particular, es cuando sus actos pasan a ser de su propia responsabilidad individual. Así fue como los Seres Espirituales transformaron al ser humano, y así fue como la fuerza de "Ella siente", que previamente había reposado solo en ellos, fluyó hacia el cuerpo humano. Por consiguiente, si el alumno esotérico se sumerge en el "Ella siente", nuevamente tal como se ha descrito anteriormente, sentirá que se eleva a las correspondientes fuerzas creadoras de los mundos superiores. Pero junto con el "Ella siente" debe concentrar toda su conciencia en sus brazos y manos. 
Partiendo del pensamiento “Ella siente”, le será transmitida una experiencia de vida indescriptiblemente dichosa. Este sentimiento puede describirse como el del "amor en la existencia activa". De este modo, adquiere conciencia de cómo el Amor Creativo fluye a través del espacio cósmico, y por su acción derrama en todas las cosas el aliento de vida. Una cuarta frase es “Él quiere”. Mediante la fuerza de esta frase el cuerpo humano, en su conjunto, fue cuando en un pasado primitivo, se separó por primera vez de su entorno como ser independiente. Antes de que esta fuerza trabajara sobre él desde los mundos superiores, el cuerpo humano no estaba totalmente encerrado dentro de una piel externa. Las sustancias fluían hacia el cuerpo y salían de él nuevamente desde todos los lados. No tenía vida independiente, sino que estaba completamente inmerso en la vida de su entorno. En esa época, por supuesto, el ambiente era bastante diferente al de nuestro tiempo. Si el alumno esotérico ahora volviese a sumergirse con todo su pensamiento, sentimiento y voluntad en “Él quiere”, concentrando su conciencia en toda la superficie de la piel externa, se trasladaría gradualmente a las sublimes fuerzas creadoras de los “Él quiere”. Tales son las fuerzas del mundo suprasensible por las que las cosas del mundo de los sentidos tienen su forma y figura.
Si es lo suficiente resistente, el ser humano sentirá, en la experiencia profundamente interna de este pensamiento, como si se elevase por encima de toda existencia sensible y corpórea y mirase hacia el campo de la creación sensible, para trabajar en él de conformidad con los pensamientos divinos alcanzados en el mundo espiritual. 
La fuerza que procede de este pensamiento es la de verse transportado alegremente a la espiritualidad pura, obteniendo una conciencia que desde las regiones superiores le permita brindarle al mundo de los sentidos aquello que estaba necesitando. 
A medida que se sumerge profundamente en estos pensamientos que son fuerzas, el esoterista simultáneamente tendrá que enfocar la atención en su proceso de respiración y, por un corto tiempo, transformarlo de un proceso inconsciente a un acto conscientemente regulado. 
Mientras que las fuerzas que trabajan desde los mundos superiores sobre la forma humana estaban logrando la transformación indicada, estas mismas fuerzas produjeron, dentro de esta forma, el sistema de respiración actual, el sistema necesario para un ser cuyo cuerpo tiene una existencia independiente, la labor de cuyas manos es su propia responsabilidad, cuyos órganos del habla pueden causar experiencias en la vida anímica en forma de sonidos audibles externamente.
Dirigiendo la atención de esta manera al proceso respiratorio, se fomenta el ascenso a las regiones más altas de la creación del mundo. 
Si el alumno esotérico aprende gradualmente a experimentar conscientemente las fuerzas cósmicas superiores, que de hecho siempre están latentes en él, pero de las que hasta ahora no se había dado cuenta, entonces lo que ya debería haber asimilado a través del estudio cobra vida en él, comienza a brillar como una realidad perceptible. El ya debería haber adquirido el conocimiento de que el ser humano, junto con la evolución de la Tierra en su conjunto, pasó por diferentes etapas de transformación antes de que surgiera la Tierra actual. Estas etapas de transformación se llaman: la condición de Saturno, la condición del Sol, la condición de la Luna. El esoterista también tiene que adquirir el conocimiento de que en épocas posteriores hay una cierta recapitulación de las condiciones anteriores. Por lo que, las condiciones de Saturno, Sol y Luna se han recapitulado durante la evolución de la Tierra, y de tal manera que la repetición de Saturno corresponde al trabajo creativo de los 'Él quiere' en la envoltura exterior del ser humano.
La recapitulación del Sol corresponde al trabajo creativo del “Ella siente” sobre brazos y manos, y la recapitulación de la Luna al trabajo creativo del “Él Piensa” en los órganos del habla. La idea del cuerpo humano como un mero producto del mundo de los sentidos, se rechaza, y el esoterista encuentra su camino hacia la visión de esos mundos superiores de donde provienen las fuerzas que trabajan creativamente sobre el ser humano. Así, también, los conceptos básicos que se han adquirido de asuntos tales como Saturno, Sol y Luna se convierten en percepciones y experiencias reales. Y, de hecho, así debe ser cada vez más, si se ha de hallar el camino que va de lo exotérico a lo esotérico. Por supuesto, los ejercicios dados aquí deben considerarse solo como un comienzo. Sin embargo, el alumno debe trabajar enérgicamente a través de ellos, y luego llegará al punto en el que puede recibir los ejercicios adicionales a través de los cuales se despiertan fuerzas aún mayores que laten dentro de él.
El objetivo es obtener una idea de los hechos espirituales que subrayan las palabras, “Yo soy'”, “Ello Piensa”, “Ella siente”, “Él Quiere”, y sentir su conexión con los miembros del cuerpo humano, cuya forma ha surgido del mundo espiritual. Hay que añadir para mayor información, que en las palabras de poder anteriores, las tres formas ( en inglés IT-SHE-HE) están bien fundadas en la naturaleza de los mundos superiores.
Ello” es la Palabra de Poder para el Pensamiento Cósmico: es decir, para aquellos Seres del mundo superior a quienes el pensamiento creador pertenece, a semejanza de como la percepción sensorial pertenece a los seres humanos.
Ella” es la Palabra de Poder para el Alma Cósmica que origina el Sentimiento que fluye de ella, mientras que el sentimiento humano fluye hacia adentro, siendo estimulado desde afuera. Este sentimiento del alma del mundo es el amor cósmico creativo que hace que todas las cosas existan.
Él” es la Palabra de Poder para la Voluntad Cósmica, el Espíritu Cósmico cuya Voluntad actúa desde sí mismo, mientras que la voluntad humana se pone en acción a través del mundo exterior. Este 'Él' es el poder creador y arquetípico del mundo.

Traducido por Julio luelmo  Abril 2020

GA156 Dornach, 4 de octubre de 1914 -Identificación con los signos y las realidades espirituales del mundo imaginativo

   Índice

    RUDOLF STEINER. 


IDENTIFICACIÓN CON LOS SIGNOS Y LAS REALIDADES
ESPIRITUALES DEL MNDO IMAGINATIVO

 Dornach, 4 de octubre de 1914

segunda conferencia

Recordaremos de nuevo lo que les dije ayer sobre la relación real del hombre con el mundo. Dije: En realidad es maya, ilusión, suponer que como seres humanos de anímico-espirituales estamos dentro de nuestra piel, que las cosas están meramente a nuestro alrededor y llevamos sus imágenes dentro de nosotros. En realidad, como seres humanos anímico-espirituales, vivimos en las cosas mismas. No podríamos ser conscientes de ellas si nuestro organismo no reflejara nuestras experiencias. Viviendo en el mundo físico ordinario, las cosas son reflejadas por nuestro organismo físico, por su sistema sensorial, por su sistema de pensar, por su sistema de sentir, por su sistema volitivo.

La verdad, pues, es ésta: nuestro organismo es un aparato reflector. Lo que experimentamos no es producido en nosotros por nuestro organismo físico, -que es una concepción errónea del materialismo-, sino que es reflejado. Ahora bien, así como un espejo reproduce lo que se ve en él, nuestro organismo reproduce lo que experimentamos en nuestra vida anímica respecto de las cosas que nos rodean. Y el materialista que afirma que el cerebro o cualquier otro órgano produce las experiencias en nuestra vida anímica, está afirmando, con respecto a estas cosas, lo mismo que cuando alguien declara que la cara que ve cuando se mira en un espejo, no le pertenece a él, sino que ha sido producida por el espejo.

La verdad del asunto, por lo tanto, tiene que ser experimentada cuando progresamos, de la manera descrita ayer, a la etapa de la lectura oculta. Después de la debida preparación, experimentamos los seres y acontecimientos más fugaces y fluctuantes del mundo espiritual, más fugaces y fluctuantes en comparación, por supuesto, con el mundo físico. Los vemos en la medida en que los experimentamos en nuestro cuerpo astral y son reflejados por nuestro cuerpo etérico. Y experimentamos estos reflejos como imágenes.

Ayer dije que, en general, podemos considerar estas imágenes como meros signos de la realidad espiritual. Lo dejé claro al señalar que cualquiera que experimentara estas imágenes como imágenes oníricas (aunque son mucho más vivas que las imágenes oníricas ordinarias) estaría sujeto a error. Considerar estas imágenes oníricas como realidad sería como considerar la palabra BAU (edificio) no sólo como el signo del edificio, sino como la realidad misma. Debemos considerar que cuando esas imágenes fugaces y fluctuantes del mundo espiritual son reflejadas desde el exterior por nuestro cuerpo etérico, tenemos el mundo ante nosotros como un libro abierto, como un libro que se ha abierto para nosotros pero que primero debemos aprender a leer de la manera correcta. En términos generales, esto es correcto. Pero hay un principio que se aplica a las experiencias de los mundos superiores mucho, mucho más fuertemente que a las del plano físico: es el principio de que hay excepciones para todo, verdaderas excepciones. Especialmente hay excepciones en aquellas cosas de las que he estado hablando. Hay que comprenderlo. Lo que he dicho es válido en general y, si lo tenemos en cuenta, podemos orientarnos en el mundo espiritual. Pero hay excepciones y voy a explicar más concretamente hasta qué punto esto es así.

Tomaré un caso concreto. Supongamos que alguien que ha desarrollado ciertos poderes clarividentes genuinos, se esfuerza, -y esto está muy cerca del corazón de muchas personas-, por encontrar, en el mundo espiritual, a alguien que recientemente o algún tiempo antes ha atravesado la puerta de la muerte y ahora está viviendo en el mundo espiritual en la existencia que describimos como la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento.

Como subrayé ayer, tal búsqueda depende de la gracia del mundo espiritual. Es un acto de gracia por parte del mundo espiritual poder contemplar realmente al muerto que buscamos. Por regla general, en tal búsqueda, la curiosidad ciertamente no será satisfecha. Quien comenzara con la mera intención de satisfacer su curiosidad buscando a alguien que está muerto, o bien no vería nada en absoluto, o bien se expondría inevitablemente a errores de todo tipo.

Pero ahora vamos a suponer que no es así, que existe una razón importante, reconocida por los Seres del mundo espiritual, para encontrarse con los muertos. Supongamos que todo está en orden, -por utilizar una expresión trivial-, y que el encuentro con los muertos está permitido. También en este caso hablo en términos generales. No se tratará simplemente de que el clarividente en cuestión se transporte a través de la meditación al mundo espiritual y allí dirija sus deseos, sus anhelos o sus pensamientos a los muertos para que se le conceda la gracia de la visión. Embarcarse en tal empresa suponiendo de antemano que tendrá éxito, sería un error. Por regla general, ocurrirá algo muy distinto.

Tengan en cuenta que sólo se pueden describir casos especiales; no es posible dar teorías generales y abstractas cuando se habla, como estoy haciendo ahora, de un tema como éste que concierne al mundo oculto. Sólo puedo dar un ejemplo.

Supongamos, pues, que un vidente tiene un motivo justificado para entrar en contacto con alguien que está muerto y, mediante la meditación, mediante la concentración de sus pensamientos, encuentra medidas que permiten que este contacto tenga lugar. Describir el carácter de estas medidas nos llevaría hoy demasiado lejos, pero supongamos que son correctas. Si a través de la meditación y la concentración el alma se encuentra realmente en la condición en la que se puede percibir a los muertos, el vidente puede posiblemente, para empezar, -si no ha tenido ya experiencias en esta esfera-, inclinarse muy fácilmente a ver algo que no relaciona en absoluto con la manifestación de los muertos ni con nada que tenga que ver con él. Puede ver ante sí un amplio mundo de imágenes, imágenes que son mucho más vivas que las de los sueños ordinarios. Debo subrayar una vez más, porque hay muchos errores a este respecto, que este mundo de imágenes es un mundo de signos, signos del mundo superior. Es este mundo de signos el que aprendemos a comprender. Experimentamos interiormente imágenes móviles, todo tipo de sucesos que están relacionados con tal o cual personalidad. Esto se experimenta, sólo que al principio apenas hay semejanza entre lo que buscamos y las imágenes que experimentamos. Pero una cosa se revela cuando no vamos por mal camino: dentro de este mundo móvil de imágenes experimentaremos algo que parece ser el punto más esencial. En el caso de las otras imágenes, os diréis: estas imágenes contienen algo que os recuerda todo tipo de cosas que también podrían surgir de vuestra propia memoria. Aunque no recordéis esos acontecimientos reales, es posible que, al estar relacionados con lo que habéis vivido, hayan dado lugar a recuerdos entrelazados con la fantasía. Es precisamente ahora cuando el auténtico clarividente debe estar alerta y recordar que se trata de un mundo de imágenes que pueden haber sido reunidas a partir de sus recuerdos. Pero hay un punto que ningún recuerdo presenta. Por lo tanto, puede hacer una distinción precisa entre lo que podría ser el resultado de la fantasía en relación con los recuerdos y el otro elemento que está allí por sí mismo, y alrededor del cual todo lo demás se agrupa. De ese único punto ustedes saben que no es un recuerdo, que nunca podría haber entrado en un sueño en su campo de visión. Ciertamente, uno debe tener cierta práctica en distinguir las imágenes oníricas de la realidad antes de que esta diferencia pueda verse con bastante precisión. Pero llega un momento en que uno sabe que hay algo ahí.

Intentaré hablar con bastante precisión. Por regla general, esta única cosa entre las imágenes puede, en cierto sentido, parecer incluso paradójica, absurda. Es posible que algo extraño y muy curioso aparezca en una secuencia de imágenes que, por lo demás, pueden ser tan bellas, tan espléndidas, tan poderosas. El vidente se encontrará muy a menudo con que esta experiencia se le escapa de nuevo, que realmente no puede empezar a hacer nada con ella. Entonces, por supuesto, debe intentarlo una y otra vez, desde el principio. Después de haber adquirido cierta práctica en la videncia, encontrará por regla general que una y otra vez se le presenta una secuencia de imágenes de este tipo, imágenes tal vez de un tipo muy diferente, pero siempre habrá entre ellas algo que es ciertamente lo mismo que lo que anteriormente constituía el punto central de la serie de imágenes.

Ahora bien, es necesario haber alcanzado un cierto grado de videncia para tener éxito en el primer o segundo intento de hacer lo correcto con estas imágenes. Cuando las imágenes están frente a nosotros, debemos captarlas, ser completamente conscientes para que no se desvanezcan como imágenes de sueños. Debemos enfrentarnos a ellas como nos enfrentamos a algo en el mundo exterior, cuando lo tenemos en la mano y podemos decir: "Yo estoy aquí y tú estás allí". Debemos ser capaces de distinguirnos de la imagen y no ser absorbidos por ella.

Para conseguirlo, es bueno intentar deliberadamente cambiar algo en la imagen que tenemos delante. Supongamos que la imagen está delante de nosotros y que nos mantenemos conscientes de nosotros mismos, siendo capaces de distinguirnos de la imagen... supongamos que alguna personalidad entra en la imagen y nos mira con el ceño fruncido, con una expresión poco amistosa. Y ahora intentemos, permaneciendo en toda la situación y sin liberarnos de la visión clarividente, intentemos ahora sentir: ¿Cómo sería si yo fuera realmente amable con esta persona, de modo que ya no me mirara con el ceño fruncido, sino con amabilidad? Si algo cambia en el mundo de las imágenes, es más fácil mantener nuestra posición en él.
Es difícil encontrar las palabras adecuadas porque los asuntos del mundo espiritual son muy diferentes de los del mundo físico. La siguiente etapa es que debemos identificarnos con la imagen, con todas las imágenes, hundirnos en ellas, hacernos uno con ellas. Porque al hacernos uno con ellas ponemos en práctica una verdad importante, como veremos. Si se me permite utilizar aquí otra expresión trivial, tenemos que consumir espiritualmente toda esta serie de imágenes, devorarlas, tomarlas dentro de nosotros, identificarnos con ellas, hundirnos en ellas. En otras palabras, debemos darnos cuenta y saber: Ahora me he distinguido de estas imágenes, he mantenido mi posición fuera de ellas, y ahora, por mi propia voluntad, me hundo en ellas, como si saltara al agua para nadar en ella. -Y ahora viene la experiencia importante-, porque ahora experimentan en su propia alma todo lo que se expresa en esta serie de imágenes, como si una persona estuviera luchando o hiriendo a otra o siendo amable con ella. La experiencia, por lo tanto, es: Yo soy el que hiere, también el que es herido. Yo soy todo lo que hay en esta imagen. Es como si tuvieran ante ustedes una imagen, digamos, de alguien que está siendo decapitado y se experimentaran a sí mismos simultáneamente como el que está decapitando y el que está siendo decapitado. Así es como se experimentan a sí mismos en este mundo fluctuante de imágenes. Ustedes mismos son cada imagen, cada movimiento en ella. Entonces la imagen como tal, como una Imaginación, se vuelve invisible, pero las experiencias internas como tales se vuelven aún más llenas de significado. Ahora dejan de contemplar la imagen, pero viven en un mundo de ricas experiencias.

Cuando realmente logramos vivir en las imágenes, comienza el segundo acto. Pero no tiene por qué ser inmediato.

A partir de este momento, la videncia puede sufrir mucho desánimo. Puede suceder que llegue el momento en que se tome la resolución de sumergirse en las imágenes, de nadar en ellas, y ¡he aquí! que se hayan desvanecido como un sueño o como algo olvidado. Puede suceder, -pero será en el más raro de los casos-, que la experiencia de la que ahora hablaré se produzca inmediatamente. Pero lo más frecuente es que todo el episodio parezca haberse desvanecido por completo, como un sueño. Ahora bien, como auténticos clarividentes debemos darnos cuenta de que no tiene por qué ser necesariamente un hecho que se haya desvanecido por completo. La segunda experiencia, -que, como he dicho, en los casos más raros sigue inmediatamente a la primera-, puede venir mucho más tarde, puede surgir directamente de entre las experiencias diurnas o nocturnas. Porque, muy a menudo, lo que hemos consumido de este modo tarda tiempo en unirse totalmente a nosotros, en ser "digerido" totalmente por el alma. Puede llevar mucho tiempo. Pero cuando estamos suficientemente unidos a la experiencia, cuando está suficientemente digerida, llega el momento en que lo sabemos: Ahora estoy conectado con la personalidad, o más bien con la individualidad del muerto y él está enviándome sus pensamientos a mí. Ahora estoy pensando lo que el muerto está experimentando en su alma. Eso es lo que estoy pensando ahora. Estoy conectado con él; ahora me habla y yo le escucho.

En realidad, es la imagen con la que nos hemos unido o la serie de imágenes que hemos tomado dentro de nosotros y que ahora se ha convertido en una con nosotros, la que realmente escucha y capta la verdad. Por regla general, esta audición, esta audición espiritual, ya no está ligada a las imágenes, sino que es soportada por la conciencia de que el alma del vidente está conectada con los muertos y está permitiendo que los muertos le digan cosas que no pueden ser oídas por el oído físico, ni percibidas con la vista física, sino que son recibidas junto con los pensamientos. Entonces el vidente sabe: Este no es tu pensamiento; es lo que el muerto te está diciendo -.

Como pueden percatarse, es necesaria una cierta preparación para acercarse a un individuo que ha atravesado la puerta de la muerte, -una preparación que puede describirse como acabo de hacerlo. Entonces, cuando hemos alcanzado esta etapa de oír a los muertos, después de habernos identificado con la imagen, se elimina toda posibilidad de engaño. Porque la ilusión sólo podría ser como una ilusión en el plano físico si yo me encontrara con un ser humano y lo tomara por otra persona. Eso, por regla general, no ocurrirá; un ser humano es reconocido en el plano físico. Cuando encuentro a un Sr. X en el plano físico, no necesito probarme a mí mismo sobre la base de principios teóricos: Ese es el Sr. X'. El propio ser con el que me encuentro me permite reconocerlo. En cuanto estamos ante un ser del mundo espiritual, sabemos que estamos en su presencia... aunque en el mundo espiritual nos habla naturalmente de un modo espiritual, comunicándonos algo de un modo espiritual.

Lo que acabo de describirles denota la transición de los signos con tantos significados que leemos y no intentamos interpretar con el intelecto, sino que, al absorberlos, nos hacemos uno con ellos. Los "consumimos", por así decirlo. A través del proceso que se pone en marcha en el alma como resultado de habernos hecho uno con las imágenes, nos preparamos para escuchar el proceso objetivo, la realidad objetiva.

La lectura es un proceso verdaderamente vivo, en el que debe participar el alma. Se exige algo muy distinto de lo que se exige en el plano físico. Supongamos que alguien publicara un libro en el plano físico y exigiera que, para comprender el libro, primero debemos comerlo, consumirlo... Supongamos entonces que estuviéramos organizados de tal manera que pudiéramos digerir una "A" de manera diferente a un "Yo" y, a través del proceso interior, darnos cuenta de la diferencia. Si pudiéramos experimentar todo esto, entonces el proceso sería comparable con el proceso espiritual que acabamos de describir.

No podemos acercarnos a un suceso espiritual o a un ser espiritual hasta que hayamos entregado toda nuestra alma a la comprensión del suceso o del ser en cuestión. Debemos habernos hecho uno con los signos o letras del mundo espiritual. Debemos leer, y luego, mientras leemos, debemos oír espiritualmente.

Ya he dicho que esto sirve como principio general. Pero en la Ciencia Espiritual debemos hablar con bastante precisión. Digo "como principio general", porque también hay excepciones. Por ejemplo, puede suceder que algún vidente, cuando está en estado clarividente, no sólo experimente una serie de imágenes como las que he descrito, sino que realmente experimente como una imagen, como una Imaginación, algo que se parece al muerto tal como era en vida, como una figura externa. Entonces, por supuesto, el vidente puede pensar que se está enfrentando al muerto. Pero nunca puede estar seguro. Puede ser así, pero no tiene por qué estar absolutamente seguro. Para explicar este caso, permítanme de nuevo hacer una comparación. Nuestra escritura ordinaria, impresa o escrita, se compone de signos. Si escribo la palabra BAU (edificio), esta palabra en sí misma no tiene ningún parecido con un edificio. Pero no siempre fue así en la evolución de la escritura. Si nos remontamos a la antigüedad, encontramos una escritura ilustrada. Los hombres hacían dibujos que todavía se parecían a lo que pretendían representar. Y fue a partir de esta escritura pictórica como evolucionó nuestra escritura, formada por signos o letras.

Lo mismo ocurre con la clarividencia que puede surgir como resultado del desarrollo de nuestros métodos rosacruces o la clarividencia atávica, más o menos primitiva, que puede surgir como resultado de ciertas condiciones.

Así como nuestra escritura moderna de signos y letras es algo que se ha desarrollado, y la escritura pictórica es más primitiva, la clarividencia que ve inmediatamente lo que se busca, es una forma más primitiva. Es precisamente la clarividencia desarrollada la que a menudo no podrá ver inmediatamente lo que hay que ver. Con la clarividencia desarrollada las cosas serán como las he descrito. Pero también hay excepciones, como por ejemplo un hombre puede tener los poderes, sin haber entrenado su clarividencia, simplemente por la naturaleza de su organismo. En las imágenes que llegan a un clarividente natural puede haber mucha más similitud con los sucesos espirituales que en las imágenes que llegan al clarividente entrenado que tiene que pasar por todo el procedimiento que he descrito. Naturalmente, sin embargo, la clarividencia primitiva nunca puede alcanzar verdaderas Imaginaciones, nunca puede aprender nada con certeza. E incluso cuando se conocen cosas con certeza, sólo son sucesos que están relacionados con la vida terrenal.

Les pondré un ejemplo. Supongamos que alguien ha muerto y antes de su muerte puso un Testamento en alguna parte, sin poder decir a nadie dónde está. Muere. Alguna persona dotada de clarividencia primitiva, no entrenada, puede, en una especie de estado de trance, imaginativo, entrar en conexión con el muerto. Esta persona puede ser guiada por el muerto de modo que pueda descubrir realmente el lugar donde se depositó el testamento. El clarividente en cuestión puede incluso ser capaz de mostrar el lugar, el armario, por ejemplo, donde yace. Tales cosas pueden suceder, pero estos casos están siempre relacionados con el plano físico y con algo que ha sucedido en el plano físico. Pueden ser muy complicados, pero siempre están relacionados de alguna manera con la vida física.

No se llega mucho más allá en la esfera de la clarividencia primitiva. Para moverse con absoluta claridad y certeza en el mundo espiritual son necesarios los preparativos de los que he hablado.

Para que en las conferencias siguientes podamos entrar en los detalles de la lectura y audición espirituales, debo decir todavía algo más preciso sobre lo que os he dicho.

Dije que en el momento en que entramos en el mundo espiritual de la forma descrita, lo que se esconde tras la maya de la experiencia externa se convierte en una verdad. No basta con ver una imagen a través de la clarividencia y sólo verlas como vemos a los seres en el plano físico. Eso no basta. Debemos ser capaces de sumergirnos directamente en las imágenes, debemos hacer realidad que estamos en el mundo espiritual. Lo hacemos sumergiéndonos en las imágenes. Nos ponemos conscientemente en una condición en la que también estamos en otras circunstancias, pero sin saber nada de ello. Por lo tanto, si tengo esta serie de imágenes, con lo que he descrito como el punto central de ellas, debo entrar en ellas, debo consumirlas, debo estar dentro de ellas.

Lo que he descrito es una experiencia espiritual y lo que importa de una experiencia espiritual es que la comprendamos. Para comprenderla debemos ser capaces de practicar la auto-observación espiritual. Durante el proceso de sumergirnos en las imágenes, ocurre algo que sentimos: lo sentimos en nosotros mismos. Piensen... Ya les he dicho que nos volvemos conscientes de nuestra propia posición, separados de la Imaginación y entonces nos hundimos en las imágenes. Cuando todavía estamos conscientemente de pie ante ellas, la sensación es diferente de la que tenemos cuando nos hemos hundido en ellas. Intentaré describir estas dos sensaciones.

En el momento en que nos hemos hundido en ellas, sabiendo que ahora hemos hecho desaparecer esas imágenes al identificarnos con ellas, en ese momento nos embarga el sentimiento de insuficiencia con respecto a nosotros mismos. Estas cosas son difíciles de describir. El sentimiento es éste: Ahora sólo soy una parte de lo que era antes, sólo una parte".

Naturalmente, tales observaciones deben hacerse una y otra vez antes de que seamos capaces de interpretar estas cosas correctamente.

De nuevo, lo mejor es hacer una comparación. Es como si alguien tuviera una pesa de 12 kilos y luego, sin que ocurriera nada, la pesa de 12 kilos se convirtiera de repente en una pesa de sólo 1 kilo. La sensación es: "Sólo eres una doceava parte de ti mismo y las otras once doceavas partes están fuera, en el universo". Se puede expresar en un diagrama. Uno se siente en algún lugar del Universo, pero con todo su ser. Uno siente: 'Allá afuera en el Universo todavía hay once doceavas partes de mí; mi ser está distribuido'. Se puede expresar diciendo: "Yo mismo estoy en algún punto de una circunferencia y los otros once doceavos están distribuidos alrededor de esa circunferencia. Aquí estoy yo, en el punto AI y allí están los otros once doceavos".

En esta etapa nos damos cuenta de que estamos realmente dentro del Universo; nos hemos convertido en una doceava parte de nosotros mismos. Hemos dejado las otras once doceavas partes de nuestro ser en una circunferencia.

Aquí se puede utilizar la expresión oculta. Podemos decir: El hombre se convierte en un Zodíaco viviente. El hombre mismo se ha convertido en el Zodíaco. Entonces viene la audición; ésta procede del interior de ese Zodíaco. Entonces, si mantengo mi ejemplo anterior, el de hablar con uno que está muerto, el muerto está hablando desde dentro del Zodíaco.

Piensen en la diferencia entre esto y una experiencia en el mundo físico. En el mundo físico nos sentimos encerrados en nuestra piel; los objetos están fuera, y parece que entran en nosotros cuando los miramos. En la experiencia espiritual estamos fuera en algún punto, en una doceava parte del horizonte espiritual. Ahora el mundo que miramos está dentro de nuestra circunferencia. Miramos hacia dentro desde fuera; en la vida ordinaria miramos hacia fuera desde dentro. Y ahora llegan lo que parecen ser voces espirituales desde dentro, con las que los muertos nos hablan, -nos damos cuenta de ellas cuando nos acostumbramos a escuchar de otra manera, cuando aprendemos a prestar atención de otra manera. Se darán detalles más exactos - ahora sólo lo indicaré figuradamente. En esta fase podemos tener la sensación: "Soy consciente de lo que dice el muerto; habla dentro de la circunferencia. Sólo le oigo cuando mi oído espiritual está dirigido, por ejemplo, hacia el 5 (ver diagrama). Ahora deja de hablar allí, pero continúa de nuevo, y ahora sólo le oigo cuando vuelvo mi oído espiritual hacia otro punto (11) y así sucesivamente'. El conocimiento llega gradualmente cuando se distinguen siete voces, siete voces diferentes dentro de la circunferencia. Hay que distinguir siete voces. Se oyen de las formas más diversas, según el punto desde el que se escuchan. Todo lo que experimentamos aquí habla desde dentro de la circunferencia, como si de siete voces se tratara.

Ahora hemos salido a la circunferencia del Universo... todo lo que vamos a experimentar está dentro de esta circunferencia. Debemos aprender a sentirnos como una parte de esa circunferencia y, con una especie de humildad cósmica, no pretender ser más que una doceava parte de la circunferencia. Pero las otras once doceavas partes deben ser llamadas en nuestra ayuda. Debemos esforzarnos por adquirir la facultad de distinguir lo que nos habla. Debemos diferenciar de todas las maneras posibles lo que un ser puede decirnos de este modo.

También en este caso, sólo una comparación aclara las cosas. - Lo que nos habla desde esta esfera puede llamarse realmente: Vocales Espirituales. Y todo lo que nosotros mismos somos, todo lo que vive en la periferia son Consonantes Espirituales. Las consonantes y las vocales trabajan juntas; las consonantes están inmóviles cuando hemos vertido nuestro ser en doce partes en el Universo; las vocales se mueven dentro de él, llevando a la expresión lo que ha de ser expresado.



Una vez más, volveré a nuestro ejemplo. - Busco a un difunto, intento entrar en contacto con él. Me aparecen una serie de imágenes y, entre las imágenes, algo que parece paradójico, tal vez incluso absurdo. Sin embargo, me doy cuenta de que se trata de algo que no podría haberme llegado de mi propia vida anímica. Entonces consigo sumergirme en las imágenes, me hago uno con ellas. En este momento me encuentro en un punto definido - A.

Mi ser está tan sumergido en lo exterior que he liberado, por así decirlo, una doceava parte de mi ser.

Deben recordar que el lenguaje debe ser preciso cuando se habla de asuntos ocultos. Les he dicho que la serie de imágenes nos pertenece; tenemos esta serie de imágenes en nosotros mismos; las imágenes están dentro de esa doceava parte, y todo lo demás que no puede hacerse uno con estas imágenes está ahora distribuido por la periferia. En esta etapa, durante un período corto o largo, podemos realmente ser capaces de recibir la voz espiritual, la comunicación de los muertos. Entonces oímos hablar a los muertos desde la periferia que nosotros mismos hemos formado alrededor de aquello con lo que queremos relacionarnos.

¿Qué es lo que realmente se ha producido? Hemos salido de nosotros mismos, nos hemos hecho uno con el Universo, pero sólo con una parte del Universo. Por lo tanto, tenemos que convertirnos en parte del Universo, captar con todo nuestro ser aquello de lo que queremos ser conscientes. Hemos construido, por así decirlo, un aura espiritual alrededor de una parte pero no podemos construirla completamente, sólo podemos estar en un punto; tenemos que construir el aura a partir de lo que nosotros mismos no somos. 

De nuevo, repitámoslo. - Percibo una serie de imágenes. Al principio estoy fuera de estas imágenes, pero luego me sumerjo en ellas; así construyo una esfera cósmica alrededor de lo que quiero percibir; la construyo con lo que he dejado, lo que he ofrecido. Esta esfera cósmica contiene en sí, -como siete planetas-, las vocales a través de las cuales los muertos pueden hablarnos cuando nosotros mismos formamos las consonantes a través de la doceavas partes de nuestro ser.

Sólo podemos entrar en conexión con un ser del mundo espiritual envolviéndolo, abrazándolo de tal manera que este mismo acto de envoltura forme las consonantes cósmicas; el ser puede entonces anunciarse a sí mismo a nosotros en las vocales cósmicas: Las vocales cósmicas pueden entonces actuar junto con las consonantes cósmicas que nosotros mismos hemos formado. Entonces la lectura y la audición trabajan juntas. Así penetramos en una esfera particular del mundo espiritual.

Ahora, les ruego que no se dejen llevar por lo que he dicho al error de pensar que lo que he descrito tiene algo que ver con el Zodíaco físico o con los siete planetas físicos. No es así ni se pretende que así sea. Lo que ocurre es que en los doce pliegues se construye una esfera cósmica alrededor del ser que queremos encontrar. Construimos un mundo para nosotros.

Siempre que, en el plano físico, queremos conocer algo, tenemos que mirarlo desde muchos lados diferentes, desde muchos puntos de vista; tenemos que rodearlo. En el mundo espiritual esto debe hacerse realidad. No sólo debemos rodearlo con todo nuestro ser, sino que debemos dividir nuestro ser de tal modo que creemos una periferia alrededor de lo que percibimos. Cada vez que hay una percepción espiritual real, se ha creado una periferia espiritual de este tipo. Y sólo porque esos Seres Divinos que hemos aprendido a conocer como las Jerarquías superiores han hecho esto en una vasta escala, ha aparecido el Zodíaco.

Supongamos que se ha logrado lo que he descrito. - Se ha logrado la relación con alguien que está muerto. Supongamos que esta relación pudiera consolidarse, mantenerse estática... entonces esta consolidación representaría un ser humano - un ser humano espiritual, por supuesto, dividido en doce partes, doce estrellas fijas. Si aquello que se percibe pudiera consolidarse, surgiría un sistema planetario. En la medida en que los Dioses hicieron esto y lo consolidaron en un plan gigantesco, surgió nuestro sistema planetario. Mientras que nosotros, en nuestros actos individuales de clarividencia, creamos algo transitorio que naturalmente vuelve a desaparecer cuando la clarividencia termina.

Todo nuestro sistema planetario es la clarividencia consolidada de los Dioses, de las Jerarquías superiores. Por eso sólo conoceremos este mundo cuando nuestro conocimiento se base en fundamentos espirituales.

El mundo físico es algo que no es en absoluto real, es tan poco real como real es el agua de un río que fluye. Sólo lo espiritual es real. También lo es todo el sistema solar. Así, debemos aprender a conocer el sistema solar en su realidad, descifrándolo en la lectura y audición espiritual. En muchos aspectos ya lo hemos hecho.

Traducido por J.Luelmo mar2023