GA056 Berlín, el 16 de abril de 1908 - El Infierno-

 Índice

    RUDOLF STEINER. 


LA MISIÓN DE LA CIENCIA OCULTA EN NUESTROS DIAS

 Berlín, el 16 de abril de 1908

décimo cuarta conferencia

Tenemos que remontarnos muy atrás en los esfuerzos humanos por resolver los enigmas del mundo si queremos vislumbrar el origen de las dos ideas que pronto se imponen al ser humano si aborda los enigmas del mundo en un sentido más profundo, sobre todo en un sentido espiritual: las ideas del mal y del bien.

El pensamiento humano siempre intentará elevarse a las fuerzas misteriosas que causan nuestro desarrollo desde el mundo espiritual. Todo el tiempo notamos el intento en las formas más diferentes de relacionar las fuerzas benéficas y progresivas de la vida con las fuerzas destructoras, las reacias, las que se oponen. Sin embargo, el ser humano se enfrenta repetidamente a la íntima relación entre ambas fuerzas, que existe para el observador preciso a pesar del aparentemente fuerte contraste. Basta pensar en las palabras de Schiller sobre el fuego ya mencionadas en otra oportunidad:

Benévola es la fuerza del fuego
Si el hombre lo domestica y vigila,
Pues lo que construye, lo que crea,
se lo debe a este poder celestial,
Pero terrible es este poder celestial,
Si esta fuerza, despojándose de sus grilletes,
Camina por sus propios senderos
Esta libre hija de la naturaleza.

Podría decirse que en tales palabras reside la cuestión que ha de ocuparnos hoy y en la siguiente charla. La cuestión se ha revestido en distintos momentos con las palabras infierno y cielo. No hay que imaginarse en absoluto que estas palabras aparezcan donde tienen ese significado supersticioso que les añaden muchos seguidores de estas ideas, aunque tampoco son menos numerosos los que quisieran combatirlas hoy sin conocer su significado más profundo.

Si miramos sólo brevemente a nuestro alrededor, veremos que nuestra pregunta surge ya en la antigua cultura persa, donde se contraponen agudamente los reinos de las fuerzas del bien, de Ormuzd, y de las fuerzas del mal, de Ahriman. Si vemos cómo en una extraña imagen mental las fuerzas que odian, las fuerzas impeditivas se mezclan en las fuerzas ocultas que penetran en el mundo en el buen sentido y finalmente el poder de la luz sale victorioso, tenemos ante nosotros uno de los grandes escenarios en los que la imaginación humana viste nuestro problema. Desde el Tartaros griego hasta la mitología nórdica se nos presenta un reino del infierno; oímos nombres con los que se relaciona el concepto "infierno". Es esa región en la que están condenados todos los que no tuvieron una muerte honorable en el mundo físico.
Una peculiaridad puede llamarnos la atención si recordamos esta leyenda del infierno. Sigámosla exactamente, porque hay que decir desde el principio, en el vestido de la mitología se encuentra a veces una sabiduría más profunda que la que se halla con abstracciones en nuestro tiempo.
Es curioso cómo la antigua mitología nórdica deriva la condición actual del mundo de un nebuloso y frío "Niflheim", la tierra del norte que era ajena al sol según la idea germánica en la antigüedad, y de otro reino, "Muspelheim", el reino cálido. Mediante la cooperación de ambos reinos se originó la condición actual de la tierra. Del frío y nebuloso Niflheim, y no del cálido Muspelheim, se derivaron las fuerzas más importantes que sirven ahora a la humanidad. Allí se desarrollaron primero las fuerzas superiores subyacentes a la cultura actual. Sin embargo, al mismo tiempo, -y esto es lo extraño que toca nuestra pregunta de manera milagrosa-, se nos dice que Hel que recibe a los muertos indignos es exiliado por los dioses a este hogar nebuloso donde llegan los que murieron de muerte no honorable. Es extraño que el reino y las fuerzas del ascenso se junten con el lugar y la personalidad que representa la fuerza de la muerte, de la decadencia.

Acercándonos a nuestros tiempos, encontramos a quienes se hacen la imagen mental de un mundo en el que se concentra el mal y quieren explicar nuestra existencia desde las profundidades de la existencia del mundo. ¡Cuán magnífica y grandemente describe Dante este mundo inmediatamente al comienzo de su sobrecogedor poema que muestra la purificación y el desarrollo del ser humano hacia los mundos espirituales superiores! También cuando Goethe escribió su Fausto, se instó a un poeta a tomar estas imágenes mentales para mostrar las fuerzas que viven en el alma humana. De ahí que contrapusiera lo que debía conducir a Fausto a las potencias luminosas con el representante de las potencias infernales, con Mefistófeles.

En el Fausto de Goethe se pueden encontrar muchas observaciones importantes que describen la peculiar relación de Fausto con Mefistófeles y de ambos con la existencia del mundo. Me gustaría mencionar dos de ellas en este contexto en el que Goethe pone ambos conceptos extrañamente uno al lado del otro y en cierto modo recuerda a la leyenda nórdica. La primera cita es aquella en la que Mefistófeles es llamado "una parte de esa fuerza que, queriendo siempre el mal, produce siempre el bien". En una coherencia muy íntima con toda la existencia del mundo, se ponen ahí los conceptos del bien y del mal. Y no debe dejar de mencionarse otra cita de Goethe que por un lado nos conduce profundamente al alma de Goethe, por otro lado, sin embargo, también bastante profundamente a nuestro problema; pues trata de toda la relación de las fuerzas buenas en Fausto con aquello que Mefisto, el maligno, quiere alcanzar con él. Muy típicamente, Goethe deja que Fausto diga las palabras cuando debe hacer el pacto con Mefisto que determina bajo qué condiciones pertenece a Mefisto:

Si alguna vez dijera a cualquier momento:
Quédate, eres tan hermosa.
Entonces puedes ponerme tus grilletes,
entonces con gusto seré destruido.
Entonces pueden tocar la campana que pasa,
tus obligaciones terminarán...
el reloj puede detenerse, su mano puede caer,
y se acabe para mí el tiempo.

(Versos 1699-1706)

"Si alguna vez dijera a algún momento: Quédate - ¡eres tan bella!" es una expresión con la que Goethe nos hace comprensible que Mefistófeles no lo ha entendido en su totalidad. Sin embargo, Fausto sabe que sólo puede enamorarse de los poderes infernales si se encuentra en situación de decir al momento: "¡Quédate - eres tan justo!"

Quiero poner esto al principio de nuestra consideración de hoy porque puede mostrar en qué dirección se vuelve lo que hoy nos ocupa, por un lado, desde el mundo de las leyendas, por otro lado, desde un profundo pensamiento humano, revestido de un ropaje poético. En efecto, quienes hoy creen poder construir toda una cosmovisión a partir de algunos conceptos desmenuzados del mundo material, se aprestan muy fácilmente con los conceptos infierno y cielo. No les importa lo que hemos puesto ahora a la cabeza de nuestra consideración. Uno simplemente dice, sólo tenemos que retroceder en el camino de desarrollo de las diferentes religiones y cosmovisiones infantiles. Entonces nos damos cuenta de que los pueblos o algunos seres humanos inventaron algo en su miseria que se denomina cielo e infierno, en parte para consolar a los pueblos por el dolor que sufren en la tierra, en parte para animarles por el miedo al infierno a transformar sus deseos egoístas en el bien.

Quien habla así no sabe nada de los verdaderos motivos por los que se introdujeron ideas como el cielo y el infierno en las almas y los corazones de los seres humanos.

Hoy buscamos una respuesta a esta pregunta no en cualquier observación accidental, en cualquier imagen, juicio y conclusión, sino que queremos obtener imágenes mentales de lo que hay que decir sobre esta cuestión.

Recordamos la conferencia sobre el tema "El hombre, la mujer y el niño". Podríamos hablar allí del gran desarrollo del ser humano en la tierra e impartir conocimiento de varias fuerzas que están activas en la evolución humana. Si observamos este desarrollo humano en el sentido de la ciencia espiritual, entonces tomamos el camino para alcanzar una relación con él como el observador científico-espiritual mira al niño en crecimiento que se acerca a nosotros desde los primeros momentos de su vida y desarrolla sus fuerzas y habilidades cada vez más.
Quien, con la vista aguzada por la ciencia espiritual, observa a este ser humano en crecimiento, ve cómo las capacidades del niño se desarrollan a partir de los rudimentos de un modo encantador. Una ciencia de mentalidad materialista querría hacernos creer que lo que gradualmente se abre camino de forma tan atractiva debe retrotraerse a los atributos meramente heredados de los padres, abuelos u otros antepasados. La palabra "herencia" juega un gran papel en esta cuestión en la actualidad. A menudo he llamado su atención sobre el hecho de que la ciencia espiritual tiene que jugar un papel que antes de no mucho tiempo, -300 años no han pasado todavía-, jugó un gran científico, el naturalista italiano Francesco Redi (1626-1697). Él pronunció por primera vez algo que hoy es propiedad común de cualquier conocimiento no profesional y académico. En su época, no sólo era una fe no profesional, sino también la fe de todos los naturalistas que de algo inerte, del lodo del río, pueden originarse no sólo seres animales inferiores, sino también lombrices de tierra, peces. Hoy se cree que se trata sólo de prejuicios religiosos, que impidieron al ser humano reconducir todas las cosas a un orden mundial totalmente mecánico. Sin embargo, no sólo los pocos eruditos mundanos que vivían en aquella época suponían que a partir de algo inanimado podía originarse la vida, sino que también San Agustín representaba este punto de vista. De este hecho se deduce que no contradecía en absoluto la piedad de San Agustín representar tal concepción.
Pero, ¿qué es lo que contradice tal suposición? Una verdadera observación exterior e interior adentrándose en las profundidades de la existencia cósmica, experiencia física y no sobrenatural de las cosas.. Las experiencias físicas y no sobrenatural forzaron la cita sobre los seres humanos gradualmente que entonces Redi hizo: la vida puede originarse sólo de la vida.

La ciencia espiritual moderna se encuentra hoy en la misma posición en la que se encontraba en aquellos días el naturalista Redi, que escapó por los pelos del destino de Giordano Bruno (1544-1600, monje y filósofo italiano, quemado en la hoguera). La sentencia, que hoy se niega, se aplica al ámbito espiritual: lo espiritual sólo puede originarse en lo espiritual. - No podemos reconducir a procesos físicos lo que vemos desarrollarse primero a partir de las disposiciones del embrión. Lo reconducimos a lo espiritual como reconducimos la vida a la vida. Entonces lo espiritual nos devuelve a lo espiritual-mental. Si vemos este espiritual-mental revestido, por así decirlo, de aquellos atributos relacionados con el físico o las otras cubiertas del ser humano, entonces sólo reconducimos este físico a toda la línea de herencia que colorea y matiza las capacidades y peculiaridades espirituales-mentales. Si se quiere llamar nuestra atención repetidamente sobre la forma en que las cualidades se suman en la línea de herencia gradualmente que aparecen entonces por último con un descendiente, no nos sorprende en absoluto desde el punto de vista de la ciencia espiritual. Para nosotros es algo natural que en los cuerpos en los que aparece el germen espiritual aparezcan los atributos de la herencia física. Pues, ¿Cómo vemos esta herencia física? Elegimos el siguiente ejemplo:
Tomamos una semilla de planta y la depositamos en tierra fértil con todo tipo de sustancias que pueden dotar a la planta de abundancia. Y luego depositamos la misma semilla en otra tierra que sólo contiene escasas sustancias que la planta necesita. Las plantas llevan en sí las cualidades de la tierra de la que brotaron. Así vemos a la planta desplegando lo que es su propio origen más profundo, su germen vegetal, y por otro lado vemos lo que desarrolla y despliega este germen vegetal, en el que está envuelto, lo que está como adherido y relleno de la tierra y el suelo del que ha brotado la planta. Y así el ser humano, como la planta de una planta anterior, ha brotado de un alma espiritual del pasado. Ha crecido en un suelo que fue preparado en la línea de la herencia, y este germen de alma espiritual también contiene cualidades que trae consigo del suelo de la línea de la herencia. No nos sorprende que todo el proceso sea así, y que se presente al observador externo y físico del mundo de tal manera que pueda caer en los errores aludidos. Cuando se dice que hay que observar cómo se suman las cualidades de los antepasados en una personalidad especialmente dotada y que un músico procede de una familia de músicos y un matemático de una familia de matemáticos, el científico espiritual no tiene por qué negar estas cosas ni presentarlas bajo una luz diferente. Para la ciencia espiritual, la situación es la siguiente: 
Hay largos periodos de tiempo en los que lo que es nuestra alma espiritual emerge una y otra vez. En la investigación espiritual hablamos de vidas terrenales repetidas diciendo que lo que es la existencia del alma espiritual en nosotros nos remite a vidas anteriores en las que se pusieron los gérmenes espirituales para la vida presente. Todo lo que ahora contenemos, y lo que ahora alcanzamos, se desplegará y hará su trabajo en el tiempo futuro. Este germen espiritual no tiene nada que ver con lo que se reproduce en la línea física. Cuando el ser humano viene a la existencia, este germen espiritual-anímico entra en el cuerpo físico, y este cuerpo físico, que habita, es construido por las fuerzas que se heredan en la familia. De este modo, se construye realmente en el hombre una dualidad, una de las cuales, el alma espiritual, se remonta a una línea de evolución meramente espiritual, mientras que la otra, la física, debe remontarse a la línea de evolución hereditaria. La herencia y la reencarnación son las dos cosas que juegan entre sí aquí, lo cual es bastante obvio a partir de cualquier observación sensata. Pero vean -se dice entonces- que en un antepasado están presentes estas cualidades y en el otro aquellas otras. Al final estas cualidades se reúnen y se convierten en un Goethe o un Beethoven. Y normalmente los genios aparecen al final de una larga línea.
Veamos esta frase: El genio aparece al final de una serie generacional.  - Es extraño que el genio se atribuya a la herencia porque tiene un cuerpo organizado para el genio.
Si los BernoulH se convierten siempre en matemáticos, está claro que necesitan cuerpos especiales para ello. No es maravilloso que cuando el germen espiritual-anímico se sumerge en lo que es el linaje hereditario, en lo que es el substrato para la cabeza matemática, traiga también consigo estas cualidades. ¿O acaso es de extrañar que quien entra en el agua salga mojado? Así que también es natural que cuando alguien nace de una familia, lleve consigo las cualidades de la familia. 
Lo que puede significar realmente la frase anterior, entonces, es algo evidente, algo fundamentalmente trivial. ¿Pero cómo habría que demostrar que el genio en sí es hereditario? ¡Por el hecho de que se encuentra al principio y no al final de una serie de generaciones! Si está al final, ¡eso es prueba de que las cualidades mismas del genio no son hereditarias! Es una extraña manera de razonar cuando se dice que uno puede ver que las cualidades son hereditarias, y cuando se hace la afirmación de que el genio se encuentra al final de una serie.  La sana lógica sólo puede decir que el genio, al reencarnarse, no puede heredar cualidades espirituales, pues de lo contrario tendría que situarse al principio de la serie de generaciones. Llegamos a dos líneas de desarrollo, una espiritual y otra física. Si no aceptamos esto, no podemos llevarnos bien con la sana lógica.
Vemos a un niño que ha vivido otra vida siglos atrás desplegar y utilizar las cualidades que ahora se le presentan. Así es como vemos al niño que entra en la vida. ¿Y cómo vemos al ser humano saliendo de la vida? Ya nos hemos referido a ello. Consideremos ahora los acontecimientos que tienen lugar cuando lo que ha entrado en la existencia física a través del nacimiento, sale de nuevo de la vida atravesando la puerta de la muerte.
Aquí no sólo debemos considerar la muerte, sino algo que ya consideramos en la última observación, el estado alternante de sueño y vigilia, y los estados alternantes de vida y muerte.
Sabemos por la última observación que cuando el hombre se hunde por la noche en lo que se llama dormir sin sueños, ciertos miembros de su ser se separan de lo que llamamos el verdadero ser interior humano, el ser más íntimo, la esencia del hombre.
En tal ser humano dormido distinguimos, en el sentido de la ciencia espiritual, lo que yace en la cama, por así decirlo, de este núcleo del ser. En la cama yace el cuerpo físico, que en la muerte es entregado a los elementos de la tierra. Pero cuando el ser humano yace en la cama, el cuerpo físico no es como es cuando se entrega a la tierra. El cuerpo físico sigue impregnado por el cuerpo etérico o vital.
El cuerpo físico está vivo, las funciones vitales se mantienen, de modo que el cuerpo físico y el cuerpo etérico o vital yacen en la cama. En primer lugar encontramos al portador del placer y del sufrimiento, de la alegría y del dolor y de todas las sensaciones que suben y bajan durante el día: Calor y frío, olor y sabor, el portador de toda la vida del pensamiento y la imaginación, empezando por los instintos y las pasiones y terminando con los ideales morales. esto es lo que se hunde en una oscuridad indefinida cuando nos dormimos. Pero esto es también lo que vuelve a estar ahí por la mañana como un torrente de luz. Es la luz de la conciencia.
Hay algo más que debemos distinguir precisamente dentro de lo que se eleva fuera del cuerpo humano, tanto el cuerpo físico como el etérico en la noche: es la autoconciencia humana y su portador, el yo humano. Al portador del deseo y el sufrimiento, de los instintos y las pasiones, de las sensaciones sensuales que suben y bajan, lo llamamos cuerpo astral, y al portador de la autoconciencia, el cuarto miembro del ser humano, el yo. Estos dos miembros, el portador del yo y el portador del placer y del dolor, se desprenden del cuerpo físico y etérico durante el dormir sin sueños.
Ahora bien, ¿por qué no se puede percibir en ese mundo? Hemos encontrado la respuesta a estas preguntas en nuestras conferencias porque, tal como está ahora el desarrollo del hombre, el yo y el cuerpo astral del hombre no tienen órganos. El hombre percibe su entorno físico por tener órganos, ojos y oídos. Sólo por la mañana, cuando el yo y el cuerpo astral están inmersos en el cuerpo físico y utilizan estos órganos, el ser humano percibe el entorno. Así que tenemos un ser de cuatro miembros: un cuerpo físico, un cuerpo etérico, un cuerpo astral y un cuerpo del yo. - Esta es la esencia de los estados alternos de vigilia y sueño.
Ahora, sin embargo, visualicemos el momento de la muerte. Podemos hacerlo refiriéndonos a lo que está disponible como un hecho para tal hombre que ha aplicado los métodos de iniciación a sí mismo y ha aprendido a usar los sentidos superiores que yacen latentes en el hombre. Pero incluso la lógica ordinaria puede ver esto, porque estos hechos están revestidos de tal manera que pueden mostrarnos el camino del hombre a través de la muerte. En la muerte ocurre algo que durante toda la vida entre el nacimiento y la muerte sólo se produce en casos excepcionales. Durante toda la vida el cuerpo etérico permanece unido al cuerpo físico. Sólo en el momento de la muerte se separa de él, con lo que el cuerpo físico se convierte en cadáver. Ahora sigue a las fuerzas meramente físico-químicas de las que se separó entre el nacimiento y la muerte a través de la morada del cuerpo etérico. Este cuerpo etérico, como se ha dicho a menudo, es un fiel luchador durante toda la vida contra la decadencia del cuerpo físico; porque el cuerpo físico tiene dentro de sí las fuerzas químicas y físicas. Esto se hace evidente cuando se le deja solo después de la muerte: se descompone, es una mezcla imposible. El cuerpo etérico se separa del cuerpo físico y permanece durante un tiempo junto con el cuerpo astral y el yo.
Este vínculo es de gran importancia. Ahora, en este momento de la muerte, aparece ante el ser humano un amplio cuadro-memoria de la vida hasta ahora vivida entre el nacimiento y la muerte. Es como si un enorme panorama de esta vida que hemos vivido estuviera ante nuestra alma. Esta visión, este panorama de la memoria, va acompañado de un sentimiento de expansión, de que el ser humano se engrandece. Es como si el ser humano se expandiera y en el interior, como en un panorama maravilloso, aparecieran las imágenes de la vida pasada.
¿De dónde viene esto? Viene del hecho de que el cuerpo etérico es el portador de la memoria. Mientras está en el cuerpo físico, está ligado al cuerpo físico, y sólo puede examinar lo que ha experimentado en el cuerpo físico entre el nacimiento y la muerte. El cuerpo físico es un obstáculo. Debido a que el cuerpo etérico es un portador puro y sin nubes de la memoria, es por lo que después de la muerte todo el pasado aparece en una sola imagen. Las personas que estuvieron cerca de la muerte en un ahogamiento o en un derrumbe y recibieron un shock recuerdan que en un momento toda su vida se presentó ante su alma. Podría contarles mucho sobre esto, pero sólo quiero mencionar lo que está escrito en un libro al que me he referido antes. El antropólogo criminalista Moritz Benedikt, un hombre que consideraría todo lo demás que se ha dicho aquí un completo disparate y una fantasía -pero eso no importa-, nos cuenta que cuando una vez estuvo a punto de ahogarse, toda su vida se puso delante de su alma como un gran cuadro. ¿Qué ocurre en un caso así? Se produce un desprendimiento espontáneo entre el cuerpo físico y el cuerpo etérico, que se anula inmediatamente. El resultado es que el contenido de la memoria de toda la vida se presenta ante el alma humana durante muy poco tiempo. 
Así, al principio, esta imagen de la memoria se presenta ante el alma del hombre. Luego llega el momento en que el cuerpo etérico se separa de nuevo del cuerpo astral y del yo.
Pero un resto del cuerpo etérico permanece ligado al ser humano, algo que se podría llamar el extracto de la última vida, algo así como un breve extracto.
Piensa en este corto extracto, esta esencia de vida, como si pudieras resumir ingeniosamente el contenido de un grueso libro en una página, pero de tal manera que un ser humano pudiera reconstruir el contenido del libro a partir de este extracto. Algo así como esa esencia vital se incorpora al ser humano para todo el futuro, después de que haya desechado lo que no puede utilizar para su evolución ulterior. Recordemos esto en particular. Lo que se incorpora al ser humano para su evolución futura es el fruto de la última vida. Cada vida forma algo así como una hoja en el gran libro de la vida, y todas nuestras vidas en la tierra están inscritas con una hoja así. Se incorporan a nuestro ser.
Llevamos tal fruto de una vida con nosotros a todas las vidas futuras. venideras. Este fruto tiene un gran significado para el desarrollo ulterior del ser humano. 
Pero antes de que podamos adentrarnos en el significado de este extracto de la vida, debemos echar un vistazo más de cerca al curso ulterior del ser humano después de la muerte. Después de un tiempo muy corto de esta panorámica de la vida, transcurre otro tiempo para el ser humano después de la muerte, que podemos caracterizar de la siguiente manera. Ahora el hombre tiene su yo, su cuerpo astral y este extracto del que acabo de hablar. Consideremos ahora cómo puede funcionar el cuerpo astral, portador de pulsiones, deseos y pasiones. Podemos formarnos una idea de este funcionamiento del cuerpo astral a partir de consideraciones lógicas. Tomemos una de las experiencias ordinarias, la experiencia de un gourmet que disfruta de una deliciosa comida. ¿Cómo se produce este disfrute?
Sería fácil atribuirlo únicamente al cuerpo físico. Pero eso sería absurdo. No es el cuerpo físico sino el cuerpo astral el portador de los deseos, del placer y del sufrimiento. El cuerpo astral tiene el placer, y es también el cuerpo astral el que desarrolla el deseo por la comida deliciosa. 
El cuerpo físico es un aparato de sustancias físicas, de fuerzas físicas y químicas. Él proporciona las herramientas para que el cuerpo astral satisfaga estos deseos. Este es el vínculo que existe en la vida entre el cuerpo astral y el cuerpo físico. El cuerpo astral clama por la satisfacción de sus deseos, y el cuerpo físico le suministra las herramientas, el paladar, la lengua, etc., por medio de las cuales puede satisfacer sus deseos. ¿Qué ocurre ahora en la muerte? El cuerpo físico es desechado y con él todos los instrumentos de disfrute. El cuerpo astral, sin embargo, sigue allí, y es fácil ver que este cuerpo astral no desecha tan fácilmente su ansia de placer, sus deseos, cuando se le quita el instrumento físico. Después de la muerte, el cuerpo astral conserva el deseo, la adicción, aunque carezca del instrumento físico mediante el cual puede ser satisfecho. Así, el cuerpo astral desarrolla el ansia por la comida deliciosa, etc., pero carece del paladar. O es como cuando un hombre que sufre sed ardiente se encuentra en un ambiente que no tiene agua ni de lejos.
Por ninguna otra razón se encuentra en la imposibilidad de satisfacer el deseo después de la muerte salvo porque no tiene órganos para ello. Así que sufre dolor por el deseo hasta que, al no satisfacerlo, lo ha erradicado de raíz.
Este es el tiempo que el hombre tiene que pasar después de la muerte en el llamado Kamaloka. Kama significa deseo, Loka significa lugar. Es un símbolo. El tiempo de sufrimiento cesa sólo cuando el hombre ha erradicado el deseo y la adicción, que están arraigados en el cuerpo astral y sólo pueden satisfacerse en el mundo físico. Es un tiempo de desapego, de purificación. 
Pero si ahora nos preguntamos si este tiempo de purificación no puede darse en todos los grados posibles, debemos responder: ¡Sí! - Tomemos a dos personas, una que está completamente absorbida por los placeres sensuales, cuya vida está llena desde la mañana hasta la noche de toda clase de placeres que sólo pueden obtenerse en el mundo físico, donde dispone de los instrumentos para su satisfacción. Identifica todo su ser interior con lo que es su cuerpo físico. Una persona que se identifica de este modo con el cuerpo físico tendrá una existencia más difícil después de la muerte que otra que ya en esta vida ve a través de las cosas sensuales lo que es extrasensorial, espiritual-anímico. Tomemos, por ejemplo, al observador de un bello paisaje o de una obra musical. En la cosa más pequeña, más insignificante, el hombre puede ver una manifestación del espíritu. A uno le gusta elegir como ejemplo un hermoso paisaje o una buena pieza musical, porque es más fácil ilustrar el asunto. Quien oye en las armonías y melodías de una obra musical los enigmas de lo eterno en el mundo, quien puede dejar que las armonías y relaciones espirituales actúen sobre su alma en el bello paisaje, se arrebata a sí mismo como ser anímico-espiritual ya en esta vida entre el nacimiento y la muerte de lo que está ligado a lo físico. Y lo que así resplandece a través de lo físico, lo que así se siente resonar a través de lo físico, es una posesión que permanece con nosotros y por la que no tenemos que pasar por ninguna purificación, ninguna retirada; pues lo que se desprende de nosotros no es más que el ropaje exterior.  Piensa por un momento en lo más íntimo de tu ser cómo algo que es puramente espiritual se manifiesta en la obra musical. No difiere de las manifestaciones sensuales en que está oculto en ellas y penetra en ti a través de los medios de la manifestación sensual.
Esto es algo que pertenece al espíritu, al alma, y de lo que el ser humano no necesita desprenderse después de la muerte.
Así que ya ves que hay grados de lo que hay que soportar, y estos grados dependen de lo fuertemente que el ser humano se haya identificado con lo que sólo puede experimentar y disfrutar a través de sus órganos en el mundo físico.
Ahora existe, por así decirlo, una perspectiva que no tiene por qué ser una realidad inmediata para el ser humano actual, porque no hay nadie con quien las condiciones se ajusten completamente a esta perspectiva. Sin embargo, existe. Tomemos un ser humano que entrega su yo completamente a lo que sólo el cuerpo físico y sus órganos en conexión con el mundo exterior físico pueden disfrutar y que no tiene interés en nada que forme la base como contenido anímico-espiritual de este mundo exterior sensual. Brevemente, tomemos a un ser humano que sólo mira la tierra y se identifica sólo con aquello que forma su cuerpo. ¿Cuál será el resultado? Podemos reconocerlo si investigamos los enigmas del ser humano con mayor exactitud.

Tenemos que adherirnos si queremos hacer esto a aquello que el ser humano toma como esencia vital de su cuerpo etérico. ¿Qué se origina de esta esencia vital? A partir de este fruto de la vida precedente, el ser humano construye su siguiente encarnación, el cuerpo de su siguiente vida. Para ello, lo que el ser humano desarrolla gradualmente es un producto de la herencia. Sin embargo, este producto de la herencia es elástico en cierto modo.

El ser humano no puede construirse sólo con los atributos de la herencia, sino -como en una corporeidad elástica- que trabaja y teje lo que ha traído de vidas anteriores. Así, vemos los frutos incorporados de la vida anterior y de todas las vidas anteriores en el ser humano, excepto los atributos heredados. Si nos preguntamos, ¿Qué implica esto si el ser humano vive de encarnación en encarnación de tal manera? Entonces podemos decir que es el camino de la perfección por las vidas terrenas. El ser humano entró en su primera vida con fuerzas que eran primitivas en relación con las fuerzas que trabajan con la mayoría de los seres humanos hoy en día. Cuando entró en su primera encarnación, tenía poco poder mental mediante el cual podía dirigir lo mental a los cuerpos físico y etérico. Entonces disfrutó de los frutos de la primera vida, tomó los frutos de la primera vida y el resultado de ello fue que la siguiente vida pudo convertirse en una vida más perfecta. Como el ser humano puede añadir las experiencias de las vidas siguientes a las de la primera vida, crea una existencia terrestre armoniosa, cada vez más perfecta y autosuficiente. Toda nueva vida se nos presenta en un nivel superior. Sin embargo, se ven dos fuerzas que actúan la una sobre la otra. Ves, después de que el ser humano ha pasado la puerta de la muerte, la esencia vital, las fuerzas de la vida anterior que se conservan para el futuro, las fuerzas que pueden hacer al ser humano cada vez más perfecto. Así, el poder del ser humano aumenta de vida en vida.
Sin embargo, cuando el yo abandona el cuerpo físico, se ven las fuerzas que lo encadenan repetidamente a la existencia física pasada. En efecto, después de la muerte, la existencia humana se compone de fuerzas de avance y de fuerzas retardadoras.

Ahora mira de nuevo brevemente estas fuerzas retardadoras de las que hemos hablado, de las que el ser humano debe desprenderse de raíz después de la muerte. Si no se añadiera nada más, el ser humano sólo dispondría de las fuerzas fértiles de su vida pasada para la existencia futura. En efecto, el ser humano rompe con todo aquello que le encadena, por así decirlo, a las vidas anteriores, rompe con todos los deseos. Sin embargo, no puede romper con una sola cosa. Le queda un resto. Este resto se prepara entre el nacimiento y la muerte. No existe cuando el ser humano entra en la vida. Después de entrar en la vida, crece en el mundo físico, y su adhesión al deseo del mundo físico es algo que el ser humano causa sólo en el curso de esta vida que sólo esboza en su ser. Ahora podemos formarnos la imagen mental de que lo que el ser humano atrae gradualmente en su ser es algo que no contribuye a su desarrollo ulterior que haría este desarrollo ulterior incluso imposible si estuviera expuesto únicamente a estas fuerzas. Porque trae todo esto a su vida y porque tiene la posibilidad de ser absorbido por la vida, es la vida misma entre el nacimiento y la muerte la que trae las fuerzas inhibidoras al ser humano. Por un lado, nos da experiencia vital, que nos llevamos como fruto, y por otro, nos forja junto con el mundo físico, que luego llevamos dentro continuamente. Es lo que, por una parte, quiere elevarnos más allá de la corporeidad y, por otra, nos trae una y otra vez a este mundo, hasta que estemos tan avanzados que hayamos superado por completo todo lo que nos une al mundo físico al final de nuestra existencia. Así pues, el hombre tiene constantemente en su interior una fuerza que le hace avanzar, y otra que es una fuerza inhibidora, retardadora. Vemos la existencia humana como compuesta de estas dos fuerzas, una fuerza que nos hace avanzar y una fuerza inhibidora. 
Se puede ver en detalle cómo interactúan estas fuerzas que avanzan y las que se retrasan.
Tomemos de la vida ordinaria, lo aparentemente físico, el ojo del hombre. El ojo está, como dice Goethe, "formado a la luz para la luz". Si no tuviéramos ojo, no veríamos la luz.
Pero si no existiera la luz, tampoco existiría el ojo. Es la luz la que ha desarrollado el ojo. Al crear el ojo, la luz crea al mismo tiempo una inhibición del desarrollo y de la corriente de desarrollo que lo precedió. En un pasado tenue y lejano, la luz tuvo un efecto sobre el cuerpo humano, y este ojo fue extraído de él.
Para ello, primero tuvo que inhibir la fuerza que de otro modo habría sido la fuerza vital que brotaba en otra dirección.  Después de que las otras fuerzas hayan actuado durante mucho tiempo, el ojo sólo estará maduro para convertirse en un órgano que haga avanzar de nuevo el desarrollo. Así que ves en este ejemplo que las inhibiciones, las fuerzas repulsivas, son esencialmente necesarias. 
Ahora vemos cuán maravillosamente sabiamente está dispuesto en esta vida humana, en que por un lado está la fuerza de empuje hacia adelante de la evolución, y por el otro lado las fuerzas de retroceso. Son estas fuerzas de repulsión las que forjan al hombre junto con el mundo físico, las que le proporcionan en el mundo físico entre el nacimiento y la muerte los órganos a través de los cuales adquiere de nuevo el poder para el progreso.
Si no existieran las fuerzas de restricción, el hombre no entraría en la vida entre el nacimiento y la muerte, y no crecería en las envolturas a través de las cuales se le aparece lo anímico espiritual. Ahora trabaja a través de la vida que se crea a partir de las fuerzas inhibidoras. Así el hombre debe los frutos del progreso a las fuerzas inhibidoras. 
Esto oculta un gran enigma, que en la vida las fuerzas progresivas deben trabajar junto con las inhibidoras. Ahora puede suceder que el ser humano en su ser mantenga el equilibrio entre las fuerzas progresivas y las inhibidoras, o que en una vida se una completamente con las fuerzas inhibidoras, que una vez crezca completamente junto con las fuerzas que sólo se producen en el cuerpo físico como medio de progreso, pero no las considere como un medio, sino como un fin en sí mismas, como algo para sí mismas. En este caso, el alma espiritual del hombre se arrancaría a sí misma de todo progreso.
Se caería y lo que sería el tiempo Kamaloka, el tiempo del acostumbramiento, de la purificación, que consiste en que el ser humano se desprenda de lo que le conecta en pequeño con el mundo físico, este tiempo se convertiría en algo absoluto. Ese es el extremo que tenemos ante nosotros.
Pero puesto que el hombre nunca crece enteramente junto con el "mundo" sensual, puesto que es capaz de retirarse de esta perspectiva exterior en su alma, en su ser interior, escapará de lo exterior. Pero si él fuera de tal manera que su interés nunca se adhiriera a lo que brilla como alma espiritual - que está allí como una perspectiva, pero no se alcanza en esta vida - entonces esto se forzaría en las fuerzas de trabajo de la vida y estaría de tal manera que el ser humano se apartaría de todo lo anímico-espiritual a través de su crecimiento junto con el mundo físico-sensual. Supongamos este caso. Ahora el hombre debe ser transferido al mundo anímico-espiritual después de la muerte. No lleva consigo para el mundo anímico-espiritual nada más que un invencible apego, un invencible apego por y con el mundo físico-sensual. Esta imagen de la memoria se aferra ahora a él y le pesa como un peso de plomo.
La materia endurecida, transpuesta a lo espiritual, arrastra al ser humano al mundo espiritual. Está inseparablemente conectado con las fuerzas que detienen e inhiben todo desarrollo y toda evolución. Este es el pensamiento de la existencia infernal. Por lo tanto, en la última perspectiva, el tiempo de purificación se expande hasta ese estado en el que, carente de comprensión del mundo anímico espiritual, el yo se ha apegado a lo puramente físico-sensual y no lleva consigo nada más que la comprensión de lo físico-sensual. Esta comprensión de lo físico-sensual es la agonía del infierno en lo espiritual, aunque tal vez sea un goce sensual infinitamente satisfactorio en la existencia sensual. 
Y ahora tratemos de comprender las palabras de Fausto antes mencionadas. Si el Enviador del Infierno lo quiere, ¿Qué debe lograrse? Debe lograrse que Fausto no succione de los momentos de existencia corporal el germen de un desarrollo ulterior, sino que debe comerse a estos momentos de existencia corporal de tal modo que quiera retenerlos en esta sensualidad suya. Si le digo a un momento: "Espera, eres tan hermosa..." - ¡entonces me tienes a mí! Esta es la alianza que el hombre puede hacer con los poderes del infierno, que se une a los poderes que impiden el progreso. Pero al mismo tiempo vemos que no había otro camino en la evolución de la humanidad que el de estas fuerzas inhibidoras.
La próxima vez examinaremos lo que era el hombre en aquella época, cuando apareció por primera vez en el cuerpo físico, y de dónde procedía. Ahora sabemos que el ser humano se compone de fuerzas que se impulsan hacia adelante y fuerzas que se impulsan hacia atrás. Si el hombre no hubiera tenido fuerzas inhibidoras cuando entró por primera vez en el cuerpo físico, habría permanecido en la forma espiritual en la que estaba antes de la encarnación. Debido a que los órganos inhibidores se desarrollaron en él, el espíritu penetró en lo sensual y pudo traer consigo los frutos de lo sensual, pudo enriquecerse cada vez más. Las fuerzas de las que brota el progreso son las que deben crear primero los órganos del progreso. Deben inhibir un desarrollo anterior para que sea posible un desarrollo posterior. Nadie tiene derecho a quejarse de las inhibiciones de la vida. Lo que es una bendición, el elemento conservador, mientras está al servicio de la humanidad, se convierte en un obstáculo cuando se convierte en un fin en sí mismo. Lo mismo ocurre después de la vida, en la muerte. El obstáculo, considerado al servicio del espíritu, es el vehículo más elevado del progreso. Pero si es considerado como un fin en sí mismo, o utilizado egoístamente, entonces es el elemento semilla del infierno. Así, aquello de lo que brotan todas las facultades humanas de esta tierra, si el hombre se conecta con ello en un momento inoportuno, puede convertirse en un fin en sí mismo, en la semilla del infierno.
Ahora comprendemos la saga nórdica. El germen espiritual para la cultura actual ha brotado del Nebelheim. Tuvo que pasar por las antiguas culturas, pero también tuvo que ir más allá de ellas trayendo los frutos a la encarnación presente. Aquellas personas que no utilizan la encarnación actual en el sentido espiritual se condenan a sí mismas a retroceder a una etapa que fue beneficiosa a su manera, que fue un medio de progreso en su tiempo, pero que ahora tiene un efecto inhibidor. Así, lo que en su tiempo es un medio de progreso, si se mantiene en la existencia humana, se convierte en un elemento infernal. Nebelheim no siempre estuvo dominado por el infierno. Los elementos buenos del hombre mantuvieron el Nebelheim hasta el momento en que evolucionaron hacia fuera.
Así que realmente vemos el bien y el mal, lo infernal y lo celestial, trabajando juntos en la vida humana y derramándose juntos, como dice el poema citado de Schiller: Lo benévolo se convierte en un elemento inhibidor y consumidor si no se usa de la manera correcta. — así como el fuego es benéfico cuando el hombre lo controla, mientras que puede volverse terrible cuando "se libera de sus ataduras y sigue su propio camino". Del mismo modo, los poderes infernales aparecen cuando siguen "su propio rastro" en la vida humana.
Así comprendemos por qué los grandes espíritus que pensaron o sintieron conexiones tan profundas pensaron y sintieron las mismas cosas que la ciencia espiritual pone ante nuestras almas. Si hoy hemos reconocido el elemento infernal como algo esencial para nuestra vida, la próxima vez conoceremos aún mejor ese elemento que nos iluminará sobre el todo. A la luz de la verdadera ciencia espiritual también llegaremos a conocer el elemento luz del cielo. Pero ya podemos ver en la conferencia de hoy que lo que dice Dante sobre el infierno en la última línea de su canción es correcto. Dante también creía que primero debe considerar las fuerzas fuertes e inhibidoras de la vida antes de formarse una idea de esas fuerzas progresivas en las que reside toda salvación y todo desarrollo humano. Obtendremos pista tras pista para la vida ordinaria y cotidiana también, si podemos equilibrar el retroceso con el progreso. Se mostrará dónde lo que inhibe al hombre amenaza con volverse infernal, y dónde se muestra benéfico elevándose a las potencias que verdaderamente avanzan, como lo describe Dante cuando, bajo la dirección de Virgilio, se ve seducido por las potencias infernales, pero luego emerge victorioso sobre todos los poderes restrictivos y para él, cuya alma está "hinchada de lujuria", las estrellas brillantes aparecen en el lejano firmamento.
Traducido por J.Luelmo jun.2023

GA056 Berlín, 9 de abril de 1908 Comienzo y fin de la tierra

Índice

    RUDOLF STEINER. 


LA MISIÓN DE LA CIENCIA OCULTA EN NUESTROS DIAS

 Berlín, el 9 de abril de 1908

décimo tercera conferencia

El ser humano se distingue de los demás seres de la tierra porque no organiza su vida únicamente según impulsos vagos e instintivos, sino según ideas y pensamientos claros para obtener fuerza, poder y certeza para su trabajo cuando es capaz de mirar no sólo el presente, sino de determinar su futuro a partir de ideas o ideales de forma independiente. El ser humano alcanza eso sólo cuando es capaz de observar la vida en su totalidad. Aprendemos del pasado; trabajamos para el futuro mejor si anticipamos en nuestras ideas e ideales lo que queremos hacer en el futuro.

Podría parecer ahora que el tema de hoy, Principio y fin de la Tierra, se extiende demasiado hacia el pasado y hacia el futuro, como si quisiéramos tratar ideas que se ciernen en lo alto sobre nuestra existencia cotidiana. Sin embargo, el filósofo Johann Gottlieb Fichte ya dijo una palabra acertada contra aquellas personas que se vuelven contra las ideas y los ideales desde su ostensible praxis vital porque piensan que a los practicantes de la vida no les sirven de nada los ideales y las ideas. Hablando sobre los grandes ideales y sobre la determinación del ser humano a sus estudiantes de Jena, acuñó las bonitas palabras contra esa gente: nosotros, como idealistas, sabemos tan bien como los practicantes, quizá mejor, que los ideales no son directamente aplicables en la vida real. Sin embargo, si quieren afirmar que la vida -si debe ser práctica- no debe organizarse según ideas e ideales, sólo demuestran que no se cuenta con ellos en la evolución posterior. De ahí que un dios benevolente pueda darles lluvia y sol en el momento oportuno, los alimentos necesarios y, por lo que a mí respecta, también pensamientos inteligentes.

Si echamos la vista atrás al devenir de nuestra tierra, el ser humano actual piensa en primer lugar, por supuesto, en los milagrosos e inmensos logros del pensamiento científico. Así como ya en otras oportunidades quiero enfatizar también aquí que nunca puede ser la tarea de la ciencia espiritual - si se entiende correctamente - argumentar nada en contra de los hallazgos y resultados justificados de las ciencias naturales modernas. Por lo tanto, permítanme decir primero algo, antes de abordar esta cuestión adjunta desde el punto de vista científico-espiritual, también aquí de nuevo como con otras consideraciones.

¿Qué tiene que decir la ciencia moderna sobre nuestro problema actual? Quiero responder a la pregunta sólo breve y esquemáticamente. - Las ciencias naturales revelan el pasado terrestre con gran astucia. Concluyen a partir de eso lo que la tierra es actualmente, a partir de ahí lo que tenemos como restos de mundos y seres extintos cómo se ha visto una vez en nuestra tierra tal vez hace millones de años, y qué seres caminaron sobre ella. Ya sabes, la historia, los documentos históricos nos llevan sólo un corto tiempo atrás en la evolución, algunos milenios solamente. Después se vuelve oscuro, por así decirlo, si uno quiere contar sólo con los documentos históricos. Un segundo tiempo nos lleva de nuevo a aquello que no pudo ser plasmado en los documentos escritos, tampoco en otros documentos, lo que nuestros antepasados entregaron a sus muertos a sus tumbas como objetos funerarios de su cultura que ellos fabricaron y que se quedaron como restos. Luego, sin embargo, las ciencias naturales se remontan aún más atrás.

Muestran qué seres vivieron sucesivamente en nuestra tierra basándose en los esqueletos y otros restos de plantas y animales primitivos que se incluyen en las capas de nuestra tierra. Uno puede darse cuenta fácilmente de que lo que yace en las capas superiores de nuestra tierra ha encontrado por fin su tumba, que lo que yace en las capas más profundas que fueron cubiertas por otras posteriores debe contener los restos documentales de épocas más antiguas, anteriores. Hay que reconocer que no es tan fácil investigar científicamente de esta manera. La geología tiene algunas dificultades. Por eso, lo que se ha apilado dentro de la superficie terrestre no ha permanecido así, como se apiló originalmente. Se han producido sobrecargas, fallas, cualquier posible mezcla del todo, de modo que a veces lo que originalmente estaba en el fondo ha subido con las fallas hacia la parte superior. Una gran astucia es necesaria para tener una idea de la evolución terrenal de lo que encierran las capas de nuestra tierra.

No queremos entrar en más detalles de los que el investigador espiritual puede justificar a este respecto; tampoco queremos explicar detalladamente lo que tendríamos que decir desde el punto de vista científico-espiritual. Todavía queda algo por corregir. Sin embargo, no queremos meternos en ello. Al contrario, preferimos aceptar agradecidos como un gran logro para la humanidad lo que las laboriosas ciencias naturales han observado y la astucia científica ha realizado en este campo. Nos gustaría pensar en nosotros mismos de vuelta a un estado anterior de la tierra con la investigación física donde nuestra tierra parecía muy diferente en su mayor parte de hoy, donde los seres vivos más simples deben haber vivido no se conservaron restos de los cuales. Perseguimos el desarrollo de nuestra tierra de las capas y restos que se encuentran en la parte inferior y en la parte superior. Encontramos allí animales simples, que están subordinados a los vertebrados, a los que tienen un esqueleto.

Seguimos adelante y vemos cómo las diversas clases de animales y las clases de plantas se desarrollan gradualmente, así como parecen surgir en la tierra cambiante gradualmente. Nos remontamos con el naturalista a la época en que aparecen los peces en la evolución de nuestra tierra. Muchos de ellos tienen formas bastante diferentes a las actuales. Si nos remontamos más atrás, llegamos a una extraña fase de desarrollo de nuestra tierra cuando habitaban en ella esos monstruosos y milagrosos animales que pertenecen en parte a los anfibios y reptiles. Estos animales eran gigantescos, cuyos ojos eran tal vez tan grandes como la cabeza de un niño, estaban provistos de enormes dientes, animales que uno llama ictiosaurios y plesiosaurios etc. y cuyos restos se encuentran excavados en las más diferentes regiones de la tierra desde la capa cretácica, la capa jurásica. Allí llegamos a la época en que se han originado las plantas más perfectas, en un tiempo relativamente joven, aunque comprende milenios. Llegamos a esa época en la que desde el punto de vista científico apareció el ser humano, cuando aparece por primera vez en nuestra tierra, por así decirlo, según los documentos que contienen las capas concernientes, después de que los mamíferos superiores, emparentados con él, le hubieran precedido. Brevemente, volvemos a utilizar esa imagen que ya utilizamos hace poco cuando hablé del sol, la luna y la tierra, e imaginemos que cualquiera pudiera observar la evolución desde un asiento en el espacio durante millones de años. Vería formarse la superficie de la Tierra, la distribución del agua y de la tierra, cómo cambian las condiciones de frío y calor, cómo aparecen las distintas clases y formas de plantas y animales, y el cuadro físico sería el mismo para ese hipotético observador que el que describen las ciencias naturales.

Pero vuelvo a insistir en que no se puede ir de la ciencia espiritual más lejos que, por así decirlo, hasta el punto en que las propias ciencias naturales se verán obligadas a corregir las cosas en el futuro. ¿Dónde existe ahora un conflicto entre las ciencias naturales y la ciencia espiritual? Desde las ciencias naturales se dice repetidamente que la ciencia espiritual no se sostiene sobre una base científica. ¿Se puede estar más en terreno científico que admitir que todo lo que las ciencias naturales conocen y pueden reconocer también encuentra reconocimiento en nosotros?

Sin embargo, hay personas que dicen que se apoyan firmemente en el terreno de los hechos científicos. Exigen del científico espiritual que no sepa nada más que lo que ellos mismos saben. No sólo exigen que uno les conceda lo que ellos mismos dicen, sino que también exigen que uno se someta al dogma de que no se puede decir más de lo que ellos dicen. Estas personas no se dan cuenta en absoluto de que tal intolerancia interior nunca existió en todo el desarrollo humano, tampoco en los tiempos en que la intolerancia exterior llegó lejos. En efecto, como ya dijimos la última vez considerando el sol, la luna y las estrellas: la imagen sensual exterior no da motivo de disputa entre la ciencia espiritual y las ciencias naturales. - Sin embargo, ¿resulta de esta visión sensual exterior que detrás de lo sensual, detrás de lo físico no hay fuerzas extrasensoriales, suprafísicas efectivas? Podríamos traer en el experimento de Plateau ya la última vez donde uno muestra cómo un sistema de mundo se origina en microcosmos en un líquido de una gota de aceite por la rotación con una manivela. Sin embargo, ¡el buen hombre olvidó completamente que él mismo giró la manivela! Él no consideró en absoluto que esto es absolutamente imposible sin los pensamientos de eso que da vuelta a la manivela.

Lo que uno ve con los ojos físicos es la expresión externa, el proceso externo de lo que ocurre interna-espiritualmente y que el ser humano nunca puede llegar a conocer mirando el mundo sólo con sus ojos y sus herramientas auxiliares, sólo con las herramientas físicas externas. Sin embargo, si queremos mirar hacia atrás, hacia el principio físico del mundo y no mirar sólo lo físico, entonces tenemos que imaginarnos primero la verdadera naturaleza del ser humano. Alguien que mira desde el punto de vista espiritual-científico a esta verdadera naturaleza del ser humano a la que el ser humano se disgrega, como he subrayado a menudo, en una serie de miembros. Sobre todo la ciencia espiritual nos muestra que la verdadera razón de esos estados variables, que el ser humano experimenta cada día dentro de las 24 horas entre la vigilia y el sueño, que una parte de los miembros humanos se separa de la otra parte en el sueño. Vemos cada noche, cuando el ser humano se duerme, hundirse en un sueño sin sueños, en una oscuridad incierta, lo que durante el día surgió como las más diversas imágenes e impresiones en el alma. Vemos hundirse todo lo que vive en el ser humano como instintos, deseos y pasiones, como alegría, pena y dolor. Para alguien que se basa en la ciencia espiritual, por supuesto, también para todo el mundo con sentido común sería una gran locura si uno quisiera afirmar que al dormirse el portador de alegría y tristeza, de deseos y pasiones desaparecería y se levantaría de nuevo por la mañana. La ciencia espiritual muestra que - cuando el ser humano yace en el sueño sin sueños en su cama - sólo el cuerpo físico yace allí conectado con el cuerpo etérico. Tiene el cuerpo físico en común con los seres sin vida que le rodean y el cuerpo etérico en común con las plantas.

Otros dos miembros se desprenden del ser humano en el sueño sin sueños. La alegría y la tristeza, los deseos y las pasiones, todas las sensaciones que suben y bajan, todo lo que calla por la noche. El cuerpo astral es su portador, y éste se desprende en el sueño sin sueños de los cuerpos físico y etérico que permanecen en la cama. El cuerpo astral y el yo son extraídos.

¿En qué se diferencia la existencia del cuerpo astral durante la noche de su existencia durante el día? Podemos comprender esto recordando que el cuerpo astral tiene su realidad en el exterior, en otro mundo que está a su alrededor. Lo he explicado en otras series de estas charlas. ¿De qué depende que uno perciba algo? Puede haber innumerables mundos a vuestro alrededor, el mundo de los tonos, el mundo de la luz, el mundo de los olores, el mundo de los sabores, etc., si no tuvierais sentidos para ellos, estos mundos no estarían ahí para vosotros. Es lo más ilógico que se puede hacer - sin embargo, la mayoría de los seres humanos actuales lo hace - afirmar que un mundo que no se percibe no existe. La ciencia espiritual demuestra que el cuerpo astral humano se desprende por la noche, en el sueño sin sueños, de los cuerpos físico y etérico y vive en otro mundo; no en un mundo trascendente, oculto en alguna parte, sino en un mundo que penetra en nosotros, como la luz y el aire penetran en el espacio. Para la observación espiritual-científica ese mundo difiere del físico-sensual sólo por el hecho de que requiere otros órganos con los que poder percibirlo.

Este cuerpo astral está en un mundo espiritual que está en nuestro entorno como el aire está a nuestro alrededor. Quien todavía no tiene idea del hecho de que el aire está a su alrededor, dice, no hay nada a su alrededor. Dice esto quien no tiene idea del hecho de que vive perpetuamente en espíritu, y quiere decir que no hay espíritu en nuestro entorno, que no hay hechos espirituales, ni seres espirituales. El cuerpo astral, portador del deseo y del dolor, está en este mundo espiritual por la noche. No lo percibe porque todavía no tiene órganos en la evolución actual, ni capacidad cognitiva para este mundo en el que se encuentra.

Podría parecer como una hipótesis que se diga que hay un cuerpo astral y que el ser humano está en el sueño sin sueños en un mundo espiritual excepto sus cuerpos físico y etérico. Pero aparte del hecho de que alguien cuyos ojos espirituales están abiertos por la iniciación conoce el cuerpo astral separado del cuerpo físico por propia observación y propia experiencia, se puede demostrar, por así decirlo, experimentalmente que tal cuerpo astral existe, aunque no sea con los instrumentos usuales. Pues el único instrumento, que aclara al ser humano los secretos del mundo superior, suprasensible, que le conduce realmente en el mundo espiritual, es el propio ser humano. Este instrumento, el ser humano, es capaz de una perfección infinita, de un desarrollo infinitamente sutil, y justamente la iniciación perfecciona al ser humano. Entrega al que quiera aplicársela a sí mismo, por así decirlo, la prueba experimental de un cuerpo astral que puede independizarse del cuerpo físico.

Recordemos algunos de los puntos de vista que hemos discutido en la charla sobre la iniciación. Hemos dicho allí que el ser humano puede hacer ciertos ejercicios de meditación, de contemplación, de acuerdo con instrucciones metódicas particulares, mediante las cuales hace que sus mundos de pensamiento, sentimiento e impulsos de voluntad sean cada vez más fuertes de lo que los sentimientos y los impulsos de voluntad pueden ser fortalecidos por cualquier observación sensorial externa. Existen instrucciones como las que hemos escuchado en la charla sobre la iniciación, mediante las cuales el ser humano puede ganar más de lo que gana con la mera observación externa de la realidad. Algo particular aparece en el alma humana que aplica las instrucciones a sí misma. Parece que realmente el cuerpo astral recibe ojos y oídos espirituales por el sutil trabajo interior del ser humano. Podemos mostrar que la meditación de pensamientos, sentimientos e impulsos de voluntad hace que los sentimientos y los impulsos de voluntad sean más poderosos. Podemos mostrar cómo trabajan en este cuerpo astral: el cuerpo astral muestra después de algún tiempo, si el ser humano tiene paciencia y perseverancia, que ha adquirido los ojos y oídos espirituales que regresan por la mañana temprano en los cuerpos físico y etérico y puede experimentar ahora lo que se llama iluminación. El ser humano es capaz de trabajar en su cuerpo astral - trabajando aquí en la conciencia despierta por la meditación de ciertos sentimientos e impulsos de voluntad según ciertas regulaciones metódicas - de tal manera que es capaz de reaccionar sobre nosotros. Así se muestra la realidad del cuerpo astral. Trabajamos en él y él trabaja en nosotros. Muestra su existencia por el hecho de la iniciación.

Al igual que el cuerpo astral se separa del cuerpo físico por la noche, el portador del yo, de la autoconciencia humana, también se separa de él. Esto también desaparece en el actual estado de desarrollo del ser humano, todavía en una oscuridad incierta. Con el ser humano dormido, tenemos el cuerpo físico en la cama que tiene en común con todos los minerales, así como el cuerpo etérico que tiene en común con todas las plantas. Del cuerpo físico y del cuerpo etérico se desprende el cuerpo astral que sólo tiene en común con los animales, y el yo que el ser humano, como corona de la creación en la tierra, no tiene en común con ningún otro reino de la naturaleza. En el estadio de desarrollo actual, en el que no se han desarrollado sentidos superiores, ni "ojos espirituales" ni "oídos espirituales", por hablar con Goethe, las impresiones del día desaparecen durmiéndose, y no aparecen otras en el mundo para las que no tiene sentidos. De ahí que la oscuridad, la falta de luz y el mutismo le rodeen por la noche. Por la mañana, al despertar, el ser humano se sumerge en los cuerpos físico y etérico. Estos están equipados con ojos y oídos físicos. El ser humano espiritual se sumerge en el ser humano físico-sensual, utiliza los instrumentos para el mundo físico-sensual y tiene este mundo a su alrededor. Hay que entender lo que dijo Fichte: no hay que creer que el ojo ve, sino que el ser humano ve por el ojo; no hay que creer que el oído oye, sino que el ser humano oye por el oído. Lo mismo ocurre con el olfato y el gusto. Son herramientas para el ser humano interior.

La ciencia espiritual reconoce y debe reconocer a este ser humano interior y espiritual como el original, el primero del ser humano. Los cuerpos físico y etérico no existen como los primeros, pero el cuerpo astral y el yo existieron antes que ellos. En efecto, algunas personas influenciadas más sugestivamente por las muy eficaces ideas actuales que se ciñen a lo material, argumentarán: ¿imagináis en vuestra fantástica ciencia espiritual que este espiritual, este portador de alegrías y penas, de deseos, pasiones y autoconciencia revoloteó una vez libremente en alguna parte sin estar atado a un cuerpo físico? - La ciencia espiritual responde: ¡ciertamente, así es! Antes de que existiera nada físico, incluso antes de que existiera nada etérico, existía este cuerpo astral. La vida interior era anterior a la apariencia.

Con él, nos situamos inmediatamente en el principio de la Tierra. - ¿Podéis imaginar que alguien pueda negar completamente, incluso bajo las fuertes sugestiones materialistas que algo subyace como un estado espiritual que se condensa sólo después y llega a existir? A menudo he subrayado aquí que la ciencia espiritual considera la materia como espíritu comprimido. Usamos una comparación que hemos aplicado a menudo para mostrar cómo el investigador espiritual piensa sobre el espíritu y la materia. Imaginemos una vez, que alguien tiene ante sí aire transparente, y en este aire transparente se forman nubes, como efecto del enfriamiento. Lo que antes era transparente se nubla; lo que antes era vapor y no era visible se convierte en agua. Tal vez continúe: el agua se congela y se convierte en hielo. El hielo cae en pedazos. Supongamos que alguien viene y dice: es una tontería, una estupidez que el agua se distribuyera antes en el aire. ¡Yo no he visto nada de eso! Lo primero que vi fueron las nubes. Luego viene alguien que tampoco puede ver todavía las nubes, ve algo sólo si el agua se congela si se origina hielo. Si uno le dice: lo que hoy es hielo ya existía antes que el agua, entonces él responde: No he visto nada, el hielo está allí y nada más.

De tales pensamientos debe tomarse la respuesta si alguien quiere acusar de ficción especulativa a un investigador espiritual que dice que el ser humano no existió materialmente al principio, tampoco como cuerpo etérico, sino que existieron primero su cuerpo astral y su yo. Al principio de nuestra existencia terrestre, existían el cuerpo astral y el yo. Sí, existía incluso, como veremos pronto, el ser humano como ser espiritual en la tierra, antes de que existieran los animales, antes de que existieran las plantas, antes de que existieran los minerales. Al principio, la tierra existía como una aglomeración de nada más que tales seres humanos espirituales que consistían en el yo y el cuerpo astral. Este es el principio de la tierra. El investigador espiritual continúa describiendo: como el agua se distribuyó invisiblemente en el aire, se condensó en nubes, el astral se condensó una vez a la condición etérica. Entonces existieron seres humanos que tenían un yo, un cuerpo astral y un cuerpo etérico. Por fin, el cuerpo físico se originó, como el hielo del agua, el agua del vapor de agua se forma, como la parte más densa del ser humano. Así pues, tenemos el curso del desarrollo terrestre: el ser humano está ahí como ser espiritual al principio, luego como ser etérico, y por último lo espiritual cristaliza el cuerpo físico humano.

Captamos la imagen del vapor de agua que se condensa en la cámara. Supongamos que tenemos un acumulación de agua. Tratamos esta acumulación de agua artificialmente para que una parte se congele en el centro. Imagina que tienes muchos bloques de este tipo en los que una parte se congela en el centro; de ahí surgen muchos gránulos de hielo. Ahora sucede algo muy peculiar: de algunos de estas acumulaciones de agua se desprenden los gránulos de hielo y se quedan sólo con un poco de agua recubierta para sí mismos, mientras que la sustancia madre, el agua se retira, de la que se ha formado el hielo. En las otros acúmulos de agua, los gránulos de hielo permanecen en los acúmulos de agua y siguen congelándose. Cuanta más agua se transforma en hielo, mayores núcleos de hielo se originan. Con algunas de las formaciones resultantes, tales núcleos de hielo más grandes precipitan y conservan parte del agua, mientras que la sustancia madre se retira. Esto continúa así. Tales grumos de hielo se elevan a una etapa superior, desarrollan más hielo del agua. Siempre se forman etapas de hielo de nuevo en la tierra, mientras que otras acumulaciones transforman más y más del agua en hielo, hasta que por fin tienen tales acumulaciones de hielo que han transformado toda el agua en hielo y cuya sustancia madre está incluida, por así decirlo, sólo entre los poros del hielo.

Dejen que surja en ustedes esta imagen de la evolución de la Tierra desde el principio hasta nuestros días. Imaginen al ser humano como un ser espiritual al principio de la existencia de nuestra tierra y sólo existiendo como ser espiritual. Comienza primero a densificar una pequeña parte, sin importancia, que se vuelve más densa. Hay ciertos seres que se detienen como los gránulos de hielo en una etapa temprana, mientras se separan de su sustancia madre espiritual. Estos son los animales más imperfectos que se originaron una vez de la sustancia madre humana; del ser humano astral sólo una parte se hizo material y se densificó. Estos son los animales más inferiores. Los demás seres humanos se desarrollaron hasta estadios superiores. Los animales superiores se precipitaron de nuevo a partir de la sustancia madre espiritual. Así, en el curso del desarrollo terrestre se desarrollaron criaturas cada vez más diferenciadas y perfectas, hasta el ser humano actual, que es en su expresión física externa una imagen de las disposiciones y posibilidades espirituales que se incluyeron originalmente al principio de la Tierra en espíritu, en el cuerpo astral del ser humano. Así como los trozos de hielo, que se precipitaron, representan las etapas del devenir del gran trozo de hielo, todos los seres que son más imperfectos que el ser humano constituyen todo el reino animal y el reino vegetal, las etapas atrasadas de la evolución humana en la Tierra.

El ser humano es el primogénito de la Tierra como ser espiritual, y se ha densificado como ser espiritual si se me permite la expresión lo material gradualmente a partir de sí mismo. En cada etapa se detuvieron seres subordinados, de modo que tenemos que ver en toda la gama de los seres terrestres más imperfectos no antepasados del ser humano, sino por el contrario descendientes del ser humano espiritual que no llegaron. Estos son los hermanos atrasados, seres atrasados en las etapas preliminares, que continuaron su vida hasta nuestro tiempo y por eso se volvieron decadentes.

Así, considerando la evolución vemos miembros que se van cayendo. Si alguien pudiera poner una silla en el espacio y observar al ser humano hiperbóreo, vería si las premisas de la ciencia espiritual fueran correctas el cuadro externo-físico que muestra el investigador espiritual: cómo el ser humano primero dejó atrás a los animales imperfectos y luego a los cada vez más perfectos. Realmente el ser humano se originó externamente el último en su figura actual, como la última de las criaturas; espiritualmente es el primogénito; espiritualmente dirige el camino de todos los seres. A partir del ser humano se han desarrollado todos los demás seres que caen en un estadio imperfecto del ser humano por así decirlo, que representan los repelidos de la evolución humana. Así, en la evolución terrestre todo lo imperfecto vuelve a lo superior. Lo superior, lo original no está en nuestra figura física, sino en el espíritu. Las ciencias naturales modernas sufren casi por la pregunta, que plantean repetidamente y que está tan íntimamente relacionada con nuestro tema del origen de nuestra tierra: ¿cómo puede algo vivo desarrollarse a partir de lo sin vida? Si en nuestra tierra sólo hay material sin vida, ¿cómo podría desarrollarse la vida a partir de él? La única respuesta es que la pregunta está mal planteada. La vida nunca se ha desarrollado a partir de lo inanimado; sin embargo, todo lo inanimado se ha originado a partir de la vida.

Puedes darte cuenta fácilmente de cómo lo sin vida surge de lo vivo si observas la hulla, que se extrae como una roca incluso hoy en día. Antaño el carbón eran plantas, helechos y colas de caballo que se han erguido en ciertas regiones de la tierra, y se han hundido en el suelo y que ahora puedes desenterrar después de millones de años, después de que se han convertido en piedra. Para el investigador espiritual no sólo el carbón se originó a partir de plantas, sino que todo lo mineral se remonta a una planta original, aunque el investigador materialista no pueda imaginar un reino vegetal sin base mineral. Tal investigador no puede imaginar que los procesos más densos y gruesos surjan de los procesos más sutiles.

Hay un ejemplo de cómo tal visión materialista golpea en la cara de cualquier sentido común cómo el materialismo ronda en algunos eruditos europeos. Hay, por ejemplo, la teoría materialista de los fenómenos del alma de William James (1842-1910, filósofo y psicólogo americano) que incluso quiere ser idealista con que las ideas materialistas se mezclan en todo el pensamiento. Ya he citado el síntoma que se contiene en la frase: "El ser humano no llora porque está triste, sino que está triste porque llora". Ahí el interesado supone que la existencia actúa materialmente sobre el ser humano: actúa sobre las glándulas lacrimales, y entonces el ser humano siente el proceso y se entristece. Esto es en nuestro presente así: el inventor de esta teoría es consecuente en su materialismo, también si golpea en la cara del sentido común. En verdad, los procesos están en el mundo mental-espiritual, y los procesos materiales son los resultados de ellos. Los procesos mentales-espirituales son los originales. Todo lo sólido, todo lo material-mineral que nos rodea se ha originado a partir de lo espiritual. La cuestión no es cómo se ha originado la vida a partir de lo inerte, sino cómo lo inerte se ha originado a partir de lo vivo. Sin embargo, como algo sin vida se origina de lo vivo, lo vivo estaba antes que lo sin vida, lo espiritual estaba antes que lo vivo. Así, volvemos al principio de nuestra tierra y vemos que nuestra tierra era un ser espiritual incluso en su punto de partida. Era un ser espiritual, lo material se desarrolló sucesivamente a partir de sí mismo que de lo espiritual se ha originado lo vivo, y de lo vivo se ha originado lo muerto. Lo muerto es el último producto.

Así, miramos hacia atrás, al inicio de nuestra tierra y nos sentimos como seres humanos primogénitos de la tierra, espirituales en el punto de partida de la evolución terrestre. Ahora dejamos que el espíritu mire desde aquí hacia el futuro. Podemos comprender más fácilmente cómo el investigador espiritual logra una imagen de la perspectiva futura si nos damos cuenta de lo que ya ha surgido brevemente de otras indicaciones en esta serie de charlas, que en el ser humano actual los órganos individuales tienen un valor bastante diferente. No es de tal manera como le parece a la anatomía materialista con la investigación del ser humano. Para el anatomista materialista todo está allí sólo de tal manera como se presenta después de su peculiaridad física. Sin embargo, para aquel que persigue los órganos humanos con la vista espiritual hay aquellos que están en decadencia, en marchitamiento, como el árbol forma la corteza, así como otros, que están al principio de su desarrollo tal como se ven hoy. Ciertos órganos inferiores que hoy sirven a la reproducción de la humanidad están muriendo. Sin embargo, tenemos un órgano que está en el comienzo de su desarrollo, y que alcanzará una etapa mucho más elevada en el futuro. Este órgano es el corazón humano. No sólo la parte espiritual, sino también el órgano físico, el corazón, es una perspectiva maravillosa para nuestro futuro. El corazón es un punto crucial para el anatomista porque, por lo demás, todo órgano voluntario tiene músculos fasciculados. El corazón es un órgano que, según su estructura, es un músculo voluntario, aunque se utilice como órgano involuntario. ¿De dónde viene esto?

Ninguna anatomía física puede explicarlo. La razón es que el corazón está destinado a ser un órgano muy superior en el futuro. Está fasciado porque es un músculo voluntario en el futuro. Correspondemos voluntariamente con un movimiento del corazón en el futuro a aquello que el alma siente como un impulso. El ser humano realizará su trabajo no sólo con las herramientas de la mano, sino que el corazón será la herramienta del alma en cierto modo, como el ser humano no lo prevé en absoluto ni siquiera hoy.

Tomemos otro órgano, el órgano vocal humano. ¿De qué es capaz hoy en día? Si te hablo, ¿qué ocurre? Las palabras que te digo viven al principio en mi alma. Si no las pronunciara, no penetrarían en tu alma. Las pronuncio, pongo en movimiento los instrumentos de mi laringe. El aire de esta sala se pone en vibración, y ahí están las oscilaciones de cada una de mis palabras en esta sala que penetran en ti. ¿Qué es el lenguaje? Es una encarnación aérea de los pensamientos. Si he pronunciado algo, el pensamiento suena allí, está encarnado en el aire, y alguien que pudiera ver las ondas aéreas en esta sala vería la creación física de mis pensamientos bullendo en la sala. La ciencia espiritual muestra que el futuro ser humano llegará a producir no sólo figuras aéreas con sus palabras, sino también materia más densa como imagen de lo que vive en su alma. Aprenderá a dar forma cada vez más densa de esta manera, y producirá sus iguales por su órgano vocal transformado, por su palabra. Si el ser humano sigue desarrollándose, se producen cambios importantes en su corporeidad. Ciertos órganos declinan, otros órganos siguen desarrollándose. El corazón se convierte en un importante instrumento del alma. El órgano vocal se convierte en el órgano reproductor del futuro ser humano que producirá sus iguales a partir de sus pensamientos.

Al igual que hoy encarna sus pensamientos en el aire, se encarnará mediante el órgano que se está convirtiendo en el futuro órgano reproductor. Como una sombra de lo que será nuestra cabeza es lo que él es hoy. La coherencia entre el órgano vocal humano y el órgano reproductor está indicada por el hecho de que en el individuo masculino la voz cambia con la madurez sexual.

¡Que los seres humanos consideren mejor tales cambios que la ciencia espiritual imparte! Lo que la investigación espiritual dice apunta a que lo que la humanidad tendrá más tarde a la creación de sus iguales: es la palabra. Un ser humano pronuncia la palabra, y la palabra será un ser humano. Esto sucede cuando el ser humano se ha espiritualizado cada vez más. Pues se espiritualiza y vuelve al espíritu al final de la tierra porque pone sus herramientas físicas a disposición del espíritu, como lo hemos visto con el corazón y con la laringe. Con los predecesores del ser humano, los creadores que empezaron su existencia terrestre en aquel tiempo, que estaban al principio de la tierra donde el ser humano estará al final de la tierra, uno reconoce que fue con ellos de la misma manera. El ser humano se originará por la palabra al final, hablará la palabra al final primigenia, y la palabra será un ser humano. De esos seres, los seres divino-espirituales que ya estaban en el principio de la tierra a la altura a la que se desarrollarán los seres humanos una vez se nos dice en uno de los documentos religiosos más profundos, en el Evangelio de Juan, adecuada y apropiadamente: en el principio primigenio la palabra era, y la palabra era un Dios. - Como la palabra era en el principio primitivo, y la palabra era un Dios, la palabra será un ser humano al final primitivo, y el ser humano será la palabra.

Si miramos el principio de esa manera y vemos cómo el ser humano se ha originado del espíritu y se ha convertido en el ser humano actual en el sentido de la evolución de la tierra, y observamos los cambios de nuestro ser humano terrenal, se nos presenta la perspectiva de la espiritualización de la tierra. Ahí tenemos espíritu al principio y espíritu al final. El espíritu fue el origen y el espíritu es la meta. Este es el secreto de la evolución de la Tierra. Si vemos la materia cada vez más condensada en el centro, sabemos que esta materia es un espíritu convertido y transformado, si no la consideramos como una visión exterior, sino que nos adentramos en su ser. No es otra cosa que lo que se ha desarrollado a partir del espíritu y que vuelve a ser espíritu. Si miramos hacia adelante, en todas partes vemos espíritu. Según Jacob Boehme, nos originamos en el espíritu, y nos esforzamos por el espíritu. La actividad del espíritu es ese conocimiento del espíritu que eleva al ser humano realmente lo que le convierte en un ser útil porque será un ser esperanzado, espiritual y físicamente sano. Es el conocimiento de que todo está enraizado en el espíritu y que lo que percibimos y vemos en la evolución del mundo son las acciones del espíritu divino.

Traducido por J.Luelmo jun.2023