GA347 Dornach, 5 de agosto de 1922 - Sobre el Cuerpo Vital del Hombre: Cerebro y Pensamiento.

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 RUDOLF STEINER

Sobre el Cuerpo Vital del Hombre: Cerebro y Pensamiento. 


Dornach, 5 de agosto de 1922

 

SEGUNDA CONFERENCIA : 

Buenos días, señores. Hoy tendré que continuar con lo que hemos estado hablando, ya que solo se puede comprender bien el tema si se profundiza cada vez más en él.
Como han visto, lo importante para el ser humano es que se alimenta de la tierra, que respira el aire que rodea la tierra, lo cual le permite vivir y le capacita para convertirse en un ser sensible y perceptivo, y que toma las fuerzas de todo el mundo, como hemos visto, lo que le convierte en un ser pensante y, en realidad, en un ser humano completo.
El ser humano debe poder alimentarse, debe poder respirar, para convertirse así en un ser sensible, y debe poder absorber las fuerzas del universo para convertirse en un ser pensante. No se convierte en un ser pensante por sí mismo, del mismo modo que no puede hablar por sí mismo. El ser humano no puede pensar por sí mismo, del mismo modo que no puede alimentarse por sí mismo.
Ahora veamos más de cerca cómo suceden realmente estas cosas. Empecemos por aclarar cómo se produce realmente este proceso cuando ingerimos los nutrientes, que se encuentran en un estado muerto, por así decirlo, dentro de nuestro organismo intestinal, y luego son revividos por las glándulas linfáticas y transportados a la sangre a través de la linfa, y la sangre se renueva a través de la respiración. La sangre, o más bien la fuerza de la sangre, el impulso respiratorio, asciende entonces a través de la médula espinal hasta el cerebro y allí se conecta con lo que es la actividad cerebral.
Solo hay que observar de qué manera diferente se alimenta un niño en comparación con un adulto para poder extraer de ello una gran cantidad de información sobre el ser humano en su conjunto. Como saben, durante los primeros meses de vida, el niño debe beber mucha leche. Al principio, se alimenta exclusivamente de leche. ¿Qué significa realmente que el niño se alimente exclusivamente de leche? Podemos imaginárnoslo si tenemos claro de qué está compuesta realmente la leche.
La leche está compuesta, aunque no solemos pensar en ello, en un 87 % de agua. Así que, cuando bebemos leche de niños, en realidad estamos bebiendo un 87 % de agua, y solo el 13 % restante es otra cosa. De ese 13 %, solo un 4,5 % es proteína; un 4 % es grasa y el resto son otras sustancias, sales, etc. Pero, en esencia, eso es lo que el niño ingiere con la leche. Por lo tanto, lo que ingiere principalmente es agua.
Ya les he dicho que el ser humano está compuesto principalmente por líquido. El niño debe aumentar constantemente este líquido. Tiene que crecer y, por lo tanto, necesita mucha agua, que obtiene de la leche.
Ahora pueden decir: entonces sería lo mismo si le diéramos al niño solo ese 13 % de alimento y, por lo demás, le diéramos agua para beber. — Sí, pero vean, el cuerpo humano no está preparado para eso. Lo que obtenemos con la leche no es un 13 % habitual de proteínas y grasas, etc., sino que todo eso, las proteínas y las grasas, está disuelto en la leche, disuelto en el agua, si se trata de leche. Por lo tanto, cuando el niño bebe leche, obtiene las sustancias que necesita en estado disuelto. Y eso es diferente a cuando el cuerpo tiene que realizar primero las tareas que se llevan a cabo durante la disolución.
Si recuerdan lo que he dicho hasta ahora sobre la alimentación, dirán: los alimentos que ingerimos por la boca primero tenemos que disolverlos. En realidad, la naturaleza solo nos permite introducir alimentos sólidos en la boca; luego los disolvemos con nuestros propios fluidos. El resto del cuerpo, el estómago, los intestinos, etc., solo pueden utilizar lo que se ha disuelto. El niño primero debe adquirir la capacidad de disolver; primero debe obtenerla. Por lo tanto, no puede hacerlo por sí mismo desde el principio. Por lo tanto, se le disuelve previamente. Esto se puede deducir mejor del hecho de que el niño, si se le alimenta en exceso con algún alimento artificial compuesto, se atrofia.
Ahora bien, se podría decir: si yo fuera capaz de producir leche artificial, si pudiera combinar el 13 % de proteínas, grasas y demás que contiene el agua con el agua, de modo que exteriormente fuera similar a la leche, ¿sería esa leche tan buena para el niño como la leche que toma habitualmente? — Sí, vean, señores, ese no es el caso. El niño se atrofiaría si recibiera esa leche artificial. Y dado que los seres humanos solo pueden producir según las necesidades, también habrá que renunciar a la producción de esa leche. Sería un medio que corrompería a la humanidad.
Porque, ¿quién puede proporcionar como solución solo lo que el niño necesita? Verán, solo la vida misma puede hacerlo. Los animales podrían hacerlo de forma precaria, pero ni siquiera todos los animales. Sin embargo, durante el primer periodo, en el que el niño depende de ello —porque aún no puede disolverlo correctamente por sí mismo—, para obtener estos nutrientes, proteínas y grasas, ya disueltos de la forma adecuada, el niño solo puede alimentarse correctamente con la propia leche materna.
Y, de entre las demás leches, la leche de burra es la más parecida a la leche materna, por lo que, si no existe la posibilidad de alimentar al niño mediante la lactancia materna o la lactancia en general, la leche de burra es la mejor alternativa. Aunque suene muy extraño, lo cierto es que la leche de burra es la más parecida a la leche materna, por lo que, si no se puede amamantar al niño, se le podría alimentar en caso de necesidad manteniendo un establo con una burra y alimentándola con leche. Pero, por supuesto, esto es solo una hipótesis que planteo para que vean cómo se relacionan las cosas en la naturaleza.
Si comparamos, por ejemplo, la leche con el huevo de gallina como alimento, vemos que el huevo contiene aproximadamente un 14 % de proteínas, es decir, mucho más, en realidad cuatro veces más que la leche. Por lo tanto, si empezamos a dar al niño alimentos que contienen más proteínas, este debe haber adquirido ya la capacidad de digerirlas. Debe ser capaz de digerir por sí mismo.
De ahí se desprende lo necesario que es que el niño reciba alimentos líquidos. Pero, ¿qué tipo de alimentos líquidos? Alimentos líquidos que ya hayan pasado por la vida y que, dado que el niño se alimenta directamente del pecho materno, posiblemente aún estén vivos.
En el caso de los niños, se observa claramente que, cuando beben leche y esta pasa por la boca y el esófago hasta llegar al estómago —donde es eliminada por el cuerpo humano—, puede volver a cobrar vida en los intestinos. Así, en los niños vemos directamente que en primer lugar la vida debe ser eliminada. Y como la vida aún está poco alterada, el niño necesita menos fuerza para revitalizarse cuando bebe leche que cuando disfruta de cualquier otra cosa. Así pues, pueden ver lo cerca que está el ser humano de la vida.
Pero hay algo más que se puede ver en esto. Si pensamos realmente con claridad, ¿a qué conclusión llegamos? Empiecen a pensar con claridad en este punto. Verán, si nos decimos: «El niño debe ingerir alimentos vivos, que él mismo puede matar y revitalizar», y luego decimos: «El ser humano está compuesto en su mayor parte por líquido», ¿podemos decir entonces que el ser humano está compuesto por agua, por el agua que encontramos en la naturaleza, en la naturaleza inerte? Entonces, ¡este agua que encontramos en la naturaleza inerte tendría que poder actuar en el niño de la misma manera que actúa en el adulto, que ya ha acumulado más fuerzas vitales!
De ello se desprende que lo que llevamos en nuestro interior, casi un 90 % de agua, no es agua común y sin vida, sino agua revitalizada. Así pues, lo que el ser humano lleva dentro no es agua cualquiera: es agua revitalizada. Y esta agua revitalizada es agua como la que tenemos fuera, en la naturaleza inerte, impregnada de lo que impregna todo el mundo como vida, pero que no se manifiesta en el agua inerte, al igual que el pensamiento humano no se manifiesta en un cadáver. Por lo tanto, cuando se dice: agua, aquí tengo agua en el arroyo y tengo agua en el cuerpo humano, se puede entender de la misma manera que cuando se dice: aquí tengo un cadáver y aquí tengo un ser humano vivo; el agua del arroyo es el cadáver del agua que hay en el cuerpo humano.
Por eso decimos: el ser humano no solo tiene en sí mismo lo muerto, lo físico, sino que también tiene un cuerpo vital, un cuerpo de vida. Eso es lo que realmente nos da un pensamiento correcto: el ser humano tiene en sí mismo este cuerpo vital. Y si observamos al ser humano realmente en relación con la naturaleza podemos comprender cómo sigue actuando esto en el ser humano. Pero para ello debemos tener presente que primero debemos mirar hacia la naturaleza y luego mirar dentro del ser humano. Cuando miramos hacia la naturaleza, encontramos en todas partes los componentes, las partes que conforman al ser humano, solo que el ser humano procesa estas partes de la naturaleza a su manera.
Para comprenderlo, vayamos a los animales más pequeños. Mientras hablo, se darán cuenta de que, al igual que he hablado de lo que hay en el ser humano, ahora tengo que hablar de los seres vivos más pequeños y más inferiores que hay en la naturaleza. Verán, en el agua, en el agua del mar, hay seres animales muy pequeños. Estos pequeños seres animales son en realidad solo pequeños grumos de mucosidad, en su mayoría tan pequeños que solo se pueden ver con una lupa potente. Ahora los dibujo ampliados, por supuesto (véase el dibujo de la izquierda). Estos pequeños grumos de mucosidad nadan en el agua que los rodea, en el líquido.
Si no hubiera nada más que un pequeño coágulo de mucosidad rodeado de agua, este coágulo permanecería inmóvil. Pero si, por ejemplo, se acercara flotando un pequeño grano de cualquier sustancia, como el que se ve en el dibujo de la derecha, este animalito, sin que haya nada más, extendería su mucosidad hasta cubrir el grano. Y, naturalmente, para extender la mucosidad, tendría que retirarse. De este modo, este grumo se mueve. Así, al rodear este pequeño ser vivo, esta pequeña mucosidad viva, un grano con su propia mucosidad, lo hemos movido al mismo tiempo. Pero el otro grano, ese se disuelve ahora ahí dentro. Se disuelve y el animalito se ha comido ese grano.
Ahora bien, un animalito así también puede comer varios granos de este tipo. Imagínense que hay un animalito, un granito, otro granito, otro granito y otro granito (véase el dibujo), entonces el animalito extiende sus antenas hacia aquí, hacia allá, hacia allá y hacia allá, y donde las ha extendido más, donde el granito era más grande, se arrastra hacia allí y arrastra a los demás con él. De este modo, este animalito se mueve y se alimenta al mismo tiempo.


Bien señores, cuando les describo cómo estos pequeños grumos de mucosidad nadan en el mar y se alimentan al mismo tiempo, recuerden cómo les describí los llamados glóbulos blancos en los seres humanos. En los seres humanos son, en principio, exactamente lo mismo. En la sangre humana también nadan estos pequeños animales, se alimentan y se mueven de esta manera. Así llegamos a comprender lo que realmente nada en la sangre humana, observando lo que nada en el mar. Eso es lo que llevamos dentro de nosotros.

Y ahora, después de recordar que, en cierto sentido, tenemos en nuestra sangre seres vivos que se encuentran en la naturaleza y que viven en todas partes dentro de nosotros, vamos a ver cómo está constituido nuestro sistema nervioso, concretamente nuestro cerebro. Nuestro cerebro también está compuesto por partes minúsculas. Si les describo estas partes minúsculas, verán que son una especie de mucosidad espesa y grumosa. De esta mucosidad emanan unos rayos (véase el dibujo) que están compuestos de la misma sustancia que la mucosidad. Vean, aquí hay una célula, como se la denomina, del cerebro. Tiene una célula vecina. Esta extiende aquí sus patitas o bracitos y entra en contacto con la otra. Hay una tercera célula de este tipo; extiende aquí sus patitas y entra en contacto con la otra. Pueden llegar a ser muy largas. Algunas atraviesan casi la mitad del cuerpo. Esta limita de nuevo con una célula. Si observamos nuestro cerebro con el microscopio, parece que está formado por pequeños puntos en los que se acumula una mayor cantidad de masa mucosa. Y luego salen aquí gruesas ramas de árbol que se entrelazan unas con otras. Si se imagina un bosque denso con copas de árboles gruesas que tienen ramas extensas que se tocan entre sí, tendrá una idea de cómo se ve el cerebro bajo el microscopio, bajo la lupa.

Pero, señores, ahora pueden decir: «Bueno, nos ha descrito estos glóbulos blancos que viven en la sangre. Y lo que se describe como el cerebro es muy similar; allí se asientan muchos de estos corpúsculos, como los que hay en la sangre». Si pudiera extraer todos los glóbulos blancos de una persona sin matarla y, después de extraerle primero el cerebro, pudiera colocarlos cuidadosamente en el cráneo, entonces le habría hecho un cerebro a partir de sus glóbulos blancos.

Pero lo curioso es que, antes de que pudiéramos crear un cerebro a partir de los glóbulos blancos, estos tendrían que morir a medias. Esa es la diferencia entre los glóbulos blancos y las células cerebrales. Los glóbulos blancos están llenos de vida. Se mueven constantemente entre sí en la sangre humana. Ya les he dicho que fluyen como la sangre por las venas. Ahí es donde salen. Ahí es donde, como he explicado, se convierten en sibaritas y llegan a la superficie del cuerpo. Se arrastran por todo el cuerpo.

Pero si observamos el cerebro, vemos que estas células, estos corpúsculos, permanecen en su lugar. Están en reposo. Solo extienden sus ramificaciones y tocan siempre al más cercano. Así pues, lo que hay en el cuerpo en forma de glóbulos blancos y en pleno movimiento, en el cerebro descansa y, de hecho, está medio muerto.

Imagínense a este animalito que se arrastra por el mar y come demasiado. Cuando come demasiado, ocurre lo siguiente: extiende su brazo, su rama, toma aquí y allá, y ha comido demasiado. No puede digerirlo; entonces se divide en dos, se separa, y en lugar de uno tenemos dos. Se ha multiplicado. Nuestros glóbulos blancos también tienen esta capacidad de multiplicarse. Algunos mueren y otros se crean mediante la multiplicación.

De esta manera, las células cerebrales que les he mostrado no pueden multiplicarse —nuestros glóbulos blancos son seres vivos independientes—; las células cerebrales que se entrelazan de esta manera no pueden multiplicarse; una célula cerebral nunca se convierte en dos células cerebrales. Cuando el ser humano desarrolla un cerebro más grande, cuando el cerebro crece, siempre hay células del resto del cuerpo que deben migrar al cerebro. Las células deben crecer hacia dentro. No es que en el cerebro se produzca nunca la multiplicación de las células cerebrales; estas solo se acumulan. Y durante nuestro crecimiento, siempre deben entrar nuevas células del resto desde el cuerpo para que, cuando seamos adultos, tengamos un cerebro lo suficientemente grande.

El hecho de que estas células cerebrales no puedan multiplicarse demuestra que están medio muertas. Estas células cerebrales están siempre muriendo, siempre, siempre muriendo. Si lo observamos detenidamente, vemos que en el ser humano existe una maravillosa contradicción: en su sangre lleva células llenas de vitalidad en los glóbulos blancos, que siempre quieren vivir, y en su cerebro lleva células que en realidad siempre quieren morir, que siempre están en proceso de morir. Esto también es cierto: el ser humano, a través de su cerebro, siempre está en proceso de morir, el cerebro en realidad siempre está en peligro de morir.

Bueno, caballeros, probablemente hayan oído, o quizás lo hayan experimentado. —siempre es desagradable cuando uno lo experimenta—, que las personas también pueden desmayarse. Cuando las personas se desmayan, entran en un estado como si estuvieran cayendo. Pierden el conocimiento.

¿Qué le sucede realmente a una persona cuando pierde el conocimiento de esta manera? También sabrán que, por ejemplo, las personas muy pálidas, como las chicas con anemia, son las más propensas a desmayarse. ¿Por qué? Sí, verán, se desmayan porque tienen demasiados glóbulos blancos en relación con los glóbulos rojos. Una persona debe tener una proporción muy precisa, como también les he explicado, entre glóbulos blancos y glóbulos rojos para estar completamente consciente. Entonces, ¿qué significa que perdemos el conocimiento? Por ejemplo, cuando nos desmayamos, pero también cuando dormimos, perdemos el conocimiento. Esto significa que la actividad de los glóbulos blancos es demasiado activa, demasiado intensa. Si los glóbulos blancos son demasiado activos, si la persona tiene demasiada vida en su interior, pierde el conocimiento. Por lo tanto, es muy bueno que una persona tenga células en la cabeza que constantemente quieran morir; porque si esos glóbulos blancos en el cerebro aún estuvieran vivos, entonces no podríamos tener conciencia alguna; siempre estaríamos durmiendo. Siempre estaríamos dormidos.

Y entonces se preguntarán: ¿Por qué las plantas duermen eternamente? — Las plantas duermen eternamente simplemente porque no tienen esos seres vivos, porque en realidad no tienen sangre en absoluto, porque no tienen esta vida que existe dentro de nosotros como una vida independiente.

Si queremos comparar nuestro cerebro con algo de la naturaleza, basta con compararlo con las plantas. El cerebro, en esencia, socava continuamente nuestra propia vida y, al hacerlo, crea consciencia. Así, obtenemos un concepto completamente contradictorio del cerebro. Es contradictorio: la planta no desarrolla consciencia, mientras que los humanos sí. Esto es algo que aún debemos explicar mediante una larga reflexión, y ahora queremos emprender el camino para poder explicarlo.

Nos volvemos inconscientes cada noche mientras dormimos. Así que algo debe estar sucediendo en nuestro cuerpo que ahora debemos aprender a comprender. ¿Qué sucede entonces en nuestro cuerpo? Sí, verán, caballeros, si todo en nuestro cuerpo fuera exactamente igual cuando dormimos que cuando estamos despiertos, simplemente no estaríamos dormidos. Cuando dormimos, nuestras neuronas comienzan a vivir un poco más que cuando estamos despiertos. Se asemejan más a las células que tienen vida propia dentro de nosotros. Así que pueden imaginar: cuando estamos despiertos, estas neuronas están completamente quietas; pero cuando dormimos, estas neuronas no pueden moverse mucho de su lugar porque ya están localizadas, porque están sujetas desde el exterior; no pueden moverse muy bien, no pueden nadar muy bien, porque chocarían inmediatamente con algo más, pero adquieren, en cierto sentido, la voluntad de moverse. El cerebro se vuelve internamente inquieto. Así es como entramos en el estado inconsciente, donde el cerebro se vuelve internamente inquieto.

Ahora debemos preguntarnos: ¿De dónde proviene realmente este pensamiento en los humanos? Es decir, ¿cómo podemos absorber las fuerzas del vasto universo? Con nuestros órganos digestivos, solo podemos absorber las fuerzas de la Tierra a través de la materia. Con nuestros órganos respiratorios, solo podemos absorber aire, es decir, oxígeno. Para que podamos absorber todas las fuerzas del vasto mundo con la cabeza, es necesario que haya un profundo silencio interior, que el cerebro se calme por completo. Pero cuando dormimos, el cerebro comienza a activarse; entonces absorbemos menos de estas fuerzas que están ahí fuera en el vasto universo, y nos volvemos inconscientes.

Pero ahora el asunto es así: imaginen que se está trabajando en dos lugares; Aquí, digamos, el trabajo lo hacen cinco trabajadores, y allí dos trabajadores. Luego se combinan, estos funcionan, y cada lote continúa haciendo una parte del trabajo. Pero supongamos que se hace necesario detener el trabajo por un tiempo porque se han hecho demasiadas partes de un tipo y no lo suficiente del otro. ¿Qué hacemos entonces? Le pedimos a uno de los cinco obreros que se acerque a los dos obreros. Ahora tenemos tres trabajadores allí y cuatro de los cinco aquí. Trasladamos el trabajo de un lado a otro si no queremos aumentar nada. El hombre tiene solo una cantidad muy limitada de fuerza. Tiene que distribuirlo. Entonces, cuando el cerebro se vuelve más activo durante el sueño por la noche, cuando trabaja más, esa fuerza debe extraerse del resto del cuerpo. Este trabajo tiene que ser tomado de ahí. Ahora bien, ¿de dónde se toma? Sí, ya ven, se toma de algunos de los glóbulos blancos. Algunos de los glóbulos blancos comienzan a vivir menos durante la noche que durante el día. El cerebro vive más. Algunos de los glóbulos blancos viven menos. Esa es la compensación.

Pero ya les he dicho: cuando el cerebro se calma un poco, el ser humano comienza a pensar. Así pues, cuando los glóbulos blancos se calman, se tranquilizan por la noche, el ser humano debería comenzar a pensar en todos aquellos lugares donde los glóbulos blancos se calman. Debería comenzar a pensar con su cuerpo.

Ahora preguntémonos: ¿Acaso una persona piensa con su cuerpo por la noche? — Esa es una pregunta delicada, ¿no es así, si una persona tal vez piensa con su cuerpo por la noche? Bueno, él no sabe nada al respecto. Por el momento, solo puede decir que no sabe nada al respecto. Pero el hecho de que no sepa nada sobre algo no es prueba de que no esté allí. De lo contrario, todo lo que la gente aún no ha visto tendría que ser negado. El hecho de que no sepa algo, no es prueba de que no esté allí. El cuerpo humano podría pensar de noche, y uno simplemente no sabe nada al respecto y, por lo tanto, cree que no piensa.

Ahora tenemos que examinar si el hombre tal vez tiene signos de que mientras piensa con la cabeza durante el día, por la noche comienza a pensar con su hígado y su estómago y sus otros órganos, y tal vez incluso con sus intestinos.
Tenemos ciertos indicios de ello. Cada persona tiene indicios de que eso es así. Porque imagínese de dónde viene eso, que hay algo ahí y nosotros no sabemos nada al respecto. Piense que estoy aquí, hablando con usted, y le presto toda mi atención, lo que significa que no veo lo que hay detrás de mí.

Pueden suceder cosas extrañas. Por ejemplo, puedo estar acostumbrado a sentarme aquí en la silla de vez en cuando mientras hablo. Ahora dirijo mi atención a ustedes, y durante ese tiempo alguien me quita la silla. No vi todo, pero sucedió de todos modos, y noto las consecuencias cuando quiero sentarme ahora.

Verán, la cuestión es que no se debe juzgar simplemente de acuerdo con lo que generalmente sabe, sino que debe juzgar de acuerdo con lo que podría saber de una manera completamente indirecta. Si hubiera mirado a mi alrededor rápidamente, probablemente no me habría asentado en el suelo. Si hubiera mirado a mi alrededor, lo habría evitado.

Ahora consideremos el pensamiento humano en el cuerpo. Verán, a los naturalistas les gusta hablar de los límites del conocimiento humano. ¿Qué quieren decir con eso? Cuando hablan de los límites del conocimiento, los naturalistas se refieren a que lo que aún no han visto, —ni con el microscopio, ni con el telescopio, ni con ningún otro instrumento—, no existe. Pero con el conocimiento, la gente se sienta continuamente en el suelo, porque el hecho de no haberlo visto no es ninguna prueba que algo no exista. Eso es así.

Ahora bien, aquello de lo que he de ser consciente no sólo debe ser concebido por mí, sino que también debo observar lo concebido. Pensar podría ser un proceso que siempre sucede, a veces en la cabeza, a veces en todo el cuerpo. Pero cuando estoy despierto, tengo los ojos abiertos. Los ojos no solo ven hacia afuera, sino que los ojos también perciben hacia adentro. Del mismo modo, cuando pruebo algo, no solo pruebo lo que está en el exterior, sino que también percibo en el interior, por ejemplo, si, digamos, estoy enfermo por todas partes, y lo que sabe agradable para otra persona se vuelve repugnante para mí. Así que el interior siempre determina. La percepción interna también debe estar allí.

Ahora imagina que nos despertamos con bastante normalidad. Nuestras células cerebrales se calman lentamente. Se van a descansar muy lentamente, y la cosa es que poco a poco voy aprendiendo a usar mis sentidos, es decir, vuelvo a usar mis sentidos. El proceso de despertar sigue el ciclo de la vida de manera bastante apropiada. Ese puede ser el único caso.

Pero el otro caso también puede ser que calmo mis células cerebrales demasiado rápido debido a alguna circunstancia. Los calmo demasiado rápido. Ahora sucede algo más cuando los calmo demasiado rápido. Digamos que si uno de los cinco trabajadores dirige el movimiento, como dije, se lleva al quinto y lo pone allí. Si uno de ellos lo dirige, puede ir muy bien. Pero supongamos que uno de ellos tiene que quitárselo a una persona y devolvérselo a otra, entonces pueden surgir todo tipo de problemas, especialmente si los dos comienzan a discutir sobre si está bien o no. Si las células cerebrales de mi cerebro ahora comienzan a calmarse demasiado rápido, entonces los glóbulos blancos que ahora se han calmado durante el sueño no podrán volver a moverse tan rápido. Y sucederá que mientras ya estoy tranquilo en mi cerebro, mientras ya he calmado todo mi movimiento en mi cerebro que estaba allí durante el sueño, los glóbulos blancos allá abajo en la sangre no querrán levantarse todavía. Todavía querrán persistir en su calma. No quieren levantarse.

Sería realmente maravilloso si pudiéramos percibir estas células sanguíneas todavía perezosas, –hablo solo en sentido figurado, por supuesto–, que todavía quieren permanecer en la cama. Si pudiéramos, se mirarían entre sí como las células cerebrales silenciosas se miran entre sí, y percibiríamos los pensamientos más maravillosos. Justo en el momento en que nos despertamos demasiado rápido, percibiríamos los pensamientos más maravillosos. Pueden comprenderlo fácilmente, caballeros, si comprenden toda la historia de la conexión entre el hombre y la naturaleza. Si despertaras rápidamente, si nada más lo impidiera, podrían percibir los pensamientos más maravillosos en sus cuerpos. Pero no pueden. ¿Por qué no es posible? Pues bien, ya ven, entre estos glóbulos blancos perezosos y aún dormidos, y entre aquello con lo que los percibimos, lo que sólo podemos hacer con la cabeza, ahí es donde se respira. Los glóbulos rojos están allí. La respiración continúa, y tenemos que mirar este proceso de pensamiento que está sucediendo en nosotros a través de todo el proceso de respiración.

Imagínese que me despierto; eso calma mi cerebro. Ahí abajo (se dibuja), en algún lugar, están los glóbulos blancos de la sangre. Yo también los percibiría como tranquilos y vería ahí dentro los pensamientos más hermosos. Pero ahora, en medio, está todo el proceso respiratorio. Es como cuando quiero mirar algo y lo miro a través de un cristal turbio; lo veo borroso, todo se me difumina. Este proceso respiratorio es como un cristal turbio. Se me difumina todo el pensamiento que hay ahí abajo, en el cuerpo. ¿Y qué surge de ello? Los sueños. Los sueños surgen de ahí: pensamientos borrosos que percibo cuando la actividad cerebral de mi cuerpo se calma demasiado rápido.

Y de nuevo, al conciliar el sueño, si tengo alguna irregularidad, es decir, si el cerebro tarda demasiado en entrar en actividad al conciliar el sueño, entonces ocurre lo siguiente: debido a que el cerebro tarda demasiado en entrar en actividad, todavía tiene la capacidad de percibir algo, lo que me permite observar los pensamientos que ya comienzan a surgir durante el sueño, al conciliar el sueño. Y así sucede que el ser humano percibe como sueños, al despertar y al conciliar el sueño, aquello que en realidad permanece inadvertido para él durante toda la noche.

En realidad, solo percibimos los sueños en el momento de despertarnos. Puedes visualizar muy fácilmente el hecho de que solo percibimos los sueños en el momento de despertarnos al mirar bien un sueño. Supongamos que estoy durmiendo y hay una silla al lado de mi cama. Ahora puedo soñar lo siguiente: soy un estudiante y me encuentro con otro estudiante en algún lugar, a quien le digo alguna palabra grosera. El otro estudiante tiene que reaccionar a él, se llama 'comentario', y luego tiene que reaccionar a esta palabra grosera, y llega al punto en que me desafía. A veces puede ser algo muy trivial, así es como los estudiantes tienen que desafiarse unos a otros.

Ahora, todo está soñado: se eligen los segundos, se sale al bosque en un sueño y se ha llegado al exterior; empiezas a disparar. El primero dispara. Todavía escucho el disparo en mi sueño, pero me despierto y acabo de derribar la silla con el brazo al lado de la cama. ¡Esa fue la toma!

Sí, caballeros, si no hubiera empujado la silla, no habría tenido el sueño en absoluto, ¡el sueño no habría existido! El hecho de que el sueño se convirtiera precisamente en una imagen de este tipo solo sucedió en el momento de despertar, porque la silla empujada fue lo que me despertó en primer lugar. Entonces, en este único momento de despertar, surgió la imagen, lo que estaba sucediendo en mí se volvió confuso. De esto se puede ver que lo que es pictórico en el sueño sólo se forma en el único momento en que me despierto, así como lo que es pictórico en el sueño debe formarse en el único momento de quedarse dormido.

Pero si tales imágenes se forman, y si puedo percibir algo con tales imágenes, entonces los pensamientos deben estar ahí para ello. ¿A qué llegamos entonces? Llegamos a entender un poco el sueño y la vigilia. Así que preguntémonos: ¿Cómo es dormir? Cuando dormimos, nuestro cerebro está más activo que cuando estamos despiertos; Cuando estamos despiertos, nuestro cerebro se calma. Sí, caballeros, si pudiéramos decir que nuestro cerebro se vuelve más activo cuando estamos despiertos, entonces, como ven, podríamos ser materialistas, porque entonces la actividad física del cerebro significaría pensar. Pero si somos personas razonables, no podemos decir que el cerebro está más activo cuando estamos despiertos que cuando dormimos. Debe calmarse cuando estamos despiertos.

Así que la actividad física no puede hacernos pensar. Si la actividad física nos diera pensamiento, ese pensamiento tendría que consistir en una actividad física más fuerte que el no pensamiento. Pero el no pensamiento consiste en una actividad física más fuerte. Así que puedes decir: tengo pulmones; Los pulmones serían perezosos si el oxígeno externo no los cubriera y los pusiera en movimiento. Pero mi cerebro se vuelve perezoso durante el día; por lo tanto, algo externo debe venir para el cerebro que lo ponga en movimiento. Y entonces tenemos que reconocer que en el mundo, al igual que el oxígeno pone los pulmones en movimiento o los pone en acción, durante el día el cerebro es llevado a pensar por algo que no está en el cuerpo mismo, que no pertenece al cuerpo mismo.

Por lo tanto, debemos decirnos a nosotros mismos: si hacemos ciencia real, somos llevados a asumir algo incorpóreo, algo parecido al alma. Vemos que está ahí. Lo vemos, por así decirlo, volando cuando nos despertamos, porque lo que está pensando no puede salir del cuerpo. Si saliera del cuerpo, uno pensaría mejor por la noche. Tendríamos que acostarnos y quedarnos dormidos, y luego el pensamiento surgiría en nuestro cerebro. Pero no lo hacemos. Así que vemos, por así decirlo, en qué vuela nuestra alma y nuestro ser espiritual.

De modo que se puede decir: la ciencia ha hecho grandes progresos en los últimos tiempos, pero sólo ha llegado a conocer lo que no es realmente adecuado para la vida y para el pensamiento, mientras que  la  propia vida no la ha captado, y menos aún ha captado el pensamiento. Y así, si realmente hacen ciencia natural, no te lleva la superstición, sino precisamente esta verdadera ciencia natural, a decir: así como debe haber oxígeno para respirar, también debe haber algo espiritual para pensar.

Más sobre esto la próxima vez, porque no se puede decidir tan fácilmente. Todavía habrá todo tipo de contrafuerzas en muchos de ustedes contra lo que he dicho. Pero hay que decir que cualquiera que no hable así simplemente no entiende toda la historia en el hombre. Por lo tanto, no se trata de difundir la superstición, sino de crear una claridad completa. De eso se trata.



Traducido por J.Luelmo ago,2025

GA347 Dornach, 2 de agosto de 1922 - Sobre el origen del lenguaje y de las lenguas

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 RUDOLF STEINER

Sobre el origen del lenguaje y de las lenguas


Dornach, 2 de agosto de 1922

 

PRIMERA CONFERENCIA : 

Buenos días señores. Hoy queremos aprovechar el tiempo para añadir algunas cosas a lo que hemos escuchado. Así podremos comprender mejor la dignidad del ser humano en su totalidad.
Como ven, he explicado a grandes rasgos cómo funcionan la alimentación y la respiración del ser humano. También hemos visto que la alimentación está más relacionada con la vida del ser humano, que la alimentación consiste en que ingerimos sustancias nutritivas que en realidad se encuentran en estado inerte en nuestro intestino, que estas sustancias nutritivas cobran vida a través de los vasos linfáticos y que ya después, en estado vivo, pasan a la sangre. A continuación, como sabemos, estos nutrientes vivos entran en contacto con el oxígeno del aire en la sangre. El aire es absorbido por el ser humano. La sangre se transforma. Este es el proceso que tiene lugar en el pecho. Y al mismo tiempo tenemos en él lo que nos proporciona nuestras sensaciones.
En realidad entre los procesos intestinales y los procesos sanguíneos, se produce la vida. A su vez, dentro de los procesos sanguíneos, entre los procesos sanguíneos y el aire, se produce lo que es nuestra mente. Ahora también debemos ocuparnos de la inteligencia y tratar de comprender cómo se ha desarrollado la inteligencia en el ser humano. 
Ya ven, en realidad solo es posible conocerse externamente desde hace, digamos, unos sesenta años. En realidad, en el año 1921 se podría haber celebrado el sexagésimo aniversario. No se celebró porque hoy en día la gente tiene poco interés en organizar celebraciones puramente científicas. El descubrimiento, que se realizó en 1861 y que podría haberse celebrado como un descubrimiento de sesenta años, —es decir, solo desde hace cincuenta o sesenta años se puede hablar así del tema del que quiero hablar hoy—, es un descubrimiento científico importante. Recuerdo este descubrimiento simplemente porque tiene la misma edad que yo. Este descubrimiento consiste en lo siguiente.
Recientemente les dije cómo se puede observar en los seres humanos: no es necesario experimentar, solo hay que prestar atención a lo que la propia naturaleza experimenta en los seres humanos cuando enferman de alguna manera. Si sabemos observar lo que ocurre en el ser humano físico cuando enferma de alguna manera, entonces la propia naturaleza nos ha proporcionado un experimento, un ensayo, y podemos obtener un conocimiento a partir de ese ensayo.
En aquel entonces, en 1861, Broca descubrió que, en las personas con trastornos del lenguaje, cuando se les diseccionaba tras la muerte, se observaba una lesión en la tercera circunvolución frontal izquierda.
Es cierto que, si observamos el cerebro, es decir, si levantamos la cubierta ósea del cráneo, la envoltura ósea, podemos ver el cerebro. Este cerebro tiene circunvoluciones: hay una circunvolución, luego otra y luego una tercera. A esta circunvolución se le llama circunvolución temporal porque se encuentra aquí, en la sien. Pues bien, cada vez que una persona tiene trastornos del lenguaje o no puede hablar, hay algo dañado en esta circunvolución frontal izquierda.
 Esto puede suceder cuando una persona sufre lo que se conoce como un derrame cerebral. Un derrame cerebral consiste en que la sangre, que normalmente solo debe fluir por las venas, se abre paso a través de ellas y se derrama en el resto de la masa que rodea las venas, donde no debería estar. Así pues, tal hemorragia provoca el derrame cerebral, la parálisis. Por lo tanto, cuando la sangre se derrama indebidamente en el ser humano, en esta circunvolución temporal, esto provoca finalmente, cuando esta circunvolución temporal queda completamente dañada, que el ser humano ya no pueda hablar.
Vean, esta es una relación muy interesante. Podemos decir que el ser humano habla gracias a que tiene una circunvolución temporal izquierda sana en su cuerpo físico. Y ahora debemos comprender lo que realmente significa que un ser humano tenga una circunvolución temporal izquierda sana. Pero para comprenderlo, debemos considerar otra cosa.
Cuando mueren niños pequeños y examinamos esa misma zona del cerebro, es decir, la circunvolución temporal izquierda, vemos que esa parte del cerebro es una masa bastante homogénea; sobre todo antes de que el niño haya aprendido a hablar, es una masa bastante homogénea. A medida que el niño empieza a aprender a hablar, la circunvolución frontal izquierda va adquiriendo cada vez más pequeñas circunvoluciones. Se forma cada vez más artificialmente. De modo que se puede decir que si en un niño muy pequeño esta circunvolución frontal izquierda tuviera este aspecto, en un niño que ha aprendido a hablar y en un adulto tendría este aspecto: muy artificialmente formada.
Por tanto, algo ha sucedido en el cerebro; mientras el niño aprendía a hablar, algo ha sucedido. Y nadie debería pensar de otra manera sobre algo así, como se piensa normalmente en la vida cotidiana. Verán, si muevo la mesa de allí para aquí, nadie dirá: «La mesa se ha movido sola». Del mismo modo, yo no debería decir: «El cerebro ha formado circunvoluciones», sino que debo reflexionar sobre lo que realmente ha ocurrido, cuál es la causa. Por lo tanto, debo reflexionar sobre el origen de esta formación precisamente en la circunvolución temporal izquierda.
Pues verán, cuando el niño aprende a hablar, mueve su cuerpo, lo mueve en los órganos del habla. Antes de eso, cuando el niño aún no sabe hablar, es solo un ser inquieto, como mucho grita y cosas por el estilo. Mientras solo grite, ese lóbulo frontal izquierdo seguirá siendo una masa informe. Cuanto más aprende, no solo a gritar, sino a pasar del grito a los sonidos, más se desarrolla ese lóbulo frontal. De modo que se puede decir: cuando el niño grita, en ese lugar solo hay una masa cerebral. Ahora no solo empieza a gritar, sino a emitir sonidos. En consecuencia, poco a poco esa masa general se transforma en una parte izquierda del cerebro bien desarrollada.
Ahora bien, señores, la cuestión es la siguiente: como ustedes saben, cuando un niño llora, los sonidos que emite son, en su mayoría, lo que se denomina vocales: A, E. Por lo tanto, cuando el niño solo llora, no necesita un lóbulo frontal izquierdo articulado, sino que emite los sonidos que emite de forma espontánea, sin que haya nada artificial en su cerebro. Si prestamos un poco de atención, veremos que lo primero que grita el niño es muy similar a los sonidos A. Más tarde, el niño comienza a añadir los sonidos U e I a sus gritos. Y poco a poco, como ya saben, el niño también aprende las consonantes. El niño primero grita A; luego aprende la M: MA o WA. Así, el niño va formando poco a poco las palabras a partir de los gritos, añadiendo a las vocales las consonantes.
¿Y cómo se forman estas consonantes? Solo hay que prestar atención a cómo se pronuncia la M. Para ello hay que mover los labios. Es algo que los niños aprenden imitando. Cuando pronuncia una L, tiene que mover la lengua. Y por lo tanto, tiene que mover algo. Así que tiene que pasar de los movimientos espasmódicos que hace el niño a movimientos regulares, a movimientos que los órganos del habla realizan por imitación. Y cuanto más añade el niño estas consonantes, L, M, N, R, etc., a las vocales, que solo se producen al gritar, más se estructura este lóbulo frontal izquierdo, más se forma artificialmente este lóbulo frontal izquierdo; de modo que, con la misma fuerza con la que el niño aprende las consonantes, se forma este lóbulo frontal izquierdo.
Pues bien, ahora podemos decir: ¿cómo aprende a hablar el niño al principio? El niño aprende a hablar realmente solo mediante la imitación. Aprende a hablar, a mover los labios, imitando por instinto cómo mueven los labios las demás personas. Todo es imitación. Es decir, el niño observa, ve y percibe lo que sucede a su alrededor. Y a través de esta percepción, es decir, a través de este trabajo mental de percepción, se forma el cerebro. Al igual que el escultor da forma a su madera, mármol o bronce, el cerebro se forma escultóricamente a través de los movimientos del niño. Los órganos que mueve transmiten su movimiento al cerebro. Así, cuando digo la L con la lengua, la lengua está conectada al cerebro a través de un nervio, conectada a través de otros órganos. Esta L llega hasta mi lóbulo frontal izquierdo y produce allí dentro tales figuras. La L produce una figura en la que una cosa se une a otra, en la que este lóbulo frontal izquierdo se forma casi como un intestino. La M produce circunvoluciones esféricas. Como ven, hay trabajo en este lóbulo temporal izquierdo. Ahí trabaja lo que el niño mueve y vive a través de la percepción. Es muy interesante que, desde que se sabe que un golpe, un derrame cerebral, destruye el lóbulo frontal izquierdo y, por lo tanto, socava el lenguaje, se puede saber que, en realidad, el niño trabaja continuamente en este lóbulo frontal izquierdo al aprender consonantes. Y esto se debe a que el ojo y todo tipo de órganos perciben que algo está sucediendo en el mundo exterior. ¿Qué está sucediendo en el mundo exterior?
Pues verán, cuando hablamos, también respiramos a la vez que hablamos. Respiramos continuamente. Y cuando respiramos, lo que se forma a partir de la respiración, ese soplo de aire, como lo he llamado, entra primero en el cuerpo humano, luego sube por el canal espinal y entra en el cerebro. Así que mientras el niño llora, aún no puede pronunciar las consonantes, pero llora y respira, y durante ese tiempo la respiración siempre sube, ese impulso respiratorio; sube y entra en todas partes del cerebro.
Preguntémonos: ¿qué es lo que realmente entra en el cerebro? Pues bien, lo que entra en el cerebro es sangre. Va a todas partes, tal y como les he explicado en los últimos días. Así pues, a través de la respiración, la sangre es empujada continuamente hacia el cerebro. Pero el hecho de que la respiración empuje la sangre por todas partes, sí, verán, eso ya ocurre justo después de que el niño nazca, incluso antes, pero entonces funciona de otra manera. Cuando nace el niño, empieza a respirar. En realidad, siempre hay una ráfaga de aire que empuja la sangre hacia el cerebro.
Y de esta manera podemos decir: mientras la sangre sea impulsada al cerebro a través de la respiración, el niño solo podrá gritar. Cuando no solo se impulsa la sangre sino que, digamos, cuando desde el ojo o desde cualquier otro órgano, desde el oído en particular, el niño nota algo, cuando percibe algo, es cuando empieza a hablar . Así, cuando el niño percibe un movimiento en otra persona, lo imita; entonces no solo fluye la sangre, sino que, por ejemplo, desde el oído entra continuamente otra corriente. Vean, esa es la otra corriente. Y esa otra corriente es la corriente nerviosa.
En el lóbulo temporal izquierdo, en la llamada circunvolución del lenguaje, se encuentran, como en cualquier otra parte del cuerpo humano, vasos sanguíneos y nervios. Los nervios se ven afectados por las cosas que se perciben. Los movimientos que realiza el niño al pronunciar las consonantes se transmiten a través de los nervios a su circunvolución del lenguaje izquierda. Y allí se forma muy bien, ya que el impulso respiratorio interactúa además de con la sangre, con lo que proviene del oído o del ojo, y lo que poco a poco se estructura maravillosamente entre la sangre y los nervios en toda la masa cerebral informe. Así pues, pueden ver que en realidad nuestro cerebro se forma primero, —al menos en esta parte, y luego en otras partes es igual—, se forma mediante la interacción de una actividad, es decir, la percepción, con otra actividad, con este impulso que impulsa la sangre hacia el cerebro.
Sin embargo, ahora también deben tener claro lo siguiente. El niño aprende a hablar de esta manera, es decir, desarrolla su lóbulo frontal izquierdo. Pero si nos sentamos junto a un cadáver y lo diseccionamos, y observamos el lóbulo frontal derecho, que se encuentra simétricamente situado, vemos que está relativamente poco desarrollado. Así que tenemos el lóbulo frontal izquierdo, que se ha desarrollado maravillosamente, como les he dicho. El derecho, en cambio, permanece durante toda la vida tal y como era en la niñez, es decir, sin estructurar. Me gustaría decir que si solo tuviéramos el lóbulo frontal derecho, solo podríamos gritar, y solo gracias a que preparamos artificialmente el lóbulo frontal izquierdo podemos hablar.
Pero fíjense, cuando una persona es zurda, es decir, cuando tiene la costumbre de realizar sus tareas con la mano izquierda en lugar de con la derecha, se da la curiosa circunstancia de que, si recibe un golpe en el lado izquierdo, no pierde el habla, por ejemplo. Y cuando se le disecciona, se descubre que, en el caso de los zurdos, el lóbulo frontal derecho está estructurada de la misma manera que el lóbulo frontal izquierdo en el resto de personas.
Por lo tanto en esta formación del cerebro, tienen una influencia extraordinariamente fuerte los movimientos de los brazos y las manos . ¿De dónde viene esto? Sí, verán, viene de lo siguiente: cuando alguien se acostumbra a hacer muchas cosas con la mano derecha, no solo hace lo que hace con la mano derecha, sino que también se acostumbra a respirar un poco más fuerte por la derecha, es decir, a utilizar más fuerza respiratoria. Se acostumbra a oír mejor por el lado derecho, etc. Esto solo nos demuestra que, cuando una persona se acostumbra a usar la mano derecha, tiende en general a realizar más actividades con el lado derecho que con el izquierdo. Ahora bien, si es diestro, se desarrolla precisamente el lóbulo frontal izquierdo, y si es zurdo, el lóbulo frontal derecho. ¿A qué se debe esto?
Sí señores, observen como tienen el brazo derecho de un cuerpo, la mano derecha, aquí tienen la cabeza y aquí tienen el lóbulo temporal izquierdo. Ahora vamos a examinar cómo discurren los nervios. Los nervios discurren de tal modo que aquí dentro hay nervios por todas partes. Si no tuvieran estos nervios, por ejemplo, no podrían sentir el calor ni el frío. Todo esto tiene que ver con los nervios. Aquí tienen nervios por todas partes, que suben por la médula espinal y llegan al cerebro. Pero lo curioso es que los nervios que están en la mano derecha van aquí, al cerebro izquierdo, y los nervios que están aquí, en la otra mano, van al cerebro derecho. Allí dentro, los nervios se cruzan. En el cerebro, los nervios se cruzan, de modo que, por ejemplo, cuando hago algún ejercicio de gimnasia o de euritmia con la mano derecha o el brazo derecho, lo siento porque el nervio transmite esa sensación; pero lo siento con el hemisferio izquierdo del cerebro, porque los nervios se cruzan.
Ahora imagínense que un niño prefiere hacer todo con la mano derecha. Por consiguiente respira un poco más fuerte por el lado derecho, oye un poco mejor y ve incluso un poco más nítido por el lado derecho. El ser humano se esfuerza más por el lado derecho y desarrolla los movimientos que realiza en el hemisferio izquierdo del cerebro.
Al hablar hacemos gestos. Estos gestos son percibidos por nuestros nervios; y los gestos de la mano derecha que hacemos al hablar son percibidos por el hemisferio izquierdo del cerebro. Del mismo modo, si somos diestros, tendemos a pronunciar las vocales y consonantes con más fuerza con la mitad derecha de la laringe, a pronunciar los sonidos con más fuerza; entonces lo que hacemos también se percibe con mayor intensidad en el hemisferio izquierdo del cerebro. Y de ahí se deriva que el cerebro, que originalmente es una masa blanda, se desarrolla más. Dejamos más desutilizado el hemisferio izquierdo; por lo tanto, el hemisferio derecho del cerebro se desarrolla menos y permanece blando. Pero si alguien es zurdo, ocurre lo contrario.
De ello se derivan todo tipo de cuestiones importantes para la pedagogía. Piénsese, por ejemplo, en los niños zurdos, —ya hay algunos niños zurdos en la escuela—: hay que decirse que, mientras que en todos los demás el lóbulo temporal izquierda del cerebro está muy artificialmente desarrollada, en estos zurdos está en pleno desarrollo, se está formando el lóbulo temporal derecho. Y cuando enseño a los niños a escribir, utilizo la mano derecha. Los niños diestros solo reforzarán en su lóbulo frontal izquierda lo que ya han comenzado a desarrollar al aprender a hablar. Sin embargo, los niños que son zurdos, si los obligo a escribir con la mano derecha, arruinarán lo que han desarrollado en el lóbulo temporal derecho a través del lenguaje. Lo arruinarán de nuevo, y por lo tanto tengo la tarea, ya que no debe ser así con la escritura, de dejar que los zurdos escriban con la mano izquierda. Tengo primero la tarea de transferir lenta y gradualmente a la mano derecha lo que hacen con la mano izquierda, para que primero aprendan a trabajar con la otra mano y luego empiecen a escribir mucho más lentamente que los demás niños. No importa si aprenden a escribir un poco más tarde.
Si simplemente enseño a los niños zurdos a escribir tan rápido como a los diestros, los estoy volviendo más tontos, porque estoy arruinando lo que han desarrollado en el hemisferio derecho del cerebro. Por lo tanto, debo tener en cuenta que debo enseñar a escribir a los niños zurdos de una manera diferente a como enseño a los niños diestros. De esta manera, no se volverán más tontos para su vida futura, sino más inteligentes, si les introduzco lentamente la destreza con la mano izquierda en la destreza con la mano derecha, y no les confundo todo el cerebro simplemente haciéndoles escribir con la mano derecha.
Bueno verán, si se quiere tratar a la persona en su totalidad a través de la escritura, entonces, desde el punto de vista pedagógico, se consigue justo lo contrario de lo que se pretende. Ahora existe una gran tendencia a enseñarle al ser humano todo con ambas manos, a hacerle hacer todo con ambas manos. Así se le confunde todo en el cerebro. Y eso solo demuestra lo poco que saben las personas que tienen esa tendencia a hacer que el ser humano haga lo mismo con la mano izquierda y con la derecha. Se podría aspirar a ello, pero antes hay que hacer otra cosa. ¿Y qué habría que hacer? Pues bien, señores, ¡habría que cambiar primero al ser humano en su totalidad! Habría que pasar poco a poco una actividad del lado izquierdo al derecho y debilitar lentamente la actividad del lado derecho.  ¿Qué pasaría entonces? Sí, vean, lo que entonces pasaría es que, bajo la superficie del lóbulo temporal izquierdo (se dibuja), el lóbulo temporal izquierdo se formaría de manera artificial, y en el exterior, en la parte exterior, quedaría una masa blanda. Y eso también ocurriría en el lóbulo temporal derecho. En lugar de distribuir las dos actividades entre el lado izquierdo y el derecho, convierto cada lóbulo temporal en dos mitades, una exterior y otra interior. La mitad interior es más adecuada para hablar, mientras que la exterior sirve más bien para gritar las vocales y las consonantes. Pero todo el habla es una combinación de gritos y articulaciones. Así es durante toda la vida.
Como ven, no se puede manipular a las personas sin más, sino que, si se quiere dedicarse a la pedagogía, aunque solo sea a la pedagogía de la escuela primaria, hay que conocer a la persona en su totalidad. Porque con todo lo que se hace se cambia a la persona. Y lo realmente pecaminoso es que hoy en día solo se manipula en función de las apariencias y no se tiene en cuenta cómo son realmente las cosas cuando se penetra en el ser humano.
Ahora bien, muy pocas personas tienen útiles ambos lóbulos frontales, sino que el lóbulo frontal derecho está más irrigado por el flujo sanguíneo, mientras que el izquierdo tiene menos flujo sanguíneo y está más irrigado por los nervios. Y esto es lo que ocurre en todo nuestro cerebro, que la parte derecha está más dedicada a la circulación sanguínea, es decir, a la dispersión de la sangre, mientras que la parte izquierda está más dedicada a la percepción, a la percepción sensorial.
Una vez que lleguemos a comprender que el cerebro se desarrolla bajo influencias externas, solo entonces podremos hacernos una idea de lo fuertes que son estas influencias externas. Estas influencias externas son, por supuesto, tremendamente fuertes si sabemos que son ellas las que determinan todo lo que ocurre en el cerebro. Así, al haber aprendido lo que realmente ocurre en el cerebro cuando el ser humano habla, ahora podemos hacernos una idea de cómo es en realidad este cerebro humano. Verán, si seguimos investigando este cerebro, resulta que en la pared exterior, donde el cerebro tiene su pared exterior, hay más vasos sanguíneos que en el interior. Por lo tanto, podemos decir que el exterior del cerebro es más rico en sangre, mientras que el interior es más rico en nervios. En el interior tenemos una gran cantidad de nervios; hay ramificaciones nerviosas en su interior.
Entonces, ¿cómo se desarrolla el cerebro de un niño que aprende a hablar de forma normal, es decir, que es diestro? Pues verán, si tomamos el cerebro de un niño muy pequeño, vemos que está rodeado por una capa rica en sangre, por así decirlo (se dibuja). Esto se ve desde delante. Esto debería estar a la derecha del ser humano, es decir, a la izquierda desde su perspectiva, esto debería estar a la izquierda del ser humano. Ahí se forman todos estos haces nerviosos. Debido a esto, señores, debido a que hay haces nerviosos ahí dentro, cuando se extraen, la masa cerebral interna tiene un aspecto blanquecino, mientras que la masa cerebral más rica en sangre que la rodea, cuando se extrae, tiene un aspecto gris rojizo. Tiene un aspecto gris rojizo.
Si el niño continúa desarrollándose hasta aprender a hablar, es decir, hasta que se estructura su lóbulo temporal izquierdo, ¿qué ocurre entonces? Pues bien, lo que ocurre es que estos haces de nervios se retraen más hacia allí; aquí menos, aquí más, se forma el sistema sanguíneo (se dibuja). Así que, en cierto modo, la parte interna del cerebro se desplaza más hacia la izquierda en el niño que se desarrolla normalmente; la otra parte se desplaza hacia atrás. El cerebro se desplaza hacia el lado izquierdo y se vuelve cada vez más blanco hacia ese lado. Se desplaza hacia allí. Todo el desarrollo humano se basa en cosas artificiales como estas.
Ahora bien, sigamos con el lenguaje. Verán, hay lenguas que tienen, digamos, muchas consonantes, y hay lenguas que tienen muchas vocales: A, E, I, etc. Hay otras lenguas que pronuncian todo de tal manera: S, W, que casi no se notan las vocales. Ahora bien, ¿qué es lo que ocurre realmente?
Si alguien vive en una zona, —porque esto depende de las zonas, ya que los idiomas varían según las regiones del mundo—, en la que se desarrollan más las consonantes, ¿qué significa eso? Significa que vive más en el mundo exterior, porque las consonantes deben desarrollarse en el exterior. Por lo tanto, si alguien vive más en el mundo exterior, la parte blanca de su cerebro se desplaza más hacia la izquierda. Si alguien vive más en su interior, se desarrolla en una zona en la que las personas viven más en su interior, esta masa blanca del cerebro se desplaza menos. El ser humano se ve más impulsado a producir vocales melodiosas desde su interior. Pero esto varía según las regiones de la Tierra.
Tomemos lo siguiente. Imaginen que hay una Tierra (se dibuja) y que en diferentes puntos de la Tierra hay personas. Quiero dibujarlo de forma muy esquemática, aquí hay una persona y aquí hay otra. Así que hay diferentes personas en la Tierra. Así es como siempre estamos en la Tierra, aunque, por supuesto, el dibujo es muy desproporcionado, pero así es como estamos en la Tierra. Y la persona de aquí, digamos, tiene un idioma consonántico, la otra tiene un idioma vocálico.
¿Qué debe haber sucedido en la zona en cuestión? Bueno, pueden haber sucedido muchas cosas, de muy diversa índole, pero quiero destacar una que puede haber sucedido. Imaginen que aquí hay altas montañas (se dibuja) y aquí está la llanura. Así que aquí hay altas montañas y allí la llanura. Ahora bien, de hecho, cuando hay llanuras, se nota que el lenguaje se vuelve más rico en vocales. Cuando hay montañas muy altas, el lenguaje tiende a ser más rico en consonantes, en sonidos consonánticos.
Pero como ven, el asunto no es tan sencillo, sino que debemos preguntarnos: ¿cómo se forman las montañas y cómo se forman las llanuras? Es así (se dibuja): aquí está la tierra por todas partes; aquí brilla el sol. Toda nuestra Tierra fue una vez una masa viscosa. Las montañas tuvieron que ser extraídas primero de esa masa viscosa. Así que la Tierra es básicamente una masa viscosa, y las montañas se extraen de ella.
Señores, ¿qué fuerza es capaz de extraer las montañas? ¡Las montañas son extraídas por las fuerzas del universo que actúan desde fuera! Por lo tanto, podemos decir que ciertas fuerzas del universo actúan desde fuera y extraen las montañas. Estas fuerzas son poderosas, por lo que se forman montañas. Aquí actúan fuerzas del universo más débiles, por lo que no se forman montañas. En tiempos antiguos, la tierra se extraía menos. Y las personas que nacen en una tierra donde estas fuerzas actúan menos, hablan con vocales abiertas, y las personas que nacen en una tierra donde estas fuerzas actúan más, hablan con vocales cerradas. Esto está relacionado con todas las fuerzas del universo.
¿Y cómo podemos afirmar algo así? Bueno, señores, lo que afirmamos allí debemos configurarlo tal como hacemos cuando miramos el reloj. Tenemos que ir a trabajar o tenemos que irnos. Pero ni por un momento diremos: ¡Ahora es demasiado! Esa maldita manecilla grande es una tipa horrible que me azota para que vaya a trabajar. Ni se nos ocurre pensar eso. La aguja nos indica cuándo debemos ir a trabajar, pero no le atribuiremos la más mínima culpa o responsabilidad. No es así, ¿verdad? Por lo tanto, es totalmente inocente en este asunto.
Del mismo modo, señores, aquí podemos mirar al sol y decir: cuando estamos aquí, en un momento determinado, el sol se encuentra, por ejemplo, delante de la constelación de Aries. Ahí tenemos la dirección desde donde actúan las fuerzas poderosas. No es Aries, pero nos indica la dirección desde donde actúan las poderosas fuerzas. Al mismo tiempo, aquí hay una persona. Para ella, lo primero que se tiene en cuenta es lo siguiente: cuando el sol se ha desplazado hasta aquí (se dibuja), se encuentra aquí en Virgo, en la constelación de Virgo. Las fuerzas débiles provienen de esa dirección. En lugar de contar ahora todo el proceso, puedo decir lo siguiente: si alguien nace en una región donde, en un momento determinado, digamos, en el momento de su nacimiento, el sol se encuentra en la constelación de Aries, entonces aprenderá a hablar de forma más consonántica; si nace en un momento en el que el sol se encuentra en la constelación de Virgo, entonces aprenderá a hablar de forma más vocálica, con más sonidos vocálicos.
Como ven, puedo utilizar todo el zodíaco como si fuera un reloj en el que puedo leer lo que ocurre en la Tierra. Solo tengo que tener siempre claro que no son las constelaciones las que hacen esto, sino que las constelaciones están ahí para leerlas. De ello se desprende que el zodíaco nos puede decir mucho. Nos puede decir tanto que podemos entender cómo son diferentes los idiomas en la Tierra.
Por lo tanto, podemos decir: miremos la Tierra. Imaginemos que ahí está la Tierra y que colocamos una silla, —no puede ser, pero hipotéticamente podemos suponerlo—, una silla en el universo, y observamos una especie de mapa lingüístico, los diferentes idiomas de la Tierra. Entonces obtenemos una imagen. Y ahora le damos la vuelta a la silla, ahora miramos hacia el universo. Entonces obtenemos una imagen de las estrellas, y estas se corresponden entre sí. Si alguien mirara así la mitad sur de la Tierra y observara los idiomas que hay allí, y luego diera la vuelta a la silla y mirara el cielo estrellado del sur, sería muy diferente a si alguien hiciera lo mismo con la mitad norte. De modo que alguien podría registrar el cielo estrellado, y quien haya estudiado esta relación podría indicar, a partir de una constelación determinada, qué idioma es habitual bajo esa constelación.
Así pues, vemos que precisamente cuando empezamos a observar la vida espiritual del ser humano, es decir, allí donde se forma su intelecto a través del lenguaje, debemos mirar hacia el cielo estrellado si queremos comprender algo. En la Tierra no encontramos ninguna conexión. Por mucho que reflexionemos sobre por qué los idiomas son diferentes, no encontraremos ninguna explicación.
Verán, si ustedes quieren saber lo que ocurre en su vientre, deben preguntarle a la tierra, a lo que hay debajo. Si en una zona se cultiva principalmente col, podrán decirse: en esta zona hay que revitalizar continuamente los frutos de la col que han sido destruidos. Así que, si quieren saber cómo se alimenta una zona, deben preguntarle a la tierra. Si quieren saber cómo se respira en una zona, deben preguntar lo que ocurre a su alrededor en el círculo del aire. Y si quieren saber qué ocurre dentro de esa caja, la caja del cerebro, deben preguntar cómo están las estrellas ahí fuera. Y así deben poder integrar al ser humano en todo el universo. Y entonces verán que es una superstición decir, basándose en los restos de lo que alguna vez supieron los seres humanos: «Cuando el sol está en Aries, ocurre esto y lo otro». Eso no es nada. Pero cuando se conoce todo el contexto, entonces deja de ser una superstición común y se convierte en ciencia.
Y eso es lo que nos lleva gradualmente de la comprensión de la mera reelaboración de los materiales a lo que ocurre y lo que está relacionado con todo el universo exterior.

Traducido por J.Luelmo ago. 2025

GA350 Dornach, 16 de junio de 1923 - Sobre las causas profundas de la catástrofe de las guerras

          índice

 RUDOLF STEINER 

Sobre las causas profundas de la catástrofe de las guerras

Dornach, 16 de junio de 1923

 

CONFERENCIA -6 : 

¿Quizás han notado algo, señores?

Sr. Dollinger: Quería preguntar sobre el destino humano. En la (I) gran guerra mundial murieron millones de personas. ¿Nacieron con ese destino? ¿Cómo se ve eso en el mundo espiritual en relación con el desarrollo del mundo?

Dr. Steiner: También podemos hablar de esto en relación con otras cosas, porque es absolutamente necesario que en la antroposofía no se expliquen las cosas simplemente como lo hace a veces la gente. Lo que se dice debe ser científico. Ahora me gustaría decirles algo al respecto que nos llevará a comprender cómo ha sido posible la gran catástrofe actual, esta terrible miseria mundial que afecta a tantas personas. Hoy en día, por lo general, ya no se presta atención a cómo se relaciona realmente una persona con otra. Lo que ocurre es que hoy en día todas las personas están aisladas en el mundo. Incluso cuando, por costumbre o por algún resto de superstición que se tiene, se conocen y se observan cosas como las que les he contado en la última hora, por lo general se explican de forma errónea.

Ahora les voy a contar una historia sencilla que les mostrará cómo hoy en día ya no se piensa en que una persona está relacionada con otra de alguna manera. Sucedió lo siguiente, que está bien documentado, como un hecho científico. En una familia había una joven de dieciocho o diecinueve años que estaba enferma, no tan enferma como para estar postrada en cama, pero sí como para tener que estar tumbada a menudo. Durante un tiempo, su madre estuvo con ella y la cuidó. Ella estaba tumbada en el sofá, atendida por su madre, y cuando se quedó dormida, su madre se fue a otra habitación y leyó en voz alta un libro a su marido y a otros miembros de la familia. Era una habitación bastante alejada de la que ocupaba la enferma.

La enferma tenía ahora la siguiente conciencia. Cuando su madre salió por la puerta, sintió de repente la necesidad de levantarse. Se levantó y siguió a su madre a través de dos habitaciones hasta la tercera, donde la encontró leyendo en voz alta. Le sorprendió mucho que no se mostraran nada extrañados. La enferma, que apenas podía caminar y a la que acababan de dejar durmiendo, apareció ahora en la habitación donde la madre solo quería estar un rato, porque también quería atender a los demás. Le resultó un poco extraño que todos se mantuvieran tan tranquilos. De repente, la madre, que estaba leyendo, dijo: «¡Ahora tengo que ir a ver cómo está mi hija!», y salió de la habitación. La hija la siguió. La madre volvió a atravesar esas dos habitaciones y encontró a su hija tumbada en el sofá, pero terriblemente pálida. Al principio no le dirigió la palabra. Pero luego, cuando le habló, la hija no respondió, estaba completamente pálida. Así que la hija había seguido a su madre y ahora veía cómo se alejaba, y ella, la hija, se veía a sí misma tumbada en el sofá. Y la hija se sorprendió mucho, en primer lugar, por verse a sí misma tumbada en el sofá y, en segundo lugar, porque su madre le había hablado. En ese momento, la hija sintió como si le hubieran dado un golpe terrible, y entonces lo que estaba tumbado en el sofá adquirió un color de piel mejor y todo volvió a ser como antes.

Es una historia bien documentada, el hecho ocurrió realmente. Pero ahora hay gente que quiere explicarlo. Sí, lo explican, por ejemplo, de la siguiente manera: «Bueno, esta hija, además de tener un cuerpo físico, también tiene un cuerpo astral». Hasta el siglo XVI, es decir, hasta hace cuatrocientos años, la gente siempre hablaba del cuerpo astral, igual que hablamos de la nariz o de la oreja. Pero eso no es algo que se haya conservado hasta hoy, se ha olvidado en general. Así que esas personas pueden hablar del cuerpo astral y decir: Bueno, pues el cuerpo astral salió, paseó por las habitaciones, participó en lo que los demás estaban leyendo y demás, volvió y se deslizó dentro en el momento en que la madre se dirigió a la niña. Pero, señores, deben tener claro que, al explicar el asunto de esta manera, se explica como si hubiera una segunda persona física dentro de uno, como si hubiera un círculo alrededor, este círculo fuera grande y uno pudiera salir de él y pasear como una persona física. Es una gran superstición explicar las cosas así. Esta superstición está muy extendida entre los eruditos de hoy en día, de lo contrario no ocurrirían cosas como las que les he contado de Oliver Lodge. Lo importante es saber: ¿qué ha ocurrido realmente?

Bueno, lo que realmente sucedió es lo siguiente. La madre está sentada junto a su hija y la cuida. Es cierto, se produce lo que se denomina un cuidado amoroso, y a la hija le resulta muy, muy agradable que su madre la cuide. Ella siente el amor de su madre. En un momento así, señores, en el que uno siente tan intensamente el amor del otro y, además, se encuentra muy débil, ocurre algo curioso: ya no piensa con su propio cuerpo astral. Se vuelve torpe y el cuerpo astral del otro gana poder sobre el propio cuerpo astral. Entonces incluso ocurre que se empieza a pensar con los pensamientos del otro que está al lado. Así que lo que sucedió fue que, mientras la madre aún cuidaba a la hija, este sentimiento que se había desarrollado se transmitió a la hija de tal manera que la hija sentía y pensaba exactamente como su madre. Ahora la madre se va. Al igual que una bola que empujo y que luego rueda, la hija ya no piensa con sus propios pensamientos, sino con los pensamientos de la madre. Y mientras la madre atraviesa las dos habitaciones, la hija sigue pensando con los pensamientos de la madre. Y mientras la madre lee en voz alta, la hija piensa con los pensamientos de la madre. 

Por supuesto, la hija permanece tumbada tranquilamente en el sofá, pero sigue pensando en lo que piensa su madre. Y cuando la madre se inquieta y vuelve, la hija piensa que ella también debe volver. Y ahora no se extrañe de que la hija se haya puesto pálida. Porque piénsenlo: si usted permanece un tiempo como en un profundo desmayo, también se pondrá pálido. Porque, naturalmente, pensar con los pensamientos del otro provoca un estado similar al desmayo. Y cuando la madre vuelve, eso afecta a la hija de tal manera que se siente conmocionada y puede volver a tener sus propios pensamientos. Así que, como ven, la explicación correcta en este caso es que una persona tiene un efecto extraordinariamente fuerte sobre otra en su parte espiritual. Pero esto ocurre especialmente cuando la persona sobre la que se ejerce el efecto es muy débil. Si no puede desarrollar su propia fuerza espiritual, la fuerza espiritual de la otra persona influye muy fácilmente en ella.

Así es la vida. A menudo no pensamos en la gran influencia que las personas tienen unas sobre otras. ¿creen que cuando alguien les cuenta algo y ustedes lo creen, siempre hay razones, razones sensatas, que les convencen? Eso no es cierto en absoluto. Cuando se quiere a alguien, se le cree más que a quien se odia. La cuestión es que el alma de una persona influye enormemente en el alma de otra. Por eso hay que decirse: tengo que saber cuánto influye una persona en otra. Tengo que saber exactamente cómo funcionan las cosas espirituales si quiero hablar de ellas.

Ahora les voy a mostrar otro ejemplo, que les cuento con una intención concreta. Porque alguien podría decir ahora: Sí, entonces el Dr. Steiner no cree en absoluto que el ser humano pueda salir de sí mismo, solo cree que una persona puede influir en otra. No, solo les he contado un ejemplo en el que podían ver claramente cómo una persona ha influido en otra, en este caso la madre en la hija.

Ahora, otro ejemplo en el que no se puede decir en absoluto que una persona haya sido influenciada. Dos estudiantes comparten una habitación. Esto es algo muy habitual entre los estudiantes. Uno es estudiante de matemáticas, el otro es estudiante de filología y no entiende nada de matemáticas, absolutamente nada. Pero una noche, como se dice en la jerga estudiantil, se ponen a estudiar como burros: uno su gramática latina y el otro un problema de matemáticas que quiere resolver y no consigue. No hay manera. Al que estudia lenguas le va bastante bien y se acuesta bastante satisfecho. Pero el estudiante de matemáticas no se acuesta satisfecho, porque no ha sabido resolver su problema. En las lenguas, la mayoría de las veces no se sabe si se ha sabido hacer algo o no. Como mucho, se cometen errores, pero se consideran correctos. En matemáticas, si no se sabe hacer algo, no se obtiene ningún resultado. Esa es la diferencia. Bueno, pues se acuestan; sobre las once y media o las doce, los dos se acuestan.

Cuando son como las tres, el estudiante de matemáticas, —el estudiante de idiomas ha mirado el reloj—, se levanta, vuelve a sentarse a su mesita y empieza a calcular, calcular y calcular. El estudiante de idiomas está muy sorprendido, pero tiene la suficiente presencia de ánimo como para esperar tranquilamente a ver qué pasa. El otro calcula, calcula, se levanta de la silla, se acuesta en la cama y sigue durmiendo.

A las ocho de la mañana, ambos se levantan. El estudiante de matemáticas dice: «Caramba, hoy tengo un dolor de cabeza terrible, como si hubiéramos estado toda la noche de fiesta, ¡y eso que nos quedamos en casa!». Entonces, el otro le responde: «¡No me extraña! ¿Por qué te levantaste por la noche y te pusiste a trabajar?». «¿Qué? ¿Que si trabajé? ¡Ni se me ocurrió! He estado toda la noche en la cama», dice el estudiante de matemáticas. «¡Pero te has levantado!», dice el otro. Has cogido el lápiz y has estado calculando, calculando. —Bueno, dice el otro, ¡no se trata de eso! —Bueno, vamos a ver, dice el estudiante de filología, tiene que estar ahí lo que has escrito. —El estudiante de matemáticas mira. Allí estaba todo el problema resuelto, todo lo que no había podido hacer aquella tarde. 

Ahora bien, aquí tiene un ejemplo en el que no hay duda alguna de que el otro no ha hecho trampa, ya que no habría podido resolver el problema. Solo era un estudiante de idiomas y, además, había visto cómo se había desarrollado todo. Así que el interesado, sin saberlo, se levantó y resolvió todo el problema. Por lo tanto, no hay ninguna posibilidad de que haya habido influencia alguna por parte de otra persona. La persona en cuestión se levantó realmente durante la noche.

Pero cuando se explica esto, surge algo muy curioso. Como saben, primero tenemos nuestro cuerpo físico, luego el cuerpo etérico, el cuerpo astral y el cuerpo del yo. Yo los llamo «cuerpos», aunque, por supuesto, no son cuerpos externos, pero llamo «cuerpos» a estas cuatro partes del ser humano. Ahora bien, señores, cuando dormimos, solo nuestro cuerpo físico y nuestro cuerpo etérico permanecen en la cama; el cuerpo astral y el cuerpo del yo están fuera. Los vemos fuera, alrededor del cuerpo físico y del cuerpo etérico. Ya les he explicado todo esto. Lo mismo le sucedió a este estudiante de matemáticas. Se acuesta en la cama. Puede dormir, es decir, saca su cuerpo astral y su cuerpo yoico, pero le preocupa no haber resuelto su problema matemático. Si el cuerpo astral y el cuerpo del yo se hubieran deslizado dentro de su cuerpo físico y de su cuerpo etérico, entonces se habría despertado y no habría podido hacer nada, probablemente no habría resuelto la tarea de nuevo. Pero el cuerpo astral y el cuerpo del yo no hicieron eso, sino que, debido a la inquietud en la que había caído, solo lo empujaron. El cuerpo astral puede empujar, incluso puede empujar un poco la piel. Pero esto solo puede suceder a través del aire, no físicamente, porque el cuerpo astral no es físico. Sin embargo, puede poner el aire en movimiento. Y esto afecta especialmente a los ojos, algo a los oídos, especialmente a la nariz y la boca. En todas partes donde hay órganos sensoriales, este empujón del cuerpo astral tiene un efecto muy fuerte. Entonces, el estudiante de matemáticas se acuesta en la cama, el cuerpo astral empuja continuamente desde fuera, pero no entra. Sin embargo, debido a que empuja, el cuerpo físico con el cuerpo etérico se siente automáticamente impulsado, como una máquina, a levantarse. Pero el cuerpo astral permanece fuera, porque si hubiera estado dentro, el estudiante habría tomado conciencia. Así que se sienta. A su cuerpo astral y a su yo no se les ocurre entrar. Sí, ¿quién está calculando ahora? Ahora son el cuerpo físico y el cuerpo etérico los que calculan, y el cuerpo etérico es capaz de hacer todo el cálculo, lo que no puede hacer cuando el cuerpo astral y el yo están dentro.

De ello se desprende, señores, que todos ustedes son mucho más inteligentes en su cuerpo etérico que en su cuerpo astral y en su yo. Si pudieran hacer todo lo que pueden hacer en su cuerpo etérico, ¡caramba, serían unos tipos muy inteligentes! Porque todo el aprendizaje consiste, en realidad, en traer al cuerpo astral lo que ya tenemos en nuestro cuerpo etérico.

Sí, ¿qué pasó realmente con el estudiante de matemáticas? Ya saben, en épocas anteriores casi no había abstemios ni antialcohólicos entre los estudiantes, sino que solían beber bastante. Y así, los dos chicos no solo se emborrachaban todas las noches, sino que también pasaban mucho tiempo en los bares, y eso, debido a la influencia del alcohol en la sangre, arruinó su cuerpo astral. El cuerpo etérico se arruinó menos. Y la consecuencia fue que el estudiante de matemáticas, si hubiera ido menos al bar, habría podido resolver la tarea sin problemas, pero como había influido tanto en su cuerpo astral, no pudo resolverla estando despierto. Primero tuvo que sacar el cuerpo astral corrupto; entonces pudo sentarse a la mesa y su cuerpo etérico, que se había mantenido inteligente, resolvió el problema matemático. Así pues, podemos hacer con el cuerpo etérico precisamente lo que hace la mente. No podemos amar con el cuerpo etérico, eso debe hacerlo el cuerpo astral, pero todo lo que hace la mente se puede hacer con el cuerpo etérico, ahí es donde debe intervenir el cuerpo etérico. Así que podemos decir: en este ejemplo vemos claramente que no hay una influencia de otra parte, sino que el estudiante de matemáticas solo tuvo que ver consigo mismo.

Ahora imagínense claramente lo siguiente: aquí tenemos (dibujo) el cuerpo físico, aquí el cuerpo etérico (amarillo), que atraviesa el cuerpo físico. Y ahora, para que podamos ver más fácilmente al ser humano en su totalidad, le dibujo el cuerpo astral, que está presente por la noche, aquí fuera (rojo). Es muy pequeño en la parte superior y enorme y abombado en la parte inferior. Luego está el yo, el cuerpo del yo (violeta). Así somos por la noche. En realidad, por la noche somos dos personas. Por supuesto, no deben imaginárselo como una segunda persona física, sino que lo que hay ahí fuera es puramente espiritual. De lo contrario, caerían de nuevo en el materialismo si no se lo imaginaran espiritualmente. Pero a partir de ahí pueden llegar a la conclusión de que el ser humano es en realidad un ser dual, una parte espiritual y anímica y una parte física junto con el cuerpo etérico. El ser humano que está despierto es tal y como es solo porque cada mañana el cuerpo astral y el cuerpo del yo se integran en el cuerpo físico y el cuerpo etérico (flechas).
pizarra 1
Ahora bien, ustedes pensarán que esto no siempre puede suceder de forma ordenada. Sin embargo, hay casos muy curiosos. Había una vez una chica, —estas cosas siempre suceden por sí solas, es decir, cuando no se producen mediante ejercicios, sino cuando la persona se debilita un poco, por ejemplo, en el caso de las chicas jóvenes, cuando acaban de alcanzar la madurez, en los primeros momentos de la madurez femenina—, había una chica de diecinueve o veinte años a la que le sucedió lo siguiente. Había días en los que hablaba, pero los miembros de su familia no entendían nada de lo que decía, absolutamente nada. Hablaba de cosas completamente desconocidas. Era muy extraño. Por ejemplo, podía decir: «Ah, buenos días, me alegro mucho de que me visite». Nos vimos hace dos días en... ah, sí, dimos un paseo por ese bonito bosque. Había un manantial allí. Entonces ella esperó. Era como cuando se habla por teléfono, no se oye nada del otro, pero luego llega la respuesta. Era como si ella respondiera a algo: «Bueno, claro, cogiste el vaso y bebiste». Y así era, siempre se oía lo que la persona en cuestión respondía a algo que se suponía que había dicho otra persona. Los que estaban alrededor no podían ver a los demás. Pero la chica estaba en un mundo completamente diferente y hablaba en él. Por ejemplo, sucedía lo siguiente: bueno, no podía moverse, se quedaba muy tranquila en esos días. Pero cuando estaba sentada así y alguien le daba un empujoncito, no decía: «¿Por qué me empujas?», sino que decía: ¡Qué viento tan horrible! Cierra la ventana, ¡hay una corriente terrible! Tenía ideas muy diferentes sobre lo que pasaba cuando, por ejemplo, alguien le daba un empujón. Bueno, así se quedó uno o dos días. Luego vinieron unos días o un tiempo más largo en los que estaba muy serena, lo sabía todo, hablaba correctamente con la gente, no sabía nada de lo que había pasado en esos otros días. No recordaba nada. Cuando la gente le contaba algo, ella decía que no sabía nada al respecto. Era como si hubiera estado durmiendo. Pero entonces ocurría algo diferente. Cuando se encontraba en ese otro estado, recordaba todo lo que había sucedido en él y nada de lo que había ocurrido en su estado habitual. Podía ver toda la vida que había vivido en lo que los demás llamaban un mundo de ensueño.

¿Qué le pasó a esa chica? Lo que les acabo de contar ocurre, por supuesto, innumerables veces, y a veces de una manera espeluznante. Verán, yo tenía un conocido con el que había trabajado durante un tiempo. Luego se convirtió en profesor en una universidad alemana y, un día, simplemente desapareció. Nadie sabía adónde había ido. Todas las investigaciones acabaron en nada. Lo único que se pudo averiguar fue que había ido desde su casa hasta la estación y había comprado un billete. Pero como había subido un gran número de personas, no se sabía a dónde había comprado el billete. Se marchó. Y tardó mucho tiempo en volver. Entonces sucedió que en Berlín, en el albergue para vagabundos, entró un desconocido que quería ser acogido y, cuando le pidieron sus documentos, resultó ser el profesor XY de tal o cual lugar. Había acabado en un albergue para personas sin hogar en Berlín. Regresó y pudo volver a desempeñar su cargo de profesor sin problemas. Es cierto, eso sigue automáticamente; no pasa nada si se tiene una pequeña interrupción. Así que siguió desempeñando su cargo. Pero sus familiares, —incluso estaba casado—, siguieron investigando lo que había sucedido mientras tanto. Y resultó que el interesado había comprado un billete hasta una determinada estación, no muy lejos. Lo había hecho todo muy inteligentemente. Luego se bajó, compró otro billete, —aún no era la época en la que se necesitaban pasaportes—, viajó a un país completamente diferente, luego a otro país, luego tomó un camino completamente diferente, —estaba en una ciudad del sur de Alemania, donde estaba destinado—, a Berlín, vivió en un albergue para personas sin hogar, fue acogido allí, no sabía absolutamente nada de todo aquello, estaba en un estado de conciencia completamente diferente.

¿Qué ocurre con una persona así? Verán, con una persona así ocurre lo mismo que con una niña así. Cuando una persona así debe despertarse, el cuerpo astral y el cuerpo del yo no entran del todo, solo empujan desde fuera, y entonces el cuerpo físico y el cuerpo etérico lo experimentan todo. Estas personas se comportan de forma tremendamente inteligente. Es una historia bien documentada, similar a la que yo mismo viví con un conocido.

Otra historia: una persona primero compra un billete de tren, hace lo mismo y viaja a una estación cercana. Luego tiene que inventar todo tipo de artimañas; todo eso lo hace su cuerpo etérico. Llega hasta la India y se queda allí unos años. Y luego, después de haberlo olvidado todo, vuelve a vivir como antes.

Sí, verán, estas cosas son realmente así, que hay que decir: ahí se ve profundamente toda la esencia del ser humano. Porque, ¿qué le pasó al hombre que yo conocía tan bien, que había viajado por dos países y había acabado en un albergue para personas sin hogar? Ahora había vuelto a su universidad, incluso había sido nombrado en otra universidad para sustituir a un famoso profesor. Un día me encontraba precisamente en la ciudad en cuestión. Él ya no se relacionaba conmigo, como sucedió con muchas personas que antes se relacionaban conmigo y que, en la época en que daba conferencias antroposóficas, ya no querían relacionarse conmigo. Un día se dijo: «Sí, el profesor XY se ha ido otra vez». Pero esta vez no volvió a aparecer, sino que fue encontrado muerto. Se había ahogado. ¿Qué había sucedido? Verán, lo que había sucedido era que había vuelto a encontrarse en la misma situación en la que el cuerpo astral solo lo empujaba. Entonces, en su cuerpo etérico, volvió a recordar los acontecimientos anteriores y se asustó tanto que se suicidó. Así que se puede ver profundamente en la esencia del ser humano cuando se sabe cómo interactúan los diferentes miembros de la esencia humana.

Pero la cuestión es la siguiente: había una vez un hombre que también se encontraba en esa situación y que contaba las cosas como si fuera una persona completamente diferente a la que era en realidad, de modo que los demás no entendían nada. Contaba, —la historia tuvo lugar en el siglo XIX—, cómo había participado en la Revolución Francesa. 

En su estado de conciencia habitual, el ser humano no sabe mucho de lo que ocurre en el cuerpo astral y en el cuerpo del yo, pero sin embargo allí dentro experimenta mucho. Ahora bien, imagínense que ocurre lo siguiente. Verán, quiero describirles cómo es cuando el ser humano se despierta. Cuando el ser humano se despierta, primero se divide este cuerpo astral. Aquí (véase el dibujo de la pizarra 1) se separa, y una parte entra en la cabeza, mientras que la otra, la parte inferior, entra en el resto del cuerpo. A veces ocurre así. Ahora imagínense lo siguiente: si la cabeza absorbe más fácilmente el cuerpo astral y el yo que la parte inferior, entonces el cuerpo astral puede estar antes en la cabeza, pero aún no en la parte inferior. En este caso, el ser humano comienza a hablar de tal manera que es una persona completamente diferente. ¿Qué es lo que ocurre entonces? Verán, durante un instante se tiene la capacidad de mirar atrás, a una vida anterior. Se aprende a mirar atrás, a una vida anterior. Pero no se sabe cómo interpretarlo, no se entiende, y entonces se inventa algo que se ha aprendido en la historia. El que se encontraba en otro estado, porque su cuerpo astral y su yo entraron antes en su cabeza, contó que era francés y que vivió la Revolución Francesa. Eso era lo que había aprendido, solo es una reinterpretación. Pero se experimentaba a sí mismo en una encarnación anterior, en una vida anterior, y no pudo entenderlo de inmediato; por eso lo reinterpretó de esa manera.

Solo hay que tener claro que, hasta el siglo XVI, —es decir, hace solo cuatro siglos—, la gente hablaba de estas cosas, aunque fuera de forma bastante absurda y confusa. Para ellos era algo extraordinariamente importante. Allí donde se reunían las personas, —no es que se contaran historias de fantasmas, sino que se lo tomaban tan en serio como los demás acontecimientos de la vida—, se contaban este tipo de cosas y sabían que existían. No es cierto que la gente no lo supiera. Hoy en día, —sí, por favor, señores, intenten contarse en sus reuniones de partido historias como las que les acabo de contar y verán cómo les echan a la calle—, hoy en día no se puede hablar de estas cosas de forma natural y razonable.

Ahora piensen en uno de los hechos científicos más importantes que tuvieron lugar en el siglo XIX. Un habitante de Heilbronn se convirtió en médico. Como en la Universidad de Tubinga lo consideraban una persona bastante incompetente, no pudo llegar muy lejos, por lo que en 1839 se enroló como médico de barco y se embarcó en un barco muy concurrido con destino a las Indias Orientales. El barco sufrió bastantes percances. El mar estaba bastante agitado y la gente se mareaba. Cuando llegaron a las Indias Orientales, casi toda la tripulación estaba enferma. El médico del barco no paraba de trabajar. En aquella época, lo habitual cuando alguien tenía tal o cual dolencia era sangrarlo. Eso era lo primero.

Ahora bien, el ser humano tiene dos tipos de venas. Una de ellas contiene sangre que, cuando se extrae mediante sangría, es de color rojizo. Junto a ella discurre otra vena. Cuando se extrae sangre de esta, es azulada; es decir, sale sangre azulada. Cuando se practica una sangría a un niño normal, naturalmente no se extrae la sangre roja. El cuerpo la necesita. Se extrae la sangre azulada. El médico lo sabe muy bien. También sabe dónde discurren las venas azules y no pincha en las rojas. El buen Julius Robert Mayer, que era médico de barco, debe de practicar muchas sangrías. Pero, al pinchar a la gente, la sangre que sale no es azulada, sino de un color rojo claro. «¡Caramba!», piensa, «¡otra vez me he equivocado de sitio!». Pero cuando lo hace con la siguiente persona y presta más atención, vuelve a salir sangre de color rojo claro. Al final, no puede evitar decirse a sí mismo: «Bueno, cuando se llega a los trópicos, a la zona cálida, no es como de costumbre, la sangre azul se vuelve rojiza por el calor». Por supuesto, esto fue algo que Julius Robert Mayer consideró un descubrimiento muy importante, y con razón. Había visto algo extraordinariamente importante.

Pero ahora tenemos que plantear una hipótesis, una suposición. Imagínense que esto le hubiera pasado a alguien, no en el siglo XIX, sino en el siglo XII. Habría viajado con otras personas a algún lugar. En aquella época no se hacían viajes tan largos, pero también podría haber ocurrido que toda una tripulación hubiera estado a punto de perecer. Supongamos que toda una tripulación hubiera enfermado en aquella época, que el médico les hubiera sangrado y hubiera descubierto que la sangre, que en realidad debería ser azul, era rojiza. Por lo tanto, debía de haber un calor mayor. ¿Qué habría dicho? Sí, en el siglo XII habría dicho: «¿Qué es lo que hace que la sangre sea azul?». Y como habría sabido todas las cosas que les he contado, aunque de forma difusa, porque la antroposofía no existía y las cosas eran difusas, habría dicho, al menos porque lo habría intuido: «¡Caramba, el cuerpo astral no se hunde tan profundamente en el cuerpo físico como en aquellos cuya sangre es completamente azul!». Porque él habría sabido que el cuerpo astral es lo que hace que la sangre sea azul. Pero el calor mantiene el cuerpo astral fuera. Por eso la sangre es menos azul y se parece más a la sangre roja. Él habría dicho: «Es un descubrimiento importante, porque ahora comprendo por qué los antiguos orientales tenían tanta sabiduría». En ellos, el cuerpo astral aún no ha penetrado tan profundamente en el cuerpo físico y el cuerpo etérico. — Habría sentido un enorme y profundo respeto por la sabiduría de los antiguos orientales y se habría dicho: ahora los orientales solo están contagiados por las personas que tienen mucha sangre azulada, y ya no es posible que revelen su antigua sabiduría. Así lo habría dicho un médico de barco del siglo XII.

Un médico naval del siglo XIX no sabía nada de todo lo que les acabo de contar. ¿Qué pensaba él? Pensaba: «Bueno, está el calor. El calor provoca quemaduras. Un calor más intenso provoca quemaduras más graves. Por lo tanto, la sangre se quema más cuando se está en una zona caliente». Y consideraba que la ley de la transformación del calor, que desempeña un papel tan importante en la física actual, era una ley totalmente abstracta. Lo demás no le interesaba en absoluto. Descubre la ley que, por ejemplo, desempeña un papel importante en la máquina de vapor, donde el calor se transforma en trabajo. Y dijo: «Veo que sale sangre roja, que simplemente el organismo trabaja más en la zona caliente y, por lo tanto, genera más calor». Así que Julius Robert Mayer descubre ahora algo completamente mecánico.

Verán, esa es la gran diferencia. En el siglo XII se habría dicho: la sangre es más roja allí porque el cuerpo astral no se hunde tanto. En el siglo XIX ya no se sabía nada de todo esto y simplemente se decía: el ser humano funciona como una máquina, y lo que ocurre es que el calor genera más trabajo y, por lo tanto, se transforma más calor en el organismo humano. — Sí, señores, lo que Julius Robert Mayer hizo como gran erudito es más o menos la forma de pensar de todas las personas de la época actual. Así es. Pero al pensar y sentir de esta manera solo sobre lo que ya no es espiritual, el ser humano ha perdido la conexión con los demás seres humanos. Y, como mucho, cuando enferma y se debilita, como la niña de la que les he hablado, se identifica tanto con los demás que incluso se traslada con sus pensamientos a otra habitación. ¡Por supuesto que es una gran diferencia! Es cierto que hemos avanzado enormemente y hemos logrado grandes progresos, pero nuestra humanidad no ha progresado, sino que ha retrocedido. Ya solo hablamos del organismo físico humano como si fuera una máquina. E incluso los más grandes eruditos, como Julius Robert Mayer, solo hablan de él como si fuera una máquina.

Señores, si las cosas siguieran así en la Tierra, todo el pensamiento se convertiría en un caos. Se producirían todos los horrores y catástrofes posibles. Ya ahora los seres humanos no saben qué hacer. Por eso se lanzan con todas sus fuerzas a algo y dicen: sí, nuestra razón ya no nos mantiene unidos, entonces debe ser la nacionalidad la que nos mantenga unidos. Estos Estados nacionales solo surgen porque las personas ya no saben cómo mantenerse unidas. Y eso, señores, que ya no se sepa nada del mundo espiritual, es lo que en realidad ha provocado la enorme tragedia, —lo demás es superficial—, eso es lo que ha provocado la enorme tragedia. Y decir: «Las personas se lo merecen porque hicieron el mal en su vida anterior», es, por supuesto, una tontería, porque ese no es el destino de cada individuo, sino el destino común de todos. Pero todos lo experimentan en esta vida. Piense solo en cuánta miseria experimenta el ser humano en la vida actual. Ésta no proviene de vidas anteriores. Pero en la próxima vida, sufrirá las consecuencias de la miseria actual. La consecuencia será que será más inteligente y que el mundo espiritual podrá entrar más fácilmente en él. Así pues, la miseria actual es ya una educación para el futuro.

Pero se puede sacar otra conclusión. Piensen que la antroposofía comenzó en 1900 y se hizo muy conocida. Pero la gente se opuso a ella y no quería saber nada del mundo espiritual. Bueno, señores, si en épocas anteriores tenían un escolar que no quería aprender nada, —ahora ya no es así; no quiero decir nada sobre si es correcto o incorrecto —, ¡entonces se le daba una buena paliza! Algunos empezaron a aprender. A algunos les ayudó. Sí, la gente no quiso aprender nada espiritual hasta 1914. Ahora han recibido una paliza por ello, por el destino del mundo, por el destino común. Ahora se verá si eso les ayuda.

Sí, así es, señores, ¡hay que verlo como un destino común de la humanidad! Porque, ¿qué ha pasado? Verán, la chica de la que les he hablado pensaba con los pensamientos de su madre. Los seres humanos han perdido poco a poco la costumbre de pensar por sí mismos y ahora solo piensan con los pensamientos de aquellos a quienes consideran autoridades. Los seres humanos deben volver a empezar a pensar por sí mismos, cada uno de ellos, porque, de lo contrario, precisamente cuando no saben nada del mundo espiritual, este les influirá continuamente, pero en sentido negativo. Y entonces se puede decir: lo que ha caído sobre la humanidad como una desgracia se puede considerar realmente como un azote del destino, diría yo, y aún se puede aprender de ello. Por muchos congresos que se celebren, no servirá de nada. Las personas que con la mentalidad actual quieren apoyar al marco provocarán que después se devalúe al doble, porque esta mentalidad, que es totalmente terrenal, no sirve para nada, absolutamente para nada. Si un cuerpo no tiene suficiente líquido, se vuelve esclerótico, se calcifica. Y si el alma no sabe nada del mundo espiritual, acaba teniendo una mentalidad que ya no sirve para nada. Y la humanidad se encamina hacia este destino si no recibe continuamente alimento del mundo espiritual.

Por lo tanto, el único remedio real es que las personas comiencen a interesarse por el mundo espiritual. Como ven, así es como hay que responder a la pregunta que ha planteado el señor Dollinger. Hay que expresar las cosas de forma un poco radical, pero así son las cosas.

La semana que viene tengo que ir a Stuttgart, pero volveré muy pronto. Les avisaré de la próxima clase.
Traducido por J.Luelmo ago, 2025