GA176 Berlín 28 de agosto de 1917-El karma del materialismo - Cristo y el presente

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RUDOLF STEINER

 Cristo y el presente



Berlín 28 de agosto de 1917

¿Cómo acercarse al impulso crístico, cómo acercarse al Ser de Cristo? De una forma u otra, esta pregunta se plantea una y otra vez, y con razón. La gente siente la necesidad de plantearse esta importantísima cuestión, que debe abordarse desde muchos aspectos, como hemos hecho en nuestros estudios antroposóficos. Del mismo modo que una fotografía de un árbol tomada desde un solo ángulo no refleja toda su forma, un solo aspecto o varios no agotan la multiplicidad de facetas de una realidad espiritual. Todo lo que podemos esperar es acercarnos a ella abordándola desde tantos aspectos como sea posible.

Es esencial darse cuenta de que buscar a Cristo está profundamente relacionado con la naturaleza del yo humano y, por tanto, es algo interior e íntimo. La naturaleza especial del yo humano se expresa en la forma en que usamos la palabra "yo". Todas las demás palabras son aplicables a otras cosas, mientras que la palabra "yo" nunca puede referirse a nada excepto a quien la pronuncia. Debido a la relación interna entre el Ser de Cristo y el "yo" humano, el Ser de Cristo tiene para nosotros el mismo carácter íntimo que nuestro propio "yo". Todos los impulsos del sentir y de la voluntad que se agitan en nosotros cuando contemplamos el Misterio de Cristo son medios reales a través de los cuales nos acercamos a Cristo. A través de la contemplación de Cristo, llena de sentimientos y de voluntad, es como tenemos razones para esperar encontrarle. En la actualidad es de particular importancia prestar atención a la evolución histórica de la humanidad, especialmente en relación con el Acontecimiento de Cristo. Históricamente, el presente es un momento significativo en el tiempo. Pocos son conscientes de todas sus implicaciones; por lo tanto, es aún más importante tener presente el desarrollo histórico del hombre en relación con cada cuestión de importancia.

Sabemos que el desarrollo interior del hombre, toda la configuración de su vida anímica era diferente antes y después del Misterio del Gólgota. Ya se han descrito varios aspectos de esta diferencia. Hace unos cincuenta o sesenta años había más sentimiento por el conocimiento espiritual, más gente se preocupaba por cuestiones más elevadas. Desde entonces, esta inclinación ha disminuido. Para ilustrar esto podemos recurrir a los escritos de un psicólogo como Fortlage que, hasta los años sesenta del siglo XIX ejerció en Jena y otras ciudades. Todavía encontramos en sus escritos una notable descripción de la conciencia humana a la que, debo añadir, los filósofos modernos hacen una gran excepción.

Fortlage dijo, en (1869), que la conciencia humana está relacionada con la muerte, con el morir, y que a medida que, en el transcurso de la vida, desarrollamos la conciencia, en realidad estamos desarrollando lenta y gradualmente aquellas fuerzas que, en el momento de la muerte, se enfrentan a nosotros de repente. En otras palabras, Fortlage ve el momento de la muerte como un acto de conciencia inmensamente potenciado. Se podría decir que ve la conciencia como la vida que se desarrolla gradualmente en la muerte. No es la vida como tal la que desarrolla la muerte, sino que es la conciencia en el hombre la que desarrolla las fuerzas de la muerte y la muerte misma es conciencia aumentada comprimida en un momento. Esta afirmación de un psicólogo, -condenada como he dicho por los filósofos modernos como no científica-, es inmensamente significativa.
Es importante darse cuenta de que, a pesar de la importancia de esta afirmación en relación con la vida anímica actual del hombre, es decir, su conciencia actual, no es aplicable a todos los periodos de la evolución del hombre. Si nos remontamos miles de años antes del Misterio del Gólgota, nadie con una visión más profunda habría hablado así. Nuestra conciencia actual, que normalmente está desprovista de toda clarividencia atávica anterior, sí debe su existencia a la muerte lenta. Pero este no era el caso en la época de la antigua conciencia atávica clarividente que desapareció a medida que se acercaba el tiempo del Misterio del Gólgota. Las palabras son siempre inadecuadas para describir tales asuntos. Sin embargo, puede decirse que esta antigua conciencia fue engendrada por un excedente de vida espiritual sobre la vida orgánica del hombre. Ahora nos encontramos dentro de un excedente de vida orgánica que está muriendo gradualmente. Nuestra conciencia actual se debe al hecho de que, al volver al cuerpo al despertar, nos vemos abrumados por un cuerpo que está sujeto a la muerte, que está muriendo progresivamente. El hecho de que estemos abrumados por él nos permite desarrollar nuestra conciencia actual, que es una conciencia objetiva.

En la antigüedad, antes del Misterio del Gólgota, las cosas eran diferentes. El hombre tenía entonces un excedente de vida espiritual que no se extinguía del todo cuando, al despertar, volvía al cuerpo. Este excedente de vida espiritual se expresaba como clarividencia atávica. Pero a medida que se acercaba el tiempo del misterio del Gólgota, este excedente disminuía cada vez más. En la época del Misterio del Gólgota, en el caso de la mayoría de las personas, se había alcanzado un equilibrio entre la vida interior del alma del hombre y la vida orgánica de su cuerpo. Después del Misterio del Gólgota, la vida orgánica se fue imponiendo poco a poco. También se puede expresar diciendo que antes del Misterio del Gólgota el hombre adquiría conocimiento a través de las fuerzas del nacimiento; después del Misterio del Gólgota adquiere conocimiento a través de las fuerzas de la muerte. Esto ilustra una vez más el significado del Misterio del Gólgota como punto de inflexión en la evolución humana.

La antigua conciencia clarividente; es decir, la conciencia relacionada con el nacimiento comenzó a menguar. Lenta y gradualmente el hombre perdió el mundo espiritual de su conciencia. Mientras que antes todo el mundo era capaz de experimentar el mundo espiritual comenzó un tiempo, unos mil años antes del Misterio del Gólgota, en el que gradualmente sólo aquellos que estaban iniciados en los Misterios eran capaces de hacerlo. Esto explica una observación hecha por Platón, referida en mi libro El Cristianismo como Hecho Místico. Platón, que conocía este secreto, declaró que sólo los iniciados en los Misterios eran humanos en el verdadero sentido, todos los demás eran almas sumergidas en el fango. - Una afirmación bastante horrible, pero no arbitraria: se refiere a la situación que acabo de describir y que surgió por necesidad en la evolución humana.

Imaginemos por un momento lo que habría sucedido si no hubiera tenido lugar el Misterio del Gólgota: La evolución habría continuado como antes, lo que significa que cada vez más seres humanos en la Tierra perderían toda conexión directa con el mundo espiritual. Con el tiempo, la humanidad ya no sería capaz de incorporar el espíritu; el cuerpo del hombre se convertiría en una larva compuesta únicamente de miembros orgánicos y etéricos. Hace mucho tiempo, las almas de los hombres habrían sido incapaces de vivir en los cuerpos disponibles; habrían revoloteado sobre ellos en el mundo espiritual. Sólo aquellas almas que, en una época anterior, hubieran alcanzado un desarrollo superior, serían capaces de inspirar sus cuerpos desde arriba. La conciencia del mundo espiritual sólo habría sido posible en el caso de los individuos que recibían inspiración en los Misterios. El propio espíritu humano no habitaría la tierra. En los centros de misterios sería posible recibir inspiración, pero Ahriman lucharía contra esto. Él distorsionaría las inspiraciones impidiendo así que los cuerpos humanos, semejantes a larvas, llevaran a cabo lo que se pretendía.
Puesto que el cuerpo humano, durante su vida entre el nacimiento y la muerte, supera una vida anímica ahora comparativamente más débil, tuvo que hacerse posible que el alma humana volviera a vivir en un cuerpo sujeto al nacimiento y a la muerte. Esto sólo fue posible porque un Ser del mundo espiritual, el Ser Crístico, se unió a aquellas fuerzas terrenales que llegaron a dominar la conciencia del hombre. ¿Qué clase de fuerzas son? Son fuerzas de muerte, ¡las mismas fuerzas a las que el hombre debe ahora su conciencia! Comprenderéis el sentido trascendental del dicho rosacruz: In Christo Morimur, en Cristo morimos. Estas palabras expresan en cierto sentido el sentido mismo de la existencia del hombre. Expresan lo que entró en la evolución humana a través del Misterio del Gólgota. Expresan lo que se unió a las fuerzas portadoras de la muerte, permitiéndoles convertirse en adelante en la base de la conciencia del hombre.

Cabe preguntarse por qué, en estas circunstancias, un número tan elevado de personas sigue sin reconocer a Cristo. Todo lo que se puede decir al respecto es que son tantos y tan trascendentales los secretos relacionados con esta cuestión que en la actualidad todavía no es posible hablar de ellos de manera general. Pero lo que acabo de describir es un hecho de la evolución humana.

Conectemos ahora lo que se ha dicho con el Misterio del Gólgota: Cristo se había encarnado en el cuerpo de Jesús de Nazaret; es decir, en un cuerpo sujeto a las mismas condiciones a que estaban sujetos en aquella época los cuerpos humanos en general. Como resultado de las condiciones hereditarias puras, el cuerpo de Jesús de Nazaret estaba sujeto a condiciones en las que la conciencia iba a emerger gradualmente de las fuerzas de la muerte. ¿Qué tuvo que suceder para que la evolución recibiera una sacudida tan poderosa que provocara que un impulso igualmente poderoso fluyera como una fuerza en la evolución de la humanidad, haciendo que la conciencia surgiera de las fuerzas de la muerte? El ser Crístico, que vivió durante tres años en y a través del cuerpo de Jesús de Nazaret, habló a este cuerpo de los secretos relacionados con la conciencia humana. Esto sólo podía hacerse en el momento de la muerte, pues sólo entonces se reúne todo el secreto relacionado con la conciencia humana. ¿No tuvo el Cristo que conducir a Jesús a través de la muerte para que todo este impulso de conciencia pudiera fluir en la humanidad? Así es. Y la muerte es también ese momento en el que nosotros también podemos esperar alcanzar una comprensión intensificada de Cristo. Esto se debe a que en ese momento están presentes todas las fuerzas que han sostenido nuestra conciencia a lo largo de la vida. Estamos adaptados en el momento de la muerte para absorber lo que de hecho es el secreto de nuestra conciencia y absorber con él el Impulso Crístico. Nos estamos preparando para recibirlo cuando buscamos no sólo comprender sino experimentar la realidad del Impulso Crístico. Sin embargo, lo que nos espera en el momento de la muerte sólo podremos comprenderlo cuando nuestro órgano de comprensión se libere. Eso significa que, si bien el momento de la muerte proporciona efectivamente la condición para la unión con Cristo, sólo cuando estamos libres del cuerpo etérico, el cuerpo astral y el Yo - el órgano del entendimiento - pueden realmente percibir esta unión.

Algo más tuvo que ocurrir en el Misterio del Gólgota para que se dieran estas condiciones: Después de que Cristo, al morir en el Gólgota, le confiara a Jesús, por así decirlo, los secretos de la conciencia futura del hombre, tuvo que ocurrir un acontecimiento trascendental: Jesús, en quien habitaba el Cristo, resucitó a una nueva vida a través de la fuerza de la muerte. En otras palabras, tuvo que producirse la Resurrección para que pudiéramos comprender esa Resurrección cuando, pocos días después de la muerte, experimentamos que nuestro cuerpo etérico se separa de nosotros, tal como explica la ciencia antroposófica. En esta muerte más interior, -es decir, la separación del cuerpo etérico pocos días después de la muerte-, revivimos en cierto modo el Misterio del Gólgota. Pues fue la vida, es decir, la conciencia, la que surgió de la muerte: una conciencia viva. Nunca antes del Misterio del Gólgota había sucedido esto; la vida siempre había surgido de la vida. Nunca antes había existido la necesidad de comprender cómo la vida puede surgir de la muerte, sólo cómo la vida surge de la vida. - Esta es una de las muchas aproximaciones al Misterio del Gólgota.
La cuestión fundamental del cristianismo es la Resurrección. Cualquier cosa que se llame a sí misma con ese nombre sin tener como centro un concepto vivo de la Resurrección no es verdadero cristianismo. Es absolutamente esencial comprender que Cristo, que se unió a las fuerzas de la muerte, es el Cristo vivo. Nada más proporciona una verdadera comprensión del cristianismo. El llamado cristianismo moderno que evita el concepto de la Resurrección no es cristianismo. La necesidad esencial en la evolución de la humanidad fue la Muerte y la Resurrección. Los demás acontecimientos que tuvieron lugar en el Misterio del Gólgota son todos parte integrante de lo que se acaba de describir.

Un pensamiento siempre problemático se refiere a las circunstancias que condujeron a la muerte de Cristo Jesús. - Por un lado, existe el sentimiento de que hay que condenar a las personas que llevaron a la muerte a alguien sin pecado; por otro lado, existe el hecho de que si no se hubiera producido esta muerte, el cristianismo no existiría. Esto significa que el cristianismo con todos sus valores ha llegado a existir gracias a una fechoría. El pensamiento contradictorio se impone constantemente al hombre: Si no hubiera habido nadie tan criminal como para dar muerte a Cristo, no existiría el cristianismo. Sin embargo, ¡necesitamos el cristianismo!

Aquí tocamos una de esas cuestiones en relación con las cuales hay que apelar para comprender lo que recientemente he denominado "necesidad férrea". Durante su vida terrena, el pensamiento del hombre se adapta a su manera de ver las cosas y organiza la vida en consecuencia. Todas las disposiciones cívicas, políticas y de otro tipo se basan en puntos de vista humanos. Vivimos como algo natural en condiciones creadas por los seres humanos, sin preocuparnos de si los pensamientos en los que se basan estas disposiciones proceden de Dios o del diablo. Mientras que si miramos hacia atrás a las condiciones, como eran generalmente mucho tiempo antes del Misterio del Gólgota, encontramos que en aquellos tiempos antiguos los pensamientos del hombre, concernientes a los arreglos sociales, eran recibidos a través de la clarividencia atávica. Como hemos visto, cuando el tiempo del Misterio del Gólgota se acercó, el cuerpo del hombre se volvió más y más larvario y, como consecuencia, más y más accesible a las influencias ahrimánicas. Por lo tanto, las instituciones sociales y políticas se saturan cada vez más de fuerzas ahrimánicas. Era inevitable, por ejemplo, que el código de leyes se convirtiera finalmente en lo que es ahora. También era inevitable que un código ahrimánico de la ley fuera particularmente evidente y concentrado, por así decirlo, en un punto particular de la tierra en el momento del Misterio del Gólgota. Tales circunstancias no prevalecían en todas partes, pero en un lugar la estructura social era completamente ahrimánica. Por lo tanto, la aparición de su antítesis misma, la aparición de un Dios era para esta sociedad lo más odioso que podía suceder, tenía que ser eliminado. Este fenómeno acompaña necesariamente a todos los demás relacionados con el Misterio del Gólgota.

Dos cosas en particular provocaron esta estructura social. En primer lugar, el tipo de pensamiento que había evolucionado a partir de la ley judaica, estaba tan saturado de fuerzas ahrimánicas que por medio de ellas no había posibilidad de captar el hecho de que un Dios pudiera acercarse tanto al hombre como fue el caso de Cristo Jesús. Esto era algo que la ley judaica tenia necesariamente que rechazar. En segundo lugar, los romanos también fueron responsables de la muerte de Cristo Jesús; fueron una fuerza poderosa y eficaz en el establecimiento de la parte externa de la estructura social. No se puede imaginar un ejemplo más poderoso que la estructura social creada por el Imperialismo Romano, particularmente en el momento del Misterio del Gólgota. Sin embargo, en el momento en que se representa el Misterio del Gólgota, Pilato, el representante del poder terrenal más fuerte, se muestra débil frente al poder espiritual. Es incapaz de comprender o de tomar una decisión sobre lo que va a suceder.
Así que ya ven que éste es también un fenómeno relacionado con el Misterio del Gólgota, -lo he mencionado antes,- que tuvo lugar en un momento en el que la humanidad era menos capaz de comprender. En la antigüedad habría sido comprendido, pero cuando realmente ocurrió no lo fue. Hay que darse cuenta de que para comprender este acontecimiento es necesario un enfoque diferente.

Uno se da cuenta de que debe aplicar al Misterio del Gólgota toda la profundidad de sus pensamientos y sentimientos; por ejemplo, cuando uno intenta relacionar el Misterio del Gólgota con los secretos de la muerte humana y el subsiguiente despertar del hombre en el cuerpo astral y el yo. A través de los pensamientos, de la contemplación, es como uno se acerca a este Misterio. De nada sirve expresar con palabras vacías un deseo general de alcanzar la unión con Cristo; lo que se necesita es una comprensión concreta de lo que significa para la propia vida la aparición real de Cristo en la evolución terrestre. No carece de significado que entre la muerte y la resurrección de Cristo Jesús transcurriera el mismo lapso de tiempo que el que transcurre entre nuestra salida del cuerpo físico y nuestra salida del cuerpo etérico en la muerte. Existe un vínculo íntimo entre la vida de Cristo en la tierra y el hombre de hoy que vive después del Misterio del Gólgota. Ahora es posible decir con la mayor convicción: Cristo vino para que el hombre no se perdiera en la tierra. Si el Misterio del Gólgota no hubiera tenido lugar, el cuerpo del hombre se habría convertido en una larva, dirigida desde arriba por su alma. La muerte habría alejado gradualmente al hombre de la tierra. Mediante el Misterio del Gólgota se restableció la conexión del hombre con la tierra. A través del Misterio del Gólgota se creó la posibilidad de que la conciencia surgiera de la muerte.

Estas cosas pueden comprenderse hoy, se revelan a la contemplación del mundo espiritual; hacerlas nuestras profundiza nuestra vida interior. Cuando nos enfrentamos a acontecimientos cruciales no nos ayuda saber de forma general que estamos conectados con algo llamado "el Cristo", mientras que nuestra vida interior se profundiza y fortalece cuando sabemos de forma bastante concreta que estamos íntimamente conectados con ese Ser que realmente experimentó la vida terrenal y pasó por el Misterio del Gólgota. Al contemplar estas cosas sentimos que nuestro ser más íntimo está íntimamente conectado con los acontecimientos históricos del Gólgota.

En la actualidad, el hombre atraviesa una crisis en lo que se refiere a la comprensión del Misterio del Gólgota. La semana pasada intenté ilustrar esta crisis con un ejemplo concreto. Quería mostrar cómo un ser humano puede estudiar a fondo el cristianismo y, sin embargo, no encontrar a Cristo. En la actualidad es posible pertenecer a comunidades cristianas establecidas, tal vez a una que en la actualidad tiene una influencia cada vez mayor, sin acercarse a Cristo. Este es un fenómeno que la ciencia espiritual debe subrayar una y otra vez. También hay que subrayar que es tarea del hombre moderno convocar las fuerzas interiores de su alma que le permiten captar los pensamientos científico-espirituales. Hay que recurrir a una cierta fuerza del alma para hacer que estos pensamientos vivan interiormente. Si no lo hacemos, no avanzaremos, pues está en la naturaleza del hombre actual el recurrir a esta fuerza del alma. Una fuerza que debería ser utilizada, pero que no lo es, produce enfermedad en alguna forma. La enfermedad se produce no sólo por falta de algo, sino también por exceso de algo. Muchas personas que parecen débiles son en realidad fuertes. Por paradójico que parezca, son fuertes en su interior. Muchos que van por ahí como débiles insatisfechos con la vida, sin saber estar -como ellos dicen- "en sintonía con el infinito" son en realidad fuertes, pero inconscientemente. Sin embargo, son incapaces de llevar su fuerza subconsciente a la consciencia porque no tienen ni idea de qué es lo que clama reconocimiento en su interior. Como consecuencia, el subconsciente se rebela y provoca inestabilidad. El objetivo de la ciencia espiritual es hacer consciente al hombre de lo que se agita en su interior, de lo que de hecho pugna por hacerse consciente. Una comprensión verdadera y satisfactoria del Misterio del Gólgota es lo que sobre todo quiere hacerse consciente, un hecho que a menudo se expresa de formas notables.
Como ya he señalado, por una parte existe la necesidad de comprender el mundo espiritual y, por otra, existe un alejamiento de tal conocimiento. Muchas cosas demuestran que existe el anhelo de reencontrar el espíritu, que, sin embargo, no puede encontrarse hoy sin una comprensión del Misterio del Gólgota. Que el anhelo está presente lo subrayan a menudo escritores que están lo más alejados posible de cualquier comprensión real. Para comprender la vida actual debemos familiarizarnos con estas cuestiones, de las que hay abundantes ejemplos en la vida cotidiana. Aquellos que han desarrollado interés por la ciencia espiritual tienen la tarea de reconocer el conocimiento espiritual que debería ser imparcial en la actualidad; también deben ser capaces de reconocer dónde hay un alejamiento de tal conocimiento. Sobre todo hay que aprender a reconocer dónde aparentemente hay un esfuerzo por el espíritu, -que de hecho lo hay, aunque inconscientemente,- pero de forma espuria mientras no se aborda la auténtica ciencia espiritual. Por eso no dudo en señalar ejemplos tan evidentes en la vida actual.

Hace poco me enviaron otro artículo en el que el autor describe precisamente un ejemplo de los llamados esfuerzos espirituales. Alguien a quien el autor conocía bien le dijo, como se suele decir hoy en día, que tenía que oír hablar a Johannes Müller. Este caballero sentía que escuchar a Johannes Müller era una experiencia que no debía perderse. Además, informó al escritor de que Johannes Müller es el director de una clínica psiquiátrica y que había fundado lo que equivalía a una nueva ética, una nueva religión. Sin embargo, al pronunciar la palabra religión se sumergió de repente en una detallada cristología. A una velocidad increíble desarrolló su visión personal de la vida de Jesús, tras lo cual se explayó sobre la teología liberal, la escuela de pensamiento de Warburg y la de Heidelburg. Luego pasó a discutir la poesía alejandrina y el hegelianismo, etc. - Este es un buen ejemplo de la insensatez de muchas personas que se interesan por todo lo que surge y a la menor oportunidad lo desgranan a una velocidad vertiginosa. El escritor, al escuchar todo esto, pensó que nadie podía hablar tan rápido, excepto quizás Kainz y entonces sólo si tenía que coger el último tren expreso a Berlín después de una representación teatral. Sin embargo, después de esta experiencia, el escritor va a escuchar una conferencia de Johannes Müller sobre el propósito de la vida.

Al escuchar esta conferencia, el escritor sintió que Johannes Müller hablaba sobre el propósito de la vida como lo haría un santo. La conferencia trató sobre cómo uno debe sacrificarse, cómo uno debe vivir para los demás y no para uno mismo, etcétera. Sólo una cosa preocupaba al escritor: la conversación que había mantenido con el caballero de hablar rápido le había llevado a formarse una imagen en su mente de Johannes Müller. Pensó que si Johannes Müller se hubiera parecido a esa imagen mental, podría haber creído en él. Sin embargo, Johannes Müller no se parecía en nada a lo que había visualizado. Describe su impresión de Johannes Müller, que no les ahorraré porque demuestra cómo se juzgan las cosas hoy en día. Esta es la descripción del escritor "Subió al andén un hombre de estatura media, complexión gruesa, cuello corto, bigote poblado, tez fresca; el arquetipo de un ciudadano completamente sano de una ciudad alemana de provincias. No pude evitar la idea de que este hombre sería perfecto como director de alguna gran fábrica de juguetes en Nuremberg. Su trato con el público reforzaba esta impresión. Su forma de hablar era lúcida, definida, amable, tranquila, pero expresando una fuerte participación interior en lo que decía. Todo lo explicaba en términos sencillos, con muchas repeticiones, y nunca se detenía hasta haber dicho todo lo que quería decir. No se desviaba del tema, iba al grano y, evidentemente, estaba lleno de un sincero deseo de servir al bien. En resumen, lo ideal sería que un ayuntamiento estuviera compuesto por personas como él. Se podrían decir cosas similares sobre su tema; básicamente, Johannes Müller expresó lo que los buenos ciudadanos alemanes pensarían en días festivos especiales".
¿Cómo se compara esta impresión con la imagen que tenía el escritor de alguien que hablaba de abnegación y de vivir únicamente para los demás? Dice: "La imagen que me había formado de Johannes Müller se había establecido tan firmemente en mi mente que estaba convencido de que debía ser real. Había visualizado a alguien con un rostro pálido que sostenía con una fina mano blanca, sus tristes ojos marrones miraban a lo lejos. Si este Johannes Müller hubiera estado en el estrado diciendo con voz suave: Créanme Señoras y Señores, el propósito de la vida es el sacrificio, entonces no sólo yo, sino todo el mundo, al menos por el momento, habría tenido que estar de acuerdo".

En otras palabras, si Johannes Müller se hubiera parecido a la idea preconcebida del escritor, éste le habría creído. Muy interesante. ¿Y por qué le habría creído el escritor? La razón es sencilla. Este escritor, a diferencia de la mayoría del público, tiene una mente crítica. Juzga con cierta sagacidad que un orador de rostro pálido, ojos líquidos y mirada derretida tendría derecho a hablar del sacrificio. Uno creería en él, pues estaría claro que para un hombre así el autosacrificio sería la alegría de su vida; por tanto, ningún sacrificio real. La apariencia externa de Johannes Müller obviamente no sugería nada de esto. El escritor se dijo a sí mismo: la forma en que se expresa este hombre en el estrado, su aspecto, hacen evidente que lo que dice no tiene nada que ver con un sacrificio por su parte. Habla como habla porque le divierte, para él es una broma. - Esto es, por supuesto, una paradoja; lo que el escritor sentía era que un hombre como el orador haría siempre justo lo que quisiera hacer, lo que le diera placer. Nunca lo diría, porque si lo hiciera tendría que decirle a su audiencia que el propósito de la vida es seguir cualquier impulso que uno tenga, hacer cualquier cosa que a uno le apetezca hacer. De hecho, tendría que hablar como Nietzsche. No lo hace porque siempre diría lo contrario de sus inclinaciones reales.

Hoy en día, a menudo existe el deseo de decir cosas opuestas a las propias inclinaciones. Seamos claros sobre lo que esto implica. No hay duda de que precisamente aquellos que están menos inclinados a sacrificarse por los demás son las mismas personas a las que les encanta decir que el propósito de la vida es el autosacrificio, vivir únicamente para los demás. Hay un deseo definido de decir lo que está en absoluto contraste con la realidad. - ¿Qué es eso?

Cuando se observa la vida con sentido de la realidad, es muy reconocible que aquello de lo que a la gente le gusta hablar son impulsos en completo contraste con los suyos propios. Se engañan a sí mismos al respecto, por supuesto, pero es una característica muy conspicua de la vida actual. Hay un deseo de tener la sensación de algo que contrasta con la realidad. Hay que tener en cuenta que en la actualidad no hay una gran comprensión de estas cuestiones. También está el hecho de que existen tantas posibilidades que ayudan a evitar encontrarse cara a cara con ellas. Por ejemplo, alguien que escuche a Johannes Müller decir que el propósito de la vida es sacrificarse por los demás, podría contar a mucha gente cómo ha escuchado a un orador maravilloso decir algo muy esclarecedor: "El propósito de la vida es sacrificarse por los demás" y anunciar que en adelante vivirá según ese principio tal y como él lo ve. Vivir según esa norma tal como uno la ve es, por supuesto, una forma fácil de evitar muchas de las exigencias más difíciles que plantea la vida. En la actualidad es una de las formas favoritas de hacer precisamente eso; y confirma que para muchas personas, de hecho para la mayoría es emocionante decir justo lo contrario de lo que son.
Es básicamente la expresión de un anhelo que tienen muchas personas: están insatisfechas con la vida exterior y quieren algo diferente. Hay un anhelo genuino de elevarse por encima de la vida externa, pero el anhelo encuentra una expresión malsana porque la gente busca a toda costa evitar reconocer la realidad del espíritu. Tomemos el ejemplo del escritor que acabo de mencionar; sin duda le convendrá más Johannes Müller que la ciencia espiritual, -eso es previsible. La razón es simple; Johannes Müller habla de cosas como el propósito de la vida, de sacrificarse por los demás. Este tema el escritor puede utilizarlo para un artículo que termina con las palabras: "Nunca sabremos cuál es el gran propósito universal de la vida, y en última instancia tampoco es necesario que lo sepamos". De este modo, el escritor se las arregla para parecer un hombre mundano y de altas miras, sin dejar de ser un filisteo completamente ordinario.

Esto es imposible cuando uno se esfuerza por alcanzar una visión del mundo que no se base en meras frases, sino que reconozca la realidad del mundo espiritual y lo que se exige de la época actual. El individuo que emprende este camino desarrollará un sentido de lo que el mundo espiritual en este momento quiere de él. Descubrirá por sí mismo cómo debe progresar su desarrollo y hasta qué punto su destino particular requiere que se sacrifique por los demás. No hay necesidad de usar frases hechas; lo que se necesita es el desarrollo de esa fuerza interior que finalmente conduce a la comprensión espiritual.

Nada puede decirse en contra del significado de una frase como: "El propósito de la vida es sacrificarse por los demás", pero sigue siendo una frase estéril hasta que uno aprende a llevar la realidad espiritual a la realidad física. Esa fue precisamente la razón por la que se cumplió el Misterio del Gólgota. Entró en la evolución para que de la muerte brotara una nueva vida. O en otras palabras, para que el espíritu vivo pudiera nacer de nuestra conciencia actual relacionada con la muerte. Al hacer nacer, dentro de nuestra conciencia relacionada con la muerte, el espíritu vivo, nos acercamos al Misterio del Gólgota. - Hay indicios que sugieren que la gente está empezando a reconocer la necesidad de escuchar lo que la ciencia espiritual tiene que decir. Vivimos tiempos difíciles, plagados de problemas y conflictos. Todo el mundo siente que es esencial encontrar una salida. Sin embargo, es inherente a la época que una salida sólo puede encontrarse a través de una comprensión real del espíritu. Todos los demás intentos resultarán ilusorios.

La primera comprensión del Misterio del Gólgota se produjo a través de la experiencia directa. Al principio la gente podía hablar de Cristo porque algunos lo habían visto realmente; más tarde algunos habían conocido a otros que lo habían visto. En las palabras de los primeros Apóstoles resonaban las palabras de Cristo. Así pues, la primera experiencia que la humanidad tuvo de Cristo fue en el plano físico. A lo largo de los siglos, este conocimiento se fue desvaneciendo hasta desaparecer por completo a finales de los siglos XIX y XX. Por lo tanto, era inevitable que surgiera la situación actual cuando hay personas, -como describí en la última conferencia- que, aunque quieren ser cristianas, en realidad no buscan a Cristo. Debemos darnos cuenta de que vivimos en una época de crisis en lo que se refiere a la comprensión de Cristo. No podemos alcanzar una comprensión adecuada a nuestra época de otra manera que a través de una comprensión cada vez más profunda de la ciencia espiritual. Las fuerzas ahrimánicas luchan contra este conocimiento sólo porque es tan esencial en nuestro tiempo. Sin embargo, esto no impide que aquellos que reconocen la tarea de la ciencia espiritual vean esta tarea conectada con los enormes acontecimientos histórico-mundiales que tienen lugar en nuestro tiempo. La solución de los grandes problemas de hoy sólo puede provenir del conocimiento real de la época actual. Y no es propaganda tendenciosa decir que sólo a través de la ciencia espiritual se puede encontrar una solución.
Traducido por J.Luelmo ene,2023








GA176 Berlín 21 de agosto de 1917-El karma del materialismo - Coraje espiritual frente a comodidad mental

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RUDOLF STEINER

 Coraje espiritual frente a comodidad mental



Berlín 21 de agosto de 1917

Durante estos últimos días nos hemos despedido de un querido amigo y fiel colaborador que ha abandonado el plano físico, Herman Joachim. Se le podía ver en nuestro círculo prácticamente todas las semanas durante los años de la guerra. Cuando contemplamos el acontecimiento de la muerte de alguien cercano a nosotros, -llenos de sentimientos engendrados por el conocimiento que buscamos a través de la ciencia espiritual,- podemos encontrar a través de este acontecimiento también nuestra propia relación con el mundo espiritual. Por un lado, miramos hacia atrás, hacia el tiempo que tuvimos el privilegio de compartir con él, pero también miramos hacia adelante, hacia ese mundo que está recibiendo el alma de aquel con quien estuvimos juntos. Permanecemos unidos a él, pues los lazos que nos unen son espirituales y no pueden romperse por el acontecimiento de la muerte física.

El nombre de Herman Joachim es como un faro que proyecta su luz a lo lejos, por delante de aquel a quien hemos perdido en el plano físico. Es un nombre muy relacionado con el desarrollo del arte en el siglo XIX, especialmente en el ámbito de la interpretación estética de la música. De hecho, no es necesario que explique aquí lo que este nombre representa en los logros culturales recientes. Sin embargo, si Herman Joachim, -que ha pasado al mundo espiritual con todas sus incomparables y hermosas cualidades,- hubiera venido entre nosotros como alguien desconocido, incluso entonces, aquellos cuya suerte fue conocerle y compartir con él sus esfuerzos, le habrían contado entre las personalidades más valiosas de sus vidas. La fuerza de su personalidad, la grandeza y el resplandor de su alma lo asegurarían.

En sus relaciones humanas con los demás se manifestaba una calidad artístico-cultural de primer orden, que le había transmitido su padre. Se podría decir que, por una parte, esta influencia artística se expresaba en todo lo que Herman Joachim pensaba y hacía, pero era llevada y realzada por la espiritualidad de su propia voluntad, de sus propios sentimientos y por su afán de perspicacia espiritual. Mientras que la gran influencia de su padre dominaba en la sangre, había algo en la constitución espiritual de Herman Joachim que tuvo un hermoso comienzo en su vida por el hecho de que Herman Grimm, -este distinguido y único representante de la vida cultural centroeuropea,- le tendió la mano bendiciéndole cuando era niño. Herman Grimm fue el padrino de Herman Joachim. Me alegró mucho saber esto, como comprenderán después de las muchas cosas que he dicho, especialmente en este círculo, en reconocimiento de las contribuciones de Herman Grimm a la vida cultural de los últimos tiempos. Cuando murió un querido amigo suyo, la personalidad única de Walter Robert Tornow, Herman Grimm escribió: "Parte de la sociedad de los vivos y es recibido en la sociedad de los muertos. Uno siente que debe anunciar a los muertos quién se une a sus filas". Herman Grimm no pretendía que estas palabras se aplicaran sólo a aquel para quien las pronunció. Las entendió en el sentido de que expresan un sentimiento que está presente en los seres humanos en general, cuando alguien cercano parte del mundo físico al espiritual.
Cuando recordamos las experiencias características que tuvimos el privilegio de compartir con alguien que ha muerto, estas experiencias se convierten en ventanas a través de las cuales podemos seguir la vida ulterior de un ser ahora infinito. Porque toda individualidad humana es un ser infinito y las experiencias que compartimos pueden compararse a ventanas a través de las cuales contemplamos un paisaje ilimitado. Sin embargo, hay momentos en la vida humana que tienen un significado especial, entonces es posible mirar más profundamente dentro de una individualidad humana. En esos momentos, los secretos del mundo espiritual se revelan con especial fuerza. Es también en esos momentos cuando mucho de lo que en la vida ordinaria es la meta de un esfuerzo noble e intenso, se revela en representaciones abarcantes del pensamiento, impregnadas de sentimiento.

Me atrevo a describir un momento de este tipo porque lo considero sintomático de Herman Joachim. Llevaba años vinculado a nuestro movimiento cuando en Colonia, poco después de conocernos personalmente, mantuvimos una conversación. Durante esta conversación se me reveló cómo este hombre había relacionado su alma más íntima con los poderes espirituales que viven y se entretejen a través del cosmos. - Tal vez pueda expresarlo con estas palabras: Pude reconocer que él había descubierto que existe un vínculo importante entre las almas humanas responsables y aquellos poderes Divino-espirituales cuya sabiduría gobierna los mundos. En momentos significativos de su vida un individuo puede encontrarse cara a cara con estos poderes. En esos momentos, cuando se plantea a sí mismo la pregunta: ¿Cómo puedo unirme a los poderes espirituales que guían el mundo y que se revelan a mi vista interior? ¿Cómo puedo llegar a considerarme un eslabón responsable en la guía espiritual del mundo que, en mi fuero interno, sé que estoy destinado a ser? - Así se me reveló lo que Herman Joachim sentía y experimentaba conscientemente con toda la profunda seriedad de su ser en esos momentos en que se le manifiesta la relación del hombre con el mundo espiritual.

Herman Joachim había pasado por muchas dificultades. Cuando estalló esta interminable calamidad bajo la que todos sufrimos * le trajo grandes penurias. Se encontraba en París, donde había vivido durante años y donde había encontrado a su querida compañera de vida. Pero ahora su deber le obligaba a volver a su antigua profesión de oficial alemán. Sin embargo, era un deber con el que también tenía una profunda conexión interior. Ya había cumplido su tarea de oficial en ocasiones importantes, cumpliendo su deber no sólo con pericia sino con compasión y abnegación. Son muchos los que guardan un recuerdo agradecido por haberse beneficiado de la verdadera humanidad y cordialidad social con que cumplió su vocación. Por mi parte, recuerdo a menudo las conversaciones que mantuvimos durante estos tres años de dolor y sufrimiento humano, conversaciones en las que se reveló como un hombre capaz de seguir con profunda comprensión los acontecimientos de nuestro tiempo. No había ninguna duda de que su juicio objetivo se veía empañado por pensamientos de odio o de amor hacia uno u otro bando. Su inteligente valoración le hacía plenamente consciente de la gravedad de la situación a la que todos nos enfrentábamos. Sin embargo, gracias a su confianza en la guía espiritual del mundo, estaba lleno de esperanza y confianza.
Herman Joachim pertenece al grupo de los que aceptan la ciencia espiritual con toda naturalidad, como algo evidente, y al mismo tiempo esta naturalidad les protege de una entrega superficial a cualquier cosa de naturaleza espiritualista. Tales almas no se desvían fácilmente hacia lo que puede ser el mayor peligro: ilusiones fantasiosas y cosas por el estilo. Al fin y al cabo, tales ilusiones tienen sus raíces en un cierto egoísmo autocomplaciente. Herman Joachim no tenía ninguna inclinación hacia el misticismo egoísta, sino sobre todo hacia los grandes ideales, hacia las ideas poderosas y eficaces de la ciencia espiritual.
Siempre se preocupó por lo que cada individuo puede hacer en su propia situación en la vida, para hacer efectiva la ciencia espiritual. Como miembro de los francmasones, había examinado cuidadosamente la naturaleza de las prácticas masónicas y había resuelto hacer todo lo posible para llevar la vida del conocimiento espiritual al formalismo masónico. Su elevada posición en el seno de la masonería le permitió hacer suyos, en un grado excepcional, todos los conocimientos profundos, pero ahora formalizados y rigidizados, acumulados durante siglos. Precisamente por su elevada posición vio la posibilidad de aportar a este conocimiento rigidificado la vida y el poder espiritual que sólo pueden provenir de la ciencia espiritual. Su objetivo era permitirle entrar correctamente en la corriente de la cultura humana.
Cualquiera que sea consciente de lo mucho que trabajó por este objetivo durante estos años difíciles, de cómo lo persiguió con seriedad e integridad; cualquiera que se dé cuenta de la fuerza de su voluntad y del volumen de su trabajo en esta esfera sabrá también cuánto ha perdido el plano físico con Herman Joachim. En casos como éste, a menudo recuerdo a alguien, considerado como perteneciente a la intelectualidad, de quien se tiene constancia que dijo: Ningún hombre es insustituible; si uno se va, otro se adelanta para ocupar su lugar. Es obvio que tal expresión revela una gran ignorancia de la vida real; porque la vida real muestra de hecho lo contrario. La verdad es más bien que, en lo que respecta a lo que un hombre logra en la vida, nadie puede ser reemplazado. Esta verdad nos impresiona aún más en casos excepcionales como el presente. La muerte de Herman Joachim nos recuerda con fuerza el funcionamiento del karma en la vida humana. Sólo la comprensión del karma humano, la comprensión de las grandes cuestiones kármicas del destino, nos permite aceptar la muerte de alguien, a una edad comparativamente temprana, que deja tras de sí una importante y necesaria tarea vital.

He seguido día a día cómo el alma de nuestro querido amigo abandonaba lentamente este reino, en el que tanto iba a realizar, y entraba en otro reino en el que sólo podremos encontrarle a través de la fuerza de nuestro espíritu, un reino desde el que será un ayudante aún más fuerte que antes. Durante este tiempo de despedida fui fuertemente consciente de algo más; a saber, que los propios seres humanos exigen la necesidad del karma; la exigen con todo su coraje interior y su fuerza de espíritu. Se hace evidente a la vista interior cuando se experimenta una muerte de este tipo. En estas circunstancias hay que hablar a menudo de cosas de las que sólo se puede hablar en nuestros círculos, pero entonces, es también dentro de nuestro movimiento espiritual, donde los seres humanos pueden encontrar la gran fuerza que llega más allá de la muerte, la fuerza que abarca tanto la vida como la muerte.

Tengo ante mí el alma de Herman Joachim. Y se me aparece claramente cuando, por su propia voluntad, asumió una tarea espiritual. Y se me presenta vívidamente cómo está asumiendo ahora esta tarea. Su muerte se me revela como algo que eligió libremente porque, desde ese otro mundo, su alma puede trabajar más activamente y con fuerzas más fuertes; fuerzas más adecuadas a lo que es necesario. En estas circunstancias se puede hablar incluso de la muerte de un individuo como una necesidad, como un deber, en un momento muy concreto. Sé que no todo el mundo encontrará en lo que estoy diciendo un pensamiento consolador o fortalecedor; pero sé también que hay almas hoy para las que estos pensamientos pueden ser un apoyo cuando se enfrentan a la clase de dificultades que en nuestro tiempo hay que soportar con dolor y tristeza, dificultades con las que uno se topa cuando intenta resolver tareas importantes y necesarias, dificultades que surgen del hecho de que estamos en el mundo físico, encarnados en cuerpos físicos en un entorno materialista. Sin embargo, en todo nuestro dolor y tristeza, podemos llegar a valorar gradualmente el pensamiento de que la muerte, en lo que respecta al plano físico, fue elegida por alguien para poder cumplir mejor su tarea.

Podemos sopesar este pensamiento con el dolor que sufre nuestra querida amiga, la esposa de Herman Joachim. Podemos equilibrarlo con el dolor que nosotros mismos sentimos por nuestro querido amigo, podemos intentar ennoblecer nuestro dolor pensando en él a la luz de un pensamiento sublime como el que acabo de exponerles. Puede que este pensamiento no alivie o atenúe el dolor, pero su perspicacia espiritual puede brillar como un sol en el dolor e iluminar nuestra comprensión de la necesidad que gobierna al hombre, la necesidad del destino humano. Así, el acontecimiento de la muerte de alguien cercano puede convertirse en una experiencia que nos ponga en contacto con el mundo espiritual. Porque si nuestros pensamientos sobre él refuerzan la propensión de nuestra alma hacia los reinos en los que habita el difunto, entonces no lo perderemos; permaneceremos activamente unidos a él. Además, si captamos toda la implicación del pensamiento de que alguien que amaba su vida más que la mayoría, aceptó sin embargo la muerte por una necesidad férrea, entonces ese pensamiento expresará verdaderamente nuestra visión espiritual-científica del mundo. Si honramos así a nuestro amigo, permaneceremos unidos a él. Y su compañera de vida, dejada aquí en el plano físico, sabrá que permanecemos unidos a ella en los pensamientos del ser amado; que nosotros, sus amigos, permanecemos cerca de ella.
La muerte de nuestro querido amigo Herman Joachim es uno de los varios duelos sufridos en nuestra sociedad en estos tiempos difíciles, uno especialmente triste para mí, del que aún no he podido hablar. La gran pérdida personal y la estrecha implicación me impiden tocar muchos aspectos de este duelo.

Muchos de los presentes recordarán con cariño a una querida y leal miembro que también hemos perdido del plano físico en los últimos meses, Olga von Sivers, la hermana de Marie Steiner. No era una personalidad que se conociera inmediatamente al primer encuentro; era una persona totalmente modesta y sin pretensiones. Pero, queridos amigos, dejando a un lado el dolor que Marie Steiner y yo sentimos por esta pérdida irremplazable, me atrevo a decir algo más sobre Olga von Sivers. Pertenece a aquellos de entre nosotros que, desde el principio, fueron directamente a la raíz de nuestra ciencia espiritual de orientación antroposófica. La asumió con profunda comprensión y calidez de alma. Cuando Olga von Sivers se dedicó a estas cuestiones, lo hizo con todo su ser, porque ésa era su naturaleza. Y era, de hecho, un ser humano en el sentido más amplio, como sabrán todos los que estuvieron relacionados con ella. Rechazaba firmemente todo lo que hoy en día, como una especie de teosofía mística, distorsiona el camino interior del hombre y conduce la vida espiritual por cauces equivocados. Tenía un agudo sentido del discernimiento cuando se trataba de distinguir entre aquellos impulsos espirituales que pertenecen a nuestro tiempo y hacen avanzar el progreso interior del hombre; y otros que surgen de impulsos muy diferentes. Estos últimos se disfrazan a menudo de esfuerzos teosóficos o místicos. Olga von Sivers es un ejemplo sobresaliente de alguien que se apodera, de manera fundamental, de las verdades espirituales que en nuestro movimiento nos esforzamos especialmente por alcanzar. A pesar de su plena participación en nuestro trabajo, no estaba en su naturaleza descuidar o desatender en modo alguno los muchos y a menudo difíciles deberes que le imponía la vida externa. Absorbió el contenido de la ciencia espiritual desde el principio con total comprensión y fue capaz de transmitirlo a los demás. Siempre que se le concedía, lo hacía de forma ejemplar. Sabía dotar a las ideas que transmitía a los demás de la bondad y la enorme buena voluntad de su naturaleza.

Su labor continuó también cuando se vio separada de nosotros por las fronteras que hoy se interponen tan a menudo y tan cruelmente entre los seres humanos cercanos. Pero ninguna frontera le impidió trabajar por nuestra causa también en regiones que hoy, en Europa Central, son consideradas país enemigo. Conoció experiencias trágicas, todo el horror de esta guerra espantosa en la que llevó a cabo una labor verdaderamente humanitaria hasta su última enfermedad. Nunca pensó en sí misma, sino que siempre estaba trabajando por los demás, a quienes los horrores de la guerra habían puesto a su cuidado. Llevó a cabo esta labor samaritana en el sentido más noble, impregnando todo lo que hacía con los frutos de lo que ella misma había logrado dentro de nuestro movimiento espiritual. Aunque está estrechamente emparentada conmigo, me atrevo a hablar con profundo sentimiento sobre este aspecto de Olga von Sivers, quien, desde la fundación de nuestro movimiento, fue un miembro abnegado. Para Marie Steiner y para mí era una hermosa idea que volviera a estar físicamente con nosotros cuando tiempos mejores hubieran sustituido a nuestro sombrío presente. Pero también en este caso la férrea necesidad decidió otra cosa.

También en este caso la muerte de una persona cercana puede aclarar e iluminar la vida si tratamos de comprenderla con perspicacia espiritual. Ciertamente hay cosas en nuestra sociedad que son criticables, a menudo son cosas que la propia sociedad saca a la luz. Pero también vemos a nuestro alrededor otras cosas que son resultado directo de la fuerza que fluye a través de nuestro Movimiento Antroposófico, cosas que pertenecen a nuestras experiencias más bellas, elevadas y significativas. Hoy me atrevo a hablar de ejemplos de este tipo.

Muchos de ustedes recordarán también a alguien que, aunque no pertenecía a esta rama, quisiera recordar hoy porque, junto con sus hermanas, aparecía a menudo por aquí y será conocida por muchos de ustedes: nuestra Johanna Arnold, que no hace mucho pasó del plano físico al mundo espiritual. Una de sus hermanas, que fue igualmente un miembro leal y devoto de nuestro movimiento, murió hace dos años.
En estos días he estado trabajando en un folleto para responder a los ataques rencorosos contra nuestro movimiento por parte del profesor Max Dessoir, y constantemente me encuentro con afirmaciones en el sentido de que no sé nada de ciencia y que mis partidarios tienen que renunciar a todo pensamiento propio. - Pues bien, una personalidad como Johanna Arnold es la prueba viviente de que tales afirmaciones procedentes de este ignorante profesor son una absoluta mentira. La profunda devoción de Johanna Arnold por la ciencia espiritual contribuyó a la nobleza de su vida y también a la nobleza con la que murió. Ella es una prueba viviente de que las personas más valiosas son aquellas que reconocen y cultivan la ciencia espiritual. Su vida trajo muchas pruebas, pero también fue una vida que desarrolló la fuerza de su personalidad y sacó a relucir toda la grandeza de su alma. Durante los años en nuestro movimiento, fue una vigorosa defensora en su rama y en los círculos vecinos. De hecho, realizó, junto con otras personas, una labor muy valiosa en toda la región del Rin. Una de ellas fue Frau Maud Künstler, fallecida recientemente. Ella también era muy apreciada y estaba íntimamente relacionada con nuestro movimiento.

Johanna Arnold no sólo dio pruebas de su fuerte y vigoroso carácter en su trabajo dentro de nuestro movimiento. A los siete años, con gran valor, salvó a su hermana mayor de morir ahogada. Pasó parte de su vida en Inglaterra. Dio sobradas pruebas de que la vida no sólo es una gran maestra, sino que también puede hacer fuerte y poderosa a un alma. Además, en su caso, la vida le reveló lo espiritual divino que anhela el alma humana. A través de su movilidad interior y su fuerza, Johanna Arnold se convirtió en una benefactora para los Antroposóficos, de los que fue su líder. Para nosotros, que vimos el alcance de su compromiso con nuestro movimiento, se convirtió en una querida amiga. En los últimos años, desde el comienzo de esta terrible guerra, Johanna Arnold, en su intento de comprender lo que le está sucediendo a la humanidad, me hacía preguntas significativas. Ella estaba constantemente ocupada con el pensamiento en cuanto al significado real de esta prueba más difícil de la raza humana y preocupada por lo que cada uno de nosotros puede hacer con el fin de pasar por ella de una manera positiva. Ninguno de los acontecimientos cotidianos de la guerra se le escapaba. Pero también era capaz de verlos en su contexto más amplio, poniéndolos en relación con la evolución espiritual de la humanidad en general. En su intento de resolver el enigma de la humanidad, estudió detenidamente a Fichte, Schelling, Hegel y Robert Hamerling.
De hecho, hay muchos ejemplos en nuestro movimiento que pueden mostrar cómo la ciencia espiritual afecta a toda la vida del hombre, a su forma de trabajar, a su desarrollo interior. Y Johanna Arnold es una prueba viviente, si así se requiere, de que es una mentira descarada decir que se debe renunciar al pensar individual en nuestro movimiento. Aquellos que la conocieron la consideraron un ejemplo, no sólo por su devoción y lealtad a nuestro movimiento científico-espiritual, sino también porque buscó, a través de un pensar serio e independiente, desentrañar los secretos de la existencia del ser humano. Su hermana, que está hoy con nosotros, ha sido testigo en poco tiempo de la muerte de Johanna Arnold, así como de la otra hermana; a ella le diríamos que permaneceremos unidos a ella en pensamientos leales hacia aquellos que se han ido de su lado al mundo espiritual. Apreciaremos su memoria y mantendremos una conexión viva con ellos.
Estas reflexiones sobre los amigos difuntos, ligadas a experiencias dolorosas, pertenecen también a nuestros estudios, utilizando aquí la palabra libre de toda pedantería. Sabemos que para el alma humana existen la supervivencia y el nuevo comienzo, pero ¿se aplica lo mismo a las muchas esperanzas y expectativas que presenciamos y que se quedan en nada, especialmente en nuestros tiempos? ¿Por qué, nos preguntamos, incluso aquellos que tienen un cierto conocimiento de la evolución de la humanidad alimentan esperanzas y expectativas injustificadas? La respuesta es que debemos alimentarlas, porque son fuerzas, fuerzas efectivas. Cualquier duda que podamos tener sobre si se cumplirán no debe impedirnos alimentarlas, porque mientras lo hagamos actúan como fuerzas y producen efectos tanto si se cumplen como si no. Debemos aceptarlo si, por el momento, se quedan en nada. Con cuánta alegría depositamos nuestras esperanzas en muchas personas cuando muestran los primeros signos de una cálida comprensión por el mundo espiritual. Uno tiene tales esperanzas a pesar de que en nuestra época materialista a menudo se hacen añicos. En conferencias recientes he descrito razones más profundas por las que tales esperanzas se hacen añicos.

A este respecto debemos tener claro que lo que llamamos coraje humano, que vemos hoy en día en tanta abundancia en muchas esferas de la vida externa, se encuentra muy raramente en relación con la vida espiritual. Por eso, las personalidades de las que he hablado hoy son realmente modelos, incluso en lo que se refiere a aspectos más externos de nuestra sociedad y de nuestro movimiento. Mucha gente se está dando cuenta hoy de que el materialismo no sirve. Pero lo que a menudo he llamado el amor del hombre por la comodidad les impide comprometerse con la ciencia espiritual. Sin embargo, nada más puede salvar a la civilización humana de hundirse en el desastre. Hay personas que a menudo están muy cerca de cruzar el umbral hacia la ciencia espiritual; que no lo hagan se debe básicamente a la indolencia. Es el amor a la comodidad lo que les impide hacer que su alma sea lo suficientemente receptiva y flexible como para captar ideas que expliquen de forma bastante concreta el mundo espiritual. Hoy en día hay muchos que se entusiasman en general por la unidad mística de los mundos, declarando vagamente que la ciencia por sí sola no lo explica todo; la fe debe acudir en su ayuda. Pero falta mucho valor para penetrar seriamente en las descripciones y explicaciones del mundo espiritual que se encuentra en la base del mundo de los sentidos.

El invierno pasado hablé de Hermann Bahr, de su camino de conocimiento. Sus últimos libros, "Expresionismo" y la novela "Ascensión", sugerían que estaba a punto de tomar conciencia del mundo espiritual. No cabe duda de que, a pesar de sus vacilaciones y cambios de dirección, por fin se esforzaba por alcanzar el espíritu. Pero su último escrito, que acaba de enviarme, es muy curioso. Su título es "Razón y Conocimiento" y trata de la forma en que la humanidad moderna, en contraste con épocas anteriores, confía más en la razón cuando busca la comprensión espiritual, cuando trata de entender el Orden Mundial. Hermann Bahr comienza preguntándose qué ha conseguido la razón. En el siglo XVIII, esforzarse por desarrollar la razón era sinónimo de la llamada ilustración, que también desempeñó un papel decisivo en el siglo XIX. Comienza diciendo que: "Antes de la guerra, Occidente imaginaba que sus pueblos compartían un sentimiento de comunidad. Eran cosmopolitas o "buenos" europeos. Existía el deslumbrante mundo de los millonarios, existían los diletantes y los estetas y también el conjunto internacional, los vagabundos desarraigados, que pasaban su vida en coches cama y en grandes hoteles junto al mar. Y estaban las orgullosas comunidades de científicos y artistas. Además, teníamos los derechos de las personas, teníamos el humanitarismo. Internacionalmente compartíamos los frutos de la industria, el comercio, el dinero, el pensamiento, el gusto, la moral y el humor. Todas las naciones de Occidente tenían objetivos y metas en común. Incluso pensaban que tenían también un medio común para alcanzar esos objetivos comunes: ¡el medio de la razón humana! La esperanza era que, mediante el esfuerzo conjunto y la razón humana, la humanidad alcanzaría lo que tal vez estaba fuera del alcance de los individuos por separado: la verdad última. La guerra nos ha robado todo esto; todo se ha desvanecido".
De este modo, Hermann Bahr, observando el estado del mundo, llega a la conclusión de que el hombre moderno pone un énfasis unilateral en la razón. Recuerda un interesante episodio de la vida de Goethe. En Bohemia, Goethe observaba una montaña con una forma extraña, el Kammerbühl, y llegó a la conclusión de que la montaña debía ser de origen volcánico. Estaba convencido de que se había formado en una antigua erupción volcánica. Pero otros no compartían su opinión; suponían que la montaña se había originado por sedimentación impulsada hacia arriba por la fuerza del agua. Goethe fue incapaz de convencer a estas personas de que su suposición era la correcta. Sintió un impulso interior que le convenció de que la montaña era de origen volcánico. Los demás estaban igualmente convencidos de que se había formado por sedimentación. Este argumento sugirió a Hermann Bahr que los impulsos, muy distintos de la razón, influyen en los juicios del hombre; él los veía como impulsos que actúan detrás de la razón. Hermann Bahr admite que no todo el mundo es un Goethe; sin embargo, le parece que, aunque la gente cree seguir la razón, en realidad está determinada por impulsos. Antes, en la Edad Media, se exhortaba a la gente a tener fe, a basar en la fe sus pensamientos sobre el mundo. Pero la fe se ha convertido en una mera frase, ha perdido su influencia salvo en aspectos de la vida en los que la ciencia no desempeña ningún papel. Así, para Hermann Bahr el hombre parece estar determinado por sus impulsos. Se pregunta: ¿Qué tipo de impulsos actúan en el hombre moderno? A continuación enumera algunos impulsos y emociones que engañan a las personas haciéndoles creer que siguen únicamente su razón. Dice que los estadounidenses, por ejemplo, tienen un impulso especialmente fuerte hacia el pragmatismo. Quieren lo que es útil y práctico, de ahí el famoso pragmatismo de William James. Sin embargo, Hermann Bahr se pregunta ahora: ¿Qué ha surgido de este impulso hacia lo útil? En su opinión: "hay dos impulsos principales en el hombre occidental". A continuación señala la expresión tan citada de que en la Edad Media la ciencia era la sierva de la Teología; al observar la cultura moderna llega a la conclusión de que la razón no es ciertamente la sierva de la Teología, sino que más bien se ha convertido en la sierva de la codicia. A continuación se adentra en problemas aún más profundos; el individuo, dice, no puede existir por sí mismo, debe vivir en comunidad. Esta comunidad es el Estado en el que el individuo tiene su lugar. Esta observación lleva inevitablemente a Hermann Bahr a preguntarse si, también en este caso, ¿no son las emociones los factores determinantes dentro de los distintos Estados? En este punto intenta vincular un elemento espiritual al alma humana individual. Este elemento espiritual intenta encontrarlo primero en Goethe y Kant; y finalmente llega a la siguiente reflexión:. En nuestra vida inferior actúan impulsos interiores que arrastran consigo a la razón. Por tanto, no es la razón la que nos demuestra si algo es verdadero o falso. Juzgamos las cosas según nuestros impulsos interiores, según lo que queremos que sean. Así, Goethe quería que el Kammerbühl fuera de origen volcánico, mientras que sus adversarios querían que se produjera por sedimentación. Hermann Bahr llegó a la conclusión de que en el hombre deben existir impulsos distintos de los que proceden de la naturaleza inferior. Este pensamiento le lleva a la idea de Genio. Lo que hace un genio también lo hace por impulso, pero no uno inferior. Un genio es alguien que está influido por un elemento de naturaleza cósmica. Sin embargo, la palabra genio casi hace dudar a Hermann Bahr. Consulta el diccionario de Grimm para llegar al fondo de lo que significa la palabra Genio; se familiariza con lo que Goethe, Schiller, los románticos y otros, entendían por ella. Llega a la conclusión de que la palabra genio no puede aplicarse indiscriminadamente. Por ejemplo, si se utiliza para designar el impulso más elevado en la búsqueda del conocimiento, entonces todos los profesores afirmarían ser genios y habría tantos de ellos a los que venerar como profesores. Hermann Bahr no deseaba eso, así que busca otra salida. Llega a la conclusión de que Goethe tenía razón al aplicar la palabra genio sólo a unos pocos individuos especiales. Si sólo se aplica a unos pocos, entonces no puede considerarse un impulso para el esfuerzo científico. En resumen, Hermann Bahr llega a un punto en el que intuye que el alma del hombre tiene una conexión con el mundo espiritual. Dice: "Podéis hacerme pedazos, pero no puedo explicar la conexión lógica entre el impacto en el alma humana del himno: Veni Creator Spiritus' ('Ven Espíritu Santo') y el significado de genio en el sentido goetheano. La conexión está ahí y es sublime, poderosa y real, pero no puedo explicarla".
Sin embargo, hay algo que Herman Bahr sí quiere explicar; a saber, que confiar únicamente en la razón no sirve de nada; la razón como tal, dice, no conduce al hombre a la verdad. Rechaza lo que en la época de la Ilustración se había visto como la supremacía de la razón, se había visto como la capacidad de la razón para explicar todo lo observado e investigado. Quiere destronar a la razón porque, en su opinión, se ha vuelto servil al comercio exterior y a la tecnología y simplemente sigue los impulsos del hombre.

Una cosa que demuestran estos impulsos internos del hombre es, cómo un hombre como Hermann Bahr es capaz de llegar al portal de la ciencia espiritual y luego, por falta de iniciativa para llegar a comprender la ciencia espiritual, se detiene. Se queda en el punto de vista de que la razón por sí sola es impotente, la fe debe intervenir para guiarla. Así pues, los impulsos que deben guiar al hombre no deben proceder de su naturaleza inferior, sino de Dios. Debe recibirlos a través de la fe. El conocimiento debe ser guiado por la fe, la razón por sí sola no puede alcanzar nada. Hermann Bahr se esfuerza por confirmar esta idea. Por ejemplo, hace una interesante referencia a Friedrich Heinrich Jacobi , quien en una carta expresó la perspicaz idea de que cuando se trata de la capacidad del alma humana para captar la verdad es como si fuera capaz de elasticidad, de expansión. Se trata de una idea muy ingeniosa de Jacobi. En mi Filosofía de la libertad expresé lo mismo de forma algo diferente, cuando hablé de un organismo de pensamiento, en el que un pensamiento crece a partir del precedente. Cuando se llega a la "elasticidad" de la naturaleza interior del hombre, el pensar continúa, por su propio poder, la línea del pensamiento. Cuando esto sucede, uno está experimentando el poder del espíritu en su propia alma. Tanto Jacobi como Hermann Bahr señalan el hecho de que algo de naturaleza espiritual vive y actúa en el alma humana. Lo notable de Hermann Bahr es que intenta encontrar en el hombre lo superior, el hombre divino, demostrando que la razón está supeditada a la fe. Con ello niega validez al propio impulso, es decir, a la razón que rige el quehacer científico moderno.

Hay un impulso que Hermann Bahr no descubre: el impulso de Cristo que vive, o al menos puede vivir, en el hombre moderno. Señala a Cristo en un solo lugar, -otros dos lugares en los que menciona a Cristo carecen de importancia,- y lo que allí dice no procede de él, sino que es una cita de Pascal. Viene de Cascali "Pensus" cuando dice que "los seres humanos sólo nos conocemos a nosotros mismos a través de Jesucristo; que sólo conocemos la vida y la muerte a través de Jesucristo; sólo a través de nosotros mismos no sabemos nada ni de nuestra vida ni de nuestra muerte; nada ni de Dios ni de nosotros mismos". - Aquí Pascal apunta a un impulso que viene del interior del hombre pero que no procede de él mismo; es decir, el impulso crístico. Para comprenderlo se necesita un sentido de la historia, pues sólo ha estado en la tierra desde el Misterio del Gólgota.

Así, Hermann Bahr no llega más lejos que Harnack y otros. Llega hasta la idea de un Dios universal que habla a través de la naturaleza, pero no a una comprensión viva de Cristo. Esto, una vez más, es un ejemplo de alguien que se esfuerza por la verdad, pero no puede encontrar a Cristo y no es consciente de que no lo encuentra. Hermann Bahr se esfuerza por demostrar que, a lo largo de la evolución del mundo, el esfuerzo del hombre es evidente. Dice cosas hermosas sobre la cultura griega y romana e incluso sobre Mahoma. Lo único que omite es el Misterio del Gólgota. Del cristianismo sólo habla de San Agustín. Pero ninguna preocupación por la razón y cosas similares puede conducir a Cristo; sólo puede conducir a un Dios universal. Cristo, el Dios que descendió de las alturas cósmicas a la vida terrenal, vive en nosotros tan verdaderamente como nuestro propio ser más elevado vive en nosotros. Como indicaba Pascal, sólo podemos alcanzar el conocimiento de la vida y de la muerte, de Dios y de nosotros mismos, si nos impregnamos de Cristo. Esta verdad sólo puede ser reconocida y comprendida a través de la ciencia espiritual.
Goethe sí allanó el camino a la ciencia espiritual. Pero cuando Hermann Bahr, -para justificar por qué finalmente se pasó a la fe,- intenta explicar el valor de todo tipo de declaraciones de Goethe, lo único que dice es: "No será necesario que testifique que reconozco la enseñanza del Vaticano y las opiniones de Goethe y Kant". Aquí vemos la influencia de un poder externo que en la actualidad indica claramente su intención de aumentar ese poder. Sin embargo, la gente permanece sorda y ciega a los signos de los tiempos; deja pasar lo que puede explicar los signos de los tiempos. Hermann Bahr, a su manera, sabe leer estos signos. Sabe de las muchas cosas que inducen al hombre moderno a decir cosas como: "No será necesario que testifique que reconozco las enseñanzas del Vaticano y las opiniones de Goethe y Kant". Es un ejemplo supremo de cómo la indolencia puede hacer que un hombre se paralice en su empeño. Aprecio a Hermann Bahr y no deseo decir nada contra él. Sólo quiero indicar lo que de un modo tan característico puede influir en una personalidad talentosa y significativa de nuestro tiempo.

Es bastante fácil culpar a la razón, se puede decir mucho en su contra. Se la puede acusar de no conducir al hombre a la verdad. Sin embargo, culpar a la razón simplemente demuestra que no se ha reflexionado sobre el asunto. Una exploración suficiente revelará que sólo cuando la razón está impregnada por Ahriman se aleja de la verdad. Del mismo modo, si la fe está impregnada por Lucifer, también se aleja de la verdad. La fe corre el peligro de estar saturada de Lucifer, la razón de Ahriman. Pero ni la fe ni la razón como tales conducen a la falsedad o al error. En el sentido religioso son dones de Dios al hombre. Cuando siguen su camino correcto conducen a la verdad, nunca al error o a la falsedad. Un conocimiento más profundo revela cómo Ahriman llega a insinuarse en la razón y provocar la confusión. Sin embargo, este conocimiento sólo puede obtenerse penetrando en el mundo espiritual real. Para ello es necesario esforzarse por captar las ideas, las descripciones que describen el mundo espiritual. Si el hombre persiste en vivir en áridas abstracciones peca contra la razón y permanece ignorante del hecho de que mediante el desarrollo de la razón en la quinta época postatlante el yo del hombre va a penetrar en el alma consciente. Se habla de la relación del hombre con el espíritu de la misma manera que los ciegos hablan de los colores. Sin embargo, por mucho que los ignorantes le acusen a uno de contradicciones, -cuando se habla desde el punto de vista de la ciencia espiritual,- es esencial, como ya se ha explicado, mantenerse firme en los resultados obtenidos cuando se investiga el espíritu por medios espirituales. Uno tiene una responsabilidad personal por el espíritu.

Este es el tipo de responsabilidad del que he podido hablar antes en relación con personalidades especiales cuyo ejemplo ilustra la grandeza del hombre cuando se siente responsable, no sólo de sus actos, sino también de sus pensamientos y sentimientos. Por el contrario, aquí tenemos a alguien sin sentimiento de responsabilidad; sin intentar descubrir lo que el presente necesita, se vincula a influencias de la evolución del hombre que pertenecen al pasado. En consecuencia, Hermann Bahr puede decir: "Si alguien está interesado en el camino que me llevó a Dios, puede remitirse a mi publicación 'Haciendo balance' y 'Expresionismo', pero debo pedir al lector que no generalice mis experiencias personales; a mí me han ayudado, pero no necesariamente pueden ayudar a otros" y "Si el lector se encuentra con algún pasaje que se desvía de la cuestión fundamental, debo pedirle que lo sopese con mis buenas intenciones. Cualquier frase ambigua desafortunada causada por negligencia es contraria a mi voluntad y a mi pesar". En otras palabras, si uno se limita a aceptar cualquier decreto que salga del Vaticano, no hay necesidad de responsabilizarse personalmente de sus actos.
Puede ser bueno que alguien haga una confesión así abierta y sinceramente. Sin embargo, lo que implica no podría estar más lejos de la actitud de la ciencia espiritual de orientación antroposófica. Lo que Hermann Bahr confiesa expresa en realidad una condición fundamental exigida por esa corriente espiritual que de nuevo intenta afirmarse. Una condición que se podría resumir diciendo: "La autoridad del Vaticano decreta lo que el mundo en general debe creer y profesar. Y yo reconozco desde el principio que lo que yo, como individuo, estimo, mi creencia, mi visión de las cosas, no concierne al mundo en general. Puedo añadir mi voz, pero sólo en la medida en que encuentre la aprobación del Vaticano".

No sé hasta qué punto sigue estando de moda hacer confesiones de este tipo. Lo que sí sé es que la ciencia espiritual debe basarse en su propia investigación independiente y asumir toda la responsabilidad de esa investigación. También debe aceptar las desilusiones y las esperanzas rotas por muy a menudo que se produzcan, también cuando son, como en el caso de Hermann Bahr, completamente inesperadas.
Traducido por J.Luelmo ene,2023













GA319 Londres 2 de sept. de 1923 -La Ciencia Espiritual y el arte de curar -2 -Función del bazo. Los tres procesos básicos: Sistema neuro-sensorial, sistema rítmico y sistema metabólico y de las extremidades.

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EL ARTE DE CURAR -2-

Rudolf Steiner

  Londres 2 de sept. de 1923


Función del bazo.  Los tres procesos básicos: Sistema neuro-sensorial, sistema rítmico y sistema metabólico y de las extremidades. Diátesis exudativa. La fiebre del heno y su tratamiento. Las sustancias del proceso vegetal; Cichorium intybus. Función biliar y sistema neuro-sensorial. Migraña: Biodoron. Importancia del proceso en la preparación del remedio. Curación a través de procesos.


Por supuesto, lo primero que debo decir, mis queridos oyentes, es que me disculpo por no poder hablar en su idioma, sino que les hablaré en alemán, que tendrá que ser traducido, y por lo tanto será algo difícil que los oyentes me escuchen. Pero como no tengo el dominio de la lengua inglesa que sería necesario para una conferencia, así tendrá que ser. Estoy muy agradecido a algunos amigos, especialmente a la Sra.Larkins, por el hecho de que, tras las conferencias sobre Ciencia Espiritual que pude dar en los cursos de verano de Ilkley y Penmaenmawr, ahora también puedo hablarles en estas tardes de algo que ha surgido en nuestro movimiento científico-espiritual como una especie de movimiento médico, que no pretende, -y les pido que lo tengan en cuenta- oponerse a la ciencia oficial, a la medicina oficial, sino con la intención de llevar adelante, a través de la observación científico-espiritual, los grandes conocimientos y los grandes avances que existen en la perspectiva científica actual.

Incluso dentro del movimiento científico-espiritual, que, antes de que surgieran tales corrientes científicas, se ocupaba más bien de cuestiones generales humanas, artísticas, religiosas, morales, pedagógicas, etc., no se pretendía actuar como agitador en el campo de la medicina, sino que en este movimiento científico-espiritual también se encontraban médicos en el continente, médicos que, a pesar de sus convicciones totalmente científicas, al principio creían que podían satisfacer sus necesidades espirituales dentro de este movimiento científico-espiritual.  Y lo que allí se les planteó como una especie de exploración del mundo espiritual más allá del mundo físico-sensible, simplemente les llevó a creer poco a poco que algunas de las grandes dudas, algunas de las grandes cuestiones que se le plantean al médico práctico dentro de la ciencia médica actual pueden encontrar soluciones satisfactorias, no quiero decir inmediatas, pero sí continuaciones satisfactorias precisamente en este campo.

Y por ello, de este llamado movimiento espiritual-científico antroposófico ha surgido un movimiento médico en el continente. Debo decir que no me gusta mucho hablar de esta parte de nuestro movimiento científico-espiritual, pues en el curso de las descripciones en todas partes veréis que para mí es más importante producir remedios que sean realmente eficaces que hablar mucho de las cosas. Pero lo que se pretende hacer valer aquí se apoya sobre todo en unos fundamentos sobre los que hay que llamar la atención, especialmente a las personas científicamente formadas de hoy en día.

Puedo imaginarme muy bien - y conozco todos los antecedentes de los que surge tal cosa>- que realmente surge en vosotros contradicción sobre contradicción contra lo que tendré que decir. Comprendo perfectamente estas contradicciones. Y de hecho no puede ser de otra manera hoy en día que tales contradicciones surjan de la convicción científica que tiene el médico. Por ello, no nos preocupamos en primer lugar de representar algo teóricamente, sino inmediatamente de la práctica. 

Y por ello se tuvieron en cuenta los deseos de los médicos y otros físicos, químicos y biólogos científicos fundando institutos científicos, institutos de investigación científica.  El que más se tiene en cuenta es el laboratorio químico-farmacéutico de Ariesheim. Y en relación con esto, hay un instituto biológico y otro físico dentro de nuestro movimiento. El hecho de que estemos realmente preocupados por la investigación seria quizás le quede claro por el hecho de que, en nuestro instituto biológico, por ejemplo, ya se ha hecho un trabajo muy importante. Ya se ha realizado una importante labor, aunque la existencia de estos institutos es realmente muy corta.

Estoy plenamente convencido de que en el instituto biológico, que está bajo la dirección del Dr. Kolisko y de la Dra. Kolisko, hemos conseguido, al menos en gran medida, aclarar las funciones del bazo, concretamente en el sentido de que debemos ver en la función del bazo una regulación de aquellas irregularidades que surgen en el proceso digestivo rítmico porque el hombre no puede comer completamente en ritmo. Y aunque, por mi parte, dividiera los tiempos de sus comidas de forma bastante pedante, exactamente pedante, se produciría, sin embargo, una interrupción del ritmo digestivo debido a la diferente elección de los alimentos y similares.

Y entonces resulta que lo extraño es que la función del bazo consiste precisamente en equilibrar las perturbaciones rítmicas del proceso digestivo humano, que deben producirse precisamente por la vida del ser humano.

En los últimos tiempos hemos conseguido -lo que se describe en un tratado que acaba de publicarse- aportar pruebas exactas en el instituto biológico de que las entidades más pequeñas de diversas sustancias ejercen realmente efectos.

Esto no pretende defender ninguna tendencia partidista en medicina. Precisamente cuando se procede exactamente en este área, se encuentra que un área debe ser tratada de forma adecuada con cantidades correspondientemente mayores, pero la otra área del organismo humano debe ser tratada, sin embargo, con las cantidades más pequeñas. Hasta ahora sólo ha habido creencias homeopáticas en este campo, ninguna investigación exacta.

Ahora parece que hemos conseguido demostrar con bastante precisión que ciertas sustancias, por ejemplo los compuestos de antimonio -en diluciones muy fuertes- tienen un efecto diferente sobre el crecimiento del grano de trigo que si se va más lejos con la dilución; si se va más lejos todavía, se llega siempre a un curso rítmico de máximos y mínimos. Hemos hecho todo lo posible para demostrar con plena responsabilidad en este campo que las diluciones, incluso en la proporción de uno a un trillón, tienen efectos vitales.

Hemos germinado granos de trigo, que hemos seleccionado de forma muy precisa según sus intensidades de germinación, en líquidos en los que hemos tenido las sustancias correspondientemente diluidas, de modo que a través de la forma tan concienzuda, que creo que está presente en el caso de la señora Kolisko, lo que hasta ahora , quiero decir, sólo podía parecer una creencia de aficionado, se ha asentado realmente sobre una base científica.

Sólo lo menciono a modo de introducción para que se vea cómo no queremos proceder de forma acientífica, como ocurre con los legos. Las percepciones científico-espirituales se obtienen, en efecto, a través de una visión espiritual, sobre la que no tendré que hablarte con más detalle; esto ocurre en los argumentos que acabo de dar en otros lugares. Las grandes orientaciones se obtienen, en efecto, a través de la visión espiritual, y a través de esta visión espiritual creo haber logrado la posibilidad de poder formular de manera realmente exacta la conexión de la organización humana interior con la constitución, no sólo de las sustancias naturales, sino sobre todo de los procesos naturales, de modo que el profundo abismo que hoy -debemos confesarlo abiertamente- existe realmente entre la patología y la terapia puede ser salvado por este método. De modo que en el futuro sí que será posible tener una patología que pase por sí misma a la terapia, porque observando tanto el organismo sano como, sobre todo, el organismo enfermo, se podrá descubrir exactamente cómo -lo explicaré hoy con algunos ejemplos- no sólo las sustancias que se originan fuera del organismo humano, sino los procesos realizados fuera del organismo humano, ya sean de la naturaleza o procesos realizados en el laboratorio, que pueden tener un efecto curativo dentro del organismo humano. Y lo que más nos importa es el aspecto terapéutico. Sabemos muy bien que la patología hoy en día está más avanzada de lo que ella misma conoce. La patología hoy en día es algo que se puede retomar en cada uno de sus puntos y llevar un poco más allá. Mientras que, de hecho, hay un profundo abismo entre el conocimiento que existe en relación con la estructura, con la histología de los órganos, y cómo sigue actuando ahora el remedio real en el organismo humano. Hoy en día ni siquiera comprendemos del todo el proceso ordinario de la nutrición que, creo, está mucho más sabiamente ordenado por el instinto de lo que jamás podría serlo por la teoría científica, y mucho menos comprendemos de forma exacta las relaciones que existen entre las sustancias, así como entre el funcionamiento de estas sustancias dentro del organismo humano, y fuera de él, tanto en la naturaleza como en aquellos procesos que pueden llevarse a cabo en el laboratorio.

Me ha puesto en este camino el hecho de que creo que en más de treinta años de investigación he podido establecer que lo más importante para entender al ser humano en toda su constitución es establecer la diferencia fundamental entre tres formas distintas de funcionamiento en el organismo humano. Así he aprendido a distinguir en el ser humano, en realidad, un triple funcionamiento del organismo.

He dividido este triple funcionamiento -quiero decir que las cosas, por supuesto, están todas en proceso de devenir- primero en el sentido más amplio en el proceso nervioso-sensorial. Incluyo en esta primera parte todo lo que está relacionado con el funcionamiento de los sentidos en el aspecto más amplio y los nervios que están conectados con ellos de alguna manera. Ahora bien, diferencio de esto todo lo que son procesos rítmicos en el organismo humano. Y de nuevo, en tercer lugar, diferencio de estos dos procesos lo que es metabólico y los procesos de movimiento. Los procesos del metabolismo y del movimiento están íntimamente relacionados entre sí; cada movimiento interior y exterior del organismo humano está en íntimo contacto con un proceso del metabolismo. Todo movimiento interior y exterior del organismo humano está en íntimo contacto con un proceso de metabolismo y, en realidad, sólo puede considerarse en relación con éste como una función.

Estos tres tipos de funciones en el organismo humano son tan fundamentalmente diferentes entre sí que lo que entiendo como procesos de la vida nerviosa-sensorial son incluso polos opuestos de los procesos que se pueden resumir como procesos motores y metabólicos. Así que cuando, por ejemplo, tenemos algún proceso en el metabolismo, este proceso -y de hecho todo proceso en el metabolismo- provoca un proceso polarmente opuesto en el aparato nervioso-sensorial. Los procesos rítmicos son entonces el equilibrio entre ambos. Ahora se trata de encontrar las verdaderas diferencias entre estos procesos.

En primer lugar, me gustaría señalar que una visión más exacta del organismo humano muestra -por supuesto, sólo puedo esbozar estas cosas en el poco tiempo disponible- que cuando se trata de la organización nerviosa-sensorial, se trata esencialmente del efecto de las diversas sustancias del organismo humano. Así pues, si entra en consideración algo que sólo está dentro de la organización de los sentidos o de la organización nerviosa, lo esencial para su consideración es que conozcamos la relación entre alguna sustancia que tenemos en el entorno del mundo del ser humano, y aquello que a su vez se encuentra sustancialmente en el curso del proceso nervioso-sensorial.

Si se trata de un proceso alternante de la materia, que está conectado con un proceso de movimiento, entonces lo que entra en consideración sobre todo no es la sustancialidad de lo que encontramos en el entorno humano, sino los procesos sobre lo sustancial. Me gustaría iluminar esto desde el otro lado. Si se trata de afirmar que hay un foco de enfermedad en el aparato nervioso-sensorial, entonces tendré que investigar qué sustancias pueden ser consideradas como factores de curación - ya discutiremos los detalles. Pero si se trata de curar un proceso de enfermedad en los aparatos locomotor y digestivo, entonces se trata de investigar qué proceso, ya sea como proceso natural o como proceso de laboratorio, debe estar presente en el procesamiento de las sustancias para transformar tales sustancias en remedios.

Específicamente hablando - es un caso que luego discutiré más adelante - supongamos que estamos probando el poder curativo del antimonio. Tendremos que distinguir el poder curativo del antimonio en relación con todo lo que tiene su origen en el aparato nervioso-sensorial del hombre. Aquí se trataría de la sustancialidad del antimonio. Si se trata del poder curativo del antimonio para el sistema motor y el sistema metabólico relacionado con él, entonces se tratará de someter al antimonio a tales procesos, procesos de combustión, procesos de oxidación, donde el antimonio se eleva como humo y el humo se y luego se vuelve brillante, como un espejo (ver nota) i y al realizar correctamente estos procesos, esperaremos el éxito de este remedio. 

De modo que en realidad podemos decir siempre, que para el sistema nervioso-sensorial debemos buscar las sustancias, los factores curativos fundamentalmente en el entorno del ser humano. Debemos considerar los procesos que nosotros mismos provocamos o que la naturaleza provoca como los factores de curación de los procesos metabólicos y de movimiento en el organismo humano. Como estos dos procesos son polos opuestos, lo rítmico, todo lo rítmico, sobre todo el ritmo respiratorio, el ritmo circulatorio, los ritmos digestivos, los demás ritmos en el ser humano, los ritmos de sueño y de vigilia en el ser humano, tienen ahora un efecto mediador, equilibrador, de modo que en aquellos procesos que se relacionan con los órganos de la organización rítmica del hombre, ahora también, en la producción de los remedios, se mira la interacción que resultará del suministro de lo sustancial efectivo y de los procesos efectivos que uno deja que la naturaleza produzca o que uno mismo produce.

Por el momento, esto sólo cubre algunos de los fundamentos. Me tomaré la libertad, después de discutir los fundamentos hoy, de discutir mañana algunos de nuestros remedios que se producen en el laboratorio farmacéutico de Ariesheim y que se prueban en la clínica relacionada con él, que está bajo la excelente dirección de la Dra. Wegman, que también está presente. Voy a entrar en los aspectos terapéuticos reales. Desde el principio estuve a favor de que las ciencias espirituales sólo dieran las pautas, pero no produjeran ningún remedio, aparte de que tenemos nuestros laboratorios en conexión con la clínica, para que la verificación tenga lugar realmente a la cabecera del paciente en la clínica.

Si se considera esta diferenciación del ser humano en los procesos del sistema nervioso-sensorial, el sistema rítmico y el sistema metabólico-motor, hay que encontrar entonces cómo el ser humano está constituido de tal manera que estos tres sistemas son muy diferentes entre sí en cuanto a su funcionamiento, pero que se interpenetran en cada punto del organismo humano. Esta es una forma más incómoda de ver al hombre que la ordinaria. En la forma habitual de ver las cosas, uno toma cualquier órgano o parte de un órgano y lo examina histológicamente o según la anatomía celular. o la anatomía de las células, etc.

Aquí es necesario distinguir para cada órgano en qué medida el proceso nervioso-sensorial, el proceso rítmico, el proceso metabólico-motor están implicados en el funcionamiento de este órgano. Sólo cuando vamos más de acuerdo con las herramientas sensoriales reales del ser humano, entonces el proceso nervioso-sensorial precede, y el proceso rítmico y el proceso metabólico-motor retroceden a un segundo plano. Pero si se trata del proceso metabólico-motor, entonces es realmente sólo este proceso metabólico el que es preponderante. Pero no hay nada en el tracto del sistema metabólico y del movimiento que no esté de nuevo impregnado por los procesos del sistema nervioso-sensorial, que están subordinados aquí.  Y lo mismo ocurre en el sistema rítmico. 

Ahora uno ve a través de toda la organización humana si puede tener ante sí para una observación realmente interior la correspondiente en el órgano. Digamos, por ejemplo, que se trata de una parte del cerebro.  Ahora debemos ser capaces de ver si las dos actividades orgánicas opuestas, la actividad nerviosa-sensorial y la actividad metabólica-motora, están presentes en la proporción correcta, y si el sistema rítmico funciona de forma correspondientemente equilibrada entre ambas. A grandes rasgos, esto es muy diferente con los órganos de la cabeza humana que, por ejemplo, con los propios órganos digestivos. Pero, por otra parte, se puede ver cómo esto conduce a un conocimiento más preciso del ser humano, tanto sustancial como funcionalmente en relación con su entorno mundial, y por lo tanto a una conexión entre la patología y la terapia.

Consideremos esto con un solo ejemplo. Una enfermedad que quizás sea menos apreciada entre los casos graves de enfermedad, pero que puede llegar a ser bastante molesta para algunas personas, y realmente molesta para muchas personas -me gustaría destacarla como ejemplo- es el catarro aestivus, que afecta a muchas personas en una determinada época del año. Y para poder comprender este proceso subyacente, es realmente necesario lo siguiente.

En primer lugar, debemos tener claro que en la infancia del ser humano, sobre todo en la primera infancia del ser humano, toda la división en los tres sistemas que acabamos de mencionar es diferente a la de la vida posterior. En la infancia nos encontramos con una organización humana en la que los órganos nervioso-sensoriales intervienen en los otros dos sistemas de forma mucho más intensa que en la vida posterior del individuo. El niño ya es, en cierto sentido, un órgano sensorial completo. Todos los procesos tienen lugar de tal manera que los procesos repercuten en todo el organismo, aunque de manera íntima y sutil, ya que de otra manera tienen lugar en la periferia del ser humano en los órganos de los sentidos.  El niño es en realidad un órgano sensorial de una manera más íntima y sutil. Como resultado, todo el organismo del niño está más expuesto al mundo exterior de forma similar a los órganos de los sentidos que el organismo del adulto en la vida posterior. Porque todo lo relacionado con la organización de los sentidos nerviosos está directamente expuesto al mundo exterior, está directamente sujeto a la influencia del mundo exterior. Por lo tanto, toda la organización del niño está sujeta a la influencia del mundo exterior -en el sentido más amplio, por supuesto- mucho más que en la vida posterior, cuando se depende totalmente de los procesos internos de los órganos, incluidos los procesos metabólicos en relación con el proceso de movimiento. Los movimientos tienen lugar en el mundo exterior, pero la organización en la que se basan tiende tanto hacia el interior del ser humano como la organización vervioso sensorial hacia el exterior. Encontramos, pues, que bajo la influencia de la organización nervioso sensorial preponderante, pueden producirse en el niño aquellos procesos que pueden resumirse bajo el nombre de diátesis exudativa, desprendimiento de los tejidos, que pueden producirse realmente en el niño de forma bastante generalizada en el organismo. 

Más tarde, cuando esta preponderancia del proceso nervioso-sensorial en todo el organismo se polariza en la proporción adecuada, el proceso metabólico-motor lo contrarresta.

Si el niño ha sido educado con cuidado, la tendencia a esta diátesis exudativa suele remitir y puede especializarse más adelante, de modo que puede aparecer el molesto catarro aestivus.

Este catarro aestival se debe a ciertas sustancias que se dice que están contenidas en el polvo de polen de las gramíneas. Esto sólo corresponde a la tendencia de nuestro tiempo a atribuir la patología a algo directa y sustancialmente externo. Si observamos el organismo humano desde un punto de vista científico-espiritual, podemos decir con certeza, que así como los procesos que tienen lugar en el entorno humano cuando las gramíneas están en flor, que todo el proceso de la naturaleza en la estación en que las gramíneas están en flor naturalmente no sólo tiene lugar alrededor de las gramíneas, sino también alrededor del ser humano, que está expuesto a las mismas influencias atmosféricas bajo las que florecen las gramíneas. 

Ahora bien, en el hombre, cuando se ha especializado, diría yo, en la organización de la nariz y de los ojos, lo que conduce entonces al catarro aestivus, cuando lo que, bajo la preponderancia del proceso nervioso-sensorial, condujo a la diátesis exudativa en la infancia, se especializa en el inicio interior de los órganos respiratorios, entonces puede producirse este molesto catarro. Por lo tanto, surge del hecho de que el ser humano está ahora también expuesto a esos procesos naturales a los que las gramíneas deben estar expuestas cuando florecen, y es particularmente sensible a estos procesos naturales.

Debido a que el proceso sensorial no está suficientemente paralizado por el proceso metabólico, es por lo que el proceso sensorial sigue siendo preponderante en la periferia, quedando expuesto a las mismas influencias atmosféricas, las influencias de su entorno, que son justamente favorables para la floración de las gramíneas.

Si se mira este proceso desde fuera, si se observa realmente la forma en que ocurre como un proceso natural en la floración de las hierbas, las gramíneas, entonces se dice, ¿Cómo se llega a esta sensibilidad que tiene lugar en el Catarrhus aestivus? Y entonces, a través de esta visión que se ha obtenido, se intenta paralizar este proceso que en el caso de las gramíneas tiene lugar de forma bastante externa, bastante periférica, me gustaría decir, en el aire - que luego también está presente en el hombre,  El proceso de fructificación, la precipitación al proceso de fructificación, que en la gramínea se asoma a la atmósfera en completa desnudez, diría yo, se busca allí donde se produce, no periféricamente dirigido hacia fuera, sino centralmente empujado hacia dentro.  Esto es lo que se encuentra cuando se toman frutos que están rodeados de cáscaras parecidas al cuero y en los que el proceso de fructificación tiene lugar ahora de forma central hacia dentro, centrípeta.

Y cuando en el laboratorio formamos el proceso inverso al proceso de fructificación en las gramíneas, cuando lo convertimos en un remedio y cuando intentamos que este remedio sea eficaz aplicándolo por inoculación, por vacunación, es decir, introduciéndolo directamente en el organismo por inoculación, entonces podemos contrarrestar realmente esta hipersensibilidad a las mismas influencias atmosféricas que en las gramíneas son favorables, pero que activan un proceso de enfermedad en el hombre. En efecto, con este remedio, que se elabora en nuestro país con el nombre de "Gencydo" y que ha demostrado ser extraordinariamente eficaz en el caso del Catarrhus aestivus en el mayor número de casos, hemos podido comprobar cómo es posible llegar a los remedios a través de la correspondiente conformación de los procesos, que la naturaleza nos demuestra realmente. Sólo hay que saber en qué caso hay que trabajar contra el proceso natural. Este es el caso, por ejemplo, cuando la actividad nervioso-sensorial es preponderante, y veremos más adelante cuando tengamos que ir con el proceso natural. Sólo tenemos que saber cómo proceder en cada caso. Así que no sólo utilizamos lo que hay que hacer químicamente en el laboratorio en el sentido de los procesos naturales o en contra de los procesos naturales, lo que tenemos como factores de curación y no sólo como sustancias, sino que sobre todo prestamos atención al método de preparación observando lo que a su vez provoca el proceso como tal en la naturaleza exterior, lo que constituye la dinámica del proceso. Intentamos imitar esta dinámica de forma técnica para extraer los factores curativos de la naturaleza.

El instituto clínico-terapéutico de Ariesheim ya ha elaborado un gran número de remedios según estos principios. Todos ellos se producen según este principio, aunque todos son bastante específicos.

Por ejemplo, me gustaría mencionar lo siguiente como remedio. Ciertamente, tengo que decir, que entiendo cada contradicción, cada oposición, porque sé que las cosas surgen de una forma de pensar que no es nada común y corriente. Sólo quiero mencionar que para nosotros las directrices se dan de esta manera y luego se verifican en nuestras clínicas, y que esto se hace de la misma manera bajo plena responsabilidad como es habitual en las operaciones clínicas. Por eso también puedo dar, me gustaría decir, representaciones algo más atrevidas, en el sentido de que presupongo bastante que, como he dicho, comprendo todas las oposiciones y me resulta bastante comprensible aunque pueda afirmarse una especie de malestar hacia estas cosas, que incluso le parezcan fantásticas.

Es extraordinariamente interesante considerar precisamente ese extraño proceso que tiene lugar en la propia planta. En la planta tenemos, además de lo que la planta se compone preferentemente, contiene todo tipo de sustancias: Sales, metales, etc. Ahora bien, para una terapia que ha de tener un efecto racional directo es menos importante fijarse en la composición de la planta que en la forma en que, por ejemplo, digamos, algún compuesto metálico o sal pasa por todo el proceso de crecimiento y fructificación de la planta.

Tomemos una planta cualquiera, por ejemplo Cichorium intybus. Quien realmente quiera estudiar el Cichorium intybus de una manera científico-espiritual, estudiará en primer lugar la forma peculiar en que está contenido lo que se considera primordialmente en el Cichorium intybus: el ácido silícico y las sales alcalinas. Pero en el Cichorium intybus el ácido silícico y las sales alcalinas están a su vez contenidos en una elaboración muy diferente, en contextos de proceso muy distintos en la raíz, en las hojas y en las flores.

Quien estudie este proceso en el Cichorium intybus y vea cómo de forma peculiar se entrelazan y entrelazan los procesos que están conectados por un lado con el ácido silícico y por otro con las sales alcalinas, quien siga esto, será entonces conducido de nuevo al ser humano de forma científico-espiritual.

Ahora bien, ya he dicho que en nuestro cuerpo viven tres sistemas, en cada sistema de órganos, pero siempre hay uno preponderante, cada uno a su vez es activo para todo el ser humano; Si, por ejemplo, observamos la función de la vesícula biliar en el organismo humano en relación con todos los demás órganos digestivos, encontramos sobre todo que, aparte de todo el resto del trabajo de la vesícula biliar, es sumamente importante que ésta funcione, que funcione correctamente, precisamente para la salud del sistema nervioso-sensorial. Porque cuando rastreamos las perturbaciones digestivas hasta las perturbaciones de la función biliar, siempre podemos ver que se producen perturbaciones extraordinariamente grandes de alguna manera en los órganos del sistema nervioso-sensorial. Cuando seguimos el proceso de secreción de la bilis, sólo se vuelve interesante cuando podemos considerarlo en todo el contexto de la constitución humana como el proceso que, partiendo del sistema digestivo, abastece al sistema nervioso-sensorial.

Este proceso está presente, por un lado, en las funciones biliares del hombre, al margen de las sustancias que intervienen en él. Por otro lado, actúa fuera del ser humano en una imitación casi exacta desde la raíz de Cichorium intybus hacia el tallo y hasta la flor, en el radix de Cichorium intybus. Cuando vemos cómo se procesan el ácido silícico y las sales alcalinas, encontramos una imitación exacta de lo que es el proceso de secreción biliar en el organismo humano en su efecto sobre el sistema nervioso-sensorial.

Imitemos ahora el proceso que tiene lugar en Cichorium intybus. Hay médicos legos que ahora utilizan el Cichorium intybus directamente cuando hay trastornos digestivos. Pero aunque se puedan conseguir éxitos, lo que no debe negarse, muy raramente serán permanentes, porque el proceso que tiene lugar en el Cichorium intybus está ligado a la inestabilidad de la propia planta y, cuando se introduce en el organismo humano, está sujeto a un cambio tal que ya no es el mismo. Pero está tan relacionado con el proceso humano que cuando lo procesamos en el laboratorio, especialmente el ácido silícico, hacemos una preparación que contiene ácido silícico y sales alcalinas, y de tal manera que en cierto modo, no realmente químicamente, sino sólo unido por la pulverización y dotado de aglutinantes resinosos, hay una conexión suelta entre el ácido silícico y las sales alcalinas, más bien una fina, natural, diría yo, adhesión. Y cuando introducimos esto a través del canal alimentario, estamos de hecho introduciendo en el organismo humano no las mismas sustancias, sino el mismo proceso que tiene lugar en la secreción de la bilis, en la medida en que la secreción de la bilis está relacionada con el sistema nervioso-sensorial en su funcionamiento. Se trata, pues, de imitar eficazmente, quiero decir permanentemente, en lo que se hace en el laboratorio, lo que realiza la propia planta, en la que se puede reconocer, por ejemplo, en su proceso de formación de la planta: este proceso está de alguna manera relacionado de forma polar o concurrente con algún proceso del inmenso organismo, para que de esta manera resulte un verdadero interfuncionamiento de la patología y la terapia. En la interacción de los tres procesos se puede ver en el órgano lo que es irregular.

Y al observar la naturaleza y tratar de averiguar cómo tomar del organismo por un tiempo lo que éste no puede hacer, se está de hecho -me gustaría decir- introduciendo la función biliar en el ser humano por un tiempo, ya que el propio organismo no puede hacerlo: Cichorium intybus resulta ser la bilis creciente - la función biliar se introduce en el ser humano durante un tiempo, porque el organismo no puede llevarla a cabo por sí mismo, hasta que el organismo se haya acostumbrado de nuevo a la bilis extraña, a lo que se ha fabricado según el patrón de Cichorium intybus, para llevar a cabo la función biliar. Luego vuelve a funcionar correctamente, por así decirlo. 

Sólo se trata de que no se puede lograr lo correcto por el mero método de curación con plantas, porque la naturaleza funciona mucho más perfectamente, ya que cuando se introduce en el organismo de cualquier manera, se destruye a su vez el proceso de la planta. Como la hora ya está algo avanzada y no quiero ocupar demasiado su atención por esta vez, sólo mencionaré algunas cosas sobre un remedio que ha dado buenos resultados y que nuestros médicos han llamado "Biodorón".

Este Biodorón ha surgido por el hecho de que, en primer lugar, todo el complejo de síntomas de la llamada migraña ha sido colocado ante una visión resumida, específicamente científico-espiritual. Esta migraña es también una enfermedad extraordinariamente molesta para muchas personas, que se presenta en las más diversas formas. <La migraña se basa en una preponderancia irregular del proceso metabólico donde no corresponde, dentro de esa región de la organización humana en el cual el proceso nervioso-sensorial, junto con el proceso rítmico, debería tener realmente un efecto preponderante.

Ahora se trataba de nuevo de encontrar todo este proceso en su resumen, tal como se expresa en la sinopsis del complejo sintomático de la migraña, como un proceso fuera de la naturaleza.

Ahora se expresa de una manera bastante maravillosa, de tal manera que uno tiene el complejo de síntomas en un lado y un proceso que se ejecuta en la dirección opuesta en la forma en la que <el proceso de Equisetum arvense = cola de caballo, es llevado a la actividad por las sales de ácido sulfúrico. El Equisetum arvense contiene aproximadamente un noventa por ciento de ácido silícico. Mañana tendremos que hablar de la importantísima función del ácido silícico para el sistema nervioso-sensorial y todo lo relacionado con él. Sin embargo, el ácido silícico se procesa de una manera determinada en Equisetum arvense, de modo que sólo en dicho compuesto, tal como se produce allí con un aglutinante resinoso, puede tener lugar el proceso de formación dentro del crecimiento de la planta mediante la interacción del ácido silícico con las sales de ácido sulfúrico.

Si uno tiene simplemente la imagen de Equisetum arvense delante y ve ahora cómo esta planta se forma de manera rígida, con el proceso de formación de ácido silícico que se deja preponderar en todas partes, y retiene todo su crecimiento del ser de floración, que a su vez se puede encontrar en relación con los procesos metabólicos normales, entonces inmediatamente en una visión íntima real de los dos procesos, el proceso que se expresa en el complejo sintomático de la migraña y todo el proceso que tiene lugar de manera tan maravillosa entre las sales de ácido silícico y ácido sulfúrico en el Equisetum arvense, se forma la idea: hay dos procesos que se refuerzan mutuamente en el Equisetum arvense. Por eso tenemos la idea de que hay dos procesos opuestos.

Pero eso no significa que el equisetum arvense, utilizado directamente de cualquier manera, ayude contra la migraña. Pues surge la peculiaridad, que se hace bastante evidente, que aunque ciertos procesos vegetativos en el organismo humano se asemejan a los procesos vegetales, son a su vez radicalmente diferentes desde dentro. Se trata, pues, no sólo de retomar directamente el proceso que tiene lugar en el Equisetum arvense e introducirlo en el organismo humano, sino también de animalizarlo primero, diría yo.

Esto se puede conseguir si se imita el proceso en el laboratorio, pero de forma interna, de manera que se utilice ácido silícico por un lado y azufre por otro. Se puede utilizar directamente el azufre, porque es lo que realmente está activo en el Equisetum arvense. Ahora, sin embargo, la unión se produce, además de otros agentes aglutinantes que son de importancia secundaria, mediante la inserción del proceso del hierro en el proceso. Ahora se ha animalizado todo el proceso del Equisetum arvense y se obtiene un preparado que depende esencialmente de su preparación. Porque por la forma en que se lleva a cabo el proceso, por el que se obtiene finalmente el preparado, se ve en cierta medida que representa el resultado de un proceso que tiene lugar entre el ácido silícico, el hierro y el azufre. Y lo que uno ha recibido como preparación, que ahora sólo, quiero decir, se pone inicialmente en reposo en la preparación, es a su vez llamado al proceso, puesto en movimiento, cuando se introduce en el proceso digestivo humano y se utiliza -como he dicho, nuestros médicos lo han llamado "Biodorón"- precisamente contra la molesta migraña.

Este remedio para la migraña ha demostrado, en efecto, casi sin excepción, un éxito extraordinario. Así que estamos tratando de lograr los factores de curación más de una manera dinámica mediante la producción de los procesos correspondientes para los remedios que se obtienen del Instituto Clínico Farmacéutico en Ariesheim. Se trata de qué procesos contienen, qué procesos provocan en el organismo humano.

De este modo hemos conseguido -las cosas se han verificado en numerosos casos- encontrar un centenar de remedios para las diversas formas, para las diversas ramificaciones de la tuberculosis, para las más variadas enfermedades del aparato digestivo, etc., como he dicho; y estamos a punto de dar los últimos toques, por así decirlo, a ese proceso que queremos llevar a cabo con cierto producto vegetal natural para la curación interna de los carcinomas. Pero me tomaré la libertad de hablar de estos remedios en detalle mañana, de los remedios para la tuberculosis, los remedios para el carcinoma, curación también de las enfermedades tifoideas, etc.

Habrá quedado claro que lo esencial para nosotros no es lo que hay en el preparado, sino cómo se creó el preparado en el laboratorio. Así, el preparado contiene un determinado proceso que a su vez se desencadena dentro del organismo de la misma o de otra forma y se encuentra en el curso de un proceso orgánico o forma el polo opuesto.

Y de este modo, al considerar conjuntamente los procesos naturales y los procesos que pueden reconocerse en la patología, se puede poner de manifiesto la relación mutua de los procesos naturales y los procesos en el organismo humano, la interacción que debe existir para que los procesos naturales pertinentes se introduzcan en el organismo humano como procesos curativos. Lo importante es provocar procesos de curación a través de las funciones que realizamos en nuestros laboratorios. Por lo tanto, es de especial importancia cómo se utilizan estos remedios, también de acuerdo con esta diferenciación del organismo humano. El efecto es fundamentalmente diferente si un remedio se introduce a través del proceso digestivo, por inoculación directamente en el proceso circulatorio, o si, como mostraré mañana, se aplica más estrechamente relacionado con el proceso sensorial, con el proceso nervioso-sensorial, como en la aplicación de baños o abluciones y similares con nuestros remedios.

Por lo tanto, el hecho de que el remedio se aplique de forma externa o semi interna, diría yo, como en el caso de la vacunación, o completamente interna, depende de cómo afecte al organismo humano. Porque me gustaría decir que lo más importante de estos remedios es que no queremos curar a través de sustancias, sino que queremos curar a través de procesos.  Y dispensamos los remedios con la esperanza -es decir, las cosas han sido verificadas- de que los procesos que podemos llevar a cabo observando la naturaleza y el hombre juntos se conserven, por así decirlo, en la preparación y a su vez se desencadenen en el organismo humano como procesos curativos.  Eso es lo esencialmente nuevo de las cosas que nos ocupan. Queremos curar a través de los procedimientos, de los procesos, de la forma en que se producen.

Por lo tanto, no es tan importante que digamos lo que hay en la preparación, sino que depende en todo momento de cómo se den las cosas en la esfera íntima. Entonces me tomaré la libertad de hablar mañana de los aspectos terapéuticos, y especialmente de los remedios individuales y los tratamientos externos. 

Pregunta: ¿Cuánto tiempo hace que no se prueban los remedios para la migraña y la fiebre del heno?

Dr. Steiner: Bueno, ya son varios años los que se han estado probando, sobre todo en un gran número de casos. Dado que nuestros métodos son métodos de verificación, existe la peculiaridad de que, por un lado, al igual que con un problema matemático, el éxito está, por así decirlo, previsto y luego se verifica. De este modo, no se trata de un mero método empírico, sino que, por el hecho de que -como ocurre, por otra parte, con las pruebas experimentales de laboratorio- se verifica lo que se puede suponer, el valor de la verificación es naturalmente mayor que con la mera prueba empírica. Los métodos son todavía novedosos, por supuesto, y lo que está en juego es que nos alegraría que se probaran a la mayor escala posible.

En el caso del Biodorón se han realizado verificaciones desde hace unos tres o cuatro años, verificaciones en un gran número de casos que son extremadamente importantes, por ejemplo en los casos en los que la migraña era una afección crónica muy antigua y que llevaba décadas, y en los que este remedio era eficaz. Pero por supuesto, y me gustaría mencionarlo explícitamente, con este remedio es extremadamente importante que el diagnóstico sea correcto. Por lo tanto, el remedio sólo puede conducir a la verificación si el diagnóstico se ha realizado de forma correcta. No es deseable, por supuesto, que este Biodorón se utilice para todos los dolores de cabeza, ya que entonces los casos negativos pueden darse en gran número. El porcentaje es extraordinariamente alto en los últimos tres o cuatro años, porque lo hacemos clínicamente, pero en casos individuales también lo probaron antes los médicos privados.

También me gustaría mencionar que hay informes, tanto inicialmente argumentos sobre los métodos como informes sobre el tratamiento y sobre los éxitos especialmente para el Biodoron. Los publica el Instituto Clínico-Terapéutico de Stuttgart: "Die Migräne" (La migraña), compilado por el Dr. Knauer, un informe que contiene una serie de casos -por supuesto, no se pueden enumerar todos-, pero que contiene una serie de casos característicos, así como la casuística correspondiente. Creo que estos informes y descripciones también se pueden obtener en el Instituto Clínico Terapéutico, lamentablemente hasta ahora sólo en alemán, pero se pueden traducir a otros idiomas en cualquier momento si se solicita. 

Traducido por J.Luelmo sept.2021

i  Si quisieras tomar lo que se presenta aquí literalmente en el sentido químico, no sería correcto, ya que el humo de óxido no puede producir una capa similar a un espejo. Químicamente, las cosas son las siguientes: Si se agrega metal de antimonio o mineral de antimonio, p. Ej. B. antimonita, con zinc y ácidos fuertes, p. Ej. B. ácido clorhídrico, luego se forma hidrógeno de antimonio, que, en presencia de oxígeno, se quema después de la ignición con la formación de humo blanco. Este humo es trióxido de antimonio, que puede condensarse en paredes frías para formar las llamadas flores de antimonio, flores antimonü. Este recubrimiento hecho de trióxido de antimonio es de color blanco mate a cristalino brillante y no refleja. - El nivel de antimonio se crea en ausencia de oxígeno. Como ya se mencionó, no surge del humo de óxido blanco, sino del metal antimonio vaporoso no oxidado. Si quisiera hacer un espejo con el humo de óxido, tendría que quitarle el oxígeno, es decir, H. habría que reducirlo. Pero aquí no se trata de tal proceso. Ahora, sin embargo, puede atrapar el antimonio aún no oxidado del humo blanco usando un, y tendremos que esperar el éxito de este remedio de la correcta ejecución de estos procesos.