GA060 Berlín, 9 de marzo de 1911- Moises

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RUDOLF STEINER
MOISES


Berlín, 9 de marzo de 1911

Cuando tratamos los temas de Zaratustra, Hermes y Buda en las conferencias anteriores, nos enfrentamos a fenómenos que nos interesan como seres humanos, en la medida en que sentimos que somos una parte de todo el desarrollo de la humanidad con nuestra vida del alma y podemos entender el presente sólo si nos fijamos en aquellos grandes hombres espirituales que cooperaron en lo que se proyecta en nuestro presente. Con Moisés de quien queremos tratar hoy, la situación es completamente diferente. Porque todo lo que está enlazado con el nombre de Moisés, sentimos que muchísimo de él todavía vive estrechamente en lo que es parte de los contenidos espirituales de nuestra propia alma. Todavía sentimos en nuestros miembros que los impulsos tienen un efecto duradero, que comenzó desde Moisés. Sentimos que él todavía vive en nuestros pensamientos y sensaciones, y que si tratamos de él, es como si tratásemos con un pedazo de nuestra propia alma. Por lo tanto, la continua tradición que está vinculada a Moisés  está presente para nosotros de una manera muy diferente a como lo está con otros grandes hombres.
Esto hace que sea fácil, por un lado, tratar sobre Moisés, porque hoy en día todo el mundo conoce esta poderosa figura que se proyecta desde los tiempos de la Biblia. Aunque se haya investigado concienzudamente, la ciencia haya desvelado muchas cosas en las últimas décadas que en cierto sentido, pueden arrojar nueva luz sobre la historia de Moisés, sin embargo, en la medida en que la tomamos de la Biblia,  debemos decir si observamos minuciosamente: En nuestra visión general de Moisés, en realidad ha cambiado poco. Por lo tanto, si hablamos de él, hablamos de algo ampliamente conocido. Esto hace que las consideraciones  sean fáciles, por decirlo así. Por otro lado, sin embargo, podemos decir que sólo el camino de la tradición que tenemos en la Biblia acerca de Moisés, hace estas consideraciones difíciles. Uno puede darse cuenta de esto ya en la suerte de los estudios bíblicos en el siglo XIX. Hay que insistir repetidamente en que -aun considerando las ciencias naturales- casi ninguna rama de la erudición humana, de serio esfuerzo científico, exige tal atención profunda, tan santo respeto como los estudios bíblicos del siglo XIX. Nada puede exceder esa diligencia, esa astucia, esa devoción científica que se aplicaba para conocer las partes únicas de la Biblia sobre su estilo o su origen, por ejemplo.
Sin embargo,  puede verse algo trágico en estos estudios bíblicos del siglo XIX. A medida que estos avanzaban, más se alejaba de nosotros la Biblia. Hasta que finalmente separaron la Biblia en partes, sobre todo el Antiguo Testamento. Todo el mundo puede convencerse de esto leyendo los libros actuales sobre los resultados de los estudios bíblicos- que demuestran que una parte sigue la corriente de la tradición y la otra en la que todo se ha reunido en el transcurso del tiempo e un compendio, Los eruditos tienen que volver a desensamblarla de nuevo para entenderla. Por eso, en cierto sentido, se puede llamar trágico el resultado de esta investigación porque es bastante negativo, en realidad, y porque no ha contribuido en nada al restablecimiento de aquello que puede animar la Biblia que se despertaba en las almas y los corazones humanos  durante milenios.
La ciencia espiritual a menudo tiene la tarea de construir algo y no sólo de criticar en comparación con las otras ciencias. También tiene la tarea de aprender a entender la Biblia, sobre todo, de nuevo al cuestionar, ¿Acaso no es necesario penetrar el amplio sentido de las tradiciones en toda su profundidad, y sólo entonces después de haberlas entendido completamente, preguntar por su origen?  De ninguna manera esto es fácil, en lo que concierne al Antiguo Testamento, en particular las partes de él que tratan sobre Moisés. ¿Qué muestra la ciencia espiritual como una característica de las representaciones bíblicas? Muestra que los acontecimientos externos, los hechos externos que están ligados con tal o cual personalidad, con estas o aquellas personas, se muestran de tal manera que sólo figuran para la consideración histórica externa, de modo que en la Biblia se presentan las experiencias de Moisés en el mundo físico exterior, como sucediendo en el espacio y en el tiempo.  Sin embargo, entonces se hace obvio -y sólo la profundización científico-espiritual en la Biblia puede lograr este resultado- que una representación que se ocupa al principio de procesos externos y experiencias en el mundo exterior, continúa acto seguido, en una representación de tipo completamente diferente que uno difícilmente puede apenas distinguir de la que la ha precedido.
Se cuenta allí sobre los viajes y otras experiencias externas que simplemente tenemos que tomar como tales. Después es tan seguido, que al principio no advertimos que estamos (leyendo) ante una representación de tipo completamente diferente, como si el viaje continuara de un lugar a otro, y como si las experiencias futuras siguieran asemejándose a las experiencias físicas externas precedentes. Entonces estamos justo en el medio de una representación de la vida del alma de la persona en cuestión, que no se refiere en absoluto a los eventos exteriores, sino a las luchas interiores y a las experiencias del alma. Por lo tanto, la persona en cuestión asciende a un nivel superior de desarrollo del alma y del conocimiento, a un nivel superior de energía, o a una misión en el desarrollo del mundo. Las representaciones de los acontecimientos exteriores cambian, digamos, abruptamente a representaciones simbólicas que se ajustan completamente en el estilo de los anteriores acontecimientos exteriores, que no significan en absoluto experiencias exteriores, sino experiencias interiores del alma. Tengo que decir que esta afirmación sigue siendo una afirmación para todos, siempre que no se asiente mas y más en la peculiaridad de las representaciones bíblicas sobre la base de las representaciones científico-espirituales, en particular también de las partes que se refieren a Moisés. Sin embargo, si uno se asienta en esta peculiaridad, uno aprende a sentir cómo en esos puntos donde una representación de experiencia física exterior, cambia a una representación de experiencia y desarrollo mental, de hecho, todo el estilo cambia cuando de repente aparece un nuevo elemento de la representación y nos preguntamos: ¿Por qué sucede esto? Entonces ese "por qué" no puede contestarse de ninguna otra manera que por la convicción que puede alcanzarse desde la propia alma. Nos ocupamos de esa peculiaridad de la representación, que se ha caracterizado justamente ahora.
Uno se encuentra con todas las viejas representaciones histórico-religiosas y especialmente cuando se describe a personas que han alcanzado cierto elevado grado de cognición, de trabajo en su alma y uno se familiariza con tal estilo si uno se apoya cada vez más en la ciencia espiritual. Esto hace que sea difícil, por así decirlo, obtener la plena comprensión de aquello que desde la representación bíblica, se interpreta en los pasajes individuales con la representación de Moisés.
Así pues, tenemos la Biblia por un lado - sin embargo, también tenemos dificultades en el otro lado debido a su tipo de representación el cual penetra en profundidades particulares. Esto ha hecho que uno vaya demasiado lejos con respecto a la visión de la Biblia en ocasiones. Si uno contempla, por ejemplo, la visión de la antigua historia hebrea que tenia Philo (Ph. De Alejandría, 25 aC - 50 dC, filósofo judío helenístico)  que vivió en el tiempo de la fundación del cristianismo, entonces uno se da cuenta de que quiere mostrar alegóricamente toda la historia del pueblo hebreo antiguo. Él quiso dar una representación simbólica de la visión histórica, de modo que toda la historia fuese como una especie de simbolismo de las experiencias del alma de un pueblo. Esto sería ir demasiado lejos. Filón fue tan lejos porque carecía de la sensibilidad científico-espiritual para saber dónde las experiencias externas cambian a experiencias mentales.
Con Moisés, quiero mostrarles cómo una personalidad interviene en el curso vivo del desarrollo humano que tuvo que traer algo superior, de la máxima importancia para la humanidad. Si sentimos que todavía tenemos algo relativo de él en nuestras almas, se nos hace absolutamente necesaria la plena comprensión del impulso de Moisés. Por lo tanto, podemos ir inmediatamente a la misión de Moisés sin más preámbulos.
Sin embargo, uno no puede entender esta misión de Moisés si uno no asume primero que la conciencia de un hecho constituye la base de la representación bíblica, que ya se podía prever considerando a Hermes, Buda y Zaratustra.  El hecho eque el desarrollo de la humanidad experimentó una transición desde el antiguo estado de  clarividencia al estado actual de nuestra conciencia intelectual. Una vez más, menciono que en tiempos antiguos el alma humana era capaz de ver en un mundo espiritual durante ciertos estados intermedios entre la vigilia y el sueño, que aquello que se veía así en el mundo espiritual se mostraba en imágenes y que estas imágenes fueron preservadas para nosotros en las mitologías y leyendas de la antigüedad. Si alguien pregunta, ¿Cómo se puede probar la vieja conciencia clarividente también externamente sin la ciencia espiritual? Entonces puede obtener la respuesta por medio de concienzudas investigaciones, que ya se hacían en nuestro tiempo, las cuales, sin embargo, no cumplían con la aprobación universal. Tengo que referirme al hecho de que ciertos estudiosos de los Mitos, se vieron obligados a asumir un tipo completamente diferente de conciencia humana como causa del origen de mitos o leyendas también de épocas posteriores. A menudo me he referido a un  interesante libro que se debe a un mitógrafo que debe ser considerado el mitógrafo más importante de los últimos tiempos: me refiero a Ludwig Laistner (1845-1896), y su libro El Enigma de la Esfinge (1889). Este libro pertenece a los más significativos en este campo. Eel se demuestra que ciertos mitos aparecen como continuaciones de los acontecimientos del sueño, como los que se experimentan típicamente. Laistner no avanzó hacia la ciencia espiritual, no era consciente de que entregaba las primeras piedras de una verdadera cognición de las mitologías antiguas.
Sin embargo, uno no puede entender los mitos y leyendas como las transformaciones de los típicos sueños, tal como Laistner los entendía, sino que uno tiene que entenderlos como surgiendo de un estado anterior de conciencia humana que contemplaba el mundo espiritual en imágenes y por tanto, los expresaba también en imágenes. Nadie puede comprender los antiguos mitos y leyendas si realmente no asume -al principio como una hipótesis- que la mitología antigua procede de otro estado de la conciencia humana. Este estado prehistórico antiguo de la condición espiritual cambió al estado actual de la conciencia que puede caracterizarse brevemente diciendo, cambiamos en cuanto a nuestra conciencia del despertar al dormir. En la conciencia de vigilia, percibimos el mundo exterior por nuestros sentidos y conectamos las percepciones con nuestro intelecto. La conciencia intelectual-sensorial, que funciona por medio de nuestra mente y de nuestro raciocinio, apagó la antigua condición espiritual clarividente. Así, hemos caracterizado un rasgo de la historia si consideramos el desarrollo humano en profundidad.
Sin embargo, hay algo mas que forma la base de las representaciones tal como las da la Biblia. Osea, que a cada pueblo, cada tribu, cada raza humana, tal como aparecen en el curso del desarrollo humano, por así decirlo, se le asigna una determinada misión. La vieja conciencia clarividente apareció en diferentes formas según los talentos, los temperamentos de las gentes sencillas. Por lo tanto, la unidad de la antigua conciencia clarividente se ha preservado para nosotros en las diferentes mitologías y religiones paganas de las personas sencillas. Así, podemos decir: no sólo hay una unidad abstracta de esta antigua visión del mundo, sino que las más diversas misiones fueron entregadas a los más diversos pueblos y razas, y por lo tanto la conciencia común fue elaborada de las más diversas maneras.
Por lo tanto, no obstante hay que tener en cuenta, si queremos entender este desarrollo humano, que no es una fútil sucesión de culturas, sino que cobra sentido a través de todo el desarrollo humano. Por lo tanto, cualquier forma de conciencia, goza mas tarde de vida en una cultura determinada, porque después tiene que añadir algo como una nueva rama, un nuevo florecimiento a la precedente porque todo el sentido del desarrollo humano goza de la vida en las adaptaciones sucesivas. Por lo tanto, entendemos mejor a los pueblos en el sentido científico-espiritual cuando nos decimos a nosotros mismos: todos estos pueblos -los antiguos indios, persas, babilonios, griegos o romanos- tenían una cierta misión; Lo que puede vivir en la conciencia humana se desarrolló con ellos de una manera particular. No entenderemos a estos pueblos/culturas, si no somos capaces de comprender sus particulares características individuales, como parte de su misión. Como consecuencia de ello, sin embargo, todo el desarrollo de la humanidad procede de tal manera que, por así decirlo, se asigna un período a tal misión. Si este período se ha acabado, tal misión se da por cumplida. Cada misión concerniente fue asignada a un pueblo determinado. El período puede haberse acabado, por así decirlo, para la misión nacional en cuestión. Lo que se incluía embrionariamente en ella, se ha convertido en fruto, ha disfrutado de la vida. Después, sin embargo, puede ocurrir que tal o cual pueblo conserven las características relativas, que radican en sus temperamentos, en sus otras disposiciones. Entonces, dicho pueblo salta, por así decirlo, al punto del tiempo, en el que una nueva misión reemplazará a la antigua, pasa a vivir con sus características en un tiempo posterior, mientras que el curso objetivo del desarrollo humano pone algo nuevo en su lugar.
Uno puede ver tal cosa especialmente con los egipcios cuyas características llegamos a conocer cuando estuvimos hablando sobre Hermes. Los egipcios tenían una alta misión en todo el desarrollo de la humanidad. Sin embargo, esta misión desarrolló todo lo que ya estaba en ella desde antes. Lo que habría de suceder más adelante, de hecho, era en aquel entonces embrionario en la cultura egipcia, pero el pueblo egipcio como tal mantuvo su temperamento, su característica, no fue capaz de desarrollar la nueva misión por sí mismo. Por lo tanto, el liderazgo de la humanidad tuvo que cambiar a otro elemento humano. De hecho, este tuvo que crecer fuera del elemento egipcio; No obstante, tuvo que ser diferente. Así, podemos darnos cuenta de algo, como de un cambio de dirección, en un amplio sentido, del desarrollo humano. Uno tiene que pensar su camino en el desarrollo de la misión egipcia. Moisés se abrió a lo que se podía sacar de aquella misión al principio. Esto también funcionó en las almas de su pueblo. Sin embargo, no estaba destinado a continuar la antigua misión egipcia sino a inculcar algo completamente nuevo en el desarrollo humano. Debido a que esta nueva misión era tan inmensa, tan extensa y drástica, la personalidad de Moisés fue tan poderosa para toda la historia humana y por eso, la forma en que se desarrolló la misión de Moisés a partir del ya agotado desarrollo del pueblo egipcio, es tan interesante y fértil todavía para nuestro tiempo. Desde que Moisés salió del pueblo egipcio, lo que añadió entonces, como desde alturas eternas del desarrollo espiritual, continúa trabajando en nuestras almas. Por lo tanto, uno siente a Moisés como un ser humano que no tenía que tomar para sí, lo que tenía que dar a la humanidad de cualquier época, de cualquierinmediata misión  especial. El era entendido como alguien que tenía que ser tocado en su alma por las olas de lo eterno, que fluyese a través de nuevos canales en el desarrollo humano repetidamente para fertilizarlo. Lo que existió como el núcleo eterno en el alma de Moisés tuvo que encontrar su terreno y madurar en aquello que él pudo sacar de la cultura egipcia.
El hecho de que uno se ocupe de Moisés como del alma más elevada que haya habido desde los orígenes eternos, está simbólicamente indicado en la manera en que Moisés era representado como encerrado en una pequeña cesta poco después de su nacimiento. Con esto, se indica algo significativo. De las anteriores charlas de este ciclo, sabemos que el ser humano, si quiere alcanzar el conocimiento de los mundos espirituales superiores, tiene que experimentar ciertos estadios de su desarrollo del alma, mientras que él se separa completamente del entorno que le rodea y evoca las fuerzas espirituales elementales de su alma. Si ahora se demostrara que esa persona ya trae consigo los dones espirituales al nacer, que conducen a las alturas de la humanidad y no puede demostrarse mejor que si uno dice: esta persona tuvo que pasar por una experiencia, en la vida física por la cual sus sentidos, sus facultades perceptivas se apartaron del mundo físico. - Entonces parece comprensible que la hija del Faraón sacase al niño del agua y lo llamase "Moisés" porque dijo: "Lo saqué del agua" (Éxodo 2: 1-10). Esto ya está contenido en el nombre de Moisés para alguien que entiende este nombre. Se quería decir con ello que el representante de la cultura egipcia, la hija del Faraón, dirigió la vida en un alma llena de contenidos eternos. Por lo tanto, está maravillosamente indicado que lo eterno que Moisés tuvo que traer a la humanidad está envuelto con la cubierta exterior de la cultura y misión egipcia.
Así pues, la Biblia muestra experiencias externas de Moisés. Allí nos damos cuenta una vez más de que la Biblia da sus representaciones de tal manera que las experiencias externas se corresponden. Podemos considerar lo que leemos en la Biblia acerca de los destinos de Moisés y su dolor debido a la represión de su pueblo en Egipto como una representación de las condiciones externas. Luego, sin embargo, la representación cambia de nuevo inadvertidamente a una representación de las experiencias del alma interior. Esto sucede cuando Moisés huye a Jethro o a Reguel, un sacerdote de Midan. Alguien que puediese reconocer tal representación de las costumbres de viejas representaciones espirituales descubriria incluso en los nombres que aquí la representación cambia a la descripción de las experiencias del alma de Moisés. Esto no debe entenderse posiblemente de tal manera como si Moisés no hubiera hecho tal viaje a un lugar del templo, un centro de entrenamiento sacerdotal, pero la representación se da tan hábilmente que la apariencia se entreteje en las experiencias del alma de Moisés. Por lo tanto, las experiencias exteriores son en todas partes indicios de aquello por lo que Moisés lucha para alcanzar una posición superior de su alma. ¿Qué es lo que se indica en Jethro? Uno puede deducir fácilmente de la Biblia que él es una de esas individualidades hacia las que somos guiados repetidamente si seguimos el curso a través de la evolución de la humanidad. Han alcanzado un alto grado de conocimiento que sólo se puede obtener si uno se establece lenta y gradualmente por medio de la lucha interior del alma en aquello que sólo puede dar entendimiento de las alturas espirituales sobre las que caminan tales seres humanos. Moisés debe ser estimulado a su misión por el hecho de que se ha convertido en el discípulo de una de esas figuras misteriosas que se retiran del resto de la humanidad  con su meditación y son sólo los maestros de los líderes de la humanidad. Sé que probablemente estoy diciendo algo que muchas personas puede ofender hoy. Sin embargo, es algo que debe golpear a cada observador profundo de la evolución histórica ya externamente, que hay tales secretos y misteriosos seres humanos.
Lo que Moisés debe experimentar ahora como discípulo de este gran sabio sacerdotal es mostrado de una manera tal que encuentra a las siete hijas del sacerdote en el lugar donde visita al sacerdote, en un pozo - de nuevo un símbolo, un símbolo de la fuente de la sabiduría. Quien quiera comprender lo que está más profundamente escondido en tal representación, tiene que recordar, ante todo, que cualquier representación mítica siempre está representada por figuras femeninas que el alma puede desarrollar como conocimiento y fuerzas superiores -hasta Goethe en sus palabras al final de su Fausto de la "eterna-hembra". Así, reconocemos en las "siete hijas" del sacerdote Jethro siete fuerzas del alma humana que la sabiduría del sacerdote tenía bajo su autoridad. Hay que pensar que en aquellos tiempos de la antigua clarividencia prevalecían otras visiones de las fuerzas de un alma individual. Podemos imaginar esta conciencia si partimos de los conceptos que tenemos hoy. Hoy hablamos del alma humana y sus fuerzas, pensar, sentir y querer en la forma en que tenemos en nosotros estas fuerzas que forman como si fueran inclusiones del alma. El ser humano antiguo pensaba diferente bajo la influencia de su talento clarividente. No sentía para empezar, tal ser uniforme ni tales fuerzas en su pensar sentir y querer, que trabajan desde el centro del yo y organizan el alma uniformemente. Sin embargo, sentía que se entregaba al macrocosmos y a sus fuerzas únicas, y sentía que las fuerzas individuales del alma estaban conectadas con especiales seres divino-espirituales. Como podemos imaginar - sin embargo, no lo hacemos - nuestro pensar es fecundado, es llevado por una fuerza del mundo espiritual diferente de la de nuestro sentir y de nuestra voluntad (querer). Por lo tanto, diferentes corrientes, diferentes fuerzas espirituales fluyen desde el macrocosmos en nuestro pensar, sentir y voluntad. Nos relacionamos con ellos, de tal manera que el antiguo ser humano no sentía el alma como algo uniforme, pero se decía a sí mismo: lo que está en mí es sólo la escena mental en la que actúan las fuerzas divino-espirituales del universo.
Siete de esas fuerzas del alma trabajaron en el escenario de la vida del alma de Moisés. Si queremos ver cómo en general para el desarrollo de la conciencia humana las visiones se volvieron cada vez más abstractas e intelectuales, podemos mirar, por ejemplo, a Platón cuyas ideas son seres vivos tan reales como sólo es la materia para el humano moderno. La fuerza de un alma individual tiene algo que tiene un efecto en el escenario de toda el alma. Sin embargo, las capacidades del alma se vuelven más y más abstracciones, y la unidad del yo obtiene sus derechos cada vez más. Todavía podemos reconocer, por extraño que parezca, que las siete hijas de Jethro simbolizan ser las siete fuerzas espirituales vivientes que deben trabajar en el escenario del alma como las siete artes libres medievales en forma abstracta; Son el último eco abstracto de la conciencia de aquellas siete habilidades que obran en el alma.
Si lo consideramos, estamos ante el hecho de que Moisés se detuvo con su alma ante todo el aspecto de las siete fuerzas del alma humana, sin embargo, tenía la tarea principal de inculcar una sola de ellas completamente como un impulso para el desarrollo humano . Él fue capaz de hacer esto porque le fue dado por la predisposición especial de la sangre y por el temperamento de su gente, encontrar esta fuerza del alma con particular interés y cuyos efectos llegan hasta nosotros. Esta fuerza del alma une las restantes fuerzas del alma, antes  imaginadas como separadas en una vida uniforme del alma, en una vida del yo. Esta es la razón por la cual la Biblia dice: una de las hijas de Jethro se casa con Moisés. Es decir, en particular en su alma, una de las fuerzas del alma se hizo tan efectiva que se convirtió en la fuerza predominante del alma durante mucho tiempo del desarrollo humano que abarca a las demás en un yo-alma uniforme.
Tengo que darles tales consideraciones muy reservadamente. Porque nuestro tiempo no tiene, por decirlo así, un órgano adecuado para darse cuenta de que aquellas representaciones que parecen experiencias físicas externas, sólo se dan para demostrar que en el tiempo para el cual se describe esto, el alma en cuestión pasa por un desarrollo interior, es decir, está especialmente convocada para su misión. Así, vemos lo que los antiguos egipcios no tenían: la inspiración de Moisés con el poder del yo humano, con el centro de las fuerzas del alma humana que es la autoridad para él. Podemos decir que la misión del pueblo egipcio antiguo fue fundar una cultura todavía con la vieja clarividencia.
Todo lo que la cultura egipcia nos entregó como lo mejor que poseía, aún había surgido de un tipo especial de fuerzas clarividentes, que los sabios sacerdotes egipcios y los líderes del pueblo egipcio tenían. Sin embargo, el tiempo para esta misión pasó por así decirlo, y la humanidad debió ser llamada a desarrollar esa fuerza del alma que debía sustituir la vieja y vaga clarividencia por un largo periodo del desarrollo humano. La autoconciencia, la intelectualidad, el racionalismo, la razón y la mente dirigida al mundo sensorial externo debían reemplazar a la vieja clarividencia. Sin embargo, también he mencionado ya, que ambos tipos se combinarán en el futuro: la fuerza clarividente con la conciencia intelectual, de modo que la humanidad avanzará hacia ese futuro donde la intelectualidad entrelazada por la fuerza clarividente se generalizará para los seres humanos.
Lo que consideramos como el elemento más significativo de la vida cultural recibió su primer impulso de Moisés, de ahí, el sentimiento de que el impulso de Moisés sigue trabajando en nuestra propia fuerza del alma. Moisés recibió el pensar intelectual, el trabajo con la mente y la razón. Sin embargo, lo recibió en forma particular. Puesto que todo lo que más tarde deberá aparecer con sus especiales características, antes ha de ser dado en la forma característica que tenia en los tiempos antiguos. Hay un hecho milagroso en la manera que Moisés tuvo que recibir la conciencia de la intelectualidad, pues en él la conciencia intelectual todavía se encendía de la misma manera que a los antiguos clarividentes. 
Es decir, de hecho, Moisés tuvo el primer impulso intelectual, pero todavía había clarividencia en él. En él, se dio el  primer  nuevo impulso y el último viejo impulso al mismo tiempo. Lo que la humanidad posterior solo tuvo, tras la pérdida de la clarividencia, él lo tuvo dentro de ella (de la clarividencia). Se le dio el conocimiento de la razón  pura y de la mente, mientras que su alma era transportada a estados clarividentes por la influencia que había recibido de Jethro, así, por ejemplo, con la experiencia de la zarza ardiente que ardía, sin embargo, en la que dicho fuego no quemaba. Allí el espíritu del mundo se reveló a Moisés de una manera nueva, tal como se reveló al conocimiento clarividente de los egipcios.
El que conoce los hechos sabe cómo en el transcurso de la evolución, el alma humana gradualmente se pone a ver los objetos exteriores cambiados, de modo que aparecen en el fondo entretejidos por los prototipos de los que han surgido. Todo el que asciende al conocimiento espiritual reconoce la imagen de la zarza ardiente como algo a través del cual se contempla un mundo espiritual. Por lo tanto, entendemos que lo que tenía que ser dado a Moisés de una manera clarividente, una nueva conciencia del espíritu del mundo, tenía  que entrelazarse y vivir en el mundo. Mientras los pueblos antiguos miraban a la mayoría de las fuerzas del mundo por cómo éstas trabajaban en el alma, que las simples fuerzas del alma no representaban una unidad, sino una variedad y que el alma humana era sólo su escenario. Moisés, sin embargo, debería ahora reconocer ese espíritu del mundo que no se revela sólo para una sola fuerza del alma, que no se sitúa junto a espíritus de la misma importancia que trabaja en otras fuerzas del alma. Moisés debe reconocer el espíritu del mundo que sólo puede revelarse en el centro más santo de la vida del alma que vive en el yo donde el alma humana encuentra su centro. Si el alma humana se siente cobijada en el ego, como las personas antaño sentían que estaban con su ser bajo cobijo de las fuerzas del mundo espiritual, el alma siente que lo que le fue revelado a Moisés primero por la cognición clarividente y que debe ser considerado como el terreno primordial desde el cual los personas recibieron el impulso de Moisés. Eso no se puede entender con la razón, que combina los fenómenos con la uniformidad del mundo. Si el ser humano mira el centro de su vida del alma hoy, todavía es algo que debe parecerle bastante pobre en contenido, aunque sea lo más fuerte que puede experimentar. Los seres humanos altamente dotados se sentían dirigidos a este centro de su vida del alma en particular en el curso de su vida como, por ejemplo, Jean Paul (nacido Johann Paul Richter, 1763-1825, autor alemán) que cuenta en su autobiografía: Nunca olvidaré el fenómeno en mí, ni el lugar ni el momento, los cuales puedo dar y que aun no he dicho a nadie, donde me paré, en el nacimiento de mi autoconciencia. Por la mañana me detuve, como lo que era (un niño muy pequeño) debajo de la puerta principal y miré el bosque a la izquierda cuando de repente el rostro interior "Soy un yo" como una suerte de relámpago me penetró y se quedó todavía luminoso desde entonces, había visto a mi yo por primera vez y para siempre. Los engaños de la memoria son difíciles de imaginar, porque ninguna otra información podía entremezclar algo en un acontecimiento que tuvo lugar solamente en el santuario velado del ser humano cuya novedad ha hecho permanentes, los detalles menores cotidianos.
Lo que es el "velado santuario", al ser humano le parece, de hecho, como lo más fuerte, lo más poderoso de la vida del alma, pero no puede darse cuenta de él como lo hace con las otras experiencias del alma: no es tan rico. Si el ser humano se retira a este centro, siente que en las maravillosas palabras "Yo soy" este centro de su vida del alma suena intenso y poderoso, pero con bajo contenido.
En este santuario velado obra este espíritu del mundo, al cual Moisés reconoció como el espíritu del mundo uniforme. No es de extrañar, cuando este espíritu del mundo se reveló a Moisés, que este dijera: si recibo la tarea de aparecer ante el pueblo para inaugurar una cultura que debe estar fundada en la autoconciencia, ¿Quién me creerá? ¿En el nombre de quién fundamentaría mi misión? Él obtuvo la respuesta: Tienes que decir, yo soy el YO-SOY. - Es decir: ¡no se puede expresar el nombre de ese ser que se anuncia en el santuario más íntimo del ser humano, aparte de con la palabra que demanda el Yo mismo! Así, Moisés vio a Yahveh o a Jehová en la zarza ardiente. Entendemos que en el momento, en que surgió en Moisés el nombre de Yahveh como "Yo soy", surgió un nuevo elemento en el desarrollo de la humanidad que debería reemplazar la antigua cultura egipcia, con lo que Moisés sólo tuvo que desarrollar su alma para entender lo que él conocería como lo más alto de su vida.
Entonces tenemos la discusión de Moisés con el faraón. Allí podemos fácilmente darnos cuenta de que Moisés y El Faraón están enfrentados y no se entienden. Las representaciones deben mostrar que todo lo que Moisés tenía que decir desde una conciencia humana completamente cambiada, debe seguir siendo incomprensible para el faraón en quien sólo los efectos de la antigua cultura clarividente Egipcia, puede vivir. Esto se muestra claramente en la manera en que los documentos clarividentes hablan. Porque Moisés habla un nuevo lenguaje, reviste lo que tiene que decir en palabras que surgen de la auto-conciencia humana, las cuales tuvieron que seguir siendo bastante incomprensibles para el Faraón. Así, todo el pueblo egipcio tuvo hasta esa hora mundial, la misión que podían llevar a término sobre la base de la antigua conciencia clarividente. Sin embargo, el tiempo había pasado. Si el pueblo egipcio vivía, era con las cualidades nacionales, con el temperamento y demás atributos que tenía antes, pero no encontraron la transición para superar el abismo que se abrió entre el tiempo antiguo y el nuevo para el cual sólo el pueblo hebreo estaba determinado. Moisés encontró esta transición del viejo al nuevo tiempo. Por lo tanto, el recuerdo de lo que Moisés encontró con su pueblo, en conmemoración de la transición de la antigua a la nueva época, se celebró la Pascua (PASSOVER). Puesto que esta Pascua debe hacer recordar el hecho de que con Moisés fue dada la posibilidad de tender un puente sobre el abismo entre el viejo y el nuevo tiempo. Los egipcios no podían tender un puente sobre este abismo, y así mientras se detenían como pueblo el tiempo pasaba por encima de ellos. Así, tenemos que imaginar la relación de Moisés con los egipcios y con su propio pueblo.
Lo que Moisés tuvo que dar a su propio pueblo estaba completamente fundamentado en la naturaleza del antiguo pueblo hebreo. ¿Qué era? La conciencia intelectual debía reemplazar a la antigua clarividencia. Les he mostrado en las charlas precedentes, que la conciencia clarividente no está ligada a la corporeidad externa, que se desarrolla libremente justo cuando el ser humano se libera mediante ejercicios en su vida del alma, del instrumento físico externo. Sin embargo, la conciencia intelectual justamente está ligada al cerebro y a la sangre. Lo que en otro tiempo flotaba por decirlo así, sobre la organización física y encontraba su desarrollo más allá del organismo por medio de la relación del maestro con el alumno, tuvo que establecerse como vinculado a un organismo físico, a la sangre de la gente que fluye de generación en generación. Por lo tanto, lo que Moisés debía dar como el impulso de una cultura intelectual, sólo podía dárselo a un pueblo que observara estrictamente el flujo de la sangre a través de las generaciones. La naturaleza de la nueva cultura estaba, al principio, vinculada a este instrumento. Tenía que disfrutar de la vida de tal manera que no sólo viviera en lo espiritual, sino que el pueblo no se mezclara con otros pueblos y así se preparaban y luego desarrollaban las herramientas externas en el flujo sanguíneo separado durante siglos que debía crear la base de la cultura intelectual para el futuro.
Por lo tanto, nos damos cuenta de que la historia del mundo cobra sentido y que lo espiritual está ligado a las herramientas físicas externas de la sangre. Podemos comprender en la Biblia que el autor se esfuerza por mostrar el significado histórico mundial de la transición desde la antigua cultura de los egipcios a la cultura de Moisés, por ejemplo, con el paso del Mar Rojo. Un hecho maravilloso del desarrollo de la humanidad se oculta detrás del paso de los israelitas a través del mar y el ahogo de los egipcios. Este hecho sólo se explica si entendemos estos acontecimientos.
Allí vemos, haciéndose realidad con el pueblo egipcio, para las fuerzas del alma, lo que está necesariamente conectado con la cultura clarividente. No deben suponer que, después de lo que he presentado hasta ahora en estas charlas, quiero asemejar al ser humano con la naturaleza animal. Sin embargo, lo que quiero dejar en claro es entender de la mejor manera si tomamos como punto de partida el organismo animal. Tenemos que imaginar que toda la imaginación animal y la vida del alma animal es semejante al ensueño, vaga e imprecisa comparada con la humana, en particular con la vida intelectual del alma. Aunque la antigua clarividencia humana no debe asemejarse a la vida del alma animal y difiere radicalmente de ella, se nos permite aclarar una característica de la antigua vida del alma humana con la ayuda de la vida del alma animal, la vida instintiva del animal.  Incluso aunque las representaciones relativas a menudo exageran, sin embargo, hay algo de verdadero en su base y es, que donde ocurren terremotos, erupciones volcánicas y similares, los animales huyen días antes. Mientras los seres humanos que todo lo entienden con su intelecto, se quedan sentados, los animales son despertados. Así, consideramos la vaga vida instintiva del animal como afinidad con la vida natural y nos damos cuenta de cómo funciona.
Las representaciones a menudo son exageradas. Sin embargo, cualquiera que conozca la ciencia espiritual sabe que la naturaleza animal está entretejida con toda la naturaleza circundante. Así pues, podemos hablar de un "conocimiento" del animal que regula la vida del animal en sus fuerzas elementales y que el ser humano no tiene porque desarrolla su intelecto superior, lo que le permite comprender las cosas con conceptos que lo han arrancado de la conexión con la naturaleza. Ahora, tenemos que imaginar la vieja clarividencia conectada instintivamente con los hechos naturales. Esta cognición instintiva le decía al ser humano: esto y aquello ocurre; Esto o aquello se prepara, esto también se puede aplicar a aquellos seres humanos que alcanzan mayor conocimiento por sus propios esfuerzos y son capaces de contemplar los hechos naturales para los cuales uno no puede dar "razonamientos". Quién trabaja sobre su alma y sabe decir algo fuera de la configuración de su alma, que la conciencia intelectual no sabe decir, se siente incómodo si le preguntan por todas partes: ¿Por qué es esto de tal manera? ¡Prueba lo que tienes que decir! - No se dan cuenta, que tal conocimiento tiene caminos muy diferentes del conocimiento que se obtiene con la lógica intelectual. Es absolutamente apropiado que Goethe - si miraba por la ventana hacia fuera - pudiera a menudo pronosticar el tiempo con horas de antelación. Imagínense pues, que debido a su clarividencia, los antiguos seres humanos tenían una conexión muy diferente con la naturaleza y sus hechos, que la de los seres humanos de hoy con su ciencia. La humanidad antigua no tenía instituciones meteorológicas ni informes donde se pudiera prever pronósticos de los periódicos o similares que les permitiera pronosticar el tiempo, pero tenía un sentimiento, estaba determinado por su visión, que les mostraba vivamente lo que sucedería. Este fue el caso en particular con los antiguos egipcios, sin tener nuestra ciencia ni  nuestros compartimentados conocimientos; Sabían comportarse de la amanera que correspondía con la conexión viva con todo el entorno.
Pero justo porque el tiempo del mundo había pasado para la cultura egipcia, esta habilidad de los egipcios se deterioró mas y más, y ya cada vez menos pudieron familiarizarse con los hechos de la naturaleza, ya no sabían, basándose en las constelaciones de los elementos externos, cómo tenían que comportarse. Pues el ser humano debe aprender a calcular las constelaciones de los elementos externos con el intelecto, y Moisés aun tenía que dar ese impulso a partir de la conciencia clarividente.
Vemos a Moisés con su pueblo, erguido ante el Mar Rojo. Con un conocimiento similar al nuestro que todavía está en la transición del clarividente, él reconoce, que por una relación especial de un viento oriental y de marea baja, con la pleamar subsiguiente, existe la posibilidad de conducir a su gente a través del mar en una hora favorable. Este hecho está descrito y mostrado: Moisés se encuentra allí como el fundador de la nueva visión del mundo intelectualizada que aún no parece absolutamente expirada, que enseñará al ser humano sólo una vez más a armonizar la praxis de la vida con las condiciones físicas como hizo Moisés. Los egipcios eran un pueblo cuya hora había pasado; Ya no sabían lo que ocurriría más tarde. Los viejos instintos naturales se perdieron y se arruinaron con ellos. De manera, que aun encontrándose en similares circunstancias que en los viejos tiempos. Sin embargo, en los viejos tiempos se habrían dicho a sí mismos, ahora ya no podemos pasar! Este viejo sentimiento natural instintivo había decaído con ellos y no pudieron adaptarse a la nueva conciencia intelectual. Por lo tanto, permanecieron ante el Mar Rojo indefensos, confundidos por su conciencia ya no resolutiva, y se fueron a la ruina. Por lo tanto, podemos darnos cuenta de cómo el nuevo elemento de Moisés contrasta con el elemento antiguo, y ver decaer la vieja clarividencia de modo que debe dudar de sí mismo y tiene que preparar su destino porque ya no encaja en el nuevo tiempo.
Si miramos a través de tales representaciones aparentemente externas, lo que el autor quiere decir en realidad, encontramos en dicha información caracterizados, grandes puntos de inflexión del desarrollo humano y entendemos que no es fácil encontrar el significado de tales personalidades, (como por ejemplo Moisés) debido a la peculiar representación que tenemos de él, en las antiguas escrituras. El hecho de que Moisés estuviera completamente basado en una antigua clarividencia y con él, la nueva cultura intelectual todavía era clarividente, se muestra más tarde, cuando debe decidir si tiene que llevar a su pueblo realmente a Palestina. Este pueblo debe encontrar la cultura intelectual en su sangre. La clarividencia de Moisés pudo dar el impulso; Sin embargo, no pudo ser de esta cultura. Porque esta cultura no debía ser clarividente, debía aparecer como algo nuevo en comparación con la antigua clarividencia. Por lo tanto, vemos que Moisés se sintió llamado a conducir a su pueblo hasta cierto punto, sin embargo, resultó incapaz de conducirlo en la nueva tierra. Tuvo que dejar esto a quienes estaban llamados a la nueva cultura. Esto se dice claramente en la Biblia. Si bien Moisés es el heraldo del Dios que se anuncia en el yo-soy, sin embargo, también se nos indica que Moisés sólo es capaz de percibir la grandilocuencia de este espíritu del mundo con su clarividencia. Cuando está en una situación en la que se tiene que guiar por sus propios recursos y debe ayudar a su pueblo, se refugia en su tienda donde otra  vez  pudo percibir clarividentemente a su Dios. Sin embargo, allí se le dice: porque no podrías llevar adelante, lo que se te ha encomendado, con un pensar clarividente, otro tiene que guiar a tu pueblo. - De ello se desprende algo, que quiere decir que ningún profeta clarividente vivió en Israel después de él. Con ello se indica que él fue el último en tener tal clarividencia y que la nueva cultura tuvo que trabajar sin clarividencia, con mera tradición e intelectualidad con los pueblos adecuados. Con ello, debía prepararse, que el ego del que la humanidad se había vuelto consciente, ahora en esta nueva base cultural, pudiese ocupar su lugar.
Moisés había guiado a la humanidad hasta que pudo darse cuenta de que el espíritu del mundo puede sentirse más claramente, más humanamente en el Yo-soy, en el centro más profundo del alma humana, que sin embargo, sólo este Yo-soy tiene que ser llenado de contenidos que puede ademas abarcar el mundo, de modo que la humilde palabra I-am puede recibir los contenidos más ricos. Sin embargo, para eso fue necesaria otra misión que pudiera ser pronunciada con las importantes palabras de Pablo: "¡No yo, sino Cristo en mí!" Moisés había llevado a la humanidad a la fundación de una cultura del yo. Esta cultura del yo tuvo que establecerse como un regalo de arriba, como una cultura nacional, como un recipiente que debía llenarse de nuevos contenidos espirituales. El yo debía desarrollarse al principio en el antiguo pueblo hebreo, y este recipiente tenía que  llenarse con lo que pudiera originarse de una verdadera comprensión de los acontecimientos del Misterio del Gólgota. Allí el ego debía obtener nuevos contenidos que fueron tomados del mundo espiritual mismo. Esto lo podemos ver mejor que en cualquier otro sitio, si visualizamos lo milagroso de su tragedia, pero sólo desde la característica del antiguo pueblo hebreo, en el Libro de Job.
Aunque Job, como un hombre justo, se aferra a su Dios y es consciente de que todo lo que tiene proviene de su Dios, experimenta desgracia tras desgracia con respecto a sus posesiones, su familia y a si mismo. Hay algo en las revelaciones de su Dios que podría confundirlo que ahora realmente ese espíritu del mundo se realiza en el yo humano. Llegando hasta el punto de que la esposa de Job no puede entender, por qué, su esposo todavía se aferra a su Dios, y, por lo tanto, le dice las importantes palabras que son de significado incomparable: "¡Maldice a Dios y muérete!" ¿Qué significa eso? Nada más que: si Dios que debe ser la fuente de tu vida te trata de tal manera, maldícelo. De hecho, es cierto que la muerte es el resultado de renunciar a Dios, de modo que quien maldice a Dios se eleva del desarrollo de la vida. Los amigos de Job no pueden entender que, sin haber pecado, porque, sin embargo, resulta que tengan un efecto en una persona justa. El autor mismo puede hacerlo comprensible para nosotros, evidenciando que la justicia del mundo todavía existe, por el hecho de que el afligido Job arrojado a la miseria todavía consiga un substituto en el mundo físico de todo lo que él ha perdido.
En consecuencia, la conciencia de Moisés ya suena en la importante alegoría del Libro de Job, de modo que cuando vemos: El ser humano, se refiere a su yo. Sin embargo, en el momento en que puede errar, para que el yo pueda realizarse en lo físico, pierde - o puede perder - la conciencia de su conexión con la fuente de la vida. Sin embargo, el impulso de Cristo hizo que el equilibrio no estuviera en el mundo físico, sino que a pesar de toda la decadencia y miseria, el dolor y la aflicción, el ser humano pudiese salir victorioso sobre lo físico. Porque en su yo no sólo resplandece la fuente primordial de todo lo espacial y temporal, sino que en su yo puede tomar el poder de la eternidad. Así, las palabras de Pablo "no yo -sino Cristo en mí" querían decir: Moisés llevó a los seres humanos hasta el punto en que entendieron todo lo que vive en el espacio y en el tiempo y que se expresa en el yo humano más característicamente. Uno entiende el mundo si uno lo entiende en su unidad como surgiendo de dicho yo. Sin embargo, si se quiere tomar lo eterno en el yo, no sólo se debe reconocer el sumario de lo temporal, no sólo la unidad de Jahveh con todo lo que se extiende en el espacio y el tiempo, sino la fuente concéntrica de Cristo detrás de cualquier unidad.
Con ello, consideramos a Moisés como el verdadero preparador del cristianismo; Nos damos cuenta de cómo él prepara el recipiente para la autoconciencia humana que debe ser llenado con la sustancialidad espiritual eterna en el futuro, es decir - entendido en el sentido correcto - debe estar lleno de Cristo. Entendemos que Moisés está situado en el desarrollo humano de dicha manera. Justo por tal consideración, la historia gana su sentido más profundo. El hecho de que en este o aquel tiempo estos o aquellos seres humanos aparezcan, que esas fuentes eternas fluyen a través de ellos para que la humanidad avance más su desarrollo, esto causa el sentimiento de la conexión real del ser humano individual con todo el desarrollo humano.
Examinando el desarrollo humano de tal manera, nos decimos a nosotros mismos, entendemos que estamos en un desarrollo vivo. Aprendemos a reconocer lo que, por decirlo así, los espíritus del mundo significan para nuestra existencia, y cómo lo que han significado aparece cada vez más en la vida. Sólo las consideraciones de los más grandes espíritus y acontecimientos del desarrollo del mundo y de la humanidad nos dan esa confianza con la que podemos estar en la total determinación humana de que examinamos la historia del mundo de esa manera y volver a sentir de acuerdo con Goethe que el entusiasmo es lo mejor que la historia puede causar en nosotros. Ese entusiasmo que no se queda sólo en admiración muerta, sino que consiste en el hecho de tomar las semillas del tiempo prehistórico en nuestras almas y  desarrollarlas como frutos para el futuro.

GA060 Berlín 16 de febrero de 1911 -Hermes Trimegisto

RUDOLF STEINER

Hermes

Berlín 16 de febrero de 1911
Mientras es de vital importancia en la Ciencia Espiritual estudiar toda la vida espiritual de la humanidad a medida que avanza de una época a otra, alzándose lentamente a la superficie desde profundidades ocultas, quizá sea aún más importante estudiar la cultura y la civilización del antiguo Egipto. Lo comprendemos con mayor fuerza cuando intentamos penetrar profundamente en esta antigua vida espiritual Egipcia.

Hermes Trimegisto
Los ecos que nos suenan a través de los siglos parecen al principio estar tan llenos de misterio como la Esfinge misma, que se erige allí como un monumento conmemorativo de la civilización del antiguo Egipto. El misterio se profundiza aún más cuando descubrimos que hasta la investigación externa se ha visto recientemente obligada a remontarse a épocas cada vez más remotas para explicar la cultura de los tiempos egipcios posteriores, de los que todavía se dispone de cierta evidencia física. Según las investigaciones externas, la cultura primitiva de Egipto debe estar fechada al menos siete mil años antes de nuestra era, tal vez incluso antes. Esta puede ser una de las razones del gran interés manifestado hoy por la cultura egipcia, la otra razón es que el hombre de hoy siente, le guste o no, que existe una conexión misteriosa entre esta civilización antigua y sus propios objetivos y propósitos. No deja de ser significativo que Kepler, en los albores del desarrollo de la ciencia natural moderna, haya hablado de los logros de la ciencia hasta ese momento y de sus propias aportaciones al conocimiento, con palabras como estas: "Cuando me he esforzado por desentrañar algunos de los misterios del curso de los planetas alrededor del Sol, he tratado de mirar con atención en los secretos del espacio cósmico. Y a menudo me ha parecido como si realmente hubiese penetrado en los misteriosos santuarios de los egipcios y llevado sus vasos sagrados a nuestra época moderna. He sentido entonces que el significado de mi mensaje al mundo sólo se entenderá en el futuro". Tan fuertemente una de las mentes más grandes de los tiempos modernos se sintió relacionado con la cultura egipcia antigua que sólo pudo expresar la clave de su conocimiento, hablando de ella como una renovación de la sabiduría dada a los discípulos en los santuarios secretos y lugares de aprendizaje en el antiguo Egipto, aunque revestido, naturalmente, con diferentes palabras. Por lo tanto, debe ser de gran interés para nosotros comprender cómo aquellos antiguos egipcios mismos concebían toda su cultura, toda su naturaleza como seres humanos.
Un cierto incidente muy significativo ha sido preservado por la tradición griega. Indica no sólo como se sentían los egipcios sino la forma en que la cultura egipcia era considerada por el mundo civilizado en general en tiempos antiguos. Un sabio egipcio dijo una vez a Solón: "Ustedes, los griegos, siguen siendo niños. Todo lo que saben es el resultado de su propia contemplación y visión; Ustedes no tienen tradiciones antiguas, ni la sabiduría que dan los años, y como niños permanecerán". La sabiduría acumulada con la edad - el significado de esta expresión sólo se descubre cuando la luz de la Ciencia Espiritual se extiende sobre el modelo y la naturaleza del pensamiento del sentimiento egipcios .
En las épocas sucesivas, se han ido desplegando diferentes formas de conciencia en la humanidad. Nuestra conciencia de hoy, la forma en que captamos el mundo exterior por medio de nuestros sentidos y la combinación de intelecto y razón, en resumen, nuestro modo científico de pensamiento, no siempre ha existido; La conciencia siempre ha estado sujeta a las leyes de la evolución. No sólo el mundo exterior de las formas está sujeto a estas leyes, sino también las cualidades del alma y la conciencia del hombre. Esto es una muestra del hecho de que sólo podemos entender los antiguos centros de cultura si comenzamos admitiendo lo que la Ciencia Espiritual nos dice, esto es, que en tiempos antiguos, en el lugar de nuestra actual conciencia intelectual, los hombres poseían una conciencia clarividente diferente a nuestra conciencia de vigilia y aun diferente de la completa ausencia de conciencia durante el sueño. Los rastros de esta conciencia del hombre prehistórico ahora sólo se conservan atavisticamente como una herencia menguante, en el imaginario mundo de los sueños. Pero mientras que nuestros sueños son caóticos y sin sentido en la vida ordinaria, la conciencia en imágenes de los antiguos era "clarividente", aunque, de hecho, de una naturaleza vaga y de ensueño. Las imágenes no se referían al mundo físico, sino al mundo espiritual que está detrás. En realidad, toda conciencia clarividente, tanto la del hombre prehistórico, como la clarividencia adquirida por la verdadera disciplina en esta época, trabajan en imágenes y no en los conceptos e ideas de la conciencia física exterior. Las imágenes deben estar relacionadas con las realidades espirituales que se encuentran tras las realidades sensoriales del mundo físico.
Las imágenes maravillosas que han llegado hasta nosotros en las mitologías, no son meros conceptos fantásticos de la Naturaleza, como lo imagina hoy la conciencia materialista. Por el contrario, estas imágenes indican una visión real del mundo espiritual. Si estudiamos las viejas mitologías y las leyendas -no con la conciencia materialista de hoy, sino con un verdadero sentimiento por los logros espirituales del hombre- las extrañas historias relatadas en las mitologías revelarán una conexión maravillosa con leyes cósmicas superiores a nuestras leyes de la física , Química y biología. Una constatación de la realidad espiritual que impregna las viejas mitologías y sistemas religiosos.

Ahora bien, debe entenderse claramente que los diversos pueblos construyeron este mundo de imágenes de diferentes maneras, de acuerdo con su propia naturaleza, temperamento y raza. Estos mundos en imágenes representaban, para los diversos pueblos, las fuerzas superiores que subyacen a las fuerzas puramente externas de la Naturaleza. También debemos darnos cuenta de que en el curso de la evolución han habido muchas etapas de transición entre la vieja conciencia clarividente y la conciencia objetiva del hombre moderno. La antigua clarividencia se oscureció y desapareció gradualmente. Los poderes clarividentes disminuyeron poco a poco en los diferentes pueblos y las imágenes que surgían ante las almas de aquellos que todavía eran capaces de contemplar el mundo espiritual, contenían cada vez menos fuerza espiritual. Los mundos superiores cerraron gradualmente sus puertas hasta que sólo fueron perceptibles los niveles más bajos de la actividad espiritual para una clarividencia reducida. Por consiguiente, en lo que respecta a la humanidad en general, la vieja clarividencia se extinguió por completo. El despertar de la conciencia fue limitado al mundo físico circundante y a las ideas y conceptos de los fenómenos físicos. Así nació nuestra ciencia moderna. Los viejos poderes clarividentes gradualmente se desvanecieron a medida que avanzaba el desarrollo de la conciencia actual, aunque, por supuesto, el proceso variaba según los diferentes pueblos.
Todo lo que sabemos desde tiempos antiguos, incluso lo que los documentos externos nos han dicho en la reciente investigación egipcia (si entendemos bien) demuestra la verdad de lo que afirma la Ciencia Espiritual, es decir, que la misión del pueblo egipcio antiguo era mirar hacia atrás a tiempos aun mas antiguos en que sus principales individualidades podían, con sus maravillosos poderes de clarividencia, contemplar los mundos espirituales. En el pueblo de Egipto se conservó un poder clarividente algo más débil hasta tiempos relativamente tardíos. Los egipcios posteriores -hasta los últimos milenios antes de la era cristiana- sabían por experiencia real de otro modo de visión además de la ordinaria en la vida cotidiana, una visión que permitía al hombre ver en el mundo espiritual. Pero sólo conocían las imágenes más bajas de la esfera de cuya visión los hacia conscientes, y volvían la vista hacia lo tiempos dorados de la civilización Egipcia en la que sus Sabios-Sacerdotes podían contemplar en las profundidades del mundo espiritual.
Los misterios de los mundos espirituales fueron preservados, muy especialmente por los antiguos egipcios, con gran piedad y reverencia a lo largo de miles de años. Aquellos que vivieron en la época egipcia posterior podían decir: "Incluso ahora podemos percibir el mundo espiritual mas bajo; La visión del mundo espiritual es posible y dudar de el  sería tan insensato como dudar de que nuestros ojos pueden contemplar el mundo externo ". Estos egipcios posteriores tenían, es cierto, sólo una percepción tenue de los mundos espirituales, pero sentían que había habido una época en que sus predecesores habían contemplado más profundamente todo lo que está detrás del mundo físico. Y esta vieja enseñanza de la Sabiduría -de la que el Sabio Egipcio habló a Solón- se conservó en maravillosas escrituras en los Templos y en las columnas, dando testimonio de profundos y abarcantes poderes clarividentes en la antigüedad. El Ser a quien los egipcios veían como la encarnación de la gloria primordial de esa vieja sabiduría clarividente, fue llamado con el nombre de HERMES. Y cuando en tiempos posteriores un hombre salió con un mensaje que iba a renovar la antigua sabiduría, también él (según la costumbre de los sabios egipcios) se llamaba a sí mismo "Hermes", y sus discípulos, creyendo que había revivido la sabiduría primitiva de El viejo Hermes, llamaron a este primer ser, "el tres veces el más grande", "Hermes Trismegistos". (Eran, por supuesto, sólo los griegos quienes lo llamaban Hermes, entre los egipcios se le conocía como Thoth). Sólo podemos comprender este Ser primitivo si nos damos cuenta de lo que los egipcios, bajo la influencia de las enseñanzas posteriores de Hermes o Thoth, consideraban los verdaderos Misterios del Cosmos.
Tales creencias que nos han dejado en herencia desde los tiempos egipcios por su evidencia externa parecen muy extrañas. Varios dioses, de los cuales los más importantes son Osiris e Isis, están representados en formas no totalmente humanas; A menudo encontramos cuerpos humanos y cabezas de animales, o una amalgama de formas humanas y animales. Las maravillosas leyendas de este mundo de los dioses han llegado hasta nosotros y hay algo muy notable en el culto animal egipcio, la adoración del gato y así sucesivamente. Algunos animales eran incluso reconocidos como animales sagrados; Se les profesaba una profunda veneración porque se les consideraba como la encarnación de seres superiores. Incluso se dice que se profirieron llantos y lamentos a la muerte de los gatos. Y aun más, se nos dice que si un egipcio veía un animal muerto, no se atrevía a acercarse por temor a ser acusado de haberlo matado, en cuyo caso habría sido severamente castigado. También se dice que en la época en que Egipto estaba sometido a Roma, cualquier romano que hubiera matado a un gato estaba en peligro de muerte, porque su acto despertaba una tremenda furia entre los egipcios. Este culto animal es un enigma en la esfera del pensamiento y el sentimiento egipcios. ¡Y mas aun!, qué impresión tan extraña se produce en el hombre moderno por las pirámides, de pie sobre sus bases de cuatro esquinas, con sus lados triangulares! Extrañas son en efecto las Esfinges y todo lo que está siendo continuamente excavado y traído a nuestro conocimiento desde las profundidades de la civilización egipcia. Y ahora nos preguntaremos: ¿De qué naturaleza era la vida de los sentimientos y las ideas entre los antiguos egipcios? ¿Qué les había enseñado Hermes? ¿Cómo adquirieron todas estas extrañas concepciones?
Debemos darnos cuenta de que todas estas Leyendas, especialmente las más significativas, contenían una sabiduría más profunda y su propósito era transmitir en forma pictórica, el conocimiento de leyes definidas de la vida espiritual, leyes superiores a las de la naturaleza externa. La leyenda egipcia de Dios y Diosa, Osiris e Isis, es un caso concreto. Según la leyenda, Osiris era un Ser que vivía en tiempos primitivos en regiones más tarde habitadas por seres humanos. Osiris está representado en la leyenda como el benefactor de la humanidad bajo cuya sabia dirección Hermes o Thoth dieron a los egipcios su cultura antigua. Osiris tenía un enemigo, cuyo nombre en griego era Typhon. Typhon persiguió a Osiris, lo mató, desmembró el cuerpo, lo escondió en un ataúd y lo arrojó al mar. Isis, la hermana y esposa de Osiris, buscaba incesantemente a quien le había sido arrancado de ella por Typhon o Seth, y cuando finalmente encontró los fragmentos de su cuerpo desmembrado, los enterró en diferentes lugares de la tierra donde después serian erigidos los Templos, después de la muerte de Osiris, Isis dio a luz a Horus. Un rayo espiritual descendió sobre Isis desde Osiris, que mientras tanto había pasado a otro mundo. La misión de Horus fue conquistar Typhon y, en cierto sentido, restablecer el dominio de una vida que, procedente del mismo Osiris, otra vez fluyera en la humanidad.

Tales leyendas no deben analizarse meramente en el sentido de alegoría o símbolo. Deben ser utilizadas como un medio por el cual seamos guiados por el mundo completo del sentir y de la percepción de los antiguos Egipcios; Porque sólo así nuestra comprensión de   figuras como Osiris e Isis pueda llegar a ser realmente viva. No es correcto afirmar crudamente que Osiris es el Sol, Isis la Luna, etcétera. Una interpretación astronómica de este tipo lleva a los hombres a creer que la leyenda sólo contiene imágenes simbólicas de ciertas ocurrencias en los Cielos. Este no es el caso. Más bien debemos volver a los sentimientos que viven en los antiguos egipcios y así hacernos una idea de la naturaleza de su mirada alzándose hacia los poderes suprasensibles e invisibles que subyacen al mundo de los sentidos, y tipificados en las figuras de Osiris e Isis.
Tratemos de concebir lo que los nombres de Osiris e Isis transmitieron al antiguo hombre egipcio. Se decía a sí mismo: "Detrás del hombre hay una esencia espiritual superior, que no procede de su existencia material. Esta esencia espiritual se ha "condensado" en la existencia material y humana. La verdadera evolución del hombre ha procedido de una existencia más espiritual. Cuando miro a mi propia alma me doy cuenta de que tengo un anhelo por lo espiritual, un anhelo hacia las fuentes espirituales del ser de las que yo mismo he descendido. Las fuerzas de las que salí viven todavía dentro de mí. Mis máximos poderes están íntimamente relacionados con esos poderes primordiales de Osiris dentro de mí, dando testimonio de que alguna vez fui un ser suprasensible que moraba en otros mundos, en mundos del Espíritu. Y aunque este ser del Espíritu tiene sólo una vida tenue e instintiva, aunque tuvo que revestirse con un cuerpo físico y sus órganos para poder percibir el mundo físico, sin embargo, en los días pasados, este ser vivió una existencia puramente espiritual ".
Según la concepción egipcia antigua, la evolución humana debe ser considerada como una dualidad, que consiste en las fuerzas de Osiris y las fuerzas de Isis. "Osiris-Isis" - esta era la dualidad. Consideremos nuestro propio ser, tal como es ahora. La idea de un triángulo, por ejemplo, debe haber sido precedida por un pensamiento activo. Después de haber estado activos en el alma, podemos ser pasivos en cuanto al resultado de nuestro pensar y de nuestra actividad conceptual. En última instancia percibimos en nuestra alma la forma que ha sido construida por nuestro pensar activo. Ahora bien, el acto de pensar tiene la misma relación con el pensamiento final, que el acto conceptual con el concepto final, el principio activo con el producto del principio activo que tenemos ante nosotros, como Osiris con Isis. En resumen, la actividad per se es un Principio-Padre, un Principio masculino. El Principio de Osiris es masculino, activo - llenando el alma de pensamientos y sentimientos. El viejo egipcio se decía a sí mismo: "El hombre que está aquí hoy tiene en su interior sustancias que viven en su sangre o que forman sus huesos, pero estas sustancias no estuvieron siempre dentro de su sangre o huesos, estaban extendidas sobre el espacio cósmico. Este cuerpo físico es una combinación de sustancias que ahora han pasado a la forma humana, mientras que una vez llenaron el Cosmos. Lo mismo sucede con los poderes del pensamiento. El principio activo del pensamiento se ha convertido en el poder de la ideación en el hombre. Así como las sustancias en la sangre ahora viven en la forma humana, pero antes se extendían por el espacio cósmico, de modo que el poder de Osiris que ahora vive en nosotros como principio activo del pensamiento se extendía por el universo espiritual como el poder de Osiris que impregna y teje en el Cosmos, vertiendo en los seres humanos, como en el caso de las sustancias que componen la sangre y los huesos en la naturaleza corporal del hombre. En los pensamientos y las ideas fluyen, desde fuera del Cosmos, los poderes de Isis viviendo y tejiendo. "- Así es como debemos contemplar la actitud del alma en los antiguos egipcios hacia Osiris e Isis. Esta vieja conciencia no podría encontrar ninguna expresión para tales ideas en el mundo que rodea la existencia física en la Tierra; Pues todo aquí era conocido por ser del mundo del espacio y no podía ofrecer ninguna imagen exterior del mundo suprasensible. Y así, en busca de alguna forma de lenguaje, algún tipo de escritura con la que vestir conceptos tales como "el Poder de Osiris está activo dentro de mí" - los hombres alcanzaron la escritura colocada por los cuerpos celestes en el espacio cósmico. Dijeron: "El poder suprasensible de Osiris puede ser concebido como el poder activo de la luz procedente del Sol, viviendo y  moviéndose a través del espacio. Isis  puede verse en la luz del sol reflejada por la Luna oscura - tal como oscura está el alma cuando el principio activo del pensamiento no entra. La Luna espera la luz del Sol para reflejarla, así como el alma espera al Poder de Osiris para reflejarlo como Poder de Isis. "Pero cuando el viejo egipcio decía:" El Sol y la Luna me muestran cómo puedo representar mejor las actividades de mi alma "- él sabía al mismo tiempo: no se trata de una simple conexión casual entre el Sol irradiando su luz y la Luna reflejándola, sino que, esta luz radiante y reflejada tiene alguna conexión interna con las fuerzas suprasensibles que siento dentro de mi alma.
Aunque no describiríamos un reloj como algo que impulsa sus manecillas con la ayuda de pequeños demonios, sino como un artefacto mecánico, nos damos cuenta, sin embargo, de que el pensamiento del inventor, el pensamiento procedente del alma de un ser humano está detrás de la construcción del reloj. Algo espiritual, por lo tanto, es responsable de su mecanismo. Así como las manecillas de un reloj están interrelacionadas y dependientes una de la otra, también el Sol y la Luna aparecían a los egipcios como las expresiones de un poderoso reloj cósmico. Cuando contemplamos este poderoso reloj en el espacio, parece a primera vista estar sujeto a leyes mecánicas, pero en última instancia está sujeto a aquellas leyes que un hombre sentía en su alma cuando hablaba de los poderes de Osiris e Isis . El viejo egipcio no se limitaba a decir: "El Sol y la Luna son imágenes de la relación entre Osiris e Isis". También sentía: Todo lo que vive en mi ser estuvo sujeto a la misteriosa relación entre la luz y el Sol y la Luna.
De nuevo, una relación similar a la que existe entre Osiris e Isis y el Sol y la Luna se ve que existe entre las estrellas y los planetas y los otros Dioses. Los egipcios vieron en las posiciones de los cuerpos celestes, imágenes de su propia vida suprasensible o de las experiencias tradicionales de los antiguos videntes, pero en estas manifestaciones del poderoso reloj cósmico vieron un retrato de las fuerzas dentro de sus propias almas. Así, el gran reloj cósmico, con los movimientos de sus estrellas y la relación de sus estrellas en movimiento con las estrellas fijas, fue una revelación de las fuerzas espirituales, suprasensibles subyacentes, fuerzas que habían determinado las posiciones de todas las estrellas y habían creado una escritura cósmica, una manifestación de actividades suprasensibles.
Tales eran los sentimientos con respecto a este mundo superior, sentimientos que habían sido transmitidos a los egipcios por sus tradiciones de la antigua clarividencia. Ellos sabían de la existencia de este mundo espiritual porque ellos mismos aún poseían los últimos resquicios de la antigua clarividencia. Pero ahora decían: "Hemos descendido de este mundo espiritual y ahora estamos situados en un mundo de materia que se manifiesta en fenómenos físicos, procesos físicos. Venimos del mundo de Osiris e Isis; Las cualidades más elevadas dentro de nosotros, las cualidades que nos hacen esforzarnos hacia la perfección más elevada, surgieron de Osiris e Isis. Estas cualidades viven invisiblemente dentro de nosotros como energía y poder. La parte física del ser del hombre se deriva de las circunstancias externas, se toma del mundo exterior. Esta parte física del hombre no es sino la vestidura de Osiris-Isis.
Esta concepción de la sabiduría primitiva era el sentimiento dominante en el alma del viejo egipcio; Llenaba toda su vida de alma. Un hombre puede imbuir su alma de ideas abstractas y aun así permanecer intacto en su vida moral y ética; Su sentido del destino o su felicidad no se ven afectados en absoluto. Los conceptos abstractos y matemáticos de la Ciencia Natural pueden estar tan profundamente absorbidos que un hombre puede debatir sobre la electricidad y otras fuerzas de una naturaleza similar sin sentir ninguna necesidad de preocuparse al mismo tiempo con el problema del destino. Ahora bien, el sentimiento de afinidad con Osiris e Isis, la visión del mundo espiritual existente en el antiguo Egipto, no podía ser concebida por separado de los pensamientos de destino, felicidad e impulsos morales. Porque el egipcio antiguo se decía a sí mismo: "Yo llevo un yo superior dentro de mí, pero desde que he entrado en un cuerpo físico, este Yo superior se retira al fondo y al principio no es totalmente manifiesto. Osiris e Isis son la fuente primordial de mi ser; Pero Osiris e Isis pertenecen a los mundos arquetípicos, a las eras doradas y santas de hace mucho tiempo. La naturaleza de Osiris-Isis está ahora sometida a las fuerzas que han condensado sustancias físicas externas en el cuerpo del hombre. Osiris e Isis están encadenados dentro del cuerpo corruptible, y este cuerpo está sujeto incluso a la decadencia como las fuerzas externas de la Naturaleza. 

Osiris
La leyenda de Osiris e Isis debe interpretarse por tanto, en términos de la vida interior. Osiris, el poder superior en el hombre, extendido sobre el espacio cósmico, es vencido por fuerzas que están sujetas a la destrucción en el reino de la naturaleza humana. El poder de Osiris que vive en el hombre está encadenado por Typhon - encadenado dentro de una forma que es el "ataúd" de la naturaleza espiritual del hombre. En este ataúd la naturaleza de Osiris en el hombre desaparece y es invisible para el mundo exterior. La misteriosa naturaleza de Isis permanece, para que en las edades futuras, después de haber sido impregnada por el poder del intelecto, pueda llegar de nuevo a los manantiales del ser del hombre. En consecuencia, en el hombre vive una cualidad oculta que se esfuerza por traer a Osiris a la vida otra vez. El poder de Isis vive en el alma humana con el fin de llevar gradualmente al hombre de nuevo de vuelta a Osiris. Mientras el hombre permanezca como un ser físico, no puede, por supuesto, ser separado del mundo de la materia, pero es el poder de Isis el que le permite, mientras permanezca como un ser físico en el mundo físico externo, mantener en su ser interior los esfuerzos por un Yo superior. Y de acuerdo con todo verdadero pensador, este Yo superior está allí, profundamente oculto en todos los poderes del hombre. Este ser -que no es el hombre físico exterior, sino el hombre que tiene el impulso incesante para elevarse a la luz del espíritu, que siempre está impulsado por las fuerzas ocultas de Isis- aparece como el hijo terrenal de Aquel que no surgió en el mundo terrenal. Él es el hijo terrenal de Osiris que permaneció en los mundos espirituales. Este ser invisible - el ser que se esfuerza por alcanzar el Yo Superior, era conocido por el nombre de Horus, el hijo póstumo de Osiris.
Así, los antiguos egipcios miraban con cierta tristeza al origen de Osiris del hombre, pero al mismo tiempo miraban a lo mas hondo de su interior, diciendo: "El alma ha conservado algo del poder de Isis y este poder da a luz a Horus que tiene el impulso de esforzarse hacia las alturas espirituales. En estas alturas el hombre encuentra a Osiris. "El hombre puede alcanzar a Osiris de una doble manera. El egipcio decía: "Salí de Osiris y a Osiris volveré. Osiris, mi origen espiritual está dentro de mí: Horus me llevará de regreso a Osiris su Padre; Pero Osiris sólo puede ser alcanzado en el mundo espiritual. El no podría entrar en la naturaleza física del hombre. En la naturaleza física del hombre es, donde fue vencido por las fuerzas de Tifón que están sujetas a la decadencia porque son fuerzas de la Naturaleza externa.
Osiris por lo tanto, sólo puede ser alcanzado por dos caminos. Uno es el camino que conduce a través del Portal de la Muerte; El otro es el camino a través del Portal que conduce no a la muerte física sino a la Iniciación. Por lo tanto, el egipcio se decía: Cuando el hombre pasa a través del Portal de la Muerte y ha pasado por las etapas de preparación, llega a Osiris. Cuando se ha liberado de las envolturas de su cuerpo terrenal en el mundo espiritual, la conciencia de su afinidad con Osiris se despierta en él. El hombre muerto siente que en el mundo espiritual puede ser llamado "Osiris". Y así, después de la muerte, todo el mundo era un "Osiris".
El otro camino hacia Osiris - el otro camino hacia el mundo espiritual - es a través de la Iniciación. Para el egipcio este camino era un medio por el cual el hombre podía aprender a conocer lo Invisible, lo Suprasensible en la naturaleza humana - Isis, o más bien el poder de Isis-. En el conocimiento extraído de la vida cotidiana, el hombre no penetra en las profundidades de su alma, no llega al poder de Isis. Sin embargo, hay un medio por el cual puede penetrar a través de este poder de Isis, por el cual alcanza el verdadero Yo y se da cuenta de que está envuelto en materia física. Si seguimos este camino llegamos al hogar espiritual del Yo. Ésta era, pues, la enseñanza del antiguo Egipto: el hombre debe descender a su propio ser mas íntimo; Allí primero entiende su naturaleza física - la manifestación de su Yo. Debe forzar su camino a través de esta naturaleza física. Contempla el mundo exterior, la creación de poderes espirituales, suprasensibles, en los tres reinos de la Naturaleza: en las piedras con sus formas basadas en leyes matemáticas, en las plantas con sus formas llenas de vida que son la morada de Poderes Divinos, y en los animales. Pero cuando contempla al hombre, debe penetrar a través de la forma externa a los poderes de Isis del alma.
Parte de la Iniciación en los Misterios de Isis, por lo tanto, consistían en mostrar al hombre cómo estaba revestido de materia. Los procesos representados cuando un hombre se sumergía así en su propia naturaleza, eran prácticamente los mismos que ocurren en la muerte pero eran representados de una manera diferente. El aspirante tenía que pasar en la vida real a través del Portal de la Muerte, para aprender la transición de la visión física a la supra física, del mundo físico al espiritual - en resumen, la transición experimentada en la muerte real. Él tenía que seguir este camino de descenso hacia su propio ser interior, para aprender lo que sólo se puede experimentar allí. Y en esta región aprendía, en primer lugar, cómo la sangre, instrumento físico del Yo, se forma desde la Naturaleza. El sistema nervioso es el instrumento físico para las actividades del alma del Sentir, de la voluntad y del Pensar y el instrumento del Yo es la sangre. Si un hombre desciende a esos instrumentos -así pensaban los antiguos egipcios-, debe descender a sus envolturas físico-etéricas, a las cualidades etéreas del alma. Debe aprender a ser independiente de las fuerzas de su sangre de las que depende y, después de haberse liberado de estas fuerzas, debe entrar en los maravillosos procesos de su sangre. Debe aprender a conocer su naturaleza superior en su aspecto físico. Esto sólo puede hacerlo cuando puede contemplarse a sí mismo como si contemplase un objeto exterior. Ahora bien, el hombre sólo puede conocer un objeto como objeto si él mismo está fuera de él; Osea, si desea percibirse a sí mismo, debe permanecer fuera de su propio ser. Es por eso que la Iniciación desarrolla fuerzas que permiten a los poderes del alma tener experiencias reales sin hacer uso de instrumentos físicos. Los instrumentos físicos están allí objetivamente ante el hombre, tal y como después de la muerte su ser espiritual mira hacia su cuerpo físico.
Y así el discípulo en los Misterios de Isis primero era enseñado en los secretos de su propia sangre. Pasaba por una experiencia que puede describirse como una aproximación al Umbral de la Muerte. Esta era la primera etapa de Iniciación en los Misterios de Isis. El discípulo tenía que contemplar su propia sangre, contemplarse como objeto, hundirse en la envoltura que es el instrumento de su naturaleza Isis. En los santuarios de la Iniciación, era llevado a dos Portales, donde se representaban en forma de imagen los procesos que ocurrían en su ser interior. Dos puertas estaban delante de él, una abierta y la otra cerrada. Estas enseñanzas, resonándonos a través de los siglos, armonizan maravillosamente con lo que el hombre cree en la actualidad, aunque ahora le da una interpretación materialista a todo. Los viejos videntes de Egipto decían: "Cuando el hombre está en el inframundo, llega a dos puertas; A través de esas dos puertas entra en su sangre y en su ser interior ". El anatomista moderno hablaría de las dos entradas situadas junto a las válvulas del corazón. Si el discípulo quería penetrar en su cuerpo tenía que pasar por la puerta "abierta", porque la puerta "cerrada" está ahí para evitar que el torrente sanguíneo tome un camino equivocado. Estos fenómenos anatómicos son imágenes materiales de lo que los antiguos sabios experimentaron en forma clarividente. Las formas, por supuesto, no eran tan exactas como las estructuras a las que se enfrenta el anatomista moderno, pero representaban lo que percibía la conciencia clarividente cuando contemplaba el ser interior del hombre desde afuera.
La siguiente etapa de la Iniciación de los Misterios de Isis puede describirse de la siguiente manera: El discípulo era conducido a través de las pruebas de Fuego, Aire y Agua, es decir, aprendía a conocer la índole de las envolturas que envolvían su naturaleza Isis. Aprendía a conocer el Fuego que recorre por su cuerpo, usando la sangre como su instrumento; aprendía a saber cómo entra el aire en el cuerpo en forma de oxígeno; Aprendía a conocer su naturaleza acuosa. Fuego, Aire y Agua - la calidez de la respiración, la fluidez de la sangre. Y su conocimiento de las envolturas, de Fuego, Aire y Agua lo purificaban hasta que finalmente alcanzaba su naturaleza Isis. Esto también puede ser expresado diciendo: "Sólo cuando el discípulo llegaba a esta etapa, sentía que realmente había" llegado a sí mismo ", dándose cuenta de su existencia espiritual, ya no limitado a las facultades humanas pertenecientes al mundo exterior sino capaz de mirar el mundo espiritual. En el mundo exterior sólo podemos ver el Sol físico durante el día; Por la noche nos lo oculta la materia. En el mundo espiritual, sin embargo, no es así; En el mundo espiritual el hombre contempla los Poderes espirituales en el mismo momento en que los ojos físicos no están funcionando. En la Iniciación de los Misterios de Isis se decía: "Cuando un hombre es purificado, contempla a los seres espirituales cara a cara; Puede ver el Sol a medianoche. Es decir, cuando la oscuridad prevalece, la vida espiritual y los poderes espirituales primordiales detrás del Sol son visibles para aquellos iniciados en los Misterios de Isis.
Tal era el camino del alma hacia los poderes de Isis, el camino que podía ser atravesado por aquellos que, mientras vivían, buscaban energizar sus fuerzas más profundas del alma. Todavía había Misterios más altos - los verdaderos Misterios de Osiris. En estos Misterios el hombre aprendía cómo a través del poder de Isis podía encontrarse uno con el poder espiritual súprasensible de donde él mismo había salido. - Conocía a Osiris y Osiris surgía dentro de su alma.
Ahora bien, cuando el egipcio antiguo deseaba representar la relación entre Isis y Osiris, utilizaba una escritura extraída de los movimientos del Sol y de la Luna en los Cielos; Utilizaba las relaciones de los otros cuerpos estrellados para expresar las actividades de las otras potestades espirituales. Su escritura era extraída del zodiaco en su condición de reposo relativo, y de los planetas que se movían a través de las constelaciones. En todos los misterios así revelados, el egipcio antiguo veía una escritura espiritual. Él sabía: Nada de lo que está en la Tierra puede ayudarme a expresar lo que el hombre experimenta si él sale a buscar a Osiris con el poder de Isis dentro de él. Las constelaciones estrelladas deben ser su escritura. escritura.
Hermes / Thoth

Hermes o Thoth, el poderoso sabio de la antigüedad, fue reverenciado por los egipcios como quien había tenido la más profunda comprensión de esta relación del hombre con el Cosmos. Fue Hermes quien expresó con la mayor sublimidad la relación de las estrellas con estas Potestades espirituales y con los acontecimientos en el Cosmos. El lenguaje de Hermes era el lenguaje de las estrellas mismas. La relación de Osiris con Isis, por ejemplo, podría explicarse exotéricamente al pueblo en forma de leyendas. Aquellos que se preparaban para la Iniciación fueron enseñados con gran detalle sobre el procedimiento de la luz  del Sol, su reflejo por la Luna, y los maravillosos procesos realizados por la luz cuando pasa de la Luna Nueva a través de diferentes fases a la Luna Llena. Las formas primitivas de escritura se derivan de procesos que tienen lugar en los Cielos. El hombre poco sabe hoy que las consonantes son imágenes de las constelaciones zodiacales, de un elemento cósmico que está en reposo; Las relaciones de las vocales con las consonantes son imágenes de las conexiones entre los Planetas en movimiento y el Zodiaco. Las formas anteriores de las letras del alfabeto eran en este sentido derivadas de los Cielos.
Los antiguos egipcios sentían que el gran Hermes había sido enseñado por los Poderes de los Cielos y que expresaba, en su propio ser, la más profunda vida del alma del hombre. Todo lo que se expresaba en los hechos del hombre, incluso en las actividades diarias donde se necesitaban las ciencias matemáticas, la geometría (que Pitágoras aprendió más tarde de los egipcios), la topografía de la tierra y similares, todo esto se remontaba a la sabiduría de Hermes Que había visto los procesos y fenómenos de la Tierra como reflejos de las actividades celestiales expresados en la escritura estelar. Esta escritura fue aplicada por Hermes en las matemáticas y la geometría y él enseñó a los egipcios a encontrar, en las estrellas, la contrapartida de los sucesos terrenales.
Ahora sabemos que toda la vida de Egipto estuvo profundamente ligada a las inundaciones del Nilo, con los lodos que el Nilo depositaba procedentes de las tierras montañosas del Sur. Y podemos darnos cuenta de lo necesario que fue para los egipcios saber de antemano cuándo ocurrirían estas inundaciones. Calculaban el tiempo según la escritura estelar en los Cielos y cuando Sirius, la estrella de Canis Major, era visible en el Signo de Cáncer, sabían que el Sol pronto entraría en este Signo y que sus rayos encantarían progresivamente todo lo que la inundación del Nilo otorgaba a la tierra. Ellos decían: "Sirio es el Vigilante; Es él quien nos dice lo que está por venir. "Y alzaban la mirada en gratitud a la estrella de Canis Major, a Sirio, porque era él quien les permitía cultivar su tierra correctamente y proporcionarles lo necesario para su vida cotidiana. Miraban hacia atrás a las épocas mas remotas de la antigüedad cuando a la humanidad lo primero que se le enseñó fue que el movimiento de las estrellas es la expresión del poderoso reloj cósmico.
Así los egipcios tomaban consejo de la escritura estelar. Hermes o Thoth era el gran Espíritu que, según las tradiciones más antiguas, había dado la escritura original de la Sabiduría Cósmica y con la inspiración que fluía hacia él desde las estrellas, había construido el alfabeto, había enseñado a los hombres los principios de la agricultura , de la Geometría, la topografía - en resumen todo lo que necesitaban para su vida física. La vida física, sin embargo, no es sino el cuerpo de una vida espiritual, una vida espiritual cósmica de la cual Hermes recibió su inspiración. Así, toda la cultura y la civilización llegaron a estar ligadas al nombre de Hermes, y de hecho los egipcios se sintieron conectados con él en un sentido aún más íntimo.
Supongamos, por ejemplo, que un egipcio que vivía en el año 1322 antes de nuestra era, miraba hacia los Cielos. Contemplaría una cierta constelación. Los antiguos egipcios tenían un método conveniente de calcular las condiciones del tiempo, conveniente, es decir, a efectos de cálculo; Doce meses de treinta días cada uno, con cinco días adicionales - haciendo trescientos sesenta y cinco días en el año. Habían contado así durante siglos, porque el método era realmente una conveniencia matemática. Ahora, como sabemos por la Astronomía, esto deja un cuarto de un día sin contar; Es decir, el año egipcio finalizaba un cuarto de día antes. Si lo cuentan, verán que cada año sucesivo comenzaba un poco antes que el anterior. Así que mes a mes el año retrocedía hasta que, después de un lapso de cuatro veces trescientos sesenta y cinco días volvía al principio. Así sucedió siempre tras un período de mil cuatrocientos sesenta años en que las relaciones celestiales fueron reajustadas con el cálculo terrenal. En el curso de mil, cuatrocientos sesenta años el año retrocedió a través de un ciclo completo. Si calculan hacia atrás esto tres veces desde el año 1322 antes de nuestra era, tendrán la época a la que los egipcios atribuyeron su sagrada sabiduría primitiva. Decían: "En aquellos tiempos antiguos, los hombres poseían la más alta clarividencia. Cada uno de los grandes Años Solar denotaba una etapa en la disminución del poder clarividente. Ahora estamos viviendo en la cuarta etapa. Nuestra cultura ha alcanzado un punto en el que sólo tenemos tradiciones de las enseñanzas de la antigüedad. Pero miramos hacia atrás a través de tres grandes Años Cósmicos a una edad en la que el más grande de nuestros Sabios enseñó a sus discípulos y sucesores lo que hoy poseemos -aunque en forma muy cambiante- en la escritura, las matemáticas, la geometría, la ciencia de la topografía y Astronomía ". Al mismo tiempo, los antiguos egipcios decían:" Nuestros cálculos humanos -que se adhieren a los cómodos números de doce veces treinta mas cinco días suplementarios- dan testimonio de cómo el mundo divino-espiritual debe corregir nuestros asuntos, porque nuestro intelecto nos ha distanciado de Osiris e Isis. No podemos calcular el año con precisión. Pero miramos hacia un mundo oculto donde las Potestades que guían a las estrellas nos corrigen ".
Así, incluso en su cronología, los antiguos egipcios miraban, por decirlo así, más allá de la dudosa capacidad de su intelecto, a los seres y potestades espirituales que vivían en mundos ocultos, quienes, de acuerdo con leyes más profundas, supervisaban, observaban y protegían todo lo que el hombre tenía que experimentar en la tierra. Y en Hermes, o Thoth, reverenciaban al Ser cuya inspiración fluía desde estas atentas Potestades del Cielo. Hermes no sólo era un gran Maestro, sino un Ser a quien los antiguos egipcios miraban con sentimientos de profunda gratitud y reverencia, diciendo: "Todo lo que poseo proviene de Ti. Estuviste allí en días de la antigüedad y ¡oh! Tus bendiciones fluyen al mundo para la curación de los hombres a través de los que han sido tus mensajeros ". Así, tanto la fuente original del Poder -Osiris- como Hermes o Thoth -el Guardián de ese Poder- no sólo eran conocidos por la sabiduría de los antiguos egipcios, sino que sus almas estaban llenas de un profundo sentimiento moral, un sentimiento de reverencia y gratitud. Todas las evidencias externas demuestran que la sabiduría de los egipcios (especialmente en épocas muy antiguas, y más tarde, ya en un grado cada vez más bajo) estaba impregnada de un sentimiento religioso. Todo conocimiento humano estaba ligado a sentimientos de santo admiración, toda sabiduría con piedad, toda ciencia con religión.
En la época egipcia posterior esto ya no aparece en su forma más pura. Puesto que, así como en las épocas sucesivas es la misión de los diversos pueblos expresar lo Espiritual en diferentes formas, así también las diversas civilizaciones empiezan a caer en decadencia cuando ya han alcanzado su zenit. La mayor parte de lo que se ha conservado de la cultura egipcia antigua, pertenece al período de su decadencia y uno sólo puede suponer lo que hay detrás de las maravillosas pirámides, por ejemplo, y los extraños cultos a ciertos animales. Los egipcios sabían: La época en la que la sabiduría misma estaba funcionando estuvo precedida de otra, cuando todos los seres -no sólo el hombre- descendieron de las alturas divino-espirituales. Si queremos entender la íntima naturaleza del hombre, no debemos fijarnos en su apariencia externa, sino penetrar en su ser interior. Lo que vemos externamente son etapas en las que la creación primordial ha quedado retenida; Tales etapas se ven en los tres reinos de la Naturaleza. La primera etapa es el mundo de los minerales y las piedras - las formas que se expresan en las pirámides. La segunda etapa es el mundo de las plantas y las fuerzas interiores de este mundo que se expresan en la flor de loto. La tercera etapa está representada por las formas animales, extendidas, por decirlo así, a lo largo del camino hacia el hombre.Las fuerzas divinas que no han alcanzado la etapa humana se han vertido y cristalizado en las diferentes formas animales. Tales eran los sentimientos del antiguo egipcio cuando contemplaba las fuerzas retardadas de los dioses. Él volvía su mirada a las edades primitivas cuando toda la creación surgió de los Poderes Divinos. Sentía que los Poderes Divinos habían permanecido en una etapa anterior de desarrollo en los seres de los tres reinos inferiores de la Naturaleza y finalmente habían subido a la forma humana en su propio ser. Debemos estar siempre muy atentos a los sentimientos, a la conciencia de los antiguos egipcios, porque entonces nos daremos cuenta de que su sabiduría tuvo un efecto moral en sus almas. Su concepción del mundo divino y de las fuerzas Suprasensibles dio lugar a una relación con los animales, que sólo asumió una forma grotesca cuando la cultura egipcia entró en su período de decadencia. Las imperfecciones de la cultura egipcia posterior no estaban allí al principio cuando estaban llenas de revelaciones espirituales. No debemos - como suele hacerse hoy - atribuir condiciones primitivas y sencillas a las primeras etapas de las civilizaciones. Por el contrario, las condiciones primitivas pertenecen a los períodos de decadencia que se establecen después de que los tesoros espirituales originales se han perdido. Las condiciones bárbaras no deben ser consideradas como los estados originales de la civilización; Son en realidad el resultado de la decadencia de las civilizaciones que han caído de su cumbre espiritual.
Tal declaración puede causar irritación a la ciencia que describe todas las civilizaciones como originadas de viejas condiciones primitivas, como las tribus salvajes que sobreviven hoy. Los estados primitivos de la cultura todavía en existencia deben ser considerados como etapas de la decadencia; Al principio de la vida humana en la Tierra, las primeras civilizaciones fueron inspiradas directamente desde el mundo espiritual por los Seres Espirituales que se colocan detrás de la historia externa. Esto es lo que nos dice la Ciencia Espiritual.
Una vez más se puede preguntar: ¿Puede la ciencia de hoy, al representar como lo hace, las altas cimas de la cultura moderna, entrar en colisión con esta declaración de la Ciencia Espiritual? Me gustaría citar aquí un trabajo reciente de Alfred Jeremias, La Influencia de Babilonia sobre la comprensión del Antiguo Testamento, que muestra que la investigación exterior también ha encontrado su camino de vuelta a una cultura antigua impregnada de concepciones sublimes y de largo alcance y que las llamadas civilizaciones bárbaras deben considerarse como el resultado de la decadencia. Este punto se deja muy claramente en el libro:

"Los registros más antiguos, así como toda la vida cultural de las civilizaciones Mesopotamicas, postulan la existencia de concepciones científicas y al mismo tiempo religiosas no sólo en la sabiduría secreta de los Templos, sino según la cual la organización estatal era regulada, la administración de justicia, el derecho a la propiedad. Cuanto más atrás retrocedamos a los tiempos antiguos, más encontramos el dominio de estas concepciones; Sólo cuando la antigua cultura Mesopotamica entra en su período de decadencia, se hacen sentir otras fuerzas.
La ciencia externa está aquí comenzando a abrir caminos que pueden unirse con lo que la Ciencia Espiritual tiene que introducir en la civilización moderna. Si avanza por estos caminos, gradualmente abandonará la imagen muerta de las condiciones primitivas en el punto de partida de las civilizaciones humanas y pondrá en su lugar a las Grandes Individualidades. Y aparecerán ante nosotros en toda sublimidad porque era su tarea transmitir a los hombres que todavía poseían el poder de la clarividencia, las mayores bendiciones en cada rama de la cultura. Y así mirando hacia atrás a las poderosas figuras de- Zaratustra, Hermes - que parecen tan sublimes porque fueron las primeras en dar los grandes impulsos espirituales a la humanidad en aquellas remotas edades de las cuales el Sabio habló a Solón. Hermes está allí como un gran guía de la humanidad. Al contemplar estas grandes Individualidades, sentimos un fortalecimiento de nuestros propios poderes. Nos damos cuenta de que el Espíritu no sólo vive en el Cosmos, sino que fluye en los hechos cósmicos, en la evolución del hombre mismo. Nuestra propia vida es fortalecida, tenemos mayor confianza en nuestras propias acciones, nuestras esperanzas y propósitos se ven fortalecidos por la contemplación de estas grandes Individualidades. Nosotros, que hemos nacido en tiempos posteriores, miramos hacia ellos, buscando ver realizada nuestra propia existencia en sus portentosos poderes del alma, comprendiendo nuestras propias acciones a la luz del Espíritu eterno que vierte en la humanidad a través de Ellos."