GA233a Dornach 12 de enero de 1924 Las Escuelas Ocultistas en el siglo XVIII y primera mitad del XIXLa iniciación moderna Rosa-Cruz 5ª

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Rudolf Steiner

La iniciación moderna Rosa-Cruz 

quinta conferencia

Dornach 12 de enero de 1924

Hemos visto como el antiguo conocimiento que una vez fue adquirido por medio de la clarividencia instintiva se desvaneció gradualmente en una especie de crepúsculo vespertino. Es difícil encontrar algún rastro de aquella antigua sabiduría en los tiempos modernos, particularmente después del siglo XVIII, porque lo que les he dicho es realmente cierto, a saber, que en los últimos tiempos lo que ha persistido - o más bien, para decirlo más correctamente, lo que sólo recientemente ha hecho su aparición, es la observación externa de la Naturaleza, la Lógica, la secuencia de pensamientos abstractos. Pero ni con la observación externa de la Naturaleza ni con la mera secuencia de pensamientos lógicos abstractos se puede construir un puente para que el hombre a través de el pueda llegar a la realidad. No obstante, gran parte de la sabiduría antigua ha mantenido una especie de existencia en forma tradicional y puede encontrarse incluso hasta mediados del siglo XIX. Y para que podamos orientarnos correctamente a los temas importantes con los que tendremos que tratar, me gustaría hoy hablar más sobre algunas de las ideas que todavía se encontraban en la primera mitad del siglo XIX y que son realmente supervivientes de la antigua sabiduría.

Les cuento estas cosas para que puedan ver cómo en una época no tan lejana, la forma de pensar era sin embargo totalmente diferente a la de hoy. Como dije antes, es sumamente difícil llegar a estas cosas, porque son los individuos aislados -que viven solos o que tienen a su alrededor un pequeño círculo de alumnos- los que llevaron la antigua sabiduría, conservándola en secreto, a menudo sin comprender ellos mismos sus maravillosos y profundos cimientos. Hay que hacer un cuadro similar de las condiciones en las que se encontraban en tiempos aún más antiguos, porque es bastante seguro que los dos personajes que os son familiares bajo los nombres de Fausto y Paracelso se encontraron en el curso de sus vagabundeos con individuos tan solitarios - cavernícolas del alma podemos llamarlos- y aprendieron mucho de ellos; aprendieron de ellos lo que ellos mismos desarrollaron y elaboraron después a través de una facultad interna propia, una facultad que en sus casos también era de naturaleza más bien instintiva.

Lo que ahora voy a relatarles fue, aunque mucho más tarde, en las primeras décadas del siglo XIX. Una vez más encontramos un pequeño grupo, llámenlo escuela si quieren, una escuela solitaria de Europa Central. Allí, en este pequeño círculo, se encontraba una profunda y penetrante enseñanza sobre el hombre. Hace mucho tiempo, en un camino espiritual, me di cuenta de que en cierto lugar de Europa Central existía una pequeña comunidad de hombres con conocimientos. Como he dicho, aprendí a conocerla en un camino espiritual; no pude en ese momento hacer observaciones en el mundo físico, ya que no estaba entonces en el mundo físico, pero de una manera espiritual se me hizo saber que existía una pequeña comunidad de este tipo.

Sin embargo, no debería hablar de lo que se enseñaba en esta pequeña comunidad, si la esencia de lo que se ocultaba en ella no se hubiera revelado posteriormente de nuevo a las investigaciones hechas independientemente por medio de la Ciencia Espiritual; no debería hablar de ello, si yo mismo, por así decirlo, no hubiera encontrado las cosas de nuevo. Porque es justamente en el refinamiento donde se obtiene la orientación correcta de la sabiduría que ha sobrevivido desde tiempos antiguos, y que es verdaderamente sobrecogedora en su grandeza. Desde esta pequeña comunidad de la que hablo, una tradición se remonta a la historia, a través de toda la Edad Media hasta los tiempos de la antigüedad que les describí en las conferencias dadas en la Reunión de Navidad, los tiempos, es decir, de Aristóteles. Sin embargo, la tradición no viene directamente de Grecia, sino de Asia, a través de lo que Alejandro trajo a Asia desde Macedonia.

Dentro de esta pequeña comunidad se conoce y se enseña con toda exactitud una profunda y penetrante enseñanza sobre el Hombre, en especial respecto a dos facultades humanas. Podemos ver allí a un científico espiritual - puede ser llamado así - que es un Maestro completamente desarrollado, instruyendo a sus alumnos. Los símbolos con los que los instruye consisten en ciertas formas geométricas, digamos por ejemplo una forma como esta - (Dos triángulos que se intersectan) - 


   y en los puntos se encuentran generalmente algunas palabras en hebreo. Era imposible encontrar una conexión directa con tales símbolos, no se podía hacer nada con ellos directamente. Y los alumnos de este maestro sabían a través de las instrucciones que recibían que lo que, por ejemplo, Eliphas Levi da más tarde, no es en realidad más que una charla sobre el tema, ya que los alumnos eran en ese momento todavía capaces de aprender cómo el verdadero significado de tales símbolos sólo se alcanza cuando estos símbolos se redescubren en la naturaleza y el ser de la propia organización humana.

Encontramos en particular un símbolo que jugó un gran papel para esta pequeña compañía de hombres. Se obtiene el símbolo cuando se separa esta "Llave de Salomón", de modo que un triángulo desciende y el otro se eleva. El símbolo así obtenido jugó, como dije, una parte significativa incluso en el siglo XIX, dentro de esta pequeña comunidad o escuela.

El Maestro hacía que los miembros de su pequeño círculo de alumnos adoptaran una cierta actitud con sus cuerpos. Tenían que asumir una posición tal que el propio cuerpo, tal como estaba inscrito en este símbolo. Los hacía colocarse con las piernas separadas y los brazos extendidos por encima. Luego, alargando las líneas de los brazos hacia abajo y las líneas de las piernas hacia arriba, estas cuatro líneas se veían en el propio organismo humano. Una línea fue dibujada para unir los pies, y otra para unir las manos por encima. Estas dos líneas de unión se sentían como líneas de fuerza; el alumno se hacía consciente de que realmente existen. Se le hacía evidente que las corrientes pasan, como las corrientes electromagnéticas, de la punta de los dedos izquierdo a la punta de los dedos derecho, y de nuevo del pie izquierdo al pie derecho. Así que en realidad el organismo humano escribe en el espacio estos dos triángulos que se intersectan.

El siguiente paso era que el alumno aprendiera a sentir lo que hay en las palabras: "La luz fluye hacia arriba, el peso se transmite hacia abajo". El alumno tenía que experimentar esto en profunda meditación, de pie en la actitud que he descrito. De este modo, gradualmente llegaba al punto en el que el maestro era capaz de decirle: "Ahora estás a punto de experimentar algo que se practicaba una y otra vez en los antiguos Misterios." Y el alumno alcanzó entonces, en verdad, esta nueva experiencia, es decir, que experimentaba y sentía la propia médula dentro de sus huesos.

Podrán obtener algún sentimiento por estas cosas si relacionan lo que digo con algo que les dije ayer mismo. Les dije entonces, en otra conexión, que si los hombres continúan pensando sólo de manera abstracta como se ha convertido en la costumbre en el curso del tiempo, entonces este vivir en pensamientos abstractos sigue siendo algo externo; el hombre, por así decirlo, se exterioriza a sí mismo. Es exactamente lo opuesto a lo que ocurre cuando, de esta manera, se alcanza una conciencia de los huesos desde el interior.

Pero ahora hay algo más que le ayudará a llegar a una comprensión de la materia. Por paradójico que parezca, es cierto que un libro como mi Filosofía de la Actividad Espiritual no puede ser comprendido por la mera Lógica, debe ser entendido por todo el ser humano. Y de hecho no entenderéis lo que se dice en ese libro sobre el Pensamiento, a menos que sepáis que en realidad el hombre experimenta el Pensamiento por medio del conocimiento interno y el sentimiento de su esqueleto. Un hombre no piensa realmente con el cerebro, piensa con su esqueleto, cuando piensa en pensamientos bien definidos. Y cuando el pensamiento se concreta, como es el caso de la Filosofía de la Actividad Espiritual, entonces éste pasa a todo el ser humano.

Pero ahora los alumnos de este Maestro fueron más allá; aprendieron a sentir el interior, la naturaleza interna, de los huesos. Con ello pudieron experimentar un último ejemplo de lo que se practicaba de múltiples maneras en las antiguas Escuelas de Misterios, aprendieron a experimentar los símbolos convirtiendo su propio organismo en estos símbolos; porque sólo así los símbolos pueden ser experimentados real y verdaderamente. La explicación e interpretación de los símbolos es realmente una tontería; también lo es toda la teorización sobre los símbolos. La verdadera actitud hacia los símbolos es hacerlos y experimentarlos realmente. Es lo mismo que con las fábulas, las leyendas y los cuentos de hadas. - Estos nunca deben ser recibidos de forma meramente abstracta, uno debe identificarse con ellos. Siempre hay algo en el hombre que le permite entrar en todas las figuras del cuento de hadas, que le permite hacerse uno con el cuento de hadas. Y lo mismo ocurre con estos verdaderos símbolos de la antigüedad, que provienen originalmente del conocimiento espiritual; lo he expresado escribiendo estas palabras en su propio idioma.

En los tiempos modernos no tiene mucho sentido si se escriben palabras hebreas, palabras que ya no se comprenden plenamente; porque entonces el hombre que las lee no se reanimará interiormente, no tendrá una experiencia interior del símbolo, sino que se verá limitado por él. Es como si sus huesos se hubieran roto. Y eso es lo que realmente sucede - espiritualmente por supuesto - cuando uno estudia seriamente escritos como los de Eliphas Levi.

Así pues, estos alumnos aprendieron a experimentar el interior de sus huesos. Pero, mis queridos amigos, cuando empiezan a experimentar el interior de los huesos, dejan de estar en sus cuerpos. Si sostienen algo con los dedos a unos pocos centímetros delante de la nariz, el objeto que sostienen no está en ustedes; como tampoco lo que experimentan dentro de los huesos está realmente en ustedes. Se entra en el interior, es cierto, pero sin embargo se sale de sí mismo. Y este salir de uno mismo, este ir a los Dioses, este ir al mundo espiritual, es lo que los alumnos de esa escuela solitaria aprendieron a captar y comprender. Porque aprendieron a conocer las líneas que desde el lado de los Dioses se trazaron en el mundo, las líneas que fueron trazadas por los Dioses para establecer y fundar el mundo. Encontraron en una dirección, a través del hombre, el camino hacia los dioses.

Y entonces el maestro ponía en palabras lo que el alumno estaba experimentando. - Lo expresaba en una frase que naturalmente parecerá ridícula y paradójica para mucha gente hoy en día, pero que sin embargo contiene, como podrán reconocer, una profunda verdad: -

Contemplad al hombre de los huesos,
Y contemplareis la muerte.
Mirad dentro de los huesos
Y veréis el Despertar

es decir, el Desvelador del hombre en el Espíritu, el Ser que pone al hombre en conexión con el mundo de los Dioses.

En el tiempo del que hablamos, no se podía lograr mucho en este camino; sin embargo, se podía lograr algo. Algo de la enseñanza relativa a la evolución de la Tierra a través de diferentes metamorfosis se clarifica para los alumnos. A través de ser capaces de situarse en el ser-Espíritu del Hombre, aprendieron a mirar hacia atrás en los tiempos de la Atlántida y aún más lejos. De hecho, muchas cosas que no estaban escritas o impresas en aquellos tiempos, pero que se relataban de boca en boca sobre la evolución de la Tierra, tuvieron su origen en un conocimiento y comprensión que se produjo de esta manera.

Tal era una de las enseñanzas dadas en esta escuela.

Otra enseñanza también es muy interesante. Esta enseñanza sacaba a la luz de manera práctica la posición superior del hombre con respecto a los animales. Hechos que ponemos en práctica de varias maneras y que son de gran valor para nosotros, fueron conocidos y entendidos incluso ya en el siglo XIX por hombres que basaban su conocimiento en antiguas y buenas tradiciones de conocimiento y perspicacia. Hoy estamos orgullosos de tener perros policías que son capaces de rastrear todo tipo de fechorías en la vida. Este uso práctico no había sido pensado en los tiempos antiguos. Pero la facultad de los perros, por ejemplo, en esta dirección era aún más conocida que hoy en día. El hombre tenía la perspicacia de percibir alrededor del ser humano, una sustancia muy fina, más fina que cualquier cosa que pueda ser vista u olida o sentida de cualquier manera. Y se sabía que hay un fluido fino que pertenece también al mundo en su conjunto. Se reconocía como una diferenciación especial de las corrientes de calor, en unión con toda clase de otras corrientes, que se consideraban electromagnéticas; y el olor del perro estaba conectado con estas corrientes de calor y electromagnetismo. Los alumnos de esa pequeña escuela de la que os he hablado, se fijaron en el mismo tipo de facultad en otros animales también. Se les mostraba cómo este sentido de un fluido fino que fluye a través del mundo estaba presente en muchos animales. Y luego se les indicaba cómo lo que en el caso del animal se desarrolla hacia abajo en dirección a lo grueso y material, en el hombre se desarrolla hacia arriba en una cualidad del alma. Y ahora llegamos a algo que se enseña en esta escuela y que es de gran interés. Se enseñaba con referencia a hechos de anatomía externa, pero se indicaba una verdad profundamente espiritual. Al alumno se le decía: "He aquí que el hombre es un microcosmos; imita en su organismo lo que ocurre en la gran estructura del Universo". El hombre tampoco era considerado como un microcosmos, como un pequeño mundo, solamente en lo que respecta a los procesos que tienen lugar en su interior. Lo que se muestra plásticamente en el hombre, en formas y estructuras plásticas - esto también se refería a los procesos en el mundo exterior.

Así, se prestaba una profunda y solemne atención en esta escuela al paso de la Luna por el Primer Cuarto, Luna Llena, Último Cuarto, Luna Nueva; se aprendía a observar cómo la Luna, de esta manera, pasa por veintiocho a treinta fases. Observaban en el Cosmos el paso de la Luna a través de sus fases. Observaban a la Luna mientras se movía dentro de su órbita. Veían cómo ella describe sus veintiocho a treinta curvas o giros y comprendían cómo el hombre tiene en su columna vertebral estas veintiocho a treinta vértebras y cómo el desarrollo de la columna vertebral en el embrión se corresponde con los movimientos y fuerzas de la Luna. Veían en la forma de la columna vertebral humana la copia del movimiento mensual de la Luna. Y en los veintiocho o treinta nervios que salen de la columna vertebral a todo el organismo, veían una copia de los flujos que la Luna envía continuamente a la Tierra, enviándolos a las diversas etapas de su camino en los cielos. En realidad y literalmente, en estas secuencias de las vértebras veían un reflejo de la afluencia de los flujos lunares. En resumen, en lo que el ser humano lleva dentro de él en los nervios de la médula espinal junto con la médula espinal misma, veían algo que lo une con el Cosmos, que lo lleva a una conexión viva con el Cosmos.

Todo esto que les he indicado le era presentado al alumno. Y luego se le hacía observar algo más. Se le decía a él: "Mirad el nervio óptico: observad cómo va del cerebro al ojo. Verán que en el curso de su paso al ojo está dividido en hilos muy finos. ¿Cuántos hilos? Los hilos que van del nervio óptico al interior del ojo son exactamente tantos como los nervios que salen de la médula espinal; hay de veintiocho a treinta. Así que podemos decir que un sistema de médula espinal en miniatura va desde el cerebro a través del nervio óptico hasta el ojo."

De este modo, el hombre -así se lo decía el maestro a sus alumnos- ha recibido este sistema de treinta fibras de nervios y médula espinal de los dioses, que en la antigüedad primitiva formaron y moldearon su existencia; pero el hombre mismo ha formado, en su ojo, en su ojo que contempla el mundo de los sentidos, una copia del mismo; allí, en la parte delantera de la cabeza el organismo ha formado para sí mismo una copia de lo que los dioses han hecho de él.

Después de esto, la atención del alumno se dirigía a lo siguiente. La organización de la médula espinal se mantiene, como hemos visto, en relación con la Luna. Pero por otro lado, a través de la relación especial que la Luna tiene con el Sol, tenemos un año de doce meses; y del cerebro humano salen doce nervios a las distintas partes del organismo, los doce nervios principales del cerebro. En este sentido, el hombre, en su organización principal, es un microcosmos, en lo que respecta a la relación entre el Sol y la Luna. En toda la forma y figura del hombre se expresa una imitación de los procesos que hay en el cosmos.

A su vez, se le enseñaba al alumno a observar algo más. Ha podido ver cómo en el nervio óptico, a través de la forma en que el nervio óptico se divide en treinta divisiones, el hombre imita el sistema lunar de la columna vertebral. Y ha visto cómo del cerebro salen doce nervios. Pero ahora de nuevo, cuando se examina la parte particular del cerebro que envía el nervio olfativo a la nariz se revela el hecho de que, allí, en esa pequeña porción del cerebro todo el gran cerebro es imitado. Así como en el ojo se imita el sistema de nervios y la médula espinal, en el órgano del olfato se imita todo el cerebro, ya que el nervio olfativo entra en la nariz en doce divisiones, en doce hebras. De modo que el hombre tiene un ser humano real, en miniatura, delante, aquí, en su cabeza. Y luego se le hacía observar que anatómicamente este ser humano en miniatura no es más que una mera indicación.

Las cosas evolucionan de manera diferente; sólo la más minuciosa investigación anatómica podría servir aquí; aunque por otra parte, por así decirlo en compensación, se expresan con especial fuerza en el cuerpo astral. Sin embargo, al tener tan sólo indicaciones de ellas, no pueden ser utilizadas en la vida ordinaria. Sin embargo, podemos aprender a hacerlo. Y así como al alumno se le mostraba cómo experimentar el interior de sus huesos, también se le mostraba cómo experimentar, de una manera realmente viva, esta parte particular de su ser.

Y aquí llegamos a algo que en realidad se parece más a la perspectiva occidental que muchas otras cosas que nos llegan de Oriente. Porque Oriente también habla de esta concentración en la raíz de la nariz, esta concentración en el punto entre las cejas. (Así es como se define el punto exacto.) Pero en realidad esta concentración es una concentración en el hombre en miniatura que está situado en este punto y puede ser captado astralmente. Una meditación puede ser formada de tal manera que permita aprehender algo en la región como un hombre en miniatura en desarrollo embrionario. El alumno de esa escuela recibía esta orientación: aprendía a captar, en un pensamiento intensamente concentrado, una especie de desarrollo embrionario de un ser humano en miniatura.

Por este medio los alumnos que tenían las facultades para ello, desarrollaban la flor de loto de dos pétalos. [Nota: verConocimiento de los mundos superiores y su logro por Rudolf Steiner] Y entonces se les decía: El animal desarrolla esta facultad hacia abajo, hacia el fluido del calor y del electromagnetismo. El hombre, por otro parte, desarrolla en el astral lo que tiene su lugar aquí en la cabeza y la nariz. A primera vista parece ser sólo un sentido del olfato, pero la facultad, la actividad del ojo participa en él. El hombre desarrolla esto en el astral. Adquiere la facultad por la cual es capaz, no sólo de seguir ese fluido como lo hacen los animales, sino de evocar el continuo intercambio con la luz astral, y de percibir por medio de la flor de loto de dos pétalos lo que está continuamente escribiendo en la luz astral durante toda su vida. El perro sólo huele lo que ha quedado, lo que está allí presente. El hombre tiene una experiencia diferente. En la medida en que se mueve con su flor de loto de dos pétalos, aunque no pueda percibir con ella, está escribiendo para siempre todo lo que está en sus pensamientos en la luz astral; y ahora adquiere la facultad que le permite seguir lo que ha escrito y percibir al mismo tiempo otra cosa, a saber, la verdadera diferencia entre el Bien y el Mal.

De esta manera, los ecos de los antiguos tesoros primitivos de sabiduría estaban todavía presentes, de los cuales los rudimentos todavía se enseñaban en días posteriores, incluso de manera práctica. Y podemos ver cuánto se ha perdido bajo la influencia de las corrientes materialistas que comenzaron a trabajar tan forzosamente a mediados del siglo XIX. Porque las cosas que os he estado indicando eran todavía, al menos hasta cierto punto, experimentadas y conocidas en ciertos círculos, aunque aislados y eremíticos. Y en los más variados dominios de la vida el conocimiento todavía se derivaba de tales fuentes ocultas, conocimiento que más tarde fue totalmente ignorado, y que muchos hoy en día anhelan encontrar de nuevo. Pero debido a los crudos métodos que prevalecen en nuestro tiempo, la cognición externa no puede recuperarla.

Ademas, junto con todo lo que se enseñaba a los alumnos de ese pequeño círculo, había una enseñanza especial y definitiva. Al alumno se le mostraba que cuando hace uso del órgano que es realmente un órgano de olor elevado a la luz astral, entonces aprende a conocer la verdadera sustancia de todas las cosas, aprende a conocer la materia. Y cuando llega al conocimiento del interior de su sistema óseo, y por lo tanto aprende a conocer la verdadera y auténtica Geometría del Mundo, a conocer la forma en que las fuerzas han sido inscritas en el mundo por los Dioses, entonces aprende a comprender las Formas que trabajan en las cosas del mundo. Por tanto, si queréis aprender a conocer el Cuarzo en su sustancia - así se le decía al alumno - entonces miradlo en la flor de loto de dos pétalos. Si queréis aprender a conocer su forma cristalina, aprender cómo se le da forma a la sustancia, entonces debéis extraer esta forma del Cosmos con el poder de percepción que podéis obtener viviendo la experiencia del interior del sistema óseo.

También, el alumno era enseñado de la siguiente manera. - Si usas tu órgano de la cabeza, entonces aprendes a saber cómo se forma una planta con respecto a la sustancia. Si aprendes a experimentar el interior de tu sistema óseo, entonces aprendes a saber cómo crece una cierta planta, por qué tiene tal o cual forma de hoja, tal o cual arreglo de sus hojas, por qué despliega sus flores de tal o cual manera.

Todo lo que es Forma debe ser entendido de una manera, todo lo que es Sustancia de otra manera. Y es realmente interesante encontrar, cuando volvemos a Aristóteles, cómo hace esta distinción con respecto a todo lo que existe, la distinción entre la Forma y la Sustancia. En épocas posteriores, por supuesto, se enseñó de una manera meramente abstracta.

En la corriente que vino de Grecia a Europa, la abstracción con la que estas cosas fueron expuestas en los libros fue suficiente para llevarnos a la desesperación; esto continuó durante toda la Edad Media, y en tiempos aún más recientes ha ido de mal en peor. Pero si se vuelve a Aristóteles, se encuentra que, con él, las Formas realmente conducen a la experiencia que describí, se encuentra con él la verdadera comprensión de las cosas que es capaz de ver en cada cabeza lo que él llama la Materia o Sustancia en las cosas. Esta visión que poseía Aristóteles fue el aspecto de su enseñanza que fue llevada a Asia.

Pero ahora el conocimiento interno - es decir, el conocimiento que está de acuerdo con los Registros Akásicos - el conocimiento interno de la filosofía enseñada en Grecia, nos señala algo de lo que naturalmente sólo podría dar una indicación externa en mis Enigmas de Filosofía, donde mostré cómo Aristóteles sostenía el punto de vista de que en el Hombre, la Forma y la Materia fluyen entre sí; en el Hombre, la Materia es la Forma y la Forma la Materia. Encontrarán esto donde hablo del Espíritu en Enigmas de Filosofía.

El mismo Aristóteles, sin embargo, lo enseñó de una manera muy diferente. Aristóteles enseñó que cuando te acercas a los minerales, experimentas en primer lugar su forma por medio del interior de los huesos de la parte inferior de la pierna, y experimentas su sustancia en el órgano de la cabeza. Los dos están muy separados. El hombre los mantiene separados, la Forma y la Sustancia; en el propio reino mineral se unen en la cristalización. Cuando el hombre llega a comprender la planta, entonces experimenta su Forma por medio de su experiencia del interior del fémur, su Sustancia además por medio del órgano de la cabeza, la flor de loto de dos pétalos. Las dos experiencias ya se han acercado un poco más. Y cuando el hombre experimenta el animal, entonces siente el animal en su Forma a través de la experiencia que tiene del interior de los huesos de la parte inferior del brazo, y también siente su Sustancia a través del órgano de la cabeza - esta vez los dos están muy cerca uno del otro. Y si ahora el hombre experimenta al hombre mismo, entonces experimenta la forma del hombre a través del interior del brazo superior que está conectado con el cerebro por medio de la formación del habla. He hablado a menudo de esto en mis palabras introductorias sobre la Euritmia. Allí la flor de loto de dos pétalos se une con lo que va desde el interior del brazo hasta el cerebro. Y particularmente en el habla experimentamos que nuestro prójimo ya no está dividido en cuanto a la forma y el contenido, sino como uno tanto en la forma como en el contenido.

Esta enseñanza aún sobrevivió en toda su concreción en la época de Aristóteles. Y como hemos dicho, un rastro de ella todavía puede ser encontrado hasta el siglo XIX. Pero allí llegamos a un abismo. En los años 40 del siglo XIX estas cosas se perdieron total y completamente. Y el abismo duró hasta el final del siglo XIX cuando la llegada de la Era de Miguel da la posibilidad de que estas verdades se encuentren de nuevo. Sin embargo, cuando los hombres cruzan este abismo, en realidad están cruzando un umbral. Y en el umbral se encuentra un Guardián. Los hombres no pudieron ver a este Guardián cuando lo pasaron entre los años 1842 y 1879. Pero ahora deben, por su propio bien, mirar atrás y tomar nota de él. Porque seguir sin hacerle caso y vivir en los siguientes siglos sin hacerle caso traería terribles problemas a la humanidad.



GA233a Dornach 11 de enero de 1924 - El conocimiento del corazón y la actitud de las escuelas rosacruces

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Dornach 11 de enero de 1924


Lo que les he estado explicando en las últimas conferencias requiere ser llevado un poco más allá. He tratado de darles una imagen del flujo del conocimiento espiritual a través de los siglos, y de la forma que ha tomado en los últimos tiempos, y he podido mostrar cómo desde el siglo XV hasta finales del XVIII o incluso principios del XIX, el conocimiento espiritual que estaba presente antes de ese período como conocimiento claro y concreto aunque instintivo, se mostraba en esta época posterior más en una devoción de corazón y alma hacia lo Espiritual, hacia todo lo que es del Espíritu en el mundo.

Hemos visto cómo el conocimiento que el hombre poseía de la Naturaleza y de cómo actúa el mundo espiritual en la Naturaleza, sigue presente en los siglos XI, XII y XIII. En una personalidad como Agripa de Nettesheim, a quien he descrito en mi libro Mística y Pensamiento Moderno, estamos ante alguien que todavía poseía plenamente el conocimiento, por ejemplo, de que en los diversos planetas de nuestro sistema hay Seres espirituales de carácter y clase bastante definidos.

En sus escritos, Agripa de Nettesheim asigna a cada planeta lo que él llama la Inteligencia del planeta. Esto apunta a las tradiciones que aún existían desde tiempos antiguos, e incluso en su época eran algo más que tradiciones. Mirar a un planeta de la forma en que se hizo costumbre en la Astronomía posterior y que aún es costumbre hoy en día, habría sido completamente imposible para un hombre como Agripa de Nettesheim. El planeta externo, es más, cada estrella externa no era más que un signo, un anuncio, por así decirlo, de la presencia de Seres espirituales, a los que se podía mirar con el ojo del alma, cuando se miraba en dirección a la estrella. Y Agripa de Nettesheim sabía que los Seres que están unidos a las estrellas individuales son los Seres que rigen la existencia interna de la estrella o del planeta, rigen también los movimientos del planeta en el Universo, toda la actividad de la estrella particular. Y a tales Seres los llamó: la Inteligencia de la estrella.

Agripa también sabía cómo, al mismo tiempo, los Seres obstaculizadores trabajan desde la estrella, Seres que socavan las buenas acciones de la estrella. Ellos también trabajan desde la estrella y también dentro de ella; y a estos Seres los llamó Demonios de la estrella. Y junto con este conocimiento iba un entendimiento de la Tierra, que veía en la Tierra también un cuerpo celestial que tenía su Inteligencia y su Demonio. Sin embargo, la comprensión de la Inteligencia de la estrella y la Demonología de la estrella se fue perdiendo poco a poco, con todo lo que ello implicaba. Lo que estaba esencialmente involucrado en ella puede ser expresado de la siguiente manera.

Por supuesto, la Tierra era considerada como gobernada en su actividad interna, en su movimiento en el Cosmos, por Inteligencias a las que se podía agrupar bajo el nombre de la Inteligencia de la estrella terrestre. Pero, ¿cuál era la inteligencia de la estrella terrestre para los hombres de la época de Agripa? Es extremadamente difícil hoy en día incluso hablar de estas cosas, porque las ideas de los hombres han sobrepasado los límites de lo que era aceptado como algo natural en aquellos tiempos por los hombres de inteligencia y entendimiento. La inteligencia de la estrella terrestre era el propio hombre, el ser humano como tal. Veían en el Hombre un ser que había recibido una tarea de la Espiritualidad de los Mundos, no sólo, como el hombre moderno cree, para caminar por la Tierra, o viajar por ella en trenes, para comprar y vender, para escribir libros, y así sucesivamente - no, concebían al Hombre como un ser al que el mundo Espiritual le había dado la tarea de gobernar y regular la Tierra, para traer la ley y el orden en todo lo que tiene que ver con el lugar de la Tierra en el Cosmos. Su concepción del hombre se expresaba diciendo: A través de lo que es, a través de las fuerzas y poderes que lleva dentro de su ser, el Hombre da a la Tierra el impulso para su movimiento alrededor del Sol, para su movimiento más allá en el Espacio Universal.

En realidad, todavía había un sentimiento para esto. Se sabía que al Hombre le había sido asignada una vez la tarea, que el Hombre había sido realmente designado como el Señor de la Tierra por la Espiritualidad Mundial, pero que en el curso de su evolución no se había mostrado a la altura de la tarea, había caído de su alto estado. Cuando los hombres hablan de conocimiento hoy en día es muy raro que se escuche un último eco de esta visión. Lo que encontramos en las creencias religiosas sobre la Caída se remonta en última instancia a esta idea, ya que el punto es que originalmente el hombre tenía otra posición en la Tierra y en el Universo de la que tiene hoy en día; ha caído de su alto estado. Dejando a un lado sin embargo esta concepción religiosa y considerando el reino del pensamiento, donde los hombres piensan que tienen el conocimiento que han alcanzado por métodos definidos y correctos, únicamente aquí y allá podemos encontrar hoy en día un eco del antiguo conocimiento que una vez provenía de la clarividencia instintiva, y que era muy consciente de la tarea del Hombre y de su Caída en sus actuales y estrechas limitaciones.

Todavía puede suceder, por ejemplo, que uno tenga una conversación con una persona - estoy aquí relatando hechos - que haya pensado muy profundamente, que también haya adquirido un conocimiento muy profundo sobre este o aquel asunto en el ámbito espiritual. La conversación gira en torno a si el hombre, tal y como se encuentra en la Tierra hoy en día, es realmente una criatura autónoma, que lleva todo su ser y su naturaleza dentro de él. Y una personalidad como la que he descrito les dirá que esto no puede ser. El hombre debe ser en realidad en su naturaleza un ser mucho más completo - de lo contrario no podría tener el empeño que tiene ahora, no podría desarrollar el gran idealismo del que podemos ver tan finos y elevados ejemplos; en su verdadera naturaleza el hombre debe ser un ser grande y completo, que ha cometido de un modo u otro un pecado cósmico, como consecuencia del cual ha sido desterrado dentro de los límites de esta presente existencia terrenal, de modo que hoy está realmente recluido como en una jaula. Usted todavía puede encontrarse con esta visión aquí y allá como un rezagado tardío, por así decirlo. Pero hablando en general, ¿dónde encontraremos a alguien que se considere un científico, que se ocupe seriamente de estas grandes y trascendentales cuestiones? Y sin embargo, sólo afrontándolas el hombre puede encontrar el camino hacia una existencia digna de él como hombre.

Fue así realmente pues, como el Hombre fue considerado como el portador de la Inteligencia de la Tierra. Pero ahora, una persona como Agripa de Nettesheim atribuyó a la Tierra también un Demonio. Cuando volvemos al siglo XII o XIII, encontramos que este Demonio de la Tierra era un Ser que sólo podía convertirse en lo que se convirtió en la Tierra, porque encontró en el Hombre la herramienta para su actividad.

Para entender esto, debemos familiarizarnos con la forma en que los hombres pensaban sobre la relación de la Tierra con el Sol, o del hombre terrestre con el Sol, en aquellos días. Y si ahora voy a describirles cómo entendían esta relación, entonces debo hablar de nuevo en Imaginaciones: para que estas cosas no se vean encasilladas en conceptos abstractos. Los conceptos abstractos vinieron después, y están muy lejos de poder abarcar la verdad; por lo tanto tenemos que hablar en imágenes, en Imaginaciones.

Aunque, como he descrito en mi Ciencia Oculta, el Sol se separó de la Tierra, o más bien separó a la Tierra de sí mismo, es sin embargo la morada original del Hombre. Desde el principio de la existencia de Saturno, el hombre estuvo unido a todo el sistema planetario, incluyendo el Sol. El hombre no tiene su hogar en la Tierra, la Tierra es sólo un lugar de descanso temporal. Él es en verdad, de acuerdo con la visión que predominaba en aquellos tiempos antiguos, un ser Solar. Está unido en todo su ser y existencia con el Sol. Y ya que esto es así, debería, como ser solar, estar en la Tierra de una manera muy diferente a como lo está en realidad. Debería estar en la Tierra de tal manera que bastara con que la Tierra tuviera el impulso de producir la semilla del hombre en forma etérica a partir de los reinos mineral y vegetal, y que el Sol fructificara la semilla producida por la Tierra. De ahí debería surgir la forma humana etérica, que debería establecer por sí misma su propia relación con las sustancias físicas de la Tierra, y asumir por sí misma la sustancialidad de la Tierra. Los contemporáneos de Agripa de Nettesheim - el propio conocimiento de Agripa fue, desafortunadamente, algo nublado, pero mejores contemporáneos suyos sostuvieron realmente el punto de vista de que el Hombre no debería nacer de la manera terrenal que ahora es, sino que el Hombre debería realmente nacer en su cuerpo etérico a través de la interrelación del Sol y la Tierra, y sólo después, yendo alrededor de la Tierra como un ser etérico, darse a sí mismo forma terrenal. Las semillas del hombre deben crecer en la Tierra con la pureza de la vida vegetal, apareciendo aquí y allá como frutos etéricos de la Tierra, brillando oscuramente; éstos deben entonces en una cierta estación del año ser iluminados, por así decirlo, por la luz del Sol, y de esta manera asumir la forma humana, pero todavía etérica; entonces el hombre debe atraer hacia sí la sustancia física - no del cuerpo de la madre, sino de la Tierra y todo lo que hay en ella, incorporándola a sí mismo desde los reinos de la Tierra. Así -pensaron- debería haber sido la forma de la aparición del Hombre en la Tierra, de acuerdo con los propósitos del Espíritu de los Mundos.

Y el desarrollo que vino después se debió al hecho de que el Hombre había permitido despertar en su interior un impulso demasiado profundo, un deseo demasiado intenso por lo terrenal y material. Por lo tanto, perdió su conexión con el Sol y el Cosmos, y sólo pudo encontrar su existencia en la Tierra en la forma de la corriente de la herencia. Sin embargo, el Demonio de la Tierra comenzó su trabajo, porque el Demonio de la Tierra no habría sido capaz de hacer nada con los hombres nacidos en el Sol. Cuando el hombre nacido en el Sol vino a habitar la Tierra, habría sido en verdad la Cuarta Jerarquía. Y se habría tenido que hablar del Hombre de la siguiente manera. Uno tendría que haber dicho: Primera Jerarquía: Serafines, Querubines, Tronos; Segunda Jerarquía: Exusiai, Dinamis, Kyriotetes; Tercera Jerarquía: Ángeles, Arcángeles, Arkai; Cuarta Jerarquía: El hombre - tres diferentes tonos o gradaciones de lo humano, pero sin embargo constituyendo la Cuarta Jerarquía.

Pero debido a que el hombre dio rienda suelta a sus fuertes impulsos en dirección a lo físico, se convirtió, no en el ser en la rama más baja, por así decirlo, de las Jerarquías, sino en el ser en la cumbre de la rama más alta de los reinos terrenales: reino mineral, reino vegetal, reino animal, reino humano. Esta era la imagen de cómo el hombre estaba en el mundo.

Además, debido a que el hombre no encuentra su tarea adecuada en la Tierra, la Tierra misma tampoco ocupa su posición correcta y digna en el Cosmos. Porque desde que el Hombre ha caído, el verdadero Señor de la Tierra no está allí. ¿Qué ha sucedido? El verdadero Señor de la Tierra no está allí, y se hizo necesario que la Tierra, al no ser gobernada por sí misma en su lugar en el Cosmos, fuera gobernada desde el Sol; de modo que las tareas que realmente deberían llevarse a cabo en la Tierra recayeron en el Sol. El hombre de la época medieval miraba hacia el Sol y decía: En el Sol hay ciertas Inteligencias. Determinan el movimiento de la Tierra en el Cosmos; gobiernan lo que sucede en la Tierra. El hombre debería, en realidad, hacer esto; las fuerzas del Sol deberían actuar en la Tierra a través del hombre para la existencia de la Tierra. De ahí esa significativa concepción medieval que era expresada en las palabras: El Sol, el Príncipe ilegal de este mundo.

Y ahora reflexionen, mis queridos amigos, cuán infinitamente se profundizó el Impulso de Cristo a través de tales concepciones. El Cristo se convirtió, para estos hombres medievales, en el Espíritu que no estaba dispuesto a encontrar su tarea posterior en el Sol, que no permanecería entre aquellos que dirigían la Tierra de manera ilegal desde el exterior. Él quería tomar su camino desde el Sol a la Tierra, para entrar en el destino del Hombre y el destino de la Tierra, para experimentar los eventos de la Tierra y pasar por los caminos de la evolución de la Tierra, compartiendo la suerte del Hombre y de la Tierra.

Con ello, para el hombre medieval, el Cristo es el único Ser que en el Cosmos salvó la tarea del Hombre en la Tierra. He ahí la conexión. Ahora pueden ver por qué, en tiempos de los Rosacruces, se le insistía una y otra vez al alumno: "Oh, hombre, no eres lo que eres; el Cristo tuvo que venir, para quitarte tu tarea, para poder realizarla por ti."

Mucho en el Fausto de Goethe proviene de los conceptos medievales, aunque el mismo Goethe no lo entendió. Recordad, mis queridos amigos, cómo Fausto conjura el Espíritu de la Tierra. Si uno tiene estas ideas medievales dentro de sí mismo, entonces siente muy profundamente cómo este espíritu terrestre, el Fausto, conjura, habla de cómo se enrolla arriba y abajo en una tormenta de acción, nacimiento y tumba, un tejido eterno, una vida ferviente, que crea en el telar rugiente del tiempo y trabaja la vestimenta de la vida divina. ¿A quién está evocando realmente Fausto? El propio Goethe, cuando escribía a Fausto, seguramente no lo sabía del todo. Pero si volvemos de Goethe al Fausto medieval y escuchamos este Fausto medieval en el que vivía la sabiduría rosacruz, entonces aprendemos cómo él también quería invocar un espíritu. ¿Pero a quién quería invocar en el Espíritu de la Tierra? Nunca habló del Espíritu de la Tierra, sino del Hombre. El profundo anhelo y esfuerzo del hombre medieval era: ser el Hombre. Porque sentía y sabía que como hombre de la Tierra no es verdaderamente hombre. ¿Cómo se puede volver a encontrar la hombría? La forma en que Fausto es rechazado, empujado por un lado por el Espíritu de la Tierra es una imagen de cómo el hombre en su forma terrenal es rechazado por su propio ser. Y es por esto que muchos relatos de conversión al cristianismo en la Edad Media muestran una profundidad de sentimiento tan extraordinaria. Están llenos de la sensación de que los hombres se han esforzado por alcanzar la hombría que se ha perdido, y han tenido que renunciar en la desesperación, han desesperado con razón de poder encontrar en sí mismos, dentro de la vida física terrenal, esta verdadera y genuina hombría; y así han llegado al punto en que deben decir: El esfuerzo humano por la verdadera hombría debe ser abandonado, el hombre terrenal debe dejar que el Cristo cumpla la tarea de la Tierra.

En esta época, cuando la relación del hombre con la verdadera hombría así como su relación con el Cristo todavía se entendía en lo que yo llamaría una manera suprapersonal-personal - en esta época el conocimiento del Espíritu, la visión del Espíritu era todavía una cosa real, era todavía un contenido de la experiencia. Dejó de serlo en el siglo XV. Luego vino el tremendo cambio, que nadie entendió realmente. Pero los que saben de estas cosas saben cómo en el siglo XV, en el XVI y aún más tarde, hubo una escuela rosacruz, aislada, apenas conocida en el mundo, donde una y otra vez se educaron algunos alumnos, y donde sobre todo se cuidó de que una cosa no se olvidara sino que se conservara como una tradición sagrada. Y esto era lo siguiente. - Se lo daré en forma de narración.

Digamos que un nuevo alumno llegó a este lugar solitario para recibir preparación. Por primera vez se le presentó el llamado sistema Ptolemaico, en su verdadera forma, tal y como se había transmitido desde la antigüedad, no en la forma trivial en que se explica hoy en día como algo que ha sido suplantado hace mucho tiempo, sino de una forma totalmente diferente. Al alumno se le mostraba cómo la Tierra real y verdaderamente lleva dentro de sí las fuerzas necesarias para determinar su camino a través del Universo. De modo que para tener una imagen correcta del Mundo, debe ser dibujada en el antiguo sentido Ptolemaico: la Tierra debe situarse para el Hombre en el centro del Universo, y las otras estrellas en sus correspondientes revoluciones deben ser controladas y dirigidas por la Tierra. Y se le decía al alumno: Si uno estudia realmente cuáles son las mejores fuerzas de la Tierra, entonces no se puede llegar a otra concepción del mundo que ésta. En realidad, sin embargo, no es así. No es así por el pecado del hombre. Debido al pecado del hombre, la Tierra - por así decirlo, de una manera no autorizada y errónea - se ha convertido en el reino del Sol; el Sol se ha convertido en el regente y gobernante de las actividades terrestres. Así, en contradicción con un Sistema del Mundo dado por los Dioses a los hombres con la Tierra en el centro, podría ahora establecerse otro Sistema, que tiene al Sol en el centro, y la Tierra girando alrededor del Sol - es el sistema de Copérnico.

Y al alumno se le instruía que aquí hay un error en el Cosmos, un error en el Universo causado por el pecado humano. Este conocimiento le era confiado al alumno y tenía que grabarlo profundamente en su corazón y alma. - Los hombres han derrocado el antiguo Sistema del Mundo (así hablaba el maestro) y han puesto otro en su lugar; y no saben que este otro, que consideran correcto, es el resultado de su propia culpa humana. En realidad no es otra cosa que la expresión, la revelación de la culpa humana, y sin embargo los hombres lo toman como la visión correcta y acertada. ¿Qué ha sucedido en los últimos tiempos? La ciencia ha sufrido una caída por la culpa del hombre. La ciencia se ha convertido en una ciencia del demonio.

A finales del siglo XVIII estas comunicaciones se hicieron imposibles, pero hasta entonces siempre había alumnos de alguna escuela rosacruz solitaria, que recibían su alimento espiritual imbuidos de este sentimiento, de esta profunda comprensión.

Incluso un hombre como Leibnitz, el gran filósofo, fue llevado por su propio pensamiento y deliberación a tratar de encontrar en algún lugar un lugar de aprendizaje donde la relación entre los sistemas copernicano y tolemaico pudiera ser correctamente formulada. Pero no fue capaz de encontrar tal lugar.

Cosas como esta necesitan ser conocidas si se quiere entender correctamente, en todos sus matices de significado, el gran cambio que ha ocurrido en los últimos siglos en la forma en que el hombre se ve a sí mismo y al Universo. Y con este debilitamiento de la conexión viva del hombre consigo mismo, con este alejamiento del hombre de sí mismo vino después la tendencia a aferrarse al intelecto externo que hoy en día rige todo. ¿Es este intelecto externo una experiencia verdaderamente humana? No, porque si fuera una experiencia humana, no podría vivir tan externamente en la humanidad como lo hace. El intelecto no tiene realmente ningún tipo de conexión con lo que es individual y personal, con el hombre individual; es como un convencionalismo. No fluye de la experiencia humana interna, sino que se acerca al hombre como algo externo a él.

Se puede sentir cómo el intelecto se volvió externo comparando la forma en que Aristóteles mismo impartía su Lógica a sus alumnos con la forma en que se enseñaba mucho más tarde, digamos en el siglo XVII. - Recordarán cómo Kant dice que la Lógica de Aristóteles no ha avanzado desde su tiempo. - En la época de Aristóteles, la Lógica todavía era completamente humana. Cuando un hombre era enseñado a pensar lógicamente, tenía un sentimiento como si - si de nuevo se me permite expresarme en términos imaginativos - como si estuviera metiendo su cabeza en agua fría y por lo tanto se distanciara de sí mismo por un momento; o bien tenía un sentimiento como el que Alexander expresó cuando Aristóteles quiso impartirle la Lógica: ¡Estás presionando todos los huesos de mi cabeza! Es la sensación de algo externo. Pero en el siglo XVII esta externalidad fue tomada como algo natural. Los hombres aprendieron cómo de la premisa mayor y menor debe deducirse lo consecuente. Aprendieron lo que encontramos tratado tan irónicamente en el Fausto de Goethe:

"El primero fue así, el segundo así.
Por lo tanto, el tercero y el cuarto son así:
y si el primero y el segundo no lo eran, entonces...
¡El tercero y el cuarto nunca habían sido!
Allí tu espíritu será taladrado y preparado,
Como constreñido dentro de unas botas españolas".

Pero en la época en que la Lógica comenzó a enseñarse en las escuelas ya no se sentía esta externalidad del pensamiento abstracto. Hoy en día, por supuesto, esto ha cesado más o menos. La lógica ya no se enseña específicamente en las escuelas. Es más bien como si hubiera habido una vez un tiempo en que cientos y cientos de personas se habían puesto el mismo uniforme bajo la dirección, y lo hicieron con entusiasmo, y luego llegó un momento en que lo hicieron por su propia voluntad sin pensarlo.

Sin embargo, durante todo el tiempo en que la Lógica de lo abstracto estaba ganando terreno, el antiguo conocimiento espiritual era incapaz de seguir adelante. Por lo tanto, vemos que a su vez se vuelve externo y asume una forma de la que se encuentran ejemplos en los escritos de Eliphas Levi o en las publicaciones de San Martín. Estos son los últimos brotes del antiguo conocimiento y visión del espíritu.

¿Qué encontramos en un libro como el de Eliphas Levi, El Dogma y Ritual de la Alta Magia? En primer lugar hay todo tipo de signos - Triángulos, Pentagramas y así sucesivamente. Encontramos palabras de lenguajes en uso en épocas pasadas, especialmente del hebreo. Y encontramos que lo que en épocas anteriores era la vida y al mismo tiempo el conocimiento que podía pasar a la acción del hombre y a las ideas del hombre - esto que encontramos se ha quedado sin ideas por un lado, y por otro lado ha degenerado en magia externa. Se especula sobre el significado simbólico de tal o cual signo, con respecto al cual el hombre moderno, si es honesto, tendría que confesar que no puede encontrar nada particular en él. También hay prácticas relacionadas con todo tipo de ritos, mientras que los que hablaban de estos ritos y los practicaban frecuentemente estaban lejos de tener una noción clara de su conexión espiritual. Tales libros son invariablemente indicadores de lo que una vez se comprendió en la antigüedad, fue una experiencia de conocimiento interno, pero cuando Eliphas Levi, por ejemplo, escribía sus libros, ya no se comprendía. En cuanto a San Martín - de él ya he escrito en el Goetheanum Weekly.

Por lo tanto, vemos cómo lo que una vez estuvo entretejido en el alma y el espíritu de la vida del hombre, no pudo mantenerse allí sino que cayó víctima de una completa falta de comprensión. El impulso común y la lucha por la Divinidad que se muestra en el sentimiento del hombre desde el siglo XV hasta el XVIII y XIX es genuino y verdadero. En este impulso se encuentran cosas bellas, cosas encantadoras y sublimes. Mucho de lo que ha venido de estos tiempos y que es muy poco notorio hoy en día tiene como un aliento mágico - el genuino hechizo de lo Espiritual.

Sin embargo, junto a todo esto, está brotando una semilla, la semilla de la falta de comprensión de las antiguas verdades espirituales. Tenemos con ello un proceso de endurecimiento, osificación y una creciente imposibilidad de acercarse a lo Espiritual de una manera acorde con la época. Nos encontramos con hombres del siglo XVIII que hablan de la caída de todo lo humano y del auge de un terrible materialismo. A menudo parece que lo que dicen estos hombres del siglo XVIII se aplica también a nuestro tiempo. Y sin embargo no es así; lo que dicen no se aplica a los dos últimos tercios del siglo XIX. Porque en el siglo XIX se ha alcanzado una nueva etapa. Lo que todavía se consideraba en el siglo XVIII con cierto aborrecimiento por su carácter demoníaco, ha llegado a ser tomado como algo natural. Los hombres del siglo XIX no tenían el poder de decir: ¡Copérnico! - Sí; pero tal concepción del Universo sólo pudo surgir porque el hombre no se convirtió en la Tierra en lo que debería haberse convertido, y así la Tierra quedó sin gobernante, y el gobierno pasó a los señores injustos del mundo (la expresión se repite una y otra vez en los escritos medievales), éstos asumieron el liderazgo de la Tierra - incluso cuando Cristo dejó el Sol y se unió al destino de la Tierra.

Sólo ahora, a finales del siglo XIX, ha vuelto a ser posible mirar estas cosas con una visión clara como la que poseía el hombre en la antigüedad; sólo ahora en la Era de Micael ha vuelto la posibilidad. Hemos hablado repetidamente de los albores de la Era de Micael, y de su carácter. Pero hay tareas que pertenecen a esta Era de Micael, y es posible ahora señalar estas tareas, después de todo lo que hemos estado considerando en la Reunión de Navidad y desde entonces, sobre la evolución de la visión del Espíritu a través de los siglos.

GA233a Dornach 6 de enero de 1924 -El tiempo de transición -La iniciación moderna Rosa-Cruz

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Rudolf Steiner

La iniciación moderna Rosa-Cruz

Dornach 6 de enero de 1924

tercera conferencia

Ayer les hablé de la forma especial en que los resultados de la investigación en el ámbito del conocimiento espiritual se comunicaban en la Edad Media. Esta forma fue, por así decirlo, el último acto antes de que se cerrara una puerta para la evolución del espíritu humano, una puerta que había estado abierta durante muchos siglos y a la que se le había dado entrada por medio de un don y una facultad natural en el mundo espiritual. La puerta se cerró cuando llegó el momento de que el hombre, en lo que respecta a sus facultades instintivas, se colocara fuera del reino de la Voluntad divina-espiritual que lo gobernaba. A partir de ese momento tuvo que encontrar en su propio ser interior, en su propia voluntad, la posibilidad de desarrollar la libertad consciente en el alma.

Todos los grandes movimientos de la evolución, sin embargo, tienen lugar lentamente, gradualmente, paso a paso. Y la experiencia que había logrado el alumno cuando el maestro lo llevó a las alturas del Éter y a las profundas grietas de la Tierra -incluso en aquellos tiempos ya no era posible en la forma que había tomado en los antiguos Misterios- esta experiencia estaba ahora, en tiempos posteriores, directamente conectada con una experiencia de la Naturaleza (aunque no con la Naturaleza en la propia superficie de la Tierra) que llegó al hombre en una forma más inconsciente.

Piensen por un momento como era con aquellas personas que se esforzaban por obtener el conocimiento sobre el año 1200 y a través del siglo siguiente. Habían oído decir que, poco tiempo antes, los alumnos todavía podían encontrar maestros, como el que les dije ayer; pero ellos mismos se dirigían al pensar humano como medio para alcanzar el conocimiento.

En los tiempos sucesivos de la Edad Media podemos ver este pensar humano desarrollándose y extendiéndose, afirmándose de una manera impresionante. Se pone en marcha en nuevos caminos con celo interior, con devoción sincera y de todo corazón, y estos caminos son seguidos por grandes círculos de buscadores de conocimiento. Lo que podemos llamar el conocimiento de lo espiritual, que también continuó su camino. Y después de algunos siglos llegamos al tiempo en que se fundó el Rosacrucismo propiamente dicho. El Rosacrucismo está conectado con un cambio que tuvo lugar en todo el mundo espiritual con respecto al hombre. Describiré mejor el cambio dándoles una vez más una imagen.

Los misterios en el Antiguo Sentido de la palabra ya no eran posibles en la época de la que he hablado. Sin embargo, hubo hombres que anhelaban el conocimiento en el sentido de los antiguos Misterios, y que experimentaron duros y pesados conflictos del alma cuando oyeron cómo en el pasado los hombres habían sido llevados a la montaña y a las hendiduras de la Tierra, y habían hallado así el conocimiento. Desarrollaron todos los métodos internos posibles, hicieron todos los esfuerzos internos posibles para despertar el alma dentro de ellos, para que después de todo pudiera encontrar el camino. Y quien es capaz de ver tales cosas puede encontrar en esos tiempos, como acabamos de decir, no lugares de los Misterios, sino reuniones de buscadores de conocimiento que se reunían en una atmósfera enardecida por completo con el brillo de la piedad. Lo que más tarde aparece como Rosacrucismo, el Rosacrucismo sano y genuino, así como los tipos degradados y charlatanes, viene en realidad de hombres que se reunían de esta manera sencilla y buscaban templar sus almas para que el conocimiento espiritual genuino pudiera surgir para ellos. En tal reunión, que tenía lugar en un ambiente sin pretensiones, en el simple salón de una especie de casa solariega, se encontraban algunas personas que, a través de ciertos ejercicios de carácter mitad reflexivo y mitad meditativo, casi de la naturaleza de la oración, practicados en común por todos ellos, habían desarrollado un estado de ánimo místico en el que todos compartían. Era el mismo estado de ánimo místico que cultivaron en tiempos posteriores los llamados "Hermanos de la Vida Común", y más tarde aún los seguidores de Comenius y muchas otras Hermandades. En este pequeño círculo, sin embargo, se mostraba con una intensidad peculiar, y mientras estos pocos hombres estaban allí reunidos, haciendo devoción, por así decirlo, de su conciencia ordinaria, de todo su intelecto, en esta intensa atmósfera mística del alma, sucedió que un ser vino a ellos, no un ser de carne y hueso como el maestro que el alumno conoció y que lo llevó a las montañas y a las hendiduras de la Tierra, sino un ser que sólo era capaz de aparecer en un cuerpo etérico en esta pequeña comunidad de hombres. Este ser se reveló a sí mismo como el mismo que había guiado al alumno alrededor del año 1200. Ahora se encontraba en el estado posterior a la muerte. Había descendido entre estos hombres desde el mundo espiritual; ellos lo habían atraído hacia allí por el estado de ánimo del alma que prevalecía en ellos - místico, meditativo, piadoso.

Mis queridos amigos, para que no surja ningún malentendido, permítanme subrayar expresamente que no se trata de ningún poder mediumnico. La pequeña comunidad reunida allí habría considerado como profundamente pecaminoso cualquier uso - o cualquier sanción - de los poderes mediumnicos; habrían sido inducidos a hacerlo por ciertas ideas pertenecientes a la antigua y honrada tradición. En las mismas comunidades de las que os hablo, la mediumnidad y todo lo que se relaciona con ella se consideraba no sólo como dañina sino como pecaminosa, y por la siguiente razón. Estas personas sabían que la mediumnidad va unida a una constitución peculiar del cuerpo físico; sabían que es el cuerpo físico el que da al médium sus poderes espirituales. Pero ellos consideraban el cuerpo físico como "caído", y la información que llegaba por la ayuda de la mediumnidad no podían dejar de considerar en todas las circunstancias como adquirida por la ayuda de los poderes Ahrimánicos o Luciféricos.
En esos tiempos, cosas como esta eran todavía clara y exactamente conocidas. Y por lo tanto no tenemos que pensar en nada médiumnico en este sentido. Estaba el estado de ánimo del misticismo y la meditación, y sólo eso. Y fue el aumento y fortalecimiento de este estado de ánimo a través de la comunión del alma, el que, por así decirlo, encantó al círculo, pero por su propia voluntad, el que desencarnó al ser humano, puramente espiritual, y al mismo tiempo humano.

Este ser les habló así, de una manera profundamente solemne: - "No estáis del todo preparados para mi aparición, pero estoy entre vosotros desencarnado, sin cuerpo físico, ya que ha llegado el tiempo en que por un corto período de existencia terrestre el Iniciado de los tiempos antiguos no puede aparecer en cuerpo físico. Llegará de nuevo el tiempo en que pueda hacerlo, cuando comience el período de Miguel. Pero he venido a revelaros que el ser interior del hombre permanece sin embargo inalterado, que el ser interior del hombre, si se mantiene correcto, puede todavía encontrar el camino de la existencia divino-espiritual. Sin embargo, durante un tiempo, el intelecto y el entendimiento humanos estarán constituidos de tal manera que tendrán que ser suprimidos para que lo que es del Espíritu pueda hablar al alma humana. Por lo tanto, permanezcan en su estado de ánimo místico y piadoso del alma ... Habéis recibido de mí, todos vosotros juntos, el cuadro, la imaginación. Sin embargo, no he podido daros más que una mera indicación de lo que se cumplirá en vosotros; ¡seguiréis adelante y encontraréis una continuación de lo que habéis experimentado aquí!"

Y ahora, de entre el número de personas allí reunidas, se eligieron tres, con el fin de que establecieran una unión especial con el mundo espiritual, una vez más no a través de ningún tipo de poderes mediumnicos sino a través de un desarrollo de ese estado de ánimo místico, meditativo y piadoso del alma. Estos tres, que estaban custodiados y protegidos por el resto del círculo, cuidada estrecha e íntimamente por los demás, experimentaban de vez en cuando una especie de ausencia de mente. En esos momentos, en su naturaleza corporal externa, maravillosamente bella y encantadora, adquirían una especie de semblante brillante, que brillaba como el sol, y escribían, en símbolos, las revelaciones que recibían del mundo espiritual. Estas revelaciones simbólicas fueron las primeras imágenes que se les mostraron a los Rosacruces cuando les tocó conocer el mundo espiritual. Las revelaciones contenían una especie de filosofía, una especie de teología y también una especie de medicina.

Y lo más notable fue que los otros (me parece que los otros eran cuatro en número, de modo que el conjunto era una comunidad de siete), después de la experiencia que tuvieron con sus hermanos, contemplando cómo sus ojos brillaban como el sol y cómo sus semblantes eran brillantes y radiantes - estos otros cuatro fueron capaces de dar de nuevo en lenguaje ordinario lo que se les transmitía en los símbolos. Los hermanos cuyo destino era traer los símbolos del mundo espiritual, sólo podían escribir los símbolos, sólo podían decir, cuando volvían de nuevo a su conciencia ordinaria: "Hemos estado entre las estrellas, y hemos encontrado a los antiguos maestros del conocimiento secreto." No podían convertir por sí mismos las imágenes simbólicas que dibujaban en un discurso humano ordinario. Los otros podían y lo hicieron. Y esta es la fuente de una gran cantidad de conocimiento que pasó a la literatura de la teología, más particularmente a la de carácter filosófico (no a la de la Iglesia sino a la de los laicos) y a la de la medicina. Y lo que se recibió así del mundo espiritual en símbolos se comunicó después a pequeños grupos que fueron organizados por los primeros Rosacruces.

Una y otra vez, en el tiempo que va del siglo XIII al XV, todavía existía la posibilidad en ciertos grupos muy pequeños de tener experiencias de esta naturaleza. Frecuentemente les llegaban revelaciones a los hombres del mundo espiritual de esta o alguna forma similar. Pero aquellos que tenían que traducir lo que se revelaba así en imágenes no siempre eran capaces de hacerlo con bastante fidelidad. De ahí la falta de claridad en la filosofía de este período. Uno tiene que descubrir por sí mismo lo que realmente significa, buscándolo de nuevo en el mundo del Espíritu. Sin embargo, para aquellos que han tenido conocimiento de este tipo de revelación recibida del mundo espiritual, siempre ha sido posible vincularse a tales revelaciones.

Pero imagínense, mis queridos amigos, qué extraños sentimientos deben haber surgido gradualmente sobre estos hombres, que tuvieron que recibir el más alto conocimiento -porque lo que se les dio era tan valioso- de una dirección que se estaba volviendo cada vez más extraña, casi inexplicable, para ellos; porque ya no podían ver en el mundo del que procedían los secretos; la conciencia ordinaria no podía llegar tan lejos. Se puede entender fácilmente que tales cosas conducían fácilmente a la charlatanería e incluso al fraude. En efecto, en ningún momento de la evolución humana ha habido tanta charlatanería y a la vez la más alta y pura revelación se mantuvo tan cerca una de la otra como en este período. Es difícil distinguir lo verdadero de lo falso - tanto es así que muchos consideran todo el Rosacrucismo como charlatanismo. Uno puede entender esto, porque los verdaderos Rosacruces son extraordinariamente difíciles de encontrar entre los charlatanes, y todo el asunto es aún más difícil y problemático por la razón de que uno tiene siempre que tener en cuenta que la revelación espiritual viene de fuentes que en su verdadera calidad y naturaleza permanecen ocultas.

Los pequeños círculos reunidos por los primeros Rosacruces crecieron hasta convertirse en una hermandad más grande, que siempre andaba por ahí sin ser reconocida, apareciendo aquí y allá en el mundo, generalmente con la llamada de un médico, curando a los enfermos, y al mismo tiempo difundiendo el conocimiento a medida que avanzaban. Y fue así que en lo que respecta a gran parte de este conocimiento, la difusión del mismo no estuvo exenta de cierta vergüenza, ya que los hombres que lo llevaban adelante no podían hablar de la conexión en la que se encontraban con el mundo espiritual.

Pero ahora se desarrolló algo más en esta búsqueda de conocimiento e investigación espiritual, algo que es de gran belleza. Estaban los tres hermanos y los cuatro. Los tres sólo pueden alcanzar su objetivo cuando los cuatro trabajan con ellos. Los dos grupos son absolutamente interdependientes. Los tres reciben las revelaciones del mundo espiritual, los cuatro son capaces de traducirlas al lenguaje humano ordinario. Lo que los tres dan no serían más que imágenes bastante ininteligibles, si los cuatro no fueran capaces de traducirlas. Y de nuevo, los cuatro no tendrían nada que traducir, si los tres no recibieran sus revelaciones, en forma de imágenes, del mundo espiritual. Esto dio lugar al desarrollo dentro de tales comunidades de una hermandad interna del alma, una hermandad en el conocimiento y en la vida espiritual, que en algunos círculos de aquellos tiempos se consideraba como uno de los más altos atributos humanos. Estos pequeños grupos de hombres aprendieron a conocer a través de sus esfuerzos el verdadero valor de la hermandad. Y gradualmente llegaron a sentir más y más cómo la evolución de la humanidad hacia la libertad es tal que el vínculo entre los hombres y los Dioses se cortaría completamente si no se mantuviera íntegro por tal hermandad, donde el uno mira al otro, donde el uno es en verdad dependiente del otro.

Tenemos aquí una imagen de algo en el alma que es maravillosamente hermoso. Y mucho de lo que se escribió en aquellos días posee un cierto encanto que sólo entendemos cuando sabemos cómo esta atmósfera de hermandad que impregnaba la vida espiritual de muchos círculos en Europa en aquellos tiempos, derramaba su luz radiante en los escritos.

Sin embargo, hay otro estado de ánimo que encontramos en aquellos que se esfuerzan por conocer, y este estado de ánimo comenzó a impregnar gradualmente todos sus esfuerzos y a crear ansiedad en la gente. Si en aquellos tiempos no se acercaba a las fuentes de la revelación espiritual, en última instancia era para no saber si estas revelaciones eran buenas o malas. Y una cierta ansiedad comenzó a sentirse con respecto a algunas de las influencias. La ansiedad se extendió más tarde en grandes círculos de personas, que llegaron a tener miedo, intenso temor a todo el conocimiento.

El desarrollo del estado de ánimo del que hablo puede ser particularmente estudiado en los ejemplos de dos hombres. Uno es Raimund de Sabunda, que vivió en el siglo XV y nació alrededor de 1430. Raimund de Sabunda es un hombre notable. Si se estudia cuidadosamente lo que nos queda de su pensamiento, entonces se tendrá la sensación: Esta es seguramente casi la misma revelación que fue comunicada en plena conciencia alrededor del año 1200 por el maestro que llevó a su alumno a las cimas de las montañas y a los abismos de la Tierra! Sólo que en Raimund de Sabunda del siglo XV, todo se da en un estilo vago e impersonal, de carácter filosófico, teológico también y médico. La verdad es que Raimund de Sabunda también había recibido sus revelaciones a través de los genuinos Rosacruces, es decir, por el camino que había abierto el gran Iniciado del siglo XII, cuya obra e influencia os describí ayer, y que continuó inspirando a los hombres del mundo espiritual, como os he relatado hoy. Porque la revelación que vino después a través del rosacrucismo, como os he descrito a menudo, procedía originalmente de este gran Iniciado y de aquellos que estaban con él en el mundo espiritual; el estado de ánimo y el sentimiento de toda la enseñanza fue fijado por él. La ansiedad, sin embargo, comenzaba a apoderarse de los hombres. Ahora Raimund de Sabunda era un espíritu audaz, valiente, era uno de esos hombres que pueden valorar las ideas, que entienden cómo vivir en las ideas. Y así, aunque notamos en él una cierta vaguedad debido al hecho de que las revelaciones tienen su fuente después de todo en el mundo espiritual, sin embargo, en él no encontramos ningún rastro de ansiedad o miedo con respecto al conocimiento.

Aún más sorprendente es otro ejemplo muy característico de esa corriente espiritual: Pico della Mirandola, que también pertenece al siglo XV.

El efímero Pico della Mirandola es una figura muy notable. Si se estudian profundamente los frutos de su pensamiento y contemplación, se verá cómo la misma iniciativa que acabo de describir está en todas partes activa en ellos, debido a la continuación de la sabiduría de ese antiguo Iniciado por medio de la corriente rosacruz. Pero en Pico de la Mirandola observarán una especie de retroceso ante este conocimiento. Permítanme darles un ejemplo. Dejó establecido cómo todo lo que sucede en la Tierra -piedras y rocas que nacen, plantas que viven y crecen y dan fruto, animales que viven su vida-, cómo todo esto no puede ser atribuido a las fuerzas de la Tierra. Si alguien pensara: Existe la Tierra, y las fuerzas de la Tierra producen lo que está en la Tierra, tendría una noción bastante equivocada de la materia. La verdadera opinión, según Pico della Mirandola, es que allá arriba están las estrellas y lo que ocurre en la Tierra depende de las estrellas. Uno debe mirar hacia los Cielos, si quiere entender lo que pasa en la Tierra. Hablando en el sentido del Pico della Mirandola deberíamos decir: Me das la mano, hermano mío, pero no es sólo tu sentimiento lo que te lleva a darme la mano, es la estrella que está sobre ti la que te da el impulso de tenderme la mano. En última instancia, todo lo que se produce tiene su origen en los Cielos, en el Cosmos; lo que ocurre en la Tierra no es más que el reflejo de lo que ocurre en los Cielos.

Pico della Mirandola expresa esto como su firme convicción, y al mismo tiempo dice: Pero no le corresponde al hombre buscar estas causas en las estrellas, sólo tiene que tener en cuenta la causa inmediata en la Tierra.

Desde este punto de vista, Pico della Mirandola combate - y es muy característico que lo haga - la Astrología que encuentra prevalente. Sabe bien que la antigua, real y genuina Astrología se expresa en los destinos de los hombres. Lo sabe; es para él una verdad. Y sin embargo dice: no hay que buscar la Astrología, hay que buscar sólo las causas inmediatas.

Fíjense bien en lo que tenemos aquí ante nosotros. Por primera vez nos enfrentamos a la idea de los "límites" del conocimiento. La idea se muestra de manera significativa, es todavía, digamos, de carácter humano. Más tarde, en Kant, en du Bois-Reymond, se encuentra expresada en ellos: "El hombre no puede cruzar los límites del conocimiento". Se dice que la idea descansa en una necesidad interior. No es el caso del Pico della Mirandola en el siglo XV. Él dice: "Lo que está en la Tierra ha surgido indudablemente por causas cósmicas. Pero el hombre está llamado a renunciar al conocimiento de estas causas cósmicas; tiene que limitarse a la Tierra." Así tenemos en el siglo XV, en una persona tan marcadamente característica como Pico della Mirandola, la renuncia voluntaria al más alto conocimiento.

Mis queridos amigos, tenemos aquí un evento espiritual en la historia de la cultura de la mayor importancia imaginable. Los hombres tomaron la decisión: ¡Renunciaremos al conocimiento! Y lo que sucede externamente en una persona como Pico della Mirandola tiene una vez más, de hecho y de derecho, su contrapartida en lo espiritual.

Fue de nuevo en una de esas simples reuniones de los Rosacruces que en la segunda mitad del siglo XV, con ocasión de un ritual organizado con este mismo propósito, el conocimiento de las estrellas por parte del hombre fue ofrecido de manera profundamente solemne en sacrificio. Lo que tuvo lugar en ese ritual, que fue promulgado con toda la solemnidad propia de tal festival, puede ser expresado de la siguiente manera. - Los hombres se paraban ante una especie de altar y decían: "Resolvemos ahora sentirnos responsables no sólo de nosotros mismos ni de nuestra comunidad, ni de nuestra nación, ni siquiera sólo de los hombres de nuestro tiempo; resolvemos sentirnos responsables de todos los hombres que han vivido en la Tierra, sentir que pertenecemos a toda la humanidad. Y sentimos que la humanidad ha abandonado el rango de la Cuarta Jerarquía y ha descendido demasiado profundamente en la materia" (pues la Caída en el Pecado se entendía en este sentido) "y para que el hombre pueda volver al rango de la Cuarta Jerarquía, pueda encontrar por sí mismo en libertad de voluntad lo que en épocas anteriores los Dioses han tratado de encontrar para él y con él, ¡que ahora sea ofrecido el conocimiento superior por una temporada!"

Y ciertos Seres del mundo espiritual, que no son de tipo humano, que no vienen a la Tierra en la encarnación humana, aceptaron el sacrificio para cumplir con ciertos propósitos en el mundo espiritual. Nos llevaría demasiado lejos hablar de esto aquí; lo haremos en otro momento. Pero el impulso a la libertad se hizo posible para el hombre desde el mundo espiritual.

Les hablo de este ritual para mostrarles cómo todo lo que ocurre en la vida externa de los sentidos físicos tiene su contrapartida espiritual; sólo tenemos que buscarlo en el lugar correcto. Porque puede suceder que tal celebración, promulgada - no diré en este caso, con pleno conocimiento, pero promulgada por personas que están en conexión con el mundo espiritual - puede tener un significado muy profundo; de ella pueden irradiar impulsos para toda una cultura o toda una corriente de civilización. Quien quiera conocer el color y el tono fundamental de una época particular debe buscar esa fuente en lo Espiritual de donde brotan las fuerzas que fluyen a través de esta época de tiempo.

En los años siguientes, todo lo que surgió de naturaleza verdaderamente espiritual, fue un eco de este trabajo creativo desde los mundos espirituales desconocidos. Y al lado del materialismo externo que se desarrolló en los siglos siguientes, siempre podemos encontrar espíritus individuales que vivieron bajo la influencia de esa renuncia del conocimiento superior.

Me gustaría darles una breve descripción de un tipo de hombre que podría encontrarse desde el siglo XV en adelante a través de los siglos XVI, XVII y XVIII. Podría encontrarse en algún pueblo como recolector de hierbas para un boticario, o en alguna otra vocación simple. Si uno se interesa por las formas y manifestaciones especiales del ser humano que se manifiestan en tal o cual individualidad, entonces puede encontrarse y reconocer a tal persona. Al principio es extraordinariamente reservado, habla poco, tal vez incluso desvíe su atención de lo que se intenta encontrar en él hablando de manera trivial, a propósito para hacer creer que no vale la pena conversar con él. Sin embargo, si sabéis mejor que mirar simplemente el contenido de las palabras que dice un hombre, si sabéis cómo escuchar el sonido de las palabras, cómo escuchar la forma en que las palabras salen de un hombre, entonces seguiréis escuchando a tal hombre, a pesar de todo el desánimo. Y si por alguna conexión kármica recibe la impresión de que realmente debe hablarle, entonces empezará a hablar, con cuidado y cautela. Y usted descubrirá que es una especie de hombre sabio. Pero lo que dice no es sabiduría terrenal. Tampoco contiene mucho de lo que ahora llamamos ciencia espiritual. Pero son palabras cálidas del corazón, enseñanzas morales de gran alcance; ni hay nada sentimental en su manera de pronunciarlas, las dice más bien como proverbios.

Podría decir algo así. "Vayamos a aquel abeto. Mi alma puede arrastrarse por las agujas y los conos, porque mi alma está en todas partes. Desde los conos y las agujas del abeto, mi alma ve a través de ellos, mira a las profundidades y distancias de los mundos del más allá; y entonces me hago uno con el mundo entero. Esa es la verdadera piedad, llegar a ser uno con el mundo entero. ¿Dónde está Dios? Dios está en todos los abetos. Y el que no reconoce a Dios en cada cono de fuego, el que ve a Dios en otro lugar que en cada cono de fuego - no conoce al verdadero Dios."

Sólo quiero describiros cómo hablaban estos hombres, hombres que podéis encontrar en la forma que he descrito. Tal era su manera de hablar. Y podrían seguir diciendo más. "Sí, y cuando uno se mete en los abetos y en las agujas de los abetos, entonces uno encuentra cómo el Dios se regocija por los seres humanos en el mundo. Y cuando uno desciende en lo profundo de su propio corazón, en los abismos de lo más profundo de la naturaleza del hombre, allí también se encuentra al Dios; pero entonces uno aprende a saber cómo se entristece por la pecaminosidad de los hombres."

En tal sentido hablaban estos simples sabios. Un gran número de ellos poseían, para hablar en lenguaje moderno, "ediciones" de las figuras geométricas de los antiguos Rosacruces. Éstas se mostraban a aquellos que se acercaban a ellos de la manera correcta. Sin embargo, cuando hablaban de estas figuras, que no eran más que simples impresiones, incluso pobres, la conversación se desarrollaba de una manera extraña. Había muchas personas que, aunque se interesaban por el sabio sin pretensiones que tenían delante, al mismo tiempo se sentían abrumadas por la curiosidad de saber qué significaban realmente estas extrañas imágenes rosacruces y preguntaban por ellas. Pero no recibían de estos sabios, que a menudo eran considerados como excéntricos, ninguna respuesta clara y exacta; sólo recibían el consejo: Si uno alcanza la correcta profundización del alma, entonces uno puede ver a través de estas figuras, como a través de una ventana, en el mundo espiritual. Los sabios daban, por así decirlo, una descripción de lo que ellos mismos habían podido sentir y experimentar a partir de las figuras, más que una explicación o interpretación de las mismas. Y a menudo era tal, que cuando uno había escuchado estas expresiones de sentimiento en relación con las figuras, uno no podía ponerlas a pensar en absoluto; porque estos simples sabios no daban pensamientos. Lo que daban, sin embargo, tenía un efecto posterior de gran importancia. Uno dejaba a estos hombres, no sólo con calor en el alma, sino con el sentimiento: He recibido un conocimiento que vive en mí, un conocimiento que no puedo encerrar en pensamientos y conceptos.

Esa era una de las formas en que, durante este período de los siglos XIV, XV y finales del XVIII, la naturaleza de lo Divino y la naturaleza de lo Humano, lo que es Dios y lo que es el Hombre, se enseñaba y se daba a conocer al hombre a través del sentimiento. No podemos decir, sin palabras, pero sí podemos decir, sin ideas, aunque no por ello sin contenido.

En este período, se mantuvo mucho contacto entre los hombres por medio del silencio del pensamiento. Nadie puede llegar a una verdadera concepción del carácter de este período que no sepa cuánto se llevó a cabo en aquellos días a través de este silenciamiento del pensamiento, cuando los hombres intercambiaban no meras palabras sino sus propias almas.

Os he dado, queridos amigos, una imagen de uno de los rasgos de esa época de transición en la que la libertad empezaba a florecer entre los hombres. Tendré más que decir sobre esto en muchos aspectos. Por el momento, partiendo de todo lo que tuvo lugar en la reunión de la Fundación de Navidad, quería añadir algo más a lo que se dio entonces.



GA233a Dornach 5 de enero de 1924 -Los centros de misterios ocultos en la Edad Media

 Índice

Rudolf Steiner

La iniciación moderna Rosa-Cruz 

Dornach 5 de enero de 1924

segunda conferencia


Ayer empecé a hablarles de los esfuerzos científico-espirituales del siglo IX o X después de Cristo. Aprendimos de que tales esfuerzos fueron seguidos seriamente hasta finales del siglo XVIII y principios del XIX; y me esforcé en contaros algo del contenido de estos esfuerzos. Hoy me gustaría tocar más su aspecto histórico. Debemos recordar que los Misterios de la antigüedad eran de tal naturaleza y carácter que en los lugares de los Misterios podía tener lugar un encuentro real con los Dioses. Describí en las conferencias recientemente dadas en la Fundación de Navidad cómo el ser humano que era un Iniciado o estaba a punto de recibir la Iniciación podía verdaderamente encontrarse con los Dioses. Y también fue posible, en los Misterios, descubrir lugares que por su misma ubicación estaban expresamente acondicionados y preparados para inducir tal encuentro con los Dioses.
La preparación de estos centros y la adopción de los mismos como lugares oficiales - si se me permite usar una expresión tan burda - está en la base de los impulsos de todas las civilizaciones más antiguas. Poco a poco, sin embargo, el conocimiento y la comprensión de estos lugares desapareció; incluso podemos decir que a partir del siglo IV ya no se encuentra en su forma antigua. Aquí y allá todavía podemos encontrar supervivientes, pero el conocimiento ya no es tan estricto y exacto. A pesar de esto, sin embargo, la Iniciación nunca cesó; sólo cambió la forma en que los candidatos encontraban su camino. Ya he indicado cómo eran las cosas en la Edad Media. Les he dicho cómo aquí y allá había individuos, viviendo vidas simples, humildes y sin pretensiones, que no reunían a su alrededor un círculo de alumnos oficiales en un lugar determinado, sino que sus alumnos estaban dispersos en varias direcciones de acuerdo con el karma de la humanidad o el karma de algún pueblo o nación. He descrito uno de estos casos en lo que dije sobre Johannes Tauler en mi libro "Misticismo y Pensamiento Moderno". No es necesario que hable de eso aquí. Sin embargo, me gustaría contarles otro ejemplo típico, que tuvo una gran influencia, desde el siglo XII y XIII hasta el XV. Las corrientes espirituales que actuaron durante estos siglos se deben en gran medida a los acontecimientos de los que me gustaría hablar ahora. Déjenme darles primero, por así decirlo, un bosquejo de la situación.
El período en el que estos eventos tuvieron lugar es alrededor del año 1200 D.C. Había en aquel tiempo un gran número de personas, especialmente jóvenes, que sentían para sus adentros el impulso de un conocimiento más elevado, de una unión con el mundo espiritual - se puede decir con certeza, de un encuentro con los Dioses. Y toda la situación y condición de los tiempos era tal que muy a menudo parecía que un hombre que buscaba y se esforzaba de esta manera encontraba a su maestro casi por casualidad. En aquellos días no se podía encontrar un maestro por medio de los libros, sólo se podía hacer de una manera totalmente personal. Y a menudo parecía como si fuera un acontecimiento fortuito, aunque en realidad las conexiones profundas del destino actuaban en el evento. Y así fue en el caso del alumno del que voy a hablarles ahora.


Este alumno encontró un profesor en un lugar de Europa Central a través de un evento aparentemente fortuito. Conoció a un hombre mayor del que tuvo la sensación de que..: Podrá llevarme más lejos en esa búsqueda que es el impulso más profundo de mi alma. Y ahora permítanme darles la esencia de una conversación entre ellos. No quiero decir, por supuesto, que sólo una conversación de este tipo tuvo lugar entre el profesor y el alumno, si bien estoy comprimiendo varias en una sola.

El alumno habla con el maestro y le dice su sincero deseo de poder ver en el mundo espiritual; pero le parece que la naturaleza del hombre tal y como es en ese tiempo -estamos en el siglo XII- no le permite penetrar en los mundos espirituales. Sin embargo, siente que en la Naturaleza se tiene algo que es la obra, la creación de Seres divino-espirituales. Cuando uno mira lo que los objetos de la Naturaleza son en su significado más profundo, cuando uno observa cómo los procesos de la Naturaleza toman su curso, uno no puede dejar de reconocer que detrás de estas creaciones se encuentra el trabajo de los Seres divino-espirituales. Pero el hombre no puede llegar a estos Seres espirituales. El alumno, que era un joven de entre 25 y 28 años más o menos, sintió fuerte y definitivamente que la humanidad de la época, debido al tipo de conexión del cuerpo físico con el alma, no puede pasar, tiene obstáculos en sí misma.

El maestro comenzó poniéndolo a prueba. Le dijo: Tienes tus ojos, tienes tus oídos: mira con tus ojos las cosas de la Naturaleza, escucha con tus oídos lo que pasa en la Naturaleza; lo Espiritual se revela a través del color y el tono, y mientras miras y escuchas, no puedes evitar sentir cómo se revela en estos.

Entonces el alumno respondió: Sí, pero cuando uso mis ojos, cuando miro al mundo, con todo su color, entonces es como si mi ojo detuviera el color, como si el color se volviera repentinamente entumecido y frío cuando llega al ojo. Cuando escucho con mi oído los tonos, es como si los sonidos se convirtieran en piedra en mi oído; los colores congelados y los sonidos muertos y duros no dejan pasar el espíritu de la Naturaleza. Y el maestro dijo: Pero todavía existe la Revelación de la vida religiosa. En la Religión se enseña cómo los Dioses hicieron y formaron el mundo, y cómo el Cristo entró en la evolución del tiempo y se convirtió en Hombre. Lo que la Naturaleza no puede darte, ¿no te lo da la Revelación?

Y el alumno dijo: La Revelación habla poderosamente a mi corazón, pero no puedo comprenderla realmente, no puedo conectar lo que está ahí fuera en la Naturaleza con lo que la Revelación me dice. Es imposible ponerlos en relación unos con otros. Y por eso mismo, como no entiendo la Naturaleza, como la Naturaleza no me revela nada, tampoco entiendo la Revelación de la Religión.

Y el maestro respondió: Te entiendo bien, no obstante, es así. Si tienes que hablar así, si es con tu corazón y tu alma como dices, entonces tú, tal como estás en el mundo hoy, no podrás entender ni la Naturaleza ni la Revelación: porque vives en un cuerpo que ha sufrido la Caída - tal era la manera de hablar en aquellos días - y este cuerpo "caído" no es adecuado para el ambiente terrenal en el que vives. El entorno terrenal no ofrece las condiciones para usar tus sentidos y tu sentimiento y tu comprensión de tal manera que puedas contemplar en la Naturaleza y en la Revelación una luz, una iluminación que viene de los Dioses. Si estás dispuesto, te alejaré de la naturaleza de tu entorno terrenal, que simplemente no se adapta a tu ser, te alejaré de él y te daré la oportunidad de comprender mejor la Revelación y la Naturaleza. Y el profesor y el alumno discutían juntos cuándo debía tener lugar.

Un día, el maestro condujo al alumno a una alta montaña, desde donde la superficie de la Tierra con sus árboles y flores ya no se podía ver en absoluto - ya sabes cómo es esto en las altas montañas - pero como el alumno estaba allí con su maestro pudo ver debajo de él como si fuera un mar de nubes, que cubría completamente la Tierra con la que estaba familiarizado; allí arriba uno estaba muy alejado de los asuntos de la Tierra - en cualquier caso, la situación lo sugería. Uno miraba al espacio con sus grandes masas de nubes, y veía abajo como si fuera un mar, un mar en movimiento y en aumento compuesto completamente de nubes. ¡Niebla matinal, y el aliento de la mañana en el aire! Entonces el maestro comenzó a hablarle al alumno. Le habló de los amplios espacios de los mundos, le habló de las distancias cósmicas, de cómo, cuando uno mira a estas vastedades en la noche, ve las estrellas brillando desde allí. Le dijo muchas cosas, de modo que gradualmente el corazón del alumno, alejado por así decirlo de la Tierra, se entregó por completo a la naturaleza y a la forma de existencia de la misma.

La preparación continuó hasta que el alumno entró en un estado de ánimo que puede ser indicado por la siguiente comparación. Fue como si, no sólo por un momento, sino durante mucho tiempo, todo lo que había experimentado durante su vida terrenal en esta encarnación lo hubiera soñado. La escena se extendía ahora ante él, las olas de nubes, el ancho mar de nubes, con aquí y allá una deriva que se elevaba como la cresta de una ola; los espacios lejanos de los mundos, rotos aquí y allá por las formas ascendentes de las nubes - y apenas eso, porque no había más que un vistazo aquí y allá de las formas de las nubes en el extremo más lejano del espacio - toda esta escena mostrando tan poca variación, teniendo tan poco contenido en comparación con la múltiple variedad de todas sus experiencias abajo en la superficie de la Tierra, era ahora para el alumno como el contenido de su conciencia despierta. Y todo lo que había experimentado en la Tierra no era para él más que el recuerdo de un sueño que había soñado. Ahora, ahora, por lo que le parecía, se había despertado. Y mientras seguía despertando, he aquí que de una grieta en la roca que no había notado hasta entonces, salió un niño de 10 u 11 años. Este niño le causó una extraña impresión, pues se reconoció a sí mismo en el décimo u undécimo año de edad. Lo que tenía delante de él era el espíritu de su juventud.

Adivinarán fácilmente, queridos amigos, que a esta escena se debe uno de los impulsos que me hizo introducir en las Obras de Misterio la figura del Espíritu de la Juventud de Johannes. [Nota: El Despertar del Alma. Escena 6. Cuatro Dramas Misterio.] Es sólo el "motivo" en el que deben pensar, ciertamente no en algo como la fotografía. Los Dramas Misterio no son romances ocultos en los que sólo hay que encontrar la clave, ¡y todo está claro!

El alumno estaba ante el espíritu de su infancia, su propio ser. Él, con sus 15 o 28 años, se enfrentó cara a cara con el Espíritu de su juventud. Y pudo tener lugar una conversación, guiada por el maestro, pero en realidad entre el alumno y su propio yo más joven. Una conversación de este tipo tiene un carácter único; lo podéis ver por vosotros mismos en los Dramas Misterio, por el estilo que allí se sigue. Porque cuando un hombre se encuentra cara a cara con el Espíritu de su propia juventud - y tal cosa es siempre posible - entonces da algo de su comprensión madura a las ideas infantiles del Espíritu de su juventud, y al mismo tiempo el Espíritu de su juventud da algo de su frescura, su infantilidad, a lo que posee el hombre de más edad. El encuentro se hace fructífero de manera espiritual a través del hecho mismo de este intercambio mutuo. Y esta conversación tuvo como resultado que el alumno llegó a comprender la Revelación, la Revelación que se da en la religión.

La conversación se centró especialmente en el Génesis, el comienzo del Antiguo Testamento, y en el Cristo haciéndose hombre. Bajo la guía del maestro y debido al tipo especial de fecundidad que actuó en la conversación terminó con el alumno diciendo estas palabras: "Ahora entiendo qué Espíritu es el que trabaja en la Revelación. Sólo cuando uno es trasplantado, por así decirlo, lejos de lo terrenal a las alturas del Éter, allí para comprender las alturas del Éter con la ayuda del poder de la niñez - este poder de la niñez siendo proyectado en los últimos años de la vida - sólo entonces uno entiende correctamente la Revelación. Y ahora entiendo por qué los Dioses han dado al hombre la Revelación - por la razón de que los hombres no son capaces, en el estado en que se encuentran en la Tierra, de ver a través de las obras de la Naturaleza y descubrir detrás de ellas las obras de los Dioses. Por lo tanto, los Dioses les han dado la Revelación que es ordinariamente bastante incomprensible en los años de madurez de la vida, pero que puede ser comprendida cuando la infancia se hace real y viviendo en los años de madurez. Por lo tanto, es realmente algo fuera de lo normal, entender la Revelación".

Todo esto causó una poderosa impresión en el alumno. Y la impresión permaneció; no pudo olvidarlo. El espíritu de su juventud se desvaneció. La primera fase de la instrucción había terminado. Ahora tenía que venir una segunda. Y la segunda siguió su curso de la siguiente manera.

Una vez más el maestro guió al alumno, pero esta vez por un camino diferente. No lo llevó a la cima de una montaña, sino que lo llevó a una montaña donde había una cueva, a través de la cual atravesaron profundas hendiduras internas, bajando hasta los estratos de las minas. Allí el alumno estaba con el maestro en los lugares profundos de la Tierra, no ahora en las alturas del Éter elevadas sobre la Tierra, sino en las profundidades, muy por debajo de la superficie de la Tierra.

Una vez más fue para la conciencia del alumno como si todo lo que había experimentado en la Tierra pasara por delante de él como si fueran sueños. Porque vivía allí abajo en un ambiente en el que su conciencia estaba particularmente despierta para percibir su relación con las profundidades de la Tierra. Lo que le ocurrió no fue otra cosa que lo que hay detrás de leyendas como la del emperador Barbarroja y su vida en Kyffhauser, o la de Carlos el Grande y su vida bajo una montaña cerca de Salzburgo. Fue algo de esta naturaleza lo que ocurrió ahora, aunque sólo sea por un corto tiempo: fue una vida en las profundidades de la Tierra, muy alejada de la vida terrenal del hombre.

Y de nuevo el maestro fue capaz, hablando con el alumno de una manera especial, de traer a su conciencia el hecho - esta vez - de su unión con las profundidades de la Tierra. Y ahora salió de un muro un anciano, que era menos reconocible para el alumno que el Espíritu de su Juventud, pero del cual sin embargo sentía que después de muchos años él mismo se convertiría en ese anciano. Sabía que estaba ante él su propio yo en la futura vejez. Y ahora siguió una conversación similar, esta vez entre el alumno y su propio yo mayor - él mismo como un anciano - una vez más una conversación bajo la guía del maestro.

Lo que resultó de esta segunda conversación fue diferente de lo que resultó de la primera; pues ahora empezó a surgir en el alumno una conciencia de su propia organización física. Sintió cómo fluía su sangre, sintió cada una de las venas de su cuerpo; fluyendo con ellas, se fusionó con las fibras nerviosas; se hizo consciente de todos los órganos individuales de su organización humana y del significado y la importancia de cada uno para el conjunto. Y también sintió cómo todo lo relacionado con el hombre en el Cosmos influye en él. Sintió el funcionamiento del mundo de las plantas, en su florecimiento, en sus raíces; sintió cómo el elemento mineral de la Tierra funciona en el organismo humano. Allá abajo, en las profundidades, sintió las fuerzas de la Tierra - cómo se organizan y cómo circulan dentro de su ser; las sintió creando allí dentro de él, experimentando cambios, destruyendo y construyendo sustancias; sintió a la Tierra creando, y tejiendo y siendo, en el hombre. El resultado de esta conversación fue que cuando el anciano, que era él mismo, había desaparecido, el alumno pudo decir: "Ahora la Tierra, en la que he estado encarnado, por fin me ha hablado realmente a través de sus seres; ahora me ha llegado un momento en el que he visto a través de las cosas y los procesos de la Naturaleza, visto a través de ellos la obra de los Dioses que está detrás de estas cosas y procesos de la Naturaleza".

El maestro entonces condujo al alumno de nuevo a la superficie de la Tierra, y mientras se despedía de él, dijo: ¡Ahora, observa! El hombre de hoy y la Tierra de hoy son tan poco adecuados el uno para el otro que has de recibir la Revelación de la Religión del Espíritu de tu propia Juventud, recibiéndola en la montaña en lo alto de la Tierra, y has de recibir la Revelación de la Naturaleza en lo profundo de la Tierra, en hendiduras que están muy abajo de la superficie de la Tierra. Y si logras iluminar lo que tu alma ha sentido en las hendiduras huecas de la Tierra, con la luz que tu alma ha traído de la montaña, entonces alcanzarás la sabiduría.

Tal era la vía por la que se producía una profundización del alma en aquellos tiempos - era alrededor del año 1200 D.C. - así es como el alma se llenaba de sabiduría. El discípulo del que os he hablado fue así llevado verdaderamente a la Iniciación, y ahora sabía qué poder debía poner en su alma para despertar a la actividad la luz de las alturas y el sentimiento de las profundidades. El maestro le dio entonces una instrucción adicional, mostrándole cómo el autoconocimiento consiste siempre en esto: - uno percibe por un lado lo que está en lo alto del hombre-terrestre y por otro lado lo que está en lo profundo del hombre-terrestre: estos dos deben encontrarse en el propio ser interior del hombre. Entonces el hombre encuentra dentro de su propio ser el poder de Dios el Creador.
La Iniciación que les he descrito es un ejemplo característico de las Iniciaciones que condujeron después a lo que podemos designar como "Misticismo medieval". Era un misticismo que buscaba el autoconocimiento, pero siempre con el fin de encontrar en el yo el camino hacia lo divino. En tiempos posteriores este misticismo se volvió abstracto. Ya no se buscaba la unión concreta con el mundo exterior, tal y como se daba para estos alumnos que eran llevados a las alturas del Éter y a las profundidades de la Tierra. Por consiguiente, no se producía la misma agitación profunda del alma, ni toda la experiencia alcanzaba tal grado de intensidad. Y sin embargo, todavía había la búsqueda, todavía había el impulso interior de buscar dentro de sí mismo a Dios, al Dios Creador. Fundamentalmente hablando, toda la búsqueda y esfuerzo del Señor Eckhart, de Johannes Tauler y de los místicos posteriores que he descrito en mi libro Mística y Pensamiento Moderno debe su impulso a estos primeros Iniciados medievales.
Sin embargo, los que trabajaron fielmente en el sentido de tales formas medievales de Iniciación fueron muy mal entendidos, y no es nada fácil para nosotros averiguar cómo eran realmente estos alumnos de los Iniciados medievales.

Como ustedes saben, es posible recorrer una distancia considerable a lo largo del camino hacia el mundo espiritual. Aquellos que siguen completa y activamente lo que se da en mi libro Conocimiento de los Mundos Superiores, encuentran el camino hacia los mundos espirituales. Todo lo que ha sido físicamente real en el pasado, por supuesto, sólo se encuentra ahora por el camino del mundo espiritual - por lo tanto, también las escenas que he descrito ahora, ya que no hay documentos materiales que registren tales escenas. Sin embargo, hay regiones del mundo espiritual que son de difícil acceso incluso para un estado muy avanzado de poder espiritual. Para investigar estas regiones, debemos haber llegado al punto de establecer relaciones con los seres del mundo espiritual, de una manera simple y natural, como lo hemos hecho con los hombres de la Tierra. Cuando hayamos llegado tan lejos, llegaremos a percibir y comprender la conexión entre estos Iniciados de los que os he hablado, y sus alumnos, por ejemplo, un alumno como Raimon Llull, que vivió de 1235 a 1315 y que, en lo que la historia puede decir de él, parece dejarnos llenos de dudas y preguntas.

Lo que se puede aprender de Raimon Llull estudiando los documentos históricos es muy escaso. Pero si usted es capaz de entrar en una relación personal con Raimon Llull - si me permite usar la expresión: tal vez, a la luz de todo lo que he estado diciendo últimamente, no le parecerá tan paradójico después de todo - si usted es capaz de hacer esto, entonces él se muestra a usted como alguien muy diferente de lo que los documentos históricos lo hacen parecer. Porque se muestra como una personalidad preeminente que, bajo la influencia e inspiración del mismo Iniciado del que os he hablado como "alumno", tomó la resolución de utilizar todo su poder para lograr una renovación en su propio tiempo de los Misterios del Mundo, del Logos, como habían sido en tiempos antiguos. Se propuso renovar los Misterios del Logos por medio de ese autoconocimiento por el que tan poderoso impulso actuaba en los siglos XII y XIII. El llamado Ars Magna de Raimon Llull debe ser juzgado desde este punto de vista. Se decía a sí mismo: Cuando el hombre habla, entonces realmente tenemos en el habla un microcosmos. Lo que el hombre dice en el habla es en realidad el hombre entero, concentrado en los órganos de la palabra; el secreto y el misterio de cada palabra debe ser buscado en todo el ser humano, y por lo tanto en el mundo, en el Cosmos.

Y así fue como se le ocurrió a Raimon Llull la idea de que se debe buscar el secreto del habla primero en el ser humano, sumergiéndose, por así decirlo, desde los órganos de habla en todo el organismo del ser humano; y luego en el Cosmos, ya que todo el organismo humano debe ser explicado y comprendido a partir del Cosmos. Supongamos, por ejemplo, que queremos comprender el verdadero significado del sonido A (como en "padre"). El punto es que el sonido A, que se produce a través de la formación y configuración de la respiración saliente, depende de una cierta actitud interna del cuerpo etérico, que hoy en día se puede aprender fácilmente a conocer. La Euritmia lo mostrará; pues esta actitud del cuerpo etérico se traslada en la Euritmia al cuerpo físico y se convierte en el movimiento eurítmico para el sonido A.

Todo esto no estaba en absoluto claro para Raimon Llull; con él era más bien un sentimiento oscuro e intuitivo. Sin embargo, llegó a seguir la actitud interior o el gesto del ser humano en el Cosmos y decía, por ejemplo: Si miras en la dirección de la constelación del León (Leo), y luego miras en la dirección de la Balanza (Libra), la conexión entre las dos líneas de visión te dará A. O de nuevo, gira el ojo en la dirección de Saturno. Saturno detiene tu línea de visión, se interpone en el camino. Y si Saturno, por ejemplo, se pone delante del Carnero (Aries), tienes, por así decirlo, que rodear el Carnero con Saturno. Y entonces tienes desde fuera del Cosmos el sentimiento de O1.

A partir de ideas como estas, aunque poco percibidas, Raimon Llull continuó hallando ciertas figuras geométricas, cuyas esquinas y lados nombró con las letras del alfabeto. Y estaba bastante seguro de que cuando uno experimenta la sensación y el impulso de dibujar líneas en las figuras - diagonales, por ejemplo, a través de un pentágono, uniendo los cinco puntos de diferentes maneras - entonces uno tiene que ver en estas líneas diferentes combinaciones de sonidos, cuyas combinaciones de sonidos expresan ciertos secretos del Universo, del Cosmos. Así, Raimon Llull buscó una especie de renacimiento de los secretos del Logos, tal como se conocían y de los que se hablaba en los Antiguos Misterios. Encontrarán todo muy mal representado en los documentos históricos. Sin embargo, cuando uno entra poco a poco en una relación personal con Raimon Llull, entonces se llega a ver cómo en todos estos esfuerzos él estaba tratando de resolver una vez más el enigma de la Palabra Cósmica. Y es un hecho que los alumnos de los Iniciados medievales continuaron durante varios siglos dedicando sus vidas a esfuerzos de este tipo. Fue un esfuerzo intensivo, primero para sumergirse en el hombre, y luego para salir del ser humano hacia los secretos del Cosmos.

Así, estos sabios, porque podemos llamarlos así, buscaban unir la Revelación con la Naturaleza. Creían - y gran parte de su creencia estaba bien fundamentada - que de esta manera podrían ir detrás de la Revelación de la Religión y detrás de la Revelación de la Naturaleza. Porque para ellos estaba muy claro que el hombre, tal como vive ahora en la Tierra, estaba destinado y tenía la intención de convertirse en la Cuarta Jerarquía, pero que ha "caído" de su verdadera y propia naturaleza, y se ha involucrado más profundamente en la existencia física de lo que debería, perdiendo así al mismo tiempo el poder de desarrollar adecuadamente su alma y espíritu. Fue a raíz de tales esfuerzos como surgió, más tarde, lo que conocemos como el Movimiento Rosacruz.

Fue en un lugar de instrucción de los Rosacruces, de los primeros y originales Rosacruces, donde la escena que os he descrito hoy, la escena entre el maestro y el alumno, al principio en una alta montaña y luego abajo en una profunda grieta de la Tierra, surgió como una especie de Fata Morgana, volvió como un fantasma, reflejada dentro de una escuela Rosacruz como conocimiento. Y enseñó a los alumnos a reconocer de que manera el hombre, mediante el esfuerzo interno y el esfuerzo por alcanzar dos cosas, si llegaba a un verdadero conocimiento de sí mismo, si volvía a encontrar su adaptación a la Tierra y podía por fin convertirse en realidad en un miembro de la Cuarta Jerarquía. Porque en la Escuela Rosacruz se daba la posibilidad de reconocer lo que había sucedido con el alumno cuando había visto ante sí en forma corporal el Espíritu de su Juventud. Se había producido un desprendimiento del cuerpo astral; el cuerpo astral, que era más fuerte en ese momento de lo que nunca lo es en la vida, se desprendía. Y en este desprendimiento del cuerpo astral el alumno había llegado a conocer el significado y la importancia de la Revelación. Y a su vez, lo que ocurría con el alumno en las profundidades de la Tierra también se hacía claro y comprensible en la Escuela Rosacruz. Esta vez, el cuerpo astral era atraído de nuevo a su interior. Era contraído y unido, de modo que el alumno era capaz de percibir y aprehender la certeza del propio ser interior del hombre.

De modo que dentro del Rosacrucismo, podían encontrarse ejercicios comparativamente simples, consistentes en figuras simbólicas, a las que uno se entregaba en la devoción y la meditación. La fuerza y el poder que poseía el alma a través de la devoción a estas figuras, permitía a los estudiantes, por un lado, aflojar el cuerpo astral y llegar a ser como el alumno en la cima de la montaña en las alturas del Éter, y por otro lado, a través de la compresión y contracción del cuerpo astral, llegar a ser como el alumno en las hendiduras de la Tierra. Y entonces era posible, sin la ayuda, como antes, del entorno exterior, simplemente a través de la realización de un poderoso ejercicio interior, entrar en el ser interior del hombre.

Les he dado aquí una imagen de algo a lo que he hecho una ligera alusión en mi prefacio a la nueva edición del libro Mística y Pensamiento Moderno. Allí decía que lo que encontramos en Meister Eckhart, en Johannes Tauler, en Nicolas Cusa, en Valentine Wiegel y en el resto, es un producto tardío de un gran y poderoso esfuerzo de la humanidad, un esfuerzo anterior y original que los precedió a todos. Y este esfuerzo anterior en el Espíritu, esta búsqueda del autoconocimiento, en conexión por un lado con la Revelación y por otro con la iluminación de la Naturaleza - quería mostrarles hoy cómo esta es una de las corrientes que siguen su curso en la llamada "Edad Oscura".

El hombre de los tiempos modernos conjura la oscuridad en la Edad Media desde su propia imaginación. En realidad había en esos tiempos muchos espíritus iluminados, de tal tipo que sin embargo, los espíritus "iluminados" de hoy no pueden entender su luz y por lo tanto permanecen en la oscuridad.

Es realmente característico de los tiempos modernos, que los hombres tomen la luz por la oscuridad y la oscuridad por la luz. Sin embargo, si podemos examinar lo que se esconde detrás de la literatura de aquellos tiempos y somos capaces de ver aquello de lo que la literatura sólo da un reflejo tenue, entonces podemos recibir una impresión poderosa y duradera.

Algo de esto quería mostrarles hoy: mañana completaremos el cuadro.


1 Se recomienda a los lectores que no estén familiarizados con los movimientos de la Euritmia para los sonidos del habla, que se dirijan a los tres primeros capítulos del libro Euritmia como habla visible (15 conferencias) de Rudolf Steiner]