GA218 Dornach, 22 de octubre de 1922 Esencia de la digestión externa: eliminación en el alimento de lo etérico y lo astral.

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Nexos espirituales en la formación del organismo humano

RUDOLF STEINER

Dornach, 22 de octubre de 1922

Me gustaría indicar hoy cómo todo lo que se puede comprender sobre el hombre, puede servirnos de base para que consideremos los grandes nexos de la historia. Para así poder entender mañana algo en esta dirección acerca de nuestro tiempo presente. Como saben, anteayer hablé del hombre mismo en su constitución. Me gustaría hacer esto hoy desde un punto de vista diferente.

Veamos esta vez al hombre de manera simple, tal y como se presenta en la vida cotidiana y desde un punto de vista ordinario. El hombre necesita alimentarse para mantenerse. Tiene que asimilar en su propio organismo lo que llamamos sustancias de la naturaleza, del reino animal, vegetal y también en parte del reino mineral. Pero lo que el hombre ingiere del medio ambiente exterior, sufre un cambio muy poderoso dentro de su organismo. Lo primero es que, cuando tomamos alimentos los recibimos ordinariamente, (a lo sumo preparados en la cocina), Tal como están en la naturaleza, tal vez preparados de alguna manera. Además de eso, recibimos a su vez el aire a través de la respiración "en ese estado que se encuentra en nuestro entorno". Dejemos ahora de lado algo tan importante, como por ejemplo la luz, que también recibimos de nuestro entorno, pero veamos primero otras cosas. Tanto los alimentos como el aire deben sufrir poderosos cambios dentro de nuestro organismo, para que se adapten y se vuelvan humanos, por así decirlo, dentro de nuestro organismo. 
Descrito externamente el proceso es muy conocido hoy en día. Tomamos la comida -quedémonos con esto ahora, después seguiremos-,  tal vez ya un poco preparada, como se dijo antes. Luego la digerimos internamente, concretamente mediante la secreción de las glándulas, a través de otro aparato digestivo. Lo tomamos dentro de nosotros, lo lavamos, saturándolo con una sustancia llamada ptialina, que es segregada por las glándulas salivares de la boca. A continuación, llevamos la comida más lejos hacia nuestro aparato digestivo. No tengo que describir aquí la forma en que todo el proceso se lleva a cabo. Al tomar elementos de comida dentro de nosotros y asimilarlos, ya se cambian un poco con respecto a como son en nuestro entorno exterior. Los alimentos nunca podrían convertirse en lo que se convierten en el interior de nuestro organismo por procedimientos externos. Podemos trabajar con las sustancias que presentan nuestros alimentos de las formas más diferentes dentro de los laboratorios químicos - pero allí nunca se producirá, lo que sucede con los alimentos cuando los llevamos a nuestro estómago y desde allí a nuestro aparato digestivo. Allí los alimentos se transforman en algo totalmente diferente de lo que eran fuera.
Primeramente se extingue todo rastro de vida, por así decirlo. La gente come carne. Esta es tomada del entorno exterior, del reino animal. Pero al comerla, el hombre expulsa de inmediato, a través de la primera etapa de la digestión (varverdauung) y me gustaría decir mediante la digestión posterior, todo lo que estas sustancias representan en el cuerpo del animal. También, todo lo que los alimentos vegetales contienen como vida en sí mismos, puesto que formaban parte de un ser vivo en la planta, tiene que ser expulsado. Sólo tomamos las verdaderas partículas minerales como sustancias materiales externas. Cuando añadimos a nuestras comidas sal, que ya es de por si, una sustancia mineral externa, o si añadimos azúcar, que a través de preparaciones externas - aunque originalmente podría tener un origen orgánico ha sido tan elaborada, que se ha convertido en algo muerto, hemos tomado algo ya muerto. Estas requieren una menor transformación en nosotros; en realidad, sólo sufren una transformación, que se podría lograr ya también de manera exterior dentro de un laboratorio. Pero todo lo que entra en nuestro organismo desde el reino animal o vegetal, tiene que ser matado completamente, si quiero expresarme de esa manera.
Al cocinar los alimentos, también logramos una especie de eliminación avanzada de todo resto de vida al someterlos al calor y demás. Esto se hace más a fondo a través de nuestra digestión, de modo que -cuando nuestros alimentos se han sometido a un cierto desarrollo interno hasta llegar a los intestinos, al acercarse a estos órganos digestivos inferiores- esencialmente se ha extinguido todo lo que eran externamente cuando estaban, por ejemplo, sometidos al cuerpo etérico de las plantas, o bien al cuerpo astral del animal, etc. Por consiguiente, debe lograrse primero en el trayecto de la boca a los intestinos, que todos los alimentos estén muertos.
diagrama1

Porque, cuando ahora los alimentos llegan a los órganos glandulares, que transmiten los restos de comida del intestino a las glándulas linfáticas y luego a los vasos sanguíneos, en este camino de regreso debe tener lugar una revitalización de los alimentos. La comida al principio debe morir en nosotros y luego debe revivir de nuevo. No podemos tolerar en nuestro organismo humano una continuación de ese tipo de vida, que existe en el animal o la planta de la que tomamos el alimento. A lo sumo podemos tomar la naturaleza inorgánica para que nos ofrezca nuestras propias leyes. No podemos, digamos, comer col, no podemos dejar que llegue durante el proceso digestivo a nuestras vellosidades intestinales para que las propias fuerzas etéricas que tiene la col estén presentes allí, porque es una planta. Lo etérico, lo astral, que tienen los alimentos, debe ser eliminado primero. De ese modo, lo que recibimos debe entonces ser atrapado por nuestro propio cuerpo etérico, para que pueda ser revivido de nuevo. La vida del alimento dentro de nosotros, debe venir de nosotros. Y esto se produce durante el trayecto desde los intestinos a través de los vasos hacia el corazón. Para que puedan hacerse una idea: cuando los alimentos que vienen de la boca llegan a los intestinos, deben haberse perdido gradualmente los últimos rastros del mundo exterior (ver dibujo 1, rojo) pero en su camino hacia el corazón se revivirán de nuevo. Ser vivificados de nuevo significa que son absorbidos por nuestro propio cuerpo etérico. Pero ahora apenas tendrían alguna característica de lo terrenal, si tan sólo sucediera lo que os he descrito hasta ahora. Es decir, tendríamos que ser seres que tienen una boca - y un aparato digestivo sólo hasta el corazón, y entonces tendríamos que empezar a ser ángeles, porque nuestro cuerpo etérico tomaría los alimentos y los disolvería completamente. No podríamos ser seres terrestres. Seríamos una especie de boca volando con un esófago unido a ella. Todavía tendríamos el estómago, los intestinos y el corazón, y todo eso sería absorbido por nuestro cuerpo etérico. Pero entonces seríamos sólo un cuerpo etérico y en el cuerpo etérico la comida se disiparía. No seríamos capaces de ser seres terrenales. El hecho de que podamos ser seres terrenales se debe al oxígeno que es absorbido por el aire. Por consiguiente, en lo que ha sido permeado por el cuerpo etérico como alimento, el oxígeno del aire es absorbido. Haciendo posible que seamos seres terrenales (de carne y hueso) aquí en la tierra entre el nacimiento y la muerte (diagrama 1, en blanco). Es el oxígeno lo que nos convierte de nuevo en una sustancia terrestre que de otra manera se disiparía en nuestro cuerpo etérico. El oxígeno es el tipo de sustancia que lleva al estado terrenal, lo que de otra manera por sí mismo sólo se formaría como algo etérico. El corazón no nos convertiría todavía en un ser humano terrenal, sino que sólo nos llevaría lo suficientemente lejos como para que uniéramos nuestro corazón con el cuerpo etérico y voláramos por la tierra como tales ángeles. Pero como el corazón está conectado con el pulmón y absorbe el oxígeno, la comida que absorbe no sólo se eteriza sino que también se hace terrenal.
Ahora surge la necesidad de que lo que es tomado por nuestro cuerpo etérico y es saturado por el oxígeno, para que podamos ser seres humanos terrenales, tiene que ser insertado en el cuerpo astral. Hasta ahora, no ha sido absorbido por el cuerpo astral, sólo por el cuerpo éter. Ahora se tiene que desarrollar una actividad para que todo lo que se ha formado hasta la actividad corazón-pulmón, sea absorbido por todo el organismo; pero de tal manera que también el organismo astral tenga algo que ver con ello. Esto es llevado a cabo por el sistema renal humano, que segrega ahora lo que no puede utilizar de la materia que ha sido absorbida, y lo que queda lo hace llegar a todo el organismo por caminos que la fisiología actual no describe en absoluto, pero que sí existen.
Y ahora toda la pulpa - si puedo expresarme de esa manera que ahora ya se mantiene viva - sólo fue completamente matada dentro del canal intestinal y ahora ha sido revivida, y saturada de oxígeno - para ser enviada al cuerpo astral a través de la actividad del sistema renal que se extiende sobre todo el organismo e irradia por todas partes, de modo que este cuerpo astral puede cooperar en la configuración posterior de todo eso, lo que se efectúa en nosotros a través de la comida. (ver diagrama 1, amarillo).
Este organismo astral, en la medida en que recibe sus impulsos del sistema renal, está a su vez conectado con el sistema sensorial de la cabeza, que, por así decirlo, es como un techo por encima. El sistema renal y el sistema de la cabeza trabajan conjuntamente de forma continua, de modo que todo lo que es líquido y se disuelve a través de la actividad del corazón, tomará forma ahora en los órganos especiales. No tendríamos órganos sólidos si sólo hubiera boca, estómago, intestinos, corazón y pulmones. Sino que el estómago en sí mismo tendría que ser un órgano difuminado movible en sí mismo, lo mismo que el corazón, el pulmón. Todo eso no podría ser sólido. Estos órganos obtienen su configuración a través de los riñones, y los riñones son ayudados por lo que proviene de la cabeza.
Estos órganos no solo tienen que formarse durante la infancia, sino continuamente porque nuestros órganos se destruyen continuamente. Un órgano como el estómago se destruye por completo en el transcurso de 7-8 años. Su sustancia es completamente demolida, completamente eliminada y siempre se renueva nuevamente. Siempre tiene que haber fuerzas que dan forma, que renueven estos órganos. Todavía hay que trabajar mucho más en esto en la infancia. Pero más tarde, estas fuerzas dadoras de la forma también están ahí.
diagrama2


diagrama 2a
Esto sucede de la siguiente manera: (diagrama 2). El sistema renal, que irradia estas fuerzas por un lado, sólo haría que estos órganos se movieran de un lado a otro. O, por ejemplo, formaría un lóbulo del pulmón de manera que estaría bien definido hacia atrás, pero en el frente se disiparía. Aquí la fuerza de la cabeza debe venir y encontrarse, de modo que la superficie frontal sea formada por la cabeza; de modo que las diferentes formas individuales del ser humano siempre se forman de manera que el riñón irradia las fuerzas y que desde la cabeza entonces las fuerzas vienen y se refrenan, a fin de que los órganos tengan contornos, que sean redondeados. Por la cabeza las superficies se forman en el exterior. Pero el riñón entrega una especie de radiación al organismo. Es aproximadamente como si yo quisiera construir algo plásticamente. Tomo el mortero, o cualquier sustancia blanda, en la mano y luego aprendo a tirar el mortero hacia arriba (ver diagrama 2º, amarillo - rojo) y para suavizarlo con la otra mano. La primera, el lanzamiento hacia arriba, corresponde a la actividad de los riñones - por encima yo lo aliso y consigo así estos órganos, que realmente irradian y se forman. Es de esta manera cómo los órganos son formados por el sistema de los riñones en conexión con el sistema de la cabeza y donde las fuerzas del cuerpo astral están trabajando. Por lo tanto, esto es algo que procede bajo la alteración extraordinariamente fuerte del nitrógeno. Aquí el nitrógeno ya no es lo que es afuera, porque el nitrógeno que aún conserva una similitud con el nitrógeno exterior se va a través del ácido úrico y la urea. Pero lo que irradia desde los riñones y se trabaja a través de estos, es realmente un nitrógeno modificado en su naturaleza interna por las fuerzas efectivas del cuerpo astral, y eso es algo completamente diferente al nitrógeno exterior.

Aquí tienen pues lo que el hombre recibe como alimento, impulsado hasta el punto de que es llevado al cuerpo astral del organismo humano. Estos procesos, tal y como se los he descrito, tienen lugar también en el animal, aunque de forma algo diferente. El animal también tiene estos procesos que van aún más allá en el animal superior. Pero en el animal inferior sólo hay indicios de lo que está por venir. Los animales superiores lo tienen, porque fueron una ramificación de la raza humana, todavía lo tienen, pero está deformado y degenerado con ellos.

Pues bien, algo más está irradiando en todo lo que se está formando allí. Primero tenemos el alimento llevado hasta el punto en el que es eliminado todo rastro de vida. Luego es llevado aproximadamente hasta donde tenemos la glándula pancreática como una de las últimas glándulas que llevan los alimentos lo suficientemente lejos como para ser empujados hacia la linfa y ser vivificados, para poder ser tomados por el cuerpo etérico; de modo que entonces a través de la comunicación del corazón hacia los riñones todo pueda ser llevado al cuerpo astral. Pero ahora el ego también interviene. Todo lo que tenemos en nuestro organismo debe ser intervenido por el ego.

Les he mostrado ahora cómo lo que se une a nosotros es reclamado por el organismo etérico y astral, cómo todo ello es absorbido por el sistema renal, irradiando hacia el astral, y cómo con la ayuda del nitrógeno se convierte en algo terrenal. De lo contrario tendríamos que convertirnos en ángeles de nuevo, si el nitrógeno no actuara en nosotros, el cual nos mantiene mediante el cuerpo astral dentro del reino terrenal a través del sistema renal. Pero todo esto no nos daría una configuración en la que el ego participe en el conjunto, si el sistema hepático no estuviera allí. (ver diagrama 1)
La absorción a través de los vasos linfáticos sigue siendo algo que pertenece al corazón. Por regla general, el corazón es ese órgano que, junto con el pulmón, conduce las sustancias externas hacia nuestra propio organismo etérico. A partir de ahí, es el sistema renal el que las conduce a nuestro organismo astral. Y sólo el sistema hepático, con su secreción biliar, conduce el conjunto hacia nuestro propio ego. La vesícula biliar y el sistema hepático también se encuentra sólo en el reino animal superior, no con los animales inferiores, ni siquiera el ácido biliar se encuentra entre sus sustancias corporales. Por lo tanto, el sistema hepático, con su peculiar construcción de la vena porta y demás, -también se puede verificar esto anatómicamente en cada parte-, conduce el conjunto ahora de manera que sea absorbido por el ego. Si sólo estuviera allí dentro del cuerpo lo que irradia el riñón, sólo sería absorbido por el cuerpo astral. Debido a que el hígado está allí y la vesícula segrega la bilis y se mezcla ya con el quimo dentro de los intestinos y el conjunto ya está impregnado por los productos del hígado (diagrama 1, azul), todo esto es impulsado dentro de la organización del ego. De esta manera también nuestra organización del ego participa a través del hígado, que tiene como su representante esencialmente el hidrógeno, en todo el edificio de la organización humana. El hombre, de hecho, no tiene que tomar nada vivo, nada astral del exterior. Todo esto tiene que transformarse primero dentro de su propio sistema orgánico de tal manera que pueda ser absorbido por su astral y su propio ser etérico y por su organización del ego.
He ahí pues, toda la organización normal del hombre. Imaginen, como todo eso tiene que ir acompasado en el tiempo. Por ejemplo, la actividad de los riñones no debe ser interrumpida. Si eso sucediera a causa de un riñón mermado, el cuerpo astral no estaría involucrado. En realidad, es al revés: si el cuerpo astral no funciona correctamente, se desarrollará un riñón encogido. Por lo tanto, cuando existe un riñón encogido, tendremos una perspectiva exacta de un corazón degenerado por lo que está pasando en el cuerpo etérico. Ya les dije la última vez, que incluso hay una disposición en concordancia con el ritmo. Siempre hay 4 impulsos presentes en el redondeo que viene del riñón (diagrama 1, amarillo) mientras que lo que ocurre en las fuerzas de redondeo, que vienen de la cabeza sólo hay un impulso. Es la misma relación que se expresa en la relación entre la respiración y el pulso. Por lo tanto, debo decir si puedo usar esta comparación de nuevo, las fuerzas de redondeo son 4 veces más lentas aquí que con la mano. Esa es la forma en que el organismo lo hace.
Todo esto debe ser armonizado de la mejor manera. De lo contrario no funcionará. Estar enfermo significa no estar en armonía. Tomemos por ejemplo lo siguiente: el cuerpo etérico está completamente en orden, pero el cuerpo astral no es lo suficientemente fuerte como para absorber todo lo que fluye del corazón hacia los riñones ni para trabajarlo suficientemente. Esto puede producirse a través del cuerpo etérico, si éste trabaja con demasiada fuerza. Tal como he dicho, el cuerpo etérico podría estar bien, pero asumamos ahora que está trabajando demasiado fuerte. En este caso si el cuerpo astral es normal, puede desarrollarse un encogimiento de riñón con sus peculiares consecuencias. Si el cuerpo etérico está en la condición correcta y el cuerpo astral trabaja demasiado fuerte, el riñón no está lo suficientemente comprometido. Lo que se está irradiando, a causa de que el cuerpo astral está trabajando demasiado fuerte, será pretendido por él sin que el riñón haya actuado de manera ordenada en la regulación correcta. El riñón queda fuera de uso y se desarrolla el encogimiento del riñón. Al mismo tiempo, debido a que causa una reacción, esto conducirá a una generación de la función cardíaca y del propio corazón.

Se puede apreciar a modo de resumen de lo que está pasando en el organismo humano y que es visible por la degeneración de los órganos, que los miembros del ser humano, el cuerpo físico, el cuerpo etérico, el cuerpo astral y el ego no están trabajando conjuntadamente de la manera correcta.
Hay que ser conscientes de que todas estas cosas deben estar en armonía entre sí y que deben funcionar de manera correcta. Pongamos, por ejemplo, que cualquier área del sistema orgánico no está permeada debidamente,  por cualquier miembro del organismo humano, tal vez por el cuerpo astral. Esto puede suceder de una doble manera. O bien lo que procede del sistema renal (como se mencionó anteriormente, las fuerzas de redondeo salen de la cabeza, mientras que del sistema renal proceden las radiaciones) es estimulado con demasiada fuerza, de modo que realmente todo lo que está trabajando desde el corazón hacia el sistema renal será demasiado estimulante para el sistema renal. En tal estimulación, que es demasiado fuerte, finalmente se descubren las causas originales de todas las inflamaciones y ulceraciones en el organismo humano. Uno tiene que encontrar la forma en que en cualquier parte del organismo se desarrolla tal inflamación. Hay que tratar de equilibrar la materia con medicamentos de tal manera que se reduzca el efecto demasiado fuerte en la actividad del riñón.
diagrama 3

El medio más simple para lograrlo es tratar de frenar el desarrollo demasiado fuerte de la radiación de calor corporal interno, induciendo un enfriamiento interno. Tal vez esto podría hacerse con la ayuda de la aplicación de sustancias que se generan en las flores (órganos) de las plantas. La peculiaridad de estas sustancias, que se generan en los órganos de las flores de las plantas, es que uno puede contrarrestar las inflamaciones a través de ellas y provocar un enfriamiento interno. O también puede ser que la actividad plástica del riñón, trabaje con demasiada fuerza. Entonces surgirán algunas formaciones tumorales. Aquí la actividad plástica, el redondeo, la actividad de cristalización - me gustaría decir - es demasiado grande. Entonces se tiene que envolver el tumor a través del calor del exterior (ver diagrama 3, amarillo, rojo). Todos los tumores se curan de hecho desde el exterior. Sólo hay que introducir en el organismo, mediante inyecciones de sustancias que se difunden de cierta manera, la posibilidad de envolver el tumor con la radiación de dichas sustancias (diagrama, rojo). Si se consigue que la radiación penetre y rodee el tumor, éste se disolverá, se desmoronará y se detendrá. Si tienes una inflamación, tienes que llevar el remedio al órgano a través del aparato digestivo, donde se encuentra la inflamación. Tienes que llevar algo refrigerante, a través del aparato digestivo. Una inflamación tiene que ser tratada desde adentro (diagrama 3a).
Sólo hay que encontrar el camino hasta aquí. Cada sustancia tiene una forma específica de propagarse en el organismo humano. Por ejemplo, hay sustancias que, administradas por vía oral a un ser humano, no tiene en cuenta el esófago; no les importa en absoluto - toda la pepsina, ptialina etcetera - se preocupan, por ejemplo, sólo por el corazón. Para otras el corazón no cuenta: Se conducen primero a través del estómago, y del corazón, hacia los riñones, y sólo allí se activan. Así que cada sustancia tiene su afinidad; sólo hay que aplicar la sustancia adecuada. Pero también hay sustancias que, si se inyectan, no harían efecto en un carcinoma de estómago en absoluto, sino que serían muy eficaces, digamos, en un carcinoma de mama.
Por lo tanto, hay que encontrar la manera de atacar una úlcera o una inflamación internamente, de tomar algo del exterior, de asediarlo, por así decirlo. Los tumores tienen que ser asediados desde el exterior. Las cosas tienen que ser estudiadas de esta manera, y deben ser sintonizadas de una manera minuciosa. Por supuesto, para hacer esto hay que conocer los miembros superiores de la naturaleza humana. Es imposible hablar del riñón poniendo al hombre sobre la mesa de disección y abriéndolo después de haber muerto. Entonces el riñón está ubicado junto al hígado, en lo que a mí respecta; pero, cuanto mas se sabe sobre el riñón y el hígado aparte del hecho de que ambos están constituidos por células, que ambos están construidos, de diferentes maneras, por células! Pero el riñón tiene una relación íntima con el cuerpo astral y el hígado con el ego. Sólo eso les da su carácter. Sin considerar esto, no tiene sentido definir o considerar todo el asunto.
Ahora, tomemos un órgano como el bazo. La fisiología y la medicina ordinaria no tienen mucho que decir al respecto. En todos los libros de texto correspondientes se encontrarán la anotación: sobre el bazo no se tiene aún nada que decir hoy en día. Lo encontrarán en todas partes, si lo buscan. Eso no es muy sorprendente. Verán, el genio del lenguaje es realmente más sabio en este aspecto que la ciencia. En este caso, - en otros casos, el genio del lenguaje alemán es extraordinariamente sabio, -el genio del lenguaje inglés es el que designa al (Milz =bazo en alemán) como "spleen". Y esta es una designación extraordinariamente favorable, porque el bazo está conectado con todas aquellas actividades del hombre que van más allá del ego, que se aproximan al yo espiritual. El bazo es incluso directamente el órgano del yo espiritual. Entra de lleno en el reino espiritual. Sólo que hay que ser capaz de tolerarlo. La mayoría de la gente no pueden tolerar el verdadero elemento espiritual. Por lo tanto, la actividad del bazo (spleen en inglés) no los anima de ninguna manera a una actividad que es espiritual, sino que se convierten en "spleeny en ingles" (extravagantes). Al contrario, se desarmonizan. El "bazo" no es otra cosa que un espíritu que, en lugar de entrar en la cabeza, está enredado en las entrañas. Por lo tanto, "bazo" es una designación extraordinariamente buena, que apunta directamente hacia el espíritu, del cual el bazo es el órgano correspondiente.
El bazo es eficaz para lograr un equilibrio, tal como figura en el folleto, -que ha sido elaborado en nuestro instituto de fisiología en particular por el P. Dr. K., - donde la actividad del bazo se presenta en relación con la formación del desarrollo de las membranas y todo el proceso digestivo.
(El Dr. Steiner expresó entonces su decepción en alusión al hecho de que esto, que se estaba elaborando dentro de la sociedad, no llegara al mundo exterior. Ni que tampoco los miembros le prestaron atención...) Esto es lo que quiero decir hoy sólo entre paréntesis.
De hecho, sólo podemos entender el organismo humano cuando entendemos su organización superior. Ya ven cómo tienen que encajar estas cosas. Dentro del organismo hay algo que anda mal, cuando en el organismo astral actúa algo que no funciona correctamente, porque en ese momento el riñón no funciona correctamente, entonces aparecen todos los fenómenos que se derivan de un riñón que no funciona correctamente.
Pero esto no es así para el hombre en general, sino que cambia de una época a otra. La organización del hombre es extremadamente fina, pero no siempre es la misma. Si retrocedemos sólo unos pocos siglos -parece que un par de siglos no sea mucho para toda la evolución-, entonces llegamos a un tiempo en el que nuestra era actual, la verdadera época de desarrollo del alma consciente, dio comienzo. Nos remontamos desde los siglos XV, XIV y XIII hasta el tiempo post-cristiano. Por grotesco que esto pueda parecerle al hombre de hoy, especialmente en el mundo civilizado, -aproximadamente esto era así- durante el tiempo que va desde el siglo IV hasta el XIV la actividad del riñón era lo más importante. Desde entonces, la actividad del hígado se ha convertido en lo más importante para la naturaleza del hombre. La anatomía y fisiología del hombre cambia realmente en el curso de los siglos, y especialmente de los milenios. No se puede estudiar la historia si no se entra en la fina estructura del hombre, de modo que se sabe cómo tales transformaciones relativas a los fenómenos exteriores en la civilización, como la de la edad media en tiempos recientes, están también conectadas con una transformación de toda la organización humana.
Hay que volver de nuevo sobre estos asuntos; de lo contrario, por un lado la ciencia se paralizará siempre, haciéndose cada vez más irreligiosa y antirreligiosa, ya que finalmente sólo andará a tientas con la sonda y el cuchillo de disección, etc., y por otro lado está la vida religiosa, que ya no tiene nada que decir sobre el mundo, sino que se dirige únicamente a los instintos egoístas del hombre para la vida después de la muerte. Ambas cosas van unidas. Nuestra actitud religiosa de hoy ha olvidado simplemente que Dios ha creado el mundo, y que uno puede encontrar en todas partes en las cosas del mundo rastros de la creación divina. Pero no hay que hablar de cambios abstractos de la civilización en la historia como si fueran nubes; hay que saber cómo, especialmente a través de la delicada organización humana, a través de esta sintonía del infinito y fino mecanismo de la organización del hombre, las fuerzas divinas y creadoras transforman al hombre. Así como en un tiempo determinado aprietan un poco más las cuerdas de la actividad renal, luego se relajan y aprietan las cuerdas de la actividad hepática, y surge una música de la civilización completamente diferente.

Sólo si no nos limitamos a mirar a un Dios que está separado, sino que seguimos a Dios en una actividad detallada, llegaremos a lo que la humanidad necesita en el futuro. De lo contrario, la humanidad finalmente se preocupará sólo por lo abstracto, y llegará a una ciencia puramente materialista. Sólo y únicamente si podemos penetrar en los detalles concretos, la eficacia de la materia en la creación divina, llegaremos donde podamos impregnar la religión con la ciencia y llevar la ciencia de vuelta a la religión.
Verán, alrededor de los siglos XII, XIII y XIV se produce una actitud en Europa, que ya he descrito desde lados muy diferentes. Se expresa en la leyenda del Grial, en la leyenda del Parsifal, en todo lo que han escrito poetas como Wolfram von Eschenbach, Hartman von der Aue, Gottfried von Strassburg, etc. Allí los motivos emergen. En la epopeya del Parsifal, en la verdadera epopeya del Parsifal surge especialmente un motivo. Consiste en el deseo repentino, de presentar ahora cómo tiene que desarrollarse el hombre hacia algo que en aquel tiempo se llamaba "Sälde". Es el sentimiento de una cierta sensación interior de felicidad - Sälde - relacionada con lo que llamaríamos "dicha" pero no es lo mismo. Sälde significa ser penetrado por un cierto sentimiento de felicidad. Esto surge y domina toda la civilización de los siglos XIII y XIV. Todos los motivos poéticos, pero en particular el motivo del Parsifal, están impregnados por él y todo se esfuerza por alcanzarlo. Uno se esfuerza por esta Sälde, por este sentimiento interior de felicidad, que no debe ser irreligioso, o tal vez un estado de confort dichoso, sino un estado de ser dotado de las fuerzas divinas del Creador.
¿Por qué surge esto? Surge porque se produce la transición de la actividad del riñón a la actividad del hígado. Podrán ustedes entender esto si se ayudan de la fisiología. Los primeros fisiólogos, por supuesto, eran mejores fisiólogos en muchos aspectos que los fisiólogos materialistas de hoy. Ellos, quiero decir, fueron los escritores del Antiguo Testamento, donde uno, por ejemplo, decía, si uno tenía pesadillas - ya he hecho mención sobre esto - "el Señor me ha castigado esta noche a través de mis riñones". El conocimiento de ciertas conexiones de la actividad anormal de los riñones con las pesadillas continuaba, y en los siglos VIII, IX y X, por ejemplo, aún se estaba profundamente impregnado por la convicción de que uno se vuelve pesado por la actividad del riñón. La actividad del riñón se había convertido en algo como la pesadez para el hombre. Por supuesto, sólo se hablaba exteriormente de algo que se volvía pesado para el hombre. No era posible salir de eso. Uno estaba pegado a lo terrenal. Y entonces uno sentía que era penetrado por la hiel desde el lado físico - pero de una manera que estaba conectada con ser "penetrado interiormente por el Sälde" - como una liberación, una redención interna - pero era un sentimiento interno de felicidad lleno de Dios, - un esfuerzo por alejarse de la torpeza del riñón. Es por eso, que el riñón también desarrolla una actividad de pensamiento. El riñón desarrolla la actividad de pensamiento embotado en el hombre a través del desvío del sistema ganglionar. Esto se conecta a través de la inducción con el sistema de la médula espinal y el sistema del cerebro. Desarrolla en particular ese tipo de pensamiento que también ha jugado un papel directo en la Edad Media. En esa época se le llamaba "torpeza". Y este desarrollo que va desde torpeza (Tumpheit) a la iluminación, (Sälde); esto fue lo que se convirtió en el motivo de Parsifal. Parsifal se desarrolla desde la opacidad hasta el Sälde.
No sólo hay que mirar esto de manera abstracta, sino que también hay que mirarlo con sentimiento y sensibilidad. Al principio Parsifal es como lo que surge de una cultura que se ha vuelto pesada. No se lo puede poner en movimiento. Sólo más tarde, después de haber pasado por sus dudas, Saelde lo impregna. Esta duda en él surge al ser sacudido por el sistema corazón-pulmón. Después de pasar por eso, encuentra la entrada a Sälde.
Es posible seguir en los miembros del organismo humano lo que ha sucedido en la gran historia del mundo. Se puede decir: las personalidades destacadas, como las que han creado el motivo de Parsifal, fueron pioneras, los primeros precursores de la organización corporal humana moderna, que ha pasado de la antigua actividad del riñón a la nueva actividad del hígado.
No ha que sentir desprecio por algo así. No hay que decir: eso es sólo la naturaleza sensorial inferior. Ni siquiera Dios despreció la creación de la materia inferior, de hecho, ¡Él fue su Creador! Por la misma razón estamos obligados a través de la cognición, a perseguir la actividad divina del creador en las ramificaciones más externas de lo material. No se debe ser un historiador digno que describe a Parsifal y dice: Si se describe a Parsifal, no se debe mirar al mismo tiempo a algo tan bajo como la actividad fisiológica del hombre.
El mundo es una unidad, y para entender las grandes conexiones históricas, hay que ser capaz al mismo tiempo de iluminar las diferentes conexiones humanas. Los hombres de la antigüedad, e incluso hasta la Edad Media, todavía tenían rastros de tal conocimiento. Se puede seguir en descripciones como la de "Armen Heinrich", donde vemos que aún se producen curaciones de naturaleza moral, y cosas por el estilo.

Estos asuntos discutidos hoy deberían ser una indicación preliminar del hecho de que toda la cognición humana presenta una gran unidad. Uno puede descender de lo que debe ser concebido como las más altas ideas religiosas a algo que la gente a menudo considera tan bajo, que no quiere mirarlo. La ciencia actual es culpable de tal actitud, porque no se da cuenta en absoluto de que hay que seguir al espíritu hasta las ramificaciones más externas de la materia. Porque sólo entonces se aprende a entender el mundo. Sólo entonces se aprende también a luchar por una verdadera comprensión religiosa del mundo. De lo contrario, se tiene generalmente un único punto de vista egoísta, que especula sobre los motivos egoístas del hombre, pero no entra en la cognición y nos llevará a la decadencia, en lugar de una renovación de la civilización.

Un nuevo surgimiento de la civilización está conectado con la gente que recibe la Luz en sí misma y que contempla el mundo en esta Luz, y no en la oscuridad. La fisiología y la anatomía de hoy en día, sólo coloca a la gente en la mesa de disección y mira pero a aquellos síntomas que todavía pueden ser observados en los enfermos por la ciencia materialista. Pero esto nunca logra una verdadera comprensión del hombre.
Uno puede decir: el alimento es tomado, matado, revivido, astralizado, transformado en el ego - sólo entonces uno entiende la ptialina, pepsina, en el alimento que ha sido tomado y matado, y luego transportado a las glándulas linfáticas transportadas al corazón, inflamadas por el corazón. Los riñones entonces irradian a través de él, y todo es astralizado, tomado por la acción del hígado y transportado al Ego. Entonces el conjunto puede ser atrapado por la actividad del bazo y entonces, bajo ciertas circunstancias la persona se convertirá en un entusiasta, en alguien que recibe fuerza del mundo espiritual a través de la actividad del bazo, (spleen) -o de lo contrario se convertirá en una persona "spleeny", depresiva- en alguien sin la voluntad de mantener la cabeza erguida, a través de la actividad del bazo, en alguien que sólo quiere sentarse en su silla y prefiere no dejarse impregnar por el espíritu, que no quiere hacer ningún tipo de pensamiento. Hay mucha gente así hoy en día. Se sientan en sus sillas, realmente sólo como una gran masa, como si no tuvieran cabeza en absoluto. La actividad del bazo, que podría ser algo elevado en el hombre, realmente tiene un efecto aplastante en estas personas. En lugar de entusiasmo, tienen "bazo" (spleen en ingles también significa malcarado, malhumorado ndt.) y el "bazo" aparece hoy en día ya en una variedad de formas.
Pero lo que se necesita hoy en día es el tipo de trabajo que transforma el "mal humor" en entusiasmo, en fuego para que los hombres no tengan una civilización dormida, sino más bien despierta. Esto es lo que debería surgir de la Antroposofía: estar despierto, tener entusiasmo, transformar el conocimiento en una verdadera actividad, en hechos, para que el hombre no sólo sepa más sino que se convierta en algo a través de la Antroposofía. Sólo entonces la Antroposofía tiene una meta y puede ser verdaderamente alcanzada. Pero adormecerse por medio de la Antroposofía significa que se respeta demasiado las cualidades física del bazo y que no se fructifica la alta naturaleza espiritual del bazo. Pero esto apunta a algo que la humanidad actual necesita desesperadamente. Los hombres necesitan fuego, necesitan entusiasmo, necesitan ser inspirados por algo. Mientras no podamos hacer eso, mientras pensemos sólo en nosotros mismos, estaremos dando demasiado valor a lo que excretamos como urea, ácido úrico, que no está destinado a estar contenido en la esfera de una célula, de proteína - sino que debe ser llevado al estado de proteína fluctuante, que somos en todo nuestro ser. Básicamente somos algo así como un ser vivo, pero con una gran célula, que se mantiene en continuo y vivaz movimiento. Debido a que tenemos carbono en nosotros, recibimos oxígeno a través de la eterización de los alimentos, obtenemos nitrógeno, porque las sustancias alimenticias son irradiadas por la actividad de los riñones. Recibimos hidrógeno, porque la actividad del hígado interviene en él, y en relación con la actividad de los sentidos, también recibimos azufre, ya sea el inadecuado, que es el que más se discute hoy en día, o el azufre adecuado. Realmente obtenemos lo necesario, por lo que somos un ser vivo que consiste en proteína - carbono, oxígeno, nitrógeno y también azufre - pero debe ser el azufre adecuado. Pero el hombre debe estar vivo de principio a fin, de principio a fin, impregnado de espíritu. Esto es algo que también se puede aprender, especialmente si se observa en las ramificaciones más externas de la materia. Sólo entonces obtendremos una fisiología, y también algo que realmente pueda acercarse terapéuticamente a la naturaleza del hombre.


GA218 Dornach, 23 de octubre de 1922 Características de la antigua etapa de la iluminación. Naturaleza de la enfermedad y la salud;

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Nexos espirituales en la formación del organismo humano

RUDOLF STEINER

Dornach, 23 de octubre de 1922


Habrán visto por las varias consideraciones anteriores que no me gusta la frase: "Vivimos en una época de transición", porque toda época no es más que una época de transición, una transición que va de la época anterior a la posterior. Tan sólo es cuestión de hasta qué punto un tiempo es un tiempo de transición, y qué es lo que está cambiando.
Para la persona que puede ver en el mundo espiritual, el nuestro es, en efecto, el tiempo de una importante transición. La sabiduría de los tiempos más antiguos siempre ha apuntado a esta importante transición. Durante las épocas en las que se hablaba de un mundo espiritual de forma veraz, aunque sólo fuera por un conocimiento onírico, siempre se decía: después de que pase cierto tiempo, la llamada Edad Oscura llegará a su fin y comenzará una edad llena de luz. Si uno examina ahora las palabras de los antiguos sabios y las toma en serio, se da cuenta de que se referían a que la transición de la Edad de la Oscuridad a la Edad de la Luz se produciría a finales del siglo XIX y principios del XX, la época en la que vivimos ahora. Pero no tenemos que pasar a través de la Antroposofía para ir hacia una renovación de la antigua sabiduría onírica. A menudo he dicho que no ha de ser así, que con la Antroposofía la cuestión es averiguar que se puede adquirir como conocimiento en nuestro tiempo a través de la investigación espiritual. Por lo tanto, la Antroposofía no será la renovación de ningún tipo de sabiduría antigua, sino un modo actual de cognición. Pero en lo que respecta a la transición de la Edad de la Oscuridad a la Edad de la Luz, la cognición actual tiene que coincidir completamente con la antigua sabiduría.
Aunque difícilmente se puede decir que nosotros como humanidad, especialmente como humanidad civilizada europea, pasemos de peores condiciones a mejores, lo que la antigua sabiduría tenía en mente con respecto al paso a la edad de la luz, y lo que también debemos pensar hoy, es sin embargo cierto. Sólo nosotros debemos entender las cosas de la manera correcta. Me gustaría aclarar, con la ayuda de un ejemplo, cuál es la diferencia entre la Edad de la Luz -entendida de esta manera- y la Edad de la Oscuridad.

Aquellas personas que una vez, en el quinto milenio precristiano, hablaron de tales Edades de Luz y Oscuridad, consideraron esta edad oscura como la continuación de una Edad de Luz anterior, y expresaron la opinión de que, después de que la Edad de Oscuridad durara un tiempo, una Edad de Luz vendría de nuevo. Sería instructivo mirar hacia atrás y ver cómo - principalmente en los asuntos humanos - la Edad de la Luz, que una vez existió (aproximadamente en el 7º u 8º milenio) fue diferente de la posterior Edad de la Oscuridad, de la que nosotros como humanidad emergeremos ahora.
Me gustaría aclarar esto con un ejemplo - como dije - a través del ejemplo de la curación. El ejemplo de la curación es muy adecuado en este sentido, porque se puede ver mucho por medio de él. A saber, durante esa era de Luz, o era iluminada, no mirábamos al cuerpo humano físico. No se pensaba en eso en absoluto. Para nada, se hablaba durante esa Edad de Luz, de la enfermedad de la misma manera en que se habla hoy en día de la enfermedad, y de la cual no se hablará tampoco en el futuro. Por supuesto que en aquellos tiempos antiguos también se tenía el fenómeno de que una persona experimentaba el decaimiento de sus órganos en tal o cual dirección, que simplemente no estaba sana. Sin embargo, no se hablaba de enfermedad, sino que se decía de inmediato: La muerte existe y se apodera del hombre. Uno veía algo así como una lucha entre la vida y la muerte en la situación en la que hoy diríamos: esta persona está enferma. Así que en aquellos tiempos antiguos no se hablaba de enfermedad y salud cuando una persona se había enfermado en el sentido que entendemos, sino que se hablaba de esta manera: en él la muerte está luchando. Y hacer que uno sea considerado como combatiendo, como expulsando a la muerte de esta manera. La enfermedad era sólo un caso especial de muerte, se podría decir, "un poco de muerte", y la salud era la vida.

¿Por qué se hablaba de esa manera? Se hablaba así porque la curación se hacía entonces enteramente desde el cuerpo etérico del hombre. No se prestaba atención al cuerpo físico, sino que se curaba por completo en relación con el cuerpo etérico.
¿Cómo se producía esto? Supongamos ahora, que un ser humano se ha enfermado de algo que hoy llamaríamos neumonía. La forma de la enfermedad en caso de neumonía era de un tipo algo diferente en aquel tiempo, pero sin embargo se puede hablar de este tipo de enfermedad. Uno se decía a sí mismo: esta persona se ha vuelto demasiado dependiente de la región de la tierra donde vive. Esto tenía lugar en tiempos en que las migraciones de personas, cuando el desplazamiento de los lugares, era más inusual que hoy en día. La gente - al menos la mayoría de la gente - en su mayoría pasaba toda su vida en el mismo lugar. Sin embargo, en tal caso se decía: esta persona se ha vuelto demasiado dependiente del lugar terrenal donde nació. En aquellos tiempos antiguos se sabía muy bien: el hombre ya había tenido una existencia pre-terrenal; a través de una visión general, por así decirlo, a través de su destino, él mismo había decidido sobre que lugar en la tierra. Por lo tanto, uno se decía a sí mismo que si una persona ha enfermado sobre los 40 años o antes por una neumonía, entonces simplemente era porque no había elegido su lugar en la tierra de la manera correcta. No encajaba en este lugar de la tierra. En resumen, la enfermedad era a consecuencia de la relación que su organización humana tiene con el lugar de la tierra en el que se encuentra.

Si tuviera que hacer un boceto de esto, sería de esta manera: (diagrama 1). Si alguien se imaginaba la tierra de esta manera, se decía a sí mismo: si la persona vive allí, entonces es demasiado dependiente de ese punto concreto de la tierra. Hay que curarlo liberándolo interiormente de la dependencia exterior de ese lugar terrenal. Esto puede hacerse poniéndolo en conexión con el cosmos circundante al cosmos celeste exterior. El cielo es el hogar del hombre antes de que bajara a la tierra. No encaja en el entorno terrestre. Se le tiene que curar poniéndolo en la relación correcta con el cosmos. Se hacía de tal manera que se decía: como esta persona lleva consigo demasiados efectos de la tierra -porque hay demasiada gravedad, mas todo lo relacionado con la gravedad, en él, hay que darle alivio - hay que traer fuerzas supraterrenas hacia él. Se decían: En estos u otros brotes de plantas, las fuerzas supraterrenas están trabajando. Por lo tanto, se preparaban tales o cuales plantas extrayendo su jugo. Se decían a sí mismos: esta planta está floreciendo en una cierta estación, está floreciendo en esta estación por la influencia del cosmos. Se investigaba hasta qué punto esta persona está influenciada por esa estación en particular. En la antigüedad, la dependencia de una persona de las fuerzas cósmicas se investigaba a través de una especie de horóscopo. Se daba entonces como medicación algo que hacía que su cuerpo etérico vibrara en general. Se lo auto representaba de la siguiente manera: Si este es un hombre (diagrama 2, rojo), entonces este será su cuerpo etérico. Se ha enfermado de neumonía porque su cuerpo etérico en la región de los pulmones está demasiado inclinado hacia la tierra (azul) y porque las fuerzas de la tierra tienen una influencia demasiado grande sobre él. Entonces se le dan simplemente los jugos de las flores de las plantas, que actuarán en él y le ayudarán a superar estas fuerzas (Amarillo). De esta manera se le imparten fuerzas que lo conectan con el cosmos. A través de este tratamiento, uno se esforzaba por colocar todo el cuerpo etérico en la vibración correcta para equilibrar las diferentes vibraciones incorrectas. Es por eso que uno siempre se preguntaba: ¿qué tiene que hacer uno con respecto al cuerpo etérico?
diagrama 2
En conjunto, ¿cómo se podría proceder de esa manera? Podría hacerse eso, porque se tenía una imagen distinta del cuerpo etérico humano. En aquellos tiempos no sólo se veía el cuerpo humano físico, sino que también se veía el cuerpo físico luminoso, se veía el cuerpo etérico. El hombre era un ser de luz, y así como hoy se juzga por la complexión de una persona, por ejemplo, si alguien está pálido, es que está enfermo de la misma manera uno se formaba una opinión sobre su estado de salud por su cuerpo etérico, por el color, si se volvía rojo, o azul o verde. ¿En qué se basaba el conocimiento del ser humano en aquellos tiempos? En la luz, en lo que era la luz en el hombre. Uno tiene que tomarlo bastante literalmente: era la Edad de la Luz, era la edad en la que uno realmente veía lo que vivía en el hombre como Luz.
Si se mira al hombre desde el punto de vista actual en lo que respecta a la salud y la enfermedad, se verá que también hoy en día, debe decirse: que la luz tiene una tremenda y fuerte influencia en la salud humana. La gente tiene que procurar recibir la cantidad adecuada de luz en su organismo. Sabemos que los niños que a una edad delicada sufren de falta de luz, contraerán el raquitismo u otras enfermedades, que están relacionadas con la falta de luz. Por supuesto que también están relacionadas con otros factores -una enfermedad nunca puede derivarse de una sola causa-, pero casos como el raquitismo, pueden estar relacionados en todo momento con la falta de luz. Se puede relacionar con certeza la frecuencia con que el raquitismo se produce entre los niños que viven en apartamentos de la ciudad, donde entra poca luz, y la inclinación de los niños pequeños al raquitismo - aproximadamente, por supuesto - que pueden ser expuestos a la luz de la manera adecuada. Así que también podemos decir con razón hoy en día que el ser humano toma la luz en sí mismo.
Pero la luz que el hombre recibe hoy en día es - si puedo expresarme así - luz mineral. El hombre absorbe esa luz que se irradia a la tierra, a los minerales, y le viene de vuelta, o bien la luz que recibe directamente del sol. Es luz mineral. La luz que cae en los prados y en los árboles también se nos transmite de forma mineral. Es luz muerta que absorbemos a través de nuestra piel, en todo nuestro ser humano. Durante aquella antigua edad llena de luz, que precedió a nuestra edad oscura, los hombres eran conscientes de que esta luz muerta no tenía ningún significado para ellos.
El historiador de la investigación de hoy, así como el historiador cultural no saben absolutamente nada de tales cosas. La luz que tanto apreciamos hoy en día no era considerada digna de ser apreciada por los hombres de antaño. Ellos diferenciaban entre la luz que apreciaban y la luz que es tan apreciada hoy en día. Por ejemplo - nos sentamos a la mesa y tenemos platos y tenedores y cuchillos, y en el plato algún tipo de pastel u otra cosa que sea comestible. Luego comemos el pastel; naturalmente, también apreciamos los cuchillos y tenedores, pero no los comemos, simplemente están ahí. Lo que valoramos como la luz guardaba la misma relación con lo que los antiguos valoraban tanto como los utensilios en relación con la tarta. Pero lo que ellos consideraban como luz viene del reino vegetal. Esto no lo retomamos en absoluto, tal como se retomaba en las antiguas edades de la luz. Disfrutamos hoy en día cuando podemos caminar bajo el sol. El hombre de antaño disfrutaba cuando caminaba sobre un prado, o a través del bosque, porque absorbía en sí mismo - a través de su piel - la luz que el bosque había absorbido primero, que había sido vivificada en el bosque, vivificada en el prado. La otra, la luz muerta - eso era un añadido, "recortes", por así decirlo. Para nosotros, los adornos se han convertido en lo principal. El hombre de antaño vivía en la luz que le daban las flores y los árboles del bosque. Para él, eso era una fuente de vida interior con luz, con luz viva interior y no con luz muerta. Con nuestra disfrute abstracto por los bosques, con nuestra disfrute abstracto por las flores, con todo eso, tenemos, básicamente, lo que podría llamar filisteísmo, en el sentido cósmico. Puede que todavía sea muy hermoso, pero es filisteo en contraste con lo que existía en los antiguos como júbilo interior del alma frente al bosque, de la pradera, frente a todo lo que vivía fuera. El anciano se sentía relacionado con sus árboles, con todo lo que era para él precisamente la planta adecuada. Sentía simpatía y antipatía de la forma más animada con esta o aquella planta. Nosotros, por ejemplo, caminamos por praderas como las que rodean el Goetheanum en otoño. Juzgamos de forma filistea: el azafrán de la pradera, el colchium autumnale podría ser quizás hermoso. El hombre de antaño pasaba por estas plantas y se ponía triste, de modo que hasta su piel parecía estar algo seca. Incluso sentía algo como si su pelo se volviera flácido. Mientras que, cuando pasaba, digamos, por plantas de floración roja, podrían ser plantas como la amapola de hoy, su pelo se volvía suave y liso. Así que experimentaba la luz de las plantas de una manera absoluta. Era la edad de la luz, y toda su vida cultural se orientaba en consecuencia. Por consiguiente, también se le indicaba que podía curar - es decir, podía combatir la muerte - a través de la observación y el tratamiento del cuerpo etérico.
Esto siguió siendo efectivo durante mucho tiempo y hasta hoy vemos, cuando volvemos a la antigua medicina griega, a Hipócrates, cómo se hablaba entonces de los "humores" del hombre, de la bilis negra o clara, de la sangre y de la flema. Esto era realmente lo que se pensaba como recuerdos de la antigua edad de la luz. La flema se entendía esencialmente como el cuerpo etérico y la sangre, las vibraciones que el cuerpo astral produce en el cuerpo etérico, y así sucesivamente. Así que estas secuelas todavía estaban ahí, y básicamente sólo en la época de Galeno se empezó a depender del mero mundo físico, incluyendo el resto de la vida cultural humana. La concepción del hombre, en la medida en que debería ser la base de los procesos de curación, recibió un carácter físico. Se miraba el cuerpo físico.
Pero fue de hecho sólo en el gran cambio de la primera mitad del siglo XV cuando ya no se sabía nada del cuerpo etérico humano, ni siquiera según se expresa en los temperamentos; a partir de entonces se empezó a mirar cada vez más sólo al cuerpo físico del hombre. La medicina física más antigua era aún algo más que lo que llegó a ser más tarde, principalmente en los siglos XVIII y XIX. La antigua medicina física siempre tuvo tradiciones, al menos, de la curación anterior a través del cuerpo etérico. En realidad, se tiene la impresión de que en esta antigua medicina europea, se habían conservado los antiguos principios y sólo se habían trasladado a la física. En cierto modo, el organismo humano físico seguía siendo visto como bajo la influencia del organismo etérico. Sólo en tiempos más recientes - en la época de Copérnico y Galileo - se comenzó a observar más y más meramente el cuerpo humano físico y se dejó de saber algo que los tiempos anteriores habían conocido de manera exacta. Hoy en día se piensa: cuando el hombre come tal o cual sustancia, que se encuentra en la naturaleza, se mantiene básicamente igual dentro del organismo humano. Pero eso no es cierto. Sólo las sales permanecen aproximadamente iguales. Pero todo lo que hay en el reino animal y vegetal se convierte en algo completamente diferente en el organismo humano. El organismo humano lo cambia completamente. Se sabía que el organismo físico humano "no es de este mundo" en su consistencia interna y se sabía fundamentalmente que enfermarse no es otra cosa que una prolongación de lo que sucede a través de la alimentación. De hecho, hubo un tiempo, especialmente entre los médicos árabes, en el que se consideraba cada digestión como un proceso parcial de enfermedad, donde se veía la digestión de una manera que no estaba realmente equivocada; cuando el hombre ha comido, ha introducido algo extraño en él y que realmente está "enfermo". Primero debe, a través de su organismo interno, a través de las funciones orgánicas internas, superar la enfermedad. De modo que se vive continuamente en un estado de estar "un poco enfermo", y "un poco superando la enfermedad". Uno se come a sí mismo enfermo y se digiere sano de nuevo. Esto fue de hecho durante algún tiempo, especialmente entre los médicos árabes, un punto de vista que es en conjunto - si puedo expresarme de esa manera - algo bastante saludable, porque no existe una frontera real entre lo que uno llama hoy "comerse bien" y "comerse mal". Piensen en lo fácil que es poner el estómago en desorden, algo que - como se dice - normalmente aún podría ser superado, rápidamente se convierte en algo que ya no se puede superar. Entonces se está simplemente enfermo. Pero el límite no se puede trazar en absoluto.
Es igual de difícil trazar una línea divisoria con respecto a las confusiones entre algo que todavía puede ser equilibrado de una manera completamente natural y algo donde uno tiene que acudir y prestar ayuda a través de un proceso de curación. Así que una vez que se veía correctamente la enfermedad como una prolongación de la alimentación - que comer no se hacía correctamente. Se estudiaba el proceso diario de la digestión, es decir, la digestión de uno mismo en la salud; esto se estudiaba.
A este respecto, es una práctica bastante buena si una persona u otra que no puede tolerar tal o cual alimento sin sal, añade más sal para sí misma. Algunos incluso tienen que añadir pimienta, otros añaden pimentón, ¿no es así? Como no puede digerir las cosas tal como son, las ajusta a sus necesidades. Tampoco existe un límite si alguien necesita pimienta o pimentón como factor de curación; tampoco existe un límite si uno da más pimienta o pimentón para poderse digerir bien, o si, cuando las cosas empeoran, uno saca algo del reino mineral. No importa si uno entonces da eso como adición a la comida, o como medicina. Una vez más, las cosas fluyen entre sí, no hay ningún límite.
Por lo tanto, lo que se sabía de manera precisa era que si el hombre toma algo completamente del mundo exterior, esto dañará su organismo interno y debe por todos los medios superarlo. Si finalmente me clavo un hierro oxidado y mi organismo tiene que supurarlo, o si introduzco algo en mi estómago, que no debe permanecer así, y mi organismo tiene que pasar por todos esos procesos para poder asimilarlo, estas son sólo gradaciones de diferencia. Pero el conocimiento de que el organismo humano no es de esta tierra, y que sólo puede sostenerse en esta tierra si es continuamente estimulado para superar las fuerzas de esta tierra - este conocimiento existía. Es decir, no comemos para conseguir este o aquel alimento en uno mismo, sino que comemos para que podamos desarrollar las fuerzas internas que pueden superar este alimento. Comemos para crear resistencia en esta tierra, y vivimos en esta tierra para crear resistencia.
Pero esto se fue olvidando poco a poco. Se enfocó todo el asunto de una manera materialista y finalmente sólo se centró en saber si tal o cual sustancia en estas u otras plantas podría ayudar. Sí, eso es lo que significó una vez, y lo que debemos tener en mente de nuevo con respecto a la edad oscura. Todo se ha vuelto simplemente oscuro. En tiempos pasados uno miraba al cuerpo etérico de luz, y lo consideraba como el hombre. Ahora ya no se ve nada de esta luz. Uno percibe sólo donde hay materia, y se aferra a la luz muerta. Pero esta luz muerta sólo le da al hombre conceptos abstractos, sólo ha dado lugar al intelectualismo. Pero hoy nos encontramos en una transición hacia la necesidad de reconocer la luz de nuevo de una nueva manera. Antes, el hombre sabía que dentro de sí mismo: tenía este cuerpo etérico de luz. Ahora debemos desarrollar cada vez más ese conocimiento, y reconocer lo etérico en el mundo exterior, especialmente en el reino vegetal.
Goethe comenzó a trabajar con esto en su teoría de la metamorfosis, aunque todavía puso el conjunto en conceptos abstractas. Esto debe desarrollarse más y más en la imaginación. Y debemos tener claro que simplemente debemos llegar al punto de percibir el ser de la planta en imágenes luminosas. Mientras que el hombre mismo era luminoso en la primera edad de luz, en el futuro la naturaleza que nos rodea, en la medida en que es el mundo vegetal, tiene que brillar en las más variadas imaginaciones de las formas de las plantas. Y sólo con la ayuda de estas formas vegetales, luminosamente brillantes, podremos encontrar nuevos remedios en las plantas. Esta necesidad nos confronta. Mientras que el hombre en la primera era de luz veía una luz interior, la gente de la era actual tiene la obligación de "ver" en el mundo exterior, para contemplar de nuevo una luz, esta luz en el mundo exterior.
Si se profundiza cada vez más en el estudio de la ciencia espiritual, se puede encender esta luz. Pero por mucho que se pueda decir: ciencia espiritual, Antroposofía - allí también sólo leo conceptos, y finalmente, si leo Ciencia Oculta, también encuentro allí sólo conceptos; eso no me da ocasión de "percibir" realmente. Sin embargo, mis queridos amigos, esta Ciencia Oculta tiene un doble objetivo. El primero es que uno aprenda a saber lo que se relata allí; pero eso no es todo. Si han leído mi Ciencia Oculta como si fuera cualquier otro libro, entonces sólo conocerán lo que es el fósforo, (las cerillas). Pero si quieren encender fuego, no deben decir: ¡este fósforo no es fuego! No tiene sentido decir que si me dan un fósforo, es como si me dieran fuego, ¡no parece fuego! La Ciencia Oculta no se parece a la clarividencia; es como decir que el fósforo no se parece al fuego. Sin embargo, se verá como fuego con sólo encender el fósforo. Y si no funciona la primera vez, háganlo otra vez, y así sucesivamente. Así es como da resultado la Ciencia Oculta. Si lo han leído como otro libro, entonces es simplemente "el fósforo", pero si lo has frotado de la manera correcta en todo tu ser humano, entonces verán, ¡se enciende! ¡Se ha encendido sólo un poco! Pero se enciende, mis queridos amigos. Y la persona que diga: esto se aleja de lo que uno se esfuerza por conseguir, es decir, la clarividencia, sólo mirará el fósforo y no lo frotará. Pero el hecho es que primero hay que conocer el fósforo, de lo contrario uno se entregará a la ilusión de que podría encenderlo con un alfiler. Por supuesto, no se puede encender con un alfiler, es decir, con la ciencia moderna, sólo se puede hacer con una cerilla real.
La raza humana se enfrenta precisamente a esta necesidad y puede mostrarse especialmente en algo como el conocimiento médico y la capacidad médica. Si uno encuentra la transición de una mera mirada a la oscuridad de las sustancias - en la forma en que uno de alguna manera mira una flor de planta, como se hace hoy en día - a una forma imaginativa de mirar, "frotando el fósforo" - entonces uno adquiere el conocimiento de cómo esta u otra sustancia afectará al ser humano. Y si uno piensa un poco en el asunto, tiene que decirse a sí mismo: la humanidad de hoy se enfrenta a eso: de la oscuridad debe entrar de nuevo en la luz, debe aprender a juzgar de una manera llena de luz.
diagrama 3
Quiero dejar esto claro una vez más con un ejemplo. Supongamos que un médico de hoy en día hace un diagnóstico de, digamos, un aumento de tamaño del corazón. Lo hace de la manera en que se hace hoy en día. No se puede hacer gran cosa con tal diagnóstico. Tal vez se haya intentado si esto o aquello puede ayudar aquí. Pero el hecho es que no se tiene ninguna conexión integral. No se tiene nada completo porque no se mira a través de todo el asunto. Una verdadera penetración en el conjunto daría como resultado lo siguiente: Supongamos una vez que el ser humano, como lo he presentado bastante a menudo, renueva su organismo después de siete años. Pero también mencioné la última vez cómo se produce esta renovación. Siempre hay sustancias inacabadas en una forma enviada hacia arriba o también hacia adelante o hacia abajo por el sistema de los riñones. Desde la cabeza se hace el redondeo (diagrama 3) de modo que continuamente tales ondas (azules) vienen del sistema de la cabeza, que dan forma, y que a través del sistema de los riñones se producen tales efectos - cuatro veces más rápido - que se rompen y se forman por las ondas (rojas) como he descrito.
Tomen un órgano como el corazón (naranja). También en este caso el intercambio se produce en cada humano después de 7 u 8 años. El corazón se renueva. Se hace de nuevo. Lo que se ve en las uñas, que crecen hacia afuera y siempre vuelven a crecer después de que uno las corta, también es el caso de todo el ser humano: renueva la sustancia material desde el centro. Supongamos a su vez que el hombre rítmico no esté en orden, puede ser que para su organismo, los rayos del sistema renal se disparen demasiado rápido, de modo que no exista la relación correcta de 4 a 2. Esto varía según el individuo - cada persona es una individualidad a este respecto - pero es el caso en lo que respecta a toda su construcción como ser humano. Supongamos entonces, que esto no está en orden, que la radiación del sistema renal está empujando demasiado rápido. ¿Qué sucederá con ello?
diagrama 4
Puede suceder lo siguiente. El proceso de renovación se está produciendo de forma continua; imaginemos entonces que el nuevo corazón se mueve en (rojo) antes de que el viejo corazón sea completamente expulsado (diagrama 4, blanco). Entonces va demasiado rápido. Si la renovación va demasiado rápido, se produce un fenómeno como el agrandamiento del corazón. En primer lugar, se puede detectar en el comienzo de un agrandamiento del corazón que algo no está en orden en la actividad del riñón. Justo donde se toma en serio este asunto de una renovación del ser humano en 7-8 años se verá: si lo que vendrá como sustancia renovada ya está ahí después de 6 años, lo que sigue ahí del antiguo corazón aún no ha sido sustituido lo suficiente y el órgano se expande, o trata al menos de expandirse. Así es como se debe aprender a mirar las cosas; uno debe aprender a ver las cosas en movimiento vivo. A eso es a lo que nos enfrentamos. Debe verse, sobre todo, aquello que siempre se ha visto con límites fijos. ¿Cómo hace el médico hoy en día un diagnóstico?
El médico de hoy en día diagnostica de tal manera que prefiere seguir los contornos del corazón como si fuera un órgano acabado. No se trata tanto de ver lo que es el órgano terminado, ya que simplemente es un órgano que siempre se está expandiendo y contrayendo. En esta expansión y contracción hay algo que se mueve hacia adentro. Si me aferro a ello, es esencialmente como si me aferrara a un rayo, está constantemente en movimiento. Por lo tanto, si quiero comprender al hombre, tengo que agarrarlo en su vivacidad. Esta viveza la entiendo y la encuentro hoy solamente cuando entiendo el mundo entero, y al hombre fuera del mundo y del cosmos. A esto nos enfrentamos: todo tiene que pasar a un conocimiento que sea flexible. Es algo terrible si mantenemos a los niños en la escuela inmóviles. Por ejemplo, siempre es muy doloroso para mí ver a los niños usar cualquier tipo de triángulo terminado, con el que hacen todo tipo de cosas. Este objeto fijo no es realmente nada. Uno debería tener un tipo en el que el triángulo pueda ser desplazado. Este es el punto: que los niños tengan la concepción correcta de que todo debe ser captado en movimiento.
Por supuesto, es terriblemente difícil hablar de estas cosas con aquellos a quienes más les gustaría tener su paz y simplemente no quieren tener nada en lo que uno tenga que estar activo como ser humano; Es difícil comunicarse con personas como las suyas. Quieren tener paz y tranquilidad, y que se enojan cuando los niños son espectaculares, y ahora se supone que las herramientas de enseñanza también los hacen espectaculares. Es una cosa terrible, por supuesto: pero es así, tenemos que pasar a los vivos. Y todo esto resumido da como resultado la demanda de llegar a la era brillante y luminosa. Tenemos que pasar de la oscuridad a la era luminosa y brillante.
Y porque la gente no puede hacerlo -es decir, imaginan que no pueden hacerlo- porque la gente no lo quiere, porque la gente se aferra a lo viejo y no quiere entrar en lo nuevo, y como lo viejo ya no encaja, es por esto que experimentamos las terribles catástrofes en nuestro tiempo presente. Y las experimentaremos aún más si la gente no quiere tomarse la molestia de entrar en lo nuevo.
Lo que se presenta como catástrofe es la reacción de la edad oscura, que no pertenece a nuestro tiempo. Pero es, por supuesto, terriblemente difícil llegar a un entendimiento. En el mejor de los casos, algo parecido a un presentimiento aparece en la actitud contrastada entre los viejos y los jóvenes de hoy, como un presentimiento de la nueva luz: la edad plena. Los jóvenes dicen como regla: oh, los viejos son filisteos. Esto también tiene sus precursores. El gran filósofo alemán Johann Gottlieb Fichte tuvo un presentimiento previo al hacer la declaración clásica, de que uno realmente debería matar a todas las personas a la edad de treinta años porque el hombre es sólo un ser humano decente hasta los treinta años. Esta es una famosa frase de Fichte y como Goethe en el momento en que Fichte hizo esta frase era ya considerablemente mayor, estaba terriblemente molesto y ha ridiculizado toda esta teoría en la segunda parte de su Fausto. Fue realmente provocador para Goethe, ¡por supuesto! Así que uno encuentra que la juventud está de acuerdo en que los ancianos son filisteos, pero hasta ahora no ha habido resultados serios en este asunto, porque los jóvenes lo declaran hasta cierta edad y luego se convierten en filisteos aún más grandes de lo que han sido los ancianos. Incluso este lado debe ser visto desde un punto de vista interno.
Lo que quiero decir es la pregunta que ya conocemos: o bien el spenglerismo - es decir, la decadencia de Occidente - o bien tomarnos la molestia de ajustarnos a la nueva apariencia de la edad de la luz en contraste con la oscuridad, durante la cual los hombres eran "lombrices de tierra" en lo que respecta al cosmos. No puede ser diferente. Pero durante un tiempo en el curso de la historia el hombre tuvo que ser una lombriz de tierra porque de otra manera habría sido absorbido completamente por la luz. Sólo pudo luchar por su libertad durante la edad oscura, y sobre todo durante el final de la edad oscura, en los tiempos más recientes. Podía adquirir su libertad sólo porque la luz lo dejaba libre para que pudiera llevar una existencia de lombriz.
Pero ahora les digo: los hombres de las edades de luz prefirieron recibir la luz del mundo vegetal. Las plantas estaban, por así decirlo, bebiendo la luz del cosmos y el hombre a su vez bebía la luz de la copa que las plantas le presentaban.
Hoy sólo tenemos la luz muerta. Pero en los rayos de la luz muerta Cristo ha venido y ha logrado el Misterio del Gólgota. Ese es el gran Misterio cósmico del nuevo tiempo. Aunque tenemos la luz muerta - la luz muerta que no puede bendecirnos - sin embargo, en los rayos de esta luz muerta, Cristo ha entrado en la tierra y ha logrado el Misterio del Gólgota. Y aunque por fuera tenemos a nuestro alrededor la luz muerta, podemos traer a la vida al Cristo que hay en nosotros. Y con Cristo en nosotros de la manera correcta vivificaremos toda la luz de la tierra a nuestro alrededor - llevaremos la vida a la luz muerta, nosotros mismos tendremos un efecto revitalizador en la luz. Esto significa que debemos entrar en la nueva era con el correcto impulso de Cristo. La negación del impulso de Cristo es la base de todo lo que mantiene a los hombres lejos de ver correctamente cómo una edad oscura transita a la edad de la luz.
diagrama 6

Es realmente así. Cuando la planta crece en la tierra (diagrama 6) desarrolla el brote de la semilla - como ya os he mostrado - aún a través de las fuerzas del año anterior; sólo los pétalos crecen con la luz de este año. Lo que saca a la planta de la tierra realmente viene del año anterior. Así que en realidad fue luz conservada la que las plantas una vez dieron al hombre durante la vieja era de la luz. Tenemos que encontrar la posibilidad de comprender la luz muerta con la mente y el corazón que se engendra en nosotros si recibimos la fuerza de Cristo en la percepción viva del Misterio del Gólgota. Entonces reviviremos la luz como he indicado. Pero sólo podremos hacerlo si aprendemos a tratar de ver todas las cosas de la manera que he tratado de describirles en estas conferencias.