GA159 Praga 13 de mayo de 1915 La relación del ser humano con los reinos de la naturaleza y con las jerarquías espirituales

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RUDOLF STEINER


Conferencia nº 9 de una serie de quince conferencias, celebradas en 1915, en varias ciudades.


Praga 13 de mayo de 1915

La relación del ser humano con los reinos de la naturaleza y las jerarquías

Es un tiempo aciago el que vivimos, un tiempo más de acciones efectivas llenas de valor y sacrificios, por un lado, por otro, un tiempo de duras pruebas para las almas humanas. Estimular algunas sensaciones justo en vista de nuestro tiempo cargado de destino puede ser mi tarea al final de estas consideraciones. Dado que se nos permite reunirnos en tal tiempo, queremos dejar culminar nuestras sensaciones al final de nuestras consideraciones de acuerdo con este tiempo. Puedo empezar con algo que puede verter luz justo sobre varios asuntos que hablan significativamente a nuestras almas en este tiempo.

Desde que empezamos a considerar el mundo desde el punto de vista científico-espiritual, llamamos a los cuatro miembros de nuestra naturaleza humana: cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y ego. Sabemos que el ego, o mejor dicho, lo que en el ser humano llamamos ego, por medio del cual expresamos el ego que es el más joven, pero también es para nosotros el miembro más significativo del ser humano. Si el ser humano sólo constara de cuerpo físico, cuerpo etérico y cuerpo astral como resultado de las evoluciones de Saturno, Sol y Luna, no sería un ser humano. El ser humano es un ser humano porque recibió su ego de los espíritus de las jerarquías superiores durante la evolución terrestre. En el transcurso de sus sucesivas encarnaciones en diferentes comunidades humanas, a través de pueblos y períodos, va desarrollando este ego hasta que la tierra llega a la meta de su desarrollo y el ser humano también llega a su meta desarrollando su ego. Sin embargo, también sabemos que hay seres espirituales superiores -utilizamos para ellos la palabra "superior"- que pertenecen a las jerarquías superiores que están, por así decirlo, por encima del ser humano. Hablamos de la jerarquía de los ángeles o angeloi, de la jerarquía de los arcángeles o archangeloi, de los archai o espíritus de la época y así sucesivamente, en orden ascendente. Los llamamos con estos nombres, podríamos usar otros nombres igualmente, pero los nombres se introducen en Occidente.

¿Cómo debemos imaginarnos, en realidad, a estos seres espirituales de las jerarquías superiores en relación con el ser humano aquí en la tierra? Partimos de lo que rodea al ser humano aquí en la tierra. Sabemos que es el reino mineral, el reino vegetal, el reino animal, y el ser humano tiene que considerar el reino humano como el más alto después de todo lo que puede observar. Así que podemos decir: si tomamos los reinos visibles en la tierra, tenemos los reinos de los minerales, las plantas, los animales y el de los seres humanos. Por encima de estos reinos, por así decirlo, como una continuación hacia arriba, aparecen los reinos de los ángeles, los arcángeles, los archai, etc. Podemos imaginar simplemente que los reinos no se acaban con el reino humano, sino que también se extienden más arriba, sólo que los reinos superiores no pueden ser vistos con los sentidos exteriores.

Podría parecer sorprendente, si subimos desde los reinos de la naturaleza hasta el reino de los seres humanos, que por encima del reino humano comience de inmediato la invisibilidad. Sin embargo, esto sólo sorprenderá mientras no se piense que los animales no ven al ser humano de la misma manera que el ser humano ve al otro. Eso está completamente claro para alguien que es capaz de transportarse a la visión de los animales. Si los animales pudieran hablar, sólo hablarían de los reinos visibles, del reino mineral, del reino vegetal y del reino animal. Se considerarían a sí mismos como el reino visible más elevado. El hecho de que los animales vean al ser humano como un ser humano ve al otro es sólo un prejuicio.

Para los animales somos seres humanos de una existencia suprasensible, fantasmal; y si los animales no tuvieran más que una percepción como la que tenemos nosotros, no verían a los seres humanos, sino que para ellos seríamos tan invisibles como el reino de los ángeles lo es para los seres humanos. Justo porque tienen un cierto tipo de clarividencia onírica, los animales ven al ser humano como un fantasma, como un ser suprasensible. El ser humano no puede tener una idea directa de la imagen que un animal tiene de él. A cambio, los animales ven algo también hacia abajo, o propiamente hablando, perciben algo hacia abajo que el ser humano ya no percibe. Ya que los animales perciben no sólo como el ser humano percibe el mundo mineral, sino que perciben -los animales inferiores más intensamente- algo más. Si un animal, por ejemplo, un caracol se arrastra por el suelo, entonces percibe toda la peculiaridad del suelo. Esto perturbaría al ser humano perpetuamente si él, mientras va sobre la superficie de la tierra, percibiera esto de la misma manera que un caracol o una tortuga. Con los animales superiores que tienen sangre caliente es algo diferente, pero sólo los animales inferiores perciben realmente toda la peculiaridad del suelo sobre el que se arrastran. Perciben toda la peculiaridad del aire; perciben todo lo que les rodea de otra manera que el ser humano. El animal sabe si está en un suelo pantanoso, o si se mueve en un suelo arenoso, porque percibe toda la peculiaridad del suelo. Es decir, esto es parecido a como percibimos las cosas de nuestro entorno. Todo el mundo mineral está impregnado de un sutil temblor de fuerzas que el ser humano no percibe. El animal percibe este fino temblor, estas fuerzas de tal manera que siente unas como simpáticas, otras no. Si el animal se mueve, por ejemplo, de un tipo de suelo a otro, no es porque el animal lo vea como lo ve el ser humano, sino porque algo le resulta un poco doloroso, porque los finos movimientos siguen reverberando en él, porque lo siente como propio. Esto es una especie de oído instintivo como escuchar lo que actúa en el suelo o es como oler. De modo que podemos decir: el animal percibe un reino elemental, y las jerarquías superiores (y por tanto no visibles), comienzan para ellos ya con el ser humano. - Estamos ubicados en el medio en el mundo que conocemos como el mundo sensorial externo, entre los reinos externos del mundo sensorial, y el mundo de las jerarquías superiores. Llamamos a las jerarquías visibles inferiores los reinos de la naturaleza; llamamos a las invisibles las jerarquías superiores.

También sabemos que ese ser de las jerarquías superiores, por ejemplo, un ángel, en su momento también experimentó el nivel de la humanidad. Esto tuvo lugar, cuando la tierra pasaba por la antigua evolución lunar. Allí el ser humano no era todavía un ser humano; porque no tenía ego; estaba en la fase preparatoria de la humanidad solamente y tenía el cuerpo astral como su miembro más elevado. Los seres que pertenecen a la jerarquía de los ángeles pasaron por su nivel humano durante la antigua evolución lunar. Los espíritus a los que nos dirigimos como espíritus guardianes del ser humano individual son estos seres de la jerarquía de los ángeles. A cada uno de ellos, por así decirlo, se le asigna un ser humano. Los "espíritus de vuestras almas" son aquellos que se encuentran jerárquicamente inmediatamente por encima del ser humano y que realmente extienden sus alas protectoras, simbólicamente hablando, sobre los seres humanos, es decir, sobre el ser humano individual.

Llegamos entonces a la jerarquía de los arcángeles. Ellos también fueron seres humanos en su momento. Durante la antigua evolución del Sol, los seres que hoy llamamos arcángeles estaban en el nivel humano. No estaban formados tal como los seres humanos de hoy, por supuesto que no, estaban formados de manera muy diferente, pero estaban en su nivel humano en aquel tiempo. No debemos imaginar que durante la antigua evolución del Sol los arcángeles tenían el mismo aspecto que los seres humanos de hoy, pero en cuanto a su desarrollo estaban en su nivel humano. Por su parte, los espíritus de la personalidad o espíritus de las épocas estaban en su nivel humano durante la antigua evolución de Saturno.

Si hablamos por ejemplo de los espíritus que llamamos arcángeles. Tenemos tales seres pasando por su etapa humana durante la antigua evolución solar, ascendiendo al nivel de los ángeles durante la evolución lunar, y hoy ( en la etapa terrestre), han ascendido al nivel de los arcángeles. En un principio dejaremos a estos seres espirituales situados ante nuestras almas, por así decirlo, dos niveles por encima de nosotros; más tarde volveremos a ellos. Luego tenemos a los seres espirituales que fueron que pasaron su etapa humana durante la antigua evolución de Saturno, hoy son espíritus de las épocas, están tres niveles por encima de nosotros. Dejaremos que se sitúen nuevamente ocupando su posición. Ahora queremos ver nuestra relación con estos dos tipos de seres espirituales.

Cuando el ser humano pasa por una encarnación, entonces están por encima de nosotros los espíritus que pertenecen a la jerarquía de los ángeles, luego los espíritus que pertenecen a la jerarquía de los arcángeles, y aquellos que pertenecen a la jerarquía de los archai, espíritus de las épocas o espíritus de la personalidad. No obstante, ellos también evolucionan. Seleccionemos los archai, los espíritus de la personalidad o espíritus de las épocas. Nosotros pasamos por nuestra encarnación, y luego atravesamos la puerta de la muerte, llegamos a un mundo espiritual después de la muerte, pasamos por un cierto desarrollo puramente espiritual entre la muerte y un nuevo nacimiento y volvemos a una existencia terrestre mediante un nuevo nacimiento. Ahora podemos preguntar: ¿de qué depende que bajemos de nuevo a la tierra después de un determinado número de años? En las conferencias públicas se plantea a menudo esta pregunta. Entonces ya se puede dar una respuesta desde ciertos puntos de vista, pero hablando íntimamente en nuestras ramas podemos dar una respuesta más objetiva apuntando a la realidad.

Durante nuestra vida aquí en el cuerpo físico, el espíritu de la época tiene un cierto nivel de desarrollo. Él lleva a cabo algo que está relacionado con el desarrollo de los seres humanos en la tierra, y a la vez experimenta un desarrollo por su parte. Si este espíritu de la época ha llegado en el curso de un desarrollo tan lejos que todos dejamos que fluya en nosotros lo que él ha elaborado por su parte, entonces estamos maduros, por así decirlo, para bajar a una encarnación terrestre. Si él ha avanzado hasta un cierto nivel y nosotros nos hemos desarrollado por los mundos espirituales hasta un cierto nivel, podemos entrar de nuevo en un desarrollo terrestre. Entendamos bien en este sentido y abstengámonos de nuestro propio desarrollo en primer lugar. Observemos el espíritu de la época que se desarrolla en un período muy largo.

Puedo decir lo siguiente. Si tenemos en cuenta el desarrollo de la humanidad terrestre de tal manera que nos remontamos a la fundación de la antigua Roma, unos ochocientos años antes del Misterio del Gólgota, encontraremos que allí comenzó su desarrollo un determinado espíritu de la época. Antes, otro espíritu de la época había guiado y dirigido el destino de la tierra. Este espíritu de la época que asumió la dirección del desarrollo espiritual terrestre en aquellos días, lo estuvo dirigiendo hasta el siglo XVI. Un espíritu de la época dirige el destino de la tierra durante ese período. Desde el siglo 16, otro espíritu de las edades asume dicha tarea. Se trata de dos espíritus de la época. El ser humano que estaba, por ejemplo, en el tercer siglo antes del Misterio de Gólgota en una encarnación cualquiera en la tierra, experimentó lo que este espíritu de la época hizo para la tierra. Pero para el tiempo que vive en los mundos espirituales después de su muerte, si este ser humano hubiese muerto en el siglo tercero o también en el siglo segundo, el espíritu de la época no puede darle nada al principio. Le dio lo que podía darle. Ahora el espíritu de las edades tiene que volver a pasar un número de años, hasta que pueda dar algo nuevo al ser humano. Este ser humano que estaba entre la muerte y el nacimiento en un mundo espiritual, baja de nuevo a la tierra, cuando el espíritu puede darle algo nuevo.

Ahora, sin embargo, está dispuesto de tal manera que el ser humano baja varias veces en promedio, porque el espíritu de la época no es capaz de darle al ser humano todo lo que podría darle debido a la imperfección de los seres humanos. Por eso el ser humano desciende repetidamente en el tiempo en que se desarrolla un espíritu de las edades. Pero básicamente depende del hecho de que los espíritus de las épocas regulen las sucesivas encarnaciones de los seres humanos. Ahora bien, los espíritus de las épocas regulan todo este curso del destino humano, por así decirlo, mediante sus subordinados. Estos son los arcángeles. Estos arcángeles rigen desde posiciones subordinadas durante un tiempo mucho más corto que los espíritus de las edades.

Los espíritus de la época y los espíritus nacionales

Mientras que los espíritus de las épocas gobiernan durante todo el tiempo que acabo de decir, podemos suponer una regencia que vaya desde la fundación de Roma hasta el siglo XVI, los espíritus que pertenecen a la jerarquía de los arcángeles en cambio gobiernan sólo durante tres o cuatro siglos. Se alternan de tal manera que unos seis o siete se suceden uno tras otro, durante la regencia de un espíritu de la época. Así pues, en la época del Misterio del Gólgota tenemos al arcángel que llamamos Oriphiel. A continuación gobiernan sucesivamente Anael, Zachariel, Raphael, Samael, Gabriel; y ahora desde 1879 tenemos el gobierno del arcángel que llamamos Miguel. De modo que tenemos, si miramos los mundos espirituales, el gobierno superior de los espíritus de las épocas y, subordinados a ellos, los sucesivos gobiernos de los arcángeles. Debido a que el ser humano no puede tomar todo lo que el espíritu de la época le daría, no lo toma directamente de las manos del espíritu de la época, sino de las manos del arcángel menos poderoso. Tened en cuenta: nuestros guardianes personales pertenecen a la jerarquía de los ángeles. Por encima de ellos están los espíritus que regulan las interrelaciones de los seres humanos, los arcángeles. Por encima de ellos están los archai o espíritus de la personalidad o espíritus de las épocas.

Esto lo digo siempre en relación con los seres cuyos desarrollos son correctos. Pero no todos los espíritus se desarrollan regularmente. Hay seres espirituales que ya eran archai durante la evolución de Saturno que se quedaron atrás, sin embargo, en el nivel de los archai de entonces, el nivel de la humanidad. Ellos no han ido más allá de su nivel de Saturno durante el desarrollo terrestre. No han ascendido al nivel del desarrollo regular. Mantuvieron su carácter humano, son seres suprasensibles de Saturno por un lado, sin embargo, están en el nivel de la humanidad. También hay seres de la jerarquía de los archai que durante la evolución del Sol se detuvieron en el nivel humano y están allí ahora en el mundo suprasensible todavía como seres humanos. A estos seres que se quedaron atrás los llamamos seres luciféricos o ahrimánicos con nombres colectivos. No podemos involucrarnos en la diferencia entre los seres luciféricos y ahrimánicos hoy. Estos son espíritus que se quedaron atrás.

Tenemos ahora que responder a la pregunta: ¿Cómo concibe el ser humano, aquí en su encarnación terrestre, la influencia de los espíritus debidamente evolucionados, de los espíritus de la época, -los archai- y de los arcángeles que son sus servidores? Tales seres son suprasensibles; el ser humano no puede relacionarse con ellos como con el mundo sensorial. Por lo tanto, el ser humano no sabe, por lo general, basándose en el mundo sensorial, que está inmerso en un desarrollo dirigido por los archai y los arcángeles que están por encima suyo. No lo sabe; pero estos seres suprasensibles intervienen en toda su naturaleza. También esos seres espirituales que llamamos espíritus nacionales que dirigen pueblos enteros se encuentran entre los arcángeles. Y en la medida en que tenemos que agradecer lo que somos al pueblo al que pertenecemos, tenemos que considerar lo que el alma de la nación nos da como un don del ser correspondiente a la jerarquía de los arcángeles. Es la inspiración de los arcángeles lo que nos llega porque pertenecemos a un pueblo. Ahora sólo tenemos que pensar qué significa para el ser humano pertenecer a un pueblo. En el espíritu esencial del pueblo fluyen cualidades espirituales, pero también hábitos; una determinada configuración del ser fluye en el ser humano. No se puede imaginar en absoluto que alguien se haya convertido en quien es en una encarnación por el don del espíritu del pueblo, en realidad por el don de un arcángel.

Además de que estamos dentro de una nacionalidad y recibimos, inspirados por un arcángel, ciertas configuraciones de todo nuestro ser, estamos integrados en el desarrollo de la humanidad en su conjunto. Allí, en el seno de la humanidad, estamos expuestos a las intuiciones a las que nos guía el espíritu de la época de la jerarquía de los archai. Imaginemos que hoy recibimos en nuestra cultura espiritual actual algo que va más allá de cualquier diferenciación nacional; aquello que tenemos porque vivimos entre los siglos XIX y XX y que no habríamos tenido si hubiéramos vivido en la época romana o griega. Eso tenemos que agradecérselo al espíritu de la época. Se puede distinguir estrictamente entre el don del espíritu de la época y el don del espíritu nacional. Si sólo existiera lo que es un desarrollo regular del ser humano, del ángel, del arcángel o del espíritu de la época, entonces recibiríamos siempre, cada ser humano individual, el don de nuestro espíritu de la época y de nuestro correspondiente espíritu nacional y nos desarrollaríamos por medio de este don. Los seres humanos en la tierra se desarrollarían simultáneamente. Todos los miembros de los diferentes pueblos recibirían el don de sus espíritus nacionales de tal manera, como si cinco cuadros colgaran de manera completamente diferente el uno del otro en una galería que mostraría cosas diversas, pero que no se perturbarían en lo más mínimo.

Por tanto, los seres humanos individuales recibirían el don de sus espíritus nacionales en la tierra, de forma simultánea. Si su desarrollo hubiera procedido con regularidad, no se perturbarían mutuamente. Pero hay seres que se quedaron rezagados. Entre los arcángeles guías están aquellos que comenzaron su desarrollo correctamente en el Sol y se han convertido en arcángeles correctos hasta la evolución terrestre, pero también aquellos que se detuvieron en el nivel del Sol que básicamente sólo están en el nivel de los seres humanos. Estos seres están en el mismo nivel que los espíritus nacionales y, sin embargo, se quedaron atrás, poseen las cualidades de los seres humanos pero en formas suprasensibles invisibles, pero no las de los arcángeles. Atienden, en cierto modo, las mismas demandas del mundo que los arcángeles, pero no han alcanzado el nivel de los arcángeles en la tierra. Por lo tanto, deben trabajar con las mismas fuerzas que en el Sol. El resultado es que no inspiran a los seres humanos como lo hacen los arcángeles dirigiéndolos desde arriba, sino que penetran en ellos como seres humanos invisibles. No dirigen al ser humano desde arriba, sino que se adentran en la naturaleza humana. Estos espíritus, que compiten con los espíritus nacionales realmente dirigentes, hacen que las naciones se peleen entre sí, no vivan en paz entre ellas.

El ser humano no estaría tentado en absoluto a identificar su personalidad, su humanidad con su nación, sino que miraría a la persona como algo que le alimenta espiritualmente. Sin embargo, no se levantaría como un luchador por su nación, no identificaría su persona con ella. El ser humano no diría, soy de tal o cual nacionalidad, sino: la nacionalidad está ahí, y tengo que obtener mi alimento espiritual indirectamente a través de esta nacionalidad en la que he nacido. Pero mientras el arcángel lo estimula a pensar de esa manera, viene el otro que está en el nivel de la humanidad, en realidad, y es básicamente un espíritu luciférico, y lo dirige hacia su nacionalidad.

El resultado es que lo que le llega al ser humano no es el don del arcángel, sino que el ser humano se identifica con la nación como con un asunto completamente personal, y así surge esta disputa de las nacionalidades en la tierra. Esto debe estar absolutamente claro para nosotros: debido a que no sólo estuvimos expuestos a la influencia del arcángel guía, sino también a la influencia del arcángel rezagado, nos identificamos con la nacionalidad como lo hacemos en la tierra. La ciencia espiritual consiste en el sentimiento de que nosotros, como seres humanos, entendemos cómo elevarnos por encima de lo puramente nacional para acceder a la humanidad en general. Entonces podremos ser nacionales en el sentido más eminente. Así como un ser humano puede hacer eso o el otro puede hacer algo diferente como arte, y el primero haciendo su arte no necesita ser el adversario del otro, uno no necesitaba ser el adversario del otro en cuanto a la nacionalidad si no hubiera arcángeles rezagados que causan la identificación. Cuando se habla en general de la base del desarrollo humano, hay que asumirlo con referencia a las diferenciaciones nacionales o de otro tipo.

Con respecto al espíritu de la época, aún veréis más detalles, sobre la forma en que el elemento luciférico actúa en el elemento regular, osea el arcangélico, si consideramos lo siguiente. Un espíritu de la época está vigente durante un cierto tiempo. Desde el siglo 16 es sustituido por un nuevo espíritu de la época. Este espíritu de la época tiene una tarea particular. Tiene la tarea de añadir a los anteriores impulsos de desarrollo toda la habilidad materialista y la comprensión del mundo. De ahí que el materialismo haya hecho un progreso tan grande desde el siglo XVI en el mundo. Por lo tanto, no necesitamos mirar la comprensión materialista como algo inferior al tipo de comprensión anterior si no nos identificamos unilateralmente con él. ¿Qué dirá alguien que mira los asuntos de esa manera sobre el gobierno de los diferentes espíritus de las épocas? Dice: ahora estamos regidos por el espíritu particular de la época; antes estábamos regidos por otro espíritu de la época. Los seres humanos tenían entonces otras ideas, otros impulsos. Si el ser humano solo pudiera verse influenciado por los espíritus de la época que se desarrollan adecuadamente, diría: ahora debemos adaptarnos a este espíritu de la época, penetrando más en las leyes de la evolución del mundo, del pensar materialista. Luego, de nuevo, después de un tiempo, vendrá otro Espíritu de la época, que provocará otra actitud mental en el pensar humano.

Lo he subrayado a menudo que nosotros, como partidarios de la ciencia espiritual, debemos decir: hoy anunciamos la ciencia espiritual con determinadas palabras, ideas y conceptos, pero no es correcto que creamos, que lo que decimos hoy vale para todo el futuro terrestre, sino que cambia. Cuando hayan pasado dos mil años más, lo que hoy llamamos conocimiento de la ciencia espiritual también será proclamado con diferentes palabras, tal como hoy hablamos de manera diferente que en la era griega; nada quedará de la naturaleza de nuestras palabras. No nos basamos en nada que permanezca externamente, sino que sabemos que un espíritu de la época sustituye al otro y que todos están en pie de igualdad.

Quien está influenciado por los espíritus retardatarios de las épocas de Saturno y se identifica con su influencia dice: en aquella época todos los demás seres humanos eran tontos; aquella época era el parvulario de la humanidad. Hoy hemos avanzado mas; hemos encontrado una verdad completamente válida para todo el futuro. - En el campo de la ciencia espiritual uno se vuelve más humilde, más modesto. Quien se identifica con el espíritu de la época dice: Copérnico encontró por fin lo correcto; antes se creía algo diferente. Ahora los seres humanos dirán para siempre: la tierra y los planetas se mueven en elipses alrededor del sol. El sol está en su centro. - La ciencia espiritual ya sabe hoy que esta es una enseñanza unilateral. Está muy bien para nuestro tiempo materialista imaginar así el mundo, pero está equivocado. No es cierto en absoluto que el sol esté en un foco de la elipse y la tierra se mueva alrededor. Es, en realidad, un movimiento aparente calculado materialmente. En realidad es de tal manera que el sol se mueve y la tierra y los otros planetas corren tras él en un movimiento helicoidal. Debido a que ciertas posiciones se originan en este movimiento helicoidal, la tierra se sitúa una vez aquí, otra vez allá. Esto aparece como una elipse. En realidad es otra línea. Llegará el momento en que la ciencia externa también lo sepa.

Uno se vuelve más modesto cuando sabe que la verdad se anuncia de cierta manera para ciertos tiempos. Nunca afirmamos como partidarios correctos de la ciencia espiritual: desde ahora hasta todo el futuro todos los seres humanos dirán, que el ser humano consiste en cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral, y ego. Sino que en el futuro se hablará de manera muy diferente, porque todo se desarrolla. Las ideas de ayer son tan legítimas como las de hoy. Que no podemos estar regidos sólo por un espíritu de la época que nos hace creer que todo el conocimiento anterior era una sarta de mentiras y que hemos avanzado maravillosamente. Con referencia al espíritu de la época se ve a la gente poseída por el espíritu luciférico diciendo: qué maravillosamente hemos avanzado. Qué imperfecto era todo lo que se pensaba y decía sobre el mundo en otro tiempo. Lo que hemos encontrado desde el siglo 16 permanece como verdad eterna.

El espíritu nacional es básicamente un ser complejo en su conjunto. Es el espíritu del pueblo regular que flota por encima de nosotros y que, si lo siguiéramos, lo haríamos de tal manera que tomaríamos sus dones porque estamos en su esfera. Pero se ve perjudicado perpetuamente en su eficacia por su compañero luciférico que nos obsesiona y nos induce a identificarnos como seres humanos individuales con el conjunto de la nacionalidad. Sin embargo, el ser humano individual lo hace de manera diferente. Es muy importante que uno vea realmente que en el centro de Europa tiene que desarrollarse un pueblo que tiene otra relación con su espíritu nacional de la que tienen los pueblos de la periferia de Europa. Tenemos que aprender esta visión. Lo que ocurre bajo la superficie de la conciencia humana y lo que depende realmente de los seres espirituales de las jerarquías superiores es extremadamente importante.

El ser humano de pensar materialista considera todavía una locura que se diga que tales impulsos salen de seres espirituales como este en Europa Central que estimula a la gente inconsciente a tal sentimiento hacia lo divino o - porque en Europa Central Cristo está trabajando - al Impulso de Cristo. Así el ser humano de Europa Central aprende a sentir a Cristo de tal manera que Él habla al núcleo del alma. Esto no surgió en ningún otro lugar como en Europa Central. Todavía en la época romana del desarrollo cristiano se entendía, por ejemplo, a Cristo como un ser que venía a la tierra y trabajaba para los seres humanos. En efecto, los seres humanos avanzados y en parte los que pensaban ya de tal manera, como pensamos hoy los que estamos en la posesión de la ciencia espiritual se sentían como pensaba Pablo: "no yo, sino Cristo en mí". Sin embargo, hay una diferencia en comparación con un sentimiento como lo encontramos con el Maestro Eckhart, con Tauler, con Angelus Silesius y mentes similares. La forma en que estos espíritus asumieron el Misterio del Gólgota. Sólo tenemos que preguntar a Angelus Silesius; y él nos responde con el bonito dicho:

Por mas que Cristo naciera mil veces en Belén

si no naciera en ti, estarías perdido para siempre.

Compartir en la propia alma el Misterio del Gólgota eso es lo que está en juego. Estos seres humanos centroeuropeos intentaron experimentar internamente algo que es una imagen interna, una expresión interna del Misterio del Gólgota. Y cuán maravilloso es cuando Angelus Silesius dijo entonces sobre la muerte: todo lo que tiene lugar en mí en definitiva sucede porque Dios está en mí y lleva a cabo los asuntos en mí. Y si muero, no muero yo, sino que, en realidad, Dios muere en mí. - Imaginaos qué idea tan maravillosamente íntima de la inmortalidad se da ya cuando se dice: Dios muere en mí. - Ya que Dios es inmortal, por supuesto. Si Dios muere en mí, la muerte es sólo aparente; entonces uno siente como sintió Angelus Silesius: Dios muere sólo aparentemente en mí, porque Dios no puede morir. Entonces la muerte no es que parezca externamente, es sólo un hecho de la vida. Porque Dios no puede morir - pero muere en cualquiera, - uno ya siente la inmortalidad con él.

Esta unión más íntima con Dios, tanto si se siente como algo divino o como algo cristiano, se fue preparando durante mucho tiempo en el curso del desarrollo centroeuropeo. Allí trabajaron los espíritus de los pueblos centroeuropeos, de modo que encontró una expresión simbólica externa, una expresión simbólica real. Nadie, excepto en Europa Central, dice "ich", para referirse a su propio yo, a su propio ser. Todo el desarrollo fue dirigido por el espíritu del pueblo que se manifiesta como espíritu del lenguaje de tal manera que el propio ser era expresado con la palabra ICH. Pero ICH, "I-Ch", es Jesucristo. Se encuentra en Jesucristo. Porque en "ICH" se expresa el Cristo Jesús en sus letras iniciales, se expresa alegóricamente lo que en el ser espiritual centroeuropeo, ya que está conectado con la experiencia más íntima. Cada vez que alguien pronuncia "Ich", pronuncia las letras iniciales de "Jesucristo". Si uno volviera los ojos espirituales una sola vez a tales asuntos que son realmente considerados aún hoy como fantásticos, alguien ya pensaría que los espíritus de las jerarquías superiores trabajan inconscientemente en el desarrollo humano, y entonces encontraría algo significativo en los asuntos que uno da por sentado hoy.

Sólo quiero mencionar un hecho realmente significativo. Recibe el nombre de pueblo germánico o teutón un determinado grupo de seres humanos europeos. Y mientras se habla en Europa Central de pueblo germánico ("Germanen"), se incluye a Inglaterra, Holanda, Noruega, Suecia y otros. Se amplía el concepto de pueblo germánico. No lo digo por afán de polémica, sino en función de lo que se da en la lengua. Los ingleses no hablan de sí mismos como pueblo germánico, porque sólo llaman pueblo germánico a los alemanes. El alemán se denomina a sí mismo "deutsch", y cuando habla de pueblo germánico, engloba a un grupo mayor de seres humanos. Los ingleses aplican el término alemanes únicamente a los alemanes, a los que no son como "ellos". Este es un hecho tremendamente significativo. Es algo que, en el sentido más profundo, es típico para el tipo de manera en que trabaja, por un lado y por el otro, el espíritu del pueblo; en Europa Central trabaja para abarcar una entidad mayor y el espíritu del pueblo inglés se encarga de desechar eso y sólo aplicarlo al otro.

Eso que enseña el lenguaje como el <desbordamiento> de la espiritualidad popular efectiva, será obvio para los seres humanos gradualmente de una manera maravillosa. Ahora uno es poco entendido cuando habla de los diferentes pueblos europeos como lo intenté algunos años antes de esta guerra - en absoluto por culpa de la guerra - en el ciclo La misión de las almas nacionales individuales en conexión con la mitología germánico-nórdica. Esto se interpreta de tal manera, como si yo quisiera expresar algún juicio de valor. Pero no quiero expresar juicios de valor, sino sólo una característica. Ahora podemos caracterizar a los pueblos de Europa Occidental expresando exactamente lo que yo expresé en este ciclo de conferencias.

Sabemos que el alma del ser humano está formada por el alma sensible, el alma intelectual, el alma consciente, y el ego que interviene en estos tres matices anímicos. Si observamos el espiritu del pueblo de la nación italiana, encontramos la peculiaridad de que allí el espíritu del pueblo inspira el alma sensible. Esto es lo típico del pueblo italiano, que el espíritu del pueblo inspira el alma sensible. Si ahora el espíritu del pueblo luciférico toma posesión de algo, eso es también el espíritu del pueblo. Tened presente que por un lado el aspecto brillante del pueblo italiano se basa en que el alma sensible le ha sido inspirada. Pensad en Dante, en todos los grandes artistas italianos. Pero este pueblo, por otro lado, también se identifica con algo sobrehumano que se ha quedado rezagado luciféricamente en todos los apasionados impulsos de desarrollo que aparecen en el pueblo italiano. No estoy emitiendo ningún juicio de valor, sino que me limito a caracterizarlo.

En el pueblo francés podemos ver por todas partes que el espíritu del pueblo inspira el alma intelectual o alma mental.

En el caso de los británicos, se trata del alma consciente. El alma consciente es para el actual ciclo humano, el elemento que conecta al ser humano sobre todo con el mundo físico exterior. Por lo tanto, a esta nación que se inspira en el alma consciente se le confía sobre todo la tarea de promover la civilización materialista. No pretendo expresar ningún juicio de valor, sino que me limito a decir que la nación británica tiene la vocación de inspirar el alma consciente. En la medida en que el ser humano individual pertenece a su nación, a la par que está inspirado por el espíritu del pueblo luciférico, se identifica con la civilización puramente materialista del presente. Esto lo encontramos realmente en la cultura británica. Y al igual que el ser humano individual se posiciona en la nación británica, surge lo que es justamente el espíritu materialista de la nación británica, este espíritu peculiar que libró treinta y cuatro guerras de conquista desde 1856 hasta 1900 y convirtió a cincuenta y siete millones de personas en nuevos súbditos británicos, y que pretende defender la libertad de los grupos humanos individuales en nuestra época.

Las voces de advertencia de los muertos

Si consideramos un tiempo como el nuestro, debemos tener absolutamente claro que justo este tiempo enseña mucho a la gente a considerar como una advertencia lo que se plantea ahora como el contraste de los grupos nacionales individuales de Europa o de una gran parte de la tierra. Los miembros de treinta y cuatro nacionalidades -aparte de pequeñas diferencias tribales- están en guerra entre sí. Uno debería considerar esto como una advertencia para abstenerse realmente de lo que hasta ahora se ha llamado historia. Pero este enfoque se utiliza sólo por el momento todavía hasta el disparate. Lo encontramos realmente conducido hasta el sinsentido lo que las naciones individuales de Europa se reprochan por todo. Uno sopesa los hechos externos individuales para descubrir las causas de esta guerra espantosa. Pero justamente esta guerra enseñará a la gente que no se encuentra nada en sus causas externas, sino a lo sumo síntomas externos de lo que existe profundamente oculto en los grupos humanos por la guía de seres espirituales avanzados y rezagados. Las pruebas de este tiempo nos obligan a apelar al subsuelo espiritual en el que se encuentran las causas de los acontecimientos externos del mundo actual.

Se puede mostrar desde los más diferentes lados cómo actúa en el subsuelo de la conciencia lo que aparece externamente. Quiero señalar, aunque la mayoría de los amigos ya conocen este ejemplo, una vez más el hecho de que todo el mapa de Europa fue determinado hacia el final de la Edad Media por la Doncella de Orleans que intervino en la guerra entre Inglaterra y Francia. Todos los que miran con comprensión nuestra historia exterior tienen que reconocer que el mapa de Europa habría resultado 

muy diferente si en aquella época Inglaterra no hubiera sido derrotada por Francia gracias a que la Doncella de Orleans intervino en la lucha. Pero la Doncella de Orleans no era una estratega cualificada; no era nadie que estuviera en la cumbre de la educación. Era una simple niña humana, una campesina. Pero los espíritus de las jerarquías superiores obraron a través de ella en la forma en que debían obrar en esta época. Ha sido absolutamente necesario hasta nuestro tiempo que estos espíritus trabajasen en el subconsciente porque los seres humanos aún no podían entender lo que ahora debe ser entendido espiritual-científicamente.

La intervención de los seres espirituales en el subconsciente se expresa a menudo muy bien en las leyendas. Y con razón, no por superstición, sino porque realmente corresponde a los hechos, se da especial importancia a la época en que el mundo exterior se ha retirado mayormente del año, el tiempo que va desde la Navidad hasta el seis de enero. Si se quiere alcanzar el conocimiento espiritual no de la manera, como lo hacemos hoy con las instrucciones dadas en ¿Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores? sino de una manera más elemental, se podría inspirar en estas trece noches. Esto se expresa, por ejemplo, muy bien en la leyenda noruega de Olaf Åsteson. Esta leyenda cuenta que Olaf Åsteson va a la iglesia antes de Navidad; que se queda dormido ante la iglesia y duerme durante trece noches. Se despierta el día de la Epifanía y es capaz de contar realmente su experiencia. Lo que cuenta allí de forma clara, pero primitiva, corresponde a lo que llamamos el paso por el mundo de las almas y el paso por el país de los espíritus. Olaf Åsteson experimentó eso en el tiempo en el que se sitúa justamente en la Navidad. Esto debería indicarnos que la clarividencia infantil natural podría desarrollarse mejor en estas trece noches desde la Navidad hasta la fiesta de los Reyes Magos.

Dado que la Doncella de Orleans era una criatura tan natural, habría que suponer que hubiera experimentado el mundo en esas trece noches en una especie de estado de ensoñación del que hablaba cuando dirigía el ejército francés contra los ingleses, que hubiera sido inspirada en esas trece noches. Esto ocurrió de una manera peculiar. Todo ser humano experimenta un estado de sueño, un estado en el que los sentidos aún no intervienen, es decir, en el cuerpo de la madre, antes de que vea la luz física de la tierra. Este es aún un tipo de estado de sueño, y el estado más maduro es el de los últimos trece días antes del nacimiento. Esto es lo grandioso y llena nuestras almas de tanto asombro: la Doncella de Orleans nace el seis de enero. Ella pasó por la inspiración realmente en las trece noches, pero antes de abrir los ojos a la luz de la tierra. Por eso se señala el seis de enero como el cumpleaños de la Doncella de Orleans a propósito en nuestro calendario. Tenemos que entenderlo en su gran conexión histórico-mundial; ya que puede decirnos lo misteriosas que son las conexiones en el mundo y cómo actúan las fuerzas misteriosas en el mundo. Fuerzas misteriosas actuaban en aquellos días del seis de enero, porque la gente se reunía en el pueblecito donde nació la Doncella de Orleans por la mañana; donde los propios animales se comportaban tan maravillosamente. En este seis de enero se culminó una inspiración. En trece noches pudo inspirarse un ser dispuesto por su propio karma. Por supuesto, no todos los que nacen el seis de enero están dispuestos, pero el karma tiene que coincidir con las demás condiciones.

He querido poner este ejemplo de la Doncella de Orleans que nos muestra con tanta seguridad cómo intervienen los poderes soterradamente en el desarrollo histórico. En efecto, después llegó el desarrollo materialista de los siglos siguientes. Era bastante comprensible que tal referencia a los antecedentes históricos debiera ser vista como una locura. Esto no perjudica; como tampoco perjudica en absoluto que hoy en día la gente siga considerando esta ciencia espiritual como una locura. Porque la ciencia espiritual será aceptada finalmente.

Pero tales acontecimientos significativos, dentro de los cuales viven los seres humanos de la época actual y en los que ellos mismos se encarnaron para participar en ellos de una u otra manera, no significan siempre lo mismo en el desarrollo histórico. Hoy estos acontecimientos cargados de destino significan una advertencia para los seres humanos. Se ha escrito tal avalancha de literatura sobre esta guerra, pero en todo lo aparecido en libros, folletos y demás no encontramos todavía esto de lo que hay que partir, en realidad, que se encuentra y que hay que encontrar poco a poco. A menudo se escucha: se puede hablar de las causas no realmente, tal vez después de la guerra, tal vez la gente encuentra las verdaderas causas de esta guerra de los documentos sólo después de décadas y saber quién tenía la culpa de ella. - Esto se puede leer en uno de cada tres periódicos. Pero eso no concierne, concierne lo que uno encuentra - y justo como resultado de este tiempo - que las verdaderas causas no se ven en estas ocasiones externas, sino que uno tiene que buscar las causas en el mundo espiritual. Uno encontrará que esta guerra fue el karma significativo del materialismo que debe ser experimentado, para que los seres humanos tomen en ellos una suma de convicciones que llevan del materialismo a la espiritualidad. La humanidad debía atravesar esta prueba.

¿Qué es lo que ocurre básicamente hoy en día de forma tan angustiosa a nuestro alrededor? - Sabemos que cuando el ser humano atraviesa la puerta de la muerte, deja su cuerpo físico en el mundo físico. Entra en el mundo espiritual con su cuerpo etérico, su cuerpo astral y su ego. Pronto se desprende del cuerpo etérico que se disuelve en el mundo restante. Después va con el cuerpo astral y el ego a través de la tierra del alma, a través de la tierra del espíritu. Pero ahora imaginaos que hoy en día un gran número de seres humanos atraviesa la puerta de la muerte en un tiempo relativamente corto y con una conciencia particular; que se desprenden de unos cuerpos etéricos que podrían haberles suministrado, por así decirlo, su vida normalmente todavía durante décadas. Si un ser humano muere entre los veinte y los treinta años, se desprende de un cuerpo etérico que podría haber abastecido su cuerpo físico durante sesenta o setenta años. Esas fuerzas están en el cuerpo etérico, porque nada se pierde también en el mundo espiritual. Todos los seres humanos, que pasan hoy en la flor de la vida por la puerta de la muerte, entregan al mundo cuerpos etéricos que podrían haberlos mantenido aún durante mucho tiempo. Estas fuerzas están ahí en el mundo espiritual. ¿Cómo están ahí estas fuerzas? - Puedo darles un ejemplo ilustrativo de la importancia de tal fenómeno, tomado de nuestro propio círculo.

El pasado otoño, una familia perteneciente a nuestro círculo antroposófico perdió un pequeño hijo, un querido niño de siete años. Las circunstancias externas fueron excepcionalmente trágicas. El padre había sido llamado a filas como ciudadano alemán; acababa de caer enfermo y estaba en el hospital militar. Una noche, mientras se celebraba una conferencia en Dornach, donde se encuentra nuestra construcción, alguien nos informó de que el pequeño de siete años había desaparecido. No había vuelto a casa desde la noche. Tengo que mencionar que la familia se ha establecido en Dornach como familia de jardineros. Había llegado de Alemania a Suiza poco antes. El niño ya me había conocido antes de la construcción y me había estrechado la mano; era un niño jovial y muy querido. Por la noche nos informaron de que el niño había desaparecido. No se podía imaginar algo, como que un camión de mudanzas, que había traído muebles para nuestros miembros, había volcado y caído sobre el niño cerca de la construcción. También hay que tener en cuenta que desde hace innumerables años ningún camión de mudanzas pasó por ese lugar o desde esa época. Hay que pensar además que el niño vivía con su madre que se encarga del jardín. Era un niño tan querido que le dijo a su madre cuando el padre se tuvo que ir; ahora él se encargaría de la limpieza, porque el padre ya no está.

Aquella tarde le habían enviado a la llamada cantina para que comprara algo para su madre. No estaba lejos en absoluto; sólo hay un corto camino entre la cantina y el piso de la madre. En este corto camino hay un cruce, por lo que la furgoneta de la mudanza tuvo que hacer una curva. Ahora el chico tenía la intención de salir, en realidad, diez minutos antes, fue detenido por alguien que quería ir con él. Si hubiera salido antes y por la puerta por la que estaba acostumbrado a salir, habría pasado el furgón antes y por su lado izquierdo, mientras que ahora fue por el derecho. Como salió más tarde, por otra puerta y por el lado derecho del furgón de la mudanza, el carruaje al volcarse cayó justo sobre el chico. La gente había mirado esto, también los que estaban ocupados con los caballos. Nadie previó que el niño se había metido debajo del carruaje. Entonces uno dijo: El carruaje es demasiado pesado para levantarlo todavía esta tarde, mañana lo haremos. - Entre las cinco y las seis de la tarde ocurrió esto. Definitivamente teníamos que levantar el carruaje a las diez y cuarto. A las doce fue levantado; y recuperamos al niño muerto.ç

Lo primero que me gustaría mencionar es que precisamente este ejemplo es adecuado para mostrar lo erróneo que es el pensamiento de la gente en relación con la vida. Me gustaría dar una comparación a menudo utilizada para este pensamiento erróneo. Supongamos que ves a una persona a lo lejos que va por la orilla de un río. De repente ves que la persona se cae al río. Corres hacia ese lugar y encuentras una piedra en el mismo sitio. Por supuesto, dices que la persona tropezó con la piedra, cayó al agua y encontró su muerte de esa manera. Sin embargo, el asunto puede ser completamente diferente; podría ser al revés. El hombre podría haber sufrido un fallo cardíaco. Cayó al agua, porque antes estaba muerto; y no encontró su muerte, porque cayó al agua. Este error se comete en cualquier momento, en las ciencias naturales en particular. Uno no lo nota, por supuesto, si está bien escondido.

Ese fue también el caso de este niño. El karma de este niño se había terminado. El furgón de mudanzas fue allí debido al niño. Los seres espirituales que están detrás del secreto arreglaron el asunto de tal manera que el niño pudo encontrar su muerte. El niño tenía siete años. El cuerpo etérico, bastante joven, habría suministrado vida durante muchas décadas, sus fuerzas permanecían intactas. Ahora, siempre confesaré lo que significa que desde hace algún tiempo nuestra construcción de Dornach está incrustada en el cuerpo etérico aumentado del niño Theodor Faiss. El cuerpo etérico se acrecienta - crece después de la muerte, - y el cuerpo etérico de este pequeño Theo de siete años forma desde entonces algo así como un aura de la construcción. Si uno se ocupa de la construcción, si uno necesita encontrar ideas para la construcción que se pone correctamente en el mundo espiritual, desde la muerte de este niño sabe que es co-inspirado por el cuerpo etérico que está involucrado en el aura de la construcción, el cuerpo etérico del pequeño Theo Faiss.

Por supuesto, ningún anhelo de parecer original podría inducirme a negar que mucho está parcialmente inspirado por lo que contribuyó a la construcción desde ese momento, debido a que el aura de este cuerpo etérico está alrededor de la construcción, y uno tiene, por así decirlo, esta ayuda que esta fuerza etérica no utilizada trabaja a favor de la construcción. Imaginaos qué hechos internos importantes hay detrás de los hechos externos: una familia traslada su residencia cerca de la construcción. Hay un niño, especialmente dotado por su ser-alma; él sacrifica su cuerpo etérico, de modo que la construcción se envuelve en la fuerza de este cuerpo etérico. Ahí tenemos un ejemplo en el que vemos que los cuerpos etéricos sacrificados no utilizados tienen su tarea en el mundo.

Allí sólo comienza básicamente lo que debe fluir como el contenido sensible de nuestra ciencia espiritual. El hecho de que uno sepa que el ser humano consiste en un cuerpo físico, un cuerpo etérico, un cuerpo astral y un ego, que uno pasa por diferentes vidas en la tierra, uno sabe que en teoría, no importa realmente. Pero sí importa lo que se inserta en nuestra experiencia real por estos puntos de vista. Uno trata de traer la vida también en nuestro movimiento y superar la diferencia entre los vivos y los muertos no sólo teóricamente por la enseñanza, sino por la vida. Cuando hace poco nos arrebataron a un asistente muy querido, Fritz Mitscher, justo a sus treinta años, y tuve que pronunciar el discurso en la cremación en Basilea, una palabra importante consistió en que me dirigí a esta alma, quiero decir, le rogué que siguiera trabajando entre nosotros después de la muerte. Porque no sólo necesitamos a los llamados vivos, sino que necesitamos la cooperación de los que han atravesado la puerta de la muerte. Ellos cooperarán de una manera doble. Por un lado, un gran número de cuerpos etéricos cooperan en el próximo tiempo que los seres humanos se han quitado atravesando la puerta de la muerte en los acontecimientos cargados de destino.

Los cuerpos etéricos juveniles no utilizados forman una gran aura en la que vivimos. Por otro lado están las propias individualidades que trabajan desde sus cuerpos etéricos. Podemos mirar el cuerpo etérico no utilizado en el ejemplo del pequeño Theo Faiss donde el cuerpo etérico se convierte en el inspirador de algo que se logró en la construcción. En mi discurso me fijaría en la individualidad de Fritz Mitscher. Es tarea de nuestra ciencia espiritual sentir cómo se llena el abismo entre la vida y la muerte. Debe convertirse en contenido consciente de nuestros tiempos terrestres no sólo para conocer en la teoría, sino para penetrar vívidamente que los muertos son para nosotros como los vivos, que los muertos dan algo como los juveniles cuerpos etéricos no utilizados. En estos cuerpos etéricos, que pertenecieron a los seres humanos que ahora han encontrado su muerte como resultado de los grandes acontecimientos cargados de destino, viven los ecos de todo lo que se siente si se considera la muerte como un sacrificio por los acontecimientos exigidos por este tiempo - más o menos consciente. Esto entra en estos cuerpos etéricos.

Buscando la muerte, o propiamente hablando, previendo la muerte y sin embargo sabiendo que esta muerte tiene un sentido, este será el caso de los numerosos seres humanos que atraviesan la puerta de la muerte en el presente. Uno puede ser materialista; si esa es la forma en que piensa, puede decir: las almas de los pueblos, los espíritus de los pueblos no son más que nombres para algo que, en abstracto, mantiene unido a un grupo de seres humanos con el mismo lenguaje y las mismas características. Hablar de espíritus de los pueblos como de seres reales es una rareza. - Algunas personas que atraviesan ahora la puerta de la muerte pueden hablar así según las palabras; porque atraviesan la muerte están de acuerdo inconscientemente con lo que la ciencia espiritual tiene que decir que un alma del pueblo, un espíritu del pueblo es un ser real. Pues, ¿Qué significado tendría si los espíritus de los pueblos, las almas de los pueblos no fueran seres reales y los seres humanos estuvieran en todos los bandos de esta guerra sangrienta?

En un mundo materialista sería imposible suponerlo. Si el ser humano individual se sacrifica por el espíritu del pueblo, si el espíritu del pueblo es un ser real para él, tiene el más profundo sentido que tales acontecimientos le hayan ocurrido a los seres humanos. De este modo, sentiremos la próxima vez en que muchos cuerpos etéricos no gastados floten en la atmósfera espiritual advirtiendo a todos que hay algo espiritual. Estos cuerpos etéricos son buenos ayudantes en el futuro para profundizar la visión del mundo humano espiritualmente. Los seres humanos sólo tienen que sentir la llamada de los muertos en sus almas. Cuando la paz vuelva a dominar los campos en los que ahora tienen lugar los espantosos acontecimientos, los seres humanos que vivan entonces trabajarán mucho mejor si oyen las voces de los muertos. Pero esto no es sólo simbólico. Los cuerpos etéricos no gastados están llamando. El mundo no puede existir en el futuro sin que los seres humanos sientan su conexión con el mundo espiritual. La humanidad del futuro resultaría sin vida si no fuera capaz de escuchar las advertencias de los muertos.

En física, todo el mundo admite que la energía no se pierde; se habla de la transformación de la energía. Eso también se aplica al ámbito espiritual. Las fuerzas que el cuerpo etérico no utilizado lleva a través de la puerta de la muerte no desaparecen; estarán allí. Pueden ser tomadas en las almas del futuro, y estas almas pueden recibir fuerza y confianza para su trabajo espiritual de la conexión con los restos del alma que quedaron de los cuerpos etéricos no utilizados.

Además de muchas cosas que esta guerra puede decirnos, es para nosotros como partidarios de la ciencia espiritual sobre todo que ya miramos en espíritu la atmósfera de los cuerpos etéricos no utilizados. Sin embargo, aquí abajo tienen que estar las almas que sienten las advertencias de los muertos. Pertenece a nuestra tarea como partidarios de la ciencia espiritual el lograr eso. Ya debemos encontrar un punto de vista espiritual también hacia tales acontecimientos, no el punto de vista de un pensar abstracto. Sino que realmente debemos imaginar la población futura de la tierra de tal manera que abajo existan almas que están en los cuerpos físicos, y desde arriba trabajen fuerzas de cuerpos etéricos no utilizados; y que estas almas de abajo puedan decir: no tenemos dudas de que vienen tiempos mejores para la cognición espiritual, porque los cuerpos etéricos no utilizados nos ayudan con sus fuerzas. - Si tomamos esto concretamente, no en abstracto, hemos comprendido algo de las advertencias que este tiempo cargado de destino puede darnos en particular como partidarios de la ciencia espiritual. Debe ocurrir así, porque son necesarios efectos reales en el desarrollo humano. Tendríamos que trabajar durante mucho tiempo si tuviéramos que convencer intelectualmente a la gente de lo que la visión del mundo científico-espiritual quiere dar. Con la Doncella de Orleans tuvo lugar una iniciación subconsciente. En el futuro, la espiritualidad trabaja de otra manera en el desarrollo humano. Los cuerpos etéricos no utilizados nos apoyan y también aquellos que como individualidades quieren trabajar en el plano físico.

En ocasiones es extraño lo que la gente puede entender también hoy en día. Teniendo en cuenta el ejemplo dado, hemos de admitir que en la época de la Doncella de Orleans los estrategas, los generales, no provocaron lo que se produjo. A veces he dado otro ejemplo: cuando en una hora determinante el ejército de Constantino marchó contra Roma, no fueron tampoco los generales los que consiguieron la victoria y derrotaron al ejército cinco veces más fuerte de Majencio, que dirigió sus ejércitos ante las puertas de Roma contra Constantino. Constantino no siguió a sus generales, sino un sueño que le dijo que debía hacer que sus ejércitos llevaran el monograma de Cristo. Los sueños y los oráculos sibilinos reunían a los ejércitos en un lugar determinado y lo decidían todo en aquellos días. Sin embargo, como Constantino salió victorioso, el mapa de Europa obtuvo su correspondiente aspecto. ¿Quién dirigió los acontecimientos de aquellos días que tenían lugar bajo el umbral de la conciencia? Fue el Impulso Crístico, pero el Impulso Crístico, tal como era real, no como lo entendían los seres humanos.

No llegamos a conocer el Impulso Crístico escuchando las disputas de los teólogos. El Impulso Crístico no actuó en lo que los seres humanos realizaron conscientemente, lo que los seres humanos entendieron; sino que actuó uniendo los acontecimientos con Constantino y Majencio, y más tarde de nuevo con la Doncella de Orleans. También en este tiempo se experimenta algo, incluso en los pequeños hechos. A veces se puede comparar lo pequeño con lo grande.

Un excelente filósofo escribió hace algunos años un artículo más largo sobre la visión del mundo científico-espiritual representada por mí en una revista mensual del sur de Alemania. Este artículo tuvo un gran efecto; estaba escrito de forma opuesta, infiltrado con muchos juicios benévolos sobre la teosofía en general, incluso algunas notas de reconocimiento. Por ejemplo, me aconsejaban que en lugar de utilizar mis talentos para tales asuntos, averiguara finalmente si Mickiewicz [Adam Mickiewicz (1798-1855), poeta polaco, defensor de la liberación del pueblo polaco del dominio ruso] es realmente la reencarnación de la Doncella de Orleans, etc. Sin embargo, en general, el artículo era muy adecuado para mostrar cómo hay que considerar nuestra visión del mundo científico-espiritual, de modo que se despertó una impresión inadecuada.

El filósofo que había escrito el artículo era considerado como un gran platonista, como un gran lógico. Él mismo decía que no se dedicaba a otra tarea que a anunciar la verdad, y, por tanto, sería capaz de conocer la verdad. El editor de la revista parecía estar muy satisfecho de publicar un artículo tan autorizado sobre esta ciencia espiritual. De esto hace ya algunos años. Luego llegó la guerra. La persona en cuestión no pertenece a los que simpatizan con Europa Central, sino que simpatiza de manera decidida con Inglaterra y Francia e incluso con los que también luchan del lado de Inglaterra y Francia. ¿Y qué ocurrió entonces? Escribe varias cartas al mismo hombre, el director de la revista. Este editor de la mencionada revista también publica estas cartas, por ser demasiado típicas, en otra revista, la Revista Mensual de Alemania del Sur. Incluso recuerda el hecho de que es el mismo hombre - es Karl Muth - que publica la revista Hochland e imprimió el artículo sobre la "teosofía esteinera", como él dice. En estas cartas, una persona de mentalidad europea occidental despotrica de la población centroeuropea tanto como puede. Entre otras cosas, este hombre explica: los negros son aristócratas libres en comparación con la gente que no sabe nada de lo que está luchando. Habría que comparar el Imperio Británico con Europa Central, los primeros fueron establecidos como la Iglesia Católica por Dios y nunca habrían hecho otra cosa que lo que está de acuerdo con el orden mundial divino.

La impresión de esta carta es una cuestión de rutina. El mencionado redactor añade a esto: en toda Europa Central no se ha podido encontrar a nadie, salvo en los manicomios, que pueda apoyar tal visión. - Ahora el querido Sr. Muth admite que el hombre que había elegido para soltarlo sobre nuestra visión espiritual-científica del mundo está listo, en realidad, para el manicomio. De tal calidad son las objeciones que generalmente se plantean contra nuestra cosmovisión científico-espiritual. Sólo el Sr. Muth habría tenido que saber ya en esos días que el hombre está listo para el manicomio. Pero él necesitaba la advertencia de la guerra. Su punto de vista tenía que ser desafiado sólo por lo que podía ver fácilmente ahora. Algunas personas que están preparadas para el manicomio se pasean y critican nuestra visión del mundo, sólo que no sale a la luz de forma tan absurda.

Dije que este ejemplo muestra que la razón que la gente tiene hoy cojea durante mucho tiempo si se trata de la visión del mundo espiritual-científica y que hay que decir: no sólo los vivos sino también los muertos son necesarios que una cierta cantidad de espiritualidad venga al mundo. Estos pertenecen a los mejores ayudantes que tuvieron que levantarse con sus almas y vidas para el curso de nuestros acontecimientos actuales cargados de destino. Por eso quisiéramos que tales consideraciones no queden sólo como algo teórico en las almas, sino que se conviertan en un sentimiento profundamente honesto, el sentimiento de que podamos dar testimonio de la ciencia espiritual de tal manera que sepamos atentamente que hay voces admonitorias en el mundo espiritual que nos dicen: dejemos que los muertos sean un hito de la profundización espiritual que debe llegar a los seres humanos, porque hemos pasado por esta muerte con conciencia - no por nuestra materia, sino por lo que es independiente de nosotros, de modo que hemos confirmado así la confesión de algo que va más allá de la vida humana material individual.

Si entre los partidarios de la ciencia espiritual están los que anticipan, sienten o conocen el grave murmullo de los muertos, entonces se logra algo real que tiene que lograr la ciencia espiritual en los sentimientos de las almas humanas; es decir, si las almas se inspiran en la ciencia espiritual que saben volver sus sentidos al reino de los espíritus, porque se dice mucho a los seres humanos desde el reino de los espíritus en los tiempos venideros.

Esto es lo que quería sugerirles para sus sentimientos, porque las circunstancias fueron tales que podemos estar juntos justo en este tiempo también en una reunión de la rama. Uno querría que en tales reuniones no sólo se diera un conocimiento como un germen, sino que lo que se habla en tales reuniones funcionara como un germen vivo que se planta en la tierra del alma que siente. Lo que se lleva a cabo a partir de tal consideración, esta es la cuestión central.

Por eso queremos cerrar estas consideraciones, mientras pensamos en lo que se nos puede asignar desde los acontecimientos cargados de destino de este tiempo:

     Por el valor mostrado en la batalla,

Por la sangre derramada en la guerra,
Por el dolor de los que quedan,
Por las obras de sacrificio del pueblo.
Los frutos espirituales vendrán a crecer.
Si las almas con conocimiento del espíritu.
Dirigen su mente a los reinos espirituales.

Traducido por J.Luelmo abril2021

GA216 Dornach, 17 de septiembre de 1922 La conexión del ser humano con las entidades divino-espirituales.

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RUDOLF STEINER

Impulsos básicos de la historial mundial de la humanidad

Conferencia nº 2 de una serie de ocho conferencias, celebradas del 16 de septiembre al 1 de octubre 1922, en Dornach.


GA216 SEGUNDA CONFERENCIA

La conexión del ser humano con las entidades divino-espirituales.



Dornach, 17 de septiembre de 1922



Hoy me gustaría continuar la reflexión que hice ayer acercándola aún más al propio ser humano. Podéis imaginar que lo que se intenta representar en una descripción de este tipo es interiormente tan rico, tan variado, que cualquier descripción que cubra una gama tan amplia de áreas, como lo fue la de ayer, sólo puede captar el asunto desde un punto de vista, y que un sentimiento de lo que realmente se va a producir con esa descripción sólo puede surgir a través de descripciones desde los más diversos puntos de vista.

Cuando consideramos la formación de la cabeza humana, su formación, debemos tener claro que esta formación de la cabeza no sólo se refiere a la cabeza vista exteriormente, delimitada hacia abajo por el cuello, sino también a los procesos, los procesos orgánicos internos, que tienen lugar en la cabeza humana. Estos están presentes principalmente como procesos cefálicos en la cabeza, pero continúan en todo el organismo; de modo que esencialmente la organización cefálica se encuentra en todo el ser humano, pero se revela exteriormente principalmente en la cabeza, en el cráneo.

Lo mismo ocurre con la organización torácica, que incluye esencialmente la respiración, la circulación sanguínea. Ésta también se extiende a la organización de la cabeza, así como a la organización metabólica y de las extremidades. Podemos hablar del ser humano de manera que al considerar sus miembros concretos del organismo los mantengamos separados, pero debemos tener claro cómo se interrelacionan en el conjunto del ser humano.

Si observamos ahora esta organización de la cabeza humana, muestra metamorfosis muy diferentes a las de los demás miembros del organismo humano cuando éste pasa por el mundo espiritual entre la muerte y el nuevo nacimiento. En la cabeza tenemos una réplica real de esa cosa cósmica que se forma como germen espiritual a través de la actividad tal como la caractericé ayer y ya en los días anteriores. En la cabeza humana tenemos la reproducción de lo universal, completamente contraída y llena de existencia material.

Si uno pudiera estudiar la cabeza humana, no con un microscopio producido físicamente, sino con poderes de aumento anímico-espirituales, encontraría todo el cosmos reproducido en su estructura física, etérica, astral y del ego. En realidad llevamos todo este cosmos dentro de nosotros y sobre todo en nuestro organismo principal, en nuestro organismo de la cabeza. En esta organización de la cabeza es especialmente cierto que el hombre, entre la muerte y un nuevo nacimiento, elabora en asociación con los seres espirituales superiores de las jerarquías superiores lo que encuentra la continuación de su desarrollo dentro de la herencia humana, lo que, después de haber sido llevado a un cierto punto por el propio hombre en asociación con los seres de las jerarquías superiores en el mundo espiritual, cae, por así decirlo, en el mundo físico y continúa su desarrollo en el organismo materno a través de la concepción.

Lo que nos llega como formación principal, como formación de la cabeza, ha surgido realmente del cosmos, de modo que incluso en el estado astral, al que llega finalmente a través de la elaboración del hombre, desciende a la tierra y allí, antes de la concepción, encuentra su continuidad hasta el estado físico de desarrollo, de modo que, más adelante, después de haber rechazado el germen del cuerpo físico en el mundo espiritual, lo que queda del ser humano se revestirá de un cuerpo etérico y podrá entonces unirse de nuevo a este germen espiritual que se ha convertido en físico.

Ahora bien, resulta que durante el estado de vigilia continuamos a pequeña escala lo que hemos realizado a gran escala, a escala universal, entre la muerte y un nuevo nacimiento, en unión con los seres divino-espirituales. Esta actividad, que se lleva a cabo aquí, se desarrolla, por así decirlo, detrás de la conciencia humana ordinaria.

Me gustaría darles un boceto de esto. Si observamos la cabeza humana de un ser humano que funciona normalmente, se muestra lo siguiente a la visión espiritual: Mientras estamos despiertos, mientras las impresiones del mundo exterior llegan continuamente a la cabeza humana, todo lo que vive en la percepción de los sentidos tiene lugar para la conciencia. Me gustaría caracterizar lo que vive en la percepción sensorial dibujando primero el ojo (ver dibujo), la nariz, donde se producen las sensaciones olfativas, el paladar, la boca, donde se producen las experiencias gustativas.

Esta parte, pintada de rojo, pretende así representar esquemáticamente todo lo que el hombre experimenta realmente en la conciencia ordinaria. Pero esto no es lo único que ocurre en el mundo fáctico del ser humano. Ustedes saben, por supuesto, que el cerebro se subdivide de las más variadas maneras. Sólo lo esbozaré de forma esquemática (azul-verde). Lo que se combina y se estructura así en el cerebro es un reflejo de todo el universo, todo el universo contraído en la pequeñez y revestido de sustancias de la tierra. Dado que las partes ego, astral y etérica de este cerebro están revestidas de materia física terrestre, la tierra, con sus fuerzas y componentes, influye en esta parte del ser humano.

Ahora bien, mientras nuestra percepción sensorial tiene lugar, cuando los colores inundan y se forman interiormente en ideas, cuando los impulsos auditivos vibran a través del organismo humano y se forman en ideas auditivas a través de la disposición del órgano auditivo, al tiempo que ocurre algo similar con las percepciones del gusto, el olfato y el tacto, cuando, por lo tanto, toda esta experiencia de la vigilia está siendo sostenida por la influencia del mundo físico-sensorial externo, se está viviendo como una fuerza dentro de las partes inconscientes de la organización de la cabeza humana. Y mientras percibimos un color, oímos un sonido o tenemos una percepción gustativa, estamos trabajando inconscientemente para crear una imagen posterior de cómo, por ejemplo, Júpiter se relaciona con el Sol o Marte (amarillo). Estamos trazando una relación cósmica dentro de nosotros mismos. A lo largo de nuestra vida de vigilia sucede algo que realizamos detrás de nuestra conciencia ordinaria, la reproducción de la actividad cósmica. Lo que se realiza detrás de la conciencia ordinaria no es otra cosa que el eco de lo que atravesamos cósmicamente entre la muerte y un nuevo nacimiento o concepción.

Pero lo que acabo de describir tiene lugar detrás del plano de la memoria. Detrás de un espejo ordinario no tiene por qué haber nada; detrás del espejo que, a través de nuestro cerebro, refleja a nuestra conciencia nuestras ideas abstractas, se refleja en miniatura toda la existencia del mundo en cada ser humano individual. Y estos pensamientos vivos que desarrollamos allí son para la Tercera Jerarquía, para la Jerarquía de los Ángeles, Arcángeles y Archais, lo mismo que nuestros pensamientos abstractos reflectantes son para nosotros. Detrás de nuestra conciencia la tercera Jerarquía despliega su actividad a través de nuestra humanidad.

Allí los seres Archai, Arcángeles y Ángeles desarrollan lo que debe llevar a cabo y sólo puede realizar el hombre colocado en el Cosmos y en la Tierra. En la formación de su cerebro no se limita a formar un espejo que le refleja su conciencia terrestre ordinaria, las ideas abstractas, sino que dentro de la cabeza tiene lugar algo que la Jerarquía de los Ángeles, Arcángeles, Archai tiene que realizar en la tierra y a través de la existencia terrestre. Se trata de un acontecimiento que está tan relacionado con la existencia en la tierra como otro acontecimiento.

Podéis describir la existencia terrenal diciendo: A través de los minerales sucede esto y aquello; a través de las plantas sucede que florecen, dan fruto; a través de los animales sucede, a su vez otra cosa. A través del hombre es como los Ángeles, los Arcángeles y los Archai derraman su actividad en la atmósfera espiritual de la tierra. Pero esto ocurre de forma indirecta a través de la actividad subconsciente de la organización de la cabeza humana.  

La existencia en la tierra no se agota en el hecho de que las plantas florezcan, que los animales corran, sino que la existencia en la tierra continúa en una existencia espiritual. Más allá de las plantas, más allá de los animales, más allá del hombre, hay una actividad del mundo angélico, del mundo espiritual, de la Tercera Jerarquía, y esta actividad es posible a través de la cabeza humana. Ayer pude señalarles que por encima de una planta (ver dibujo), cuando sale de la tierra (verde y rosa), hay un astral. De modo que incluso por encima de esto tenemos una estructura astral, una sustancia espiritual superior (amarilla) que está representada en la propia flor de la planta. Así, la actividad de la cabeza humana continúa en el reino espiritual, y si buscamos hacia dónde continúa, encontramos la actividad de los Seres de la Tercera Jerarquía en relación con la existencia terrenal.

Pero esta actividad también tiene un significado muy profundo en la evolución cósmica. En el trasfondo del propio entramado del hombre en la tierra, en el trasfondo de lo que debe hacer sin saberlo, en su actividad orgánica, los seres de la Tercera Jerarquía son sus ayudantes. El hombre muere en su existencia terrenal. Hemos examinado la muerte y hemos intentado comprenderla. Pero lo que para el hombre es morir, para los Seres de la Tercera Jerarquía es sumergirse en la naturaleza humana. Si sólo tuvieran esto, esta inmersión en la naturaleza humana, su conciencia menguaría; perderían su esencia. Deben alimentar su esencia una y otra vez y de nuevo, por así decirlo, para alimentar su ser. La esencia de estas criaturas del de la tercera Jerarquía debe nutrirse de la sustancia del mundo.

Ahora bien, lo que se teje detrás de la conciencia humana son, como ya he dicho, formaciones preferentemente etéricas. Incluso durante nuestra existencia en la tierra no hay una frontera tan nítida entre el éter humano interior y el éter cósmico exterior como para que lo que es pulsado por los pensamientos humanos, por este trabajo humano en el cerebro detrás de los pensamientos conscientes, no vibre continuamente hacia el éter cósmico. De hecho, el hombre está continuamente rodeado alrededor de su cabeza por las vibraciones que se producen en el éter del mundo por la actividad de su cabeza en unión con los Seres de la Tercera Jerarquía.

Y cuando el hombre pasa por la puerta de la muerte, es como dije ayer: que la actividad de la cabeza es lo primero que cae, también en relación con lo etérico. En realidad, sin embargo, esto significa que lo que tiene lugar en la cabeza como subconsciencia se dispersa primero rápidamente en el éter del mundo. Todo lo que es producido por el hombre tiene formaciones en el éter del mundo, y de ellas se alimentan los Seres de la Tercera Jerarquía; de modo que los Seres de la Tercera Jerarquía, por un lado, ayudan al hombre en lo que respecta a su organización de la cabeza y, por otro lado, tienen su propio desarrollo ulterior a través de lo que se realiza dentro de esta organización de la cabeza.

El hecho de que el hombre, durante su vida en la tierra, haya sido implicado en el desarrollo de la tierra, significa que a través de él estos seres de la Tercera Jerarquía también entran en contacto con la vida en la tierra. De lo contrario, estos seres de la Tercera Jerarquía pertenecerían a un mundo fuera del cual no podrían entrar en contacto con la existencia terrenal. Pero deben obtener su alimento espiritual de la existencia terrenal de la manera descrita. El hombre está, pues, implicado en una actividad cósmica por la mediación de estos seres de la Tercera Jerarquía. Esta actividad cósmica pasa, por así decirlo, a través de su ser. Estos seres de la Tercera Jerarquía son los menos poderosos de los seres superiores que están directamente por encima del hombre.

Ellos no podrían transformar lo que vibra desde el hombre hacia el mundo y que debe convertirse en su alimento espiritual, si fuera totalmente ajeno a su naturaleza. De ahí que en lo que nace a través de la organización de la cabeza humana, se mezcle lo menos posible con las otras partes de su entidad humana. Nuestros pensamientos siguen siendo lógicos incluso cuando el hombre, a través de su vida, acumula mucho mal en relación con su moral. Los pensamientos permanecen fríos para el resto de la entidad humana. Permanecen fríos hasta el punto de que pueden convertirse en el propio alimento mencionado para los seres superiores.

Si todo lo que el hombre tiene en sus emociones pasara también a estos pensamientos vivos que tienen lugar detrás de la conciencia, entonces los ángeles, arcángeles y demás, no podrían retomar eso. Sería un alimento inútil para ellos. En el pensamiento reflexivo ordinario, sin embargo, se representa si somos seres morales o inmorales. Pero si ahora localizara el asunto, lo que sólo puede ser sabio en términos de interpretación: lo que está pasando en el fondo de nuestras cabezas detrás de la conciencia ordinaria es algo que permanece, por así decirlo, inocente, no tocado por las aberraciones morales humanas.

Estas aberraciones morales humanas ejercen una influencia sobre el éter cósmico y sobre la astralidad cósmica sólo en la medida en que el alma del individuo está ligada a la organización torácica, al sistema respiratorio y al sistema circulatorio. La cabeza es, en cierto sentido, una imagen pura del cosmos. Y lo que sucede como imagen de la actividad cósmica universal durante la vida terrestre detrás de la conciencia ordinaria, donde los mundos se forman continuamente, donde los mundos se destruyen continuamente, lo que sucede allí está presente en una cierta pureza en comparación con el resto de la naturaleza humana.
No obstante, es así, si uno pudiera girar sus ojos, por así decirlo, y hacerlos ver espiritualmente, y si estos ojos, vueltos en su cavidad y habiéndose vuelto espiritualmente clarividentes, pudieran mirar hacia atrás en el interior de la cavidad craneal humana, verían cuerpos celestes brillando, cuerpos celestes que están en movimiento en relación con los demás, un mundo de estrellas fijas. Todo un pequeño cosmos se haría visible.

En la organización del pecho humano es diferente de la organización de la cabeza humana. Allí donde la respiración y la circulación de la sangre tienen lugar como seres humanos rítmicos, la imitación del cosmos también juega un papel, pero las condiciones terrestres tienen una influencia mucho mayor. Cambian la imitación cósmica en un grado mucho mayor. Cuando nuestros pulmones están en actividad, podríamos mirar lo que ocurre dentro de ellos como una estrella, como un planeta, como un mundo de soles y lunas, si pudiéramos dar la vuelta, por así decirlo, y ver en su contenido etérico-astral lo que sólo está revestido de materia terrestre. Pero las condiciones terrenales interfieren continuamente en esta existencia interior. La propia tierra tiene una influencia mucho mayor. Debéis recordar que sólo algo tan sutil como lo que los ojos hacen del mundo del color, o lo que se hace del mundo del sonido fuera del cuerpo, repercute directamente en la organización de la cabeza, directamente en las formaciones que acabo de describir.

Esto enlaza con la actividad cósmica. Y en ella se impulsa sólo lo que es traído desde el resto del organismo por los impulsos respiratorios, por la sangre que también actúa en el cerebro. Esa es la sustancia de relleno. Se impulsa hacia adentro. Pero la configuración, la escultura, esta escultura interior que tiene lugar allí, es en definitiva una imagen a imitación de lo cósmico. Aquí la tierra tiene poca influencia.

El organismo torácico se encuentra en una posición completamente diferente. En el tórax se toma el aire que respiramos y se procesa. Se trata de algo que está en el entorno inmediato de la tierra, que no penetra en el organismo humano de forma tan sutil como lo que hacen los ojos con los colores. El aire que respiramos es más grueso que la luz coloreada que entra en nuestro organismo. Por lo tanto, el aire más grueso que respiramos tiene una influencia mucho más fuerte y cambiante en todo lo que está presente en el organismo del tórax como imitación de los procesos cósmicos. ¡Y sólo cuando nos fijamos en la circulación de la sangre! Todos los alimentos humanos intervienen en la circulación de la sangre. Primero se ingieren como alimento, se modifican mediante la actividad digestiva y nutritiva y se envían a la sangre circulante.

Cuando la sangre llega a la cabeza, llega allí en un estado extraordinariamente refinado, en un estado que el antiguo arte clarividente premonitorio llamaba correctamente estado fosforescente. Este es un estado extraordinariamente refinado. Aquí la imitación de la actividad cósmica tiene poder sobre la materia, de modo que ésta no puede desarrollar sus propios poderes. Si alguna sal que entra en el cerebro quiere desplegar sus propios poderes, se ve ahogada, desbordada por las direcciones, actividades que la imitación del cosmos ejerce en la circulación sanguínea aún más espesa que tiene lugar en los órganos torácicos. En los órganos torácicos, lo que entra del ser humano tiene una influencia mucho mayor. Allí lo que imita al cosmos se modifica de una manera mucho más fuerte. Y por lo tanto, si se mira la organización del pecho humano con un ojo espiritual, se presenta de tal manera que puedo caracterizarla esquemáticamente de la siguiente manera (véase el dibujo ).  

Uno ve allí cómo en la inhalación realmente también destella una imagen residual del cosmos. En el cerebro se ve realmente todo un cosmos en juego. Eso, para el cerebro, sólo se interrumpe en la vida del sueño. Aquí la vida del sueño no interrumpe nada, sino que la cosa se interrumpe continuamente por sí misma. Mirado con la mirada espiritual: la organización torácica muestra estrellas, también muestra movimientos estelares, pero hacia atrás en distorsión y hacia adelante se ha vuelto bastante imprecisa. En relación con su organización torácica, también, el ser humano es en cierto sentido una imitación del cosmos, en la medida en que en nuestra tierra hay procesos que dependen bastante del curso regular del mes del año.

Allí las plantas afloran y vuelven a marchitarse. Hay regularidad. En las formas de las plantas viven esos caminos en espiral que he descrito. Hay una tendencia mineral, que, sin embargo, se distribuye en largos períodos de tiempo, pero que también se desarrolla de cierta manera en la regularidad cósmica. Hay ciertos cambios en el flujo del aire sobre la tierra, que podemos observar, por ejemplo, en las metamorfosis de los cambios de tiempo que se producen en el transcurso del año. Pero en esto consiste todo lo que es irregular en la formación de nubes, que es realmente el cambio del tiempo. En ella entran los caprichos de la meteorología. Los caprichos de la meteorología entran en lo cósmico.

Por lo tanto, en el pecho humano, en relación con lo que se articula junto con la espalda, hay un cosmos distorsionado, un cosmos que da la impresión de haber sido tomado durante la noche, por un gigante tirando de un lado, otro gigante tirando del otro lado, de modo que en lugar del cosmos redondeado obtendríamos un rodillo dibujado a lo largo, algo engrosado en el centro. Así, ante la mirada espiritual, el cosmos se muestra de espaldas, mientras que de frente se muestra confuso. Al igual que lo que ocurre por encima de la superficie de la tierra se encuentra en un estado de confusión, el cosmos parece estar en un estado de confusión hacia el frente.

El conjunto es tal que el cosmos de pronto se ilumina y al poco desaparece de nuevo: con la inhalación se ilumina, con la exhalación desaparece. Al igual que el hombre provoca los procesos físicos dentro de sí mismo mediante la respiración, la inhalación hace que el cosmos distorsionado brille, y la exhalación, a su vez, hace que el cosmos distorsionado se oscurezca.

El yogui indio buscaba experimentar esta iluminación y oscurecimiento del cosmos distorsionado a través de sus ejercicios de yoga, y a partir de ahí buscaba descubrir la forma real del mundo penetrando así en lo que percibía a través de su respiración hasta una percepción de este cosmos interiormente distorsionado, con lo que luego podía explorar a través de su reflexión sobre él. De este modo, como organismo torácico también experimentamos el cosmos por segunda vez, pero, por así decirlo, como en una lucha contra el caos. Y experimentamos el cosmos por tercera vez, y de tal manera que en realidad parece bastante indistinto. Está integrado en el sistema metabólico y en el sistema de las extremidades del ser humano. Es difícil ver cómo lo que es astral y que está incorporado al ser-yo ha surgido del cosmos. Por eso, durante las conferencias que he dado aquí, he tenido que llamar "embrionario" a lo que allí se incorpora, pues en realidad es un cosmos en ciernes. Sólo cuando el ser humano pone en movimiento sus miembros, o cuando el metabolismo está activo, lo que parece un cosmos en desarrollo se comporta de forma bastante similar a aquello en lo que está inmerso. Cuando levanto una pierna, el aspecto espiritual de este tercer miembro humano incide en el movimiento de la pierna y en los procesos internos que están conectados con el movimiento de la pierna.

Esquemáticamente, tengo que dibujar este tercero de tal manera ( dibujo de la pág. 36 es ilegible) que ya no se ve nada de un cosmos como el que existe con toda claridad en la organización de la cabeza humana, tal como existe en la distorsión, en relación con la luz espiritual, atenuada, oscurecida, tanto en la organización de los brazos como en la de las piernas y en la de la alimentación (rojo). En realidad, todo está quieto como en una nebulosa del mundo, ya que podemos estudiar cósmicamente las nebulosas del mundo en el exterior, en los confines del espacio. Sin embargo, con un ojo espiritual, también podemos estudiar las nebulosas del mundo en miniatura, microcósmicamente, si observamos la tercera parte del hombre, el sistema de metabolismo de las extremidades, y si vemos cómo esta estructura de nebulosas (azulada) está atascada en las estrellas (amarillas), como si quisieran venir a la existencia como un resplandor de luz, pero inmediatamente se apagaran de nuevo en el momento en que llegaron a la existencia. Podemos ver cómo esto se ve completamente superado por lo que emana de la tierra. Las afinidades químicas, las fuerzas químicas de las sustancias de la tierra juegan un gran papel en esto.

Es mucho más importante durante la existencia terrenal del ser humano cómo se relacionan las sustancias terrestres individuales entre sí en sus fuerzas químicas que cómo se relaciona lo que el hombre ha traído consigo del cosmos. Pero, sin embargo, a través de esta parte de su organización el ser humano también está en relación con los mundos espirituales, y de hecho está en relación con los mundos espirituales a través de su organización torácica, ya que, en primer lugar, en su organización torácica interviene una jerarquía espiritual al igual que en la organización de la cabeza. En el caso de la cabeza, es la tercera Jerarquía; en el caso de la organización torácica, interviene la segunda Jerarquía: los Exusiai, Dynamis y Kyriotetes.

Estos desarrollan una actividad cósmica a través del ser humano terrenal, ambos se valen de lo que ocurre en la organización del tórax humano. Y su actividad es tal que es mucho más espiritual que la actividad de la Tercera Jerarquía *; esta Tercera Jerarquía puede, por tanto, soportar lo que surge en la imagen material. En consecuencia, en la formación de la cabeza humana, se tiene realmente una imagen material del Cosmos. Aquí, en la organización del tórax, hay una distorsión por la propia razón de que la materia no se convierte en una imagen residual fiel del cosmos, por lo que puede destruirse una y otra vez, también puede disolverse. La formación cósmica no ha terminado.

Así pues, existe lo terrenal, que actúa con fuerza, y lo cósmico, que no se acaba en el hombre, que sigue siendo cósmico, de modo que el hombre, en la medida en que respira, en la medida en que tiene una circulación, está impregnado de una actividad cósmica, en la que las entidades de la segunda Jerarquía trabajan, tejiendo, fluyendo. E impulsa en este hombre esa imagen viva de la que hablé ayer y en las conferencias anteriores, que es un reflejo de sus cualidades morales espirituales.

En la medida en que el hombre tiene un pulmón y los procesos del pulmón continúan como los procesos de la respiración, en la medida en que tiene una circulación y lo que es impulsado por la circulación vibra en el éter del mundo, e incluso en los mundos astrales, se halla entretejida en la actividad de la Segunda Jerarquía. Su propio ser crea efectos cósmicos, y los seres de la Segunda Jerarquía están integrados en lo que se realiza cósmicamente a través de él.

Pero en ella el hombre impulsa cada vez más, cuanto más avanza el curso de su vida terrenal, la imagen viva de sus cualidades morales-espirituales, este ser elemental del que os he dicho que es producido por el hombre durante su curso de vida terrenal.

Cada noche, por cierto, este ser elemental se desprende un poco del ser humano, y se puede ver en él el predominio de la actividad que ejerce la segunda Jerarquía. En la vigilia diurna vuelve a introducirse en el ser humano, y la actividad de la vigilia la intercala además con las valoraciones morales-espirituales de la cualidad humana. Ahora bien, la primera Jerarquía tiene relación con la actividad que se desarrolla en el metabolismo y en las extremidades del ser humano. La conexión es principalmente con los Serafines, Querubines y Tronos.

Aquí el hombre es más físico, está más entregado a las fuerzas físicas. Lo cósmico desempeña en él sólo un ligero papel. Pero en esto, la Jerarquía tiene una relación con la actividad que se desarrolla en las extremidades metabólicas del ser humano, que está presente en él de forma mistificada como una tranquila actividad cósmica, que se entremezcla con una fuerte e intensa actividad material en la química, en la actividad física, en la que la actividad de los Serafines, Querubines y Tronos flamea y ondea y empuja.

Porque éstos, por medio de su espiritualidad, dominan la materia más fuerte, y serán los Seres de esta Jerarquía los que un día transferirán los procesos terrenales de la química, de lo físico mismo, de la forma terrenal a la forma de Júpiter, como he descrito en mi "Ciencia Secreta en Esquema". Pero en esta actividad, que realmente tiene lugar en lo cósmico, está finamente inscrito durante la vida en la tierra lo que está impregnado por la parte volitiva del alma, como he explicado en las otras conferencias, y en la que hay procesos cósmicos silenciosos en combinaciones sueltas con lo que es realmente terrenal, y procesos químicos, físicos que desbordan lo cósmico.

Allí, en el sistema metabólico de los miembros, la tierra está, diría yo, en su plena posesión del hombre. En esta parte, durante el curso terrenal de la vida, lo terrenal supera a lo cósmico. En la organización torácica lo cósmico equilibra lo terrenal. En la organización de la cabeza predomina lo cósmico. Pero a cambio, la organización de la cabeza sólo puede estar conectada con el tipo más bajo de seres de las Jerarquías superiores. Allí, donde predomina la tierra, trabajan en el hombre, debido a que su ser está más expuesto a la tierra, las entidades espirituales más poderosas: Serafines, Querubines y Tronos.

Y cuando el hombre atraviesa la puerta de la muerte, cuando el organismo físico se desvanece, lo que no es más que una brumosa sustancia espiritual es absorbido por la actividad de los serafines, querubines y tronos, y se entreteje gradualmente con ellos. Pero en esta actividad se hunde lo que antes se había formado en el organismo torácico como imagen viva del hombre moral-espiritual. Lo que sólo estaba, diría, en la corriente de la segunda Jerarquía, entra ahora en la corriente de la primera Jerarquía. Así adquiere una mayor intensidad en el contexto del Cosmos; de modo que el hombre en su parte media desarrolla su Karma como un ser elemental vivo. A continuación, la corriente de la primera Jerarquía se hace cargo de ella. Y mientras el hombre vive la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento, mientras, como os he descrito, se arranca de su imagen kármica, sube al mundo donde puede trabajar realmente junto con los seres superiores en el arquetipo espiritual del organismo físico, mientras el hombre experimenta todo esto, que luego vuelve a encontrar en esta imagen cuando regresa, algo más está sucediendo. Mientras el hombre entra en el mundo de los espíritus desde el mundo de las almas y mora allí, esa imagen viviente de su propio destino es conducida entretanto por los Seres de la más alta Jerarquía, los Serafines, Querubines y Tronos, a la segunda Jerarquía y finalmente entregada a la tercera Jerarquía, los Ángeles, Arcángeles y Archai.

Cuando desciende de nuevo, el hombre retoma de la Tercera Jerarquía esta imagen que dejó en la primera Jerarquía. Cuando vuelve a entrar en la vida, se incorpora a la que tiene lugar entre la tercera Jerarquía, los Ángeles, los Arcángeles y los Archai, y su organización de la cabeza. Todo lo que el hombre ha producido a través de su ser más terrenal y entregado al Cosmos después de la muerte, lo que el hombre ha desarrollado en sí mismo al tener una organización material dominada por la tierra, lo que debe entregar después de la muerte a los Serafines, Querubines y Tronos, lo que deja fluir en el cosmos de esta manera, que realmente recibe de nuevo
en la forma en que los Ángeles, Arcángeles y Archai trabajan a través de la organización de su cabeza en una nueva vida en la tierra. El hombre entrega lo que ha preparado para sí mismo como su destino a los Serafines, Querubines y Tronos y lo recibe de nuevo de los Ángeles, Arcángeles y Archai. Lo llevan a la actividad que realiza en una nueva vida terrestre. De este modo, es llevado a su nuevo destino terrestre de la mano de la Tercera Jerarquía que recibió al dejar la última vida terrestre de la Primera Jerarquía cuando dejó su última vida en la tierra.

Así pues, veis que el universo en su conjunto sólo puede ser comprendido si la conexión que nuestros sentidos pueden inspeccionar aquí y que nuestro intelecto puede pensar, se sitúa en esa conexión que resulta de la observación real. Porque no sólo aparecen las plantas en crecimiento, no sólo el agua en las formaciones de nubes, en las corrientes, no sólo aparecen los astros físicos, sino que aparece todo el cosmos en su actividad viva, impregnado de una serie de jerarquías que ejercen una actividad igual que la actividad física, una actividad que ondula y surge a través de esta actividad física. Y se producen acontecimientos de tal índole que, mientras el hombre experimenta la existencia entre la muerte y un nuevo nacimiento, su destino humano se transmite desde el de las manos de los Serafines, Querubines y Tronos a los Ángeles, Arcángeles y Archai. A través de esto, el ser humano recibe lo que tiene que experimentar como su destino en una nueva vida. Lo que el el hombre ha legado a la más alta Jerarquía, que recibe de vuelta de la de la mano de la Tercera Jerarquía, y junto con la Tercera Jerarquía debe, durante su vida en la tierra, devolverla al equilibrio del mundo mediante actos equilibradores.


Traducción de J.Luelmo abril2021



* Ángeles, Arcángeles y Arkais