GA208 Dornach 5 de noviembre de 1921- La Antroposofía como Cosmosofía vol II- Observación del ser mineral, vegetal, animal y humano desde el punto de vista del zodíaco,

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La Antroposofía como Cosmosofía vol II 

RUDOLF STEINER

octava conferencia

Dornach 5 de noviembre de 1921

En los últimos días hemos estado considerando al ser humano y su conexión con el cosmos. Para quienes sólo forman parte de la cosmovisión actual, todavía parece bastante absurdo, podría decirse, que se vincule de este modo la naturaleza del hombre con la naturaleza del cosmos, y en los círculos más amplios de la actualidad tal vinculación probablemente no se considere ni científica. Sin embargo, frente a las corrientes intelectuales de la actualidad, es urgentemente necesario subrayar con toda nuestra energía precisamente cosas como las que hemos tenido ante nosotros en estas consideraciones. Pues puede decirse que estas cosas están muy en el camino del pensamiento actual. Sólo que al mismo tiempo son rechazadas con todo vigor por el pensamiento actual. Esto, sin embargo, causa un daño incalculable a la vida espiritual de la humanidad.

En primer lugar, hagamos una especie de resumen de lo que he expuesto aquí últimamente. <Hemos visto la forma del ser humano como resultado de aquello para lo que hay que buscar las causas en el cielo de estrellas fijas, a saber, en su representante, el zodíaco. Así lo hemos visto: Si queremos comprender la forma, el moldeado y el modelado del hombre, primero debemos mirar al zodíaco como representante del cielo de las estrellas fijas. Así pues, tenemos el zodíaco de doce miembros y, estudiando este zodíaco de doce miembros, -como hemos visto-, encontramos la posibilidad de comprender la forma humana hasta sus detalles.

Si entonces queremos comprender las etapas de la vida humana, tenemos que mirar al sistema planetario y encontrar los elementos para comprender las etapas de la vida humana en el sistema planetario.

diagrama 1

De este modo, hemos pasado de la comprensión de las etapas de la vida a la comprensión del alma. Pero entonces tuvimos que acercarnos al propio ser humano, a lo que se forma en él, a lo que vive en él. Y entonces tratamos de encontrar el alma según la imaginación, el sentimiento y la voluntad en la forma del ser humano y en las etapas de la vida. Y ayer también intentamos encontrar el aspecto espiritual del ser humano en el alma.

Así que ahora llegamos a lo espiritual que estamos considerando, yo diría, desde la periferia del universo a la vida terrenal real, es decir, cuando consideramos lo espiritual en la vida del ser humano entre el nacimiento y la muerte. Podemos contemplarlo si lo consideramos en su verdadera relación con la forma humana y con la vida humana.

De nuevo, el espíritu, del que vimos ayer que el hombre en realidad sólo lo experimenta visualmente, debemos buscarlo en el alma. Descendemos de los cielos a la tierra, si se me permite decirlo así. Cuando consideramos la forma humana, debemos ir tan lejos como las estrellas fijas; cuando consideramos la vida humana, debemos ir tan lejos como la esfera planetaria; cuando consideramos el alma humana en su relación entre el nacimiento y la muerte, debemos descender primero a lo terrenal. En esta contemplación, el hombre se convierte para nosotros en un todo en su relación con el cosmos.

Ahora bien, si apreciamos adecuadamente este hecho, también podremos trazar a partir de él la línea divisoria entre lo animal y lo humano. Y esto puede hacerse de la siguiente manera. Si primero observamos lo que podemos comprender a través del zodíaco, si lo observamos en los humanos y en los animales, en realidad se nos presenta de forma diferente. Pero para poder captar todo este contexto, debemos partir del punto de vista de cómo estos diferentes elementos: el zodíaco, la esfera planetaria, la tierra con todo lo que también vimos ayer, afectan al hombre y al animal.

Tenemos en el hombre ante todo su cuerpo físico. Este cuerpo físico del ser humano no se nos presenta en la forma que conocemos fuera del ser humano como aquello físico. Lo físico se nos presenta fuera del ser humano en el reino mineral y sus formas. Lo que se nos presenta en el reino mineral y sus formas es, por supuesto, muy diferente del cuerpo físico del ser humano. Pero sólo es diferente del cuerpo físico del hombre porque en el hombre lo físico está revestido de lo etérico, lo astral y el yo, todos los cuales cambian lo físico, todos los cuales adaptan lo físico a sí mismos, mientras que en lo físico exterior este físico se enfrenta a nosotros sin la interpenetración de lo etérico, lo astral y yo en el reino mineral.

diagrama 2

Si consideramos la forma intrínseca del mineral, es la forma de los cristales, la forma poliédrica (ver diagrama 2); el mineral se nos aparece de alguna manera poliédrico. Y esta forma poliédrica, que encontramos en un mineral de una forma y en otro mineral de otra forma diferente, no la podemos entender de otra manera que no sea observando primero el material que se ha formado a partir de las fuerzas que actúan en el espacio del mineral. Debemos imaginar esto: Si tenemos cualquier mineral alargado, entonces las fuerzas que actúan en esta dirección (dibujo de la derecha) son adecuadas para tirar del mineral longitudinalmente. Las fuerzas que actúan en esta dirección (derecha, línea horizontal en el centro) pueden entonces desarrollar menos fuerza -o, como queramos expresarlo, hacer que el mineral sea más estrecho en esta dirección, y así sucesivamente. En resumen, para poder hablar de minerales, independientemente de que estas fuerzas actúen desde el exterior o desde el interior, debemos imaginar que estas fuerzas son perpendiculares entre sí, que actúan en determinadas direcciones y, sobre todo, debemos imaginar que estas fuerzas están presentes en el universo, al menos que están activas en el ámbito terrestre.

Pero entonces, si son efectivas, también deben tener un efecto sobre el cuerpo físico del ser humano, y el cuerpo físico del ser humano debe tener la tendencia a volverse poliédrico. Sólo que en realidad no se vuelve poliédrico porque todavía tiene su cuerpo etérico, su cuerpo astral, que no permiten que el ser humano se convierta en un cubo o en un octaedro o en un tetraedro o en un icosaedro y así sucesivamente. Pero la tendencia a convertirse en algo así está latente en el hombre, de modo que ya podemos decir: En la medida en que el hombre es un ser físico, se esfuerza por llegar a ser poliédrico. Si se alegran ustedes de no andar por ahí como un cubo o como un tetraedro o como un octaedro, es porque las otras fuerzas, las del cuerpo etérico, las del cuerpo astral, están actuando en oposición a las fuerzas octaédricas o cúbicas que hay en ustedes.

Pero el hombre no es sólo un cuerpo físico, sino que lleva dentro su cuerpo etérico. Lo que él es gracias a tener un cuerpo etérico le hace, a su vez, uno con el mundo vegetal como ser. Del mismo modo que representa el entorno hasta cierto punto a través de su cuerpo físico, en la medida en que éste es mineral-físico, así representa el entorno a través de lo que es su cuerpo etérico, en la medida en que éste es vegetal.

La planta tiene naturalmente la tendencia a ser poliédrica porque también está implicada en lo físico, pero a esta tendencia a lo poliédrico añade otra, la de ser esférica. El mineral también puede aparecer en forma esférica a través de todo tipo de procesos, pero en realidad la forma esférica no le es inherente. Tiene que ser una especie de bulto o algo parecido para parecer esférico. Su forma intrínseca es poliédrica. Pero en la planta tenemos la forma esférica, y cada célula de la planta en realidad quiere ser esférica.

Esta aspiración a la forma esférica, -que el hombre experimenta primero un poco en su cabeza-, es por tanto, inherente a la planta. Así pues, a lo que el ser vegetal es, le debe también el hombre su forma esférica. El hecho de que las plantas no sean todas esferas se debe a que, en primer lugar, la forma esférica en ellas lucha contra la forma poliédrica, y así surge una resultante, pero la forma vegetal también lucha contra lo cósmico-astral. Ustedes saben por conferencias anteriores que algo astral cósmico presiona a la planta desde arriba. Esto modifica la forma esférica. Las esferas también se superponen unas a otras. Pero la forma original de la planta es en realidad la esférica.

Pero al afanarse por la forma esférica, la planta adopta la forma de la propia tierra. Adopta la forma de la tierra porque como ustedes sabrán, es esférica en el cosmos. Cada gota de agua también es esférica. Sólo parcialmente la tierra, sus partes minerales, son poliédricas. Toda la tierra es esférica en el cosmos. Para que podamos decir: La planta tiene la forma esférica en común con la tierra misma. De modo que la planta o lo viviente pugna por la forma esférica y en realidad busca reproducir en la forma esférica lo que la tierra tiene como forma.

Pero subamos ahora a lo que el hombre es gracias a poseer un cuerpo astral. Allí en él hay algo a través de lo cual representa lo que está presente en el mundo animal, el ser animal. Cuando buscamos la forma poliédrica en el ser físico, en el ser mineral, encontramos en el ser vegetal la forma esférica modelada en la tierra.

Ahora bien, el ser animal se nos hace comprensible si no nos limitamos a la forma esférica, sino que procedemos a algo más, es decir, si ahora añadimos algo a la forma esférica. ¿Qué es lo que tenemos que añadir a la forma esférica? Es la forma de bolsa, también podría decir la forma de saco.

El animal tiene la peculiaridad de que rompe la forma esférica por todas partes por medio de las hendiduras en forma de bolsa. Se forman hendiduras en forma de bolsas por todas partes en la esfera. Esa es la naturaleza de la formación animal, que las bolsas se forman de afuera hacia adentro. Mira sus cuencas oculares: dos cavidades que van de fuera a dentro. Mira sus cavidades nasales: dos bolsas. Por último, observen todo el sistema digestivo, desde la boca hasta el estómago: se puede conseguir si se deja que una bolsa empiece en la boca y vaya hacia abajo. En todas partes es la forma de bolsa la que se une a la forma esférica cuando se trata de formar la transición de lo vegetal a lo animal. Es la forma de bolsa.

forma esférica
Esta forma de bolsa se nos hace comprensible cuando levantamos la vista desde la Tierra hacia el sistema planetario. Pueden imaginárselo fácilmente: La tierra pugna por conferir a todo lo que vive en ella su propia forma. Pero cuando un planeta actúa desde fuera, contrarresta las fuerzas de la tierra y embolsa lo conferido por la tierra como forma esférica, y los diversos seres animales se forman de las maneras más diversas con tales embolsamientos. Veamos los planetas en sus diversos efectos. Saturno embolsa de manera diferente que Júpiter o Marte. El león simplemente está dotado de un tipo diferente de bolsa interior, porque no se ejercen sobre él los mismos efectos planetarios que sobre el camello, por ejemplo, y así sucesivamente. Así que ahí tenemos las bolsas.

Pero ahora en los animales y también en el hombre, -a saber sobre todo en los animales superiores, en los animales inferiores es algo diferente-, pero en los animales superiores, ocurre algo que no proviene meramente de lo planetario, sino que podemos decir: En el ser animal-humano, - porque los animales superiores muestran algo similar-, no sólo se produce ahora la forma de bolsa. Esto ocurriría si sólo hubiera planetas, si las estrellas fijas no actuaran. Pero hay algo más además de la forma de bolsa. Bajo ciertas condiciones, el hombre puede alegrarse del hecho de no tener sólo una bolsa, sino también algo dentro, y esto de hecho ocurre en el ser animal-humano, en que la bolsa aparece con el relleno. En otras palabras: una bolsa esférica, y la bolsa está rellena.
forma de bolsa

Basta con mirar los órganos de los sentidos, el ojo, donde primero hay una bolsa: las cuencas de los ojos; después, la culminación. Y esta culminación, que se produce en los órganos de los sentidos en particular, está relacionada con el zodíaco, del mismo modo que la forma de la bolsa está relacionada con la esfera planetaria. El ser humano, que a este respecto tiene la organización animal más perfecta, tiene también doce bolsas con culminación, aunque estén enmascaradas de las formas más diversas. Por eso tuve que enumerar los doce órganos de los sentidos en mi "Antroposofía".

Ahora podemos volver a preguntar: ¿A qué parte cósmica está conectado lo poliédrico? Verán ustedes, cuando la tierra se presenta ante nosotros, tiene en realidad la forma de la vida en su conjunto, y sólo mostraría esta forma si sólo fuera agua. Pero el agua está perturbada de las formas más variadas. Pueden ustedes observar las perturbaciones en la marea baja y en la marea alta, por ejemplo. Allí el agua se moldea.

diagrama 3

Pero lo que he escrito aquí se aplica a los humanos de un modo distinto que a los animales. Verán, en el caso de los animales, el cielo sólo tiene significado hasta el zodíaco, es decir, lo que hay en él, sólo hasta el zodíaco. Lo que está fuera del zodíaco no tiene significado para el animal.

La sabiduría antigua era por tanto muy correcta al llamar a esto el zodíaco, pues era capaz de añadir: Todo lo que hay fuera del universo, aparte del zodíaco, podría no estar tampoco allí, y los animales de la tierra seguirían siendo como son. Sólo lo que está bajo el zodíaco junto con la tierra, la luna, tiene significado para el animal. Sin embargo, para los humanos, lo que está fuera del zodíaco tiene significado. Y tiene significado para los humanos en la medida en que afecta al rellenado de nuestras bolsas. Por lo tanto, lo que rellena nuestras bolsas también se ve afectado por lo que hay fuera del zodiaco. No es el caso de los animales. Sólo ocurre con los humanos: Lo que está fuera del zodíaco influye en el llenado de las bolsas (véase el diagrama 3). Con el animal debemos decir: Todo lo que se encuentra en el zodíaco tiene un efecto en el rellenado de las bolsas. De modo que con el animal tenemos que adentrarnos en el propio zodíaco; entonces podremos explicar cómo aparecen el llenado de sus bolsas. Con el hombre debemos ir más allá del zodíaco (ver dibujo, marrón) si queremos explicar lo que ocurre en sus sentidos, por ejemplo. Esto significa que la relación del hombre con el cosmos va más allá del zodíaco. El animal no.

En el animal también se da el caso de que la esfera planetaria como tal tiene un efecto directo sobre las bolsas. Así que podemos decir que actúa sobre las bolsas. Como la esfera planetaria actúa directamente sobre las bolsas del animal -y las bolsas se extienden hacia dentro y forman los órganos en su interior-, los órganos internos del animal están completa y adecuadamente modelados según lo que corresponde a la esfera planetaria. El hombre, en cambio, se aleja un poco más. Y podemos decir que en el hombre es la zona hacia el zodíaco la que actúa sobre sus bolsas.
En los animales, la tierra tiene un efecto directo sobre todo lo que quiere ser esférico en ellos, directamente sobre su forma esférica. Esto no es posible con los humanos. De lo contrario el hombre sería también un animal y su esfuerzo esférico sería como el del animal. En realidad, el animal quiere llegar a ser esférico en cierto sentido. Aquí (ver dibujo) tiene su columna vertebral, luego las patas. 

Sólo que se le impide formar una esfera completa. Un trozo de esta esfera es la columna vertebral. Pero el hombre pugna por alejarse de lo terrenal como ya se ha esforzado por alejarse del zodíaco, de la esfera planetaria hacia el zodíaco. Podemos decir: la forma esférica del hombre se forma contra la esfera planetaria. Se convierte en un ser erguido. Se aleja de la mera adaptación a lo terrenal.
Y en el caso de los animales, si nos fijamos en lo poliédrico, tenemos que decir: es directamente la luna la que le confiere lo poliédrico.

El hombre también se esfuerza por alejarse de las influencias de la luna, podemos decir, lejos de la luna, y obtiene allí lo que le da lo poliédrico, entre la tierra y la luna. Debemos, pues, por así decirlo, buscar entre la tierra y la luna lo que le da al hombre lo poliédrico. Debido a esto, sin embargo, la luna sigue teniendo efecto sobre el hombre. Como luna sigue teniendo sin embargo efecto. Por lo tanto, debemos buscar la propia luna en el quinto, ya que causa lo poliédrico en los animales. ¿Qué hace en el hombre? También causa lo poliédrico, pero en la imagen, y mientras el animal tiene lo poliédrico en su configuración, el hombre llega a levantarlo de su organismo. Y esta imaginación matemático-geométrica, se convierte en imagen, se desplaza fuera del cuerpo, y el hombre de hoy prefiere imaginar matemáticamente y quiere comprender todo matemáticamente, porque puede levantar fuera su propio poliédrico a través de la influencia de la luna, y así se desplaza a la conciencia. Para que podamos decir: De la luna viene la comprensión de lo poliédrico en la imagen.

Para los humanos



Fuera del zodiaco

Rellenado de las bolsas

Contra el zodiaco

bolsas

Contra la esfera de los planetas

Forma esférica

Lejos de la luna

Poliédrico

Luna

Comprensión de lo poliédrico en la imagen

En los animales



zodiaco

Rellenado de las bolsas

Esfera planetaria

bolsas

tierra

Forma esférica

luna

poliédrico



Verán, siguiendo la conexión del hombre con el cosmos, no sólo llegamos a este tipo de formación, que ya hemos estudiado en los últimos años, sino que también comprendemos cómo se forma interiormente, por ejemplo, cómo forma su cavidad nasal como un saco, como una bolsa, cómo forma su estómago como una bolsa. Si fuéramos aún más lejos, comprenderíamos cómo están formados los órganos en general a partir de todo el cosmos. Pero tenemos que recurrir al cosmos en todas partes si queremos comprender al ser humano. En todas partes tenemos que tomar el cosmos en nuestra ayuda, por así decirlo, cuando preguntamos: ¿Por qué el ser humano tiene tal o cual órgano, sus pulmones por ejemplo, que en el fondo sólo se puede entender si primero lo entendemos, mientras el ser humano sea todavía un embrión, como una invaginación en forma de saco a la que se adhiere algo material; y entonces la invaginación en forma de saco se desgarra hacia fuera y el órgano se cierra como tal por dentro. Aprendemos por qué el pulmón o cualquier órgano en absoluto está dentro del ser humano si entendemos este órgano como saliendo de un saco, y el extremo interior del saco, donde el saco sale así a ciegas, engrosándose, configurándose especialmente por otras circunstancias. Cuando tenemos un órgano tal como el estómago, el saco va hacia dentro. Cuando tenemos un órgano como el pulmón, el corazón o el riñón, y vemos cómo se forma: al principio también está formado como un saco, pero luego el saco se engrosa, se desgarra con su extremo exterior, -el saco se engrosa en un punto se desgarra en otro y el órgano está ahí como un órgano cerrado hacia dentro.

Pero incluso estos órganos cerrados, cuando nos preguntamos: ¿Por qué están en un lugar determinado del ser humano, por qué tienen esta o aquella forma? en todas partes debemos llegar a considerar al ser humano en conexión con el universo entero. Y sólo podemos comprender la estructura interna del ser humano si la contemplamos en el contexto del universo.

El científico natural de hoy dirá cuando oiga que la antroposofía quiere explicar los pulmones, el corazón, el hígado y demás desde el cosmos: "¡Totalmente descabellado! - Totalmente descabellado - dirá el científico natural de hoy. Sobre todo el médico dirá: ¡Totalmente disparatado! - Pero en realidad no deberían decir eso, porque deberían darse cuenta de cómo la Antroposofía les sale al encuentro en su camino, que sólo quiere seguir con cierta timidez. Y me gustaría darles una especie de pequeña prueba de ello.

Tengo ante mí un folleto escrito en 1894 por Moriz Benedikt, el médico, biólogo y antropólogo criminalista que ya se ha mencionado aquí en varias ocasiones. A menudo cito a Moriz Benedikt, aunque realmente no me gusta hacerlo, porque en primer lugar el hombre es realmente, podría decirse, vanidoso en cada página que escribe. Es un hombre extraordinariamente vanidoso que se gusta mucho a sí mismo. En segundo lugar, es un kantiano obstinado. Una circunstancia atenuante, sin embargo, es que ha moldeado un kantianismo a su medida y luego lo defiende con cierta rigidez. Pero el hombre está extraordinariamente dotado. Aunque no quiera saber lo más mínimo de todo lo que suene a la antroposofía y similares, se puede decir, sin embargo, que el hombre llega a un cierto juicio imparcial sobre el valor de su labor científica simplemente por estar dentro de la medicina y las ciencias naturales. No puede salir; pero de un modo extraño se asoma. Los demás también se acomodan en su ciencia como en una cárcel, pero ni siquiera se asoman. Pero él siempre está asomando la cabeza, y ahí es donde se le ocurren cosas extraordinariamente interesantes. Y como su vanidad le ha granjeado muchos enemigos, dice mucho de otros que se le muestran como enemigos sin máscara; por lo demás, la gente es siempre "buena amiga" entre sí. Dice algo de sus colegas, entre los que nunca ha conseguido hacerse un nombre, y dice algo que es extraordinariamente característico. Por supuesto que no sabe nada de antroposofía, pero sin embargo, la antroposofía también se puede tomar en relación con sus cualidades y se puede decir que es anti antropósofo.

No obstante, este anti antropósofo, por ejemplo, dice en un folleto que tengo delante: "El fariseísmo ignora o niega todas las enseñanzas y hechos que no encajan en su manera de ver las cosas, y no sólo persigue la enseñanza, sino también a los maestros con mayor encono aún. El fariseísmo es un asado muy peculiar. Es fragante para las narices de los fariseos y difunde un olor acre e irritante para los demás. El fariseísmo está tan naturalmente entrelazado con la erudición que, a pesar de mi odio a los fariseos, a menudo me pregunto: ¿Cuántas veces has sido fariseo y en cuántos casos eres fariseo? Estaría muy agradecido a quien pudiera darme una respuesta exacta a esta pregunta".

Yo, por mi parte, estoy convencido de que no estaría agradecido, sino que lo regañaría como es debido si se le señalara su propio fariseísmo, es decir, si él mismo fuera sorprendido en él. Pero a su peculiar manera ve muy bien el fariseísmo de los demás.

Pero ahora viene a hablar de su propia historia de desarrollo, a través de la cual quiere dejar claro que se ha convertido en un tipo de médico diferente de sus colegas. Dice: "Dos duros golpes del destino fueron fatales para mi historia de desarrollo y también para la posición científica en esta cuestión que nos ocupa."

Por supuesto, enseguida percibirán ustedes un poco de vanidad en el relato: "La primera es que, antes de ser médico, estudié matemáticas y mecánica. En aquella época teníamos un matemático muy importante en la Universidad de Viena, el profesor von Ettingshausen, que nos planteó los problemas más difíciles de la física matemática y nos conquistó. De él aprendí a desarrollar las enseñanzas de Cauchy y Poisson, y de Petzval aprendimos a plasmar los problemas mecánicos en fórmulas matemáticas. Pero ahora será fácil demostrar lo desastroso que es el pensamiento matemático para un médico, y especialmente para un clínico."

Esperemos y veamos. Ya veremos por qué es desastroso, ¡sobre todo si sabe algo de medicina! Ahora continúa el profesor Benedikt. Si ustedes fuesen matemáticos pensarían que fue un buen golpe del destino para él, pero él lo llama un mal golpe del destino porque le enseñó a pensar. Otros clínicos no podían hacer eso. Por eso le odiaban. Le odiaban porque eso era lo que había estudiado, de lo contrario no habría entendido nada más que lo que los otros clínicos habían entendido de medicina.

"El segundo golpe del destino que me tocó en suerte a una edad temprana fue que fui alumno de Skoda y aún hoy sigo vinculado a sus enseñanzas. Era el Kant de la epistemología médica, y desarrollaba la culminación de su mente no en los libros, sino en la discusión de los diagnósticos, las indicaciones terapéuticas y, sobre todo, en las epicrisis que seguían a las disecciones. Skoda había sido matemático en su juventud" -¡lo que también fue un golpe del destino! - "y de ahí había traído a la medicina la enseñanza más importante, la más fundamental de la metodología del pensamiento médico, pero desgraciadamente sólo de forma permanente para cuestiones individuales; esta importante enseñanza, que recibí de Skoda y que ya había memorizado de mis estudios de matemáticas, es que en todo procedimiento de prueba científica no sólo hay que ser consciente de lo que se sabe, sino también de lo que aún se desconoce."

Por eso Benedikt estuvo también junto a Skoda. En el proceso científico actual, -pues de eso hablaban-, no sólo hay que tener en cuenta lo que se sabe, sino también lo que aún se desconoce. De hecho, Benedikt defendió este principio en numerosos tratados con cierto fanatismo; que no sólo hay que tener en cuenta lo que se sabe, sino también lo que no se sabe. Y añade: "Pero esta regla básica de la medicina es desconocida, incluso incomprensible, para la inmensa mayoría de los biólogos. Por ejemplo, cuando hace unos años envié un manuscrito en un idioma extranjero a un famoso anatomista extranjero con la petición de que corrigiera el lenguaje, escribió al margen, cuando cité la frase anterior, que no entendía su significado."

Entonces Benedikt escribió que también hay que tener en cuenta lo que no se sabe, y quería que la otra persona le tradujera correctamente al francés el significado de la frase. El otro escribió que no entendía.

"Cuando mostré la nota marginal a un profesor de tecnología, sonrió. Para cualquier hombre de ciencia exacta, la frase es evidente".

Sonrió porque entiende el método matemático de pensar; sonrió porque se burlaba interiormente de los médicos que creen que no necesitan tener en cuenta lo que no saben. El técnico debe saberlo porque tiene formación matemática.

"Pero cuando le comenté a un famoso erudito médico de Viena la observación de mi colega extranjero como curiosidad, me dijo ingenuamente: "Sí, ¿Cómo se puede conocer lo desconocido?". - Esta anécdota histórica arroja una dura luz sobre la metodología médica de pensamiento que aún prevalece hoy en día y sobre los errores colosales que se cometen a diario y a cada hora en la literatura médica."

"Hay que buscar la razón de cómo surgen estas propiedades diferenciales", es decir, él quiere encontrar la razón por la que el hígado se diferencia de otros órganos; en otras palabras, ahora quiere centrarse en lo desconocido. Lo conocido es que el hígado segrega bilis. Pero ahora viene lo desconocido, y ahí enumera, presten atención, bastante.

"Hay que buscar la razón de cómo surgen estas propiedades diferenciales, cómo se construye el órgano a partir de los elementos, cómo llega a su lugar, por qué está precisamente en la conexión existente con los órganos circundantes, cómo mantiene la especificidad de sus células con la ayuda de fuerzas hemodinámicas y condiciones hemostáticas específicas, cómo es estimulado para funcionar en el momento y con la intensidad adecuados con la ayuda del sistema nervioso reflejo, central y centrífugo, cuáles son las condiciones de nutrición total para mantener la función y su oportunidad, qué condiciones tienen un efecto perjudicial sobre él, de modo que se producen alteraciones momentáneas o permanentes de las funciones, etcétera. "

Todo esto es desconocido. Hay que tener presente esta incógnita. Pero Moriz Benedikt continúa diciendo: "La ciencia se enfrenta a estas preguntas una tras otra en el transcurso de grandes períodos de tiempo". -Por lo tanto, ¡sólo surgen las preguntas!-. "La literatura de cada época, sin embargo, se enfrenta a lo conocido sin cuestionar lo desconocido y se plantea a sí misma como si el problema básico ya estuviera completamente resuelto". - En otras palabras, no habla de lo desconocido. Personas como Moriz Benedikt al menos llegan a enumerar todas esas incógnitas. "Por eso las doctrinas dominantes del momento sólo son parcialmente verdaderas en cada época, y contienen un porcentaje colosal de errores contemporáneos y heredados que durante mucho tiempo se transmitirán a las generaciones futuras como pecado original."

¿Qué dice realmente este médico? Dice: Tenemos literatura médica, pero ésta en realidad sólo tiene en cuenta lo que se conoce. Pero lo desconocido, siempre reaparece después de largos periodos de tiempo. ¿Qué pretende Benedikt? El quiere que siempre seamos conscientes de lo desconocido. ¿Qué le pasaría al hígado, por ejemplo? Quien ahora describe el hígado como un verdadero médico desde el lado opuesto de Benedikt trataría de buscar las propiedades bioquímicas de las células del hígado, trataría de establecer el hecho de que el hígado segrega bilis. Entonces está satisfecho, porque no está hablando de lo desconocido. Benedikt diría: Bueno, el hígado segrega bilis; esto se debe a la composición bioquímica de las células hepáticas. Pero yo soy un investigador concienzudo, así que tengo que decir todo lo que no sé sobre el hígado y la bilis. Así que lo escribirá en su libro: Lo sabemos; pero no sabemos cómo llega el hígado a donde está, cómo la estática de la sangre, es decir, la estática y la dinámica circulatorias, afectan al hígado, qué tiene que ver el sistema nervioso con el hígado, el sistema nervioso global y los nervios individuales, y cómo se produce la contribución del hígado a la nutrición. Estaría escrito en todas partes: No lo sabemos. Esto distinguiría los libros de Benedikt de los demás. En términos científicos, sería muy modesto.

Pero esta pregunta, nos dice, esta pregunta sobre lo desconocido, surge en el curso de los siglos; pero la forma en que están planteadas aquí, las preguntas, si uno las rastrea hasta sus verdaderos fundamentos, uno podría, si la actitud de Benedikt permanece presente, esperar hasta el último día, y uno siempre registraría lo conocido y luego lo desconocido con las muchas preguntas. Los libros de Benedikt sólo se diferenciarían de los demás en que siempre contendrían lo desconocido, pues Benedikt nunca se adentraría en el hecho de que una incógnita debe ser conducida al cosmos; que seguirá siendo una incógnita hasta que sea explicada desde el cosmos.

Como se ve, un médico sensato dice desde su formación médica: No podemos explicar al ser humano con lo que tenemos a nuestro alcance, sólo podemos constatar lo desconocido. Pero insiste en no involucrarse en lo que ahora, aunque lenta y gradualmente, proporciona respuestas a estas preguntas, que debe presentar como incógnitas.

Así pues, en la ciencia ordinaria las preguntas están ahí. La Antroposofía se encuentra con las preguntas de la ciencia ordinaria. Así son las cosas. Esto hay que subrayarlo una y otra vez con toda energía.

Moriz Benedikt encuentra que precisamente todos los malos hábitos que están presentes en su ciencia provienen del hecho de que la gente no sabe nada de lo desconocido y ahora se acerca a la humanidad con lo que afirma de lo puramente sensorial y factual. Aquí de nuevo se vuelve bastante sarcástico, donde caracteriza esto aún más: "Esta mala gestión científica sigue vigente hoy en día..." - No es suya, ¡es de uno de sus colegas! - "Esta mala gestión científica sigue tan en auge hoy como hace mil años, es más, es peor que nunca, ya que la producción ha aumentado de velocidad".

Antes, dice Benedikt, no podías publicar tus travesuras tan rápidamente.

"Hoy, cada idea fugaz, cada empeño fugaz se publica tan rápidamente que sólo se tardan nueve minutos. En épocas anteriores, precedían a una publicación más años que horas ahora".

Por último, Moriz Benedikt también se dirige con toda la razón al público que escucha a los médicos y jura por ellos. Se limita a caracterizar a este público diciendo: "Meier, Müller, Schulze, Schmidt, secundan todas las barbaridades".

Pero luego vuelve a lo que tiene que reprochar a sus colegas -las fechorías son de sus colegas- y entonces viene a decir lo siguiente: "Estos males de la biología no mejorarán hasta que comience la gran reforma de la educación médica entre los profesores. Quien no da pruebas de haber hecho estudios serios de matemáticas y mecánica no está maduro como pensador e investigador y, por tanto, es aún menos apto como profesor. El genio personal ha logrado mucho; pero cojea y cojeará siempre mientras no haya estado en la escuela matemática del aprendizaje."

Por supuesto, las matemáticas no forman parte de ello para quien quiera escuchar cosas sensatas. Pero el tratamiento, el verdadero tratamiento de una ciencia real requiere definitivamente un método de pensamiento entrenado matemáticamente. Por eso Platón -a quien Moriz Benedikt, por cierto, insulta profusamente- escribió en la puerta, en el portal: Sólo los matemáticamente educados son admitidos aquí - es decir, en la Academia Platónica, lo que por supuesto no impide a los filósofos de los tiempos modernos que no están formados matemáticamente escribir sobre Platón. De modo que realmente se puede decir: La mayoría de los que escriben hoy sobre Platón son aquellos a los que, si Platón y su escuela estuvieran todavía aquí, sólo se les permitiría sentarse fuera de la puerta.

Pero a partir de lo que les he contado del folleto de Moriz Benedikt, verán cómo es la relación de la ciencia actual con lo que ella misma debería desear, y cómo juzga alguien que no es antropósofo, pero que, precisamente porque es algo vanidoso y ha entrado en conflicto con sus colegas a causa de su vanidad, ha abierto sin embargo una brecha en su cerebro por los daños - como tal persona juzga. Por lo tanto, seamos muy claros: la situación actual ya es tal y como el conocimiento antroposófico imparcial debe describirla, y las pruebas se pueden obtener en cualquier lugar de la propia empresa científica externa, si tan sólo se quiere.

Lo que hay que conseguir es que realmente se aprenda a mirar al ser humano de la manera que se encuentra bastante razonable en la física. Ya les puse la comparación estos días: Si uno estudiara la aguja magnética y quisiera estudiarla de tal manera que se pudiera decir que está dirigida por sus fuerzas interiores, nunca entendería las fuerzas norte-sur de la aguja magnética. Hay que entender que toda la tierra tiene dos fuerzas, que los polos de las dos fuerzas se determinan desde fuera. <Así que también es absurdo tumbar al hombre en la mesa de disección y tratar de explicar todo su ser a partir de lo que hay dentro de su piel. Necesitamos el universo entero para comprender realmente lo que hay en el hombre y sobre el hombre.

Traducido por J.luelmo nov, 2023

GA028 El curso de mi vida Cap. XXXV - Sobre libros, conferencias y su eficacia pública

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 EL CURSO DE MI VIDA

RUDOLF STEINER

1897-1907 / Berlín - Múnich

Cap. XXXV Sobre libros, conferencias y su eficacia pública

El comienzo de mi trabajo antroposófico se produjo en una época en la que muchas personas estaban insatisfechas con las orientaciones del conocimiento del período inmediatamente anterior. Querían encontrar una salida del reino del ser en el que se habían recluido al aceptar como conocimiento "cierto" sólo lo que se podía captar con ideas mecanicistas. Estos esfuerzos de algunos contemporáneos por alcanzar una especie de conocimiento del espíritu me resultaban muy cercanos. Biólogos como Oskar Hertwig, que comenzó como alumno de Haeckel pero luego abandonó el darwinismo porque, en su opinión, los impulsos conocidos por éste no podían proporcionar una explicación del desarrollo orgánico, fueron personalidades en las que se me reveló el deseo de conocimiento de la época.

Pero sentí que pesaba una presión sobre todo este anhelo. La creencia de que uno sólo debe considerar como conocimiento lo que se puede investigar con medida, número y peso en el reino de los sentidos trajo como resultado esta presión. No nos atrevimos a desarrollar un modo de pensar interiormente activo para experimentar a través de él la realidad más de cerca de lo que la experimentamos con los sentidos. Así que seguía dándose el caso de que uno dijera: con los medios que uno ha utilizado hasta ahora para explicar incluso las formas superiores de la realidad, como la orgánica, no va más allá. Pero cuando se trataba entonces de llegar a algo positivo, cuando se trataba de decir lo que actúa en la actividad vital, entonces nos movíamos en ideas vagas.

Hubo una falta de valor por parte de quienes se esforzaban por romper con la explicación mecanicista del mundo para admitirse a sí mismos que quien quiera superar este mecanicismo debe superar también los hábitos en el pensar que condujeron a él. Una confesión que hubiera llevado tiempo no quiso aparecer. Es ésta: con la orientación hacia los sentidos se penetra en lo mecanicista. Nos acostumbramos a esta orientación en la segunda mitad del siglo XIX. Ahora que lo mecanicista nos deja insatisfechos, no deberíamos querer penetrar en reinos superiores con la misma orientación. Los sentidos en el hombre se dan su propio desarrollo. Con lo que se dan a sí mismos, sin embargo, nunca se verá otra cosa que lo mecánico, de esta manera. Si queremos reconocer más, debemos dar a las fuerzas cognoscitivas más profundas una forma propia, que dé naturaleza a las fuerzas de los sentidos>. Las fuerzas cognoscitivas para lo mecánico están despiertas por sí mismas; aquellas fuerzas para las formas superiores de la realidad deben ser despertadas.

Esta auto confesión de afán de conocimiento me parecía una necesidad del tiempo.

Me sentía feliz allí donde vislumbraba sus comienzos. Por eso guardo mi más bello recuerdo de una visita que hice a Jena. Tuve que dar conferencias sobre temas antroposóficos en Weimar. También en Jena se organizó una conferencia en un círculo más pequeño. Después de la conferencia hubo una reunión con un grupo muy pequeño. Querían discutir lo que la Teosofía tenía que decir. En este círculo estaba Max Scheler, que en aquel entonces era profesor de filosofía en Jena. La discusión pronto se convirtió en un debate sobre lo que él sentía acerca de mis observaciones. Y enseguida percibí el rasgo más profundo de su búsqueda del conocimiento. Era la tolerancia interior que mostraba hacia mis puntos de vista. La tolerancia que necesitan quienes realmente quieren conocer.

Discutimos la justificación epistemológica del conocimiento espiritual. Hablamos del problema de cómo la penetración en la realidad espiritual, por un lado, debe ser justificable epistemológicamente del mismo modo que la penetración en la realidad sensorial, por otro.

El modo de pensar de Scheler me causó una impresión genial. Y hasta el día de hoy sigo su camino de conocimiento con el más profundo interés. Siempre me produjo una profunda satisfacción cuando, -por desgracia, muy pocas veces-, pude encontrarme con el hombre que entonces me había caído tan simpático.

Tales experiencias eran significativas para mí. Cada vez que se producían, surgía en mí la necesidad de reexaminar la certeza de mi propio camino de conocimiento. Y en este examen recurrente, se despliegan las fuerzas que luego abren áreas cada vez más amplias de la existencia espiritual.

De mi trabajo antroposófico hay ahora dos resultados; en primer lugar, mis libros publicados ante el mundo entero, y en segundo lugar, una gran serie de cursos que inicialmente estaban destinados a ser publicaciones privadas y que sólo se venderían a los miembros de la Sociedad Teosófica (más tarde Antroposófica). Se trata de transcripciones más o menos bien hechas durante las conferencias y que, -por falta de tiempo-, no pudieron ser corregidas por mí. Hubiera preferido que la palabra hablada siguiera siendo la palabra hablada. Pero los socios querían que los cursos se imprimieran en privado. Y así fue. Si hubiera tenido tiempo de corregir las cosas, no habría sido necesaria la restricción de "sólo para miembros" desde el principio. Ahora ya no se aplica desde hace más de un año.

Aquí, en mi "curso de vida", es necesario decir sobre todo cómo encajan ambos: mis libros publicados y estas impresiones privadas en lo que yo elaboré como antroposofía.

Quien quiera seguir mi propia lucha interior y mi trabajo para colocar la Antroposofía ante la conciencia de la época actual, debe hacerlo con la ayuda de los escritos generalmente publicados. En ellos también me ocupo de toda la lucha por el conocimiento que está presente en la época. Allí se me da lo que cada vez más tomó forma en la "visión espiritual", que se convirtió en la construcción de la antroposofía, aunque en muchos aspectos de manera imperfecta.

Además de esta exigencia de construir la "antroposofía" y con ello sólo servir a lo que surgía cuando uno tenía que entregar los mensajes del mundo espiritual al mundo educativo general de hoy, surgió ahora la otra exigencia de dar también cabida plena a lo que se revelaba desde la membresía como una necesidad del alma, como un anhelo espiritual.

Sobre todo, había una fuerte inclinación a escuchar los Evangelios y el contenido escritural de la Biblia en general presentados a la luz que había surgido como antroposófica. La gente quería oír hablar de estas revelaciones dadas a la humanidad en cursos.

Con la celebración de cursos de conferencias internas en consonancia con esta demanda, se añadió otra. A estas conferencias sólo asistían miembros. Estaban familiarizados con los mensajes iniciales de la Antroposofía. Era posible hablarles de la misma manera que a los avanzados en el campo de la Antroposofía. La actitud de estas conferencias internas era tal que no se podía encontrar en escritos destinados enteramente al público.

Se me permitió hablar de cosas en círculos internos de tal forma que habría tenido que organizarlas de otra manera para su presentación pública si hubieran estado destinadas a ello desde el principio.

Así que en la dualidad, los escritos públicos y los privados, hay de hecho algo que proviene de dos orígenes diferentes. Los escritos totalmente públicos son el resultado de lo que pugnaba y trabajaba dentro de mí; en las impresiones privadas, la sociedad pugna y trabaja conmigo. Escucho las vibraciones en la vida anímica de los miembros, y en mi vida interior en lo que oigo allí, surge la actitud de las conferencias.

En ninguna parte se dice nada que no sea el resultado más puro de la antroposofía que se está construyendo. No se puede hablar de ninguna concesión a los prejuicios o ideas preconcebidas de los miembros. Quien lea estas impresiones privadas puede tomarlas en el sentido más pleno como lo que la antroposofía tiene que decir. Por eso, cuando las acusaciones en este sentido se hicieron demasiado apremiantes, se pudo abandonar la institución de distribuir estas impresiones sólo dentro del círculo de los miembros. Sólo habrá que aceptar que hay errores en los documentos que yo no haya revisado.

Sin embargo, un juicio sobre el contenido de dicha impresión privada sólo puede ser emitido por alguien que conozca lo que se supone que es un requisito previo para el juicio.


GA028 El curso de mi vida cap. XXXIV Espíritu, conocimiento y arte

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 EL CURSO DE MI VIDA

RUDOLF STEINER

1897-1907 / Berlín - Múnich

Cap. XXXIV Espíritu, conocimiento y Arte

En la Sociedad Teosófica apenas se cultivaban los intereses artísticos. Desde cierto punto de vista, esto era bastante comprensible en aquella época, pero no podía seguir siendo así si se quería que floreciera la actitud espiritual correcta. Los miembros de tal sociedad están ante todo interesados en la realidad de la vida espiritual. En el mundo sensorial, el hombre sólo se les aparece en su existencia pasajera, desligada del espíritu. El arte les parece tener su actividad dentro de esta existencia separada. Por lo tanto, parece estar fuera de la realidad espiritual que buscan.

Como este era el caso en la Sociedad Teosófica, los artistas no se sentían a gusto en ella.

Para Marie von Sivers y para mí era importante dar vida a lo artístico en la sociedad. El conocimiento espiritual como experiencia adquiere existencia en toda la persona. Se estimulan todas las fuerzas del alma. La luz de la experiencia espiritual brilla en la imaginación creativa cuando esta experiencia está presente.

Pero aquí ocurre algo que crea inhibiciones. El artista tiene un cierto ánimo ansioso hacia este resplandor del mundo espiritual en lo imaginario. Él desea la inconsciencia con respecto a los trabajos del mundo espiritual en el alma. Tiene toda la razón cuando se trata de la "estimulación" de la imaginación por ese elemento consciente y sensato que se ha convertido en el elemento dominante de la vida cultural desde el comienzo de la era de la conciencia. Esta "estimulación" por lo intelectual en el hombre tiene un efecto amortiguador en el arte.

Pero cuando el contenido espiritual, que es lo que realmente se ve, ilumina la imaginación, sucede exactamente lo contrario. Ahí surge de nuevo todo el poder pictórico que ha dado lugar al arte en la humanidad. Marie von Sivers era una maestra en el arte de crear palabras; tenía la más bella relación con la representación dramática. Así pues, existía un campo artístico para el trabajo antroposófico en el que se podía poner a prueba la fecundidad de la visión espiritual para el arte.

La "palabra" está expuesta a peligros en dos direcciones, que pueden provenir del desarrollo del alma consciente. Sirve a la comunicación en la vida social, y sirve a la comunicación de lo que se reconoce lógica e intelectualmente. En ambas direcciones la "palabra" pierde su propia validez. Debe adaptarse al "significado" que debe expresar. <Debe hacernos olvidar cómo en el tono, en la sonoridad y en el propio sonido reside una realidad. La belleza, el brillo de la vocal, la característica de la consonante se pierden del lenguaje. La vocal se queda sin alma, la consonante sin espíritu. Y así el lenguaje sale completamente de la esfera de la que procede, de la esfera de lo espiritual. Se convierte en el servidor de la vida social intelectual, cognitiva y espiritual. Se aleja por completo del ámbito del arte.

La verdadera percepción espiritual cae instintivamente en la "experiencia de la palabra". Aprende a sentir el sonido anímico de la vocal y la pintura espiritualmente enérgica de la consonante. Llega a comprender el secreto del desarrollo del lenguaje.

Este secreto consiste en que antaño los seres divino-espirituales podían hablar al alma humana a través de la palabra, mientras que ahora esta palabra sólo sirve para la comunicación en el mundo físico.

Para devolver la palabra a su esfera se necesita un entusiasmo alimentado por esta visión espiritual. Marie von Sivers desarrolló este entusiasmo. Y de este modo su personalidad dio al movimiento antroposófico la oportunidad de cultivar la palabra y el diseño de la palabra artísticamente. El cultivo del arte de la recitación y la declamación creció junto con la actividad de comunicar desde el mundo espiritual, y esto formaba ahora cada vez más una parte importante de los acontecimientos que tenían lugar dentro del movimiento antroposófico.

El recitado de Marie von Sivers en estos actos fue el punto de partida del impacto artístico en el movimiento antroposófico. De estas "adiciones a la recitación" a las representaciones dramáticas, que luego ocuparon su lugar junto a los cursos antroposóficos en Múnich, conduce una línea recta de desarrollo.

Crecimos más y más en la verdad de la experiencia espiritual moderna por el hecho de que se nos permitió desarrollar el arte con los conocimientos del espíritu. Pues el arte ha surgido de la vida espiritual original en forma de imagen onírica. Tuvo que buscar su propio camino durante el tiempo en que la experiencia espiritual retrocedió en el desarrollo de la humanidad; debe reunirse con esta experiencia cuando entre en el despliegue de la cultura en una nueva forma.

GA028 El curso de mi vida - Epílogo de Maria von Sivers (Maria Steiner)

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 EL CURSO DE MI VIDA

RUDOLF STEINER

1897-1907 / Berlín - Múnich

Epílogo de Maria von Sivers

Aquí es donde la biografía se interrumpe bruscamente. Rudolf Steiner falleció el 30 de marzo de 1925.


Su vida, dedicada por entero al servicio sacrificado de la humanidad, fue pagada con una hostilidad indecible; su camino de conocimiento se convirtió en un sendero de espinas. Pero él lo recorrió y lo conquistó para toda la humanidad. Rompió las fronteras del saber: ya no existen. Este camino del conocimiento está ante nosotros en el brillo cristalino del pensar, del que también da testimonio este libro. Él elevó la mente humana al espíritu, penetrándola y conectándola con la esencia espiritual del cosmos. Al hacerlo, llevó a cabo la mayor hazaña humana. Nos enseñó a comprender la mayor obra de Dios. Realizó la mayor obra humana. ¿Cómo no iba a ser odiado con todo el poder demoníaco del que es capaz el infierno?

Pero devolvió con amor la falta de comprensión que se le mostró.

Murió - un sufridor, un líder, un triunfador,
en un mundo que lo pisoteó
y que él tuvo la fuerza de levantar.
Él levantó, ellos se arrojaron en medio,
vomitaron odio, bloquearon su camino,
enterraron lo que estaba en ciernes.

Se ensañaron con veneno y fuego,
se regocijan ahora, profanan su memoria. -
"Ahora ha muerto el que les condujo a la libertad,
a la luz, a la conciencia, a la comprensión
de lo divino en un alma humana,
al Yo, al Cristo.

¿Fue acaso un crimen, este esfuerzo?
Hizo lo que Prometeo ya tuvo que expiar,
Lo que Sócrates pagó con la cicuta..,
fue tal vez peor que la ofensa de Barrabás..,
que sólo encuentra redención en la cruz:
Él les ofreció el futuro.

Nosotros, los demonios, no podemos tolerar esto,
nos apresuramos y cazamos a aquellos que se atreven a hacerlo,
con todas las almas que se han rendido a nosotros,
con todos los poderes a nuestra disposición.
Porque el punto de inflexión del tiempo nos pertenece,
a nosotros esta humanidad, que, privada de Dios,
languidece en la debilidad, el engaño y el vicio.
No abandonaremos lo que hemos heredado,
haremos pedazos a quien se atreva a hacerlo".

Se atrevió... y afrontó su destino.
En el amor, en la paciencia, en soportar
la insuficiencia, las debilidades humanas
que siempre pusieron en peligro su obra,
que siempre malinterpretaron su palabra,
que siempre juzgaron mal su paciencia,
no se dieron cuenta de su pequeñez,
porque su grandeza no tenía medida.
Así que nos llevó, - y perdimos el aliento
mientras seguíamos sus pasos, mientras volaba,
que nos llevaba vertiginosamente alto. Nuestra debilidad,
era el obstáculo para su vuelo,
colgando como plomo alrededor de sus pies...

Ahora es libre. Un ayudante para los de arriba,
que aceptan logros terrenales
para el cumplimiento de sus metas. Dan la bienvenida
al Hijo del Hombre, que desplegó sus poderes creadores
poniéndolos al servicio de la voluntad de los dioses,
en el tiempo más duro para la comprensión,
en la más árida época de las máquinas
él imprimió y suscitó el espíritu...

Se enfrentaron a él.
La tierra se entreteje en las sombras,
las formas se forman en el universo,
el líder espera, los cielos se abren,
las multitudes se yerguen con asombro y alegría.
Pero la noche gris rodea el globo terráqueo.

Marie Steiner, 1925