CAPITULO
XVIII
EL HOMBRE CUATRIPARTITO EN LA TIERRA
En
esta descripción tomaremos al hombre como punto de partida. Tal como
el hombre vive en la Tierra, consta actualmente de cuerpo físico,
cuerpo etéreo o vital, cuerpo astral y "yo". Esta
naturaleza humana cuatripartita contiene en sí misma gérmenes para
su desarrollo superior. El "yo", por propia iniciativa,
transforma los cuerpos "inferiores" y con ello les
incorpora partes superiores de la naturaleza humana. El
ennoblecimiento y purificación del cuerpo astral por parte del "yo"
crea el desarrollo del "Yo Espiritual" (Manas), la
transformación del cuerpo etéreo o vital crea el "Espíritu de
Vida" (Budi) y la transformación del cuerpo físico origina el
verdadero "Hombre Espíritu" (Atma). La transformación del
cuerpo astral está en pleno proceso en el actual período evolutivo
de la Tierra; la transformación consciente de los cuerpos físico y
etéreo forman parte de épocas futuras; actualmente sólo ha
empezado entre los iniciados, los instruidos en la ciencia del
espíritu y sus discípulos.
Esa
transformación triple del hombre es consciente, pero fue precedida
por otra más o menos inconsciente durante el desarrollo anterior de
la Tierra. En esa transformación inconsciente de los cuerpos astral,
etéreo y físico hemos de buscar el origen del alma sensible, del
alma racional y del alma consciente.
Hemos
de dilucidar ahora cuál de estos tres cuerpos del hombre (el físico,
el etéreo y el astral) es a su manera el más perfecto. Fácilmente
podemos caer en la tentación de considerar el cuerpo físico como el
más inferior y, por tanto, el menos perfecto, pero estaríamos en un
error. Es cierto que el cuerpo astral y el etéreo alcanzarán un
elevado grado de perfección en el futuro, pero actualmente el cuerpo
físico, a su
manera, es más
perfecto que ellos, a la suya. El error mencionado sólo ha podido
surgir porque el hombre tiene su cuerpo físico en común con el
reino más inferior en la naturaleza, el reino mineral. El hombre
tiene el cuerpo etéreo en común con el reino vegetal y el cuerpo
astral con el reino animal.
Es
cierto que el cuerpo físico humano está compuesto de las mismas
sustancias y fuerzas que las existentes en el más amplio reino
mineral, pero el modo en que esas fuerzas y sustancias actúan en el
cuerpo humano es expresión de sabiduría y perfección estructural.
Pronto nos convenceremos de la verdad de esa afirmación si nos
ponemos a estudiar su estructura no sólo con el reseco intelecto,
sino con toda nuestra alma afectiva. Podemos tomar cualquier parte
del cuerpo físico humano como objeto de contemplación, por ejemplo,
la parte superior del fémur.
Si
lo miramos bien, veremos que no es una masa amorfa de sustancia, sino
que está constituida de una forma complejísima, de radios diminutos
que van en diferentes direcciones. Ninguna ingeniería moderna podría
construir un puente o algo similar con tal sabiduría. Esas cosas
están hoy todavía más allá del alcance de la más perfecta
sabiduría humana. El hueso está construido de esa forma sabia a fin
de que, con la distribución de esos haces, se alcance la necesaria
capacidad de transporte para el soporte del torso humano con el
mínimo de sustancia necesaria. Se utiliza la mínima sustancia
necesaria para lograr el efecto mayor posible en términos dinámicos.
Frente a esa" obra de arte de la arquitectura natural",
sólo podemos llenamos de admiración. No es menor lo que sucede al
admirar la milagrosa estructura del cerebro o del corazón humanos, o
de la totalidad del cuerpo físico humano. Debiéramos comparar con
ello el grado de perfección logrado, por ejemplo, por el cuerpo
astral en el actual nivel evolutivo de la humanidad. El cuerpo astral
es el portador del placer y el dolor, de las pasiones, impulsos,
deseos, etc. Pero lo que ataca a ese cuerpo astral tiene un efecto
nocivo contra la sabia estructura del cuerpo físico. Una gran parte
de los estimulantes que consumimos son venenos para el corazón.
Con
ello puede verse que la actividad que produce la estructura física
del corazón actúa de manera más sabia que la actividad del cuerpo
astral, que incluso se contrapone a esa sabiduría. Es cierto que en
el futuro, el cuerpo astral avanzará a grados de mayor perfección,
pero actualmente no es tan perfecto, a
su manera, como el
cuerpo físico. Algo semejante podría decirse con respecto al cuerpo
etéreo y al "yo"; ente, este último, que ha de luchar en
cada momento abriéndose paso a tientas, por entre el error y la
ilusión, hacia la sabiduría.
Si
comparamos los niveles de perfección de las partes del ser humano,
descubriremos con facilidad que actualmente el cuerpo físico es el
más perfecto a su manera, que el cuerpo etéreo lo es ya menos, el
cuerpo astral lo es aun menos y que, en su nivel, el "yo"
es el menos perfecto de los cuatro miembros. Ello se debe a que en el
curso del desarrollo planetario de la Tierra el cuerpo físico humano
es el que ha sido elaborado por más tiempo. Lo que el hombre lleva
hoy como cuerpo físico ha pasado por todas las etapas evolutivas de
Saturno, SoL Luna y Tierra hasta el presente de ésta. Todas las
fuerzas de esos cuerpos planetario s se han ido grabando
sucesivamente en ese cuerpo, de modo que poco a poco ha logrado
alcanzar su actual nivel de perfección. Es por tanto la parte más
antigua de la actual entidad humana. El cuerpo etéreo, tal como hoy
se nos aparece en el hombre, no existía en el período de Saturno,
sólo se agregó en el período evolutivo del Sol. Por ello, las
fuerzas de cuatro cuerpos planetarios han actuado sobre el cuerpo
físico, pero sólo las de tres, Sol, Luna y Tierra, lo han hecho
sobre el etéreo. Por ello sólo en el futuro llegará a ser tan
perfecto, a su nivel, como lo es el físico actualmente.
El
cuerpo astral se unió al cuerpo físico y al etéreo en el período
lunar y el "yo" no lo hizo hasta el ciclo terrestre.
Hemos
de imaginamos que el cuerpo físico humano alcanzó un cierto grado
de desarrollo en Saturno y que se fue perfeccionando en el Sol, de
tal modo que pudiera convertirse entonces en portador del cuerpo
etéreo. En Saturno, ese cuerpo físico había llegado al punto de
convertirse en un mecanismo de enorme complejidad, pero que carecía
totalmente de vida. Mas la complejidad de su estructura hizo
precisamente que acabara desintegrándose, ya que había alcanzado
tal grado, que dicho cuerpo físico ya no podía seguir manteniéndose
mediante las fuerzas meramente minerales que actuaban en él. Fue a
raíz de ese colapso de los cuerpos físicos humanos que se produjo
el declive del Antiguo Saturno.
De
los cuatro reinos actuales, el mineral, vegetal. Animal y humano,
Saturno sólo constaba de humano. Lo que hoy llamamos animales,
vegetales y minerales aún no existían. De los cuatro reinos
naturales sólo existía en ese cuerpo celeste el hombre en su cuerpo
físico, que era, de hecho, una especie de mineral muy complejo. Los
otros reinos vinieron a existencia porque no todos los seres pudieron
lograr su pleno desarrollo en los cuerpos celestes sucesivos. De ese
modo, sólo una parte de los cuerpos humanos desarrollados en Saturno
alcanzaron el completo objetivo Saturnal. Los cuerpos humanos que
lograron esa meta despertaron a una nueva existencia durante el
período solar y su forma fue penetrada e impregnada por el cuerpo
etéreo. Con ello, se desarrollaron hacia un nivel más elevado de
perfección, convirtiéndose en una especie de hombresplanta. Pero
aquella parte de los cuerpos humanos que no habían podido alcanzar
la meta de pleno desarrollo en Saturno, tuvieron que seguir
realizando en el período Solar lo que no habían completado en
Saturno, si bien lo hicieron en condiciones mucho más desfavorables
que las que existían en Saturno para
ese tipo de
desarrollo. De esa manera quedaron rezagados con respecto a quienes
habían alcanzado la meta completa en Saturno. En el Sol, surgió así
un segundo reino natural además del humano.
Sería
erróneo suponer que todos los órganos del actual cuerpo humano ya
empezaron a desarrollarse en Saturno. No es así. En realidad son
sobre todo los órganos sensorios los que se originaron en aquel
período. Los primeros rudimentos de los ojos, oídos, etc., tuvieron
ese origen tan remoto; los que en Saturno se formaron como cuerpos
minerales, de la misma manera como ahora en la Tierra los"
cristales sin vida", son ahora dichos órganos, que alcanzaron
su forma actual transformándose una y otra vez, en mayor perfección,
durante cada período planetario sucesivo. En Saturno sólo eran
instrumentos físicos, nada más. En el Sol, sufrieron una
transformación porque los impregnaba un cuerpo etéreo, y así
penetraron en el proceso vital, convirtiéndose en instrumentos
físicos vivientes.
A ellos se le
agregaron aquellas partes del cuerpo físico humano que sólo pueden
desenvolverse bajo la influencia de un cuerpo etéreo; los órganos
de crecimiento, nutrición y reproducción. Es evidente que los
primeros rudimentos de dichos órganos, tal como se desarrollaron en
el Sol, no se parecen en nada a la forma perfecta que hoy en día
poseen.
Los
órganos superiores que el cuerpo humano adquirió en el Sol por la
interacción entre los cuerpos físico y etéreo, fueron los que hoy
han llegado a ser nuestras glándulas.
El cuerpo físico-humano en el Sol es un sistema de glándulas sobre
las que se hallan impresas órganos sensorios de un nivel evolutivo
correspondiente.
El
desarrollo continuó en la Luna. Al cuerpo físico y al etéreo se
les añadió el cuerpo astral. Con ello, se integran los primeros
rudimentos de un sistema nervioso en el cuerpo glandular sensorio.
Podemos ver que el cuerpo físico humano se va haciendo cada vez más
complejo en los sucesivos períodos planetarios de evolución.
En
la Luna, está compuesto de nervios, glándulas y sentidos. Los
sentidos tienen tras de sí un proceso doble de transformación y
perfección, mientras que los nervios están en su primera etapa. Si
contemplamos al hombre lunar como un conjunto, veremos que consiste
de tres partes: un cuerpo físico, un cuerpo etéreo y un cuerpo
astral. El cuerpo físico es tripartito; esa partición es el
resultado de la acción de las fuerzas de Saturno, Sol y Luna. El
cuerpo etéreo es bipartito, sólo posee el efecto de la actividad
del Sol y de la Luna y el cuerpo astral está hecho de un solo nivel
porque sólo las fuerzas de la Luna han actuado en él. Con la
incorporación del cuerpo astral en la Luna, el hombre se ha hecho
capaz de tener sensaciones y una cierta interioridad. Dentro de su
cuerpo astral puede formarse
imágenes de lo que
sucede en su entorno. En cierta manera, podemos comparar esas
imágenes con las imágenes oníricas de la actual conciencia humana,
pero son más vivaces y cromáticas, y, lo que es más importante, se
relacionan directamente con los acontecimientos del mundo externo,
mientras que las actuales imágenes de los sueños son meras
resonancias de la vida diurna o son reflejos
distorsionados de
sucesos interiores o exteriores.
Las
imágenes de la conciencia lunar se correspondían plenamente con los
fenómenos externos relacionados con ellas. Supongamos, por ejemplo,
que un hombre lunar como lo hemos descrito, dotado de cuerpo físico,
etéreo y astral se aproximara a otro ser lunar. Sibien es cierto que
no podría haberlo percibido como un objeto espacial, como sucede
sólo en la posterior conciencia terrestre del hombre, en su cuerpo
astral surgía una imagen que en su forma y color expresaba
exactamente si el otro ser tenía buenas o malas intenciones con
respecto a él, si le ayudaría o perjudicaría. Como resultado de
ello, el hombre lunar podía regular su comportamiento totalmente de
acuerdo con las imágenes que surgían en su conciencia pictórica.
Esas imágenes eran un medio completo de orientación para él. El
instrumento físico que necesitaba el cuerpo astral para relacionarse
con los reinos naturales inferiores era el sistema nervioso integrado
en el cuerpo físico. Para que se pudiera producir la transformación
descrita durante el período lunar, fue necesaria la intervención de
un importante acontecimiento cósmico. La integración del cuerpo
astral y el desarrollo consecuente del sistema nervioso en el cuerpo
físico, fue posible gracias a que lo que antes era
un solo cuerpo
cósmico, el Sol, se
separara en dos
partes, en
Sol y en Luna.
El Sol avanzó al estado de estrella fija, y la Luna siguió siendo
un planeta, como había sido hasta entonces también el Sol, y empezó
a orbitar, alrededor del Sol del que se había separado. A raíz de
ello se produjo una importante transformación en todo lo que
habitaba en el Sol y en la Luna.
Por
el momento, seguiremos ese proceso de transformación en lo que se
refiere a la vida de la Luna. El hombre, consistente en cuerpo
físico, etéreo y astral, permaneció unido a la Luna cuando ésta
se separó del Sol y por ello, entró en condiciones distintas de
vida, ya que la Luna se llevó consigo sólo una parte de las fuerzas
que contenía en el Sol, parte que ahora actuaba sobre el hombre
desde su propio cuerpo celeste, mientras .el Sol había retenido las
fuerzas restantes. A partir de entonces, éstas se irradiaban desde
fuera hacia la Luna y por tanto a su habitante, el hombre. Si
hubieran continuado las condiciones precedentes, si las fuerzas
solares hubieran continuado llegando al hombre desde su propio
escenario de actividad, la vida interior que se muestra en la
aparición de imágenes del cuerpo astral no se habría desarrollado.
La fuerza solar continuó su actividad sobre el cuerpo físico y el
etéreo desde
afuera. Ya había
actuado en ambos anteriormente, pero liberó una parte de esos dos
cuerpos para que quedaran expuestos a influencias que emanaban de la
Luna, el cuerpo celeste recién creado por separación.
De
ese modo, en la Luna, el hombre se hallaba sometido a una doble
influencia, la del Sol y la de la Luna. A esta última se debe que en
los cuerpos físico y etéreo se desarrollaran aquellas partes que
permitieron la grabación del cuerpo astral. El cuerpo astral sólo
puede crear imágenes si las fuerzas del Sol le llegan desde afuera,
no desde su propio planeta. Las influencias lunares transformaron los
rudimentos sensorios y el sistema glandular para que pudiera
añadírseles un sistema nervioso las influencias solares hicieron
que las imágenes, cuyo instrumento era el sistema nervioso, se
correspondieran con los eventos lunares externos de la manera antes
descrita.
La
evolución sólo pudo seguir adelante de este modo hasta un límite.
Si hubiera seguido indefinidamente en esas condiciones, el hombre
lunar se habría endurecido en su vida interior de imágenes y
hubiera perdido toda conexión con el Sol. Tiempo después, el Sol
volvió a reabsorber a la Luna de modo que, durante un intervalo,
ambos volvieron a ser un
cuerpo celeste
único. Esa unión duró hasta que el hombre estuvo suficientemente
avanzado para que una nueva etapa evolutiva pudiera prevenir el
endurecimiento que tenía que haberse producido en la Luna. Entonces
se produjo una nueva separación, pero esta vez la Luna se llevó
consigo fuerzas solares que antes no había recibido. Ello llevó a
que más tarde se produjera aún otra separación. Lo que últimamente
se había separado del Sol era un cuerpo celeste que contenía todas
las fuerzas y seres, hoy presentes en la Tierra y en la Luna. Es
decir, la Tierra contenía todavía en su interior a la Luna que hoy
orbita a su alrededor. Si ésta hubiera permanecido dentro, la Tierra
nunca se hubiera convertido en escenario de ningún desarrollo
humano, incluido el actual, fuerzas de la Luna actual tuvieron
primero que ser expulsadas y el hombre tuvo que permanecer en el
escenario terrestre purificado por la salida de la Luna y continuar
su desarrollo terrestre. De este modo, se formaron tres cuerpos
celestes desde el antiguo Sol. Las fuerzas de dos de ellos, el nuevo
Sol y la nueva Luna irradian ahora sobre la Tierra desde afuera.
Con
este adelanto en el desarrollo de los cuerpos celestes se hizo
posible la integración de un
cuarto miembro, el
"yo", en la naturaleza tripartita que poseía desde la
etapa lunar. Esa integración del yo implicaba un perfeccionamiento
de los cuerpos físicos, etéreo y astral. El perfeccionamiento del
físico consistió en la incorporación del sistema cardíaco como
preparador de la sangre
caliente.
Es
evidente que el sistema sensorio, el glandular y el nervioso tenían
que modificarse para ser compatibles con el nuevo sistema de la
sangre caliente. Los órganos sensorios se transformaron de tal modo
que, desde la mera conciencia pictórica de antigua Luna, se pudo
desarrollar la conciencia de
objetos que permite
la percepción de objetos
externos; es la
conciencia que posee hoy el hombre desde que se despierta por la
mañana hasta que se duerme por la noche. En la antigua Luna, los
sentidos no estaban abiertos todavía hacia afuera; las imágenes de
la conciencia surgían desde dentro; esa apertura de los sentidos
hacia lo exterior es el logro de la evolución terrestre.
Se
dijo antes que no todos los cuerpos formados en Saturno alcanzaron la
meta asignada y que en el Sol, conjuntamente con el reino humano en
su forma de entonces, se generó un segundo reino natural. Hemos de,
hacemos la imagen que en las siguientes etapas evolutivas, en Sol,
Luna y Tierra hay seres que permanecieron retrasados y que, a raíz
de ello, surgieron los reinos naturales inferiores. El reino animal,
el más cercano al hombre, había ya quedado atrasado en Saturno,
pero logró remontar parcialmente su desarrollo en el Sol y en la
Luna en condiciones desfavorables, de manera que si en la Tierra no
estaba tan avanzado como el hombre, en parte todavía pudo recibir
sangre caliente, porque ésta no existió en ninguno
de los reinos
naturales previos a la Tierra. Los actuales animales de sangre fría
(o de color variable) y ciertas plantas surgieron porque algunos
seres del reino solar inferior volvieron a quedar retardados con
respecto a los demás seres de su propio reino. El actual reino
mineral surgió el último; de hecho, sólo durante el período
terrestre.
El
hombre cuatripartito
en la Tierra recibe
de la Luna y del Sol las influencias de aquellas fuerzas que quedaran
ligadas a dichos cuerpos celestes. Del Sol llegan las fuerzas que
promueven el progreso, crecimiento y transformación.
Si
el hombre estuviera influenciado sólo por el Sol, se disolvería en
un aceleradísimo proceso de crecimiento. Por esa razón, tuvo que
abandonar el Sol en un momento determinado para recibir por medio de
la Luna, que se había separado, un freno a ese progreso demasiado
rápido.
Pero
si hubiera permanecido siempre ligado a la Luna, el retardo en su
crecimiento lo hubiera endurecido en una forma rígida. Por ello,
tuvo que seguir adelante hacia la evolución terrestre, donde las dos
influencias opuestas se equilibran adecuadamente. Al mismo tiempo, se
alcanza el punto en que algo superior, el alma, se integra como
entidad interior dentro del hombre cuatripartito.
En
su forma, actividades, movimientos, etc., el cuerpo físico es
expresión y efecto de lo que sucede en otros miembros, en el cuerpo
etéreo, el astral y el "yo". En las descripciones de la
Crónica Akáshica que hemos dado hasta ahora, hemos visto que, en el
transcurso de la evolución, esos otros miembros de la entidad humana
intervinieron gradualmente en la formación del cuerpo físico.
En
el desarrollo saturnal, ninguno de esos miembros se hallaba todavía
asociado con el cuerpo físico humano y, sin embargo, ya se hizo el
primer inicio de su desarrollo. No hay que pensar que las fuerzas que
más tarde actuarían sobre el cuerpo físico, partiendo del cuerpo
etéreo, del astral y del yo, no actuasen ya en el período de
Saturno. De hecho, ya estaban activas, si bien en cierto modo desde
afuera, no desde adentro. Los otros miembros no se habían formado
todavía, no se habían unido con el cuerpo físico humano como
entidades individuales; pero las fuerzas que luego estarían unidas
en ellos actuaban desde el entorno, desde la atmósfera de Satumo y
configuraban los primeros esbozos de su cuerpo. Este fue transformado
más tarde en el Sol, porque una parte de dichas fuerzas
constituyeron entonces el cuerpo etéreo humano autónomo y actuaron
sobre el cuerpo físico ya no desde afuera, sino desde adentro. Lo
mismo ocurrió en la Luna con respecto al cuerpo astral. En la
Tierra, el cuerpo físico fue transformado por cuarta vez haciéndose
templo del "yo", que ahora actúa dentro de él.
Podemos
decir que, a los ojos del investigador espiritual, el cuerpo físico
no es algo fijado o permanente en su forma ni en su manera de actuar.
Está sujeto a un constante proceso de transformación que, también,
tiene lugar en el período terrestre en su desarrollo. Podremos
comprender la vida humana si logramos hacemos una idea de esa
transformación.
La
aproximación a los órganos humanos, desde el punto de vista de la
ciencia espiritual, muestra que cada uno de ellos se encuentra en
etapas distintas de su evolución. Hay órganos en el cuerpo humano
que, en su forma actual, están en evolución descendente y otros en
proceso de ascenso. En el futuro, los primeros irán perdiendo valor
para el hombre, pues ya pasó la época de florecimiento de sus
funciones, y acabarán atrofiándose y desapareciendo del cuerpo
humano. Otros órganos se hallan en un proceso ascendente, contienen
muchos aspectos hoy aún germinales; en el futuro, se irán
convirtiendo en formas más perfectas con una función superior.
Entre
los órganos del primer tipo nos encontramos, por ejemplo, con los
que sirven a la reproducción, a la propagación de seres de la misma
especie. Pero, en el futuro su función pasará a otros órganos y
ellos mismos se hundirán en el olvido. Llegará un tiempo en que
estarán presentes en el cuerpo humano en condición de atrofia, y se
los tendrá que considerar como evidencia del anterior desarrollo
humano. Otros órganos como, por ejemplo, el corazón y las
formaciones vecinas, se hallan en el inicio de su evolución en
algunos aspectos. Lo que hoy se halla en ellos en estado germinal
llegará a su máxima floración en el futuro.
Porque
para el enfoque de la ciencia espiritual, el corazón y su relación
con la circulación sanguínea se descubren como algo muy distinto a
lo que nos dice la fisiología contemporánea que depende, en este
sentido, de los conceptos materialistas, mecanicistas. Al darles ese
otro enfoque, la ciencia espiritual logra echar luz sobre hechos muy
conocidos en la ciencia actual, pero que con los medios de que
dispone ésta última, no puede dar una explicación satisfactoria.
La anatomía muestra que, en su estructura, los músculos del cuerpo
humano son de dos tipos: los lisos y los estriados. Los músculos
lisos generalmente ejercen movimientos involuntarios. Los músculos
del intestino, por ejemplo, van transportando la nutrición en
movimientos regulares en los que no interviene la voluntad humana.
Los músculos del iris son también lisos, producen los movimientos
que amplían la pupila cuando está sometida a poca luz y la contraen
cuando hay mucha luz. Son también movimientos involuntarios.
Por
otro lado, los músculos estriados llevan a cabo movimientos ligados
a la voluntad, por ejemplo, los que nos permiten mover los brazos y
las piernas. El corazón, que, en el fondo, es un músculo, es una
excepción a la regla. En el actual período evolutivo del hombre, el
corazón no depende de nuestra voluntad en sus movimientos y sin
embargo es un músculo estriado. La ciencia espiritual nos aclara el
por qué. El corazón no va a ser siempre igual a lo que es hoy, en
el futuro tendrá una forma muy distinta y una función diferente;
está en proceso de convertirse en músculo voluntario. En el futuro
realizará movimientos resultantes de impulsos anímicos del hombre.
Su
configuración actual muestra ya, la importancia que tendrá en el
futuro, cuando los movimientos cardíacos serán expresión de la
voluntad humana, como hoy lo son el levantar la mano o poner el pie
delante al caminar.
Esa
concepción del corazón se relaciona con una visión abarcante de la
ciencia espiritual en lo referente al vínculo entre el corazón y la
denominada
circulación"
sanguínea.
La
doctrina materialista-mecanicista de la vida considera al corazón
como una bomba que lleva la sangre al organismo de una forma
regular.
Pero la visión de la ciencia espiritual muestra algo muy distinto;
para ella, la palpitación de la sangre y toda su movilidad interna
son expresión y efecto de procesos del alma. El alma es el origen
del comportamiento de la sangre. El ponerse pálido cuando se siente
temor, el enrojecer cuando sentimos vergüenza, son efectos muy
burdos del alma sobre la sangre.
Pero
en realidad todo lo que sucede en la sangre es tan sólo expresión
de lo que acontece en la vida del alma. No obstante, la relación
entre la pulsación de la sangre y los impulsos anímicos no deja de
ser un profundo misterio.
Los
movimientos del corazón no son la causa, sino la consecuencia de la
pulsación de la sangre. En el futuro, el corazón llevará al mundo
exterior lo que sucede en el alma humana, por medio de movimientos
voluntarios.
Otros
órganos que se hallan también en evolución ascendente son los de
la respiración en su función de instrumentos del habla. Con ellos,
el hombre actualmente puede transformar sus pensamientos en ondas
aéreas. Al hacerla, imprime en el mundo exterior lo que vivencia en
su propio interior, transformando sus experiencias internas en ondas
aéreas. Ese movimiento ondular del aire es una especie de escritura
de lo que sucede dentro del hombre. En el futuro, podrá con ello dar
forma externa a facetas cada vez mayores de su ser interior.
El
resultado final, en ese sentido, llevará a que, con sus órganos del
habla ya perfeccionados del todo, el hombre produzca otros seres de
su misma especie. Por ello, los órganos verbales de hoy contienen
germinalmente los futuros órganos de reproducción. El hecho del
cambio de voz que sucede en el varón en la pubertad es consecuencia
de la misteriosa relación que existe entre los instrumentos del
habla y la reproducción.
Todo
el cuerpo físico humano puede enfocarse de este modo desde el punto
de vista de la ciencia espiritual. Aquí sólo se pretende dar
algunos ejemplos. En la ciencia del espíritu existen la fisiología
y la anatomía. Esas dos disciplinas, tal como existen hoy, habrán
de ser fecundadas por la anatomía y la fisiología procedentes de la
ciencia espiritual en un futuro no muy lejano y acabarán incluso
transformándose en esta última.
En
esa área, se evidencia que resultados como los mencionados no han de
conseguirse por meras inferencias o especulaciones resultantes de la
analogía, sino que han de proceder de la verdadera investigación de
la ciencia espiritual. Eso hay que recalcarlo, porque suele suceder
con frecuencia que una vez logrados algunos vislumbres, los devotos
seguidores de la ciencia espiritual siguen tejiendo sus ideas en el
aire. No es de extrañar que de ese modo sólo se produzcan
fantasías, que abundan en esas áreas de estudio. Se podría, por
ejemplo, intentar llegar a la siguiente descripción basándose en 10
que hemos dicho antes: como que los órganos reproductores humanos en
su estado actual serán los primeros en perder su importancia en el
futuro, son, por lo tanto, los primeros en recibirla en el pasado y
por lo tanto, son los órganos más antiguos en el cuerpo humano. Y
sin embargo 10 correcto es lo contrario, porque esos órganos fueron
los últimos que tomaron su forma actual y serán los primeros en
perderla.
A
la investigación de la ciencia espiritual se le presenta el hecho de
que, en el Sol, el cuerpo físico humano había avanzado en cierto
sentido hasta el nivel de existencia vegetal. En aquel tiempo estaba
impregnado sólo por un cuerpo etéreo. En la Luna tomó el carácter
de cuerpo animal, porque fue interpenetrado por el cuerpo astral. Más
no todos los órganos participaron en esa transformación al carácter
animal y algunas partes permanecieron en el nivel vegetal. En la
Tierra, tras la integración del "yo", cuando el cuerpo
humano ascendió a su forma actual, varios órganos llevaban un
carácter decididamente vegetal, aunque no hay que imaginar que
dichos órganos se parecieran exactamente a nuestras plantas
actuales. A estos pertenecían los órganos de la reproducción.
Todavía mostraban un carácter vegetal al principio de la evolución
terrestre; lo cual era conocido por la sabiduría de los Misterios.
El
arte antiguo, que retuvo tanto de las tradiciones de los Misterios,
representa a hermafroditas con órganos reproductores parecidos a
hojas vegetales. En realidad son precursores del hombre que tenían
todavía el tipo antiguo de órganos de reproducción (que eran
bisexuales). Eso podemos verlo, por ejemplo, en la figura
hermafrodita en la colección del Capitolio de Roma. Si contemplamos
estos asuntos, comprenderemos también la verdadera razón de la
presencia de la hoja de parra en Eva.
Aceptaremos
entonces verdaderas explicaciones para muchas antiguas
representaciones. Mientras que las interpretaciones actuales no dejan
de ser el mero resultado de un pensar no consecuente.
Diremos,
tan sólo, que la figura hermafrodita mencionada muestra también
otros apéndices vegetales. Cuando fue realizada originalmente,
todavía existía la tradición de que en un pasado remoto, ciertos
órganos humanos cambiaron de un carácter vegetal adoptando un
carácter animal.
Todos
esos cambios del cuerpo humano son simple expresión de las fuerzas
de transformación que residen en los cuerpos etéreo, astral y en el
yo. Las transformaciones del cuerpo físico humano acompañan a los
actos de los miembros superiores del hombre. Podemos, por lo tanto,
comprender la estructura y la actividad de este cuerpo humano sólo
si penetramos en la Crónica Akáshica, que nos muestra cómo tienen
lugar las modificaciones superiores de los miembros espirituales y
anímicos del hombre. Todo lo físico y material se explica a partir
de lo espiritual. Si estudiamos lo espiritual iluminamos incluso el
futuro de lo físico.