GA159 Dusseldorf 17 de junio de 1915 El misterio de la muerte (experiencias post-mortem)

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 RUDOLF STEINER



Conferencia nº 14 de una série de quince conferencias, celebradas en 1915, en varias ciudades.

Experiencias post mortem del ser humano

Dusseldorf 17 de junio de 1915


En relación con algunas consideraciones científico-espirituales, a menudo he dicho que dentro de nuestro movimiento científico-espiritual y sus esfuerzos, se trata sobre todo de tomar esos conceptos e ideas no sólo como la teoría que uno puede aprender por medio de la ciencia espiritual, sino que los resultados científico-espirituales tienen que penetrar en los movimientos más íntimos, los impulsos más íntimos de nuestra vida anímica. En efecto, tenemos que partir de los resultados del conocimiento científico-espiritual, y podemos obtener tal conocimiento solo si lo estudiamos, si nos ocupamos de ello. 

Pero la ciencia espiritual no debe ser tomada como una ciencia más, de modo que uno sepa sólo después que ha oído esto o aquello, que esto o aquello es cierto en relación con uno u otro asunto del mundo. La ciencia espiritual tiene que trabajar en nuestras almas para que las almas se vuelvan diferentes en este o aquel campo de sentimiento que se vuelven diferentes tomando lo que puede fluir de la ciencia espiritual. 

Los conceptos, las ideas y las imágenes mentales que tomamos por medio de la ciencia espiritual tienen que despertar nuestras almas en el núcleo, tienen que unirse con nuestros sentimientos, para que aprendamos a través de la ciencia espiritual a mirar el mundo no sólo de manera diferente, sino también a sentir de manera diferente que sin ella. 

El científico espiritual, en realidad, tiene que familiarizarse con ciertas circunstancias de manera muy diferente a como es posible sin la ciencia espiritual. Si es capaz de hacer esto, él básicamente sólo ha llegado a lo que tiene que fluir hacia nosotros desde la ciencia espiritual.

Hoy vivimos en una época difícil, en la que una de las cuestiones más importantes para nosotros de la ciencia espiritual, la cuestión de la muerte, aparece en tantos casos ante nuestros ojos, ante nuestras almas, ante nuestros corazones, más cerca tanto de unos como de otros. El científico espiritual también debería ser capaz de probar la ciencia espiritual emocionalmente en este tiempo tan difícil. Debería ser capaz de tener una actitud diferente a la de los demás ante los acontecimientos del tiempo, aunque estos acontecimientos le toquen tan de cerca. En efecto, hay unos que necesitan consuelo y otros que necesitan ánimo; pero ambos deberían encontrarlo también en la ciencia espiritual. Solo si esto puede ser así, habremos comprendido correctamente las pretensiones de la ciencia espiritual.

Por lo tanto, tenemos que experimentar una cierta conmoción en nuestras almas mediante las ideas de la ciencia espiritual ya que sobre determinados asuntos aprendemos a sentir de manera muy diferente a lo que podemos sentir sobre cualquier otra cosa del mundo sin la ciencia espiritual. Si resumís todo lo que ya se ha dicho sobre el misterio de la muerte dentro de nuestra ciencia espiritual, tambien podréis comprender lo que quiero explicar hoy no sólo repitiendo, sino añadiendo algo a las consideraciones anteriores. Debemos aprender a pensar en la muerte no sólo de forma diferente, sino que debemos aprender a sentirla de forma diferente. Ya que, en efecto, el misterio de la muerte está relacionado con los misterios más profundos del mundo. 

Debemos tener muy claro que cuando atravesamos la puerta de la muerte nos despojamos de todo aquello por lo que obtenemos percepción y conocimiento en el mundo físico, por lo que experimentamos algo del mundo exterior. Obtenemos impresiones sobre el mundo en el plano físico por medio de nuestros sentidos. Nos despojamos de estos sentidos cuando entramos en el mundo espiritual. Entonces ya no tenemos los sentidos. Esto ya debe ser una prueba para nosotros de que debemos intentar, cuando pensamos en el mundo suprasensible, pensar de forma diferente a como hemos aprendido a pensar por medio de nuestros sentidos.

De hecho, tenemos alguna especie de indicio, incluso se proyecta algo análogo, algo parecido a las experiencias del mundo espiritual en la vida cotidiana que pasamos entre el nacimiento y la muerte. Me refiero a las experiencias oníricas que se proyectan en la vida cotidiana. La experiencia onírica no se nos presenta a través de nuestros sentidos; nuestros sentidos no tienen realmente nada que ver con la experiencia onírica. Sin embargo, está presente en las imágenes que a veces recuerdan la vida sensorial. En estas imágenes oníricas tenemos, aunque sea un reflejo débil, sólo un reflejo de ese tipo, ya que la existencia espiritual se nos presenta como un mundo Imaginativo entre la muerte y un nuevo nacimiento. Sin embargo, después de la muerte tenemos una percepción imaginativa; la experiencia aparece en imágenes. 

Sólo si veis, por ejemplo, un color rojo en el mundo sensorial y debéis tener el pensamiento: ¿qué hay detrás de este color rojo? - Entonces os diréis: hay algo que llena el espacio, algo material está detrás. - El color rojo también se os presenta en el mundo espiritual, pero no hay nada material detrás de él, nada que ejerza una impresión material en el sentido habitual. Detrás del rojo hay un ser psicoespiritual; detrás del rojo está lo mismo que tú sientes como tu mundo en tu alma. Uno quisiera decir: partiendo de la impresión sensorial del color descendemos externamente en lo físico hasta el mundo material, partiendo de las imaginaciones ascendemos a las regiones espirituales del mundo espiritual.

Es preciso que seamos conscientes de que allá, en el mundo espiritual, las imaginaciones no guardan la misma relación con los seres espirituales -cuya expresión, por ejemplo, son los colores- que la que tiene un color con un ser sensorial. La rosa es roja; ésta es una cualidad de la rosa. Pero si un espíritu se nos aproxima debemos ser conscientes, tal como acabo de decir: el espíritu resplandece de rojo, ese rojo no significa una cualidad del espíritu como en el caso del rojo de la rosa. Ese color rojo es más bien una revelación del interior del ser espiritual; es más bien un carácter que el ser espiritual pone en el mundo espiritual. 

Primero tienes que contemplarlo a través de la Imaginación. La actividad que desarrolláis allí sólo se puede comparar en el mundo físico con su imagen ahrimánica, es decir, con la lectura. Miramos el color rojo de la rosa y sabemos que es una cualidad de la rosa. En el mundo espiritual no sólo miramos el color rojo, sino que lo interpretamos, pero no fantaseando -debo advertirlo siempre de nuevo-. Sin embargo, nuestra alma en sí misma ya encuentra que se da algo como un sonido, una letra, como algo que debe ser descifrado, que debe ser leído, para que se reconozca el significado.

El ser espiritual representa algo cuando se manifiesta como do sostenido o sol sostenido o como colores rojo, azul o verde. Con ello, el ser espiritual indica algo; se empieza a hablar con él, se empieza a leer su escritura. La cultura externa se basa en que tales asuntos que tienen su sabiduría profunda en el mundo espiritual se traspasan entonces también al mundo externo. Hablamos con razón de una lectura oculta, porque quien alcanza la conciencia clarividente, quien entra en el mundo espiritual, quien es capaz de ver por encima de las Imaginaciones y lee en ellas, mira a través de ellas en el fondo de las almas que viven en el mundo espiritual, no sólo a través de los colores, sino también a través de otras impresiones, tales impresiones que recuerdan a las impresiones sensoriales, y aquellas que se añaden en los mundos espirituales.

Tal actividad, que es una actividad puramente psicoespiritual, está subordinada, por así decirlo, al gobierno de los seres espirituales que progresan adecuadamente. Aquí, en el mundo físico, Ahrimán crea un reflejo exacto de lo que he caracterizado ahora. La lectura externa de los caracteres en el mundo físico es el reflejo ahrimánico de esta lectura oculta. Ya que la lectura que se realiza en el mundo físico por medio de signos desarrollados artificialmente es una actividad ahrimánica. No sin una buena razón, la invención del arte de la imprenta fue sentida como un arte ahrimánico, como un "arte negro", como alguien lo llamó. No se puede creer que se pueda escapar de las garras de Lucifer y Ahriman mediante alguna actuación cualquiera. Lucifer y Ahriman deben estar en la cultura externa. Únicamente se trata de encontrar el equilibrio, el camino recto cuando la vida gira perpetuamente hacia el lado luciférico o el ahrimánico. Si alguien no quisiera ser tocado en absoluto por Ahriman, nunca tendría que haber aprendido a leer. Es por eso que no se trata de que huyamos de Ahrimán y de Lucifer, sino de que nos situemos en la relación correcta con ellos, de que nos posicionemos correctamente ante ellos, aunque ellos están como fuerzas a nuestro alrededor. Si sabemos que seguimos lo que hemos descrito tantas veces como el Impulso Crístico que vive en nosotros, y si obtenemos las sensaciones espirituales que nos imponen la intención de seguir a Cristo en cada momento de nuestra vida, entonces también somos capaces de leer. Entonces podemos llegar a saber -y ya lo haremos si es adecuado para nosotros según nuestro karma- que Ahrimán también estableció la lectura, y vemos este arte ahrimánico bajo la luz adecuada. Si no experimentamos esto, clamamos en tono despectivo sobre la cultura ahrimánica, sobre el progreso y el esplendor de la cultura ahrimánica, por ejemplo, sobre la lectura.

Pero todos estos asuntos también imponen deberes, y es por eso por lo que esos deberes también se mantienen. Justo en nuestro tiempo, se puede afirmar mucho para defender o acusar esto o aquello. Realmente, tenemos lo que podemos llamar una avalancha de literatura bélica. Cada día se producen no sólo folletos, sino también libros, etc. Allí se puede leer a menudo: este país tiene tantos y tantos analfabetos, en este país tantas y tantas personas saben leer y escribir, y cosas por el estilo. Adoptar esto fácilmente no estaría de acuerdo con lo que alguien versado en la ciencia espiritual tiene que decir por su responsabilidad. Si yo quisiera indicar, por ejemplo, lo que tengo que afirmar con respecto a nuestro tiempo, todo lo especialmente malo de una nación y decir que en esta nación hay tal y tal cantidad de personas que no saben leer y escribir, no hablaría correctamente de forma científico-espiritual. Hay que afirmar solamente los asuntos para los cuales uno puede tomar la responsabilidad hacia los deberes ocultos.

De ello se desprende -sólo quería dar un ejemplo- que la ciencia espiritual debe pasar a la vida e imponer deberes en este sentido más profundo. Si el científico espiritual dice tales cosas que los otros también dicen, siempre puede verse que se dicen en un contexto diferente, y depende de esto. Por lo tanto, para alguien que no conoce la ciencia espiritual, parece algo bastante extraño, si se dice en la ciencia espiritual, porque está acostumbrado a tener otras ideas y debe decirse a sí mismo a veces: esta ciencia espiritual llama a lo negro blanco, y a lo blanco negro. - Esto es necesario a veces, porque si uno asciende al mundo espiritual con las ideas y conceptos habituales que aprende en el mundo físico, algunas ideas y conceptos deben ser cambiados a fondo.

Desde este punto de vista, tomemos uno de los conceptos más importantes, más enigmáticos, que tenemos que adquirir a partir de las impresiones del mundo físico, el concepto de la muerte. En el mundo físico, el ser humano ve la muerte siempre sólo desde un lado, desde el lado que ve el desarrollo de la vida humana hasta el punto en que el ser humano muere. Ahí es donde el cuerpo físico se separa al principio de los miembros superiores de la naturaleza humana y a continuación se disuelve dentro del mundo físico. Se puede decir realmente que el ser humano ve la muerte dentro del mundo físico: considerando la muerte desde un lado. Sin embargo, considerando la muerte desde el otro lado significa mirarla bajo una luz opuesta, verla como algo totalmente diferente.

Cuando mediante el nacimiento entramos en la vida física, primeroo pasamos por algo que experimentamos de tal manera que aún no se ha alcanzado la cima de nuestra conciencia física. Vosotros sabéis que no recordamos los primeros años de nuestra experiencia con la conciencia física habitual. Nadie puede recordar su nacimiento con la conciencia física habitual. Al menos no aparecerá nadie en el mundo que diga que puede recordar con su conciencia habitual cómo nació. Podemos decir que: una característica de la conciencia física es que el nacimiento del ser humano debe ser olvidado. Se olvida; también se olvidan los primeros años. Si miramos retrospectivamente a nuestra vida entre el nacimiento y la muerte, llegamos a recordar hasta cierto punto. Luego la memoria termina. 

El punto en el que se detiene no es nuestro nacimiento físico, sino que lo precede una experiencia. Nadie puede saber por experiencia que ha nacido. Sólo puede deducirlo. Llegamos a la conclusión de que nacemos -y sólo a partir de eso- de que después de nosotros nacen los seres humanos cuyo nacimiento percibimos. Si el naturalista afirma que sólo admite lo que se puede ver, nadie podría afirmar su nacimiento siguiendo este principio si quiere ser lógico, porque es imposible percibir su propio nacimiento sin ser clarividente; sólo se puede deducir.

Ahora bien, con respecto a la muerte ocurre exactamente lo contrario. A lo largo de la vida que transcurre entre la muerte y el nuevo nacimiento, aquel momento de la muerte que él experimentó se presenta ahora ante el ojo del alma del muerto como la impresión más viva, más brillante. Sin embargo, no creáis que podéis llegar a la conclusión de que se trata de una impresión dolorosa. Por que eso supondría creer que el muerto ve retrospectivamente lo mismo que tú ves en el mundo físico al respecto de la muerte, de la decadencia, del declive. Por el contrario, él ve la muerte desde el otro lado; él ve en la muerte algo que definiríamos también como lo más bello del mundo espiritual. Ya que en primer lugar el ser humano no puede experimentar nada más bello que la visión de la muerte en el mundo espiritual. Ver esta victoria del espíritu sobre la materia, esta iluminación de la luz espiritual del alma desde las profundas tinieblas de la materia es lo más grande, lo más significativo que se puede contemplar al otro lado de la vida por la que el ser humano atraviesa entre la muerte y un nuevo nacimiento.

Cuando el ser humano se desprende del cuerpo etérico entre la muerte y el nuevo nacimiento, -algo que ocurre no mucho tiempo después de la muerte-, y ha desarrollado plenamente su conciencia, entonces no tiene la misma relación consigo mismo que aquí en el mundo físico. Cuando el ser humano duerme aquí en el mundo físico, no tiene consciencia, y cuando está despierto, está consciente y él sabe: "Tengo un yo, un ego en mí mismo". Eso después de la muerte en su paso por el mundo espiritual, es algo diferente - su auto conciencia está en un nivel superior, - entonces no es lo mismo. Inmediatamente me referiré a eso. Sino que además hay algo así como una auto contemplación. Exactamente de la misma manera que aquí en la tierra uno debe evocar el yo por la mañana al despertar, lo mismo es en el mundo espiritual. Solo que esta auto contemplación es una mirada retrospectiva al momento de la muerte. Es siempre de tal manera, como si para poder percibir nuestro yo entre la muerte y un nuevo nacimiento nos dijéramos: "realmente has muerto, entonces eres un yo, eres un ego".

Esto es de la máxima importancia: se mira hacia atrás para contemplar la victoria del espíritu sobre el cuerpo, se mira hacia atrás al momento de la muerte que es el más bello del mundo espiritual que se puede experimentar. En esta mirada hacia atrás uno se vuelve consciente de su ser en el mundo espiritual. Esto es siempre, no diría que como el despertar - pues sería acuñar los conceptos unilateralmente, - mirar retrospectivamente a su muerte, es auto contemplarse. Por eso es tan importante que el ser humano tenga la posibilidad de mirar realmente hacia atrás en el momento de la muerte con plena conciencia postmortem - con una conciencia que entra después de la muerte. Así, no sólo sueña de alguna manera lo que contempla allí, sino que puede comprenderlo completamente; esto es extremadamente importante. Podemos prepararnos ya en vida mientras intentamos practicar el auto conocimiento. En particular, esto es necesario para la humanidad de aquí en adelante la práctica del auto conocimiento. Básicamente, toda la ciencia espiritual está ahí para proporcionar al ser humano ese auto conocimiento que le es necesario. Pues la ciencia espiritual es una introducción al yo ampliado del ser humano, ese yo por el que se pertenece al mundo entero. He dicho que la conciencia después de la muerte es algo diferente que aquí en el mundo físico. Si pudiera trazarles un diagrama de la conciencia después de la muerte, podría hacerlo de la siguiente manera.

Imaginemos que aquí tenemos un ojo, y ahí tenemos un objeto. ¿Cómo alcanzamos la conciencia de que hay un objeto fuera de nosotros? Porque el objeto deja una huella dentro de nosotros. El objeto causa una impresión en nuestro ojo, y aprendemos a conocer algo sobre el objeto. El objeto está fuera en el mundo, produce una impresión en nuestros sentidos, y nosotros captamos la imagen mental, que podemos formarnos del objeto, en nosotros mismos, en nuestra alma. El objeto está fuera de nosotros. Entonces ha entregado la imagen mental que nos formamos después.  Ahora bien, es diferente en el mundo espiritual. Puesto que no puedo dibujarlo gráficamente de forma diferente, querría que lo que siempre llamo ojo del alma se dibujara como un ojo del alma, aunque esté mal planteado en sentido estricto. Ahora este ojo del alma que el ser humano posee después de la muerte tiene la disposición de que tras la muerte el ser humano ve, por ejemplo, un ángel u otra alma humana que también está en el mundo espiritual pero no lo ve como se ve una flor en el mundo físico, sino que este ojo del alma tiene la disposición - prescindamos de un alma humana inicialmente, miremos sólo a un ser de la jerarquía superior - de que no es consciente de que frente a él tenga un ángel, o un arcángel: Veo a este ser angélico fuera de mí, - sino: Soy visto por el ser angélico, él me ve. - Es justo lo contrario del mundo físico. Nos familiarizamos en el mundo espiritual haciéndonos conscientes de los seres de las jerarquías superiores, gracias a que somos conocidos por ellos porque nos piensan. Nos sentimos integrados en ellos, sentimos que somos percibidos por los ángeles, los arcángeles, los espíritus de la personalidad a semejanza de como el reino mineral, vegetal y animal es percibido por nosotros.
Sólo en lo que respecta a las almas humanas tenemos la sensación de que nos ven, ya que también tenemos la sensación de que nuestra vista entra en ellas. Nosotros las vemos y las almas humanas nos ven. En cuanto a todos los demás seres de las jerarquías superiores, tenemos la sensación de que somos percibidos por ellos, somos pensados, imaginados por ellos; y en tanto seamos percibidos por ellos, seamos pensados, seamos imaginados por ellos, estamos en el mundo espiritual. Ahora imaginaos que caminásemos como almas en el mundo espiritual, tal como caminamos en el mundo físico. Entonces tendremos la sensación en todas partes de establecer una relación con los seres de las jerarquías superiores, al igual que tenemos la sensación aquí en el mundo físico de establecer una relación con los reinos mineral, vegetal y animal. Sólo necesitamos la meditación repetida de que tenemos un yo. Entonces miramos nuestra muerte y nos decimos: este eres tú. - Esto es la continuidad de la conciencia, el contenido continuo de nuestras conciencias.

Lo que he dicho hoy debe añadirse a las diversas ideas que podéis tomar de charlas y libros. Están dichas más emocionalmente de lo que se expone, por ejemplo, en el libro Teosofía que están expresadas más desde un punto de vista de intuición externa. Pero sólo en tanto se mira tal asunto emocionalmente, se puede sentir como si se estuviera en las sensaciones que uno debe tener hacia estos asuntos y en general hacia el mundo espiritual.
Por lo tanto, el auto conocimiento es lo que nos sostiene, lo que nos hace fuertes para la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento. Recientemente pude enfrentarme de nuevo a esto con especial viveza cuando me encargué de hablar varias veces en la cremación, tras el fallecimiento de algunos de nuestros amigos. Allí fue necesario hablar de algo que está conectado íntimamente con el carácter, con el ser de aquel que había pasado por la puerta de la muerte. ¿Por qué surgió esta Inspiradora o Intuitiva de hablar a los muertos de algo que está conectado con su ser? Esto aparece en la vida de las personas afectadas después de la muerte. Viene en su ayuda algo que vigoriza las fuerzas de su auto conocimiento. Al hablar de estas cualidades, que sienten en sí mismas, inmediatamente después de la muerte, cuando su conciencia aún no había despertado, se deja fluir hacia ellas, por así decirlo, algo de la fuerza que necesitan para desarrollar gradualmente la capacidad de mirar el momento de la muerte. Todo su ser parece estar concentrado allí, tal como se ha desarrollado entre el nacimiento y la muerte. Cuando se deja fluir hacia los muertos algo que les recuerde sus cualidades, sus experiencias, etc., les sirve de mucha ayuda a los muertos. Así se fomenta la fuerza del auto conocimiento. Si alguien tiene la posibilidad como clarividente de familiarizarse con el alma de tal persona muerta, entonces siente el deseo en su alma de escuchar algo justo en este tiempo sobre el individuo, como era, sobre esto y aquello por lo que ha pasado o cuáles son sus principales cualidades. Como podéis comprender, aquí en la tierra la vida de un ser humano no se parece a la vida de los demás, sino que todos los seres humanos tienen vidas diferentes entre sí. Lo mismo ocurre con los que han atravesado la puerta de la muerte. Ninguna alma se parece a la otra entre la muerte y el nuevo nacimiento. Me gustaría decir: cada vida del alma que se puede observar es una nueva revelación, y siempre se pueden destacar las cualidades particulares individuales solamente. Me gustaría hablar de estas cuestiones hoy y también pasado mañana en Colonia. Me gustaría hablar de un caso concreto como ejemplo.
En Dornach, hace ya algún tiempo, vimos salir del plano físico a un miembro bastante mayor (Lina Grosheintz-Rohrer). Un miembro que había pasado su vida, a fin de cuentas, en el trabajo laborioso, el trabajo de cuidado, pero durante los últimos años, desde hacía ya mucho tiempo, estaba vinculada en lo más profundo del alma con nuestra visión científico-espiritual del mundo y la había desarrollado completamente en su corazón, en su alma. Así que se podría decir: que esta personalidad había llegado tan lejos en los últimos tiempos de su existencia física que era completamente uno en su sentimiento con nuestra visión del mundo. 
Ahora bien, sabéis que el ser humano cuando pasa por la puerta de la muerte se despoja primero de su cuerpo físico, llevando consigo el cuerpo etérico todavía durante un tiempo y `para luego despojarse también del cuerpo etérico. Llega un momento en el que el ser humano sólo debe adquirir gradualmente la conciencia que debe poseer entre la muerte y un nuevo nacimiento. Inmediatamente después de la muerte, el ser humano está en su cuerpo etérico. 
Allí experimenta como sabemos, una revisión completa de su vida como un gran panorama vital. En ese tiempo, aparecen también en su alma particularmente los impulsos poderosos, quiero decir, todos a la vez, de modo que puede aparecer después de la muerte algo que es importante sólo en este sentido y que es completamente diferente que durante la vida.
Durante la vida, el ser humano suele estar supeditado por las restricciones que le impone su cuerpo físico. Inmediatamente después de la muerte, el ser humano ha superado lo que le agobia, le presiona, le solidifica, y también lo físico que debilita la claridad de algunos impulsos del alma. Todavía no ha perdido el cuerpo etérico y, por tanto, la memoria de la vida. 
Es un mundo imaginativo que contiene las imágenes de la vida pasada, y también contiene los impulsos especialmente fuertes. Ahora bien, cuando un alma ha asumido tan intensamente los impulsos de la ciencia espiritual durante la vida, si esta alma ha llevado estos impulsos hasta el sentimiento más íntimo de sí misma, también puede desarrollar estas impresiones después de la muerte de otra manera, porque tiene a su disposición el cuerpo etérico elástico y maleable, entonces ya no está supeditada a lo que le permita el cuerpo físico.

En el caso de esa personalidad en particular de la que acabo de hablar, se podía ver cómo poco después de la muerte dejó fluir de su alma aquello que había vivido de los impulsos científico-espirituales en ella, después de que yo consiguiese transportarme completamente a esta alma. Por supuesto, ella no lo habría expresado con tales palabras durante su vida física. Dado que el cuerpo etérico estaba todavía allí, ella podía vestirlo con palabras físicas. Todavía no había salido de su cuerpo etérico elástico, cuando desarrolló lo que había tomado de la ciencia espiritual, de modo que se convirtió en la expresión de su alma. Entonces tuve la necesidad, en la cremación de la personalidad en cuestión, unos días después, de decir estas palabras, que sonaban desde su ser, que le pertenecían a ella, no a mí:

A las distancias cósmicas llevaré

Mi corazón que siente, para que se caliente

En el fuego de la acción de las fuerzas santas;

En los pensamientos cósmicos entretejeré

Mi propio pensamiento, para que crezca claro

En la luz de la vida eterna;

En las profundidades del alma hundiré

la contemplación devota, para que crezca fuerte

Por los verdaderos objetivos de la actividad humana;

En la paz de Dios me esfuerzo pues

En medio de las batallas y preocupaciones de la vida

Para prepararme para el Ser superior;

Aspirando a trabajar en una paz llena de alegría,

Sintiendo el ser cósmico en mi propio ser,

Busco cumplir con mi deber humano;

Que pueda vivir en la anticipación,

Orientado hacia la estrella de mi alma

Que me proporcione mi lugar en los reinos espirituales.

Quisiera decir que, después de la muerte, estas son las palabras que expresan la sensación de lo que el alma ha llegado a ser a través de la ciencia espiritual. Luego vino el tiempo por el que todo el mundo tiene que pasar después de la muerte que se llama de modo inapropiado el tiempo de dormir. Porque cuando te has desprendido del cuerpo etérico, estás realmente en el mundo espiritual, sólo que la plenitud del mundo espiritual te deslumbra. 

No puedes tener una visión general de todo, sólo tienes que adaptar tu fuerza que has traído al mundo espiritual; tienes que entrar en sintonía con ese mundo. Ves demasiado después de la muerte; la conciencia está ahí, tienes que dosificarla según el grado de las fuerzas que has adquirido. Entonces podrás orientarte y vivir realmente en el mundo espiritual. No se habla con propiedad cuando se dice que uno se vuelve consciente después de algún tiempo, sino que hay que decir que uno tiene demasiada conciencia y tiene que dosificarla para que entre en sintonía con los niveles que puede soportar. En eso consiste despertar. 

Por eso el alma de la que os acabo de hablar llegó a esta condición -cuando se le quita el cuerpo etérico- en la que no podía soportar la luz del espíritu. Pero ella tenía mucha fuerza en sí misma. Lo notáis en las palabras que he leído, y que esta fuerza había sido completamente llenada poco a poco con lo que la ciencia espiritual puede hacer del sentimiento y la voluntad humana. Por eso este ser, poco tiempo después de la muerte, esta alma adquirió una conciencia tolerable para ella. Por supuesto, habría que describir mucho del tiempo que comienza entonces para un alma cuando se quisiera describir todo lo que tal alma experimenta allí. 

Uno sólo describe partes siempre; y mientras estamos dentro de nuestro movimiento, pertenece, por supuesto, a los asuntos más significativos que puedes observar en las almas lo que conecta estas almas con nuestro movimiento. Puedes aprender lo que generalmente las almas humanas conectan con todo el mundo después de la muerte; pero puedes observar mejor que nada en tales almas lo que es la vida del alma después de la muerte, particularmente cuando se ha acercado a ti como esta alma de la que hablo ahora.

Por lo tanto pude observar justo con esta alma como ella obtuvo la conciencia orientadora mientras participaba en nuestras reuniones, realmente participando en nuestras reuniones. Y ella participó plenamente en un festividad de Pascua de Dornach de este año, en esa festividad de Pascua cuando traté de explicar la profundidad particular del pensamiento de Pascua a nuestros queridos amigos allí en Dornach. Esta alma estaba presente allí. Participó tal como había participado entonces con calor íntimo; ahora participaba como alma. Quería expresarse lo mismo que cualquiera tiene la necesidad de expresarse después en el cuerpo físico sobre lo que ha asumido. Quiso expresarse, y lo peculiar es que plasmó tales palabras, gracias a que existe la posibilidad de comunicarse, y volvió a formar tales palabras describiendo su vida actual y su experiencia de esta conferencia de Pascua. El alma añadió algo como un suplemento de lo que había salido de ella en aquel momento después de la muerte. Este suplemento que salió de la conciencia es el siguiente:

Dirigiré en las almas humanas

El sentimiento del espíritu, para que de buena gana

Despierte en los corazones la palabra del sacrificio;

Pensaré con los espíritus humanos

El calor del alma, para que poderosamente

Pueda sentir al Resucitado;

Ya en esas conferencias de Pascua y en algunas otras que di en aquella época, me ocupé de llamar la atención -como lo hice repetidamente- sobre la importancia de la ciencia espiritual no sólo aquí para la vida en la tierra, sino para el mundo entero. Cualquiera que atraviese la puerta de la muerte también puede experimentar y conocer lo que se hace aquí en la ciencia espiritual. Por eso aconsejo a muchas personas, si tienen muertos queridos, que les lean o les cuenten las enseñanzas científico-espirituales, porque lo que se estampa en las palabras científico-espirituales no sólo tiene significado para las almas que viven en cuerpos físicos, sino que tiene pleno significado también para las almas que están desencarnadas. Es para ellas como el aire espiritual de la vida, como el agua espiritual de la vida, o también se podría decir que perciben la luz por nosotros aquí abajo. Esta luz es para nosotros simbólica al principio, se podría decir, porque oímos palabras y las tomamos como pensamientos en nuestras almas; los muertos la ven, sin embargo, realmente como una luz espiritual.

Ahora bien, es muy significativo que justo esta alma que ha escuchado a menudo esto haya querido decir realmente: He comprendido esto, y es realmente así. - Ya que sus palabras al respecto son:

La llama terrenal del conocimiento espiritual

ilumina brillantemente la aparición de la muerte;

Este es el hecho para el alma. Ella quiere decir: lo que decis ahí abajo brilla como una llama. - Ella expresaba esto, cuando decía "llama terrestre": "ilumina brillantemente la apariencia de la muerte..." ¿Por qué dice "apariencia de la muerte"? Si meditais, lo descubrireis. Ella lo decía, porque siempre había oído que llamamos maya al mundo: en la tierra está en la apariencia de los sentidos; ahora también está en una apariencia por la que sólo tiene que contemplar el ser:

La llama terrestre del conocimiento espiritual

ilumina brillantemente la aparición de la muerte; -

Y algo que ella también confirma ahora:

El Ser se convierte en ojo y oído cósmicos.

Ella quiere decir oído cósmico. Quiere decir que ahora todo el yo se convierte en un poderoso órgano sensorial, se convierte en el órgano de percepción de todo el universo. Es una bonita forma por la que la muerta muestra cómo se hace consciente de que se hace realidad lo que dice la ciencia espiritual. Para esta alma es típico que quiera expresarse inmediatamente después de la muerte y quiera decir: sí, ahora estoy tan lejos que lo que he aprendido en la tierra me parece lo correcto.

Estas palabras fueron para mí de cierta importancia, porque vinieron después de algún tiempo, tal vez algunas semanas después, del mundo espiritual de esa alma de la que he hablado, después de que poco antes, algunas semanas antes, tuvo lugar otro acontecimiento que me satisface.

Unos amigos de nuestro movimiento perdieron en la guerra actual a un hijo bastante joven que se había alistado como voluntario en el ejército. El joven cayó. Se había acercado a medias a la ciencia espiritual; se diría que en su último tiempo terrenal por el que pasó. Sólo tenía diecisiete o dieciocho años. Ahora se había ido, había caído. Después de algún tiempo pude contemplar el alma de este joven acercándose realmente a sus padres. En el caso de muchas almas que han atravesado la puerta de la muerte durante la guerra, se vuelven conscientes rápidamente. Fue así - pude oírlo realmente, - como si les dijera: ahora quisiera hacerles comprensible que lo que he oído a menudo de la ciencia espiritual, de la luz espiritual y de los seres espirituales en su casa puede llegar a ser claro para mí que es verdad que lo que he oído allí me ayuda.

No menciono esto porque sea algo especial, sino porque sólo muestra cómo es la relación entre la vida terrenal y la vida espiritual. Sin embargo, quiero mencionar además algo extraño. En aquel momento, después de una conferencia que di en una de nuestras ramas -había anotado las palabras que me habían llegado-, fui a los padres del joven y les conté esto y también di la noche en la que el joven se acercó a sus padres y les habló como si fuera a sus almas. Allí dijo el padre: esto es muy extraño, yo sueño muy pocas veces. Sin embargo, he soñado esta noche, esta misma noche con mi hijo que se me aparecía y que quería decirme algo; sin embargo, no lo he entendido.

Si se les explican estos asuntos, a las personas que están fuera de nuestro movimiento espiritual incluso hoy les resulta extraño. De ahí que los guardemos entre nosotros. Pero debe ser importante para nosotros tratar específicamente también estos asuntos, porque nuestro conocimiento se compone de estas piedras únicas de las experiencias del mundo espiritual. Sólo obtenemos una imagen concreta si no queremos limitarnos sólo a escuchar bonitas teorías del mundo espiritual, sino cuando podemos avivar la ciencia espiritual en nuestras almas, de modo que soportemos lo que se habla del mundo espiritual realmente, como los seres humanos razonables sólo hablan de lo que experimentan en el mundo sensorial. La ciencia espiritual se convierte así en vida en el sentido correcto en nosotros, y debe convertirse en vida en nosotros, que gracias a ella ganamos una vida- no sólo una enseñanza, un conocimiento. 

Debe servir para salvar el abismo que resulta del materialismo, que se extiende fuera de la ciencia espiritual y debe hacerse cada vez más grande. Salva este abismo entre el reino físico-sensorial, que atravesamos entre el nacimiento y la muerte, y el reino espiritual en el que vivimos entre la muerte y un nuevo nacimiento, para que aprendamos gradualmente a ser ciudadanos también del mundo espiritual. Lo importante es que aprendamos a sentir: quien ha atravesado la puerta de la muerte sólo ha asumido otra condición de vida y tiene una actitud hacia nuestro sentimiento después de la muerte como quien acaba de tener que trasladarse por los acontecimientos de la vida a un país lejano en el que sólo podremos seguirle más tarde. Así que no tenemos que soportar más que un tiempo de separación. Pero esto debe ser sentido vivamente por medio de la ciencia espiritual. Si uno se arriesga a formarse una idea sobre hechos concretos individuales, ya verá que estos hechos también se corresponden y se apoyan mutuamente para alguien que no mira en el mundo espiritual. Por eso la confianza que se tiene, antes de contemplar en el mundo espiritual, no es en realidad ninguna confianza ciega, ninguna confianza en la autoridad, sino una confianza que se apoya en el sentimiento que es más profundo que el conocimiento crítico, en el sentimiento original de la verdad autóctono del alma humana.

Vivimos en una época en la que los acontecimientos externos cargados de destino ponen de manifiesto la necesidad de profundizar en la vida humana. Sería mucho mejor si los seres humanos miraran estos acontecimientos militares como una advertencia para profundizar en las almas más de lo que hace la mayoría predominante de los seres humanos. En cambio, discuten quién tiene la culpa de la guerra, quién hace esto o aquello. Dije, mientras discutía los asuntos más importantes ante ustedes: respecto a algunos asuntos debemos aprender por la ciencia espiritual a cambiar nuestras ideas, nuestros conceptos. Podemos contar el concepto de la guerra a estos conceptos - hoy esto puede ser todavía añadido a nuestra consideración sobre un objeto tan significativo como la muerte.

Uno tendrá razón, también desde el punto de vista científico-espiritual, al considerar la guerra como una enfermedad del desarrollo. En efecto, es una enfermedad, pero sólo se recuerda que tampoco se hace justicia a una enfermedad si se la condena. Lo que importa en la enfermedad es a menudo lo que ha precedido a la enfermedad en el cuerpo humano: el desorden, la desarmonía ha precedido. Entonces surge la enfermedad, que a menudo está ahí para trabajar justo contra el desorden en el cuerpo. Incluso si el ser humano pasa por una enfermedad antes de la muerte, es así. Lleva en sí mismo desarmonías que le impiden entrar en el mundo espiritual. Tal vez, el mundo espiritual le sería oscurecido demasiado tiempo, o habría otros obstáculos, porque hay desarmonías en él que no pueden ser llevadas simplemente al mundo espiritual. Es por eso que una enfermedad lo infecta antes de la muerte. Libera su alma de la desarmonía hasta el punto de poder entrar en el mundo espiritual.

Vivimos en una época en la que los acontecimientos externos cargados de destino ponen de manifiesto la necesidad de profundizar en la vida humana. Sería mucho mejor si los seres humanos miraran estos acontecimientos militares como una advertencia para profundizar en las almas más de lo que hace la gran mayoría de los seres humanos. En cambio, discuten quién tiene la culpa de la guerra, quién hace esto o aquello. Ya dije ante vosotros, mientras discutía los asuntos más importantes: respecto a algunos asuntos debemos aprender por medio de la ciencia espiritual a cambiar nuestras ideas, nuestros conceptos. Podemos añadir el concepto de la guerra a estos conceptos - hoy en día esto puede ser todavía añadido a nuestra consideración sobre un objeto tan significativo como la muerte.

Se estará en lo cierto, también desde el punto de vista científico-espiritual, al considerar la guerra como una enfermedad del desarrollo. En efecto, es una enfermedad, pero hay que recordar que tampoco se hace justicia a una enfermedad renegando de ella. Lo que importa en la enfermedad es a menudo lo que ha precedido a la enfermedad en el cuerpo humano: el desorden, la desarmonía ha precedido. Entonces surge la enfermedad, que a menudo está ahí para trabajar justo contra el desorden en el cuerpo. Incluso aunque el ser humano pase por una enfermedad y después muera, es así. Lleva en sí mismo desarmonías que le impiden entrar en el mundo espiritual. Tal vez, el mundo espiritual le sería oscurecido demasiado tiempo, o habría otros obstáculos, porque hay desarmonías en él que no pueden ser llevadas simplemente al mundo espiritual. Es por eso que una enfermedad lo infecta antes de la muerte. Libera su alma de la desarmonía hasta el punto de poder entrar en el mundo espiritual.

Cuando se trata de una enfermedad que lleva a la recuperación, entonces esta enfermedad está ahí para compensar lo que ha precedido a la enfermedad cuya causa ha sido el karma de vidas anteriores, tal vez de miles de años. No estaría bien decir: el niño tiene el sarampión; si no lo hubiera contraído. - No se puede saber qué habría pasado con el niño si no hubiera tenido el sarampión. Porque aquello que estaba profundamente asentado en el niño y que buscaba su compensación, salió.

Es por tanto bueno, considerar la guerra y ver el mal no tanto en el aspecto de la sangre y el fuego que conlleva, sino también mirar lo que ha venido ocurriendo desde hace mucho, mucho tiempo en las corrientes culturales. Los seres humanos deben aprender a mirar más profundamente cómo se relacionan estas cosas. Después de esta guerra, llegará un tiempo en el que los seres humanos empiecen a pensar en esta guerra. Allí se pondrán a pensar en cuántas palabras huecas se dijeron: cuando se culpaban unos y otros. - Sucederá algo, aunque sea mucho tiempo después de la guerra. Entonces la gente dirá algo diferente a lo de hoy. Habrá gente que dirá: si uno estudia la historia como la ha estudiado hasta ahora, efectivamente, se encuentra en estos actos de los diplomáticos esto, en aquellos actos de los diplomáticos aquello; aquí y allí o esto y aquello fue escrito.

Pero si se procede tal como la historia ha tratado todo hasta ahora, y se quiere "juzgar objetivamente" todo, como suele decirse, entonces nunca se descubrirá por qué surgió esta guerra. Entonces se descubrirá que es necesario buscar las razones más profundas más allá de las causas externas que posteriormente la ciencia espiritual tiene que explicar. Desgraciadamente, sólo puedo hacer observaciones sobre estas cuestiones. Se encontrará que en varios lugares justo en el estallido de esta guerra sucedió esto o aquello, pequeños detalles en los que la conciencia desempeñaba el papel más significativo, sino que algo inconsciente, algo bajo el umbral de los acontecimientos externos era un factor determinante; de modo que no se agotan en absoluto esas cuestiones que el historiador está acostumbrado a considerar como algo decisivo para la causalidad. Sólo con este ejemplo se aprende: la historia, tal como estamos acostumbrados a ella hasta ahora, no nos explica nada en absoluto. Es una admonición para ir a razones más profundas.

Tal y como tuve que exhortar a nuestras almas al final de casi todas las charlas que mantuve en el último tiempo, me gustaría hacerlo también hoy.

Simplemente por el hecho de que os habéis acercado a la cosmovisión científico-espiritual, surge para vosotros una cierta responsabilidad. Por medio de la cosmovisión científico-espiritual debeis ser capaces de tener los pensamientos para que esos juicios superficiales que se emiten hoy en día en todas partes, debido al materialismo que controla el mundo, no se conviertan tampoco en nuestros juicios como seguidores de la ciencia espiritual. Lo que juega un papel en el mundo de hoy es un odio superficial de nación a nación. He hablado a menudo de ello en nuestras charlas de rama. No debe penetrar en nosotros en el mismo grado, pero tampoco debemos volvernos injustos. Porque podemos aprender de la antigua Sociedad Teosófica a ser más bien injustos. Ellos han inculcado a sus seguidores con respecto a las religiones: que todas las religiones son iguales.

Esto es un poco, como si se quisiera moldear a los seres humanos: en la mesa están la pimienta, la sal, el azúcar, el pimentón; pues bien, todos pueden ser utilizados como especias, no hay que preferir nada. Así que, aquí tengo una taza de café, le pongo un poco de pimienta, porque como todo es lo mismo. Con idéntica lógica se habla de que el propio núcleo de la verdad está en la base de todas las religiones. Esta lógica le ahorra a uno el estudio del gran desarrollo milagroso del mundo en sus detalles, porque uno se conforma con la frase: en la base de todo hay un núcleo de verdad. Pero desde hace tiempo nos hemos liberado de los juicios más superficiales. Eso no puede impedir que reconozcamos con razón la necesidad de adentrarnos con afectuosa comprensión en cualquier característica nacional, en la que tengamos que situarnos con el corazón desde el conocimiento. No es posible que todos los amigos estén de acuerdo en este sentido. Eso no importa, sino que nuestras almas intenten superar el punto de vista del mundo exterior y tratar las características de las diferentes almas nacionales. - Entonces ya veremos que la creencia en nuestra visión científico-espiritual del mundo nos impone una cierta responsabilidad en muchos aspectos, la responsabilidad de tratar los asuntos tan a fondo como sea posible y de prestar más atención a ellos sobre la base de la ciencia espiritual.

A veces se experimentan cosas dolorosas. No hay ningún ser humano que recuerde la gran advertencia de nuestros fatídicos acontecimientos cargados de destino, de modo que se sienta obligado a volver su corazón realmente más profundamente hacia los acontecimientos en lugar de juzgar superficialmente al modo del materialismo externo que justamente queremos superar. En este sentido, uno quisiera desear y anhelar que los seres humanos que están dentro de nuestro movimiento formen una multitud, por así decirlo, que se ocupe a fondo de las cuestiones profundamente conmovedoras de hoy. La minuciosidad es necesaria en muchas cuestiones. No os imagináis en absoluto lo que es posible en nuestra época.

Oh, podría contar muchas cosas que dejarían helado el corazón de quienes siguen los tiempos realmente con la bondad de su corazón. Hoy en día se difunden muchas opiniones y pensamientos, a veces con la mejor intención, desde una visión del mundo malsana y ahrimánica. Pero viendo la avalancha de literatura bélica sólo tenemos que meditar más profundamente sobre las tareas del desarrollo cultural. Esto lo intento ahora en mis charlas mostrando la posición real de los seres humanos individuales. Porque a menudo se trata de defender la minuciosidad frente a la superficialidad. En las últimas semanas, por ejemplo, podría experimentar algo muy extraño. Por razones comprensibles no quisiera mencionar el título de un libro que ha aparecido en el extranjero, incluso en alemán, y algunos afirman que lo habría escrito un alemán. Expresamente quiero subrayar que ustedes pueden llegar a entender cualquier punto de vista. Quizá podáis entender el punto de vista más antialemán si uno u otro lo muestra. Podéis intentar entenderlo, no hace falta que lo compartáis, pero quizás seáis capaces de entenderlo.

Pero el libro en cuestión tiene características que no dependen del hecho de que adopte un punto de vista completamente antialemán, que vilipendie la germanidad y la naturaleza alemana en cada línea. Se puede entender que está escrito con maldad. Pero nadie puede venir a decir: si un alemán habla así del libro, podemos entenderlo, porque habla despectivamente de la germanidad. - Sin embargo, depende de algo diferente. El libro está escrito de tal manera que quien tenga un poco de sentido de la profesionalidad interna y de la minuciosidad interna, que esté un poco educado, debe encontrar: es la más terrible simulación de la literatura más barata. - Aparte de su punto de vista, su nivel literario es tan bajo que quien encuentra algo en el libro demuestra que acepta la literatura más trivial como algo que se puede tomar en serio, un libro improvisado con ignorancia, me gustaría decir, con la ignorancia más evidente.

Así que el punto de vista no importa; pero se ve por la forma, ya que está escrito como no lo haría nadie que aprendiera a pensar, que se trata de un tipo de libro bastante inferior. Sin embargo, también tuve que escuchar juicios de que este libro, cuyo título no menciono por razones particulares, se toma en serio. Si tales asuntos aparecen, es justo que no nos retraigamos de formar un juicio sobre la base de cierta versatilidad. Si alguien está de acuerdo con ciertas frases que se expresan en ese libro en cuanto al contenido, no necesita tomar tal libro en serio, ya porque el libro es un brebaje terrible, y porque no se toma en serio un brebaje terrible, porque no se puede desear que incluso la verdad se exprese terriblemente en el peor afecto y de manera inculta. Quise caracterizar tal ejemplo, porque quiero llamar su atención sobre el hecho de que depende de varias cosas si el científico espiritual trata de formarse un juicio sobre el mundo.

Si fuera posible tomar un libro para bien, aunque sea estilísticamente un libro de terror, entonces alguien admitiría que no ha avivado suficientemente el sentimiento espiritual-científico en su corazón, en su alma. No para expresar algo diferente, sino para llamar la atención sobre el hecho de que la ciencia espiritual tiene que penetrar vivamente en nuestro sentir y pensar en el sentido más profundo, también se dan ejemplos concretos en este campo. Es muy necesario que tales impulsos concretos sean buscados en nuestras almas. Tengo que admitir lo que me satisfizo particularmente hasta ahora, viajando por Alemania, que no pude notar vítores aterradores después de grandes victorias. Se notaba que el dolor por las enormes pérdidas estaba en todas las almas al mismo tiempo. Creo que es así. La fútil alegría de la victoria no debe estar ahí. Ya que estos días cargados de destino exigen no sólo enormes sacrificios, sino que abren enormes heridas, también espirituales si se considera el comportamiento de muchos seres humanos. Por eso es muy necesario que recordemos de vez en cuando, justo si miramos los asuntos importantes en el campo de la ciencia espiritual, que la responsabilidad se impone a nuestras almas y que debemos anhelar tiempos en los que los efectos de los cuerpos etéricos jóvenes y no utilizados y las almas puedan encontrarse realmente que todavía están abajo en los cuerpos de los seres humanos y puedan enviar sus sensaciones y capacidades hacia arriba.

Después de esta guerra llegará un tiempo en el que los cuerpos etéricos no utilizados de aquellos que atravesaron la puerta de la muerte y desarrollaron fuerzas a partir de los sacrificios que hicieron y que ahora podrían enviar hacia abajo para la espiritualización de la humanidad. Pero a lavez, aquí abajo debe haber almas capaces de recibir esto, que miren con viva confianza lo que subió al mundo espiritual desde los primeros difuntos para hacer brillar las fuerzas de la espiritualización de la humanidad.

Ahí quisiera que apareciera a nuestros ojos en el sentido de las palabras que quisiera volver a pronunciar al final de esta consideración:

Del valor de los combatientes,

De la sangre de las batallas,

Del dolor de los afligidos,

De los sacrificios de la nación

Crecerán los frutos del espíritu

Si las almas conscientes del espíritu vuelven

sus sentidos al mundo espiritual.

traducido por j.Luelmo feb2021

GA159 Colonia 19 de junio de 1915 superar la muerte mediante el conocimiento

índice

 RUDOLF STEINER



Conferencia nº 15 de una série de quince conferencias, celebradas en 1915, en varias ciudades.

Superar la muerte a través del conocimiento

Experiencias del alma antes y después del nacimiento

Nuestra conexión con los muertos

Colonia 19 de junio de 1915


En nuestra consideración de la rama de Düsseldorf anteayer vimos un poco eso que en el contexto de la vida llamamos el paso del ser humano por la puerta de la muerte. Lo que es importante es que el desarrollo espiritual occidental está penetrado con un conocimiento que supera la muerte, por así decirlo, a través del conocimiento, la supera porque reconoce la muerte como una transformación de la vida.

Es evidente que justo en nuestra época, penetrada de visiones materialistas, la muerte debe aparecer cada vez más como una frontera del mundo que el ser humano experimenta. Podemos imaginar fácilmente que esto era sustancialmente diferente en la antigüedad; porque, como sabemos, los seres humanos tenían restos de una antigua clarividencia onírica en aquellos tiempos. Esta clarividencia onírica estaba relacionada con una existencia en los mundos espirituales. Y dado que en aquellos tiempos en los que nuestras almas estaban encarnadas en tales cuerpos en los que todavía era posible una existencia clarividente en los mundos espirituales, nuestras almas estaban conectadas con el mundo espiritual. La muerte no era para ellos en aquella época un fenómeno significativo, no definitivo, como lo es en nuestros tiempos. Pero esto se volvería más y más fuerte si ese conocimiento no llegara poco a poco a nuestro tiempo, conocimiento que debería ser abierto por la ciencia espiritual. Por lo tanto, no creais que esta ciencia espiritual que adquirimos no tiene el mayor significado ya como ciencia espiritual en sí para toda la experiencia del ser humano.

Efectivamente, muchos de nosotros diremos: nos esforzamos por dos cosas en nuestro camino a través del movimiento científico-espiritual. Primero: penetrar razonable e inteligentemente en lo que la ciencia espiritual nos proporciona. Segundo: porque aplicamos a nuestras almas los métodos científico-espirituales, tal como se nos esbozan, por ejemplo, en el libro ¿Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores?, nos esforzamos por conseguir la percepción del mundo espiritual ya durante nuestra encarnación física. Pero algunos dirán: definitivamente sólo a algunos, sólo a unos pocos les es asignado por su karma alcanzar el mundo espiritual conscientemente en esta encarnación. De hecho, todo el mundo entraría y en cierto sentido entra en el mundo espiritual con sólo aplicar estas reglas; pero darse cuenta de que está en él; prestarle atención es más difícil que entrar en él. Algunas personas no pueden ser conscientes de que están en el mundo espiritual, incluso aunque estén realmente en él. Porque son incapaces de aplicar esa atención fina e íntima sobre su experiencia. Uno quisiera decir, que todos los que aplican las instrucciones dadas en el libro ¿Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores? entran en el mundo espiritual con su ser después de un tiempo relativamente corto, pero - no lo notan. Sólo con respecto a tal consideración tengo que recalcar repetidamente que la comprensión razonable de lo que se da en la ciencia espiritual no depende en absoluto de si alguien mismo contempla en el mundo espiritual.

A menudo hemos dicho que el punto de vista científico-espiritual es necesario, por supuesto, para obtener los hechos del mundo espiritual. Sin embargo, si se dan los hechos, todo el mundo puede comprenderlos si utiliza su sana e imparcial razón no nublada por los prejuicios del mundo materialista externo. Tenemos que darnos cuenta de que no basta con que pretendamos o nos persuadamos de que estamos más allá de los prejuicios que da la época materialista. En efecto, en cuanto a nuestra voluntad, en cuanto a nuestro anhelo, estamos más allá de estos prejuicios de la época materialista si nos dedicamos seriamente al movimiento espiritual-científico. Ya que básicamente nadie se confesará honesta y sinceramente a este movimiento científico-espiritual que no esté penetrado en lo más profundo por el anhelo de superar los prejuicios materialistas. Pero se adhieren firmemente a nuestra forma de pensar, y se adhiere con especial firmeza lo que no es directamente un prejuicio materialista, pero que está conectado con el prejuicio materialista. Está relacionado con el prejuicio materialista, con toda la visión materialista del mundo, que el ser humano no puede desarrollar un poder de pensamiento integral de una manera determinada. Nuestro tiempo se esfuerza por la inteligencia y la lógica, pero los que quieren estar a la cabeza de los esfuerzos científicos o culturales de nuestro tiempo no poseen mucha agudeza mental y lógica.

En nuestra época no se aspira a la claridad total del pensamiento. Si uno apuntara completamente a la claridad del pensamiento, también sería capaz de entender la ciencia espiritual completamente. Quien piensa con claridad no puede argumentar nada en contra de lo que la ciencia espiritual tiene que presentar - por supuesto en su totalidad; ya que el científico espiritual puede equivocarse como el ser humano puede equivocarse generalmente. Se podrían dar innumerables ejemplos que nos muestran que justamente nuestro tiempo es poco proclive a aplicar un pensamiento claro y agudo.

Me gustaría dar un ejemplo sólo de nuestros días. Uno podría leerlo siempre como un juicio muy común de un hombre realmente grande [el general prusiano Carl von Clausewitz (1780-1831) en su obra inacabada Sobre la guerra (1832)], una persona muy significativa. Este juicio se ha repetido, y uno de los comentaristas alemanes de política se lució presentando este juicio una y otra vez. Un gran hombre dijo una vez que la guerra no es más que una continuación de las relaciones políticas con la combinación de diferentes medios. A algunos pensadores, que piensan sólo en el sentido de nuestro tiempo, esto les parece infinitamente lógico: la guerra es una continuación de la política con medios diferentes. Por supuesto, no hay que argumentar nada en contra del significado del hombre que dijo esto. Quiere decir con ello que los pueblos tienen relaciones políticas entre sí de una manera determinada, con lo que ponen en orden sus problemas juntos; si esta política ha llegado a un punto en el que no se puede continuar, entonces... bueno, ¿entonces qué? - Entonces simplemente la guerra es la continuación de la política. En este sentido, el juicio de todos los seres humanos puede ser justificado y aceptado inmediatamente.

Pero si uno piensa un poco, descubre lo unilateral que es ese juicio en la mayoría de los casos. Ya que este juicio es lo mismo que decir, por ejemplo: hay dos seres humanos que son amigos o tienen otra relación que siempre se han llevado bien, tal vez, se han amado infinitamente, y después empiezan a reñir. También se podría decir: la riña es la continuación del amor. La disputa se considera externamente la continuación del amor. Pero sobre la naturaleza de la pelea no se habrá dicho nada en particular si se sabe que esta pelea es la continuación del amor. No se ha conseguido nada con ello; por supuesto, no se ha dicho lo más mínimo sobre la guerra si se mira, de modo que se dice: la guerra es la continuación de la política. De hecho es realmente así en nuestros días que juicios que a pesar de ser juicios más bien unilaterales pueden parecer tremendamente significativos.

Hoy en día se valora un juicio que no exprese nada en particular sobre la naturaleza del asunto en cuestión. Sin embargo, un juicio de este tipo no siempre tiene por qué ser inútil. Incluso puede ser muy fructífero. Pero los que dan testimonio de nuestra visión del mundo deberían penetrar un poco en el velo de maya también en lo que respecta a la vida exterior. Por supuesto, no hay que argumentar en absoluto contra el juicio que se lee en una de cada tres columnas del periódico, porque es un juicio fructífero. Sin embargo, uno experimentaría algo peculiar con la corrección del juicio si uno quisiera examinarlo con un pensar claro. Esto también es cierto si uno puede leer casi en cada columna del periódico: saldremos victoriosos, porque debemos salir victoriosos. - No se puede argumentar nada contra la justificación de este juicio, contra la validez y el valor de este juicio; pero si alguien que se encuentra ante un río y tiene que cruzarlo dice: nadaré, porque debo nadar, la corrección del juicio depende de si es capaz de nadar. En este caso se puede atestiguar la corrección del juicio de un no nadador con un pensamiento claro: Quiero nadar, porque debo nadar. ¿Qué valor tiene este juicio? Tiene un alto valor, porque hay fuerzas, hay valor y confianza, penetran en la voluntad. Es un juicio que motiva la voluntad. No es un juicio que reconozca nada, sino que fortalece la voluntad. Por eso el juicio es significativo e importante. No malinterpreten estos asuntos. Se exponen para mostrar que una comprensión clara de los asuntos es algo diferente de lo que se afirma con tanta frecuencia. En nuestro tiempo, los modos de pensar materialistas están excepcionalmente desarrollados.

Sin embargo, nuestro juicio se nubla mayormente cuando tenemos que examinar lo que dice el científico espiritual. Es cierto que se puede ver todo lo que dice el científico espiritual, incluso aunque uno nunca haya mirado en el mundo espiritual, si se aplica un pensar realmente sano y correcto. No hay nadie que, incluso sin ser clarividente, con solo que tuviera un juicio sano, tenga que oponerse a la ciencia espiritual. Hay otras razones en la naturaleza del ser humano, en el alma del ser humano para oponerse la ciencia espiritual. Una de estas razones es la siguiente sobre todo.

Cuando el ser humano percibe en el mundo físico, su percepción física está siempre apoyada por sus cuerpos físico, etérico y astral. Estos miembros humanos fueron creados en el curso de las evoluciones de Saturno, del Sol y de la Luna, y fueron añadidos al ser humano a través de las fuerzas de las jerarquías divinas. Hoy, son aquello en lo que se han convertido en el pasado. Cuando el ser humano entra en su existencia física, se introduce en aquello que fue preparado para él durante mucho tiempo. Todo eso le sirve de apoyo cuando percibe en el mundo físico. Siempre que percibimos, cada vez que nos formamos una imagen mental, se produce una impresión en nuestro cuerpo físico. No sabemos nada al respecto, pero esta impresión tiene lugar en el cuerpo físico. Por eso tenemos un recuerdo durante la vida física. Solo puede uno imaginarse este asunto correctamente. Si planteamos la pregunta: ¿por qué tenemos un recuerdo en la vida física? - Debemos decir: siempre que formamos una imagen mental, se produce una impresión en el cuerpo físico.

Esta impresión es incluso más o menos como humana. Cualquier imagen mental que formamos no sólo produce - como pretende decir el pensar materialista-fantástico del ser humano - una impresión aquí o allá en el cerebro, sino que cualquier imagen mental causa una impresión en todo el ser humano. Cualquier imagen mental que nos formamos realmente proporciona una impresión que reproduce una especie de la cabeza humana e incluso de las partes superiores del pecho. Es realmente cierto: si ahora pronuncio cien sílabas por minuto, vosotros habéis formado unos cincuenta seres humanos dentro de vosotros mismos en esos minutos, sin embargo, os habéis deshecho rápidamente de esas cincuenta imágenes humanas, alternándose rápidamente entre estos dos procesos. Podéis imaginaros cuántas imágenes humanas habéis formado en vosotros mismos cuando se acabe la hora de esta reflexión. Estas imágenes humanas son más o menos idénticas en su figura externa, pero no son comparables por otra parte; ninguna imagen es completamente idéntica a la otra. Cualquier imagen es diferente de la otra, aunque sólo sea un poco. Es una idea infantil que alguien crea que si tiene una impresión de su mundo exterior y la recuerda mañana, esta impresión se había asentado de alguna forma en él. No se ha asentado en absoluto en él, sino que ha quedado en el ser humano una imagen que se asemeja a la humana. Realmente permanece una imagen humana de cada impresión del mundo exterior.

Y cuando mañana vuelvas a recordar la impresión, transportarás tu alma a esta imagen humana que está en ti. La razón por la que no ves esta imagen humana, sino que recuerdas la impresión, es que lees en tu cuerpo astral. Es realmente una actividad de lectura, una actividad de lectura subconsciente. Exactamente igual que si quieres escribir algo y leerlo después, no describes las letras, sino lo que las letras significan, mañana cuando recuerdes las experiencias de hoy no miras el cuadro que se originó en ti, el fantasma humano que vive allí en ti, sino que lo interpretas. Te transportas a este fantasma humano en tu alma, y tu alma experimenta algo diferente a este fantasma humano. Experimenta lo que experimentó ayer nuevamente.

El ser humano no tiene por qué sorprenderse mucho por esto, porque si leeis el Fausto de Goethe, ¿A qué os enfrentáis cuando lo teneis delante? Con un montón de papel y tinta de impresora en múltiples formas. Materialmente eso es la totalidad del Fausto. Nunca tendrías el Fausto de Goethe si vuestra alma no fuera capaz de trabajar, (interpretando) sobre lo que tenéis en papel y tinta de imprenta ante vosotros. Si no fuerais capaces de descifrar esto, sólo sería papel y tinta de impresora. Con respecto al mundo externo los materialistas discuten perpetuamente que no existe aquello de lo que habla el científico espiritual. Pero estos materialistas son tan astutos como lo sería un ser humano que dijera: ¡qué dices del Fausto de Goethe, no existe en absoluto, y sólo hay papel y tinta de impresora! - Este juicio sobre Fausto es completamente idéntico al juicio que hoy pronuncian los materialistas sobre el mundo. Pero esto también es aplicable a nuestros recuerdos. Mañana, nada de la impresión de hoy está ahí en nuestro ser humano, sino el fantasma, la imagen, y el alma tiene que lidiar con todas las cuestiones restantes trabajando sobre este fantasma. Así como del papel y la tinta de la imprenta en nuestra alma aparece todo el Fausto goetheano, aparece algo de lo que ha quedado como fantasma en nosotros. Es como una reanimación de la impresión de hoy si la recordamos mañana.

Pero esta actividad que debe llevarse a cabo, para que podamos recordar, se realiza para nosotros por medio de nuestro cuerpo físico maravillosamente formado y nuestro cuerpo etérico que fueron preparados a lo largo de las evoluciones de Saturno, Sol y Luna. Ellos lo arreglan, actúan por nosotros. Eso es lo que siente el ser humano que piensa materialmente. Ahora consideren ustedes que la verdad espiritual, que se obtiene, se obtiene sin esta ayuda, que la ayuda del cuerpo físico externo no se consigue. Las fuerzas que actúan, por lo demás, en el cuerpo externo deben venir del interior del alma; deben ser elaborada desde el alma. Si se tiene una percepción espiritual que no es provocada por el mundo externo, no podemos, si queremos recordarlo, transportarnos a un fantasma interno que ha permanecido, pues éste se encuentra en el cuerpo. 

En ese caso sin tal apoyo, debemos trabajar para todo el asunto con una fuerza mucho mayor. Esto no es nada especialmente milagroso. Imagínense sólo cómo la diferencia, a la que me refiero, refleja el asunto en pequeños detalles. Supongamos que hoy alguien lee un poema, y guarda hasta mañana este poema que ha leído hoy. Entonces puede volver a leerlo mañana, pasado mañana de nuevo. Sin embargo, supongamos que no lo guarda, y entonces debe decirlo de memoria. Veis la diferencia: una vez hacemos algo, por así decirlo, que no tiene nada que ver con nosotros; el papel externo lleva lo que tendríamos que hacer, en caso contrario, el papel es un soporte para nosotros de una vez a otra. 

Debemos esforzarnos más cuando reconstruimos el poema de memoria. Por lo tanto, aquel que vive en el mundo espiritual tiene que esforzar su voluntad más que aquel que se apoya en su cuerpo. Sin embargo, esto está relacionado con el hecho de que todo lo que se obtiene en el campo científico-espiritual, incluso lo que sólo debería entenderse de forma general, exige grandes esfuerzos mentales. Un materialista puede ser mucho más lento, más perezoso que un científico espiritual. Esta es la razón o al menos una de las razones por las que los seres humanos son materialistas. No son materialistas, porque se vean obligados por medio de una lógica, sino que son materialistas por miedo, pero también por pereza, porque quieren que cualquier cosa que se produzca en el alma no se produzca por las fuerzas internas del alma, sino que se produzca por lo que está impreso en sus cuerpos, lo que está grabado allí.

Estas son cuestiones que debemos considerar si queremos ver las razones por las que muchas personas son adversarias de la ciencia espiritual. Pero, sobre todo, es difícil por completo manejar el pensamiento cuando se quiere alcanzar algo que el ser humano debe todavía alcanzar cuando atraviesa la puerta de la muerte.

Anteayer ya señalé lo que es esencial para atravesar la puerta de la muerte: se trata del autoconocimiento. Por supuesto, este autoconocimiento no es nada fácil. Algunos de ustedes ya han oído, tal como he dicho, que con respecto a las figuras externas los seres humanos cometen muy a menudo los mayores errores. Hay un filósofo que se menciona a menudo, que vivió en Viena; no me refiero al Maack de Hamburgo que refunfuña sobre la teosofía, sino a Ernst Mach, el filósofo que hay que tomar en serio. Escribió un Análisis de las sensaciones. En él cuenta lo siguiente de forma muy ingenua: Caminaba una vez por la calle; de repente tuve que detenerme, porque una persona se encontró conmigo, y pensé: se trata de una persona con una cara muy desagradable, incluso con una cara intolerable. He aquí que descubrí que había pasado por delante de un espejo, y el espejo estaba colgado de tal manera que me había visto a mí mismo. Allí me di cuenta de lo poco que conocía mi propia figura. - Al verse a sí mismo, se tomó por un ser humano desagradable con un rostro intolerable. Se trata de un profesor de filosofía, un famoso profesor de la actualidad. Y para confirmar lo que había experimentado añade algo más. Cuando ya era profesor desde hacía mucho tiempo, un día fue en tren, llegó muy cansado a una ciudad y se subió a un autobús. Allí vio a un hombre que subía al otro lado, y pensó: ¡qué maestro de escuela tan desanimado se sube! - Sin embargo, luego vio en el lado opuesto un espejo colgado, y descubrió que se había autodenominado maestro de escuela abatido. Llama la atención el hecho de que, como él dice, conocía el tipo con más exactitud que su figura especial.

Ya es difícil reconocerse a sí mismo en lo que respecta a la apariencia del ser humano, pero es aún completamente diferente cuando se trata del alma. Casi no hay otra posibilidad de autoconocimiento en nuestro tiempo que agudizar las fuerzas de conocimiento que podemos tomar de la ciencia espiritual. Los conceptos, las imágenes mentales que tomamos de la ciencia espiritual son adecuados justo en el mejor sentido para agudizar nuestro autoconocimiento. En términos generales, todo se basa en el auto conocimiento, que tomamos del libro La Ciencia Oculta en Esquema. Cualquier imagen mental que tomamos de este libro significa, en realidad, reconocernos a nosotros mismos, conocer lo que es el ser humano en realidad. Cuando estudiamos cómo se crearon gradualmente los cuerpos físico, etérico y astral del ser humano durante las evoluciones de Saturno, Sol y Luna, llegamos a conocer lo que hay en nosotros. Cuando llegamos a conocer lo que hay en nosotros, nuestros poderes de imaginación se agudizan para reconocernos mucho mejor de lo que es posible de otra manera.

¿Hasta qué punto tiene importancia este autoconocimiento para el momento de la muerte? Mientras permanezcamos aquí en el cuerpo físico, el autoconocimiento es sólo conocimiento. Sin embargo, cuando atravesamos la puerta de la muerte, todo se traslada a la fuerza de voluntad que hemos aprendido como autoconocimiento. Cuanto mejor nos reconozcamos a nosotros mismos, más fuerte será un tipo de fuerza de voluntad justo cuando nos hayamos desprendido del cuerpo físico. Supongamos, por ejemplo, que nos hemos dado cuenta aquí de que éramos, digamos, una persona colérica con respecto a ciertas cosas. Sabéis que en la vida física es difícil transformarnos completamente para quitarnos la violencia, aunque lo comprendamos. Pero en el momento en que nos desprendemos del cuerpo físico, cuando simplemente sabemos: eras colérico, eso se convierte en voluntad. 

Esta voluntad se dirige a eliminar la violencia de nuestro ser. Cualquier juicio de conocimiento se convierte, cuando atravesamos la puerta de la muerte, en un juicio de voluntad; se convierte en voluntad. Entonces tiene lugar algo muy significativo que podemos llamar -en cierto sentido- la inversión de algo que se vive antes del nacimiento del ser humano que, sin embargo, se olvida, porque el ser humano no puede mirar atrás a los tiempos que vivió antes de su nacimiento.

Imaginemos, no obstante, que el ser humano ya pudiera hacer hoy, lo que habrá de desarrollar en la futura existencia de Júpiter: Cuando estuviera a punto de volver gradualmente del mundo espiritual a una encarnación, experimentaría algo de forma extremadamente extraña como si viera su figura futura, su vida futura. También contemplaría algo de su figura física. Pero nunca penetraría en ella en esta figura física que se le aparecería en ella como dos puntos. Imaginaos que tuviéramos nuestra figura física como en una niebla cuando nos disponemos hacia el nacimiento. La veríamos como luz, pero allí veríamos puntos impenetrables, oscuros, bolas oscuras, además algunas otras cosas, pero sólo estas bolas oscuras. 

Mucho antes de su nacimiento físico, el ser humano ve -en el tiempo, no en el espacio- ante sí: tú te conviertes en esto. Ya ve cómo su constitución física se forma a partir de la naturaleza de los espíritus de la forma. Esto se le aparece como una figura más o menos luminosa, pero en ella flotan dos bolas oscuras. Cuando el ser humano va al encuentro de la vida física - lo hace parcialmente ya en el cuerpo de su madre - allí absorbe ciertas fuerzas de este entorno que la madre forma entonces. Él siente que va poco a poco vinculándose con esta figura de luz, y entonces siente, como si estuviera en estas dos bolas especialmente. Antes le han parecido impenetrables, ahora él mismo está en ellas y siente las fuerzas que le llegan desde todas partes fluyendo hacia él. Entonces él atraviesa estas dos bolas, el espacio de las bolas; el espacio pierde su impenetrabilidad.

Estos son los lugares donde después irán los ojos. Si uno se acerca a la encarnación físico-terrenal de esa manera, eso son los ojos que no podemos ver, pero mediante los cuales si podemos ver. Son como bolas impenetrables hacia cuyo encuentro vamos. Entonces se penetra en ellas en la última fase, antes de entrar en el mundo físico. Si alguien viviera conscientemente esto, sería, en realidad, un fenómeno milagroso. Imaginaos que el ser humano se dice a sí mismo, saliendo del mundo espiritual y entrando en el mundo físico: ahora vas con tu alma hacia esta figura física. Allí encuentras dos bolas oscuras. No puedes ver a través de ellas con tu alma actual; eso está lleno de sustancia espiritual. - Entonces se adquiere la fuerza para hacer transparente lo que antes era espiritualmente no transparente. Cuando se ve " la primera luz del día " como se suele decir, estos espacios que no eran transparentes son justamente la razón por la que se ve. Vosotros mismos no podéis ver vuestros propios ojos; si los vieseis, no veríais el mundo.

Cuando el ser humano atraviesa la puerta de la muerte, la visión de la muerte es un fenómeno tan milagroso en la vida espiritual del ser humano después de la muerte, porque experimenta algo similar a lo que le sucedió aquí con sus ojos. Solo que lo experimenta con todo su ser conscientemente. Después de la muerte él tiene que experimentar interiormente la sensación de: ahora has dejado atrás el mundo. Hasta ahora tenía el mundo físico ante los ojos como una experiencia física, incluso lo que el cuerpo etérico todavía muestra como un retablo al final. Ahora atraviesa la puerta de la muerte con su autoconocimiento, que luego se convierte en fuerza de voluntad. - Imaginaos ahora que el muerto está aquí. Deja atrás sus experiencias físicas. Irradia su fuerza de voluntad, que ha adquirido a partir de su autoconocimiento. Esta fuerza de voluntad irradiada que se adquiere a través del autoconocimiento se deshace de lo que nos impide mirar en el entorno espiritual.

Así como nos deshacemos de la opacidad del ojo al entrar en el nacimiento, por así decirlo, al igual nos deshacemos de lo que nos impide mirar el mundo espiritual por medio de esta fuerza de voluntad. Nos hacemos transparentes después de la muerte. Este es el acontecimiento significativo.

Cuando el ser humano atraviesa la puerta de la muerte, tiene una visión general de toda su vida como si fuera un inmenso escenario, siempre y cuando tenga el cuerpo etérico consigo. Toda su vida está delante de él. Pero ahora también tiene la sensación: de que se ve a si mismo. Ese eres tú mientras viviste entre el nacimiento y la muerte, todo eso eres tú mismo. - A partir de ahí se agita en él la fuerza completa del autoconocimiento, que ha ganado para sí mismo, y lo traspasa tal como he descrito; de ese modo el cuerpo etérico se va. Entonces es, como si se cayera un velo, y el mundo espiritual que está detrás sale a la luz. Es una experiencia tremenda atravesar la puerta de la muerte y tener la última vida completa ante uno mismo, porque el cuerpo etérico se ha liberado. Entonces el alma tiene la sensación: esta última vida es un velo que te cubre un mundo tremendo que no podías ver en vida. Ahora la fuerza de voluntad, proveniente del autoconocimiento, lucha contra este velo y lo disipa. Mientras el velo se rasga, el mundo espiritual que hay detrás sale a la luz.
No hay que angustiarse, porque alguien pudiera decirse a sí mismo: en nuestro tiempo actual mucha gente no ha hecho nada para conseguir algo de autoconocimiento. Según el juicio de muchas personas, difícilmente se puede ser más listo e inteligente que un actual profesor universitario de filosofía; éste es el ideal de la inteligencia actual. Sin embargo, cualquiera puede estar predispuesto a un autoconocimiento tan pequeño como el de un hombre famoso, incluso un filósofo, que es realmente una persona importante. Cualquiera puede volverse pusilánime y decir: el autoconocimiento está de capa caída. - Por supuesto, si los asuntos fueran de tal manera que los seres humanos dependieran de tener solamente esa fuerza de voluntad del autoconocimiento resultante de la vida del tiempo presente, entonces los seres humanos estarían en una posición bastante mala. En ciertos aspectos, los seres humanos del presente están con razón muy orgullosos del tremendo progreso del conocimiento, que se ha logrado. No hay mas que pensar en cómo un médico de la época actual, que conoce cualquier tendencia actual de la medicina, mira con orgullo a los que eran médicos no hace mucho tiempo. Todos ellos eran tontos, piensa, por supuesto. Con respecto al conocimiento externo, la gente ha logrado muchas cosas en el curso de los últimos siglos y ha descubierto sobre el mundo externo cómo los fenómenos externos están conectados y así sucesivamente. Se han hecho grandes progresos. Pero con respecto al autoconocimiento, los tiempos antiguos por los que hemos pasado en encarnaciones anteriores estaban muy adelantados; tan adelantados, en realidad, que el ser humano actual, si piensa de manera materialista, no tiene idea de lo que debe hacer con lo que viene de los tiempos antiguos. Y lo que el ser humano actual considera como viejos prejuicios, era en el fondo lo que las almas de los tiempos antiguos experimentaban, el autoconocimiento. Sólo se comunican los últimos restos del autoconocimiento.

El ser humano que vive en la tierra no sabe nada de sus encarnaciones anteriores con la conciencia externa habitual. De hecho, sabemos que hay personas entre los teósofos que, después de un tiempo relativamente corto, comienzan a saber mucho sobre sus encarnaciones anteriores. Una vez conocí una sociedad en una ciudad de Europa donde Séneca, Federico el Grande, el emperador José, el duque de Reichstadt, Madame Pompadour, María Antonieta y algunos más estaban sentados en una mesa de café. Pero aparte de aquellos que saben tanto sobre su encarnación anterior después de aprender un poco de teosofía, se sabe que la gente sabe poco o nada sobre su encarnación anterior a través del conocimiento externo ordinario. Ya que, así como es cierto que el ser humano no sabe nada de sus encarnaciones anteriores, únicamente por lo que le proporciona el ciclo humano actual, es igualmente cierto que tiene todo aquello que le quedó de las vidas anteriores para su desarrollo de la voluntad después de la muerte. Allí es diferente entre la muerte y un nuevo nacimiento. Mientras que aquí entre el nacimiento y la muerte las personas no saben nada de sus encarnaciones anteriores, tienen todas las fuerzas de sus encarnaciones anteriores en sí mismas en la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento, pero también lo que se haya experimentado entre la muerte y un nuevo nacimiento.

Cuando el ser humano atraviesa la puerta de la muerte, no solo tiene esa fuerza de voluntad que proviene del autoconocimiento, que la mayoría de las personas no tiene hoy, sino que toda la fuerza de voluntad que no proviene del autoconocimiento en esta vida, proviene de el autoconocimiento que el hombre ha adquirido en épocas anteriores. Para que cuando una persona pase por la puerta de la muerte, no le falte la fuerza de voluntad que quita este tejido que se teje con su propia vida. Pero si el hombre quiere adquirir nueva fuerza de voluntad en el transcurso de los próximos milenios, este autoconocimiento de la antigüedad también sería cada vez más valorado en el ciclo de tiempo actual. Es por eso que la ciencia espiritual debe aparecer para el mayor desarrollo de la humanidad. Porque el curso de la humanidad es tal que la fuerza de voluntad del hombre todavía es suficiente hoy en día, pero que ahora también comienza el tiempo en que esta fuerza de voluntad puede fortalecerse durante el desarrollo de la tierra al familiarizarse con el mundo espiritual.

El desarrollo terrestre de la humanidad estaría expuesto a un riesgo si los seres humanos se resistieran de ahora en adelante hasta el final del desarrollo terrestre a tomar cualquier cosa de la ciencia espiritual. Entonces, por el contrario, el ser humano sería cada vez menos capaz de percibir cualquier cosa de los asuntos y acontecimientos espirituales allá en el mundo espiritual. Será cada vez menos capaz de hacerlo. Sería cada vez menos capaz de penetrar el velo del que he hablado. Vemos pues, la importancia que tiene el autoconocimiento transformado en fuerza de voluntad. Aquí este conocimiento es una auto-observación; allá es la auto-voluntad la que descorre el velo del mundo espiritual. Justo en aquellos que atraviesan la puerta de la muerte se percibe lo importante que es para ellos que ellos mismos vigoricen su fuerza de voluntad como he explicado ahora, la fuerza de voluntad que proviene del autoconocimiento. Por eso es bastante significativo que el ser humano, mientras atraviesa la puerta de la muerte, a través de estas diferentes etapas, se ocupe de lo que está en él mismo de lo que fue durante su vida terrenal.

Si alguien ha tenido convivencia con un fallecido, entonces es de gran importancia para que esta convivencia sea especialmente fecunda que uno ayude al fallecido a fortalecer y realizar su autoconciencia. Esto se entiende definitivamente así: supongamos que alguien, que estuvo aquí en la vida física con nosotros, pasara por la puerta de la muerte. Mientras hemos vivido con él, sabemos cómo era; sabemos lo que le gustaba hacer especialmente. Cuando ha atravesado la puerta de la muerte, tiene la urgente necesidad de suscitar fuertes fuerzas internas para todo lo que desea. Éstas deben surgir de su retrospectiva. Podemos ayudarle si pensamos en él como se nos aparecía en vida; si le prestamos atención, si le enviamos pensamientos que lo caractericen. Además de las diferentes cosas que ya se han dicho sobre nuestra ocupación con los difuntos que nos han dejado, también podemos ayudar a los difuntos mostrándoles, por así decirlo, la imagen de su naturaleza. Así les quitamos cierta tensión desarrollando esa fuerza de voluntad que tiene que rasgar el velo caracterizado.

Por eso sucedió que resultara el otro fenómeno, del que ya os hablé anteayer. Cuando me vi en la necesidad de hablar en el funeral de amigos no hace mucho, cuando sentí la necesidad de expresar lo que vive en los amigos como su naturaleza, justo en el funeral. Allí no hablaba desde la memoria, sino que hablaba mientras mi alma se transponía completamente en la otra alma, después de que ésta ya hubiera atravesado la puerta de la muerte.

Cuando tratas con un alma que ya ha atravesado la puerta de la muerte, se trata de que te transportes a esta alma. Aquí, en el mundo físico, el objeto está ahí, lo ves desde fuera. En el mundo espiritual, estás con todo tu ser en este elemento psico-espiritual. En el caso individual del que os hablé anteayer, sólo fue posible ponerme en el alma de esta persona que había atravesado la puerta de la muerte y que fue caracterizada por mí como una persona que durante largos años antes de su muerte se ocupó de nuestra visión del mundo que vivía completamente en ella, de modo que pudo poner en palabras su propio contenido, su naturaleza, viviendo en la ciencia espiritual y tomando ciertas fuerzas, mientras estaba en su cuerpo etérico. Logré captar esto de los muertos y tuve que decirlo en el funeral.

En otro caso fue diferente. Cuando tuve que hablar en el funeral de nuestro querido Fritz Mitscher, que es especialmente querido por los miembros de nuestra rama aquí, sentí la necesidad de transportarme también en esta alma que había pasado por la puerta de la muerte. Pero ahora surgió la necesidad de poner en palabras lo que esta alma fue en vida para sus amigos y compañeros, que también eran miembros de nuestro movimiento antroposófico, pensar esto junto a esta alma después de la muerte y experimentar juntos lo que motiva y aumenta esa voluntad que resulta del autoconocimiento. Tuve que decir algunas cosas justo en este funeral que armonizan con lo que nuestro querido amigo Fritz Mitscher experimentó en los tiempos de su desarrollo, después de haber llegado a nuestro movimiento científico-espiritual, lo que había aprendido, cómo le había impulsado su karma interno. Las palabras que tuve que pronunciar allí no son mis palabras, como he dicho, vinieron de las fuerzas de su propia alma, pero formadas de manera que expresaran la parte esencial de los años que precedieron a su muerte.

Yo tenía que decir eso - no: Quería decir lo que tenía que decir allí. Por supuesto, estas palabras no eran directamente sus propias palabras; el alma concerniente nunca habría dicho esto de sí mismo en vida. No obstante, es lo que sentía la otra alma que está conectada con el alma del difunto, así como sólo se puede sentir con un alma que ya está desencarnada. Quiero informarles de estas palabras que tuve que pronunciar en el funeral:

Una esperanza que nos llena de felicidad:

Has entrado en el campo

Donde, a través del poder del ser anímico,

las flores del espíritu de la Tierra

se revelan a la investigación.

Tu anhelo estaba ligado desde el principio

Al ser puro, amante de la verdad;

Crear a partir de la luz del espíritu

Fue la meta de la vida sincera

Por lo que te esforzaste sin descanso.

Cultivaste tus hermosos dones

Para pisar con pasos firmes

Caminos brillantes de conocimiento del espíritu

Como verdadero servidor de la verdad

Sin que te perturbase la contradicción mundana

Has ejercitado tus órganos espirituales

Que, con valor y persistencia,

A ambos lados del camino

Repelieron el error por ti

Y abrieron un hueco para la verdad en ti.

 Para ti, para formar tu Ser

Para la revelación de la luz pura

Para que el poder del sol anímico

Brille poderosamente dentro de ti

Fue la preocupación y la alegría de tu vida.

 Otras preocupaciones, otras alegrías

Apenas tocaban tu alma,

Porque el conocimiento te parecía

La luz que da sentido a la existencia,

Te parecía el verdadero valor de tu vida.

Una esperanza, que nos llena de felicidad:

Entraste en el campo

Donde, por el poder del ser anímico,

El espíritu de la Tierra florece

Se revelan a la investigación.

Una pérdida que nos duele profundamente,

Desapareciste del campo

Donde los núcleos terrestres del Espíritu

En el vientre del ser anímico

Maduraron tus sentidos para las esferas.

Siente cómo miramos con amor

En las alturas que ahora

Te llaman a otras obras.

Regala a los amigos que quedaron atrás

Tu poder de los reinos espirituales,

Escucha las súplicas de nuestras almas

enviadas a ti con confianza:

Para nuestro trabajo terrenal aquí necesitamos

Fuerzas fuertes de las tierras de los espíritus,

Por lo que agradecemos a los amigos muertos.

Una esperanza que nos llene de felicidad,

Una pérdida que nos duele profundamente:

Permítenos esperar, que tú, lejano,

sin perderte, ilumines nuestra vida

Como una estrella anímica en el reino de los espíritus.

 Sin embargo, aunque estas palabras no deben ser tomadas como si hubieran sido pronunciadas por el alma, fueron pronunciadas en tal comunidad con el alma, que después de un tiempo relativamente corto esta alma reveló algo que ahora sólo provenía del alma; en absoluto de la mía, sino sólo del alma que había atravesado la puerta de la muerte. Entonces esto sonó de esa manera, y desde entonces estas palabras me suenan siempre:

Por mí, para formar mi Yo

Por la revelación de la luz pura

Para que el poder del sol anímico

pueda brillar poderosamente dentro de mí

Fue la preocupación y la alegría de mi vida.

Otras preocupaciones, otras alegrías

Apenas tocaban mi alma,

Porque el conocimiento me parecía

La luz que da sentido a la existencia,

Me parecía el verdadero valor de mi vida.

 Cuando escuché estas palabras por primera vez -desde entonces ha sucedido varias veces- de esta alma difunta, allí sólo entendí -porque lo que leí allí, está escrito realmente palabra por palabra tal como fue escuchado en conexión con la otra alma- allí sólo entendí que un diálogo podía surgir. En la cremación había dicho:

Por ti, para formar tu Ser

Por la revelación de la luz pura

Para que el poder del sol anímico

pueda brillar poderosamente dentro de ti

Era la preocupación y la alegría de tu vida.

"Tú" y "tuyo" aparecen en estas estrofas. Pero no fue hecho por mí de cualquier manera. Sólo noté, cuando las palabras volvieron del alma fallecida, que estas palabras estaban tan formadas que uno puede citarlas justo también en primera persona:

Por mi, para formar mi Ser

Por la revelación de la luz pura

Se ve un diálogo que llega más allá de la tumba, una especie de comunicación.

Con respecto a esto me gustaría hablar de algo que se menciona a menudo en nuestro movimiento científico-espiritual y que no me cansaré de repetir. En las estrofas, que han sido pronunciadas a un alma difunta, se encuentra algo que recuerda lo que se expresa de forma más significativa allí donde se dice:

Escucha las súplicas de nuestras almas

Enviadas a ti en confianza y seguridad:

Para nuestro trabajo terrenal aquí necesitamos

Fuerzas fuertes de las tierras de los espíritus,

por lo que agradecemos a los amigos muertos.

No toméis tal cosa como simples palabras. Esto habla de algo que está conectado en el sentido más profundamente significativo con todo el ser de nuestro movimiento científico-espiritual. 

Si un alma se ha esforzado tanto como aquella de la que hablo aquí, de modo que ha querido penetrar en lo que podía aprender del conocimiento, de las experiencias con los impulsos científico-espirituales, y atraviesa tan pronto la puerta de la muerte, entonces tal alma puede seguir siendo un colaborador leal. Por eso fue un poco como una súplica cuando invoqué estas palabras a esta alma para que nos ayude en nuestros esfuerzos por el futuro de la tierra. Porque podéis considerar esto como algo seguro: en el curso del desarrollo de la tierra, el abismo entre los seres humanos vivos y los muertos debe ser salvado vivamente a través de nuestra ciencia espiritual. Tenemos que aprender, al igual que los seres humanos que viven en cuerpos físicos, a mirar a los seres humanos muertos no como muertos, sino como vivos entre nosotros, como vivos y creadores. Aquellos que son los llamados muertos están trabajando con nosotros con fuerzas que están a su disposición.

Tenemos que aprovechar vívidamente y no teóricamente los impulsos que la ciencia espiritual tiene que crear y convertir en nosotros en la vida viva que queremos insertar al desarrollo cultural desde el espíritu. Tengo que decir: con respecto a nuestra civilización externa uno necesita la ayuda de aquellos en el futuro que están en los mundos espirituales allá arriba. Los que consiguen la entrada para el movimiento científico-espiritual aquí en la tierra necesitan las almas difuntas. Por eso he dicho que para nuestro trabajo en la tierra necesitamos la fuerza de los reinos espirituales, por lo que agradecemos a los amigos muertos. Hacemos un ruego, por así decirlo, a las almas para que trabajen con nosotros en la tierra. Me refiero a esas almas que siguen trabajando con las fuerzas que están fortalecidas por lo que tomaron aquí y con las cuales penetraron en los mundos espirituales.

A veces parece muy sintomático con qué dificultades y obstáculos se encuentra nuestro trabajo antroposófico en la tierra. Entre varias cosas que se pueden observar una y otra vez, quiero destacar una sola cosa. En una revista del sur de Alemania apareció hace unos años un artículo que causó sensación, porque se rumoreaba que lo había escrito un filósofo muy significativo. El editor de la revista se llama Karl Muth. Ese Karl Muth ha aceptado un artículo de muchas páginas en esos días. Cuando mi Ciencia Oculta en Esquema fue publicada, él trajo este artículo, resumiendo este libro Ciencia Oculta. No habría sido especialmente demasiado difícil para mí erradicar las peores cosas del artículo, las afirmaciones más tontas. Ya que con la verdad de ese gran filósofo es como sigue: muchas personas lo consideran realmente como un gran filósofo. Pero a algunos a los que se acercó en vida -no es necesario que se haya acercado especialmente, que se haya sentado frente a ellos una sola vez- se les aparece como una lapa. A mí se me apareció así, y tuve que luchar contra él. Pero después de haberme escrito una postal tras otra, una carta tras otra, me envió también este artículo en forma de manuscrito. No pude decidirme a leer el artículo, porque ya empezaba de forma demasiado tonta. Allí el autor decía, por ejemplo: Steiner llama ciencia oculta a lo que escribió allí en su libro. Pero no puede haber una ciencia oculta en absoluto, porque esta es la naturaleza de la ciencia que no es secreta, sino que es pública. - Por lo tanto, una ciencia oculta es contradictoria con la naturaleza de la ciencia misma. Así comenzó. Cuando uno pasaba algunas páginas, llegaba a tales locuras impertinentes que me resultaba fatal seguir leyendo, leer el manuscrito. Todavía se encuentra allí en alguna parte. Es una locura, porque basta con saber hablar alemán para sentir esta locura. Es como si alguien dijera: no hay ciencias naturales. Sin embargo, hay ciencias naturales. No hay una ciencia secreta, por supuesto, pero hay una ciencia oculta. Era una tontería, pero el director de la revista pensó que era un artículo especialmente significativo. Mucha gente leyó el artículo, y lo consideró como algo muy inteligente que se escribió sobre la ciencia espiritual a la cual se criticó a fondo.

Luego llegó la guerra. Ese filósofo no es alemán, pero ahora se cuenta entre los peores enemigos de Alemania. Ahora escribe una serie de cartas al mismo Karl Muth que en aquellos días -perdónenme la expresión trivial- se chupaba los dedos por haber conseguido el artículo del famoso filósofo. Ya se ha vaciado mucho veneno sobre Alemania y la nación alemana, pero no se ha escrito nada más tóxico, más espantoso, en realidad, que lo que este famoso filósofo escribió en cartas a Karl Muth. Allí se encuentran los más horribles juicios y críticas sobre el germanismo y la naturaleza alemana. Ahora bien, lo siguiente puede considerarse todavía como una buena señal. El filósofo en cuestión escribió, después de haber escupido veneno, desgraciadamente no con "ciencia oculta", porque la censura no impidió que cruzara la frontera, de modo que llegó incluso a Múnich, y Muth (Muth = valor) encontró el valor para imprimir de nuevo este veneno; ahora, sin embargo, no para imprimir el "artículo significativo de un hombre significativo", sino que - después de años el mismo Karl Muth imprime este escrito sobre los alemanes y escribe: ¡Claro, un hombre que escribe así debería estar en el manicomio! - Ya ves, Karl Muth necesitó este escrito sobre la naturaleza alemana para concluir en que el hombre es un tonto. Sin embargo, hace algunos años, soltó al mismo tonto en nuestra ciencia espiritual. Una persona razonable podría saber esto ya en aquellos días, pero los tontos son a menudo considerados también como filósofos famosos; no depende de ello. Pero ya ves a qué condiciones desfavorables está expuesta la ciencia espiritual. Si no hubiera llegado la guerra y no se hubiera enseñado a Karl Muth que, en realidad, el querido hombre, este profesor Wincenty Lutoslawski, es un necio, en la siguiente oportunidad habría vuelto a aceptar un artículo aniquilador de la ciencia espiritual de la pluma de este "famoso filósofo".

También se ve que en nuestro tiempo los seres humanos no se inclinan a menudo a seguir con su juicio cuál es el punto de vista que tienen que tomar con respecto a la ciencia espiritual. Doy este ejemplo sólo para mostrar - se podrían dar muchos ejemplos de este tipo - a qué obstáculos se expone nuestro movimiento científico-espiritual, que incluso los que deben ser considerados más tarde como tontos se sueltan en él. Entonces se puede justificar también el juicio de que algunas otras cosas que se dicen contra esta ciencia espiritual no son más inteligentes. Ya que donde se ha podido demostrar una vez de forma bastante llamativa, allí se ha demostrado.

Tenemos que darnos cuenta de que también necesitamos las fuerzas de aquellos que atravesaron la puerta de la muerte y que, antes de atravesar esta puerta, tomaron lo que contiene la luz de la ciencia espiritual. Los necesitamos para avivar los impulsos científico-espirituales. El abismo entre los vivos y los muertos debe ser despejado primero en nuestro campo científico-espiritual. Por eso debe aparecer una y otra vez algo así como una advertencia: Queremos mantener la conciencia de que las almas estaban más cerca de nosotros, mientras caminaban en sus cuerpos físicos entre nosotros, como era antes, sólo que de acuerdo a su otra condición de vida. Queremos conservar esto, aunque las almas en cuestión hayan atravesado la puerta de la muerte. Porque es lo más bonito, lo más significativo que podemos obtener de la ciencia espiritual si podemos mirar a los que pasaron por la puerta de la muerte como seres humanos que viven entre nosotros, que se encuentran con nosotros; como se encuentran con nosotros los que viven en sus cuerpos físicos. Esto se convierte en un apoyo esencial, porque ahora tantas almas atraviesan la puerta de la muerte como jóvenes en los campos donde algo nuevo se prepara de la sangre y la muerte, y entregan sus cuerpos etéricos no utilizados al mundo espiritual.

El cuerpo etérico humano está preparado de tal manera que puede suministrar al ser humano fuerzas vitales hasta la edad más avanzada. Si el ser humano atraviesa de forma inesperada la puerta de la muerte en su juventud, quedan sin utilizar las fuerzas que aún podrían haber sido utilizadas aquí si el ser humano hubiera crecido hasta una edad mayor. Ahora podemos mirar hacia el mundo etérico espiritual donde el ser humano todavía permanece algún tiempo después de haber dejado el plano físico. Justamente hay muchos cuerpos etéricos juveniles de los que están disponibles que fueron muertos en acción y pasaron por la puerta de la muerte. Estos cuerpos etéricos no se disuelven inmediatamente, sino que se mantienen unidos y contienen las fuerzas que podrían haber suministrado vida durante mucho tiempo.

Estos cuerpos etéricos estarán allí, serán fuerzas que podrán ayudar a los seres humanos cuando estos miren hacia arriba anhelando con la conciencia de la ciencia espiritual donde está contenida en los cuerpos etéricos no utilizados. Desde arriba estas fuerzas se unen a los que se unen conscientemente con estas fuerzas de la conciencia científico-espiritual. Sintiendo y percibiendo eso, debemos dirigirnos a ellos. Tenemos que dar testimonio vivo del mundo espiritual. Deberíamos ser capaces de decirnos a nosotros mismos: tiene que haber seres humanos justo en el futuro, en el tiempo que sigue a esta guerra, aquí en nuestra tierra que lleven almas en sí mismas que puedan mirar hacia el mundo espiritual, para que estos cuerpos etéricos no utilizados sean realidades para ellos; que se conviertan en realidad para ellos a través de su conocimiento del mundo espiritual. Entonces la ciencia espiritual estará a la altura de lo que no es sólo conocimiento, sino vida real; vida real también por los acontecimientos cargados de destino de nuestro tiempo. Entonces alguien puede decir: hay almas en el mundo que miran hacia los cuerpos etéricos de arriba que desarrollan sus fuerzas no utilizadas, y por eso son capaces de tomar estas fuerzas y trabajar aún más fuerte. Estas fuerzas no utilizadas de los cuerpos etéricos de los que se sacrificaron en los campos de sangre y muerte son fructíferas para las almas de la tierra en el futuro.

Por esta razón, también queremos pensar de nuevo en esa cooperación que puede surgir entre los seres humanos que están inspirados y espiritualizados con el conocimiento científico-espiritual y mirar lo que queda de los cuerpos etéricos de esta guerra, lo que puede surgir de esta interacción interna de las almas. También queremos volver a escribir en nuestras almas aquellas palabras que me gustaría decir ahora al final de nuestras consideraciones de rama, de toda la interrelación de los acontecimientos:


Del valor de los combatientes,

De la sangre de las batallas,

Del dolor de los afligidos,

De los sacrificios de la nación

Crecerán los frutos del espíritu

Si las almas conscientes del espíritu vuelven

sus sentidos a los mundos espirituales.