GA110 Düsseldorf, 14 de abril (a.m.) de 1909 -Los Serafines, Querubines y Tronos provienen de un sistema solar anterior

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 RUDOLF STEINER

LAS JERARQUÍAS ESPIRITUALES Y SU REFLEJO EN EL MUNDO FÍSICO

El antiguo Saturno era tan grande como un globo que tenía como centro el sol de hoy y llegaba hasta el actual Saturno. Evolución de Saturno a Vulcano. Los Serafines, Querubines y Tronos provienen de un sistema solar anterior. Han estado en la vecindad de la divinidad más elevada de todas, es decir, la Trinidad. Los Serafines reciben las ideas de la Trinidad, los Querubines las ponderan, los Tronos las transforman en acción.

 

QUINTA CONFERENCIA

Düsseldorf, 14 de abril (a.m.) de 1909

Hemos tenido la actividad de los Seres espirituales superiores dentro de nuestro Cosmos, traída ante nuestras almas por medio de dos ejemplos, el del antiguo Saturno y el del antiguo Sol, que es la reencarnación, o la obra de Saturno. Ahora será necesario explorar el propio reino espiritual en el que se encuentran estos Seres espirituales superiores, y considerar su acción e influencia desde otro punto de vista. Durante la primera mitad de estas conferencias habrá que decir algunas cosas que muchos de ustedes ya han oído. Pero incluso, aparte del hecho de que hay muchos oyentes aquí que todavía no han oído algunas de las cosas que pueden llamarse introductorias, es necesario repetirlas, porque tenemos que elevarnos en estas conferencias a regiones muy elevadas de la vida espiritual.

A partir de lo que se ha dicho, habréis visto que los Seres espirituales de las más diferentes clases deben estar activos dentro de un sistema cósmico que está en proceso de desarrollo. ¿Qué es en realidad este antiguo Saturno? definamos una imagen precisa de él. Por supuesto, el antiguo Saturno no tiene nada que ver con el Saturno actual. 

Podéis imaginaros fácilmente que en el antiguo Saturno estaban ya incluidos los gérmenes de todo lo que pertenece hoy a la totalidad de nuestro sistema solar; nuestro Sol, Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, etc., todos estos cuerpos estaban dentro del antiguo Saturno y han evolucionado a partir de él. Imaginaos un globo o cuerpo celeste que tuviera el sol como punto central y que llegara tan lejos hacia fuera que el Saturno de hoy estuviera contenido en él, este globo, más grande que nuestro actual sistema solar, os daría una idea correcta del antiguo Saturno. Todo nuestro sistema solar surgió, a partir del antiguo Saturno. Incluso se podría comparar -no exactamente, pero sí aproximadamente- con la niebla primigenia universal de Kant-Laplace, de la que, según la opinión de muchos modernos, se ha formado nuestro sistema solar. Pero la comparación no es del todo exacta, pues la mayoría imagina que una especie de gas fue el punto de partida de nuestro sistema solar, mientras que hemos visto que era un cuerpo de calor, no de gas. El antiguo Saturno era un gigantesco cuerpo de calor.

Y ayer escuchamos que cuando ese antiguo Saturno se transformó en el posterior Sol, los Querubines comenzaron a estar activos desde la circunferencia circundante del Universo. Ahora bien, habréis de tener en cuenta que esos Querubines, que estaban activos, en la periferia del Sol, también estaban ya presentes en la periferia del antiguo Saturno. Sólo que todavía no eran llamados a desempeñar su papel -por decirlo trivialmente, no habían alcanzado aún la etapa en que podían emprender algo importante, pero estaban presentes en el entorno de Saturno. En torno al antiguo Saturno se encontraban todavía otros Seres, de un grado aún más elevado y más sublime que los Querubines, a saber, los Serafines, (Espíritus del Amor). Los Tronos también vinieron de la misma región. Pero los Tronos, que están un grado por debajo de los Querubines, dejan que su sustancia fluya hacia abajo para formar la sustancia cálida de Saturno, como ya hemos mostrado. Así podemos imaginarnos a Saturno como un gigantesco globo de calor, rodeado de círculos de Seres espirituales que son de una naturaleza supremamente elevada y sublime. El esoterismo cristiano los llama Tronos, Querubines, Serafines. Son los Seres Dhyánicos de la Enseñanza Oriental.

¿De dónde vienen estos círculos de Seres sublimes? Todo en el mundo, todo en el Universo ha evolucionado. Y si queremos formarnos una idea del lugar de donde provienen los Querubines, los Serafines y los Tronos, haremos bien en volver nuestro pensamiento a nuestro propio sistema solar y preguntarnos: ¿Qué será algún día de nuestro sistema solar? Deseamos ahora ofrecer un breve esbozo del desarrollo de nuestro sistema solar.  

Sabemos que nuestro actual sistema solar salió del antiguo Saturno, Saturno se transformó en el antiguo Sol, que a su vez se transformó en la antigua Luna. En el tiempo en que el antiguo Sol se convirtió en Luna, comenzó un desarrollo particular. Esta Luna llegado el momento salió del Sol. En la antigua Luna tenemos el primer cuerpo celeste, que está fuera y separado del Sol. El Sol pudo evolucionar más alto, porque arrojó de él las sustancias más gruesas. Todo el sistema se desarrolló entonces hacia nuestra tierra actual. Nuestra tierra llegó a existir porque, junto con todo el resto de la Luna y la Tierra, separó del Sol las sustancias más groseras y los seres que le pertenecían. Pero la evolución va más allá. Los seres que ahora tienen que habitar en la Tierra, separados del Sol, y que han sido arrojados fuera del Sol, aunque excluidos de él se desarrollan cada vez más alto. Tienen que pasar por otra condición más, la de Júpiter. Pero a través de todo esto, están madurando gradualmente hacia la reunificación con el Sol. Y cuando la condición del desarrollo de Venus haya llegado, todos los seres que ahora viven y se mueven en nuestra tierra serán reabsorbidos en el Sol, y el Sol mismo habrá alcanzado una etapa superior de desarrollo, sólo porque habrá redimido de nuevo a todos los seres que antes había excluido. Entonces vendrá el desarrollo de Vulcano, el estado más elevado en el desarrollo de nuestro sistema. Estas son las siete etapas de la evolución de nuestro sistema: Saturno, Sol, Luna, Tierra, Júpiter, Venus y Vulcano. En el desarrollo de Vulcano, todos los Seres que han evolucionado a partir de los pequeños comienzos de la existencia de Saturno, estarán espiritualizados en el más alto grado, habrán crecido no sólo hasta el Sol, sino incluso más alto que el Sol. Vulcano es más que el Sol, y con ello ha alcanzado la madurez del sacrificio, la madurez necesaria para la autodesintegración.

El curso de la evolución es el siguiente: un Sol, que desde el principio está incluido en un sistema de este tipo, tiene al principio que desprenderse de sus planetas, siendo demasiado débil para continuar desarrollándose sin excluirlos. Se fortalece, absorbe de nuevo a sus planetas y se convierte en un Vulcano. Después el conjunto se disuelve, y del globo de Vulcano se forma un globo hueco que es algo así como los círculos de Tronos, Querubines, Serafines, etc. El Sol se disolverá así en el espacio, se sacrificará, enviará su Ser al Universo, y a través de esto se convertirá él mismo en un círculo de Seres como los Tronos, Querubines, Serafines, que avanzarán entonces hacia la nueva creación.

¿Por qué los Tronos están capacitados para dar de su sustancia lo que Saturno necesita? Porque se han preparado en un sistema anterior, a través de siete condiciones como las que atraviesa ahora nuestro sistema solar. Antes de que un sistema de Tronos, Querubines y Serafines pueda evolucionar, debe haber sido un sistema solar en una etapa anterior; lo que significa que cuando el Sol ha llegado a reunirse con sus planetas, se convierte en un círculo, un círculo zodiacal. Lo que hemos llegado a conocer en el Zodíaco, esos grandes y sublimes Seres, son los resultados que nos han llegado de un sistema solar anterior. Lo que ha evolucionado anteriormente dentro de un sistema solar puede ahora enviar su influencia fuera del espacio universal, y producir un nuevo sistema solar, creado a partir de sí mismo. Los Serafines, Querubines y Tronos son para nosotros la más alta Jerarquía entre los Seres divinos, porque ya han pasado por la evolución de su sistema solar y se han elevado a poderosos actos cósmicos de sacrificio.

De ahí que estos Seres hayan llegado a la vecindad directa real de la Divinidad más elevada de la que podemos hablar: la Trinidad, la Divinidad triple. Más allá de los Serafines tenemos que ver esa más alta Divinidad de la que encontramos mención por casi todas las naciones como la triple Divinidad - como Brahma, Shiva, Vishnu, como Padre, Palabra y Espíritu Santo. De esta divinidad suprema, de esta excelentísima Trinidad, surgen los planes de un nuevo sistema cósmico. Mirando hacia atrás en el antiguo Saturno, nos decimos: antes de que este antiguo Saturno llegara a existir, el plan de éste había crecido dentro de la triple Unidad divina. Pero la triple Unidad tiene necesidad de Seres para ejecutar su plan. Estos Seres deben primero prepararse para la tarea. Los Seres que, por así decirlo, están más cerca de Dios mismo, que, como se expresa bellamente en el esoterismo occidental cristiano, "se bañan en la luz del rostro de Dios", son los Serafines, Querubines y Tronos. Éstos retoman los planes de un nuevo sistema cósmico que brota de la triple Unidad divina. Naturalmente, esto se expresa de manera más figurada de lo que realmente es, pues tenemos que expresar con palabras humanas tales actividades sublimes, para las cuales, en verdad, este lenguaje humano no ha sido creado.

 No existen palabras humanas para expresar una actividad tan sublime como aquella, por ejemplo, cuando los Serafines, en el comienzo de nuestro sistema solar, recibieron los planes más elevados de la Triple Unidad divina que contiene la evolución por la que ha de pasar nuestro sistema solar, a saber, Saturno, Sol, Luna, Tierra, Júpiter, Venus y Vulcano. Serafín es un nombre que para los que lo entienden en su verdadero sentido, incluso en el del antiguo esoterismo hebreo, ha significado siempre que la tarea de los Serafines era recibir de la Trinidad las más altas ideas y objetivos para un sistema de mundos. Los Querubines, el siguiente rango inferior de las Jerarquías, tenían la tarea de construir en sabiduría los objetivos e ideas que recibían de los dioses superiores. Así, los Querubines son espíritus de altísima sabiduría, que comprendieron cómo transponer en planes realizables, las inspiraciones que les fueron dadas por los Serafines. Y los Tronos, el tercer grado de las Jerarquías, contando desde arriba, tenían la tarea - naturalmente muy figurada - de poner las cosas en acción, para que lo que había sido pensado en la Sabiduría - estos elevados pensamientos cósmicos que los Serafines habían recibido de los Dioses, y que los Querubines habían meditado, se transformaran en realidad activa.

En realidad vemos, si nos esforzamos por ver con el alma, cómo la primera realización del plan divino se produce con el flujo descendente de la sustancia de fuego de los Tronos. Por lo tanto, los Tronos se nos presentan como aquellos Seres que tienen el poder de transformar en una realidad primaria lo que ha sido pensado primero por los Querubines. Esto tiene lugar porque los Tronos permitieron que su propia sustancia fluyera desde ellos, la sustancia del mundo-fuego original primigenio, hacia el espacio, que había sido elegido para el nuevo sistema-mundo. Si hablamos de forma muy figurada podemos expresarlo así: Un antiguo sistema solar desapareció y se extinguió. Dentro de ese antiguo sistema solar las filas de Serafines, Querubines y Tronos habían evolucionado hasta la más alta perfección. Entonces buscaron, de acuerdo con la inspiración recibida por ellos de la más elevada Unidad Triple, una Esfera dentro del espacio universal y dijeron: "Comenzaremos aquí". Cuando los Serafines asumieron los objetivos del nuevo sistema-mundo, los Querubines elaboraron estos objetivos, y los Tronos vertieron de su propio Ser el fuego primigenio en ese espacio. Así comprendemos los comienzos de nuestro sistema-mundo.

Otros Seres, sin embargo, estaban también presentes en cierto modo, en el antiguo sistema solar, del que el nuestro es el sucesor. Pero estos Seres no se elevaron tanto como los Serafines, los Querubines, los Tronos; sino que ellos se detuvieron en Etapas inferiores, habían llegado en una condición en la que todavía tenían que pasar por un cierto desarrollo, antes de poder ser creativamente activos, antes de poder ofrecer sacrificios. Estos Seres son los de la triple Segunda Jerarquía. La triple Primera Jerarquía es la que acabamos de considerar. Los Seres de la triple segunda Jerarquía son: los Kyriotetes o Dominaciones o Espíritus de la Sabiduría; luego los llamados Mights, Dynamis (o, como Dionisio, el Areopagita, y después de él los Maestros de Occidente los llaman, Virtutes, Virtudes), o Espíritus del Movimiento, y por último los Espíritus de la Forma, que también son llamados por los Maestros de Occidente - Potestades, que significa Potencias.

Ahora debemos preguntarnos: Cuando miramos al antiguo Saturno y vemos la primera Jerarquía que lo rodea, ¿Dónde están entonces los Seres de esa segunda Jerarquía? ¿Dónde podemos buscar las Dominaciones, las Virtudes y las Potestades? Debemos buscarlos dentro del antiguo Saturno. Si los Tronos han llegado, por así decirlo, hasta su límite, debemos buscar las Dominaciones, las Virtudes y las Potestades, o los Espíritus de la Sabiduría, del Movimiento y de la Forma, dentro de Saturno. En el interior del antiguo Saturno, dentro de su masa, también están activos tres rangos de Seres: las Dominaciones, las Virtudes y las Potestades. Son Seres espirituales que operan dentro de la sustancia de Saturno.

Ahora debemos llegar por una vez a un entendimiento con la extraordinaria y fantástica teoría moderna del origen del mundo, y volver a pensar en la teoría de Kant-Laplace. Ésta ha puesto una masa de niebla como punto de partida para nuestro sistema solar, y luego ha imaginado que toda esta gigantesca masa de gas ha comenzado a girar. Se considera extraordinariamente sencillo que con la rotación los planetas exteriores se separen gradualmente. Al principio hay anillos. Luego se contraen. El Sol permanece en el centro y los demás giran a su alrededor. Lo imaginan de forma bastante mecánica. En las escuelas se muestra un experimento muy bonito para aclarar la cosa. Se muestra cómo se forma un sistema solar a pequeña escala, cogiendo un recipiente lleno de agua, echando una gran gota de aceite, cortando luego un trozo de papel, que representa el ecuador, y poniendo un alfiler en él desde arriba. A continuación, la gota de aceite se pone en rotación. Las pequeñas gotas de aceite se separan y dan vueltas, y el demostrador lo muestra a los alumnos, a veces bastante mayores, diciendo: "Ahora tenéis aquí, en pequeño, la formación de un sistema mundial". Y el conjunto se vuelve muy esclarecedor. Porque qué puede iluminar más a uno que ver con sus propios ojos cómo se forma un sistema solar así. Por qué no ver que hubo una vez una gigantesca niebla cósmica que en su rotación soltó los planetas a su alrededor, como esas pequeñas gotas, e hizo que la miniatura de Mercurio y Saturno se soltara de la gran gota de aceite. Hay que maravillarse ante tan ingenuo proceder. Porque el hombre que trata de esclarecer el Sistema Kant-Laplace olvida una cosa -a veces es muy bueno olvidar, sólo que en este caso no sirve-, se olvida de sí mismo, se olvida de que él ha estado al lado y ha hecho girar la cosa. Esto es increíblemente ingenuo, pero la simpleza de la mitología moderna y materialista es muy grande, mayor que la de cualquier otra mitología. Solo en tiempos futuros se podrá comprobar esto. Hay alguien que pone en marcha todo, que lo hace girar. Es necesario, si uno puede pensar en absoluto, si no ha sido abandonado por todos los buenos Espíritus de la Lógica, es necesario presumir que los poderes espirituales están ocupados ahí fuera con la rotación de los globos universales. Aparte del error de situar un gas primitivo en lugar de un fuego primitivo al principio, no se puede suponer que esa masa de gas comenzó a girar por sí misma. Hay que preguntarse: ¿Dónde están las fuerzas y potencias que ponen movimiento en esa masa que para nosotros es de fuego primitivo, para que empiece a suceder algo en su interior? Acabamos de enumerarlas.

Las fuerzas espirituales trabajan desde fuera y desde dentro de nuestro sistema. Los Seres que lo rodean, y que adquirieron sus facultades en sistemas anteriores, trabajan desde fuera. En el interior hay Seres de menor madurez, que diferencian la masa interna, que hacen realidad lo que teníamos en mente cuando hablábamos de las formas de calor que se forman en el interior de Saturno. Son Seres de altísima inteligencia que regulan todo lo que allí ocurre.

¿Cuál es entonces la tarea de los primeros Seres de la segunda triple Jerarquía? Los Espíritus de la Sabiduría o Dominios, o Kyriotetes toman lo que los Tronos o Espíritus de la Voluntad hacen descender del espacio universal, y lo regulan para que se produzca una armoniosa co-relación entre el único globo que se origina - entre Saturno y todo el Universo. En el interior de Saturno todo tiene que ser regulado de tal manera que se corresponda con lo que hay fuera. Lo que los Serafines, Querubines y Tronos, hacen descender a Saturno de la mano de Dios, debe ser designado de tal manera que en el interior de Saturno estas órdenes puedan llevarse a cabo, y estos impulsos se conviertan en realidades. Los Espíritus de la Sabiduría o Kyriotetes reciben de la circunferencia de Saturno lo que desciende por mediación de la más alta Jerarquía, para que lo transformen y lo hagan armonizar con lo que hay en el interior de Saturno.

Lo que es recibido por los Espíritus de la Sabiduría, es trabajado y elaborado por las Virtudes o Espíritus del Movimiento. Y mientras los primeros, dentro de Saturno, tienen, por así decirlo, el mando supremo, los segundos se encargan de llevar a cabo estas indicaciones. Entonces las Potestades o Espíritus de la Forma -más adelante lo explicaremos más detalladamente, ahora lo caracterizamos sólo de manera general- disponen que lo que se está formando según las intenciones del Universo, tenga duración, mientras sea necesario, que no se destruya de nuevo en seguida. Estas Potestades o Espíritus de la Forma son los mantenedores - los sostenedores.

Así, las Dominaciones o Espíritus de la Sabiduría son los directores dentro de Saturno; las Virtudes o Espíritus del Movimiento son los que ejecutan sus direcciones; y las Potestades o Espíritus de la Forma son los mantenedores, los sostenedores de lo que las Virtudes han construido.

Omitiremos hoy el obrar de la tercera Jerarquía, (ya hemos hablado de ella) los Espíritus de la Personalidad o Arcai, los Arcángeles o Espíritus del Fuego y los Ángeles. Hoy nos ocuparemos, con nuestros conocimientos recién adquiridos, de la transición del antiguo Saturno al antiguo Sol. Los procedimientos más esenciales fueron explicados en la última conferencia. Lo que sucede cuando el antiguo Saturno se convierte en Sol, es que el fuego primitivo cambia a una condición de gas o aire, de modo que el antiguo Sol consiste en lo que se llama el residuo del fuego primordial. El fuego primordial se entremezcla con lo que se ha convertido en gas o humo y forma la base de ello. Por lo tanto, se encuentran allí dos sustancias: el fuego primordial y una parte de ese fuego que se ha condensado en gas o humo, llámese como se quiera. Esta es la característica esencial del antiguo Sol. Veremos que nuestro Sol se ha convertido en algo diferente, a través de condiciones transitorias hasta el día de hoy; se ha desarrollado en algo diferente, aunque hay personas que imaginan que el interior de nuestro Sol de hoy también es simplemente una especie de gas.

Si os adentráis en todas las diversas teorías a las que llega nuestra ciencia natural materialista, os quedaréis ciertamente asombrados. Hay, por ejemplo, un librito popular, que se compra mucho debido a su bajo precio, que afirma que nuestro Sol actual no tiene nada sólido en su centro, sino sólo gas. Sólo que este gas -uno no podría creerlo realmente, pero está ahí en un pequeño escrito popular- este gas es tan espeso como la miel o el alquitrán. Al hombre que se eleva a tales ideas de que el gas, bajo condiciones de presión, puede llegar a ser como la miel o el alquitrán, le permitiré de buen grado vagar por una tierra tan perezosa donde el aire tiene la consistencia de la miel, pero no le desearía que tuviera que moverse en un aire que es tan espeso como el alquitrán. Las teorías materialistas tienen excrecencias como éstas.

No estamos hablando ahora de nuestro Sol actual, sino de ese antiguo Sol que realmente consiste en el fuego primordial y en lo que se llama niebla ígnea o aire de fuego. Encontramos esta expresión en Fausto, pues Goethe la conocía bien, y también encontramos la expresión niebla ígnea en la literatura teosófica. Debemos pensar en el antiguo sol como en una mezcla de estas dos sustancias. Sin embargo, esto no ocurrió por sí mismo. Los cuerpos universales no se condensan por sí mismos; los Seres espirituales tienen que provocar este proceso de condensación.

¿Cuáles son los Seres Espirituales que llevaron la condensación de la sustancia desde el antiguo Saturno al antiguo Sol? Estos Seres a los que llamamos Dominaciones, o Espíritu de la Sabiduría. Son ellos los que ahora presionan hacia adentro desde el exterior y los que originalmente presionaron la poderosa masa de Saturno para que se hiciera más pequeña. Las dominaciones ejercieron presión sobre él, hasta que el antiguo Sol se convirtió en el tamaño de un globo, cuya masa, si colocáis el Sol en su centro, debéis imaginar que llega hasta Júpiter. Así, Saturno era un gigantesco globo del mundo, que teniendo nuestro Sol en su centro habría llegado hasta el actual Saturno, un enorme globo, tan grande como nuestro actual sistema solar. El Sol del que acabamos de hablar era un globo que se extendía hasta el Júpiter actual. Este punto marca el límite del antiguo mundo solar. Haréis bien si os imagináis esos planetas exteriores como marcas de los límites de los antiguos mundos. Vemos que nos acercamos gradualmente a la teoría de los planetas, siendo conducidos a ella a través de la actividad de las jerarquías,

Vayamos más allá. Sabemos que la siguiente condición es de nuevo de condensación. La tercera condición de nuestro sistema del mundo es la de la antigua Luna. Aquellos de ustedes que han prestado atención a las comunicaciones del Registro Akáshico saben que la antigua Luna llegó a existir porque la sustancia del Sol se había condensado aún más, hasta la condición de agua. La Luna no contenía aún tierra sólida, sino que estaba compuesta de fuego, aire y agua. Había coordinado así el elemento acuático. El gas o aire se condensó en ella hasta el elemento agua. ¿Quién efectuó esto? Lo hizo la Jerarquía de Seres espirituales que llamamos Mights, Virtudes o Espíritus del Movimiento. Así sucedió por medio de las Virtudes, que la masa de la antigua Luna se contrajo hasta los límites de la órbita del actual Marte. Marte es, pues, el límite que muestra el tamaño de la Luna. Si imaginamos un globo con el Sol actual como centro, y como límite la órbita del Marte actual, tenemos el tamaño de la antigua Luna. Hemos llegado al punto en el que debemos recordar que cuando la antigua Luna se formó a partir de Saturno y el Sol, ocurrió algo bastante nuevo. Una parte de la sustancia densa fue expulsada y surgieron dos globos. Uno de los dos tomó las sustancias y los Seres más sutiles y se convirtió en un Sol más sutil, el segundo se convirtió en una Luna más densa. Esta tercera condición de nuestro sistema planetario se desarrolló de tal manera que, durante un tiempo, permaneció como un solo planeta; luego arrojó de sí mismo un planeta, que permaneció en su vecindad. Al principio, mientras formaba un solo cuerpo, la Luna se extendía hasta la órbita del actual Marte; luego el Sol se contrajo, y fue rodeado por otro cuerpo; aproximadamente en el lugar donde el actual Marte tiene su órbita, estaba más o menos la periferia del cuerpo único original.

  ¿Bajo qué influencia se dividió un solo globo en dos? Sucedió en la época bajo el dominio de los Espíritus del Movimiento, Virtudes o Dynamis. Para aquellos que ya me han seguido en este dominio, no es nuevo escuchar que [en] el Cosmos las cosas suceden de manera muy parecida a como suceden en la vida humana ordinaria. Allí donde los seres evolucionan, hay algunos que avanzan y otros que se quedan atrás, como lo sabe muchos padres que se quejan de que su hijo en la universidad se queda atrás mientras que otros progresan mucho. Se trata, pues, de una diferencia en el "tempo" del desarrollo. Lo mismo ocurre en el Cosmos. Y por ciertas causas, que aprenderemos más tarde, ahora que las Virtudes han entrado en su Misión, entró en juego algo que se llama en todo el Esoterismo, y en todos los Misterios, la "lucha en el Cielo". Esta "lucha en el Cielo" forma parte esencial e integral de todos los Misterios; contiene también el Misterio primigenio sobre el origen del Mal. En un determinado momento de la evolución lunar, las Virtudes habían alcanzado grados de madurez muy diferentes. Algunas de ellas aspiraban a elevarse espiritualmente lo más alto posible; otras, a su vez, se habían quedado atrás, o al menos habían progresado normalmente en su desarrollo. Algunos de los espíritus del movimiento de la antigua Luna habían progresado mucho más que sus compañeros. El resultado fue que estas dos clases de espíritus se dividieron. Los más avanzados se unieron con el cuerpo Solar, y los otros formaron la Luna girando a su alrededor.

Hemos dado ahora una descripción somera de la lucha en el Cielo, el desgarramiento de la antigua Luna, de modo que el planeta que acompaña a la antigua Luna queda bajo el dominio de los espíritus del Movimiento o de las Virtudes que habían quedado rezagados, y el antiguo Sol bajo el dominio de las Virtudes avanzadas.


Algo de esta lucha en el Cielo suena todavía en las primeras frases del divino Gita, donde simbólicamente al comienzo de la batalla se oyen todavía los ecos de aquella poderosa lucha de los cielos. ¡Oh, fue un poderoso campo de batalla! Desde el momento en que las Dominaciones o Kyriotetes llevaron a cabo la formación del antiguo Sol, hasta el momento de la formación de la antigua Luna, cuando las Virtudes o Dynamis asumieron su misión, todo fue un poderoso campo de batalla; una gigantesca lucha reinó en el Cielo. Las Dominaciones habían contraído toda la masa de nuestros sistemas solares hasta el límite de Júpiter, luego las Virtudes o espíritus del movimiento la contrajeron hasta el límite del Marte de hoy. Entre estas dos fronteras planetarias en los cielos se encuentra el gran campo de batalla de la lucha del Cielo. 

¡Mirad ese campo de batalla celestial! Sólo en el siglo XIX el ojo físico ha vuelto a descubrir, por así decirlo, las devastaciones producidas por la Lucha del Cielo. Tienes una multitud de pequeños Planetoides esparcidos entre las órbitas de Marte y Júpiter. Estos son los restos del campo de batalla de la lucha en el Cielo que se libró entre los dos puntos del tiempo cósmico cuando nuestro Sistema Solar se contrajo primero hasta Júpiter, y luego hasta Marte. Y cuando nuestros Astrónomos dirigen sus telescopios hacia los espacios celestes y descubren todavía otros planetoides, éstos son todavía los restos de ese gran campo de batalla, de esa lucha en el Cielo entre las Virtudes avanzadas y las menos avanzadas, y que también provocó la separación de la Luna del Sol.

Así, vemos, cuando consideramos las acciones de los seres espirituales divinos, cómo las cosas externas se nos presentan como la expresión, la fisonomía exterior de esos seres espirituales divinos.

Traducido por J.Luelmo julio 2021


GA147 Münich 27 de agosto de 1913 Lectura de la escritura cósmica en el mundo del espíritu

  Índice

RUDOLF STEINER

SECRETOS DEL UMBRAL

conferencias, celebradas del 24 al 31 de de agosto de 1913, en Münich.


CUARTA CONFERENCIA

Lectura de la escritura cósmica en el mundo del espíritu


Münich 27 de agosto de 1913

El alma, al volverse clarividente, progresará más allá del mundo elemental que hemos estado describiendo en estas conferencias, y penetrará en el mundo espiritual real. Al ascender a ese mundo superior, el alma debe tener en cuenta con mayor fuerza lo que ya se ha indicado. En el mundo elemental hay muchos sucesos y fenómenos que rodean al alma clarividente y que le recuerdan las características, las fuerzas y toda clase de cosas del mundo de los sentidos, pero al ascender al mundo espiritual, el alma encuentra los sucesos y los seres totalmente diferentes. Las capacidades y los puntos de vista con los que se podía desenvolver en el mundo de los sentidos tienen que ser abandonados en un grado mucho mayor. Es terriblemente inquietante enfrentarse a un mundo al que el alma no está en absoluto acostumbrada, dejando atrás todo lo que hasta ahora ha podido experimentar y observar. Sin embargo, cuando consulten mis libros Teosofía o Ciencia Oculta o si recuerdan la reciente representación de las escenas quinta y sexta de El Despertar de las Almas, se les ocurrirá que las descripciones que allí se hacen del mundo espiritual real, tanto las descripciones científicas como las más pictórico-escénicas, utilizan imágenes definitivamente tomadas -se puede decir- de impresiones y observaciones del mundo físico-sensorial.

Recordemos por un momento cómo se describe el viaje a través del Devachán o, como lo he llamado, el País de los Espíritus. Encontrarán que las imágenes utilizadas tienen las características de la percepción sensorial. Esto es, por supuesto, necesario si lo que se propone es escenificar la región de los espíritus, que el ser humano atraviesa entre la muerte y el nuevo nacimiento. Todos los acontecimientos deben ser representados por imágenes tomadas del mundo físico-sensorial. Es fácil imaginar que los tramoyistas de hoy en día no sabrían qué hacer con el tipo de escenografía que se podría traer inmediatamente del mundo espiritual, que no tiene nada en común con el mundo de los sentidos. Por lo tanto, uno se enfrenta a la necesidad de describir la región del espíritu con imágenes tomadas de la observación de los sentidos. Pero hay algo más que eso.

Se podría creer que para representar este mundo, cuyas características son totalmente diferentes del mundo de los sentidos, uno tiene que ayudarse a sí mismo a salir de la dificultad con imágenes perceptibles por los sentidos. Esto no es así. Cuando el alma que se ha vuelto clarividente entra en el mundo espiritual, verá realmente el paisaje como la escenografía exacta de esas dos escenas de la "Región del Espíritu" en El Despertar de las Almas. No son sólo pensadas para caracterizar algo que es totalmente diferente; el alma clarividente está realmente en ese paisaje y rodeada por él. Así como el alma rodeada en el mundo sensorial físico por un paisaje de rocas, montañas, bosques y campos debe darlos por sentado como realidad si está sana, también el alma clarividente, fuera de los cuerpos físico y etérico, puede observarse a sí misma rodeada exactamente de la misma manera por un paisaje construido con estas imágenes. En efecto, las imágenes no han sido elegidas al azar; de hecho, son el entorno real del alma en este mundo. Las escenas cinco y seis de El Despertar de las Almas no surgieron así porque hubiera que expresar algo de un mundo desconocido y, por tanto, se planteara la pregunta: "¿Cómo se puede hacer?". No, este mundo representado aquí es el mundo que rodea al alma y que, hasta cierto punto, simplemente se forma como una imagen.

Sin embargo, es necesario que el alma clarividente entre en la relación correcta con la auténtica realidad del mundo espiritual, la tierra espiritual que no tiene nada en común con el mundo de los sentidos. La relación que el alma debe adquirir con el mundo espiritual se puede entender a partir de una descripción de cómo el alma puede llegar a comprender ese mundo. Imagínense que abren un libro. En la parte superior de la página se encuentra una línea inclinada desde la izquierda arriba hasta la derecha abajo, luego una línea inclinada desde abajo a la izquierda hasta arriba a la derecha, otra línea paralela a la primera y otra paralela a la segunda; luego vienen dos líneas verticales, la segunda más corta que la primera y conectada en la parte superior a su centro. Luego viene algo parecido a un círculo que no está del todo cerrado con una línea horizontal en su centro; finalmente vienen dos líneas verticales iguales unidas en la parte superior. No pasas por todo esto cuando abres un libro y miras lo primero que aparece, ¿verdad? Lees la palabra "cuando". No describes la w como líneas y la e como un círculo incompleto, y así sucesivamente; lees. Cuando miras las formas de las letras que tienes delante, entras en relación con algo que no está impreso en la página; sin embargo, te indica lo que hay en esa página.
Lo mismo ocurre con la relación del alma con todo el mundo de las imágenes de la región espiritual. Lo que el alma tiene que hacer no es simplemente describir lo que hay, pues es mucho más parecido a la lectura. Las imágenes que uno tiene ante sí son, en efecto, una escritura cósmica, un guion, y el alma obtendrá el estado de ánimo interior adecuado al reconocer que todo este mundo de imágenes -tejido como un velo ante el mundo espiritual- está ahí para mediar, para manifestar la verdadera realidad de ese mundo. De ahí que, en el verdadero sentido de la palabra, podamos hablar de lectura de la escritura cósmica en la región espiritual.

No hay que imaginar que aprender a leer esta escritura cósmica sea algo parecido a aprender a leer en el mundo físico. La lectura actual se basa más o menos en la relación de los signos arbitrarios con su significado. Aprender a leer como tenemos que hacer para tales letras arbitrarias es innecesario para leer la escritura cósmica que hace su aparición como un poderoso retablo, expresando el mundo espiritual al alma clarividente. Uno sólo tiene que asimilar con un ser interior abierto e imparcial lo que se muestra como imagen-escenario, porque lo que uno está experimentando allí es verdaderamente la lectura. Se puede decir que el propio significado fluye de las imágenes. Por lo tanto, puede ocurrir que cualquier tipo de interpretación de las imágenes del mundo espiritual como ideas abstractas sea más un obstáculo que una ayuda para conducir al alma directamente a lo que hay detrás de la escritura oculta. Sobre todo, como se describe en la Teosofía y en las escenas de El Despertar de las Almas, es importante dejar que las cosas actúen libremente en uno. Con los profundos poderes internos de uno que llegan a veces de forma sombría a la conciencia, ya habrá habido conjeturas de un mundo espiritual. Para recibir tales indicios, ni siquiera es necesario esforzarse por la clarividencia - téngase esto bien presente. Sólo es necesario mantener la mente y el alma receptivas a tales imágenes, sin oponerse a ellas de manera insensible y materialista, diciendo: "¡Todo esto es una tontería; no existen tales cosas!" Una persona con una actitud receptiva que sigue el movimiento de estas imágenes aprenderá a leerlas. A través de la devoción del alma a las imágenes, se producirá la comprensión necesaria para el mundo del espíritu.

Lo que he descrito es un hecho real, de ahí las numerosas objeciones a la ciencia espiritual que provienen de una perspectiva materialista actual. En general, estas objeciones son, en primer lugar, bastante obvias; luego, también pueden ser muy inteligentes y aparentemente bastante lógicas. Alguien como Ferdinand Fox, que es considerado tan supremamente inteligente no sólo por los seres humanos sino también, muy correctamente, por el propio Ahriman, puede decir: "Oh sí, tú Steiner, describes la conciencia clarividente y hablas del mundo espiritual, pero es meramente una colección de trozos de imágenes sensoriales. ¿Cómo puedes afirmar -frente a toda esa escenografía reunida a partir de imágenes físicas conocidas- que debemos experimentar algo nuevo a partir de ella, algo que no podemos imaginar sin acercarnos al mundo espiritual?"

Esta objeción confundirá a mucha gente; se hace desde el punto de vista de la conciencia actual aparentemente con cierta justificación, incluso con total justificación. Sin embargo, cuando se profundiza en objeciones como las de Ferdinand Fox, se descubre el camino de la verdad: la objeción que acabamos de escuchar se parece mucho a lo que una persona podría decir a alguien que abre una carta: "Bueno, sí, has recibido una carta, pero en ella no hay más que letras del alfabeto y palabras que ya conozco. No te vas a enterar de nada nuevo". Sin embargo, a través de lo que conocemos desde hace mucho tiempo, tal vez seamos capaces de aprender algo que nunca antes habríamos podido soñar. Este es el caso de la imagen-escenario, que no sólo tiene que encontrar su camino hacia el escenario para la representación del Drama Misterio, sino que también se revelará por todos lados a la conciencia clarividente. Hasta cierto punto se compone de imágenes de la memoria del mundo de los sentidos, pero en su aparición como escritura cósmica representa algo que el ser humano no puede experimentar ni en el mundo de los sentidos ni en el mundo elemental. Hay que subrayar una y otra vez que nuestra relación con el mundo espiritual debe compararse con la lectura y no con la visión directa.
Si un hombre en la tierra, que se ha convertido en clarividente, ha de comprender los objetos y sucesos del mundo de los sentidos y mirarlos con una actitud sana y sensata, debe observarlos y describirlos de la manera más precisa posible, pero su relación con el mundo espiritual debe ser diferente. En cuanto cruza el umbral, tiene que hacer algo muy parecido a la lectura. Si nos fijamos en lo que hay que reconocer en esta tierra espiritual para nuestra vida humana, hay ciertamente algo más que puede echar por tierra el argumento de Ferdinand Fox. Sus objeciones no deben tomarse a la ligera, ya que si queremos entender la ciencia espiritual de la manera correcta, debemos dimensionar tales objeciones correctamente. Debemos recordar que muchas personas hoy en día no pueden evitar hacer objeciones, ya que sus ideas y hábitos de pensamiento les dan el terrible temor de estar al borde de la nada cuando oyen hablar del mundo espiritual; por lo tanto, lo rechazan.

Esta relación del ser humano moderno con el mundo espiritual puede comprenderse mejor descubriendo lo que piensa de él alguien bastante bien intencionado. Recientemente ha aparecido un libro que vale la pena leer incluso para aquellos que han adquirido una verdadera comprensión del mundo espiritual. Fue escrito por un hombre que tiene buenas intenciones y al que le gustaría mucho llegar al conocimiento del mundo espiritual, Maurice Maeterlinck; ha sido traducido con el título de A propósito de la muerte. En sus primeros capítulos el autor muestra que quiere entender estas cosas. Sabemos que es hasta cierto punto una persona perspicaz y sensible que se ha dejado influir, entre otros, por Novalis, que se ha especializado un poco en la mística romántica y que ha realizado muchas cosas muy interesantes -teórica y artísticamente- respecto a la relación del ser humano con el mundo suprasensible. Por lo tanto, como ejemplo es particularmente interesante.

Pues bien, en los capítulos de A propósito de la muerte en los que Maeterlinck habla de la relación real del ser humano con el mundo espiritual, su libro se vuelve completamente absurdo. Es un fenómeno interesante que un hombre bienintencionado, con los hábitos de pensamiento de hoy, se convierta en un insensato. No quiero decir esto como una reprobación o una crítica, sino sólo para caracterizar objetivamente lo insensato que puede llegar a ser una persona bien intencionada cuando desea examinar la conexión del alma humana con el mundo espiritual. Maurice Maeterlinck no tiene la menor idea de que exista la posibilidad de fortalecer y vigorizar de tal manera el alma humana que pueda desprenderse de todo lo que se logra mediante la observación de los sentidos y el pensar, sentir y querer ordinarios del plano físico y, de hecho, incluso del mundo elemental. Para mentes como la de Maeterlinck, cuando el alma deja atrás todo lo que implica la observación de los sentidos y el pensar, sentir y querer relacionados con ella, simplemente no queda nada. Por ello, Maeterlinck pide en su libro pruebas del mundo espiritual y hechos sobre él. Por supuesto, es razonable exigir pruebas del mundo espiritual y tenemos todo el derecho a hacerlo, pero no como las exige Maeterlinck. A él le gustaría tener pruebas tan palpables como las que da la ciencia para el plano físico. Y como en el mundo elemental las cosas todavía recuerdan al mundo físico, aceptaría incluso dejarse convencer de la existencia del mundo espiritual por medio de experimentos copiados de los físicos. Eso es lo que exige. Demuestra con ello que no tiene la más rudimentaria comprensión del verdadero mundo espiritual, pues quiere demostrar, mediante métodos tomados del físico, cosas y procesos que nada tienen que ver con el mundo de los sentidos. La verdadera tarea consiste en demostrar que las pruebas que Maeterlinck exige para el mundo espiritual son imposibles.

Con frecuencia he comparado esta exigencia de Maurice Maeterlinck con algo que ha ocurrido en el ámbito de las matemáticas. En una época, los departamentos universitarios de matemáticas recibían continuamente tratados sobre la llamada cuadratura del círculo. La gente intentaba constantemente demostrar geométricamente cómo el área de un círculo podía transformarse en un cuadrado. Hasta hace poco se habían escrito infinidad de trabajos sobre el tema. Pero hoy en día, sólo un aficionado de primera fila podría elaborar un tratado de este tipo, ya que se ha demostrado de forma concluyente que la cuadratura geométrica del círculo no es posible.
Lo que Maeterlinck exige como prueba para el mundo espiritual no es más que la cuadratura del círculo trasladada a la esfera espiritual y está tan fuera de lugar como la otra en el ámbito de las matemáticas. ¿Qué es lo que pide en realidad? Si sabemos que en cuanto cruzamos el umbral hacia el mundo espiritual, nos encontramos en un mundo que no tiene nada en común con el mundo físico o incluso con el mundo elemental, no podemos pedir: "Si quieres demostrarme algo de esto, ten la amabilidad de volver al mundo físico y demostrarme con medios físicos las cosas del mundo espiritual." También podríamos aceptar el hecho de que en todo lo que concierne a la ciencia espiritual obtendremos de las personas más bien intencionadas la clase de absurdos que -transferidos a la vida ordinaria- se mostrarían de inmediato como absurdos. Es como si alguien quisiera que un hombre se pusiera de pie sobre su cabeza mientras sigue caminando con sus pies. Que alguien exija eso y todo el mundo se dará cuenta del disparate que es. Sin embargo, cuando alguien exige el mismo tipo de cosas con respecto a las pruebas del mundo espiritual, es inteligente; es un derecho científico. Su autor no se dará cuenta de su absurdo y tampoco lo harán sus seguidores, especialmente cuando el autor es una persona célebre. El gran error proviene del hecho de que quienes hacen tales afirmaciones nunca han comprendido claramente la relación del hombre con el mundo espiritual.

Si alcanzamos conceptos que sólo pueden obtenerse en el mundo espiritual a través de la conciencia clarividente, naturalmente encontrarán una gran oposición por parte de personas como Ferdinand Fox. Todos los conceptos que hemos de adquirir, por ejemplo, sobre la reencarnación, es decir, los recuerdos verdaderamente genuinos de vidas anteriores en la tierra, tenemos que obtenerlos mediante una cierta actitud necesaria del alma hacia el mundo espiritual, pues sólo desde ese mundo podemos obtener tales conceptos. Cuando hay impresiones, ideas, imágenes mentales en el alma que apuntan a una vida anterior en la tierra, estarán especialmente sujetas al antagonismo de nuestro tiempo. Por supuesto, no se puede negar que justo en estas cosas se cometen las peores tonterías; muchas personas tienen tal o cual experiencia y enseguida la relacionan con tal o cual encarnación anterior. En tales casos, es fácil para nuestros adversarios decir: "Oh sí, todo lo que llega a tu psique son realmente imágenes de experiencias que has tenido en esta vida entre el nacimiento y la muerte, sólo que no las reconoces". Ciertamente, ese es el caso cientos y cientos de veces, pero debe quedar claro que un investigador espiritual tiene un ojo para estas cosas. Realmente puede ocurrir que algo que le ocurre a una persona en la infancia o en la juventud vuelva a la conciencia completamente transformado en la vida posterior; entonces, tal vez porque la persona no lo reconoce, lo toma por una reminiscencia de una vida anterior en la tierra. Este puede ser el caso. Sabemos dentro de nuestros propios círculos antroposóficos con qué facilidad puede ocurrir. Como ven, los recuerdos pueden formarse no sólo de lo que uno ha experimentado claramente; uno también puede tener una impresión que pasa tan rápidamente que no llega a ser totalmente consciente y, sin embargo, puede volver más tarde como un recuerdo distinto. Una persona - si no es suficientemente crítica - puede entonces jurar que se trata de algo en su alma que nunca fue experimentado en su vida actual. Es, pues, comprensible que tales impresiones provoquen todas las tonterías en las personas que se han ocupado, pero no con suficiente seriedad, de la ciencia espiritual. Esto ocurre sobre todo en el caso de la reencarnación, en la que está implicada tanta vanidad y ambición. Para muchas personas es una idea seductora haber sido Julio César o María Antonieta en una vida anterior. Puedo contar hasta veinticinco o veintiséis Marías Magdalenas que he conocido en mi vida. El propio investigador espiritual tiene buenas razones para llamar la atención sobre la maldad que puede suscitar todo esto. Sin embargo, hay que destacar algo más.
En la verdadera clarividencia, las impresiones de una vida anterior en la tierra aparecerán de una determinada manera característica, de modo que un alma clarividente verdaderamente sana las reconocerá con toda seguridad como lo que son. Sabrá inequívocamente que estas impresiones no tienen nada que ver con lo que puede surgir de la vida actual entre el nacimiento y la muerte. Porque las verdaderas reminiscencias, los genuinos recuerdos de vidas anteriores en la tierra que llegan a través de una escrupulosa clarividencia, son demasiado asombrosos para que el alma crea que puede sacarlos de sus profundidades conscientes o inconscientes por cualquier método humanamente posible. Los estudiantes de la ciencia espiritual deben llegar a conocer las experiencias del alma que le llegan desde el exterior. No se trata sólo de los deseos y anhelos, que en efecto desempeñan un gran papel cuando las impresiones son pescadas de las aguas desconocidas del alma en forma cambiada, de modo que no las reconocemos como experiencias de la vida presente; hay una interacción de muchas otras cosas. Pero las percepciones, en su mayoría abrumadoras, de vidas terrestres anteriores son fáciles de distinguir de las impresiones de la vida presente. Por ejemplo: una persona que recibe una impresión verdadera de una vida anterior experimentará interiormente, por ejemplo, lo siguiente, que surge de las profundidades del alma: "Usted fue en su vida anterior tal y tal persona". Y en el momento en que esto ocurra, encontrará que, externamente, en el mundo físico, no puede hacer ningún uso de tal conocimiento. Puede llevarle más lejos en su desarrollo, pero por regla general tiene que decirse a sí mismo: "¡Mira eso: en tu encarnación anterior tenías ese talento especial!" Sin embargo, cuando recibe esa impresión, ya es demasiado viejo para hacer algo con ella. La situación siempre será así, mostrando cómo las impresiones no podrían surgir de la vida actual de uno, pues si uno partiera del sueño o la fantasía ordinaria, se dotaría de cualidades muy diferentes en una encarnación anterior. Cómo era uno en una vida anterior es algo que ordinariamente no podemos imaginar, pues suele ser justo lo contrario de lo que podríamos esperar. La auténtica realidad de una impresión que surge a través de la verdadera clarividencia puede mostrar de una u otra manera nuestra relación con otra persona en la tierra. Sin embargo, debemos recordar que a través de la clarividencia incorrecta se describen muchas encarnaciones anteriores, relacionándonos con nuestros amigos y enemigos cercanos; esto es mayormente una tontería. Si la percepción que recibes es realmente genuina, te mostrará una relación con una persona a la que es imposible acercarse en ese momento. Estas cosas no se pueden aplicar directamente a la vida práctica.

Frente a impresiones como éstas, hay que desarrollar el estado de ánimo necesario para la conciencia clarividente. Naturalmente, cuando uno tiene la impresión: "Estoy conectado de una manera especial con esta persona", la situación debe ser elaborada en la vida; a través de la impresión uno debe volver a tener algún tipo de relación con ella. Pero eso sólo puede ocurrir en una segunda o tercera vida terrenal. Hay que tener un estado de ánimo capaz de esperar pacientemente, un sentimiento que puede describirse como una verdadera calma interior del alma y tranquilidad del espíritu. Esto contribuirá a que juzguemos correctamente nuestra experiencia en el mundo espiritual.

Cuando queremos aprender algo sobre otra persona en el mundo físico, lo hacemos de la manera que nos parezca necesaria. Pero esto no podemos hacerlo con la impresión que exige la tranquilidad del espíritu, la calma del alma y la paciencia. La actitud del alma hacia las impresiones genuinas del mundo espiritual se describe correctamente diciendo,

No esforzarse por nada - esperar en la quietud pacífica,
el propio ser interior lleno de expectación.
(El Despertar del Alma, Escena 3)

En cierto sentido, este estado de ánimo debe extenderse a lo largo de toda la vida del alma para acercarse de forma correcta a sus experiencias clarividentes en el espíritu.
Sin embargo, los Ferdinand Fox no siempre son fáciles de refutar, incluso cuando surgen percepciones interiores de las que se puede decir: "No es humanamente posible que el alma, con sus fuerzas y hábitos adquiridos en la presente vida terrestre, cree en la imaginación lo que surge de sus profundidades; al contrario, si dependiera del alma, habría imaginado algo muy diferente." Incluso cuando uno es capaz de señalar el signo seguro de las impresiones verdaderas, genuinas, espirituales, puede venir un Ferdinand Fox superinteligente y plantear objeciones. Pero uno no responde a las objeciones de los que están algo alejados de la ciencia del espíritu o de los opositores que no quieren saber nada de ella con las palabras: "El ser interior se llena de expectación." Este es el estado de ánimo adecuado para los que se acercan al mundo espiritual, pero ante las objeciones de los oponentes, uno no debe -como científico espiritual- limitarse a esperar con expectación, sino que debe plantear él mismo todas esas objeciones para saber qué objeciones son posibles.

Una de ellas es fácil de entender hoy en día, y se puede encontrar en toda la literatura psicológica, psicopatológica y fisiológica y en los tratados, a veces eruditos, que presumen de ser científicos, como sigue: "Como la vida interior es tan complicada, hay mucho en el subconsciente que no asciende a la conciencia ordinaria". El que es súper inteligente no sólo dirá: "Nuestros deseos y anhelos sacan toda clase de cosas de las profundidades del alma", sino que también dirá: "Cualquier experiencia de la psique provoca una resistencia u oposición secreta contra la experiencia". Aunque siempre experimentará esta reacción, la persona no sabe nada de ella por regla general. Pero puede abrirse paso desde el subconsciente hasta las regiones superiores de la vida anímica". La literatura psicológica, psicopatológica y fisiológica admite lo siguiente, porque los hechos no se pueden negar: Cuando alguien se enamora profundamente de otra persona, tiene que desarrollarse en las profundidades inconscientes del alma, al lado del amor consciente, una terrible antipatía hacia el amado. Y la opinión de muchos psicopatólogos es que si alguien está verdaderamente enamorado, también hay odio en su alma. El odio está presente aunque esté cubierto por la pasión del amor.

Cuando tales cosas surgen de las profundidades del alma, dicen los Ferdinand Fox, son percepciones que muy fácilmente proporcionan la ilusión de no provenir del alma del individuo implicado y, sin embargo, bien pueden hacerlo, porque la vida del alma es muy compleja. A esto sólo podemos responder: ciertamente puede ser así; esto es tan conocido por el investigador espiritual como por el psicólogo, el psiquiatra o el fisiólogo. Cuando se revisa toda la literatura mencionada anteriormente, que trata de las condiciones sanas y malsanas de la vida del alma, nos damos cuenta de que Ferdinand Fox es una persona real, una figura extremadamente importante de la actualidad, que se encuentra en todas partes. No es una invención. Cojan ustedes todos los abundantes escritos de nuestro tiempo y, al estudiarlos, tendrán la impresión de que el notable rostro de Ferdinand Fox les brota de cada página. Parece que hoy en día tiene sus dedos en todos los pasteles científicos. Para contrarrestarlo, hay que insistir una y otra vez, y lo repito en este caso con gusto: demostrar que algo es realidad y no fantasía sólo es posible a través de la propia experiencia vital. Lo he dicho continuamente: El capítulo de la filosofía de Schopenhauer que considera el mundo como una mera imagen mental y no distingue entre idea y percepción real sólo puede ser contradicho por la propia vida. También el argumento de Kant, respecto a la llamada prueba de la existencia de Dios, de que cien dólares imaginarios contienen tantos centavos como cien dólares reales, será demolido por cualquiera que intente pagar sus deudas con dólares imaginarios y no reales.
Por lo tanto, el entrenamiento y la dedicación del alma a la clarividencia deben tomarse como una realidad. No se trata de teorizar; llevamos una vida en el reino del espíritu por medio de la cual podemos distinguir claramente la impresión genuina de una vida anterior en la tierra de una que es falsa, de la misma manera que podemos distinguir el calor de una plancha en nuestra piel de una plancha imaginaria. Si reflexionamos sobre esto, comprenderemos que las objeciones de Ferdinand Fox sobre el mundo espiritual no tienen realmente ninguna importancia, viniendo como vienen de personas que -no diré que no han entrado clarividentemente en el reino del espíritu- sino que nunca han intentado comprenderlo.

Debemos tener siempre presente que cuando cruzamos el umbral del mundo espiritual, entramos en una región del universo que no tiene nada en común con lo que los sentidos pueden percibir o con lo que experimentamos en el mundo físico a través del querer, el pensar y el sentir. Tenemos que acercarnos al mundo espiritual dándonos cuenta de que hay que dejar atrás toda nuestra capacidad de observar y comprender el mundo sensorial físico. Al referirme a la percepción en el mundo elemental, utilicé una imagen que puede sonar grotesca, la de meter la cabeza en un hormiguero, pero así es para nuestra conciencia en el mundo elemental. Allí los pensamientos que tenemos no lo soportan todo pasivamente; sumergimos nuestra conciencia en un mundo (en un mundo-pensamiento, podríamos llamarlo) que se arrastra y se arrastra con vida propia. Una persona tiene que mantenerse firmemente erguida en su alma para soportar los pensamientos que están llenos de su propio movimiento. Aun así, muchas cosas de este mundo elemental de pensamientos rastreros y reptantes nos recuerdan al mundo físico.

Cuando entramos en el mundo espiritual real, nada nos recuerda al mundo físico; allí entramos en un mundo que describiré con una expresión utilizada en mi libro El umbral del mundo espiritual: "un mundo de seres pensantes vivos". Nuestro pensamiento en el mundo físico se asemeja a imágenes-sombra, sombras de pensamientos, cuya sustancia real encontramos en el mundo espiritual; esta sustancia-pensamiento forma allí los seres a los que podemos acercarnos y entrar. Así como los seres humanos en el mundo físico son de carne y hueso, estos seres del mundo espiritual son de sustancia de pensamiento. Son en sí mismos pensamientos, pensamientos reales, nada más que pensamientos, pero están vivos con un ser esencial interno; son seres pensantes vivos. Aunque podemos entrar en su ser interior, no pueden realizar acciones como si tuvieran manos físicas. Cuando están activos, crean relaciones entre ellos, y esto puede compararse con la encarnación en el mundo de los sentidos de los pensamientos en el habla, un pálido reflejo de la realidad espiritual. Podemos acostumbrarnos a experimentar las entidades pensantes vivas en el mundo espiritual. Lo que hacen, lo que son y la forma en que se afectan mutuamente, forman un lenguaje espiritual. Un ser espiritual habla a otro; ¡el lenguaje del pensamiento se habla en el reino del espíritu! Sin embargo, este lenguaje del pensamiento en su totalidad no es sólo el habla, sino que también representa los hechos del mundo espiritual. Es al hablar que estos seres trabajan, se mueven y actúan.

Cuando cruzamos el umbral, entramos en un mundo donde los pensamientos son entidades, las entidades son pensamientos; sin embargo, estos seres del mundo espiritual son mucho más reales que las personas de carne y hueso del mundo de los sentidos. Entramos en un mundo donde la acción consiste en una conversación espiritual, donde las palabras se mueven, aquí, allí y en todas partes, donde algo sucede porque se habla. Tenemos que decir de este mundo espiritual y de los sucesos que allí ocurren lo que se dice en la escena tres de El guardián del umbral:
En este lugar las palabras son hechos
y a ellas deben seguir otros hechos.

Toda la percepción oculta alcanzada para la humanidad por los iniciados de todas las épocas pudo contemplar el significado en un determinado ámbito de esta conversación espiritual que es al mismo tiempo acción espiritual. Se le dio el nombre característico de "La Palabra Cósmica".

Observen ahora que nuestro estudio nos ha llevado al centro mismo del reino espiritual, donde podemos contemplar a estos seres y sus actividades. Sus muchas voces, sus muchos tonos, sus muchas actividades, que suenan en conjunto, forman el Verbo Cósmico en el que nuestro propio ser anímico -el mismo Verbo Cósmico- comienza a encontrarse en casa, de modo que, sonando, nosotros mismos realizamos obras en el mundo espiritual. El término "Verbo Cósmico", utilizado a lo largo de las épocas pasadas por todos los pueblos, expresa un hecho absolutamente cierto de la tierra espiritual. Sin embargo, para comprender su significado en la actualidad, tenemos que acercarnos a la singularidad del mundo espiritual de la manera que hemos tratado de describir en este estudio.

En las diversas épocas y pueblos pasados, el conocimiento oculto ha hablado con mayor o menor comprensión del Verbo Cósmico; también ahora es necesario, si la humanidad no quiere ser devastada por el materialismo, alcanzar una comprensión para tales palabras sobre el mundo espiritual, desde el Drama Misterioso:

En este lugar las palabras son hechos
y a ellas deben seguir otros hechos.

Es imperativo en nuestro tiempo que cuando tales palabras sean pronunciadas desde el conocimiento del mundo espiritual, nuestras almas deben sentir su realidad, deben sentir que representan la realidad. Debemos ser conscientes de que esto es una característica tan exacta del mundo espiritual como cuando al caracterizar el mundo sensorial físico aplicamos imágenes sensoriales ordinarias.

La medida en que nuestra época actual pueda hacer valer palabras como "Aquí, en este lugar, las palabras son hechos y a ellas deben seguir otros hechos", dependerá de la medida en que asuma la ciencia espiritual y de la medida en que los hombres de hoy estén preparados para impedir la fuerza dominante del materialismo que, de lo contrario, sumirá a la civilización humana en el empobrecimiento, la devastación y la decadencia.
Traducido por J.Luelmo jul.2021








ga147 -Münich 24 de agosto de 1913 Secretos del Umbral -Palabras de bienvenida

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RUDOLF STEINER

SECRETOS DEL UMBRAL

conferencias, celebradas del 24 al 31 de de agosto de 1913, en Münich.


PALABRAS DE BIENVENIDA


Münich 24 de agosto de 1913


Habéis oído, queridos amigos, que nuestro Festival de Teatro ha tenido que empezar este año con una cancelación. Muy a mi pesar, no hemos podido ofrecer la representación que teníamos prevista de La Soeur Gardienne, de nuestro querido amigo Edouard Schuré. Aunque había muchas buenas razones para este aplazamiento, ha sido especialmente desafortunado, ya que justo en este momento, justo en este lugar, el importante mensaje de la obra de nuestro amigo debería haberse presentado ante nuestros corazones y almas. Esta dramática presentación de las corrientes subterráneas y de las fluctuaciones de la evolución humana podría habernos dado una mejor comprensión de los tempestuosos acontecimientos de nuestros días, que van y vienen. La inteligencia ordinaria de Europa occidental, educada hoy en día sólo en el plano físico, es incapaz de arrojar luz sobre los sustratos más profundos de estos acontecimientos.

Si se observa con atención y se reflexiona sobre los acontecimientos de Europa del Este, se encontrarán cuestiones significativas que agitan lo que se puede llamar las almas populares de allí. Lo que está ocurriendo sólo puede explicarse estudiando las corrientes que surgen bajo la superficie del mundo físico en la vida de los pueblos. 30 Es curioso el escaso conocimiento del corazón y del alma que los europeos occidentales -con toda su inteligencia- aportan a las raíces profundas de estos movimientos convulsos.

Por lo tanto, debido a estos sucesos inmediatos, parecería un indicio del destino ver un drama que sacara a la superficie tales antagonismos nacionales. Habría sido fascinante no sólo como creación artística, sino también como estímulo para nuestra comprensión de los acontecimientos actuales. Habría puesto ante la visión de nuestra alma dos grupos de personajes contrastados: en uno, el impulso del antiguo alma popular celta que aún se encuentra en Europa occidental; en el otro, el genuino elemento franco-romano. Habríamos podido ver las olas que surgen de las profundidades ocultas tocando nuestro mundo humano y revelándose hacia el exterior en la vida de los sentidos. En el drama de Schuré, en efecto, se nos muestra que, a través de ciertos acontecimientos, una falsedad se difunde en el mundo físico, de tal manera que las relaciones entre los personajes dan expresión a esta falsedad. Entonces - como si de las profundidades insondables de la vida del alma (en este caso, de lo que está vivo en los secretos de la sangre) - una cierta cantidad de verdad se vierte en las falsas relaciones del mundo de los sentidos. El drama habría puesto todo esto ante nuestro ojo interior. En efecto, es importante en nuestro tiempo dejar que tales cosas actúen en nuestros corazones, pues la fuerza de los sentimientos nacionales que yacen bajo la superficie está estallando ante nosotros ahora mismo aquí en Europa, y estos sentimientos y fuerzas no pueden ser comprendidos a menos que volvamos nuestra visión del alma hacia ellos.

En el fondo, hay poca diferencia entre estos acontecimientos externos de hoy y los que agitaban los corazones y las mentes de los pueblos del este y del sureste de Europa hace muchos siglos y que incluso ahora están irrumpiendo fatídicamente en la vida exterior. Se puede decir que el destino se está llevando a cabo de forma imperceptible para el mundo exterior, un destino relacionado con algo que sólo es un síntoma en el plano físico y que se puede expresar en cuatro sílabas. Las semillas de lo que ahora se manifiesta tan fatídicamente fueron sembradas cuando aquella famosa y muy discutida controversia filioque, inflamando las emociones de los pueblos europeos, los dividió en un Oriente y un Occidente separados. ¿Cómo puede nuestra mentalidad moderna entender hoy en día la contienda que llevó a la división de Europa oriental y occidental: si lo que se conoce como Espíritu Santo se origina en el Dios Padre de arriba, como sostiene la Iglesia oriental, o se origina tanto en el Padre como en el Hijo (filio), como sostiene Occidente?
Había razones válidas para que Occidente añadiera entonces el filioque al origen del Espíritu Santo desde el Padre; en ello estaban implicadas todas las fuerzas de la cultura y la civilización que se desarrollaban para el futuro de Europa. Las disputas teológicas derivadas de este Credo no tienen por qué preocuparnos aquí. Lo importante son los acontecimientos anímicos que se expresaron en su día de tal manera que la antigua fe unificada se dividió entre los que decían que el Espíritu viene del Padre y del Hijo, mientras que otros creían que el Espíritu se origina sólo en el Padre.

Esa afirmación expresa lo que está obrando en nuestro propio tiempo, burbujeando y hirviendo bajo la superficie, algo que sólo puede entenderse cuando se aventura un poco en la actividad misteriosa en las profundidades ocultas de las almas populares. En el momento en que el dogma del Espíritu que emana tanto del Padre como del Hijo fue impuesto por la espada carolingia -pues no fue la iglesia papal sino el poder imperial el que fue efectivo- en ese momento se sentó el terreno dentro de la cultura europea para todas esas poderosas y emocionales olas que vemos surgir hoy.

Si hubiéramos podido sumergirnos en el drama de Schuré, bastantes rayos de luz habrían iluminado los acontecimientos actuales. La razón para posponerlo fue la feliz circunstancia de que llegaron tantas solicitudes para El guardián del umbral y El despertar del alma, el título de nuestra última obra, que muchos amigos habrían tenido que ser rechazados si hubiéramos mantenido el programa original. Hubiera sido posible mantenerlo; todo estaba listo: la escenografía estaba terminada, todos los trajes estaban hechos, de modo que si no se hubiera producido la situación que acabamos de describir, esta tercera obra podría haberse representado. Pero en ese caso, algunos de nuestros amigos habrían tenido que dejar de asistir a la fiesta, y naturalmente es más conveniente aplazar una de las obras que excluir de los actos a quienes desean estar presentes.

Lo que habríamos ganado con una representación de El guardián del alma reside en el hecho de que es la obra de nuestro muy estimado amigo, Edouard Schuré. Cuando oímos este nombre, debemos darnos cuenta de que, a través del libro de Schuré Los Grandes Iniciados (Les Grands Inities) y de sus otros trabajos, ha sido en cierto modo el primer abanderado del esoterismo occidental al que hemos decidido dedicarnos. Una y otra vez, debemos recordar la influencia que Edouard Schuré ha tenido en nuestra cultura actual y para el futuro del desarrollo humano. Por lo tanto, no sólo deseo desde lo más profundo de mi corazón, sino también desde el de todos los amigos aquí reunidos, expresar nuestra gran alegría por tener a Edouard Schuré de nuevo entre nosotros para esta conferencia y festival de teatro de Múnich. Estará presente en las conferencias de la mañana, así como en las ocasiones en las que estemos todos juntos; se encontrarán entonces, felizmente, en presencia del hombre cuyo espíritu elevado, cuya perspicacia en las relaciones esotéricas le llevó, por convicción interior, a colocarse de nuevo a nuestro lado durante la batalla que hemos tenido que librar recientemente, como todos ustedes saben, una batalla que no buscamos sino que nos fue impuesta. El estrecho vínculo con Edouard Schuré nos fue mostrado, también, por su franca carta, que ha sido impresa frecuentemente también en nuestras "Mittellungen" y en el excelente folleto de nuestro amigo Eugene Levy La Sra. Annie Besant y la Crisis en la Sociedad Teosófica. Él estuvo con nosotros en la lucha que ha arrojado rayos de luz significativos sobre dónde se encuentra la verdad y dónde la enemistad contra la verdad (pues debe llamarse así) en relación con nuestros esfuerzos.
Es totalmente típico de la otra parte que, después de todo este tiempo, hayan decidido retirar sus insensatas acusaciones de que soy jesuita, pero no se puede dejar de notar su profunda reticencia y su deseo de correr un velo sobre esta admisión. Sin embargo, no pudieron lograrlo sin añadir lo que bien puede llamarse un desprecio insultante del contenido de la carta pública de Edouard Schuré, escrita por su sincero sentido de la verdad. Las dificultades para llevar a cabo este Festival de Múnich, que nunca ha sido una tarea fácil, se han visto incrementadas por las luchas que se nos han impuesto (en las que no vamos a entrar), luchas que nos han costado mucho trabajo y reflexión y que eran realmente innecesarias, al igual que es innecesario continuarlas.

Sería importante ahora señalar brevemente para nuestros amigos lo que se ha hecho para sacar a la luz la verdad. Además de la carta que acabamos de mencionar y del excelente libro de nuestro amigo Levy, que ahora puede conseguirse también en alemán, mencionaré los folletos del Dr. Unger, de Frau Wolfram y de Herr Walther, que estarán disponibles junto con otros libros en la mesa de libros, escritos verdaderamente arrancados a nuestros amigos que sin duda tenían algo mejor que hacer que entrar en una batalla innecesaria por la verdad. Por lo tanto, por su bien, es importante que los panfletos no sólo se escriban, sino que también se lean. También llegará el momento en que nuestros amigos que se toman en serio la verdad tendrán que saber lo que ha estado ocurriendo, por muy poco edificante que sea el conocimiento. Está claro que todo esto ha retrasado mucho nuestro trabajo en Múnich.

Al hablar ahora de este trabajo -como me gustaría hacerlo de nuevo este año- hay que decir lo siguiente: para las personas que realizan entre bastidores todos los difíciles y angustiosos trabajos de este festival, la cancelación de uno de los dramas no facilitó en absoluto sus tareas. Al tener que dar un vuelco a la organización en su conjunto, el trabajo no sólo no disminuyó, sino que aumentó decididamente. Por lo tanto, no supongan que con la omisión de una de las obras, la carga de los preparativos se habrá aligerado, ya que sólo esta parte principal de la organización, a cargo de Fraulein Stinde y Grafin Kalkreuth y sus ayudantes, fue considerablemente más difícil.

También este año siento la necesidad de señalar de todo corazón la forma abnegada y desinteresada en que un grupo tan grande de nuestros amigos se ha dedicado a realizar este encuentro nuestro de Múnich. No podría tener lugar sin la dedicación de tantos de nuestros amigos. Este año, como en el pasado, los preparativos tuvieron que comenzar en junio. Nuestro equipo de artistas, los señores Linde, Hass y Volckert, tuvieron que dedicar de nuevo una enorme cantidad de tiempo a la obra, que entregaron, como ya se ha dicho, completamente terminada; junto a ellos, toda una tropa de fieles personas se ocuparon, trabajando silenciosamente entre bastidores, incluso antes de que la escenografía viera la luz. Es maravilloso, y lo será siempre, encontrar tanta abnegación en esta obra. Por mencionar un ejemplo típico: uno de nuestros amigos al que se le pidió que asumiera dos papeles importantes, uno en El guardián del umbral y El despertar del alma, y el otro en el drama de Schuré, no sabía realmente si sus fuerzas aguantarían los numerosos ensayos necesarios de las tres obras y, sin embargo, asumió alegremente la tarea. Todo esto da testimonio de la dedicación desinteresada que ha ido creciendo en un amplio círculo de amigos de nuestra Sociedad Antroposófica. Todos los que tuvieron que comenzar sus tareas tan pronto, los artistas-pintores, también Fraulein von Eckhardtstein a cargo del vestuario, han estado en ello desde junio. Las personas que participan en las representaciones están trabajando todo el día, de modo que apenas pueden dedicarse a otra cosa. Me perdonarán que no los nombre a todos, pues son bien conocidos por nuestros amigos de la Sociedad Antroposófica. En vista de la larguísima lista que tendría que leer, no se ofenderán si este año vuelvo a hablar en general de los que han contribuido con su ayuda. Debo decir que mi corazón está abrumado de gratitud hacia ellos, como lo están los corazones de cada uno de ustedes, estoy seguro, que han podido disfrutar de lo que nuestros amigos han preparado para esta fiesta de Múnich.
Aunque hasta cierto punto nuestros enemigos surgen por todos lados, también podemos ver cómo nuestro trabajo y nuestros esfuerzos son recibidos cada vez más ampliamente. Muchos amigos se han sentido atraídos por lo que se puede llamar una nueva rama de nuestros esfuerzos, consistente en el gesto expresivo, el movimiento expresivo realizado con belleza y dignidad, algo que se suele denominar arte de la danza. Algunos de ustedes han tenido la oportunidad de descubrir lo que aquí se ha mostrado como euritmia y habrá una nueva oportunidad, pues en una de nuestras reuniones sociales de esta semana queremos mostrar a nuestros amigos algo más de esta rama de nuestra actividad. 33

Esto, queridos amigos, es en esencia lo que tenía que decir a título personal antes de comenzar nuestro ciclo de conferencias.
Traducido por J.Luelmo jul.2021



GA147-Münich 25 de agosto de 1913 ¿Qué es el mal? Los peligros de cruzar el umbral.

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RUDOLF STEINER

SECRETOS DEL UMBRAL

conferencias, celebradas del 24 al 31 de de agosto de 1913, en Münich.


SEGUNDA CONFERENCIA

¿Qué es el mal? Los peligros de cruzar el umbral.


Münich 25 de agosto de 1913

Habrán visto ustedes que las experiencias anímicas de los que aparecen en El Despertar de las Almas tienen lugar en la frontera entre el mundo sensorial físico y los mundos espirituales suprasensibles. Es de gran importancia para la ciencia del espíritu captar esta región fronteriza con la mirada interior, pues es natural que al principio todo lo que el alma humana puede experimentar del mundo suprasensible sea un territorio desconocido desde el punto de vista de nuestras facultades y experiencias anímicas en el mundo sensorial físico.

Cuando una persona se ha familiarizado con el mundo espiritual por medio de los diversos métodos que hemos aprehendido, es decir, cuando el alma ha aprendido a observar, explorar y percibir fuera del cuerpo físico, entonces tal existencia y percepción en el mundo espiritual hace necesario que el alma desarrolle capacidades bastante especiales, fuerzas especiales. Cuando durante su existencia terrestre el alma se esfuerza por alcanzar la conciencia clarividente, tanto si ya lo es como si desea llegar a serlo, debe ser capaz, naturalmente, de permanecer fuera del cuerpo en el mundo espiritual y luego, como ser terrestre, volver a entrar en el cuerpo físico, viviendo como un ser humano terrestre, un ser sensorial normal dentro del mundo sensorial.

Por lo tanto, podemos decir que el alma, al convertirse en clarividente, debe ser capaz de moverse en el mundo espiritual de acuerdo con sus leyes, y a su vez debe ser capaz de volver a cruzar el umbral hacia el mundo físico de los sentidos, comportándose aquí - para decirlo en términos sencillos - correcta y sensatamente. Como las facultades del alma para el mundo espiritual deben ser y son diferentes de las que emplea para los sentidos físicos y el resto del cuerpo físico, el alma tiene que adquirir definitivamente movilidad, si quiere llegar a ser clarividente. Entonces podrá percibir y acoger el mundo espiritual con las facultades necesarias para ello, volviendo al otro lado de la frontera y experimentando ahora el mundo de los sentidos con lo necesario aquí. La obtención de esta adaptabilidad, la capacidad de transformación, nunca es fácil. Sin embargo, si queremos estimar correctamente las diferencias entre el mundo espiritual y el mundo físico de los sentidos, debemos mantener con claridad en nuestra mente precisamente esta región fronteriza entre los dos mundos y el propio umbral por el que el alma debe pasar cuando quiere salir de un mundo y entrar en el otro. Veremos en el curso de estas conferencias cuán perjudicial puede ser para el alma, de muchas maneras diferentes, llevar los hábitos de un mundo al otro, cuando - en una u otra dirección - hay que cruzar el umbral.
 Nuestra conducta al pasar este umbral se hace especialmente difícil por la presencia de seres dentro del orden del mundo que desempeñan un cierto papel en los sucesos mostrados en El Despertar de las Almas y en los demás dramas: los seres luciféricos y los ahrimánicos. En efecto, para conseguir la relación correcta con la transición entre uno y otro mundo de la que hemos estado hablando, es necesario saber cómo comportarse de forma correcta con ambos tipos de seres, los luciféricos y los ahrimánicos. Ahora bien, sería ciertamente conveniente -y esta solución es elegida al menos teóricamente por muchas almas- decir: "Sí, efectivamente, Ahriman parece ser un tipo peligroso. Si tiene tal influencia en el mundo y en los asuntos humanos, lo más sencillo es desterrar del alma humana todos los impulsos que provienen de él." Esto podría parecer la solución más conveniente, pero para el mundo espiritual sería tan sensato como que alguien, para restablecer el equilibrio de una balanza, quitara lo que pesa sobre la inferior. Estos seres que llamamos Ahriman y Lucifer están aquí en el mundo, tienen su tarea en el orden universal, y no se les puede apartar. Además, no se trata de aniquilarlos, sino que -como en el caso de los pesos en ambos lados de la balanza- las fuerzas ahrimánicas y luciféricas deben equilibrarse en su influencia sobre los seres humanos y sobre otros seres. No logramos la verdadera actividad de ninguna de las diversas fuerzas eliminándola, sino colocándonos en la relación correcta con ella. Tenemos una actitud errónea hacia estos seres luciféricos y ahrimánicos limitándonos a decir que son malos y perjudiciales. Aunque estas potencias se rebelan en cierto sentido contra el orden general del universo -que ya había sido diseñado antes de que entraran en él-, esto no se debe a que tengan que ejercer invariablemente una actividad dañina, sino a que -como los demás que hemos conocido como miembros legítimos de los mundos superiores- tienen una esfera de actividad definida en la suma total del universo. Su oposición y rebelión contra el orden cósmico consiste en ir más allá de su propia esfera; ejercen más allá de esta esfera las fuerzas que sólo deberían emplear dentro de su dominio legal. Consideremos desde este punto de vista a Ahrimán o a los seres ahrimánicos.

La mejor manera de definir a Ahriman es decir que es el Señor de la Muerte, el gobernante de todos los poderes que tienen que llevar a cabo en el mundo físico de los sentidos lo que este mundo tiene que tener, la aniquilación y la muerte de sus entidades. La muerte en el mundo de los sentidos es una parte necesaria de su organización, pues de otro modo los seres que lo componen se acumularían en exceso, si no se produjera la destrucción de la vida. La tarea de regular esto de forma lícita recayó en Ahriman desde el mundo espiritual; él es el gobernante del ordenamiento de la muerte. Su dominio soberano es el mundo mineral, un mundo que está completamente muerto. Se puede decir que la muerte se derrama sobre todo el mundo mineral. Además, dado que nuestro mundo terrestre está constituido como tal, el mundo mineral y sus leyes impregnan todos los demás reinos de la naturaleza. Las plantas, los animales, los seres humanos, todos están impregnados, en la medida en que pertenecen a la tierra, por el mineral; absorben las sustancias minerales y, con ellas, todas las fuerzas y leyes del reino mineral; están sujetos a estas leyes en la medida en que forman parte del ser de la tierra. Por lo tanto, todo lo que pertenece justificadamente a la muerte se extiende también a las regiones superiores del dominio legítimo de Ahriman. En lo que nos rodea como naturaleza externa, Ahriman es el legítimo Señor de la Muerte y no debe ser considerado como un poder maligno, sino como aquél cuya influencia en el orden general del mundo es plenamente legítima. Sólo entraremos en una relación correcta con el mundo de los sentidos cuando le aportemos un interés digno de crédito, cuando nuestro interés por el mundo de los sentidos sea tan razonable que podamos ver todo lo que hay en él sin exigir con avidez la vida eterna para ninguna de sus formas físicas; al contrario, que podamos prescindir de ellas cuando encuentren su muerte natural. Ser capaz de regocijarse correctamente en las cosas del mundo de los sentidos, pero no ser tan dependiente de ellas como para contradecir las leyes de la muerte y la decadencia - esta es la relación correcta del ser humano con el mundo de los sentidos. Para llevar a cabo esta correcta relación con el crecimiento y la decadencia, el ser humano tiene los impulsos de Ahriman dentro de sí mismo; por esta razón palpitan en él.
Sin embargo, Ahriman puede sobrepasar sus límites. En primer lugar, puede extralimitarse tanto que se pone a obrar sobre el pensar humano. Un hombre que no ve en el mundo espiritual ni tiene comprensión de él, no creerá que Ahriman pueda poner sus dedos en el pensar humano de una manera muy real - ¡sin embargo, lo hace! En la medida en que el pensar humano vive en el mundo de los sentidos, está ligado al cerebro, que según la ley universal está sujeto a la decadencia. Ahriman tiene que regular el paso del cerebro humano hacia la decadencia, pero cuando sobrepasa su territorio, desarrolla la tendencia a soltar este pensar humano de su instrumento mortal, el cerebro, para hacerlo independiente. Trata de desprender el pensar físico dirigido al mundo de los sentidos del cerebro físico, en cuya corriente de decadencia debe fundirse este pensar cuando el ser humano atraviesa la puerta de la muerte. Ahriman tiene la tendencia, cuando admite al hombre como ser físico en la corriente de la muerte, de arrebatar su pensar de la corriente de la decadencia. A lo largo de toda la vida del hombre, Ahrimán está siempre clavando sus garras en esta actividad pensante y trabajando sobre el ser humano para que su pensar se desprenda de la destrucción. Debido a que Ahriman está activo de esta manera en el pensar humano y a que los hombres atados al mundo de los sentidos naturalmente sólo perciben los efectos de los seres espirituales, aquellos que están así en las garras de Ahriman sienten el impulso de arrancar su pensar de su lugar en el gran orden cósmico. El resultado es el marco mental materialista; esta es la razón por la que los hombres quieren aplicar su pensar sólo al mundo de los sentidos, y las personas que se niegan a creer en un mundo espiritual son las que están particularmente obsesionadas por Ahriman: es él quien entra en su pensar y se impone sobre él para que permanezca en el mundo de los sentidos. En primer lugar, si una persona no se ha convertido en un ocultista práctico, el resultado para su actitud interior será que se convierta en un materialista de rango, que no quiere saber nada de los asuntos espirituales. Es Ahrimán quien lo ha seducido a esto, sólo que él no lo nota. Para Ahrimán, sin embargo, el proceso es el siguiente: cuando logra separar el pensar físico de su base cerebral, lanza al mundo sombras y fantasmas que pululan entonces por el mundo físico; con ellos, Ahrimán intenta continuamente establecer un reino ahrimánico especial.

Acecha incansablemente cuando el pensar del hombre está a punto de pasar a la corriente en la que el hombre mismo atravesará la puerta de la muerte; allí acecha Ahrimán, al acecho para arrebatar y retener tanto como sea posible de este pensar, y para formar de él, para arrancar de su tierra madre, sombras y fantasmas que poblarán el mundo físico. Observados ocultamente, estos fantasmas vagan por el mundo físico perturbando el orden universal; son creaciones que Ahriman realiza de la manera que acabamos de describir. Tendremos el sentimiento correcto hacia Ahrimán cuando apreciemos sus impulsos lícitos, pues cuando los deja entrar en nuestras almas, tenemos una relación correcta con el mundo de los sentidos. Sin embargo, debemos vigilar que no nos tiente de la manera que he indicado. Ciertamente, la política que algunos eligen es más conveniente cuando dicen: "Muy bien, expulsaremos todo impulso ahrimánico de nuestras almas". Pero con este desalojo no se logrará nada, excepto que el otro lado de la balanza será derribado - y quien por medio de teorías equivocadas logra expulsar los impulsos ahrimánicos de su alma, cae presa de los de Lucifer.

Esto se muestra particularmente cuando las personas, rehuyendo la correcta relación con los poderes ahrimánicos, desprecian el mundo de los sentidos y desarraigan su alegría en él. Entonces rechazan su anterior buena relación y para no apegarse a ella, aplastan todo su interés en el mundo físico. Con esto surge un falso ascetismo, que a su vez ofrece el asidero más poderoso para la entrada de los ilícitos impulsos luciféricos. La historia del ascetismo bien podría escribirse presentándolo como una continua seducción de Lucifer. En el falso ascetismo la persona se expone a este tipo de seducción porque en lugar de equilibrar correctamente la balanza, utilizando así la polaridad de las fuerzas, prescinde totalmente de un lado.

Sin embargo, cuando el ser humano hace una estimación correcta del mundo físico de los sentidos, Ahriman está plenamente justificado. El mundo mineral es su propio reino, el reino sobre el que la muerte se derrama continuamente. En los reinos superiores de la naturaleza, Ahrimán es el regulador de la muerte en la medida en que afecta al curso de los acontecimientos y a las criaturas de forma lícita. Lo que podemos rastrear como suprasensible en el mundo externo, lo llamamos por ciertas razones espiritual; lo que es más activo interiormente en el ser humano, lo asignamos al alma. 
Ahriman es un ser más espiritual; Lucifer es más de naturaleza anímica. Ahriman puede ser llamado el señor de todo lo que ocurre en la naturaleza externa; Lucifer penetra con sus impulsos en la naturaleza interna del hombre.

Ahora bien, también existe una tarea lícita que le corresponde a Lucifer, una tarea muy acorde con el orden cósmico universal. La tarea de Lucifer es, en cierto modo, arrancar al hombre y a todo lo que en el mundo pertenece al alma, de vivir y ser absorbido sólo en lo físico-sensorial. Si no hubiera poder luciférico en el mundo, soñaríamos en las percepciones que nos llegan del mundo exterior y en lo que nos llega de ese mundo a través del intelecto. Eso sería una especie de sueño de la existencia del alma humana dentro del mundo de los sentidos. Hay, en efecto, impulsos que no arrancan a nuestra alma del mundo de los sentidos mientras esté temporalmente ligada a él, sino que la elevan a un tipo de vida, de sentimiento y de alegría diferente del que puede ofrecer el mundo de los sentidos. Basta con pensar en lo que la humanidad ha buscado como desarrollo artístico. Allí donde el ser humano crea algo a través de su imaginación y de su vida anímica de sentimientos, dejando de aferrarse dulcemente al mundo de los sentidos para elevarse por encima de él, Lucifer es el poder que lo arranca de ese mundo. Una gran parte de lo que es edificante y liberador en el desarrollo artístico de la humanidad se inspira en Lucifer. Podemos designar algo más como la inspiración de Lucifer: el ser humano tiene la oportunidad a través de los poderes Luciféricos de liberar su pensar de una mera copia fotográfica del mundo de los sentidos; puede elevarse por encima de esto en libertad, lo que hace, por ejemplo, en su filosofía. Desde este punto de vista, todo filosofar es la inspiración de Lucifer. Se podría incluso escribir una historia del desarrollo filosófico de la humanidad, en la medida en que ésta no sea puro positivismo -es decir, que no se atenga a lo externo materialista- y se podría decir: la historia del desarrollo de la filosofía es un testimonio continuo de la inspiración de Lucifer. Todo trabajo creador, de hecho, que se eleva por encima del mundo de los sentidos se lo debemos a las actividades y poderes legítimos de Lucifer.

Sin embargo, Lucifer también puede sobrepasar su dominio, y la rebelión de los seres luciféricos contra el orden cósmico se debe a que sobrepasan el lugar que les corresponde. Lucifer tiene la tendencia a hacerlo continuamente, contaminando la vida sentimental del alma. Ahriman tiene más que ver con nuestro pensar, Lucifer con el sentir, con la vida de las emociones, pasiones, impulsos y deseos. Lucifer es el señor de todo el sentimiento del alma en el mundo sensorial físico. Tiene la tendencia a separar esta vida de sentimientos del alma del mundo físico, a espiritualizarla, y a establecer, se puede decir, en una isla especialmente aislada de la existencia espiritual, un reino luciférico compuesto por todos los sentimientos del alma que pueda apoderarse y llevarse del mundo de los sentidos. Mientras que Ahriman quiere retener el pensar en el mundo físico de los sentidos y hacer de él sombras y fantasmas, visibles para la clarividencia elemental como sombras flotantes y vaporosas, Lucifer hace lo contrario: toma lo que es sentimiento del alma en el mundo físico de los sentidos, lo arranca y lo pone en un reino luciférico especial establecido como un reino aislado similar a su propia naturaleza, en oposición al orden cósmico general.
Podemos formarnos una idea de cómo Lucifer puede llegar a los seres humanos de esta manera considerando con todo el corazón y el alma un fenómeno de la vida humana del que hablaremos más adelante con más detalle: el fenómeno del amor en el más amplio sentido de la palabra, el fundamento de una verdadera vida moral en el orden mundial de la humanidad. Respecto al amor en su sentido más amplio, hay que decir lo siguiente: cuando el amor aparece en el mundo de los sentidos físicos y tiene su efecto en la vida humana, está absolutamente protegido de todo ataque luciférico ilícito si el amor es por otra persona y por el propio bien de esa otra persona. Cuando nos encontramos con algún otro ser humano o con alguien que pertenece a otro reino de la naturaleza en el mundo físico, ese ser nos encuentra con ciertas cualidades. Si somos libremente receptivos a estas cualidades, si somos capaces de conmovernos por ellas, entonces nos imponen nuestro amor y no podemos evitar amar a ese otro ser. El otro ser nos mueve a amarlo.

Cuando la causa del amor no reside en el que ama sino en el objeto del amor, esta forma y tipo de amor en el mundo de los sentidos es una prueba absoluta contra toda influencia de Lucifer. Pero ahora, si observan ustedes la vida humana, verán pronto que otra clase de amor desempeña su papel, en la que una persona ama porque ella misma tiene ciertas cualidades que se sienten satisfechas, o encantadas, o complacidas, cuando puede amar a tal o cual otro ser. Aquí ama por sí mismo; ama porque su disposición es así o asá, y esta disposición particular encuentra su satisfacción al amar a otro.

Este amor, que se puede llamar amor egoísta, también debe existir. Realmente tiene que estar presente en la humanidad. Todo lo que podemos amar en el mundo espiritual, todos los hechos espirituales, todo lo que el amor puede hacer vivir en nosotros como un anhelo y un impulso hacia el mundo espiritual, para comprender a los seres del mundo espiritual, para percibir el mundo espiritual: todo esto surge naturalmente de un amor sensible por ese mundo. Este amor por lo espiritual, sin embargo, debe -no puede sino que debe- surgir necesariamente por nuestro propio bien. Somos seres cuyas raíces están en el mundo espiritual. Es nuestro deber hacernos tan perfectos como podamos. Por nuestro propio bien, debemos amar el mundo espiritual para atraer el mayor número posible de fuerzas de él hacia nuestro propio ser. En el amor espiritual está plenamente justificado un elemento personal, individual -podemos llamarlo egoísta-, porque desprende al hombre del mundo de los sentidos; lo conduce hacia arriba, hacia el mundo espiritual; lo lleva a cumplir el deber necesario de llevarse continuamente más y más lejos hacia la perfección.

Ahora bien, Lucifer tiene la tendencia a intercambiar los dos mundos entre sí. En el amor humano, siempre que una persona ama en el mundo de los sentidos físicos para sí mismo con un rastro de egoísmo, ocurre porque Lucifer quiere hacer que el amor físico sea similar al amor espiritual. Entonces puede sacarlo del mundo sensorial físico y llevarlo a su propio reino especial. Esto significa que todo el amor que puede llamarse egoísta y que no está ahí por el bien del amado sino por el bien del que ama, está expuesto a los impulsos de Lucifer.
Si consideramos lo que se ha dicho, veremos que en esta cultura materialista moderna hay muchas razones para señalar estos alicientes luciféricos con respecto al amor, pues gran parte de nuestra perspectiva y literatura actuales, especialmente la de la medicina, está impregnada de la concepción luciférica del amor. Tendríamos que tocar un tema bastante ofensivo si tratáramos esto con más detalle. El elemento luciférico en el amor es en realidad apreciado por una gran parte de nuestra ciencia médica; a los hombres se les dice una y otra vez -pues es el mundo masculino el que se ve especialmente favorecido en esto- que deben cultivar una determinada esfera del amor como necesaria para su salud, es decir, necesaria para su propio bien. Se dan muchos consejos en este sentido y se recomiendan ciertas experiencias amorosas que no surgen de un amor por el otro ser, sino porque se presumen indispensables en la vida del varón. Tales argumentos -incluso cuando se revisten con los ropajes de la ciencia- no son más que inspiraciones del elemento luciférico en el mundo; una gran parte de la ciencia está penetrada simplemente por puntos de vista luciféricos. Lucifer encuentra los mejores reclutas para su reino entre aquellos que permiten que se les den tales consejos y que creen que son imperativos para el bienestar de su persona. Es absolutamente necesario que conozcamos estas cosas. Hay que insistir una y otra vez en las palabras que cité ayer: La gente nunca se da cuenta del diablo, ya sea en forma luciférica o ahrimánica, ¡incluso cuando los tiene agarrados por el cuello! La gente no ve que el científico materialista que da los consejos que acabamos de mencionar está bajo el yugo de Lucifer. Ellos niegan a Lucifer porque niegan todos los mundos espirituales.

Vemos pues que lo que es grande y sublime por un lado, que lleva y eleva la evolución de la humanidad depende de Lucifer. La humanidad debe comprender cómo mantener los impulsos que provienen de él en el lugar que les corresponde. Allí donde Lucifer hace su aparición como guardián de la belleza y la gloria, como patrón de los impulsos artísticos, surge en la humanidad de su actividad un poder grande y sublime. Pero también hay un lado de sombra en la actividad de Lucifer. En todas partes intenta arrancar el lado emocional del alma del organismo de los sentidos y hacerlo independiente, impregnado de egoísmo y egocentrismo. Así entra en la naturaleza emocional del alma el elemento de la voluntad propia y otras tendencias semejantes. Una persona puede entonces formar para sí misma en una actividad libre -con una mano generosa, se puede decir- todo tipo de ideas sobre el universo. ¡Cuántas personas se entregan al filosofar, se lo sacan de la manga, sin preocuparse en lo más mínimo de si sus especulaciones están de acuerdo con el curso general del orden universal! Estos filósofos excéntricos se encuentran realmente en gran número en todo el mundo. Enamorados de sus propias ideas, no logran contrarrestar el elemento luciférico con el ahrimánico, que siempre se pregunta si todo lo que el hombre adquiere por su pensar en el mundo de los sentidos físicos cuadra realmente con las leyes del mundo físico. Así que vemos a estas personas corriendo con sus opiniones, que no son más que un montón de entusiasmos fanáticos incompatibles con el orden cósmico. Es del lado de la sombra del impulso luciférico que surgen todos estos entusiasmos fanáticos, las opiniones egoístas y confusas, las ideas excéntricas y el idealismo falso y extravagante. Sin embargo, lo más significativo es que es en la frontera o umbral entre lo sensible y lo suprasensible donde estos elementos lucifericos y ahrimanicos se enfrentan a nosotros, cuando miramos con los ojos de la conciencia clarividente.
Cuando el alma humana asume la tarea de hacerse capaz de mirar en el mundo espiritual y obtener allí una visión, asume por sí misma, más que nada, una tarea que de otro modo es llevada a cabo por la guía subconsciente de la vida anímica. La naturaleza y sus leyes se encargan de que en la vida cotidiana el hombre no transfiera a menudo las costumbres y reglamentos de un reino a otro; el orden natural estaría totalmente fuera de control si los mundos separados se mezclaran. Hemos subrayado hace un momento que el amor por el mundo espiritual debe evolucionar de tal manera que el ser humano desarrolle en sí mismo, ante todo, una fuerza interior omnipresente, así como un afán de superación. Tiene que fijar su mirada en sí mismo cuando alimenta su amor por el mundo espiritual. Sin embargo, si transfiere a los sentidos el tipo de ardor que puede guiarle en el mundo espiritual hacia lo más sublime, le llevará a lo más detestable. Hay personas que en su experiencia física exterior y en sus actividades cotidianas no tienen ningún interés especial por el mundo espiritual. Se dice que tales personas hoy en día no son infrecuentes. Pero la naturaleza no nos permite utilizar la estrategia del avestruz en sus asuntos. La estrategia del avestruz, como saben, consiste en que el pájaro mete la cabeza en la arena y cree que las cosas que no ve no están ahí. Las mentes materialistas creen que el mundo espiritual no está ahí; no lo ven. Son verdaderos avestruces.

Sin embargo, en lo más profundo de sus almas, el anhelo por el mundo espiritual no deja de existir sólo porque ellos se adormezcan y nieguen su realidad. En realidad está ahí. En todas las almas humanas, por muy materialistas que sean, el deseo y el amor por el mundo espiritual están vivos, pero las personas que adormecen su naturaleza anímica son inconscientes del anhelo.

Existe la ley de que algo reprimido y adormecido en un punto estallará en otro. La consecuencia de la represión del impulso egoísta hacia el mundo espiritual es que éste se empuja hacia los deseos sensoriales. El tipo de amor debido al mundo espiritual se lanza desde allí hacia los impulsos, pasiones y deseos sensuales, y estos impulsos se vuelven perversos. La perversidad de los impulsos sensuales y sus anormalidades repelentes son el espejo de lo que podrían ser nobles virtudes en el mundo espiritual, si los seres humanos utilizaran para el mundo espiritual todas las fuerzas vertidas en el mundo físico. Debemos considerar esto seriamente: lo que se expresa en el mundo de los sentidos como impulsos repugnantes podría -si se utilizara en el mundo espiritual- lograr allí algo del más sublime carácter. Esto es inmensamente significativo.

Se ve cómo, en este sentido, lo sublime se transforma en horrible cuando la frontera entre el mundo físico de los sentidos y el mundo suprasensible no es observada o valorada de la manera correcta. La conciencia clarividente debe desarrollarse de modo que el alma clarividente pueda vivir en los mundos suprasensibles según las leyes de esos mundos; entonces debe ser capaz de volver a su vida en el cuerpo sin dejarse llevar por las leyes de los mundos suprasensibles en el mundo sensorial físico cotidiano.
Supongamos que un alma no pudiera hacer esto - entonces ocurriría lo siguiente. Veremos que el alma, al pasar por la región fronteriza entre un mundo y otro, aprende sobre todo a conducirse de manera correcta mediante el encuentro con el Guardián del Umbral. Pero supongamos que un alma, habiéndose hecho clarividente (esto puede suceder muy bien), se ha hecho clarividente, por diversas circunstancias, sin encontrarse correctamente con el Guardián del Umbral. Tal alma podría ver en los mundos suprasensibles clarividentemente y tener percepciones allí, pero regresaría después al mundo sensorial físico tras entrar erróneamente en el mundo espiritual y meramente mordisquear las golosinas allí. Tales comedores de golosinas en el mundo espiritual son numerosos y se puede decir verdaderamente que mordisquear allí es mucho más serio que en el mundo sensible. Después de mordisquear el mundo espiritual, sucede muy a menudo que una persona lleva de vuelta al mundo de los sentidos lo que ha experimentado, pero la experiencia se encoge y se condensa. Un clarividente de este tipo, que no se comporta según las leyes del orden universal, vuelve al mundo sensorial físico llevando consigo las imágenes e impresiones condensadas de los mundos suprasensibles. Ya no se limitará a mirar y reflexionar sobre el mundo físico, sino que mientras viva dentro de su cuerpo físico tendrá ante sí las secuelas del mundo espiritual en imágenes bastante similares a las de los sentidos, excepto que no tienen relación con la realidad, son sólo ilusiones, alucinaciones, imágenes de sueños.

Una persona que es capaz de mirar de manera correcta en el mundo espiritual nunca más confundirá la realidad y lo fantástico. En esto, la filosofía de Schopenhauer, en la medida en que es errónea, se refuta a sí misma. En el caso de su mayor error -que todo nuestro entorno no es más que nuestra imagen mental- se refuta a sí misma incluso en el mundo de los sentidos. Si presionas la afirmación de Schopenhauer, se mostrará como una falacia, ya que serás guiado por la vida misma para distinguir entre el hierro calentado a 900 grados que es realmente perceptible y el hierro imaginado de 900 grados que no causará ningún dolor. La vida misma revela la diferencia entre la realidad y la fantasía cuando se vive en el mundo real con las capacidades que le son propias. Incluso la afirmación de Kant con la que formuló su supuesta prueba de Dios, es decir, que cien dólares imaginados tienen el mismo valor que cien reales, también será contradicha por la vida. Ciertamente, cien dólares imaginados contienen tantos centavos como cien reales, pero a pesar de ello hay una diferencia que aflora con fuerza en la vida real. Yo recomendaría a cualquiera que considere correcta la afirmación de Kant que intente pagar una deuda de cien dólares con moneda imaginaria; notará la diferencia enseguida.
Si esto es así en el mundo físico de los sentidos, cuando uno se mantiene realmente firme en él y observa sus leyes, lo mismo ocurre con los mundos suprasensibles. Si uno sólo mordisquea estos últimos, no tendrá ninguna protección para no confundir la ilusión con la verdad; cuando las imágenes se encogen y condensan, uno toma lo que debería ser meramente imagen por realidad. Los dulces, también, que tal persona lleva dentro de sí desde el mundo espiritual son un botín especial para que Ahriman se abalance sobre ellos. De lo que puede sacar del pensar humano ordinario sólo obtiene sombras aéreas, pero -para decirlo claramente- obtiene sombras bien acolchadas y fantasmas regordetes cuando presiona fuera de las individualidades corporales humanas (tan bien como puede) las falsas imágenes ilusorias creadas al mordisquear a escondidas en el mundo espiritual. De esta manera ahrimánica, el mundo sensorial físico está poblado de sombras y fantasmas espirituales que ofrecen una seria resistencia al orden cósmico general.

De todo esto, vemos cómo la influencia ahrimánica puede invadir más fuertemente cuando sobrepasa sus límites y trabaja contra el orden cósmico general; se convierte en el mal, especialmente en la perversión de su actividad lícita.

No existe el mal esencial. Todo lo malo surge de esto, algo que es bueno en una dirección se pone en uso en el mundo en otra dirección y así se convierte en malo. De una manera algo similar, la influencia luciférica, la inducción a todo lo que es noble y sublime, puede volverse peligrosa, sumamente peligrosa, particularmente para el alma que se ha vuelto clarividente. Esto ocurre justamente en la situación contraria. Ya vimos antes lo que sucede cuando un alma pica en el mundo espiritual, es decir, percibe algo allí, pero luego al volver al mundo sensorial físico no se dice a sí misma: "Aquí no puedes usar el mismo tipo de imágenes de pensamiento que son adecuadas para el mundo espiritual". En este caso el alma está expuesta en el mundo físico a la influencia de Ahriman. Pero puede ocurrir lo contrario. El alma humana puede llevar al mundo espiritual lo que debería pertenecer sólo al mundo sensorial físico, es decir, las clases de percepción, sentimiento y pasión que el alma debe desarrollar necesariamente en cierto grado para el mundo físico. Sin embargo, ninguna de las emociones cultivadas aquí debe ser llevada al mundo espiritual si el alma no ha de ser víctima de las tentaciones y seducciones de Lucifer en un grado inusual.

Esto es lo que se intentó hasta cierto punto en la Escena Nueve de El Despertar de las Almas al presentar la actitud más íntima del alma de María. Sería muy erróneo que alguien exigiera en esta escena algo tan dramáticamente tumultuoso y excitante como lo que a uno le gusta tener en el drama físico superficial. Si la naturaleza interior de María fuera tal que en el momento de recibir los recuerdos del mundo devachánico y del período egipcio, su alma hubiera experimentado pasiones perturbadoras, deseos perturbadores, habría sido lanzada de un lado a otro por estas ondas de emoción. Un alma que no puede recibir los impulsos del mundo espiritual con calma interior, en absoluta tranquilidad, elevándose por encima de todo drama físico exterior, sufrirá en el mundo espiritual un destino que sólo puedo representar en la siguiente imagen: Imagínense a un ser de goma volando en todas direcciones en un espacio cerrado por todos lados, volando contra una pared y arrojado hacia atrás de ella, volando contra otra pared, arrojado de nuevo hacia atrás, volando así de un lado a otro en movimiento turbulento sobre las olas de la vida emocional. Esto es lo que realmente le ocurre a un alma que lleva al mundo espiritual el tipo de percepción, sentimiento y pasión que pertenece al mundo de los sentidos. Algo más sucede. No es agradable ser lanzado de un lado a otro como una pelota de goma, como si uno estuviera en una prisión cósmica. Por lo tanto, en tal caso el alma clarividente sigue principalmente la política especial del avestruz; de hecho, el alma se aturde con respecto a este ser arrojado de un lado a otro; ofusca su conciencia de modo que ya no es consciente de ello. Por lo tanto, cree que no está siendo arrojada de un lado a otro. Lucifer puede entonces acercarse aún más, porque la conciencia está ofuscada. Atrae al alma y la conduce a su reino aislado. Allí el alma puede recibir sus impresiones espirituales, pero, recibidas en este reino insular, son completamente luciféricas.
Como el conocimiento de sí mismo es difícil de conseguir y el alma tiene la mayor dificultad para aclararse sobre algunas de sus cualidades, porque, también, las personas se empeñan en entrar lo más rápidamente posible en el mundo espiritual, no es de extrañar que se digan a sí mismas: Ya soy lo suficientemente maduro; por supuesto que podré controlar mis pasiones. De hecho, es más fácil decirlo que hacerlo. Hay ciertas cualidades que desafían particularmente nuestro control. La vanidad, la ambición y otras cosas similares están tan arraigadas en las almas humanas que no es fácil admitirlo ante uno mismo: ¡Eres vanidoso y ambicioso! ¡Quieres poder! Cuando miramos dentro de nosotros mismos, solemos engañarnos con sólo esas emociones que son las peores. Llevarlas al mundo espiritual significa que una persona se convertirá más fácilmente en la presa de Lucifer. Y cuando se da cuenta de cómo es arrojado de aquí para allá, no dice de buena gana: Esto viene de la ambición o de la vanidad - sino que busca la manera de adormecer el alma. Entonces Lucifer lo lleva a su reino. Allí, por supuesto, una persona puede recibir percepciones, pero éstas no corresponden al orden cósmico, que ya había sido diseñado antes de que Lucifer comenzara su intromisión. Se trata de percepciones espirituales de naturaleza totalmente luciférica. Puede recibir las impresiones más extraordinarias y juzgarlas como verdades absolutas. Puede contar a la gente toda clase de encarnaciones de esta o aquella persona, pero éstas serán simplemente inspiraciones puramente luciféricas.

Para que la relación correcta se produjera en su "Despertar", María debía ser presentada, en el momento en que el mundo espiritual iba a abalanzarse sobre ella con tanta vehemencia, como una persona que bien podía parecer absurda a alguien como uno de nuestros jóvenes y finos críticos de teatro. Un pequeño y delicado crítico moderno bien podría decir: "Después de terminar la escena egipcia, allí estaba sentada María como si acabara de desayunar, experimentando estas cosas sin un poco de dramatismo vivo". Y sin embargo, cualquier otra cosa sería falsa en esta etapa de su desarrollo. Sólo la tranquila calma de María puede representar la verdad de su desarrollo, mientras los rayos de luz espiritual caen sobre la escena. Vemos de esto cuánto depende del estado de ánimo del alma, dominando en sí misma todas las emociones y pasiones que sólo son significativas para el mundo sensorial físico, si el alma ha de cruzar el umbral del mundo espiritual de la manera correcta; de lo contrario, experimentará allí la consecuencia necesaria de lo que queda del sentimiento sensorial. Ahriman es el ser más espiritual; lo que realiza en el camino de la actividad ilícita, de la actividad ilícita que puede crear, fluye más o menos en el mundo general de los sentidos. Lucifer es un ser más anímico; trata de sacar los elementos anímicos emocionales del mundo de los sentidos y encarnarlos en su reino luciférico especial, donde para cada ser humano -según el egoísmo arraigado en su naturaleza- Lucifer quiere asegurar la mayor posibilidad de independencia segregada.

Vemos de esto que cuando queremos formar un juicio de tales seres como Ahriman y Lucifer, no puede ser una cuestión de simplemente llamarlos buenos o malos. Por el contrario, tenemos que comprender cuál es la actividad lícita, cuál es el dominio correcto de estos seres y dónde comienza su actividad ilícita, la superación de sus límites. Ya que, al sobrepasar sus límites, atraen a los seres humanos a un sobrepaso ilegal de la frontera hacia el otro mundo, llevándose consigo las facultades y leyes de este mundo. Las escenas de El Despertar de las Almas tratan particularmente de lo que se experimenta al pasar de un lado a otro de la frontera entre el mundo físico de los sentidos y el mundo suprasensible. En esta conferencia de hoy he querido dar un primer paso describiendo algunas de las cosas que hay que vigilar cuidadosamente en la zona fronteriza entre los dos mundos. Mañana profundizaremos en ello.
Traducido por J.Luelmo jul,2021