GA230-9 Dornach 4 de noviembre de 1923 -Las diferentes tareas de los seres elementales

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RUDOLF STEINER


 EL SER HUMANO COMO SINFONÍA DE LA PALABRA CREADORA

Dornach 4 de noviembre de 1923


Conferencia -9-

Sólo aprendemos a conocer a los seres del mundo de los sentidos cuando los observamos en la forma en que viven y actúan, y lo mismo ocurre con esos seres de los que he hablado y seguiré hablando en estas conferencias, los seres elementales de la naturaleza. Invisible y suprasensiblemente presentes detrás de lo que es físico y perceptible por los sentidos, participan en todos los acontecimientos del mundo igual que los seres físicos y perceptibles por los sentidos, o más bien en un sentido más elevado.

Ahora bien, podréis imaginaros fácilmente que para estos seres el mundo tiene una apariencia diferente a la de los seres del mundo de los sentidos, ya que no poseen un cuerpo físico como el que poseen estos últimos. Todo lo que captan o perciben en el mundo debe ser diferente de lo que entra en el ojo humano. Y en efecto así es. El ser humano experimenta la tierra, por ejemplo, como el cuerpo cósmico sobre el que se mueve. Incluso le resulta ligeramente desagradable cuando, por una u otra condición atmosférica, como ocurre de vez en cuando, este cuerpo cósmico se ablanda y él se hunde en él aunque sea ligeramente. Le gusta sentir la tierra como algo duro, como algo en lo que no se hunde.

Sin embargo, toda esta forma de experimentar las cosas, toda esta actitud hacia la tierra, le es completamente ajena a los gnomos; ellos se hunden en todas partes, porque para ellos todo el cuerpo de la tierra es principalmente un espacio hueco por el que pueden pasar. Pueden penetrar en todas partes; las rocas, los metales, no presentan ningún obstáculo para su -digamos- nadar por ahí. No hay palabras en nuestro idioma que expresen realmente este deambular de los gnomos dentro del cuerpo de la tierra. Sólo que tienen una experiencia interna, una percepción interna, de los diferentes ingredientes de la tierra; cuando deambulan por una veta de metal tienen una experiencia diferente de cuando se desplazan por una capa de caliza. Todo esto, sin embargo, los gnomos lo sienten interiormente, pues a través de todas esas cosas penetran sin obstáculos. No tienen la menor idea de que la tierra existe. Su idea es que hay un espacio dentro del cual perciben ciertas experiencias; la experiencia del oro, la experiencia del mercurio, del estaño, del sílice, etc. Esto es para expresarlo en lenguaje humano, no en el lenguaje de los gnomos. Su lenguaje es mucho más perspicaz; y es precisamente porque toda su vida se dedica a recorrer todas las vetas y filones, recorriéndolos una y otra vez, por lo que adquieren la pronunciada intelectualidad de la que os he hablado. A través de esto adquieren su conocimiento omnicomprensivo, pues en los metales y en la tierra se les revela todo lo que hay fuera en el universo; como si en un espejo experimentaran todo lo que hay fuera en el universo. Pero para la tierra misma los gnomos no tienen ninguna percepción, sólo para sus diferentes constituyentes, y para los diferentes tipos de experiencia interior que ofrecen.

A causa de esto los gnomos tienen un don bastante particular para recibir las impresiones que vienen de la luna. Es hacia la luna hacia donde dirigen continuamente su escucha atenta, y en este sentido tienen una tendencia - no puedo decir congénita [es tan difícil encontrar las palabras adecuadas] - sino neurastenia adquirida [debilidad nerviosa]. Por supuesto, lo que para nosotros es una enfermedad es para estos seres gnomos su elemento vital real. Para ellos no se trata de una enfermedad, sino simplemente de algo natural. Es lo que les da esa sensibilidad interior hacia todas esas cosas de las que he hablado. Pero también les da su sensibilidad interior hacia los fenómenos relacionados con las fases de la luna.

Siguen los cambios de los fenómenos lunares con una atención tan estrecha -ya os he descrito su poder de atención- que realmente altera su forma. Por lo tanto, cuando se sigue la existencia de un gnomo, se recibe una impresión muy diferente en luna llena de la que se recibe en luna nueva, y bien en las fases intermedias.

En luna llena los gnomos se sienten inquietos. La luz física de la luna no les sienta bien, y en ese momento expulsan todo el sentimiento de su ser hacia el exterior. Se aíslan, por así decirlo, con una piel espiritual. En luna llena presionan el sentimiento de su existencia hacia el límite de su cuerpo. Y a la luz de la luna llena, si uno tiene percepción imaginativa para tales cosas, realmente aparecen como pequeños caballeros brillantes, vestidos de malla. Están revestidos de una especie de armadura espiritual y es ésta la que se presiona en su piel para armarlos contra la luz de la luna que tanto les desagrada. Pero cuando se acerca el momento de la luna nueva, el gnomo se vuelve transparente, maravilloso de ver, interiormente irradiado con un juego de colores brillantes. Uno ve dentro de él, por así decirlo, los procesos de todo un mundo. Es como si uno mirara dentro del cerebro humano, no como un anatomista que investiga el tejido de las células, sino como alguien que percibe dentro del cerebro el brillo y el centelleo de los pensamientos. Así es como estos pequeños seres transparentes, los gnomos, le parecen a uno, como si el juego de los pensamientos se revelara dentro de ellos. Es precisamente en la luna nueva cuando los gnomos son tan interesantes, porque cada uno de ellos lleva un mundo entero dentro de sí mismo; y se puede decir que dentro de este mundo se encuentra realmente el misterio de la luna.

Si se desvela, este misterio lunar, se llega a descubrimientos realmente notables, pues se llega a la conclusión de que en la actualidad la luna se acerca continuamente -naturalmente no hay que tomarlo de forma burda, como si la luna fuera a chocar con la tierra-, sino que cada año se acerca de hecho un poco más. Cada año la luna se acerca más a la tierra. Uno reconoce esto por el juego cada vez más vigoroso de las fuerzas lunares en el mundo gnomo durante el tiempo de la luna nueva. Y es a este acercamiento de la luna al cual dirigen especialmente la atención estos duendes, ya que ven su principal misión en el universo en la producción de resultados a partir de la forma en que la luna les afecta. Esperan con intensa expectación la época en que la luna se unirá de nuevo con la tierra; y reúnen todas sus fuerzas para estar preparados para la época en que la luna se haya unido con la tierra, pues entonces utilizarán la sustancia lunar para dispersar gradualmente la tierra, en lo que respecta a su sustancia exterior, en el universo. Su sustancia debe desaparecer.

Debido a que tienen en cuenta esta tarea, estos  gnomos se sienten de una importancia muy especial, ya que reúnen las más variadas experiencias de toda la existencia terrestre, y se preparan para que, cuando toda la sustancia terrestre se haya dispersado en el universo, -después de la transición a la evolución de Júpiter-, conserven lo que es bueno en la estructura de la tierra para incorporarlo a Júpiter como una especie de soporte óseo.

Verás, cuando uno mira este proceso desde el aspecto de los gnomos, uno obtiene un primer estímulo, una primera capacidad, para imaginar cómo se vería nuestra tierra si se le quitara toda el agua. Sólo hay que considerar cómo, en el hemisferio occidental, todo está orientado de norte a sur, y cómo, en el hemisferio oriental, todo está orientado de este a oeste. Así, si elimináramos toda el agua, obtendríamos en América, con sus montañas y lo que hay bajo el mar, algo que procede de norte a sur; y mirando a Europa encontraríamos que, en el hemisferio oriental, la cadena de los Alpes, los Cárpatos y demás, corre en dirección este-oeste. Se obtendría algo así como la estructura de la cruz en la tierra.

Cuando uno adquiere la comprensión de esto, recibe la impresión de que ésta es realmente la combinación del mundo de los gnomos de la antigua Luna. Los predecesores de nuestros gnomos de la Tierra, los gnomos de la Luna, reunieron sus experiencias lunares y a partir de ellas formaron esta estructura, esta firme estructura del sólido tejido de la Tierra, de modo que nuestra sólida estructura terrestre surgió realmente de las experiencias de los gnomos de la antigua Luna.

Estas son las cosas que se revelan con respecto al mundo de los gnomos. A través de ellas los gnomos adquieren una relación interesante, extraordinariamente interesante, con toda la evolución del universo. Siempre llevan el elemento firme de una etapa anterior a la etapa que le sigue. Son los preservadores en la evolución de la continuidad de la estructura firme, y así preservan la estructura firme de un cuerpo del mundo a otro. Es uno de los estudios más interesantes acercarse al mundo suprasensible desde el aspecto de estos seres espirituales y observar su tarea especial, ya que de este modo se obtiene una primera impresión de cómo cada tipo de ser existente en el mundo participa en la tarea de trabajar en la formación del mundo.
Pasemos ahora de los gnomos a las ondinas, los seres acuáticos. Aquí se presenta un escenario muy notable. Estos seres no tienen la necesidad de vivir que tienen los seres humanos, ni tampoco la necesidad de vivir que tienen los animales, aunque sea de forma instintiva, sino que casi se podría decir que las ondinas, como también los silfos, tienen más bien una necesidad de morir. En un sentido cósmico son realmente como la criatura voladora que se arroja a las llamas. Sólo sienten que su vida es verdaderamente suya cuando mueren. Esto es extraordinariamente interesante. Aquí, en la tierra física, todo desea vivir, pues todo lo que tiene fuerza vital es apreciado. Lo que se valora es la vida viva, la que brota. Pero una vez que hemos cruzado el umbral, todos estos seres nos dicen que es la muerte la que realmente es el verdadero comienzo de la vida. Esto lo pueden sentir estos seres. Tomemos las ondinas. Tal vez sepáis que los marineros que viajan mucho por el mar comprueban que en julio, agosto y septiembre -más al oeste esto ya ocurre en junio- el mar Báltico produce una impresión peculiar, y dicen que el mar empieza a florecer. Se vuelve, por así decirlo, productivo; pero produce justo aquellas cosas que se descomponen en el mar. El proceso de descomposición en el mar se hace notar; imparte al mar un peculiar olor a putrefacción.
Todo esto, sin embargo, es diferente para las ondinas. No les causa ninguna sensación desagradable; pero cuando los millones y millones de criaturas acuáticas que perecen en el mar entran en estado de descomposición, el mar se convierte para las ondinas en el más maravilloso juego fosforescente de colores. Brilla y resplandece con todos los colores posibles. Especialmente el mar brilla para ellas, interior y exteriormente, en todos los tonos de azul, violeta y verde. Todo el proceso de descomposición en el mar se convierte en un brillo y resplandor de los colores más oscuros hasta el verde. Pero estos colores son realidades para las ondinas, y se puede ver cómo, en este juego de colores en el mar, absorben los colores en sí mismos. Atraen estos colores a su propia naturaleza corporal. Se vuelven como ellos, ellas mismas se vuelven fosforescentes. Y al absorber el juego de colores, al volverse ellas mismas fosforescentes, surge en las ondinas algo así como un anhelo, un inmenso anhelo de elevarse hacia arriba, de remontarse. Se elevan, guiadas por este anhelo, y con este anhelo se ofrecen a los seres de las jerarquías superiores -a los ángeles, arcángeles, etc.- como sustento terrenal; y en este sacrificio encuentran su dicha. Luego, dentro de las jerarquías superiores, siguen viviendo.
Y es por ello que vemos el hecho notable de que cada año, con el regreso de la primavera temprana, estos seres evolucionan hacia arriba desde profundidades insondables. Allí participan en la vida de la tierra trabajando en el reino vegetal de la manera que he descrito. Luego, sin embargo, se vierten, por así decirlo, en el agua, y toman por medio de su propia naturaleza corporal la fosforescencia del agua, el elemento de la descomposición, y la llevan hacia arriba con una intensidad de anhelo. Entonces, en un vasto, en un magnífico cuadro cósmico, se ve cómo, emanando del agua terrestre, los colores que son llevados hacia arriba por las ondinas y que tienen substancialidad espiritual, proporcionan a las jerarquías superiores su sustento, cómo la tierra se convierte en la fuente de alimentación en la medida en que la esencia misma del anhelo de las ondinas es dejarse consumir por los seres superiores. Allí siguen viviendo, allí entran en su eternidad. Así, cada año se produce un continuo ascenso de estas ondinas, cuya naturaleza interior se forma a partir de la esfera terrestre, y que irradian hacia arriba, llenas del anhelo de ofrecerse como alimento a los seres superiores.
Y ahora pasemos a los silfos. En el curso del año encontramos a los pájaros moribundos. Os he descrito cómo estos pájaros moribundos poseen sustancia espiritualizada, y cómo desean entregar esta sustancia espiritualizada a los mundos superiores para liberarla de la tierra. Pero aquí se necesita un intermediario. Y estos intermediarios son los silfos. Es un hecho que a través del mundo de los pájaros moribundos el aire se llena continuamente de astralidad. Esta astralidad es de un orden inferior, pero no obstante es astralidad; es sustancia astral. En esta astralidad aletean -o revolotean podría ser una palabra mejor- en esta astralidad revolotean los silfos. Toman lo que viene del mundo de los pájaros moribundos, y lo llevan, también con un sentimiento de anhelo, hacia las alturas, sólo deseando ser inhalado por los seres de las jerarquías superiores. Se ofrecen como aquello que suministra la existencia respiratoria a las jerarquías superiores. De nuevo un espectáculo magnífico. Con el mundo de los pájaros moribundo, esta sustancia astral, interiormente radiante, se ve pasar al aire. Los silfos relampaguean como relámpagos azules en el aire, y en su relámpago azul, que asume primero tonos más verdes y luego más rojos, absorben esta astralidad que viene del mundo de las aves, y se lanzan hacia arriba como relámpagos que brillan hacia arriba. Y si se sigue esto más allá de los límites del espacio, se convierte en lo que inhalan los seres de las jerarquías superiores.
Así se puede decir: Los gnomos llevan un mundo a otro en cuanto a su estructura. Progresan, por así decirlo, en una dirección -la expresión se utiliza sólo como comparación- que es horizontal con la evolución. Los otros seres -las ondinas, los silfos- llevan hacia arriba lo que experimentan como dicha al entregarse a la muerte, al ser consumidos, al ser inhalados. Allí siguen viviendo dentro de las jerarquías superiores; en ellas experimentan su eternidad.
Y cuando pasamos a los seres de fuego, sólo hay que pensar en cómo el polvo de las alas de la mariposa parece disolverse en la nada con la muerte de la mariposa. Pero en realidad no se disuelve en la nada. Lo que se desprende como polvo de las alas de la mariposa es la materia más altamente espiritualizada. Y todo esto pasa como cometas microscópicos al éter calórico que rodea la tierra, cada partícula de polvo pasa como un cometa microscópico al éter calórico de la tierra. Cuando en el transcurso del año el mundo de las mariposas se acerca a su fin, todo esto se convierte en brillo y resplandor, un brillo y resplandor interior. Y en este brillo y resplandor los seres de fuego se vierten; lo absorben. Allí sigue brillando y resplandeciendo, y ellos también tienen un sentimiento de anhelo. Llevan lo que han absorbido a las alturas. Y ahora se ve -ya lo he descrito desde otro aspecto- cómo lo que los seres de fuego llevan hacia fuera de las alas de la mariposa brilla en el espacio celeste. Pero no sólo brilla, sino que fluye. Y es esto lo que proporciona la visión particular de la tierra, que es percibida por las jerarquías superiores. Los seres de las jerarquías superiores contemplan la tierra, y lo que ven principalmente es esta existencia de mariposas e insectos que ha sido llevada hacia fuera por los seres de fuego; y los seres de fuego encuentran su mayor éxtasis en la comprensión de que son ellos los que se presentan ante los ojos espirituales de las jerarquías superiores. Encuentran su mayor éxtasis al ser contemplados por la mirada, por los ojos espirituales, de las jerarquías superiores, al ser absorbidos por ellas. Se esfuerzan por ascender hacia estos seres y les llevan el conocimiento de la tierra.
Por lo tanto, vemos cómo estos seres elementales son los intermediarios entre la tierra y el cosmos espiritual. Vemos este drama del surgimiento fosforescente de las ondinas, que fallecen en el mar de luz y de llamas de las jerarquías superiores como su sustento; vemos el surgimiento del relámpago verdoso-rojizo, que se inhala allí donde la tierra pasa continuamente a lo eterno, la supervivencia eterna de los seres de fuego, cuya actividad nunca cesa. Pues mientras que aquí, en la tierra, las mariposas mueren especialmente en una determinada época del año, los seres de fuego se encargan de que lo que les corresponde mirar se vierta en el universo durante todo el año. Así, la tierra está como envuelta en un manto de fuego. Vista desde fuera, la tierra parece ardiente. Pero todo es provocado por seres que ven las cosas de la tierra de forma muy diferente a como las ve el hombre. Como ya se ha dicho, la experiencia del hombre con la tierra es la de una sustancia dura sobre la que camina y se yergue. Para los gnomos es un globo transparente, un cuerpo hueco. Para las ondinas el agua es algo en lo que perciben el proceso de fosforescencia, que pueden tomar dentro de sí y sentir como su elemento vital. Los silfos ven en la astralidad del aire, que emana de los pájaros moribundos, lo que hace que sus relámpagos sean más vivos de lo que serían de otro modo, pues en sí mismos los relámpagos de estos silfos son opacos y azulados. Y también la desintegración de la existencia de las mariposas es algo que envuelve continuamente la tierra como si fuera una envoltura de fuego. Cuando se contempla esto es como si la tierra estuviera rodeada de una maravillosa pintura de fuego; y, por otro lado, cuando se mira hacia arriba desde la tierra, se contemplan estos relámpagos, estas ondinas fosforescentes y evanescentes. Todo esto nos hace decir: Aquí, en la tierra, los espíritus elementales de la naturaleza viven y tejen; se esfuerzan hacia arriba y fallecen en el manto de fuego de la tierra. En realidad, sin embargo, no desaparecen, sino que allí encuentran su existencia eterna al pasar a los seres de las jerarquías superiores.
Sin embargo, todo esto, que a primera vista parece una maravillosa imagen del mundo, es la expresión de lo que ocurre en la tierra, ya que en un principio todo se desarrolla en la tierra. Nosotros, los seres humanos, estamos siempre presentes en lo que allí ocurre; y el hecho es que -aunque en su conciencia ordinaria el hombre sea al principio incapaz de captar lo que le rodea- cada noche estamos implicados en el tejer y obrar de estos seres, que nosotros mismos tomamos parte como yo y como cuerpo astral en lo que estos seres llevan a cabo.

Pero son especialmente los gnomos los que realmente encuentran un entretenimiento en observar a una persona que está dormida, no el cuerpo físico en la cama, sino la persona que está fuera de su cuerpo físico en su cuerpo astral y en su yo, pues lo que el gnomo ve es alguien que piensa en el espíritu pero no lo sabe. No sabe que sus pensamientos viven en lo espiritual. Y también para las ondinas es inexplicable que el hombre se conozca tan poco a sí mismo; lo mismo con los silfos, y lo mismo con los seres de fuego.

En el plano físico, como sabéis, es ciertamente desagradable tener mosquitos y similares zumbando alrededor de uno por la noche. Pero el hombre espiritual, el yo y el cuerpo astral, por la noche están rodeados y entretejidos por seres elementales; y este estar rodeado y entretejido es una constante advertencia al hombre para que dé un impulso a su conciencia a fin de conocer más sobre el mundo.
Ahora, por lo tanto, intento proporcionarles una idea de lo que estos seres - gnomos, ondinas, silfos y seres de fuego - quieren decir con su zumbido, de lo que sucede cuando empezamos a escuchar lo que les divierte en nosotros, y de lo que quieren que hagamos cuando nos amonestan a dar un impulso hacia adelante a nuestra conciencia. Sí, ya ves, aquí vienen los gnomos y hablan más o menos como sigue:

Te sueñas a ti mismo,
y rehúyes el despertar.

Los gnomos saben que el hombre posee su yo como en un sueño, que primero debe despertar para llegar a su verdadero yo. Lo ven claramente y le llaman en su sueño:

Te sueñas a ti mismo

- quieren decir durante el día -

y rehuyes el despertar.


Entonces suena desde las ondinas


Piensas en los actos de los ángeles


El hombre no sabe que sus pensamientos están realmente con los ángeles


Piensas en los actos de los ángeles

y no lo sabes.


Y desde los silfos suena para el hombre dormido


El poder creador brilla para ti,

No lo adivinas.

Sientes su fuerza

- la fuerza del Poder Creador -
y no la vives.


Tales son aproximadamente las palabras de los silfos, las palabras de las ondinas, las palabras de los gnomos.


Las palabras de los seres de fuego:


La Voluntad Divina te ofrece fuerza,

No la aceptas.

Con su fuerza lo harás,


- con la fuerza de la Voluntad Divina -


Sin embargo, la alejas de ti.

 El objetivo de todas estas advertencias es dar al hombre un impulso hacia adelante con respecto a su conciencia. Estos seres, que no entran en la existencia física, desean que el hombre avance con su conciencia, para que él también pueda participar en su mundo.


Y cuando uno se ha adentrado así en lo que estos seres tienen que decir al hombre, también comprende gradualmente cómo dan expresión a su propia naturaleza, un poco de esta manera:

Los gnomos:


Mantengo la fuerza vital en la raíz,

que crea para mí la forma de mi cuerpo.


Las ondinas:


Yo aprovecho el poder de crecimiento del agua,

que forma para mí la sustancia de la vida.


Los silfos:


Yo absorbo la fuerza aérea de la vida,

que me llena con el poder del ser.

 Y los seres de fuego - allí es muy difícil encontrar cualquier tipo de palabras terrenales para lo que hacen, porque su esfera está muy lejos de la vida terrenal y de la actividad terrenal.


Seres de fuego:


Yo consumo* la fuerza del fuego,

En lo anímico-espiritual me redimo.

[* Aquí Rudolf Steiner acuña una palabra a partir] de verdauen, digerir: däuen - ich däue, para expresar, no una digestión ordinaria, sino un proceso de consumo ardiente].

Como veis, me he esforzado en daros una idea de cómo se caracterizan estos seres del reino elemental; y de las advertencias que imparten al hombre. Pero no son tan poco amistosos con el hombre como para sugerirle sólo lo que es negativo en su naturaleza, sino que también proceden de ellos dichos concisos y positivos. Y el hombre experimenta estos dichos como de inmensa, de gigantesca importancia. En estos asuntos debéis adquirir un sentido para saber si un dicho es pronunciado meramente con palabras humanas, por muy bellas que sean, o si suena como si saliera cósmicamente de todo el poderoso coro de los gnomos. La diferencia está en la forma en que surge. Y cuando el hombre escucha a los gnomos después de que se le hayan impartido las advertencias que he escrito, entonces suena hacia él desde el coro masivo de los gnomos:

Esfuérzate por despertar.

Aquí el significado es la poderosa impresión moral creada por tales palabras cuando fluyen a través del universo, surgiendo del coro masivo de infinitas voces individuales. Y del coro de las ondinas resuena:


Piensa en el espíritu.

 Con el coro de los silfos las cosas no son tan sencillas. Cuando los gnomos aparecen como brillantes caballeros acorazados a la luz de la luna llena, resuenan desde ellos como desde las profundidades de la tierra:


Esfuérzate por despertar.

 Cuando las ondinas se elevan hacia arriba llenas del anhelo de ser consumidas, entonces en este ascenso suena de vuelta a la tierra:


Piensa en el Espíritu.

Pero para los silfos, en eso, arriba, se dejan inhalar, desapareciendo en relámpagos azulados-rojizos-verdosos en la luz del mundo, luego, al destellar en la luz y en ella desaparecer, desde las alturas suena abajo de ellos:


Vive la existencia respirando creativamente. 

 Y como en la cólera ardiente -pero una cólera que no se siente como aniquiladora, sino como algo que el hombre debe recibir del cosmos- como en la cólera ardiente pero al mismo tiempo entusiasta, los seres de fuego llevan lo propio al manto de fuego de la tierra, sus palabras resuenan. Aquí el sonido no es como el de las voces individuales agrupadas, sino que desde toda la circunferencia resuena como una poderosa voz de trueno:


Recibe en amor la fuerza de voluntad de los dioses.

 Naturalmente, uno puede apartar su atención de todo esto; entonces no lo percibe. Que el hombre perciba o no esas cosas depende de su libre decisión. Pero cuando el hombre las percibe, sabe que son parte integrante de la existencia cósmica, que algo ocurre realmente en el hecho de que los gnomos, las ondinas, los silfos y los seres de fuego desarrollen su evolución de la manera descrita. Y los gnomos no sólo están presentes para el hombre en la forma que ya he descrito, sino que están allí para dejar que sus palabras del mundo suenen desde la tierra, las ondinas para dejar que sus palabras del mundo se eleven hacia arriba, los silfos las suyas desde arriba, los seres de fuego las suyas como un coro, como la agrupación de una poderosa elevación de voces.

Sí, así es como podría parecer cuando se transpone en palabras. Pero estas palabras pertenecen al Verbo de los mundos, y aunque no las oigamos con la conciencia ordinaria, estas palabras no dejan de tener importancia para la humanidad. Porque la idea primigenia que tuvo su origen en la clarividencia instintiva, de que el mundo nació del Verbo, es en verdad una verdad profunda, pero la palabra del mundo no es una colección de sílabas recogidas de aquí o de allá; la palabra del mundo es lo que suena de incontables, incontables seres. Innumerables, innumerables seres tienen algo que decir en la totalidad del mundo, y la palabra del mundo suena a partir de la concordancia de estos innumerables seres. No es la verdad general y abstracta de que el mundo nace del Verbo la que puede traernos esto en su plenitud. Sólo una cosa puede hacerlo, a saber, que gradualmente lleguemos a una comprensión concreta de cómo la Palabra del mundo, en todos sus diferentes matices, está compuesta por las voces de los seres individuales, de modo que estos diferentes matices contribuyen con su sonido, con su expresión, a la gran armonía del mundo, a la poderosa melodía del mundo, en la acción creadora del Verbo.

Cuando el coro de los gnomos permite que suene su "Esfuérzate por despertar", esto -sólo transformado en lenguaje gnómico- es la fuerza que está activa en la creación del sistema óseo humano, el sistema de movimiento en general.

Cuando las ondinas pronuncian "Piensa en el espíritu", ellas expresan -trasladado en la esfera ondina- lo que se vierte como palabra del mundo en el hombre para dar forma a los órganos de la digestión.

Cuando los silfos, al ser insuflados, dejan fluir hacia abajo su "Existencia viva que respira creativamente", penetra en el hombre, tejiendo y pulsando a través de él, la fuerza que le dota de los órganos del sistema rítmico.

Y si se atiende a lo que suena en el interior -a la manera de los seres de fuego- desde el manto de fuego del mundo, entonces se encuentra que este sonido se manifiesta como imagen o reflejo. Esta fuerza sonora de la palabra procede del manto de fuego. Y cada sistema nervioso de cada hombre, cada cabeza, añadiría, es una imagen en miniatura de lo que -traducido al lenguaje de los seres de fuego- suena como: "Recibe en el amor la Fuerza de Voluntad de los Dioses". Este dicho, "Recibe en el amor la Voluntad de los Dioses", es lo que está activo en la sustancia más elevada del mundo. Y cuando el hombre experimenta su desarrollo en la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento, esto es lo que transforma lo que trajo consigo a través de la puerta de la muerte en lo que más tarde se convertirá en los órganos humanos de los nervios y los sentidos. Así tenemos:

Sistema de movimiento

Coro de gnomos: Esfuérzate por despertar


Sistema metabólico

Ondinas: Pensar en el espíritu


Sistema rítmico

Silfos: Vive la existencia de forma creadora


Sistema neuro-sensorial

Seres de fuego: Recibe en el amor la Fuerza de Voluntad de los Dioses.

 Así se ve que lo que está más allá del umbral es afín a nuestra propia naturaleza, se ve cómo nos lleva a las fuerzas divinas creadoras, a lo que vive y actúa en todas las formas de existencia. Y cuando uno recuerda lo que una época anterior adivinó, y que se expresa en las palabras


El poder de la vida, las semillas contemplan;

Aléjate del corsé de las palabras.

[Goethe: Fausto, Parte I, Escena I.]


- Uno se ve obligado a decir que todo esto debe convertirse en realidad en el curso posterior del desarrollo de la humanidad. Todo el conocimiento se reduce a palabras si no tenemos una visión de las fuerzas germinales que construyen al ser humano de las formas más variadas.

Por lo tanto, podemos decir que el sistema de movimiento, el sistema metabólico, el sistema rítmico, el sistema neurosensorial se funden en una unidad en la que resuenan en armonía. Porque desde abajo suena hacia arriba: "Esfuérzate por despertar"; "Piensa en el Espíritu" - y desde arriba hacia abajo, mezclándose con las palabras que se esfuerzan hacia arriba, "Vive la existencia respirando creativamente"; "Recibe en amor la Fuerza de Voluntad de los Dioses".

Este "Recibir en el amor la Fuerza de Voluntad de los Dioses" es el calmado elemento creativo en la cabeza. Luego lo que se esfuerza desde abajo hacia arriba en "Pensar en el Espíritu", desde arriba hacia abajo en "Vivir creativamente la existencia respiratoria", en su actividad combinada es lo que trabaja y teje de tal manera que crea una imagen de la forma en que la respiración humana pasa de manera rítmica a la actividad de la sangre. Y lo que implanta en nosotros los instrumentos de los sentidos, esto es lo que fluye desde arriba hacia abajo en "Recibe en el amor la Fuerza de Voluntad de los Dioses". Pero lo que actúa en nuestro caminar, en nuestro estar erguidos, en nuestro movimiento de brazos y manos, todo lo que de hecho lleva al hombre a la manifestación de su elemento de voluntad, esto suena en "Esfuérzate por despertar".

Así ven cómo el hombre es una sinfonía de esa palabra del mundo que puede ser interpretada en su nivel más bajo de la manera en que se la he presentado. Luego esta palabra del mundo asciende a las jerarquías superiores, cuya tarea es desplegar otros aspectos de esta palabra del mundo para que el cosmos pueda surgir y desarrollarse. Pero lo que, por así decirlo, ha sido pronunciado como una llamada al mundo por estos seres elementales, es la reverberación final de esa palabra del mundo creadora, edificante y dadora de formas que se encuentra en la base de toda actividad y toda existencia.

Gnomos:


Te sueñas a ti mismo,

y rehuyes el despertar.


Yo mantengo la fuerza vital en la raíz,

Crea para mí la forma de mi cuerpo.


Ondinas:


Piensas en los actos de los ángeles

y no lo sabes.


Yo aprovecho el poder de crecimiento del agua,

y forma para mí la sustancia de la vida.


Los silfos:


El poder creativo brilla para ti,

No lo adivinas;

Sientes su fuerza

y no la vives.


Yo bebo la fuerza aérea de la vida,

Me llena con el poder del ser.


Seres de fuego:


La voluntad divina te ofrece fuerza,

No la aceptas.

Con su fuerza lo harás,

Sin embargo, la alejas de ti.


Yo consumo el poder del fuego,

En lo anímico-espiritual me redimo.


Coro de gnomos:     ¡Esfuérzate por despertar!

Ondinas:                  ¡Piensa en el Espíritu!

Los silfos:                ¡Vive la existencia de forma creadora!

Seres de fuego:        ¡Recibe con amor la Fuerza de Voluntad de los Dioses!

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Original en alemán

GNOMEN

Du träumst dich selbst,
Und meidest das Erwachen.

Ich halte die Wurzelwesenkraft,
Sie schaffet mir den Formenleib.

UNDINEN

Du denkst die Engelwerke
Und weisst es nicht.

Ich bewege die Wasserwachtumskraft,
Sie bildet mir den Lebensstoff.

SYLPHEN

Dir leuchtet die Schöpfermacht,
Du ahnst es nicht;
Du fühlest ihre Kraft
Und lebst sie nicht.

Ich schlürfe die luft'ge Lebekraft,
Sie füllet mich mit Seinsgewalt.

FEUERWESEN

Dir krafter Götterwille,
Du empfangst ihn nicht.
Du willst mit seiner Kraft,
Und stosset ihn von dir.

Ich däue die Feuer strebekraft,
Sie erlöst mich in Seelengeistigkeit.

GNOMENCHOR    Erstrebe zu wachen
UNDINEN               Denke in Geiste
SYLPHEN               Lebe schaffend atmendes Dasein
FEUERWESEN       Empfange liebend Götterwillenskraft.

Traducido por J.Luelmo sept.2021

GA093a Berlín 24 de octubre de 1905 -fundamentos del esoterismo ¿Porqué muere el ser humano? 22ª conferencia

 Índice

RUDOLF STEINER

¿Porqué muere el ser humano?

conf. 22
Berlín 24 de octubre de 1905

Como continuación de la conferencia sobre el Karma y la Reencarnación, debemos seleccionar por una consideración especial el problema de la muerte en su relación con todo el tema.

La pregunta: ¿Por qué muere el hombre? Continuamente reclama la atención de la humanidad. Pero no es muy fácil responder, porque lo que hoy llamamos morir está directamente relacionado con el hecho de que estamos en una etapa muy definida de nuestro desarrollo. Sabemos que vivimos en tres mundos, en el mundo físico, astral y mental y que nuestra existencia cambia entre estos tres mundos. Tenemos dentro de nosotros un núcleo interior del ser que llamamos la Mónada. Conservamos este núcleo en los tres mundos. Vive dentro de nosotros en el mundo físico, pero también en el mundo astral y del Devacán. Este núcleo interno, sin embargo, siempre está revestido con una prenda diferente. En los mundos físico, astral y Devacánico la prenda de nuestro núcleo de ser es diferente.

Ahora primero nos apartaremos de la muerte e imaginaremos al ser humano en el mundo físico vestido con un tipo particular de materia. Luego entra en los mundos astral y Devacanico siempre con una prenda diferente. Supongamos ahora que el ser humano estuviera consciente en los tres mundos, para poder percibir las cosas a su alrededor. Sin los sentidos y la percepción, sería incapaz de vivir conscientemente incluso en el mundo físico. Si el hombre de hoy fuera igualmente consciente en los tres mundos, no habría muerte, entonces sólo habría transformación. Entonces él pasaría conscientemente de un mundo al otro. Este paso no sería una muerte para él, y para aquellos que quedaban atrás a lo sumo algo como un viaje. En el presente las cosas son así para que el hombre gradualmente gane continuidad de conciencia en estos tres mundos. Al principio lo experimenta como un oscurecimiento de su conciencia cuando entra en los otros mundos desde el mundo físico. Los seres que retienen la conciencia no conocen la muerte. Vamos ahora a comprender la manera en que el hombre ha llegado al estado de tener su conciencia física actual y de cómo alcanzará otra conciencia.

Debemos aprender a conocer al hombre como una dualidad: como la Mónada y los vestidos de la Mónada. Preguntamos: ¿Cómo han surgido uno y otro? ¿Dónde vivia el hombre astral antes de convertirse en lo que es hoy y dónde vivia la Mónada? Ambos han pasado por diferentes etapas de desarrollo, ambos han alcanzado gradualmente el punto de poder unirse.

Al considerar el ser humano físico-astral, nos remontamos a tiempos muy lejanos, cuando sólo estaba presente como un arquetipo astral, como una forma astral. El hombre astral que estaba originalmente presente tenia una formación diferente del cuerpo astral presente, un ser mucho más abarcante. Podemos imaginar el cuerpo astral de aquellos tiempos pensando en la tierra como una gran bola astral formada por seres humanos astrales. Todas las fuerzas y seres de la Naturaleza que nos rodean hoy estaban en ese tiempo todavía dentro del hombre, que vivía disuelto en la existencia astral. Todas las plantas, animales y demás, los instintos animales y las pasiones, estaban todavía dentro de él. Lo que el león y todos los mamíferos tienen en su interior hoy en día estaba en aquel tiempo completamente entremezclado con el cuerpo astral humano, que entonces contenía dentro de él a todos los seres que se extienden actualmente sobre la tierra. La tierra astral consistía en cuerpos astrales humanos unidos como una gran zarzamora y encerrados por una atmósfera espiritual en la que vivían seres devacánicos.

Esta atmósfera - que se podría llamar el aire astral- que en ese momento rodeaba la tierra astral, estaba compuesta de una sustancia algo más delgada que los cuerpos astrales de los seres humanos. En este aire astral vivían seres espirituales -tanto inferiores como superiores- entre otros las Mónadas humanas también, completamente separadas de los cuerpos astrales humanos. Esta era la condición de la tierra en aquel tiempo. Las mónadas, que ya estaban presentes en el aire astral, no podían unirse con los cuerpos astrales, porque éstos eran todavía demasiado salvajes. Los instintos y las pasiones tenían primero que ser expulsados. Así, mediante el desprenderse de ciertas sustancias y fuerzas que poseía el cuerpo astral, éste se fue desarrollando gradualmente hacia una forma más pura. No obstante aquello de lo que se había desprendido sin embargo permaneció como formas astrales separadas, seres con un cuerpo astral mucho más denso, con instintos, impulsos y pasiones más salvajes.

Así pues, ahora existían dos cuerpos astrales: un cuerpo astral humano menos salvaje y un cuerpo astral que era muy salvaje y opaco. Mantengamos éstos estrictamente separados, el cuerpo astral humano y lo que vivía a su alrededor. El cuerpo astral humano se vuelve cada vez más fino y más noble, arrojando siempre aquellas partes de sí mismo que necesitaba expulsar, y éstas se volvieron cada vez más y mas densas. De este modo, cuando finalmente alcanzaron la densidad física, surgieron los otros reinos: los reinos animal, vegetal y mineral. Ciertos instintos y fuerzas expulsados de esta manera aparecieron como las diferentes especies animales.

Así tuvo lugar una continua purificación del cuerpo astral y esto trajo sobre la tierra un resultado necesario. Porque a consecuencia de esta purificación, lo que el hombre tenía en su interior ahora lo tenía fuera de él, entraba en relación con estos seres, y lo que primeramente había formado parte de él, ahora era trabajado por él desde fuera. Ese es un proceso eterno que también es válido para la separación de los sexos, que a partir de ese tiempo se sienten atraídos entre sí desde fuera. Para empezar, el mundo entero estaba entretejido con nosotros; Sólo más tarde se obró sobre nosotros desde fuera. El símbolo original de esta vuelta a sí mismo desde el otro lado es la serpiente mordiendo su cola.

En el cuerpo astral purificado surgen imágenes del mundo circundante. Supongamos que un ser humano hubiera separado quizá diez formas diferentes, que ahora están a su alrededor. Anteriormente estaban dentro de él y más tarde está rodeado por ellas. Ahora aparecen imágenes reflejadas en el cuerpo astral purificado de las formas existentes en el mundo exterior. Estas imágenes reflejadas se convierten en una fuerza nueva dentro de él, son activas dentro de él, transformando el cuerpo astral más noble y purificado. Por ejemplo, ha rechazado por sí mismo los instintos más salvajes; Éstos están ahora fuera de él como imágenes y trabajan en él como fuerzas formadoras. El cuerpo astral se construye por medio de las imágenes del mundo que ha expulsado y que estuvieron anteriormente dentro de él. Construyendo en él un nuevo cuerpo.

Anteriormente el hombre había tenido el macrocosmos dentro de él, luego lo separó de sí y ahora esto formó dentro de él un microcosmos, una porción arrancada de sí mismo. Así, en cierta etapa, encontramos al ser humano en una forma que le es dada por su entorno. Las imágenes reflejadas trabajan en su cuerpo astral de tal manera que provocan en él diferenciación y división. A través de las imágenes reflejadas su cuerpo astral se dividió y luego volvió a ensamblar todas las partes, de modo que ahora es un organismo dotado de miembros. La masa astral indiferenciada se ha diferenciado en los diferentes órganos, el corazón y los demás órganos. Para empezar, todo era astral y esto estaba entonces encerrado por el cuerpo físico humano. De este modo, las formas humanas se adaptaron cada vez más a la densificación ya convertirse en un organismo más complejo y abarcante, que es una imagen de todo el entorno.

Lo que se ha vuelto más denso es el cuerpo físico; El cuerpo etérico es menos denso y el cuerpo astral es el más fino. En realidad, son imágenes reflejadas del mundo exterior, el microcosmos en el macrocosmos. Mientras tanto, el cuerpo astral se ha vuelto cada vez más y mas fino, de modo que en cierto punto de la evolución de la tierra el ser humano tiene un cuerpo astral desarrollado. A través del hecho de que el cuerpo astral se ha vuelto cada vez más fino, ha atraído haca sí la sustancia astral más fina que la rodea. Mientras tanto, en la región superior han tenido lugar los procesos evolutivos opuestos. La mónada ha descendido de las regiones más altas del Devacán a la región astral y en el curso de este descenso se ha vuelto más densa. Ahora las dos partes se acercan. Desde un lado el hombre asciende hasta el cuerpo astral, desde el otro lado descendiendo hacia el mundo astral, se encuentra con la Mónada. Esto fue en la Época Lemurica. Así, pudieron fructificarse mutuamente. La Mónada se había revestido de una sustancia devacánica, luego de nuevo con sustancia aérea astral. Desde abajo hacia arriba tenemos la sustancia física, luego la sustancia etérica, luego otra vez sustancia astral. Así que ambas sustancias astrales se fructifican y, por decirlo así, se funden unas con otras. Lo que viene de arriba tiene la Mónada dentro de ella. Como en una cama, se hunde en la sustancia astral.

Así es como tiene lugar el descenso del alma. Pero para que esto pueda suceder la Mónada debe desarrollar una sed por conocer las regiones bajas. Esta sed debe darse por sentada. Como mónada sólo se puede aprender a conocer las regiones inferiores encarnando en el cuerpo humano y por medio de él mirar hacia el mundo circundante. El hombre ahora consta de cuatro miembros. En primer lugar tiene un cuerpo físico, en segundo lugar un cuerpo etérico, en tercer lugar un cuerpo astral y dentro de este como cuarto miembro del ego, la Mónada. Después de que el organismo cuádruple ha llegado a la existencia, la mónada puede mirar a través de él en el medio circundante y se establece una relación entre la mónada y todo lo que está en el entorno. A través de esto la sed de la Mónada está parcialmente sosegada.

Hemos visto que todo el cuerpo humano se ha juntado, se ha reunido, a partir de partes que surgieron a través del hecho de que la masa originalmente indiferenciada se dividió en órganos, después de que el cuerpo astral original había arrojado de sí varias porciones de sí mismo que fueron después reflejadas hacia atrás, haciendo surgir imágenes dentro de el. Estas imágenes reflejadas se convirtieron en fuerzas dentro del cuerpo astral y éstas construyeron el cuerpo etérico, es decir, a través de estas múltiples imágenes, el cuerpo etérico desarrolló miembros separados. Este cuerpo etérico ahora constaba de partes diferentes y, como proceso adicional, cada una de estas partes se densificaba en sí misma y así se desarrollaba el cuerpo físico diferenciado. Cada uno de esos núcleos físicos, de los cuales los órganos se desarrollan más tarde, forma al mismo tiempo una especie de punto central en el éter.

Los espacios intermedios entre los centros están llenos de la masa etérica principal.

Debemos pensar en el cuerpo como un conjunto de diez partes. Estas diez partes (mostradas en el diagrama) mantienen el cuerpo unido a través de su interrelación; Son imágenes de todo el resto de la Naturaleza y todo depende de lo fuertemente conectadas que estén. Existen diferentes grados de relación entre las partes separadas. Mientras se mantengan éstas, el cuerpo se mantiene unido; Cuando cesan las diversas relaciones, las partes caen; El cuerpo se desintegra. Porque durante la evolución de la Tierra tenemos múltiples formas, las partes en el cuerpo etérico sólo se mantienen unidas en cierta medida. La naturaleza humana es una imagen de los seres que han sido expulsados. En la medida en que estos seres llevan una existencia separada, las partes del cuerpo físico también llevan una existencia separada. Cuando la relación de fuerzas se ha vuelto tan leve que no existe, nuestra vida llega a su fin. La duración de nuestra vida está condicionada por la forma en que los seres que nos rodean progresan entre sí.

El desarrollo del hombre superior procede de tal manera que, al principio, el hombre actúa sobre su cuerpo astral. Trabaja en sus ideales, en entusiasmo etcétera. Lucha contra sus instintos. Tan pronto reemplaza las pasiones por los ideales, los instintos por obligaciones y desarrolla entusiasmo en lugar de deseos, va creando armonía entre las partes de su cuerpo astral. Este trabajo de apaciguar comienza con la entrada de la Mónada, y el cuerpo astral gradualmente se acerca a la inmortalidad. Desde ese momento, el cuerpo astral ya no muere, sino que conserva la continuidad dependiendo del grado en que haya inducido paz en sí mismo y haya establecido esa paz frente a las fuerzas destructivas. Desde el momento en que entra la Mónada, se establece la paz, en primer lugar en el cuerpo astral. Ahora los instintos comienzan a entrar en relación mutua. Se produce la armonía en el anterior caos y surge una forma astral que sobrevive y que permanece viva. En los cuerpos físico y etérico todavía no se ha establecido la paz, y sólo parcialmente en el cuerpo astral. Este último conserva su forma por un corto tiempo solamente, pero cuanto más se establece la paz, tanto más se prolonga el tiempo en el Devacan.

Cuando alguien se ha convertido en Chela, comienza a establecer la quietud en el cuerpo etérico. Entonces el cuerpo etérico también sobrevive. Los Maestros también establecen la quietud en el cuerpo físico; Así en su caso el cuerpo físico también sobrevive. Lo importante es poner en armonía los diferentes cuerpos, consistentes en partes separadas en conflicto, y transmutarlas en cuerpos que tengan inmortalidad.

El hombre ha formado su cuerpo físico sacando de sí los reinos de la Naturaleza, que luego se reflejaron de nuevo en él. A través de esto, las partes sueltas llegaron a vivir dentro de él. Ahora desempeña acciones; A través de éstas vuelve a interrelacionarse con su entorno. Lo que ahora muestra son los efectos de sus hechos. Proyecta sus acciones en el mundo circundante y gradualmente se convierte en un reflejo de estas acciones. La Mónada ha sido atraída hacia el cuerpo humano; El hombre comienza a realizar acciones. Estas acciones se incorporan al mundo circundante y se reflejan de nuevo. En la misma medida en que la Mónada comienza a establecer la paz, comienza también a tomar las imágenes reflejadas de sus propias acciones.

Aquí llegamos a un punto donde continuamente creamos un nuevo reino a nuestro alrededor - los efectos de nuestras propias acciones. Esto a su vez construye algo dentro de nosotros. Así como antes fuimos formando el cuerpo etérico indiferenciado, en miembros separados, asimismo construimos en la existencia monádica los efectos de nuestras acciones. A esto lo llamamos la creación de nuestro Karma. De esta manera podemos dar permanencia a todo en la Mónada. Anteriormente, el cuerpo astral se había purificado arrojando todo lo que había en él. Ahora el hombre ha creado para sí un nuevo reino de hechos, como si dijéramos, de la nada, con respecto a las relaciones, una "creación de la nada". Lo que antes no existía, la nueva relación, se refleja en la Mónada como algo nuevo, algo que tiene un carácter pictórico, y en la Mónada se forma un nuevo núcleo interior del ser, que surge de la imagen reflejada de los hechos, de la reflexión del Karma. A medida que avanza el trabajo de la Mónada, el núcleo del ser se agranda cada vez más. Observemos la Mónada después de un período de tiempo. Por un lado, habrá instaurado la armonía entre las fuerzas beligerantes y, por otro lado, los efectos de los hechos. Ambos se unen y surge una formación unificada.

Supongamos que la envoltura terrenal de alguien ha sido dejada a un lado y que la Mónada permanece. Conserva los resultados de sus hechos. La pregunta es, cómo se han ocasionado los resultados de los hechos. Si estos resultados se han causado de tal manera que en los mundos en los que la Mónada se encuentra ahora pueden seguir siendo fructíferos, entonces el ser humano puede permanecer allí durante mucho tiempo; Si no, solamente por un tiempo corto. En este caso deben caer de nuevo en la sed de la Mónada (por el plano físico) y volver a habitar un cuerpo físico.

La vida humana es un proceso continuo de vernos envueltos en lo que nos rodea: Involución - Evolución. Tomamos las formas de las imágenes y de acuerdo con ellas, conformamos nuestro propio cuerpo. Lo que la Mónada ha producido es tomado de nuevo por el hombre como su Karma. El hombre será siempre el resultado de su Karma. El Vedanta enseña que las diferentes partes del ser humano se disuelven y se esparcen a los cuatro vientos; Lo que queda de él, eso es su Karma. Esto es lo eterno que el hombre ha creado a partir de sí mismo, algo que él mismo tuvo que tomar primero como imagen fuera de su entorno. El hombre es inmortal; Sólo necesita ejercer su voluntad, sólo necesita formar sus acciones de tal manera que tengan una existencia duradera. Esa parte de nosotros es inmortal, la cual ganamos por nosotros mismos del mundo exterior. Hemos venido a la existencia a través del mundo y estamos empezando, a través de la fructificación con la Mónada, a construir en nosotros el espejo de un mundo nuevo. La mónada ha acelerado las imágenes reflejadas en nosotros. Ahora estas imágenes pueden trabajar hacia fuera, y los efectos de estas imágenes se reflejan de nuevo. Surge una nueva vida interior. Con nuestras acciones estamos cambiando continuamente nuestro entorno. A través de esto, se producen nuevas imágenes reflejadas; las cuales ahora se convierten en karma. Esta es una nueva vida que brota de dentro. El resultado de esto es que, para desarrollarnos más allá de un punto definido del tiempo, debemos salir de nosotros mismos y trabajar desinteresadamente en nuestro entorno. Debemos hacer posible que esto salga de nosotros mismos con el fin desinteresado de lograr relaciones armoniosas en nuestro entorno. Esto requiere una armonización de las imágenes reflejadas en nosotros mismos. Esta es nuestra tarea, hacer que el mundo que nos rodea sea armónico. Si somos un elemento destructivo en el mundo, lo que se refleja en nosotros es devastación: si traemos la armonía en el mundo, las armonías se reflejan en nosotros.

El mayor grado de perfección que hemos sacado fuera de nosotros mismos y que hemos establecido alrededor nuestro, esto lo llevaremos con nosotros. Por tal motivo, los Rosacruces dijeron: Formad el mundo de tal manera que contenga dentro de sí la Sabiduría, la Belleza y la Fortaleza; Entonces la Sabiduría, la Belleza y la Fortaleza se reflejarán en nosotros. La sabiduría es el reflejo de Manas; La Belleza, la Piedad, la Bondad son el reflejo de Buddhi; La Fortaleza es el reflejo del Atma.

Para empezar, desarrollamos a nuestro alrededor un dominio de Sabiduría a través de nosotros mismos fomentando la Sabiduría. Luego desarrollamos un dominio de Belleza en todas las regiones. Entonces la Sabiduría se hace visible y se refleja en nosotros: Buddhi. Finalmente conferimos por toda la existencia física, la Sabiduría interior, la Belleza exterior.

Si nuestra voluntad nos permite llevar esto a cabo, entonces tenemos fuerza: Atma, el poder de transponer todo esto en realidad. Así establecemos los tres reinos dentro de nosotros: Manas, Buddhi, Atma.

El hombre no progresa más en la tierra merced a una laboriosa investigación, sino incorporando en la tierra la Sabiduría, la Belleza y la Fortaleza. A través del trabajo de nuestro yo superior transformamos el cuerpo transitorio que nos han dado los Dioses y creamos para nosotros cuerpos inmortales. El Chela, que ennoblece su cuerpo etérico (de modo que continúe existiendo), gradualmente renuncia a los Maharajas. El Maestro, cuyo cuerpo físico también continua existiendo, puede renunciar a los Lipikas. Situándose por encima del Karma. Esto debemos describirlo como el progreso del hombre en su vida interior. Debemos tratar de acercarnos a lo más elevado, que está fuera de nosotros. Por lo tanto, nuestro Ser Superior no debe ser buscado dentro de nosotros, sino en las individualidades que han ascendido a regiones más elevadas.


GA176 Berlín 14 de agosto de 1917-el karma del materialismo - El ritmo en la respiración y la cognición

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RUDOLF STEINER

 El ritmo en la respiración y la cognición



Berlín 14 de agosto de 1917

La última vez me referí al hecho de que, si la evolución hubiera seguido el curso previsto, el hombre terrestre no se habría desviado del lugar que le correspondía en el orden cósmico. Esto es bien conocido y se expresa imaginativamente en diversas religiones en símbolos tales como el del pecado original y similares. Visto a la luz de la ciencia espiritual, este aspecto de la evolución de la humanidad está directamente relacionado con el hecho de que la naturaleza esencial del hombre, -es decir, la naturaleza esencial del hombre terrestre,- se manifiesta a través de la respiración. En la última ocasión indiqué que el ritmo de la respiración, y con él el conocimiento, la cognición, estaba predestinado a ser la experiencia más significativa del hombre durante su existencia terrenal. Resumí brevemente lo que había dicho en ocasiones anteriores, a saber, que el ritmo de la respiración está en maravillosa armonía con el cosmos. Hice mención de cómo, en una vida humana normal, el número de días es igual al número de respiraciones realizadas en un día. Y señalé otras relaciones numéricas que dan evidencia de la concordancia armoniosa que existe entre nuestro proceso respiratorio microcósmico y los grandes procesos cósmicos dentro de los cuales estamos situados.

Puede demostrarse, no sólo a través de los descubrimientos de la ciencia espiritual, sino también mediante la observación externa, que el ritmo de la respiración, más que ninguna otra cosa, muestra que el hombre es un microcosmos, un pequeño mundo. La respiración del hombre copia los procesos del Gran Mundo, el macrocosmos. Sin embargo, en lo que respecta al hombre, se presta muy poca atención a las pequeñas diferencias, a las características individuales. El hecho es que no hay dos personas cuya respiración sea exactamente igual, porque cada individuo suena, por así decirlo, un acorde diferente dentro del cosmos. Sin embargo, en la actual existencia terrenal del hombre, todo lo relacionado con el ritmo de la respiración permanece inconsciente. Sólo en condiciones anormales o a través de alguna enfermedad el proceso de la respiración se hace consciente. Nuestra conciencia normal funciona a un nivel superior al proceso de la respiración y, por consiguiente, no está tan estrechamente ligada al cosmos. Si la cognición se basara en el ritmo de la respiración en lugar de en los procesos cerebrales, toda nuestra relación con el mundo y nuestro conocimiento de él serían diferentes. Debido a que nuestra cognición depende del cerebro, nos hemos visto forzados a salir de lo que debería haber sido nuestra relación normal con el macrocosmos.

Este secreto del aliento está indicado en los registros religiosos, como el Antiguo Testamento, cuando dice que el Ser Espiritual Divino, preocupado por la guía de la humanidad, insufló en el hombre el aliento de vida y éste se convirtió en un alma viviente. En el sentido de la antigua clarividencia atávica, se trata de una interpretación absolutamente fiel de los hechos. En cuanto a su intelecto, el hombre tiene una relación diferente con el cosmos antes y después del Misterio del Gólgota. Esto se debe a que el cerebro, y no el aliento, se convirtió en el fundamento corporal del conocimiento. - Para profundizar nuestra comprensión, hemos considerado el Misterio del Gólgota desde muchos aspectos; hoy lo abordaremos desde otro más.
Es cierto que antes de que el hombre estuviera expuesto a la influencia de Lucifer, su conocimiento, de hecho toda su relación con el mundo, debía ser diferente. El conocimiento debía basarse en el ritmo de la respiración. Pero antes del Misterio del Gólgota, debido a la influencia de Lucifer, el proceso de cognición se desarrolló hacia arriba en el organismo del hombre y se relacionó con la cabeza y los órganos de los sentidos en vez de con el pecho y la respiración. Esto es verlo puramente desde el punto de vista del cuerpo, pero en esta conexión el cuerpo mismo tiene un significado más profundo. La diferencia en el hombre antes y después del Misterio del Gólgota no puede ser percibida o reconocida por la ciencia natural. Antes del Misterio del Gólgota, como explica la Antroposofía, el hombre tenía una relación natural con los seres espirituales del cosmos, con los seres de las Jerarquías superiores. Pero, ¿cuál era esa relación? Entre los seres de las Jerarquías distinguimos, para empezar, inmediatamente al límite del reino humano, los Ángeles, los Arcángeles y así sucesivamente. Por lo tanto, los seres más cercanos a los que miramos cuando nos dirigimos al mundo espiritual son los Ángeles. Como seres humanos tenemos una relación con los Ángeles y ellos, a su vez, sienten su relación con el hombre. A los Ángeles no les es indiferente el tipo de relación que tienen con el hombre. Cuando dirigimos nuestra atención a esta relación podemos empezar a comprender la diferencia en los seres humanos antes y después del Misterio del Gólgota.

El hecho notable es que antes del Misterio del Gólgota existía una relación íntima entre la actividad y el ser de los Ángeles y el intelecto humano. Se podría decir que antes del Misterio del Gólgota los Ángeles habitaban principalmente en el intelecto del hombre. El hombre no sabía nada de esto, pero como consecuencia tenía, aunque en fuerza decreciente, clarividencia atávica, imaginativa. Cuando dije que antes del Misterio del Gólgota los Ángeles habitaban en el intelecto del hombre, esto es aplicable a su vida entre el nacimiento y la muerte. En la vida del hombre entre la muerte y el nuevo nacimiento era diferente. Entonces los Ángeles, y especialmente los Ángeles pertenecientes a los seres humanos individuales, vivían en la memoria que el hombre tenía de sus impresiones sensoriales. Vivían en imágenes de lo que había rodeado al hombre en el mundo de los sentidos en la tierra. En consecuencia, en su vida entre la muerte y el nuevo nacimiento -antes del Misterio del Gólgota- el hombre tenía un conocimiento vívido de lo que había sucedido en la tierra. En cierto sentido podría decirse que los ángeles llevaban hasta el hombre el conocimiento de lo que ocurría en la tierra.

Esto da una idea de la relación del hombre con los ángeles antes del Misterio del Gólgota. Después, esta relación cambió gradualmente. Así pues, ¿Qué relación tiene ahora el hombre con los seres de la Jerarquía de los Ángeles? Ahora sucede que, aunque no seamos conscientes de ello, los Ángeles habitan en nuestras percepciones sensoriales entre el nacimiento y la muerte. Cuando abrimos los ojos y miramos a nuestro alrededor todo lo que nos rodea afectando a nuestros sentidos no somos conscientes de que nuestro Ángel habita en los rayos del sol que penetran en nuestros ojos haciendo visibles los objetos. Los seres de los Ángeles viven en las ondas de sonido, en los rayos de luz y color y en otras percepciones sensoriales. La razón por la que el hombre no sabe que está rodeado por los Ángeles es porque transforma sus percepciones en imágenes mentales y en ellas no entran los Ángeles. En nuestras conferencias se ha insistido a menudo en que el mundo espiritual debe visualizarse a nuestro alrededor y no en una lejana tierra de las nubes. El mundo espiritual está literalmente en todas partes a nuestro alrededor y es posible explicar muy concretamente en qué sentido nos rodea, como en este caso con respecto a los ángeles. Sin embargo, la conciencia de los ángeles no entra en nuestro intelecto entre el nacimiento y la muerte. Por el contrario entre la muerte y el nuevo nacimiento el hombre es actualmente muy consciente de su relación con los Ángeles, porque entonces los Ángeles habitan en su intelecto.
Lo que acabo de explicar tiene consecuencias importantes para la vida humana. Volvamos por un momento al hombre tal como era antes del Misterio del Gólgota. Entonces los Ángeles, en particular su propio Ángel, moraban en su intelecto; esto hacía que sus sentidos en particular fueran accesibles a los poderes luciféricos. En la antigüedad la conciencia del hombre en general era accesible a las influencias luciféricas. Esto ha cambiado desde el Misterio del Gólgota. Como acabo de explicar, los seres de la Jerarquía de los Ángeles que tejen y se mueven, -transportados en rayos de luz y color y en ondas sonoras,- no penetran en nuestro intelecto. En consecuencia, nuestro intelecto está expuesto a los ataques de los poderes ahrimánicos durante nuestra vida entre el nacimiento y la muerte. Mientras que antes del Misterio del Gólgota el hombre estaba expuesto esencialmente a los ataques de Lucifer; desde el Misterio del Gólgota el intelecto está particularmente expuesto a la influencia de los poderes ahrimánicos. Su principal objetivo es sofocar la conciencia del hombre de su conexión con el mundo espiritual. Todas las tendencias al materialismo que el hombre desarrolla en su vida de pensamiento provienen de esta relación directa entre su intelecto y los ataques de Ahrimán. Y si las tendencias materialistas, que se describen ampliamente en estas conferencias, se imponen en nuestra época, no debemos olvidar que se originan en la confusión que Ahrimán se esfuerza por promover en el intelecto humano.

¿Cuál es el verdadero significado de estas cosas? Como ya se ha dicho, el proceso de la respiración es subconsciente, pero aquello a lo que acabo de referirme, es decir, la conexión del hombre con los Ángeles, tampoco es consciente. Sin embargo, eso está por encima de nuestra conciencia. Lo que ocurre en nuestra respiración está por debajo de nuestra conciencia; lo que ocurre en nuestro interior a través de la interacción con el mundo espiritual más cercano a nosotros está por encima de nuestra conciencia. Dentro de este proceso por encima de nuestra conciencia está trabajando activamente la fuerza que entró en el mundo a través del Misterio del Gólgota, mientras que antes era la fuerza de Jehová la que trabajaba en el hombre. Si profundizamos en el espíritu, -digo expresamente en el espíritu,- de un escrito como el Libro de Job, y nos damos cuenta de lo gráficamente que describe la influencia de la fuerza de Jehová en la evolución humana, nos da una idea de cómo actuaba la fuerza que dio vida al hombre por medio del aliento. Como allí se describe, actuaba en las fuerzas de la herencia hasta la tercera y cuarta generaciones.

Para descubrir la fuerza correspondiente que actúa después del Misterio del Gólgota, debemos dirigirnos al Cristo. Del mismo modo que la fuerza de Jehová está relacionada con el proceso de respiración del hombre, la fuerza de Cristo, en realidad todo el Misterio del Gólgota, está relacionada con ese proceso que acabo de describir como situado por encima de la conciencia del hombre. Se podría decir que la respiración del hombre ha sido privada de conciencia a través de la influencia luciférica. En compensación se le da al hombre la posibilidad de alcanzar esa conciencia superior de la que he hablado; esto significará para el hombre unirse con los Ángeles a través de los sentidos y el intelecto. Para compensar, por así decirlo, lo que le fue quitado, es decir, la cognición a través del ritmo de la respiración, se le dará al hombre, a través del impulso que fluye del Misterio del Gólgota, la cognición a través de una conciencia superior. Hubo personas de naturaleza profundamente religiosa en Oriente que antes del misterio del Gólgota se esforzaban por introducir la conciencia en su respiración. Imitar hoy este procedimiento es perjudicial. El objetivo de los ejercicios respiratorios, relatados en los escritos orientales, era irradiar de conciencia el proceso de la respiración. Pero en lo que respecta a ciertos conocimientos superiores, la conciencia terrenal del hombre está condenada a ser impotente. Estas prácticas antiguas están siendo imitadas hoy en día porque no se comprende que a través de Lucifer el hombre ha sido privado de la posibilidad de irradiar su respiración con conocimiento.
En cambio, desde el Misterio del Gólgota, él ser humano debe alcanzar una conexión con el mundo espiritual a través del desarrollo de una conciencia superior. Si fuéramos capaces de conocer, es decir, alcanzar el conocimiento a través de nuestra respiración, entonces con cada inhalación seríamos conscientes, no de inhalar aire, sino de tomar la fuerza de Jahvé; y con cada exhalación sabríamos que exhalamos a Jahvé. Del mismo modo, el hombre debe ser consciente ahora de que los seres de la Jerarquía de los Ángeles se acercan y se alejan de él rítmicamente; de que el mundo espiritual fluye hacia él y luego se aleja. Pero el hombre sólo alcanzará esta conciencia superior si el impulso del Misterio del Gólgota influye cada vez más en él.

Las cuestiones fundamentales a veces sólo pueden describirse mediante el uso de palabras extrañas. Para describir la verdad no se debe rehuir el uso de términos apropiados. A través de la influencia de Lucifer el proceso de la respiración se embotó como acabo de describir. Es cierto que se trata de una representación pictórica, pero si se comprende correctamente, se percibe la realidad objetiva de dicha representación. La intención original de Yahvé era que el hombre fuera consciente de Él en cada aliento que entraba en el cuerpo y consciente de Su retirada con cada exhalación. Pero Lucifer se convirtió en el adversario de Yahvé y la conciencia, inherente a la fuerza de Yahvé, fue excluida de la conciencia del hombre. Y ahora viene el punto en que uno debe forzosamente usar palabras extrañas y severas para dar una descripción verdadera: Jahvé tuvo que olvidar a los seres humanos, en lo que se refiere a su vida en la tierra, porque no pudo entrar en su conciencia. Sucedió realmente que el Ser de quien procedía la fuerza de Yahvé y otros seres espirituales del mundo espiritual olvidaron al hombre, como nosotros podemos olvidar algo. Olvidaron al hombre, lo perdieron de su conciencia. La conciencia se reavivó a través del Misterio del Gólgota. Si desde los tiempos primordiales, hasta el Misterio del Gólgota, se pronunciaban aquellas trágicas palabras:. Y los Dioses olvidaron a la humanidad; entonces desde el Misterio del Gólgota debemos decir:. Y es una vez más la voluntad de los Dioses, recordar a la humanidad. Por el bien de los seres humanos los Dioses penetrarán gradualmente con sus fuerzas justo aquello de lo que el hombre de otro modo no captaría nada del espíritu:. la sabiduría conectada con el cerebro humano, la vida de las ideas conectada con el sistema nervioso humano. El Cielo desea contemplar la Tierra, contemplar desde arriba lo que está abajo. La ventana necesaria se abrió cuando el Ser de Cristo, a través del bautismo en el Jordán, entró en la personalidad de Jesús. Las palabras: "Este es mi Hijo amado, hoy lo he engendrado" denota el hecho de que lo que está arriba volverá a contemplar lo que está abajo, que las fuerzas de arriba pueden ahora entrar y salir de lo que está abajo, pero no a través de la respiración del hombre, sino a través de sus pensamientos e ideas. El tiempo, desde el Misterio del Gólgota, ha sido esencialmente un tiempo de preparación. Ahora nos encontramos en el punto de inflexión en el que debe venir algo más de lo que había antes en la obra del Misterio del Gólgota. Es muy importante que seamos conscientes de ello.

Todo lo que ha tenido lugar hasta ahora ha sido una preparación. Hasta ahora, sólo individuos excepcionales han sido capaces, gracias al conocimiento espiritual, de acercarse al Misterio del Gólgota. Ha llegado el momento en que una mayor parte de la humanidad, a través de la ciencia espiritual, debe llegar a comprender el Misterio del Gólgota. ¿Por qué es esto tan esencial?
Con la comprensión del Misterio del Gólgota se revelan muchos secretos. La gente suele preguntar: ¿Cómo puedo encontrar una relación con Cristo? Ciertamente es una pregunta justificada. Pero cualquiera que tenga perspicacia sabrá que es una pregunta que no puede responderse así como así. Permítanme hacer una comparación:. Nosotros vemos los objetos por medio de nuestros ojos, pero los ojos no los vemos. Para que los ojos puedan ver, deben ser incapaces de verse a sí mismos. Ven imágenes especulares, pero no a sí mismos. Aquello con lo que se ve no puede verse a sí mismo. Desde el Misterio del Gólgota, el hombre debe ver el mundo espiritual a través del impulso que viene de Cristo, del mismo modo que ve los colores externos a través de sus ojos. No vemos los ojos a través de los cuales se ven los colores, etc., ni vemos el impulso de Cristo a través del cual vemos el mundo espiritual. Por eso el Misterio del Gólgota está velado en el misterio y la historia del acontecimiento también está velada. Desde el Misterio del Gólgota el acontecimiento histórico asociado a él no puede ser descubierto por medios históricos. Buscar a Cristo históricamente a semejanza de cualquier otro acontecimiento de la historia sería como tratar de inducir al ojo a verse a sí mismo. Es inherente al Misterio del Gólgota que Cristo Jesús no pueda ser encontrado como Platón, Sócrates o cualquier otra personalidad histórica, a través de documentos históricos. Está en su propia naturaleza que los relatos sobre él no son históricos, fueron dados por seres humanos que estaban inspirados. Siempre se puede demostrar que los relatos del Misterio del Gólgota no son registros históricos en el sentido habitual. Alo largo de la evolución humana nos enfermaríamos espiritualmente en el momento en que fuera posible incluir el Misterio del Gólgota entre otros acontecimientos históricos. Tampoco en ese caso seríamos capaces de verlo correctamente; si lo viéramos históricamente sería como si un ojo herido se viera a sí mismo. Un ojo sano ve los objetos, pero no a sí mismo. Si se incrusta una astilla en el ojo, verá un espacio oscuro delante de él y empezará a percibirse a sí mismo; pero eso es percepción anormal. Del mismo modo, se produciría una percepción anormal del Misterio del Gólgota si no tuviera un aspecto que externamente es imperceptible y que, por lo tanto, permite al hombre percibir espiritualmente. Este es un secreto relacionado con el Misterio del Gólgota. Lo notable es que esta extraña situación no existía para el hombre antes del Misterio del Gólgota. En la antigüedad, antes de que Cristo descendiera a la tierra, el hombre sabía, a través de su clarividencia atávica, que Cristo estaba allí arriba, en el mundo espiritual, y que vendría. De ahí que haya notables pruebas proféticas que demuestran que hubo seres humanos que tuvieron conciencia, por experiencia personal directa, del Cristo que había de venir. Es una paradoja que el hombre pudiera saber de Cristo mientras no hubiera venido a la tierra. A partir del momento en que vino, el hombre ya no pudo saber de Él de la misma manera. Así como se experimenta el ojo cuando se percibe, así el acontecimiento Cristo tuvo que ser experimentado en el tiempo posterior al Misterio del Gólgota, y no conocido históricamente.

Es interesante ver cómo estas cosas, que ahora estoy explicando a la luz de la ciencia espiritual, son tratadas en los Evangelios. Pero eso debemos dejarlo para otra ocasión.
Así pues, fue inevitable que desde el principio, en el desarrollo del cristianismo, se hiciera hincapié en la fe más que en el conocimiento. Los cristianos no debían esperar conocimiento sobre el Misterio del Gólgota, sino experimentarlo interiormente a través de la fe. Sin embargo, el Misterio del Gólgota está destinado a iluminar nuestro mundo de conceptos, pues las ideas nacidas de la fe también son conceptos, también son nuestras imágenes mentales. Además, ése es el ámbito en el que el impulso del Misterio del Gólgota se encuentra con todos los ataques de Ahrimán. Nuestro intelecto es el escenario donde el impulso de Cristo lucha contra el impulso de Ahrimán. La evolución del hombre, su evolución puramente externa en la tierra, seguirá su curso y Ahrimán no estará tan encadenado como ahora. Transcurrirán los "Mil Años" y el hombre necesitará una fuerza diferente, deberá tener algo por encima de la mera fe con lo que establecer el impulso crístico en su conciencia terrenal. ¿Cuál es esta fuerza diferente?

Esta fuerza diferente es el conocimiento espiritual mediante el cual el hombre debe hacer suyo espiritualmente lo que llamamos el impulso de Cristo. Le permitirá encontrar dentro de sí mismo la fuerza poderosa con la cual proteger el impulso crístico en su conciencia contra los ataques de Ahrimán. El impulso crístico está establecido en el mundo y Ahrimán no puede abolirlo. Eso está más allá de su fuerza. Ahrimán no puede alterar el hecho de que Cristo vino al mundo a través del cuerpo de Jesús de Nazaret. Pero lo que sí puede hacer es transformar de tal manera el concepto, la imagen mental de Cristo en el intelecto humano, que el hombre experimente una simulación, en lugar del impulso de Cristo. Esto significa que crea una imagen falsa de Cristo. El hombre está expuesto al peligro de que, aunque hable de Cristo, su imagen intelectual de Cristo esté inspirada por Ahriman. Aquellos que son capaces de revisar los desarrollos culturales modernos en sus verdaderas formas rara vez encuentran una imagen exacta de Cristo en la mente de los hombres; la mayoría de las veces están distorsionados por Ahriman. De ninguna manera es siempre el Cristo real a quien los adeptos del cristianismo llaman Cristo. Ahrimán nubla y confunde el intelecto humano de muchas maneras con el fin de lograr su objetivo, sobre todo en aquellos lugares donde los hombres son propensos a buscar consejo religioso. Allí uno puede encontrar puntos de vista peculiares. Supongamos que se pregunta a un teólogo católico su verdadera opinión sobre la Virgen María. Ciertamente, la mayoría sólo daría la respuesta que se le ha ordenado dar, pero dejemos eso a un lado. Hay algunos que han desarrollado el conocimiento teológico más allá del nivel de la mera instrucción. En tales casos se encuentra invariablemente una extraña similitud entre la imagen cósmica de la Iglesia celestial y la mujer terrenal María. Esta visión surge porque para el teólogo católico la Virgen María es idéntica a la mujer simbólica del Apocalipsis que tiene la luna bajo sus pies, el sol en su pecho y las siete estrellas sobre su cabeza. Así, para visualizar el significado del concepto espiritual se transpone a una realidad terrenal. Ciertos pasajes de los escritos católicos demuestran que los teólogos católicos siguen considerando a la Virgen María como idéntica a la mujer del sol con la luna a sus pies y las estrellas sobre su cabeza. Aquí lo espiritual, lo cósmico-espiritual es visto completamente en términos de lo terrenal; y de hecho el aspecto cósmico está desapareciendo cada vez más a través de la influencia Ahrimánica. En ninguna parte desaparece más completamente que en la concepción que el hombre tiene de Cristo. Hay muy poca inclinación hoy en día a reconocer a Cristo como el Gran Espíritu Cósmico que descendió de las alturas cósmicas para morar en el cuerpo humano de Jesús de Nazaret. Muchas personas tienen aversión a admitirlo; creen que es verdaderamente cristiano introducir lo menos posible el aspecto cósmico en el concepto de Cristo. Esta actitud habría sido del todo imposible para un teólogo del siglo XIV. Este hecho no puede ser demostrado por la historia porque la propia historia externa está distorsionada.
Todo el interés de Ahriman reside en desviar al hombre de lo espiritual, hacia lo material. Lo material es también espiritual, pero su espíritu está oculto dentro de la tierra. Ahriman necesita mucha astucia y el uso de muchos trucos para impedir que el hombre vea en la personalidad del Cristo cualquier aspecto cósmico. Sin embargo, se encuentran descripciones de Cristo que son sorprendentemente ahrimánicas; están desprovistas de todo lo suprasensible y están deliberadamente hechas para parecer puramente humanas. Esto es muy frecuente, sobre todo en la literatura socialdemócrata; por no hablar de los pintores que han hecho todo lo posible por eliminar de su figura de Cristo toda alusión a una cualidad cósmica. Hace algunos años hubo aquí en Berlín una exposición de cuadros de Cristo, toda una serie de cuadros ahrimánicos uno tras otro. Y luego están todos los autoproclamados predicadores que oficial o extraoficialmente hablan de manera sectaria sobre el Cristo sin ser conscientes de que Ahriman los tiene cogidos por el cuello y los induce a presentar su versión del impulso crístico y no una en la que el verdadero impulso del Cristo sea efectivo.

El verdadero y por lo tanto efectivo impulso de Cristo no puede ser presentado en nuestro tiempo por otro medio que no sea la ciencia espiritual. Pues la ciencia espiritual se ocupa de la percepción espiritual que se alcanza fuera del cuerpo y, por lo tanto, donde existe la posibilidad de contemplar de nuevo al Cristo en su verdadera forma. Mientras uno está dentro del cuerpo, el ojo puede ciertamente contemplar los colores, pero no puede contemplarse a sí mismo. Cuando uno se sale del cuerpo en la percepción espiritual, contempla el impulso de Cristo a través del propio impulso de Cristo; igual que cuando uno se mira a sí mismo desde fuera, ve el ojo. Lo que el hombre puede encontrar en la ciencia espiritual no puede encontrarlo en ningún relato histórico que sea una descripción de Cristo en su forma espiritual. Del mismo modo que la ciencia espiritual puede describir una facultad de la vista que se encuentra en un nivel superior al del ojo, también puede describir el impulso crístico a través del cual el mundo espiritual se hace visible. Por lo tanto, es posible alcanzar la comprensión del impulso crístico, pero la comprensión no impide los ataques de Ahriman. Hay que enfrentarse a ellos con valentía. La razón por la que la gente no quiere conocer el concepto de Cristo alcanzado a través de la ciencia espiritual es el temor subconsciente de que tan pronto como se comprenda el impulso crístico se despertará la oposición de Ahrimán. ¿Cómo puede reconocerse esta oposición ahrimánica en la actualidad?

En el futuro adoptará otras formas. Hoy se expresa en el hecho de que tenemos una ciencia natural y relatos de la historia que son ahrimánicos y, en consecuencia, presentan el desarrollo cultural y los acontecimientos históricos a su manera. La naturaleza misma de los conceptos desarrollados sobre esta base excluye el impulso crístico. En estos conceptos debe actuar inevitablemente Ahrimán porque actúa en el hombre. Con conceptos como estos es posible desarrollar una filosofía de la vida que incluya un concepto general de Dios, pero nunca pueden conducir a una comprensión de Cristo. Se puede hablar de Cristo, pero no se le comprende. Este es el caso incluso en un filósofo como Lotze. Y Harnack, que no tiene ideas propias sobre el tema, menciona el nombre de Cristo sólo porque aparece en documentos religiosos en la Biblia y demás. Otros teólogos no hablan del Cristo real por razones similares. Así pues, el Cristo de Harnack no tiene más atributos que los aplicables a una divinidad universal; o puede irse al otro extremo y describir simplemente al Jesús hombre.
Para comprender a Cristo a través de la ciencia espiritual es necesario captar el concepto científico-espiritual de Cristo con la plena conciencia de que todo conocimiento externo, -ya sea en forma de ciencia natural o de historia,- lejos de conducir a una comprensión del impulso crístico en realidad se opone a él. Esta oposición está presente en los anticristianos de hoy que, en contraste con la mera creencia, intentan aplicar conceptos científico-naturales o históricos al acontecimiento de Cristo. Es esencial comprender que tiene que haber una oposición interior porque aquí están en conflicto dos mundos. Debemos entrar valientemente en el conflicto entre Cristo y Ahriman. Una visión integral de la vida aceptará que el conflicto existe y se expresa, por ejemplo, en la lucha entre Cristo y Ahrimán.

A menudo he dicho que Lucifer actúa en asociación con Ahriman. Ellos trabajan conjuntamente. Ambos tienen gran interés en engañar al hombre respecto a la necesidad de este conflicto interior. Por lo tanto, hacen todo lo posible para eliminar el reino que se les opone. Con este fin conjuran en la mente del hombre ideas tales como: "En sintonía, en armonía con el infinito". ¿Por qué surgen tales imágenes mentales en el hombre? Porque interiormente es demasiado cobarde para enfrentarse al conflicto y prefiere que Lucifer-Ahriman invente para él la "armonía con el infinito". Sin embargo, es una actitud que equivale a ir por la vida con los ojos vendados, buscando sólo el apaciguamiento. El hombre moderno se encoge ante la batalla múltiple para alcanzar la comprensión espiritual; esta actitud está destinada a convocar fuerzas opuestas tal como aparecen cuando se deja de lado algo correcto que debería fomentarse. Es debido a que el hombre, durante los últimos siglos, se ha esforzado por evitar la batalla interior entre poderes que necesariamente deben oponerse entre sí, que esta batalla asume hoy una forma tan terrible en el mundo exterior. Esta consecuencia es tan inevitable como la expulsión del Paraíso fue consecuencia de la tentación luciférica. Vemos al hombre de hoy, en todas las esferas de la vida, contentarse con crearse una mera apariencia de paz interior. Es una paz interior que sólo tiene sentido entre el nacimiento y la muerte. Al hacerlo, impide que una de las partes del conflicto interior se exprese; por supuesto, aquello a lo que impide expresarse es siempre el impulso crístico. Por lo tanto, el conflicto natural tiene que encontrar otra salida. Ahora, cuando encuentren en diversas publicaciones descripciones de las llamadas contradicciones que supuestamente existen en mis escritos, podrán verlas con una visión más profunda y reconocer en ellas el impulso ahrimánico.

En lugar de vencer las fuerzas que necesariamente debe vencer, enfrentándose a ellas, el hombre trata de evitar el conflicto. Esto tiene todo tipo de efectos adversos. Si uno trata de evitar el conflicto, éste hará su aparición en una forma diferente. Nada agradable es preparado por aquellos que se esfuerzan por eliminar el conflicto. Trabajando con la ciencia espiritual uno se encuentra continuamente con personas que, desde sus necesidades más profundas, preguntan: ¿Por qué existe el mal, por qué hay dolor en el mundo? Estas preguntas se hacen a menudo para intentar comprender cómo es posible que un Dios bueno permita que exista el mal. En un intento de responder a estas preguntas se puede llamar la atención sobre el hecho de que nadie negará que todo el bien del mundo, todo lo que es excelente y lleno de sabiduría es una manifestación de la Divinidad. Por tanto, si se considera que la bondad de Dios debe ser reivindicada, entonces ya partimos de la premisa de que la sabiduría debe atribuirse a un Dios bueno. Pero, ¿por qué un Dios bueno y sabio permite que exista el mal? A esto se puede responder lo siguiente:. Comiencen por visualizar un dolor diminuto, digamos que se cortan y sienten un dolor leve. Todo dolor surge cuando algo se expone a cualquier tipo de destrucción. Lo que ocurre es que no siempre es tan evidente cómo se produce el dolor. Imaginemos ahora que no se trata de un corte con un cuchillo, sino que un punto especialmente sensible del cuerpo se expone a rayos solares muy calientes. Puede que esto no se traduzca inmediatamente en ampollas reales, pero el comienzo está ahí. Por lo tanto, se ha producido un cambio en el tejido que se siente como un ligero dolor. Si ahora el calor del sol actuara con más fuerza sobre un punto aún más sensible, se produciría una lesión mayor. Y ahora imaginemos que dos lugares particularmente sensibles de nuestra cabeza estuvieron, hace eones, expuestos a los rayos del sol. El hombre de entonces no tenía la facultad de ver, pero los dos lugares de su cabeza se volvían dolorosos cada vez que salía el sol. En estos lugares, el tejido se lesionaba y, como consecuencia, aparecía el dolor. Este proceso se prolongó durante mucho tiempo y la curación dio lugar a la formación de los ojos; surgieron como resultado de una lesión. Así como es cierto que los ojos nos transmiten la belleza del mundo de los colores, también lo es que sólo pudieron nacer por una lesión causada por el calor del sol en lugares especialmente sensibles a la luz.
Nada en el camino de la alegría, la felicidad, la bienaventuranza se ha producido excepto a través del dolor. Rechazar el dolor y la oposición es rechazar la belleza, la grandeza y la bondad. Aquí se entra en un ámbito en el que ya no se puede pensar como a uno le plazca; aquí se está sujeto a lo que en los Misterios se llamaba "férrea necesidad." Tan cierto como que existe una gran armonía en el mundo, tan cierto como que la armonía actual tuvo que surgir necesariamente a través del dolor, es igualmente cierto que el impulso Crístico no puede alcanzarse a través de sentimientos indoloros y sensuales de bienestar como los que transmite la idea de estar "en sintonía con el infinito". El impulso Crístico sólo puede alcanzarse afrontando con valentía el conflicto que se desarrolla en nuestro intelecto, -o en nuestra conciencia en general,- entre el impulso Crístico y el impulso ahrimánico. Es un conflicto del que no podemos distanciarnos alegremente diciendo "sin armonía permanecemos insatisfechos; para alcanzar el impulso Crístico debemos elevarnos por encima del conflicto en nuestro entendimiento". Esto puede verse muy concretamente en los casos más diversos. Por ejemplo, alguien puede esforzarse por comprender el mundo a través de la ciencia natural; como consecuencia, no consigue encontrar el impulso de Cristo. Más tarde puede aprender a comprender el mundo a través de la ciencia espiritual y, como consecuencia, ahora sí encuentra el impulso Crístico. En tal caso es esencial reconocer que uno se enfrenta a una contradicción, pero en la misma contradicción también hay acuerdo. Contrariamente a lo que muchos creen, no se trata de adherirse únicamente a una u otra ciencia, ni una puede sustituir a la otra. Más bien podrían compararse con el oído derecho y el izquierdo; ambos son necesarios para oír correctamente por la misma razón de que la audición en un oído no coincide con la del otro. Lo que importa no es si dos cosas pueden coincidir, sino en qué sentido hay armonía entre ellas.


Traducido por J.Luelmo ene.2023