GA226 Oslo, 16 de mayo de 1923 - Ser humano, destino humano y evolución del mundo - Sobre los miembros del ser humano.

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    RUDOLF STEINER 

Ser humano, destino humano y evolución del mundo
SOBRE LOS MIEMBROS DEL SER HUMANO

 Oslo, 16 de mayo de 1923

primera conferencia

En el transcurso de este breve ciclo, quisiera exponer varias cosas relacionadas muy intensamente con el ser del hombre, la formación del destino del hombre y lo que podría llamarse la relación del hombre en su totalidad con la evolución del mundo. Pasaré inmediatamente al centro de este asunto, señalando que toda la evolución del ser del hombre, dentro del reino de la vida terrenal, está conectada no sólo con lo que observamos con nuestra conciencia ordinaria, despierta, mientras participamos en la vida terrenal, sino que también está conectada estrecha e intensamente con lo que tiene lugar durante el dormir, desde el momento de quedarse dormido hasta el despertar.

Sin duda, la cultura terrena exterior, la civilización terrena exterior, derivan su significado principalmente de lo que el hombre es capaz de pensar, sentir y hacer desde su ser despierto. Sin embargo, el hombre sería totalmente impotente, en un sentido externo, a menos que sus fuerzas humanas se renovaran continuamente, en el período entre el dormir y el despertar, gracias al contacto con el mundo espiritual. Nuestro ser espiritual y anímico o, como solemos llamarlo en Antroposofía, nuestro cuerpo astral y nuestro yo, se retiran del cuerpo físico y etérico cuando el hombre se duerme; entran en el mundo espiritual, penetrando de nuevo en el cuerpo físico y etérico sólo después de nuestro despertar. Así, si llevamos una vida normal, pasamos un tercio de nuestra existencia terrenal en la condición de dormidos.

Cuando miramos retrospectivamente sobre nuestra vida terrenal, siempre unimos el día con el día; dejamos fuera de esta retrospectiva consciente todo lo que experimentamos entre el dormir y el despertar. Omitimos, por así decirlo, todas las cosas aportadas por los reinos celestiales, por los mundos divinos a nuestra vida terrenal. Y sólo tenemos en cuenta lo que nos aportan las experiencias terrenas. Sin embargo, si deseamos llegar a concepciones correctas de nuestras experiencias entre el sueño y el despertar, no debemos desdeñar las ideas que divergen de las de la vida ordinaria. Sería ingenuo suponer que en los mundos divino-espirituales ocurren las mismas cosas que en los mundos físico-sensibles en los que moramos entre el despertar y el dormirse. Pues, al dormirnos, volvemos a los mundos espirituales, y aquí las cosas son muy diferentes de las del mundo físico-sensible. Todo esto debe ser tenido en cuenta por quien quiera formarse una concepción de los destinos suprasensibles del hombre.

En los registros religiosos de la humanidad, encontramos muchas alusiones extrañas que sólo pueden ser comprendidas si se penetra por medio de la ciencia espiritual. Así, aparece en la Biblia un pasaje que, aunque conocido por todos, es generalmente poco considerado: si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de Dios.

A menudo, tales pasajes se interpretan de la manera más trivial; sin embargo, siempre pretenden transmitir un significado extraordinariamente profundo.

El conocimiento del que se extrae una concepción de lo espiritual-suprasensible ha sido llamado a menudo por mí, así como por otros, la Ciencia de la Iniciación. Hablamos de esta ciencia de la iniciación cuando nos remontamos a lo que ocurría en los antiguos Misterios de la humanidad. Pero también hablamos de ciencia de la iniciación, -ciencia moderna de la iniciación-, si queremos caracterizar la Antroposofía en sus aspectos más profundos.

La ciencia de la iniciación apunta, por así decirlo, al conocimiento de las condiciones primigenias, de las condiciones originales. Tratamos de adquirir conocimientos sobre lo que existía al principio, lo que marcó el punto de partida. Todos estos esfuerzos están relacionados con un asunto de mayor profundidad, que nuestras almas comprenderán en el futuro.

Si al anochecer del dieciséis de mayo de mil novecientos veintitrés nos quedamos dormidos y permanecemos hasta la mañana del diecisiete de mayo de mil novecientos veintitrés, suponemos que hemos pasado este tiempo de la misma manera que una persona que hubiera estado despierta y vagando toda la noche por las calles de una ciudad. De alguna manera nos imaginamos las experiencias de nuestro espíritu y alma, (yo y cuerpo astral), durante la noche como similares a las experiencias, -aunque en un estado algo diferente-, de un juerguista en busca de aventuras nocturnas.

Sin embargo, las cosas no son como nos parecen. Hay que tener en cuenta que al dormirse por la noche, o incluso durante el día (en realidad no importa cuándo; pero quiero hablar primero del sueño nocturno del que disfruta toda persona respetable), uno retrocede invariablemente en el tiempo hasta alcanzar una fase de la vida que se sitúa en el comienzo mismo de su existencia terrenal. Es más, uno retrocede incluso más allá de su existencia terrenal: a la vida preterrenal; a ese mundo del que descendimos tras adquirir un cuerpo físico mediante la concepción. En el momento en que nos dormimos, somos transportados hacia atrás a través de todo el curso del tiempo. Volvemos al momento en que descendimos de los reinos celestiales a la tierra. Así, si nos dormimos, por ejemplo, el dieciséis de mayo de mil novecientos veintitrés, somos trasladados desde esta fecha a aquel período que precedió a nuestro descenso a la tierra; y también a aquel tiempo que no podemos recordar, porque nuestra memoria se detiene en cierto punto de nuestra infancia. Cada noche, si la atravesamos en un verdadero sueño, volvemos a ser niños en cuanto a espíritu y alma. Y del mismo modo que podemos caminar, en el mundo físico, dos o tres millas a través del espacio, una persona puede caminar, a la edad de veinte años, a través del tiempo durante un lapso de veinte años, llegando así a una etapa anterior a su infancia, cuando comenzó a ser un ser humano. Volvemos, a través del tiempo, al punto de partida de nuestra vida terrestre. Por lo tanto, mientras el cuerpo físico y etérico están acostados en la cama, el yo y el cuerpo astral han retrocedido en el tiempo hasta un momento anterior. Ahora surge la pregunta: si cada noche retrocedemos a un momento anterior, ¿Qué ocurre con nuestro yo y nuestro cuerpo astral mientras estamos despiertos?

No nos haríamos tal pregunta si no fuéramos conscientes de este retroceso nocturno. Y, en el fondo, incluso este retroceso no es más que una ilusión. En realidad, nuestro Yo y nuestro cuerpo astral no han salido, ni siquiera durante nuestra conciencia diurna despierta, del estado en que existíamos durante nuestra existencia preterrenal.

Si deseamos reconocer la verdad sobre estos hechos, debemos captar la idea de que el Yo y el cuerpo astral no tienen, inicialmente, ninguna participación en nuestra evolución terrena. Se quedan atrás; se detienen en el punto donde comenzamos a adquirir un cuerpo físico y un cuerpo etérico. Por lo tanto, incluso al despertar, dejamos nuestro Yo y nuestro cuerpo astral en el punto que marca el comienzo de nuestra vida terrena.

Fundamentalmente, vivimos nuestra vida terrestre sólo con el cuerpo físico y, en cierto modo, con el cuerpo etérico. Sólo nuestro cuerpo físico envejece. En cuanto al cuerpo etérico, conecta nuestro comienzo con el momento en el que nos encontramos durante un cierto período.

Vamos a suponer que alguien nació en mil novecientos. Su Yo y su cuerpo astral se han detenido en el momento de su nacimiento. El cuerpo físico ha alcanzado la edad de veintitrés años; y el cuerpo etérico conecta el momento en que esta persona entró en la vida terrenal con el momento experimentado por ella como el actual. Por lo tanto, si no poseyéramos un cuerpo etérico, nos despertaríamos cada mañana como un recién nacido. Sólo entrando en el cuerpo etérico antes de entrar en el cuerpo físico nos acomodamos a la edad real del cuerpo físico. Esta adaptación debe realizarse cada mañana. El cuerpo etérico es el mediador entre el elemento alma-espíritu y el cuerpo físico. Es un mediador que forma el vínculo de conexión a través de los años de vida. Si un hombre llega a los sesenta o más años de vida, el cuerpo etérico sigue formando el vínculo entre su primera aparición en la tierra -el punto en el que han quedado su Yo y su cuerpo astral- y la edad de su cuerpo físico.

Ahora ustedes dirán: Bueno, después de todo, el Yo es nuestro; ha envejecido con nosotros; también ha envejecido con nosotros nuestro cuerpo astral, nuestro pensar, sentir y voluntad. Si alguien ha cumplido sesenta años, entonces su Yo también ha cumplido sesenta años.

Esto sería muy correcto si nuestro Yo cotidiano y nuestro verdadero Yo real fueran idénticos. Sin embargo, nuestro Yo cotidiano no es el mismo que nuestro Yo real, que permanece en el punto de partida de nuestra vida terrenal. Nuestro cuerpo físico alcanza, digamos, la edad de sesenta años. Por medio de la intervención del cuerpo etérico, el cuerpo físico refleja, dependiendo del momento en que se encuentre, la imagen reflejada del yo real. Y lo que vemos es la imagen reflejada del Yo real que nos devuelve, de momento en momento, el cuerpo físico; pero que es el resultado de algo que no nos ha acompañado en la vida terrestre. A esta imagen reflejada es a lo que llamamos yo. Esta imagen reflejada envejecerá naturalmente a medida que el aparato que la refleja, el cuerpo físico, pierda gradualmente la frescura de la primera infancia y finalmente se vuelva tambaleante e inestable. Sin embargo, este " yo ", que no es más que la imagen reflejada del yo real, parece envejecer por la única razón de que el aparato reflector funciona con menos eficacia cuando el cuerpo físico envejece.

El cuerpo etérico se extiende, como una perspectiva, desde el momento presente hasta el yo real y el cuerpo astral, los cuales no descienden al mundo físico.

Pueden ustedes imaginarse que estos hechos que configuran la vida terrenal humana deben adquirir una significación especial en el momento de la muerte humana. El cuerpo físico es el primero que desechamos al morir. Sin embargo, este cuerpo es el que determina nuestra edad terrenal. Al desechar este cuerpo, ¿qué conservamos? Principalmente, lo que no hemos traído con nosotros a la vida terrenal, pero que hemos llenado con todas las experiencias de la vida terrenal: el yo y el cuerpo astral. Éstos, por así decirlo, han permanecido inmóviles en el punto de partida. Sin embargo, siempre han mirado lo que el cuerpo físico, ayudado por el cuerpo etérico, ha reflejado como una imagen especular.

Así, al atravesar el portal de la muerte, nos encontramos en el punto de partida de nuestra vida; no llenos, sin embargo, de lo que llevábamos dentro cuando descendimos del mundo espiritual, sino llenos de lo que se reflejó en nosotros durante la vida terrestre como la imagen reflejada de esta vida terrestre. Con eso estamos llenos hasta el borde. Y este hecho engendra un estado especial de conciencia al final de la vida terrenal.

Este estado especial de conciencia al final de la vida terrenal sólo puede ser comprendido por alguien que, dotado de un conocimiento imaginativo, inspirado e intuitivo, sea capaz de ver lo que generalmente permanece inconsciente, lo que el hombre experimenta entre el sueño y el despertar. Entonces se reconoce cómo el hombre, durante cada noche, recorre la vida del día pasado. Una persona lo hace más rápido, otra más despacio, en un minuto o en cinco. En estas cosas, sin embargo, las condiciones del tiempo son completamente diferentes de las de la vida terrestre ordinaria y exterior. Si estamos dotados de conocimiento suprasensible, podemos echar un vistazo a lo que experimentan el yo y el cuerpo astral. Entonces se puede recapitular realmente, yendo hacia atrás, lo que se ha experimentado en el mundo físico desde que nos despertamos por la mañana. Cada noche repetimos las experiencias del día en orden inverso. Cada noche recapitulamos primero las experiencias que tuvimos justo antes de irnos a dormir; luego las horas precedentes; luego las que quedaron aún más atrás, y así sucesivamente. Habiendo pasado revista, en orden inverso, a todos los acontecimientos del día, solemos despertarnos después de llegar al momento en que empezamos por la mañana.

Podrían ustedes hacer la siguiente objeción: Pero a veces la gente se despierta por un ruido repentino. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el tiempo puede transcurrir de distintas maneras. Por ejemplo, una persona se acuesta a las once de la noche, duerme tranquilamente hasta las tres de la mañana y, después de haber recapitulado en orden inverso todo lo que ha vivido durante el día hasta las diez de la mañana, se despierta por una perturbación repentina. En tal caso, el resto del tiempo puede rememorarse muy rápidamente en los últimos instantes antes de despertarse. Así, acontecimientos que se han prolongado durante varias horas pueden, en tal caso, volver a transcurrir casi instantáneamente. Las condiciones del tiempo cambian en el estado de sueño. El tiempo puede comprimirse completamente. Por lo tanto, podemos decir que el ser humano, durante cada período de sueño, repasa a la inversa lo que ha experimentado durante su último período de vigilia. Recapitula los acontecimientos no sólo viéndolos ante sí, sino también entrelazando sus experiencias con un juicio moral completo de lo que hizo durante el día. El ser humano, por así decirlo, es llamado a juzgar su propio estado de moralidad. Y cuando, al despertar, hemos terminado esta actividad, hemos emitido algo así como un juicio mundial sobre nuestra valía como seres humanos. Cada mañana, después de haber experimentado a la inversa lo que hicimos durante el día, nos evaluamos como un ser de mayor o menor valor.

Esta descripción les transmite lo que el elemento espíritu y alma del hombre experimenta, inconscientemente, durante cada noche; es decir, durante un tercio de nuestra vida terrestre (si transcurre de manera normal). El alma pasa por la vida a la inversa; sólo que algo más rápido, porque sólo un tercio de nuestra vida terrestre lo ocupa el sueño.

Después de que nuestro cuerpo físico ha sido desechado en la muerte, la parte llamada por mí en mis escritos cuerpo etérico, o cuerpo de fuerza formativa, se separa gradualmente del yo y del cuerpo astral.

Esta separación tiene lugar de tal manera que el ser humano, habiendo atravesado el portal de la muerte, siente que sus pensamientos, hasta entonces considerados por él como algo interior, se convierten en realidades que adquieren cada vez mayor expansión. Dos, tres o cuatro días después de su muerte el hombre tiene este sentimiento: Fundamentalmente, no soy más que pensamientos. Estos pensamientos, sin embargo, se separan. El ser humano, como ser-pensamiento, adquiere dimensiones cada vez mayores; y finalmente todo este ser-pensamiento humano se disuelve en el cosmos. Pero cuanto más se disuelve este ser-pensamiento (es decir, el cuerpo etérico) en el cosmos, más surgen experiencias derivadas de otras fuentes distintas de la conciencia ordinaria.

Esencialmente, todo lo que hemos pensado y visualizado en el estado de vigilia se dispersa tres días después de la muerte. Este hecho no puede eludirse escondiendo la cabeza en la arena. El contenido de la vida terrenal consciente se ha desvanecido tres días después de la muerte. Pero precisamente debido a que las cosas aparentemente tan importantes, tan esenciales durante la vida terrenal se disipan en tres días, surgen de la profundidad recuerdos de aquello que no podía surgir hasta ahora: recuerdos de lo que siempre experimentamos por la noche, de forma preliminar, entre el dormir y el despertar. A medida que la vida despierta del día se dispersa, se disipa, nuestra profundidad interior envía la suma de experiencias vividas por nosotros durante la noche. Estas no son otras que nuestras experiencias diurnas, pero pasadas en orden inverso y adquiridas, en cada detalle, por medio de nuestro sentido moral.

Hay que recordar que nuestro verdadero yo y nuestro verdadero cuerpo astral están todavía en pie al comienzo de la vida; mientras que las imágenes reflejadas que hemos recibido del cuerpo físico, independientemente de su edad, revolotean ahora con el cuerpo etérico. Lo que no hemos mirado en lo más mínimo durante la vida terrenal, nuestras experiencias nocturnas, surgen ahora como un nuevo contenido. Por lo tanto, no sentimos realmente como si nuestra vida terrenal hubiera terminado, hasta que hayan pasado tres días y se haya producido la dispersión de nuestro cuerpo etérico. Si alguien muere, digamos, el dieciséis de mayo de mil novecientos veintitrés, parece ser llevado al final de su vida terrenal por el surgimiento, de la oscuridad nocturna, de sus experiencias nocturnas. Al mismo tiempo, se apodera de él la tendencia a retroceder.

De ahí que volvamos a pasar por el período que pasamos, noche tras noche, en estado de sueño. Es decir, el equivalente a un tercio de nuestra vida terrestre.

Las diferentes religiones describen esta etapa de la existencia como el Purgatorio, Kamaloka, etcétera. Pasamos a través de nuestra vida terrenal, como pasamos a través de ella inconscientemente en noches sucesivas, hasta que nuestras experiencias se remontan a su mismo comienzo. La rueda de la vida, siempre girando, debe volver de nuevo a su punto de partida. Tal es el curso de los acontecimientos. Tres días después de la muerte, nuestras experiencias diurnas se han esfumado. Un tercio de nuestra vida terrestre ha transcurrido en sentido inverso; un período durante el cual podemos evaluar, con plena conciencia, nuestro valor humano. Porque lo que hemos vivido cada noche inconscientemente, se convierte en plena conciencia una vez que el cuerpo etérico ha sido desechado.

En la vida ordinaria, sólo podemos concebir caminos que atraviesan el espacio. El espacio, sin embargo, no tiene significado para el elemento espíritu y alma; sólo es significativo para lo físico-sensible. Al alcanzar el estado de espíritu y alma, también debemos concebir caminos que atraviesen el tiempo. Después de la muerte, debemos retroceder a través de todo el lapso de tiempo recorrido por nuestro cuerpo físico desde que se separó, -por así decirlo-, de los reinos celestiales. En realidad, retrocedemos tres veces más rápido, porque el tiempo se equilibra a través de las experiencias que vivimos cada noche. Así volvemos de nuevo al punto de partida, pero enriquecidos por todo lo que experimentamos como seres físicos. Enriquecidos no sólo por lo que permanece como recuerdo, -pues lo que voló con el cuerpo etérico sigue permaneciendo como recuerdo-, sino también por el juicio emitido inconscientemente cada noche, desde nuestra plena naturaleza humana, sobre nuestro valor como seres humanos.

Así pues, dependiendo del tipo de vida que llevemos, tarde o temprano volvemos a entrar, (aproximadamente después de varias décadas), en el mundo espiritual del que habíamos partido, pero sólo en lo que respecta a nuestra conciencia. En realidad, nos hemos quedado parados en el punto de partida, esperando a que el curso terrenal del cuerpo físico se hubiera cumplido, para poder volver de nuevo a lo que éramos antes del nacimiento, respectivamente antes de la concepción.

Al describir estas cosas, especialmente en público, debemos tener cuidado para que la gente no se escandalice ante conceptos tan inusuales. Hablando metafóricamente, podría decirse que avanzamos después de la muerte. Sin embargo, en realidad, después de la muerte volvemos sobre nuestros pasos; vivimos nuestra vida al revés. El tiempo, al girar, vuelve a su punto de partida. Se podría decir lo siguiente: el mundo divino permanece donde estaba al principio. El hombre sólo irrumpe, se aleja del mundo divino. Luego vuelve a él, trayendo consigo todo lo que conquistó mientras moraba fuera de los reinos divinos.

Entonces, a su vez, llega la vida. Después de regresar de nuevo al mundo espiritual, enriquecido no sólo por la vida terrenal consciente, sino también por la inconsciente; después de "llegar a ser como niños pequeños" que se encuentran de nuevo dentro de los reinos celestiales, pasamos a un tipo de vida que podría describirse así: ahora el ser humano contempla lo que realmente es. Así como percibía, con su conciencia ordinaria, las plantas, las piedras y los animales entre los que habitaba en la tierra, así percibe ahora su nuevo entorno. Lo que estoy describiendo es la vida después de la muerte. Aquí el hombre se ve rodeado de almas humanas que, habiendo muerto o no habiendo nacido aún, no experimentan las experiencias terrenales, sino las del mundo divino. Además, percibe las Jerarquías superiores, tales como los Ángeles, los Arcángeles, los Exusiai y otros aún más elevados. Conocéis estos nombres y su significado por mi Ciencia Oculta.

El ser humano recoge experiencias en este mundo puramente espiritual. Podría describir estas experiencias diciendo: es como si el ser humano llevara su propio ser al cosmos. Lo que experimentó durante la vida terrestre despierto, durante la vida terrestre nocturna inconsciente, lo lleva ahora al cosmos. El cosmos lo necesita.

Mientras estamos en medio de la vida terrestre, juzgamos todo el cosmos circundante, el sol, la luna y las estrellas, sólo desde un punto de vista terrestre. Como astrónomos, calculamos el movimiento del sol, de los planetas, la relación de estos últimos con las estrellas fijas, etcétera. Sin embargo, todo este método astronómico-científico podría compararse con el siguiente procedimiento: supongamos que un hombre estuviera aquí y un ser diminuto, -por ejemplo, una mariquita-, le observara. Entonces esta diminuta criatura fundaría una ciencia. Una "Asociación de mariquitas para el estudio de la humanidad" observaría cómo el hombre cobra vida. (Supongo que también las mariquitas tienen un cierto tiempo de vida.) Esta asociación observaría lo que le ocurre al hombre; investigaría todos los fenómenos hacia delante y hacia atrás. Una cosa, sin embargo, sería ignorada: que el ser humano come y bebe, renovando así su ser físico una y otra vez. Las mariquitas creerían que el hombre nace, crece por sí mismo y muere por sí mismo. No serían capaces de reconocer que el metabolismo del hombre debe renovarse de día en día.

Como astrónomo, el ser humano se comporta de forma parecida con respecto al mundo. No presta atención al hecho de que el mundo es un organismo gigantesco que necesita alimento, pues de lo contrario las estrellas se habrían dispersado hace tiempo en todas las direcciones del espacio universal y los planetas habrían abandonado sus órbitas. Este organismo gigantesco, para vivir, necesita una especie de alimento que debe recibir una y otra vez. ¿De dónde procede este alimento?

Aquí nos encontramos con las grandes cuestiones relativas a la relación del hombre con el universo. Es sencillamente estupendo todo lo que la ciencia física puede demostrar. Sólo que, de un modo u otro, estas pruebas tienen poco sentido. La gente, a la que se le ha dicho que la Antroposofía contradice a la ciencia ordinaria en muchas cosas, se inclina a creer que esta ciencia ordinaria puede probar cualquier cosa en el mundo. Esto es cierto y la Antroposofía no lo niega. La ciencia puede probar cualquier cosa en el mundo. Sólo que las cosas están constituidas de tal manera que, en ciertos casos, esas pruebas no tienen nada que ver con la realidad.

Supongamos que pudiera calcular cómo cambia la estructura física del corazón humano de un año a otro. Entonces podríamos decir: un hombre de treinta y tres años tendrá tal o cual estructura cardíaca; a los treinta y cuatro tendrá cierta estructura cardíaca; a los treinta y cinco tendrá aún otra estructura cardíaca, y así sucesivamente. Después de haber realizado estas observaciones durante un período de cinco años, calculo cómo estaba constituida la estructura cardíaca de este hombre hace, digamos, treinta años. Esto se puede hacer. Ahora tengo ante mí toda la estructura física del corazón. También puedo calcular cómo estaba constituida hace trescientos años. Aquí, sin embargo, surge una pequeña dificultad: hace trescientos años este corazón no existía y, por lo tanto, no podía haber tenido estructura física de ningún tipo. El cálculo era absolutamente correcto. Podemos demostrar que el corazón estaba constituido hace trescientos años de tal o cual manera, sólo que no existía. También podemos probar que el corazón se constituirá trescientos años más tarde de tal o cual manera, sólo que entonces habrá dejado de existir. Pero las pruebas son completamente infalibles.

La geología puede manejarse hoy de la misma manera. Podemos calcular que una determinada capa del suelo indica tal o cual hecho. Del mismo modo, calculamos cómo era todo hace veinte millones de años, o cómo será veinte millones de años después. La prueba chasquea con maravillosa exactitud: sólo que la Tierra no existía hace veinte millones de años. Ocurre lo mismo que con el corazón. La Tierra tampoco existirá veinte millones de años después. Las pruebas son impecables, pero no tienen nada que ver con la realidad. Así son las cosas en realidad. Las posibilidades de ser engañado por la vida física son inconmensurablemente grandes. Debemos ser capaces de penetrar en la vida espiritual si deseamos obtener un punto de vista desde el que se pueda juzgar el mundo físico.

Y ahora volvamos a lo que iba a ser dilucidado por esta digresión relativa a las pruebas que no tienen ningún punto de contacto con la realidad. Volvamos al momento después de la muerte, tal como lo he caracterizado, y observemos cómo el ser humano ajusta su vida al mundo de los hechos espirituales, de los seres espirituales. Trae a este mundo espiritual lo que ha experimentado en la tierra mientras estaba despierto y dormido.

Tengan en cuenta que estas experiencias son el alimento del cosmos, que el cosmos las necesita continuamente para seguir viviendo. Todo lo que experimentamos en la tierra en el transcurso de una vida fácil o dura lo llevamos al cosmos después de la muerte. Sentimos así cómo nuestro ser de hombre se disuelve en el cosmos para alimentarlo. Estas experiencias que el hombre experimenta entre la muerte y el nuevo nacimiento son de una grandeza sobrecogedora, de una inmensa sublimidad.

Entonces llega el momento en que el hombre ya no se ve a sí mismo como una unidad, sino como una multiplicidad. Se ve a sí mismo como si algunas de sus virtudes y cualidades se movieran, por así decirlo, hacia una estrella; otras, hacia una estrella diferente. Ahora el hombre percibe cómo su ser se esparce por todo el mundo. También percibe cómo las partes de su ser luchan entre sí, se armonizan entre sí, se desarmonizan entre sí. El hombre siente cómo lo que experimentó en la tierra de día o de noche se dispersa en el cosmos. Y así como nos aferramos a nuestras experiencias nocturnas cuando, tres días después de la muerte, nuestros pensamientos, -es decir, la esencia de nuestra vida de vigilia-, se disipan en el cosmos y nosotros, concentrándonos en nuestras experiencias nocturnas, vivimos de nuevo, pero hacia atrás, toda nuestra vida terrenal hasta alcanzar el punto de partida de nuestra vida terrenal; así también ahora, cuando toda nuestra experiencia humana terrenal se dispersa en el cosmos, nos aferramos a lo que representamos como seres humanos pertenecientes a un orden mundial suprasensible.

Ahora nuestro verdadero yo emerge de lo que podría llamarse el ser humano desarticulado dionisíacamente. Poco a poco surge la conciencia: No eres más que espíritu. Sólo has habitado en un cuerpo físico; sólo has atravesado, -incluso en las experiencias nocturnas-, los acontecimientos que te ha traído el cuerpo físico. Eres un espíritu entre espíritus.

Ahora entramos en una existencia espiritual entre seres espirituales; mientras que nuestra sustancia como hombre físico se dispersa y se disuelve en el cosmos. Lo que pasamos aquí en la tierra se divide y se entrega al cosmos: para que nutra al cosmos y le permita seguir viviendo; para que el cosmos reciba nuevos estímulos para el movimiento de sus estrellas, el sustento de sus astros. Así como nosotros debemos alimentarnos físicamente para vivir como hombres físicos entre el nacimiento y la muerte, el cosmos debe alimentarse de las experiencias humanas, llevarlas a su interior. Así nos sentimos cada vez más como hombres cósmicos; encontramos todo nuestro ser transfundido, por así decirlo, en el cosmos, -pero un cosmos tomado en un sentido espiritual. Y entonces se acerca el momento en que debemos buscar la transición de la muerte a un nuevo nacimiento; del hombre convertido en cosmos al cosmos convertido en hombre. Hemos ascendido identificándonos cada vez más con el cosmos. Llega un momento, -lo he llamado en mis Obras de Misterio la Gran Hora de Medianoche de la Existencia-, que nos trae este sentimiento: Debemos volver a ser seres humanos. Lo que llevamos al cosmos debe sernos devuelto por el cosmos, para que podamos volver a la tierra.

Hoy mi principal propósito era describir el ser del hombre, tal como es llevado de la vida terrestre al vasto espacio cósmico. Así, este esbozo, -que será ampliado en los próximos días-, nos ha situado en el centro de la vida, entre la muerte y un nuevo nacimiento.

Traducido por J.luelmo, sep.2023

GA213 Dornach 7 de julio de 1922 - Franz Brentano, filosofía escolástica y ciencia moderna.

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Preguntas humanas - Respuestas cósmicas

RUDOLF STEINER

VI conferencia

Dornach 7 de julio de 1922


Me gustaría presentar parte del material que presentaré aquí en los próximos días de hoy, retomando la vida y la enseñanza de una personalidad que ya he mencionado aquí y allá en las conferencias y de la que también he tratado con más detalle en el tercer capítulo de mi libro "Von Seelenrätseln" (Misterios del alma). Tendré mucho que decir sobre esta personalidad, Franz Brentano, como uno de los espíritus representativos de la segunda mitad del siglo XIX, por razones que se irán aclarando a medida que avancemos en nuestras consideraciones. Algunas de estas indicaciones también se pueden encontrar en la revista 'Das Goetheanum'. Me vinculo con la enseñanza y la vida de Brentano hoy por una razón específica, a saber, la publicación del primer volumen de la herencia de Franz Brentano, que cubre uno de los capítulos más importantes de la visión del mundo, a saber, la enseñanza de Jesús iluminada por el propio Franz Brentano.

Franz Brentano, filósofo, murió en Zúrich en 1917 a la edad de setenta y nueve años. Con su muerte, llegó a su fin una vida filosófica que sin duda se encuentra entre las más interesantes de la historia y, sobre todo, de la segunda mitad del siglo XIX. No solo vivía en Franz Brentano un maestro filosófico, sino que también vivía en él una personalidad filosófica, una personalidad en la que el esfuerzo filosófico emergía de toda la extensión y profundidad de la personalidad.

El filósofo Brentano es miembro de la familia a la que pertenecía Clemens Brentano, el romántico alemán. Clemens Brentano era tío del filósofo Franz Brentano. Y Clemens Brentano es un miembro de la familia que fue amiga de Goethe a través de Sophie La Roche y Maximiliane Brentano, y que dos, a principios del siglo XIX, a menudo interrelacionaban corrientes intelectuales. Estos eran el catolicismo por un lado (estamos tratando con una familia católica devota en la familia Brentano) y el espíritu romántico por el otro. Clemens Brentano realmente creó algunas de las poesías románticas alemanas más bellas y, emergiendo de la atmósfera romántica de la vida intelectual alemana, fue un narrador extraordinariamente importante. A uno le gustaría decir que, a través de la narración de cuentos de los románticos alemanes, los cuentos de hadas alemanes se transformaron de tal manera que una luz del mundo espiritual realmente brilló sobre aquellos a quienes se les contaban cuentos de hadas de esa fuente. Y nuestro filósofo Franz Brentano escuchó cuentos contados por Clemens Brentano, su tío, cuando aún era un niño muy pequeño.

Para nosotros, dos aspectos son importantes aquí. Una es que Franz Brentano surgió de esta atmósfera espiritual. Nació en 1838. En 1842 murió Clemens Brentano. Y por otro lado, tenemos que considerar que Franz Brentano, que surgió del romanticismo católico, se convirtió en la visión científica más estricta que prevaleció en la segunda mitad del siglo XIX en la vida espiritual de la civilización moderna. Franz Brentano creció de tal manera que incluso de niño un espíritu piadoso entró en su alma. El elemento religioso es algo que le sale naturalmente de su alma. Y el catolicismo no entra en su alma como algo externo, sino como algo que constituye la esencia y el tejido de esta alma. Con completa interioridad, el niño Franz Brentano abraza la piedad católica y crece en ella. Ha despertado dentro de sí mismo, educado por el romanticismo, un poderoso intelectualismo. Mientras que en los románticos de la escuela de Clemens Brentano, lo espiritual vivía en forma de fantasía, mientras que un genio como Clemens Brentano prestaba poca atención a las reglas de la lógica y se esforzaba por ganar el mundo espiritual en vuelo, pero en vuelo de la imaginación, para ganar el mundo espiritual y vivir en él, este alto respeto por la vida intelectual, que también se desarrolló en Franz Brentano, se transformó en un talento especial para la elaboración de conceptos estrictos.

A esto ayudó el hecho de que, viniendo del catolicismo, era, por así decirlo, natural que Franz Brentano hiciera suyos los estudios filosófico-teológicos. Y su fina espiritualidad lo había llevado desde el principio a penetrar en la red del pensamiento de Aristóteles y luego también en el estricto entrenamiento conceptual de la escolástica medieval. En esta escolástica medieval, como ya he explicado con más detalle aquí, el aristotelismo también perduró. Y uno quisiera decir: si bien Franz Brentano conservó la disposición a tomar vuelos intelectuales de fantasía, no pudo desarrollarse sin preocuparse por los poderes lógicos del alma humana, a la manera de Clemens Brentano, por ejemplo, sino que desarrolló precisamente la lógica más estricta y solo llegó a su conceptualización a través de la lógica más estricta. Pero por grande que fuera el desarrollo de las habilidades de Franz Brentano en la formación lógica, en asuntos teológico-filosóficos, su genuina piedad católica fue aún mayor en su primera juventud.

Hay algo verdaderamente notable en la formación escolástica moderna que Franz Brentano, en particular, pudo realizar fuera de su catolicismo. Debemos repetir siempre: la lógica realmente estricta, no la lógica superficial que está contenida en la educación cotidiana de hoy y que también domina la ciencia, sino la lógica realmente estricta, que está conectada con todo el ser humano, no solo con la cabeza humana, que ya emerge de la escolástica. El escolasticismo es el arte de la conceptualización lógica en el más alto grado. Pero en la Edad Media y en el catolicismo hasta el día de hoy, la escolástica se usaba solo para apoyar la doctrina católica de la revelación, en el sentido que una vez expliqué al discutir el "tomismo".

Con una mente como la de Franz Brentano, una espiritualidad muy específica se desarrolló precisamente a partir de la piedad católica y de la rigurosa formación de la escolástica. Desarrolló la capacidad de simplemente dar por sentada la existencia de un mundo espiritual. Al sumergirse en el catolicismo y la teología escolástica, después de todo, estaba viviendo en el reino espiritual, y no podía evitar vivir en el reino espiritual. Y captó esta espiritualidad desarrollándola en estricta lógica. Era verdaderamente un verdadero católico. Era católico en el sentido más estricto, y aunque cultivó la lógica más estricta dentro de sí mismo, nunca se habría permitido criticar la doctrina católica revelada, hasta cierto punto de su vida.

Les ruego que imaginen una sola vez a un ser humano en toda su profundidad humana, en quien vive la lógica más estricta, que en tantas mentes modernas ha practicado la crítica más despectiva de la doctrina católica revelada. Esto dio lugar a fuertes dudas en él, pero las empujó todas hacia el subconsciente, sin permitir nunca que salieran a la superficie; porque en el momento en que surgían en conciencia, los empujaba hacia abajo. Se dijo a sí mismo: La doctrina católica revelada es un sistema cerrado y muestra muy claramente que ha venido a la tierra desde los mismos mundos espirituales, aunque por los más variados rodeos, y también a través de las personas. Muestra su propia verdad, y uno siempre debe asumir, cuando surgen dudas, que uno puede errar como ser humano individual frente a un sistema tan abarcador de tan venerable grandeza como el catolicismo. Dado que pertenece a las enseñanzas del catolicismo que solo los concilios pueden hablar sobre la verdad de los dogmas, Franz Brentano, en su estado mental, nunca podría permitirse afirmar realmente una duda contra la doctrina de la revelación si alguna duda surgía del inconsciente. Hizo todo a un lado, simplemente se dijo a sí mismo: Es imposible aceptar realmente tal duda. Pero las dudas, en sus sentimientos, en sus sensaciones, en su inconsciente, se agitaban terriblemente en su alma. No hizo lo que hicieron los racionalistas de los siglos XVIII y XIX, y se entregó a estas dudas, sino que siempre las dejó de lado como algo prohibido.

Entonces ocurrió un evento que causó una gran conmoción en su alma. Brentano nació en 1838. Fue ordenado sacerdote católico a los sesenta años, y fue como sacerdote católico, pero con el estado de ánimo que acabo de describirles, que se convirtió en profesor de filosofía en la Universidad de Würzburg. Y así se vio afectado por el movimiento por el dogma de la infalibilidad, que se desarrolló hacia fines de la década de 1860. Este dogma iba a ser declarado en 1870. Como excelente teólogo y piadoso católico, Franz Brentano, que todavía era relativamente joven en ese momento, fue comisionado por el famoso obispo Kezteler para decir lo que se podía decir desde el punto de vista de la teología católica sobre el dogma de la infalibilidad.

Primero describiré la secuencia de eventos externos. Ketteler fue uno de los obispos alemanes que se rebeló más vigorosamente contra el establecimiento del dogma de la infalibilidad. Hizo que Franz Brentano preparara un memorándum, que debía ser presentado por Ketteler en la asamblea episcopal de Fulda, para decidir en nombre de los obispos alemanes que no respaldarían el dogma de la infalibilidad. Ketteler también presentó el contenido completo del memorándum de Brentano, que estaba dirigido contra el dogma de la infalibilidad, en la asamblea de obispos en Fulda. Esa es la apariencia externa, a la que solo hay que agregar el hecho de que los obispos alemanes cayeron entonces, que cuando se reunieron en Roma y se declaró el dogma de la infalibilidad, finalmente se sometieron y aceptaron el dogma de la infalibilidad. Así que Franz Brentano criticó este dogma en el sentido negativo como una doctrina no católica para el obispo Ketteler. Y luego se declaró el dogma de la infalibilidad.

¿En qué posición estaba Franz Brentano como un excelente teólogo y como un católico devoto? Nunca se habría permitido criticar un dogma en el que ya había crecido. Pero cuando el obispo Ketteler lo llamó a criticar el dogma de la infalibilidad, aún no se había convertido en un dogma, solo estaba a punto de convertirse en uno. Así que se permitió atacar este dogma naciente con su intelecto. También estaba totalmente en línea con el pensamiento del obispo Ketteler, quien inicialmente también estaba en contra del dogma de la infalibilidad. Así que Franz Brentano nunca habría desafiado un dogma existente fuera de su estado de ánimo a finales de los años sesenta. Pero la infalibilidad aún no era un dogma, por lo que la criticó con tremenda perspicacia. Porque lo que Ketteler había presentado en la reunión de obispos en Fulda era precisamente el memorándum de Brentano.

Pero ahora la infalibilidad se convirtió en un dogma católico legítimo. Verá, no una mera consideración intelectual, sino el hecho de que había crecido junto con uno de los eventos más importantes del catolicismo moderno fue un punto de inflexión decisivo para Franz Brentano. Lo que podría no haber sucedido en absoluto por un mero paso intelectual: su ruptura con la Iglesia se produjo para él en relación con estos acontecimientos. Era el crítico más importante del dogma de la infalibilidad y en ese momento tuvo que preguntarse: ¿El cristiano ortodoxo Franz Brentano, que había criticado el dogma de la infalibilidad desde lo más profundo de la conciencia católica antes de 1870, seguía siendo católico cuando después de 1870 el dogma de la infalibilidad se había convertido en un dogma legítimo? Verá, aquí hay hechos que juegan un papel más importante en la vida de las personas que una decisión intelectual, que en la mayoría de los casos no tiene valor. Y así, un hombre tan recto y tan vivo en su conciencia como Franz Brentano no podía hacer otra cosa que abandonar la Iglesia. Basta con tomar todo el contexto para ver cuán profundamente Franz Brentano había crecido realmente junto con un cierto lado de la vida intelectual de la segunda mitad del siglo XIX.

Así, Franz Brentano se mantuvo como un filósofo, en cierto sentido expulsado de su carrera católica. Tuvo una educación completamente diferente a la de los otros filósofos del siglo XIX; porque la educación que tuvo no es evidente en los filósofos fuera de la Iglesia. Pero ahora estaba incluido en la serie de filósofos fuera de la Iglesia. En este contexto, la forma de pensar científica del siglo XIX le había causado la impresión más fuerte posible. Esta forma de pensar científica había marcado la pauta para toda la vida científica desde mediados del siglo XIX. Y cuando Franz Brentano se habilitó en Würzburg, lo hizo con la tesis: "En filosofía, ningún otro principio metodológico puede prevalecer que en la verdadera ciencia". La ciencia natural le causó una impresión tan profunda en su método que no pudo evitar decir: la filosofía debe hacer uso de los mismos métodos que la ciencia natural si quiere ser una ciencia real.

Realmente no es fácil desenredar el enredo mental en el que Franz Brentano estaba enredado en la década de 1860. Veamos la situación objetivamente. Por un lado, tenemos a una persona que fue quizás uno de los mayores expertos en tomismo y aristotelismo de su tiempo, un pensador y conceptualizador extremadamente agudo, pero todo esto basado en la doctrina católica. Por otro lado, tenemos a un hombre que está extremadamente impresionado por el método científico. ¿Cómo es eso posible? Sí, es muy posible, por la siguiente razón. Tomemos el significado de la escolástica medieval. La escolástica medieval es una ciencia que funciona de acuerdo con conceptos escolásticos para lo espiritual, pero una ciencia que se ordena a sí misma a saber solo algo sobre el mundo sensorial externo, y luego algunas ideas que resultan de las conclusiones del mundo sensorial, mientras que todo lo sobrenatural se deja a la revelación, a la que el conocimiento intelectual no debería atreverse.

Así, en la escolástica medieval, tenemos una división estricta: el ámbito del conocimiento sensorial con algunas conclusiones, como la existencia de Dios u otras conclusiones similares; estos pertenecen al conocimiento humano. Por otro lado, los misterios reales, los contenidos del mundo suprasensible, solo pueden obtenerse a través de la revelación, es decir, a través de lo que la Iglesia ha preservado de las revelaciones de los mundos suprasensibles que han llegado a las personas en varios momentos de una manera que la Iglesia considera legítima.

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Pero esa ya era la preparación para la visión científica moderna. Esta ciencia natural moderna también solo quiere extraer conocimiento sensorial y, como mucho, algunas conclusiones del conocimiento sensorial. Esta ciencia natural moderna ni siquiera sabe que es la continuación del escolasticismo, solo que ciertas mentes radicales lo han hecho de manera algo diferente a los escolásticos. Visualicemos esto esquemáticamente. El escolástico se dice a sí mismo: Con el intelecto y con la ciencia ordinaria, obtengo conocimiento del mundo sensorial ordinario y algunas conclusiones que surgen de él (amarillo); Entonces hay un límite más allá del cual se encuentra el mundo suprasensible, en el que uno no puede penetrar (rojo). ¡No es diferente con las ciencias naturales modernas! Dice: Con el conocimiento humano, uno penetra en el mundo sensual y puede sacar algunas conclusiones que se derivan de este conocimiento. Los escolásticos decían: Por encima de eso se encuentra el mundo suprasensible, que uno debe reconocer a través de la revelación. Los espíritus radicales del mundo moderno decían: Sólo se puede reconocer el mundo sensual, dejamos de lado el mundo suprasensible, que ni siquiera existe, o al menos no se puede reconocer. En esto se convirtieron en agnósticos. Lo que era corriente en la escolástica con respecto al conocimiento del mundo sensual y algunas de las conclusiones extraídas de él simplemente continuó en la actitud científica moderna, de modo que una mente que había absorbido tan seriamente el entrenamiento escolástico a lo largo de su juventud no necesitaba ver nada en el método científico moderno sino la continuación de los puntos de vista escolásticos. Pero para él, debido a que también era un católico devoto, el mundo espiritual era nuevamente una cuestión de rutina. Así que Franz Brentano en realidad solo fue más consistente que cientos y cientos de otros, tanto en el lado católico como en el no católico.

Así que Brentano recurrió al método científico. Pero este método científico debe tomar conciencia de sus limitaciones o bien declarar el agnosticismo o la inexistencia del mundo suprasensible. Si, sin embargo, uno percibe el mundo suprasensible como algo natural, pero ya no puede aferrarse a la verdad de la Revelación, porque ya no puede aferrarse a la verdad de la Iglesia, como fue el caso de Franz Brentano, entonces se encuentra en una situación especial.

Una mente superficial puede arreglárselas fácilmente en tal situación. O niega la existencia del mundo suprasensible o no le importa. Franz Brentano no pudo hacer eso. Pero precisamente debido a su estricta formación escolástica, pudo expresar la tesis de que la verdadera filosofía no debe usar otros métodos que los de la verdadera ciencia natural.

Ahora bien, todos ustedes saben que cualquiera que, a pesar de decir sí al método científico, todavía quiera llegar a un mundo espiritual a través del conocimiento, debe ascender del método científico ordinario a lo que yo llamo clarividencia exacta o visión exacta, que se desarrolla de acuerdo con los métodos que he descrito en mis libros. Pero Franz Brentano retrocedió ante el desarrollo de este tipo de visión, ante el desarrollo de cualquier tipo de método que fuera más allá de las ciencias naturales y, sin embargo, se suponía que era cognitivo. Fue influenciado por la actitud que tenía como católico hacia la revelación. A la ciencia no se le permitió entrar en la revelación. Podía entender un método científico-natural que se limitaba solo al mundo de los sentidos; Pero precisamente cuando uno toma esto en serio, debe desarrollar habilidades suprasensibles. Retrocedió ante esto.

En este estado de ánimo, Franz Brentano se convirtió en un filósofo, ya no en un teólogo, sino en un simple filósofo. Podemos decir que tal personalidad, en la que se encuentran muy claramente marcadas todas las tormentas y luchas que tuvieron lugar en la vida intelectual de la época, y en la que hay que decir al final: no se convirtió en el vencedor en su propia alma, tal personalidad es naturalmente a menudo mucho más significativa y mucho más interesante que otras que fácilmente, en conceptos ligeramente drapeados, puede hacer frente a todo lo posible.

En este estado de ánimo, Franz Brentano fue llamado ahora a Viena, a esa Austria de la que os hablé aquí el otro día. He caracterizado su peculiar espiritualidad, y si recuerdan lo que dije sobre Austria en ese momento, comprenderán que un filósofo de este tipo podría causar una gran impresión en Viena. Y eso es precisamente lo que hizo Brentano. Era extraordinariamente interesante como personalidad, incluso en su apariencia externa. Tenía una cabeza muy intelectual y ojos brillantes, que probablemente tenían algo similar a los ojos del romántico Clemens Brentano. Franz Brentano era realmente sorprendentemente interesante en su personalidad, en el sentido de que cuando lo veías caminar, por ejemplo, cuando subía al podio, siempre tenía algo sobre él, como si no se hubiera deslizado del todo en su cuerpo físico. Casi todos los movimientos, ya sea caminar o mover los brazos, las expresiones faciales, la formación de las palabras mismas, todo esto tenía algo antinatural. Uno siempre tenía la sensación de que algo colgaba con el cuerpo físico, como si estuviera colgando con ropa. Y, sin embargo, todo el asunto causó una impresión extraordinariamente comprensiva y espiritualizada. Uno no podía evitar sentir que era bastante natural para esta personalidad, con su tono de voz siempre serio, con su constante esfuerzo por dar forma a los conceptos de la manera más estricta, pero que a su vez daba la impresión de haber vivido en su pensamiento no en su cabeza, sino que vivía un poco por encima de su cabeza, era básicamente bastante natural para ella sentir en su cuerpo físico como si estuviera en un traje Eso no era del todo correcto para ella, eso era demasiado grande o demasiado pequeño, podemos decir, demasiado grande. Y algunas cosas que uno habría encontrado coquetas en los movimientos de otra persona eran interesantes en Franz Brentano.

Franz Brentano se esforzó por aplicar el método científico en todas partes. Cuando trataba los problemas intelectuales, los trataba con una actitud inspirada en el método científico. Pero me gustaría decir: el teólogo todavía estaba allí en el tono de voz. Había una gran diferencia, por ejemplo, entre escuchar el método científico utilizado por cualquier viejo naturalista y por este filósofo que había salido de la teología.

Para aquellos que tenían alguna idea de Franz Brentano, era bastante natural que cuando llegó a Viena en 1874, inicialmente se convirtiera, en cierto sentido, en el favorito de la sociedad vienesa, es decir, de la sociedad que amaba particularmente a personalidades tan famosas como Franz Brentano en ese momento. Las mujeres en particular, ya que los hombres de esta sociedad estaban menos preocupados por la educación, especialmente en la década de 1870, tenían un gusto particular por Franz Brentano, porque siempre se podía escuchar algo ingenioso de él. Él era superior a ti, y una vez más no era completamente superior a ti; pero también eras superior a él. Cuando llegó, se quitó el abrigo con torpeza. Era tan fácil ayudarlo, y podías sentirte tan superior a ciertos aspectos de su naturaleza cuando podías ayudarlo, cuando podías apoyarlo, por ejemplo, para que no se cayera por el umbral de la puerta y cosas por el estilo, o cuando no encontraba la cuchara de inmediato, o cuando él, a quien le gustaba hacerlo, cortar la carne tanto tiempo por un lado y luego por el otro, hasta que ya no eran trozos individuales, sino algo que en algunas zonas de Alemania se llama desastre. Así que podrías sentirte superior y, al mismo tiempo, ver algo así como la revelación de un mundo espiritual a través de él.

Un poeta, Adolf Wilbrandt, que a veces era extraordinariamente ingenioso pero nunca muy receptivo a las profundidades del ser humano, trató de ridiculizar esto de una manera un tanto desdeñosa en su "Invitado de la estrella vespertina". Esta novela fue vista en todas partes en Viena como una burla de Franz Brentano, pero en realidad es solo en el sentido en que acabo de describirla.

Ahora bien, en el momento en que Franz Brentano, en el estado de ánimo que he descrito, daba sus conferencias en Viena, gozaba de una enorme popularidad para la época. Hay que tener en cuenta que la filosofía no era un tema muy respetado en ese momento. Pero Franz Brentano ya había atraído a una gran audiencia en Würzburg como profesor asociado, y en la misma sala de conferencias donde los estudiantes habían escrito "cabina de azufre" en la puerta después de la primera conferencia de su predecesor, no volvieron a ir allí más tarde. En este mismo auditorio máximo, Franz Brentano leyó sobre filosofía, y la sala de conferencias pronto se llenó. Y así, las salas de conferencias en Viena donde daba conferencias siempre estaban llenas.

Una de sus primeras obras literarias fue su "Psicología". Se había propuesto escribir una psicología utilizando un método científico. Estaba destinado a ser de cuatro o cinco volúmenes. El primer volumen apareció en la primavera de 1874. Había prometido el segundo volumen para el otoño, y así continuaría. Se había puesto a investigar, utilizando un método científico en el sentido más estricto de la palabra, del mismo modo que se investiga si un metal se calienta o se enfría, o si el calor se conduce de un metal a otro, cómo una idea sigue a otra, cómo una idea y otra corresponden, en resumen, todas las relaciones más pequeñas de la vida del alma. No fue más allá. Pero ya había dicho en el primer volumen: La ciencia también debe usarse para el estudio del alma, para la psicología. Pero si esta base científica se comprara al precio de que la psicología moderna no tuviera nada que decir sobre el destino de la mejor parte del ser humano cuando el cuerpo se entrega a los elementos de la tierra, entonces se renunciaría a algo muy valioso en aras de esta base científica. Para Brentano, quien, por supuesto, vivía en lo espiritual, pero que, por supuesto, no podía probarlo usando el método científico, este espiritual no era de ninguna manera algo que no quisiera ver como un objeto de conocimiento. Definitivamente quería penetrar en el mundo espiritual con conocimiento, pero también quería permanecer con las ciencias naturales.

Y así, este primer volumen siguió siendo el único de la "Psicología" de Brentano que se publicó. Era un hombre demasiado verdadero y científicamente concienzudo para haber continuado en el sentido de mero formalismo. Por supuesto, podría haberlo hecho fácilmente, y aún podría haber producido psicologías de ese tipo, como las de los demás. Pero si Brentano hubiera continuado con una psicología, habría tenido que ser verdadera en cada página, como el primer volumen, verdadera, por supuesto, dentro de los límites dentro de los cuales el hombre puede penetrar en las verdades. Pero Franz Brentano quería permanecer en el ámbito de las ciencias naturales. Esto no condujo a una continuación en el alma. No podía negar el alma, como lo han hecho los psicólogos que han escrito "almas sin alma". Solo podía quedarse en silencio. Y así no escribió ningún segundo volumen al primero, y mucho menos los siguientes.

A los estudiantes de Brentano les molestó que dijera este hecho en el tercer capítulo de mi libro "Sobre los rompecabezas del alma" porque ellos mismos se inclinan a explicar el asunto mucho más superficialmente. Pero incluso si uno decidiera decir: bueno, tal vez los estudiantes de Brentano saben mejor que esta no fue la razón, por el patrimonio de Brentano o por el hecho de que estaban cerca de él, el primer volumen del patrimonio de Brentano, que ha sido excelentemente editado e introducido por el estudiante de Brentano Alfred Kastil, muestra de hecho el mismo estado de ánimo en Franz Brentano que le impidió agregar un segundo volumen al primero de su psicología. En este primer volumen de la herencia de Brentano, el primer capítulo se titula "La enseñanza moral de Jesús según los Evangelios", que fue escrito mucho después de que dejó la iglesia. En el sentido más estricto, no quería aceptar nada que no fuera compatible con una actitud estrictamente científica. El segundo capítulo es: "La enseñanza de Jesús sobre Dios y el mundo y sobre su propia persona y misión según los Evangelios". El tercer capítulo es particularmente detallado y es una crítica de los pensamientos de Pascal sobre la defensa de la fe cristiana. Luego, después de un breve interludio sobre Nietzsche como imitador de Jesús, hay un apéndice: La verdad de la fe en una breve presentación de su contenido esencial.

Es tremendamente conmovedor tener este pequeño libro sobre las enseñanzas de Jesús de Franz Brentano frente a ustedes, después de que Jesús y sus enseñanzas han sido escritas y habladas desde todos los puntos de vista posibles en el siglo XIX, desde ortodoxos, semiortodoxos, librepensadores, desde puntos de vista completamente ateos, y mucho se ha escrito y hablado sobre Jesús y sus enseñanzas, tomando todo en busca de ayuda, por ejemplo, de David Friedrich Strauß, lo que hay en el camino de la mitología, etc. Es conmovedor ver cómo el excelente filósofo Franz Brentano, que había dejado la Iglesia, caracteriza a su manera la enseñanza moral de Jesús y su significado duradero, luego la enseñanza de Jesús sobre Dios, el mundo y la propia misión de Jesús, luego todo el significado de la dogmática de la Iglesia y la administración de la iglesia, el significado de la Iglesia tal como la presenta disculpadamente Pascal. Es conmovedor ver cómo Franz Brentano, a su vez, aparece de manera contundente como el astuto oponente de Pascal y ahora habla sobre el catolicismo como tal. Es conmovedor porque aquí tenemos ante nosotros al Brentano de su juventud, con toda su piedad, con toda su gran capacidad para sumergirse en lo espiritual, y sin embargo también al hombre de la mente científica más estricta, una actitud que surge de la metodología científica, un hombre que, por ejemplo, no podría dejarse impresionar por el llamado modernismo porque Brentano es un espíritu profundo y modernismo, incluso el modernismo católico, es algo superficial. Así, a pesar de haberse alejado de la Iglesia, no expresó, por ejemplo, ningún tipo de aprobación del modernismo.

En el siglo XIX, los espíritus que creían estar en el terreno de las ciencias naturales, como David Friedrich Strauß, en el sentido más estricto de la palabra, se habían preguntado: ¿Seguimos siendo cristianos? ¿Todavía creemos en un Dios? — Estas dos preguntas fueron formuladas y respondidas negativamente por David Friedrich Strauß, y también por muchos otros. Simplemente no tenían el mismo entrenamiento profundo que Brentano. Por lo tanto, su vida cognitiva también fue menos trágica. Tenían menos por qué luchar que por el método científico, porque era más fácil para ellos, debido a su superficialidad, abandonarse a él que para Franz Brentano, para quien era difícil abandonarse de su profundidad. Sin embargo, consideraba que este método científico era absolutamente necesario en nuestro tiempo.

Les cuento esto porque creo que al tomar los hechos puros de su vida interior y exterior, el ejemplo de esta personalidad puede darnos una visión más clara del funcionamiento y la esencia de la civilización en la segunda mitad del siglo XIX que si tuviera que describirla en abstracto. La composición psicológica de Franz Brentano es tal que, si uno lo considera principalmente como un psicólogo, debe decir: Todo en las habilidades de este hombre tiende en realidad al desarrollo del conocimiento suprasensible, de modo que el alma puede ser observada. Si Brentano hubiera querido escribir incluso el segundo volumen de su Psicología, habría tenido que llegar al conocimiento imaginativo, y luego al conocimiento inspirado, y así sucesivamente. Él no quería eso. Debido a que no quería hacer esto, se abstuvo concienzudamente de escribir el segundo y tercer volumen. Sin embargo, en cierto sentido se convirtió en una víctima del método científico, una víctima honesta y concienzuda. Y así como solo el conocimiento suprasensible, en el sentido en que lo he descrito, por ejemplo, en mi libro "Cómo conocer los mundos superiores", puede penetrar en la naturaleza real del alma, solo ese conocimiento suprasensible de lo que ofrece la ciencia natural puede penetrar en lo que está presente como el mundo espiritual que todo lo impregna y se teje.

La astronomía puramente científica sabe de cuerpos celestes flotando en el espacio. A lo sumo, analiza la naturaleza de la luz de estos cuerpos celestes utilizando análisis espectrales. Pero para él, todas estas son esferas flotando en el espacio. Todo esto no tiene espíritu. Y el contenido de zoología, biología, botánica y mineralogía no tiene espíritu. Por la naturaleza misma de su método, la ciencia natural debe extraer a los sin espíritu y dejar el espíritu sin consideración. La ciencia espiritual en el sentido antroposófico debe a su vez conducir al espíritu. El conocimiento suprasensible, no solo en psicología sino también en el mundo en general, conduce a la espiritualidad.

Así como Brentano fue incapaz de acercarse a la naturaleza del alma con su actitud estrictamente científica en su "Psicología", tampoco pudo acercarse verdaderamente al Misterio del Gólgota cuando abandonó la dogmática católica. ¿Cómo se puede acercar al Misterio del Gólgota? Solo si puedes comprender que el mundo está entrelazado con un espiritual suprasensible. En este espiritual suprasensible hay una entidad, como os he descrito a menudo, el Cristo, que vivió como entidad de Cristo en el cuerpo de Jesús de Nazaret cuando tuvo lugar el Misterio del Gólgota. Sin ciencia espiritual, uno no llega a otra comprensión que la de la personalidad de Jesús. Solo la ciencia espiritual antroposófica puede revelar cómo vivió el Cristo divino en Jesús. Franz Brentano no quería eso.

Pero aún conservó lo suficiente de su conciencia católica de que Jesús tiene un significado central en toda la evolución de la tierra. Eso estaba claro para él. Así como estaba claro para él que el alma es inmortal, pero que no podía encontrar esta inmortalidad de una manera cognitiva, así también estaba claro para él que Jesús forma el centro del desarrollo terrenal. Pero no pudo encontrar la transición de Jesús a Cristo. Y así vemos que está emocional y voluntariamente atrapado de una manera enormemente fuerte por el significado de la personalidad de Jesús y las enseñanzas de Jesús. Tomemos frases como esta: "No se supere" -como piensa David Friedrich Strauß- "si se interpreta armoniosamente y se presta atención a sus rasgos esenciales, la enseñanza de Jesús en la historia, pero en su perfección en la vida, aún no se ha logrado. Debido a la debilidad humana, todavía necesitará duras luchas para lograr la victoria total, pero debido a su fuerza interior, será imposible que perezca alguna vez. La conciencia siempre dará testimonio de la verdad y de la belleza sagrada que contiene. De hecho, lo ha hecho desde los tiempos precristianos entre paganos y judíos y en el Oriente asiático, así como en el Occidente europeo, de modo que la enseñanza moral de Jesús no significa tanto un gran avance al proclamar mandamientos completamente nuevos, sino por el hecho de que Jesús los ilustró de tal manera con el incomparable ejemplo que dio en su vida y muerte que la posibilidad de una virtud tan sublime se comprendió plenamente y así inspiró la imitación con un mayor valor. Este ejemplo brillará para siempre y ninguna profecía es más cierta que cuando se dice en este sentido: Jesús y sin fin". ¡Así el filósofo y ex católico, el excelente teólogo Franz Brentano, que no pudo llegar a Jesús como el Cristo solo por su mentalidad científica!

Compare estas hermosas palabras sobre Jesús como el centro del desarrollo terrenal con mucho de lo que ha sido escrito por teólogos que permanecieron en la Iglesia, y forme una opinión sobre ellas. Pero también formarse una opinión sobre lo que significa cuando una persona con el estado mental que he caracterizado dice lo siguiente sobre la cosmovisión de Jesús: "Así que la cosmovisión de Jesús no solo era geocéntrica", es decir, no solo sino también cristocéntrica, y de tal manera que no solo toda la historia de la tierra, pero también la de los espíritus puros, tanto buenos como malos, está ordenada alrededor de la persona del único hombre Jesús, y en todos los aspectos encuentra su comprensión solo a través de la relación intencionada con él. El mundo es una monarquía, no solo en vista del único Dios todopoderoso, sino también en vista de esa criatura que, antes que todas las demás, es su imagen".

Así Franz Brentano se acerca a la personalidad de Jesús. Pero aún así, proviene de esta personalidad de Jesús, de quien dice que su visión del mundo no es meramente geocéntrica sino cristocéntrica, y que no solo los hombres en la tierra sino también los espíritus superiores, tanto buenos como malos, son guiados por ella. Viene de la personalidad de Jesús, no de la esencia de Cristo.

Y entonces hay una terrible contradicción en él. Porque se pregunta: ¿Qué es este hombre Jesús, en torno al cual gira toda la historia humana? Pero no hay ninguna idea en Franz Brentano que conduzca a tal realidad que el Cristo en Jesús realmente pueda ser comprendido. Porque solo quien capta al Cristo en Jesús puede pensar en convertirlo en el centro de esta manera.

También aquí, aunque al menos lo llevó a una conclusión literaria por razones religiosas, pero luego no lo publicó él mismo, y sólo fue publicado por sus alumnos, también aquí Franz Brentano no llegó al final de su búsqueda, aunque estaba, por así decirlo, directamente en la puerta, que sólo tenía que abrir para llegar a la inmortalidad del alma y también a la comprensión del misterio del Gólgota. Por eso es un documento tan extremadamente interesante, este pequeño libro de Franz Brentano, 'La enseñanza de Jesús y su significado permanente', porque Franz Brentano ciertamente tenía una idea de este significado permanente. Una vez más, después de haber presentado la enseñanza de Jesús y su significado permanente como segundo capítulo, vuelve a preguntar: ¿Seguimos siendo cristianos? La respuesta dependerá, dice, del sentido en que se plantee la pregunta. Y luego, sin embargo, después de culpar a la educación moderna por el hecho de que no puede surgir una verdadera idea de Cristo, dice una vez más: "Tal vez alguien llame vanas las esperanzas que he expresado aquí, porque la poderosa influencia que la enseñanza y el ejemplo de Jesús ha ejercido sobre la humanidad está esencialmente relacionada con el hecho de que uno le ha atribuido una naturaleza divina y así profesa una creencia en la cual, Según mi propia admisión, incluso los más avanzados ya no se mantienen hoy". Ahí viene, podría decir, a lo poco claro.

"Pero pasan por alto el hecho de que la posibilidad de tal influencia no comenzó con la creencia en la divinidad de Jesús, sino más bien que mirar su ejemplo, tal como se presenta en las narraciones de los Evangelios, fue uno de los motivos más fuertes que llevaron a la creencia en la superioridad divina de su persona. Ningún otro... podría ser puesto a su lado, y cuanto más se conviertan estos siglos en milenios, más se le dará para distinguirlo y brillar como una luz en nuestras propias vidas.

Sienten una vez más lo cerca que estuvo Franz Brentano de la puerta del mundo suprasensible, y cómo fue retenido por la guía más poderosa de la civilización moderna, por la metodología y el espíritu de las ciencias naturales.

Y así, después de esta publicación de la herencia de Brentano, se puede decir lo que también se tenía que decir sobre sus escritos impresos durante su vida: Franz Brentano está allí como un fantasma de la segunda mitad del siglo XIX, que con cada fase de su vida mental lo llevó a la aprehensión del mundo suprasensible, pero que permitió que esta aprehensión del mundo suprasensible le fuera prohibida por la ciencia natural, al igual que permitió que la crítica del dogma le fuera prohibida por el dogma mismo. Así es como Franz Brentano, precisamente a través de lo que no pudo lograr, se presenta ante nosotros como una personalidad luminosa, como una de las personalidades más significativas de la segunda mitad del siglo XIX, y nos enseña, quizás como pocos, a reconocer cómo la herencia intelectual del siglo XIX, que entró en el siglo XX, en realidad se relaciona con el desarrollo de la humanidad en términos de sus efectos.

traducción pendiente de revisión