GA199 Dornach, 5 de septiembre de 1920 - Sobre los peligros para la vida espiritual por su conexión con la vida estatal y económica.

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RUDOLF STEINER
Las ciencias espirituales como conocimiento 
de los impulsos básicos de la estructura social 

 Sobre los peligros para la vida espiritual por su conexión con la vida estatal y económica. -

Dornach, 5 de septiembre de 1920

décimo cuarta conferencia

Será necesario recordar algunos hechos que ya se han mencionado para evocar la comprensión de algunas de las cosas que hay que decir en relación con lo que se ha dicho recientemente. Hemos visto cómo el hombre está conectado con su entorno, con los otros reinos de la existencia. Hemos visto cómo el cuerpo etérico del hombre apunta al reino animal, cómo el cuerpo astral del hombre apunta al reino vegetal, y cómo el yo del hombre apunta al reino mineral, y luego hemos visto cómo a través del trabajo que el yo realiza en sí mismo en comunidad con los demás seres humanos, es decir, en el orden social, surge lo que actualmente conocemos inicialmente como el desarrollo cultural de la humanidad en el arte, la religión y la ciencia. Básicamente, como dije ayer, los contenidos del arte, la religión y la ciencia no son otra cosa que lo que surge a través de este trabajo del yo humano sobre sí mismo. De modo que tenemos aquí uno de los ejemplos de cómo el ser humano está también conectado con la vida social. El arte, la religión, la ciencia, son, después de todo, en la más amplia medida, los contenidos del campo espiritual real del organismo social.

Luego tenemos lo que surge a través de la transformación del cuerpo astral. En la etapa actual del desarrollo humano, esta transformación debe ser, por supuesto, mucho más subconsciente que la que tiene lugar en el reino espiritual del arte, la religión y la ciencia. Y lo que surge a través de la transformación del cuerpo astral es esencialmente lo que tenemos que caracterizar como el campo del derecho en el organismo social. Luego tenemos mucho más inconscientemente lo que surge a través de la transformación del cuerpo etérico humano en comunidad por el hecho de que las personas están juntas. Y todo lo que surge de lo que la gente hace porque transforma su cuerpo etérico pertenece al campo económico en el organismo social. Así que ahí tenemos la relación, la relación del hombre con el mundo exterior. Y ya vimos ayer qué significado tiene que el hombre tenga tales relaciones con la vida social exterior; porque a través de esto el hombre realmente prepara la base de la naturaleza para su próxima vida en la tierra, como hemos visto. En cierto sentido, con ello trabaja en la creación de la propia existencia terrenal. Y sería deseable que el mayor número posible de personas se diera cuenta de la extraordinaria importancia y significación del momento actual en el desarrollo humano.

Se puede decir que hasta esta hora de la historia del mundo, el desarrollo de la humanidad estaba asegurado básicamente por los seres que estaban por encima de los seres humanos en las jerarquías superiores. Como sabemos, la humanidad ya alcanzó cierto grado de desarrollo del cuerpo etérico en el antiguo período cultural indio, cierto desarrollo del cuerpo astral en el antiguo período persa, cierto desarrollo del alma sensible en el período egipcio-caldeo, cierto desarrollo del alma racional en el período greco-latino. Y ahora la humanidad está en proceso de elevar el alma consciente desde las profundidades de la existencia del alma. Pero como el germen de lo que sigue debe estar siempre en los desarrollos precedentes, aquello que constituirá el contenido de la siguiente época cultural ya se está anunciando: el desarrollo del yo espiritual. Este desarrollo del yo espiritual, sin embargo, debe ser ya algo que emane del hombre mismo.

Hemos pasado por las distintas vidas de la Tierra. Cuando hablamos de los pueblos de la antigua India, del período de la antigua Persia, del período egipcio-caldeo, del período greco-latino, en realidad estamos hablando de nosotros mismos, porque éramos nosotros quienes vivíamos en condiciones completamente diferentes en aquella época, y éramos nosotros quienes vivíamos en un entorno animal, vegetal y mineral, entorno que en cierto sentido todavía estaba preparado para nosotros a partir del legado de nuestros antepasados divinos, que eran seres humanos en la luna, el sol, Saturno, que en aquel tiempo pasaron con los antepasados de la tierra por lo que nosotros estamos pasando ahora. Lo que fue el contenido de una forma planetaria anterior siempre permanece para la siguiente forma planetaria. Hemos vivido de lo que los dioses, los seres de las jerarquías superiores nos han dejado. Y ahora nos encontramos en un punto en el que la tierra se secaría y se marchitaría si el hombre no hilara, por así decirlo, un nuevo hilo de vida a partir de sí mismo.

Consideremos cómo se preparó esto en realidad. Por supuesto, tenemos una vida espiritual dentro de nuestra vida social, y los pueblos de Occidente están orgullosos de su vida espiritual, orgullosos de su arte, religión y ciencia. Pero hay que distinguir entre lo que fue el Misterio del Gólgota: un hecho, y la forma en que se ha entendido hasta ahora a través de las ideas y conceptos que podían extraerse de la religión, el arte y la ciencia. Se entendía a Cristo según el contenido espiritual que se tuviera. Y en Occidente hemos fundado algo que es como una continuación de la antigua espiritualidad. Pero básicamente, si uno es capaz de mirar imparcialmente lo que se ha fundado en Europa y sus vecinos americanos en términos de vida espiritual real, todo es en última instancia herencia oriental. No es otra cosa. Ciertamente, hemos transformado muchas cosas. Ya he aludido en estas conferencias a cómo lo que en Oriente era muy diferente, lo que en Oriente podía captar grandiosamente las conexiones lícitas entre las sucesivas vidas terrenales del hombre, lo que en la cosmovisión griega se reducía sombríamente a la fatalidad, al destino, y a través del elemento latino-romano se ha convertido en algo jurídico. He insinuado lo que se siente al contemplar el cuadro de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, donde Cristo está de pie como un juez del mundo, como el jurista universal, ¡decidiendo entre el bien y el mal según la cosmovisión de lo jurídico! La visión del mundo se ha judicializado. No era así como cosmovisión oriental.

Y luego había algo que provenía del pensamiento económico. Fue Bacon quien realmente partió enteramente del pensamiento económico, y toda Europa fue a la escuela de Bacon. Y lo que tenemos en nuestras ciencias, lo que hoy impregna todos los círculos europeos como visión popular del mundo, es el resultado del pensamiento económico occidental, que, como he indicado, no se detuvo en el campo económico, sino que avanzó hacia los campos superiores, hacia el campo del derecho y también hacia el campo espiritual. Si espíritus como Huxley y Spencer utilizaran su pensamiento para organizar las relaciones económicas, entonces estarían en el lugar correcto. Al utilizar su tipo especial de pensamiento para justificar la ciencia, están fuera de lugar. Pero el mundo entero les ha imitado.

Y así podemos decir: lo que tenemos en cuanto a espiritualidad real es, en el fondo, solo un legado obsoleto del antiguo Oriente. Luego comenzó en Grecia y Roma el pensamiento jurídico, el pensamiento estatal. Sería simplemente absurdo pensar que esto existía en la antigua estructura estatal oriental. Estas dignas estructuras patriarcales, de las que la antigua Constitución china aún mostraba la última imagen, no eran estructuras estatales en el sentido en que los europeos pueden entenderlo. Lo que tenemos como estructura jurídica no existía aún en el orientalismo. En realidad, esto llegó débilmente a la cultura occidental a través del pensamiento griego y luego con mucha fuerza a través del pensamiento latino. Por lo tanto, debemos decir que, en el fondo, toda la vida intelectual todavía tiene un carácter que le fue dado por lo que tenían los orientales. Pero recuerden cómo tuve que describir el origen de esta vida espiritual oriental. A partir del metabolismo humano, de los impulsos internos del metabolismo, surgió en los Vedas, en la magnífica poesía de Oriente. Hay que buscarla tal y como surge de nuevo del metabolismo, del mismo modo que crecen las flores y los frutos de los árboles. Y aquel que es capaz de ver las conexiones tal y como son en realidad, sabe mirar las flores y los frutos de los árboles y se dice a sí mismo: Ahí está la savia que brota de la tierra, que va al tronco, que se dispara a las ramas, que se vuelve verde en las hojas, que cambia de color en las flores, que madura en los frutos; eso es lo que se presenta entonces a los ojos. Si observamos el resultado metabólico de lo que se extrae de la tierra y es absorbido por el ser humano, si observamos cómo se digiere, cómo se cocina, cómo pasa a la sangre, cómo se refina, cómo se eteriza en el cuerpo, en el cuerpo terrenal, entonces brota, germina y madura como lo que lo que se convierte en flores, frutos y árboles. Solo se convierte en algo diferente cuando brota, crece y madura a través de los órganos humanos, se convierte en el fruto poético de los Vedas, se convierte en el fruto filosófico de la filosofía Vedanta. Lo que en Oriente se consideraba vida espiritual se veía precisamente como un fruto de la tierra, del metabolismo que pasa por el ser humano, del mismo modo que se veía lo que, pasando por el árbol, reverdece y da frutos. Lo que aparece en los Vedas y en la poesía oriental está estrechamente relacionado con la esencia de la Tierra. Es la flor de la Tierra. Y es una tontería que hoy en día los seres humanos conviertan nuestra Tierra en ese producto muerto que ve, por ejemplo, la geología, porque a la Tierra no solo le pertenece lo que brota de ella en forma de flores y frutos, sino también lo que surgió en la humanidad primitiva en los Vedas y en la filosofía del Vedanta. Y quien solo quiera ver las piedras que surgen en la tierra o sobre ella, quien solo vea el suelo cultivable, quien, por tanto, solo considere la tierra como algo mineral, no conoce la tierra, porque a la tierra también hay que añadir lo que en tiempos antiguos llevaba como flor y fruto a través del cuerpo humano.

Luego llega otro momento, en el que el ser humano ya se ha emancipado de la Tierra, en el que ya no está vinculado a ella, sino solo al clima, a la atmósfera, en el que expresa más su sistema rítmico que su sistema metabólico. Es el momento en el que ya no surgen las grandes intuiciones espirituales de la Antigüedad, sino en el que se desarrollan los conceptos jurídicos.

Y ahora, en los tiempos modernos, concretamente con Bacon, el ser humano ha comenzado a encerrarse completamente en sí mismo, a separarse de la Tierra y a desarrollar lo que solo vive en él como el mero entendimiento en el pensamiento económico del Occidente terrestre. Así, diría yo, se diferencia sobre la Tierra aquello que se desarrolla a través del ser humano.

Todas estas son cosas a las que el ser humano debe prestar atención en el presente. Sin embargo, si quiere prestar atención a estas cosas, el ser humano debe despertar su alma interiormente. Debe tratar de comprender lo que la ciencia espiritual puede aportarle. Debe decirse a sí mismo: ha pasado el tiempo en el que uno podía simplemente sentarse, después de haber trabajado intensamente durante toda la semana, y aprender de forma abstracta sobre la relación del ser humano con un orden divino del mundo. Esos tiempos han pasado. Eso es anticuado. Hoy en día, la humanidad debe comprender de manera concreta cómo el ser humano está relacionado con el cosmos, cómo está insertado en él. Y una consecuencia de esta comprensión será que las personas comprendan la necesidad de estructurar la vida social en la vida espiritual, -que, en el fondo, no es más que una especie de herencia de Oriente, que se ha ido muriendo poco a poco, ya que nuestra vida espiritual hoy en día está muerta- y las otras dos ramas. El antiguo oriental, el oriental de los tiempos primitivos, no habría comprendido en absoluto lo que significa no comprender la vida. Hoy decimos: no entendemos la vida, porque solo vivimos, -aunque con el yo, lo que el oriental aún no ha hecho-, pero solo en el reino mineral, muerto. Pero ahí tiene que entrar la vida. Y, en el fondo, ¿qué es lo que queremos cuando, como seres humanos, aspiramos a destacar especialmente el ámbito espiritual en el organismo social? ¿Qué es lo que realmente queremos?

Mientras el ámbito espiritual esté relacionado con la estructura jurídica o estatal, de naturaleza muy diferente, o incluso con la vida económica, la individualidad humana no podrá aportar a esta vida espiritual lo que debe estar presente en ella. ¡Entendámonos bien en este punto! Desde los hábitos de pensamiento actuales, no es fácil comprender precisamente lo que es importante. Voy a intentar explicar de la siguiente manera lo que realmente hay que entender en este punto.

Imagínese que el Estado establece sus reglamentos escolares. Estos reglamentos escolares se elaboran, ya sea con un espíritu despótico y tiránico o con un espíritu democrático, pero se elaboran. ¿Cómo se elaboran? Bueno, simplifiquemos el asunto. Imagínese que tres personas se reúnen. Cuando tres personas se reúnen, son terriblemente inteligentes a priori. Es así, tres personas que se reúnen saben, en el fondo, todo sobre todas las cosas, y eso no cambia aunque se reúnan trescientas sesenta personas en cualquier partido; siempre lo saben todo sobre todas las cosas. Se sabe exactamente cómo debe enseñarse la religión en el párrafo 1, cómo debe enseñarse el alemán u otra lengua en el párrafo 2, cómo debe enseñarse el cálculo en el párrafo 3 y cómo debe enseñarse la geografía en el párrafo 4. Se pueden redactar párrafos maravillosos que describan una situación ideal para el sistema educativo, y luego se puede convertir eso en ley, la ley se puede llevar a cabo. Da igual si lo hacen tres personas o trescientas, siempre será muy inteligente, porque las personas son muy inteligentes cuando crean algo a partir de abstracciones. Eso luego se convierte en ley. Pero es diferente cuando, por ejemplo, uno se encuentra frente a una clase con cincuenta niños concretos, que tienen caracteres muy determinados, que no son el barro moldeable que uno cree cuando ha redactado los párrafos 1 y 2 con toda su inteligencia, sino que son algo que solo se puede moldear hasta donde sea posible según sus peculiaridades y capacidades particulares.

Pero hay algo más. Ahora uno se encuentra frente a la clase y tiene habilidades especiales. Estas también son limitadas. Y quien tiene experiencia sabe que se pueden crear leyes teóricas que son muy buenas, pero el profesor inteligente solo puede cumplirlas hasta cierto punto. Porque en las abstracciones se puede reunir todo. Pero en la realidad se trata precisamente de tener en cuenta la realidad. El Estado, como tal, no puede lograr nada más que abstracciones en el ámbito de la educación, que forma parte del ámbito espiritual. Estas pueden ser maravillosas, excelentes, pero dejen al Estado al margen, déjenlo fuera del sistema educativo, del sistema de enseñanza, que forma parte de la vida espiritual, hagan que el sistema educativo dependa de los profesores que haya en cada época: entonces se convertirá en realidad, entonces se convertirá en verdad, así no se convertirá en una mentira, sino en lo que puede ser según la época en cuestión. Eso es lo que significa trabajar hacia la realidad. Pero hay otra cosa que interviene: los párrafos 1, 2, 3, 10, 50, todos ellos están muertos, y la forma en que se observan es, en el fondo, algo absolutamente irracional. Lo que vive a través del profesorado real, lo que se produce en la interacción viva del profesorado real, eso vive. Ahí está el punto en el que entra la vida muerta procedente de lo mineral. Ascendemos a una esfera superior. Aportamos vida, vida iluminada, al ámbito espiritual, al situar este ámbito espiritual en las individualidades humanas, y no en los párrafos 1, 2, etcétera. Aportamos vida, impregnamos con un cuerpo etérico el ámbito espiritual que nos rodea a partir de lo que emana del ser humano vivo. Cuando se tiene la propia constitución espiritual, aquello que de otro modo estaría muerto, aquello que de otro modo sería pensamiento mecánico, se convierte en un ser vivo. El ámbito espiritual se extiende por toda la Tierra como algo vivo interiormente. Eso es lo que hay que comprender interiormente. Hay que sentir cómo fluye la vida desde una profundidad insospechada del alma hacia la vida espiritual independiente, cómo realmente damos vida a esta vida espiritual independiente al situarla en la individualidad humana.

Como pueden ver, lo que se extrae de las ciencias espirituales para la vida cotidiana tiene mucho que ver con la realidad. Me gustaría decir que uno podría desesperarse al ver la poca energía y el poco entusiasmo que la humanidad es capaz de reunir para dar vida al ámbito espiritual. Es como si los seres humanos estuvieran animados por la misma actitud que, por ejemplo, anima a quien desea que solo nazcan niños muertos, que no quiere que la chispa de la vida entre en lo que, de otro modo, nacería muerto. Así es como uno se siente frente a la humanidad actual. Está sentada sobre una cultura muerta, como pegada con brea a sus cómodas sillas, y no quiere levantarse para entusiasmarse por la revitalización de la vida espiritual. Necesitamos entusiasmo por encima de todo, porque a partir de lo muerto y habitual esta vida espiritual no se revitalizará.

Y en segundo lugar, el propio campo del Derecho (véase pizarra): Ya lo he dicho, nació de instintos, de medio instintos. Todavía era algo medio inconsciente, de modo que se hizo consciente, en el sentido de que el campo del derecho había nacido hasta entonces de la vida griega, pero sobre todo de la latina, romana, y luego se siguió desarrollando.

Ahora debe situarse en su propia base democrática. ¿De dónde surgió lo que hasta ahora ha sido el impulso del ámbito jurídico? Precisamente han surgido los párrafos del derecho, esos párrafos del derecho en los que el hombre tiene tan poca participación que tengo que decir que casi no ha habido nada en mi vida que me haya puesto tanta amargura en la lengua como cuando he tenido que tratar con algún abogado. Me ha pasado más de una vez en la vida. Acudes a alguien que es el representante de la ley, que es el estudioso de la ley. Hay un caso particular. Se ve a este abogado ir a algún armario, a algún compartimento de este armario. Saca un montón de expedientes. Con gran esfuerzo, recopila lo que está leyendo en ese momento; está completamente al margen de la materia. Quiere saber cómo encaja en el organismo jurídico. Va a su biblioteca, saca algún libro de derecho y hojea y hojea, y no le sale nada porque, básicamente, lo desconoce por completo. Nada de lo que está humanamente relacionado con las cosas reside en tales cosas. Una vez me ocurrió que una especie de juicio que tuve que llevar a cabo provocó todo tipo de inscripciones y escritos durante años; no quiero contar toda la historia. Al final resultó que era necesario tener un libro de derecho internacional sobre el asunto. Todo el asunto había durado quizás dos años y medio, cuando el buen hombre me dijo: "Sí, no tengo un libro de derecho internacional, tendrá que conseguírmelo usted. Tendrá que facilitarme los documentos para que yo pueda aconsejarle. Cualquiera que me conozca sabe que yo no tengo fama en estos asuntos. No me estoy imaginando nada. Entonces me hice con ese libro de derecho internacional, y en dos horas me di cuenta de cómo estaba todo el asunto. Basta con examinar las cosas con una mente sana para darse cuenta de que lo que de otro modo llevaría dos años puede hacerse en dos horas. Tan alejado está lo que en el organismo social se ha entretejido de los tres miembros, lo que es la parte humana, de lo que realmente existe como orden jurídico. Debemos volver a una vida que sienta lo que vive en el derecho del mismo modo que sentimos las cosas sensoriales externas. Debemos estar vivos con lo que existe como organismo jurídico.

Este es el verdadero sentido de la democracia, que lo humano penetre en los párrafos muertos, que lo que de otro modo vive en los párrafos muertos también se sienta. Y al igual que la vida entra en el reino espiritual a través de lo que puede nacer de la ciencia espiritual, el sentimiento entrará en el ámbito jurídico a través de lo que se quiere a través de la ciencia espiritual. Lo que se sentirá es lo que vive de persona a persona.

Y pasamos al tercer ámbito, el económico. Sabemos que esto tiene lugar en gran medida en el subconsciente, que el ser humano individual hoy en día no está en absoluto en condiciones de penetrar plenamente consciente de lo que está presente en el ámbito económico. Deben formarse asociaciones en las que la experiencia de uno se complemente con la experiencia del otro. Entonces el juicio debe formarse a partir de las asociaciones, de las formaciones grupales. Mientras que en el ámbito espiritual debemos, cada uno individualmente, exponer lo que está de acuerdo con nuestras propias condiciones, lo que está activo en el ámbito económico debe surgir del juicio grupal. Entonces lo que es razón activa surgirá de este juicio grupal. En la vida económica habrá una razón rectora.

La razón prevalecerá en la vida económica. Esto significa que llevamos a cabo lo que hemos desarrollado en nosotros a través de la herencia de los dioses, lo que hemos desarrollado como seres etéricos, lo que hemos desarrollado para la percepción como cuerpo astral, lo que hemos desarrollado como razón para el yo. En el campo económico todavía no tenemos que llevarlo a cabo como individualidades, así que lo llevamos a cabo a través de asociaciones, de grupos. Pero cuando trabajamos en las asociaciones de la manera adecuada, lo que hemos desarrollado individualmente en nuestro yo, la razón, se convierte en algo que impregna todo el campo económico. De modo que llevamos al orden social lo que es el impulso en nuestro cuerpo etérico, a la vida espiritual, avivando la vida espiritual. Lo que late en nuestro cuerpo astral como sensación, lo llevamos al ámbito de la ley, y lo que late en nuestro yo como razón, lo llevamos al ámbito de la economía. Como seres humanos hemos alcanzado la triple condición en el orden cósmico: cuerpo etérico, cuerpo astral y yo; volvemos a dejar el mundo con cuerpo etérico, cuerpo astral y yo. Se lo entregamos al mundo. Damos forma al orden mundial a partir de nosotros mismos. ¿Por qué habría de ser diferente? En los reinos animales inferiores muchas cosas se modelan para nosotros, por ejemplo, la araña teje de sí misma lo que ha de suceder. El hombre debe convertirse en el creador del mundo, debe modelar a partir de sí mismo lo que será su entorno en el futuro. Llevamos el futuro dentro de nosotros. He hablado de ello desde varios puntos de vista.

¡De qué sirven todos los argumentos filosóficos sobre la realidad del mundo! Podemos convencernos de esta realidad del mundo observando las realidades del futuro. Lo que será real en el futuro, lo llevamos hoy dentro en forma de ideales. Si damos forma al mundo, entonces será real. No debe vivir en nosotros meramente como una teoría, debe estar en nosotros como un sentimiento, como el impulso más íntimo de la vida. De este modo, tenemos una relación cognitiva con nuestro entorno terrenal y, al mismo tiempo, una relación religiosa con nuestro entorno. A partir de este impulso, el arte también se convertirá en algo completamente diferente en el futuro. El arte se convertirá en algo que conecte con nuestra vida inmediata. Tendremos que organizar nuestras vidas artísticamente nosotros mismos. Sin eso tendremos que navegar hacia el filisteísmo de Lenin o Trotsky o Lunacharsky. Porque lo único que nos salva de este pantano es el espíritu que el hombre crea a partir de sí mismo. Y tendremos que impregnar la vida jurídica de sentimientos y la vida económica de razón si no queremos que se vuelva completamente desoladora.

Hubo alguien que miraba hacia atrás para ver cómo se había desarrollado el mundo. Lo miraba y decía: Todo lo real es razonable, y todo lo razonable es real. - Se limitaba a mirar en qué se había convertido el mundo a través de los antiguos dioses, no miraba hacia el futuro. Fue de Hegel de quien hablé aquí el 27 de agosto en su ciento cincuenta cumpleaños. Pero hoy nos encontramos en un punto en el que el mundo se está volviendo irracional, en el que el hombre debe volver a hacerlo razonable. Y esto debe reconocerse, debe formar parte del pensar, del sentir y de la voluntad. Y sólo hay una reforma social: saber qué papel deberá desempeñar el hombre en la configuración del ordenamiento social del mundo.

Esto es lo que deberíamos, diría yo, decirnos mentalmente cada mañana y cada noche, para darnos cuenta de nuevo del sinsentido que supone hablar de la eternidad de la materia, de la conservación de la materia. Todo lo que es materia a nuestro alrededor pasará. Lo que vive en nosotros como ideal ocupará el lugar de lo que, por la destrucción de la materia, deje espacios vacíos, en cuyos espacios vacíos lo que vive en nosotros por el momento sólo como ideal se situará como realidad futura.

Así, el hombre debe sentirse unido al ordenamiento del mundo. Así es como el hombre debe sentir recientemente las palabras de Cristo: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán». Quien comprende este dicho sabe que es genuino y originalmente cristiano, pues el cristianismo supone la aniquilabilidad de la materia y de la fuerza externa, y la más reciente cosmovisión científica se burla del cristianismo enseñando la conservación de la materia y de la fuerza. Porque el cielo y la tierra, es decir, toda la materia pasará, y toda la fuerza pasará, pero lo que se forma en el alma del hombre y vive en la palabra, eso será el mundo del futuro. Eso es el cristianismo.  Este cristianismo, recién comprendido, debe erradicar el anticristianismo, el anticristianismo de la visión materialista moderna del mundo, que fantasea con la conservación de lo transitorio, de la materia y del poder. Y se ha llegado tan lejos que lo que es el cristianismo: confesar la eternidad del espíritu, la transitoriedad de la materia, se considera hoy una locura en comparación con el fantasma firmemente cimentado de la conservación de la materia y del poder. Y se ha llegado al punto de que mentimos fingiendo seguir siendo cristianos mientras echamos una mano a la difusión de una cosmovisión que es anti Crística, anticristiana. Los que se aferran a los fundamentos materiales de la ciencia natural moderna sólo serían verdaderos y honestos si renunciaran al cristianismo. E incluso los representantes de las confesiones cristianas, pastores, ministros, que hacen concesiones a la ciencia natural más reciente, en realidad son interiormente los enemigos más feroces del cristianismo. No hay otro camino que comenzar a ver estas cosas clara y honestamente. Hay que hablar de estas cosas cada vez más en serio. Sin esto no podemos ir más lejos. Toda la palabrería sobre ideas reformistas, de la que hablan hoy toda clase de asociaciones y movimientos reformistas, es fantasía, no es más que harina para el molino de los que provocan la decadencia. La renovación sólo puede esperarse captando el espíritu vivo, ese espíritu vivo que debe encontrar su fuente en el ser humano creador y que es la base de la realidad del futuro, no de cualquier futuro ideal, sino del futuro cósmico.

Verdaderamente, hasta que la humanidad moderna no asuma esta metamorfosis del pensamiento moderno con el mismo fervor con el que antaño se asumían las cosmovisiones en épocas más antiguas, no se transformará la decadencia en declive. Lo que así se dice, uno quisiera que no sólo se captara cómodamente con concepciones, uno quisiera que se sintiera, que palpitara a través de la voluntad. Porque hasta que no se sienta, hasta que no se intuya, hasta que no palpite en la voluntad, todo hablar de salir del tiempo catastrófico es un sinsentido. La mayoría de la gente no se da cuenta de la terrible manera en que estamos navegando hacia la caída que ya se está apoderando de lo físico. Pero lo físico es siempre consecuencia de lo espiritual.  Lo físico del futuro será el resultado de lo espiritual que llevamos hoy en nuestras almas; lo físico que está sucediendo ahora proviene de lo espiritual del pasado, y lo físico que ha sucedido recientemente proviene de lo espiritual de la humanidad del pasado. Cuando se nos dice hoy que de seiscientos escolares berlineses, por término medio, mucho más de cien carecen actualmente de zapatos y medias y no tienen ninguna perspectiva de conseguirlos, cuando se nos dice que mucho más de ciento cincuenta de estos seiscientos niños tienen tales padres, que ya ni siquiera pueden comprarles raciones, tantos y tantos que ya ni siquiera reciben un desayuno caliente antes de venir a la escuela, que más de cien han muerto de tuberculosis en el curso del último año escolar, -sumadlo todo-, entonces, mis queridos amigos, tenéis acontecimientos materiales. Estos procesos materiales son la manifestación externa de la espiritualidad que la humanidad ha desarrollado en los últimos siglos. Uno quisiera preguntarse hoy: ¿queremos continuar los movimientos sociales, queremos movimientos de mujeres, queremos cultivar todo tipo de movimientos de reforma en la continuación de los pensamientos que han dado tanto fruto, o queremos crear y extraer de una nueva fuente? Esta pregunta debería plantearse ante nuestras almas con letras resplandecientes mientras sentimos y percibimos el punto en el que nos encontramos ahora.

Traducido por J.Luelmo jun,2025

GA199 Dornach, 3 de septiembre de 1920 - Oriente como fuente de la vida intelectual de la humanidad; Europa Central como punto de partida de la vida jurídica; Occidente como fuente de los conceptos económicos.

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RUDOLF STEINER
Las ciencias espirituales como conocimiento 
de los impulsos básicos de la estructura social 

 Oriente como fuente de la vida intelectual de la humanidad; Europa Central como punto de partida de la vida jurídica; Occidente como fuente de los conceptos económicos. -

Dornach, 3 de septiembre de 1920

décimo segunda conferencia

En cuanto a los esfuerzos de las ciencias espirituales, se trata de ir conociendo poco a poco lo que hay que entender desde los puntos de vista más diversos. Puede decirse que el mundo espera una posibilidad de convicción fácilmente resumible precisamente de lo espiritual-científico. Sin embargo, esto no es tan fácil de conseguir. Esto se debe a que, en contraste con los hechos de las ciencias espirituales, la convicción se obtiene realmente por desarrollo. Comienza en un determinado estadio, que todavía es débil, y luego se aprenden las mismas cosas desde puntos de vista siempre mas y mas nuevos, y así esta convicción se hace cada vez más fuerte. Este es el punto del que me gustaría partir hoy. El otro es que me gustaría enlazar con varias cosas que he estado discutiendo aquí durante semanas, con lo que se ha dicho sobre la diferenciación de la humanidad a través de la tierra civilizada. Permítanme indicar brevemente algunos de los hechos más esenciales que son de cierta importancia para nuestras consideraciones durante estos tres días.

Ya he señalado en qué sentido Oriente es la fuente de la vida espiritual actual de la humanidad. También he señalado que en las regiones medias, Grecia, Europa Central, el Imperio Romano, -lo que hay que decir se extiende a lo largo de largos períodos de tiempo-, existe sobre todo la disposición a aportar los conceptos jurídicos, estatales, al desarrollo, y que Occidente está preferentemente predispuesto a aportar los conceptos económicos a la civilización general de la humanidad. Si miramos a Oriente, -esto también se ha mencionado ya-, nos encontramos con que hoy su empuje civilizador está esencialmente en decadencia, y para comprender realmente lo que es Oriente para la civilización general de la humanidad, debemos remontarnos a épocas más antiguas. De la documentación históricamente obtenible que es prueba de lo que es Oriente, sobre todo los Vedas, la filosofía Vedanta de Oriente y muchas otras cosas, son lo que brilla ante nosotros, pero que a su vez son testimonio de lo que estaba presente en Oriente en épocas aún más antiguas. Y estas cosas indican cómo, a partir de una disposición original y completamente espiritual de la humanidad, surgió en Oriente una vida espiritual. Luego vinieron tiempos del oscurecimiento de esta vida espiritual para Oriente. Sin embargo, cualquiera que reconozca correctamente lo que sucede hoy en Oriente, aunque sólo sea una caricatura de lo antiguo, seguirá viendo en las cosas decadentes de hoy, las secuelas de la antigua vida espiritual.

En un período algo posterior, en las regiones medias de la tierra, en la antigua Grecia, en la antigua Roma, y más tarde en aquellas zonas que se extendieron a partir de la Edad Media por Europa, se desarrolló lo que en realidad es el pensamiento jurídico o estatal. El Oriente originalmente no tenía un verdadero pensamiento estatal, sobre todo no tenía lo que llamamos pensamiento jurídico. Esto no está en contradicción con el hecho de que existan códigos de leyes como los de Hammurabi y similares. Pues quien tome el contenido de estos códigos reconocerá por todo el tono y toda la actitud que se trata de algo distinto a una forma de pensar que en Occidente llamamos de derecho. Y en Occidente sólo en los últimos tiempos se está desarrollando un modo de pensar económico real. Incluso la ciencia, tal como se practica allí, adopta las formas, como ya he explicado, que en realidad pertenecen a la vida económica.

En lo que respecta a la vida intelectual oriental, es interesante observar cómo todo lo que Occidente ha tenido hasta ahora, en el fondo no es mas que la herencia de la vida intelectual oriental, aunque reconvertida. Una vez llamé la atención aquí sobre hasta qué punto se ha transformado dentro de Europa, la vida intelectual oriental. El hecho es que aquellas facultades que prevalecían en Oriente dieron a luz una visión del alma humana inmortal, pero de tal manera que esta inmortalidad estaba esencialmente conectada con un no-nacimiento. Para el espíritu oriental la vida preexistente, la vida del alma antes de esta vida terrestre entre el nacimiento y la muerte, eso era sobre todo lo que había antes del alma, antes de la concepción del alma,. Lo otro era, por así decirlo, una consecuencia. Y de ahí surgieron después esas grandes conexiones que todavía hoy sólo son conjeturadas por los occidentales, que pueden llamarse las conexiones kármicas, que posteriormente dejaron un reflejo en la idea griega del destino, pero sólo un débil reflejo. ¿Y qué es lo que realmente se traspasó a Occidente, incluso de aquellos conceptos a través de los cuales se ha intentado comprender el Misterio del Gólgota, qué es lo que se traspasó a esta educación occidental? Algo que está muy fuertemente teñido por el pensamiento jurídico. Es algo radicalmente distinto cuando se considera, por un lado, el camino del alma en el sentido de la cosmovisión oriental, cómo desciende del mundo espiritual al mundo físico, asciende de nuevo al mundo espiritual, cómo se consideran las conexiones del destino según grandes puntos de vista, y el criterio jurídico sobre el alma, que ha impregnado en Occidente estas ideas orientales.  Basta recordar el poderoso cuadro de Miguel Ángel en el Vaticano, en la Capilla Sixtina, recordar cómo el juez del mundo, como el jurista universal, juzga a los buenos y a los malos. Se trata de una cosmovisión oriental trasladada a la visión jurídica occidental; no es en absoluto una cosmovisión oriental original. Este pensamiento jurídico es totalmente ajeno a la visión oriental. Y cuanto más avanzada es la visión de lo espiritual en Europa Central, más entra lo espiritual en lo jurídico romano.

Así que en las regiones medias tenemos que ver sobre todo con lo que está predispuesto al estado-jurídico. Ahora, sin embargo, la civilización no sólo se diferencia de esta manera en toda la tierra, sino también de otra manera. Si se considera lo que Oriente ha logrado, si se considera el matiz particular de la vida anímica de Oriente precisamente allí donde esta vida anímica es mayor, entonces se encuentra que esta vida anímica oriental, aunque produce principalmente cosas espirituales, de las que, como he dicho, toda la humanidad ha seguido extrayendo, es instintiva en el sentido más eminente, atávicamente instintiva. Surge a partir de imaginaciones subconscientes, que sin embargo, ya se ven ahogadas por cierto atisbo de conciencia. Pero hay mucho de inconsciente, mucho de instintivo en ello.

Así, lo que la humanidad ha producido hasta ahora en términos de vida espiritual se produce en realidad de tal manera que apunta hacia arriba, hacia los reinos más elevados de los que el alma humana puede llegar a formar parte; pero estos reinos fueron alcanzados en una especie de vuelo instintivo de la fantasía. No basta con rastrear los conceptos o imágenes de lo que el Oriente ha desarrollado, sino que hay que considerar el tipo especial de vida espiritual y anímica a través de la cual el oriental llegó a estas ideas precisamente en su apogeo. Solo se puede tener una idea de este tipo especial de alma, que ya he caracterizado aquí al relacionarla con la vida metabólica, si se puede captar toda la esencia original del impulso del alma que representan cosas como los Vedas y similares. No hay que perder de vista que hoy Oriente ha llegado a su decadencia, y no hay que confundir en modo alguno, por ejemplo, esa manera mística y nebulosa que, a pesar de su grandeza, caracteriza a Rabindranath Tagore con lo que es realmente la esencia de la vida espiritual oriental; porque Rabindranath Tagore tiene, en efecto, lo que se ha trasplantado de la antigua vida espiritual oriental hasta nuestros días, pero lo entreteje con toda clase de coqueterías europeas occidentales más recientes y es, sobre todo, un espíritu coqueto.

Estas cosas deben ser gradualmente captadas realmente por la ciencia espiritual de tal manera que no se tomen simplemente conceptos fijados, sino que se capte realmente el matiz particular del alma que entra en consideración. Así pues, una vida espiritual instintiva en Oriente, entretejida por completo con la visión de lo que se desarrolla como vida anímica jurídico-estatal en las regiones medias. Aquí llegamos al hecho de que lo semi-instintivo se desarrolla, semiconscientemente> semi-instintivamente. Es muy interesante cómo, digamos, un pensamiento puramente jurídico surge del alma de Goethe, de Schelling, de Hegel. Es puramente jurídico, pero es mitad instintivo y mitad fuertemente consciente. Esto es, por ejemplo, lo fascinante de Hegel, esta mitad instintiva y mitad consciente. Y algo completamente consciente aparece solo en Occidente, en el alma occidental, donde de los propios instintos se forma la conciencia; es una conciencia todavía instintiva en el alma occidental, pero instintivamente surge la conciencia ,-en el pensamiento económico occidental. De modo que ahí, por primera vez, la humanidad está obligada a llegar a una comprensión, también de los asuntos sociales públicos, desde la conciencia.

Y así surge algo sumamente curioso. Se podría recomendar casi que las personas a las que les interesa de alguna manera deberían intentar entender toda la configuración del pensamiento de la humanidad civilizada, familiarizarse con los intentos de llegar a una forma de pensar social, entre los pensadores ingleses, digamos Spencer, Bentham, en particular Huxley y así sucesivamente. Todos estos pensadores están enraizados en la misma atmósfera de pensamiento en la que se arraigó Darwin, y en realidad piensan todos como pensaba Darwin, solo que se esfuerzan, por ejemplo Huxley, por desarrollar un pensamiento social a partir de su pensamiento científico. Uno tiene una sensación extraña cuando se sumerge, digamos, en los intentos de Huxley de llegar a un pensamiento social, digamos sobre el estado, sobre la convivencia jurídica de las personas. Se tiene una sensación peculiar. Supongamos lo siguiente: alguien quisiera hacerse una idea de lo que quiero decir aquí, y para ello tomaría, digamos, algo como el libro de Hegel sobre el derecho natural o las ciencias del estado o la filosofía del derecho de Fichte en sus manos, o cualquier otra cosa, incluso de espíritus menos significativos de Europa Central, y luego leería los intentos de Huxley de pasar del pensamiento científico al pensamiento estatal. Se experimentaría algo como lo siguiente. Se diría a sí mismo: Sí, ahora leo a Fichte, ahora a Hegel, todo esto son conceptos bien formados, son conceptos que están realmente bien definidos y intensamente elaborados. Y ahora leo a Huxley o Spencer: eso es primitivo, es como si uno comenzara a pensar sobre estas cosas. - Cuando uno se enfrenta a tales cosas, no se puede simplemente decir que una es perfecta y la otra imperfecta. No se puede salir de tal situación cuando se enfrenta a realidades.

Quiero contarles una historia paralela de un campo completamente diferente. Puede ocurrir que se hable de algo de la ciencia espiritual, digamos de la encarnación anterior de la tierra, o sea de la encarnación de la luna. Se dicen todo tipo de cosas. Alguien lee esto, o lo escucha, que es clarividente de una manera bastante atávica. Puede tratarse de una personalidad exteriormente lógica, que en la vida práctica ordinaria no puede encadenar cinco palabras de manera lógica, es torpe en todas partes, de modo que no se le puede utilizar para esto o aquello y para todo lo demás en la vida ordinaria. Ahora bien, tal personalidad oye lo que se acaba de decir sobre la configuración de algún tiempo lunar, y la personalidad en cuestión, que en la vida exterior es estúpida y torpe y de tal modo que apenas puede contar hasta cinco correctamente, pero que es atávicamente clarividente, puede ahora retomar lo que ha oído allí, y puede ampliarlo, puede desarrollarlo más, y encontrar cosas que no se han dicho además. Pero las cosas que esta personalidad encuentra entonces pueden estar impregnadas de una lógica extraordinariamente astuta, una lógica digna de admiración, mientras que la personalidad en la vida exterior es torpe e ilógica, incapaz de juntar lógicamente cinco palabras. Esto puede ser así, porque si alguien es atávicamente clarividente, sus imágenes, - y él mismo puede encontrar las imágenes-, no están unidas lógicamente por su yo, sino por todo tipo de entidades espirituales dentro de él. Entonces se aprende a conocer su lógica, no la propia.

Así que no se puede decir simplemente que uno es superior y el otro inferior, sino que hay que ver el carácter especial de la cuestión. Y lo mismo ocurre aquí. Los puntos de vista jurídicos o de otro tipo de Fichte o de Hegel o de mentes menores son mitad instintivos, sólo mitad plenamente conscientes. Pero lo que en Occidente aparece como pensamiento económico primitivo es ahora bastante consciente; impertinentemente conscientes son cosas como éstas, que son pensadas por Huxley o Spencer o gente como ellos, pero de un modo primitivo; pero son primitivas. Lo que antes surgía de forma instintiva o semi-instintiva sale a la luz de forma consciente, pero bastante bien al principio. Permítanme ilustrar esto con un ejemplo concreto.

Huxley se dice a sí mismo: "Si se observa la naturaleza, -por supuesto que la observa en un sentido darwiniano-, existe una lucha por la existencia. Cada criatura lucha despiadadamente por su autoconservación, y el conjunto lucha de tal manera que los más fuertes de la naturaleza permanecen exterminando a los más débiles". - Esto se ha convertido en una segunda naturaleza para él, Huxley. Pero esto no puede propagarse sin mas a la humanidad. La libertad, tal como uno debe buscarla en la vida humano-social, no existe en la naturaleza, porque la libertad no puede existir, cree Huxley, en un reino donde cada ser debe afirmarse despiadadamente o morir. La igualdad no puede existir allí donde el más eficiente debe eliminar siempre a los demás del mundo. Ahora Huxley aparta la mirada de este reino natural hacia el reino social, y ahora se ve obligado a decir: Sí, pero en el reino social debe prevalecer el bien, debe prevalecer la libertad; así que allí debe ocurrir algo que aún no puede encontrarse en la naturaleza.

Se trata de nuevo de la gran división que ya he caracterizado desde diversos puntos de vista. Huxley llama una vez muy bellamente al hombre «el espléndido rebelde», el brillante rebelde que, precisamente para establecer un reino humano, es un rebelde contra todo lo que prevalece en la naturaleza. Entonces se produce algo que aún no está presente en la naturaleza. Pero ahora Huxley piensa realmente en términos científicos. Se ve obligado a encontrar fuerzas naturales en el hombre que constituyan la vida social, que se rebelen contra la propia naturaleza. Quiere encontrar algo concreto que esté en el hombre y que establezca la comunidad social humana; porque las otras fuerzas naturales de los reinos naturales no pueden establecer esta comunidad social, porque hay una lucha por la existencia, no hay nada de todo eso que pueda mantener unida a la gente en un contexto social. Y, sin embargo, para Huxley no hay nada más que esta conexión natural. Así que este «espléndido rebelde» debe tener fuerzas naturales que se rebelen como fuerzas naturales contra las fuerzas generales de la naturaleza. Y aquí Huxley encuentra dos fuerzas naturales que son al mismo tiempo las fuerzas básicas de la vida social. La primera fuerza de la naturaleza, «se establece realmente per nefas, (para mal)», porque todavía no puede establecer realmente una vida social, sino sólo el egoísmo familiar. Es la que Huxley llama atracción familiar, es decir, la que actúa dentro de la consanguinidad. Pero la otra cosa que menciona, que podría formar una especie de base, una base natural para la vida social, es lo que llama el «instinto humano de mimetismo», el talento del hombre para la imitación.

Ahora tenemos algo que ocurre en las personas en el sentido de Huxley: el poder de la imitación. Esto significa que una persona imita a otra y, por lo tanto, no todo el mundo sigue su propio camino, sino que toda la sociedad, la vida social, sigue el mismo camino, por así decirlo, porque una persona imita a otra. Aquí es donde entra Huxley. Es interesante porque, como saben, cuando seguimos el curso de la vida del ser humano, encontramos el elemento de imitación del primero al séptimo año, el elemento de autoridad del séptimo al decimocuarto año, y el elemento de opinión independiente del decimocuarto al vigésimo primer año. Todos ellos, por supuesto, desempeñan un papel en el moldeado social. Pero Huxley se detiene en el primero; primero sale de lo primitivo. No tiene nada más que lo que realmente funciona en el hombre sólo hasta el séptimo año de vida. Nada menos que si la comunidad social, tal como Huxley la concibe, existiera realmente, tendría que estar formada enteramente por niños y las personas tendrían que seguir siendo siempre niños. De modo que la sociedad social de Occidente sólo ha llegado a pensar en la vida social en la medida en que se aplica a los niños. Aún no ha llegado más allá de ahí, de la ciencia social por la que luchamos con plena conciencia. Esto es sumamente interesante.

Ahí se ve lo primitivo en un elemento especial. Este Occidente funciona a partir del pensamiento científico y económico y logra de forma consciente algo que se ha logrado de forma semiconsciente o de forma semi-instintiva a un nivel superior en la parte media. Pueden seguirse estas cosas en detalle, y se vuelven interesantes si se siguen en detalle. Todas las cosas que la ciencia espiritual saca a la luz siempre pueden seguirse en detalle. Sólo un número suficiente de personas tendría que ser suficientemente diligente para seguir realmente las cosas de la ciencia espiritual en detalle.

Me gustaría decir: ¿No nos hace esto darnos cuenta de que debe haber algo más que actúa en la configuración social de la existencia? Pues ahora no se pueden encontrar sociedades en las que sólo prevalezcan las fuerzas que son fuerzas de imitación; en realidad sólo podría haber niños en ellas, y las personas tendrían que seguir siendo siempre niños si lo social sólo surgiera por el hecho de que uno imita siempre al otro. Para llegar realmente a algo que arroje luz sobre lo que se intenta primitivamente y que pueda unir Oriente, Centro y Occidente, debemos partir de la ciencia de la iniciación. Esto significa que debemos enlazar la línea de pensamiento que ahora hemos intentado enlazar con lo que ya se ha dicho, con lo que la ciencia de la iniciación tiene que ofrecer a la humanidad, para que esta humanidad pueda desarrollar una vida social verdaderamente organizada espiritualmente.

La gente no se da cuenta de cómo el entorno humano está impregnado de fuerzas precisamente diferenciadas. No es acaso cierto que el enfoque actual de la ciencia nos lleva a decir: El aire está a nuestro alrededor, porque lo respiramos, lo exhalamos. Pero lo que en realidad es aún más claro que el «el aire está a nuestro alrededor, para nuestra vida» es algo que la gente no tiene en cuenta. Tomemos la siguiente cosa muy simple que nadie se dice hoy en día, pero que en realidad todo el mundo podría decirse a sí mismo. Alrededor de nosotros, los humanos, se extiende un reino animal. Este reino animal tiene criaturas de las formas más diversas. Visualicemos en nuestra mente todo el diverso reino animal que se extiende a nuestro alrededor. Sí, cuando hay una mesa, todo el mundo supone que de alguna manera hay fuerzas presentes que han dado a esta mesa su forma. Si el reino animal se extiende a su alrededor, todo el mundo tendría que suponer también, naturalmente, que hay fuerzas en el entorno, igual que hay aire, que dan estas formas a los seres del reino animal. Todos vivimos en el mismo reino. El perro, el caballo, el buey, el asno, no andan por un mundo distinto del que andamos nosotros. Y las fuerzas que dan al burro su forma de burro también tienen un efecto sobre nosotros los humanos; de hecho, también tienen un efecto sobre nosotros los humanos, y sin embargo, -si me permiten la forma radical de decirlo-, nosotros no adquirimos la forma de burro. Hay elefantes en nuestro entorno y no obtenemos la forma de elefante. Pero todas las fuerzas que forman estas formas están a nuestro alrededor. ¿Por qué no obtenemos la forma de burro o de elefante? Porque tenemos otras fuerzas que lo contrarrestan. Ya tendríamos la forma de burro y la forma de elefante si no tuviéramos otras fuerzas que trabajan en contra. Porque el hecho es que cuando nosotros, como humanos, nos enfrentamos a un burro, nuestro cuerpo etérico tiende constantemente a convertirse en un burro también. Se esfuerza constantemente por adoptar la forma del asno. Y sólo teniendo un cuerpo físico que tiene su forma fija impedimos que nuestro cuerpo etérico asuma la forma del asno. Y a su vez cuando estamos frente a un elefante, nuestro cuerpo etérico quiere adoptar la forma de elefante, y sólo porque nuestro cuerpo físico tiene su forma sólida es lo que impide que el cuerpo etérico se convierta en elefante, y así el cuerpo etérico quiere convertirse en un escarabajo ciervo o en un escarabajo pelotero y todo lo demás. Todas las formas están en nuestro cuerpo etérico, y sólo rastreándolas interiormente podemos comprender esas formas.

Y nuestro cuerpo físico sólo nos impide convertirnos en todo eso. De modo que podemos decir: En realidad llevamos en nuestro cuerpo etérico todo el reino animal dentro de nosotros. Sólo somos humanos en nuestro cuerpo físico. Llevamos todo el reino animal dentro de nosotros en nuestro cuerpo etérico.

Y de nuevo estamos rodeados por las mismas fuerzas que forman las plantas. Así como nuestro cuerpo etérico está predispuesto a adoptar todas las formas animales, nuestro cuerpo astral está predispuesto a imitar todas las formas vegetales. Aquí se hace más agradable hacer comparaciones, pues el cuerpo etérico está animado por la tendencia, cuando ve un asno, a convertirse en asno; el cuerpo astral sólo quiere convertirse en el cardo que come el asno. Pero este cuerpo astral está definitivamente imbuido de la tendencia a someterse a aquellas fuerzas que encuentran su expresión exterior en las formas vegetales. De modo que podemos decir que el cuerpo astral reacciona al complejo de fuerzas que forman el mundo vegetal.

Reino mineral: existe de nuevo un complejo de fuerzas que forma las diversas formas del reino mineral. Éste trabaja en nuestro yo. Con el yo, ahí se tiene de forma bastante obvia, pues sólo se piensa en el reino mineral. Siempre se dice hasta la saciedad que con el intelecto sólo se puede comprender lo muerto. Así que lo que está en el yo comprende lo muerto. De modo que nuestro yo vive en este complejo de fuerzas que forma el reino mineral. El cuerpo físico como tal no vive realmente en ninguno de los reinos, tiene un reino propio, como saben. En mi «Ciencia Oculta en Esquema» los reinos mineral, vegetal y animal están enumerados por separado, y eso significa que el cuerpo físico humano tiene un reino propio. Pero, desde este punto de vista, el reino animal se asigna en realidad al cuerpo etérico, el reino vegetal al cuerpo astral y el mineral al yo. Pero ahora saben algo más por mis diversos libros. Saben que durante la vida se trabaja sobre estos diferentes cuerpos. He explicado cómo se trabaja sobre el yo, sobre el cuerpo astral, sobre el cuerpo etérico, incluso sobre el cuerpo físico. Primero lo expliqué allí, quiero decir, con una intención humanista. Veámoslo ahora desde otro punto de vista.

Tomemos, por ejemplo, los conceptos minerales que absorbe el hombre. El mundo exterior él lo experimenta de tal manera que lo experimenta en conceptos minerales, formas. Sólo los espíritus más ilustrados, como Goethe, llegan a las formas pictóricas, a la morfología de las plantas, a la metamorfosis. Allí las formas se transforman. Pero la visión habitual, que sigue existiendo hoy en día, sólo vive en las formas minerales sólidas. Pero cuando el yo elabora estas formas, cuando las elabora, ¿en qué se convierte entonces? Sí, entonces la vida espiritual, la vida espiritual consciente, se convierte en la única área del organismo social tripartito. La vida espiritual es la que forma el yo trabajando sobre sí mismo interiormente. Toda vida espiritual es, después de todo, el trabajo interno de formación del yo. Lo que el yo obtiene del reino mineral y transforma en arte, religión, ciencia, etc., eso es el mundo espiritual, eso es el reino mineral transformado, el reino espiritual.

¿Cuál es el resultado del hecho de que el cuerpo astral, que está en las profundidades subconscientes de la mayoría de las personas, en realidad siempre tiene la tendencia a convertirse en todo tipo de formas vegetales? Si transformamos lo que vive en el cuerpo astral, si irradiamos hacia la consciencia en una forma semi-instintiva, semi-consciente, ¿qué es lo que surge entonces? Entonces surge el reino de la ley o del estado.

Y cuando se comprende lo que ahora está invertido dentro de la vida externa de lo que el ser humano experimenta en el cuerpo etérico del animal, cuando se comprende lo que hay allí de ser humano a ser humano, entonces se obtiene la tercera área del organismo social tripartito. Si permaneciéramos con el cuerpo etérico tal como es desde nuestro nacimiento, sólo tendríamos la tendencia en este cuerpo etérico a ser un burro, un buey, una vaca, una mariposa, esto o aquello; imitaríamos a todo el mundo animal. Ahora no nos limitamos a imitar el mundo animal, sino que reelaboramos el cuerpo etérico como seres humanos. Lo hacemos en la vida social, viviendo juntos. Cuando nos enfrentamos a un burro, el cuerpo etérico quiere convertirse en un burro; cuando nos enfrentamos a un ser humano, no podemos decir sin ofendernos profundamente que nosotros también queremos convertirnos en un burro. No es válido, cuando uno se enfrenta a una persona, eso no es posible, al menos no en la vida normal, hay que convertirse en otra cosa. Me gustaría decir que aquí es donde se ve la transformación, y aquí es donde actúan las fuerzas que intervienen en la vida económica. Estas son las fuerzas cuando el hombre se enfrenta al hombre en hermandad.

En este tipo de confrontación fraternal, actúan las fuerzas que ahora son el trabajo del cuerpo etérico, de modo que a través del trabajo del cuerpo etérico surge el tercer reino, el reino económico.

  • Reino animal: cuerpo etérico Ámbito económico
  • Reino vegetal: cuerpo astral Ámbito jurídico o nacional
  • Reino mineral: Yo Ámbito espiritual

Y del mismo modo que el ser humano está conectado con la vida animal a través de su cuerpo etérico, por un lado, está conectado con el reino económico del organismo social, por otro, en el entorno exterior. Podemos decir que el ser humano es visto interiormente, es decir, espiritualmente, hacia dentro; visto primero desde el cuerpo físico hacia el cuerpo etérico, encontraríamos el reino animal cuando entramos en el ser humano. Si salimos al exterior, al medio ambiente, encontramos la vida económica.

Si vamos al interior del ser humano y buscamos lo que es a través de su cuerpo astral, entonces encontramos el reino vegetal. Afuera, en la convivencia social, el reino vegetal corresponde al reino jurídico. Cuando entramos en el ser humano, encontramos el reino mineral correspondiente al yo. Afuera en el ambiente, correspondiente al reino mineral, encontramos la vida espiritual. De modo que el hombre en su constitución está conectado con los tres reinos de la naturaleza. Trabajando todo su ser, se convierte en un ser social.

Como ven, no se puede llegar a una comprensión de lo social si no se es capaz de ascender al cuerpo etérico, al cuerpo astral y al yo, porque no se consigue una conexión entre el ser humano y lo social si no se asciende. Si se parte de la mera ciencia natural, uno se detiene en el «instinto humano de mimetismo», en la capacidad de imitar; no se puede ir más allá, el mundo entero se convierte en un juego de niños «en el pensamiento», porque el niño todavía tiene en sí mismo los poderes más naturales. Si uno quiere ascender más, entonces necesita la comprensión de la ciencia de la iniciación, que el hombre está conectado con el cuerpo etérico a través del animal, con el cuerpo astral a través de la planta, con el yo a través del mineral, y que alcanza la vida espiritual a través de lo que debe a la observación del mineral. La vida espiritual se logra transformando lo que lleva en forma de instintos profundos, que tiene en relación con el entorno del reino vegetal, y alcanzando la vida jurídica y estatal, de modo que este instinto profundo corresponda a la vida jurídica y estatal. Por eso la vida estatal, cuando no está inundada de jurisprudencia espiritual, tiene tanto de instintiva. Luego tenemos la esfera económica, que es básicamente una transformación de esas experiencias internas que se experimentan en el cuerpo etérico.

Ahora bien, estas experiencias no surgen desde el interior a través de la ciencia iniciática, por ejemplo, porque Huxley no llega a comprender de algún modo la conexión entre el ser humano y la vida económica a través de la ciencia iniciática, sino que observa el exterior, observa lo que hay fuera económicamente. Toda la conexión: esfera económica, cuerpo etérico, reino animal, no está clara para él. Observa lo externo. Sin embargo, no puede ir más allá de lo más primitivo, de lo más elemental, del poder de imitación.

De esto se deduce que si la gente quisiera seguir obteniendo el pensamiento social de la ciencia natural, se quedaría atascada en absurdos, y tendría que surgir algo bastante terrible. Tendría que desarrollarse en toda la tierra una vida social que llevaría a las condiciones más primitivas, que reconduciría a la humanidad a una convivencia infantil. Poco a poco la mentira se convertiría en algo natural, por la sencilla razón de que la gente no podría hacer otra cosa si quisiera. Tendrían treinta, cuarenta, cincuenta años, algunos incluso más, pero tendrían que comportarse como niños si sólo quisieran captar con su conciencia lo que se desprende de la ciencia natural. Sólo podrían desarrollar los instintos de imitación.  Hoy en día, a menudo tenemos la sensación de que sólo se están desarrollando los instintos de imitación. Vemos surgir en alguna parte un nuevo movimiento de reforma radical. Pero todo lo que realmente hay en él son los instintos imitativos de algún filisteo universitario. Y así, mucho de lo que hoy parece muy ilustre, cuando se ilumina con las falsas palabras habituales, tendría un aspecto muy distinto a la luz de la visión imitativa. Pero hoy en día sólo comprendemos realmente tanto del mundo como puede verse a la luz del punto de vista de la imitación, si no queremos progresar de la ciencia oficial ordinaria a la ciencia de la iniciación, a la ciencia que se nutre de los impulsos internos de la existencia.

Así que he intentado mostrarles cómo aquello que falta en el presente, aquello que muestra dónde el presente debe atascarse porque no puede penetrar en la realidad, cómo esto debe ser fecundado e iluminado por la ciencia iniciática.

Traducido por J.Luelmo jun,2025