Hemos conocido doce niveles de conciencia, hemos distinguido entre conciencia emanadora, perceptiva y formadora. Hemos visto que lo que se denomina sustancia o materia es irradiado por ciertos espíritus maduros de conciencia altamente desarrollada. En la irradiación en Saturno, el cuerpo físico denso es irradiado por una conciencia muy elevada. De ello podemos concluir que las sustancias menos densas pueden ser irradiadas por espíritus menos elevados, de conciencia algo inferior.
Si observamos los cuerpos celestes sucesivos, vemos que hay siete: Saturno, Sol, Luna, Tierra, Júpiter, Venus y Vulcano. Todos ellos tienen en determinados momentos un cuerpo denso que es emanado, del mismo modo que el ser humano emanará algún día su planeta. Antes de poder emanar el cuerpo denso, podrá emanar su cuerpo etérico. Del mismo modo que doce planetas pueden ser emanados por doce conciencias, las formas inferiores correspondientes pueden emanar cuerpos etéricos.
Queremos investigar cómo se manifiesta la conciencia. Observemos la columna vertebral humana con la médula espinal que se encuentra en su interior. La columna vertebral está formada por anillos óseos que se encajan entre sí formando un tubo; en su interior se encuentra la [médula espinal], que termina en el extremo inferior y se ensancha en el superior hasta llegar al cerebro. Desde todas las partes del cuerpo salen haces de nervios blancos hacia la médula espinal, donde se conectan con otros haces de nervios que conducen a los músculos. Incluso los animales inferiores tienen una médula espinal de este tipo. Cuando un animal es estimulado, el estímulo se propaga hasta la médula espinal, que lo transmite al nervio, y este desencadena el movimiento muscular. En el cerebro desarrollado del ser humano también terminan los nervios: los hay que provienen del cuerpo y otros que vuelven al cuerpo. [Hay una gran diferencia entre la médula espinal de la rana y la del ser humano]. La diferencia es que, en el caso de la rana, el movimiento se produce automáticamente, mientras que en el caso del ser humano se produce de forma voluntaria. [En el ser humano, el estímulo llega al cerebro y no desencadena automáticamente el movimiento, sino que el ser humano primero tiene que querer hacerlo. Por lo tanto, entre el estímulo y el movimiento resultante, se interpone su conciencia. El animal también tiene conciencia, pero esta se encuentra [en el plano astral], desde donde se dirige el movimiento muscular. La conciencia del ser humano se encuentra en el cerebro. Esto se debe a que los nervios del animal están muy entrelazados [en la médula espinal]; en el cerebro humano están algo más separados, lo que permite que entre la conciencia, y [entre los nervios más separados] intervenga la voluntad.
La conciencia superior del ser humano se caracteriza por el hecho de que los miembros de una conciencia inferior están relajados. Sin embargo, en el ser humano, tres de las fuerzas fundamentales de su alma están estrechamente relacionadas, a saber, las fuerzas de la voluntad, el sentir y el pensar. Los hilos también están presentes en el cerebro astral y etérico. La voluntad, el sentir y el pensar corresponden a tres deidades que hemos conocido, los espíritus de la voluntad, los espíritus de la sabiduría y los espíritus [del movimiento] de la actividad. Las otras nueve fuerzas también están presentes en el ser humano, solo que no se perciben de inmediato.
¿Qué ocurre cuando el ser humano se desarrolla aún más? El ser humano superior se comporta con respecto al inferior como el ser humano común con respecto a la rana. Es decir, las tres partes, —voluntad, sentir y pensar—, se relajan, primero en el plano astral, luego en el etérico y finalmente en el físico; y así surge la conciencia superior, que ahora debe dominar las tres partes que se han separado. A medida que el ser humano se desarrolla cada vez más, relaja doce de estos centros y luego los domina. La conciencia superior no puede intervenir, si antes no se han relajado dichos centros.
Toda potencialidad humana está relacionada con las fuerzas primigenias del universo, del mundo. La voluntad está relacionada con la voluntad del mundo, así como el sentir con la sabiduría [del mundo], el pensar con la actividad del mundo y las formas con las fuerzas formadoras del universo. Al sostenerse mutuamente, los miembros individuales no se liberan hacia el exterior. En el momento en que, por ejemplo, la voluntad se desprende, puede actuar hacia el exterior y percibir seres volitivos. Es como cuando se observa un hormiguero, que tiene un alma común y tres miembros: obreras, machos y hembras; estos forman un ser vivo común.
De esta manera, el ser humano puede exponer los doce miembros que hay en él, dividiendo así su cuerpo etérico en doce partes. Cada una de estas partes tiene una propiedad especial, de forma similar a lo que ocurre con los pólipos, cuando se cortan los miembros, cada parte sigue viviendo. Así, una parte del cuerpo etérico crece hasta convertirse en un todo, de modo que el ser humano que ha alcanzado tal elevación, al morir y retirar su conciencia, deja atrás doce cuerpos etéricos independientes; ellos están ahí. ¿Qué ocurre con ellos? Son, en cierto modo, la emanación, la irradiación de la conciencia anterior.
Cuando un ser humano muere, primero su cuerpo físico pasa a la tierra, el cuerpo etérico al éter universal y el cuerpo astral al Kamaloka. Cuando el ser humano regresa, es necesario construir un cuerpo etérico para él. Los cuerpos etéricos irradiados se utilizan como modelos, que son dejados así por los seres superiores. En realidad, todos irradian ya cuerpos etéricos, pero aún son imperfectos, de ahí los muchos cuerpos imperfectos. De los seres altamente desarrollados también quedan cuerpos etéricos altamente desarrollados. El ser altamente desarrollado puede irradiarlos cuando se encuentra inmediatamente ante la barrera de la puerta, donde podrá irradiar materia aún más densa.
Cristo irradió nueva materia física al nacer, por lo que fue capaz de irradiar previamente los doce cuerpos etéricos, los doce miembros separados del Cristo anterior. [Los doce cuerpos etéricos de los apóstoles son los doce miembros separados del cuerpo etérico del Cristo anterior]. Él había conservado el poder sobre los doce. [¿Dónde está la conciencia que los dirige? Es Cristo. Cristo es el alma grupal de los doce apóstoles]. Cristo es la conciencia; sus doce apóstoles son sus miembros, los doce cuerpos etéricos.
Jesús es la personalidad individual; entregó su cuerpo a Cristo. [¿Dónde está el cuerpo de Cristo? Son los doce apóstoles. A través de estos doce miembros, Cristo actuó realmente].
Traducido por J.Luelmo nov,2025