RUDOLF STEINER
LA TIERRA COMO SER VIVO ANIMADO
LAS DISTINTAS FUERZAS EN LAS DIFERENTES REGIONES DE LA TIERRA
Berlín, 30 de marzo de 1918
Quien haya comprendido correctamente lo que se ha expuesto en las últimas conferencias sobre la forma en que el alma humana puede determinar, en cierto modo, su relación con los mundos suprasensibles, cómo puede trabajar por sí misma en esta relación, no tiene por qué asustarse de que, por otro lado, también sea simplemente cierto que el ser humano como tal depende en cierta medida de todo el universo, de todo el entorno. La vida humana oscila entre estas dos cosas: entre la libre creación de una relación con el mundo suprasensible y la dependencia del entorno, de todo el universo, y esto se debe principalmente a que el ser humano está ligado a un cuerpo físico determinado entre el nacimiento y la muerte. En estos días queremos discutir una parte de esta dependencia del universo en un contexto especial, en un contexto que puede ser cercano al alma humana en la época actual.
De algunas de las cosas que han aprendido de la ciencia espiritual, habrán comprendido sobre todo que toda nuestra Tierra, que habitamos como humanidad en su conjunto, es una especie de gran ser vivo, dentro del cual nosotros mismos estamos como miembros de ese gran ser vivo; y en diversas conferencias he hablado de los distintos fenómenos vitales de este gran ser vivo que es nuestra Tierra. La vida de la Tierra se expresa de las formas más diversas. Entre otras cosas, también se expresa a través de ciertas relaciones que existen entre las distintas regiones de la Tierra y los seres humanos que la habitan. Si bien es cierto, —y se trata de una verdad muy superficial—, que, por un lado, la raza humana es una unidad, también es cierto que las distintas partes de la raza humana, distribuidas por las diferentes regiones de la Tierra, se diferencian según estas regiones, dependen de ellas, no solo en función de las muchas fuerzas que investigan las ciencias naturales y la geografía, sino también en función de muchas fuerzas más misteriosas de las distintas regiones de la superficie terrestre. Existen ciertas relaciones internas del ser humano con la tierra que habita, con la parte del mundo en la que ha nacido, que no se basan únicamente en la superficialidad de las ciencias naturales. Esto se puede observar mejor en el hecho de que tales relaciones se establecen a lo largo de períodos históricos no cortos, sino más bien largos. Esto se puede observar en el cambio que experimentan los europeos que emigran a América y se establecen allí, aunque, por supuesto, el tiempo de colonización de América por parte de los europeos es aún tan breve que lo que aquí se tiene en cuenta solo se insinúa por el momento, pero se insinúa de forma clara y contundente. La configuración externa del ser humano europeo cambia, —como ya se ha dicho, hasta ahora solo de forma insinuada—, cuando habita en América, no de forma inmediata, sino a lo largo de sucesivas generaciones. En la formación de los brazos y las manos, por ejemplo, pero también en la formación del rostro, los europeos, —pero no se lo imaginen de forma brusca, sino solo en insinuaciones—, se parecen a los antiguos indios, adoptando gradualmente las peculiaridades personales de los antiguos indios.
Estas cosas son, en términos generales, lo que nos indica ciertas conexiones entre el gran organismo de la Tierra y los miembros individuales de este organismo, es decir, las partes individuales de la población mundial. Sabemos que el ser humano, tal y como vive en la Tierra, está relacionado con seres suprasensibles, con los seres de las jerarquías superiores. Sabemos que lo que se denomina alma del pueblo no es esa abstracción sin esencia de la que hablan hoy en día las personas de mentalidad materialista, sino que el alma del pueblo es un tipo de ser arcangélico. Basta con leer el ciclo sobre las almas de los pueblos impartido en Kristiania para descubrir que un alma de pueblo es un ser concreto y real en el que el ser humano está, en cierto modo, inmerso con su vida. En general, el ser humano está en constante conexión con seres superiores y más profundos de las jerarquías superiores a través de su esencia. Hoy y en estos días queremos considerar esta conexión desde un cierto punto de vista, ya que estas cosas solo se pueden discutir desde determinados puntos de vista.
Para comprender correctamente una reflexión como la de hoy, hay que tener claro que, para el observador del mundo desde el punto de vista de las ciencias espirituales, en realidad no existe lo que el sentido materialista denomina materia o sustancia; ante una observación realmente profunda, esto también se disuelve en el espíritu. A menudo he utilizado una comparación para aclarar cómo son estas cosas. Tomemos el agua. Puede congelarse, entonces se convierte en hielo y tiene un aspecto completamente diferente. El hielo es hielo, el agua es agua; pero el hielo también es agua, solo que en otra forma. Lo mismo ocurre con lo que llamamos materia: es espíritu en otra forma, espíritu que ha pasado a otra forma, como el agua al hielo. Por eso, cuando hablamos desde el punto de vista de las ciencias espirituales, nos referimos a lo espiritual, incluso cuando hablamos de procesos materiales. El espíritu actúa en todas partes. El hecho de que el espíritu actuante también se exprese en procesos materiales es precisamente una manifestación especial del espíritu. Pero el espíritu actúa en todas partes. Así que, incluso cuando nos fijamos en fenómenos más materiales, en realidad estamos hablando de los modos de actuar del espíritu, tal y como se manifiestan en un determinado ámbito como procesos externos, más o menos materiales.
En el ser humano tienen lugar continuamente procesos materiales que en realidad son procesos espirituales. El ser humano come. De este modo, absorbe las sustancias del mundo exterior en su propio organismo. Las sustancias sólidas, que se licuan, son absorbidas por el organismo humano y sufren una transformación. El organismo humano está compuesto por todo tipo de sustancias que absorbe del exterior; pero no solo las absorbe, sino que, al hacerlo, estas sustancias también experimentan un proceso determinado. El calor propio está condicionado por el calor absorbido y por los procesos que experimentan las sustancias absorbidas en nuestro organismo. Respiramos. Al respirar, absorbemos oxígeno; pero no solo absorbemos oxígeno, sino que, al estar conectados en nuestro proceso respiratorio con lo que ocurre en el mundo exterior, en el espacio aéreo, también estamos dentro del ritmo del mundo exterior. Nuestro propio ritmo está dentro del ritmo de todo el universo. Una vez incluso demostré esta relación con cifras. Así, también estamos en cierta relación con el entorno a través de los procesos rítmicos que experimentamos en nuestro propio organismo. A través de estos procesos, a través de estos acontecimientos, que se producen porque los procesos naturales externos actúan en nosotros y continúan actuando en nosotros, se produce de hecho la transmisión de aquellos efectos que, por ejemplo, también ejerce el espíritu del pueblo sobre el individuo. No solo respiramos oxígeno, sino que en la respiración de oxígeno vive lo espiritual, y en la respiración de oxígeno puede vivir el espíritu del pueblo. No solo comemos, sino que las sustancias también se procesan en nosotros. Pero este proceso material es al mismo tiempo un proceso espiritual, y al ingerir las sustancias y procesarlas en nosotros, el espíritu del pueblo puede vivir en este proceso. La vida del espíritu del pueblo con nosotros no es algo meramente abstracto, sino que se manifiesta en lo que hacemos cada día y en lo que realiza nuestro organismo. Los procesos materiales son al mismo tiempo expresión de modos de actuación espirituales. El espíritu del pueblo debe tomar este desvío, entrando en nosotros a través de la respiración, la alimentación, etc.
Los distintos espíritus de los pueblos, que hemos presentado de forma diferenciada según otros puntos de vista en el ciclo de conferencias sobre «La misión de las almas de los distintos pueblos en relación con la mitología germánica-nórdica», influyen de diversas maneras en el ser humano en relación con lo que acabo de indicar, y esto caracteriza los distintos caracteres de los pueblos de la Tierra. Los caracteres individuales de los pueblos dependen de los espíritus de los pueblos. Pero si seguimos desde el punto de vista de la ciencia espiritual los rodeos por los que actúan los espíritus de los pueblos individuales, se pone de manifiesto, por ejemplo, lo siguiente.
El ser humano respira. De este modo, está en constante contacto con el aire que le rodea. Lo inhala y lo exhala. Y si, en un caso concreto, el espíritu del pueblo, debido a la configuración de la tierra y a circunstancias de diversa índole, elige precisamente el desvío de la respiración y, con ello, provoca a través de la respiración la configuración especial, la caracterización del pueblo en cuestión, se puede decir lo siguiente:
ESPÍRITU DEL PUEBLO ITALIANO
El espíritu del pueblo actúa a través del aire sobre el pueblo en cuestión. Esto es especialmente cierto en el caso de los pueblos que han habitado la península italiana. En la península italiana, el aire es el mediador de los efectos del espíritu del pueblo sobre las personas. Se puede decir que el aire de Italia es el medio, el médium, a través del cual el espíritu del pueblo imprime sus efectos en las personas que habitan la península italiana, para darles la configuración especial que los convierte en el pueblo italiano, que fue el antiguo pueblo romano, etc. Así pues, siguiendo los caminos de la ciencia espiritual, se pueden investigar precisamente aquellos efectos que parecen materiales en sus fundamentos espirituales.
ESPÍRITU DEL PUEBLO FRANCES
Ahora cabe plantearse la siguiente pregunta: ¿qué ocurre con otros espíritus del pueblo? Si miramos hacia otras regiones del mundo, ¿qué medios eligen los espíritus del pueblo para expresar allí la configuración particular de cada pueblo? En los pueblos que han habitado o habitan hoy la Francia actual, el espíritu del pueblo actúa de forma indirecta a través del elemento líquido, a través de todo lo que no solo entra en nuestro cuerpo como líquido, sino que también actúa en él como líquido. Así, a través de la naturaleza de lo que, como líquido, condiciona el organismo y actúa sobre él, el espíritu del pueblo vibra y teje, determinando así el carácter del pueblo en cuestión. Este es el caso de los pueblos que han habitado o habitan hoy en día la Francia actual.
Sin embargo, no se comprende completamente el asunto si solo se considera esta relación del ser humano con su entorno desde un único punto de vista. Si solo se tuviera en cuenta esto, se obtendría una visión muy parcial. Deben recordar lo que ya he dicho en varias ocasiones: el ser humano es un ser dual; la cabeza y el resto del organismo actúan por separado. En realidad, el efecto del que he hablado ahora en relación con los pueblos italiano y francés solo se produce en el resto del organismo, fuera de la cabeza, y desde la cabeza se produce otro efecto. Y solo mediante la combinación del efecto que emana de la cabeza y el que proviene del resto del organismo se produce de manera completa lo que luego se manifiesta en el carácter del pueblo. El efecto que emana de la cabeza queda, por así decirlo, neutralizado por el efecto que emana del resto del organismo. Por lo tanto, se podría decir que lo que los habitantes de Italia respiran a través del aire, lo que es determinante para el resto del organismo, fuera de la cabeza, en la respiración, interactúa con la configuración del sistema nervioso de la cabeza, tal y como está diferenciado mentalmente, es decir, en la medida en que el ser humano es un ser nervioso de la cabeza. En Francia es diferente. Lo que vive en el organismo como ritmo es un ritmo especial para todo el organismo y otro especial para la cabeza; la cabeza tiene su propio ritmo. Mientras que en Italia es la actividad nerviosa de la cabeza la que interactúa con lo que el aire provoca en el ser humano, en Francia es el ritmo, el movimiento rítmico de la cabeza, la vibración del ritmo en la cabeza con lo que provoca el líquido en el organismo. Así, a través de la interacción especial del individuo en la cabeza con lo que el espíritu del pueblo provoca desde el entorno, se construye el carácter del pueblo.
De ello se desprende lo siguiente: se puede estudiar lo que se extiende de forma articulada sobre el organismo de la Tierra si se está dispuesto a observar estas cosas desde el punto de vista de las ciencias espirituales. Porque, de hecho, la humanidad no comprenderá la peculiar configuración de la Tierra si no se tienen en cuenta este tipo de cosas.
ESPÍRITU DEL PUEBLO BRITÁNICO
Seguimos preguntándonos por los caracteres nacionales individuales, nos preguntamos por el carácter nacional británico. Así como el espíritu nacional del ser italiano se manifiesta a través del aire, y el del ser francés a través del agua, el espíritu nacional del ser británico se manifiesta a través de todo lo terrenal, principalmente a través de la sal y sus compuestos en el organismo. Lo sólido es lo principal. Mientras que el elemento líquido actúa en el carácter nacional francés, en el carácter británico tenemos el elemento salino, que se solidifica a través de todo lo que entra en el organismo a través del aire y la alimentación. Esto da lugar a la peculiar configuración del carácter nacional británico. Pero también aquí hay algo que, desde la cabeza, neutraliza lo que viene del entorno. Al igual que el ritmo en el resto del organismo y en la cabeza, también lo están la digestión y el metabolismo en el resto del organismo y en la cabeza. A medida que el organismo de la cabeza lleva a cabo su metabolismo, la forma en que se produce este intercambio de sustancias, junto con el elemento salino en el organismo, da lugar al carácter nacional británico. Así pues, lo terrenal en relación con el metabolismo de la cabeza conforma el carácter del pueblo británico. Y se puede decir que, al actuar el alma del pueblo a través del elemento salino, la peculiaridad del metabolismo de la cabeza le responde desde la cabeza.
Podrán estudiar todos los rasgos individuales del carácter de un pueblo si observan estas metamorfosis especiales en el funcionamiento del alma del pueblo.
ESPÍRITU DEL PUEBLO AMERICANO
Seguimos preguntando sobre Occidente. En el caso de los estadounidenses, la situación es diferente, ya que hay un elemento subterráneo que influye. Mientras que en el carácter británico nos encontramos con lo terrenal, con lo salado, en el carácter nacional americano actúa un elemento subterráneo, algo que vibra bajo tierra. Esto tiene una influencia excelente en el organismo. Especialmente a través de las corrientes magnéticas y eléctricas subterráneas, el espíritu nacional se manifiesta en el carácter nacional del pueblo americano. Y desde la cabeza fluye algo que neutraliza la influencia de las corrientes magnéticas y eléctricas subterráneas: lo que realmente es la voluntad humana. Esa es la peculiaridad del carácter del pueblo norteamericano. Mientras que del carácter del pueblo británico debemos decir que depende esencialmente del elemento terrenal, en la medida en que el ser humano lo absorbe en su organismo y este entra en interrelación con el metabolismo de la cabeza, la voluntad, en la medida en que se manifiesta en el pueblo, actúa en los estadounidenses junto con algo que surge de lo subterráneo, y esto caracteriza el carácter del pueblo estadounidense. Esto también está relacionado con lo que incluso he expuesto en una conferencia pública. El ser humano solo puede relacionarse con el elemento sobre la tierra y hasta la tierra con toda su personalidad libre. Si está influenciado por el alma del pueblo subterránea, entonces no desarrolla su alma del pueblo en libertad, sino que está, por así decirlo, poseído por el alma del pueblo. Y en una conferencia pública he mostrado cómo el estadounidense puede decir lo mismo que dice el centroeuropeo Flerman Grimm, y sin embargo no es lo mismo. Mientras que en Herman Grimm se nota cómo todo está conquistado humanamente, en Woodrow Wilson se nota que está humanamente poseído por ello.
De ello se desprende una cosa: es importante, porque nuestra época actual también necesita tenerlo en cuenta. Si hoy dos o tres personas dicen lo mismo, se considera puramente en términos de contenido, se considera de forma abstracta. Pero dos personas pueden decir exactamente lo mismo en cuanto al contenido, la frase puede ser idéntica en una y en otra. Una puede tener cosas que ha luchado y conquistado en su alma, y la otra puede tenerlas porque las ha aceptado por obsesión. A menudo, lo esencial no es el contenido, sino el grado en que lo que dice la persona en cuestión es fruto del trabajo propio del alma o si tal vez lo ha obtenido por obsesión. Eso es importante. Hoy en día solo se tiene sentido para lo abstracto. Se puede ver en Herman Grimm que solo decía lo que había dado vueltas en su alma diez veces, y se pueden tomar frases de las cosas de Wilson y escribir «Herman Grimm» encima y viceversa, pero eso no importa. Herman Grimm tiene algo elaborado, Woodrow Wilson tiene algo poseído, algo que le llega de entidades subterráneas. Estas cosas se pueden reconocer, no hay que abordarlas con emociones y pasiones, sino que se pueden reconocer de forma totalmente objetiva.
ESPÍRITU DEL PUEBLO RUSO - ESLAVO
Seguimos preguntándonos, rodeando primero, digamos, Alemania y mirando hacia el este. Si observamos la esencia oriental, que solo poco a poco se eleva del caos y brilla en su forma original, nos encontramos con algo peculiar. Así como el espíritu del pueblo italiano actúa a través del aire, el del pueblo francés a través del agua, el del inglés a través de la tierra y el del americano a través de un elemento subterráneo, el espíritu del pueblo ruso, el elemento eslavo, actúa a través de la luz. De hecho, el espíritu del pueblo, que es lo que importa en Oriente, actúa en la luz vibrante. Y cuando lo que crecerá en Oriente hacia el futuro se haya liberado de sus envolturas embrionarias, se verá que el modo de actuar del espíritu del pueblo en el este de Europa es muy diferente al modo de actuar del espíritu del pueblo en Occidente. Porque, aunque debo decir que el espíritu del pueblo actúa a través de la luz, lo curioso es que no actúa directamente a través de la luz vibrante, sino que actúa cuando la luz primero se hunde en el suelo y luego rebota desde el suelo. Y es esta luz que rebota desde el suelo la que el espíritu del pueblo utiliza para actuar sobre los rusos. Pero esto no actúa sobre el organismo, sino precisamente sobre la cabeza, sobre la mentalidad, sobre el modo de formación de las ideas, los sentimientos, etc. Aquí, pues, el modo de actuar del espíritu del pueblo es precisamente contrario al de América, donde actúa desde el resto del organismo y le rebota algo desde la cabeza. En Oriente actúa a través de la luz. La luz que fluye desde el suelo es el medio del espíritu del pueblo, y actúa preferentemente sobre la cabeza. Y lo que ahora repercute proviene del resto del organismo, especialmente del organismo cardíaco. Lo que regresa ahora golpea inversamente hacia la cabeza y cambia el efecto que emana de allí. Hoy en día todavía se encuentra en el caos, todavía en envolturas embrionarias. Es el ritmo respiratorio el que golpea la cabeza y neutraliza lo que viene del espíritu del pueblo a través de la luz. Lo que sale así en el próximo Oriente sigue estando presente en mayor medida si nos dirigimos más hacia el este.
ESPÍRITU DEL PUEBLO ORIENTAL - ASIÁTICO
Lo que es peculiar del Oriente asiático es que el espíritu del pueblo sigue actuando en parte a través de la luz que es absorbida por el suelo y reflejada de vuelta, y que actúa sobre la cabeza. O el espíritu del pueblo también actúa a través de lo que ya no es luz, pero que no es visible en absoluto: la armonía de las esferas, que también lo vibra todo y que para una humanidad espiritual del Oriente asiático equivale a un efecto del espíritu del pueblo, ya que el espíritu del pueblo actúa directamente a través de la armonía de las esferas, que, sin embargo, es reflejada por la Tierra y actúa sobre la cabeza. Y esto contrarresta el ritmo respiratorio. Y ahí reside el secreto, que consiste en que los buscadores espirituales de Oriente siempre han buscado conectar con el espíritu mediante un entrenamiento especial de la respiración. Si estudian yoga, verán que exige entrenar la respiración de una manera especial. Esto se basa en que el individuo, como miembro de toda la humanidad, no como individuo, busca encontrar la espiritualidad a través del espíritu del pueblo; la busca de la manera en que realmente está fundamentada dentro del carácter de su pueblo. Cuanto más nos adentramos en Oriente, más encontramos esto. Por supuesto, se podrían observar más o menos refinamientos de estos efectos del carácter del pueblo, pero también degeneraciones de estos efectos, como a veces se manifiesta en la aberración. Algunos pueblos y razas enteras comparten en gran medida estas desviaciones, por ejemplo, cuando se producen desarmonías cuando el efecto principal coincide con el efecto del resto del organismo, etc. Pero quizá no sea muy aconsejable entrar hoy en detalle sobre las desarmonías individuales, ya que hoy en día, por unas u otras razones, hay que amar a otros pueblos desde la perspectiva de un pueblo. Así lo exigen las circunstancias; algunas cosas podrían entenderse con el corazón en lugar de con la razón, y entonces tal vez no se comprenderían. Cuando lleguen otros tiempos, tal vez se pueda hablar también de los pueblos orientales y de problemas similares.
ESPÍRITUS DE LOS PUEBLOS DE EUROPA CENTRAL
Ahora cabe plantearse la siguiente pregunta: ¿qué ocurre con los pueblos centroeuropeos? Nos referimos más bien a condiciones geográficas, por lo que no tenemos en cuenta a Europa Central en un contexto sociopolítico. Tampoco he respondido a las preguntas desde el punto de vista racial, sino, como pueden ver, desde el punto de vista espiritual y geográfico. Por lo tanto, podemos hablar de una Europa Central a la que no pertenecen Francia e Italia.
La peculiaridad del espíritu del pueblo que actúa en Europa Central es que, como he expuesto para otras regiones, actúa a través del aire, el agua, la sal, etc., pero de manera inmediata a través del calor. El espíritu del pueblo en Europa Central elige el desvío, el medio del calor. Y esto no está determinado de forma totalmente inmediata, sino que puede individualizarse. Puede haber personas en Europa Central en las que este efecto del espíritu del pueblo sea diferente, unas veces en el resto del organismo y otras en la cabeza; también dependiendo de si el aire exterior calienta directamente o si se calienta a través de los alimentos o la respiración. Todo ello es medio para el espíritu del pueblo. Y lo que contrarresta esta eficacia es, de nuevo, el calor, de modo que en Europa Central el calor, en la medida en que tiene efectos externos, es medio para el espíritu del pueblo. Y lo que le responde es nuevamente el calor propio, generado desde dentro. Por eso se puede decir: lo que actúa en el organismo como calor a través del espíritu del pueblo, recibe como respuesta el calor propio de la cabeza. Cuando el calor del espíritu del pueblo actúa a través de la cabeza, el calor del resto del organismo fluye hacia ella. El calor actúa sobre el calor, y lo hace de tal manera que depende principalmente de la mayor o menor vivacidad de la actividad sensorial, es decir, de la capacidad de percepción. Una persona de espíritu más activo, que mira con amor las cosas que la rodean, desarrolla un mayor calor propio. Una persona que es fugaz, superficial, que no siente mucho, que pasa por alto todo, desarrolla menos calor propio. Esta convivencia con el entorno, en la que el ser humano tiene un corazón o un ojo abierto para el entorno, es lo que contrarresta el calor que actúa a través del espíritu del pueblo, de modo que el calor choca con el calor. Esta es la peculiaridad del modo de actuar del espíritu del pueblo en Europa Central, y en ello se basa gran parte de la esencia del carácter nacional, porque el calor está íntimamente relacionado con el calor. Los demás modos de actuar no están tan relacionados: la voluntad no está relacionada con la electricidad de la misma manera, lo salado no está tan relacionado con el elemento digestivo de la cabeza, y tampoco lo están los demás efectos mencionados. Pero el calor determina el carácter centroeuropeo, que también se manifiesta en la capacidad de integrarse más o menos en todo. No queremos hablar de juicios de valor, sino solo caracterizar, por lo que cada uno puede interpretarlo como quiera: como virtud o como vicio. Calor con calor: eso hace flexible, plástico, capaz de integrarse en todo, incluso en caracteres de pueblos extranjeros. Oh, si seguimos la historia, vemos cómo las distintas tribus alemanas se integraron en pueblos extranjeros, aceptaron elementos extranjeros. Todo ello confirmará lo que se ha dicho hasta ahora.
En lo que hoy se ha expuesto se manifiesta también de manera eminente la gran oposición entre el Oriente asiático y el Occidente americano. Se podría decir que la luz, e incluso lo que está por encima de la luz en lo etéreo, es lo que utiliza el alma de los pueblos orientales para acercarse al ser humano, aunque sea reflejada desde la Tierra. En Occidente es el elemento subterráneo, lo que está bajo la tierra. Esto puede llevarnos profundamente a la vida orgánica y anímica de todo el organismo terrestre en su convivencia con la humanidad. No es en absoluto nuestra intención ofender a ninguna parte de la población terrestre ni halagar a otra. Pero es cierto que, por un lado, las inundaciones orientadas hacia lo espiritual en Oriente, que se desarrollan hacia abajo con pesadez, atando al ser humano a la tierra, son más propias del oeste. Dejo a cada uno que juzgue por sí mismo si esto concuerda más o menos con el carácter del pueblo americano. Una marea ascendente, diría yo, en Oriente; un reflujo, una influencia hacia la tierra en Occidente. Así es la vida.
Por supuesto, no de golpe, sino a lo largo de la vida, a lo largo de generaciones, el ser humano se asemeja a las condiciones terrestres, se adapta. Así pues, cuando un europeo llega a Oriente, tiene hijos allí y estos tienen a su vez hijos, las circunstancias imperantes exigen que se den estas condiciones. Esto tiene un efecto en el ser humano. Es así: al igual que en nuestro organismo físico nunca nos crecerá una nariz en el hombro, sino siempre un brazo, en América nunca habrá buenos yoguis. Se puede trasplantar, pero también se pueden cultivar todo tipo de plantas en invernaderos, pero eso no es lo importante, sino lo que significa el desarrollo en sí mismo en su contexto natural. Todo esto está expresado, está determinado. La biología científica no explica en absoluto lo que son las condiciones terrestres. Para ello hay que entrar, por ejemplo, en los diferentes modos de actuar de las almas de los pueblos, como hemos discutido hoy, en cómo lo no manifiesto se expresa en lo manifiesto.
El ser humano está, por tanto, inmerso en los procesos relacionados con la Tierra. Si ustedes lo contemplan, diría que, por un lado, les resultará bastante opresivo para el alma ver hasta qué punto el ser humano depende en realidad de fuerzas que están relacionadas, tal y como se ha descrito, con el lugar de la Tierra en el que el karma lo ha situado en alguna encarnación. Por supuesto, el hecho de que se encuentre allí está relacionado con su karma. Sin embargo, las circunstancias descritas pueden resultar algo deprimentes, y esa depresión se acentúa aún más si no tenemos una visión global de todas las circunstancias. Si nos remontamos a épocas más antiguas de la evolución de la Tierra, descubriremos que cuanto más nos remontamos, mayor es la dependencia de la que he hablado y más se diferencia la humanidad en la superficie de la Tierra a partir de tales impulsos. Sin embargo, la evolución de la Tierra ya lleva en sí la posibilidad de que los seres humanos superen poco a poco esta dependencia, aunque no en la configuración exterior, sí en su vida interior.
¿Qué tendría que suceder, preguntémonos, qué sería concebible que sucediera para que esta dependencia del pedazo de tierra se mitigara de alguna manera, para que el ser humano se elevara de alguna forma desde esta necesidad aquí caracterizada hacia una cierta libertad?
Para ello, tendría que haber ocurrido algo durante la evolución de la humanidad en la Tierra que contradijera directamente esta dependencia del ser humano de ese pedazo de tierra. Hemos discutido todos los impulsos que hacen que el ser humano parezca dependiente de su pedazo de tierra. He dicho: también tendría que haber ocurrido algo que contradijera esa dependencia, algo que se enfrentara a estas circunstancias. Es comprensible: aquello que viviría en la Tierra, que es diferente a todo lo que actúa a través de esta dependencia, tendría un efecto equilibrador y neutralizador sobre estas circunstancias. ¿Qué puede ser eso?
Al comienzo de nuestra era tuvo lugar el misterio del Gólgota. A lo largo de los años hemos destacado muchas de sus peculiaridades. Pero basta con tener presente una característica muy evidente, muy general y ampliamente conocida del misterio del Gólgota para darse cuenta de que, incluso a través de algo tan superficial, este misterio del Gólgota se presenta como algo especial y único en la vida terrenal. Cristo Jesús vivió entre un pueblo que tiene un carácter marcadamente nacional, que hace todo lo que hace desde un carácter marcadamente nacional. Pero lo que le sucede a Cristo Jesús, lo que se lleva a cabo desde el carácter nacional: el misterio del Gólgota, la muerte en el Gólgota, está en completa contradicción con este carácter nacional. Porque el pueblo en el que se desarrolla el misterio del Gólgota no lo incluye en su confesión, ni se confiesa a Cristo Jesús personalmente, individualmente, sino que lo mata, gritando: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! Se produce algo que no puede estar destinado a un determinado pueblo; se produce algo que solo tiene sentido si se concibe en contradicción con lo que puede derivarse del carácter nacional, lo que el pueblo rechaza por sí mismo, anula y destruye desde su interior. Ese es el secreto del misterio del Gólgota. Por eso no tiene carácter nacional, no surge del carácter nacional, sino que contradice todo lo que antes hemos descrito como dependencia del ser humano del carácter nacional. Es un acontecimiento y una entidad en la Tierra que no tienen nada que ver con el carácter nacional, porque solo lo que allí se destruye, —la muerte—, tiene algo que ver con ese carácter nacional. Porque este acontecimiento no tiene que ver ni con el carácter del pueblo judío, ni con el carácter del pueblo romano que actuaba en la misma zona; pues los judíos claman: «¡Crucifícalo!», y los romanos no encuentran culpa alguna en él, es decir, «no saben qué hacer con lo que está sucediendo». Todo ello se desmarca de lo que puede suceder debido al carácter del pueblo. De este modo, el misterio del Gólgota se convierte en un acontecimiento que, si se estudia detenidamente, no se puede comparar con ningún otro. Por supuesto, también ha habido mártires en otros lugares, pero no surgieron por las razones que se aplican al misterio del Gólgota. Cuanto más estudien el misterio del Gólgota, más descubrirán que ocurrió precisamente porque no tiene nada que ver con el carácter de un solo pueblo, sino porque está relacionado con toda la humanidad. Por lo tanto, se puede decir realmente: por un lado, tenemos ese principio en la evolución de la humanidad que se extiende sobre ella de tal manera que tiene un efecto diferenciador. Entonces, de lo diferenciado surge algo que no pertenece a lo diferenciado, sino que tiene su peculiaridad precisamente en el hecho de ser independiente del carácter de un pueblo; ese es el otro lado.
En todos los aspectos, se reconocerá cada vez más que lo esencial del misterio del Gólgota es que, para comprenderlo, se requiere una comprensión individual. A medida que se vaya comprendiendo cada vez más, se dirá poco a poco: Las condiciones terrenales, las condiciones humanas, se pueden comprender de tal o cual manera; pero el misterio del Gólgota es único, debe entenderse como algo particular, no se puede tomar nada más para comprenderlo. Busquen en cualquier ámbito: hoy hemos seguido en el ámbito del alma de los pueblos lo que actúa en la humanidad. Podemos explicar todas las cosas a partir del alma del pueblo, desde el comienzo de la humanidad en la Tierra hasta hoy, excepto el misterio del Gólgota y lo que está relacionado con él. Así podríamos encontrar todos los campos posibles de los que podríamos decir: por un lado está todo lo demás y, por otro, está el misterio del Gólgota y sus efectos. Ya lo he subrayado en varias ocasiones: los teólogos eruditos deben admitir hoy en día que no se puede encontrar ninguna prueba histórica del misterio del Gólgota para poder incluirlo en la historia. En la historia no se incluyen acontecimientos para los cuales no puedan encontrarse pruebas históricas, ¡solo el misterio del Gólgota y lo relacionado con él! Porque se trata de algo singular, sobrenatural; no debe haber pruebas históricas de ello. El misterio del Gólgota no debe ser aceptado por nadie que solo exija pruebas históricas materiales. Solo tiene el efecto adecuado en aquellas personas que se elevan por encima de sí mismas para aceptar como histórico algo de lo que no hay pruebas. La evolución continuará de tal manera que las pruebas externas del misterio del Gólgota serán arrastradas, desaparecerán; la crítica las barrerá. Pero la comprensión espiritual de la evolución de la humanidad situará este misterio del Gólgota como el eje de todos los acontecimientos terrenales. Debe ser comprendido espiritualmente, clasificado espiritualmente en el proceso histórico de la humanidad. Ese es precisamente su secreto. Los seres humanos se esforzarán cada vez más por no buscar pruebas históricas, sino por comprender que aquí es necesario un entendimiento suprasensible, una comprensión suprasensible de un acontecimiento que tiene lugar en la Tierra física, para que el ser humano pueda comprender en el sentido pleno de la palabra su relación con el desarrollo histórico terrenal de la humanidad. Hablaremos más sobre esto la próxima vez.
Traducido por J.Luelmo nov,2025
