GA091 Landin, 24 de septiembre de 1906 - El zodíaco y el hombre

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 RUDOLF STEINER. 

NOTAS DE MATHILDE SHOLL 1904 - 1906   

EL ZODÍACO Y EL HOMBRE


 Landin, 24 de septiembre de 1906

Si observamos las doce imágenes del zodíaco en su secuencia y con sus referencias al ser humano, el signo de Aries se encuentra junto al de Piscis. Aries es el signo de la cabeza, Piscis el signo de los pies. En el signo de Aries apareció Cristo, llamado el Cordero; solo él pudo conducir a la humanidad al signo de Piscis. Él era el yo humano.

Solo después de que Cristo entrara en la humanidad, el yo, y enviara su espíritu al mundo, Manas, pudo consolidarse el kama del ser humano y expresarse el momento principal del desarrollo de la quinta raza raíz en su quinta subraza, la raza de la personalidad libre. Toda nuestra quinta raza raíz es el desarrollo del kama-manas, el desarrollo del yo. Con Cristo, entró completamente en la humanidad en la cuarta subraza, pero en la quinta subraza se expresó plenamente por primera vez, en la raza de la personalidad libre.

Solo después de que el yo se hubiera instalado en el ser humano bajo el signo del cordero o del carnero, en la raza de la personalidad, el ser humano pudo realmente valerse por sí mismo bajo el signo de Piscis, la raza de la personalidad libre. Ahora todo el ser humano estaba predispuesto. En la primera raza, la india, el ser humano vivía en sus sentimientos y en la unidad (Tao, Brahma, etc.) — Atma (cuerpo físico). En la segunda raza, la persa, vivía en la dualidad (Ormuzd y Ahriman, el bien y el mal, etc.) - Atma (cuerpo físico) y Budhi (cuerpo etérico). En la tercera raza, la egipcio-babilónico-asiria, la caldea, vivía en la trinidad (Isis, Osiris, Horus; Padre, Hijo, Espíritu, etc.) - Atma (cuerpo físico), Budhi (cuerpo etérico), Manas (cuerpo astral). En la cuarta raza (romanos, griegos, semitas), vivió en el yo, la cuádruple naturaleza: cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y el yo. El signo de Aries significa que se produjo un descenso que debía conducir al ascenso, un punto de inflexión en toda la evolución de la humanidad, el comienzo de una nueva época.

Es el mismo símbolo que el ángulo V formado por el compás: el símbolo del yo. Cuando el yo del ser humano se libera y él se convierte en cisne, se produce también el desarrollo de la flor de loto de dos pétalos en la parte superior de la cabeza, que se insinúa mediante los dos cuernos del carnero, el símbolo del yo.

El ser humano está, por tanto, íntimamente relacionado con el zodíaco. Después de ponerse de pie bajo el signo de Piscis, pudo comenzar a desarrollarse hacia la libertad, primero mediante la formación completa del manas. Tuvo que hacer manásico su cuerpo astral. En el siguiente signo, el signo de Acuario, el ser humano desarrollará, en su evolución normal, el budhi, que entonces impregnará su cuerpo etérico. Esto será posible gracias a una nueva influencia del Yo del mundo a partir de su segunda fuerza, el budhi. Sin embargo, esta fuerza budhi solo se completará en el mundo con la raza que descienda de la sexta subraza de la sexta raza raíz.

La sexta subraza es la raza del signo de Acuario, de Juan, que anuncia a Cristo. Al igual que en su día, como Juan el Bautista, anunció la aparición del Cristo personal Jesús, en la sexta subraza anuncia la impregnación de la humanidad con el principio crístico, con Budhi, que inicialmente llega a su plenitud en la sexta raza raíz.

Las fuerzas del ser humano se desarrollan de acuerdo con los signos del zodíaco y la evolución de las razas. El ser humano solo pudo alcanzar la formación consciente de estas fuerzas después de haber adquirido la autoconciencia en nuestra quinta subraza, la raza de la personalidad libre, bajo el signo de Piscis, el signo de la independencia, donde el ser humano fue puesto por completo por su cuenta en la existencia física. Piscis es el signo de que el ser humano ahora puede moverse libremente en el astral (el agua).

Piscis es el signo de Kama-Manas, que hace al ser humano independiente.

Imagen tomada del blog de la cocinera de Matrix
En el desarrollo normal del mundo, el ser humano también adquirirá las fuerzas superiores. Pero aquel que quiere ayudar al mundo, el discípulo que se pondrá al servicio de la humanidad, se adelanta al desarrollo posterior de la raza. Desarrolla con confianza las fuerzas que, de otro modo, solo aparecerían más tarde. Para expresar estas fuerzas más rápidamente, debe seguir un camino determinado que le conduzca a ellas. El ser humano es en sí mismo el microcosmos que contiene todas las fuerzas cósmicas en potencia. Con las fuerzas desarrolladas, que tienen su centro en su yo, debe ahora adquirir las otras fuerzas que le faltan. El yo debe recorrer en su organismo el mismo camino que la Tierra al moverse alrededor del Sol. En su cabeza se encarna la fuerza de la Tierra, que se expresa allí con mayor intensidad, el yo; con este yo debe encontrar el camino que debe seguir para recibir siempre nueva fuerza vital del centro que hay en él y que contiene la fuerza del sol. Para ello, el yo debe primero conectarse conscientemente con su propia fuerza kama y transformarla en el centro del corazón. Cuando esta fuerza kama se ha purificado, el yo puede conectarse con el centro solar, el plexo solar, o más bien recibir fuerza de allí. Una vez que estas tres fuerzas se han unido —el yo con la fuerza kama transformada y la fuerza solar, budhi, la fuerza vital propiamente dicha—, el ser humano puede realizar el ciclo de la vida en sí mismo. Cuando el yo se sumerge en el centro del corazón, se acerca al sol y desde allí encuentra el camino a través de los doce signos del zodíaco, que han sumergido sus fuerzas en la médula espinal. Una vez en el cerebro, el yo derrama las fuerzas adquiridas en el mundo. Para comprender el ciclo del yo, debemos imaginar la columna vertebral y las piernas curvadas, de modo que los pies toquen la cabeza; entonces, las partes individuales del ser humano se encuentran en la misma disposición que los doce signos del zodíaco. Al principio, el ser humano era una espiral en reposo, de la que se elevó y desarrolló simétricamente su ser interior. El desarrollo posterior del ser humano interior sigue esta espiral, cuyas partes individuales están relacionadas con los signos del zodíaco en los centros correspondientes de la médula espinal. Mediante el desarrollo de estas fuerzas, el ser humano alcanza la independencia espiritual. En un desarrollo normal, esto ocurriría cuando alcanzara la sexta subraza de la sexta raza raíz, cuando la constelación de Virgo (centro solar) pasara a la constelación de Leo (centro cardíaco).

Pero cuando el ser humano prepara él mismo esta transformación de su pasión desde el centro del corazón para recibir la fuerza solar, se convierte en un león capaz de conquistar a la virgen. Por eso Cristo era el león de la tribu de Judá: podía traer al mundo la fuerza purificada de Kama y Budhi, tal y como la llevó a la perfección en la sexta subraza de la sexta raza raíz.

Goethe describe esta conquista del poder budhi en su cuento. El joven (el ser humano) tuvo que alcanzar primero el descenso más profundo, a este lado del río, purificar primero el kama, para luego poder volver a la cima, al otro lado, y adquirir el hermoso lirio que ahora viene a su encuentro.

Traducido por J.Luelmo nov.2025