¿EXISTE EL AZAR?
Revista Lucifer - Gnosis 1904
RUDOLF STEINER
julio de 1904
Pregunta: En una carta enviada por uno de nuestros lectores se plantea la siguiente pregunta: «¿Acaso la doctrina teosófica no admite ninguna «casualidad»? Por ejemplo, no puedo creer que pueda deberse al karma de cada individuo el hecho de que quinientas personas mueran juntas en el incendio de un teatro».
Respuesta: Las leyes del karma son tan complejas que a nadie debería sorprenderle que, en un primer momento, algún hecho parezca contradecir la validez general de esta ley para la mente humana. Hay que tener muy claro que esta mente está entrenada inicialmente en nuestro mundo físico y que, en general, solo está acostumbrada a admitir lo que ha aprendido en este mundo. Sin embargo, las leyes kármicas pertenecen a mundos superiores; en Alemania se suele hablar de «niveles superiores». Por lo tanto, si se quiere considerar cualquier acontecimiento que afecte al ser humano como causado kármicamente, tal y como se concibe el imperio de la justicia en la vida puramente terrenal y física, es inevitable encontrar contradicción tras contradicción. Hay que tener claro que una experiencia común que afecta a varias personas en el mundo físico puede significar algo muy diferente para cada una de ellas en los mundos superiores. Por supuesto, tampoco se descarta lo contrario, es decir, que las concatenaciones kármicas comunes se manifiesten en experiencias terrenales comunes. Solo quien es capaz de ver con claridad en los mundos superiores puede decir con detalle lo que ocurre. Si las concatenaciones kármicas de quinientas personas se manifiestan de tal manera que estas personas perecen en el incendio de un teatro, entonces son posibles, entre otros, los siguientes casos:
Primero: no es necesario que las cadenas kármicas de ninguna de las quinientas personas tengan que ver con las de otra de las víctimas del accidente. La desgracia común se relaciona entonces con el karma de cada persona, del mismo modo que la sombra de cincuenta personas proyectada en una pared se relaciona con los mundos de pensamientos y sentimientos de esas personas. Hace una hora, quizá estas cincuenta personas no tenían nada en común; dentro de una hora, quizá vuelvan a tener algo en común. Lo que hayan vivido al encontrarse en el espacio común tendrá un efecto especial para cada uno de ellos. Sin embargo, su reunión se expresa en la imagen de sombra común mencionada. Pero quien quisiera deducir de esta imagen de sombra algo sobre un punto en común de las personas, estaría muy equivocado.
Segundo: es posible que la experiencia compartida por las quinientas personas no tenga nada que ver con su pasado kármico, pero que precisamente a través de esta experiencia compartida se esté preparando algo que las unirá kármicamente en el futuro. Quizás estas quinientas personas emprendan juntas una empresa común en tiempos lejanos y la desgracia las haya unido para mundos superiores. El místico experimentado sabe muy bien que, por ejemplo, las asociaciones que se forman en la actualidad deben su origen al hecho de que las personas que se unen han vivido una desgracia común en un pasado lejano.
Tercero: realmente puede tratarse de un caso en el que las personas en cuestión hayan contraído deudas conjuntas anteriormente. Sin embargo, existen innumerables posibilidades más. Por ejemplo, las tres posibilidades mencionadas pueden combinarse entre sí, etc.
Hablar de «casualidad» en el mundo físico no es en absoluto injustificado. Y por mucho que sea cierta la afirmación «no hay casualidades» si se tienen en cuenta todos los mundos, sería injustificado eliminar la palabra «casualidad» cuando solo se habla de la concatenación de las cosas en el mundo físico. El azar en el mundo físico se produce porque en este mundo las cosas tienen lugar en el espacio sensorial. En la medida en que tienen lugar en este espacio, también deben obedecer a las leyes de este espacio. Pero en este espacio pueden coincidir exteriormente cosas que, en principio, no tienen nada que ver entre sí interiormente. Del mismo modo que mi rostro no está realmente deformado porque se vea deformado en un espejo irregular, las causas que hacen que un ladrillo caiga del tejado y me dañe a mí, que paso por allí, no tienen nada que ver con mi karma, que proviene de mi pasado. El error que se comete es que muchos se imaginan las relaciones kármicas de una manera demasiado simplista. Por ejemplo, dan por sentado que si a una persona le ha dañado un ladrillo, se lo ha ganado kármicamente. Pero esto no es necesariamente así. En la vida de cada persona se producen continuamente acontecimientos que no tienen nada que ver con sus méritos o culpas en el pasado. Estos acontecimientos encuentran su compensación kármica en el futuro. Lo que me sucede hoy sin culpa alguna, lo compensaré en el futuro. Una cosa es cierta: nada queda sin compensación kármica. Pero si una experiencia del ser humano es el efecto de su pasado kármico o la causa de un futuro kármico, eso debe determinarse en cada caso concreto. Y eso no puede decidirse con la mente acostumbrada al mundo físico, sino únicamente mediante la experiencia y la observación ocultas.
Traducido por J.Luelmo oct, 2025