RUDOLF STEINER
Sin poder pensar de forma independiente, no se puede entrar en el mundo espiritual
Dornach, 28 de junio de 1923
CONFERENCIA - 8 :
Hay algunas preguntas que me hicieron la última vez y que responderé en un orden ligeramente diferente al que se plantearon aquí. Las preguntas son las siguientes:
¿Cómo se puede llegar a contemplar los misterios del mundo en relación con la visión del mundo y la vida?
¿Hasta dónde tiene que llegar el ser humano para encontrar mundos superiores en el camino de las ciencias naturales?
¿Influyen las fuerzas del universo en toda la humanidad?
¿Qué relación tienen las plantas con el ser humano, con el cuerpo humano?
Me gustaría plantearlo de tal manera, —por supuesto, se trata de cuestiones muy complejas—, que la respuesta se vaya revelando poco a poco. De otro modo, no se puede abordar cuestiones tan complejas. Porque cuando se pregunta, por ejemplo: «¿Cómo se llega a contemplar los misterios del mundo?», lo que se quiere decir es: «¿Cómo se llega a la verdadera ciencia espiritual?». Bueno, eso es algo que, naturalmente, hoy en día no es fácil de imaginar. Porque lo que ocurre es que la mayoría de las personas, cuando oyen hablar de que existe algo como la antroposofía o la ciencia espiritual, piensan: «Ahora voy a adquirir la capacidad de ver lo espiritual. En ocho días lo habré conseguido y entonces podré saberlo todo por mí mismo».
Por supuesto, la cuestión no es tan sencilla, sino que hay que tener claro que las ciencias naturales comunes ya abarcan mucho. Incluso para realizar las observaciones más sencillas en las ciencias naturales, es necesario aprender a utilizar los instrumentos. Por supuesto, es relativamente fácil utilizar un microscopio, pero para investigar algo con un microscopio de la manera correcta, no basta con decir: «Ahora voy a colocar un trozo de músculo o algo así bajo el microscopio, lo voy a mirar y entonces sabré lo que hay ahí dentro».
Si lo hiciera así, no vería nada. Porque, por ejemplo, si se quiere ver algo con un microscopio, primero hay que hacer cortes finos. Por lo tanto, un trozo de músculo no sirve de nada, sino que primero hay que hacer un corte fino con una navaja de afeitar, luego retirar muy poco y volver a hacer un corte fino, de modo que se obtenga una capa muy fina. Y, en la mayoría de los casos, eso tampoco sirve de nada. Porque si se coloca una capa tan fina de músculo o célula bajo el microscopio y se mira, normalmente tampoco se ve nada. Lo que hay que hacer es preguntarse: ¿cómo puedo hacer visible lo que estoy colocando bajo el microscopio? Y a menudo hay que impregnarla con ciertos colorantes, de modo que solo se hace visible al introducir colorantes. Y entonces hay que tener claro que ahora se ha introducido una modificación. Hay que saber cómo son las cosas si no se modifican. Pero todo esto son cosas muy sencillas. Incluso si quiere observar las estrellas con un telescopio, primero tiene que aprender a manejarlo. Sin embargo, eso es aún más fácil. Ya saben que hay gente que va por ahí montando telescopios en la calle. Pero eso por sí solo no le sirve de mucho. Solo le servirá si sabe que necesita un microscopio y un reloj, que primero tiene que aprender a manejar, etc. Son solo ejemplos con los que quiero ilustrar lo complicado que es observar las cosas más sencillas del mundo físico y sensorial.
Ahora bien, para las investigaciones en el mundo espiritual es realmente mucho más difícil. Hay que hacer muchos más preparativos. La gente se imagina que eso se puede aprender en ocho días. Pero no es así. Además, el ser humano debe tener presente, ante todo, que primero tiene que poner en acción algo que está dentro de él. Lo que en realidad no está continuamente en acción, primero tiene que ponerlo en acción.
Para que vean cómo son realmente las cosas, me gustaría decirles lo siguiente. Como saben, en este tipo de investigaciones que se adentran en el mundo espiritual, y también en la ciencia convencional, a menudo hay que partir del conocimiento de lo que no es normal. Solo se llega a conocer realmente las cosas cuando se ha conocido lo anormal. Ya se lo he mostrado con ejemplos concretos. Tenemos que tener esto en cuenta porque, a menudo, las personas del mundo exterior llaman loco a quien investiga en el mundo espiritual, por muy normal que sea. Por lo tanto, debemos aceptar investigar las cosas de tal manera que al final lleguemos a la verdad. Por supuesto, no es necesario que crean que se puede lograr algo al observar lo anormal, lo patológico, pero se puede aprender mucho de ello.
Se trata, por ejemplo, de que hay personas que no son normales, a las que se les dice que están perturbadas mentalmente. ¿Qué significa realmente que una persona esté perturbada mentalmente? No hay peor palabra en el mundo que «perturbado mentalmente», porque la mente nunca puede estar perturbada. Tomemos, por ejemplo, el siguiente caso: si una persona, como se dice, está trastornada mentalmente durante veinte años, —estas cosas ocurren—, y después vuelve a ser normal , ¿qué es lo que ocurre realmente? Es posible que, durante veinte años, esta persona afirme que ve, por ejemplo, todo tipo de fantasmas que no existen, etc. Esto puede durar veinte años. Ahora bien, alguien que ha estado veinte años con trastornos mentales de este tipo puede recuperarse. Pero siempre se observará una cosa: cuando alguien ha estado tres, cinco o veinte años, como se dice, con trastornos mentales y luego se recupera, ya no es exactamente el mismo que antes. Sobre todo, se observará lo siguiente. Después de recuperarse, él le dice: «Durante el tiempo que estuve enfermo, pude ver continuamente el mundo espiritual. - Le cuenta todo tipo de percepciones del mundo espiritual. Y si uno investiga los conocimientos que se obtienen del mundo espiritual cuando se está completamente sano, es cierto que dice algunas tonterías, pero también muchas cosas correctas. Eso es lo curioso: alguien puede estar trastornado mentalmente durante veinte años, recuperarse y luego contarte que ha estado en el mundo espiritual y ha vivido tal y tal experiencia. Y si tú mismo conoces el tema como persona sana, tienes que darle la razón en muchas cosas.
Si hablas con él mientras está mentalmente perturbado, nunca podrá decirte nada sensato. Solo te contará las tonterías que está experimentando. Porque no es cierto que esas personas que llevan años mentalmente perturbadas hayan experimentado esas cosas durante su supuesta enfermedad mental. No han experimentado nada del mundo espiritual. Pero después, cuando se han recuperado y pueden mirar atrás de cierta manera al tiempo en que no estaban sanos, lo que no experimentaron durante la enfermedad les parece entonces como visiones del mundo espiritual. En realidad, esta conciencia de «he visto mucho del mundo espiritual» solo surge en el momento en que las personas se recuperan.
Como ven, se puede aprender mucho de ello. Se puede aprender que el ser humano tiene algo en su interior que no ha utilizado en absoluto durante el tiempo en que ha estado enfermo mentalmente. Pero estaba ahí, estaba vivo. ¿Y dónde estaba? No veía nada del mundo exterior, porque podía decirle: El cielo es rojo y las nubes son verdes, todo lo posible. No ve nada correctamente en el mundo exterior. Pero ese ser humano más profundo que hay en él, al que no puede utilizar durante su enfermedad, está en el mundo espiritual. Y cuando él mismo puede volver a utilizar su cerebro y mirar atrás a lo que ese ser humano espiritual experimentó, entonces le llegan las experiencias.
De ello deducimos que, cuando una persona se encuentra en el estado que llamamos enfermedad mental, su parte espiritual vive precisamente en el mundo espiritual. Esa parte espiritual está muy sana. ¿Qué es lo que está enfermo en una persona con enfermedad mental? Pues bien, en una persona con enfermedad mental, lo que está enfermo es el cuerpo, y el cuerpo no puede utilizar ni el alma ni el espíritu. En alguien a quien se le considera enfermo mental, siempre hay algo enfermo en el cuerpo, y cuando el cerebro está enfermo, naturalmente no se puede pensar con claridad. Como tampoco se puede sentir con claridad cuando el hígado está enfermo.
Y así sucede que, en realidad, «enfermo mental» es la peor expresión que se puede elegir, porque «enfermo mental» no significa que el espíritu esté enfermo, sino que el cuerpo está tan enfermo que no puede utilizar el espíritu, que siempre está sano.
Ante todo, hay que tener claro que el espíritu siempre está sano. Solo el cuerpo puede enfermarse y entonces no utilizar el espíritu de la manera adecuada. Si alguien tiene el cerebro enfermo, es como si tuviera un martillo que se rompe con cada golpe. Si le digo a alguien que no tiene martillo: «Eres un vago, no sabes martillar», eso es, por supuesto, una tontería. Podría martillar perfectamente, pero no tiene martillo para hacerlo. Por eso es una tontería decir que alguien está loco. El espíritu está completamente sano, pero no tiene el cuerpo a través del cual puede actuar.
Lo que se puede aprender de esta manera se hace especialmente evidente cuando se reflexiona sobre cómo funciona realmente nuestro pensar. De cuanto les he dicho, comprenderán que, aunque tenemos lo que se conoce como mente, (el espíritu), necesitamos una herramienta para pensar: el cerebro. Sí, en el mundo físico necesitamos el cerebro. No es ningún arte del materialismo decir que necesitamos el cerebro. Por supuesto que necesitamos el cerebro. Pero eso no dice nada sobre el espíritu. Además, de ello se deduce que el espíritu verdadero puede retirarse por completo del ser humano. En los enfermos mentales, el espíritu verdadero se retira por completo. Y es importante saberlo, porque solo así se comprende que los seres humanos de hoy en día, —ahora les diré algo que les sorprenderá mucho, pero es así—, no son capaces de pensar en absoluto. Se imaginan que pueden pensar, pero no pueden. Les voy a mostrar por qué los seres humanos no pueden pensar.
Dirán: «Pero si la gente va a la escuela, ¡hoy en día ya se aprende a pensar maravillosamente en la escuela primaria!». Ciertamente, eso es lo que parece. Sin embargo, la gente de hoy en día no sabe pensar. Solo parece que saben pensar. Es cierto que en la escuela primaria tenemos maestros de primaria. Los maestros de primaria han vuelto a aprender algo, supuestamente también han aprendido a pensar. Aquellos de quienes han vuelto a aprender son, como se dice en Stuttgart, «Großkopfete»= "sesudos"; es decir, personas terriblemente sabias según la opinión actual. Han cursado estudios universitarios. Antes de cursar estudios universitarios, han cursado el bachillerato o algo similar, y allí han aprendido latín. Si echan un vistazo, podrán decir: «Sí, mi profesor no sabía latín». Pero él, a su vez, aprendió de alguien que sí sabía latín. Por lo tanto, lo que ustedes han aprendido depende del latín, y todo lo que se aprende hoy en día depende del latín. Esto se puede ver en el hecho de que, cuando alguien le extiende una receta, la escribe en latín. Esto se remonta a los tiempos en que todo se escribía en latín. No hace mucho tiempo, treinta o cuarenta años, se exigía que todos los que asistían a la universidad escribieran sus exámenes en latín.
Así que todo lo que se aprende hoy en día depende del latín. Y esto se debe a que en la Edad Media, si nos remontamos a los siglos XIV y XV, es decir, hace no tanto tiempo, todo se impartía en latín. El primero que impartió clases en alemán en Leipzig, por ejemplo, fue un tal Thomasius. No hace tanto tiempo, fue en el siglo XVII. En todas partes se impartían clases en latín. Quien quería aprender algo tenía que pasar por el latín, y en la Edad Media todo lo que se podía aprender era solo en latín. Si se quería aprender cualquier otra cosa, primero había que aprender latín. Ustedes dirán: pero no en la escuela primaria. Pero las escuelas primarias solo existen desde el siglo XVI. Solo poco a poco, cuando la lengua vernácula también se incorporó a la ciencia, surgieron las escuelas primarias. Por lo tanto, lo que influye en todo nuestro pensar es la lengua latina. Todos ustedes, señores, piensan como las personas han aprendido a pensar a través de la lengua latina. Y aunque ustedes digan, por ejemplo, que los estadounidenses no aprendieron latín tan pronto, ¡los estadounidenses de hoy son inmigrantes de Europa! Todo depende del latín.
La lengua latina tiene una peculiaridad muy concreta. Se desarrolló en la antigua Roma de tal manera que piensa por sí misma. Es interesante cómo se imparte la enseñanza del latín en los institutos. Se imparte de tal manera que se aprende latín y luego se aprende a pensar, a pensar correctamente, a partir de la locución latina. De modo que todo el pensar depende de algo que no hace el ser humano, sino que hace la locución latina. ¡Comprenden ustedes, señores, que esto es algo muy importante! Así pues, las personas que hoy en día han aprendido algo no piensan por sí mismas, sino que, aunque hayan aprendido la lengua latina, es la lengua latina la que piensa por ellas. Por eso es tan curioso: hoy en día, el pensar por uno mismo solo se encuentra en algunas personas que no han aprendido mucho.
Con esto no quiero decir que debamos volver al analfabetismo. No podemos hacerlo. No quiero ningún retroceso, pero hay que comprender lo que es. Por eso es tan importante que a veces podamos volver a lo que aún sabe la gente sencilla, la que ha aprendido poco. Ya no puede expresarlo, porque, naturalmente, se reirían de él. Pero, a pesar de ello, es extremadamente importante saber que hoy en día las personas no piensan por sí mismas, sino que es el fraseado del latín lo que piensa en ellas.
Como ven, mientras uno no sea capaz de pensar por sí mismo, no podrá entrar en absoluto en el mundo espiritual. Ahora tienen la razón por la que el conocimiento actual se rebela contra todo conocimiento espiritual: porque la educación latina ha llevado a la gente a no pensar por sí misma. Eso es lo primero que hay que aprender: pensar por uno mismo. La gente tiene toda la razón cuando dice: «El cerebro piensa». ¿Por qué piensa el cerebro? Porque el fraseado del latín, las oraciones latinas, entran en el cerebro, y el cerebro piensa de forma totalmente automática en el ser humano actual. Son autómatas del latín que van por ahí sin pensar por sí mismos.
Últimamente ha ocurrido algo muy extraño. Ya se lo insinué la última vez, pero tal vez no se hayan dado cuenta, porque no es fácil de percibir. Últimamente ha ocurrido algo muy especial. Es cierto que, además de nuestro cuerpo físico, tenemos un cuerpo etérico; los demás también lo tienen, pero ahora no quiero hablar de eso. El cerebro pertenece, por supuesto, al cuerpo físico, pero el cuerpo etérico también está en el cerebro, y solo se puede pensar con el cuerpo etérico. No se puede pensar con el cuerpo físico. Pero se puede pensar con el cuerpo físico si es como en el latín: que el cerebro se utiliza como un autómata cuando se piensa con él. Pero mientras solo se piense con el cerebro, no se puede pensar nada espiritual. Hay que empezar a pensar con el cuerpo etérico, con el cuerpo etérico que, en el caso de los enfermos mentales, a menudo no se utiliza durante muchos años. Hay que ponerlo en actividad interna.
Pero eso es lo más importante: aprender a pensar por uno mismo de forma independiente. Sin la capacidad de pensar por uno mismo de forma independiente, no se puede entrar en el mundo espiritual. Para ello, por supuesto, es necesario darse cuenta en primer lugar de lo siguiente:
¡En su juventud no aprendieron a pensar por sí mismos! Solo aprendieron a pensar lo que se ha pensado durante siglos mediante el uso del latín. Y cuando se sabe esto de la manera correcta, entonces se sabe que la primera condición para entrar en el mundo espiritual es: aprender a pensar de forma independiente.
Pero ahora viene lo que quería señalarles cuando decía que últimamente ha ocurrido algo extraño. Las personas que más pensaban solo en latín eran los eruditos, y los eruditos se dedicaban, por ejemplo, a la física. Ellos inventaron la física, la concibieron totalmente en el sentido de la lengua latina con el cerebro físico. Cuando éramos pequeños, cuando yo tenía la edad del joven Erbsmehl, por ejemplo, solo aprendíamos una física que había sido inventada con el cerebro latino. Solo aprendíamos lo que se había inventado con el cerebro latino. Pero desde entonces, señores, han pasado muchas cosas. Verán, cuando yo era pequeño, apareció el teléfono. Antes no existía. Después llegaron todos los demás grandes inventos, con los que hoy en día el ser humano crece como si siempre hubieran existido. Pero estos inventos han llegado en las últimas décadas. Como consecuencia, cada vez más personas que no han sido educadas en latín se han dedicado a la ciencia. Es un asunto muy curioso. Si se analiza la vida científica de las últimas décadas, se observa que cada vez son más los técnicos que se incorporan a la ciencia. No se han ocupado mucho del latín. Por eso, su pensar no se ha vuelto tan automático. Y este pensar no automático se ha transmitido también a los demás. Por eso, hoy en día la física está llena de conceptos e ideas que se desmoronan. Son muy interesantes. Por ejemplo, el profesor Türler, de Berna, habló hace dos años sobre la reorientación de la física. Dijo: «Todos los conceptos han cambiado en los últimos años».
Que no se note eso se debe únicamente a que, cuando hoy en día se asiste a conferencias públicas, la gente sigue contando lo que se pensaba hace veinte años. No pueden contar lo que se piensa hoy en día porque ellos mismos no son capaces de pensar. Porque si se toman y se aceptan los conceptos que se tenían hace treinta años, es como si se tomara un trozo de hielo y se derritiera: las ideas se derriten. Ya no están ahí cuando uno quiere pensar en ellos con precisión. Tenemos que aceptarlo. Es así: si alguien estudió física hace treinta años y hoy ve cómo ha quedado, se quiere tirar de los pelos, porque tiene que decirse: «Sí, ¡no consigo entender los conceptos que aprendí!». Así es. ¿Y a qué se debe esto? Se debe precisamente a que, en los últimos años, el desarrollo de la humanidad ha llevado a las personas a que el cuerpo etérico comience a pensar. Y ellos no quieren eso, quieren seguir pensando con el cuerpo físico. Pero en el cuerpo físico los conceptos se desmoronan por completo. Y no quieren aprender a pensar con el cuerpo etérico. No quieren aprender a pensar por sí mismos.
Bueno pues verán, lo que pasa es que se hizo necesario que en 1893 escribiera este libro sobre la filosofía de la libertad. Este libro, «La filosofía de la libertad», no es tan importante por lo que contiene. Por supuesto, lo que contiene ya se quería comunicar al mundo en aquella época, pero eso no es lo más importante, sino que lo importante de este libro, La filosofía de la libertad, es que por primera vez hay en él un pensamiento completamente independiente. Nadie que piense de forma dependiente puede entender este libro. Hay que acostumbrarse, página a página, desde el principio, a volver al cuerpo etérico para poder tener los pensamientos que se encuentran en este libro. Por eso, este libro es un medio educativo y, como tal, hay que entenderlo.
Cuando el libro se publicó en los años noventa del siglo XIX, la gente no sabía qué hacer con él. Para ellos era como si alguien escribiera en chino en Europa y nadie pudiera entenderlo. Por supuesto, estaba escrito en alemán, pero estaba escrito con ideas a las cuales la gente no estaba acostumbrada, porque en este sentido se ha eliminado deliberadamente todo lo latino. Por primera vez se ha tenido esto muy en cuenta: allí dentro no debe haber pensamientos que aún estén influenciados por el latín, sino solo pensamientos completamente independientes. Un latinista es solo el cerebro físico. El cuerpo etérico del ser humano no es latinista. Por eso hay que esforzarse primero por expresar en un idioma los pensamientos que se tienen cuando se encuentran en el cuerpo etérico.
Quiero decirles algo más. Por supuesto, la gente se dio cuenta de que en las últimas décadas todos los conceptos han cambiado. Cuando yo era joven, el profesor venía y llenaba toda la pizarra. Había que aprenderlo y así se sacaba una buena nota en el examen. ¡Muy bien! Y ahora, en los últimos años, la gente se ha dado cuenta de lo que dijo Türler en su discurso como rector: todos nuestros conceptos dejarían de tener sentido si no existieran los cuerpos sólidos, sino solo los líquidos. Él imagina que todo el mundo fuera un cuerpo líquido. Entonces, todos los conceptos dejarían de tener sentido y él decía que habría que pensar de forma completamente diferente.
Sí, por supuesto que habría que pensar de otra manera si no existieran los cuerpos sólidos. Entonces, todos los conceptos que ha aprendido en la escuela ya no tendrían sentido. Si, por ejemplo, de repente se volviera muy inteligente como pez y se le ocurriera la idea de ir a una universidad humana como pez, aprendería allí algo que no existe para los peces, porque los peces viven en el agua. Solo tiene cuerpos sólidos en el límite, donde toca y rebota inmediatamente. Así que si el pez empezara a pensar, tendría que tener pensamientos muy diferentes a los de los humanos. Pero los humanos también necesitan hoy en día esos pensamientos, porque se les olvidan los otros y tienen que decirse a sí mismos: sí, si todo fuera líquido, tendríamos que tener pensamientos muy diferentes.
Señores, ¿no les he hablado de un estado de la Tierra en el que aún no existían los cuerpos sólidos, en el que todo era líquido, en el que incluso los animales eran líquidos? Sí, les he hablado de ese estado. ¿No les parece incomprensible que el pensamiento actual no vuelva en absoluto a esos estados? ¡No puede concebirlos! Así pues, el pensamiento actual no sabe nada sobre el origen del mundo. Sí, hay que decir que los seres humanos actuales empiezan a imaginar: «Caramba, si el mundo fuera líquido, ¡tendríamos que tener conceptos completamente diferentes!». Pero en el mundo espiritual no hay cuerpos sólidos. Así que con todos los conceptos que la lengua latina ha inculcado poco a poco en las personas, no se puede entrar en absoluto en el mundo espiritual. Primero hay que deshacerse de esos conceptos.
Verán, por cierto, esto es también un gran secreto: en la cultura griega, que precedió a la latina, —la cultura latina surgió solo cinco o seis siglos antes del nacimiento de Cristo, pero la griega es mucho más antigua—, en la cultura griega aún existía el conocimiento de lo espiritual. Todavía se podía ver el mundo espiritual. Cuando llegó la cultura romana con la lengua latina, eso se fue extinguiendo poco a poco. Ahora tengo que decir algo que les parecerá muy curioso, pero lo comprenderán. ¿Quién ha utilizado la lengua latina a lo largo de los siglos, quién ha utilizado solo la lengua latina? ¡La Iglesia misma ha contribuido en mayor medida a ello! Precisamente la Iglesia, que pretende enseñar el espíritu a los seres humanos, ha contribuido en mayor medida a expulsar el espíritu. Y en la Edad Media todas las universidades eran eclesiásticas. Por supuesto, hay que estar agradecidos a la Iglesia por haber fundado las universidades en los siglos XIII y XIV, pero las fundó desde el latín, y el latín nunca tiene la posibilidad de llegar al espíritu. Y así fue como poco a poco la gente solo tuvo conceptos para los cuerpos sólidos. Fíjese en los romanos: los romanos introdujeron en el mundo estos conceptos tan áridos, sobrios y carentes de espiritualidad. Esto hizo que todo se representara de forma tan material. ¿Qué creen ustedes? Si los griegos hubieran descrito un acto como la Última Cena, ¡no lo habrían descrito como si lo material que se tiene allí fuera sangre y carne! Eso proviene del materialismo. Incluso el concepto de la Última Cena se ha vuelto materialista, porque todo está relacionado con el latín.
El latín es una lengua totalmente lógica. Verán, he trabajado con muchas personas que tenían una cultura totalmente latina, aunque hablaban alemán. Si se quería aclarar algo, se traducía rápidamente el asunto al latín, porque en latín solo se piensa de forma lógica en los tiempos modernos. Pero este pensar lógico solo se refiere a cuerpos sólidos. Si se quiere entrar en el mundo espiritual, se necesitan conceptos fluidos.
Por ejemplo, está la Sociedad Teosófica. Ella también quería entrar en el mundo espiritual. Esta Sociedad Teosófica también habla de ello: el ser humano tiene un cuerpo físico, un cuerpo etérico, etc., pero son materialistas, porque solo piensan: el cuerpo físico es grueso, el cuerpo etéreo es algo más delgado y el cuerpo astral aún más delgado. Pero eso sigue siendo solo cuerpo, nunca se convierte en espíritu, porque si se quiere entrar en el espíritu hay que llegar a conceptos que cambian constantemente. Si les dibujo algo, verán que yo mismo lo tengo en cuenta al dibujar. Por mi parte, dibujo el cuerpo físico; intento imitar cómo es el ser humano físico. Pero si ahora intento dibujar el cuerpo etérico, no se me ocurrirá dibujar una figura de la misma manera, sino que intentaré representar lo siguiente: el ser humano también tiene un cuerpo etérico que se expande así (se dibuja). Pero hay que saber que:
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Pero eso no es suficiente. Quiero decirles algo más. Como saben, el ser humano se desarrolla, y normalmente no se presta atención a este desarrollo en la vida de las personas; pero cuando el ser humano es muy joven, sí se presta atención. Se sabe muy bien que un niño de un año aún no sabe escribir, calcular ni leer, mientras que un niño de ocho años quizá sí. Ahí se ve el desarrollo. Pero más adelante en la vida, cuando ya somos «personas hechas», somos tan arrogantes que ya no admitimos que nos desarrollamos. Pero en realidad nos desarrollamos a lo largo de toda la vida, y es muy peculiar cómo lo hacemos. Nuestro desarrollo es el siguiente: Supongamos que tenemos al ser humano —lo voy a dibujar de forma muy esquemática—: cuando el niño es muy pequeño, todo el desarrollo parte de la cabeza. Cuando se ha pasado por la fase de cambio de dientes, es decir, cuando se ha hecho un poco mayor, todo el desarrollo parte del pecho. Por eso hay que prestar tanta atención a cómo respiran los niños de siete a catorce años, que respiren lo suficiente, etc. Esa es la edad del niño mayor; hoy en día habría que decirlo de otra manera, ya que los niños no lo aceptan así; a partir de los catorce años hay que decir «jovencitas» y «jovencitos». Y solo cuando el ser humano alcanza la madurez sexual, el desarrollo se extiende a todo el cuerpo, a todas las extremidades. De modo que podemos decir: cuando el ser humano alcanza la madurez sexual, solo entonces se encuentra en pleno desarrollo.
Eso permanece ahora. Seguimos desarrollándonos a lo largo de los años veinte y treinta. Pero cuando uno envejece, —algunos de ustedes ya pueden verlo en sí mismos—, algunas cosas vuelven a retroceder. Eso no tiene por qué ser así si se ha iniciado una vida espiritual, pero en la vida humana normal, las cosas retroceden cuando se envejece. La tarea de la antroposofía es precisamente velar por que, en el futuro, las personas no retrocedan con la edad. Pero, por supuesto, esto debe hacerse de forma lenta y gradual.
Ahora bien, hay personas en las que las fuerzas espirituales, o digamos mentales, disminuyen terriblemente. Pero el espíritu no puede disminuir, sino que es solo el cuerpo el que se deteriora. Es interesante que precisamente las personas muy inteligentes a menudo se deterioran terriblemente con la edad. Por ejemplo, habrán oído que la gente considera a Kant uno de los grandes sabios. Pero Kant estaba senil en su vejez. Su cuerpo se deterioró tanto que ya no podía utilizar su sabio espíritu. Y así ocurre con muchos. Precisamente las personas muy inteligentes se han vuelto realmente dementes en la vejez. Por supuesto, esto no es más que una expresión fuerte e intensa de lo que le ocurre a todo el mundo. Poco a poco, en la vejez, ya no se puede utilizar el cuerpo físico. Ya no se puede utilizar porque se acumula una enorme cantidad de calcio, especialmente en las venas. Y cuanto más calcio se acumula en las venas, menos se puede utilizar el cuerpo físico. Pero en la misma medida en que, digamos por ejemplo hasta los cuarenta años, el desarrollo baja desde la cabeza hacia todo el cuerpo, en la misma medida vuelve a retroceder. Al pasar de los cuarenta a los cincuenta años, hay que volver a utilizar más el pecho, y en la vejez hay que volver a utilizar más la cabeza. Así pues, cuando se es muy mayor, hay que volver a utilizar más la cabeza. Pero ahora, en la vejez, habría que volver a utilizar la cabeza más sutil, la cabeza etérea que está arriba. Pero eso las personas que reciben una educación latina no lo aprenden. Y precisamente aquellos que han disfrutado de una educación latina materialista en las últimas décadas son los que más han estado expuestos a esta pérdida de lucidez en la vejez.
En la vejez hay que volver al nivel de la infancia. Hay personas en las que esto se manifiesta con mucha intensidad. Se vuelven, como se suele decir, cada vez más débiles mentalmente, (espiritualmente). Sin embargo, el espíritu se mantiene intacto, solo el cuerpo se vuelve cada vez más débil. Al final, estas personas ya no pueden hacer lo que antes hacían con facilidad. Estas cosas suceden con frecuencia. Digamos que una persona ha envejecido. Ya no puede hacer lo que hacía al principio. Solo puede hacer lo que hacía cuando era un niño mayor. Al final, tampoco puede hacer eso, sino que solo puede jugar y solo entiende los conceptos que aprendió cuando jugaba. Incluso ha habido personas que, en su vejez, solo podían entender lo que les habían dicho sus padres o su niñera en los primeros años de su infancia. La expresión «en la vejez uno se vuelve infantil» tiene una muy buena justificación. Realmente se vuelve a la infancia.
Pero eso, en cuanto se tiene dentro de si vida espiritual, no es una desgracia, sino más bien una suerte; porque cuando aún se es niño, se puede utilizar el cuerpo etérico. Cuando el niño corretea, grita y hace todo tipo de cosas, no es el cuerpo físico el que lo hace, a menos que tenga dolor de estómago, pero entonces el dolor de estómago debe transmitirse primero al cuerpo etérico y al cuerpo astral para que el niño se mueva como consecuencia del dolor de estómago, pero lo que corretea no es el cuerpo físico. Ahora se es viejo y se vuelve al nivel de la infancia; poco a poco se ha adquirido el hábito de no desmadrarse y se utiliza el mismo cuerpo etérico que se utilizaba de niño para desmadrarse, pero en la vejez para algo más inteligente. Así que puede ser una suerte volver así.
Ahí tienen ustedes lo segundo. Lo primero que hay que aprender para entrar en el mundo espiritual es a pensar correctamente. Cómo se llega a ello, ya lo hablaremos más adelante; las cuestiones son muy complicadas. Hoy, en primer lugar, tenemos que llegar a comprender cómo es que, en primer lugar, tiene que haber un pensamiento totalmente independiente. Para ello hay que romper con gran parte de la educación actual, ya que la educación actual es precisamente un pensar dependiente, un pensar derivado del latín. ¡No crean que lo que se desarrolla hoy en día en las teorías socialistas es un pensar libre! Todos ellos han aprendido de lo que proviene del latín; solo que no lo sabían. Es cierto que el trabajador puede proponerse esto o aquello en su voluntad, pero cuando empieza a pensar, lo hace según conceptos burgueses, que provienen del pensar latino. Por lo tanto, lo primero que hay que tener es un pensamiento independiente.
Pero lo segundo es que hay que aprender a no vivir solo el momento presente, sino a poder volver siempre a la vida que nos llevó hasta la infancia. Verán, quien quiera penetrar en el mundo espiritual, a menudo debe proponerse: ahora tienes que recordar cómo era cuando tenías doce años. ¿Qué hacías entonces? Y hay que imaginárselo no de forma superficial, solo exteriormente, sino con todo detalle. Por ejemplo, no hay nada más útil que empezar a decirse: sí, era un niño de doce años, —lo recuerdo muy bien—, había un montón de piedras en el camino y me subí a él. Una vez me caí. Había un avellano, saqué mi cuchillo, corté unas ramas y me corté el dedo. Ver esto con claridad, lo que uno mismo hizo hace muchos años: así se llega a comprender que, en realidad, no se vive solo en el presente. Cuando uno piensa tal y como se ha aprendido hoy en día, piensa con su cuerpo físico actual. Pero cuando vuelve a lo que era a los doce años, no puede pensar con su cuerpo físico de entonces, porque ya no está ahí, —ya se lo he dicho, el cuerpo físico se renueva cada siete años—, tiene que pensar con su cuerpo etérico. Por eso, cuando recuerda algo que ocurrió hace doce o catorce años, recurre a ese cuerpo etérico. De este modo, entra en esa actividad interior.
Y, sobre todo, uno puede acostumbrarse a pensar de forma totalmente diferente a como suele hacerlo. ¿Qué opinan ustedes? Es cierto, nos hemos reunido aquí hoy a las nueve. Entonces he empezado a leerles primero las notas en las que figuran las preguntas. Luego hice todo tipo de reflexiones y ahora hemos llegado a la conclusión de que debemos recordar una vida anterior que vivimos hace doce o catorce años. Ahora, cuando lleguen a casa, tal vez puedan volver a reflexionar sobre estas ideas, si les resultan especialmente interesantes. Sí, se puede hacer. Así es como lo hace la mayoría de la gente: lo repasan una vez más. Pero se puede hacer otra cosa. Se puede decir: ¿qué ha dicho últimamente? Últimamente ha dicho que hay que pensar en la vida anterior, hasta los doce o catorce años. Antes aún, ha hablado de que hay que tener libertad de pensamiento. Antes aún, ha explicado cómo se introdujo gradualmente el latín. Aún antes, cómo el ser humano, cuando ha estado un tiempo sin estar bien mentalmente, mira atrás y dice que ha experimentado algo especial. Luego explicó que el ser interior no enferma mentalmente, sino que solo enferma el cuerpo. Ahora ustedes habrían repasado toda la conferencia hacia atrás en sentido inverso.
Sí, ¡las cosas no funcionan en sentido inverso! Yo podría darles la conferencia en sentido inverso desde el principio, pero ustedes no la entenderían, porque hay que empezar por el principio y ver el conjunto para poder entenderlo poco a poco. Pero una vez que se ha entendido, también se puede pensar en sentido inverso. ¡Pero los hechos no suceden en orden inverso! Yo me distancio de los hechos. Pienso así, digo: precisamente pienso así, así, así, como no sucede fuera, sino que pienso en orden inverso. Para ello se necesita una cierta fuerza. Tengo que activarme interiormente cuando pienso en orden inverso. Al igual que quien mira a través de un telescopio tiene que aprender a manejarlo, quien quiere mirar al mundo espiritual tiene que pensar a menudo en orden inverso, pensar una y otra vez en orden inverso. Entonces llegará un día en que sabrá: «Ah, ahora entro en el mundo espiritual».
Esto demuestra una vez más que durante toda su vida ha acostumbrado a su cuerpo físico a pensar hacia adelante, no hacia atrás. Si ahora empieza a pensar hacia atrás, el cuerpo físico no le seguirá. Entonces ocurre algo peculiar. Eso es lo que se les aconseja en primer lugar a aquellos que siempre preguntan: «Sí, ¿cómo puedo entrar en el mundo espiritual?». También aparece en «¿Cómo se obtienen conocimientos de los mundos superiores?», lo que siempre se les dice: «Aprended al menos primero a repasar los acontecimientos del día; luego, otras cosas». Ahora bien, naturalmente, las personas han aprendido a pensar solo con su cuerpo físico. Eso es lo que observan. Se esfuerzan por pensar hacia atrás, pero solo han aprendido a pensar con el cuerpo físico, no con el cuerpo etérico. Ahora llega la «huelga general» del cuerpo etérico. Sí, ¡es una verdadera huelga general! Y si la gente no se quedara tan dormida al pensar en sentido inverso, sabría que cuando empiezo a pensar en sentido inverso, debería llegar al mundo espiritual. Pero justo en el momento en que comienza la contemplación, uno se queda dormido. La gente se duerme porque el esfuerzo es demasiado grande. Por lo tanto, hay que tener toda la buena voluntad y toda la fuerza para no dormirse. Para ello hay que tener paciencia. A menudo lleva años, pero hay que tener paciencia.
Verán, si alguien pudiera contarles lo que experimentan inconscientemente después de dormirse, cuando piensan en sentido inverso, ¡verían lo terriblemente inteligente que es eso! Las personas más tontas empiezan entonces a tener pensamientos extraordinariamente inteligentes mientras duermen, solo que no lo saben.
Hoy les he llamado la atención sobre esto: primero hay que aprender a pensar por uno mismo. Bueno, eso se puede hacer. No quiero decir, por ejemplo, porque no soy un presuntuoso, que solo mi «Filosofía de la libertad» sirva para ello, pero está escrita conscientemente para que uno se acostumbre a pensar por sí mismo. Es decir: pensar de forma independiente; pensar con precisión retrospectiva sobre cosas que ocurrieron hace diez o doce años, o sobre cosas que se han vivido. Con ello, al menos hemos llamado la atención sobre cómo separarse del cuerpo físico, cómo entrar en el mundo espiritual. Queremos seguir con ello para que poco a poco salgan a la luz estas cuatro preguntas.
Traducido por J.Luelmo ago, 2025
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