RUDOLF STEINER
Los criterios por los que se rige el mundo físico,
en el mundo espiritual están en orden inverso
Dornach, 30 de junio de 1923
CONFERENCIA - 9 :
Ahora continuaremos respondiendo a las preguntas que se nos han planteado. Deben tener claro que la respuesta a estas preguntas es una de las más difíciles. Intentaré hacerlo lo más sencillo posible. Ya les dije que si se quieren encontrar los caminos para llegar a la visión espiritual, primero hay que acostumbrarse a pensar de forma totalmente independiente. En segundo lugar, como ya les dije, hay que tener la capacidad de pensar hacia atrás. Es decir, hay que intentar pensar hacia atrás en aquellas cosas que en la vida suceden de la siguiente manera: primero lo primero, luego lo segundo, lo tercero y así sucesivamente. De ese modo, cuando les doy una conferencia, lo dije la última vez, ustedes deberían intentar pensar desde el final hacia el principio. Estas son cosas que pertenecen a los principios más básicos, diría yo, a los fundamentos iniciales.
Ahora bien, hoy me gustaría abordar otro tema relacionado con la segunda pregunta. Como saben, el ser humano solo puede vivir a una temperatura determinada. Cuando hace mucho calor en verano, suda, pero aún puede soportarlo; sin embargo, si la temperatura subiera aún más, no podría seguir viviendo. Del mismo modo, el ser humano puede soportar un frío determinado, pero si la temperatura desciende por debajo de ese frío, entonces se congela. Lo curioso es que precisamente entre estas dos temperaturas, entre el frío en el que se empieza a morir de frío y el calor que se puede soportar, entre estas dos temperaturas en las que vive el cuerpo humano, no se pueden ver seres espirituales. Por lo tanto, no es de extrañar que el ser humano no pueda percibir seres espirituales con su cuerpo. Porque tal y como les dije la última vez, es que en el momento en que uno empieza a pensar hacia atrás y llega tan lejos que podría llegar a ver conscientemente a los seres espirituales, lo más probable es que se quede dormido. La mayoría de las personas se quedan dormidas si no se han educado previamente para permanecer despiertas. Así pues, si el ser humano pudiera subir más allá de la temperatura que puede soportar, allí arriba, a una temperatura más alta, podría percibir seres espirituales, pero no puede soportarlo. El ser humano podría percibir seres espirituales si pudiera hacerse un abrigo de nieve y meterse en la nieve, pero se congelaría. Así pues, lo que al ser humano le parece tan improbable es, sin embargo, un hecho: que los seres espirituales se retiran ante las temperaturas que el ser humano puede soportar cuando él está en su cuerpo físico.
Ahora bien, el ser humano no puede soportar tales temperaturas con su cuerpo, pero con su alma sí puede soportarlas. Solo que, como ya se ha dicho, el alma se adormece. Puesto que el alma no se congela, el alma tampoco se quema, pero el alma se adormece.
Pero hay dos cosas que pueden dar al ser humano una idea de lo que va el asunto, cuando éste se expone a temperaturas más altas de las que puede soportar y también cuando se expone a temperaturas más bajas de las que puede soportar. Les pondré un ejemplo. Verán, el ser humano se expone a temperaturas más altas de las que puede soportar de forma interna cuando tiene fiebre. Es cierto que no alcanza temperaturas tan altas como para morir inmediatamente, pero como el calor se genera desde dentro, el ser humano alcanza temperaturas febriles, una temperatura más alta que la que alcanza cuando no tiene fiebre. Como saben, cuando el ser humano alcanza esta temperatura más alta, la temperatura febril, empieza a hablar como alguien que no está en la Tierra. Porque lo que dicen las personas con fiebre no tiene ninguna relación con la Tierra. Pero precisamente si alguien fuera materialista, tendría que decir: Sí, pero son pensamientos que se cocinan en el calor de la fiebre, aunque no sean ciertos.
En los seres humanos tenemos algo que nos lleva a un estado de temperatura elevada, primero con fiebre, en el que podríamos delirar. El alma no puede delirar. Por muy alta que sea la fiebre, el alma no puede delirar. Se delira con una temperatura elevada porque el cuerpo no está bien. Lo pueden visualizar con un ejemplo. Piensen en una esfera, como las que a veces se colocan en los jardines de flores, que es un espejo en el que se refleja el entorno. Si miran dentro, verán un rostro que no les gustará. (Se representa esquemáticamente en la pizarra, arriba izquierda). No les gustará ese rostro.
pizarra 1 |
También puede darse la situación contraria, pero no se produce por tumbarse en la nieve y dejarse congelar, porque entonces realmente se muere de frío. La situación contraria solo puede producirse desde lo espiritual. Hay que hacer algo desde lo espiritual. Entonces ocurre algo muy curioso. Imagínense lo siguiente: alguien empieza a pensar terriblemente, reflexiona sobre las cosas más insignificantes. Es mejor pensar en las cosas más insignificantes que en las importantes, en esas cosas tan insignificantes que la mayoría de la gente ni siquiera quiere pensar en ellas. Les voy a mostrar algo: si tienen aquí un triángulo (se dibuja) y lo dividen en cuatro partes iguales, de modo que obtienen cuatro triángulos, pueden decir: el triángulo completo es más grande que cada uno de los cuatro triángulos pequeños. Ahora puedo generalizar esto y decir que hay un teorema que dice: «El todo es mayor que la suma de sus partes». Si se le dice a un oficinista bien alimentado: «Piensa en esto: el todo es mayor que la suma de sus partes», él responderá: «No, eso me parece demasiado monótono». Y si además se le dice: «Mira, la pizarra es un cuerpo, tiene un tamaño determinado, es extensa, la mesa también es un cuerpo, tiene un tamaño determinado, es extensa», y ahora formulo la frase: «Los cuerpos son extensos», imagínense que en una reunión le repitieran todo el tiempo la misma frase: Todos los cuerpos son extensos —, se irían y dirían:
¡Era algo muy aburrido, algo muy soso! Y si ahora les dijera algo así: «Miren, el prado es verde, la rosa es roja, por lo tanto, estos objetos tienen colores». Ayer hubo una sesión judicial, el juez dictó tal o cual sentencia, eso no tiene color. Y en otro lugar también hubo una sesión judicial, en la que el juez también dictó sentencia, eso no tiene color. Las sentencias no tienen color. Si alguien le estuviera hablando durante una hora sobre eso, que las sentencias no tienen color, ustedes dirían: «He estado escuchando durante una hora que las sentencias no tienen color, pero eso es terriblemente aburrido, ¡es infinitamente aburrido!».
Pero, ¿Por qué les aburren estas frases? No tendría que escribir estas cosas en la pizarra, no tendría que decirlas con cierta jovialidad, sino que tendría que entrar, rígido y enérgico como un profesor, y decir: Señores, hoy vamos a hablar de la frase: «Los juicios no tienen color», y luego tendría que pasar una hora entera demostrándoles que los juicios no tienen color. Como les he mostrado aquí, eso es bastante divertido. Pero tendría que venir y hablar durante toda una hora sobre la frase: «Los juicios no tienen color» o «Todos los cuerpos son extensos». Así podrían trazar una línea, por ejemplo, para ir de un punto a otro. Una línea es recta, las demás son todas curvas. Pero cuando lo vean, dirán inmediatamente:
La línea recta es el camino más corto, todos los demás son más largos. Ahora puedo volver a escribirles esta frase: la línea recta es el camino más corto entre dos puntos. Si quisiera hablar de ello durante una hora entera, volverían a aburrirse.
Sin embargo, hay un profesor alemán que dice: «Se puede reconocer algo del mundo espiritual, pero solo se puede reconocer aquello que se encuentra en frases como estas». Y entonces les lee a sus alumnos las frases a través de las cuales se puede reconocer algo del mundo espiritual: «El todo es mayor que sus partes. Los juicios no tienen colores. Los cuerpos son extensos. La recta es el camino más corto entre dos puntos, y así sucesivamente. Eso es lo único, dice, que se puede saber del mundo espiritual. Sí, los alumnos se aburren terriblemente en estas clases. Pero hoy en día la gente ya ha adquirido la creencia de que hay que aburrirse con la ciencia. Por eso, los alumnos suelen entusiasmarse precisamente con el profesor que dice cosas así. Pero esto es solo un comentario al margen.
La cuestión es la siguiente. Cuando uno asimila juicios como estos, cuando emite juicios como estos, frases como estas: «El todo es mayor que la suma de sus partes», «La línea recta es la distancia más corta entre dos puntos», entonces se siente un frío en la nuca. Eso es lo curioso: se siente un frío en la nuca. Y debido a ese frío en la nuca, debido a que la persona empieza a sentir frío, quiere alejarse inmediatamente de frases como estas. Le aburren. Eso es lo curioso: el aburrimiento enfría la nuca. No se enfría todo el cuerpo, sino solo la nuca. La nuca empieza a querer congelarse. Y no se congela por la nieve o el hielo, sino por lo espiritual, por pensar en cosas que no le interesan.
Ya ven, uno puede burlarse de frases como estas; pero la cuestión es que pensar en frases como estas una y otra vez con paciencia, es decir, sumirse una y otra vez con paciencia en un aburrimiento terrible, es una forma adecuada de entrar en la contemplación espiritual. Es curioso: lo que el ser humano no quiere tener, es precisamente lo que tiene que practicar. Puedo decirles: las matemáticas son aburridas para algunos, pero como son difíciles y hay que esforzarse, y como las matemáticas precisamente enfrían la mente, aquellos que tuvieron que aprender matemáticas, precisamente porque eran tan frías y había que esforzarse con ellas, son los que más fácilmente acceden al mundo espiritual. Y aquellos que se superan a sí mismos y experimentan esas frases una y otra vez, que cultivan artificialmente el aburrimiento, son los que más fácilmente acceden al mundo espiritual.
Ya se lo he dicho: cuando se tiene fiebre, el pulso se acelera. Uno se calienta y siente calor en la cabeza, en el cerebro. Es el calor el que lo provoca. Uno dice tonterías. Pero si ahora uno se atormenta con frases como esas, con las cuales se quiere dejar de pensar por completo, la sangre no se vuelve más activa, sino que se estanca en la parte posterior de la cabeza. Y debido a que la sangre se estanca, se acumulan sales allí. Se acumulan sales. Hay dos formas en que estas sales se manifiestan. A la mayoría de las personas les produce dolor de estómago. Y como notan rápidamente ese dolor,
—les produce malestar en el estómago pensar en frases así—, pronto dejan de hacerlo. Pero si alguien sigue pensando frases como esas, como lo hacía Nietzsche, un gran hombre que vivió a finales del siglo XIX y que se atormentaba constantemente con frases como esas en su juventud, entonces se acumulan muchas sales en su cabeza, y Nietzsche sufría continuamente de migrañas. Y ahora como verán, hay que llegar a un punto en el que se puedan pensar frases como esa sin que a uno le dé migraña. Hay que mantenerse completamente sano y ser capaz de generar un aburrimiento artificial en uno mismo. Por lo tanto, alguien que les diga sinceramente cómo entrar en el mundo espiritual tiene que decirle: primero tiene que ser capaz de generar un aburrimiento artificial en usted mismo, de lo contrario no podrá entrar en el mundo espiritual.
Fíjense en la época actual. ¿Qué quiere la época actual? La época actual lo que quiere es ahuyentar continuamente el aburrimiento. ¡A dónde no corren las personas para no aburrirse! Siempre quieren divertirse. ¿Qué significa querer divertirse constantemente? Significa huir del espíritu. No significa otra cosa. Y nuestra época quiere divertirse constantemente. Sí, dondequiera que pueda haber algo espiritual, nuestra época huye inmediatamente. No lo hace a sabiendas, ocurre de forma inconsciente. Pero este querer divertirse es precisamente huir del espíritu. Así es. Y solo aquellos que no temen dejar de lado la diversión y vivir artificialmente en tales frases pueden entrar en el espíritu. Luego, cuando hayan llegado al punto de vivir artificialmente en tales frases, de tal manera que ya no les dé migraña o dolor de estómago, sino que realmente puedan soportar vivir muchas horas en tales frases, entonces tendrán la oportunidad de llegar a la visión espiritual.
Pero aún debe producirse un cambio. A partir de cierto punto, uno se da cuenta de que, cuando se ha vivido con este tipo de frases, estas comienzan a dar un giro. Reflexiono largo y tendido: el gran triángulo es mayor que sus partes. Cuando lo pienso detenidamente, la frase da un giro. Ahora empieza a ser interesante, porque entonces tengo la siguiente idea: si tengo aquí un triángulo y tomo una cuarta parte de este triángulo y quiero sacarla, entonces empieza a crecer, y no es cierto que el todo sea más grande que sus partes, que su cuarta parte. De repente, la cuarta parte es más grande. Veo que la cuarta parte es más grande y ahora tengo que decir: el todo es más pequeño que sus partes.
Ahora me he familiarizado con cómo es el mundo espiritual. Allí todo es al revés que en el mundo físico. En el mundo físico, el todo es siempre mayor que sus partes, mientras que en el mundo espiritual, la parte es mayor que el todo. No se puede conocer a una persona si no se sabe que la parte es mayor que el todo. La ciencia actual siempre quiere ver lo más pequeño. Pero si quieren reconocer el hígado del ser humano, este es más pequeño que el ser humano si lo miran aquí, en lo físico. Si quieren verlo espiritualmente, crece y crece hasta alcanzar un tamaño gigantesco, hasta que el hígado se convierte en todo un universo. Y si no se tiene esto en cuenta, no se puede reconocer espiritualmente el hígado.
Por lo tanto, primero debe haber llegado honestamente a la conclusión de que el todo es más pequeño que su parte, y la parte es más grande que el todo.
Del mismo modo, si ha pensado durante el tiempo suficiente en la frase «Todos los cuerpos son extensos», hasta el punto de que corre el riesgo de que se le congele el cerebro, entonces todos los cuerpos se encogen, dejan de ser extensos y finalmente llega a la conclusión de que ningún cuerpo es extenso.
Y ahora algo muy divertido: es divertido para el mundo físico, pero muy serio para el mundo espiritual. Verán, pueden pensar que no hay nada más tonto que cuando digo: en Buxtehude ha tenido lugar un juicio, se ha dictado una sentencia, eso no tiene color. En Trippstrill también se ha dictado una sentencia, eso tampoco tiene color. Pero si piensan en la frase durante mucho tiempo, la sentencia adquiere color. Y del mismo modo que pueden decir: «La rosa es roja», también pueden decir:
«La sentencia de Buxtehude es de un amarillo sucio y la sentencia de Trippstrill es roja». Bueno, también puede haber algunas que sean de un bonito color rojo, pero eso ocurre en raras ocasiones. Ya ven, así es como se llega a la frase: todas las sentencias que dictan los seres humanos tienen color. Y solo ahora se está en condiciones de reflexionar sobre el mundo espiritual, porque este tiene las propiedades opuestas al mundo físico: las sentencias tienen color.
La línea recta es el camino más corto entre dos puntos; esto es tan cierto que se enseña como primer teorema en geometría. En el mundo físico es tan cierto como puede serlo. Pero si lo pensamos detenidamente: si un ser que no es físico, sino espiritual, quiere ir del pueblo A al pueblo B, el camino le parecerá terriblemente corto si lo recorre en semicírculo, y llegaremos a la conclusión de que la línea recta es el camino más largo entre dos puntos.
¡Eso es algo que realmente le deja a uno sin palabras! Sin embargo, el mundo no se interesa por esas cosas. Dice: «Bueno, si alguien dice que los juicios tienen colores, es que tiene fiebre o está loco». Pero se trata precisamente de que uno llega a estas cosas sin su cuerpo, con plena racionalidad, porque el mundo espiritual tiene precisamente las cualidades opuestas al mundo físico. Y hay que llegar a ello mediante las frases más sencillas, porque las frases más sencillas son las más increíbles. ¿No es cierto que cuando alguien empieza a hablar de forma interesante sobre el mundo espiritual, la gente escucha con atención, como si les estuvieran contando historias de fantasmas? Pero no escuchan cuando alguien les dice: primero tienes que acostumbrarte a crear artificialmente el aburrimiento en ti mismo. Hay que hacerlo artificialmente. Si uno se aburre con la ciencia externa, no servirá de nada. Pero artificialmente, mediante un esfuerzo interno, hay que ser capaz de alcanzar el aburrimiento sin que dé migraña o dolor de estómago, sin que el cuerpo participe. Si el cuerpo participa, inmediatamente nos dará migraña o dolor de estómago. Escuchen lo que dice la gente cuando oye: No deben dejarse aburrir por el profesor, eso no les ayuda en nada, no les provocará escalofríos mentales, sino que solo deben superar poco a poco la migraña y el dolor de estómago. - Verán, el estudiante está sentado allí, el profesor le aburre terriblemente; en realidad debería tener migraña o dolor de estómago, pero no lo tiene. Ahora esto se refleja en otros órganos que duelen menos. Y, en realidad, la gente enferma porque el cuerpo físico participa en ello. Si se genera aburrimiento de esta manera, como ocurre en la ciencia actual, solo se consigue que la gente enferme. Si se les da a las personas instrucciones para que generen el aburrimiento por sí mismas, con total libertad, y pasan por ese aburrimiento, entonces entran poco a poco en el mundo espiritual, que, sin embargo, hay que captar, ya que los primeros juicios en el mundo espiritual son inversos. Existe un medio extraordinariamente bueno con el que se puede trabajar muy eficazmente sobre uno mismo. Es cuando se experimenta algo realmente aburrido en el mundo y después, cuando ha llegado a ser tan aburrido que se ha huido de ello, que ya no se soportaba más o se estaba contento de que hubiera terminado, entonces se empieza a reflexionar sobre ello muy, muy lentamente.
Verán, yo mismo he aprendido muchísimo con ello, se lo puedo asegurar. Cuando era joven, asistí a clases terriblemente aburridas. Sí, debo decir que, antes de que empezara la clase, incluso me alegraba de asistir a esa clase aburrida, porque me sacaba de mi letargo, como lo hacía dormir en otras situaciones de la vida. Así que disfrutaba bastante:
¡Ahora se pueden volver a escuchar unas cuantas horas de aburridas clases magistrales! Pero cuando comenzaba la clase y el profesor hablaba, tenía la impresión constante de que no dejaba de hablar, ¡lo que aumentaba aún más el aburrimiento! Sin embargo, después siempre reflexionaba profundamente sobre cada uno de los detalles de lo que había dicho. No me interesaba en absoluto, pero repasaba cada clase desde el principio, la repasaba completamente, y a veces repasaba una clase de tal manera que me llevaba dos horas, es decir, creaba artificialmente ese aburrimiento natural. Entonces es cuando uno hace un descubrimiento extraño. Justo a finales del siglo XIX, uno podía hacer un descubrimiento extraño.
Imagínense que acaban de salir de una conferencia impartida por un rinoceronte gigante, —sí, los hay—, y se han aburrido terriblemente. Ahora podrían, —y así era precisamente a finales del siglo XIX—, meditar, como se suele decir, sobre esas aburridas conferencias. De modo que todo lo que le ha aburrido terriblemente, lo evoca de nuevo en su alma. Entonces, de repente, detrás de la persona que le ha impartido los mayores aburrimientos como un rinoceronte, aparece poco a poco algo así como un ser humano superior, como un ser humano completamente espiritual. Y las aulas se transforman para ustedes, —de tal manera que se puede comprender con total sensatez— de la siguiente manera. Y conozco a muchos profesores de finales del siglo XIX en los que esto era así, pero no quiero que se vuelva a comentar, porque si no la gente pensará que es algo terrible: detrás de ellos siempre aparecían los seres espirituales más ingeniosos. Sí, ¿qué era eso?
No es cierto que las personas sean tan estúpidas interiormente como aparentan. Son mucho más inteligentes, y precisamente los más estúpidos son a veces inteligentes. Esto también se invierte. Pero no pueden comprender su propia inteligencia. Se trata de un terrible secreto, porque precisamente detrás de las personas se encuentra a menudo lo que realmente es su alma; ni ellas mismas pueden comprenderlo.
Sí, así es como se accede a los mundos espirituales. Como saben, a finales del siglo XIX existía una ciencia natural materialista. La gente sigue adorando hoy en día la ciencia natural materialista. Yo mismo debo decir que ha sido tremendamente útil conocer esta ciencia natural materialista. Esta ciencia natural materialista ha repetido desde el principio hasta el final las frases más aburridas. Si uno se limita a chuparse los dedos por haberse vuelto tan inteligente y saber por fin que el ser humano desciende del mono, como dice la ciencia natural, entonces no se llega a nada. Pero si uno piensa esta frase una y otra vez con toda su energía interior, al final se transforma en una frase espiritualmente correcta y uno se da cuenta de que el ser humano no desciende del mono, sino de un ser espiritual.
Pero de todo lo que les cuento pueden deducir que hay dos maneras de adentrarse en las ciencias naturales. Y puedo decirles que si no han aprendido las ciencias naturales como lo hicieron muchos en el siglo XIX y como se siguen aprendiendo hoy en día, sino que, en lugar de repetir todo como loros, piensan de forma meditativa, piensan una y otra vez, durante horas y horas, entonces todo da un giro y surge lo espiritualmente correcto. Y si han pensado mucho sobre las plantas y los minerales y han reflexionado mucho sobre lo que la gente les dice hoy de una manera tan terriblemente materialista, entonces llegarán finalmente a comprender el significado del zodíaco, el significado de las estrellas, todos los misterios de las estrellas. Pero el camino más seguro es partir de frases como estas y llegar a la conclusión de que la parte es mayor que el todo. Ningún cuerpo es extenso. Los juicios tienen colores. La línea recta es el camino más largo entre dos puntos. - De este modo, uno se ha separado del cuerpo físico. Si pasa por todo esto, llegará a poder utilizar primero su cuerpo etérico en lugar de su cuerpo físico. Entonces podrá empezar a pensar con el cuerpo etérico, y el cuerpo etérico debe pensar todo al revés del mundo físico. Porque a través del cuerpo etérico se entra gradualmente en el mundo espiritual. Pero ahí todavía hay un estancamiento, y hay que acostumbrarse a algo más.
Ya saben, cuando uno lee hoy en día, pueden suceder cosas muy extrañas. Por ejemplo, una vez, cuando estaba en una ciudad del sur de Austria, que hoy ya no es austriaca, me encontré con un periódico vespertino. Este periódico tenía un editorial, como se dice. Había una historia terriblemente interesante, contada con todo lujo de detalles, una gran historia política: se leía en la primera columna, en la segunda columna, en la tercera columna, era terriblemente interesante. Luego, al final de la misma página, había una pequeña nota. Decía así: Lamentamos comunicar que todo lo que aparece en nuestro editorial de hoy se basa en una información errónea y que nada de lo que dice es cierto.
Pues bien, como ven, eso puede suceder hoy en día. Es el caso más radical, pero quien lee los periódicos hoy en día, puede que le suceda a menudo, en cualquier página, que lea algo que simplemente no es cierto. Después se entera de que no era cierto. Vean, creo que la mayoría de las personas se han vuelto terriblemente insensibles a estas cosas y poco a poco aceptan la verdad y la mentira con total indiferencia. Si uno se ha vuelto insensible en este sentido, si acepta la verdad y la mentira de la misma manera, entonces no puede entrar en el mundo espiritual.
Les dije la última vez que cuando alguien se vuelve loco, solo enferma su cuerpo. El alma no enferma, permanece sana. Hoy les he dicho que cuando alguien delira por la fiebre, solo sus pensamientos se convierten en caricaturas, pero el alma permanece íntegra. Pero si se quiere entrar en el mundo espiritual, para eso hay que acostumbrarse, a que una cosa incorrecta nos cause dolor espiritual y a que una cosa correcta nos cause alegría espiritual, a que podamos alegrarnos por la verdad como si alguien nos regalara un millón, y me refiero a un millón de francos, ¡no de marcos! (Risas). Así hay que poder alegrarse cuando se escucha una verdad, y así hay que poder sufrir interiormente en el alma, —no el cuerpo, sino el alma debe poder sufrir cuando se descubre en algún lugar que hay algo falso—, del mismo modo que el cuerpo sufre cuando padece una enfermedad terrible. No es que el alma esté enferma, sino que el alma debe ser capaz de sentir dolor y alegría, como cuando el cuerpo está enfermo o completamente cómodo, o cuando experimenta dolor o alegría en el mundo físico exterior. Es decir, hay que llegar a sentir la verdad tal y como se siente la alegría, la felicidad y el placer en la vida física, y hay que llegar a sentir lo falso de forma tan dolorosa, a enfermar interiormente del alma, como se enferma por las alteraciones del cuerpo. Es decir, cuando alguien nos ha mentido descaradamente, hay que poder decir, pero de forma correcta, que es cierto: ¡Caramba! ¡Me la ha dado con queso! Por supuesto, eso debe ser cierto internamente. Ahora bien, si observamos la actualidad, por ejemplo, la prensa, vemos que nos la da con queso. Para mantener el alma sana, hay que vomitar espiritualmente continuamente. Por supuesto, como no se puede prescindir de los periódicos si se quiere entrar en el mundo espiritual, hay que acostumbrarse a que los periódicos le dejen un mal sabor de boca y a disfrutar de lo que se lee en ellos, donde una persona se entrega por completo interiormente, pero disfrutarlo como se disfruta algo que sabe muy bien. La verdad y la búsqueda de la verdad deben saberles bien, y la mentira, cuando la perciban, debe saberles amarga y venenosa. De modo que no solo deben aprender que los juicios tienen colores, sino que deben aprender a decir: la tinta de imprenta es hoy en día, en su mayor parte, jugo de belladona. Pero uno tiene que poder sentirlo con toda honestidad y sinceridad. Entonces habrán alcanzado lo que se denomina transformación espiritual.
La gente habla de alquimia externa y cree que la alquimia externa puede convertir el cobre en oro. Por supuesto, los charlatanes siguen diciéndoles eso hoy en día; las personas supersticiosas lo han creído durante mucho tiempo. Pero en el espíritu estas cosas son posibles; solo hay que creer en la verdad del espíritu. Hay que decirse a uno mismo: La tinta que ha utilizado el impresor es materialmente la misma en todas partes, tanto si ha impreso un libro verdadero como un periódico mentiroso. Pero en un caso la tinta es realmente jugo de belladona, y en el otro es como si el oro fluyera líquido. Las cosas que son iguales en el mundo físico, en el mundo espiritual son completamente diferentes.
Pero cuando llegan las personas inteligentes de hoy en día y se les dice: «La tinta de imprenta puede ser oro líquido o jugo de belladona», responden: «Lo dices en sentido figurado, solo es una metáfora». Sí, lo figurado debe convertirse en espiritual, y hay que comprender cómo se vuelven espirituales las cosas.
Permítanme ponerles un ejemplo, incluso de la historia del Partido Socialdemócrata. Quizás ustedes no lo hayan vivido tanto, pero en cierta época el Partido Socialdemócrata se dividió en dos partes. Unos eran los que estaban con Bernstein y gente similar. Eran los que estaban dispuestos a hacer todo tipo de concesiones a los burgueses. Y los otros eran los radicales, encabezados por Bebel hasta su muerte. Al menos conocerán la obra literaria de Bebel. Una vez, en Dresde, hubo una reunión del partido y Bebel se enfadó con los demás y dijo que iba a poner orden en la socialdemocracia. Pronunció un discurso muy contundente y, en el transcurso del mismo, dijo: «Sí, si tal y tal cosa ocurre en el otro partido, ¡me da un ataque de ira!». Ahora bien, por supuesto, todo el mundo dirá que es una expresión figurada, que a Bebel no le da realmente un ataque de ira, porque no es algo que ocurra en la realidad. Pero, ¿por qué se utiliza una expresión así? Por supuesto, Bebel no lo utilizó porque realmente le molestara un piojo, sino porque lo había oído y lo aplicó a algo que le enfadaba terriblemente. Pero, ¿por qué se utiliza esta expresión, por qué se puede decir que un «piojo» molesta? Por lo general, es muy desagradable cuando la gente tiene piojos, les resulta terriblemente desagradable, ¡es una sensación horrible! Deberían haberlo visto: cuando yo era educador, uno de los chicos a los que tenía que educar volvió a casa; había salido, se había sentado en todo tipo de bancos en la gran ciudad y, poco a poco, empezó a tener dolor en los ojos, un dolor terrible. Ahora no se sabía qué especialista llamar, ya que el chico tenía un dolor de ojos terrible. Yo dije: primero probemos con una pomada para los piojos y untémosle las cejas con ella. Es cierto, cuando lo examinaron, estaba completamente infestado, y cuando la pomada hizo efecto, los ojos llorosos también desaparecieron. Sí, ¡tendrían que haber visto cómo se quedaron la madre y la tía cuando el niño de repente tuvo piojos! Les invadió un sentimiento que les llegó al alma. Se les revolvió el estómago: ¡Caramba, nuestro niño tiene piojos! Es algo horrible, y entonces uno se siente tan mal como si le hubieran picado los piojos. Esta expresión proviene de la sensación real que se tenía cuando la gente tenía piojos. Ahora bien, por supuesto, en ningún partido político ocurre que la gente se llene de piojos, pero hacen cosas que provocan tal repugnancia como si, en épocas pasadas o en ciertos círculos sociales, los piojos te hubieran picado el hígado. Como pueden ver, tal y como se ha formado la expresión, podría corresponder a una realidad. Posteriormente, estas expresiones se utilizan de tal manera que solo se aplican a lo espiritual, a lo anímico.
Pero eso hay que crearlo artificialmente, señores. Hay que ser capaz de sentirlo de verdad, con sinceridad, y no solo seguir el texto retórico: tengo un periódico delante de mí y lo más probable es que la mayor parte de lo que hay en él sea como si la tinta de imprenta fuera jugo de belladona. ¡Me gustaría saber qué haría la gente si hoy sintiera eso de verdad! Piensen solo en cuánta belladona se ha utilizado para hablar de la culpa de la guerra y de la inocencia de la guerra, y cómo la gente, simplemente por pertenecer a uno u otro pueblo, no porque las cosas sean ciertas, sino porque su propio pueblo los declara inocentes, se declara inocente con todo tipo de falsedades y se siente a gusto. Sí, ¿cómo pueden las personas del presente entrar en el espíritu? Hay que tomar la firme decisión, la decisión muy intensa, de ser completamente diferente a una persona del presente y por supuesto, sin embargo hay que llevarse bien con la gente. Porque cuando se sube uno al podio y empieza a despotricar contra la gente, es evidente que eso no sirve de nada. Lo que hay que hacer es buscar un camino hacia la verdad. Y eso es tan difícil como les he explicado hoy.
Hoy he tenido que traerles partes difíciles para que vean que no es fácil entrar en el mundo espiritual. Luego volveremos a cosas que les resultarán menos agotadoras. Cuando continúe la próxima vez, verán cómo es todo el camino hacia el mundo espiritual.
Traducido por J.Luelmo ago, 2025
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