GA060 Berlín, 9 de marzo de 1911- Moises

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RUDOLF STEINER
MOISES


Berlín, 9 de marzo de 1911

Cuando tratamos los temas de Zaratustra, Hermes y Buda en las conferencias anteriores, nos enfrentamos a fenómenos que nos interesan como seres humanos, en la medida en que sentimos que somos una parte de todo el desarrollo de la humanidad con nuestra vida del alma y podemos entender el presente sólo si nos fijamos en aquellos grandes hombres espirituales que cooperaron en lo que se proyecta en nuestro presente. Con Moisés de quien queremos tratar hoy, la situación es completamente diferente. Porque todo lo que está enlazado con el nombre de Moisés, sentimos que muchísimo de él todavía vive estrechamente en lo que es parte de los contenidos espirituales de nuestra propia alma. Todavía sentimos en nuestros miembros que los impulsos tienen un efecto duradero, que comenzó desde Moisés. Sentimos que él todavía vive en nuestros pensamientos y sensaciones, y que si tratamos de él, es como si tratásemos con un pedazo de nuestra propia alma. Por lo tanto, la continua tradición que está vinculada a Moisés  está presente para nosotros de una manera muy diferente a como lo está con otros grandes hombres.
Esto hace que sea fácil, por un lado, tratar sobre Moisés, porque hoy en día todo el mundo conoce esta poderosa figura que se proyecta desde los tiempos de la Biblia. Aunque se haya investigado concienzudamente, la ciencia haya desvelado muchas cosas en las últimas décadas que en cierto sentido, pueden arrojar nueva luz sobre la historia de Moisés, sin embargo, en la medida en que la tomamos de la Biblia,  debemos decir si observamos minuciosamente: En nuestra visión general de Moisés, en realidad ha cambiado poco. Por lo tanto, si hablamos de él, hablamos de algo ampliamente conocido. Esto hace que las consideraciones  sean fáciles, por decirlo así. Por otro lado, sin embargo, podemos decir que sólo el camino de la tradición que tenemos en la Biblia acerca de Moisés, hace estas consideraciones difíciles. Uno puede darse cuenta de esto ya en la suerte de los estudios bíblicos en el siglo XIX. Hay que insistir repetidamente en que -aun considerando las ciencias naturales- casi ninguna rama de la erudición humana, de serio esfuerzo científico, exige tal atención profunda, tan santo respeto como los estudios bíblicos del siglo XIX. Nada puede exceder esa diligencia, esa astucia, esa devoción científica que se aplicaba para conocer las partes únicas de la Biblia sobre su estilo o su origen, por ejemplo.
Sin embargo,  puede verse algo trágico en estos estudios bíblicos del siglo XIX. A medida que estos avanzaban, más se alejaba de nosotros la Biblia. Hasta que finalmente separaron la Biblia en partes, sobre todo el Antiguo Testamento. Todo el mundo puede convencerse de esto leyendo los libros actuales sobre los resultados de los estudios bíblicos- que demuestran que una parte sigue la corriente de la tradición y la otra en la que todo se ha reunido en el transcurso del tiempo e un compendio, Los eruditos tienen que volver a desensamblarla de nuevo para entenderla. Por eso, en cierto sentido, se puede llamar trágico el resultado de esta investigación porque es bastante negativo, en realidad, y porque no ha contribuido en nada al restablecimiento de aquello que puede animar la Biblia que se despertaba en las almas y los corazones humanos  durante milenios.
La ciencia espiritual a menudo tiene la tarea de construir algo y no sólo de criticar en comparación con las otras ciencias. También tiene la tarea de aprender a entender la Biblia, sobre todo, de nuevo al cuestionar, ¿Acaso no es necesario penetrar el amplio sentido de las tradiciones en toda su profundidad, y sólo entonces después de haberlas entendido completamente, preguntar por su origen?  De ninguna manera esto es fácil, en lo que concierne al Antiguo Testamento, en particular las partes de él que tratan sobre Moisés. ¿Qué muestra la ciencia espiritual como una característica de las representaciones bíblicas? Muestra que los acontecimientos externos, los hechos externos que están ligados con tal o cual personalidad, con estas o aquellas personas, se muestran de tal manera que sólo figuran para la consideración histórica externa, de modo que en la Biblia se presentan las experiencias de Moisés en el mundo físico exterior, como sucediendo en el espacio y en el tiempo.  Sin embargo, entonces se hace obvio -y sólo la profundización científico-espiritual en la Biblia puede lograr este resultado- que una representación que se ocupa al principio de procesos externos y experiencias en el mundo exterior, continúa acto seguido, en una representación de tipo completamente diferente que uno difícilmente puede apenas distinguir de la que la ha precedido.
Se cuenta allí sobre los viajes y otras experiencias externas que simplemente tenemos que tomar como tales. Después es tan seguido, que al principio no advertimos que estamos (leyendo) ante una representación de tipo completamente diferente, como si el viaje continuara de un lugar a otro, y como si las experiencias futuras siguieran asemejándose a las experiencias físicas externas precedentes. Entonces estamos justo en el medio de una representación de la vida del alma de la persona en cuestión, que no se refiere en absoluto a los eventos exteriores, sino a las luchas interiores y a las experiencias del alma. Por lo tanto, la persona en cuestión asciende a un nivel superior de desarrollo del alma y del conocimiento, a un nivel superior de energía, o a una misión en el desarrollo del mundo. Las representaciones de los acontecimientos exteriores cambian, digamos, abruptamente a representaciones simbólicas que se ajustan completamente en el estilo de los anteriores acontecimientos exteriores, que no significan en absoluto experiencias exteriores, sino experiencias interiores del alma. Tengo que decir que esta afirmación sigue siendo una afirmación para todos, siempre que no se asiente mas y más en la peculiaridad de las representaciones bíblicas sobre la base de las representaciones científico-espirituales, en particular también de las partes que se refieren a Moisés. Sin embargo, si uno se asienta en esta peculiaridad, uno aprende a sentir cómo en esos puntos donde una representación de experiencia física exterior, cambia a una representación de experiencia y desarrollo mental, de hecho, todo el estilo cambia cuando de repente aparece un nuevo elemento de la representación y nos preguntamos: ¿Por qué sucede esto? Entonces ese "por qué" no puede contestarse de ninguna otra manera que por la convicción que puede alcanzarse desde la propia alma. Nos ocupamos de esa peculiaridad de la representación, que se ha caracterizado justamente ahora.
Uno se encuentra con todas las viejas representaciones histórico-religiosas y especialmente cuando se describe a personas que han alcanzado cierto elevado grado de cognición, de trabajo en su alma y uno se familiariza con tal estilo si uno se apoya cada vez más en la ciencia espiritual. Esto hace que sea difícil, por así decirlo, obtener la plena comprensión de aquello que desde la representación bíblica, se interpreta en los pasajes individuales con la representación de Moisés.
Así pues, tenemos la Biblia por un lado - sin embargo, también tenemos dificultades en el otro lado debido a su tipo de representación el cual penetra en profundidades particulares. Esto ha hecho que uno vaya demasiado lejos con respecto a la visión de la Biblia en ocasiones. Si uno contempla, por ejemplo, la visión de la antigua historia hebrea que tenia Philo (Ph. De Alejandría, 25 aC - 50 dC, filósofo judío helenístico)  que vivió en el tiempo de la fundación del cristianismo, entonces uno se da cuenta de que quiere mostrar alegóricamente toda la historia del pueblo hebreo antiguo. Él quiso dar una representación simbólica de la visión histórica, de modo que toda la historia fuese como una especie de simbolismo de las experiencias del alma de un pueblo. Esto sería ir demasiado lejos. Filón fue tan lejos porque carecía de la sensibilidad científico-espiritual para saber dónde las experiencias externas cambian a experiencias mentales.
Con Moisés, quiero mostrarles cómo una personalidad interviene en el curso vivo del desarrollo humano que tuvo que traer algo superior, de la máxima importancia para la humanidad. Si sentimos que todavía tenemos algo relativo de él en nuestras almas, se nos hace absolutamente necesaria la plena comprensión del impulso de Moisés. Por lo tanto, podemos ir inmediatamente a la misión de Moisés sin más preámbulos.
Sin embargo, uno no puede entender esta misión de Moisés si uno no asume primero que la conciencia de un hecho constituye la base de la representación bíblica, que ya se podía prever considerando a Hermes, Buda y Zaratustra.  El hecho eque el desarrollo de la humanidad experimentó una transición desde el antiguo estado de  clarividencia al estado actual de nuestra conciencia intelectual. Una vez más, menciono que en tiempos antiguos el alma humana era capaz de ver en un mundo espiritual durante ciertos estados intermedios entre la vigilia y el sueño, que aquello que se veía así en el mundo espiritual se mostraba en imágenes y que estas imágenes fueron preservadas para nosotros en las mitologías y leyendas de la antigüedad. Si alguien pregunta, ¿Cómo se puede probar la vieja conciencia clarividente también externamente sin la ciencia espiritual? Entonces puede obtener la respuesta por medio de concienzudas investigaciones, que ya se hacían en nuestro tiempo, las cuales, sin embargo, no cumplían con la aprobación universal. Tengo que referirme al hecho de que ciertos estudiosos de los Mitos, se vieron obligados a asumir un tipo completamente diferente de conciencia humana como causa del origen de mitos o leyendas también de épocas posteriores. A menudo me he referido a un  interesante libro que se debe a un mitógrafo que debe ser considerado el mitógrafo más importante de los últimos tiempos: me refiero a Ludwig Laistner (1845-1896), y su libro El Enigma de la Esfinge (1889). Este libro pertenece a los más significativos en este campo. Eel se demuestra que ciertos mitos aparecen como continuaciones de los acontecimientos del sueño, como los que se experimentan típicamente. Laistner no avanzó hacia la ciencia espiritual, no era consciente de que entregaba las primeras piedras de una verdadera cognición de las mitologías antiguas.
Sin embargo, uno no puede entender los mitos y leyendas como las transformaciones de los típicos sueños, tal como Laistner los entendía, sino que uno tiene que entenderlos como surgiendo de un estado anterior de conciencia humana que contemplaba el mundo espiritual en imágenes y por tanto, los expresaba también en imágenes. Nadie puede comprender los antiguos mitos y leyendas si realmente no asume -al principio como una hipótesis- que la mitología antigua procede de otro estado de la conciencia humana. Este estado prehistórico antiguo de la condición espiritual cambió al estado actual de la conciencia que puede caracterizarse brevemente diciendo, cambiamos en cuanto a nuestra conciencia del despertar al dormir. En la conciencia de vigilia, percibimos el mundo exterior por nuestros sentidos y conectamos las percepciones con nuestro intelecto. La conciencia intelectual-sensorial, que funciona por medio de nuestra mente y de nuestro raciocinio, apagó la antigua condición espiritual clarividente. Así, hemos caracterizado un rasgo de la historia si consideramos el desarrollo humano en profundidad.
Sin embargo, hay algo mas que forma la base de las representaciones tal como las da la Biblia. Osea, que a cada pueblo, cada tribu, cada raza humana, tal como aparecen en el curso del desarrollo humano, por así decirlo, se le asigna una determinada misión. La vieja conciencia clarividente apareció en diferentes formas según los talentos, los temperamentos de las gentes sencillas. Por lo tanto, la unidad de la antigua conciencia clarividente se ha preservado para nosotros en las diferentes mitologías y religiones paganas de las personas sencillas. Así, podemos decir: no sólo hay una unidad abstracta de esta antigua visión del mundo, sino que las más diversas misiones fueron entregadas a los más diversos pueblos y razas, y por lo tanto la conciencia común fue elaborada de las más diversas maneras.
Por lo tanto, no obstante hay que tener en cuenta, si queremos entender este desarrollo humano, que no es una fútil sucesión de culturas, sino que cobra sentido a través de todo el desarrollo humano. Por lo tanto, cualquier forma de conciencia, goza mas tarde de vida en una cultura determinada, porque después tiene que añadir algo como una nueva rama, un nuevo florecimiento a la precedente porque todo el sentido del desarrollo humano goza de la vida en las adaptaciones sucesivas. Por lo tanto, entendemos mejor a los pueblos en el sentido científico-espiritual cuando nos decimos a nosotros mismos: todos estos pueblos -los antiguos indios, persas, babilonios, griegos o romanos- tenían una cierta misión; Lo que puede vivir en la conciencia humana se desarrolló con ellos de una manera particular. No entenderemos a estos pueblos/culturas, si no somos capaces de comprender sus particulares características individuales, como parte de su misión. Como consecuencia de ello, sin embargo, todo el desarrollo de la humanidad procede de tal manera que, por así decirlo, se asigna un período a tal misión. Si este período se ha acabado, tal misión se da por cumplida. Cada misión concerniente fue asignada a un pueblo determinado. El período puede haberse acabado, por así decirlo, para la misión nacional en cuestión. Lo que se incluía embrionariamente en ella, se ha convertido en fruto, ha disfrutado de la vida. Después, sin embargo, puede ocurrir que tal o cual pueblo conserven las características relativas, que radican en sus temperamentos, en sus otras disposiciones. Entonces, dicho pueblo salta, por así decirlo, al punto del tiempo, en el que una nueva misión reemplazará a la antigua, pasa a vivir con sus características en un tiempo posterior, mientras que el curso objetivo del desarrollo humano pone algo nuevo en su lugar.
Uno puede ver tal cosa especialmente con los egipcios cuyas características llegamos a conocer cuando estuvimos hablando sobre Hermes. Los egipcios tenían una alta misión en todo el desarrollo de la humanidad. Sin embargo, esta misión desarrolló todo lo que ya estaba en ella desde antes. Lo que habría de suceder más adelante, de hecho, era en aquel entonces embrionario en la cultura egipcia, pero el pueblo egipcio como tal mantuvo su temperamento, su característica, no fue capaz de desarrollar la nueva misión por sí mismo. Por lo tanto, el liderazgo de la humanidad tuvo que cambiar a otro elemento humano. De hecho, este tuvo que crecer fuera del elemento egipcio; No obstante, tuvo que ser diferente. Así, podemos darnos cuenta de algo, como de un cambio de dirección, en un amplio sentido, del desarrollo humano. Uno tiene que pensar su camino en el desarrollo de la misión egipcia. Moisés se abrió a lo que se podía sacar de aquella misión al principio. Esto también funcionó en las almas de su pueblo. Sin embargo, no estaba destinado a continuar la antigua misión egipcia sino a inculcar algo completamente nuevo en el desarrollo humano. Debido a que esta nueva misión era tan inmensa, tan extensa y drástica, la personalidad de Moisés fue tan poderosa para toda la historia humana y por eso, la forma en que se desarrolló la misión de Moisés a partir del ya agotado desarrollo del pueblo egipcio, es tan interesante y fértil todavía para nuestro tiempo. Desde que Moisés salió del pueblo egipcio, lo que añadió entonces, como desde alturas eternas del desarrollo espiritual, continúa trabajando en nuestras almas. Por lo tanto, uno siente a Moisés como un ser humano que no tenía que tomar para sí, lo que tenía que dar a la humanidad de cualquier época, de cualquierinmediata misión  especial. El era entendido como alguien que tenía que ser tocado en su alma por las olas de lo eterno, que fluyese a través de nuevos canales en el desarrollo humano repetidamente para fertilizarlo. Lo que existió como el núcleo eterno en el alma de Moisés tuvo que encontrar su terreno y madurar en aquello que él pudo sacar de la cultura egipcia.
El hecho de que uno se ocupe de Moisés como del alma más elevada que haya habido desde los orígenes eternos, está simbólicamente indicado en la manera en que Moisés era representado como encerrado en una pequeña cesta poco después de su nacimiento. Con esto, se indica algo significativo. De las anteriores charlas de este ciclo, sabemos que el ser humano, si quiere alcanzar el conocimiento de los mundos espirituales superiores, tiene que experimentar ciertos estadios de su desarrollo del alma, mientras que él se separa completamente del entorno que le rodea y evoca las fuerzas espirituales elementales de su alma. Si ahora se demostrara que esa persona ya trae consigo los dones espirituales al nacer, que conducen a las alturas de la humanidad y no puede demostrarse mejor que si uno dice: esta persona tuvo que pasar por una experiencia, en la vida física por la cual sus sentidos, sus facultades perceptivas se apartaron del mundo físico. - Entonces parece comprensible que la hija del Faraón sacase al niño del agua y lo llamase "Moisés" porque dijo: "Lo saqué del agua" (Éxodo 2: 1-10). Esto ya está contenido en el nombre de Moisés para alguien que entiende este nombre. Se quería decir con ello que el representante de la cultura egipcia, la hija del Faraón, dirigió la vida en un alma llena de contenidos eternos. Por lo tanto, está maravillosamente indicado que lo eterno que Moisés tuvo que traer a la humanidad está envuelto con la cubierta exterior de la cultura y misión egipcia.
Así pues, la Biblia muestra experiencias externas de Moisés. Allí nos damos cuenta una vez más de que la Biblia da sus representaciones de tal manera que las experiencias externas se corresponden. Podemos considerar lo que leemos en la Biblia acerca de los destinos de Moisés y su dolor debido a la represión de su pueblo en Egipto como una representación de las condiciones externas. Luego, sin embargo, la representación cambia de nuevo inadvertidamente a una representación de las experiencias del alma interior. Esto sucede cuando Moisés huye a Jethro o a Reguel, un sacerdote de Midan. Alguien que puediese reconocer tal representación de las costumbres de viejas representaciones espirituales descubriria incluso en los nombres que aquí la representación cambia a la descripción de las experiencias del alma de Moisés. Esto no debe entenderse posiblemente de tal manera como si Moisés no hubiera hecho tal viaje a un lugar del templo, un centro de entrenamiento sacerdotal, pero la representación se da tan hábilmente que la apariencia se entreteje en las experiencias del alma de Moisés. Por lo tanto, las experiencias exteriores son en todas partes indicios de aquello por lo que Moisés lucha para alcanzar una posición superior de su alma. ¿Qué es lo que se indica en Jethro? Uno puede deducir fácilmente de la Biblia que él es una de esas individualidades hacia las que somos guiados repetidamente si seguimos el curso a través de la evolución de la humanidad. Han alcanzado un alto grado de conocimiento que sólo se puede obtener si uno se establece lenta y gradualmente por medio de la lucha interior del alma en aquello que sólo puede dar entendimiento de las alturas espirituales sobre las que caminan tales seres humanos. Moisés debe ser estimulado a su misión por el hecho de que se ha convertido en el discípulo de una de esas figuras misteriosas que se retiran del resto de la humanidad  con su meditación y son sólo los maestros de los líderes de la humanidad. Sé que probablemente estoy diciendo algo que muchas personas puede ofender hoy. Sin embargo, es algo que debe golpear a cada observador profundo de la evolución histórica ya externamente, que hay tales secretos y misteriosos seres humanos.
Lo que Moisés debe experimentar ahora como discípulo de este gran sabio sacerdotal es mostrado de una manera tal que encuentra a las siete hijas del sacerdote en el lugar donde visita al sacerdote, en un pozo - de nuevo un símbolo, un símbolo de la fuente de la sabiduría. Quien quiera comprender lo que está más profundamente escondido en tal representación, tiene que recordar, ante todo, que cualquier representación mítica siempre está representada por figuras femeninas que el alma puede desarrollar como conocimiento y fuerzas superiores -hasta Goethe en sus palabras al final de su Fausto de la "eterna-hembra". Así, reconocemos en las "siete hijas" del sacerdote Jethro siete fuerzas del alma humana que la sabiduría del sacerdote tenía bajo su autoridad. Hay que pensar que en aquellos tiempos de la antigua clarividencia prevalecían otras visiones de las fuerzas de un alma individual. Podemos imaginar esta conciencia si partimos de los conceptos que tenemos hoy. Hoy hablamos del alma humana y sus fuerzas, pensar, sentir y querer en la forma en que tenemos en nosotros estas fuerzas que forman como si fueran inclusiones del alma. El ser humano antiguo pensaba diferente bajo la influencia de su talento clarividente. No sentía para empezar, tal ser uniforme ni tales fuerzas en su pensar sentir y querer, que trabajan desde el centro del yo y organizan el alma uniformemente. Sin embargo, sentía que se entregaba al macrocosmos y a sus fuerzas únicas, y sentía que las fuerzas individuales del alma estaban conectadas con especiales seres divino-espirituales. Como podemos imaginar - sin embargo, no lo hacemos - nuestro pensar es fecundado, es llevado por una fuerza del mundo espiritual diferente de la de nuestro sentir y de nuestra voluntad (querer). Por lo tanto, diferentes corrientes, diferentes fuerzas espirituales fluyen desde el macrocosmos en nuestro pensar, sentir y voluntad. Nos relacionamos con ellos, de tal manera que el antiguo ser humano no sentía el alma como algo uniforme, pero se decía a sí mismo: lo que está en mí es sólo la escena mental en la que actúan las fuerzas divino-espirituales del universo.
Siete de esas fuerzas del alma trabajaron en el escenario de la vida del alma de Moisés. Si queremos ver cómo en general para el desarrollo de la conciencia humana las visiones se volvieron cada vez más abstractas e intelectuales, podemos mirar, por ejemplo, a Platón cuyas ideas son seres vivos tan reales como sólo es la materia para el humano moderno. La fuerza de un alma individual tiene algo que tiene un efecto en el escenario de toda el alma. Sin embargo, las capacidades del alma se vuelven más y más abstracciones, y la unidad del yo obtiene sus derechos cada vez más. Todavía podemos reconocer, por extraño que parezca, que las siete hijas de Jethro simbolizan ser las siete fuerzas espirituales vivientes que deben trabajar en el escenario del alma como las siete artes libres medievales en forma abstracta; Son el último eco abstracto de la conciencia de aquellas siete habilidades que obran en el alma.
Si lo consideramos, estamos ante el hecho de que Moisés se detuvo con su alma ante todo el aspecto de las siete fuerzas del alma humana, sin embargo, tenía la tarea principal de inculcar una sola de ellas completamente como un impulso para el desarrollo humano . Él fue capaz de hacer esto porque le fue dado por la predisposición especial de la sangre y por el temperamento de su gente, encontrar esta fuerza del alma con particular interés y cuyos efectos llegan hasta nosotros. Esta fuerza del alma une las restantes fuerzas del alma, antes  imaginadas como separadas en una vida uniforme del alma, en una vida del yo. Esta es la razón por la cual la Biblia dice: una de las hijas de Jethro se casa con Moisés. Es decir, en particular en su alma, una de las fuerzas del alma se hizo tan efectiva que se convirtió en la fuerza predominante del alma durante mucho tiempo del desarrollo humano que abarca a las demás en un yo-alma uniforme.
Tengo que darles tales consideraciones muy reservadamente. Porque nuestro tiempo no tiene, por decirlo así, un órgano adecuado para darse cuenta de que aquellas representaciones que parecen experiencias físicas externas, sólo se dan para demostrar que en el tiempo para el cual se describe esto, el alma en cuestión pasa por un desarrollo interior, es decir, está especialmente convocada para su misión. Así, vemos lo que los antiguos egipcios no tenían: la inspiración de Moisés con el poder del yo humano, con el centro de las fuerzas del alma humana que es la autoridad para él. Podemos decir que la misión del pueblo egipcio antiguo fue fundar una cultura todavía con la vieja clarividencia.
Todo lo que la cultura egipcia nos entregó como lo mejor que poseía, aún había surgido de un tipo especial de fuerzas clarividentes, que los sabios sacerdotes egipcios y los líderes del pueblo egipcio tenían. Sin embargo, el tiempo para esta misión pasó por así decirlo, y la humanidad debió ser llamada a desarrollar esa fuerza del alma que debía sustituir la vieja y vaga clarividencia por un largo periodo del desarrollo humano. La autoconciencia, la intelectualidad, el racionalismo, la razón y la mente dirigida al mundo sensorial externo debían reemplazar a la vieja clarividencia. Sin embargo, también he mencionado ya, que ambos tipos se combinarán en el futuro: la fuerza clarividente con la conciencia intelectual, de modo que la humanidad avanzará hacia ese futuro donde la intelectualidad entrelazada por la fuerza clarividente se generalizará para los seres humanos.
Lo que consideramos como el elemento más significativo de la vida cultural recibió su primer impulso de Moisés, de ahí, el sentimiento de que el impulso de Moisés sigue trabajando en nuestra propia fuerza del alma. Moisés recibió el pensar intelectual, el trabajo con la mente y la razón. Sin embargo, lo recibió en forma particular. Puesto que todo lo que más tarde deberá aparecer con sus especiales características, antes ha de ser dado en la forma característica que tenia en los tiempos antiguos. Hay un hecho milagroso en la manera que Moisés tuvo que recibir la conciencia de la intelectualidad, pues en él la conciencia intelectual todavía se encendía de la misma manera que a los antiguos clarividentes. 
Es decir, de hecho, Moisés tuvo el primer impulso intelectual, pero todavía había clarividencia en él. En él, se dio el  primer  nuevo impulso y el último viejo impulso al mismo tiempo. Lo que la humanidad posterior solo tuvo, tras la pérdida de la clarividencia, él lo tuvo dentro de ella (de la clarividencia). Se le dio el conocimiento de la razón  pura y de la mente, mientras que su alma era transportada a estados clarividentes por la influencia que había recibido de Jethro, así, por ejemplo, con la experiencia de la zarza ardiente que ardía, sin embargo, en la que dicho fuego no quemaba. Allí el espíritu del mundo se reveló a Moisés de una manera nueva, tal como se reveló al conocimiento clarividente de los egipcios.
El que conoce los hechos sabe cómo en el transcurso de la evolución, el alma humana gradualmente se pone a ver los objetos exteriores cambiados, de modo que aparecen en el fondo entretejidos por los prototipos de los que han surgido. Todo el que asciende al conocimiento espiritual reconoce la imagen de la zarza ardiente como algo a través del cual se contempla un mundo espiritual. Por lo tanto, entendemos que lo que tenía que ser dado a Moisés de una manera clarividente, una nueva conciencia del espíritu del mundo, tenía  que entrelazarse y vivir en el mundo. Mientras los pueblos antiguos miraban a la mayoría de las fuerzas del mundo por cómo éstas trabajaban en el alma, que las simples fuerzas del alma no representaban una unidad, sino una variedad y que el alma humana era sólo su escenario. Moisés, sin embargo, debería ahora reconocer ese espíritu del mundo que no se revela sólo para una sola fuerza del alma, que no se sitúa junto a espíritus de la misma importancia que trabaja en otras fuerzas del alma. Moisés debe reconocer el espíritu del mundo que sólo puede revelarse en el centro más santo de la vida del alma que vive en el yo donde el alma humana encuentra su centro. Si el alma humana se siente cobijada en el ego, como las personas antaño sentían que estaban con su ser bajo cobijo de las fuerzas del mundo espiritual, el alma siente que lo que le fue revelado a Moisés primero por la cognición clarividente y que debe ser considerado como el terreno primordial desde el cual los personas recibieron el impulso de Moisés. Eso no se puede entender con la razón, que combina los fenómenos con la uniformidad del mundo. Si el ser humano mira el centro de su vida del alma hoy, todavía es algo que debe parecerle bastante pobre en contenido, aunque sea lo más fuerte que puede experimentar. Los seres humanos altamente dotados se sentían dirigidos a este centro de su vida del alma en particular en el curso de su vida como, por ejemplo, Jean Paul (nacido Johann Paul Richter, 1763-1825, autor alemán) que cuenta en su autobiografía: Nunca olvidaré el fenómeno en mí, ni el lugar ni el momento, los cuales puedo dar y que aun no he dicho a nadie, donde me paré, en el nacimiento de mi autoconciencia. Por la mañana me detuve, como lo que era (un niño muy pequeño) debajo de la puerta principal y miré el bosque a la izquierda cuando de repente el rostro interior "Soy un yo" como una suerte de relámpago me penetró y se quedó todavía luminoso desde entonces, había visto a mi yo por primera vez y para siempre. Los engaños de la memoria son difíciles de imaginar, porque ninguna otra información podía entremezclar algo en un acontecimiento que tuvo lugar solamente en el santuario velado del ser humano cuya novedad ha hecho permanentes, los detalles menores cotidianos.
Lo que es el "velado santuario", al ser humano le parece, de hecho, como lo más fuerte, lo más poderoso de la vida del alma, pero no puede darse cuenta de él como lo hace con las otras experiencias del alma: no es tan rico. Si el ser humano se retira a este centro, siente que en las maravillosas palabras "Yo soy" este centro de su vida del alma suena intenso y poderoso, pero con bajo contenido.
En este santuario velado obra este espíritu del mundo, al cual Moisés reconoció como el espíritu del mundo uniforme. No es de extrañar, cuando este espíritu del mundo se reveló a Moisés, que este dijera: si recibo la tarea de aparecer ante el pueblo para inaugurar una cultura que debe estar fundada en la autoconciencia, ¿Quién me creerá? ¿En el nombre de quién fundamentaría mi misión? Él obtuvo la respuesta: Tienes que decir, yo soy el YO-SOY. - Es decir: ¡no se puede expresar el nombre de ese ser que se anuncia en el santuario más íntimo del ser humano, aparte de con la palabra que demanda el Yo mismo! Así, Moisés vio a Yahveh o a Jehová en la zarza ardiente. Entendemos que en el momento, en que surgió en Moisés el nombre de Yahveh como "Yo soy", surgió un nuevo elemento en el desarrollo de la humanidad que debería reemplazar la antigua cultura egipcia, con lo que Moisés sólo tuvo que desarrollar su alma para entender lo que él conocería como lo más alto de su vida.
Entonces tenemos la discusión de Moisés con el faraón. Allí podemos fácilmente darnos cuenta de que Moisés y El Faraón están enfrentados y no se entienden. Las representaciones deben mostrar que todo lo que Moisés tenía que decir desde una conciencia humana completamente cambiada, debe seguir siendo incomprensible para el faraón en quien sólo los efectos de la antigua cultura clarividente Egipcia, puede vivir. Esto se muestra claramente en la manera en que los documentos clarividentes hablan. Porque Moisés habla un nuevo lenguaje, reviste lo que tiene que decir en palabras que surgen de la auto-conciencia humana, las cuales tuvieron que seguir siendo bastante incomprensibles para el Faraón. Así, todo el pueblo egipcio tuvo hasta esa hora mundial, la misión que podían llevar a término sobre la base de la antigua conciencia clarividente. Sin embargo, el tiempo había pasado. Si el pueblo egipcio vivía, era con las cualidades nacionales, con el temperamento y demás atributos que tenía antes, pero no encontraron la transición para superar el abismo que se abrió entre el tiempo antiguo y el nuevo para el cual sólo el pueblo hebreo estaba determinado. Moisés encontró esta transición del viejo al nuevo tiempo. Por lo tanto, el recuerdo de lo que Moisés encontró con su pueblo, en conmemoración de la transición de la antigua a la nueva época, se celebró la Pascua (PASSOVER). Puesto que esta Pascua debe hacer recordar el hecho de que con Moisés fue dada la posibilidad de tender un puente sobre el abismo entre el viejo y el nuevo tiempo. Los egipcios no podían tender un puente sobre este abismo, y así mientras se detenían como pueblo el tiempo pasaba por encima de ellos. Así, tenemos que imaginar la relación de Moisés con los egipcios y con su propio pueblo.
Lo que Moisés tuvo que dar a su propio pueblo estaba completamente fundamentado en la naturaleza del antiguo pueblo hebreo. ¿Qué era? La conciencia intelectual debía reemplazar a la antigua clarividencia. Les he mostrado en las charlas precedentes, que la conciencia clarividente no está ligada a la corporeidad externa, que se desarrolla libremente justo cuando el ser humano se libera mediante ejercicios en su vida del alma, del instrumento físico externo. Sin embargo, la conciencia intelectual justamente está ligada al cerebro y a la sangre. Lo que en otro tiempo flotaba por decirlo así, sobre la organización física y encontraba su desarrollo más allá del organismo por medio de la relación del maestro con el alumno, tuvo que establecerse como vinculado a un organismo físico, a la sangre de la gente que fluye de generación en generación. Por lo tanto, lo que Moisés debía dar como el impulso de una cultura intelectual, sólo podía dárselo a un pueblo que observara estrictamente el flujo de la sangre a través de las generaciones. La naturaleza de la nueva cultura estaba, al principio, vinculada a este instrumento. Tenía que disfrutar de la vida de tal manera que no sólo viviera en lo espiritual, sino que el pueblo no se mezclara con otros pueblos y así se preparaban y luego desarrollaban las herramientas externas en el flujo sanguíneo separado durante siglos que debía crear la base de la cultura intelectual para el futuro.
Por lo tanto, nos damos cuenta de que la historia del mundo cobra sentido y que lo espiritual está ligado a las herramientas físicas externas de la sangre. Podemos comprender en la Biblia que el autor se esfuerza por mostrar el significado histórico mundial de la transición desde la antigua cultura de los egipcios a la cultura de Moisés, por ejemplo, con el paso del Mar Rojo. Un hecho maravilloso del desarrollo de la humanidad se oculta detrás del paso de los israelitas a través del mar y el ahogo de los egipcios. Este hecho sólo se explica si entendemos estos acontecimientos.
Allí vemos, haciéndose realidad con el pueblo egipcio, para las fuerzas del alma, lo que está necesariamente conectado con la cultura clarividente. No deben suponer que, después de lo que he presentado hasta ahora en estas charlas, quiero asemejar al ser humano con la naturaleza animal. Sin embargo, lo que quiero dejar en claro es entender de la mejor manera si tomamos como punto de partida el organismo animal. Tenemos que imaginar que toda la imaginación animal y la vida del alma animal es semejante al ensueño, vaga e imprecisa comparada con la humana, en particular con la vida intelectual del alma. Aunque la antigua clarividencia humana no debe asemejarse a la vida del alma animal y difiere radicalmente de ella, se nos permite aclarar una característica de la antigua vida del alma humana con la ayuda de la vida del alma animal, la vida instintiva del animal.  Incluso aunque las representaciones relativas a menudo exageran, sin embargo, hay algo de verdadero en su base y es, que donde ocurren terremotos, erupciones volcánicas y similares, los animales huyen días antes. Mientras los seres humanos que todo lo entienden con su intelecto, se quedan sentados, los animales son despertados. Así, consideramos la vaga vida instintiva del animal como afinidad con la vida natural y nos damos cuenta de cómo funciona.
Las representaciones a menudo son exageradas. Sin embargo, cualquiera que conozca la ciencia espiritual sabe que la naturaleza animal está entretejida con toda la naturaleza circundante. Así pues, podemos hablar de un "conocimiento" del animal que regula la vida del animal en sus fuerzas elementales y que el ser humano no tiene porque desarrolla su intelecto superior, lo que le permite comprender las cosas con conceptos que lo han arrancado de la conexión con la naturaleza. Ahora, tenemos que imaginar la vieja clarividencia conectada instintivamente con los hechos naturales. Esta cognición instintiva le decía al ser humano: esto y aquello ocurre; Esto o aquello se prepara, esto también se puede aplicar a aquellos seres humanos que alcanzan mayor conocimiento por sus propios esfuerzos y son capaces de contemplar los hechos naturales para los cuales uno no puede dar "razonamientos". Quién trabaja sobre su alma y sabe decir algo fuera de la configuración de su alma, que la conciencia intelectual no sabe decir, se siente incómodo si le preguntan por todas partes: ¿Por qué es esto de tal manera? ¡Prueba lo que tienes que decir! - No se dan cuenta, que tal conocimiento tiene caminos muy diferentes del conocimiento que se obtiene con la lógica intelectual. Es absolutamente apropiado que Goethe - si miraba por la ventana hacia fuera - pudiera a menudo pronosticar el tiempo con horas de antelación. Imagínense pues, que debido a su clarividencia, los antiguos seres humanos tenían una conexión muy diferente con la naturaleza y sus hechos, que la de los seres humanos de hoy con su ciencia. La humanidad antigua no tenía instituciones meteorológicas ni informes donde se pudiera prever pronósticos de los periódicos o similares que les permitiera pronosticar el tiempo, pero tenía un sentimiento, estaba determinado por su visión, que les mostraba vivamente lo que sucedería. Este fue el caso en particular con los antiguos egipcios, sin tener nuestra ciencia ni  nuestros compartimentados conocimientos; Sabían comportarse de la amanera que correspondía con la conexión viva con todo el entorno.
Pero justo porque el tiempo del mundo había pasado para la cultura egipcia, esta habilidad de los egipcios se deterioró mas y más, y ya cada vez menos pudieron familiarizarse con los hechos de la naturaleza, ya no sabían, basándose en las constelaciones de los elementos externos, cómo tenían que comportarse. Pues el ser humano debe aprender a calcular las constelaciones de los elementos externos con el intelecto, y Moisés aun tenía que dar ese impulso a partir de la conciencia clarividente.
Vemos a Moisés con su pueblo, erguido ante el Mar Rojo. Con un conocimiento similar al nuestro que todavía está en la transición del clarividente, él reconoce, que por una relación especial de un viento oriental y de marea baja, con la pleamar subsiguiente, existe la posibilidad de conducir a su gente a través del mar en una hora favorable. Este hecho está descrito y mostrado: Moisés se encuentra allí como el fundador de la nueva visión del mundo intelectualizada que aún no parece absolutamente expirada, que enseñará al ser humano sólo una vez más a armonizar la praxis de la vida con las condiciones físicas como hizo Moisés. Los egipcios eran un pueblo cuya hora había pasado; Ya no sabían lo que ocurriría más tarde. Los viejos instintos naturales se perdieron y se arruinaron con ellos. De manera, que aun encontrándose en similares circunstancias que en los viejos tiempos. Sin embargo, en los viejos tiempos se habrían dicho a sí mismos, ahora ya no podemos pasar! Este viejo sentimiento natural instintivo había decaído con ellos y no pudieron adaptarse a la nueva conciencia intelectual. Por lo tanto, permanecieron ante el Mar Rojo indefensos, confundidos por su conciencia ya no resolutiva, y se fueron a la ruina. Por lo tanto, podemos darnos cuenta de cómo el nuevo elemento de Moisés contrasta con el elemento antiguo, y ver decaer la vieja clarividencia de modo que debe dudar de sí mismo y tiene que preparar su destino porque ya no encaja en el nuevo tiempo.
Si miramos a través de tales representaciones aparentemente externas, lo que el autor quiere decir en realidad, encontramos en dicha información caracterizados, grandes puntos de inflexión del desarrollo humano y entendemos que no es fácil encontrar el significado de tales personalidades, (como por ejemplo Moisés) debido a la peculiar representación que tenemos de él, en las antiguas escrituras. El hecho de que Moisés estuviera completamente basado en una antigua clarividencia y con él, la nueva cultura intelectual todavía era clarividente, se muestra más tarde, cuando debe decidir si tiene que llevar a su pueblo realmente a Palestina. Este pueblo debe encontrar la cultura intelectual en su sangre. La clarividencia de Moisés pudo dar el impulso; Sin embargo, no pudo ser de esta cultura. Porque esta cultura no debía ser clarividente, debía aparecer como algo nuevo en comparación con la antigua clarividencia. Por lo tanto, vemos que Moisés se sintió llamado a conducir a su pueblo hasta cierto punto, sin embargo, resultó incapaz de conducirlo en la nueva tierra. Tuvo que dejar esto a quienes estaban llamados a la nueva cultura. Esto se dice claramente en la Biblia. Si bien Moisés es el heraldo del Dios que se anuncia en el yo-soy, sin embargo, también se nos indica que Moisés sólo es capaz de percibir la grandilocuencia de este espíritu del mundo con su clarividencia. Cuando está en una situación en la que se tiene que guiar por sus propios recursos y debe ayudar a su pueblo, se refugia en su tienda donde otra  vez  pudo percibir clarividentemente a su Dios. Sin embargo, allí se le dice: porque no podrías llevar adelante, lo que se te ha encomendado, con un pensar clarividente, otro tiene que guiar a tu pueblo. - De ello se desprende algo, que quiere decir que ningún profeta clarividente vivió en Israel después de él. Con ello se indica que él fue el último en tener tal clarividencia y que la nueva cultura tuvo que trabajar sin clarividencia, con mera tradición e intelectualidad con los pueblos adecuados. Con ello, debía prepararse, que el ego del que la humanidad se había vuelto consciente, ahora en esta nueva base cultural, pudiese ocupar su lugar.
Moisés había guiado a la humanidad hasta que pudo darse cuenta de que el espíritu del mundo puede sentirse más claramente, más humanamente en el Yo-soy, en el centro más profundo del alma humana, que sin embargo, sólo este Yo-soy tiene que ser llenado de contenidos que puede ademas abarcar el mundo, de modo que la humilde palabra I-am puede recibir los contenidos más ricos. Sin embargo, para eso fue necesaria otra misión que pudiera ser pronunciada con las importantes palabras de Pablo: "¡No yo, sino Cristo en mí!" Moisés había llevado a la humanidad a la fundación de una cultura del yo. Esta cultura del yo tuvo que establecerse como un regalo de arriba, como una cultura nacional, como un recipiente que debía llenarse de nuevos contenidos espirituales. El yo debía desarrollarse al principio en el antiguo pueblo hebreo, y este recipiente tenía que  llenarse con lo que pudiera originarse de una verdadera comprensión de los acontecimientos del Misterio del Gólgota. Allí el ego debía obtener nuevos contenidos que fueron tomados del mundo espiritual mismo. Esto lo podemos ver mejor que en cualquier otro sitio, si visualizamos lo milagroso de su tragedia, pero sólo desde la característica del antiguo pueblo hebreo, en el Libro de Job.
Aunque Job, como un hombre justo, se aferra a su Dios y es consciente de que todo lo que tiene proviene de su Dios, experimenta desgracia tras desgracia con respecto a sus posesiones, su familia y a si mismo. Hay algo en las revelaciones de su Dios que podría confundirlo que ahora realmente ese espíritu del mundo se realiza en el yo humano. Llegando hasta el punto de que la esposa de Job no puede entender, por qué, su esposo todavía se aferra a su Dios, y, por lo tanto, le dice las importantes palabras que son de significado incomparable: "¡Maldice a Dios y muérete!" ¿Qué significa eso? Nada más que: si Dios que debe ser la fuente de tu vida te trata de tal manera, maldícelo. De hecho, es cierto que la muerte es el resultado de renunciar a Dios, de modo que quien maldice a Dios se eleva del desarrollo de la vida. Los amigos de Job no pueden entender que, sin haber pecado, porque, sin embargo, resulta que tengan un efecto en una persona justa. El autor mismo puede hacerlo comprensible para nosotros, evidenciando que la justicia del mundo todavía existe, por el hecho de que el afligido Job arrojado a la miseria todavía consiga un substituto en el mundo físico de todo lo que él ha perdido.
En consecuencia, la conciencia de Moisés ya suena en la importante alegoría del Libro de Job, de modo que cuando vemos: El ser humano, se refiere a su yo. Sin embargo, en el momento en que puede errar, para que el yo pueda realizarse en lo físico, pierde - o puede perder - la conciencia de su conexión con la fuente de la vida. Sin embargo, el impulso de Cristo hizo que el equilibrio no estuviera en el mundo físico, sino que a pesar de toda la decadencia y miseria, el dolor y la aflicción, el ser humano pudiese salir victorioso sobre lo físico. Porque en su yo no sólo resplandece la fuente primordial de todo lo espacial y temporal, sino que en su yo puede tomar el poder de la eternidad. Así, las palabras de Pablo "no yo -sino Cristo en mí" querían decir: Moisés llevó a los seres humanos hasta el punto en que entendieron todo lo que vive en el espacio y en el tiempo y que se expresa en el yo humano más característicamente. Uno entiende el mundo si uno lo entiende en su unidad como surgiendo de dicho yo. Sin embargo, si se quiere tomar lo eterno en el yo, no sólo se debe reconocer el sumario de lo temporal, no sólo la unidad de Jahveh con todo lo que se extiende en el espacio y el tiempo, sino la fuente concéntrica de Cristo detrás de cualquier unidad.
Con ello, consideramos a Moisés como el verdadero preparador del cristianismo; Nos damos cuenta de cómo él prepara el recipiente para la autoconciencia humana que debe ser llenado con la sustancialidad espiritual eterna en el futuro, es decir - entendido en el sentido correcto - debe estar lleno de Cristo. Entendemos que Moisés está situado en el desarrollo humano de dicha manera. Justo por tal consideración, la historia gana su sentido más profundo. El hecho de que en este o aquel tiempo estos o aquellos seres humanos aparezcan, que esas fuentes eternas fluyen a través de ellos para que la humanidad avance más su desarrollo, esto causa el sentimiento de la conexión real del ser humano individual con todo el desarrollo humano.
Examinando el desarrollo humano de tal manera, nos decimos a nosotros mismos, entendemos que estamos en un desarrollo vivo. Aprendemos a reconocer lo que, por decirlo así, los espíritus del mundo significan para nuestra existencia, y cómo lo que han significado aparece cada vez más en la vida. Sólo las consideraciones de los más grandes espíritus y acontecimientos del desarrollo del mundo y de la humanidad nos dan esa confianza con la que podemos estar en la total determinación humana de que examinamos la historia del mundo de esa manera y volver a sentir de acuerdo con Goethe que el entusiasmo es lo mejor que la historia puede causar en nosotros. Ese entusiasmo que no se queda sólo en admiración muerta, sino que consiste en el hecho de tomar las semillas del tiempo prehistórico en nuestras almas y  desarrollarlas como frutos para el futuro.

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919