La conferencia de ayer partió del hecho de que en la vida humana cotidiana, se produce en el hombre tal cambio de estados que, desde que se duerme durante la noche, hasta que se despierta por la mañana, el hombre deja en la cama sus cuerpos físico y etérico o vital, y que lo que llamamos el cuerpo astral y el yo se deslizan fuera de la cama. Al mismo tiempo, sin embargo, tuvimos que subrayar que lo que permanece en la cama, -cuerpo físico y cuerpo etérico-, no podrían continuar existiendo si no se introdujesen en ellos una entidad astral y un yo divino-espirituales. En otras palabras: El cambio de estos estados en la vida cotidiana del ser humano, consiste en que por la noche, cuando una persona se duerme, abandona sus cuerpos físico y etérico con su yo y su cuerpo astral humano, pero en su lugar se trasladan a estos cuerpos físico y etérico entidades astrales y yoes divino-espirituales. Cotidianamente pues, se produce la circunstancia de que el propio hombre llena sus cuerpos físico y etérico con su cuerpo astral y su yo. Esto fue lo que expusimos ayer al comienzo de nuestra conferencia.
La otra cosa, sin embargo, fue lo que obtuvimos por medio de una observación exhaustiva de toda nuestra evolución humana a lo largo de las encarnaciones anteriores de nuestra tierra, -Saturno, Sol, Luna-, y también discutimos detalles de esta observación exhaustiva. Nos quedó claro que, con respecto al progreso de nuestro planeta Tierra, se produjo una escisión desde la evolución de la Luna, en la que ciertas entidades, que necesitaban sustancias inferiores, más bajas, por así decirlo, para seguir desarrollándose, se escindieron con la antigua Luna, y que entidades superiores de naturaleza más espiritual se escindieron como una forma más antigua de la evolución solar.
Luego vimos cómo más tarde ambas partes se reunieron, y cómo pasaron juntas a través de un Devacán o pralaya universal, para luego llegar a la evolución terrestre. Esta evolución terrestre procedió de nuevo de tal manera que se produjo una recapitulación de la separación del sol, de modo que durante un tiempo tenemos la tierra más la luna como un cuerpo más grueso y denso, y el sol con seres más elevados y excelsos como un cuerpo especial y más sutil. Vimos que si la tierra hubiera permanecido unida a la sustancia de la luna se habría vuelto árida, endurecida, que toda vida en ella habría muerto o, mejor dicho, se habría momificado. En un momento dado del desarrollo de la Tierra, la Luna tuvo que ser expulsada con lo que hoy contiene. De este modo tuvo lugar un proceso de revitalización, por así decirlo, con aquello que iba a desarrollarse como ser humano. Vimos que aquellas sublimes entidades que habían avanzado sobre el sol no podían tener efecto sobre las sustancias y entidades humanas hasta que la luna se separó, pero que luego pudieron volver a tener un efecto rejuvenecedor sobre ellas, de modo que el desarrollo real de la humanidad sólo fue posible a partir del momento en que la luna se separó de la tierra. Esta separación de la luna significa algo tremendamente importante para toda la evolución, y hoy queremos analizarlo más detenidamente. Por el momento, sin embargo, sólo queremos llamar la atención sobre la forma en que están vinculados, por así decirlo, los dos puntos de partida de nuestras consideraciones de ayer.
Observamos al ser humano tal y como se presenta ante nosotros durante el día. Allí es una entidad compuesta de cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y yo. Ahora miramos al ser humano durante su sueño nocturno, donde yace en la cama con sus cuerpos físico y etérico. Allí la conciencia clarividente ve cómo ciertos seres superiores se trasladan a los cuerpos físico y etérico. ¿Quiénes son estos seres? Tales seres son precisamente aquellos de los cuales hemos podido decir que generalmente tienen su centro de actividad en el sol. Esto no es ninguna imposibilidad. Sólo aquellos que imaginan todo lo espiritual físicamente y quieren aplicar todo lo que es físico al concepto de ser espiritual, podrían decir: ¿Cómo pueden los seres solares que viven en el sol pasar a un cuerpo humano físico y etérico por la noche? Para los seres que están a una altitud tan elevada que habitan en el sol, no existen las mismas condiciones espaciales que para los que están en el mundo físico. Tales seres pueden habitar el sol perfectamente y aún así enviar sus poderes al cuerpo físico del ser humano durante la noche. Así que podemos decir: Durante el día el ser humano está despierto, es decir, habita sus cuerpos físico y etérico. Por la noche duerme, es decir, está fuera de sus cuerpos físico y etérico. Los dioses u otros seres extraterrestres vigilan el cuerpo físico y el cuerpo etérico del hombre durante la noche. Aunque se trate de una expresión semifigurativa, no deja de ser bastante exacta. Así que sabemos de dónde vienen las entidades que tienen que entrar en nuestros cuerpos físico y etérico durante la noche. Y así estos dos puntos se unen para nosotros.
Pero dentro de un momento veremos que estas entidades no sólo tienen su significado en relación con la vida nocturna, sino que gradualmente adquieren significado también en relación con la vida diurna. Pero antes, para darnos cuenta de todo el significado de la separación de la luna de la evolución terrestre, debemos considerar algunas otras cosas. Hoy también queremos observar a los demás seres que nos rodean en relación con su modo de origen.
Si volvemos a observar Saturno, podemos decir: Este Saturno sólo está formado por seres humanos. Todavía no hay en él ningún reino animal, ningún reino vegetal ni ningún reino mineral. Toda la esfera de Saturno está compuesta únicamente por las primeras disposiciones humanas. Al igual que una zarzamora formada por bayas individuales, Saturno estaba formado por seres humanos. Y lo que pertenecía a Saturno lo rodeaba y tenía un efecto sobre Saturno desde el área circundante. Preguntémonos ahora: ¿De dónde vino aquello que dio al ser humano en el antiguo Saturno la primera estructura de su cuerpo físico? En cierto sentido podemos decir que vino de dos lados. Los seres espirituales superiores vertieron primero su propia sustancia. En el antiguo Saturno se hizo un gran sacrificio, y a los seres que realizaron este sacrificio los llamamos «tronos» en el sentido del esoterismo cristiano. El pensamiento humano, e incluso la clarividencia humana, difícilmente pueden sustraerse a ese sublime desarrollo que tuvieron que experimentar los tronos antes de poder sacrificar lo que podía formar la primera constitución para el cuerpo físico humano. Intentemos comprender un poco lo que significa tal sacrificio.
Si observan ustedes a la criatura que mejor conocen, es decir el hombre de hoy, dirán: El hombre, tal como es hoy, exige ciertas cosas del mundo y da ciertas cosas al mundo. Goethe resumió esto muy bellamente en las palabras: «La vida humana fluye en la metamorfosis entre el tomar y el dar». El hombre no sólo debe tomar alimento físico del mundo exterior, su intelecto también debe nutrirse del mundo exterior. A través de esto crece y recibe lo que él necesita para su propio desarrollo. Por medio de esto, sin embargo, también desarrolla la capacidad de dar a su vez lo que madura en ideas y sentimientos y, finalmente, en amor. Al tomar algo del mundo y dar algo más a su entorno, sus capacidades se vuelven cada vez más elevadas. Se convierte en un hombre inteligente e intelectual, puede desarrollar conceptos que puede sacrificar a la vida común de la humanidad. El hombre desarrolla sentimientos y sensaciones que se transforman en amor, y cuando ofrece estos sentimientos y sensaciones a sus semejantes, revitaliza a sus semejantes. Sólo tenemos que recordar cómo el amor revitalizador puede tener un efecto sobre los semejantes, cómo aquel que es verdaderamente capaz de derramar amor sobre sus semejantes puede revivirlos y reconfortarlos y elevarlos sólo con su amor. El hombre tiene el don de sacrificar algo. Pero por mucho que adquiramos en cuanto a esta posibilidad sacrificial, es pequeña comparada con la de los tronos. La evolución, sin embargo, consiste en que un ser adquiere cada vez más la capacidad de sacrificio, hasta que finalmente es capaz de sacrificar, por así decirlo, su propia sustancia y ser, de apreciar como la más alta bienaventuranza el poder dar lo que ha desarrollado como materia y sustancia.
Hay seres tan elevados que sacrificando su propia sustancia ascienden a un nivel superior de existencia. Una mente materialista podrá replicar naturalmente: Puesto que los seres han podido llegar tan lejos como para sacrificar su propia sustancia, ¿Cómo pueden ascender a un nivel superior? ¡Allí se sacrifican, no queda nada de ellos! Esto es lo que dice la mente materialista, pues no puede comprender que exista una vida espiritual en la que dicho ser se conserve, aún cuando renuncie a aquello que había ido absorbiendo poco a poco. Los tronos en Saturno estaban en una etapa tal que podían verter la sustancialidad que habían adquirido durante la evolución anterior. De modo que ellos mismos se elevan a un estadio superior de evolución. Y lo que brotaba de los tronos, al igual que lo que la araña saca de sí misma para tejer su tela, fue inicialmente la base para formar el cuerpo físico humano. Luego se añadió otro tipo de entidad, -no tan elevada como los tronos-, a la cual llamamos los «espíritus de la personalidad», o «fuerzas primigenias», «Arcai» en el sentido del esoterismo cristiano. Estos espíritus de la personalidad trabajaban, por así decirlo, a través de lo que había fluido de los tronos. Y de la cooperación de estas dos entidades surgió la primera estructura del cuerpo físico humano.
Durante un largo período de tiempo, este cuerpo físico humano se fue desarrollando. Luego, tal como mencionamos ayer, vino un pralaya universal o un Devacán universal, después de la cual surgió la segunda encarnación de la tierra, la etapa solar. Los humanos salieron de nuevo y se añadieron otros seres espirituales: estos fueron los «espíritus de fuego» o “arcángeles” en el sentido del esoterismo cristiano y los «espíritus de sabiduría» o «kyriotetes». Ahora tenían que ver sobre todo con el desarrollo ulterior de lo que reaparecía como el cuerpo humano físico. Y ahora los kyriotetes, las dominaciones o espíritus de la sabiduría, podían sacrificar su sustancialidad, y lo que llamamos cuerpo etérico fluyó hacia el cuerpo físico. Junto con los espíritus de la personalidad, los espíritus del fuego o arcángeles trabajaron en dicho cuerpo. Como resultado, el hombre se convirtió en un ser de equivalencia vegetal. Podemos decir: En Saturno el hombre tenía la equivalencia del mineral. Nuestros minerales sólo tienen un cuerpo físico. En Saturno el hombre también tenía sólo un cuerpo físico; por lo tanto, todavía estaba en existencia mineral. En el Sol, el hombre poseía equivalencia vegetal; tenía un cuerpo físico y un cuerpo etérico.
Ahora viene un concepto que debemos adquirir como algo especialmente importante si queremos comprender toda la evolución.
Siempre me gusta decir en este caso que tales sucesos existen, al igual que existen en nuestra vida ordinaria para preocupación y también fastidio de los padres: a saber, que los niños se quedan estancados, sin alcanzar la meta de una clase y tienen que repetir, -lo mismo que en el cosmos. Ciertas entidades no alcanzan la meta de un nivel cósmico. Así, ciertos espíritus de la personalidad que deberían haber alcanzado la meta en Saturno se quedaron rezagados. No habían hecho todo lo que hubiera sido necesario para dar al hombre el valor del mineral y así llevarlo a la perfección en este nivel particular. Durante la etapa sucesiva, tales entidades tuvieron entonces que compensar lo que no habían hecho antes. ¿De qué manera estos espíritus de la personalidad, que se habían rezagado, podían trabajar durante la existencia del sol? Ellos no pudieron crear en el sol, una entidad como debería haber sido el ser humano, una entidad con un cuerpo físico y un cuerpo etérico. Para ello eran necesarios los espíritus de fuego. Ellos, estos espíritus de la personalidad, sólo podían crear en el sol lo que habían creado en Saturno: una estructura física del valor del mineral. En consecuencia, durante el período del sol, y debido a su influencia, surgieron seres que estaban un nivel por debajo. Estos seres formaban ahora un reino inferior en comparación con el reino humano. Estos son los antepasados de nuestro actual reino animal. Mientras que nuestro actual reino humano en el sol ya había progresado hasta el nivel de las plantas, nuestro actual reino animal en el sol tenía el nivel de un ser mineral, sólo tenía un cuerpo físico. Así, al reino humano se le añadió nuestro reino animal.
Así que nos preguntamos: ¿Cuál de todos los seres que nos rodean en la tierra, tiene a sus espaldas el desarrollo más antiguo? ¿Quién es el primogénito de nuestra creación? El ser humano. Y los demás seres llegaron a la existencia gracias a que las fuerzas de desarrollo asociadas al ser humano retuvieron en otra etapa lo que podría haberse convertido en humano, y luego le permitieron convertirse en un ser inferior en una etapa posterior. Si los espíritus retardatarios de la personalidad hubieran hecho en Saturno el trabajo que hicieron en el Sol, el reino animal no habría llegado a existir.
Del mismo modo, -ahora sólo necesito insinuarlo-, durante la luna se produjo lo siguiente: El hombre ascendió recibiendo el cuerpo astral a través de ciertos seres que llamamos ángeles y a través de otros espíritus superiores, a través de los «espíritus del movimiento» - en terminología cristiana: «Dynamis». Como resultado, el hombre se convirtió en un ser animal durante su existencia lunar. Aquellos seres, sin embargo, que habían surgido como un segundo reino durante la existencia solar, recibieron ahora en la Luna en su mayor parte el valor de plantas. Estos fueron los precursores de nuestros animales. Luego vinieron, de nuevo a través de seres espirituales que se habían quedado rezagados de la manera indicada, aquellos seres que hoy pertenecen a nuestro reino vegetal. En el sol no existía el reino vegetal, sólo el humano y el animal. En la Luna se añadió primero el reino vegetal. No había reino mineral en la luna, como ocurre hoy con la tierra sobre la que se asienta todo lo demás. Así que los reinos se desarrollaron poco a poco. El más alto de los reinos, el reino humano, se desarrolló primero. Algo como un paria de este reino humano, algo que quedó atrás es el reino animal. Y lo que quedó aún más atrás se convirtió en el reino vegetal.
Cuando se completó la evolución de la antigua luna, comenzó la evolución de la tierra. Ya hemos descrito cómo, durante esta evolución terrestre, se separaron de la tierra el sol y la luna. Durante este tiempo reaparecieron todas las semillas de los reinos anteriores: el reino animal, el reino vegetal, y finalmente, cuando la luna todavía estaba unida con su sustancia a la tierra, el reino mineral. Precisamente porque se añadió el reino mineral como fundamento sólido se produjo el endurecimiento y la desecación que tanto desolaron la tierra. Pues el reino mineral que hoy nos rodea no es otra cosa que lo que fue desechado por los reinos superiores. Ya he llamado su atención acerca del hecho de que sólo necesitan considerar lo que la ciencia actual reconoce. Entonces podrán imaginar cómo fue gradualmente desechado el reino mineral. Piensen en la hulla, un verdadero producto mineral, que se extrae de la tierra. ¿Qué había sido el carbón hace mucho, mucho tiempo? Habían sido árboles que crecían en la tierra, plantas que perecieron y se convirtieron en masas de piedra, minerales. Lo que ahora se está extrayendo como hulla, una vez fue una masa de plantas. Así que esto es un producto que acaba de ser desechado; originalmente había plantas en lugar de carbón. Así que también podrán imaginar que todo lo demás que forma el suelo y la tierra de nuestro planeta, también ha surgido de reinos superiores. Sólo piensen cómo aún hoy ciertos productos minerales siguen siendo excreciones de seres animales como las conchas de caracolas, mejillones y demás. Todo lo mineral no existía antes; sólo se eliminó con el paso del tiempo. El reino mineral sólo se añadió en la Tierra, y se formó porque tales entidades estaban todavía presentes en la Tierra y seguían trabajando de la misma manera que habían trabajado en Saturno. El reino mineral surgió gracias a la actividad de los espíritus de la personalidad, y tales entidades están activas en todos los niveles superiores. Pero si el desarrollo hubiera continuado de esta manera, se habrían producido tantos impactos minerales, tantos endurecimientos y densificaciones que toda la Tierra se habría vuelto gradualmente desolada.
Ahora llegamos a un punto importante en la evolución de nuestra tierra. Representémonos cómo el sol ya se ha separado, y cómo los seres que ahora son seres espirituales en el sol también se han ido con las sustancias más sutiles. Visualicemos la tierra, cómo se está volviendo desolada, cómo su impacto mineral es cada vez más denso, pero también cómo las formas que hay en ella, incluidas las formas humanas, son cada vez más áridas. Ya entonces se produjo un cierto cambio en los estados de vida de los seres humanos. Me gustaría ilustrar lo que le ocurrió al ser humano en aquella época con el desarrollo de las plantas.
La planta brota de una semilla discreta en primavera, florece y fructifica y vuelve a marchitarse en otoño. Lo que deleita la vista durante la primavera y el verano desaparece en otoño, y todo lo que queda externamente, físicamente, es algo poco visible. Pero si pretendieran creer que nada de la esencia real de la planta está presente durante el invierno, o si la buscaran sólo en la semilla física, entonces entenderían mal la planta. Tal como es hoy, la planta consta efectivamente de un cuerpo físico y de un cuerpo etérico, pero si se la mira con clarividencia, también está rodeada por encima por una entidad astral, como por un reborde. Y esta entidad astral está animada por una fuerza que fluye desde el sol, desde lo espiritual del sol, hacia la tierra. Para la conciencia clarividente, cada flor está rodeada por una nube. Esta nube respira la vida que se intercambia entre el sol y la tierra. Durante la primavera y el verano, mientras las plantas brotan y crecen, algo del ser solar se acerca y rodea a las plantas en la superficie. Cuando llega el otoño, el ser astral se retira y se une a la vida solar. Podemos decir: Lo que es la astralidad vegetal busca en primavera su cuerpo vegetal físico en la tierra y se encarna, si no en ella, al menos por encima de ella. Luego, en otoño, vuelve al sol, dejando atrás sólo la semilla. Deja la semilla como prenda, por así decirlo, para poder volver a su ser físico.
De la misma manera había una especie de intercambio entre los seres humanos físicos y los seres solares, aunque la forma de los seres humanos era todavía primitiva y simple. Y había épocas en que los espíritus solares trabajaban hacia abajo de tal manera que envolvían los cuerpos humanos con astralidad, tal como hoy la astralidad vegetal envuelve las plantas desde la primavera hasta el otoño. Por lo tanto, podemos decir para estos tiempos que el ser astral del hombre estuvo en cierto sentido unido al cuerpo físico en la tierra a lo largo de ciertas épocas, que luego se retiraba al sol y regresaba de nuevo. Sólo quedaba la semilla en lo físico.
Pero la tierra se endurecía cada vez más. Y entonces surgió algo que es de gran importancia y que me gustaría subrayar. Mientras que antes, cuando el sol acababa de abandonar la tierra, todavía era posible para las entidades astrales que salían de la tierra reunirse con el cuerpo físico cuando regresaban después de su separación, la influencia cada vez mayor de la luna endureció este cuerpo de ahí abajo, que las entidades descendentes querían ocupar, hasta tal punto que ya no pudieron hacer nada con él. Ahora les he descrito más detalladamente lo que ayer pude describirles más abstractamente. Dije: Las fuerzas solares perdieron la posibilidad de dar forma a las sustancias de la Tierra. Para decirlo más concretamente, se podría decir que las sustancias se secaron y los seres ya no pudieron encontrar cuerpos adecuados. Esto también provocó la desolación de la tierra, y las almas humanas que querían volver a descender se encontraron finalmente con que los cuerpos ya no les servían. Tuvieron que abandonarlos a su suerte, y sólo los cuerpos con los poderes más fuertes fueron capaces de sobrevivir a este tiempo de desolación. Esta desolación alcanzó su punto álgido cuando la luna aún estaba dentro de la tierra y estaba a punto de salir. Las almas que aún querían ser almas humanas ya no podían ocupar estos cuerpos. Sólo unos pocos humanos seguían habitando la tierra en aquella época. Esta desolación parece una extinción gradual en la tierra. Y se describen las condiciones con bastante exactitud cuando se dice: Cuando la luna salió, sólo quedaron muy pocos hombres capaces de resistir el hecho de que lo que quería unirse con las formas de abajo realmente se unió.
Ahora debo describir estas condiciones con más detalle. Volvamos una vez más al tiempo después de que la evolución de la luna había llegado a su fin y la tierra surgió de nuevo del vientre del universo. Allí no surgió tal como en el antiguo Saturno había surgido, sino que lo que se desarrolló a partir de ella tenía en sí las secuelas de todo lo que había sucedido antes. No sólo la materia física estaba conectada con él, sino también todas las entidades que habían trabajado allí. Que los tronos se unieran a Saturno significa que permanecieron conectados con el conjunto de la evolución; y volvieron a salir cuando la Tierra se levantó de las tinieblas del útero. Del mismo modo, los espíritus de la personalidad, los espíritus del movimiento, etc., y también los gérmenes humanos, animales y vegetales, volvieron a salir, pues todo esto estaba dentro.
Nuestra ciencia física propone hipótesis que son puras fantasías. Hoy en día, en la teoría del origen del mundo, se plantea la teoría de que hubo una vez una gran nebulosa mundial que se extendía más allá de Saturno. Tal nebulosa mundial de meros vapores o gases es una idea fantástica: nunca existió. Si sólo se hubiera podido ver lo que ocurría con ojos físicos externos, entonces se habría podido percibir algo así; se habría visto, en efecto, una enorme masa nebulosa. Pero en esta masa nebulosa había algo que los ojos físicos no habrían podido ver: ¡todas las entidades que estaban relacionadas con esta evolución! El hecho de que todo se organizara y formara más tarde no se produjo por un mero movimiento giratorio, sino por las necesidades de las entidades que estaban conectadas con el todo. Sólo obtendrán una visión sensata de estas cosas cuando se hayan liberado completamente de lo que es hoy la visión escolar, lo que se inculca a nuestros niños desde sus inicios en la escuela. A los niños se les dice que en los viejos tiempos sólo había opiniones e ideas infantiles:
Aquellos pobres indios creían en un Brahma que llenaba todo el universo. Y tal persona, como un antiguo persa, ¡creía en Ormuzd, el dios bueno, y en Ahriman el opuesto a él! E incluso los antiguos griegos, con toda su multitud de deidades, Zeus, Palas Atenea, etcétera. Hoy sabemos que todos estos son seres inventados por la imaginación popular, ¡por la imaginación de un niño! E incluso los dioses de los antiguos germanos, Wotan, Thor, son figuras mitológicas, ¡hace mucho que hemos superado eso! Hoy sabemos que tales dioses no tuvieron nada que ver con el desarrollo del mundo. Al principio había una gran nebulosa primordial en el universo, que empezó a girar. Primero desprendió una bola de su masa. Luego siguió girando; con el tiempo se desprendió una segunda bola, luego una tercera, y así sucesivamente.
Pero estas ideas son sólo la forma de la mitología físico-copernicana actual. Ésta también será sustituida por otra mitología. La única diferencia entre las mitologías anteriores y esta forma actual es que son más verdaderas que las posteriores, que sólo han sacado lo abstracto, sólo lo material completamente externo. Siempre hay que tener en cuenta que es muy conveniente mostrar a los niños lo maravillosamente plausible que es un sistema planetario de este tipo: Se coge una gota gorda, se corta un disco circular de una hoja de cartulina, se atraviesa en la dirección del ecuador, se le clava una aguja desde arriba y se mete en el agua; allí flota. Ahora se empieza a girar el conjunto, «como antes giraba la nebulosa», dicen. Primero se forma un aplanamiento, luego se desprende una gota, una segunda gota, una tercera gota, y queda una gota grande en el centro: ¡Ha surgido un pequeño sistema planetario! Y ahora es bastante plausible: lo que parece a pequeña escala, así también ocurrió a gran escala.
Quienes hacen tal contemplación sólo olvidan una cosa que, en otras ocasiones, puede ser muy agradable olvidar: a sí mismos. Se olvidan que ellos mismos están girando allí arriba. Toda la comparación solo sería válida si un profesor valiente dijera: mientras estoy aquí y giro la pequeña aguja, hay un profesor gigante afuera que se asegura de que todo comience a girar y los planetas se separen, tal como sucedió con la pequeña gota de grasa. En este caso me gustaría seguir adelante.
Sabemos que ningún profesor gigante hace girar la aguja en el exterior, sino que hay seres de todos los grados presentes, y que son estos seres espirituales los que atraen hacia sí la materia correspondiente. Los seres que necesitaban ciertas condiciones de vida atrajeron la materia hacia sí cuando fueron al sol, la tomaron y mediante la fuerza de sus poderes espirituales, formaron el escenario; y a su vez otros seres separaron la sustancia terrestre de sí mismos. Es el espíritu el que actúa hasta la más pequeña partícula material, hasta el átomo, ¡si queremos llamarlo así! Y es falso atribuir un modo de acción a la mera materia. Sólo entonces se comprenderá cómo actúa en la parte más pequeña del espacio, cuando se comprenda que el espíritu actúa en la parte más grande del espacio. Y no el espíritu en general, del que se dice «es espíritu en general en la materia», un «todo-espíritu» o un «espíritu primigenio». Se podría volver a remover cualquier cosa en ello. Pero eso no basta. Hay que reconocer a los «espíritus» en su concreción, en sus detalles y en sus diversas necesidades vitales.
Y ahora quiero decirles algo como suplemento a lo que ya pudimos tocar ayer, al hecho de que el sol se separase de la tierra más la luna, y que luego otra vez la luna se separase de la tierra. Eso es correcto en la relación principal, pero esta imagen debe ser complementada.
Antes de que el sol pudiera separarse, ya era necesario que ciertos seres separaran lugares especiales. Aquello de lo que se separaron aparece hoy como los planetas exteriores Saturno, Júpiter y Marte. Así que podemos decir que Saturno, Júpiter y demás estaban también en la materia general donde estaban el Sol y la Luna, y ciertas entidades se separaron primero con estos cuerpos planetarios. Eran seres que tenían tales necesidades de vida que podían ser satisfechas viviendo en estos planetas. Entonces el Sol se separó con los seres más elevados, dejando atrás la Tierra y la Luna. Esto siguió desarrollándose hasta que la luna fue expulsada de la manera descrita. Pero no todas las entidades que habían salido con el sol pudieron participar en la evolución solar. Si podemos hablar en sentido figurado, -es difícil encontrar palabras para esto en el lenguaje prosaico, por lo que a veces es necesario hablar en sentido comparativo-, entonces podemos decir: Cuando el sol se separó, ciertos seres creyeron que podían soportar tomar parte en la partida del sol. En realidad, sólo los seres más elevados pudieron, los demás tuvieron que separarse más tarde. Y como estos seres crearon lugares especiales para ellos, surgieron Venus y Mercurio. Así vemos la separación de Saturno, Júpiter y Marte antes de la separación del Sol de la Tierra. Después, Venus y Mercurio se separan del Sol, y luego la Luna se separa de la Tierra.
Así es como hemos visualizado este desarrollo en nuestras mentes. Hemos comprendido el desarrollo de nuestro sistema solar de tal manera que tenemos los diferentes seres en los diversos cuerpos planetarios. Cuando hayamos puesto esto delante de nuestra alma, entonces podremos ahora también darnos la respuesta a la pregunta: ¿Qué sucedió con aquellos seres astrales espirituales que, como seres humanos, se nublaron y encontraron abajo cuerpos endurecidos que no pudieron ocupar?
No todos ellos eran capaces de unirse a los espíritus del sol, ni tenían la madurez suficiente para hacerlo. Así que ocurrió lo siguiente: Aquellos seres que tuvieron que dejar los cuerpos en la tierra se retiraron por un tiempo a Saturno, Júpiter y Marte. Mientras la tierra de abajo se volvía desolada, mientras sólo producía cuerpos incapaces de recibir almas humanas, teníamos el hecho de que las almas subían a estos mundos planetarios para esperar allí hasta que llegara el momento en que encontraran de nuevo cuerpos humanos para ellas.
Solo muy pocos, solo los cuerpos humanos más fuertes fueron capaces de absorber almas para salvar la vida durante la crisis lunar. Las otras almas subieron a los otros cuerpos celestes. Y entonces la luna fue expulsada de la tierra. De esta manera, las fuerzas solares pudieron actuar sobre las formas humanas. La forma humana recibió un nuevo impulso y volvió a ser blanda, flexible y plástica; y en estos cuerpos humanos formados plásticamente podían entrar de nuevo aquellas almas que habían estado esperando en Saturno, Júpiter y demás. Mientras que en el pasado estas almas tuvieron que abandonar la tierra, ahora regresan gradualmente después de haberse retirado la luna, habitando los nuevos cuerpos humanos que fueron creados gracias a la renovación. Así que después de la partida de la luna se produce un tiempo en el que surgen nuevos y nuevos cuerpos. Después de la salida de la luna sólo quedan muy pocos seres humanos. La humanidad siempre ha tenido descendencia. Pero cuando las almas bajaron, no pudieron utilizar los cuerpos y dejaron que se marchitaran. La raza humana se fue extinguiendo poco a poco. Pero cuando se produjo de nuevo la revitalización, los descendientes de los humanos que habían sobrevivido a la separación de la luna pudieron acoger de nuevo las almas de Saturno, Júpiter y Marte. La Tierra se fue poblando de almas. Y ahora pueden darse cuenta de lo significativo y profundamente influyente que fue este acontecimiento de la separación de la luna. Con la separación de la luna todo cambió realmente.
Examinemos de nuevo la evolución previa a la salida de la luna. Tenemos que dirigirnos al hombre como primogénito de nuestra creación. Él ya había surgido durante Saturno. Después se añadió el reino animal en el sol, el reino vegetal en la luna y el reino mineral en la tierra. Pero ahora, tras la salida de la luna, las cosas son diferentes. Si la luna no se hubiera ido, todo en la tierra habría muerto. Primero los humanos, luego los animales y finalmente las plantas. La Tierra se habría momificado. La tierra se salvó de esto gracias a la salida de la luna. Todo volvió a la vida y se renovó. ¿Cómo se produjo este renacimiento?
El reino más bajo, el mineral, era el que menos lo necesitaba. En cierto modo el reino vegetal se había secado, pero también fue capaz de revivir rápidamente. El reino animal también fue capaz de desarrollarse gradualmente en cierto sentido. Las formas humanas fueron las últimas en nacer, para absorber las almas que fluían hacia ellas desde las regiones más elevadas del sistema planetario. Así pues, tras la salida de la Luna toda la evolución se invierte. Mientras que antes surgía primero el reino humano, luego el reino animal, después el reino vegetal y por último el reino mineral, ahora es el reino mineral el más capaz de aportar las fuerzas revitalizadoras. Después viene el reino vegetal y se desarrolla progresivamente hacia las formas más elevadas, luego el reino animal, y sólo finalmente el reino humano puede desarrollarse hacia las formas más elevadas. Después de la salida de la luna todo el sentido del desarrollo se invierte. Y aquellos seres que, por así decirlo, pudieron esperar más tiempo para unir su espíritu con su físicalidad, son los que, en el sentido más elevado de la palabra, ascendieron a una esfera más espiritual después de la salida de la luna. Los que habían llegado antes al final de su desarrollo espiritual se quedaron rezagados en un nivel menos perfecto. Después de la salida de la luna, los que aparecen antes se han quedado rezagados. Seguidamente entenderán fácilmente por qué.
Consideremos cualquier alma humana, o cualquier ser espiritual que debido al endurecimiento no haya querido encarnarse hasta ahora. Esto podría tener la siguiente consideración, si lo traducimos de nuevo al lenguaje humano: ¿Debo encarnarme ahora o debo esperar? Supongamos que la luna no lleva mucho tiempo fuera, por lo que las cosas están todavía muy duras. Pero el ser que quiere encarnarse tiene prisa; así que baja en cualquier circunstancia y se conforma con los cuerpos que aún no se han desarrollado lo suficiente. En consecuencia, debe, por así decirlo, permanecer en un nivel inferior. Por contra otro ser se dice a sí mismo: Prefiero esperar más y permanecer en el espacio cósmico durante un tiempo hasta que la tierra haya aligerado y diluido aún más su entidad física. Por lo tanto, tal entidad espera hasta un momento posterior y así consigue trabajar físicamente sobre la entidad en la que encarna, haciéndola físicamente a su imagen. Así, todas las entidades que se encarnan demasiado pronto deben permanecer en niveles subordinados. Mientras que las que pueden esperar llegan a los niveles superiores. Nuestros animales superiores se detuvieron en la fase animal porque tras la salida de la luna no pudieron esperar. Se las arreglaron con los cuerpos que pudieron conservar. Los que lo hicieron más tarde sólo pudieron moldear los cuerpos en las razas humanas inferiores que se extinguían o estaban en vías de extinguirse. Luego llegó un momento justo en el que las almas se unieron a los cuerpos y crearon lo que realmente hizo posible el desarrollo humano.
Así pues, hasta la salida de la luna, vemos una desolación de la tierra, luego tras la salida un renacimiento de las condiciones terrenas, y a partir de entonces se produce de nuevo un descenso de aquellos seres que habían abandonado la tierra porque ésta se había vuelto demasiado mala para ellos. Pero ahora esto no sólo se refiere a los seres que sólo forman al hombre superior, sino a otros seres más que descendieron para cosas muy distintas que las de formar al hombre. También aquí se trata de esperar siempre el momento oportuno para que tal ser pueda tomar cuerpo en la tierra.
Remontémonos a los tiempos de la India. Allí había seres humanos que se encontraban en un elevado estado de desarrollo. Del mismo modo que las almas que descendían de Marte, Saturno y Júpiter buscaban sus cuerpos, los seres superiores buscaban cuerpos más elevados aún para trabajar en el interior del ser humano. Tomemos como ejemplo a los grandes maestros sagrados de los antiguos indios, aquellos seres pusieron a disposición de los Rishis: una parte de su ser; en ellos se instalaron ciertos seres superiores. Sin embargo, otros seres superiores dijeron: No, esperaremos hasta que haya otros seres allí abajo que estén experimentando un desarrollo más elevado. No nos gusta descender todavía, permaneceremos arriba hasta que los seres humanos hayan madurado aún más su ser interior; entonces descenderemos, pues ahora encontramos el ser interior de los seres humanos sólo ligeramente preparado para nosotros.
Luego, durante la civilización persa, ciertos seres superiores se dijeron: Ahora podemos descender al interior humano tal como se ha desarrollado hasta ahora. - Y lo mismo durante el período egipcio.
Pero de entre los seres solares siguió esperando el ser más elevado. Enviando a los santos Rishis sus poderes desde el exterior. Los santos Rishis miraron a aquel a quien llamaban Vishva Karman y de quien decían: Vishva Karman está más allá de nuestra esfera. Él esperó, pues se decía a sí mismo: «El interior humano aún no ha sido preparado hasta el punto de que yo pueda tener un lugar en él». - Es entonces cuando llega la cultura persa. Fue entonces cuando Zaratustra miró al sol y vio a Ahura Mazdao en él. Pero aún así este ser elevado no descendió a la esfera terrenal. Luego vino la cultura egipcia y la cultura del pueblo que más había esperado. Y luego vino la gente que más tiempo había esperado, gente que ya había desarrollado su ser interior a lo largo de muchas encarnaciones. Fue entonces cuando el ser solar miró hacia abajo y vio el interior de aquel hombre que habitaba en Jesús de Nazaret y que había preparado su interior. El más elevado de los seres solares miró hacia abajo y dijo: «Igual que una vez descendieron los seres inferiores para construir los cuerpos, ahora desciendo yo y tomo el interior de la persona que más ha esperado». - Por supuesto, los seres superiores también se habían unido a los seres humanos en el pasado. Pero el que más había esperado tomó al Cristo dentro de sí; en el bautismo en el Jordán estaba tan avanzado que el mismo espíritu que hasta entonces había permanecido en las esferas del espacio del universo pudo descender y unirse con su ser interior. El Cristo había estado en el cuerpo de Jesús de Nazaret desde el bautismo de Juan, porque la individualidad que actuaba a través de Jesús de Nazaret había alcanzado la madurez a lo largo de repetidas encarnaciones para recibir a este elevado espíritu en el cuerpo así espiritualizado.
Este espíritu crístico siempre estuvo ahí. Pero después de la separación de la luna, primero tuvieron que madurar todos los seres. Al principio salieron poco a poco los seres más bajos, que habían sido los menos capaces conforme a su parte espiritual, luego seres cada vez más elevados. Y cuando el hombre pudo desarrollar su ser interior cada vez más alto, y cuando llegó el momento en que Jesús de Nazaret había alcanzado la madurez para recibir al Cristo en su interior, entonces el que tenía la capacidad de visión superior pudo decir: "¡He visto cómo el espíritu descendía sobre él! " Y aquel sobre el que había descendido el espíritu ¿Qué podría decir si dejaba hablar a lo que ahora vivía en su interior? Era el mismo ser que los Rishis conocían como Vishva Karman. ¿Qué habría dicho Vishva Karman sobre sí mismo, no si los Rishis hubieran hablado, sino si él mismo hubiera hablado? Después de todo, él es el alto espíritu solar que trabaja como un espíritu en la luz; él debería haber dicho: ¡Yo soy la luz del mundo! - ¿Qué habría tenido que decir Ahura Mazdao si hubiera querido hablar de sí mismo? ¡Yo soy la luz del mundo! - ¿Y qué dijo el mismo espíritu cuando un ser humano estuvo maduro para recibirlo en sí mismo? ¿Cómo habla ahora desde un ser humano lo que antes estaba en el universo, en el sol? «¡Yo soy la luz del mundo!»
Aquello mismo que había sonado en la tierra desde las alturas del universo como la más íntima característica propia del espíritu cósmico guía, lo oímos resonar desde un ser interior humano, puesto que el mismo ser ha tomado su lugar en un ser interior humano. Allí resuena justamente desde Jesús de Nazaret, como el Cristo en él:
"¡Yo soy la luz del mundo! "
Traducido por J.L.abril,2025