GA145 La Haya 25 de marzo de 1913 El efecto del desarrollo oculto sobre el yo y las envolturas del hombre La Leyenda del Paraíso y la Leyenda del Grial.

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Rudolf Steiner

Conferencia VI
La Haya 25 de marzo de 1913


Hasta ahora hemos considerado los cambios en el cuerpo físico y el cuerpo etérico del estudiante, en la medida en que son experimentados por él en el curso de su esfuerzo por desarrollarse. Si quisiéramos expresar el carácter fundamental de estos cambios, podríamos decir que, en el curso de su desarrollo, se hace cada vez más y mas consciente internamente de sus cuerpos físico y etérico. Con respecto a su cuerpo físico, hemos recalcado que siente que los diversos órganos se vuelven más y más independientes a medida que progresa, se vuelven, hasta cierto punto, más independientes entre sí. Podríamos decir que el cuerpo físico como tal siente como si tuviera más vida dentro; y en cuanto al cuerpo etérico, hemos hecho énfasis en que no solo se siente más vivo, sino que en conjunto aumenta su sensibilidad empapado por una especie de consciencia; porque comienza a simpatizar con el curso de los eventos externos de una manera delicada. Señalamos que en su desarrollo esotérico, el alumno se vuelve más sensible con el transcurrir de la primavera, el verano, el otoño y el invierno; estos se vuelven muy acusados, de modo que los hechos sucesivos del tiempo son más distintos entre sí que en el curso ordinario de la vida; se perciben separadamente y diferentemente. Por lo tanto, podemos decir que el alumno comienza a experimentar con simpatía los procesos en el éter externo. Este es el primer comienzo de la liberación real de su corporeidad. Se vuelve cada vez más independiente de su propia corporeidad cuando realmente comienza a experimentar lo que sucede a su alrededor. Experimentará la primavera, el verano, el otoño y el invierno dentro de sí mismo, por así decirlo; pero a través de este vivir en lo externo, deja de vivir en su propia corporalidad.
Veamos, en la última conferencia, hicimos hincapié en la estrecha asociación de todo esto con una sensibilidad gradual a la propia corporeidad. A medida que nos volvemos más independientes del cuerpo físico, gradualmente lo percibimos como una especie de calamidad; notamos que todo lo que se relaciona meramente con nuestra propia corporeidad se convierte en una especie de reproche. Se obtiene un gran logro tocante al desarrollo superior cuando comenzamos, (en conceptos y sensaciones como los descritos en la última conferencia) a dejar de estar en armonía con nuestra propia personalidad humana; y cuando experimentamos esto en mucha mayor medida, se ha mejorado mucho en cuanto a la experiencia espiritual superior.
En esta conferencia me esforzaré, dando un salto por así decirlo, para fortalecer el progreso de nuestras observaciones, que hasta ahora hemos seguido más desde dentro, tratando primero de describir el punto de vista del ser humano, cuando con su cuerpo astral y su ego ya se ha independizado de sus cuerpos físico y etérico. Hablaremos de las condiciones intermedias en las siguientes conferencias, pero para hacer esto más fácil de entender, hasta cierto punto, presentaré la hipótesis de que "mientras estamos en la mitad del sueño" experimentamos el momento en que nos volvemos clarividente fuera de nuestro cuerpo, y podemos mirar hacia atrás a nuestros cuerpos físico y etérico.
Hasta ahora solo hemos dado unos pasos hacia esta condición, hemos llegado al punto de salir de nosotros mismos en un cierto grado, y así hemos aprendido a experimentar asuntos tales como las estaciones del año y los momentos del día; ahora consideraremos las condiciones que se producirían si, por un lado, tuviéramos el cuerpo físico y el cuerpo etérico, y por el otro, hubiéramos elevado el ego y el cuerpo astral como ocurre en el sueño; y supongamos que pudiésemos mirar hacia atrás a nuestros cuerpos físico y etérico que hemos dejado atrás. Lo que miramos, entonces se nos aparecería con una luz muy diferente de la vida consciente ordinaria. Para la vida ordinaria, mediante nuestra observación cotidiana o mediante la ciencia física externa, observamos nuestro cuerpo material y vemos en él, con cierta justicia en un sentido físico, la cúspide de la creación terrenal. Creamos tantas divisiones en esta creación terrenal que hablamos de un reino mineral, un reino vegetal, un reino animal y el reino humano; y vemos todas las diversas cualidades que se han derramado sobre los diversos grupos de animales, reunidas, por así decirlo, en esta cúspide física de la creación, el cuerpo humano. Veremos que la observación física externa está, de alguna manera, justificada en esta visión, y la presente conferencia no debe dar lugar a la idea de que lo que se puede ver al mirar hacia atrás al cuerpo físico y etérico, si de repente nos volvemos clarividentes mientras dormimos, puede permitirnos llegar a una conclusión final en cuanto al cuerpo físico. Es solo un momento de clarividencia mirando hacia atrás, por así decirlo, firmemente retenido. Tal momento puede dar lugar a lo siguiente: Miramos hacia atrás y lo primero que vemos, por así decirlo, es nuestro cuerpo etérico, que parece algo así como una estructura nubosa articulada, una forma neblinosa que muestra varias corrientes que describiremos con mayor claridad más adelante: una forma maravillosamente construida, que está en continuo movimiento, nunca en reposo o inmóvil en ninguna parte; y luego miramos lo que está incrustado en este cuerpo etérico, es decir, nuestro cuerpo físico. Ahora bien, recuerden que ha quedado dicho que nuestro propio pensamiento debe ser dejado de lado. Por lo que no nos formamos pensamientos propios sobre lo que vemos allí. Primero y ante todo, es un requisito fundamental para esta visión clarividente que debemos dejarnos inspirar por completo, por así decirlo, por los pensamientos cósmicos que fluyen en nosotros. de esta manera contemplamos lo que vemos allí; pero esto trabaja sobre todo en nuestro sentir; afecta nuestro sentir y nuestra voluntad. En cuanto a nuestro pensamiento, cuando realmente hemos alcanzado el distanciamiento al que nos referimos, parece que hemos perdido nuestro propio pensamiento. Por lo tanto, con el sentir que todavía conservamos, miramos hacia atrás sobre lo que está incrustado en la estructura brumosa, en la estructura brumosa en constante movimiento de nuestro cuerpo etérico, es decir: nuestro instrumento físico. Primero tenemos una impresión general. Esta impresión general es tal que que al verlo así nos invade una tristeza infinita, una tristeza terrible. Y debe decirse, queridos amigos, que este sentimiento del alma, esta terrible tristeza, no depende en absoluto de la naturaleza del ser humano particular que lo experimenta, porque es bastante universal. No hay hombre que cuando mire hacia atrás a su cuerpo físico en la forma descrita, yaciendo incrustado en su cuerpo etérico, no le invada una tristeza inconmensurable.
Todo lo que estoy describiendo ahora, se expresa principalmente en los sentimientos, no en el pensamiento. La tristeza inconmensurable y el sentimiento de gran melancolía, se superan cuando miramos hacia arriba a los pensamientos cósmicos que fluyen en nosotros. Estos pensamientos, que no son nuestros, sino pensamientos creativos, tejiendo y trabajando a través del mundo, impulsando luz sobre esta estructura de nuestro cuerpo físico, por la forma en que lo iluminan, nos dicen qué es lo que realmente vemos allí. Nos transmiten que todo lo que vemos es el último producto decadente de un esplendor absoluto, largo tiempo pasado. A través de lo que estos pensamientos nos dicen, recibimos la impresión de que lo que vemos allí como nuestro cuerpo físico es algo que alguna vez fue poderoso y glorioso, ahora seco y marchito; una antigua gloria una vez ampliamente desplegada, nos parece una estructura diminuta y arrugada. Lo que está incrustado en nuestro cuerpo etérico aparece como un último recuerdo de la lejana gloria pasada y endurecida en lo físico. Observamos los diversos órganos físicos que ahora pertenecen a nuestro sistema digestivo, a la circulación de nuestra sangre y nuestro aparato respiratorio; los miramos desde afuera, viéndolos espiritualmente, y he aquí, nos parecen de tal modo que decimos: Todo lo que tenemos ante nosotros en el cuerpo físico es el producto arrugado y seco de seres vivientes que alguna vez existieron, seres vivientes con un ambiente glorioso, ahora marchito y consumido. Y la vida que poseían los pulmones, el corazón, el hígado y demás órganos hoy es solo la última vida decadente de una vida interior primordialmente poderosa. En esta visión clarividente, los órganos adquieren gradualmente la forma que una vez poseyeron. De la misma manera que que solo podemos recordar lejanamente un pensamiento de una manera nebulosa, creciendo hasta convertirse en lo que fue, si nos tomamos la molestia de sacarlo de la memoria, también lo que llevamos dentro, como los pulmones, por ejemplo , y aparece como el recuerdo perdido de un esplendor y gloria primigenios. Sentimos que se remonta como un pensamiento presente a un recuerdo lejano, que luego se va volviendo en lo que antiguamente fue. 


En nuestra visión, los pulmones se convierten en la imagen imaginativa de lo que una vez fue conocido por el ocultista como un símbolo reconocido, que todavía hoy conoce, como símbolo de la forma humana, en la imagen imaginativa del Águila. Y tenemos la sensación de que estos pulmones fueron en tiempos, un ser, que no se pueden comparar con el Águila del mundo animal actual; pues esto, también, representa, los productos decadentes de un ser anteriormente poderoso, que el ocultismo designa como el Águila.
 El ocultista llega, como en un recuerdo cósmico, al Águila que alguna vez estuvo allí. Si miramos hacia atrás al corazón, sentimos de manera similar que este también aparece como un producto seco y arrugado, algo que nos recuerda una pasada gloria; y sentimos que eso nos remonta a tiempos primigenios, a un pasado muy lejano, hasta un ser que el ocultista designa como el León. 


Después, los órganos de la parte inferior del cuerpo aparecen como un recuerdo de lo que en ocultismo se llamaba Toro, un antiguo ser primigenio que alguna vez vivió en un entorno glorioso, ahora tras el curso de la evolución, seco y marchito que aparece hoy como los órganos de la parte inferior del cuerpo.

Así podría esbozarse lo que una vez existió y lo que todavía vemos cuando observamos clarividentemente, estos órganos corporales desde afuera. Solo están bosquejados de forma aproximada; el Toro abajo, el León en el medio y el Águila arriba. Así miramos algo que alguna vez vivió como tres seres gloriosos y vivientes en un pasado primigenio. Ahora dibujaré estos algo más pequeños y solo los dibujaré en el diagrama. (Diagrama 2.)
Alrededor de estos órganos principales también podemos ver a los otros como estaban anteriormente en un pasado primigenio; y lo que aparece de esta manera ante la visión clarividente puede compararse con casi todas las formas en el reino animal terrenal.
Si una vez más volvemos nuestra mirada al cuerpo físico incrustado en el cuerpo etérico, mirando lo que en anatomía se denomina el sistema nervioso, este también aparece como un producto arrugado y seco. El sistema nervioso, que en la actualidad está incrustado en el cuerpo físico, aparece en la visión clarividente retrospectiva como una serie de maravillosos seres parecidos a plantas, incrustados en el cuerpo etérico, seres entrelazados de varias maneras en y a través de los otros seres conocidos por nombres de animales, así que vemos entidades similares a plantas que pasan a través de ellos en todas direcciones. Todo el sistema nervioso no es sino una serie de entidades vegetales primitivas, de modo que realmente vemos algo así como una planta poderosa que se extiende, dentro de la cual habitan los seres animales de los que acabamos de hablar.
Como ya he dicho, estoy relatando lo que se ve con la visión clarividente, que se ha descrito como ejercida en una condición similar a la del sueño; es decir, cuando miramos desde afuera al cuerpo físico incrustado en el cuerpo etérico. Cuando el alumno ve todo esto ante si, entonces dice (es decir, puede decir esto porque, hasta cierto punto, los pensamientos cósmicos brindan esta información e interpretan lo que tiene ante sí), se dice a sí mismo: "Todo lo que yo, como ser humano, tengo dentro de mí es el remanente marchito y arrugado de lo que ahora aparece ante mí clarividentemente como en un recuerdo cósmico." Ahora bien, es importante que el alumno ejerza un auto control continuo, y un auto conocimiento continuo, mientras se desarrolla hasta este punto. El auto conocimiento le permite en este momento tomar conciencia y sentir lo siguiente: 'Estoy fuera de mi cuerpo físico. Lo que se me ha aparecido como mi cuerpo físico incrustado en el cuerpo etérico se ha transformado en mi visión en lo que justo acabo de describir. Lo que contemplo no existe ahora; tuvo que existir en un pasado primigenio para que mi cuerpo físico que está allí abajo pudiera llegar a ser. Para que este producto arrugado pudiera formarse, lo que ahora veo ante mí con visión clarividente tuvo que existir al unisono. "El cuerpo físico causa esta triste impresión porque reconocemos en él el último producto marchito de la gloria anterior, que ahora aparece a la visión clarividente. Les ruego, no interpreten mal lo que estoy a punto de decir; Estoy describiendo hechos, y pronto verán cómo estos hechos, desentrañados, honran constantemente a los sabios guías del mundo; solo tenemos que aprender los hechos, y en las siguientes conferencias dejaré en claro lo que se está tratando. Si la visión retrospectiva se ha llevado hasta este grado de desarrollo, el estudiante se da cuenta de que en el cuerpo astral en el que se encuentra ahora, fuera del cuerpo físico y del cuerpo etérico, no puede hacer otra cosa que reconocerse a sí mismo como un egoísta absoluto, como un ser que no conoce nada salvo a sí mismo, y aprende a reconocer que hay razones suficientes para estar triste. Para que así surja el impulso de saber por qué ha ocurrido esto, por qué todo esto se ha marchitado. Y, ahora surge la pregunta: ¿Quién tiene la culpa de este marchitamiento general? ¿Quién ha hecho la forma que veo clarividentemente ante mí, este maravilloso ser vegetal con la estructura perfecta parecida a la de un animal, que ha convertido esto en el actual producto arrugado, el cuerpo físico? Ahora resuena desde uno mismo como una inspiración interior: '¡Tú mismo has provocado esto, tú mismo! Y el hecho de que se haya convertido en lo que ahora es, se debe a la circunstancia de que has poseído el poder de impregnar toda esta gloria con tu propio ser. ¡Tu ser ha destilado como veneno en esta antigua gloria, y la ha reducido a lo que ahora es! "Así pues, nosotros mismos somos quienes provocamos esto y la posibilidad que seamos un ser tal cual somos, la debemos a la circunstancia de que nosotros mismos sembramos la semilla de la muerte en toda esta gloria y la impregnamos de tal manera que se marchita. Es como si tienen un poderoso árbol que crece magnificamente y alimenta a los diversos animales que viven sobre él, lo perforan para que desde esa zona se comience a secar, se marchite y se arrugue hasta la insignificancia y con él mueran todos los seres que se nutrían de él, por lo tanto, la consumición del cuerpo físico humano se despliega clarividentemente ante ustedes. Esta es la horrible impresión producida por este momento de visión clarividente.
Cada vez más el estudiante se ve impelido en su cuerpo astral a comprender cómo se ha llegado a esto. En este momento realmente se le aparece entre los seres animales arquetípicos, que él aquí percibe ... Lucifer en la parte posterior del jardín, por así decirlo, retorciéndose dentro y fuera. Lo he dibujado en un diagrama: Lucifer en una forma maravillosamente hermosa, en realidad, ¡Lucifer! Aquí, por primera vez, a través de la observación clarividente, conoce a Lucifer, y ahora sabe que esto es lo que le sucedió a las fuerzas, ahora marchitas en el cuerpo físico humano, en el momento en que Lucifer apareció en todo este ser que ahora se le presenta clarividentemente.


Y el estudiante ahora sabe que estuvo presente en ese pasado tan lejano cuando todo esto, que aparece a su visión clarividente, era una realidad; él sabe que entonces sentía pertenecer vívidamente a todo esto; él estaba dentro, este era su reino, y dentro de este reino, Lucifer lo atrajo hacia sí. El hombre quedó unido a Lucifer, con el resultado de que los seres de las jerarquías superiores pulsaban desde atrás en corrientes de fuerza que podrían esbozarse en estas líneas, y presionaban por fuera del ser humano que estaba unido con Lucifer en estas partes hacia el frente, como es visible para la observación clarividente. En esta parte se formaron aberturas; y al contraerse, estas aperturas se han convertido en nuestros órganos de los sentidos presentes. A través de estas aberturas, el ser humano que anteriormente vivía en esta parte fue presionado hacia fuera, porque estaba unido a Lucifer. Y debido a que fue empujado, ahora vive en el mundo fuera de esta estructura y esta estructura se contrajo y ahora es su cuerpo físico.
Ahora imaginen, para tener una idea diagramática, que el cuerpo físico de hoy crece más y más, todos los órganos se vuelven más grandes, todos los órganos de la digestión, la circulación y la respiración se desarrollan como seres vivos poderosos, similares a los animales al hacerse más grandes, y el sistema nervioso se convierte en seres parecidos a plantas, y el ser humano gobierna en esta poderosa estructura. Por otra parte ahora aparece Lucifer y debido a que el ser humano es atraído por Lucifer, los seres que pertenecen a las Jerarquías superiores presionan desde la parte posterior y empujan al ser humano. Debido a esta expulsión del ser humano, toda la estructura se reduce gradualmente a la pequeña dimensión que tiene el cuerpo humano de hoy, y el ser humano, con su conciencia, con plena conciencia despierta, está fuera de su cuerpo. El resultado es que el hombre ya no sabe, como antes sabía, lo que contiene dentro de su cuerpo, solo lo que está afuera. Él ha sido expulsado a través de las aberturas que ahora son los sentidos; hoy está en el mundo de los sentidos, y aquello en lo que vivia en el pasado primigenio se ha marchitado y forma sus partes internas.
Ahora les he dado una idea de cómo, a través de la observación clarividente, el estudiante llega a lo que se llama el Paraíso. De hecho, este era el concepto del Paraíso al que los estudiantes en las escuelas de misterio eran conducidos. "¿Dónde estaba el paraíso?", Pregunta la gente. El paraíso formaba parte de un mundo que ya no está presente en el mundo de los sentidos. El Paraíso se ha encogido, pero se ha multiplicado; porque el Paraíso ha dejado atrás las partes físicas internas del cuerpo humano como sus últimas reliquias; el ser humano mismo, sin embargo, ha sido expulsado de él ya no vive en estas partes internas. Él solo puede aprender a conocerlas por medio de la clarividencia, como hemos visto. Un hombre conoce los objetos que están fuera de él, sabe lo que tiene ante sus ojos y sus oídos. Antes sabía lo que había en su interior; pero este interior era grandioso, era el Paraíso. Intenten ahora formarse una idea de cómo el hombre, al convertirse en un ser que espande su conciencia sobre el mundo sensorial externo, en realidad ha comprimido el mundo en el que vivía antes de entrar en el mundo de los sentidos, en el producto marchito o arrugado de las partes interiores de su cuerpo.
Entonces los seres que primero expulsaron al hombre y luego continuaron trabajando, hicieron uso de Ahriman y otros espíritus, cuya actividad les convertía en buenos, formando los miembros, las manos, los pies y el semblante; estos se formaron y así hicieron posible que el hombre usara este Paraíso encogido por medio de sus manos y pies y lo que pasa a través de sus órganos de los sentidos a las partes interiores de su cuerpo.
Así pues, ante nuestra visión espiritual hemos visto, ampliado a proporciones gigantescas, el cuerpo físico humano, que en su condición presente representa el producto encogido del antiguo Paraíso. Cuando consideramos esto, podemos obtener una ligera idea de cómo la clarividencia realmente progresa. Hemos visto cómo el estudiante al principio se vuelve más y más sensible con respecto a su cuerpo físico y su cuerpo etérico. Y ahora, dando un salto sobre un abismo, hemos visto qué tipo de impresiones surgen cuando, desde afuera, el alumno observa su cuerpo físico incrustado en el cuerpo etérico. Les hablé de que el cuerpo etérico está en continuo movimiento; cuando miramos hacia adentro desde afuera, no vemos realmente nada que permanezca inmóvil, nada está en reposo, todo está en continuo movimiento. Continuamente está sucediendo algo; y cuanto más aprendemos a través del entrenamiento espiritual a observar lo que ocurre, más aumenta la panorámica de estos eventos, por así decirlo, y todo se llena de significado. Así como, de cierta manera, el cuerpo físico se convierte en el verdadero Jardín del Paraíso, también lo que sucede en el cuerpo etérico se convierte en procesos significativos.
Ahora trataremos de describir de manera general qué hechos y procesos se deben observar cuando miramos el cuerpo etérico y retiramos nuestro foco de atención del cuerpo físico. Bueno, realmente solo podríamos ver el cuerpo físico clarividentemente del modo que describí, si de repente despertásemos clarividentemente del sueño más profundo. Entonces, el cuerpo físico se expandiría hasta la estructura descrita. Pero el cuerpo etérico puede, en cierto sentido, ser visto más fácilmente; de hecho, puede verse si tratamos en cierta manera de aprovechar el momento de ir a dormir, de tal modo que no pasemos de inmediato a la inconsciencia, sino permaneciendo conscientes por un tiempo después de haber, (con el cuerpo astral y el ego), abandonado el cuerpo físico y el cuerpo etérico. Entonces observamos principalmente el cuerpo etérico y vemos las conmovedoras realidades en el cuerpo etérico en forma de sueños muy intensos. Después nos vemos separados, como por un profundo abismo, de lo que sucede en el cuerpo etérico; solo que ahora vemos todo, no como sucediendo en el espacio, sino como eventos en el tiempo. Cuando estamos fuera de nuestro cuerpo etérico, tenemos que percibir estas experiencias de movimiento en el cuerpo etérico, como si hubiéramos vuelto a deslizarnos nuevamente en el con nuestra conciencia.
Por lo tanto, debemos sentirnos como si estuviéramos separados de nuestro cuerpo etérico por un abismo lleno, por así decirlo, de éter, del éter cósmico universal; como si estuviéramos situados en la orilla más lejana del cuerpo etérico, y allí tuvieran lugar varios procesos. Y como, en este caso, todos estos procesos tienen lugar en el tiempo, nos sentimos como un hombre errante regresando a nuestro propio cuerpo etérico. En realidad, nos alejamos cada vez más de el, pero en nuestra conciencia clarividente nos acercamos a el. Y al acercarnos a este cuerpo etéreo sentimos que nos acercamos a algo que nos empuja hacia atrás. Llegamos, por así decirlo, a una roca espiritual. Entonces es como si nos permitieran pasar a algo. Al principio estamos afuera, y luego es como si nos hubieran dejado pasar al interior de algo, parece como si hubiéramos estado afuera y ahora estuviéramos dentro, pero no de la manera en que habíamos estado dentro de él durante el día. Todo depende de haber estado afuera con el cuerpo astral y el ego, y solo mirando adentro; es decir, solo estamos dentro del cuerpo etérico con nuestra conciencia. Y ahora podemos ver qué está sucediendo dentro de el.
En cierta modo, todo cambia justo cuando el cuerpo físico se transfiere al Paraíso; pero lo que sucede dentro del cuerpo etérico está en una relación aún más interna con los procesos cotidianos en el hombre. Consideremos qué significa realmente dormir, qué significa este "estar fuera del cuerpo físico y del cuerpo etérico". Porque hemos asumido que el poder clarividente se ejerce en este momento a través de la persona que se vuelve repentinamente clarividente durante el sueño, o permaneciendo conscientemente clarividente al quedarse dormida. ¡Consideremos qué es el sueño! Aquello que impregna los cuerpos físico y etérico con la conciencia, está ahora afuera; dentro del cuerpo solo tienen lugar procesos vegetativos: todo se hace para restaurar las fuerzas consumidas durante el día. Y percibimos todo esto, percibimos cómo se renuevan las fuerzas de lo físico, particularmente las del cerebro; pero no vemos el cerebro como lo hace el anatomista; vemos cómo el hombre del mundo físico, del que hacemos uso para nuestra conciencia durante nuestra condición de vigilia, vemos cómo este hombre, que de hecho ha sido abandonado por nosotros, pero el cual, claramente muestra que él es nuestro instrumento, yace encantado en un castillo, por así decirlo. Simbolizado por el cerebro que se encuentra dentro del cráneo, nuestra naturaleza humana en la tierra se asemeja a un ser encantado que vive en un castillo. Vemos esta humanidad nuestra como un ser encarcelado y encerrado por muros de piedra. El símbolo de esto, el símbolo encogido, por así decirlo, es nuestro cráneo. Lo vemos externamente como una pequeña calavera. Pero cuando miramos las fuerzas etéricas que yacen en su base, el hombre terrenal realmente se nos aparece como si estuviera dentro del cráneo, y encarcelado en este castillo. Y luego, desde las otras partes del organismo, fluyen las fuerzas que sostienen a este ser humano que está realmente dentro de la calavera como en un poderoso castillo; las fuerzas fluyen hacia arriba; primero la fuerza que proviene de aquello en el organismo que es el instrumento extendido del cuerpo astral humano; allí fluye todo lo que hace al ser humano ardiente y poderoso a través de sus fibras nerviosas. Todas estas corrientes confluyen en el cerebro terrenal; esto aparece como una espada poderosa que el ser humano ha forjado en la tierra.
Después, fluyen las fuerzas de la sangre. Estas, a medida que aprendemos gradualmente a sentir y a reconocer, aparecen como aquello que realmente hiere al cerebro: el hombre que yace en el castillo encantado del cráneo. Las fuerzas que en el cuerpo etérico fluyen hasta el ser humano terrenal que yace en el castillo encantado del cerebro son como la lanza sangrienta. Y entonces llegamos a una percepción única. Esto es, que somos capaces de observar todo lo que puede fluir hasta las partes más nobles del cerebro. Antes de esto, no tenemos la más mínima idea de ello.
Por lo tanto, ven que desde un punto de vista diferente, he ido a parar a lo que ya había mencionado en estas conferencias. No importa cuánto alimento animal pueda comer un ser humano, es inútil para una determinada parte de su cerebro, es simplemente lastre. Otros órganos pueden nutrirse de ese modo, pero en el cerebro hay algo a partir del cual el cuerpo etérico rechaza de inmediato todo lo que tiene procedencia animal. Es mas, el cuerpo etérico incluso rechaza desde una parte del cerebro, desde una parte pequeña y vital del cerebro, todo lo que proviene del reino vegetal y solo permite como valioso el extracto mineral, allí este extracto mineral entra en contacto con lo más puro de entre aquello que nos llega a través de los órganos de los sentidos. Lo más puro de la luz, el sonido más puro, el calor más puro, entran aquí en contacto con los productos más puros del reino mineral; porque la parte más vital del cerebro humano se nutre de la unión de las impresiones sensoriales más puras con los productos minerales más puros. El cuerpo etérico separa de esta parte más noble del cerebro humano todo lo que proviene de los reinos vegetal o animal. Pero todas las cosas que el ser humano toma como su comida también pasan; puesto que el cerebro también tiene partes menos nobles. Estas se nutren de todo lo que fluye, de aquello mismo de lo que se nutre todo el organismo. Sólo la parte más noble del cerebro debe nutrirse de la unión más hermosa de las percepciones sensoriales y la parte más alta del extracto mineral purificado. Ahora aprendemos a reconocer una maravillosa relación cósmica entre el hombre y el resto del cosmos. Ahora podemos ver, por así decirlo, una parte del hombre en la que percibimos cómo el pensamiento humano, por medio del instrumento del sistema nervioso que sirve al cuerpo astral, prepara la espada para la fuerza humana en la tierra; allí nos familiarizamos con todo lo que está mezclado con la sangre y, en cierta medida, contribuye a matar lo más precioso del cerebro. Y esta cosa más noble en el cerebro se sostiene siempre por la unión de las percepciones sensoriales más delicadas con los productos más puros del reino mineral. Y después, durante el sueño, cuando el pensamiento no está haciendo uso del cerebro, fluyen al cerebro los productos que se han formado más abajo en las partes internas de los reinos vegetal y animal.
Por lo tanto, cuando penetramos en nuestro propio cuerpo etérico, es como si hubiéramos alcanzado un abismo, y al otro lado de él pudiésemos ver lo que sucede en el cuerpo etérico; y todo esto se nos apareciese en poderosas imágenes representando los procesos del hombre espiritual durante el sueño. El yo y el cuerpo astral, el hombre espiritual, descienden al castillo, que está formado por aquello que solo se ve simbólicamente en el cráneo. Aquí el ser humano yace dormido, herido por la sangre, el hombre de quien vemos que los pensamientos son su fuerza, ese que debe ser capaz de nutrirse de todo lo que proviene del reino de la naturaleza, ese que en sus partes más puras debe ser nutrido con lo mejor, eso que hemos descrito. Todo ello representado simbólicamente da como resultado la leyenda del Santo Grial. Y la leyenda del Santo Grial nos habla de esa comida milagrosa que se prepara a partir de las mas puras actividades de las impresiones sensoriales y de las mejores actividades de los extractos minerales, cuyo propósito es alimentar la parte más noble del hombre a lo largo de la vida que él consume en la tierra; porque cualquier otra cosa le mataría. Este alimento celestial es lo que está contenido en el Santo Grial. Y aquello que por otra parte tiene lugar, aquello que pulsa desde los otros reinos, lo encontramos claramente representado si retrocedemos a la leyenda original del Grial, donde se describe una comida sobre la mesa, ante la cual se pone un impedimento. La penetración en el cerebro donde siempre flota el Grial, es decir, el recipiente para la comida más pura del héroe humano que se encuentra en el castillo del cerebro y que todo lo demás le produce la muerte, todo esto está representado. La mejor presentación de esto no es la de Wolfram, sino que está mejor representada de una manera exotérica externa (porque casi todos pueden reconocer, cuando su atención ha sido dirigida a ello, que esta leyenda del Grial es una experiencia oculta que cada se humano puede volver a experimentar todas las noches) y está mejor representado, a pesar de la profanación que se ha vertido allí, por Chrestien de Troyes. El cual puso en una forma exotérica lo que deseaba decir, pero esta forma exotérica insinuaba lo que deseaba transmitir, ya que hace referencia a su maestro y amigo que vivía en Alsacia, quien le dio el conocimiento esotérico que puso en forma exotérica. Esto tuvo lugar en una época en la que era necesario hacer esto, debido a la transición indicada en mi libro, "La guía espiritual de la humanidad". La leyenda del Grial se hizo exotérica en 1180, poco antes de la transición.
En el mundo exterior, estas cosas todavía parecen ideas fantásticas, porque la única realidad reconocida por el hombre del presente es la que está fuera de él. El hombre se reconoce a sí mismo como la cúspide de la creación en su sentido más elevado, cuando ve su cuerpo físico en su grandeza original y sublime; y cuando ve su cuerpo etérico trabajando internamente sobre su cuerpo físico para que vuelva a despertar a la vida aquello que ha sido herido y asesinado por el aguijón del que he hablado como procedente de la sangre. El cuerpo etérico trabaja sobre eso, (hasta donde sea posible) para volver a despertarlo a la vida de inmediato; lo mantiene a lo largo del período de su vida humana, aunque, cuando nace, ya está condenado a muerte. Esto hace que el cuerpo etérico libere una pequeña porción del organismo humano, de todo lo que proviene de los reinos animal y vegetal, conservando solo el más puro extracto mineral y poniéndolo en contacto con las impresiones más puras del mundo externo de los sentidos. Si esto realmente es lo suficientemente sentido en lo mas profundo, nos permite ver esta parte más noble del organismo humano como el Santo Grial multiplicado. Hoy deseaba mostrarles con estas dos indicaciones cómo aparecen las imaginaciones típicas y cómo, para la verdadera clarividencia, la visión del cuerpo físico gradualmente pasa a la imaginación. Y estas dos, la Imaginación del Paraíso y la Imaginación del Grial, pertenecen a las imaginaciones más sublimes que es posible experimentar, al menos en este período terrestre.

Traducida por Julio Luelmo ago. 2015

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919