índice
RUDOLF STEINER
Hablar y respirar correctamente. Desarrollar la honestidad interior en el pensar.
Dornach, 7 de julio de 1923
CONFERENCIA - 10 :
En la última conferencia les expliqué que hoy en día el ser humano no puede reconocer nada, porque el pensar actual no es adecuado para ello. Antiguamente, incluso hace mil o mil quinientos años, quien quería aprender a pensar primero tenía que formar su pensar. No se creía que con el pensar habitual se pudiera comprender de alguna manera el mundo espiritual, y existía una especie de entrenamiento del pensar. Hoy en día, con toda la educación que tenemos, no se incita al ser humano a formar su pensar de ninguna manera. Por eso, en realidad, no puede pensar.
Primero se lo explicaré con un ejemplo que habrán podido leer estos días en el periódico.
Un sueño recurrente es el de volar. Soñamos que volamos, flotamos o caemos, y muy a menudo después de acostarnos.
Todos ustedes conocen este hecho, y seguramente todos han tenido alguna vez un sueño en el que volaban. Ahora alguien que solo está acostumbrado al pensamiento científico quiere explicar esto. Enseguida verán que con este tipo de pensamiento no se llega a ninguna parte cuando se trata de este tipo de cosas.
Este sueño de volar es provocado por una contracción real y brusca del cuerpo.
Entonces, ¿qué cree ese hombre? Cree que cuando uno se está quedando dormido, el cuerpo se estremece. Pero yo le pregunto: ¿no se ha estremecido usted a menudo estando despierto? ¿Cuándo se estremecen uno? Creo que uno se estremece cuando sufre un susto, cuando experimenta algo que le aterroriza y quizá le causa miedo, algo que le sorprende terriblemente en ese momento. Entonces uno se estremece. También puede estremecerse, por ejemplo, cuando está paseando por ahí y de repente ve a una persona que cree que está en América. Cuando uno la ve, se sobresalta porque se sorprende. Pero nunca se imaginará, cuando empiece a encogerse, que está volando. Ni siquiera en sueños se le ocurriría pensar que, al encogerse, está volando. Así que ya ven de qué tipo de pensamientos confusos se parte cuando se cree que se puede tener la idea de volar al encogerse el cuerpo. De ello se desprende que el ser humano se hace ideas, pero en el momento en que se quiere explicar algo sobre el ser humano con ellas, no encajan en absoluto. Estos pensamientos encajan mientras se experimenta en el laboratorio con materiales inertes, pero en el momento en que se quiere explicar algo, ya no encajan.
La causa de la contracción radica en el diferente comportamiento de la tensión muscular cuando estamos despiertos y cuando nos dormimos. Cuando estamos despiertos, los músculos del cuerpo reciben constantemente flujos de energía del sistema nervioso central...
Por lo tanto, él supone que cuando estamos despiertos, los nervios envían constantemente corrientes eléctricas, flujos de energía, a los músculos.
... que tensan los músculos lo necesario para mantener la fuerza y la coordinación necesarias. Mientras dormimos esta tensión muscular desaparece en su mayor parte. Y dado que en la primera parte del periodo de sueño...
-es decir, justo al conciliar el sueño-,
...la actividad refleja de la médula espinal aumenta, el proceso de relajación muscular, o más bien el estímulo que ejerce sobre la médula espinal, se asemeja ligeramente a ese reflejo de sobresalto.
- Entonces, ahora se debe ejercer un estímulo sobre el sistema nervioso en la médula espinal; este debe seguir actuando y tensar los músculos con más fuerza.
Es decir, la contracción del cuerpo. Otras sensaciones orgánicas reales pueden influir aún más directamente en la sensación de volar, flotar en el aire o nadar: en particular, los movimientos rítmicos de elevación y descenso de los músculos respiratorios y el tórax.
- Ahora piensen, cuando empiecen a jadear y el pecho se tense, si alguna vez ha tenido la sensación de estar volando. Entonces se siente aún más pesado, -
así como la desaparición de las sensaciones de presión y resistencia del soporte que tenemos cuando estamos despiertos en todas las partes del cuerpo que descansan sobre una superficie.
Bueno, señores, vean, cuando uno camina, estando despierto, se encuentra sobre una superficie muy pequeña; tiene la sensación de que camina sobre las plantas de los pies. Y cuando uno está sentado despierto, tiene una superficie de apoyo algo mayor que la planta de los pies. Porque incluso si se suma esta superficie de apoyo a la superficie de la planta de los pies, sigue siendo pequeña en comparación con el espacio que se ocupa cuando se duerme. Ahora bien, el señor dice: «La presión de la superficie de apoyo desaparece». ¡Hay una mayor presión de la superficie cuando uno se acuesta y se duerme que cuando camina o está sentado despierto! Así que ya ve cómo con este razonamiento se llega a afirmar tonterías. ¡Y eso es la ciencia actual sobre el ser humano!
Lo que él quiere decir es que hay corrientes eléctricas que entran en los nervios. Que éstas son más fuertes cuando se duerme, los músculos se contraen y por tanto se tiene la sensación de estar volando, es decir, se cree que se está volando; ¡o se caen los documentos mientras se duerme! En realidad, es increíble lo que se dice aquí.
También desaparecen las sensaciones de presión y resistencia del soporte que tenemos al estar despiertos en todas las partes del cuerpo que descansan sobre una superficie.
Es increíble que a nadie se le ocurra objetar que, al fin y al cabo, durante el sueño descansamos sobre una superficie mucho mayor. Pero no lo hace porque el pensamiento actual, cuando no afirma semejantes disparates, no ofrece ninguna explicación.
Ahora vamos a aclarar algunas cosas, porque así verán cómo se llega al conocimiento de un mundo espiritual superior, lo que realmente ocurre cuando el ser humano se duerme.
Primero quiero describírselo de forma muy gráfica. Ya saben que solo se trata de una ilustración. Pero supongamos que tienen aquí el cuerpo físico de una persona (se dibuja). En este cuerpo físico de la persona se encuentra ahora, de forma separada, el cuerpo etérico, el cuerpo suprasensible; lo dibujaré en amarillo. Así que está ahí dentro, lo llena. Por lo tanto, es invisible.
 |
pizarra 1 |
Estos dos cuerpos, el cuerpo físico y el cuerpo etérico, permanecen en la cama mientras dormimos. Ahora bien, cuando estamos despiertos, en estos dos cuerpos se encuentra también el cuerpo astral, —lo dibujaré así, pintándolo de rojo—, y, además, en su interior se encuentra el yo, el cuarto miembro. Quiero dibujarlo de forma más difusa. Así es el ser humano despierto: cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y yo; todos ellos están entrelazados.
Veamos ahora al ser humano dormido. En la cama solo tiene el cuerpo físico y el cuerpo etérico. Fuera de la cama están el cuerpo astral, que ha salido, y el yo, el cuerpo del yo. Lo que ha quedado en la cama es como una planta, porque la planta también tiene un cuerpo físico y un cuerpo etérico. Si la planta no tuviera cuerpo etérico, sería una piedra. No viviría, no crecería. Así pues, lo que permanece en la cama es como una planta. La planta no piensa. Lo que permanece en la cama, como ustedes saben muy bien, tampoco piensa en el sentido de que el pensamiento sea consciente. Los pensamientos están ahí dentro, como les expliqué el otro día, incluso más claros que los pensamientos que utilizamos cuando somos conscientes, pero los pensamientos conscientes no están ahí. Es como en la planta.

Pero ahora, estando fuera, el ser humano es tal que ya no puede sentir ninguna limitación. Incluso pueden explicar de dónde viene eso, que cuando salimos del cuerpo, la conciencia desaparece inmediatamente. Porque cuando están dentro de su cuerpo, tienen que hacer que su cuerpo astral sea tan grande como el cuerpo físico. Cuando sale, el cuerpo astral comienza de repente a hacerse enorme, a expandirse en todas direcciones, porque el cuerpo físico ya no lo atrae, ya no lo hace pequeño. De modo que en el momento en que se duerme, sale de su cuerpo físico y se hace cada vez más grande.
Ahora imagínense que se toman un vaso, —para que no parezca que estoy defendiendo el alcohol, ya que, como saben, se ha convertido en un tema delicado en Suiza—; quiero decir: toman un vaso de agua con un poco de zumo de frambuesa. Si añaden un poco de zumo de frambuesa a un vaso de agua, obtienen el sabor del zumo de frambuesa. Pero imagínense que, en lugar de un vaso, toma un recipiente tan grande que cabe cinco botellas de agua, y le echa solo la misma cantidad de zumo de frambuesa que antes echaba en el vaso y lo remueve bien. El zumo de frambuesa tiene que extenderse por mucha más agua, por lo que el sabor a frambuesa es menor. Cuando era pequeño, crecí cerca de una tienda de vinos; allí había bodegas con barricas de cuatrocientos cubos de vino. Si lo hubieran llenado con agua, es decir, un barril con cuatrocientos cubos llenos de agua, en lugar de vino, y hubieran añadido un poco de zumo de frambuesa y lo hubieran mezclado todo, habrían podido beber el agua y no habrían notado el sabor del zumo de frambuesa. Eso está claro. Ahora bien, mientras el cuerpo astral sea tan pequeño como el cuerpo físico, es como el zumo de frambuesa en un vaso de agua: el cuerpo astral solo se expande hasta donde llega el cuerpo físico. Cuando sale durante el sueño, el cuerpo físico ya no lo contrae, por lo que el cuerpo astral se expande como el zumo de frambuesa en los cuatrocientos cubos de agua. Y por eso ya no tiene conciencia en este cuerpo astral, porque la conciencia surge cuando el cuerpo astral se contrae.
Ahora también recibirán una explicación correcta de lo que sucede cuando nos dormimos. Mientras estamos despiertos, nuestro cuerpo astral está dentro de nuestros dedos, dentro de nuestros dedos de los pies; el cuerpo astral está dentro de todos nuestros músculos. Cuando sentimos el cuerpo astral en nuestros músculos, tenemos la sensación de que dependemos del cuerpo físico. El cuerpo físico es pesado. Sentimos la pesadez del cuerpo físico. En el momento en que salimos, dejamos atrás el cuerpo físico con su pesadez. En ese momento, antes de que la conciencia se desvanezca en el sueño, ya no nos sentimos pesados. No sentimos que caemos, porque nos elevamos; más bien sentimos que flotamos. Este crecimiento, este no estar ya atados al cuerpo físico, lo sentimos como volar o nadar. Podemos movernos libremente hasta que la conciencia se desvanece y nos quedamos completamente dormidos.
Entonces, ¿qué dice el científico naturalista actual? Dice: contraemos los músculos. Cuando los contraemos, ¡sentimos nuestros músculos más de lo habitual! No imaginamos que estamos volando, sino que, al contraerlos, nos sentimos aún más ligados al cuerpo físico. Piénsenlo: cuando alguien está de pie y se sorprende, abre la boca. ¿Por qué? Porque está tan presente en sus músculos que ya no puede controlarse. Así que precisamente esta contracción y esta vida en los músculos es lo contrario de lo que sentimos al dormirnos. Al dormirnos, salimos precisamente de nuestros músculos. Por lo tanto, no se trata de contraer los músculos, sino de que estos se relajen. Cuando nos acostamos y estamos sobre una superficie más grande, no necesitamos mantener los músculos unidos con nuestro cuerpo astral; se relajan. Y no porque se tensan más, sino porque se relajan, porque ya no tenemos que ejercer ninguna influencia sobre los músculos, por lo que creemos estar libres de ellos y nos elevamos con nuestro cuerpo astral más ligero.
Ahora recuerden lo que les dije la última vez:
Hay que aprender a pensar al revés. Aquí lo ven: quien piensa como se suele pensar actualmente, cuando quiere explicar algo a las personas, obtiene lo contrario de lo que es verdad. Por lo tanto, primero hay que acostumbrarse a pensar correctamente, de manera que también se pueda pensar lo contrario de lo que es físico. La gente ha perdido la costumbre de pensar correctamente, de pensar de manera que se pueda entrar en lo espiritual con el pensar.
Hoy en día hay muchas personas que hablan nuestro idioma, y nuestro idioma también tiene la palabra «espíritu», pero las personas ya no pueden imaginarse nada bajo el concepto de espíritu. Solo pueden imaginarse algo físico. Y ahora, como ya han visto, si se quiere imaginar lo espiritual, hay que llegar a algo que no tiene propiedades físicas, algo que no se ve en lo físico. Ahora bien, el pensar de las personas de hoy en día está tan corrompido que también quieren ver lo espiritual de forma física. Por eso se convierten en espiritistas. Verán, el cuerpo físico puede mover una mesa. La gente dice: si puedo mover una mesa, entonces existo. Si un espíritu debe existir, también debe poder mover una mesa. - Pues bien, entonces empiezan a mover mesas y, a través de ello, se convencen de la existencia del mundo espiritual. Esto se debe a que el pensar está torcido, deformado. El pensar es materialista; también quiere que el espíritu esté presente de manera física. El espiritismo es lo más materialista que existe. Solo hay que comprenderlo primero.
Ahora, quizá alguno de ustedes diga: «Pero yo ya estaba allí cuando la gente se sentó alrededor de la mesa, empezó a formar una cadena con las manos y entonces las mesas se movieron, saltaron y todo lo demás, todo lo posible». Lo externo es cierto: pueden sentarse alrededor de una mesa, pueden formar una cadena y, en determinadas circunstancias, la circunstancia puede hacer que la mesa se mueva. Pero verán, eso es precisamente como cuando provoqué un gran movimiento con otro pequeño movimiento. Imagínense, por ejemplo, que tiene un tren con una locomotora y un maquinista en la parte delantera. El maquinista no se baja de la máquina para colocarse en la parte trasera y ayudar a empujar. Probablemente no conseguiría poner en marcha un tren rápido de esta manera. Como saben, el maquinista solo hace un movimiento muy pequeño y el tren rápido avanza muy rápido, mientras que la máquina realiza muchos movimientos. ¿Por qué? Porque la conmutación se produce de la manera correcta. Un pequeño movimiento provoca un gran movimiento de forma física.
Es un proceso puramente físico cuando las personas alrededor de la mesa forman una cadena y comienzan a hacer pequeños movimientos y cosas por el estilo. Y he aquí que estos pequeños movimientos se transmiten a través de la materia, —que está diseñada de manera tan ingeniosa—, y se convierten en grandes movimientos. Al principio, se trata de un proceso físico completamente normal.
Si hay alguien que tiene algún pensamiento en su subconsciente, estos pensamientos se transmiten a las yemas de los dedos, que se mueven. De esta manera, se obtienen respuestas y se pueden leer en el alfabeto. Pero lo que se obtiene como respuesta siempre está presente en el subconsciente de alguien que está allí, por muy ingeniosa que sea la respuesta. Ya les he explicado que el ser humano, cuando entra un poco en el subconsciente, es mucho más ingenioso de lo que es en su conciencia. Esto también se manifiesta en el movimiento de la mesa. Así pues, el hecho de que la gente se haya vuelto espiritista es precisamente una prueba de que el materialismo es grande en nuestra época.
Con el pensar habitual no se puede llegar en absoluto a ninguna explicación que tenga alguna relación con el ser humano. Como han visto, en el artículo de periódico que he citado hoy, alguien intentaba explicar un sueño, el sueño de volar. ¡Lo explica justo de la manera contraria a como debería explicarse! Pero la gente ya no es capaz de estudiar algo tan interesante como esto. Ya les he hablado a menudo sobre los sueños; hoy quiero volver a destacar algunos hechos importantes.
Imagínense que alguien sueña que está caminando por una plaza en Basilea. Pero de repente se encuentra, —en los sueños eso es posible, ¿no? En los sueños es así—, con una valla delante de él. La valla tiene listones, uno aquí, otro allá, otro más allá, este falta, hay un hueco, aquí hay otro listón, otro falta. Y ahora sigue soñando que quiere saltar por encima de esta valla y se clava en el listón, y eso le duele. Entonces se despierta y se da cuenta de que no se ha clavado nada, ¡sino que tiene un terrible dolor de muelas! Tiene dolor de muelas y se despierta con ese dolor. Su dentadura tiene un hueco arriba, y luego tiene otro hueco aquí arriba. Eso es lo que ha visto como una valla con listones que faltan. Eso se corresponde exactamente con su dentadura superior, con los dientes que le faltan. Entonces se toca un diente, y es precisamente el que le duele. Se ha vuelto hueco y le duele. Se puede tener realmente un sueño así.
¿Pero qué ha pasado allí? Todo el proceso ha tenido lugar en la vida despierta. Se puede decir: mientras dormía, era feliz, no sentía mi absurdo dolor de muelas. Sí, ¿por qué? Porque estaba fuera con su cuerpo astral. El cuerpo físico y el cuerpo etérico no sienten el dolor de muelas. Uno puede golpear una piedra como quiera, romper un trozo, pero la piedra como tal, como piedra individual, no lo siente. También puede arrancar la planta, pero ella no lo siente porque aún no tiene cuerpo astral, solo tiene cuerpo etérico. Seguramente ustedes dejarían de arrancar rosas y flores en el prado si las plantas silbaran siempre como las serpientes, porque les duele. Pero a las plantas no les duele. Y el ser humano es como una planta cuando duerme. Mientras duerme, no le duele el diente. Cuando uno se desliza con este cuerpo astral, al entrar llega a la dentadura. Primero se está dentro de la dentadura. Pues bien, solo cuando se está completamente dentro del cuerpo se siente lo que duele en el cuerpo. Si aún no se está completamente dentro, lo que duele se percibe como algo externo, ajeno a nosotros.
Imaginen que enciendo una cerilla. Veo cómo se quema. Si estuviera dentro, no solo lo vería a través de mi cuerpo astral, sino que lo sentiría como un dolor. Mientras no esté completamente dentro de mi cuerpo, sino que apenas me deslice dentro de mi dentadura como en un cuerpo externo, lo siento como un cuerpo externo y me hago una imagen similar. Del mismo modo que me hago una imagen del objeto externo, cuando todavía estoy medio fuera, me hago una imagen de mi dentadura, y como todavía no puedo hacerme la imagen correcta, —eso solo se puede hacer mediante la ciencia espiritual—, me hago la imagen de una valla en lugar de una dentadura. Y como tengo huecos en mi dentadura, en la valla faltan los listones. Como ven, al deslizarse hacia dentro, la confusión de no estar todavía completamente dentro del cuerpo da lugar a un error. Se considera que el interior es el exterior, porque mientras uno duerme se está fuera. Es decir, el interior es el exterior.
Vean lo que pasa ahí, lo he visto en niños pequeños. Cuando se les enseña, aún no tienen sentido del lenguaje correcto. Y realmente he visto que alguien que acaba de empezar a escribir, en lugar de «Zahn» (diente), ha escrito «Zaun» (valla), y ahora le han dicho: ¡Eso está mal! - De este modo, ha cogido miedo al entrar, no al salir, sino al entrar. Pero entonces no ha soñado con volar, sino con tener miedo. Al igual que en una pesadilla, el niño se asusta y lo convierte en eso, y ahora el diente se ha convertido en una valla. El niño cometió el error. Y siempre verán que, a través de esas palabras, se crean las imágenes del sueño. Siempre hay alguna combinación de palabras. Y entonces se puede ver lo que realmente está sucediendo.

Como ven, cuando alguien habla así, —se llama Richard Traugott y, por cierto, ya ha escrito mucho sobre los sueños, lo cual es tan absurdo como lo que ahora escribe sobre el sueño de volar—, y solo cuenta con los conocimientos habituales de la actualidad, dice lo contrario de lo que realmente es. Porque no entiende que, debido a que el cuerpo astral se agranda al salir, se siente como un aviador, y debido a que el cuerpo astral vuelve a comprimirse cuando regresa, se siente como alguien que tiene que abrirse paso a empujones. Tensar los músculos equivale a tener un sueño angustioso. La pesadilla se produce precisamente cuando el hombre que ha escrito el artículo cree que el sueño de volar debe hacerse realidad. También al dormirse solo se tiene la pesadilla si el proceso de conciliar el sueño no se desarrolla correctamente. Imagínense que están tumbados en algún lugar y tienen la sensación de que alguien les está estrangulando. Esto ocurre porque están a punto de dormirse, pero hay algo que les inquieta y de resultas no pueden conciliar el sueño correctamente. Ahora intenten salir y entrar. Cuando quieren ustedes entrar, pero no pueden porque todavía están cansados, se sienten ahogados porque el cuerpo astral se abre paso, pero no puede entrar correctamente. Una vez que se sabe esto, se pueden explicar mejor todas estas cosas.
Y esto también les hará comprender que se necesita algo más si se quiere conocer el mundo espiritual. Hay que tener muy claro que el cuerpo físico no puede participar en ello. Hay que ser capaz de vivir precisamente en lo que es el cuerpo astral. Si se quiere conocer el mundo espiritual, hay que lograr algo que, de lo contrario, nos haría dormirnos. Cuando se está en la vida cotidiana y se sale del cuerpo físico con el cuerpo astral, uno se duerme. Efectivamente, es como el ejemplo del gran barril de vino lleno de agua al que se le añade un poco de zumo de frambuesa, que le he mencionado anteriormente. El cuerpo astral se vuelve enorme. Si desea conocer el cuerpo astral, debe uno ser capaz de mantenerlo unido mediante la propia fuerza interior. Imagínen por un momento que, en lugar del cuerpo astral y el yo del ser humano, lo que ustedes hacen es colocar la gota de zumo de frambuesa. Veámoslo de forma muy gráfica: el vaso de agua que contiene una gota de zumo de frambuesa. La gota de zumo de frambuesa se expande. Si está dentro del vaso de agua, aún se puede sentir. Pero imagínese algo, —por supuesto, no puedo dibujarlo—, que sea cien mil veces más grande: no se vería nada de ello si lo introdujeran en la proporción correspondiente. Tampoco se podría sentir nada. Pero supongamos que esta gota fuera un tipo duro y la echara en un gran barril con cuatrocientos cubos de vino —perdón, no vino, agua— y la gota de frambuesa, que es un tipo duro de verdad, se dijera: No me voy a mezclar, ¡voy a seguir siendo la gota de zumo de frambuesa! Ahora se tiene el barril de vino o de agua, y la gota de zumo de frambuesa que sigue siendo muy pequeña. Si ahora alguien bajara con la lengua, atravesara el agua y llegara al lugar donde la gota de zumo de frambuesa se ha quedado pequeña, sentiría la dulzura de la gota de zumo de frambuesa. Por lo tanto, debe autodefenderse.
Digo que es un tipo formidable, solo para tener una expresión. Los detractores de la antroposofía a veces son muy divertidos. En un periódico de Hamburgo se publicó una vez, después de que la antroposofía hubiera sido vilipendiada por todas partes, lo que yo era, ¡y decía que en realidad yo era el tipo formidable! Se decía muy en serio que el diablo había venido al mundo. Solo digo que sería un tipo formidable, la gota de zumo de frambuesa, en la medida en que puede mantenerse pequeña cuando se la echa en el agua. Con el cuerpo astral es algo diferente, si cuando saliera, pudiera mantenerse tan pequeño como cuando está dentro del cuerpo físico. Ahora hay que desarrollar la fuerza para mantener el cuerpo astral tan pequeño. Esto se puede conseguir desarrollando un pensar agudo. Les he dicho que hay que desarrollar un pensar independiente. Pero un pensar independiente es un pensar más fuerte que ese pensar débil que tienen estas personas. La primera condición es un pensar penetrante. La segunda condición es la de ser capaz de pensar en orden inverso. Las cosas físicas externas avanzan hacia adelante. Si se aprende a pensar en orden inverso, se aprende a pensar con mayor intensidad. Y si además se aprende lo que les dije la última vez: cada parte es mayor que el todo, lo cual contradice lo físico, entonces aprende uno a desplazarse al mundo espiritual.
Todas estas cosas hacen que el cuerpo astral, a pesar de salirse del cuerpo físico, pueda mantenerse más pequeño, sin que se expanda en el mar astral general.
Por lo tanto, esto es totalmente coherente. Pero también hay que tener muy claro que todas estas cosas deben considerarse con la misma sobriedad y rigor científico que se consideran las cosas de la vida física exterior. En cuanto se entra en el terreno de la fantasía, ya no es posible seguir con la ciencia espiritual. No hay que dejarse llevar por la fantasía.
Supongamos que sienten dolor, digamos, en el dedo gordo del pie. Ese dolor en el dedo gordo lo sienten a través de su cuerpo astral. Si solo tuvieran el cuerpo físico, no sentirían dolor. Si solo tuvieran el cuerpo etérico, no sentirían dolor, de lo contrario, la planta chirriaría cuando la tocaran, la flor chirriaría cuando la tocaran. Bueno, ustedes chirrían cuando tienen dolor en el dedo gordo del pie, es decir, tal vez no chirrían, pero ya saben a qué me refiero. Así que todos chillamos cuando nos duele el dedo gordo del pie. ¿Por qué? Verán, tenemos nuestro cuerpo astral extendido por todo el cuerpo físico. Cuando llegamos con nuestro cuerpo astral al lugar donde hay algo en nuestro dedo gordo que no está bien, lo transmitimos a través de nuestro cuerpo astral hasta el cerebro. Entonces nos formamos una idea de nuestro dolor.
Pero supongamos que alguien tiene un cerebro enfermo. Si alguien tiene un cerebro completamente sano, también tiene en él una zona que le permite percibir el dolor en el dedo gordo del pie. Para ello se necesita una zona sana en el cerebro, que permita percibir el dolor en el dedo gordo del pie. Pero ahora supongamos que esa zona del cerebro está enferma. Les he dicho: el alma no puede enfermar, el cuerpo astral no puede enfermar, pero sí puede hacerlo el cerebro físico. Si esta zona del cerebro está enferma, no se puede percibir el dolor en el dedo gordo del pie. ¿Qué hace el ser humano? Verán, la zona del cerebro físico está enferma, pero aún queda el cuerpo etérico del cerebro. El cuerpo etérico del cerebro, que se encuentra allí, ahora no está apoyado por la parte física. ¿Qué hace el cuerpo etérico? El cuerpo etérico convierte su dedo gordo del pie en una montaña. Ya no percibe simplemente el dedo gordo del pie, lo convierte en una montaña, y transforma el dolor en pequeños espíritus, pequeños espíritus de la montaña, que se encuentran allí dentro. De modo que vean (se dibuja), ahora ha sacado el dedo gordo del pie al espacio porque tenía un cerebro enfermo, ¡y ahora jura que tiene una montaña delante! Pero eso no es más que su dedo gordo del pie. Es una idea delirante.
Señores, hay que tener cuidado de no tener tales ideas delirantes cuando uno pretende adentrarse en el mundo espiritual, pues de lo contrario uno acaba fantaseando. ¿Cómo se puede lograr esto? Una vez más, hay que lograrlo mediante el entrenamiento. Hay que saber todo lo que puede provenir del cuerpo físico cuando está enfermo en alguna parte. Entonces ya no se confundirá lo que parece ser el espíritu verdadero con lo que solo surge del cuerpo físico.
Así pues, al pensar activo, al pensar en sentido inverso, al pensar que les describí la última vez, en el que se piensa de forma muy diferente a como se piensa en el mundo físico, hay que añadir el saber con exactitud que esto y aquello solo proviene del cuerpo físico. Hay que tener estos aprendizajes.
Como ven, antes para que las personas pudieran adentrarse un poco en el mundo espiritual, se realizaban estos preparativos. En la antigüedad también existía un cierto arte. Se llamaba dialéctica. Es decir: había que aprender a pensar. Hoy en día, si se le pidiera a alguien que primero aprendiera a pensar, se enfadaría mucho, porque todo el mundo cree que ya sabe pensar. Pero lo cierto es que, si nos remontamos a tiempos pasados, la gente primero tenía que aprender a pensar de cierta manera. A este aprendizaje del pensar se le llamaba dialéctica. Había que pensar hacia adelante y hacia atrás, había que aprender a colocar los conceptos de la manera correcta.

¿Y a qué se debía eso? Se debía a que se aprendía a pensar hablando. Ya les dije una vez, que el niño también aprende primero a hablar y luego a pensar, pero, por supuesto, al principio es algo infantil. Hoy en día, el ser humano conserva toda su vida esta infantilidad, pero ya no sirve para la vida posterior. Si se aprende a pensar continuamente al hablar, entonces se inspira y se espira correctamente con cada exhalación e inhalación. Porque el habla está relacionada con la respiración correcta. Se inspira y se espira correctamente. Depende mucho de que uno se acostumbre a hablar correctamente, porque este hablar correcto también nos acostumbra a respirar correctamente. Quien sabe respirar correctamente puede hablar durante mucho tiempo; quien no sabe respirar correctamente se cansa muy pronto cuando habla de forma continuada durante mucho tiempo.
A través de esta dialéctica, a través de este arte, se aprendía a hablar correctamente y, por lo tanto, también a pensar correctamente. Hoy en día, la gente no sabe pensar correctamente, porque en todo momento chocan con su aliento contra su órgano respiratorio. A veces, cuando escuchamos hablar a algún erudito, en primer lugar, muy pocos hablan, la mayoría lee; además, recurren a otras cosas, como los ojos, etc., que les sirven de apoyo, pero escuchemos hoy a los eruditos cuando hablan:
la mayoría de las veces parece como si las personas tuvieran el aliento corto y chocaran constantemente con su propio cuerpo físico.
De este modo, todo se convierte en una imagen del cuerpo físico. Da igual si tiene una zona enferma en el cerebro y, por ello, su dedo gordo del pie se convierte en una montaña con todo tipo de espíritus de montaña, o si al pensar choca constantemente con la respiración y no puede sacarla: todo el mundo le parece físico porque choca continuamente con su respiración en el cuerpo físico. ¿De dónde proviene realmente este materialismo? El materialismo proviene de que las personas no pueden pensar correctamente, no pueden exhalar correctamente, sino que chocan. Por eso creen que todo consiste solo en choques y presiones, choques y presiones. Porque tienen eso dentro de sí mismos, choques y presiones, porque no se han preparado previamente con un pensar correcto. Y por eso se podría decir: si hoy alguien es materialista, lo es porque no puede salir de sí mismo, porque internamente choca en todas partes consigo mismo.
Volvamos a fijarnos en este señor Traugott. En realidad, debería decir: este sueño de volar se debe a que salimos de nosotros mismos y el cuerpo astral comienza a hacerse más grande. Pero a él no se le ocurre, porque está pensando, ¡pensando espantosamente! Bueno, señores, piensen por un momento: cuando alguien que en realidad no sabe pensar comienza a pensar, ¿qué hace? Primero frunce el ceño y, después, si eso no le lleva a pensar, se golpea la frente. ¿Qué es lo que quiere realmente? Quiere tensar los músculos, tensarlos, tensarlos, y si no están lo suficientemente tensos, quiere golpearlos para que se tensen aún más. ¿Qué hace el señor Traugott cuando reflexiona sobre el sueño? En lugar de ver las cosas tal y como son, tensa sus propios músculos y entonces descubre lo que él mismo hace: tensión muscular, dice, ¡ajá! El sueño es igual que la tensión muscular. Sin embargo, él solo confunde sus propios pensamientos del sueño con la realidad. Solo puede uno aprender algo del señor Traugott, —lo que le sucede cuando reflexiona sobre las cosas—, si leen este relato. Hoy en día también ocurre lo mismo: cuando uno lee lo que la gente publica, se entera de lo que ellos mismos se imaginan al respecto. Cuando uno lee un periódico hoy en día, tiene que decirse a sí mismo: poco sabrás del periódico sobre lo que ocurre en el mundo, pero sí sabrás lo que los señores que se sientan en la redacción desearían que ocurriera en el mundo.
Lo mismo ocurre con la ciencia materialista. A través de ella no se aprende lo que es el mundo, sino lo que la mayoría piensa hoy en día sobre el mundo. Una vez que lo comprenda, verá que la antroposofía no pretende engañar al mundo, sino sustituir la astucia y la ilusión, lo que a veces es deliberadamente falso, por la honestidad.
Como ven, la honestidad, la honestidad interior, es la cuarta cualidad que debe estar presente para entrar en el mundo espiritual. Si observan ustedes el mundo de esta manera, verán que la honestidad no abunda en él. No es de extrañar que tampoco esté presente en la ciencia.
Así pues, hemos considerado cuatro cualidades: pensar con claridad y autonomía, pensar independientemente del mundo exterior, pensar de forma muy diferente a como piensa el mundo físico y, ahora, pensar con honestidad. La próxima vez consideraremos otras cualidades.
Traducido por J.Luelmo sep.2025