GA350 Dornach, 18 de julio de 1923 - Si se quiere alcanzar un conocimiento superior, hay que tener valor y soportar el miedo

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 RUDOLF STEINER 

 Si se quiere alcanzar un conocimiento superior, 

hay que tener valor y soportar el miedo

Dornach, 18 de julio de 1923

 

CONFERENCIA - 11 : 

Quedan aún algunas de las preguntas que se plantearon recientemente. Me gustaría retomar hoy lo que comenté hace poco, una observación de un erudito sobre los sueños. Lo que parece haber dado muchos quebraderos de cabeza a un erudito actual, —y que nos llevará a nuestra discusión—, es la cola del lagarto. Como saben, cuando se ve un lagarto grande y se le quiere agarrar por la cola, esta se rompe. Se dice que el lagarto es frágil. Y realmente es muy difícil atrapar lagartijas grandes si se las agarra por la cola, porque la cola es frágil, se rompe y el animal sigue corriendo alegremente sin cola. Los intentos de los eruditos se dirigen a averiguar si la cola del animal se desprende realmente o si es el animal el que la abandona. Ahora bien, la ciencia actual parte del materialismo, y por eso se piensa que el animal tiene músculos muy débiles que mantienen unidas estas partes de la cola y que, cuando es atrapado, ya no puede mantenerlas unidas.

Sin embargo, hay un hecho curioso que la gente suele pasar por alto. Se trata del hecho de que, cuando los lagartos han estado cautivos durante mucho tiempo, pierden esa peculiaridad de que se les pueda arrancar la cola con facilidad. Entonces la cola se fortalece y ya no se desprende tan fácilmente, sino que se mantiene mejor. Es un fenómeno curioso que los lagartos pierdan fácilmente la cola cuando están en libertad, pero que esta se mantenga mejor cuando están en cautividad. ¿A qué se debe esto?

Verán, la gente se queda pensando mucho tiempo en cómo eso podría lograrse con los pequeños músculos que hay en la cola, cuando en realidad la respuesta es muy fácil de deducir: el animal, estando en cautiverio, no puede arrancarse la cola tan fácilmente. Esto se debe a que el animal tendrá algo de miedo cuando estando fuera se le pretenda atrapar. No es algo habitual que se le atrape fuera, es la primera vez que le pasa. Es la primera vez que un ser humano se acerca a él, tiene miedo y, debido a ese miedo, se vuelve tan tímido que pierde la cola. Cuando se acostumbra a los seres humanos en cautividad, cuando estos se acercan a él en todo momento, ya no tiene miedo y no pierde la cola.

Así pues, vemos que incluso una observación muy superficial nos lleva a la conclusión de que el miedo desempeña un papel esencial en la vida de la lagartija. Pero ahora debemos ir más allá y decir: sí, este miedo que tiene la lagartija cuando el ser humano se acerca a ella y quiere atraparla es solo algo que se manifiesta en el animal cuando el ser humano lo atrapa, pero que siempre está presente en el animal, y es este miedo el que mantiene unida y fortalece la materia del animal, la sustancia del animal.

Para ello, les voy a citar un fenómeno muy curioso de la vida humana. Seguramente habrán oído que las personas que dependen mucho de su vida anímica, cuando sienten miedo, tienen diarrea. El miedo provoca diarrea. ¿Y qué significa eso? Significa que lo que hay en los intestinos ya no se mantiene unido. Sí, ¿y qué es lo que mantenía unido todo eso en los intestinos? Verán, cuando el miedo se apodera del alma, ya no mantiene unidas las cosas en los intestinos; pero cuando el miedo está abajo, en los intestinos, mantiene unidas las sustancias.
pizarra 1

Y lo mismo ocurre con el lagarto. Cuando se observa a un lagarto (se dibuja), este lagarto está, al igual que nuestro propio abdomen, constantemente lleno de miedo, es decir, de algo espiritual. Y, en particular, la cola está llena de miedo. Cuando el animal expulsa su miedo, la cola se rompe, pero el miedo permanece en el animal. El animal no siente miedo cuando está en cautividad, porque se ha acostumbrado a los humanos, y la consecuencia es que el miedo puede mantener la cola unida. Aquí vemos una característica anímica muy concreta que tiene cierta importancia para la constitución física.

Los seres humanos también tenemos miedo dentro de nosotros. En el dedo gordo del pie, en las piernas, en el estómago, el miedo está en todas partes. Solo que no se atreve a subir por el diafragma, solo sube cuando tenemos pesadillas. Pero el miedo está dentro de nosotros. Sin embargo, el miedo tiene su función positiva: mantiene unido nuestro organismo. Y en los huesos es donde se encuentra la mayor parte del miedo. Los huesos son tan fuertes porque hay un miedo terrible en su interior. Es el miedo lo que mantiene los huesos fuertes. En el momento en que se sienten los huesos con demasiada fuerza, se produce un ablandamiento óseo. Por eso, en las personas miedosas, aquellas que ya lo eran en su juventud, cuando los huesos aún no están duros, sino muy blandos, pero que son miedosas, se confirma esto, y por lo tanto se puede curar a los niños raquíticos ahuyentando su miedo con cualquier cosa, incluso de forma anímica. Pero sería totalmente erróneo decir: « De modo que el miedo, algo que es anímico, está dentro de nosotros. Solo tenemos que elevar un poco más el miedo para poder obtener un conocimiento superior». Eso no sería bueno, porque al mismo tiempo nos enfermaríamos anímica y físicamente. Más bien debemos hacer otra cosa.

Verán, si queremos obtener conocimientos del mundo espiritual, —ya les he mencionado los otros medios—, debemos integrarnos correctamente en el mundo exterior, integrarnos de verdad. Ahora bien, ¿cómo se sumergen las personas en el mundo exterior? Lo han podido ver maravillosamente en las últimas semanas. Es cierto, hemos pasado mucho frío y después hemos sudado mucho. Pues bien, así es como la mayoría de las personas se sumergen en el mundo: hemos sudado mucho, hemos pasado mucho frío. 
 Pero esa no es la única forma de integrarse en el mundo exterior, sino que también se puede desarrollar una cierta capacidad para no solo sentir frío cuando hace frío, sino también para percibir el frío y sentir una especie de miedo cuando hace frío, y saber que cuando hace calor, ese miedo desaparece. Si uno desarrolla en sí mismo un cierto miedo a la nieve y una cierta sensación de bienestar ante los cálidos rayos del sol, entonces eso es simplemente algo que conduce a un conocimiento superior, que forma parte de lo otro que les he descrito. Y es algo así: quien quiera alcanzar un conocimiento superior, debe sentir algo cuando se acerque a un trozo de hierro al rojo vivo, y debe sentir algo cuando se acerque a un guijarro. Cuando se acerque a un hierro al rojo vivo, debe tener la sensación interior de que es algo relacionado con su propio calor, que le hace bien. Pero cuando toma un guijarro en la mano, debe sentir inquietud, debe sentir miedo.

Ahora bien, de ello se desprende al mismo tiempo, que quien desee adquirir conocimientos superiores no debe ponerse nervioso, como se dice hoy en día, pues de lo contrario, al coger una piedra, la dejaría caer inmediatamente porque le daría miedo. Hay que ser valiente y soportar el miedo. Y tampoco debe hacer como el mosquito, que siente tal placer por la luz que se precipita hacia ella y encuentra la muerte. Precisamente en el insecto que se precipita hacia la llama se ve cómo la llama está relacionada con lo espiritual y lo anímico.

Y así podemos decir: debemos adquirir un sentimiento interior, una sensibilidad interior por lo que existe ahí fuera, en la naturaleza. ¿Qué resulta de ello? Vean, la Tierra tiene, en primer lugar, la roca sólida (dibujo pizarra 1). Los materialistas creen en la roca sólida de la Tierra, porque pueden caminar sobre ella; es dura al tacto. Los materialistas creen en la roca sólida. Pero precisamente, aquel que quiere adquirir conocimientos superiores, siente cierta inquietud ante la roca sólida.

Esta ansiedad no existe cuando el ser humano se encuentra en el aire calentado (pizarra 1 arriba izda.). Ahora quiero dibujar el aire calentado sobre la roca sólida. Cuando el ser humano observa el aire calentado, esta ansiedad no existe en absoluto, porque el aire calentado, —quiero dibujarlo calentado dándole un tono rojizo—, no provoca ansiedad. Pero se puede llegar a que el aire calentado también provoque miedo. Esto ocurre precisamente cuando se intenta lidiar cada vez más con lo que se siente frente al aire calentado, haciendo que nos guste. Piensen lo siguiente: hay alguien que se siente cada vez más a gusto en el aire caliente. ¡Pero ahora el aire caliente empieza a causarle miedo! Cuanto más a gusto se siente, más miedo le da el aire caliente.

De modo que cuando ahora uno se acostumbra a sentirse muy a gusto con el aire calentado, cuando, por así decirlo, se acostumbra cada vez más al calor, —estas cosas son necesarias, hay que integrarse en toda la naturaleza si se quiere alcanzar el conocimiento espiritual—, entonces la cosa empieza a ponerse muy curiosa. Se lo explicaré con más claridad. La mayoría de las personas buscan refrescarse cuando tienen calor. Por supuesto, no conocen otra cosa que el deseo de refrescarse. Pero cuando uno soporta el calor, cuando permanece en él, cuando lo percibe precisamente como una sensación de bienestar, entonces lo que les he dibujado esquemáticamente aquí en el aire comienza a llenarse de manera muy extraña con todo tipo de imágenes, y empieza a manifestarse realmente el mundo espiritual , el mundo espiritual que normalmente está contenido en el aire, pero que el ser humano no siente en el aire, no percibe en el aire, porque no quiere soportar el calor del aire.

Cuando uno se acostumbra a ver estas entidades, poco a poco llega a decirse: En efecto, cuando toco una piedra con mi torpe mano, noto que es dura. Pero si ahora empiezo a percibir cada vez más lo espiritual, si me adentro cada vez más en lo espiritual, si cada vez más a mi alrededor no solo está lo sensorial, sino también lo espiritual, sí, , no puedo deslizarme en el suelo con mi cuerpo físico de carne y hueso, pero con mi cuerpo astral, del que les he hablado, puedo empezar a deslizarme en el suelo. 
Esto es muy interesante: en el momento en que uno comienza a percibir lo espiritual en el espacio aéreo a través de todos los medios de los que les he hablado, en ese momento uno se desliza tan lejos de su cuerpo que ya no percibe las piedras como un obstáculo, sino que se sumerge, como el nadador en el agua, en la tierra firme. Uno mismo se adentra en él (pizarra 1 abajo en rojo). Es muy interesante. No se puede entrar en el aire como espíritu, porque allí aparecen otros espíritus. En la tierra, que en realidad está vacía para el espíritu, se puede entrar fácilmente, se puede uno sumergir como un nadador.
 
Y, como pueden ver, el estado intermedio es el del agua (azul). El agua se evapora hacia arriba y vuelve a caer en forma de lluvia. Como ya han visto, en la parte superior se forman a menudo rayos (rojo arriba). El agua se encuentra entre el suelo firme y el aire. Es más fina que el suelo firme, pero más densa que el aire. Sí, ¿y eso qué significa? Significa algo que se ve mejor cuando se mira hacia arriba, hacia el rayo. 
En cuanto al rayo, los eruditos dicen que es una chispa eléctrica. ¿Por qué los eruditos dicen que es una chispa eléctrica? Bueno, quizás ya lo sepan, pero si no, se lo diré ahora: si se toma una barra de lacre, se frota con un trapo de cuero, un trozo de cuero, se electrifica, y si se tienen pequeños trozos de papel, estos se ven atraídos por la barra de lacre. Y así se pueden electrificar los cuerpos más diversos frotándolos o de otras maneras. Esto se enseña a los niños en la escuela.

Pero hay algo muy concreto que es necesario. Cuando se está en un aula llena de vapor, ninguna barra de lacre se electriza, y tampoco se electrizan los demás objetos durante los experimentos, por lo que primero hay que limpiarlo todo con un paño completamente seco, ya que la humedad no genera electricidad. Entonces se podrá generar electricidad. Ahora bien, los científicos dicen: allá arriba están las nubes, que se rozan entre sí y producen la chispa eléctrica, el rayo. 
Sí, pero, señores, cualquier niño podría objetar: «Pero tienes que poder retener precisamente el agua, porque si hay algo de agua en tu aparato, ¡entonces no se genera electricidad!». Cualquier niño puede objetar eso. Se dicen tonterías como esa. Por supuesto, no se trata en absoluto de que las nubes se froten allí arriba.

Pero piensen que cuando el agua se evapora y asciende, se adentra cada vez más en una región de espiritualidad, se aleja de la materia espiritual que hay abajo y penetra en la espiritualidad de arriba, y es realmente el espíritu el que genera la chispa eléctrica, el rayo. Al ascender cada vez más, entramos en la región de lo espiritual. La Tierra solo tiene lo material cerca. Más arriba está rodeada por lo espiritual. Así que realmente entramos en lo espiritual. 
Y así, en el momento en que el vapor de agua asciende y llega a la región del espíritu, puede surgir el rayo del espíritu. El agua se espiritualiza en la parte superior y desciende condensada. Por lo tanto, cuando se practica la observación de la naturaleza, también hay que llegar al espíritu. Y solo cuando no se quiere tener en cuenta en absoluto lo espiritual se llega a todo tipo de cosas absurdas, como las que les he contado sobre el sueño del vuelo, la cola del lagarto o el rayo. Se ve en todas partes que no se puede explicar la naturaleza si no se penetra primero en lo espiritual.

Pero hay algo muy concreto que es necesario. Si uno se encuentra en un aula llena de vapor, ninguna barra de lacre se electrifica, y tampoco se electrifican los demás objetos durante los experimentos, por lo que primero hay que limpiarlo todo con un paño seco, ya que el agua no genera electricidad. Entonces sí se podrá generar electricidad. Ahora bien, los científicos dicen: allá arriba están las nubes, que se rozan entre sí y producen la chispa eléctrica, el rayo. Sí, pero cualquier niño podría objetar: pero tienes que poder eliminar precisamente lo acuoso, porque si hay algo acuoso en tu aparato, ¡no se produce electricidad! Cualquier niño puede objetar eso. Así que se dicen tonterías como esa. Por supuesto, no se trata en absoluto de que las nubes se froten entre sí allá arriba.

Pero piensen que cuando el agua se evapora y asciende, se adentra cada vez más en una región de espiritualidad, se aleja de la materia carente de espíritu que hay abajo y penetra en la espiritualidad de arriba, y es realmente el espíritu el que produce la chispa eléctrica, el rayo. Al ascender cada vez más, llegamos a la región de lo espiritual. La Tierra solo tiene lo material cerca. Más arriba está rodeada por lo espiritual. Así que realmente entramos en lo espiritual. Y así, en el momento en que el vapor de agua asciende y llega a la región del espíritu, el rayo puede surgir del espíritu. El agua se espiritualiza en la parte superior y vuelve a descender condensada. Por lo tanto, cuando se practica la observación de la naturaleza, también hay que llegar al espíritu. Y solo cuando no se quiere tener en cuenta en absoluto lo espiritual, se llega a todo tipo de cosas absurdas, como las que les he contado sobre el sueño de volar, o sobre la cola del lagarto, o sobre el rayo. Se ve por todas partes que no se puede explicar la naturaleza si no se penetra primero en lo espiritual.

Ahora también puede comprender lo siguiente: cuando el ser humano está sobre la Tierra, en realidad siempre está relacionado con lo espiritual desde abajo; puede sumergirse como un nadador. Así pues, cuando salimos por la noche con nuestro cuerpo astral, en realidad nos adentramos en el entorno sólido. Nos conectamos con lo que es sólido, porque no podemos entrar en lo etérico, y de hecho vagamos por lo sólido.

Este vagar por lo sólido tiene, sin embargo, un gran significado. Si, como les he dicho antes, nos comportamos de la manera correcta con el calor, entonces llegaremos a ver a los seres espirituales del aire. Pero si por la noche salimos de nuestro cuerpo y como espíritu que somos nos unimos con lo terrenal, puede ser que, al despertar, aún conservemos algo de lo que hemos experimentado en la materia sólida de la Tierra. Entonces aún tenemos algo dentro de nosotros; en nuestra alma tenemos algo dentro.

Bueno, eso es algo sumamente interesante. Porque ya se habrán dado ustedes cuenta de que cuando uno se despierta, oye los sonidos con mucha facilidad. Y si prestan mucha atención al despertarse, experimentarán algo curioso, y se dirán a sí mismos: ¡Ahora alguien ha llamado a mi puerta! Es muy curioso: cuando uno se sumerge en el aire con su alma, ve cosas, surgen imágenes. Pero cuando uno se sumerge en lo sólido, en lo material, con su alma, como hace el nadador que se sumerge en el agua, entonces experimenta sonidos. Y precisamente eso es lo extraordinariamente importante, que todas las materias sólidas emiten continuamente sonidos que uno no oye porque no está dentro de ellas. Toda materia sólida tiene continuamente sonidos en su interior, y uno los oye al despertarse, porque todavía está medio dentro de ella.
Pero estos sonidos pueden significar algo, y es cierto que, por ejemplo, si alguien ha fallecido en algún lugar lejano y la persona oye algo parecido a unos golpes en la puerta al despertarse, esto está relacionado con el fallecido. Ahora bien, el ser humano, naturalmente, no es capaz de interpretar estas cosas de la manera correcta. Piénsenlo: ninguno de ustedes sabría leer, es decir, interpretar las letras en el papel, si no lo hubieran aprendido. Del mismo modo, tampoco pueden interpretar ese milagro que se produce cuando se oyen sonidos al despertar. No tienen por qué creer que es precisamente el difunto quien está llamando a la puerta con los dedos. Pero el difunto, que sigue presente en la Tierra durante los primeros días después de la muerte, vive dentro de los cuerpos sólidos. Y el hecho de que precisamente a través de la conexión con lo sólido se produzcan sonidos, no es algo que tenga por qué parecerles maravilloso, tal y como se contaba siempre en los tiempos en los que se prestaba más atención a este tipo de cosas. Que las personas tengan presentimientos cuando alguien muere en la lejanía tiene un significado positivo. Una persona ha fallecido. Su alma sigue vinculada al reino terrestre sólido. De ahí surgen los sonidos que emanan de ella. El ser humano abandona la existencia terrenal con un sonido. Por supuesto, esto se puede oír a lo lejos, del mismo modo que se puede leer a lo lejos lo que alguien envía desde América. Se puede leer un telegrama en América. Estos efectos a distancia a través de la materia terrestre existen, están en la Tierra, siempre están ahí. Y en los tiempos en los que se prestaba atención a estas cosas, se conocía perfectamente la conexión con lo terrenal. No es solo un cuento, es realmente algo que se percibía en tiempos pasados. Así que, como ven, se entra en cosas muy concretas que hoy se consideran supersticiones, pero que se pueden demostrar científicamente, al igual que otras cosas científicas.

Pero hay que conocer estas cosas con mucha precisión. Porque verán, si llegáramos a percibir el mundo espiritual en el aire, si los seres humanos no fueran tan quejicas como lo son hoy en día, —ya saben, cuanto más civilizados se vuelven los seres humanos, más quejicas se vuelven en cierto sentido, y aquellos que, digamos, tienen que vivir en un calor terrible debido a su trabajo, no tienen tiempo para percibir el mundo espiritual mientras trabajan—, entonces no se les escaparía el mundo espiritual que vive en el aire. Pero esto de ver seres espirituales en el aire sería algo bastante inofensivo. Cualquier persona podría percibirlo sin más, sin que ello supusiera ningún peligro para ella.

Pero esta capacidad auditiva, cuando se apodera demasiado del ser humano, cuando este entra en un estado en el que oye todo tipo de cosas, se convierte en algo peligroso para él. La cuestión es la siguiente: hay personas que poco a poco entran en un estado en el que oyen todo tipo de palabras. Se les dicen todo tipo de cosas. Estas personas están en camino hacia la locura. En realidad, al ver a los seres espirituales de esta manera, buscándolos en el aire, nunca se corre ningún peligro. ¿Por qué? Bueno, tengo que explicárselo con una comparación: si va en un barco y se cae al agua, puede ahogarse. Si alguien le saca hacia arriba, puede experimentar todo tipo de cosas, pero no puede ahogarse. Lo mismo ocurre cuando el alma humana sale hacia arriba y ve todo tipo de cosas. No le puede pasar nada. Cuando se adentra en la materia sólida, puede, por así decirlo, ahogarse espiritualmente. Y este ahogamiento espiritual se produce cuando las personas pierden su conciencia de tal manera que se les dicen todo tipo de cosas internamente, y eso es lo malo. Verán, cuando el ser humano ve lo espiritual exteriormente, es como cuando va por el mundo y no le da miedo la silla que ve, así que poco a poco tampoco le da miedo lo espiritual exterior, sino que incluso le gusta. Pero lo que se escucha interiormente, —nos hundimos en la tierra firme con todo nuestro espíritu y con toda nuestra alma—, lo que se escucha interiormente, nos transporta a un lugar completamente diferente. Allí nos ahogamos, dejamos de ser humanos. Por eso hay que mirar siempre con cierta cautela a aquellas personas que dicen que se les dice todo tipo de cosas interiormente. Eso siempre es algo peligroso. Solo aquel que realmente está ya firmemente arraigado en el mundo espiritual y lo conoce bien sabe lo que realmente se dice allí: ya que los que hablan nunca son seres espirituales especialmente elevados, sino que en realidad siempre son seres de naturaleza muy inferior.

Verán, les he mencionado estas cosas con toda franqueza para que comprendan que, como seres humanos, debemos llegar a concebir el mundo exterior de una manera completamente diferente si deseamos entrar en el mundo espiritual.

Por supuesto, hay personas que dicen: «Sí, ¿por qué los espíritus nos han puesto tan difícil conocerlos?». Sí, pero piensen por un momento qué tipo de ser sería el ser humano si no tuviera que esforzarse para entrar en el mundo espiritual, si siempre estuviera dentro. Sería un puro autómata espiritual. Solo al tener que esforzarse puede establecer una relación adecuada con los seres espirituales. Y se necesita un gran esfuerzo interior para poder investigar en el mundo espiritual.

Por supuesto, es fácil sentarse en la mesa del laboratorio y hacer todo tipo de experimentos, es fácil diseccionar cadáveres y aprender todo tipo de cosas, pero para entrar de verdad en el mundo espiritual realmente se requiere un gran trabajo interior. El mundo culto actual es demasiado perezoso para este trabajo. Y debido a esta pereza, la gente siempre dice: «He hecho los ejercicios de Cómo alcanzar conocimientos de los mundos superiores, pero no he visto nada». Estas personas creen que se les debe dar algo interiormente, que no tienen que trabajar interiormente. Sí, ¡eso es precisamente lo que pasa, que la gente de hoy quiere que se lo hagan todo! Ya se lo he dicho: el ser humano de hoy quiere que todo le venga rodado, quiere que se haga un documental de todo para que le llegue de forma externa.
pizarra 2

Si se quiere avanzar espiritualmente de manera adecuada, hay que procurar en todo momento que, al absorber algo del mundo, se trabaje con ello. Por eso, aquellos que en el futuro eviten en la medida de lo posible que se les muestre todo en un documental, sino que quieran pensar por sí mismos cuando se les hable del mundo, se acercarán más a lo espiritual. Y, como ven, no les he mostrado ningún documental. Por supuesto, no es el momento adecuado para ello, pero aunque lo fuera, no intentaría mostrarles la cuestión con un documental, sino que les he hecho dibujos que han surgido en el momento en que podían ver lo que quería decir con cada trazo, en el que pueden pensar por sí mismos. Eso es también lo que debe introducirse hoy en día en la enseñanza infantil: dibujos lo menos terminados posible, lo más posible de lo que se está creando en ese momento. De este modo, el niño colabora interiormente y se estimula la interioridad de las personas, lo que les lleva a vivir más en lo espiritual y, a su vez, a comprender lo espiritual. Tampoco se deben presentar a los niños teorías completamente acabadas, porque entonces se vuelven dogmáticos. Lo importante es, por el contrario, hacer que actúen por sí mismos. De este modo, todo su cuerpo se vuelve más libre.

Ahora me gustaría añadir algo más, ya que también lo han mencionado ustedes en una de sus preguntas. Quizás hayan oído que la patata no se introdujo en Europa hasta una época determinada. Los europeos no siempre han sido consumidores de patatas.

Es cierto que ocurrió una historia peculiar. Verá, hay una enciclopedia en la que yo mismo colaboré, pero no en el artículo del que estoy hablando ahora. Hay algo muy curioso en ella, y es que se dice en todas partes que un tal Drake introdujo la patata en Europa y que se le atribuye especialmente este gran mérito. En Offenburg, que ahora está ocupada por los franceses, también hay un monumento a Drake. Me pareció muy curioso cuando buscamos en la enciclopedia y realmente decía allí: «Se erigió un monumento a Drake en Offenburg porque se le atribuía erróneamente haber traído la patata a Europa». - Así que, si se dice algo de alguien, ¡se le erige un monumento en Europa! Pero no quiero hablar de eso, sino de que, en un momento determinado, la patata fue traída a Europa.

Echemos un vistazo a la patata. En realidad, lo que comemos de la patata no son las raíces. Las raíces son estas cositas pequeñas (pizarra 2). Si ahí estuviera la patata, estas pequeñas raíces estarían pegadas a ella; se quitan junto con la piel. La patata en sí es un tallo algo más grueso. Cuando crece una planta normal, tiene la raíz y luego crece el tallo. Pero cuando el tallo se engrosa, como ocurre con la patata, se forma lo que se denomina un tubérculo, un brote tuberoso. Pero en realidad se trata de un tallo engrosado, por lo que en el caso de la patata no se trata de una raíz, sino de un tallo engrosado. Así que recuerden bien esto: cuando comen una patata, comen un tallo engrosado. Obtienen su alimento preferentemente de un tallo engrosado. Ahora debemos preguntarnos: ¿qué significado tiene para el ser humano que, con la patata que se trajo a Europa, aprenda a comer preferentemente un tallo engrosado?

Si observamos la planta en su conjunto, vemos que está formada por la raíz, el tallo, las hojas y la flor (se dibuja). Es muy curioso lo que ocurre con la planta: la raíz, que se encuentra en la parte inferior, se asemeja mucho al suelo y contiene muchas sales, mientras que la flor, que se encuentra en la parte superior, se asemeja mucho al aire caliente. Es como si la flor se cocinara continuamente con el calor del sol. Por lo tanto, la flor contiene aceites y grasas, especialmente aceites. Así que, cuando observamos una planta, vemos que abajo se depositan las sales. La raíz es rica en sales y la flor es rica en aceites.

Bueno, la consecuencia es que, cuando comemos la raíz, ingerimos muchas sales en nuestros intestinos. Estas sales llegan hasta el cerebro y lo estimulan. Así que las sales estimulan nuestro cerebro. Y, por ejemplo, si alguien no sufre de migrañas, sino de dolores de cabeza que le llenan la cabeza, es muy bueno que coma raíces. Se puede ver cómo muchas raíces contienen un cierto picante salado. Se puede notar por el sabor. Sin embargo, cuando se comen flores, la planta ya está medio cocida. Los aceites ya están fuera; esto es algo que engrasa preferentemente el estómago y los intestinos, y tiene su efecto en el abdomen. El médico también debe tener esto en cuenta cuando receta té. Nunca alguien que prepare té con las flores ejercerá un efecto fuerte en la cabeza, pero si hierve las raíces y se lo da de beber al enfermo, ejercerá un fuerte efecto en la cabeza. Así pues, mientras que en los seres humanos debemos ir del abdomen a la cabeza, de abajo hacia arriba, en las plantas debemos hacer el camino inverso, de la flor a las raíces. La raíz de la planta está relacionada con la cabeza. Si lo pensamos bien, nos daremos cuenta del significado de la patata. Porque la patata tiene tubérculos, que son algo que no se ha convertido completamente en raíz. Por lo tanto, cuando se comen muchas patatas, se comen preferentemente plantas que no se han convertido completamente en raíces. Así pues, si uno se limita a comer patatas y come demasiadas, no le llega suficiente a la cabeza. Todo se queda en el tracto digestivo. Así que, al comer patatas, los europeos han descuidado su cabeza, su cerebro. Esta relación solo se ve cuando se estudia la ciencia espiritual. Entonces uno se dice: desde que la alimentación a base de patatas se ha ido imponiendo cada vez más en Europa, la cabeza de las personas se ha vuelto más incapaz.

Y la patata estimula preferentemente la lengua y la garganta. Si bajamos por la planta de la patata, no llegamos hasta la raíz. Lo mismo ocurre con los seres humanos: si no subimos hasta la cabeza y nos quedamos en la lengua y la garganta, estas se estimulan especialmente con la patata, por lo que la patata es muy sabrosa como acompañamiento o guarnición para las personas, ya que estimula lo que hay debajo de la cabeza y deja la cabeza libre de molestias.

Cuando se comen remolachas, se siente un terrible deseo de pensar mucho. El ser humano lo hace de forma totalmente inconsciente. Cuando se comen patatas, lo que realmente se siente es el deseo de volver a comer muy pronto. La patata da hambre tan rápido porque no llega hasta la cabeza. La remolacha sacia rápidamente porque, lo que es más importante, llega hasta la cabeza, y la cabeza es lo más importante, ya que la remolacha la llena de actividad cuando llega correctamente a ella. Por supuesto, a las personas les resulta terriblemente desagradable tener que pensar, y por eso a veces prefieren las patatas a la remolacha, porque las patatas no estimulan el pensar. Te vuelves perezoso. No estimula el pensar, te vuelves perezoso en el pensar. Por el contrario, la remolacha estimula mucho el pensar, porque es una auténtica raíz. Estimula mucho el pensar, pero lo hace de tal manera que realmente te dan ganas de pensar, y si no te apetece pensar, entonces no te gustan las remolachas. Si necesitas un estímulo para pensar, entonces necesitas especialmente el estímulo salado, por ejemplo, de los rábanos. Si alguien no es muy activo mentalmente, le viene bien, porque al añadir rábano a las comidas se activan un poco los pensamientos.

Así se ve que ocurre algo curioso: se puede decir que los rábanos estimulan el pensar. Y ni siquiera hace falta pensar mucho; al comer rábanos, los pensamientos surgen con tanta fuerza que incluso provocan sueños muy intensos. Quien come muchas patatas no tiene pensamientos intensos, sino sueños que le resultan pesados. Y quien tiene que comer patatas continuamente, en realidad estará continuamente cansado y querrá dormir y soñar continuamente. Por eso, los alimentos que consumen las personas tienen una gran importancia cultural e histórica.

Se podría decir: sí, pero el caso es que, en realidad, ¡vivimos completamente de esa materia! Y, sin embargo, eso no es cierto. Ya se lo he dicho muchas veces: los seres humanos renovamos nuestro cuerpo aproximadamente cada siete años. Se renueva continuamente. La materia que teníamos en nuestro cuerpo hace ocho o diez años ya no está ahí. Ha salido. Lo hemos eliminado con las uñas, con el pelo, ha salido a través del sudor. Sale. Algunas cosas salen muy rápido, otras lentamente, pero salen.

Bueno, ¿cómo nos imaginamos realmente esa actividad del ser humano? Verán, nos lo imaginamos más o menos así, —voy a dibujarlo esquemáticamente en la pizarra 2—: ahí está el ser humano. Ahora bien, el ser humano segrega continuamente sustancias y absorbe constantemente otras nuevas. Por tanto, uno piensa: las sustancias entran por la boca y salen por el ano y la orina, y el ser humano es como un tubo. Absorbe las sustancias a través de la comida, las expulsa y las retiene durante un tiempo. Así es como uno se imagina, más o menos, la estructura del ser humano.

Pero en los seres humanos reales no entra nada de la materia terrenal, nada en absoluto. Eso es solo una ilusión. La cuestión es la siguiente. Cuando comemos, por ejemplo, patatas, no se trata en absoluto de ingerir algo de la patata, sino que la patata es solo algo que nos estimula, estimula la mandíbula, la garganta, etc. La patata actúa en todas partes. Y entonces surge en nosotros la fuerza para expulsar esa patata, y mientras la expulsamos, nos llega del éter, no de la materia sólida, aquello que nos construye a lo largo de siete años. En realidad, no nos construimos a partir de la materia de la tierra. Lo que comemos, lo comemos solo para tener un estímulo. En realidad, nos construimos a partir de lo que está más arriba. Así que todo lo que los seres humanos imaginan, que la comida entra por aquí y sale por allá y que entretanto algo permanece dentro, no es cierto en absoluto; eso solo es una sugerencia. Hay una fuerza contraria que proviene del éter, y a partir del éter construimos todo nuestro cuerpo. Todo lo que tenemos no está construido a partir de la materia de la Tierra. Verán, cuando empujamos y resulta rebotado de nuevo, no deben confundir el rebote con el empujón inicial. No deben confundir el hecho de que necesitamos alimento para no volvernos perezosos en la restauración de nuestro cuerpo con el hecho de que ingiramos ese alimento.

Ahora bien, es cierto que pueden producirse irregularidades. Si ingerimos demasiada comida, esta permanece demasiado tiempo en nuestro interior. Entonces acumulamos sustancias innecesarias en nuestro interior, nos volvemos corpulentos, gordos, etc. Si ingerimos muy poco, nos falta estímulo y no tomamos lo suficiente de lo que necesitamos del mundo espiritual, del mundo etérico.

Pero esto es algo tan importante que no nos construimos a partir de la tierra y sus materiales, sino a partir de lo que hay fuera de la tierra. Si es así, que en siete años se renueva todo el cuerpo, también se renueva el corazón. El corazón que ustedes llevaban dentro hace ocho años ya no lo tienen, sino que ha sido renovado, renovado no a partir de la materia de la Tierra, sino a partir de lo que rodea a la Tierra en la luz. ¡Su corazón es luz comprimida! De hecho, ha comprimido su corazón a partir de la luz del sol. Y lo que ha ingerido como alimento solo ha estimulado que comprima la luz del sol hasta ese punto. Todos sus órganos se construyen a partir de lo que es el entorno iluminado, y el hecho de que comamos, de que ingiramos alimentos, solo significa el estímulo.

Verán, lo único que nos aporta la comida es que tenemos en nuestro interior algo parecido a una especie de sillón. Nos sentimos a nosotros mismos, llegamos a tener en la vida cotidiana la sensación del yo, de que tenemos materia física en nuestro interior, sustancia física. Nos sentimos igual que cuando se sientan en un sillón. Entonces también sienten el sillón que les presiona. Y así sienten su cuerpo, que presiona continuamente sobre lo que han creado del universo. Cuando duermen, no lo sienten, porque están fuera de sí mismos. Sienten su cuerpo; es una especie de cama de descanso que se ha creado para ustedes, más dura para unos, si son huesudos, y más blanda para otros. Es una especie de cama en la que reposa el ser humano, ¡y también se nota la diferencia entre un colchón blando y un banco de madera! Y así, el ser humano nota la diferencia entre lo que es duro y lo que es blando en él. Pero eso no es el ser humano propiamente dicho, sino que el ser humano propiamente dicho es lo que hay dentro de él.

Ahora les explicaré cómo se relaciona esto con el conocimiento superior. Las personas que hoy en día quieren conocer no se ocupan en absoluto de la actividad humana, sino que solo se ocupan de lo que les ofrece el sillón.
Traducido por J.Luelmo sep.2025

GA350 Dornach, 7 de julio de 1923 - Hablar y respirar correctamente. Desarrollar la honestidad interior en el pensar.

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 RUDOLF STEINER 

 Hablar y respirar correctamente. Desarrollar la honestidad interior en el pensar.

Dornach, 7 de julio de 1923

 

CONFERENCIA - 10 : 

En la última conferencia les expliqué que hoy en día el ser humano no puede reconocer nada, porque el pensar actual no es adecuado para ello. Antiguamente, incluso hace mil o mil quinientos años, quien quería aprender a pensar primero tenía que formar su pensar. No se creía que con el pensar habitual se pudiera comprender de alguna manera el mundo espiritual, y existía una especie de entrenamiento del pensar. Hoy en día, con toda la educación que tenemos, no se incita al ser humano a formar su pensar de ninguna manera. Por eso, en realidad, no puede pensar.

Primero se lo explicaré con un ejemplo que habrán podido leer estos días en el periódico.

Un sueño recurrente es el de volar. Soñamos que volamos, flotamos o caemos, y muy a menudo después de acostarnos.

Todos ustedes conocen este hecho, y seguramente todos han tenido alguna vez un sueño en el que volaban. Ahora alguien que solo está acostumbrado al pensamiento científico quiere explicar esto. Enseguida verán que con este tipo de pensamiento no se llega a ninguna parte cuando se trata de este tipo de cosas.

Este sueño de volar es provocado por una contracción real y brusca del cuerpo.

Entonces, ¿qué cree ese hombre? Cree que cuando uno se está quedando dormido, el cuerpo se estremece. Pero yo le pregunto: ¿no se ha estremecido usted a menudo estando despierto? ¿Cuándo se estremecen uno? Creo que uno se estremece cuando sufre un susto, cuando experimenta algo que le aterroriza y quizá le causa miedo, algo que le sorprende terriblemente en ese momento. Entonces uno se estremece. También puede estremecerse, por ejemplo, cuando está paseando por ahí y de repente ve a una persona que cree que está en América. Cuando uno la ve, se sobresalta porque se sorprende. Pero nunca se imaginará, cuando empiece a encogerse, que está volando. Ni siquiera en sueños se le ocurriría pensar que, al encogerse, está volando. Así que ya ven de qué tipo de pensamientos confusos se parte cuando se cree que se puede tener la idea de volar al encogerse el cuerpo. De ello se desprende que el ser humano se hace ideas, pero en el momento en que se quiere explicar algo sobre el ser humano con ellas, no encajan en absoluto. Estos pensamientos encajan mientras se experimenta en el laboratorio con materiales inertes, pero en el momento en que se quiere explicar algo, ya no encajan.

Ahora continuemos:

La causa de la contracción radica en el diferente comportamiento de la tensión muscular cuando estamos despiertos y cuando nos dormimos. Cuando estamos despiertos, los músculos del cuerpo reciben constantemente flujos de energía del sistema nervioso central...

Por lo tanto, él supone que cuando estamos despiertos, los nervios envían constantemente corrientes eléctricas, flujos de energía, a los músculos.

... que tensan los músculos lo necesario para mantener la fuerza y la coordinación necesarias. Mientras dormimos esta tensión muscular desaparece en su mayor parte. Y dado que en la primera parte del periodo de sueño...

-es decir, justo al conciliar el sueño-,

 ...la actividad refleja de la médula espinal aumenta, el proceso de relajación muscular, o más bien el estímulo que ejerce sobre la médula espinal, se asemeja ligeramente a ese reflejo de sobresalto.

 - Entonces, ahora se debe ejercer un estímulo sobre el sistema nervioso en la médula espinal; este debe seguir actuando y tensar los músculos con más fuerza.

Es decir, la contracción del cuerpo. Otras sensaciones orgánicas reales pueden influir aún más directamente en la sensación de volar, flotar en el aire o nadar: en particular, los movimientos rítmicos de elevación y descenso de los músculos respiratorios y el tórax.

- Ahora piensen, cuando empiecen a jadear y el pecho se tense, si alguna vez ha tenido la sensación de estar volando. Entonces se siente aún más pesado, - 

así como la desaparición de las sensaciones de presión y resistencia del soporte que tenemos cuando estamos despiertos en todas las partes del cuerpo que descansan sobre una superficie.

Bueno, señores, vean, cuando uno camina, estando despierto, se encuentra sobre una superficie muy pequeña; tiene la sensación de que camina sobre las plantas de los pies. Y cuando uno está sentado despierto, tiene una superficie de apoyo algo mayor que la planta de los pies. Porque incluso si se suma esta superficie de apoyo a la superficie de la planta de los pies, sigue siendo pequeña en comparación con el espacio que se ocupa cuando se duerme. Ahora bien, el señor dice: «La presión de la superficie de apoyo desaparece». ¡Hay una mayor presión de la superficie cuando uno se acuesta y se duerme que cuando camina o está sentado despierto! Así que ya ve cómo con este razonamiento se llega a afirmar tonterías. ¡Y eso es la ciencia actual sobre el ser humano!

 Lo que él quiere decir es que hay corrientes eléctricas que entran en los nervios. Que éstas son más fuertes cuando se duerme, los músculos se contraen y por tanto se tiene la sensación de estar volando, es decir, se cree que se está volando; ¡o se caen los documentos mientras se duerme! En realidad, es increíble lo que se dice aquí.

También desaparecen las sensaciones de presión y resistencia del soporte que tenemos al estar despiertos en todas las partes del cuerpo que descansan sobre una superficie.

Es increíble que a nadie se le ocurra objetar que, al fin y al cabo, durante el sueño descansamos sobre una superficie mucho mayor. Pero no lo hace porque el pensamiento actual, cuando no afirma semejantes disparates, no ofrece ninguna explicación.

Ahora vamos a aclarar algunas cosas, porque así verán cómo se llega al conocimiento de un mundo espiritual superior, lo que realmente ocurre cuando el ser humano se duerme.

Primero quiero describírselo de forma muy gráfica. Ya saben que solo se trata de una ilustración. Pero supongamos que tienen aquí el cuerpo físico de una persona (se dibuja). En este cuerpo físico de la persona se encuentra ahora, de forma separada, el cuerpo etérico, el cuerpo suprasensible; lo dibujaré en amarillo. Así que está ahí dentro, lo llena. Por lo tanto, es invisible.

pizarra 1

Estos dos cuerpos, el cuerpo físico y el cuerpo etérico, permanecen en la cama mientras dormimos. Ahora bien, cuando estamos despiertos, en estos dos cuerpos se encuentra también el cuerpo astral, —lo dibujaré así, pintándolo de rojo—, y, además, en su interior se encuentra el yo, el cuarto miembro. Quiero dibujarlo de forma más difusa. Así es el ser humano despierto: cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y yo; todos ellos están entrelazados.

Veamos ahora al ser humano dormido. En la cama solo tiene el cuerpo físico y el cuerpo etérico. Fuera de la cama están el cuerpo astral, que ha salido, y el yo, el cuerpo del yo. Lo que ha quedado en la cama es como una planta, porque la planta también tiene un cuerpo físico y un cuerpo etérico. Si la planta no tuviera cuerpo etérico, sería una piedra. No viviría, no crecería. Así pues, lo que permanece en la cama es como una planta. La planta no piensa. Lo que permanece en la cama, como ustedes saben muy bien, tampoco piensa en el sentido de que el pensamiento sea consciente. Los pensamientos están ahí dentro, como les expliqué el otro día, incluso más claros que los pensamientos que utilizamos cuando somos conscientes, pero los pensamientos conscientes no están ahí. Es como en la planta.



Pero ahora, estando fuera, el ser humano es tal que ya no puede sentir ninguna limitación. Incluso pueden explicar de dónde viene eso, que cuando salimos del cuerpo, la conciencia desaparece inmediatamente. Porque cuando están dentro de su cuerpo, tienen que hacer que su cuerpo astral sea tan grande como el cuerpo físico. Cuando sale, el cuerpo astral comienza de repente a hacerse enorme, a expandirse en todas direcciones, porque el cuerpo físico ya no lo atrae, ya no lo hace pequeño. De modo que en el momento en que se duerme, sale de su cuerpo físico y se hace cada vez más grande.

Ahora imagínense que se toman un vaso, —para que no parezca que estoy defendiendo el alcohol, ya que, como saben, se ha convertido en un tema delicado en Suiza—; quiero decir: toman un vaso de agua con un poco de zumo de frambuesa. Si añaden un poco de zumo de frambuesa a un vaso de agua, obtienen el sabor del zumo de frambuesa. Pero imagínense que, en lugar de un vaso, toma un recipiente tan grande que cabe cinco botellas de agua, y le echa solo la misma cantidad de zumo de frambuesa que antes echaba en el vaso y lo remueve bien. El zumo de frambuesa tiene que extenderse por mucha más agua, por lo que el sabor a frambuesa es menor. Cuando era pequeño, crecí cerca de una tienda de vinos; allí había bodegas con barricas de cuatrocientos cubos de vino. Si lo hubieran llenado con agua, es decir, un barril con cuatrocientos cubos llenos de agua, en lugar de vino, y hubieran añadido un poco de zumo de frambuesa y lo hubieran mezclado todo, habrían podido beber el agua y no habrían notado el sabor del zumo de frambuesa. Eso está claro. Ahora bien, mientras el cuerpo astral sea tan pequeño como el cuerpo físico, es como el zumo de frambuesa en un vaso de agua: el cuerpo astral solo se expande hasta donde llega el cuerpo físico. Cuando sale durante el sueño, el cuerpo físico ya no lo contrae, por lo que el cuerpo astral se expande como el zumo de frambuesa en los cuatrocientos cubos de agua. Y por eso ya no tiene conciencia en este cuerpo astral, porque la conciencia surge cuando el cuerpo astral se contrae.

Ahora también recibirán una explicación correcta de lo que sucede cuando nos dormimos. Mientras estamos despiertos, nuestro cuerpo astral está dentro de nuestros dedos, dentro de nuestros dedos de los pies; el cuerpo astral está dentro de todos nuestros músculos. Cuando sentimos el cuerpo astral en nuestros músculos, tenemos la sensación de que dependemos del cuerpo físico. El cuerpo físico es pesado. Sentimos la pesadez del cuerpo físico. En el momento en que salimos, dejamos atrás el cuerpo físico con su pesadez. En ese momento, antes de que la conciencia se desvanezca en el sueño, ya no nos sentimos pesados. No sentimos que caemos, porque nos elevamos; más bien sentimos que flotamos. Este crecimiento, este no estar ya atados al cuerpo físico, lo sentimos como volar o nadar. Podemos movernos libremente hasta que la conciencia se desvanece y nos quedamos completamente dormidos.

Entonces, ¿qué dice el científico naturalista actual? Dice: contraemos los músculos. Cuando los contraemos, ¡sentimos nuestros músculos más de lo habitual! No imaginamos que estamos volando, sino que, al contraerlos, nos sentimos aún más ligados al cuerpo físico. Piénsenlo: cuando alguien está de pie y se sorprende, abre la boca. ¿Por qué? Porque está tan presente en sus músculos que ya no puede controlarse. Así que precisamente esta contracción y esta vida en los músculos es lo contrario de lo que sentimos al dormirnos. Al dormirnos, salimos precisamente de nuestros músculos. Por lo tanto, no se trata de contraer los músculos, sino de que estos se relajen. Cuando nos acostamos y estamos sobre una superficie más grande, no necesitamos mantener los músculos unidos con nuestro cuerpo astral; se relajan. Y no porque se tensan más, sino porque se relajan, porque ya no tenemos que ejercer ninguna influencia sobre los músculos, por lo que creemos estar libres de ellos y nos elevamos con nuestro cuerpo astral más ligero.

Ahora recuerden lo que les dije la última vez:

Hay que aprender a pensar al revés. Aquí lo ven: quien piensa como se suele pensar actualmente, cuando quiere explicar algo a las personas, obtiene lo contrario de lo que es verdad. Por lo tanto, primero hay que acostumbrarse a pensar correctamente, de manera que también se pueda pensar lo contrario de lo que es físico. La gente ha perdido la costumbre de pensar correctamente, de pensar de manera que se pueda entrar en lo espiritual con el pensar.

Hoy en día hay muchas personas que hablan nuestro idioma, y nuestro idioma también tiene la palabra «espíritu», pero las personas ya no pueden imaginarse nada bajo el concepto de espíritu. Solo pueden imaginarse algo físico. Y ahora, como ya han visto, si se quiere imaginar lo espiritual, hay que llegar a algo que no tiene propiedades físicas, algo que no se ve en lo físico. Ahora bien, el pensar de las personas de hoy en día está tan corrompido que también quieren ver lo espiritual de forma física. Por eso se convierten en espiritistas. Verán, el cuerpo físico puede mover una mesa. La gente dice: si puedo mover una mesa, entonces existo. Si un espíritu debe existir, también debe poder mover una mesa. - Pues bien, entonces empiezan a mover mesas y, a través de ello, se convencen de la existencia del mundo espiritual. Esto se debe a que el pensar está torcido, deformado. El pensar es materialista; también quiere que el espíritu esté presente de manera física. El espiritismo es lo más materialista que existe. Solo hay que comprenderlo primero.

Ahora, quizá alguno de ustedes diga: «Pero yo ya estaba allí cuando la gente se sentó alrededor de la mesa, empezó a formar una cadena con las manos y entonces las mesas se movieron, saltaron y todo lo demás, todo lo posible». Lo externo es cierto: pueden sentarse alrededor de una mesa, pueden formar una cadena y, en determinadas circunstancias, la circunstancia puede hacer que la mesa se mueva. Pero verán, eso es precisamente como cuando provoqué un gran movimiento con otro pequeño movimiento. Imagínense, por ejemplo, que tiene un tren con una locomotora y un maquinista en la parte delantera. El maquinista no se baja de la máquina para colocarse en la parte trasera y ayudar a empujar. Probablemente no conseguiría poner en marcha un tren rápido de esta manera. Como saben, el maquinista solo hace un movimiento muy pequeño y el tren rápido avanza muy rápido, mientras que la máquina realiza muchos movimientos. ¿Por qué? Porque la conmutación se produce de la manera correcta. Un pequeño movimiento provoca un gran movimiento de forma física.

Es un proceso puramente físico cuando las personas alrededor de la mesa forman una cadena y comienzan a hacer pequeños movimientos y cosas por el estilo. Y he aquí que estos pequeños movimientos se transmiten a través de la materia, —que está diseñada de manera tan ingeniosa—, y se convierten en grandes movimientos. Al principio, se trata de un proceso físico completamente normal.

Si hay alguien que tiene algún pensamiento en su subconsciente, estos pensamientos se transmiten a las yemas de los dedos, que se mueven. De esta manera, se obtienen respuestas y se pueden leer en el alfabeto. Pero lo que se obtiene como respuesta siempre está presente en el subconsciente de alguien que está allí, por muy ingeniosa que sea la respuesta. Ya les he explicado que el ser humano, cuando entra un poco en el subconsciente, es mucho más ingenioso de lo que es en su conciencia. Esto también se manifiesta en el movimiento de la mesa. Así pues, el hecho de que la gente se haya vuelto espiritista es precisamente una prueba de que el materialismo es grande en nuestra época.

Con el pensar habitual no se puede llegar en absoluto a ninguna explicación que tenga alguna relación con el ser humano. Como han visto, en el artículo de periódico que he citado hoy, alguien intentaba explicar un sueño, el sueño de volar. ¡Lo explica justo de la manera contraria a como debería explicarse! Pero la gente ya no es capaz de estudiar algo tan interesante como esto. Ya les he hablado a menudo sobre los sueños; hoy quiero volver a destacar algunos hechos importantes.

Imagínense que alguien sueña que está caminando por una plaza en Basilea. Pero de repente se encuentra, —en los sueños eso es posible, ¿no? En los sueños es así—, con una valla delante de él. La valla tiene listones, uno aquí, otro allá, otro más allá, este falta, hay un hueco, aquí hay otro listón, otro falta. Y ahora sigue soñando que quiere saltar por encima de esta valla y se clava en el listón, y eso le duele. Entonces se despierta y se da cuenta de que no se ha clavado nada, ¡sino que tiene un terrible dolor de muelas! Tiene dolor de muelas y se despierta con ese dolor. Su dentadura tiene un hueco arriba, y luego tiene otro hueco aquí arriba. Eso es lo que ha visto como una valla con listones que faltan. Eso se corresponde exactamente con su dentadura superior, con los dientes que le faltan. Entonces se toca un diente, y es precisamente el que le duele. Se ha vuelto hueco y le duele. Se puede tener realmente un sueño así.

¿Pero qué ha pasado allí? Todo el proceso ha tenido lugar en la vida despierta. Se puede decir: mientras dormía, era feliz, no sentía mi absurdo dolor de muelas. Sí, ¿por qué? Porque estaba fuera con su cuerpo astral. El cuerpo físico y el cuerpo etérico no sienten el dolor de muelas. Uno puede golpear una piedra como quiera, romper un trozo, pero la piedra como tal, como piedra individual, no lo siente. También puede arrancar la planta, pero ella no lo siente porque aún no tiene cuerpo astral, solo tiene cuerpo etérico. Seguramente ustedes dejarían de arrancar rosas y flores en el prado si las plantas silbaran siempre como las serpientes, porque les duele. Pero a las plantas no les duele. Y el ser humano es como una planta cuando duerme. Mientras duerme, no le duele el diente. Cuando uno se desliza con este cuerpo astral, al entrar llega a la dentadura. Primero se está dentro de la dentadura. Pues bien, solo cuando se está completamente dentro del cuerpo se siente lo que duele en el cuerpo. Si aún no se está completamente dentro, lo que duele se percibe como algo externo, ajeno a nosotros.

Imaginen que enciendo una cerilla. Veo cómo se quema. Si estuviera dentro, no solo lo vería a través de mi cuerpo astral, sino que lo sentiría como un dolor. Mientras no esté completamente dentro de mi cuerpo, sino que apenas me deslice dentro de mi dentadura como en un cuerpo externo, lo siento como un cuerpo externo y me hago una imagen similar. Del mismo modo que me hago una imagen del objeto externo, cuando todavía estoy medio fuera, me hago una imagen de mi dentadura, y como todavía no puedo hacerme la imagen correcta, —eso solo se puede hacer mediante la ciencia espiritual—, me hago la imagen de una valla en lugar de una dentadura. Y como tengo huecos en mi dentadura, en la valla faltan los listones. Como ven, al deslizarse hacia dentro, la confusión de no estar todavía completamente dentro del cuerpo da lugar a un error. Se considera que el interior es el exterior, porque mientras uno duerme se está fuera. Es decir, el interior es el exterior.

Vean lo que pasa ahí, lo he visto en niños pequeños. Cuando se les enseña, aún no tienen sentido del lenguaje correcto. Y realmente he visto que alguien que acaba de empezar a escribir, en lugar de «Zahn» (diente), ha escrito «Zaun» (valla), y ahora le han dicho: ¡Eso está mal! - De este modo, ha cogido miedo al entrar, no al salir, sino al entrar. Pero entonces no ha soñado con volar, sino con tener miedo. Al igual que en una pesadilla, el niño se asusta y lo convierte en eso, y ahora el diente se ha convertido en una valla. El niño cometió el error. Y siempre verán que, a través de esas palabras, se crean las imágenes del sueño. Siempre hay alguna combinación de palabras. Y entonces se puede ver lo que realmente está sucediendo.

Como ven, cuando alguien habla así, —se llama Richard Traugott y, por cierto, ya ha escrito mucho sobre los sueños, lo cual es tan absurdo como lo que ahora escribe sobre el sueño de volar—, y solo cuenta con los conocimientos habituales de la actualidad, dice lo contrario de lo que realmente es. Porque no entiende que, debido a que el cuerpo astral se agranda al salir, se siente como un aviador, y debido a que el cuerpo astral vuelve a comprimirse cuando regresa, se siente como alguien que tiene que abrirse paso a empujones. Tensar los músculos equivale a tener un sueño angustioso. La pesadilla se produce precisamente cuando el hombre que ha escrito el artículo cree que el sueño de volar debe hacerse realidad. También al dormirse solo se tiene la pesadilla si el proceso de conciliar el sueño no se desarrolla correctamente. Imagínense que están tumbados en algún lugar y tienen la sensación de que alguien les está estrangulando. Esto ocurre porque están a punto de dormirse, pero hay algo que les inquieta y de resultas no pueden conciliar el sueño correctamente. Ahora intenten salir y entrar. Cuando quieren ustedes entrar, pero no pueden porque todavía están cansados, se sienten ahogados porque el cuerpo astral se abre paso, pero no puede entrar correctamente. Una vez que se sabe esto, se pueden explicar mejor todas estas cosas.

Y esto también les hará comprender que se necesita algo más si se quiere conocer el mundo espiritual. Hay que tener muy claro que el cuerpo físico no puede participar en ello. Hay que ser capaz de vivir precisamente en lo que es el cuerpo astral. Si se quiere conocer el mundo espiritual, hay que lograr algo que, de lo contrario, nos haría dormirnos. Cuando se está en la vida cotidiana y se sale del cuerpo físico con el cuerpo astral, uno se duerme. Efectivamente, es como el ejemplo del gran barril de vino lleno de agua al que se le añade un poco de zumo de frambuesa, que le he mencionado anteriormente. El cuerpo astral se vuelve enorme. Si desea conocer el cuerpo astral, debe uno ser capaz de mantenerlo unido mediante la propia fuerza interior. Imagínen por un momento que, en lugar del cuerpo astral y el yo del ser humano, lo que ustedes hacen es colocar la gota de zumo de frambuesa. Veámoslo de forma muy gráfica: el vaso de agua que contiene una gota de zumo de frambuesa. La gota de zumo de frambuesa se expande. Si está dentro del vaso de agua, aún se puede sentir. Pero imagínese algo, —por supuesto, no puedo dibujarlo—, que sea cien mil veces más grande: no se vería nada de ello si lo introdujeran en la proporción correspondiente. Tampoco se podría sentir nada. Pero supongamos que esta gota fuera un tipo duro y la echara en un gran barril con cuatrocientos cubos de vino —perdón, no vino, agua— y la gota de frambuesa, que es un tipo duro de verdad, se dijera: No me voy a mezclar, ¡voy a seguir siendo la gota de zumo de frambuesa! Ahora se tiene el barril de vino o de agua, y la gota de zumo de frambuesa que sigue siendo muy pequeña. Si ahora alguien bajara con la lengua, atravesara el agua y llegara al lugar donde la gota de zumo de frambuesa se ha quedado pequeña, sentiría la dulzura de la gota de zumo de frambuesa. Por lo tanto, debe autodefenderse.

Digo que es un tipo formidable, solo para tener una expresión. Los detractores de la antroposofía a veces son muy divertidos. En un periódico de Hamburgo se publicó una vez, después de que la antroposofía hubiera sido vilipendiada por todas partes, lo que yo era, ¡y decía que en realidad yo era el tipo formidable! Se decía muy en serio que el diablo había venido al mundo. Solo digo que sería un tipo formidable, la gota de zumo de frambuesa, en la medida en que puede mantenerse pequeña cuando se la echa en el agua. Con el cuerpo astral es algo diferente, si cuando saliera, pudiera mantenerse tan pequeño como cuando está dentro del cuerpo físico. Ahora hay que desarrollar la fuerza para mantener el cuerpo astral tan pequeño. Esto se puede conseguir desarrollando un pensar agudo. Les he dicho que hay que desarrollar un pensar independiente. Pero un pensar independiente es un pensar más fuerte que ese pensar débil que tienen estas personas. La primera condición es un pensar penetrante. La segunda condición es la de ser capaz de pensar en orden inverso. Las cosas físicas externas avanzan hacia adelante. Si se aprende a pensar en orden inverso, se aprende a pensar con mayor intensidad. Y si además se aprende lo que les dije la última vez: cada parte es mayor que el todo, lo cual contradice lo físico, entonces aprende uno a desplazarse al mundo espiritual.

Todas estas cosas hacen que el cuerpo astral, a pesar de salirse del cuerpo físico, pueda mantenerse más pequeño, sin que se expanda en el mar astral general.

Por lo tanto, esto es totalmente coherente. Pero también hay que tener muy claro que todas estas cosas deben considerarse con la misma sobriedad y rigor científico que se consideran las cosas de la vida física exterior. En cuanto se entra en el terreno de la fantasía, ya no es posible seguir con la ciencia espiritual. No hay que dejarse llevar por la fantasía.

Supongamos que sienten dolor, digamos, en el dedo gordo del pie. Ese dolor en el dedo gordo lo sienten a través de su cuerpo astral. Si solo tuvieran el cuerpo físico, no sentirían dolor. Si solo tuvieran el cuerpo etérico, no sentirían dolor, de lo contrario, la planta chirriaría cuando la tocaran, la flor chirriaría cuando la tocaran. Bueno, ustedes chirrían cuando tienen dolor en el dedo gordo del pie, es decir, tal vez no chirrían, pero ya saben a qué me refiero. Así que todos chillamos cuando nos duele el dedo gordo del pie. ¿Por qué? Verán, tenemos nuestro cuerpo astral extendido por todo el cuerpo físico. Cuando llegamos con nuestro cuerpo astral al lugar donde hay algo en nuestro dedo gordo que no está bien, lo transmitimos a través de nuestro cuerpo astral hasta el cerebro. Entonces nos formamos una idea de nuestro dolor.

Pero supongamos que alguien tiene un cerebro enfermo. Si alguien tiene un cerebro completamente sano, también tiene en él una zona que le permite percibir el dolor en el dedo gordo del pie. Para ello se necesita una zona sana en el cerebro, que permita percibir el dolor en el dedo gordo del pie. Pero ahora supongamos que esa zona del cerebro está enferma. Les he dicho: el alma no puede enfermar, el cuerpo astral no puede enfermar, pero sí puede hacerlo el cerebro físico. Si esta zona del cerebro está enferma, no se puede percibir el dolor en el dedo gordo del pie. ¿Qué hace el ser humano? Verán, la zona del cerebro físico está enferma, pero aún queda el cuerpo etérico del cerebro. El cuerpo etérico del cerebro, que se encuentra allí, ahora no está apoyado por la parte física. ¿Qué hace el cuerpo etérico? El cuerpo etérico convierte su dedo gordo del pie en una montaña. Ya no percibe simplemente el dedo gordo del pie, lo convierte en una montaña, y transforma el dolor en pequeños espíritus, pequeños espíritus de la montaña, que se encuentran allí dentro. De modo que vean (se dibuja), ahora ha sacado el dedo gordo del pie al espacio porque tenía un cerebro enfermo, ¡y ahora jura que tiene una montaña delante! Pero eso no es más que su dedo gordo del pie. Es una idea delirante.

Señores, hay que tener cuidado de no tener tales ideas delirantes cuando uno pretende adentrarse en el mundo espiritual, pues de lo contrario uno acaba fantaseando. ¿Cómo se puede lograr esto? Una vez más, hay que lograrlo mediante el entrenamiento. Hay que saber todo lo que puede provenir del cuerpo físico cuando está enfermo en alguna parte. Entonces ya no se confundirá lo que parece ser el espíritu verdadero con lo que solo surge del cuerpo físico.

Así pues, al pensar activo, al pensar en sentido inverso, al pensar que les describí la última vez, en el que se piensa de forma muy diferente a como se piensa en el mundo físico, hay que añadir el saber con exactitud que esto y aquello solo proviene del cuerpo físico. Hay que tener estos aprendizajes.

Como ven, antes para que las personas pudieran adentrarse un poco en el mundo espiritual, se realizaban estos preparativos. En la antigüedad también existía un cierto arte. Se llamaba dialéctica. Es decir: había que aprender a pensar. Hoy en día, si se le pidiera a alguien que primero aprendiera a pensar, se enfadaría mucho, porque todo el mundo cree que ya sabe pensar. Pero lo cierto es que, si nos remontamos a tiempos pasados, la gente primero tenía que aprender a pensar de cierta manera. A este aprendizaje del pensar se le llamaba dialéctica. Había que pensar hacia adelante y hacia atrás, había que aprender a colocar los conceptos de la manera correcta.

¿Y a qué se debía eso? Se debía a que se aprendía a pensar hablando. Ya les dije una vez, que el niño también aprende primero a hablar y luego a pensar, pero, por supuesto, al principio es algo infantil. Hoy en día, el ser humano conserva toda su vida esta infantilidad, pero ya no sirve para la vida posterior. Si se aprende a pensar continuamente al hablar, entonces se inspira y se espira correctamente con cada exhalación e inhalación. Porque el habla está relacionada con la respiración correcta. Se inspira y se espira correctamente. Depende mucho de que uno se acostumbre a hablar correctamente, porque este hablar correcto también nos acostumbra a respirar correctamente. Quien sabe respirar correctamente puede hablar durante mucho tiempo; quien no sabe respirar correctamente se cansa muy pronto cuando habla de forma continuada durante mucho tiempo.

A través de esta dialéctica, a través de este arte, se aprendía a hablar correctamente y, por lo tanto, también a pensar correctamente. Hoy en día, la gente no sabe pensar correctamente, porque en todo momento chocan con su aliento contra su órgano respiratorio. A veces, cuando escuchamos hablar a algún erudito, en primer lugar, muy pocos hablan, la mayoría lee; además, recurren a otras cosas, como los ojos, etc., que les sirven de apoyo, pero escuchemos hoy a los eruditos cuando hablan:

la mayoría de las veces parece como si las personas tuvieran el aliento corto y chocaran constantemente con su propio cuerpo físico.

De este modo, todo se convierte en una imagen del cuerpo físico. Da igual si tiene una zona enferma en el cerebro y, por ello, su dedo gordo del pie se convierte en una montaña con todo tipo de espíritus de montaña, o si al pensar choca constantemente con la respiración y no puede sacarla: todo el mundo le parece físico porque choca continuamente con su respiración en el cuerpo físico. ¿De dónde proviene realmente este materialismo? El materialismo proviene de que las personas no pueden pensar correctamente, no pueden exhalar correctamente, sino que chocan. Por eso creen que todo consiste solo en choques y presiones, choques y presiones. Porque tienen eso dentro de sí mismos, choques y presiones, porque no se han preparado previamente con un pensar correcto. Y por eso se podría decir: si hoy alguien es materialista, lo es porque no puede salir de sí mismo, porque internamente choca en todas partes consigo mismo.

Volvamos a fijarnos en este señor Traugott. En realidad, debería decir: este sueño de volar se debe a que salimos de nosotros mismos y el cuerpo astral comienza a hacerse más grande. Pero a él no se le ocurre, porque está pensando, ¡pensando espantosamente! Bueno, señores, piensen por un momento: cuando alguien que en realidad no sabe pensar comienza a pensar, ¿qué hace? Primero frunce el ceño y, después, si eso no le lleva a pensar, se golpea la frente. ¿Qué es lo que quiere realmente? Quiere tensar los músculos, tensarlos, tensarlos, y si no están lo suficientemente tensos, quiere golpearlos para que se tensen aún más. ¿Qué hace el señor Traugott cuando reflexiona sobre el sueño? En lugar de ver las cosas tal y como son, tensa sus propios músculos y entonces descubre lo que él mismo hace: tensión muscular, dice, ¡ajá! El sueño es igual que la tensión muscular. Sin embargo, él solo confunde sus propios pensamientos del sueño con la realidad. Solo puede uno aprender algo del señor Traugott, —lo que le sucede cuando reflexiona sobre las cosas—, si leen este relato. Hoy en día también ocurre lo mismo: cuando uno lee lo que la gente publica, se entera de lo que ellos mismos se imaginan al respecto. Cuando uno lee un periódico hoy en día, tiene que decirse a sí mismo: poco sabrás del periódico sobre lo que ocurre en el mundo, pero sí sabrás lo que los señores que se sientan en la redacción desearían que ocurriera en el mundo.

Lo mismo ocurre con la ciencia materialista. A través de ella no se aprende lo que es el mundo, sino lo que la mayoría piensa hoy en día sobre el mundo. Una vez que lo comprenda, verá que la antroposofía no pretende engañar al mundo, sino sustituir la astucia y la ilusión, lo que a veces es deliberadamente falso, por la honestidad.

Como ven, la honestidad, la honestidad interior, es la cuarta cualidad que debe estar presente para entrar en el mundo espiritual. Si observan ustedes el mundo de esta manera, verán que la honestidad no abunda en él. No es de extrañar que tampoco esté presente en la ciencia.

Así pues, hemos considerado cuatro cualidades: pensar con claridad y autonomía, pensar independientemente del mundo exterior, pensar de forma muy diferente a como piensa el mundo físico y, ahora, pensar con honestidad. La próxima vez consideraremos otras cualidades.

Traducido por J.Luelmo sep.2025