GA230-9 Dornach 4 de noviembre de 1923 -Las diferentes tareas de los seres elementales

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RUDOLF STEINER


 EL SER HUMANO COMO SINFONÍA DE LA PALABRA CREADORA

Dornach 4 de noviembre de 1923


Conferencia -9-

Sólo aprendemos a conocer a los seres del mundo de los sentidos cuando los observamos en la forma en que viven y actúan, y lo mismo ocurre con esos seres de los que he hablado y seguiré hablando en estas conferencias, los seres elementales de la naturaleza. Invisible y suprasensiblemente presentes detrás de lo que es físico y perceptible por los sentidos, participan en todos los acontecimientos del mundo igual que los seres físicos y perceptibles por los sentidos, o más bien en un sentido más elevado.

Ahora bien, podréis imaginaros fácilmente que para estos seres el mundo tiene una apariencia diferente a la de los seres del mundo de los sentidos, ya que no poseen un cuerpo físico como el que poseen estos últimos. Todo lo que captan o perciben en el mundo debe ser diferente de lo que entra en el ojo humano. Y en efecto así es. El ser humano experimenta la tierra, por ejemplo, como el cuerpo cósmico sobre el que se mueve. Incluso le resulta ligeramente desagradable cuando, por una u otra condición atmosférica, como ocurre de vez en cuando, este cuerpo cósmico se ablanda y él se hunde en él aunque sea ligeramente. Le gusta sentir la tierra como algo duro, como algo en lo que no se hunde.

Sin embargo, toda esta forma de experimentar las cosas, toda esta actitud hacia la tierra, le es completamente ajena a los gnomos; ellos se hunden en todas partes, porque para ellos todo el cuerpo de la tierra es principalmente un espacio hueco por el que pueden pasar. Pueden penetrar en todas partes; las rocas, los metales, no presentan ningún obstáculo para su -digamos- nadar por ahí. No hay palabras en nuestro idioma que expresen realmente este deambular de los gnomos dentro del cuerpo de la tierra. Sólo que tienen una experiencia interna, una percepción interna, de los diferentes ingredientes de la tierra; cuando deambulan por una veta de metal tienen una experiencia diferente de cuando se desplazan por una capa de caliza. Todo esto, sin embargo, los gnomos lo sienten interiormente, pues a través de todas esas cosas penetran sin obstáculos. No tienen la menor idea de que la tierra existe. Su idea es que hay un espacio dentro del cual perciben ciertas experiencias; la experiencia del oro, la experiencia del mercurio, del estaño, del sílice, etc. Esto es para expresarlo en lenguaje humano, no en el lenguaje de los gnomos. Su lenguaje es mucho más perspicaz; y es precisamente porque toda su vida se dedica a recorrer todas las vetas y filones, recorriéndolos una y otra vez, por lo que adquieren la pronunciada intelectualidad de la que os he hablado. A través de esto adquieren su conocimiento omnicomprensivo, pues en los metales y en la tierra se les revela todo lo que hay fuera en el universo; como si en un espejo experimentaran todo lo que hay fuera en el universo. Pero para la tierra misma los gnomos no tienen ninguna percepción, sólo para sus diferentes constituyentes, y para los diferentes tipos de experiencia interior que ofrecen.

A causa de esto los gnomos tienen un don bastante particular para recibir las impresiones que vienen de la luna. Es hacia la luna hacia donde dirigen continuamente su escucha atenta, y en este sentido tienen una tendencia - no puedo decir congénita [es tan difícil encontrar las palabras adecuadas] - sino neurastenia adquirida [debilidad nerviosa]. Por supuesto, lo que para nosotros es una enfermedad es para estos seres gnomos su elemento vital real. Para ellos no se trata de una enfermedad, sino simplemente de algo natural. Es lo que les da esa sensibilidad interior hacia todas esas cosas de las que he hablado. Pero también les da su sensibilidad interior hacia los fenómenos relacionados con las fases de la luna.

Siguen los cambios de los fenómenos lunares con una atención tan estrecha -ya os he descrito su poder de atención- que realmente altera su forma. Por lo tanto, cuando se sigue la existencia de un gnomo, se recibe una impresión muy diferente en luna llena de la que se recibe en luna nueva, y bien en las fases intermedias.

En luna llena los gnomos se sienten inquietos. La luz física de la luna no les sienta bien, y en ese momento expulsan todo el sentimiento de su ser hacia el exterior. Se aíslan, por así decirlo, con una piel espiritual. En luna llena presionan el sentimiento de su existencia hacia el límite de su cuerpo. Y a la luz de la luna llena, si uno tiene percepción imaginativa para tales cosas, realmente aparecen como pequeños caballeros brillantes, vestidos de malla. Están revestidos de una especie de armadura espiritual y es ésta la que se presiona en su piel para armarlos contra la luz de la luna que tanto les desagrada. Pero cuando se acerca el momento de la luna nueva, el gnomo se vuelve transparente, maravilloso de ver, interiormente irradiado con un juego de colores brillantes. Uno ve dentro de él, por así decirlo, los procesos de todo un mundo. Es como si uno mirara dentro del cerebro humano, no como un anatomista que investiga el tejido de las células, sino como alguien que percibe dentro del cerebro el brillo y el centelleo de los pensamientos. Así es como estos pequeños seres transparentes, los gnomos, le parecen a uno, como si el juego de los pensamientos se revelara dentro de ellos. Es precisamente en la luna nueva cuando los gnomos son tan interesantes, porque cada uno de ellos lleva un mundo entero dentro de sí mismo; y se puede decir que dentro de este mundo se encuentra realmente el misterio de la luna.

Si se desvela, este misterio lunar, se llega a descubrimientos realmente notables, pues se llega a la conclusión de que en la actualidad la luna se acerca continuamente -naturalmente no hay que tomarlo de forma burda, como si la luna fuera a chocar con la tierra-, sino que cada año se acerca de hecho un poco más. Cada año la luna se acerca más a la tierra. Uno reconoce esto por el juego cada vez más vigoroso de las fuerzas lunares en el mundo gnomo durante el tiempo de la luna nueva. Y es a este acercamiento de la luna al cual dirigen especialmente la atención estos duendes, ya que ven su principal misión en el universo en la producción de resultados a partir de la forma en que la luna les afecta. Esperan con intensa expectación la época en que la luna se unirá de nuevo con la tierra; y reúnen todas sus fuerzas para estar preparados para la época en que la luna se haya unido con la tierra, pues entonces utilizarán la sustancia lunar para dispersar gradualmente la tierra, en lo que respecta a su sustancia exterior, en el universo. Su sustancia debe desaparecer.

Debido a que tienen en cuenta esta tarea, estos  gnomos se sienten de una importancia muy especial, ya que reúnen las más variadas experiencias de toda la existencia terrestre, y se preparan para que, cuando toda la sustancia terrestre se haya dispersado en el universo, -después de la transición a la evolución de Júpiter-, conserven lo que es bueno en la estructura de la tierra para incorporarlo a Júpiter como una especie de soporte óseo.

Verás, cuando uno mira este proceso desde el aspecto de los gnomos, uno obtiene un primer estímulo, una primera capacidad, para imaginar cómo se vería nuestra tierra si se le quitara toda el agua. Sólo hay que considerar cómo, en el hemisferio occidental, todo está orientado de norte a sur, y cómo, en el hemisferio oriental, todo está orientado de este a oeste. Así, si elimináramos toda el agua, obtendríamos en América, con sus montañas y lo que hay bajo el mar, algo que procede de norte a sur; y mirando a Europa encontraríamos que, en el hemisferio oriental, la cadena de los Alpes, los Cárpatos y demás, corre en dirección este-oeste. Se obtendría algo así como la estructura de la cruz en la tierra.

Cuando uno adquiere la comprensión de esto, recibe la impresión de que ésta es realmente la combinación del mundo de los gnomos de la antigua Luna. Los predecesores de nuestros gnomos de la Tierra, los gnomos de la Luna, reunieron sus experiencias lunares y a partir de ellas formaron esta estructura, esta firme estructura del sólido tejido de la Tierra, de modo que nuestra sólida estructura terrestre surgió realmente de las experiencias de los gnomos de la antigua Luna.

Estas son las cosas que se revelan con respecto al mundo de los gnomos. A través de ellas los gnomos adquieren una relación interesante, extraordinariamente interesante, con toda la evolución del universo. Siempre llevan el elemento firme de una etapa anterior a la etapa que le sigue. Son los preservadores en la evolución de la continuidad de la estructura firme, y así preservan la estructura firme de un cuerpo del mundo a otro. Es uno de los estudios más interesantes acercarse al mundo suprasensible desde el aspecto de estos seres espirituales y observar su tarea especial, ya que de este modo se obtiene una primera impresión de cómo cada tipo de ser existente en el mundo participa en la tarea de trabajar en la formación del mundo.
Pasemos ahora de los gnomos a las ondinas, los seres acuáticos. Aquí se presenta un escenario muy notable. Estos seres no tienen la necesidad de vivir que tienen los seres humanos, ni tampoco la necesidad de vivir que tienen los animales, aunque sea de forma instintiva, sino que casi se podría decir que las ondinas, como también los silfos, tienen más bien una necesidad de morir. En un sentido cósmico son realmente como la criatura voladora que se arroja a las llamas. Sólo sienten que su vida es verdaderamente suya cuando mueren. Esto es extraordinariamente interesante. Aquí, en la tierra física, todo desea vivir, pues todo lo que tiene fuerza vital es apreciado. Lo que se valora es la vida viva, la que brota. Pero una vez que hemos cruzado el umbral, todos estos seres nos dicen que es la muerte la que realmente es el verdadero comienzo de la vida. Esto lo pueden sentir estos seres. Tomemos las ondinas. Tal vez sepáis que los marineros que viajan mucho por el mar comprueban que en julio, agosto y septiembre -más al oeste esto ya ocurre en junio- el mar Báltico produce una impresión peculiar, y dicen que el mar empieza a florecer. Se vuelve, por así decirlo, productivo; pero produce justo aquellas cosas que se descomponen en el mar. El proceso de descomposición en el mar se hace notar; imparte al mar un peculiar olor a putrefacción.
Todo esto, sin embargo, es diferente para las ondinas. No les causa ninguna sensación desagradable; pero cuando los millones y millones de criaturas acuáticas que perecen en el mar entran en estado de descomposición, el mar se convierte para las ondinas en el más maravilloso juego fosforescente de colores. Brilla y resplandece con todos los colores posibles. Especialmente el mar brilla para ellas, interior y exteriormente, en todos los tonos de azul, violeta y verde. Todo el proceso de descomposición en el mar se convierte en un brillo y resplandor de los colores más oscuros hasta el verde. Pero estos colores son realidades para las ondinas, y se puede ver cómo, en este juego de colores en el mar, absorben los colores en sí mismos. Atraen estos colores a su propia naturaleza corporal. Se vuelven como ellos, ellas mismas se vuelven fosforescentes. Y al absorber el juego de colores, al volverse ellas mismas fosforescentes, surge en las ondinas algo así como un anhelo, un inmenso anhelo de elevarse hacia arriba, de remontarse. Se elevan, guiadas por este anhelo, y con este anhelo se ofrecen a los seres de las jerarquías superiores -a los ángeles, arcángeles, etc.- como sustento terrenal; y en este sacrificio encuentran su dicha. Luego, dentro de las jerarquías superiores, siguen viviendo.
Y es por ello que vemos el hecho notable de que cada año, con el regreso de la primavera temprana, estos seres evolucionan hacia arriba desde profundidades insondables. Allí participan en la vida de la tierra trabajando en el reino vegetal de la manera que he descrito. Luego, sin embargo, se vierten, por así decirlo, en el agua, y toman por medio de su propia naturaleza corporal la fosforescencia del agua, el elemento de la descomposición, y la llevan hacia arriba con una intensidad de anhelo. Entonces, en un vasto, en un magnífico cuadro cósmico, se ve cómo, emanando del agua terrestre, los colores que son llevados hacia arriba por las ondinas y que tienen substancialidad espiritual, proporcionan a las jerarquías superiores su sustento, cómo la tierra se convierte en la fuente de alimentación en la medida en que la esencia misma del anhelo de las ondinas es dejarse consumir por los seres superiores. Allí siguen viviendo, allí entran en su eternidad. Así, cada año se produce un continuo ascenso de estas ondinas, cuya naturaleza interior se forma a partir de la esfera terrestre, y que irradian hacia arriba, llenas del anhelo de ofrecerse como alimento a los seres superiores.
Y ahora pasemos a los silfos. En el curso del año encontramos a los pájaros moribundos. Os he descrito cómo estos pájaros moribundos poseen sustancia espiritualizada, y cómo desean entregar esta sustancia espiritualizada a los mundos superiores para liberarla de la tierra. Pero aquí se necesita un intermediario. Y estos intermediarios son los silfos. Es un hecho que a través del mundo de los pájaros moribundos el aire se llena continuamente de astralidad. Esta astralidad es de un orden inferior, pero no obstante es astralidad; es sustancia astral. En esta astralidad aletean -o revolotean podría ser una palabra mejor- en esta astralidad revolotean los silfos. Toman lo que viene del mundo de los pájaros moribundos, y lo llevan, también con un sentimiento de anhelo, hacia las alturas, sólo deseando ser inhalado por los seres de las jerarquías superiores. Se ofrecen como aquello que suministra la existencia respiratoria a las jerarquías superiores. De nuevo un espectáculo magnífico. Con el mundo de los pájaros moribundo, esta sustancia astral, interiormente radiante, se ve pasar al aire. Los silfos relampaguean como relámpagos azules en el aire, y en su relámpago azul, que asume primero tonos más verdes y luego más rojos, absorben esta astralidad que viene del mundo de las aves, y se lanzan hacia arriba como relámpagos que brillan hacia arriba. Y si se sigue esto más allá de los límites del espacio, se convierte en lo que inhalan los seres de las jerarquías superiores.
Así se puede decir: Los gnomos llevan un mundo a otro en cuanto a su estructura. Progresan, por así decirlo, en una dirección -la expresión se utiliza sólo como comparación- que es horizontal con la evolución. Los otros seres -las ondinas, los silfos- llevan hacia arriba lo que experimentan como dicha al entregarse a la muerte, al ser consumidos, al ser inhalados. Allí siguen viviendo dentro de las jerarquías superiores; en ellas experimentan su eternidad.
Y cuando pasamos a los seres de fuego, sólo hay que pensar en cómo el polvo de las alas de la mariposa parece disolverse en la nada con la muerte de la mariposa. Pero en realidad no se disuelve en la nada. Lo que se desprende como polvo de las alas de la mariposa es la materia más altamente espiritualizada. Y todo esto pasa como cometas microscópicos al éter calórico que rodea la tierra, cada partícula de polvo pasa como un cometa microscópico al éter calórico de la tierra. Cuando en el transcurso del año el mundo de las mariposas se acerca a su fin, todo esto se convierte en brillo y resplandor, un brillo y resplandor interior. Y en este brillo y resplandor los seres de fuego se vierten; lo absorben. Allí sigue brillando y resplandeciendo, y ellos también tienen un sentimiento de anhelo. Llevan lo que han absorbido a las alturas. Y ahora se ve -ya lo he descrito desde otro aspecto- cómo lo que los seres de fuego llevan hacia fuera de las alas de la mariposa brilla en el espacio celeste. Pero no sólo brilla, sino que fluye. Y es esto lo que proporciona la visión particular de la tierra, que es percibida por las jerarquías superiores. Los seres de las jerarquías superiores contemplan la tierra, y lo que ven principalmente es esta existencia de mariposas e insectos que ha sido llevada hacia fuera por los seres de fuego; y los seres de fuego encuentran su mayor éxtasis en la comprensión de que son ellos los que se presentan ante los ojos espirituales de las jerarquías superiores. Encuentran su mayor éxtasis al ser contemplados por la mirada, por los ojos espirituales, de las jerarquías superiores, al ser absorbidos por ellas. Se esfuerzan por ascender hacia estos seres y les llevan el conocimiento de la tierra.
Por lo tanto, vemos cómo estos seres elementales son los intermediarios entre la tierra y el cosmos espiritual. Vemos este drama del surgimiento fosforescente de las ondinas, que fallecen en el mar de luz y de llamas de las jerarquías superiores como su sustento; vemos el surgimiento del relámpago verdoso-rojizo, que se inhala allí donde la tierra pasa continuamente a lo eterno, la supervivencia eterna de los seres de fuego, cuya actividad nunca cesa. Pues mientras que aquí, en la tierra, las mariposas mueren especialmente en una determinada época del año, los seres de fuego se encargan de que lo que les corresponde mirar se vierta en el universo durante todo el año. Así, la tierra está como envuelta en un manto de fuego. Vista desde fuera, la tierra parece ardiente. Pero todo es provocado por seres que ven las cosas de la tierra de forma muy diferente a como las ve el hombre. Como ya se ha dicho, la experiencia del hombre con la tierra es la de una sustancia dura sobre la que camina y se yergue. Para los gnomos es un globo transparente, un cuerpo hueco. Para las ondinas el agua es algo en lo que perciben el proceso de fosforescencia, que pueden tomar dentro de sí y sentir como su elemento vital. Los silfos ven en la astralidad del aire, que emana de los pájaros moribundos, lo que hace que sus relámpagos sean más vivos de lo que serían de otro modo, pues en sí mismos los relámpagos de estos silfos son opacos y azulados. Y también la desintegración de la existencia de las mariposas es algo que envuelve continuamente la tierra como si fuera una envoltura de fuego. Cuando se contempla esto es como si la tierra estuviera rodeada de una maravillosa pintura de fuego; y, por otro lado, cuando se mira hacia arriba desde la tierra, se contemplan estos relámpagos, estas ondinas fosforescentes y evanescentes. Todo esto nos hace decir: Aquí, en la tierra, los espíritus elementales de la naturaleza viven y tejen; se esfuerzan hacia arriba y fallecen en el manto de fuego de la tierra. En realidad, sin embargo, no desaparecen, sino que allí encuentran su existencia eterna al pasar a los seres de las jerarquías superiores.
Sin embargo, todo esto, que a primera vista parece una maravillosa imagen del mundo, es la expresión de lo que ocurre en la tierra, ya que en un principio todo se desarrolla en la tierra. Nosotros, los seres humanos, estamos siempre presentes en lo que allí ocurre; y el hecho es que -aunque en su conciencia ordinaria el hombre sea al principio incapaz de captar lo que le rodea- cada noche estamos implicados en el tejer y obrar de estos seres, que nosotros mismos tomamos parte como yo y como cuerpo astral en lo que estos seres llevan a cabo.

Pero son especialmente los gnomos los que realmente encuentran un entretenimiento en observar a una persona que está dormida, no el cuerpo físico en la cama, sino la persona que está fuera de su cuerpo físico en su cuerpo astral y en su yo, pues lo que el gnomo ve es alguien que piensa en el espíritu pero no lo sabe. No sabe que sus pensamientos viven en lo espiritual. Y también para las ondinas es inexplicable que el hombre se conozca tan poco a sí mismo; lo mismo con los silfos, y lo mismo con los seres de fuego.

En el plano físico, como sabéis, es ciertamente desagradable tener mosquitos y similares zumbando alrededor de uno por la noche. Pero el hombre espiritual, el yo y el cuerpo astral, por la noche están rodeados y entretejidos por seres elementales; y este estar rodeado y entretejido es una constante advertencia al hombre para que dé un impulso a su conciencia a fin de conocer más sobre el mundo.
Ahora, por lo tanto, intento proporcionarles una idea de lo que estos seres - gnomos, ondinas, silfos y seres de fuego - quieren decir con su zumbido, de lo que sucede cuando empezamos a escuchar lo que les divierte en nosotros, y de lo que quieren que hagamos cuando nos amonestan a dar un impulso hacia adelante a nuestra conciencia. Sí, ya ves, aquí vienen los gnomos y hablan más o menos como sigue:

Te sueñas a ti mismo,
y rehúyes el despertar.

Los gnomos saben que el hombre posee su yo como en un sueño, que primero debe despertar para llegar a su verdadero yo. Lo ven claramente y le llaman en su sueño:

Te sueñas a ti mismo

- quieren decir durante el día -

y rehuyes el despertar.


Entonces suena desde las ondinas


Piensas en los actos de los ángeles


El hombre no sabe que sus pensamientos están realmente con los ángeles


Piensas en los actos de los ángeles

y no lo sabes.


Y desde los silfos suena para el hombre dormido


El poder creador brilla para ti,

No lo adivinas.

Sientes su fuerza

- la fuerza del Poder Creador -
y no la vives.


Tales son aproximadamente las palabras de los silfos, las palabras de las ondinas, las palabras de los gnomos.


Las palabras de los seres de fuego:


La Voluntad Divina te ofrece fuerza,

No la aceptas.

Con su fuerza lo harás,


- con la fuerza de la Voluntad Divina -


Sin embargo, la alejas de ti.

 El objetivo de todas estas advertencias es dar al hombre un impulso hacia adelante con respecto a su conciencia. Estos seres, que no entran en la existencia física, desean que el hombre avance con su conciencia, para que él también pueda participar en su mundo.


Y cuando uno se ha adentrado así en lo que estos seres tienen que decir al hombre, también comprende gradualmente cómo dan expresión a su propia naturaleza, un poco de esta manera:

Los gnomos:


Mantengo la fuerza vital en la raíz,

que crea para mí la forma de mi cuerpo.


Las ondinas:


Yo aprovecho el poder de crecimiento del agua,

que forma para mí la sustancia de la vida.


Los silfos:


Yo absorbo la fuerza aérea de la vida,

que me llena con el poder del ser.

 Y los seres de fuego - allí es muy difícil encontrar cualquier tipo de palabras terrenales para lo que hacen, porque su esfera está muy lejos de la vida terrenal y de la actividad terrenal.


Seres de fuego:


Yo consumo* la fuerza del fuego,

En lo anímico-espiritual me redimo.

[* Aquí Rudolf Steiner acuña una palabra a partir] de verdauen, digerir: däuen - ich däue, para expresar, no una digestión ordinaria, sino un proceso de consumo ardiente].

Como veis, me he esforzado en daros una idea de cómo se caracterizan estos seres del reino elemental; y de las advertencias que imparten al hombre. Pero no son tan poco amistosos con el hombre como para sugerirle sólo lo que es negativo en su naturaleza, sino que también proceden de ellos dichos concisos y positivos. Y el hombre experimenta estos dichos como de inmensa, de gigantesca importancia. En estos asuntos debéis adquirir un sentido para saber si un dicho es pronunciado meramente con palabras humanas, por muy bellas que sean, o si suena como si saliera cósmicamente de todo el poderoso coro de los gnomos. La diferencia está en la forma en que surge. Y cuando el hombre escucha a los gnomos después de que se le hayan impartido las advertencias que he escrito, entonces suena hacia él desde el coro masivo de los gnomos:

Esfuérzate por despertar.

Aquí el significado es la poderosa impresión moral creada por tales palabras cuando fluyen a través del universo, surgiendo del coro masivo de infinitas voces individuales. Y del coro de las ondinas resuena:


Piensa en el espíritu.

 Con el coro de los silfos las cosas no son tan sencillas. Cuando los gnomos aparecen como brillantes caballeros acorazados a la luz de la luna llena, resuenan desde ellos como desde las profundidades de la tierra:


Esfuérzate por despertar.

 Cuando las ondinas se elevan hacia arriba llenas del anhelo de ser consumidas, entonces en este ascenso suena de vuelta a la tierra:


Piensa en el Espíritu.

Pero para los silfos, en eso, arriba, se dejan inhalar, desapareciendo en relámpagos azulados-rojizos-verdosos en la luz del mundo, luego, al destellar en la luz y en ella desaparecer, desde las alturas suena abajo de ellos:


Vive la existencia respirando creativamente. 

 Y como en la cólera ardiente -pero una cólera que no se siente como aniquiladora, sino como algo que el hombre debe recibir del cosmos- como en la cólera ardiente pero al mismo tiempo entusiasta, los seres de fuego llevan lo propio al manto de fuego de la tierra, sus palabras resuenan. Aquí el sonido no es como el de las voces individuales agrupadas, sino que desde toda la circunferencia resuena como una poderosa voz de trueno:


Recibe en amor la fuerza de voluntad de los dioses.

 Naturalmente, uno puede apartar su atención de todo esto; entonces no lo percibe. Que el hombre perciba o no esas cosas depende de su libre decisión. Pero cuando el hombre las percibe, sabe que son parte integrante de la existencia cósmica, que algo ocurre realmente en el hecho de que los gnomos, las ondinas, los silfos y los seres de fuego desarrollen su evolución de la manera descrita. Y los gnomos no sólo están presentes para el hombre en la forma que ya he descrito, sino que están allí para dejar que sus palabras del mundo suenen desde la tierra, las ondinas para dejar que sus palabras del mundo se eleven hacia arriba, los silfos las suyas desde arriba, los seres de fuego las suyas como un coro, como la agrupación de una poderosa elevación de voces.

Sí, así es como podría parecer cuando se transpone en palabras. Pero estas palabras pertenecen al Verbo de los mundos, y aunque no las oigamos con la conciencia ordinaria, estas palabras no dejan de tener importancia para la humanidad. Porque la idea primigenia que tuvo su origen en la clarividencia instintiva, de que el mundo nació del Verbo, es en verdad una verdad profunda, pero la palabra del mundo no es una colección de sílabas recogidas de aquí o de allá; la palabra del mundo es lo que suena de incontables, incontables seres. Innumerables, innumerables seres tienen algo que decir en la totalidad del mundo, y la palabra del mundo suena a partir de la concordancia de estos innumerables seres. No es la verdad general y abstracta de que el mundo nace del Verbo la que puede traernos esto en su plenitud. Sólo una cosa puede hacerlo, a saber, que gradualmente lleguemos a una comprensión concreta de cómo la Palabra del mundo, en todos sus diferentes matices, está compuesta por las voces de los seres individuales, de modo que estos diferentes matices contribuyen con su sonido, con su expresión, a la gran armonía del mundo, a la poderosa melodía del mundo, en la acción creadora del Verbo.

Cuando el coro de los gnomos permite que suene su "Esfuérzate por despertar", esto -sólo transformado en lenguaje gnómico- es la fuerza que está activa en la creación del sistema óseo humano, el sistema de movimiento en general.

Cuando las ondinas pronuncian "Piensa en el espíritu", ellas expresan -trasladado en la esfera ondina- lo que se vierte como palabra del mundo en el hombre para dar forma a los órganos de la digestión.

Cuando los silfos, al ser insuflados, dejan fluir hacia abajo su "Existencia viva que respira creativamente", penetra en el hombre, tejiendo y pulsando a través de él, la fuerza que le dota de los órganos del sistema rítmico.

Y si se atiende a lo que suena en el interior -a la manera de los seres de fuego- desde el manto de fuego del mundo, entonces se encuentra que este sonido se manifiesta como imagen o reflejo. Esta fuerza sonora de la palabra procede del manto de fuego. Y cada sistema nervioso de cada hombre, cada cabeza, añadiría, es una imagen en miniatura de lo que -traducido al lenguaje de los seres de fuego- suena como: "Recibe en el amor la Fuerza de Voluntad de los Dioses". Este dicho, "Recibe en el amor la Voluntad de los Dioses", es lo que está activo en la sustancia más elevada del mundo. Y cuando el hombre experimenta su desarrollo en la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento, esto es lo que transforma lo que trajo consigo a través de la puerta de la muerte en lo que más tarde se convertirá en los órganos humanos de los nervios y los sentidos. Así tenemos:

Sistema de movimiento

Coro de gnomos: Esfuérzate por despertar


Sistema metabólico

Ondinas: Pensar en el espíritu


Sistema rítmico

Silfos: Vive la existencia de forma creadora


Sistema neuro-sensorial

Seres de fuego: Recibe en el amor la Fuerza de Voluntad de los Dioses.

 Así se ve que lo que está más allá del umbral es afín a nuestra propia naturaleza, se ve cómo nos lleva a las fuerzas divinas creadoras, a lo que vive y actúa en todas las formas de existencia. Y cuando uno recuerda lo que una época anterior adivinó, y que se expresa en las palabras


El poder de la vida, las semillas contemplan;

Aléjate del corsé de las palabras.

[Goethe: Fausto, Parte I, Escena I.]


- Uno se ve obligado a decir que todo esto debe convertirse en realidad en el curso posterior del desarrollo de la humanidad. Todo el conocimiento se reduce a palabras si no tenemos una visión de las fuerzas germinales que construyen al ser humano de las formas más variadas.

Por lo tanto, podemos decir que el sistema de movimiento, el sistema metabólico, el sistema rítmico, el sistema neurosensorial se funden en una unidad en la que resuenan en armonía. Porque desde abajo suena hacia arriba: "Esfuérzate por despertar"; "Piensa en el Espíritu" - y desde arriba hacia abajo, mezclándose con las palabras que se esfuerzan hacia arriba, "Vive la existencia respirando creativamente"; "Recibe en amor la Fuerza de Voluntad de los Dioses".

Este "Recibir en el amor la Fuerza de Voluntad de los Dioses" es el calmado elemento creativo en la cabeza. Luego lo que se esfuerza desde abajo hacia arriba en "Pensar en el Espíritu", desde arriba hacia abajo en "Vivir creativamente la existencia respiratoria", en su actividad combinada es lo que trabaja y teje de tal manera que crea una imagen de la forma en que la respiración humana pasa de manera rítmica a la actividad de la sangre. Y lo que implanta en nosotros los instrumentos de los sentidos, esto es lo que fluye desde arriba hacia abajo en "Recibe en el amor la Fuerza de Voluntad de los Dioses". Pero lo que actúa en nuestro caminar, en nuestro estar erguidos, en nuestro movimiento de brazos y manos, todo lo que de hecho lleva al hombre a la manifestación de su elemento de voluntad, esto suena en "Esfuérzate por despertar".

Así ven cómo el hombre es una sinfonía de esa palabra del mundo que puede ser interpretada en su nivel más bajo de la manera en que se la he presentado. Luego esta palabra del mundo asciende a las jerarquías superiores, cuya tarea es desplegar otros aspectos de esta palabra del mundo para que el cosmos pueda surgir y desarrollarse. Pero lo que, por así decirlo, ha sido pronunciado como una llamada al mundo por estos seres elementales, es la reverberación final de esa palabra del mundo creadora, edificante y dadora de formas que se encuentra en la base de toda actividad y toda existencia.

Gnomos:


Te sueñas a ti mismo,

y rehuyes el despertar.


Yo mantengo la fuerza vital en la raíz,

Crea para mí la forma de mi cuerpo.


Ondinas:


Piensas en los actos de los ángeles

y no lo sabes.


Yo aprovecho el poder de crecimiento del agua,

y forma para mí la sustancia de la vida.


Los silfos:


El poder creativo brilla para ti,

No lo adivinas;

Sientes su fuerza

y no la vives.


Yo bebo la fuerza aérea de la vida,

Me llena con el poder del ser.


Seres de fuego:


La voluntad divina te ofrece fuerza,

No la aceptas.

Con su fuerza lo harás,

Sin embargo, la alejas de ti.


Yo consumo el poder del fuego,

En lo anímico-espiritual me redimo.


Coro de gnomos:     ¡Esfuérzate por despertar!

Ondinas:                  ¡Piensa en el Espíritu!

Los silfos:                ¡Vive la existencia de forma creadora!

Seres de fuego:        ¡Recibe con amor la Fuerza de Voluntad de los Dioses!

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Original en alemán

GNOMEN

Du träumst dich selbst,
Und meidest das Erwachen.

Ich halte die Wurzelwesenkraft,
Sie schaffet mir den Formenleib.

UNDINEN

Du denkst die Engelwerke
Und weisst es nicht.

Ich bewege die Wasserwachtumskraft,
Sie bildet mir den Lebensstoff.

SYLPHEN

Dir leuchtet die Schöpfermacht,
Du ahnst es nicht;
Du fühlest ihre Kraft
Und lebst sie nicht.

Ich schlürfe die luft'ge Lebekraft,
Sie füllet mich mit Seinsgewalt.

FEUERWESEN

Dir krafter Götterwille,
Du empfangst ihn nicht.
Du willst mit seiner Kraft,
Und stosset ihn von dir.

Ich däue die Feuer strebekraft,
Sie erlöst mich in Seelengeistigkeit.

GNOMENCHOR    Erstrebe zu wachen
UNDINEN               Denke in Geiste
SYLPHEN               Lebe schaffend atmendes Dasein
FEUERWESEN       Empfange liebend Götterwillenskraft.

Traducido por J.Luelmo sept.2021

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919