GA057 Berlín, 22 de octubre de 1908 - La Revelación Secreta de Goethe (Exotérica)

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    RUDOLF STEINER. 


LA REVELACIÓN SECRETA DE GOETHE (EXOTÉRICA)

 Berlín, 22 de octubre de 1908

segunda conferencia

Quienquiera que siga la historia de la evolución humana, no sólo en los documentos y tradiciones habituales, sino que profundice más bien en cosas que, aunque al principio parezcan sólo sintomáticas de esa evolución, realmente señalan el camino hacia las fuerzas internas y, por tanto, verdaderas de la evolución, encontrará un significado renovado en una escena memorable de finales del siglo XVIII. Un importante botánico de la época, llamado Batsch, pronunció ante la Sociedad de Ciencias Naturales de Jena un discurso basado en la más alta ciencia contemporánea. Dos hombres, uno unos diez años mayor que el otro, escucharon este discurso, y sucedió que salieron juntos del lugar y entablaron conversación. El más joven le dijo al más viejo: 'Cuando uno considera tal discurso, muestra una vez más cómo el método científico de observación desmenuza las cosas, pone una al lado de la otra, y apenas toma en consideración el vínculo espiritual homogéneo que existe en todas las diferentes unidades'. En otras palabras, al joven le parecía erróneo que se pusiera una planta al lado de otra sin hacer referencia a un algo superior, que también debe existir en el mundo, que une a las distintas plantas.   

El anciano respondió: "Tal vez sea posible encontrar un método de estudio de la naturaleza que funcione de manera diferente y que, a pesar de ser un estudio que debe conducir al conocimiento, tenga como objetivo el elemento unificador, es decir, lo que está ausente en la observación externa mediante los diversos sentidos". El hombre sacó un lápiz y un trozo de papel de su bolsillo y dibujó inmediatamente una forma notable, una forma que se parecía a una planta, pero que no era una planta existente, que pudiera ser vista o percibida por los sentidos físicos externos, una forma que, por así decirlo, no existía en ninguna parte y de la que dijo que no existía en ninguna planta individual, sino que era la "protoplanta", el tipo de protoplanta que existía en todas las plantas y representaba el elemento unificador. El hombre más joven lo miró y dijo: "Sí, pero lo que has dibujado ahí no es una experiencia, no es una observación, es una idea", teniendo en cuenta que sólo el espíritu humano podía formar tales ideas, y que tal idea no tenía ningún significado para la naturaleza externa, llamada objetiva.

El anciano fue incapaz de comprender en absoluto esta objeción, pues replicó: "Si eso es una idea, entonces yo veo mis ideas con mis ojos". Quería decir que así como una planta individual es visible al sentido externo de la vista, y es una experiencia, de la misma manera su proto-planta, aunque invisible por medio de un sentido externo, era objetiva, existente en el mundo exterior, viviente en todas las plantas, el arquetipo en todas las plantas individuales. Ustedes saben que el más joven de estos dos hombres era Schiller, el mayor Goethe.

Esta conversación es una indicación sintomática y significativa de la ciencia espiritual moderna.

¿Qué impulsó realmente esa respuesta de Goethe a Schiller? En él se expresaba la conciencia de que con la representación proporcionada por los sentidos externos y la comprensión limitada de las percepciones sensoriales externas, no sólo se capta una verdad objetiva externa, sino que el ser humano, al poner en movimiento fuerzas espirituales superiores, las cuales no se aplican a las observaciones sensoriales separadas, llega a la verdad y a la realidad del mismo modo que lo hace por medio de las percepciones sensoriales externas.

Bien podemos decir que Schiller, que en aquel momento era incapaz de darse cuenta de lo que había detrás, cuando creía que Goethe había hecho su dibujo en términos de subjetividad, nos ha dejado el mejor testimonio de la capacidad del hombre para escalar las alturas tal y como le fueron reveladas por Goethe. A partir de ese momento, vemos cómo Schiller va comprendiendo cada vez mejor las ideas de Goethe. Una carta suya nos proporciona un documento psicológico de primera importancia, donde dice: "Durante mucho tiempo, aunque desde la distancia, he observado el progreso de tu espíritu con una admiración siempre renovada, y me he dado cuenta del camino que te has trazado. Buscas la necesidad de la naturaleza, pero por el camino más difícil, del que retrocedería cualquier fuerza más débil. Usted toma toda la naturaleza como un todo para obtener luz sobre cada parte separada, y busca la explicación del individuo en el "todo" de sus fenómenos. Usted asciende desde el organismo simple, paso a paso hacia lo más complejo, para finalmente erigir genéticamente a partir de los materiales de toda la estructura de la naturaleza al más complejo de todos, el ser humano. Usted busca penetrar en su técnica oculta, recreándolo a la manera de la naturaleza. Una idea grandiosa y verdaderamente heroica que muestra suficientemente hasta qué punto vuestro espíritu mantiene unida la rica totalidad de sus conceptos en una hermosa unidad.'

Así pues, podemos considerar como un testimonio de la objetividad del mundo de las ideas de Goethe lo que en su conciencia suscitó tal respuesta, y que Schiller confirmó más tarde en esta carta.

Es notable que Heinroth, un psicólogo que vivió en los años veinte del siglo XIX y que hoy está olvidado, pronunciara una frase muy significativa sobre Goethe en su Antropología, que es realmente una psicología, -una de esas frases que son significativas por su aplicación, y arrojan gran luz sobre lo que pretenden iluminar. Hablando de todo el método de enfoque de Goethe, utilizó la frase "pensamiento objetivo" y la amplió diciendo: El pensamiento de Goethe es un pensamiento bastante peculiar, realmente inseparable de la objetividad de las cosas, que descansa tranquilamente en los objetos, en los que se eleva a las ideas.

Ahora bien, quien sea capaz de indagar en todo el organismo espiritual de Goethe, -como lo haremos hoy y pasado mañana, cuando trataremos de penetrar aún más profundamente en esta cuestión, cuando consideraremos más interiormente lo que hoy se nos ha de presentar exteriormente-, verá que en este pensamiento se atiene a los hechos sin detenerse meramente en la superficie de las cosas y en la experiencia de los sentidos, y que dentro de estos hechos encuentra lo espiritual, el mundo de las ideas. Vemos que por esta razón el pensamiento de Goethe ha llegado a ser tan importante para una gran parte de nuestro desarrollo humano moderno. Podemos decir que hay algo sumamente notable en este efecto del espíritu de Goethe sobre los más diversos tipos de personas, sobre los más variados puntos de vista incluso sobre las distintas épocas sucesivas.

Consideremos por un momento el punto en cuestión y veremos qué resultados únicos ha producido de hecho la norma espiritual de Goethe. Si tomamos a tres filósofos de la vida espiritual alemana, muy diferentes entre sí en sus puntos de vista, Fichte, Hegel y Schopenhauer, a partir de un estudio de sus relaciones mutuas y de sus relaciones con Goethe encontramos algo bastante notable sobre la influencia de Goethe en la historia. Fichte se revela como un pensador errante en alturas remotas, sobre todo cuando había terminado su Fundamento de la Ciencia en Jena en 1792. Es difícil llegar a comprender la peculiaridad de Fichte, es difícil penetrar en él, aunque todo el que lo ha conseguido debe admitir que ha obtenido de él alimento para la disciplina espiritual en un grado extraordinario. Pero no a todo hombre le corresponde ascender a tales esferas del más puro concepto. Fichte, que vagaba por estas alturas de la abstracción, particularmente en aquel momento, envió su obra a Goethe con las siguientes significativas palabras: Veo y he visto siempre en ti al más puro representante, en el estadio actual de la humanidad, de la espiritualidad del sentimiento. A tu sentimiento, por tanto, se dirige con razón la filosofía. La espiritualidad de tu sentimiento es la regla normal de la filosofía". Así Fichte a Goethe.

Veamos ahora a otro filósofo, a Schopenhauer, y veamos en primer lugar cuál era la posición de Schopenhauer frente a Fichte. En verdad, los dos eran hostiles, al menos Schopenhauer era muy hostil a Fichte. Schopenhauer nunca se cansó de insultar a Fichte. Para él es un charlatán que piensa y escribe ideas vacías. Repetidamente subraya lo irreal y sin sentido que es la filosofía de Fichte. De hecho, no podría haber un contraste mayor que estos dos. Y Schopenhauer acudió a Goethe para que le enseñara. Durante un tiempo experimentó junto con Goethe para aprender los conceptos físicos fundamentales, y buena parte de su primera obra, e incluso de su obra principal, se deriva de la impresión que le causó Goethe. Si ustedes conocen a Schopenhauer, sabrán también con qué respeto hablaba de Goethe. Schopenhauer y Fichte - dos grandes contrastes se unen en Goethe, y él parece la fuerza unificadora de cada uno.

Tomemos finalmente a Hegel y Schopenhauer. Hegel también es difícil de alcanzar con el entendimiento. Él trata de crear un mundo fáctico de conceptos en un marco amplio y sistemático, y exige que el hombre se eleve a un estadio en el que capte el concepto como hecho, en el que sea capaz de experimentarlo directamente. Schopenhauer encuentra en esto algo totalmente inútil, un mero juego de palabras abstractas. Si queremos conocer la relación de Hegel con Goethe, basta mencionar un solo caso y veremos cómo se encuentran. Hay una hermosa carta en la que Hegel escribe: "Goethe busca detrás de las revelaciones de los sentidos los fenómenos espirituales reales, a los que llama protofenómenos, como llama protoplanta al protofenómeno del mundo vegetal. Mientras que, como filósofo, habla desde las alturas del mundo espiritual y nos muestra lo que podemos pensar y comprender, por otro lado se esfuerza por entrar en contacto con los pensamientos creados por el espíritu. De este modo, el protofenómeno de Goethe se une a lo que la filosofía pura y pensante deriva de lo alto".

Aquí también vemos una armonía entre Hegel y Goethe, como entre Goethe y Schopenhauer. En Goethe ellos se encuentran unidos. Y cuando pasamos de estos tiempos antiguos a los nuestros, ¿Qué encontramos?

Durante la vida de Goethe la investigación en Ciencias Naturales era diferente. Hoy más que entonces se considera que el único método correcto de la Ciencia estricta es una investigación basada en observaciones sensoriales externas y la elaboración formal por la mente de lo que está limitado por el oscurecimiento de los resultados así obtenidos. Pero Haeckel, como demuestra en todos sus libros, está decidido a apoyarse en el suelo firme de la concepción goetheana del mundo, y así vemos una filosofía más materialista que subraya la importancia de apoyarse en la concepción goetheana del mundo. Hoy en día se pueden encontrar libros escritos sobre una base para la cual el espíritu es una realidad absoluta en el sentido más elevado de la palabra, y en ellos se puede rastrear la deuda con Goethe. Los estudiantes espiritualistas y materialistas pueden luchar desde campos opuestos, pero ambos creen que pueden admirar a Goethe de la misma manera. De este modo, él proporciona algo que salva el abismo entre los adversarios.

Estos hechos atestiguan la fuerza de la concepción del mundo de Goethe, una fuerza que ejerce tal influencia sobre los demás que, aunque no se entiendan, encuentran en Goethe algo que ellos mismos tienen. Tal vez algunos de ustedes sepan la gran distancia que separaba a Virchow de Haeckel. Pero también Virchow, que en tan pocas cosas coincidía con Haeckel, en un importante discurso sobre Goethe ha encontrado igualmente apoyo en él. Así que en Goethe vemos un poder que, frente a todas las contradicciones y luchas de las concepciones del mundo, es capaz de mostrar que las cosas no son lo que estos representantes de la ciencia consideran, y por lo que luchan tan obstinadamente.

Justo cuando se considera la relación de estas personas importantes con Goethe, uno se da cuenta de que ocurre lo mismo con lo que se llama conocimiento que con diferentes pintores, que se sientan alrededor de una montaña y la pintan desde diferentes puntos de vista. Los cuadros resultantes también deben ser diferentes, aunque se trate de la misma montaña. Sólo se puede tener una idea completa de la montaña comparando las distintas representaciones entre sí y uniéndolas en un todo. Si te sitúas en la misma posición con respecto al conocimiento, verás que Goethe no selecciona un único punto de vista, sino que escala la montaña y muestra que es posible situarse en la cima y encontrar allí un panorama completo, en el que todos los puntos de vista se revelan en su coherencia o interconexión más profunda.

Esto es lo que hace que el espíritu de Goethe sea tan eminentemente moderno, y si al sumergirnos profundamente en Goethe tenemos la sensación de que nos parece un moderno, será una justificación suficiente si en nuestros frecuentes estudios aquí de la ciencia espiritual y de una concepción del mundo basada en lo espiritual, consideramos lo que hizo y quiso hacer como una especie de invitación a penetrar más profundamente en su naturaleza. Si él es un espíritu estimulante en tantos aspectos, ¿Por qué no habría de ser también un estimulante para esa tendencia espiritual (Corriente Espiritual) uno de cuyos objetivos más elevados y hermosos es una investigación tolerante de los diferentes puntos de vista de las concepciones del mundo, y que convierte en principio el no quedarse quieto en un punto fijo, sino, para encontrar la verdad, subir cada vez más alto por medio de métodos aplicados al desarrollo interior y al crecimiento de los órganos internos de percepción, porque sólo así se pueden ver los fundamentos espirituales más profundos? Consideremos ahora hasta qué punto coincide Goethe con los sentimientos más profundos de la humanidad moderna en un tema estrechamente limitado. Como ejemplo elegiremos un sentimiento que muchos de ustedes conocen, y que puede describirse diciendo que hay mucha gente hoy en día que se esfuerza por tirar por la borda las viejas tradiciones, y crear sentimientos, pensamientos e ideas que conduzcan directamente al tiempo presente. Verán enseguida lo que quiero decir cuando les recuerde una imagen que muchos aprecian hoy en día. 

Pueden ustedes adoptar la actitud que quieran ante el cuadro, pero es una expresión de la época contemporánea. Me refiero al cuadro: "Komm, Herr Jesus, sei unser Gast" - "Señor Jesús, ven y sé nuestro huésped". El cuadro vive no sólo en su creador, sino también en quienes lo disfrutan; sienten el anhelo de ver la figura de Jesús en su presencia inmediata, como se representa cerca de la mesa. Se podría decir que la imagen no sólo tiene valor para esta época, sino para todas las épocas, que está ahí eternamente y no puede pasar y que cada época tiene derecho a poner esta figura en su propia época. Estas pocas palabras indican el sentimiento que muchos tienen hacia este cuadro.

Ahora bien, se podría creer que en estas cosas Goethe pertenecía todavía a los antiguos, -una conclusión que se sacaría de su preferencia por el arte antiguo, con sus viejas, sanas y artísticas tradiciones, y su preferencia por los griegos; se podría creer que Goethe no comprendía la emoción expresada en este cuadro: 'Señor Jesús, ven y sé nuestro Huésped'. Para echar un vistazo al alma de Goethe, nos remitimos a un libro de Bossi sobre la "Última Cena" de Leonardo da Vinci. Goethe escribió una crítica de este libro, y en ella hay palabras significativas. De este cuadro, que se encuentra en el refectorio del claustro de Santa Maria delle Grazie en Milán y que, a pesar de su reciente restauración, parece que pronto desaparecerá, Goethe cuenta cómo se paró frente a él en un momento en que todavía tenía cierta frescura. Describe la impresión que le causó este cuadro en su juventud: "Frente a la entrada, en la pared más estrecha, en el cuerpo de la sala, estaba la mesa del Prior, a cada lado las mesas de los monjes, todas elevadas del suelo sobre un estrado, y ahora, cuando habías entrado y te dabas la vuelta, veías la cuarta mesa pintada en la cuarta pared, encima de las puertas bastante bajas; y en ella a Cristo y a sus Discípulos, como si pertenecieran a la compañía". Él, invocado por los dominicos en su sentido y en su lugar, con el emotivo pensamiento 'Señor Jesús, ven y sé nuestro Huésped'. El conjunto, dice Goethe, formaba un cuadro unificado. Y para no dejar ninguna duda sobre lo que quiere decir, añade: "Debió de ser un espectáculo significativo a la hora de comer, cuando las mesas del Prior y de Cristo se miraban como dos cuadros opuestos y los monjes se encontraban en medio. Por ello, el pintor, en su sabiduría, tuvo que tomar como modelo las mesas de los monjes. Y es cierto que el mantel, con sus pliegues, su diseño a rayas y sus esquinas abiertas, fue tomado de la lencería del Claustro, y los platos, fuentes, tazas y otros utensilios fueron copiados de los que usaban los monjes. No se trataba, pues, de aproximarse a un traje incierto y anticuado. Habría sido extremadamente torpe hacer que la Santa Compaña se tumbara sobre cojines. No, tenía que parecerse al presente; Cristo iba a tomar su cena con los dominicos de Milán".

Y ahora preguntémonos si Goethe tenía este entendimiento que debemos llamar entendimiento moderno. Lo tenía de esa manera tan completa que es otra prueba de lo universales que son sus poderes frente a los poderes a veces unilaterales que se excluyen mutuamente y luchan entre sí.

Debemos meternos de este modo en el alma de Goethe y entonces comprenderemos por qué Goethe nos resulta tan cercano y por qué siempre que se discute la actitud actual ante cuestiones espirituales más profundas recurrimos a él. Fue su profunda conciencia de que es posible que el hombre despierte en sí mismo órganos espirituales para ascender a concepciones más elevadas, y así obtener algo que no sólo vive en el espíritu humano, sino que al mismo tiempo yace más profundamente.

Si pudiéramos adentrarnos en los estudios científicos de Goethe, tal como se exponen detalladamente en mi libro La concepción del mundo de Goethe, podríamos mostrar el funcionamiento de todo su método. Pero hoy queremos abordarlo desde otro punto de vista. Aquí y allá, Goethe ha expresado cosas que indican el fundamento profundo de su filosofía. Tendremos que hablar de ello en los dos últimos discursos del ciclo de este invierno sobre "Fausto". [Una vez le dijo a Eckermann, a propósito de Fausto, que lo había esbozado de tal manera que el lector que se contenta sólo con lo externo tiene cierta satisfacción en las escenas coloridas, pero que también puede encontrar detrás de las palabras los secretos que allí se esconden. Goethe señala aquí, en la Parte II, que debemos diferenciar entre el significado secreto esencial externo y el interno. De acuerdo con la antigua costumbre describimos lo externo como lo exotérico y lo otro como lo esotérico.

Ahora nos acercaremos a Goethe considerando hoy de un modo externo, exotérico, una obra en la que expresó todo su "pensar y voluntad metódicos"; y pasado mañana la consideraremos esotéricamente.

Se trata de una pequeña obra relativamente desconocida de Goethe a la que debemos acudir si queremos indagar en sus más profundos secretos de conocimiento, -nos limitamos a describirlos como tales. Se trata de la pequeña pieza que figura al final de las "Conversaciones de emigrantes alemanes", bajo el título de "Leyendas", de la que el lector, si se esfuerza por captar la concepción del mundo de Goethe, tendrá la sensación de que Goethe desea decir en ella más de lo que se desprende de las escenas. Para el estudiante reflexivo, esta "Leyenda de la serpiente verde y el hermoso lirio" proporcionará enigma tras enigma.

Y ahora permítanme que les explique los rasgos principales de esta historia, pues no puedo hablar de ella si no recordamos los puntos importantes, si queremos profundizar en la filosofía de Goethe. Tendremos, pues, que dedicar un momento al contenido de esta pequeña obra; y después nos entenderemos mejor en lo que tengamos que decir. A menudo me han dicho, cuando he disertado sobre esta historia: "No sabía que hubiera una "leyenda" en las obras de Goethe"; y por eso repito que está contenida en todas las ediciones de Goethe y constituye el final de las "Conversaciones de emigrantes alemanes".

Pasemos ahora a las escenas. Un barquero vive junto a un río y a él acuden formas extraordinarias: los fuegos fatuos. Ellos quieren que el barquero los lleve al otro lado en su barca. El barquero accede a llevarlos. Durante el trayecto se comportan de una manera curiosa; están inquietos e intranquilos, por lo que el barquero teme que vuelquen la barca. Pero llegan sanos y salvos y le proponen pagarle de una manera extraña. Se sacuden y de ellos se desprenden piezas de oro, que son la recompensa por las molestias que le han causado haciéndose cargo de ellos. Al barquero no le entusiasman las piezas de oro y dice: "Menos mal que no ha caído nada al río, porque se habría desbocado. No puedo aceptar este pago; sólo se me puede pagar con los frutos de la naturaleza'. Y pide tres cebollas, tres alcachofas y tres coles. Le tuvieron que pagar con frutos de la tierra. Pronto veremos qué profundo significado tiene cada punto y cada hecho.

El barquero continúa: 'Ahora me causáis la molestia extra de llevar río abajo las piezas de oro que habéis tirado y debo enterrarlas'. Así que las lleva río abajo y las entierra en las grietas de la tierra. Cuando las hubo enterrado así, se acerca a ellas otro ser extraordinario: la Serpiente Verde, que se arrastra por la tierra y por sus grietas. De repente, ve las piezas de oro que caen por las grietas de la tierra y al principio piensa que caen del Cielo. Las devora y, al introducirlas en su cuerpo, se vuelve cada vez más luminosa. Al salir a la superficie, se da cuenta de que emite una luz peculiar de manera maravillosa y brilla como la esmeralda y las piedras preciosas.

Ahora se juntan la Serpiente y los fuegos fatuos, que siguen sacudiéndose y tirando lo que sacuden, y la Serpiente, que ha adquirido el gusto por el oro, coge y se traga lo que los otros tiran. La conversación entre ellas es significativa. La Serpiente se llama a sí misma pariente de los fuegos fatuos en línea horizontal, los fuegos fatuos se llaman a sí mismos parientes de la Serpiente en línea vertical. Preguntan además a la Serpiente si no podría informarles de cómo llegar al Lirio Hermoso. La Serpiente responde: "El Lirio Hermoso está al otro lado del río". Bueno, entonces hemos hecho una buena cosa", responden los duendecillos, "nos acaban de llevar porque queríamos llegar al Lirio Hermoso. Si pudiéramos encontrar un barquero que nos llevara de vuelta". Y ahora siguen unas palabras muy importantes. No volveréis a encontrar al barquero, y si lo encontráis, estad seguros de que os llevará al otro lado, pero no de vuelta. Si queréis llegar al otro lado del río, sólo hay dos maneras. O intentas al mediodía, cuando el sol está en su punto más alto, encontrar un puente sobre mi propio cuerpo, para poder cruzar" - dicen los fuegos fatuos - "No nos gusta viajar al mediodía" - "O utilizas el segundo camino; porque hay otra posibilidad. Al anochecer encontrarás al enorme Gigante en un lugar determinado. Él no tiene fuerza en sí mismo, pero cuando extiende su mano y su sombra cae sobre el río, puedes cruzar sobre la sombra. La sombra da suficiente apoyo para cruzar sobre ella. Así que si al mediodía no quieres cruzar sobre mí, debes encontrar al Gigante'.

Los fuegos fatuos se dejan decir esto, pero la Serpiente ha regresado a las grietas, regocijándose en su creciente poder de desprender luz al tragar el oro.

Y ahora la Serpiente se da cuenta de algo extremadamente extraño. Al descender de nuevo a la tierra, se da cuenta de que donde antes había encontrado metales y demás, ahora ve formas extraordinarias. Antes sólo las percibía a través del tacto; ahora, al ser luminosa, también puede verlas. Era capaz de sentir pilares y también formas como seres humanos, pero hasta entonces nunca supo realmente lo que había en las cuevas subterráneas. Ahora entra de nuevo y su luz irradiante sirve para iluminarlo todo.

Al entrar en esta gran caverna bajo la tierra, la Serpiente puede percibir de inmediato que hay cuatro figuras reales de pie en las cuatro esquinas: un Rey de Oro, un Rey de Plata, un Rey de Bronce, y en la cuarta esquina un Rey Mixto, armado de la manera más alegre de todo tipo de otros metales.

En el momento en que la Serpiente entra en la caverna e ilumina las figuras, el Rey de Oro formula una pregunta muy significativa a la serpiente: "¿De dónde vienes?

De las grietas, donde vive el oro", responde la Serpiente.

¿Qué hay más espléndido que el oro?", pregunta el Rey de Oro.

La Serpiente responde: "La luz".

El Rey sigue preguntando: "¿Qué hay más reconfortante que la Luz?

El lenguaje".

Nadie dudará de que estas palabras no pretenden dar sólo imágenes, sino que también tienen un contenido significativo.

Cuando la Serpiente entra en la caverna, se abre una grieta en el Templo donde viven los cuatro Reyes y allí entra el Anciano de la Lámpara. Le preguntan por qué ha venido en ese momento, y él dice unas palabras sorprendentes: ¿No sabéis que mi lámpara sólo puede iluminar lo que ya está iluminado, que no puedo iluminar la Oscuridad? Después de que la Serpiente haya iluminado los objetos de la habitación, puede entrar también con su Lámpara maravillosa.

Ahora tiene lugar una conversación entre los Reyes y el Viejo de la Lámpara. Le preguntan:

¿Cuántos secretos conoces?

Tres", responde.

¿Cuál es el más importante?", pregunta el Rey de Plata.

El que está abierto", responde el Anciano.

¿Nos lo abrirás también a nosotros?", pregunta el Rey de Bronce.

Tan pronto como conozca el Cuarto'.

Y ahora vienen las palabras más significativas de toda la historia:

Conozco al Cuarto", dijo la Serpiente, y le susurró algo al oído; entonces el Anciano gritó con gran voz:

"¡Se acerca la hora!

Hay un gran número de intentos de resolver los enigmas de esta historia, y muchas personas han tratado de explicar de un modo u otro lo que ya en tiempos de Goethe y Schiller se consideraba un enigma. Es característico que Goethe y Schiller estuvieran de acuerdo en ello y lo pronunciaran explícitamente en las palabras: la palabra que resuelve la historia está en la propia historia. Así pues, la solución hay que buscarla en la propia historia, y en el transcurso de mi conferencia se verá que es así, aunque de un modo extraordinario. La Serpiente susurra algo al oído del Anciano, y lo que se susurra, pero no se dice, es la solución del enigma. El anciano dice entonces: "¡El momento ha llegado! Así que lo que tenemos que averiguar es lo que la Serpiente susurró al anciano en el templo subterráneo.

El anciano se dirige ahora a la morada de su esposa. La luz de la lámpara transforma los materiales más diversos: las piedras en oro, la madera en plata, los animales muertos en piedras preciosas, pero los metales se destruyen. Encuentra a su esposa casi inconsciente. Cuando le pregunta qué ha ocurrido, ella responde: "Aquí había gente extraordinaria. Uno podría haberlos tomado por fuegos fatuos. Se portaron bastante mal". Bueno", dice el anciano, "teniendo en cuenta tu edad, sin duda eran decentemente educados". Luego cuenta cómo los fuegos fatuos fueron a por el oro y lo lamieron para poder sacudirlo de nuevo. Si no hubiera sido peor que eso... pero mira al perro carlino. Comió de los trozos de oro, se convirtió en piedra preciosa y murió. Ahora está muerto', continúa la anciana: Si lo hubiera sabido antes, no les habría prometido pagar su deuda al barquero, a saber, tres coles, tres cebollas y tres alcachofas.

Bien", dice el anciano, "coge al perro y llévaselo a la Bella Azucena, que tiene la cualidad de poder convertir una piedra preciosa en vida con sólo tocarla". Así que ella toma las tres veces tres frutas, para pagar la deuda que ha contraído con el barquero, y se lleva también al perro.

Ahora llegamos a un punto muy significativo de la historia. Cuando lleva la cesta, parece inusualmente pesada, aunque todo lo que está muerto no tiene peso para ella; la cesta con el perro muerto no pesaría más que si estuviera vacía; sólo las cosas vivas, las coles, las cebollas y las alcachofas, pesan más que la cesta. En el camino hacia el Barquero, le sucede otra cosa singular. El Gigante sostiene su brazo para que su sombra caiga sobre el río, agarra una Col, una Alcachofa y una Cebolla de la cesta y las devora, de modo que ahora sólo le quedan dos de cada clase. Propone, pues, pagar sólo una parte de la deuda al barquero. Pero éste le dice que es absolutamente necesario pagarla toda de una vez.

Después de una discusión considerable, el barquero dice que hay una posible salida, a saber, si ella paga una fianza por la producción de las tres frutas que faltan. Por lo tanto, ella debe poner su mano en el río, como garantía de que cumplirá su promesa. Así lo hace, pero se da cuenta de que su mano, hasta donde está sumergida en el río, se ha vuelto negra y más pequeña. Ahora sólo lo parece, -dijo el viejo barquero-, pero si no cumples tu palabra, puede convertirse en un hecho. La mano irá menguando poco a poco y finalmente desaparecerá, pero sin que pierdas el uso de ella. Podrás hacer de todo con ella, pero nadie la verá'. Sin embargo, ella prefiere tener una mano visible, aunque sea inútil. Si trae el tributo a la hora acordada, el barquero dice que todo irá bien.

En el camino hacia el Lirio Hermoso, se encuentra con un apuesto Joven, quien, sin embargo, como él dice, ha perdido todo su poder y fuerza anteriores, y aprendemos de su conversación cómo ha sucedido esto. El Joven había concebido el deseo activo de alcanzar al Lirio Hermoso. El cual se había convertido en su Ideal. Pero sus hermosos ojos tenían un efecto tan nefasto que le privaban de toda su fuerza, y aun así siempre se sentía atraído por él.

Finalmente, los dos llegan al Lirio Hermoso. Todo lo que la rodea es altamente indicativo, pero ahora sólo podemos seleccionar algunos puntos. El Lirio Hermoso es la imagen de la Belleza más perfecta, pero su toque posee el poder de matar todo lo que vive, y restaurar a la vida todo lo que ha pasado por la vida y ha muerto.

La Anciana presenta ahora sus peticiones. El Joven ha venido a satisfacer su anhelo por el Lirio Hermoso, pero vemos que ella también siente un anhelo: se siente apartada de toda fecundidad viviente; en su jardín florecen flores, pero sólo hasta el punto de florecer, no hasta el de fructificar; hermosa es, pero alejada de toda vida. La Anciana dice entonces algo significativo: repite lo que había dicho el Hombre en el Templo subterráneo y eso da una nueva esperanza al Lirio. Era, en efecto, el último momento en que podía recibir alguna esperanza, pues había perdido al último ser vivo, que había sido una especie de vínculo entre ella y los vivos. Ella había tenido un canario en su vecindario, y había tenido mucho cuidado de no molestarlo, ya que eso lo habría matado. Pero un halcón se acercó, el canario huyó de él, voló hacia el lirio y resultó muerto. Y así el Hermoso Lirio quedó reducido a una completa soledad espiritual y al aislamiento de todo lo que tienen los seres humanos.

La anciana entrega el perro carlino al lirio. El Lirio lo toca y le devuelve la vida. El Joven intenta calmar su anhelo abrazando al Lirio y así muere. La vida queda completamente aniquilada en él.

La Serpiente forma a continuación un Círculo Mágico; y el Joven y el Canario son puestos dentro de él. Por este medio -y la Serpiente lo señala significativamente- lo que no tiene remedio debe ser rápidamente alterado, y de hecho así es. Nos enteramos de que ahora se acerca el Viejo de la Lámpara y que a través de él puede intentarse realmente una solución de toda la situación. Los cuerpos del Canario y del Joven aún no han comenzado a descomponerse.

El Anciano los conduce hacia el Templo subterráneo, que la Serpiente ya había reconocido. Les dice a los fuegos fatuos: "Vosotros también estáis ahí para ayudarnos. Cuando lleguemos a las Puertas del Templo, tendréis que abrirlas vosotros". La Serpiente hace un puente sobre el río y toda la compañía avanza por él. Entonces vemos, cuando han llegado al otro lado, que a través del contacto con la Serpiente, que ahora decide sacrificarse, el Joven vuelve a la vida, aunque todavía no en posesión de su espíritu. Y como la Serpiente está dispuesta a sacrificarse, el Joven se encuentra en un estado extraordinario. Puede ver, pero no puede comprender lo que ve. La Serpiente se divide en numerosas y maravillosas piedras preciosas, que el Anciano hunde en el Río y así se forma un puente sobre él. La procesión avanza bajo la guía del Anciano hacia el Templo subterráneo. Al entrar, vemos que los recién llegados y los Reyes intercambian preguntas llenas de significado. Por ejemplo: "¿De dónde venís?" "Del Mundo". ¿Adónde vais?' 'Al Mundo'. ¿Qué queréis de nosotros?" "Que nos acompañéis" (es decir, los Reyes).

Ahora el grupo, con el Templo, comienza a moverse. Pasan por debajo del Río y vuelven a subir, con todo el Templo, al otro lado, y como cuando han subido algo que parece madera cae dentro del Templo. Es la Caseta del Transbordador. Cambia y se convierte en un pequeño Templo dentro del grande. Y ahora tiene lugar una escena que es importante para la Juventud, que, como recordarán, hasta ahora estaba viva, pero no espiritualizada.

Hemos visto que el primero, el Rey de Oro, representa la Sabiduría; el segundo o de Plata, la Ilusión, la Apariencia o la Belleza; el tercero, de Bronce, la Fuerza o la Voluntad. Vemos ahora que tiene lugar un acto simbólico. Los tres Reyes presentan al Joven tres regalos diferentes: el Rey de Bronce con la Espada, acompañado de las significativas palabras: La Espada en la mano izquierda, la derecha libre", Fuerza de Voluntad. Del Rey de Plata recibe el Cetro, con las palabras: "Cuida de las ovejas". Veremos que la Juventud está llena del sentimiento del alma, que se expresa en la Belleza. El Rey de Oro pone la Corona sobre su cabeza, diciendo: 'Reconoce, Comprende lo Más Alto'. Y el poder del pensamiento imaginativo entra en el Joven. En este instante se espiritualiza, gana su espíritu y puede unirse con el Lirio Hermoso. Entonces también se nos dice que todo se hace joven.

Lo que sigue siendo especialmente significativo es el papel desempeñado por el Gigante, que no tiene fuerza en sí mismo, sino en su sombra. Se tambalea torpemente por el puente y el Rey se indigna por ello. Pero resulta que la llegada del Gigante tiene un buen significado. Él es sujetado, como la aguja de un gran reloj solar, en medio del patio del templo. Vemos qué fuerza hay en el reloj solar, en el Gigante que señala y armoniza el Tiempo, y vemos cómo el puente que lleva al Templo a través del río está hecho con el cuerpo de la Serpiente. Vemos también que no sólo los peatones, sino también los carros, los jinetes y los rebaños pueden cruzar de un lado a otro. Se nos muestra cómo el Joven, al unirse con el Lirio Hermoso, recupera la fuerza de la que su contacto le había privado, cómo ahora puede acercarse a ella y abrazarla y lo felices y dichosos que son ambos.

Quién no diría, cuando estudia las escenas del cuento: "¡Son enigmas!". Por el momento sólo podemos hacernos una ligera idea de lo que encierra esta leyenda. Pero si procedemos históricamente, si consideramos que surgió a mediados del año 1800, al comienzo de su amistad con Schiller y de lo que ocurrió entre Goethe y Schiller, comprenderemos lo que Goethe se propuso hacer en este cuento.

A este período pertenece la producción de una obra, fruto del estudio de la concepción del mundo de Goethe, que llegó a ser profundamente importante para la educación y el cultivo de la vida espiritual alemana; las cartas de Schiller sobre "La educación estética del hombre". Sólo podemos esbozar las intenciones de Schiller en estas cartas.

Él se plantea la pregunta de cómo puede el hombre lograr desarrollar cada vez más sus facultades, de modo que pueda, de una manera libre y perfectamente humana, penetrar en los secretos del mundo. Esta obra está escrita en forma de carta al duque de Augustenburg, y Schiller escribió en ella esta significativa frase Cada ser humano individual, puede decirse, lleva en sí, según su inclinación y su destino, una persona pura, ideal, encontrar concordancia con cuya unidad inmutable en todas sus variaciones es la gran tarea de su existencia". Y a continuación Schiller trata de examinar los medios que tiene el hombre para desarrollarse hacia los estadios superiores de la existencia humana.

Hay dos cosas que encadenan al hombre e impiden una visión libre de los secretos de la existencia. Una es el control que ejercen los sentidos, y la otra es el insuficiente desarrollo de la Razón. Y Schiller explica estas cosas así: Tomemos a una persona que no es consciente de la parte compulsiva y lógica de los conceptos, o incluso del concepto del deber, y sigue sólo sus inclinaciones e instintos. No puede desarrollar libremente los poderes de su naturaleza, está atrapado en la esclavitud de los impulsos, deseos e instintos; no es libre. Pero tampoco es libre quien lucha contra sus deseos, impulsos e instintos, y sólo sigue una necesidad puramente conceptual y lógica de la razón. Tal persona se convierte en esclavo de la necesidad de la naturaleza o de la necesidad de la razón.

¿A través de qué medios puede un hombre desarrollar sus poderes interiores? Schiller responde que debe desarrollar sus estados interiores, divinos, esforzarse por limpiarlos y purificarlos y hacerlos corresponder con lo que llamamos lógica. Cuando sus impulsos e instintos se purifican de modo que hace voluntariamente lo que considera su deber, cuando la necesidad de la razón ya no se siente como apremiante, entonces un hombre actuará razonablemente por la fuerza de la costumbre, porque entonces la razón le ha conducido a los sentidos y los sentidos le han conducido de nuevo a la razón.

Pensemos en un hombre que mira una obra de arte. Ve algo de los sentidos: pero a través de cada órgano de los sentidos se le revela algo espiritual, pues en lo físico se expresa lo espiritual que el artista ha puesto en su obra. El espíritu y los sentidos físicos en la contemplación de la belleza se convierten en intermediarios. Así, el arte, la vida en la belleza, se convierte para Schiller en un gran medio de educación, un medio de educación estética, una liberación de la naturaleza, para que pueda desplegar sus propios poderes.

Por consiguiente, ¿Cómo se desarrolla un hombre en el sentido de Schiller? Él debe guiar su naturaleza hacia abajo para que demuestre ser verdadera en la naturaleza física, y entrenar el sentido hacia arriba, para que demuestre ser verdadero en la naturaleza racional. Goethe pronunció palabras maravillosas sobre estas cartas: 'Su efecto en mí es mostrar lo que siempre viví o deseé vivir'.

Se puede demostrar que Goethe se sintió estimulado a escribir su cuento de hadas por las palabras de Schiller en sus cartas estéticas. Goethe expresa en él lo mismo, a su manera. No deseaba expresar los enigmas del alma en ideas abstractas. Para él eran demasiado ricos y demasiado importantes para ser captados por necesidad natural y con la lógica. De ahí que surgiera en él la necesidad de personificar las distintas potencias del alma en las figuras de su historia. Goethe responde a la pregunta de Schiller en esta historia y veremos cuán maravillosamente se revela en ella su psicología. Vemos en la presentación del testamento cómo el alma está siempre tomando y dando, cómo ciertos poderes se personifican en la Serpiente, que trabaja sólo sobre el terreno, como la investigación humana, la razón humana y la experiencia, que permanecen en el plano horizontal, mientras que el idealista sube a las alturas. El poder del estado de ánimo religioso está caracterizado en el Viejo de la Lámpara, y finalmente vemos por medio de los acontecimientos narrativos cómo Goethe muestra el modo en que debe funcionar cada poder anímico.

Pasado mañana veremos que Goethe muestra cómo cada una de las potencias del alma debe trabajar junto con las demás, a fin de formular una imagen completa del alma, para que pueda desarrollarse hasta la perfección humana, abarcando todas las cosas. Cuando el hombre intenta aprehender el conocimiento, pero es inmaduro, muere, como la Juventud. Existe la maduración hacia el conocimiento. En el "Cuento de Hadas", Goethe presenta la evolución del alma de forma correcta y pictórica, creando una obra paralela a las "Cartas Estéticas" de Schiller. Goethe era consciente de que existe una meta para el desarrollo del alma humana, que en la antigüedad se denominaba la "iniciación en los secretos superiores". Sabía que tal cosa es posible y que existen sociedades que desarrollan el alma en lugares secretos, en los Templos de la Iniciación. Él muestra también que la humanidad en la era más nueva debe hacer cada vez más posible alcanzar esta Iniciación, desarrollar el alma, y en esferas más amplias. Muestra en los acontecimientos que tienen lugar entre las personas por separado, el progreso de la iniciación hasta las etapas más elevadas, hasta el punto en que el alma es capaz de captar los secretos más elevados. Esto es visto exotéricamente, y puramente históricamente.

Al convivir con Goethe, Schiller experimentó lo que éste había hecho en uno de los períodos más importantes de su vida. Y si Schiller tuvo alguna dificultad para comprender a Goethe, debemos admitir que lo que uno dijo en una respuesta abstracta en las Cartas Estéticas, y lo que el otro tenía que decir de una manera mucho más amplia, de una manera que sólo se alcanza expresándose en escenas y personas, es una y la misma cosa. El Cuento de Hadas es la Psicología de Goethe en el sentido más profundo. Vemos que Goethe ha llegado a ser tan fecundo a través de este método de su aspiración, que todavía hoy lo tomamos gustosamente como guía. Nos sigue pareciendo un hombre del presente. Lo leemos como a un escritor de nuestro tiempo. Es tan fecundo, porque tiene tanto que pertenece a todos los tiempos en su obra y en todo su método. Así, su influencia es coherente con esa verdad que él mismo consideraba la verdadera, y una vez pronunció palabras significativas cuando dijo: 'Sólo lo que es fecundo es verdadero'.

El significado es que el hombre debe adquirir tales verdades que, cuando entre en la vida, encuentren confirmación al mostrarse provechosas. Ese era su criterio de verdad: "Sólo lo que es fecundo es verdadero".

Estos discursos, que pretenden acercar a Goethe, deberían mostrarnos que él mismo puso a prueba este dicho, y quienes profundicen en él lo sentirán. Sentirán que hay algo de verdad genuina en Goethe, porque él es fecundo, y lo que es fecundo es verdadero.

Traducido por J.Luelmo ene,2024

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