GA239 Paris, 24 de mayo de 1924 - Relaciones Kármicas vol. V-

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Rudolf Steiner

Conferencia VI

Paris, 24 de mayo de 1924

En la conferencia de ayer hablé de cómo el hombre, después de la muerte, asciende al mundo suprasensible y vive las experiencias relacionadas con las primeras décadas de su existencia postmortem. Dije que pasa cierto número de años en la esfera de la Luna, entrando allí en contacto con Seres que una vez vivieron en la Tierra, no en cuerpos físicos sino etéricos. Estos Seres fueron los Maestros de la humanidad primigenia, inspirando a los hombres con la profunda sabiduría que una vez existió en la Tierra y que gradualmente se desvaneció. Cuando la Luna física se separó de la Tierra, estos Seres se fueron con ella; su existencia ha continuado en la Luna y el hombre los encuentra allí después de su muerte, cuando está recordando su vida terrestre y viviendo sus experiencias.

Ya he dicho que cuando un hombre ha vivido lo suficiente en la región de la Luna, pasa a la región de Mercurio. Allí se encuentra con Seres que le conducen a una parte del Universo donde los Seres son completamente diferentes de los de la Tierra. A esta región, sin embargo, el hombre pertenece entre la muerte y un nuevo nacimiento con tanta seguridad como durante su vida terrestre perteneció a la Tierra.

Permítanme ahora añadir algo al breve esbozo dado ayer: - Cuando un hombre pasa por la muerte, -esto en realidad lleva muy poco tiempo-, comienza su existencia en los elementos de tierra, agua, fuego y aire. Las sustancias que se diferencian en la Tierra, - los metales y todas las demás sustancias-, ya no se diferencian cuando se ha producido realmente la muerte. Todas las sustancias sólidas son "tierra", todos los fluidos son "agua", todas las sustancias gaseosas son "aire" y todo lo que irradia calor es "fuego" (o "calor"). En el momento de la muerte, el hombre vive en esta cuádruple diferenciación de sustancias. Pasa entonces a la región de la Inteligencia cósmica. Los pensamientos cósmicos viven y se entretejen en esta región en la que permanece durante algunos días. Luego llega a la región de la Luna, que ya he descrito, y de allí pasa a la región de Mercurio.

Permítanme repetir la secuencia: el hombre pasa primero a la región de los Elementos, luego a la región de la Inteligencia cósmica, después a la región de las Estrellas, -primero la región de la Luna, luego la región de Mercurio.

Consideraremos ahora cómo la vida de un hombre en la región lunar puede tener un efecto determinante sobre su karma. Antes de su muerte ha seguido tal o cual conducta en su vida terrenal, ha hecho el bien o el mal. Y con todo esto a sus espaldas se presenta ante los Seres de la Luna. Estos Seres de la Luna pronuncian un juicio severo, un veredicto cósmico, sobre el valor o el revés de las acciones buenas o malas para el Universo. El hombre debe entonces dejar tras de sí, en la región lunar, los resultados de sus malas acciones, todo aquello por lo que ha hecho daño al Universo. Al hacerlo, deja atrás una parte de sí mismo. Debemos darnos cuenta con más fuerza de lo habitual de que el hombre y sus actos y logros forman una unidad, que todo su ser está ligado a un acto bueno o malo. De modo que si tenemos que dejar atrás el mal que hemos hecho, tenemos que dejar atrás una parte de nosotros mismos. De hecho, pasamos de esta región lunar sólo con el bien que hemos logrado para el Universo y, por lo tanto, estamos mutilados en cierto sentido, dependiendo la extensión o el grado de mutilación de hasta qué punto hemos permitido que los malos pensamientos se conviertan en parte de nuestro propio ser. Todo aquello con lo que hemos herido al Cosmos debe ser dejado atrás en la región lunar.

Si queremos estudiar el progreso ulterior del hombre entre la muerte y un nuevo nacimiento, hay que recordar los siguientes hechos. El hombre en la Tierra es un ser cuyos miembros se distinguen claramente unos de otros. La cabeza toma forma en el embrión y es el miembro más desarrollado; el resto de la constitución corporal del hombre estaba aún inacabada durante la vida embrionaria. En cierto sentido, esto sigue siendo así durante toda la vida. La cabeza es la parte más elaborada del hombre. Después de la muerte, sin embargo, es precisamente la parte espiritual de la cabeza la que pasa más rápidamente al mundo espiritual; desaparece casi por completo durante el paso por la región lunar. Por supuesto, deben entenderme correctamente: la sustancia física desaparece con el cadáver, pero en la cabeza no sólo hay sustancia física, hay fuerzas, -fuerzas suprasensibles-, que forman e impregnan de vida el cuerpo físico del hombre. Estas fuerzas atraviesan la puerta de la muerte y son reconocidas por la cognición imaginativa como la forma espiritual del hombre; la cabeza de esta forma espiritual, sin embargo, se ve que desaparece constantemente. Lo que realmente permanece, y puede ser mutilado, es el resto del cuerpo, aparte de la cabeza. Si un hombre ha sido en lo esencial un buen hombre, esta parte de él puede entrar en la esfera de Mercurio más o menos completa, mientras que si ha tenido un mal carácter entrará en esa esfera muy mutilada. Con estas fuerzas envolviendo el alma pasamos a nuestra vida ulterior entre la muerte y un nuevo nacimiento, y es a partir de estas fuerzas que tenemos que construir el conjunto de nuestra vida durante ese período.

Los Seres espirituales de la Esfera de Mercurio, que nunca han asumido forma humana y en cuyo entorno nos encontramos ahora, tienen una tarea importante. Del ser que ahora aparece como un hombre sin cabeza, -si se me permite la expresión-, se ha eliminado toda mancha moral en la Esfera de la Luna, pero no el resultado de la salud o enfermedad sufrida durante la vida terrena. Esto es importante, pues es significativo y sorprendente que, aunque un hombre elimine sus manchas morales en la región de la Luna, los efectos espirituales de lo que le haya ocurrido en forma de enfermedad sólo puedan ser eliminados en la región de Mercurio, por aquellos Seres que nunca han sido humanos.

Es muy importante prestar atención al hecho de que en la región de Mercurio las consecuencias espirituales de las enfermedades se alejan de los hombres. De ello se desprende que en el mundo de las estrellas, -que en realidad es el mundo de los Dioses-, lo físico y lo moral se entrelazan. Una mancha moral no puede entrar en el mundo espiritual; se queda atrás en la región de la Luna, cuyos habitantes son Seres especialmente preocupados por los hombres, porque en un tiempo vivieron entre ellos. Los Seres que habitan Mercurio nunca fueron habitantes de la Tierra. Son estos Seres los que quitan al hombre las consecuencias de las enfermedades. Las enfermedades salen al espacio cósmico; sus consecuencias espirituales son absorbidas por el cosmos espiritual y el proceso está lleno de una especie de satisfacción. Para el hombre que experimenta esto entre la muerte y un nuevo nacimiento, será la primera impresión, una impresión puramente espiritual, y sin embargo tan real para él como cualquier cosa en la existencia terrenal. Así como aquí en la Tierra experimentamos el viento, el relámpago, el flujo del agua, así, cuando hemos atravesado la puerta de la muerte y entrado en la región de Mercurio, experimentamos la salida de los efectos espirituales de las enfermedades. Vemos cómo son absorbidos por los Seres espirituales y nos quedamos con la impresión: ¡Sed reconciliados, oh dioses! -Hoy apenas puedo tocar este tema; mañana podremos profundizar más en esta experiencia de cómo los Dioses son reconciliados por el mal hecho en la Tierra, -reconciliados como resultado de los efectos de las enfermedades que fluyen hacia el amplio Universo.

Estos importantes hechos de la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento fueron conocidos una vez por los hombres, en los días en que los Seres que más tarde se convirtieron en habitantes de la Luna, -los grandes Maestros primigenios-, estaban a su disposición para instruirlos. Entonces, también, los hombres reconocieron que la verdad relativa a la naturaleza de las enfermedades sólo puede conocerse cuando la verdad proviene de los Seres de Mercurio; de ahí que todo el conocimiento médico, todo el conocimiento de la curación, fuera el secreto de los Misterios de Mercurio. En tales Misterios el hombre no estaba en la misma posición que en las universidades de hoy. Seres superiores de las regiones de las estrellas trabajaban realmente a través de los ritos promulgados en estos Misterios. En la antigüedad, los mismos Dioses eran los maestros de los hombres, y la medicina era la sabiduría que les transmitían directamente los Seres de Mercurio en los Misterios; de ahí que esta medicina antigua fuera considerada por los hombres como un don de los Dioses. 

Fundamentalmente hablando, todo lo que es eficaz en medicina hoy en día, o bien se origina en los tiempos antiguos, como una secuela de lo que los hombres aprendieron de los Dioses de Mercurio, o debe ser redescubierto a través de aquellos métodos que permiten a los hombres, finalmente, tener conversaciones con los Dioses, para aprender de ellos. La fuente de la antigua sabiduría se ha secado, ha desaparecido; hay que encontrar una nueva sabiduría, basada de nuevo en el trato con los Dioses. Esta es la misión de la Antroposofía en todos los ámbitos.

Desde la región de Mercurio el hombre llega a la región de la existencia de Venus. Los Seres que habitan en Venus y que están mucho más alejados de los seres terrestres que los habitantes de Mercurio, cambiarán lo que él trae consigo a esta región de tal manera que pueda avanzar a etapas ulteriores en el mundo espiritual. Esto, sin embargo, sólo es posible porque al pasar a la región de Venus, el hombre entra en un nuevo elemento. Mientras vivimos aquí en la Tierra, mucho depende de que tengamos pensamientos, conceptos, ideas. ¿Qué sería del hombre en la Tierra sin ellos? Los pensamientos son útiles, y nosotros, como seres humanos, somos inteligentes porque tenemos pensamientos que tienen algún valor. Especialmente en la actualidad es muy importante que el hombre sea inteligente. Hoy en día, casi todo el mundo es inteligente; no siempre ha sido así, pero hoy sin duda lo es. Al fin y al cabo, toda la vida terrenal depende de que los hombres tengan pensamientos. Todos los espléndidos logros de la tecnología han surgido de los pensamientos humanos; todo lo bueno o malo que el hombre produce en la Tierra ha surgido, en última instancia, de sus pensamientos. Y en la región de la Luna los pensamientos siguen siendo un factor importante, pues el juicio de los Seres de esa región se basa en que las buenas o malas acciones han surgido de los pensamientos. También los Seres de la región de Mercurio siguen juzgando las enfermedades de las que deben liberar a los hombres, según los pensamientos. Pero aquí, en cierto sentido, está el límite hasta el cual el pensamiento, -cualquier cosa que recuerde la inteligencia humana-, tiene importancia, porque la región de Venus a la que el hombre pasa ahora, está regida por lo que conocemos en la Tierra, en su reflejo, como amor. Aquí, el amor ocupa el lugar de la sabiduría; entramos en la región del amor. El hombre sólo puede pasar a la existencia solar cuando el amor le conduce a ella desde la esfera de la sabiduría.

Tal vez le sugiera la siguiente pregunta: ¿Cómo experimenta realmente un hombre estas cosas de las que se da cuenta a través de la percepción espiritual? - Sin duda habrán leído ustedes lo que escribí sobre los ejercicios para el alma en el libro ¿Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores? y sabrán que un hombre puede desarrollar gradualmente esta percepción mediante tales ejercicios. Cuando logra desarrollar la conciencia imaginativa, primero experimenta toda su vida desde su nacimiento, presentada en un gran cuadro espiritual. Lo que se experimenta de forma natural después de la muerte, también se experimenta a través de la Iniciación en cualquier momento de la vida. Sin embargo, cuando esta experiencia alcanza la etapa de la Inspiración, revela algo que brilla a través de este cuadro de la vida humana. Ahora bien, éste es el punto significativo: no podemos hablar verdaderamente de la concatenación de los secretos que subyacen a estas cosas hasta que hayamos alcanzado cierta edad. Esto siempre ha sido así. Un hombre puede ser iniciado en cualquier momento de su vida, pero sólo a cierta edad, a través de su propia percepción de estas cosas, es capaz de tener una visión global de los secretos cósmicos.

La razón es que cuando un hombre repasa el cuadro de su vida, éste se presenta en secciones o fases de siete años: una primera sección desde el nacimiento hasta aproximadamente el séptimo año, una segunda desde el séptimo hasta el decimocuarto año, otra desde el decimocuarto hasta el vigésimo primer año, luego una sección que incluye los años del vigésimo primero al cuadragésimo segundo, luego una sección del cuadragésimo segundo al cuadragésimo noveno año, otra del cuadragésimo noveno al quincuagésimo sexto año y del quincuagésimo sexto al sexagésimo tercer año. Estas secciones de la vida se examinan una tras otra. En la primera sección de la retrospectiva, se ve simultáneamente todo hasta el cambio de dientes. Los secretos del Cosmos aparecen como a través de la niebla. En la primera sección, desde el nacimiento hasta el séptimo año, los misterios de la Luna se revelan como si el Sol brillara a través de una niebla; el hombre los está observando a través de su propio cuerpo etérico. Lo que les he dicho hoy acerca de sus faltas y malas acciones que se dejan atrás, y lo que les he dicho acerca de los Seres Lunares, todo esto está escrito en la primera sección de este libro de la vida.

Al repasar su vida con la Imaginación, la Inspiración y la Intuición, se hace evidente para un hombre que esta vida tiene uno, dos, tres, hasta siete, capítulos. En el primer capítulo, que comprende la primera infancia, están los misterios de la Luna. En el segundo capítulo, que comprende el período entre el cambio de dientes y la pubertad, están los misterios de Mercurio. Los médicos saben bien que ésta es la edad en que prevalecen las dolencias infantiles, pero por todo ello, es la edad más sana de la vida humana; tomando en consideración a la humanidad en su conjunto, el índice de moralidad es relativamente más bajo en este período. Los misterios de Mercurio se revelan detrás de esta edad de la vida, de modo que en el improbable caso de que alguien se inicie ya a la edad, digamos, de dieciocho años, podría examinar los misterios de la Luna y los misterios de Mercurio. Si en la vida posterior un hombre mira hacia atrás en la siguiente sección, del decimocuarto al vigésimo primer año, se revela todo lo que hay en el Universo relacionado con los misterios de Venus. En este período, cuando el amor físico surge en la vida humana, los misterios de la existencia de Venus en el Universo se inscriben espiritualmente en el libro de la vida. El período comprendido entre el vigésimo primer y el cuadragésimo segundo año necesita un estudio tres veces más exhaustivo que el anterior, porque aquí se revelan todos los Seres de los misterios del Sol. Para poder mirar hacia atrás, debemos tener más de cuarenta y dos años y entonces, en esta sección de la vida, vemos en retrospectiva los misterios del Sol. Y cuando tenemos edad suficiente para mirar retrospectivamente la sección de la vida comprendida entre los cuarenta y dos y los cuarenta y nueve años, se revelan los misterios de Marte. Pero para penetrar en los misterios de Marte debemos haber superado la edad de cuarenta y nueve años. Un hombre puede ser iniciado, pero para penetrar en los misterios de Marte a través de su propio poder de visión, debe ser capaz de mirar hacia atrás en la sección de la vida entre los cuarenta y dos y los cuarenta y nueve años. Después de los cuarenta y nueve años puede volver la vista atrás a los misterios de Júpiter; y, -yo mismo puedo hablar ahora de esto-, después de los sesenta y tres años se le permite, por decreto de los Dioses, hablar también de los misterios de Saturno.



En esta vida entre la muerte y el renacimiento, el hombre se aleja cada vez más de las condiciones que le rodean en la Tierra y entra en otras muy diferentes. Habiendo atravesado la región de Venus, experimenta las realidades de la esfera solar. Y ahora, habiendo descrito cómo se revelan estas verdades a través de la Iniciación, puedo continuar el estudio de la existencia del hombre entre la muerte y un nuevo nacimiento.

A medida que nos abrimos camino en el mundo espiritual, nos acercamos cada vez más a Seres de rango superior al del hombre. En la región de la Luna estamos todavía entre Seres que, en su mayoría, han vivido con los hombres en la Tierra, pero aquí percibimos ya a aquellos Seres que nos conducen en la Tierra de una vida a otra. Estos son los Seres que he llamado en mis libros - de acuerdo con el antiguo uso cristiano - la Jerarquía de los Ángeles. Mirando hacia atrás, a la primera infancia, con el conocimiento Iniciático del que he hablado, vemos al mismo tiempo lo que ha sido forjado en el hombre por el mundo de los Ángeles. Piensen en la maravillosa belleza de algunas de las concepciones que existen en los simples corazones de los hombres y que son realmente confirmadas por la sabiduría superior de la Iniciación. Hablamos de cómo las actividades de los Ángeles se entretejen a través de los primeros años de vida de un niño; y cuando miramos hacia atrás para estudiar la región lunar, vemos realmente nuestra infancia y con ella el trabajo de tejido de los Ángeles. Luego, cuando fuerzas más fuertes comienzan a operar en el ser humano, cuando llega a la edad escolar, percibimos el trabajo de los Arcángeles. Son importantes para nosotros cuando estudiamos la existencia de Mercurio, pues entonces estamos en el mundo de los Arcángeles. - Sigue la edad de la pubertad y el período comprendido aproximadamente entre los catorce y los veintiún años. Los misterios de Venus se ven ahora en retrospectiva, brillando a través del cuadro del curso de la vida. Al mismo tiempo aprendemos que la Jerarquía de los Arcai, las Fuerzas Primordiales, son los Seres especialmente asociados con la existencia de Venus. Y aquí nos damos cuenta de una verdad significativa, -de nuevo algo que es particularmente sorprendente-, a saber, que los Seres asociados con la existencia de Venus después de la edad de la pubertad son aquellos que, como Fuerzas Primordiales, se ocuparon de la génesis del mundo mismo, y en su reflexión están de nuevo activos en la formación del hombre físico en la secuencia de las generaciones. De este modo se nos revela la relación entre el Cosmos y la vida humana.

A continuación, nos adentramos en los misterios de la existencia del Sol. ¿Cuál es la naturaleza del Sol según los físicos modernos? Un globo incandescente de gas, donde los gases ardientes difunden luz y calor. Para la mirada del espíritu, ¡ésta es una concepción completamente infantil! La verdad es que si los físicos pudieran organizar una expedición al Sol, se asombrarían de encontrar todo completamente distinto de lo que imaginaban. Allí no hay gases cósmicos; los seres humanos no serían consumidos por las llamas si pudieran viajar al Sol. Pero si llegaran a la región del Sol serían despedazados, destruidos de esa manera. Entonces, ¿Qué es el Sol en realidad?

Cuando se mueven por una habitación puede haber gente en ella, o sillas contra las que tropezamos. Hay objetos, y entre ellos hay un espacio vacío por entre el que nos movemos. En la zona en la que estamos ahora, algunas partes del espacio están ocupadas por sillas o por ustedes mismos; otras partes están vacías. Si quito las sillas y ustedes entran, sólo encontrarán un espacio vacío. El espacio vacío es mucho más frecuente en el Cosmos. Aquí en la Tierra no sabemos lo que hay que saber en el Cosmos. En el Cosmos, el espacio puede incluso estar vacío de sí mismo, de modo que en algunos puntos no hay espacio. En el agua de soda hay pequeñas burbujas, menos densas que el agua; éstas las pueden ver; son las burbujas las que ven, no el agua. De la misma manera, cuando miran al espacio, puede que no vean nada; pero donde está el Sol, hay incluso menos que espacio. Supongamos que aquí está el espacio vacío del Universo, y que en este espacio vacío no hay nada, ni siquiera espacio, de modo que si fueran allí serían absorbidos y desaparecerían. Allí no hay nada en absoluto, nada físico, ni siquiera espacio. Es el lugar de todo lo espiritual. Esta es la naturaleza de la existencia solar de la que los físicos estarían tan asombrados. Sólo en el borde de este espacio vacío hay algo que empieza a ser semejante a lo que suponen los físicos. En la corona solar hay gases incandescentes, pero dentro de este espacio vacío no hay nada físico, ¡ni siquiera espacio! Todo es puramente espiritual. Dentro de esta esfera hay Seres de tres rangos: Exusiai, Dynamis y Kyriotetes. En esta región entramos cuando hemos pasado a través de la existencia de Venus durante el período posterior entre la muerte y un nuevo nacimiento. Entonces, cuando miramos hacia atrás, -sólo que debemos haber cumplido más de cuarenta y dos años-, vemos el reflejo, por así decirlo, de la naturaleza solar. La mayor parte de la vida del hombre entre la muerte y el nuevo nacimiento transcurre entre Exusiai, Dynamis y Kyriotetes.

Ahora bien, cuando, durante este período entre la muerte y un nuevo nacimiento, el hombre penetra realmente en la región del Sol, no hay similitud alguna con nada a lo que estemos acostumbrados en el mundo físico, terrenal. En este último mundo podemos tener buenas intenciones; pero puede haber alguien cerca de nosotros cuyas intenciones sean exactamente las contrarias. Nosotros intentamos realizar buenas acciones, pero sólo tenemos éxito hasta cierto punto; en el caso de la otra persona, sin embargo, todo tiene éxito. Cuando repasamos nuestra vida después de que hayan pasado años o décadas, llegamos fácilmente a la conclusión de que, en el curso físico y terrenal de las cosas, las buenas intenciones o las buenas acciones no tienen también buenas consecuencias. Por ejemplo, en la Tierra vemos a los buenos castigados y a los malos recompensados, pues los buenos pueden ser desafortunados y los malos afortunados. No parece haber conexión entre la vida moral y la realidad física. Por otra parte, todo lo físico tiene sus consecuencias necesarias; la fuerza magnética debe atraer al hierro, por ejemplo. Sólo las relaciones físicas se realizan en la Tierra en nuestra vida entre el nacimiento y la muerte. En la existencia solar no existen tales relaciones; sólo hay relaciones morales. Todo lo moral en esa esfera tiene el poder de perpetrarse de manera adecuada. La bondad produce fenómenos que traen bendición a los hombres, mientras que el mal trae lo contrario. Aquí en la Tierra, la relación moral es sólo ideal, y sólo puede establecerse como ideal de forma externa e inadecuada, en la medida en que la jurisprudencia se encarga de castigar el mal. En la región Solar, las relaciones morales se hacen realidad. En esta región toda buena intención del hombre, por débil que sea el pensamiento, comienza a ser realidad - una realidad percibida por los Exusiai, Dynamis y Kyriotetes. El hombre es considerado por los Seres de la región Solar según la bondad que hay en él, según la forma en que fue capaz de pensar, sentir y experimentar. Por lo tanto, no puedo describirles la región del Sol teóricamente, sino sólo de una manera viva. No es fácil dar una definición del efecto de tal o cual bondad en la región del Sol; sólo se puede intentar aclararlo a los oyentes diciendo: Si como hombre en la región de la Tierra has tenido un buen pensamiento, en la región del Sol entre la muerte y un nuevo nacimiento podrás conversar con Exusiai, Dynamis y Kyriotetes. Podrás llevar una vida espiritual en comunidad con estos Seres. Sin embargo, si has tenido malos pensamientos, aunque los hayas dejado atrás en la región de la Luna, serás un alma solitaria, abandonada por Exusiai, Dynamis y Kyriotetes. Así, en la región del Sol, mediante nuestra comunidad con estos Seres, es como la bondad se hace realidad. Si nuestros pensamientos no han sido buenos, no entendemos su lenguaje; si no hemos realizado nada bueno no podemos presentarnos ante ellos. El efecto de nuestra bondad es toda la realidad en la región del Sol.

Este estudio continuará en la conferencia de mañana.

Traducido por J.Luelmo dic.2023

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