GA231-4 La Haya 17 de noviembre de 1923 -En la esfera de Marte el hombre experimenta el Lenguaje Cósmico, en la de Júpiter el Pensamiento Cósmico y en la de Saturno la Memoria Cósmica

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El hombre suprasensible


RUDOLF STEINER 

La Haya 17 de noviembre de 1923


IV conferencia


Mis queridos amigos,

En la conferencia de esta tarde, la vida entre la muerte y el nuevo nacimiento fue representada como un viaje, y consideramos el sentido en que las posiciones de ciertas estrellas en los cielos pueden ser tomadas como puntos de vista desde los cuales podemos contemplar este viaje del hombre a través de ciertas regiones espirituales. Antes de seguir adelante, estudiaremos con un poco más de detalle cómo debemos imaginar este viaje a través de las regiones que nos indican ciertos cuerpos celestes.

Podría parecer que la existencia suprasensible del ser humano entre dos vidas terrenales ya haya sido presentada adecuadamente en un libro como la Teosofía. Para las primeras etapas de estudio, eso es muy cierto, pero seguramente estaréis de acuerdo en que el conocimiento también debe progresar y ampliarse. A medida que avanzamos en nuestro estudio tenemos que tener constantemente presente la unidad del Universo, tenemos que recordar que existe una interacción ininterrumpida y armoniosa entre los mundos suprasensible y sensible. Las condiciones de existencia en las diferentes regiones por las que pasa el hombre entre la muerte y el nuevo nacimiento se expresan exteriormente en las relaciones de espacio y de tiempo que existen entre los cuerpos celestes correspondientes. Por lo tanto, cuando hablamos de estas regiones espirituales en términos de cuerpos celestes, estamos utilizando una imagen correcta. 

Hay una conexión entre el lugar que ocupa una estrella visible en los cielos y alguna región particular de la vida suprasensible. Se podría objetar que la vida que se extiende entre la muerte y el nuevo nacimiento no puede concebirse en términos de espacio o, a lo sumo, sólo en un grado muy limitado. Esto es perfectamente cierto, pero la existencia suprasensible se refleja, sin embargo, en el espacio. El mundo que está más allá del espacio y más allá del tiempo, repercute en el espacio y en el tiempo; y como el pensamiento y la ideación del hombre tienen que ser necesariamente en términos de espacio y tiempo, la imagen de las estrellas en los cielos es excelente para dar una imagen de lo suprasensible.

Sin embargo, hay algo que debemos dejar bien claro. En la física se nos enseña que los procesos que tenemos en el mundo físico -procesos que están sujetos a la fuerza de la gravedad- sufren un cambio, cuando salimos al espacio. La ciencia física nos dice la proporción exacta según la cual la fuerza de gravedad disminuye. Se nos enseña que la fuerza de gravedad (y también la intensidad de la luz) disminuye en proporción al cuadrado de la distancia. Sin embargo, la ciencia no admite que eso mismo valga en relación con todo el conocimiento de las cosas materiales que se ha adquirido aquí en la Tierra. La ciencia ha derivado estos conocimientos de la Tierra; y si las cifras que se aplican a la gravedad y a la luz en el entorno inmediato de la Tierra tienen que modificarse a medida que salimos al espacio, no es descabellado suponer que únicamente mientras permanezcamos en el entorno real de la Tierra se justifica que apliquemos los conocimientos científicos de hoy en día. 

Al igual que la fuerza de gravedad disminuye en proporción al cuadrado de la distancia, la veracidad de nuestras conclusiones disminuye cuanto más nos alejamos de la Tierra. Cuando el astrónomo o el astrofísico intentan determinar con el pensar ordinario, por ejemplo, lo que ocurre en alguna nebulosa en el espacio cósmico, es lo mismo que si uno se propusiera calcular, según las condiciones imperantes en la Tierra, el peso de una piedra en esa nebulosa lejana en los cielos. 

Por lo tanto, no debe sorprendernos que la Ciencia Espiritual diga: Aquí en la Tierra las cosas presentan tal o cual aspecto, pero afuera en el cosmos son en realidad muy diferentes. En la Tierra vemos la Luna tal como aparece en el cielo. En realidad la Luna es una colonia cósmica de muchos Seres - lo describí en la última conferencia. Lo mismo ocurre con todas las estrellas y constelaciones. Este hecho debe ser tenido en cuenta a lo largo de nuestro presente estudio.

Las conferencias hasta ahora nos han llevado al punto en que, durante su vida entre la muerte y un nuevo nacimiento, el ser humano pasa a la esfera del Sol. En esta región, la forma espiritual de la parte inferior del ser humano se transforma en la cabeza de la siguiente vida terrenal. Por supuesto, hay que recordar que el camino del ser humano entre la muerte y el nuevo nacimiento es tal que pasa dos veces por todas estas esferas planetarias. Después de la muerte pasa, en primer lugar, a la esfera de la Luna, luego pasa a la esfera de Mercurio, a la esfera de Venus y a la esfera del Sol. 

Esto es todo lo lejos que hemos llegado en nuestra descripción. En la esfera solar el hombre inferior comienza a transformarse en el hombre superior. Las estructuras de los miembros se transforman - espiritualmente, por supuesto, en esta etapa - en el futuro sistema de la cabeza. Este trabajo de metamorfosis es una obra de infinita grandeza y sublimidad. Aquellos que estudian la cabeza humana simplemente como una estructura física no tienen noción de todo el múltiple trabajo que tiene que ser realizado en el Cosmos para traer a la existencia el germen-espíritu de la cabeza humana, - que más tarde se unirá con el embrión físico. Una vez iniciado este trabajo en la esfera solar, el hombre pasa a la esfera de Marte, luego a la de Júpiter y a la de Saturno. 

La esfera de Saturno es realmente la última, pues Urano y Neptuno no entran en consideración aquí. Durante todo este tiempo, se trabaja sobre el germen espiritual de la cabeza. El camino del hombre lo lleva a continuación aún más lejos en la extensión cósmica, en el amplio océano del cosmos, donde el trabajo de metamorfosis continúa, hasta que llega el momento de tomar el camino de retorno. Entonces, volviendo a través de las regiones de Saturno, Júpiter y Marte a la región del Sol, llega finalmente a la esfera de la Luna. Del camino de retorno oiremos hablar más adelante; en este punto consideraremos las experiencias por las que pasa el ser humano, después de que su tiempo en la región del Sol haya terminado.

Antes de llegar a la esfera del Sol, las experiencias del ser humano están, en su mayor parte, estrechamente relacionadas con él mismo. En la última conferencia os dije cómo el individuo lleva una fisonomía que expresa sus cualidades buenas y malas, y cómo esto le permite ver a otros seres de naturaleza similar a la suya. Os dije cómo gradualmente cambia su forma espiritual y llega a parecerse a los seres que pertenecen al mundo suprasensible, y cómo entonces es capaz de contemplar a los Seres de la Tercera Jerarquía y a los Seres también de la segunda Jerarquía. Si queremos describir al ser humano hasta la etapa de la existencia solar, debemos fijar nuestra atención en su forma o figura espiritual, y describirla. 

Pero habiendo entrado en la región del Sol, el individuo pasa por una experiencia que he llamado vivir su camino hacia la Música Cósmica, la Música de las Esferas. Él escucha, en la armonía cósmica y la melodía cósmica, el significado, por así decirlo, de todo el trabajo conjunto de los mundos estelares. Porque este trabajo conjunto de las estrellas, que es al mismo tiempo una expresión del trabajo conjunto de los Seres Espirituales que se encuentran en estas regiones - esto es, en última instancia, lo que viene a la revelación en la armonía cósmica y la melodía cósmica. 

Es principalmente la vida del sentimiento en su metamorfosis espiritual la que se acelera y estimula en la existencia del Sol. Cada experiencia que el hombre tiene es como una melodía cósmica y una armonía cósmica que vibra a través de todo su ser. Lo que necesitamos en esta etapa de la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento no es nada de la naturaleza de la teoría, ni tampoco nada que se preste en absoluto a la expresión en palabras. Lo que necesitamos es sentir - con un sentimiento universal que llena nuestro ser de principio a fin - las armonías y melodías nacidas de la interacción de los diferentes órdenes de Seres en el Cosmos.

Entonces nos llega otra experiencia, una experiencia que revela inequívocamente la conexión entre el mundo físico de los sentidos y el mundo suprasensible, suprafísico. Cuando pasamos a la existencia del Sol, donde las melodías y armonías de las esferas -toda la Música de las Esferas- nos suenan desde todas las direcciones del Cosmos, todavía somos conscientes de los últimos restos de una de las facultades espirituales que poseíamos durante la existencia terrenal, todavía podemos sentir los últimos restos del habla. 

En esta etapa de la existencia, entre la muerte y un nuevo nacimiento, nuestra forma espiritual ya ha caído y hemos llegado a parecernos en la forma a la propia esfera cósmica; nuestra forma ha sufrido una metamorfosis en lo que será la cabeza en la próxima encarnación. Todo lo que todavía recordaba a la forma que llevábamos en la existencia terrenal ha sido ya eliminada. Pero la facultad del alma que nos permitía hablar, hacer que nuestro pensamiento se articulara en palabras, nos sigue, y al estar presente con nosotros en el recuerdo aporta una especie de discordia en la Música de las Esferas. Sí, la discordia se introduce en la Música de las Esferas, por el hecho de que el ser humano lleva hasta la existencia del Sol los restos de su facultad de hablar. 

Y este elemento discordante que el hombre trae a la existencia solar se convierte en la base del trabajo de ciertos Espíritus superiores cuya tarea es ayudar a la existencia terrestre desde el Cosmos. Porque cuando ven lo que se expresa en el habla y el lenguaje humano tal como es hoy, toman conocimiento de cómo las cosas han degenerado en la Tierra y se han corrompido. En ninguna de sus formas europeas o americanas actuales, el habla es una facultad que emerge del ser del hombre con un poder elemental. Puede ser que lo que una vez fue el habla pueda volver a surgir en la Tierra de la siguiente manera.

Algunos de nosotros estamos aprendiendo Euritmia. ¿Qué ocurre cuando se aprende Euritmia? Hoy en día pronunciamos palabras a la ligera, sin tener la menor idea de cómo está relacionada la configuración de las palabras con la vida interior y la experiencia del alma. Decir palabras hoy en día no es más que una aceptación de las convenciones. Nunca se le ocurre a la gente que cuando dice "a" (ah) -como sonido, por sí mismo- está expresando algo que, como sonido puro, surge del asombro o la maravilla en el alma. Cuando pronunciamos el sonido "b", queremos decir que estamos cubriendo algo, envolviéndolo, envolviendo. 

Los sonidos consonánticos significan invariablemente formas; los sonidos vocálicos expresan sentimientos, la vida interior y el ser del alma. El sonido "b" está primordialmente relacionado con un acto de cubrir. "B" es realmente la "casa". Si digo "a" (ah), es la expresión de un asombro que se siente en lo más profundo del alma. El sonido consonántico de la "t" expresa un asentamiento, un detenimiento, una permanencia. "D" es lo mismo, pero tiene un matiz más suave, menos brusco. Supongamos que pronuncio la palabra (en alemán) "Bad" [* en inglés "bath"]. Si tuviera que retroceder al origen de la palabra, a la época en que todavía se sentía y se veía, tendría que decir: El agua me rodea como una envoltura envolvente: "b." Es cómodamente cálida: ¡ah! (Ahora estoy en el sonido "a.") Me quedaré en ella: "d." Toda la experiencia está contenida en la propia palabra. Hablar así nos parece casi absurdo, pues hoy en día ninguna experiencia real está ya relacionada con las palabras. Si quisiéramos experimentar la palabra "B-a-d" tendríamos que decir: "La casa en la que me siento maravillado, en la que me siento". En realidad, la palabra está llena de alma; la experiencia interior del alma del hombre la penetra y la impregna.

En tiempos pasados esto se sentía y se conocía. En las lenguas originales y primitivas, el habla nacía de la percepción del sentimiento y de la forma: el sentimiento en la vocal, la forma en la consonante. Hoy en día, estos elementos ya no se asocian al habla; se ha convertido en una mera cuestión de convencionalismo. En la Euritmia, sin embargo, los sonidos - "b", "a", "d"- se transforman de nuevo en los gestos que les corresponden. 

Al hacer los gestos, el euritmista vuelve a experimentar el habla. Se puede albergar la esperanza de que si el amor por la Euritmia nace en círculos cada vez más amplios, la humanidad podrá encontrar el camino de vuelta a lo que contenían las lenguas primitivas, a un habla que se siente y se ve. Así, la Euritmia será en el futuro algo más de lo que es hoy; será la guía del hombre y le mostrará cómo la vida del alma y del espíritu puede ser llevada por las ondas de la palabra. Hoy en día hemos llegado a un punto en el que el habla es tan poco articulada -y mucho menos, ensayada- que no se puede decir que muchas personas "hablen" en absoluto. Escupen las palabras. El habla, tal como es hoy, no nace ciertamente de la vida del alma. Es suficiente para desesperarse, cuando uno tiene que escuchar palabras que ya no tienen alma, ni vida, es más, ni siquiera están articuladas.

Por eso, en nuestros días, cuando el individuo entra en la existencia del Sol después de la muerte, suena una estridente discordia desde la Tierra hacia la Música Cósmica. Y esta cualidad que se ha introducido en el habla pone de manifiesto a ciertos Seres Espirituales la degeneración que ha sufrido la existencia terrenal, mostrándoles también al mismo tiempo cómo se pueden encontrar las fuerzas e impulsos correctos que conduzcan de nuevo a un ascenso.

El ser humano continúa su vagabundeo y llega a la existencia de Marte. ¿Qué queremos decir cuando decimos: ¿El ser humano entra en la existencia de Marte? Ahora ya no es posible, debéis recordar, hablar del ser humano en su forma espiritual, porque a estas alturas está totalmente cambiado; se ha convertido en una imagen espiritual de la gran esfera cósmica. El camino continúa, a través de las esferas de Marte, Júpiter y Saturno, hacia las olas del Cosmos. En la región de Marte el ser humano vive entre la "población" de Marte - si se me permite expresarlo así. Los habitantes de Marte se descubren como almas humanas desencarnadas o como Seres de las Jerarquías, pero sobre todo como aquellos de las Jerarquías de cuyo ser entero resuena el Discurso Cósmico en el espacio universal. Porque el ser humano se encuentra ahora en la región donde la Música Cósmica se convierte en Discurso Cósmico. 

Al principio la oye; luego él mismo se entrelaza con el Discurso Cósmico. En lugar del discurso imitativo de la humanidad, escucha un discurso que es creativo, un discurso del cual las cosas nacen y tienen su ser. Durante el paso del ser humano por la esfera de Marte, adquiere un conocimiento consciente de los Seres que pueblan esta región. La población espiritual de Marte consiste en Seres que son los Conocedores del Discurso Cósmico. También hay otros Seres, - por ejemplo. Seres que son de naturaleza bélica. Pero en lo que concierne al hombre, los Seres más importantes en la esfera de Marte son aquellos que en toda su naturaleza son Palabra Cósmica. Ellos son los Guardianes del Discurso Cósmico.

El viaje del ser humano lo lleva después a la región de Júpiter donde habitan los Seres que son los guardianes de los Pensamientos Cósmicos. Estos Seres irradian seres-pensamientos en nuestro sistema planetario y su entorno. A través de esta región también debe pasar el ser humano, y allí se ve envuelto en un proceso de metamorfosis que sólo puedo describir de forma bastante breve.

Imaginaos que el ser humano se convierte en una especie de imagen de la esfera cósmica; es decir, que todo su ser es realmente el germen espiritual de la cabeza, tal como será en su próxima vida en la Tierra. En la existencia del Sol, habiendo experimentado la discordia estridente establecida por el habla terrestre, aprende a dejar de lado esta habla terrestre. Durante su paso por Marte se convierte en parte del Discurso Cósmico, se hace uno con él, y comienza también a sentar las bases para la comprensión del Discurso Cósmico. Porque es así. La metamorfosis del ser humano inferior ha comenzado - las piernas en la mandíbula inferior, los brazos en la mandíbula superior, y así sucesivamente. En comunidad con los Seres de las Jerarquías, el ser humano construye el germen espiritual de su futura cabeza. 

Pero, para empezar, esta cabeza se construye para comprender el Cosmos, ¡no la Tierra! Primero aprende a comprender el Discurso Cósmico, los Pensamientos Cósmicos. Los Pensamientos Cósmicos y el Discurso Cósmico encuentran un hogar en la cabeza humana; así como aquí en la Tierra el ser humano conoce los minerales, las plantas y los animales, así, durante su viaje a través de las esferas de Marte y Júpiter, se familiariza con los misterios del Universo espiritual. Nunca tendremos un verdadero sentimiento o percepción de la naturaleza del ser humano hasta que nos demos cuenta, con clara conciencia, de que entre la muerte y el renacimiento el ser humano ha aprendido a conocer los nombres de los maravillosos y majestuosos Seres de las Jerarquías superiores, ha aprendido a comprender el trabajo y las actividades creativas de estos Seres en el Cosmos, ha aprendido a seguir en su pensamiento - no pequeños problemas cotidianos de la vida personal, tales como: ¿Cómo voy a volver a Amsterdam? - sino una pregunta como: ¿Cómo nace una época del mundo a partir de otra gracias a los trabajos de las Jerarquías superiores? Hasta aquí la experiencia del hombre en su paso por Júpiter.

Luego viene el paso por la existencia de Saturno. Saturno confiere al ser humano lo que llamaré Memoria Cósmica - porque en la esfera de Saturno habitan aquellos Seres Espirituales que preservan la memoria de todo lo que ha sucedido en nuestro sistema planetario. Saturno es el poderoso portador de la memoria de todos los acontecimientos de nuestro sistema planetario. Así como en la esfera de Marte el hombre aprende el discurso de los Dioses, y en la esfera de Júpiter los pensamientos de los Dioses, en su primer paso por la existencia de Saturno aprende a conocer todo lo que vive en la memoria de los Dioses de nuestro sistema planetario. De ahí que la cabeza del hombre en las esferas espirituales -que es el germen espiritual de su futura cabeza terrestre- reciba incorporado todo lo que le permite ser ciudadano del Cosmos y vivir en el Cosmos entre los Seres de las Jerarquías superiores, así como vive en la tierra entre los reinos mineral, vegetal y animal.

Entonces, habiéndose enriquecido tan profundamente en su existencia espiritual que ha aprendido a comprender el discurso del gran mundo, el discurso del Macrocosmos en el más amplio sentido de la palabra, el ser humano sale de las esferas de actividad planetaria y entra en la esfera de actividad de las Estrellas Fijas. Aquí el trabajo sobre el germen primario de la cabeza humana, la prefiguración y la conformación de la misma, se completa con las influencias que llegan desde infinidades de mundos espirituales.

Ha llegado pues, el tiempo de que el ser humano emprenda el camino del retorno. Primero viene de nuevo a la esfera de Saturno. El hecho de que durante su anterior estancia en la esfera de Saturno recibiera en sí mismo las memorias planetarias, permite que se establezcan ahora en su cabeza los cimientos de la facultad de memoria que será necesaria en su vida en la Tierra. La memoria cósmica implantada en su ser se hace, por así decirlo, "terrenal". La memoria cósmica se transforma de nuevo en el germen de la facultad de la memoria humana. Y en la esfera de Júpiter, todo lo que el hombre adquirió por haber percibido los pensamientos de los dioses, se transforma en el camino de retorno en la facultad de concebir pensamientos humanos que luego pueden reflejarse en la conciencia ordinaria cuando el germen de la cabeza se une con el embrión físico.

En el camino de retorno, a través de la esfera de Saturno, también puede comenzar la elaboración detallada de la metamorfosis del ser humano inferior en las diversas partes de la organización de la cabeza. Este es un trabajo maravilloso, un ser humano trabajando sobre otro, de acuerdo también con los Seres de las Jerarquías superiores. En verdad, el trabajo que se realiza aquí para la formación de la cabeza humana es como la creación de todo un mundo. Porque en la esfera de la existencia entre la muerte y el renacimiento, de la que estoy hablando ahora, cada cabeza humana se ve como un mundo maravilloso, - un mundo de infinita variedad y detalle; y el trabajo sobre ella requiere la devoción de los seres humanos que están unidos por el destino, con la cooperación también de los Seres de las Jerarquías que, conociendo los misterios del Cosmos, comprenden cómo debe construirse y formarse tal cabeza humana.

Es maravilloso, más allá de todo lo que se pueda decir, llegar de esta manera a un conocimiento de lo que hay en el ser humano. Este conocimiento no puede conducir nunca al orgullo o a la presunción. Entre la muerte y el nuevo nacimiento, el mundo en el que vivimos se encarga de que no sucumbamos al orgullo. Sería, mis queridos amigos, un absurdo ser víctima del orgullo y la arrogancia humana entre los Seres de las Jerarquías, entre Serafines, Querubines y Tronos. 

El ser humano debe permanecer por siempre pequeño en comparación con los Seres entre los que trabaja. Y cuando en esta existencia terrestre el ser humano llega a conocer lo que es en el gran Macrocosmos entre la muerte y un nuevo nacimiento, tiene buenas razones para decirse a sí mismo: "¡No has traído mucho contigo a la existencia terrenal! No tienes grandes motivos para enorgullecerte de tu condición actual; ¡ni tienes ocasión de estar particularmente orgulloso de lo que fuiste entre los dioses!" Lo que puede crecer dentro de nosotros como resultado de mirar la vida del ser humano entre la muerte y un nuevo nacimiento es un sentido de responsabilidad que nos hace decir: "Debemos esforzarnos con todas nuestras fuerzas para ser dignos, incluso aquí en la tierra, de ser 'hombre'". Porque esto es lo que sentimos, cuando medimos el significado de ser "hombre" por la obra realizada sobre el ser humano por los Dioses en el período que media entre la muerte y el nuevo nacimiento.

Avanzando ahora en su camino de retorno, el ser humano llega de nuevo a la existencia de Marte, donde continúa el trabajo sobre su ser. Es aquí donde se añaden los términos espirituales para el nuevo cuerpo - para el sistema mamario y para las estructuras de los miembros, tal como serán en la próxima vida terrenal. Porque realmente así es como los fundamentos de los miembros de la vida terrenal precedente, constituyen los fundamentos de la cabeza en la siguiente encarnación, y así ahora, durante el paso del ser humano por el mundo planetario en su camino hacia la siguiente vida terrenal, los gérmenes del sistema mamario y de las estructuras de los miembros tienen que ser colocados de nuevo. 

Por supuesto, hay que recordar siempre que estos gérmenes son espirituales; todo el proceso es un proceso espiritual. Cuando el ser humano pasa de nuevo por la existencia de Marte, la elevada espiritualidad con la que se impregnó durante su primer paso por la esfera de Marte, y que le permitió experimentar el Verbo cósmico, se transforma ahora en sustancia espiritual de un orden algo inferior - en esa sustancia espiritual de la que, más tarde, se manifiesta el Ego humano. Es también durante este viaje de regreso a través de la esfera de Marte cuando se añade el germen espiritual de la laringe y las formaciones pulmonares.

El hombre llega entonces de nuevo al Sol. El segundo paso por la esfera del Sol es significativo en grado sumo. Desde que completó su primera estancia en la existencia del Sol, el hombre ha pasado por las esferas de Marte, Júpiter y Saturno, hasta el mundo de las Estrellas, y luego hizo el viaje de regreso a través de Saturno, Júpiter y Marte. Durante todo este tiempo todo su ser se ha entregado al Cosmos; se ha hecho uno con el Cosmos, uno con el Universo. Ha estado viviendo en el Cosmos; ha aprendido el discurso cósmico, ha aprendido a entretejer los pensamientos cósmicos en su ser, ha estado viviendo, no dentro de su propia vida de memoria - eso sólo amanece para él más tarde - sino dentro de la memoria de todo el sistema planetario. 

Se ha sentido uno con los Seres de las Jerarquías superiores en su memoria de los pensamientos cósmicos y del discurso cósmico. Ahora, sin embargo, cuando vuelve una vez más al Sol, comienza a encerrarse más como un ser individual. Muy débilmente surge la sensación de que se está separando del Cosmos. Esto está relacionado con el hecho de que se están poniendo los primeros cimientos del corazón dentro de él. El viaje de vuelta continúa. Por segunda vez el ser humano pasa por la esfera de Venus y la esfera de Mercurio, donde los gérmenes espirituales de los otros órganos tienen que implantarse en él.

En el momento de la entrada por segunda vez en la existencia solar - todos estos acontecimientos y procesos llevan mucho tiempo, y mucho antes de que el ser humano entre en la existencia terrenal experimenta, como veremos, lo que es para él un giro muy significativo del destino - en el momento en que, fuera en el Cosmos, el germen espiritual del corazón se deposita dentro de nuestro ser en el viaje de regreso a la tierra, no hay, por supuesto, todavía un corazón físico. Es cierto que ya hay un indicio de la forma física del corazón, pero está rodeado y entretejido con todo lo que constituye el valor del ser humano como resultado de sus vidas terrenales anteriores. El hecho de que recibamos en nosotros en la esfera solar el primer germen del corazón físico es menos importante que el hecho de que en este germen del corazón se concentra todo lo que somos moralmente, todas nuestras cualidades de alma y espíritu. 

Antes de que el germen espiritual del corazón se una con el germen embrionario del futuro cuerpo, el corazón en el ser humano es un ser espiritual, un ser moral de alma y espíritu fuera en el Cosmos; sólo más tarde este ser moral de espíritu y alma -que el ser humano siente ahora que vive dentro de él, que el ser humano ha adquirido, por así decirlo, en el curso de su viaje de regreso a la Tierra- se une con el embrión. Esta concentración, en el germen del corazón, de todo su ser de alma y espíritu, la experimenta el ser humano en comunión con los sublimes Seres Solares - aquellos Seres Solares que rigen las fuerzas creadoras del sistema planetario y con ello de la existencia terrestre. Permítanme que intente describírselo con una imagen. Las expresiones pueden sonar extrañas, pero son realmente apropiadas.

En el momento en que este corazón cósmico es otorgado al ser humano, éste vive entre aquellos Seres Espirituales de las Jerarquías que están a cargo de la dirección de todo el sistema planetario en su relación con la existencia terrestre. La experiencia es de infinita grandeza y esplendor. Es difícil encontrar palabras para describir lo que el ser humano experimenta en esta fase de la existencia. En cierto sentido, su sentimiento se asemeja al que puede tener en la existencia física. Porque así como en la existencia física siente que está ligado a los latidos de su corazón, a toda la actividad del corazón, así, en el Macrocosmos, a través de su corazón espiritual macrocósmico, se siente uno con todo su ser anímico y espiritual. 

El ser moral anímico y espiritual en el que se ha convertido en este momento de su experiencia es, por así decirlo, un latido espiritual dentro de él. Todo su ser parece estar ahora en el Cosmos, de la misma manera que su latido está en él; se da cuenta también de una especie de circulación en relación con este latido. Así como en la Tierra sentimos en el latido del corazón la circulación de la sangre y la respiración que lo originan, cuando en el viaje de regreso a través de la existencia del Sol comenzamos a ser conscientes del latido de nuestro corazón espiritual, macrocósmico, nos parece como si corrientes o flujos unieran este latido espiritual con los Seres de la Segunda Jerarquía. Así como la sangre fluye hacia el corazón desde las venas del organismo físico, así en nuestro ser anímico-espiritual se vierten las palabras de Exusiai, Kyriotetes, Dynamis, - lo que tienen que decir sobre el Mundo y el juicio del Mundo sobre el hombre. 

Las palabras y los sonidos del espíritu del Universo son la circulación que ahora se centra en este corazón espiritual, macrocósmico, en este ser humano anímico-espiritual. Allí, en el centro, late el corazón espiritual del ser humano. Y el latido del corazón espiritual del ser humano es el latido del mundo en el que vive. La corriente sanguínea de este mundo son los actos de los Seres creadores de la Segunda Jerarquía, las fuerzas que brotan de ellos. Y así como la corriente sanguínea en la Tierra se centra en el corazón, donde es experimentada inconscientemente por el ser humano, en este punto del tiempo entre la muerte y el nuevo nacimiento se le da al ser humano, como una gracia otorgada, el sostener y cuidar dentro de él un corazón cósmico - uno de los órganos de percepción, uno de los corazones cósmicos, creado a partir del pulso del Macrocosmos, incluso los hechos de los Seres de la Segunda Jerarquía. Porque recordemos que el corazón físico es un órgano sensorial, que percibe el movimiento de la sangre, no una "bomba" como imaginan los fisiólogos. La espiritualidad y la vitalidad del ser humano son las que provocan el movimiento de la sangre.

El viaje de regreso continúa - a través de las esferas de Mercurio y Venus. Pero antes de esto, precisamente en ese momento cósmico en el que el ser humano se siente vivir de verdad en el corazón espiritual del Cosmos, su mirada ya se ha posado en el hilo de las generaciones, al final del cual se encuentran los padres que le darán a luz. La conexión con la línea de las generaciones se hace, como veis, relativamente pronto. Nacemos de padre y madre, nuestros padres a su vez tienen cada uno de ellos padre y madre, y éstos también tienen su padre y su madre. Esto nos hace retroceder unos cien años. Pero debemos ir más atrás, a través de muchos siglos; pues mucho antes de que un ser humano nazca en la Tierra, se ha unido a la línea de generaciones que culmina en la familia en la que nace. La conexión con la línea de generaciones se determina muy pronto, es decir, cuando el hombre atraviesa la existencia del Sol por segunda vez. Y en su paso por las colonias cósmicas de Venus y Mercurio puede, por así decirlo, disponer que su destino se ajuste lo más posible a las experiencias exteriores que deben sobrevenirle al nacer en una familia y una nación determinadas.

Después de esto, el ser humano entra de nuevo en la esfera de la Luna. Permítanme recordarles cómo durante su primer paso por la esfera lunar los pensamientos del ser humano se dirigieron, para bien y también para mal, a los Maestros primitivos de la raza humana, al punto de partida de la existencia terrestre, cuando los Maestros sobrehumanos impartieron sabiduría sobrehumana a los hombres de la Tierra. Cuando desciende a la existencia lunar por segunda vez, hay menos incentivos para que dirija su atención a lo que hubo en la Tierra hace mucho tiempo. Porque ahora el período de tiempo que el ser humano pasa - arriba, en el Cosmos - en esta existencia lunar, es el mismo período de tiempo que dura su curso en la Tierra abajo entre la concepción y el nacimiento. La vida embrionaria del hombre corre pareja con un desarrollo cósmico particular. Allá arriba, en la esfera lunar, pasa por una fase definida de evolución, mientras que abajo, etapa por etapa, se prepara el embrión físico, con el que luego se une gradualmente.

¿Cómo se desarrolla esta vida macrocósmica del ser humano durante este segundo período de evolución en la esfera lunar? ¿Qué función desepeña allí?

En todas las experiencias que he estado describiendo, la conciencia del ser humano es mucho más clara y despierta que la conciencia ordinaria de su vida en la Tierra. Es muy importante distinguir los distintos grados de la conciencia humana. La conciencia durante la vida onírica es opaca, la conciencia durante la vida de vigilia es clara, la conciencia después de la muerte es aún más clara. Es como un sueño comparado con la realidad, así es toda nuestra vida en la Tierra en comparación con la claridad de nuestra conciencia en la vida después de la muerte. Además, en cada nueva etapa de la vida después de la muerte, la conciencia se vuelve aún más clara, aún más alerta.

Cuando pasamos a través de la existencia lunar en el viaje ascendente, la conciencia se vuelve más clara debido al hecho de que en la esfera lunar entramos en el entorno de los sabios y primitivos Maestros de la humanidad. Nuestra conciencia se aclara cada vez más a medida que pasamos por las esferas de Mercurio y Venus; y su claridad continúa intensificándose cada vez que entramos en una nueva esfera de los cielos. Pero cuando volvemos de nuevo y nos acercamos a una nueva vida en la Tierra, la conciencia se atenúa y oscurece etapa por etapa.

Durante la fase de la existencia de Mercurio en el viaje de regreso, todavía tenemos una conciencia que es más clara de lo que cualquier conciencia puede ser en la existencia terrestre ordinaria. Pero cuando llegamos a la esfera de la Luna, y nos encontramos en un entorno que nos revela lo que el hombre era al principio de la evolución terrestre, entonces nuestra conciencia comienza a borrarse. En la misma esfera en la que, en el viaje ascendente, se iluminó por primera vez para nosotros el mundo suprasensible en una conciencia más clara de lo que era posible en la Tierra, ahora la conciencia se oscurece. Estamos regresando a la Tierra y la conciencia se vuelve cada vez más tenue, hasta que sólo permanece en nosotros como fuerza de crecimiento - la fuerza de crecimiento que está presente en el niño pequeño, el niño pequeño que sueña. 

La conciencia se ha oscurecido hasta convertirse en un sueño. Este es el momento en que el ser anímico-espiritual puede unirse con el embrión físico. Para que este acontecimiento trascendental se produzca, para que el ser humano, en un determinado momento de su desarrollo, haga la conexión con el embrión físico, debe pasar por una evolución lunar en comunión con los Maestros primigenios de la humanidad, mientras el embrión físico de abajo está pasando por sus diez meses lunares en el cuerpo de la madre. Y la evolución lunar que ha de experimentar consiste en que toda una hueste de Maestros de la humanidad se dedica a la tarea de atenuar la conciencia cósmica que el ser humano aún poseía durante su existencia en Mercurio, atenuándola a la conciencia de sueño en la que vive al principio de su vida en la Tierra.

El ser físico, con todo lo que podemos ver de él aquí en la Tierra, sólo puede entenderse, en verdad, a la luz del conocimiento del ser suprasensible. Y el ser humano suprasensible no puede ser explicado por medio de los hechos de la Tierra, sino sólo por los hechos del gran Mundo, el Macrocosmos. Mi objetivo en estas conferencias ha sido mostraros cómo el ser humano terrenal nace como espíritu  humano a partir del Cosmos Espiritual.

En la conferencia de mañana nos queda estudiar, en relación con esto, el significado de la vida terrenal misma, en la medida en que el ser que es espiritual y sobrehumano pasa a esta vida terrenal. Llegaremos a comprender el significado del hecho de que, cuando atraviesa la puerta de la muerte, el ser humano se lleva de nuevo al mundo espiritual lo que le queda de todo lo que ha adquirido y experimentado en la vida terrenal. Habiendo aprendido, pues, a comprender, en algunos de sus aspectos, la naturaleza espiritual del ser humano, su ser suprasensible, volveremos mañana al estudio de la conexión entre el ser humano suprasensible y el ser físico.


Traducido por J. Luelmo abril 2021

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919