GA117 Berlín, 18 de octubre de 1909 Los evangelios Buda y los dos niños Jesús


LOS EVANGELIOS-BUDA Y LOS DOS NIÑOS DE JESÚS (notas)


RUDOLF STEINER

Berlín, 18 de octubre de 1909

El Niño Jesús Nazareno. El Nirmanakaya de Buda. El influjo del budismo en el cristianismo. El Niño Jesús Belén. Descenso de los dos Niños Jesús. La confluencia de las corrientes zaratustriana y budista en el Jesús de Nazaret de doce años.  La confluencia de la antigua corriente hebrea. La misión de Buda era llevar la enseñanza de la compasión y el amor, pero Cristo es el poder del amor mismo. En el que se basa todo desarrollo

La última vez compartí aquí el contenido del ciclo de conferencias de Basilea, en el que se trató sobre el Evangelio de Lucas. Señalamos la pregunta que alguien podría hacerse: Sí, si ya se ha dicho tanto sobre el Evangelio de Juan y, posteriormente, sobre la imagen del Cristo Jesús, ¿es posible que también haya algo que decir sobre los otros Evangelios, que en cierto sentido se obtenga la misma comprensión que si uno se hubiera dejado influir por el Evangelio más profundo, el Evangelio de Juan?
Si esto fuera así, entonces una explicación de los otros tres Evangelios no estaría en el espíritu de la investigación espiritual. Pues lo que buscamos dentro de la investigación científica espiritual no debe ser tomado de algún documento; no debe acercarse a nosotros como algo transmitido, sino como algo que puede ser investigado con los medios de la investigación espiritual.
El investigador espiritual se propone explorar cómo se presenta el acontecimiento de Palestina sin consultar ningún documento. Emprende su investigación sin tener en cuenta ningún documento. Luego intenta mostrar cómo las mismas verdades e informes brillan en los documentos.
Hemos elegido el camino con el Evangelio de Lucas y el Evangelio de Juan, que hemos extraído de la inmensa extensión de la Crónica Akáshica lo que se puede encontrar a su vez en el Evangelio de Lucas y el Evangelio de Juan. Aplicando de esta manera la investigación de los investigadores espirituales a estos Evangelios, uno se familiariza con ellos en cierto sentido. He mostrado que en el Evangelio de Lucas tenemos la oportunidad de hablar de algo diferente del Evangelio de Juan.
El Evangelio de Juan comienza con la personalidad de Jesús de Nazaret cuando tenía treinta años. En él encontramos el alto ser solar, el ser Cristo. Se trata de los tres últimos años de la vida del Cristo Jesús. 
El Evangelio de Lucas, por otra parte, nos permite familiarizarnos con aquellos procesos significativos que hicieron posible que esta importante esencia del Cristo fluyera en la personalidad de Jesús de Nazaret, para mostrar la confluencia del zaratustrismo y el budismo, y hemos visto cómo estas dos poderosas corrientes espirituales se encuentran y se unen precisamente en Jesús de Nazaret. Él se nos apareció por última vez como una personalidad humana, nacido como un niño con cualidades internas muy especiales, pero al principio no con aquellas cualidades que habrían conducido al hombre especialmente a una comprensión del mundo físico exterior, presente. Por encima de esta personalidad, que nos ha salido al encuentro como niño en el niño Jesús nathaniano, el Jesús de Nazaret actual, por encima de ella vemos brillar lo que llamamos el Nirmanakaya del Buda, lo que vemos como el aura de este niño. Es la forma que Buda asumió después de su última encarnación, en la que se convirtió en Buda. Podríamos subrayar que lo que llamamos nuestra enseñanza esotérica occidental justifica plenamente lo que figura en las escrituras orientales: que la individualidad anterior a la encarnación de Buda, en la que apareció en el siglo VI antes de Cristo, era un Bodhisattva.  
Tal Bodhisattva se convierte en un Buda en una encarnación muy específica. Esta individualidad había alcanzado tal grado de desarrollo que ya no necesitaba encarnarse en un cuerpo físico en la tierra. Es un gran logro que una individualidad ya no necesite encarnarse. Que esto pueda ser así depende no sólo del nivel de desarrollo de una individualidad, sino también de la naturaleza de una individualidad. Después de esta encarnación, el Bodhisattva Buda ya no tuvo que someterse a una encarnación terrenal. Entonces ya no encarnó en un cuerpo carnal terrenal, sino que, como la entidad carnal-corporal más baja, en eso que llamamos cuerpo etérico o de vida. En él tal individualidad se encarnó en adelante. Éste Buda ya no descendió a una encarnación carnal, sino sólo a tal encarnación en el cuerpo etérico.
Tal cuerpo etérico, en el que una individualidad ha progresado, no se parece -cuando se ve- a otro cuerpo que existe como cuerpo físico en la tierra. Lo que vemos como cuerpo físico en una individualidad que desciende a encarnarse en el cuerpo físico es una unidad cerrada. No hay interrupción en ninguna parte. Sin embargo, el cuerpo etérico en el que se encarna una individualidad como el Buda no es una unidad espacial cerrada. Es una multiplicidad de miembros no coherentes. Recordemos el llamado desdoblamiento de la personalidad, que se produce a medida que el ser humano se desarrolla cada vez más hacia arriba. Este proceso se describe en "Cómo alcanzar el conocimiento de los mundos superiores".
Lo que está conectado como un todo en el ser humano ordinario, los poderes que llamamos pensar, sentir y querer, que entonces se mantiene, por así decirlo, cada uno por sí mismo. El hombre llegará un día a gobernarlas; entonces será una trinidad, incluso podría decirse una multiplicidad, como se explica en mi "Ciencia Oculta en Bosquejo"
En tal caso, como en la encarnación del Buda en tiempos posteriores, tenemos tal cuerpo etérico, que consiste en seres no coherentes. En la gente ordinaria es también sólo el principio del cuerpo físico lo que mantiene unido al cuerpo etérico.
Cuando tal Bodhisattva-Buda reaparece encarnado en el cuerpo etérico, entonces aparece, cuando se hace visible, como una multiplicidad, como una multitud de entidades. El escritor del Evangelio de Lucas habla de esta multitud de seres cuando habla de los ángeles que se aparecieron a los pastores en el campo.
Este cuerpo etéreo, llamado el Nirmanakaya del Buda, se cernía sobre el niño Jesús Nazareno. Es él quien se convierte en el inspirador, quien infunde así todo lo que era el Buda en el cristianismo. Así vemos cómo el budismo desemboca en el cristianismo. Tienes que pensar en ello en términos concretos, no sólo en abstracto. Si se quiere comprender cómo sucede esto en la realidad, hay que ser capaz de señalar el acontecimiento concreto en el que el Buda, que ha progresado hasta el siguiente nivel, se une al cristianismo. Esto se describe en el Evangelio de Lucas, en la hueste de ángeles que es el Nirmanakaya del Buda.  
Después describimos cómo hay un segundo niño Jesús, al que podemos llamar el niño Jesús de Belem, del cual dijimos que no es otra cosa que el Zaratustra reencarnado. Es un niño extraordinariamente precoz. Zaratustra reencarna en ese niño. Esto se expresa en el Evangelio de Mateo. Pues en el Evangelio de Mateo se va a describir la individualidad que era particularmente comprensible para el escritor del Evangelio de Mateo, que añadió al cristianismo la corriente del zaratustratismo. Por lo tanto, también se describe que este muchacho descendía de la línea real salomónica de la Casa de David, mientras que el Jesús del Evangelio de Lucas descendía de la línea nathánica de la Casa de David, la línea sacerdotal. Si queremos comprender el cristianismo en todo su profundo significado, debemos darnos cuenta de que las corrientes más importantes del mundo tenían que confluir.
Vemos que la línea real davídica se divide en una línea salomónica y una línea nathánica. En la línea salomónica se propagan las cualidades reales, en la línea nathánica las cualidades sacerdotales. Las cualidades reales surgen sobre todo en los dos primeros períodos de la vida humana; las cualidades que sobre todo se dirigen, por así decirlo, a un dominio comprensivo de las condiciones del mundo, a todo lo que lleva al hombre a la armonía con las condiciones del mundo. Esto sólo puede suceder cuando las facultades del cuerpo físico y etérico están debidamente desarrolladas.  
 Puesto que Zaratustra había desarrollado preferentemente estas cualidades hasta la perfección de forma interior, ahora tenía que hacer uso de todas las cualidades que surgieron en el cuerpo físico y etérico hasta el duodécimo año.  Tales capacidades podían serle dadas en particular a través de las cualidades heredadas en la casa de Salomón. Para la tarea que tenía, sin embargo, necesitaba también las grandes facultades del portador del yo, las grandes facultades del cuerpo astral.
Sólo podía dárselas un linaje que hubiera heredado estas mismas cualidades de generación en generación. Si Zaratustra hubiera permanecido en el cuerpo hasta su trigésimo año, cuando el cuerpo etérico y el cuerpo físico estaban particularmente desarrollados, no habría podido profundizar en su ser de esta manera. Por lo tanto, en el duodécimo año pasó al Jesús Nazareno, de modo que en el mismo niño en el que moraba el Nirmanakaya del Buda, se recibió la individualidad de Zaratustra a partir del duodécimo año. Así estas dos corrientes fluyeron juntas en este Jesús Nazareno en su duodécimo año. 
La antigua corriente hebrea debía añadirse como tercera corriente. Sólo a través de esta unión pudo aparecer esa individualidad que recibió al Cristo en sí misma. Ahora nos preguntamos, ¿Cómo desembocó en ella, lo que era la antigua corriente espiritual hebrea? Veamos cómo hemos de entender la más original de las antiguas corrientes espirituales hebreas. 
Pensemos también en lo que hemos considerado como la esencia del desarrollo búdico. ¿Qué ocurrió cuando el Bodhisattva se convirtió en Buda? 
Esta individualidad, que se encarnó en el Bodhisattva Buda, tenía la tarea de transmitir de época en época lo que se puede llamar la enseñanza de la compasión y del amor. Si queremos comprender esto, debemos decirnos a nosotros mismos que el hombre se encontraba antiguamente en un estado de conciencia muy diferente.  No debemos ser miopes como la ciencia actual, que cree que las mismas facultades estaban siempre ahí, desarrollándose gradualmente desde los comienzos primitivos, y que el hombre estaba antes en el nivel del animalismo. No fue así. Lo que hoy llamamos pensamiento, sentimiento y voluntad humanos no siempre existieron. Cuanto más retrocedemos en el desarrollo de la humanidad, más se convierte este estado actual de conciencia en una clarividencia onírica y demoníaca. Por eso, todo lo que debía darse como enseñanza en la antigüedad tenía que darse de forma diferente a la actual.
Hoy se pueden enunciar ciertos principios morales; entonces el hombre los comprende. Cuando oye tales principios, puede decir hoy: Ciertamente, mi propia razón me lo dice. Pero para eso, primero tuvieron que desarrollarse la razón y la conciencia. Puede demostrarse tangiblemente a partir de la historia externa que la conciencia comenzó una vez. Esquilo aún no habla de ella. 
Esta fuerza especial del alma sólo apareció en un momento determinado, No estaba allí antes. 
Antes de que existiera la conciencia en el hombre, antes de que existiera el pensar lógico, si se hubiera apelado a la propia conciencia, al propio pensar, habría sido como hablarle a una piedra o a una planta.
En aquella época el alma necesitaba fuerza, impulsos, y éstos había que inculcárselos. Por ejemplo, lo relacionado con el amor fue inculcado como sugestivamente por la individualidad llamada Bodhisattva, cuando esta individualidad llamada Bodhisattva estaba allí como Buda. Había llegado el momento en que las personas podían obtener gradualmente de su interior la enseñanza de la compasión y el amor, la enseñanza del llamado camino de ocho peldaños. Esta enseñanza, que antes tenía que serle dada desde arriba, sólo podía serle dada como enseñanza cuando el Buda estaba allí. Por eso el Bodhisattva tuvo que convertirse en Buda. Todo lo que ocurre en el desarrollo humano debe ocurrir en un lugar determinado y en un pueblo determinado, de entre los cuales se selecciona a una serie de personas que tienen una comprensión de la enseñanza.  Tal vez se encuentre una contradicción entre esto y lo que se dijo antes, porque antes se dijo que la misión del Cristo era difundir el amor. Pero cuando se dice algo así, es necesario escuchar con mucha atención. En la misión de Buda estaba llevar la enseñanza de la compasión y el amor; pero Cristo es el poder del amor. Él trajo el amor mismo. Es diferente llevar la enseñanza de algo que llevar la cosa misma.  
Precisamente por esto, fue posible que el poder del amor fluyera hacia abajo y se manifestara a través de este elevado ser solar en la tierra, por el hecho de que esta enseñanza fuera traída a través del Buda. Pero, a su vez, fue necesario que este poder del amor se manifestara terrenalmente dentro de un pueblo que había pasado por un desarrollo diferente al que vivió el Buda.
¿En qué se diferencia lo que Buda trajo al mundo de lo que trajo la individualidad de Moisés?  Lo que trajo el Buda se llama con razón la gran ley, el Dharma. El Buda trajo la Ley de tal manera, en una forma determinada, que podía ser conocida por el alma en esa forma, que la gente podía encontrarla dentro de su propia alma. Moisés trajo la Ley de una manera muy diferente; la trajo como un mandamiento. El pueblo al que la trajo no podía considerarla como una ley arraigada en el alma misma, sino como una ley divina dada desde lo alto. Buda decía: Encontraréis la ley que os digo en lo más profundo de la propia alma. - Pero Moisés decía: Ahí está la ley del Dios que ha de venir. 
Una ley tuvo que ser dada, por así decirlo, a un pueblo con la condición de que uno considerara que este pueblo está en una etapa más joven que el otro. Todavía no ha desarrollado ciertos poderes. Esta es la base de todo desarrollo, que las cosas no avanzan en línea recta. Por desarrollo se suele entender que lo que sigue siempre surge de lo que ha precedido. Pero el desarrollo no es así. El desarrollo se produce a través de condiciones previas muy diferentes. Cuando observamos el crecimiento de una planta, vemos primero el germen, luego el tallo, y cómo crece hoja a hoja y finalmente la flor. Llega un momento en que lo posterior ya no se desarrolla simplemente a partir de lo anterior, sino que se produce la fecundación. Tiene que entrar algo más, una mota de polvo de otra planta.  Especialmente en la vida espiritual, las circunstancias y corrientes más diversas deben ahora fluir juntas.  
En Palestina tuvieron que unirse el zaratustrismo, el budismo y luego una corriente completamente distinta. Esta corriente podía, bajo ciertas circunstancias, traer fuerzas vitales más jóvenes.
Durante mucho, mucho tiempo los mandamientos de Yahvé habían funcionado dentro de este pueblo.  Si este pueblo también hubiera estado en el nivel que Buda seiscientos años antes de Cristo también podría haber apelado a la propia alma de este pueblo, entonces el pueblo no habría tenido las fuerzas juveniles más tarde. Por lo tanto, tuvieron que recibir de su legislador mandamientos que no apelaban a sus propias almas.
Este pueblo del Cercano Oriente tuvo que ser retenido en una etapa anterior. Podemos citar hipotéticamente algo similar para la vida humana individual. Imaginemos que alguien quisiera inducir artificialmente a un ser humano a desarrollar capacidades particularmente creativas a cierta edad. ¡Pero no se debería intentar eso! Entonces habría que desarrollar a un niño de forma muy distinta a lo que ocurre habitualmente. Porque si intento enseñarle en el séptimo año lo que la escuela le enseña hoy, entonces habré incapacitado al alma para que surjan más tarde ciertas facultades. Por lo tanto, quiero esperar hasta el décimo año. Entonces este niño viene con poderes muy diferentes. Entonces ha conservado algo de su fuerza juvenil. Entonces surgen fuerzas que son fuerzas creadoras que, de otro modo, habrían muerto. 
Usted puede ver cómo esto se ha hecho en el Cercano Oriente. El pueblo hebreo estaba frenado. Aún no podían absorber las enseñanzas de Buda sobre la compasión y el amor. Eso les fue dado como un mandamiento. No había recibido el llamamiento de Buda para desarrollar desde su interior la enseñanza de la compasión y el amor. Sólo en un punto del desarrollo de la tierra en el que la gente estaba más avanzada pudo el Bodhisattva Buda traer esta enseñanza. Cuando se habían desarrollado fuerzas completamente diferentes, esta corriente se unió a la otra en otro punto. ¿Qué tenemos que buscar que fluya a través de las generaciones de un pueblo? ¿Con qué está relacionado? ¿Cómo absorbe el ser humano lo que está unido a todo el pueblo? 
Del primero al séptimo año, el ser humano todavía está envuelto en una envoltura etérica, de la que luego se desprende. Luego sigue rodeado por la envoltura astral, de la que se desprende cuando alcanza la madurez sexual. En ese momento nace el cuerpo astral. Cuando el cuerpo astral nace en el hombre en el período comprendido entre el duodécimo y el decimoquinto año, es en el que se encuentran todos los poderes que el hombre tiene en común con los pueblos. Esta envoltura astral, de la que el ser humano se desprende ahora, contiene todas las cualidades que el ser humano podía tener en su interior hasta entonces. Es esta envoltura la que hace que el ser humano pertenezca a una determinada raza. ¿Qué ocurre con esta envoltura cuando se despoja de ella? Esta envoltura despojada contiene todo lo que el ser humano tiene en común con su nacionalidad. Entonces se une a todas las envolturas de las que también se han despojado los antepasados.  Se trata, por así decirlo, de una cadena.
Hasta los catorce años el hombre tiene esto dentro de sí, y luego cuelga de una cadena que llega hasta los antepasados. ¿Hasta qué eslabón de los antepasados llega? Va hasta el eslabón cuarenta y dos, ¡el eslabón seis veces séptimo! Es de esta manera que el hombre está conectado con sus antepasados. Eso se sabía en la antigüedad. También es conocido hoy en día dentro de la ciencia espiritual. Porque el hombre está conectado de esta manera con sus antepasados, es por lo que los antiguos egipcios, en su Libro de los Muertos, hacían comparecer al hombre ante cuarenta y dos jueces de los muertos después de la muerte. Si una determinada cualidad del hombre ha de surgir de modo que pertenezca al pueblo, entonces estos antepasados deben yacer de tal modo que todos estos miembros individuales expresen estas determinadas cualidades del pueblo. Si Zaratustra iba a encarnarse a sí mismo, tenía que ser en una envoltura que tuviera las cualidades esenciales de su pueblo. Por eso Mateo hace nacer a Zaratustra en el cuadragésimo segundo miembro después de Abraham, que tenía todas las características del pueblo. Así es como estas influencias llegaron a la tercera corriente.  
Traducido por J.Luelmo may.2023

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